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El tamaño y el grueso de este velo, hacen aún mucho más trascendentales los
eventos descritos como ocurridos al momento exacto de la muerte de Jesús en
la cruz. “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el
espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba a bajo…”
(Mateo 27:50-51ª).
¿Así que, qué hacemos con esto? ¿Qué significado tiene este velo rasgado para
nosotros en la actualidad? Ante todo, el hecho de que el velo se haya rasgado
dramáticamente al momento de la muerte de Jesús, simboliza que Su
sacrificio, el derramamiento de Su propia sangre, fue una expiación suficiente
por los pecados para siempre. Ahora significa que el camino para el Lugar
Santísimo fue abierto para toda la gente de todos los tiempos, tanto judíos
como gentiles.
Cuando Jesús murió, el velo se rasgó en dos, y Dios se retiró de ese lugar para
no volver a morar en un templo hecho por manos humanas (Hechos 17:24).
Dios terminó con ese Templo, su adoración y su sistema religioso, y el Templo
y Jerusalén fueron dejados “desolados” (destruidos por los romanos) en el 70
d.C. justo como Jesús había profetizado que sucedería en Lucas 13:35.