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¿Cómo vestir?

¿Qué ponerme y qué no?

En 1 Timoteo 2:9, el Señor provee tres pautas para ayudar a las mujeres cristianas a
entender cómo deben vestirse: “En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se
vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas
ni vestidos costosos.” Examinémoslas más de cerca para asegurarnos que estamos
vestidas y arregladas correctamente, y listas para reflejar y manifestar a Cristo. 

¿Luce esto bien o luce mal?

La palabra “kosmio” es la forma descriptiva del sustantivo en griego ‘kosmos’ (que


significa poner en orden,estilizar, adornar) relacionado a la palabra en español ‘cosmos’
—que hace referencia al universo, considerado por los griegos como un todo ordenado,
integrado y armonioso. Es lo opuesto al caos. De manera que cuando Pablo les dijo a
las mujeres que su adorno debía ser ‘kosmio’, ropa decorosa, con pudor y modestia, hacía
referencia a que todas las partes debían estar armoniosamente dispuestas entre sí,
igual que en el universo. Debían “lucir bien” —esto es, debían ser apropiadas y
adecuadas. Dado el contexto de esta enseñanza, creo que Pablo aludía a que nuestro
adorno debe lucir bien en diversos niveles.

Primero que nada, tu ropa debe lucir adecuada, digna y consistente(equilibrada)con tu


carácter como hija de Dios. Pero también debe lucir bien considerando tu cuerpo, y tu
feminidad; ser agradable para tu esposo, lucir bien en relación a las otras piezas que
tienes puestas, e ir de acuerdo a la ocasión y al lugar. Hay una tremenda cantidad de
orientación para nosotras en esa palabra “apropiada”.  Te reta a evaluar tu ropa,
zapatos, carteras, maquillaje, y pelo desde múltiples ángulos, como parte de un todo
armonioso integrado de tu vida —alineando lo que podemos ver con lo que no; lo
temporal con lo eterno.  Te retará a traer una perspectiva cósmica a todas tus
decisiones diarias.

Me gusta la palabra que Pablo eligió. Tiene implicaciones enormes. La palabra ‘kosmio’
significa que la mujer debe lucir siempre bien puesta, por dentro y por fuera. Reta a
aquellas que ponen un énfasis desproporcionado en la apariencia externa, así como a
las que son negligentes en lo referente a su apariencia personal. Sirve para corregir a
aquellas que se visten de manera extravagante y a quienes se visten de forma
seductora. Pero también para corregir a las que piensan que lucir ‘santa’ implica lucir
desaliñada, fea, poco femenina, y fuera de moda.  Vestirse apropiada y lucir bien indica
que andar con pantalones anchos y camisetas todo el tiempo es tan inapropiado como
estar obsesionada con vestirse según el último grito de la moda.  Significa que la
apariencia de una mujer debe ser correcta y apropiada; agradable y atractiva —por
dentro y por fuera-.
¿Decente o indecente? 

La segunda palabra, ‘aidous’, viene del término griego que hace referencia a la
vergüenza o la desgracia. Indica una mezcla entre modestia y humildad. Cuando
pienso en una ilustración que personifique este concepto, viene la imagen de
acercarnos a Dios con ojos que miran al suelo.

Envuelve un sentido de deficiencia, inferioridad o poco valor. Sugiere vergüenza, pero


también un alto sentido de reverencia y de honor hacia la legítima autoridad. Es lo
opuesto de la insolencia, la imprudencia, el irrespeto o la audacia. Los ojos que miran
al suelo dan un mensaje que es opuesto a los desafiantes.

Nuestra ropa le demuestra al mundo que Jesús es quien cubre tu vergüenza y te hace
decente. Mi ropa cubre mi desnudez de la misma forma que Cristo cubre mi pecado.

Vestir con “ojos que miran al suelo” significa que eliges ropas que son decentes ante
Sus ojos… no eligiendo las provocativas, seductoras ni que exalten la desnudez. 
Cuando te vistes decentemente, reconoces que Dios ordenó la ropa para cubrir, no
para llamar la atención a tu piel descubierta.

Te cubres por respeto a Él, al Evangelio, a tus hermanos cristianos —y por respeto a
como Él te creó. La decencia significa que estás de acuerdo con el Señor sobre el
verdadero propósito de la ropa y que has puesto de lado el complacerte a ti misma
decidiendo vestirte de una forma que exalte a Cristo.

Cuando estés probándote alguna falda, toma tiempo para sentarte, agacharte, y
estirarte frente al espejo y pregúntate: ¿Es esta falda decente? ¿Hace lo que debe
hacer? ¿Me cubre apropiadamente? ¿Pone al descubierto mi desnudez o exalta el
Evangelio de Cristo?
¿Es moderada o excesiva? 

Finalmente debes preguntarte si tu vestimenta es moderada o excesiva. Pablo usa la


palabra griega “sophrosunes” la cual significa sobrio; que domina los deseos y los
impulsos, controlada; templanza”. Indica que nuestro adorno debe ser razonable y no
alocado. Debemos gobernar nuestros impulsos y evitar extremos en la moda, en los
peinados y en la forma de maquillarnos. También debemos evitar el gastar demasiado
dinero o el llenar nuestros roperos con cantidades irrazonables de ropa. Debemos
gobernar nuestras elecciones al vestir y ejercer un sentido de moderación, simplicidad,
y de dominio propio. Si la vestimenta luce alocada en extremo, si es exorbitantemente
cara, o si sería absurdo que compraras otro artículo más, debes evitarla. 

Entender el propósito de la vestimenta y el hacerte estas preguntas: ¿Luce bien o es


apropiada? ¿Es decente? ¿Es moderada?, te ayudará a determinar cómo vestirte. Y no
te olvides de involucrar a “tu Ayudador” en ese proceso. El Espíritu Santo es un recurso
invaluable a la hora de asistirnos y de ayudarnos a darnos cuenta de si nuestra
apariencia glorifica a Dios. Si tu corazón está correcto y buscas Su guía, Él será tu
consultor personal de vestuario y te enseñará qué puedes ponerte y qué no.

 
sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. Reina Valera

Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan
servir a Dios. NVI

Pues las mujeres que pretenden ser dedicadas a Dios deberían hacerse atractivas por las
cosas buenas que hacen. Nueva traducción viviente

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