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En general, la planificación sistemática para la conservación tiene como objetivo proteger los
elementos de la biodiversidad de los procesos que amenazan su existencia. Para lograr este
propósito, se deben cumplir dos objetivos fundamentales: representatividad y persistencia. La
representatividad se refiere a proteger todas las escalas espaciales y de organización
biológica de la biodiversidad. Para evaluar y abordar los vacíos en la conservación, se utiliza el
análisis de vacíos, que compara la biodiversidad de una región con las áreas protegidas
existentes y señala las especies o ecosistemas sin protección adecuada. Este análisis permite
focalizar los esfuerzos de conservación para asegurar la persistencia en el tiempo. La
persistencia implica garantizar la supervivencia a largo plazo de la biodiversidad,
manteniendo los procesos ecológicos, la viabilidad de las poblaciones y la integridad de los
ecosistemas. Además, se consideran elementos como la redundancia, la resiliencia y la
definición de límites de las áreas a proteger. El diseño de una red representativa de áreas
protegidas requiere de un marco conceptual y metodológico para evaluar la representatividad.
El análisis de vacíos es una herramienta ampliamente utilizada en la planificación sistemática
que permite fundamentar las acciones de conservación. Sin embargo, los expertos enfrentan el
desafío de determinar qué porcentaje de una región es suficiente para garantizar la viabilidad y
persistencia de las especies, y la planificación sistemática debe actualizarse constantemente
para tener en cuenta la dinámica de las especies y las amenazas.
Por su parte, la fragmentación del paisaje puede resultar en la pérdida de hábitat, reducción
del tamaño de los mismos y aislamiento, lo que aumenta la pérdida de especies y altera los
procesos ecológicos. Sin embargo, los paisajes alterados y con diferentes usos de la tierra
también pueden albergar especies únicas y desempeñar un papel importante en la
conservación de la biodiversidad. Por lo tanto, se busca una gestión integrada del territorio
que incluya tanto áreas protegidas como áreas de amortiguamiento, paisajes con diferentes
usos de la tierra y corredores biológicos. En este sentido, los corredores biológicos
desempeñan un papel fundamental en la planificación para la conservación al proporcionar
conexiones entre áreas protegidas y
fragmentos de hábitats, permitiendo el
movimiento de especies y facilitando el
intercambio genético. Estos corredores
ayudan a contrarrestar los efectos negativos
de la fragmentación del paisaje y a mitigar
los impactos del cambio climático al
permitir que las especies se adapten a
nuevas condiciones. La planificación para la
conservación basada en corredores
biológicos implica identificar áreas clave que actúen como enlaces entre hábitats, evaluar su
importancia en términos de conectividad y diseñar estrategias de gestión para su
conservación. Existen numerosos ejemplos de corredores biológicos exitosos en diferentes
partes del mundo, destacando los beneficios que aportan, como la protección de la diversidad
biológica y el mantenimiento de los servicios ecosistémicos.
En la literatura científica se han definido las siguientes etapas para la planificación sistemática
para la conservación:
4. Selección de áreas de
• Identificar nuevas áreas a ser protegidas con base en el
conservación adicionales
análisis de vacíos.
c) La planificación de ecosistemas y
ecorregiones es un enfoque clave dentro de la
planificación para la conservación. Se centra en
la protección y gestión de los ecosistemas a
nivel regional y en la identificación de áreas
que comparten características ecológicas
similares, conocidas como ecorregiones. La
planificación de ecosistemas busca mantener la
integridad de los procesos ecológicos y las
interacciones entre especies dentro de un
ecosistema. Esto implica identificar y conservar áreas clave, como núcleos de hábitats
naturales, corredores biológicos y zonas de conexión que permitan el flujo genético y el
movimiento de especies. Se basa en la premisa de que los ecosistemas no se limitan a las
fronteras políticas, por lo que se considera la importancia de trabajar a nivel regional y
transfronterizo. Las ecorregiones son áreas geográficas que comparten características
ecológicas similares y albergan una diversidad de especies y hábitats. La identificación y
conservación de ecorregiones es esencial para proteger la biodiversidad y mantener la
funcionalidad de los ecosistemas a gran escala. Este enfoque de planificación considera tanto
los aspectos biológicos como los sociales y económicos. Se busca integrar la conservación con
el desarrollo sostenible, fomentando la participación de las comunidades locales, los actores
gubernamentales y las organizaciones no gubernamentales. Para la planificación de
ecosistemas y ecorregiones, se utilizan herramientas como el análisis espacial, la evaluación
de la vulnerabilidad y la identificación de áreas prioritarias. Estas herramientas permiten
tomar decisiones informadas sobre la conservación de los ecosistemas y la asignación eficiente
de recursos.
d) La visión integrada de la gestión de la biodiversidad es un enfoque que busca abordar los
desafíos de conservación de manera holística y considerar la interconexión entre diferentes
elementos y procesos biológicos, sociales y ambientales. Este enfoque reconoce que la
conservación de la biodiversidad no puede lograrse de manera aislada, sino que requiere la
integración de diferentes disciplinas, actores y escalas de trabajo. Se busca superar la
fragmentación y promover la colaboración entre diversos sectores, como la ciencia, la política,
la sociedad civil y las comunidades locales. Involucra así la consideración de múltiples aspectos,
como la conservación de especies y hábitats, la gestión de áreas protegidas, la restauración
de ecosistemas, la planificación del paisaje, la gestión de recursos naturales y el desarrollo
sostenible. Se promueve el uso de enfoques basados en el ecosistema, que reconocen la
importancia de los servicios que los ecosistemas brindan a las personas, como el suministro de
agua, la regulación del clima y la provisión de alimentos y materiales.
3.2. Calificación de amenazas
Gravedad, es decir, dentro del alcance, qué porcentaje del ecosistema será destruido
o de la población disminuirá en los próximos 10 años o 3 generaciones (lo que sea
mayor). La severidad puede ser Baja (<10%), Media (10-30%), Alta (30-70%) y Muy Alta
(>70%)
Los objetivos de un plan para la conservación de espacios naturales pueden variar según el
contexto y las necesidades específicas de cada área. Sin embargo, en general, los objetivos de
estos planes suelen incluir:
Es importante adaptar los indicadores a los objetivos específicos del plan y considerar la
disponibilidad de datos y la viabilidad de su medición. Además, es recomendable utilizar una
combinación de indicadores cuantitativos y cualitativos para obtener una evaluación integral
de los resultados del plan.
RESUMEN
• Sánchez, R., Arias, P., Bermúdez Acuña, F., & Solórzano Soto, R. (2005). Guía
metodológica para la elaboración y/o actualización de planes de manejo de áreas
protegidas de República Dominicana.