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APUNTES CUATRO

Unidad II - Primera Parte -

Jeremy Bentham y el nacimiento de la deontología. Persona como unidad y sus


dimensiones. Subjetividad e Inter. Subjetividad ///

JEREMY BENTHAM (quince de febrero de 1748 a seis de junio de 1832)

. Era un economista, escritor, filósofo y pensador originario de Londres (Inglaterra). Jeremy


Bentham era un niño prodigio quien ya a los tres años leía libros de Historia. En su infancia
estudiaba Latín, Francés y a tocar el violín.

El origen del término está en su obra Deontología o Ciencia de la Moral (1836).

Bentham define entonces la deontología como aquellas conductas del hombre que no forman
parte de la hipótesis normativa del derecho vigente y que no están controladas por la legislación.
Es decir, son acciones no supervisadas por la ley, pero que el ser humano debe realizar por un
criterio utilitarista.

Así, el utilitarismo planteado por Bentham propone valorar los actos de un individuo en función a
la felicidad o bienestar que puedan generar para la sociedad en su conjunto. Esto,
independientemente de las motivaciones de la acción.

Es decir, si una persona ayuda a otra, por ejemplo, no importa si lo hizo porque lo obligaron o si
fue por voluntad propia. La acción, según Bentham, puede ser valorada como buena porque causa
un bienestar.

La deontología puede verse aplicada en las normas éticas que formulan y defienden los colegios
profesionales, como el de abogados o periodistas.
Algunos de estos códigos han trascendido a generaciones, como el juramento hipocrático de los
médicos que data de hace 2.500 años. Uno de sus compromisos es, por ejemplo, no permitir que
consideraciones de credo político o religioso, nacionalidad, raza, partido político o posición social
se interpongan en el deber profesional.

Jeremy Bentham fue un representante de la teoría utilitarista, según la cual, el individuo se


encuentra gobernado por dos sentimientos: el dolor y el placer que determinan su
comportamiento. En el contexto del Estado de derecho liberal, el legislador debe garantizar a los
destinatarios de las normas que produce, la mayor cantidad de satisfacciones. El pensamiento
benthamiano, casi siempre aparece comprendido en la máxima: “la mayor felicidad para el mayor
número”, pronunciada por Bentham en 1776.

PERSONA COMO UNIDAD Y SUS


DIMENSIONES
El ser humano es un ser integral que se desenvuelve dentro de un ambiente; en él influye un
sinnúmero de características biológicas, psicológicas, sociales y espirituales. Está dotado de
conciencia, inteligencia, voluntad, intencionalidad, afectividad y creatividad, en síntesis, de una
personalidad, que obedece a su ubicación temporal (momento histórico) y espacial (lugar donde
habita). El individuo, como se ha mencionado, es una totalidad imposible de separar en sus
dimensiones, ya que no es fácil establecer cuánto influye una sobre las otras o cuánto depende la
una de las otras frente al proceso salud-enfermedad. Para efectos didácticos se hace necesario
separar al ser humano, de manera que podamos navegar por las dimensiones que lo constituyen,
para conseguir aprehender y comprender mejor la complejidad de su atención en aras de mejorar
su calidad de vida.

La persona humana es un ser bio, psico, social, cultural, espiritual y trascendente.


Biológico:
La dimensión biológica hace referencia a la realidad de la persona en tanto que organismo
pluricelular, poseedor de un cuerpo que se desarrolla y madura sometido a la realidad física. Se
organiza en torno a la idea de equilibrio dinámico en el marco de una relación también dinámica
con el ambiente.

La dimensión física o biológica, por llevar la información propia de la especie, se convierte


en la estructura en la cual descansan las otras dimensiones y puede conceptuarse como
la evolución de los órganos, aparatos y sistemas, complementada con una categoría
especial que es la psicomotricidad.

Especial papel juega el concepto de crecimiento en la dimensión biológica, el mismo que


representa alguna de las modificaciones que se producen en el seno del organismo
humano.

Psicológica: 

la dimensión psicológica se centra en la mente, y recoge la idea de la persona como


ser dirigido a metas y dotado de un conjunto de procesos que le permiten guiar su
conducta creativa y armónicamente en el contexto cambiante donde se dan las
diversas situaciones en que participa. 
Incluye aspectos cognitivos que conducen a percibir, pensar, conocer, comprender,
comunicar, resolver problemas, relacionarse, representarse a sí mismo y a los otros,
actuar –ser agente–; aspectos afectivos, como las emociones y los motivos, y otros
aspectos que generan esperanza, estima y confianza en uno mismo y en otros;
aspectos conativos, como la perseverancia en la acción y otros componentes de la
voluntad como el autocontrol. Todo ello sin olvidar que la mente existe porque existe
el cuerpo, concretamente, un cerebro con un funcionamiento normal.

Social:

Tiene tres escenarios que secuencialmente se influyen recíprocamente, estos escenarios


son:
La familia:
Es el primer y más importante escenario donde los sujetos adquieren y desarrollan los
hábitos básicos de supervivencia (autocuidados, autoconcepto, autoestima,
autoreconocimiento).

Aprender a cuidarse: Aspecto fundamental para proteger la salud propia y la de todos


como un bien social.

El proceso de aprender a cuidarse se inicia con el conocimiento y cuidado del propio


cuerpo y a su vez apuntala el desarrollo de la autoestima.El convivir humano tiene lugar
en el lenguaje. Ocurre que el aprender a ser humano lo aprendemos al mismo tiempo en
un continuo entrelazamiento de nuestro lenguaje y emoción, razón por lo cual es
entendible que el primer contexto de convivencia es la FAMILIA, por eso, el convivir
humano se da de hecho en el conversar.

La escuela:
El segundo contexto de la convivencia humana, espacio en que el ser humano cambia de
cosmogonía y puede o no reafirmar la confianza en la otra base fundamental de la
convivencia.

En la escuela (como institución social y socializadora) puede cumplirse el principio:


CONVIVIR PARA CONOCER., puesto que el amor no esta en la exigencia con el otro; la
exigencia niega la legitimidad al otro, pues no le permite una conducta responsable en la
que se hace cargo de su querer.

En general, la escuela debe fortalecer los aprendizajes que se iniciaron en la familia a lo


cual se suman aprendizaje como aprender a decidir en grupo, aprender a solucionar de
manera pacífica los conflictos, aprender que ceder en nuestras posiciones no significa
perder, que hay intereses individuales y grupales que juegan un papel fundamental en la
convivencia, desarrollar el sentido de legitimidad para con nuestra madre tierra,
promoviendo el conocimiento y cuidando del entorno, defendiendo y respetando el
espacio público.
Cultural:

El ser humano sale de su familia con toda una cultura que incluye actitudes, hábitos y
comportamientos, el joven empieza a interactuar en la comunidad con unos principios,
valores y actitudes y llega con ellos a la comunidad. esto significa objetivos
mancomunados, compartir criterios y en el buen sentido es la última fase preparatoria
para jugar los diferentes roles que exige la SOCIEDAD.

Espiritual o trascendental:
consiste en asumirse en contacto con el todo la sociedad, la especie, el planeta, el cosmos
que va más allá de cada ser singular, con el fin de que la persona pueda comprender su
ubicación en ese todo y el papel que le corresponde vivir.

Es precisamente la dimensión trascendental en la que se construye el sentido de vida, el


horizonte hacia donde queremos caminar. Aparecen cuestiones tales como: ¿Cuál es la
misión de cada persona? ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Cuál es el sentido de la muerte?

En la dimensión trascendental confluyen los diversos procesos que se generan desde


cada una de las dimensiones, para ir dando determinadas particularidades dependiendo
de la etapa y nivel de desarrollo.

En el ser humano, la dimensión trascendental, empieza a gestarse desde los primeros


momentos del niño o de la niña, cuando empieza a auto reconocerse para
posteriormente reconocer a los demás como legítimos otros, cuando empieza a sentirse
parte importante en su núcleo familiar para más tarde ser un ciudadano participativo y
solidario, cuando empieza el ejercicio colaborativo en la escuela, para luego ser un
ciudadano investido de la capacidad de ser solidario con los congéneres.

LA VIRTUD, LOS VALORES – ESCALA


AXIOLÓ GICA
Los valores son entes frente a los cuales el ser humano no puede ser indiferente, estos
entes generan la adhesión o el rechazo.

El vocablo valor es un sustantivo que deriva del latín, “valere”, que a su vez nos remite a
otras significaciones posibles: “valer”. En este sentido, podemos afi rmar que una de las
características del valor es el “valer”.

Por valoración, el diccionario de la Real Academia Española entiende a la acción y efecto


de valorar. Y valorar significa señalar el valor que corresponde a una cosa.
La disciplina que estudia los valores conocida como Axiología, vocablo de origen
griego compuesto por dos términos “Axio”, que significa, lo “valioso”, “estimable” o
“digno” y “logía” que significa “conocimiento”, “teoría”, “estudio”; ensaya sus primeros
pasos en la mitad del siglo XIX.

Una característica fundamental de los valores es la polaridad. Mientras que las cosas
son lo que son, los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el
correspondiente valor negativo. Así, a la belleza se le opone la fealdad; lo malo, a lo
bueno; lo injusto, a lo justo, etcétera. No se crea que el desvalor, o valor negativo,
implica la mera ausencia del valor positivo: el valor negativo existe por sí mismo y no
por consecuencia del valor positivo. La "fealdad" tiene tanta presencia efectiva como
la "belleza"; nos encontramos con ella a cada rato. Lo mismo puede decirse de los
demás valores negativos como la injusticia, lo desagradable, la deslealtad, etc.

Se ha dicho muchas veces que la polaridad implica la ruptura de la indiferencia.


Frente a los objetos del mundo físico podemos ser indiferentes. En cambio, tan
pronto se incorpora a ellos un valor, la indiferencia no es posible; nuestra reacción -y
el valor correspondiente- serán positivos o negativos, de aproximación o rechazo. No
hay obra de arte que sea neutra, ni persona que se mantenga indiferente al escuchar
una sinfonía, leer un poema o ver un cuadro.

Los valores están, además, ordenados jerárquicamente, esto es, hay valores inferiores
y superiores. No debe confundirse la ordenación jerárquica de los valores con su
clasificación.

Una clasificación no implica, necesariamente, un orden jerárquico. Se puede clasificar


a los hombres en gordos y flacos, altos y bajos, solteros y casados, etcétera, sin que
ninguno de los grupos tenga mayor jeraquía que el otro. Los valores, en cambio, se
dan en su orden jerárquico o Escala Axiológica. La preferencia revela ese orden
jerárquico; al enfrentarse a dos valores, el hombre prefiere comúnmente el superior,
aunque a veces elija el inferior por razones circunstanciales.

Es más fácil afirmar la existencia de un orden jerárquico que señalar concretamente


cuál es este orden o indicar criterios válidos que nos permitan establecerlo. No han
faltado, por cierto, axiólogos que han pretendido fijarlo de una vez por todas. La
crítica ulterior ha mostrado los errores de tales pretensiones y especiatmente de los
criterios utilizados.

Sin embargo, la existencia de un orden jerárquico es una incitación permanente a la


acción creadora y a la elevación moral. El sentido creador y ascendente de la vida se
basa, fundamentalmente, en la afirmación del valor positivo frente al negativo y del
valor superior frente al inferior.
El hombre individualmente, tanto como las comunidades y grupos culturales
concretos, se apoyan en alguna tabla. Es cierto que tales tablas no son fijas sino
fluctuantes y no siempre coherentes; pero es indudable que nuestro comportamiento
frente al prójimo, sus actos, las creaciones estéticas, etcétera, son juzgados y
preferidos de acuerdo con una tabla de valores.

Someter a un examen crítico esas tablas de valores que oscuramente influyen en


nuestra conducta y nuestras preferencias, es tarea irrenunciable de todo hombre
culto. No podrá, sin embargo, determinar críticamente una tabla de valores -dejamos
de lado la posibilidad de afirmarla en forma dogmática- sin examinar previamente la
validez de los criterios que pueden utilizarse para descubrirla.

SUBJETIVIDAD E INTERSUBJETIVIDAD
La subjetividad es el modo de constituir una realidad social, en los diferentes aspectos que la
integran: social, cultural y político.

A la vez implica la manera de pensar, sentir, comunicar y dar sentido e intencionalidad a las
formas de interactuar y convivir del sujeto en la cotidianidad en la cual se gestan procesos de
interacción cultural. Es así que la subjetividad se expresa en las vivencias propias de cada
individuo, como también en las construcciones colectivas generadas en la relación con el otro y lo
otro (el contexto).

Cuando el trabajo es individual, bien en encuentros de consultoría y coaching, el foco está en la


ampliación de perspectiva por parte de la persona que consulta. Cuando es grupal o colectivo,
suele realizarse en contextos formativos o de trabajo con la herramienta donde convocamos a un
grupo de personas y estas van presentando sus dificultades. En este caso el foco sigue siendo la
ampliación de perspectiva de la persona que consulta siendo también explícito un aprendizaje del
resto de personas al descubrir aspectos relacionados con sus preguntas.

Cuando trabajamos con equipos y/o organizaciones, las personas que consultan pertenecen a la
misma organización o equipo y consultan sobre aspectos que les implican y que de alguna forma
contribuyen a sostener entre todos y todas. El ejercicio entonces trasciende del impacto en cada
persona para atender a un cambio más compartido. Atendemos y trabajamos con mayor claridad
sobre las interacciones, estructura y cultura.

“Si un solo individuo cambia sus creencias o muere, ello tiene poca
importancia. Sin embargo, si la mayoría de los individuos de la red
mueren o cambian sus creencias, el fenómeno intersubjetivo mutará o
desaparecerá. Los fenómenos intersubjetivos no son ni fraudes
malévolos ni charadas insignificantes. Existen de una manera diferente
de los fenómenos físicos tales como la radiactividad, pero sin embargo
su impacto en el mundo puede ser enorme. Muchos de los impulsores
más importantes de la historia son intersubjetivos: la ley, el dinero, los
dioses y las naciones” Prof. Yuval Noah Harari: Sapiens. De animales a dioses: Breve historia
de la humanidad (p.139)

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