Está en la página 1de 46

A los que les gusta el futbol y a los que lo detestan...

Porque en el partido de la vida... todos jugamos.

Prólogo
¡Todo es futbol!

1. De la Misa al futbol... ¿Sin camino de vuelta?


2. Dios Padre asiste a un «clásico»: jugar con lo divino y lo eterno.
3. Un derbi en la «catedral»: la debilidad de la Cruz.
4. Un «cruce de devociones»: religión y liturgia laica.
5. «Hijo ¿qué mundo dejaste cuando volviste?».
6. Dios Padre baja y negocia con «los poderes de este mundo».
7. Rueda de prensa: La lista de un «equipo de Galácticos».
8. Tras el break, habla un «entrenador con oficio».
9. Bomba informativa: Un equipo femenino.

Epílogo
¿Quieres jugar?
PRÓLOGO

¡TODO ES FUTBOL!

EL FUTBOL NOS ENVUELVE COMO UNA SEGUNDA ATMÓSFERA. Se filtra como la humedad y cuando
escasea parece dificultar la respiración. A muchas personas los periodos sin futbol son como
una primavera sin flores: un tiempo aburrido. El futbol es el deporte más practicado, el más
seguido, el que levanta más pasiones e incluso, a veces, desata violencia.
Con frecuencia, el mundo se detiene ante un partido del futbol que enfrenta a dos equipos
históricos y periódicamente la programación del año se armoniza al ritmo del calendario de
un campeonato continental o mundial de futbol.
La popularidad de este deporte, que acumula un ingente número de practicantes y uno aún
mayor de seguidores, parece ser que tiene su institucionalización en Inglaterra, aunque hay
datos de que la pelota ya corrió en el antiguo Egipto, e incluso grabados que atestiguan que
se jugó a la pilota en Italia en pleno renacimiento florentino. Y, con sinceridad, pensemos si
no es algo innato darle una patada a una lata vacía, perdida en una calle, mirando antes
alrededor para que nadie nos vea; y, hasta es posible que hayamos retenido el grito: ¡gol!,
imaginando una portería más grande que el arco iris.
Es un deporte tan invasivo que hasta hace unos años se consideraba un deporte masculino,
dado el germen de cierta brutalidad que esconde... pero también en este campo la igualdad
va adquiriendo adeptos y el futbol femenino se ha apropiado de las canchas de juego y de
las cadenas de televisión, reproduciendo en femenino las mismas pasiones y rivalidad de los
equipos históricos. Falta todavía equiparar los sueldos.
Este deporte tiene como objeto codiciado la sencillez de un balón, que ha ido evolucionando
desde una pelota de trapo, dura y pesada, hasta un balón diseñado con la más alta
tecnología en la que se mide hasta la influencia de la humedad en el giro del esférico. Cada
campeonato que se signifique tiene su propio balón, bautizado con su propio nombre. Tango
fue el nombre del campeonato mundial de futbol de Argentina (1978), Tango España, fue el
nombre del siguiente campeonato celebrado en nuestro país (1982); Azteca fue el del jugado
en México (1986); Etrusco, el del Italia (1990), el Tricolore rodó en el mundial de Francia
(1994)...
Hay un balón marcado en el corazón de los españoles: el del Campeonato mundial de futbol
de Sudáfrica, celebrado en 2010. Se llamaba Jabulani, que en zulú significa «celebrar». La
descripción técnica del objeto, según su casa patrocinadora, Adidas, la de las tres rayas, dice
así: "este nuevo balón retomó el concepto de los gajos, sumando una capa de
supercarbonato para mejorar la precisión de los remates. Incorporó 11 colores -uno por
cada jugador de un equipo- y fue un balón más redondo y preciso que sus predecesores".
Con este balón dio Iniesta la patada más famosa de la historia de España: la que supuso la
victoria en un Mundial de futbol. Aquella patada provocó el mayor grito que ha resonado en
nuestro país en tiempos de paz: ¡gol! Fue como un acto de fe en la propia valía de una
alicaída afición que, por fin, pudo profesar con orgullo que era campeona del mundo. Este

Dios, también, juega al futbol 3


título, cuasi nobiliario concede el derecho a llevar en el escudo de la camiseta del ganador
una estrella y a todos los españoles nos concede el privilegio de señalarla con orgullo y con
la secreta esperanza de colocar pronto a su lado una estrella gemela: ¡soñar, en el futbol,
también es gratis! Es difícil conseguir una constelación... quizás Brasil lo pueda lograr. Este
título futbolístico confirió al entrenador de esta alineación emblemática de los Casilla,
Capdevilla, Piqué, Puyol, Ramos, Busquet, Alonso, Xavi, Iniesta, Villa y Pedro, el título
nobiliario de marqués de Del Bosque. Un raro consenso se extendió entonces en nuestro
agrietado país: todos coincidimos -monárquicos y republicanos- en la grandeza de la
alineación y en la nobleza del entrenador.
Como habrás observado el Mundial de futbol se celebra cada cuatro años. El próximo
mundial será en 2022, y se celebrará en Qatar. Aún está por bautizar y presentar en público
el balón que correrá en los verdes terrenos de juego plantados con sudor y sangre en las
arenas del desierto.
El futbol tiene una palabra mágica que hace gritar a miles de gargantas y enmudecer a otros
tantos miles de bocas: ¡gol! Una ciudad, en momentos de un partido crucial, puede
convertirse en una ciudad fantasma, en la que tan solo circulan los bus públicos y algún
coche que se desplaza por imperiosa necesidad o por rechazo a este deporte que a veces
divide familias y enfrenta matrimonios. El silencioso deslizar de los neumáticos, de pronto
puede verse alterado por un grito que asalta los cristales dobles de muchas ventanas: ¡gol!
Pero el futbol no es sólo un deporte que se juega con los pies. Tiene mucho de cabeza... Y no
se trata solo de rematar o despejar una pelota. Se trata de mentalidad, de táctica, de saber
atacar y defender, de saber caerse y levantarse, de gozar en la victoria, aspirando a un trato
noble con el derrotado, sabedor de que todos en nuestra vida terminamos perdiendo algún
partido.
El futbol puede ser una metáfora de nuestra existencia, incluso podemos ver en él una
parábola de cómo vivirla evangélicamente. No es un atrevimiento o una ensoñación. Aunque
no nos guste el futbol, todos tenemos que jugar el partido de nuestra vida: la tierra en la que
vivimos es un terreno de juego, quizás menos verde de lo que debería ser, en el que cada
uno pateamos las horas y los días, pasamos las hojas de nuestro calendario al compás de las
ligas de futbol; ansiamos marcar el gol de la salud y evitar el gol en propia puerta de la
enfermedad; codiciamos un buen físico, ocultamos su deterioro implacable y deseamos
prolongar nuestra retirada del terreno de juego lo más posible: en el partido de la vida nos
cuesta pasar a la reserva, perder la popularidad...
Por qué no reflexionar, meditar... incluso hacer oración asistiendo a un partido de futbol.
Atrévete. Te regalo una entrada. No, mejor, dos... conviene vivir siempre las mejores
experiencias en buena compañía.
Aunque no seamos forofos... Por unas horas... ¡Juguemos todos al futbol!
Por cierto, acaba de salir la noticia: ¡ya tiene nombre el balón con el que se jugará el Mundial
de Qatar 2022!. Se llamar Al Rihla, que significa «viaje». La marca deportiva Adidas, dueña
de la patente del balón, lo ha anunciado en una rueda de prensa mundial, con la presencia
de Leo Messi. Es la decimocuarta pelota que la marca alemana ha creado para la Copa
Mundial y la describe como el balón más rápido y preciso que se ha fabricado hasta la fecha.

Dios, también, juega al futbol 4


1.

DE LA MISA AL FUTBOL... ¿SIN CAMINO DE VUELTA?

UNO DE LOS MOMENTOS QUE RECUERDO COMO UN HITO en la historia de mi labor parroquial fue la
asistencia comunitaria a la final del Campeonato Mundial de futbol, celebrado en Sudáfrica
en 2010, que como todos sabemos ganó España. Uno de los momentos más felices de
nuestra sufrida historia, que tanto le cuesta ondear su propia bandera.
Después de la misa dominical, un nutrido grupo de familias, padres e hijos, nos
concentramos en el salón parroquial, bien pertrechados de bebidas y picoteo, dispuestos a
seguir la retrasmisión televisiva de este evento que iba a detener la vida ordinaria de parte
del mundo, colocando como protagonistas a veintidós jugadores, representativos de dos
naciones: Holanda y España. Los Países Bajos y el Reino de España, que otrora rivalizaron por
una primacía política y económica, con dependencias e independencias, con luchas de
tercios y lanceros, ahora se jugaban, bien pertrechados por camisetas naranjas y rojas, la
corona del futbol. Había en juego una estrella a colocar en la camiseta del equipo ganador.
La liturgia de la misa se prolongó en otra liturgia laica, distribuyendo los sitios, los mayores al
inicio de la sala, dada su incipiente presbicia, y los jóvenes al final, dado su todavía mirada
larga apoyada en la física de sus ojos y en su capacidad emotiva, propicia a levantarse y dar
saltos, impidiendo la visión. Las madres disponían el tapeo y los padres organizaban las
bebidas: latas de cervezas y bebidas de refresco de litro. La expectativa de un resultado
favorable luchaba interiormente con el lógico miedo a una derrota posible. El balón estaba
en el alero, o mejor en la ficticia pista de baile: recordemos que su nombre era Tango
España.
El futbol, también tiene su liturgia. Un partido de futbol reviste una celebración laica donde
los rituales son también precisos y cargados de cierta belleza: salida en procesión de los
jugadores presididos por el trío arbitral, al son de un canto de entrada en el campo de juego;
el vibrar de los himnos de los dos países contendientes; un saludo respetuoso de los
participantes con sonrisas que escondían la mueca del miedo a perder... Y el clamor de la
hinchada que agitaba sus bufandas con la energía de una procesión de ramos. El toque de
campana es suplido en esta liturgia por un toque de silbato.
Y comenzó el partido: el balón toma impulso por la destreza de unas piernas que intentan
sortear los obstáculos de otras piernas para llegar a una meta y batirla. A veces, el avance
lógico hacia la portería contraria es detenido por una falta, que hace rodar por los suelos a
quien lleva el balón. Un pitido estridente detiene el juego. Y a balón parado, el árbitro
corrige o amonesta al infractor, con una acción que a veces parece grotesca: saca una
cartulina del bolsillo y la enseña al ya arrepentido culpable: amarilla, si es solo un aviso; roja,
si conlleva la expulsión del terreno de juego. Como es natural, no hay consenso en la grada
sobre el color de la decisión. En una final, el partido dura 90 minutos, si a esa hora exacta
uno de los dos contendientes ha conseguido meter un gol más que el otro; pero, si hay
empate, hay prórroga de 30 minutos y si aún persiste la igualdad, se suele redimir la

Dios, también, juega al futbol 5


contienda lanzando penaltis, momento de máxima tensión, que provoca reacciones cómicas
si las observas sin pasión de aficionado.
En un partido de futbol, sobre todo si tiene un alcance histórico -llamémosle así con cierto
pudor- los espectadores presenciales, a miles de kilómetros, y todos los que lo vivimos on
line, desde la comodidad de una butaca, extendiendo las manos hacia la cerveza o las
patatas, entramos también en juego. Aquella noche, en la parroquia, después de misa...
todos jugábamos al futbol.
Observaba como, poco a poco, se iba creando una conexión con el equipo de nuestros
amores; generando una corriente de confraternización hasta entonces insospechada porque
cada domingo aquel deporte se convertía en motivo de cierta burla o complacencia, según
había ganado un equipo u otro. En esta noche, las distintas familias, algunas del Madrid,
otras del Barcelona y algunos neutrales del Málaga, el Granada o el Zaragoza, aparcaban su
sana rivalidad y ahora unían sus ilusiones en un sueño común: ¡que gane España! Es una
imagen, quizás simple, de un principio espiritual de mucho contenido: la comunión.
El partido trascurrió entre sobresaltos: arrancadas de España, contragolpes de Holanda, la
pierna milagrosa de Casillas, que evitó el gol holandés... Todo muy intenso... y a la prórroga.
Fue una hora y media de espectáculo, el doble que había durado la misa. Nadie miraba el
reloj... ninguno apartó su mirada de la gran pantalla... Hasta las parejas ocultas que gestaban
su noviazgo, olvidaron milagrosamente el empalago de las manitas y las levantaban como
reacción airada ante una decisión arbitral contraria. Con cierta frecuencia, de las distintas
gargantas salían expresiones de ¡Uy! cuando el balón rozaba el rectángulo de la portería,
malogrando un gol esperado o temido.
La patada final de Iniesta, que se coló entre los tres palos que defendía el meta holandés,
suscitó el grito más entusiasta que se ha oído en la parroquia: ¡gol!, Los abrazos vehementes
entre matrimonios, padres e hijos, extensivos a la sobriedad de las madres y hermanas,
rivalizaron con los saludos de paz de la eucaristía precedente, más contenidos por la rutina o
la distracción. La efusividad de la admiración ante el gol, gano por goleada al contenido
deseo de paz previo a la comunión de la Eucaristía.
Quedaban sólo unos minutos para alcanzar la victoria. Las manos sudaban y los pies se
movían como queriendo dar impulso a las cansadas piernas de los jugadores españoles. La
ansiedad hizo más intenso el picoteo, certificando la teoría de que la ansiedad engorda. No
faltó de nada porque todos habíamos sido generosos al aportar las viandas. Desbordada la
alegría, tras el pitido final, sobró de todo... Los decibelios de la satisfacción alcanzaron su
cota máxima, volcándose por las ventanas y mezclándose amablemente con el estruendo de
los cláxones que iban inundando las calles adyacentes... Los más jóvenes, deseando quitar la
tutela paterna gritaron, no como reclamando un permiso sino proclamando una
reivindicación: ¡vamos a celebrarlo a la plaza de la Constitución! Los padres, pillados a
traición y contagiados por el momento... simplemente observaron la marcha de sus hijos,
con los tímidos avisos: ¡Tened cuidado... puede haber gente borracha, peleas, accidentes!
Al finalizar la ceremonia laica no hubo precisamente un "Podéis ir en paz...", más bien una
advertencia sobre la batalla que podían encontrarse como fruto de un entusiasmo
momentáneo pero desbordante: todos fuimos felices, aunque sea unos minutos y el motivo
algo tan banal como que una pelota ha entrado en una portería. La cara acontecida de los
holandeses que vagaban como fantasmas por el césped, nos traía a los ojos la evidencia de

Dios, también, juega al futbol 6


que la felicidad nunca es completa... ni para todos. Sí, la felicidad, como dice el refrán,
siempre va por barrios.
Esta experiencia comunitaria en torno al balón, suscitó en mí la inquietud y el deseo de
cómo aprovechar la fuerza del futbol, una atmósfera que nos envuelve, aunque no seamos
aficionados, para alentar una vida comunitaria más viva, que levante pasiones para celebrar
la fe y llevarla a una vida de mayor comunión que contagiase a los que deambulan
indiferentes por la vida y que tan solo vibran cuando una pelota orada la portería contraria.
Realmente ser feliz cada cuatro años, cada final de liga o cada domingo al contemplar el
resultado de mi equipo favorito que ha vencido es muy pobre y ridículo... además muy
arriesgado: siempre gana uno solo... y pierden muchos.
Un partido de futbol puede ser una metáfora, y por qué no una parábola, de la misma vida.
Podemos imaginar que la vida es un partido de futbol que todos debemos jugar: todos
tenemos que dar patadas al tiempo para alargar la jugada y alcanzar la felicidad de un gol en
la meta contraria y sobre todo evitar un gol en propia puerta. Pero si queremos apelar al
Evangelio, tenemos que buscar un imposible: en el partido de la vida, en el que todos
jugamos, es necesario que no gane solo uno... incluso que no pierda nadie. Difícil tarea...
Habría que cambiar hasta el Reglamento.
Y así, entre ensoñaciones e ilusiones, decidí intentar involucrar a Dios en el futbol. Quizás la
presencia de Dios en este deporte podría ocasionar una reacción en cadena: que la gente
pasará del campo de futbol al templo, con la misma normalidad que mis feligreses han
pasado de la Misa a la final del Mundial de futbol. Una peregrinación, desde el Evangelio:
una conversión, que, si somos realistas, estimamos casi imposible pero que quizás él, porque
es Todopoderoso, pueda conseguirlo.
Le pedí a Dios que bajara al rectángulo de juego -así, llaman los cursis al campo de futbol-
del partido de la vida y que diera patadas al esférico -así, llaman también los mismos cursis
al balón- que marca el tiempo y nos hace caducos. Imaginé el rectángulo de la vida y la
esfera del tiempo y concluí que sólo Dios puede cuadrar un círculo. Y Dios, como siempre,
no se niega a nada que sea bueno para sus hijos.
Y así, Dios decidió jugar, también, al futbol.

Dios, también, juega al futbol 7


2.

DIOS PADRE ASISTE A UN «CLÁSICO»: JUGAR CON LO DIVINO Y LO ETERNO

CUENTA UNA LEYENDA QUE NUESTRO PADRE DIOS bajó una tarde de domingo a la tierra porque,
aunque él lo ve todo, quiso observar in situ cómo les iba a sus hijos. Muchos de ellos, se
dirigían a él con un grito contenido: ¡Dios mío! No sabía si era una queja o una súplica.
Además, no distinguía bien a quien de las tres personas divinas se dirigían. No dijo nada a su
Hijo Jesús, para que no se preocupara, se deslizó en una nube y aterrizó en un rincón de la
tierra e inició una visita rápida, con la facilidad que tenía para estar presente en muchos
sitios a la vez.
Las ciudades estaban casi desiertas. Pensó dónde estarían sus hijos. Supuso que como era
domingo, el día del Señor, estarían en las iglesias. Con el gps divino inició una ruta: algunas
iglesias estaban cerradas y otras abiertas, pero casi vacías. Deambulando, observó como
algunas familias paseaban por los parques, otras salían de grandes centros comerciales
cargadas de bolsas y con el ceño fruncido por cierto agotamiento. Todos iban a prisa. Apenas
se saludaban. Quedó pensativo, sentado en un banco del parque, observando el juego de
unos niños, que siempre habían sido su debilidad.
Atardecía y su paseo le llevó hasta un descampado lleno de coches, con abundantes
tiendecillas, decoradas con cortinas de bufandas blaugranas y banderas esteladas con franjas
rojas y amarillas, que testimoniaban que estábamos en Barcelona. Un enorme juego de luces
anunciaba que nos encontrábamos ante el Camp Nou, un estadio de futbol que da cabida a
casi 100.000 espectadores. Las afueras estaban casi desiertas, solo custodiadas por los
kioscos ambulantes y una discreta vigilancia. Los pocos viandantes y vendedores, incluso
algún guardia con discreción, estaban atentos a los auriculares de sus móviles. Se jugaba un
partido de futbol entre el Barcelona y el Madrid: es ¡el clásico! Medio mundo lo sigue...
De pronto un grito llamó su atención: ¡gol! El eco se fue repitiendo en multitud de esquinas
de la ciudad y salía contenido en forma de pitido en millones de móviles en todas las
ciudades que avisaban del hecho prodigioso. Aunque Dios lo sabe todo, sintió curiosidad por
el origen de este grito y se adentró en el estadio. Quedó sorprendido por la ingente cantidad
de público que asistía. Observó como todos concentraban su mirada, sus gestos y sus gritos
hacia un rectángulo verde intenso, donde discurría un extraño objeto redondo que todos se
disputaban. Contó los que corrían; eran 22 y distinguió muy bien las dos indumentarias: una
de blanco impoluto, la otra de rayas azul y grana... Todos corrían y se disputaban la esfera,
con el pie y algunos más atrevidos con la cabeza. ¡Moved el balón más rápido!, oyó gritar a
su espalda. Y Dios puso nombre a aquel artefacto. El balón iba de un lado a otro, pero todos
curiosamente corrían como hechizados, buscando tres palos que marcaban un rectángulo
con unas redes, en los dos extremos: los de blanco corrían al unísono hacia un lado, los
blaugranas, corrían en dirección contraria. A veces, con cierta violencia impedían que el
contrario avanzase... Un personaje vestido casi de negro no tocaba el balón y con pitidos iba
parando el juego y en ocasiones con un cartón amarillo parecía regañar al que había metido
un pie con excesiva violencia o bien tocado el balón con la mano. Se sorprendió cuando no la

Dios, también, juega al futbol 8


enseñaba a quienes parecían custodiar los tres palos de cada extremo y que cuando les
llegaban el balón lo cogían con sus manos. ¡No lo sé todo! pensó con bondad.
Curiosamente a Dios Padre no le llamó tanto la atención lo que ocurría sobre el césped sino
lo que sucedía en las gradas atiborradas de gente que gritaba. Le sorprendió como miles de
gargantas formaban un coro que repetían consignas que a veces levantaban palabras
gruesas e insultantes. De pronto observó, con inquietud, una pancarta enorme: "Messi es
Dios". Se fijó también en una camiseta que portaba un chaval con orgullo: "Cristiano Ronaldo
es eterno"...
Dios Padre pensó que, aunque él lo sabía todo, quizás se le había escapado algo: él tan solo
había enviado a la tierra a su Hijo Jesús, ¿quiénes eran estos que se apropiaban de dos de
sus atributos más preciados: la divinidad y la eternidad? Aturdido por tanto griterío salió del
estadio, pasando desapercibido. Al mirar todos hacia la cancha, nadie observó que un
anciano desertaba de la grada. Bueno, todos no; alguien grito:
- ¡Apártate viejo, que no veo!
Dios Padre, recordó algunos milagros de su Hijo, cuando algún ciego le reclamó que les diera
la vista. Pero, reacio a los milagros fáciles, se esfumó del estadio.
Ya en las afueras se sorprendió de la aparente calma con la que un joven en los aledaños del
estadio organizaba unos bidones con bebidas y unas cestas con paquetes de chucherías y
una cortina de bufandas blaugranas. Se acercó y con cierta ingenuidad le preguntó:
- Mire, por favor. Vengo de ahí dentro y he quedado un poco confuso: ¿me podría informar
de quién es un tal Messi? ¿Y cómo ha conseguido Ronaldo, que solo es cristiano, ser eterno?
Extrañado, el interrogado iba a contestarle con malos modos, pero al contemplar su pelo
cano y su cara bondadosa, y sobre todo su barba larga, se retuvo. Con una voz
pretendidamente calma, le contestó:
- ¿Tú te has caído del cielo o acaso vienes de otro planeta?
Dios Padre se sintió aturdido y quedó en silencio, pensando que le había identificado. Pero el
joven se sintió compadecido de aquel hombre con rostro de abuelo bonachón y, sin dejar de
mover sus manos en los bidones y las cestas, le dijo:
- Esto es futbol, abuelo... ¡Es el clásico!: juegan el Barcelona y el Madrid. Y Messi es el mejor
jugador del futbol... Si Dios jugará al futbol sería Messi... Y Cristiano Ronaldo... ¡qué más
quisiera él ser eterno... ya se le van notando los años... como a todos... Ronaldo es muy
bueno, pero Messi... solo hay uno, como Dios.
Dios Padre, sorprendido, iba abriendo sus ojos... Al menos la gente sabía que solo había un
Dios, pero eso de jugar al futbol no le convencía: cómo iba a ponerse Dios, que es Padre,
sólo una camiseta o defender a un único equipo. Siempre ganaría el mismo. Le preguntó con
ingenuidad divina al joven:
- Mire, ¿y cuando juega Messi, siempre gana?
El joven, cargado de paciencia, le replicó:
- Casi siempre, aunque últimamente está en baja forma... incluso dicen que quiere irse del
Barça, cuando Barcelona es el paraíso: ¿Dónde estará mejor y lo van a querer más? Y a ver
¿quién puede comprarlo? Messi no tiene precio... ¿Acaso se puede comprar a Dios?

Dios, también, juega al futbol 9


Dios Padre, asombrado por tal razonamiento, negó rotundo con la cabeza... El joven siguió
con su discurso, orgulloso de tener al menos alguien que le escuchase, cuando todos
estaban encerrados, como animales en una jaula, en el estadio. Un grito, que salió del
estadio como un lamento: ¡gol!, le dejó desolado. Lanzó una palabra malsonante y Dios
Padre le recriminó:
- No está bien hablar así, joven, pueden oírle esos niños que juegan con las bufandas. Por
cierto, si es casi verano, ¿por qué las llevan?
El joven empezó a ponerse serio, creyendo que el abuelo le tomaba el pelo. Malhumorado
por el gol en contra, miró con severidad a su extraño interlocutor. Pero Dios Padre le calmo:
- Ya comprendo, estás enfadado porque tu equipo va perdiendo... El gol ha sido de los otros,
¿no? Intentó evitar el nombre del adversario para no ahondan en la herida.
El joven replicó:
- Pues claro, ¿quiere que cante de alegría? Es que nos ponemos a cinco puntos del Madrid...
Dios Padre, se compadeció y con ingenuidad le dijo:
- No te preocupes. Voy a echarte una mano para que estés contento... Qué puedo hacer por
ti.
El joven replicó con impaciencia:
- Vd. no puede hacer nada, abuelo, ¿acaso puede Vd. marcar goles? ¡Como no lo solucione
Messi!
Dios Padre sonrió, lanzó un suspiro y, como un trueno, se oyó un grito explosivo: ¡gol!
El joven se abalanzó hacia el venerable anciano y le abrazó. Gritó:
- Hemos empatado, abuelo. Al menos hemos empatado... Y déjeme ya tranquilo, que van a
salir del estadio y tengo que vender lo que me queda... hay que dar de comer a la familia.
Dios Padre, le contempló con bondad y le dijo:
- Dale un abrazo a tu mujer y un beso a tus dos hijos. Por cierto, el pequeño apunta maneras
con el balón.
El joven quedó sorprendido... boquiabierto, le preguntó:
- Pero ¿Vd. quién es?
Dios Padre, sonrojándose musitó, en voz bajita:
- ¡Yo, soy Dios!
Y el joven, dándose la vuelta, susurró:
- Sí, claro... ¡y yo soy Messi!
La avalancha que salía del campo de futbol interrumpió la conversación.

Dios, también, juega al futbol 10


3.

UN «DERBI» EN LA CATEDRAL: LA DEBILIDAD DE LA CRUZ

DIOS PADRE SE ALEJÓ DEL BULLICIO DEL ESTADIO y decidió visitar otros lugares. Buscaría otras
ciudades y se acercaría a algún templo: era domingo y quería cumplir consigo mismo y
ansiaba encontrarse con sus hijos más fieles. En las iglesias suele haber gente más calma, y
también más de su edad. Se detuvo ante un cartel de carretera que señalaba un destino:
Bilbao/Bilbo.
Llego en un pestañeo y se adentró en sus calles. Le gustó la ciudad, con una ría que invitaba
al paseo en barca y unos parques frondosos que ofrecían benévolas sombras para descansar
y poder gastar el tiempo en una buena tertulia. Pero, aquí también la gente iba a prisa: vio
una avalancha ordenada de personas que deambulaban por distintas calles, como rías
humanas, con cantos y atuendos de distintos colores: la mayoría llevaban en sus manos una
bufanda. Se extrañó Dios Padre por la obsesión de los humanos por esta prenda, que
además la usan mal.
Los colores que enarbolaban ahora no eran blanco o blaugrana... Se diferenciaban porque
unos, la mayoría, portaban una bufanda de una mezcla de rojo y blanco y otros, los menos,
enarbolaban con energía una de un colorido blanco y azul... Sí le extrañó que, a diferencia de
lo observado en la ciudad anterior, aquí parecía que había una buena armonía entre los dos
bandos: compartían el blanco de una de las franjas, pero sobre todo portaban en común una
indumentaria que le llamó la atención... una prenda negra sobre su cabeza, una especie de
boina, que llamaban txapela, que no cubría los ojos. Preguntó con atrevimiento a un chaval,
que observaba con indiferencia estas peregrinaciones humanas:
- ¿Dónde va tanta gente, amigo...?
Con displicencia, y mientras liaba un cigarrillo, respondió:
- Pues ¡a la catedral!, viejo... Qué, ¿tú, no vas?
Dios Padre, sintió un cierto sosiego: menos mal, aquí si van a misa. Y preguntó a su joven
informador
- Y tú ¿por qué no vas?
El joven, después de una honda calada a su extraño cigarrillo susurró con parsimonia, como
extrayendo a su pensamiento las ideas:
- Bah... A la catedral van las ovejas... esa masa ingente que no piensa por sí misma y si usan
la cabeza es para calarse la txapela... ¡No viejo... a mí no me comen el coco! ¡Yo, soy yo!
Dios sonrió recordando la misma definición que él dio de sí mismo a Moisés, cuando le
preguntó quién era: "¡Yo soy el que soy!" Le cayó bien aquel joven, aunque lamento con
tristeza que no quisiera ir a la catedral. Y sin decir nada, se sumó a la comitiva, lamentando
no poder disponer de una bufanda, no le importaba el color, o quizás una de las banderas
que le recordaba a la cruz de uno de sus apóstoles, el aspa de san Andrés. Lo de colocar la

Dios, también, juega al futbol 11


prenda negra en la cabeza le parecía algo atrevido: siempre conviene tener la cabeza
despejada, por si acaso...
De pronto vio que la avalancha pasaba de largo ante una iglesia grande, con dos torres y
huecos de campanas, que intuyó sería la catedral. Preguntó sorprendido a un señor que
caminaba a su altura:
- ¿Es esta la catedral?
- Aún no hemos llegado, hombre... ¡No sabes que es nueva!
Respondió el señor con amabilidad y blandiendo una bufanda rojiblanca. Y viendo su cierto
aturdimiento, le preguntó:
- ¿Es la primera vez que viene? ¿No será Vd. de Donostia? Aunque esto, hoy, no importa
porque os vais a llevar un saco... ¿Qué número de puerta tiene... a qué sector va?
Dios Padre, seguía confirmándose en su descubrimiento: no lo sabía todo de los hombres.
Pero sintió cierta ilusión en lo bien que se organizaban para ir al templo y la gran cantidad de
asistentes, que hasta reclamaba dividirse en sectores y entrar por puertas numeradas.
- Yo no tengo que entrar, porque ya estoy allí.
Contestó a su sorprendido y ocasional interlocutor, que con cierta sorna le dijo:
- Pues anda, resérvame mi sitio que hoy hay lleno hasta la bandera.
Y mirando con orgullo una edificación extraña -que a Dios le recordó la de Barcelona- le
gritó:
- Ahí está la catedral... ¿Has visto algo más hermoso, viejo?
Dios Padre, por prudencia, no quiso contestar. Se encontró de pronto ante un edificio
grandioso, que desprendía un colorido rojizo y que iluminaba la incipiente noche con una
llamarada de luz... Observó las largas colas de personas, la mayoría hombres, que se
adentraban ordenadamente por puertas que parecían engullirlos. Le extrañó, porque según
sus noticias las personas que iban al templo solían ser mujeres. Sus ojos, que todo lo ven, le
adentraron dentro de la extraña catedral...
Su sorpresa, fue grande: se vio de nuevo en un estadio de futbol, con la misma liturgia, en la
que tan solo cambiaban los colores de los protagonistas y los cantos de las gradas... Se vio
sentado entre dos bandos: unos blandiendo la bufanda rojiblanca gritaban: ¡Atleeeeeetic! -la
«e» se prolongaba en diversas tonalidades- y un eco: Eup, ¡Gora Atletic! El otro bando, con la
bufanda blanquiazul al viento, se defendían gritando: ¡Mucha Real!, ¡Gora Erreala! Se jugaba
el derbi vasco: Bilbao contra San Sebastián.
Dios Padre se acordó de Babel... ¡Con lo fácil que era antes entenderse! Eso sí, observó, que
aquí los asistentes venían bien provistos de viandas, que comenzaban a engullir, regándolas
con el líquido que salía de una especie de piel, que le recordó las que retenían el agua que
los israelitas llevaban al desierto. Pero aquí no había maná, nada llovía del cielo...
Empezó la misma liturgia... Pero observó cómo algunos futbolistas hacían la señal de la cruz
antes de comenzar a rodar la pelota... Todo iba según el guion establecido, pero la pelota no
conseguía entrar en la portería. Alguien gritó:
- Euskadi da los mejores porteros del mundo...

Dios, también, juega al futbol 12


Curiosamente, y le extrañó, asintieron casi todos, aunque llevaran bufandas distintas. De
pronto, se oyó un grito estruendoso:
- ¡Penalti!
Dios Padre, quedó sorprendido por la pasión con que se gritó y por la expectación que
suscitó recogida en un tenso silencio. El árbitro se vio rodeado de jugadores que pedían
explicaciones... lo cercaban con mirada amenazadora y el hombre casi de negro, se defendía
-como en el oeste- amenazando con desenfundar la tarjeta que guardaba en su bolsillo.
Observó como finalmente todos los jugadores se retiraban de las cercanías de la portería y
quedaba solo bajo los palos el portero y a corta distancia de él, centrado, el balón, en un
punto debidamente señalado. Había más silencio que en misa. Y eso que todavía no había
podido constatarlo porque no había encontrado una iglesia abierta. De pronto el portero,
con cara de pánico y sin dejar de moverse sobre una raya de cal, hizo la señal de la cruz... y
también el que colocaba la pelota en el punto fatídico hacía la señal de la cruz sobre su
pecho, por tres veces... Extrañado, preguntó al vecino que momentáneamente había
suspendido la ingesta del bocadillo preparando un grito:
- Y por qué hacen la señal de la cruz, ahora.
Uno, con bufanda blanquiazul, respondió:
- Pues para que Dios, le eche una mano, y nunca mejor dicho, para pararlo.
Y otro con bufanda rojiblanca, le aseguró:
- Pues para que Dios, le ilumine y oriente su tiro donde no pueda alcanzarlo el portero.
Dios Padre, desconcertado, les dijo:
- Y ahora, ¿qué hago yo?
- ¡Callarse! -le contestó con energía el primero- ¡que va a tirar!
- No hablé que nos descentra... – dijo el otro y pronunció una palabra irrepetible- ¡Atento!
Dios Padre, que todo lo puede, detuvo el tiempo: no se movía nada ni nadie, no se oía grito
alguno y las bufandas parecían de mármol... quietud... y se dio un tiempo para pensar:
- ¿Qué hago? ¿A quién complazco? El portero se ha persignado una sola vez... el otro lo ha
hecho tres... pero el primero lo ha hecho con más dignidad, el segundo parecía hacer
garabatos... Si se lo cuela: una parte del público, la mayoría, dirá que Dios le ha hecho caso...
Si lo detiene: la otra parte se lamentará de que Dios los ha abandonado...
Dios Padre siguió cavilando, y ante la trampa saducea que le habían tendido, decidió
abandonar la catedral... Buscaría la auténtica catedral, donde no le tenderían tales ardides.
Se alejó del estadio para no escuchar el grito que le informarse del desenlace del dilema. Se
topó con dos abuelas, con tanto empaque como años, que caminaban con fatiga. Se pegó a
su conversación.
- ¡Vamos rápido, que la misa comienza con puntualidad!
Dios Padre sonrió... suspirando: ¡al menos estás buenas almas van a la iglesia! De pronto se
vio ante la puerta de un hermoso templo, con una espigada torre en la que repiqueteaban
las campanas. A la puerta, un señor con oficio saludaba a los que llegaban...
- Buenas tardes.

Dios, también, juega al futbol 13


Se sintió interpelado y Dios Padre, respondió con su mejor sonrisa
- Buenas tardes.
Le vio especialmente alegre y con cierta satisfacción en su acogida... Quizás esperaba aquella
noche una buena asistencia de público. Era ya víspera del Domingo, día del Señor.
Luego saludó a una familia que se acercaba sonriente, con un grito de complicidad:
- ¡Atleeeetic! Eup, hemos ganado el derbi..., ¡aunque sea de penalti!
Dios Padre sintió una extraña sensación de culpabilidad, que no había sentido nunca. Y
pensó compasivo en los perdedores. Se adentró en el templo, que estaba lleno hasta la
mitad, pero con numerosos huecos entre sus bancos... Sobre todo, en los primeros. Nadie
llevaba bufanda. Y haciendo cuentas reconoció: ¡el público de la "otra catedral" gana por
goleada!

Dios, también, juega al futbol 14


4.

UN «CRUCE DE DEVOCIONES»: RELIGIÓN Y LITURGIA LAICA

TRAS ASISTIR AL CLÁSICO ENTRE EL BARCELONA Y EL MADRID, en el Camp Nou y después de ver el derbi
entre el Atlético de Bilbao y el Real Sociedad, en la catedral de san Mames, Dios Padre
decidió darse un respiro y, por amor a su Madre, dispuso visitar Andalucía. Había oído tantas
veces que era la tierra de María Santísima que pensó: allí me encontraré como en el cielo.
A vista de pájaro divino, se paseó por la extensa Andalucía: él podía abarcarlo todo en una
sola mirada. Se sorprendió al constatar que el rostro de la Madre de Dios inundaba las calles
y las tiendas y que su nombre y el recuerdo de su vida, como rosario de piropos, revestían
las plazas y las entradas de los templos y alabó para sus adentros la rica imaginación de los
nombres que iba recibiendo su Madre: Encarnación, Visitación, Calvario, Esperanza,
Consuelo, Paz, Macarena, Paloma, Soledad... Hasta el nombre de Virgen de los Dolores...
porque en esta tierra no se rehuía nada... Pensó Dios Padre, que realmente aquí se
encontraba en familia.
Se dijo, con cierta sonrisa: ¡Aquí no tengo rivales, aquí «juego en casa»!
Se detuvo en Sevilla, quizás cautivado por su alta torre, que como una saeta apuntaba al
cielo. Aunque mirando desde arriba, que es desde donde mira Dios, bien podría ser aquella
extraña torre una chincheta que señalaba en el mapa de la ciudad un lugar privilegiado: la
catedral, seguramente. Dios, también en esto tenía razón.
Pero no había venido a la tierra para refugiarse en la calidez de un templo, a Dios le gusta la
aventura, ya lo demostró cuando envió a la tierra a su Hijo en otro tiempo. Por eso, se
adentró por la ciudad, refugiado en su anonimato y movido por una curiosidad divina.
Le sorprendió el tono alto en el que hablaba la gente, incluso parecía que todos cantaban en
vez de hablar... los gestos de las manos que acompañaban la conversación les llamó la
atención. Era media tarde y la ciudad bullía como nunca: aquí también a la gente le había
dado por las bufandas: unas blancas y rojas, con una leyenda clara: Sevilla. Otras
verdiblancas, con un nombre muy sonoro: Betis. Dada la experiencia ya adquirida, supo Dios
que se encontraba en los preámbulos de otro partido de futbol. Incluso sin que nadie le
dijera nada, intuyó que ahora los contendientes serían el Sevilla y el tal Betis. El Sevilla, con
clarividencia divina supuso que sería el equipo de la ciudad, como el Barcelona, el Madrid o
el Bilbao, pero ¿el Betis? Se pegó a una comitiva que desembarcó en una terraza donde
había dispuestas mesas, algunas ya ocupadas. Se sentó en la adyacente, pero arrimando la
mesa para poder así también arrimar el oído.
- Este año el equipo va al Gran Poder... Este año va a ser triunfal... Ya está bien de tener que
escondernos cada vez que el Sevilla pasea un título... Este año, nosotros vamos al Gran
Poder y ponemos a sus pies la copa... la que sea... Y vamos a comenzar ganado hoy el derbi...
Este año el Sevilla come polvo...
Lo de comer polvo hizo que Dios se extrañara del deterioro de su creación: ¿Necesitaría
enviar de nuevo el maná? Uno de la tertulia, falto de fe, exclamó, con cierta gracia:

Dios, también, juega al futbol 15


- Me parece que como no invitemos al Señor del Gran Poder a una copa de manzanilla... aquí
no hay más copas... Falta equipo... ¡No le colamos un gol ni al arco iris!
Dios sonrió por la imaginación desbordada: ¡poner una portería en el arco iris! Y los demás
miraron sorprendidos. El mayor, entrado en carnes, con la copa de vino en la mano le
amenazó con la mirada:
- Mi alma, tú de bético tienes lo que yo de bailarina de ballet... ¡Este año, sí...! Hay equipo y
sobre todo hay fe: este año lo conseguimos.
El escéptico aficionado, sacó de su cartera una estampa. Dios Padre, mirando de soslayo
descubrió la imagen de su Hijo, llevando la Cruz. Se sintió orgulloso, pero se extrañó del
comentario del escéptico tertuliano:
- Parece que este, que casi no puede con la Cruz, no está dispuesto a levantar una copa. Este
año seguiremos gritando ese absurdo que casi no entiende nadie que nos visita: ¡Viva er
Betis manque pierda! ¿Cuántos años llevamos sin llevarnos una alegría al cuerpo? Nos faltan
uñas de envidia...
Terció otro tertuliano que, después de saborear una buena tapa de rabo de toro y dar un
buen trago a la caña de cerveza, parecía atreverse a filosofar:
- El Betis es más que un equipo, es una religión... y de Dios no se reniega: se está en las duras
y en la maduras... -y gritó- ¡Muuucho Betis! ¿Hay algún equipo que pierda con más gracia?
Los contrarios, aunque nos ganen salen cabreados del partido: nos ven cantando...
El escéptico continúo martilleando:
- Sí, mucha guasa... mucho canto, pero ayuno de copas.
Otro tertuliano, puso paz:
- Ponga otra ronda... pago yo; un anticipo de la copa de este año: o la del Rey o la Europa
ligue... Este año cae una.
El socarrón que no había hablado, dijo con lentitud:
- Er Beti podría ganar la Copa de Ferias... ¡pero ya no hay!
Dios Padre, sonreía con la conversación y con aire despistado, se sumó a la misma,
preguntando son ingenuidad:
- Ustedes perdonen... es que no soy de aquí... ¿Podrían decirme que es eso del Betis?
Los cinco amigos le miraron con cara de espanto. Saltó uno:
- ¿Pero Vd. de dónde sale? ¿Se ha caído del cielo?
Dios Padre bajó la mirada, como escondiéndose... Y aún tuvo que oír:
- Seguro que es guiri, con esa pinta... ¿Vd. ha visto Sevilla? ¿Ha visto la Catedral? ¿Ha visto la
Giralda? ¿Ha visto la Torre del oro? Pues si ha visto todo esto y no ha ido a ver al Betis al
Villamarín: ¡no ha visto na! El Betis no es el mejor equipo de futbol del mundo, pero es
distinto a todos... y ser bético no es que te traiga muchas alegrías, porque lo que se dice
ganar no se gana mucho, pero se sufre con elegancia: un bético, cuando pierde y sufre...
canta. Er Betis es como una religión.
Otro, tomó el hilo y completó el discurso:

Dios, también, juega al futbol 16


- A ver... ¿Vd. es creyente? -Dios Padre, asintió con vehemencia- Pero no ha visto a Dios,
¿verdad?
Dios Padre, sonrió. Y el seguidor de Séneca continuó su argumento:
- Pues así es el Betis... creemos que vamos a ganar... aunque no vemos la copa... Además, la
religión es más de sufrimiento que de alegrías: ¿No decimos que estamos en un valle de
lágrimas, pero luego llegaremos a la gloria? Pues el Betis es estar en este valle de lágrimas y
en la gloria a la vez... luego vendrá el cielo... ¡Una religión! ¿Ha visto Vd. el Gran Poder? Pues
ese es del Betis.
Los tertulianos se levantaron, consultando el reloj, pero antes hicieron un brindis, incitando
al tertuliano espontaneo:
- Abuelo, nos vamos, que tenemos que llegar al Sánchez Pizjuán..., es el campo de futbol del
Sevilla. Allí solo se va si juega el Betis, y hoy juega el Betis. ¡Es el derbi! Brinde con nosotros:
¡Viva er Beti, manque pierda!
Dios Padre esbozó su mejor sonrisa y, sin saber cómo, le salió del alma: ¡Ole!
Alentado por la tertulia, Dios Padre decidió asistir al derbi... Superó los controles y se
adentró en el estadio. Se sentó en una grada alta, para tener una mejor perspectiva del
campo. De pronto se vio rodeado de una ingente masa de gente con bufandas blancas...
Todavía no había terminado de sentarse, cuando el que estaba a su lado le interpeló:
- Qué, abuelo, ¿su primer derbi? No le veo ni bufanda ni bandera... Porque Vd. es del Sevilla,
¿no? -dijo con tono amenazante-.
Dios Padre, sabedor ya de cómo se las gastan los hombres, esbozó una sonrisa que su
interlocutor entendió como un asentimiento. Se creó una corriente de simpatía mutua. Y el
hombre, que parecía experto en futbol, se dispuso a convertirse en instructor de su vecino,
algo despistado y neófito en esto de los derbis. Le dijo:
- Su primer derbi es como un bautizo... y yo voy a ser su padrino. Ya le iré explicando...
Dios agradeció la espontaneidad de los andaluces... siempre se adelantaban con sus
respuestas a las posibles preguntas, y hacen que uno se sienta como en casa... Su padrino
futbolístico, inició su tutelaje:
- Vera Vd., abuelo -abuelo es un nombre de cariño, aclaró el predicador laico- ahora salen los
equipos uniformados: el Sevilla, to de blanco, con su poquito de rojo, que es el color del cielo
y de la sangre, porque este equipo juega como los ángeles... y el otro, con una indumentaria
desteñía, que no se sabe si es blanca o verde, o verdiblanca... en fin nunca es bien venido,
pero hay que dejarle entrar porque si no..., no hay partido. Al salir el Sevilla y el otro, se
inicia una liturgia más brillante que la del Vaticano: paso parsimonioso, al son de un himno
que hiela la sangre, que enardece el corazón. Ya oirá Vd.: ¡Sevilla... Sevilla... Cuentan las
lenguas antiguas... ¡Es por eso que hoy vengo a verte... sevillista seré hasta la muerte... la
Giralda presume orgullosa de ver al Sevilla jugar en el Sánchez Pizjuán...! Y verá Vd. cómo se
mueve el campo entero -continúo el improvisado cicerone-, cómo suenan las palmas como si
fuera una sinfónica. Y sin director... porque aquí todos sabemos de música.
De pronto, como un ritual mil veces ensayado, se puso el estadio en pie... Y comenzaron a
salir los dos equipos: el blanquirroja y el verdiblanco... y los señores de casi negro, los del
silbato y las tarjetas, que ya vio en otros estadios. Una nube de banderas cubrió las gradas:

Dios, también, juega al futbol 17


las blanquirrojas se imponían a las verdiblancas que con cierta timidez se asomaban... Notó
que las banderas no estaban muy mezcladas... ocupaban distintos espacios bien acotados.
Aunque observó que una pareja, extrañamente estaba sentada juntos, muy apretaditos: ella,
con la camiseta verde, él con la blanquirroja... Dios sonrió y recordó lo que escribió Pablo: ¡el
amor todo lo aguanta!
El hablador vecino, siguió asesorando:
- Qué solemnidad, qué empaque... ¡Esto es como una procesión de Semana Santa! Es una de
las ceremonias que ponen el bello de punta... A mí las dos procesiones que más me gustan
son: la de la Virgen de los Reyes: ¡eso es clase y devoción! y la salida del Sevilla al campo de
futbol... A esta procesión futbolística se asoma a verla hasta el mismo Dios, ¿verdad?
Dios Padre asintió: ¡qué remedio! Pero comenzó a aburrirse, porque no acababa de
entender todas las reglas del juego: curiosamente el balón estaba más parado que
rodando... los futbolistas se caían con frecuencia... Incluso el árbitro se le veía más tenso y
malhumorado... sacando pronto alguna tarjeta. Y descubrió que además de la amarilla
escondía una roja que al sacarla dejó helado a medio auditorio… A quien se la enseñó, salió
cabizbajo del terreno de juego. El entendido, aclaró:
- El partido está algo trabado, pero esto se soluciona... en cuanto el Sevilla engrase la
máquina, nos los comemos... Además, están con uno menos… Están asustados, se les ve en
la cara: ¡Derretíos de miedo!
De pronto, el estadio enmudeció y apareció en las grandes pantallas un rostro joven, con el
número 16 en la camiseta... Una estruendosa ovación llenó el campo. Y curiosamente los
otros -así los llamaba el informador, evitando decir su nombre- también aplaudían. Con
condescendencia, informó:
- Cada minuto 16 de todos los partidos que se juegan aquí, se recuerda a Antonio Puerta, un
jugador del Sevilla, que llevaba ese número, y que murió de un infarto... Era muy querido.
Aquí somos muy agradecidos y sabemos honrar a los muertos... Por cierto, ¿Vd. conoce
nuestra Semana Santa? Hasta Cristo baja todos los años a verla -Dios Padre desconocía estas
escapadas del Hijo- ... Aquí paseamos a Cristo y a su Madre Santísima... con la mayor unción
y con la liturgia más hermosa. En Sevilla todo es liturgia... hasta el futbol... ¡La Macarena, la
Giralda y el Sevilla, son lo más grande de esta ciudad! y no invierto el orden porque estoy
seguro que la Virgen y la Giralda son sevillistas...
Dios frunció el ceño ante la manía de los humanos de querer que Dios -y hasta su Madre
Santísima- tome partido por un solo equipo. Dios Padre decidió que ya había visto
bastante... y se quiso despedir de su amable informador:
- Tengo que irme... es tarde.
- ¡Cómo, que se va...! Dejar un partido del Sevilla a la mitad es casi una blasfemia... ¡un
sacrilegio, vamos! Pero comprendo que a su edad y luego la bulla... Seguro de que antes de
que salga oirá: ¡gol!... Porque este partido lo ganamos. Por cierto: ¿Va a venir a Semana
Santa? Le va a gustar...
Dios, algo aturdido, se escabulló como pudo.

Dios, también, juega al futbol 18


5.

HIJO MÍO: ¿QUÉ MUNDO DEJASTE CUANDO VOLVISTE?

LA CHARLA CON AQUÉL JOVEN, A LAS PUERTAS DEL CAMP NOU de Barcelona antes del clásico, la visita a
la supuesta catedral del Atletic en Bilbao, y la rivalidad cuasi religiosa entre Betis y Sevilla,
dejó perplejo a Dios Padre... A su vuelta a los cielos, viaje que consiguió en un abrir y cerrar
de ojos, llamó a su Hijo Jesucristo para comentarle su aventura. Inició su discurso con
majestad divina:
- Hijo, he dado una vuelta por la tierra y vuelvo con grandes dudas y preguntas.
El Hijo, sonriente, respondió:
- Ya noté tu ausencia, Padre... Y sospecho tus preguntas... No es fácil entender las reacciones
de los hombres... ¿Me lo vas a decir a mí?
Un revuelo de paloma se sumó a esta sagrada conversación. El Hijo insistió:
- ¿Qué te ha sorprendido, Padre?
Dios Padre, se asentó en su soberanía y comenzó a hablar con benevolencia:
- Hijo, sé lo que sufriste por hacer mi voluntad... tú lo entregaste todo, hasta la última gota
de sangre para salvar a los hombres... No fue fácil para mí permitir tanto sacrificio... Pero el
resultado fue espléndido: Nosotros y el mundo hicimos las paces, todo fue reconciliado y al
ser humano se le abrió de nuevo un horizonte cargado de esperanza... Costó muchos años
de desierto, pero la tierra prometida valió la pena. Yo creía que todos estaban
profundamente agradecidos... que todo iba sobre ruedas... Pero mi visita me ha llenado de
dudas: creo que el paso del tiempo, o la debilidad de la raza humana que tú y yo bien
conocemos -un revuelo de paloma, confirmó la apreciación- quizás ha hecho que tu sacrificio
se haya perdido en el olvido.
El Hijo amplió su sonrisa. El Padre continuó su discurso, como un pensamiento en alta voz:
- Me he paseado por la tierra y realmente el ser humano es difícil de entender. Todo viene
del paraíso... Sí, lo sé. Allí hablábamos como amigos y nos entendíamos con facilidad: a Adán
y Eva se les veía venir... Nos pusimos de acuerdo hasta en darle nombre a todas las cosas
creadas... ¡Qué tiempos! Pero la serpiente... lo estropeó todo... Y ese hermoso don que les
regalé, la libertad, que no supieron cómo usarla. Total, Hijo, que he visto el mundo un poco a
la deriva... Lo confunden todo... ¡Hasta casi me confunden a mí!
El Hijo, con su silencio, instaba al Padre a continuar su confidencia:
- Mira Hijo: el ser humano vive con una nueva religión, que no sé de dónde la han sacado...
Todo, gira en torno a un esférico -que no simboliza el sol, como en el Egipto primitivo-, al
que llaman balón, y que es el objeto de todas las disputas... El mundo sigue dividido... y
ahora identificado con colores y bufandas... En torno al balón, uno, más bien bajito, se ha
declarado dios con un nombre ridículo: Messi; otro dice que es eterno... siendo simplemente
cristiano... ¡No tenía yo constancia de ello! Al lugar donde se reúnen para jugar, le llaman

Dios, también, juega al futbol 19


catedral: eso sí, están muy bien organizados para entrar y salir... y cobran entradas... Yo por
supuesto no pagué...Y todavía más: en la tierra que llaman de María Santísima…, sí, muchas
imágenes de la Madre de Dios, pero la devoción más apasionada se la disputan dos equipos
de la misma ciudad: Sevilla y Betis. Por cierto, este último hasta me cayó simpático pues me
pareció con sólidos principios cristianos: están siempre junto al equipo, aunque pierda...
Aquí noté que algo tuyo habían aprendido. Pero, hay más devoción al equipo que a mi
Madre... y la liturgia corre a cargo de ceremonias e himnos en torno al balón... Por cierto, el
maestro de ceremonias viste ridículamente de corto y casi de negro, todo lo dirige con un
silbato.
Y suspiró profundamente, haciendo levantarse a la paloma:
- Hijo en el mundo ¡todo es futbol! Las catedrales, son estadios de futbol; las devociones,
pasiones por un equipo; los futbolistas famosos adquieren tintes de ídolos como los de
antes: aquellos que tienen cabeza de oro, pero pies de barro... Aunque están todos muy
afanados por ganar copas... sé -y yo lo sé todo- que esto va a la deriva... No se puede adorar
un objeto redondo, cargado de aire y al que, además, se trata a patadas... No se puede vivir
solo de la alegría de meter el extraño objeto -a lo mejor es un ovni, no controlado- entre tres
palos, burlando la vigilancia de un portero vestido de corto... Además, todo este juego
termina siempre alegrando a la mitad y entristeciendo a la otra... No hay nunca alegría
completa. He encontrado un mundo donde las guerras sí están algo más controladas, pero
las batallas futbolísticas toman tintes apocalípticos: ¡qué titulares ponen los periódicos ante
un clásico o un derbi! Ya hubiera querido Juan evangelista tener tanto ingenio... En fin, que
el mundo que yo creé, que es redondo antes de que lo supiera Galileo, gira en torno a una
esfera hinchada de aire creada por los hombres y al que dan nombres ridículos... Podemos
afirmar, como si fuera un dogma, que nos han expulsado del mundo, ese mismo mundo que
yo creé y que tú pusiste de nuevo en orden... Ya sabíamos que el ser humano es
desagradecido... pero ¡tanto!
El revoleo de la paloma afianzaba la sabiduría del discurso del Padre. El Hijo terció con
parsimonia:
- Tú ya dijiste que este es un pueblo de dura cerviz -cabezota, se dice ahora- Y yo comprobé
en propia carne que además era hipócrita: estos me alaban con los labios y me niegan con el
corazón... Qué me vas a decir a mí, que me dejaron casi solo en la Cruz, a no ser por mi
Madre y otras mujeres... y Juan por parentesco. Y lo que costó arrancar a que se
convirtieran... y las veces que renegaron, hasta los más cercanos: Judas fue el primero...
pero lideró el ejército más numeroso de desertores... Y qué me dices de la misma Iglesia
desde que Pedro se bajó de la barca... Y algunos de sus más responsables... ¡Madre mía! Sí,
Padre, lamentablemente ni tú ni yo, que somos uno, somos el centro de nada. Y no digamos
del Espíritu... a éste ni caso... El mundo anda a la deriva... como si alguien con mucho poder,
al verlo redondo, le hubiese dado una patada y vagase sin rumbo por el espacio... como un
meteorito perdido en el infinito.
Dios Padre movió repetidamente la cabeza... y retomó su discurso:
- ¡Hay que hacer algo, Hijo! No puede perderse la obra de siglos... Qué digo de siglos: ¡de
milenios! No puede caer en el olvido el proyecto más hermoso de la historia: el Plan de
salvación que desde la eternidad quería construir una gran familia, que tuviera a Dios -que
soy Yo- como Padre y a todas las criaturas como mis hijos. Ese Plan al que dedicaste toda tu

Dios, también, juega al futbol 20


vida hasta, haciendo mi voluntad, entregarla con el gesto de mayor generosidad de la
historia.
Y el Padre, en cuya mano izquierda reposaba la paloma, tomando con su derecha la mano
del Hijo, afirmó con rotunda majestad, a una sola voz, como una declaración solemne de
inspiración divina:
- ¡Hay que volver a la tierra! Hay que recordar a los hombres y las mujeres de esta era
futbolística quién es el Dios verdadero, el único que puede amarlos hasta el extremo de
entregar a su Hijo a la muerte para salvarlos y darles la auténtica felicidad, la que no
depende del resultado de un partido de noventa minutos -prórroga incluida- sino del partido
que dura toda una vida y cuyo resultado contenta a todos en una felicidad eterna.
El Hijo soltó la mano del Padre, con el deseo de levantarla y ofrecerse de nuevo como
voluntario para volver a bregar con los hombres. Pero el Padre la retuvo bien asida y con la
mirada cómplice de la paloma, exclamó:
- ¡Esta vez, voy Yo! -El «yo» resonó con mayúscula divina-.
El Hijo miró sorprendido e inicio todo un discurso disuasorio:
- Padre, no conoces bien a esta gente... Tú no te has rozado con ellos... Déjame a mí... ya
tengo experiencia. Además, Tú ¿cómo te vas a presentar en medio de ellos, sin levantar
sospecha? Yo, puedo pasar desapercibido y hasta me confundirán con uno de ellos...
El Padre sonrió y con voz calma se hizo confidente:
- Todo lo tengo pensado, ya desde la eternidad.... Ahora tienen un Campeonato Mundial de
futbol... Los países más importantes, que han conseguido clasificar a sus equipos,
competirán por una copa, la copa más importante a la que todos aspiran y que da el derecho
al equipo que gane a llevar una estrella en su camiseta... ¡Cómo si pudieran manejar el
firmamento!
Se hizo un profundo silencio, y Dios Padre continuo con voz grave:
- Hijo, he decido participar en el próximo Mundial de futbol. Voy a presentar un equipo.
El Hijo sonrió, ya sabía de la creatividad de su Padre, de su apasionado amor por los
hombres, de su deseo de rescatar a la creación de su deriva ambiental... Pero, pensó que
esta vez se pasaba: ¿qué equipo? ¿De ángeles? ¿Y qué saben de futbol...? ¿Y cómo
participar...? Advirtió con dulzura:
- Padre, los hombres, que con frecuencia desdeñan la Ley de Dios, son muy fieles a las leyes
que ellos mismos fabrican, cambian a su antojo y le dan beneficio. Y no se contempla que
participen en un Mundial nada más que equipos que representan a naciones que han
competido hasta clasificarse.
Dios Padre, mesó su barba y susurró:
- Yo inspiro las leyes y puedo hacerlas cambiar si es para el bien de mis hijos. Creo que es el
caso: si el futbol mueve el mundo, debe moverlo para el bien y la felicidad de los que habitan
en él. Voy a hacer una trampa divina: me ofreceré como sponsor, ya sabes que
lamentablemente el dinero mueve más montañas que la fe, y reclamaré que dejen participar
a un equipo peculiar, más allá de tiempos y territorios: será un equipo internacional
patrocinado por un personaje misterioso, sin intereses ocultos. Seguro que esto del misterio
les seducirá. Ya sabes, los hombres de hoy viven del espectáculo... Creerán que estamos en

Dios, también, juega al futbol 21


una especie de juego electrónico de guerra de las galaxias futbolísticas... Los hombres de hoy
viven más de lo virtual que de la realidad que tocan... Los que manejan las redes sociales se
frotarán las manos de sus intereses, calculando dividendos: las entrevistas a mis jugadores
alcanzarán tem topyc.
Continuó con calma divina, mirando fijamente a los ojos del Hijo:
- Mi propuesta será que el equipo que gane el Campeonato se enfrente al equipo divino...
No se resistirán... Además, diré que las ganancias de retrasmisión serán para las víctimas de
la guerra que esté en curso: ya sabes, el hombre es especialista en declarar una guerra,
lamentar las víctimas y luego mandarle más balas, comida y vendas... Estoy convencido que
los convenzo. Además, este año el Mundial se juega en el desierto: en Catar, un
insignificante país con más petróleo que arena. Y en el desierto, yo juego como en casa. Ya
en otra arena vencí a otros ídolos que intentaron rivalizar conmigo. Sí, soy un Padre de
misericordia y bondad, pero si hay que ponerse firme... yo también sé inspirar miedo,
cuando falta el amor.
El Hijo, no replicó. Ya sabía que nadie podía mover a su Padre cuando trazaba un Plan. Sobre
todo, si se trataba de salvar a los hombres... El Hijo, con mirada cómplice al revuelo de la
paloma, decidió dejar al Padre con sus planes futbolísticos... Pero le picó la curiosidad por
conocer la lista de los seleccionados...
- Padre... ¿y qué equipo vas a presentar?
Secretamente esperaba estar en la lista de seleccionados... Estaba seguro... quién mejor que
él conoce a los hombres... Pero el Padre retuvo el secreto de su lista:
- Bajaré primero a negociar con los responsables... Después pensaré la lista... y por supuesto
la consensuaremos los Tres.

Dios, también, juega al futbol 22


6.

DIOS PADRE BAJA Y NEGOCIA CON LOS «PODERES DE ESTE MUNDO»

EN LAS DEPENDENCIAS DE LA FIFA EN GINEBRA, la misteriosa organización que maneja a su antojo


los asuntos del futbol, se presentó un enigmático señor, que decía representar los intereses
de más de medio mundo, queriéndose reunir con los máximos responsables del futbol. Les
convenció, para ser recibido, un aval provisional de mil millones de euros que había
depositado en un banco de Suiza. La mejor de las sonrisas del presidente de este influyente
organismo, que hasta marca a veces la política de un país o un continente, les franqueó la
puerta. Después de los correspondientes saludos... expuso su plan de lo que él llamaba "El
partido del milenio": un encuentro entre el futuro equipo Campeón del Mundo 2022 y un
extraño equipo titulado "Galácticos eternos".
Dios Padre, esta vez bajó de chaqueta y corbata, negoció con astucia con la FIFA manejando
con destreza todas las siglas ininteligibles que rodean al futbol... y los sedujo con su
proyecto, que seguramente redundaría en pingues beneficios para todos. Se llegó al acuerdo
de celebrarlo y se concretó la fecha: sería el domingo siguiente al domingo de la final del
Mundial... ¡porque no hay domingo sin futbol! No se fijó la ciudad ni el estadio.
Una "alianza estratégica" de empresas deportivas, coordinada desde Alemania y que puso
en máximo rendimiento sus fábricas en todo el oriente, se había quedado con todos los
derechos de imagen: por primera vez, se veían juntos, los logos que veíamos separados en
una tienda de deporte... Nike, Adidas, Puma, Slanzenger, Reebok, Fila, Joma... Hasta la
distinguida Lacoste había entrado... y Giorgio Armani confeccionaría los trajes de los
seleccionados.
Hoy, no hay gran evento que se precie sin un logo que lo represente. Se consensuó un logo:
una paloma que llevaba en el pico un esférico, no se apreciaba bien si era el mundo o un
balón. Se discutió acaloradamente de cifras récord de mechandising: se harían camisetas,
chándal, botas, bolígrafos... fundas de móviles... se diseñó toda una campaña de difusión
hasta ahora no imaginada...
Todos andaban como locos empeñados en sacar la máxima rentabilidad posible... China, que
había empeñado muchos millones de euros, quería que el partido se jugara en Pekín: era
una ocasión para seguir demostrando al mundo su apertura a occidente... Pero Europa se
resistía y ofrecía Paris, la ciudad «que siempre nos queda». Parecía que la balanza se
inclinaría hacia Oriente: un signo más de cómo se desplazaba hacia esa zona el poder y
Europa se iba difuminando en su ambigüedad. Más allá de la discusión sobre el lugar, que se
pospuso para más adelante, se vivió un acalorado debate sobre el reparto de beneficios...
La noticia, que hasta ahora pertenecía en exclusiva sólo al grupo negociador, como es
normal se filtró y se extendió con la velocidad de un rayo bajado del cielo, que alcanzó a
todas las redes. La expectación iba creciendo y la curiosidad por conocer el extraño equipo
iba en aumento. Por fin se fijó el día y la hora de una rueda de prensa: sería el próximo
domingo. Dios Padre pensó para sus adentros que con el día escogido -un domingo- ya había
ganado terreno.

Dios, también, juega al futbol 23


Dios Padre se extrañó sobre manera de la desconfianza en la que se movían los mandamases
del futbol, que los llevaba a querer firmar todo lo que se programaba, como queriendo
evitar cualquier imprevisto. Dios Padre firmó muchos papeles, multitud de contratos de
propaganda, con clausulas absurdas, escondidas en letra pequeña... Al fin, todo quedó bien
amarrado. El depósito de los mil millones de €. daba mucha confianza a los negociadores. La
rapidez con las que el Padre Dios pensaba las cosas competía con la prontitud con las que las
conseguía: ¡qué bien le sentaba el título de Todopoderoso!
Era ya el momento de ponerse manos a la obra y confeccionar la lista de jugadores
convocados. Quería una lista confeccionada por los Tres, manifestando así una única
voluntad. Para el próximo domingo, daría una rueda de prensa y presentaría el proyecto
definitivo...
Dios Padre salió de la sede del organismo y volvió con una ancha sonrisa, simplemente con
un deseo, a su lugar habitual. Llamó a su Hijo, que vino raudo. EL Padre sacó pecho:
- Hijo, todo está acordado. Sabes de mi capacidad de convencimiento. Pero curiosamente he
notado que los hombres se fían más de un aval de dinero que de una palabra dicha con
solemnidad... aunque sea la misma Palabra. Es el momento de ponernos los Tres a
confeccionar la lista. La paloma se posó, con cierta distancia, sobre la cabeza del Padre, no
sin rozar antes con su ala el hombro del Hijo. Y comenzó la ardua tarea de la selección. Había
que encontrar al menos 11 nombres... pero ¿y si alguien se lesionaba? Quería jugar con las
mismas reglas, sin milagros ocultos, y decidió convocar a 22, para poder formar dos equipos:
uno titular y otro de suplentes, pero todos con categoría divina... ¿Cómo buscar? El revuelo
de la paloma le dio la idea: ¡buscaremos en los nombres de la Biblia! Después de un largo
discernimiento, se confió al Padre la tarea de seleccionador: él confeccionaría una lista de 22
jugadores.
Pasado un día y una noche, el Padre convocó de nuevo al cónclave divino:
- Hijo, toma y lee: ¡esta es la lista!
El Hijo en un golpe de vista contemplo los 22 seleccionados. Quedó complacido, pero algo
triste... Y el Padre Dios, «que ve en lo escondido», le golpeo la espalda:
- Y este equipo maravilloso, necesita un entrenador... Y tú sabes más de esto... ¿Estás
dispuesto, otra vez, a bajar a la tierra?
El Hijo, reacio al principio al proyecto del Padre, asintió con orgullo:
- «¡Qué no se haga mi voluntad sino la tuya!»
Ya había equipo y entrenador... «Y vio Dios que era bueno».

Dios, también, juega al futbol 24


7.

RUEDA DE PRENSA: LA LISTA DE UN «EQUIPO DE GALÁCTICOS»

Y LLEGÓ EL DOMINGO. Un son de trompetas pareció abrir el cielo y sacudir la tierra. Ante una
inmensa nube de periodistas acreditados, rodeados de señores con una tarjeta colgante de
identificación, bajo un grandioso logo de una paloma con un balón - ¿o el mundo? - en el
pico, se inició una rueda de prensa muy peculiar. El entrenador del llamado equipo de
"Galácticos eternos" iba a dar su lista de convocados. El presidente de la FIFA, abrió el
evento con un discurso corto y convencional:
- Bienvenidos todos, representantes de más de ciento cincuenta países, de más de mil
medios de comunicación... -carraspeó-. Hoy quiero presentaros el proyecto de partido más
peculiar que se ha dado hasta ahora en la historia: el futuro campeón del mundo se
enfrentará a un equipo de "Galácticos eternos". Es algo novedoso, que hasta nos ha
sorprendido a nosotros mismos, pero que estimamos que, dado el fin benéfico que se
propone, debemos apoyar con entusiasmo. Una vez terminado el mundial, al domingo
siguiente, en una sede aún por decidir, se enfrentarán los campeones del mundo con el
enigmático equipo de Galácticos. Hasta yo mismo sé muy poco de este equipo...-forzó una
sonrisa, que parecía un anuncio-. Por ello, os dejo con el entrenador de este novedoso
equipo: os va a dar la lista de sus convocados y las características peculiares de este partido
único. No es muy conocido, pero estimo que es un entrenador bien acreditado.
Un señor bien vestido, con una barba ligeramente recortada, se levantó y se colocó ante el
atril. Extrañó a todos la manera de dirigirse al público... Pero la verdad es que nada en aquel
momento era común y ordinario. Con voz mansa y humilde, casi susurraba:
- Queridos hermanos y hermanas: Ante este partido, que podemos titular como "el partido
del Milenio", no ha sido fácil confeccionar la lista de convocados para enfrentarse a la futura
selección campeona del mundo. Más que una lista que asegure la victoria en este partido,
por supuesto amistoso, hemos querido agrupar un elenco de jugadores que nos trasmitan
con su ejemplo una energía vital para prolongar hasta la eternidad la alegría momentánea
de la victoria. Además, pretendemos extender este gozo más allá de los reducidos límites
geográficos del país que alzó la copa. No es tarea fácil porque este partido supera los
noventa minutos y nos está hablando de algo que pone en juego la misma vida.
Carraspeó, bebió agua y continuó, mirando desafiante a los periodistas:
- Quizás al dar a conocer la lista de los convocados se podrá entender mejor el objetivo
último, más allá de lo puramente benéfico, de este partido. Sin pretensiones: estamos ante
el partido más importante de la historia... Y ya os estoy dando titulares a la prensa... Mi lista
no se va a limitar a un elenco de nombres. Pretendo aprovechar esta rueda de prensa para
dar a conocer este juego a más personas, especialmente a los más ignorantes en la materia...
Sí, aunque no os lo creáis, hay mucha gente que vive al margen del futbol, como hay mucha
más que viven al margen de la religión, aunque esto último no extrañe... Quiero haceros una
última confesión: para hacer esta lista he consultado con las altas esferas... podría decirse

Dios, también, juega al futbol 25


que ha sido el mismo Dios, quien la ha inspirado. Al ver el equipo seleccionado, os daréis
cuenta fácilmente.
Con una pausa estudiada... concitando la atención de los periodistas, eludiendo cerrar los
ojos ante la avalancha de flash... extendió unos folios en el atril:
- Mi equipo juega con la táctica 1-4-3-3: con un portero, cuatro defensas, tres
centrocampistas y tres delanteros. Podemos preguntarnos si es una táctica defensiva u
ofensiva. Depende de la calidad de los jugadores. Para los menos expertos en futbol, les diré
que cada jugador lleva un número a la espalda, que, por lo regular, señala el puesto en el
que juega. Y ahí va la lista, que después justificaré adecuadamente. Hay mucha rivalidad
para cada puesto, pero creo que hemos escogido lo mejor. En la portería, con el número 1 a
las espaldas: Abraham; una defensa de cuatro, siendo David el 2; con el 3: Salomón; con 4:
Moisés y con el 5: Jeremías. Tres centrocampistas: Isaías con el 6; con el 8: Juan Bautista y
con el 10: Pedro. Tres delanteros: por la derecha, con el 7: Lucas; por la izquierda, con el 11:
Juan evangelista; y de delantero centro, con el 9, Pablo.
En la pizarra virtual apareció la alineación debidamente situada en el campo de juego:
1. ABRAHAM
2. DAVID 4. MOISÉS 5. JEREMÍAS 3. SALOMÓN
8. JUAN BAUTISTA 6. ISAÍAS 10. PEDRO
7. SAMUEL 9. PABLO 11. JUAN EVANGELISTA

El público asistente, expertos en futbol, tan solo se quedaron con el número de futbolistas...
Sus nombres, para la mayoría eran desconocidos... Todo en este evento rompía la
normalidad. El entrenador, al que los de la FIFA identificaron como un tal Jesús, de
ascendencia judía -y es extraño porque Israel nunca había alcanzado una final importante, ni
por selección ni por equipos- anunció que ahora explicaría el porqué de su táctica y los
motivos por los que ha hecho esta selección de jugadores. Adelantó que iría explicando
todo, estando atentos a los que menos sabían de este deporte... Saltó a la pizarra virtual, y
con un puntero electrónico comenzó a señalar los nombres anunciados, comenzando por un
tal Abrahán, el portero:

- EL PORTERO DE UN EQUIPO DE FUTBOL CONCENTRA UNA RESPONSABILIDAD PRIMORDIAL. El equipo juega


más suelto si confía en que su portero le cubre las espaldas. Los grandes porteros son los
que salvan al equipo en los momentos más difíciles. A veces, no participan mucho en el
juego, porque su equipo domina el partido, pero en los momentos decisivos, siempre
aparecen. Los equipos que han ganado grandes título siempre contaron con grandes
porteros: Casillas, Ter Stegen, Oblak , Courtois... Suele llevar el número 1 en la equipación.
ABRAHÁN tendrá el honor de llevar ese dorsal. Su nombre significa «padre de muchos
pueblos». Su historia se narra en el primer libro de la Biblia, el Génesis (capítulos 12-25). Es
venerado por las tres grandes religiones: cristianismo, judaísmo e islam. Se distinguió
siempre por la fortaleza de su fe. Incluso Dios le tentó para ponerle a prueba (Génesis 22, 1-
19): le exigió que le sacrificará a su hijo Isaac, y Abraham no dudó en obedecer. Dios detuvo
el sacrificio y prometió a Abrahán que su descendencia sería como las estrellas del cielo y la

Dios, también, juega al futbol 26


arena de la playa... También nosotros somos hijos de Abrahán por la fe. La fe es el inicio de
todo.
Al colocar de portero a Abrahán, quiero confirmar que un equipo tiene que apoyarse
siempre en la fe. Si se debilita la fe, se resquebraja el equipo y termina perdiéndose el
partido. Un buen entrenador explicará muy bien a sus jugadores qué es tener fe. Porque sin
fe, no hay partido.
Y continúo el entrenador, ya con voz más segura, al ver que el público le seguía:

- SUELE DECIRSE QUE «UNA BUENA DEFENSA ES EL MEJOR ATAQUE». El juego de un gran equipo siempre
arranca desde atrás, desde la defensa, procurando una buena salida de balón. Si la defensa
flaquea, la mejor delantera puede ser inútil. El éxito del futbol es colar un gol más que el
otro equipo. Y esto depende especialmente de la defensa y de que todo el equipo se
implique en defender. Se suele jugar con una defensa de cuatro: un lateral derecho, un
lateral izquierdo, y dos centrales: uno diestro y otro zurdo. P. e. una defensa que todos
recordamos es: Carvajal, Piqué, Ramos y Jordi Alba, curiosamente dos del Real Madrid y dos
del Barcelona, los «eternos rivales», aunque lleven jugando menos de un siglo. Los defensas
laterales, el izquierdo y el derecho, deben tener seguridad al defender y arrojo al atacar,
ayudando al equipo. Necesitan también la humildad de aprender de sus fallos y rectificar.
Algunos laterales han comenzado de extremos, como buenos atacantes y han terminado
convertidos en excelentes defensores.
DAVID será el lateral derecho, llevando a sus espaldas el número 2. Su nombre significa
«elegido de Dios», fue el segundo rey de Israel, sucediendo a Saúl. Su historia se recoge en
varios libros de la Biblia, llamados históricos: libros de Samuel y de los Reyes. Llegará a ser el
rey más importante de Israel. Se le conoce popularmente porque venció al gigante Goliat
con su honda (cf. 1Samuel 17, 4-23). Se le atribuye la autoría de algunos Salmos. En la Biblia,
David es considerado como un rey justo, valiente, apasionado; también guerrero, músico y
poeta, no exento de pecados (2Samuel 11,1 -13). Precisamente uno de los Salmos más
famosos, el Salmo 50, que ha sido glosado en la literatura y la música, comienza con una
confesión de arrepentimiento por sus pecados: Miserere mei... «Ten misericordia, Dios mío».
La conversión es fundamental para progresar en excelencia.
David nos deja una enseñanza fundamental para competir bien. Nuestra fe muchas veces se
debilita, y la fragilidad humana nos hace caer en el pecado... todos cometemos fallos
defensivos... y hasta nos colamos un gol en propia puerta: el gol del egoísmo, de la soberbia,
de la sensualidad de utilizar a las personas como cosas... En la vida cristiana necesitamos
siempre comenzar de nuevo, esto es «convertirnos», como lo hizo David, un atacante
reconvertido en defensa.
SALOMÓN ocupará el lateral izquierdo. Cuando se encuentra un buen lateral zurdo, el equipo
gana en profundidad y fuerza: defiende bien, sabe subir al ataque y, sobre todo, sabe
discernir cuando debe hacer una cosa u otra, salvando siempre las espaldas en defensa y
contribuyendo en el juego de ataque. Esto lo hace bien Salomón: su historia se narra en la
Biblia, en el Primer Libro de los Reyes (1-11), y en el Segundo Libro de las Crónicas (1-9).
Construyó en Jerusalén el primer Templo para Dios y ha pasado a la historia como un rey
sabio, siendo recogida su fama en múltiples leyendas. Es muy famoso el episodio de un
juicio, donde el rey tuvo que dictaminar sobre la maternidad de un niño reivindicado por dos

Dios, también, juega al futbol 27


mujeres (1Re 3,16-28). Su sentencia ha pasado a la historia: se habla así de una «sentencia
salomónica» cuando se busca la solución sabia y justa entre dos posturas.
Salomón aportará al equipo su sabiduría para discernir qué es lo mejor en cada momento. El
discernimiento, evaluar cada situación con equidad, es muy necesario para jugar al futbol y
para jugar en la vida. Nos ayuda no solo a evitar lo malo sino a empeñarnos en alcanzar lo
bueno...
El público iba pasando de la sorpresa a la admiración. Nunca habían recibido una alineación
con tales detalles de las cualidades de los jugadores. Continuó el entrenador, que iba
metiéndose el público en el bolsillo:
Los dos defensas centrales, el zurdo y el diestro, deben funcionar como una pareja de ballet,
con elegancia y sutileza y, a la vez, con fortaleza y contundencia. Si se coordinan bien,
ejercen como un seguro de vida para el equipo: forman una muralla en el centro de la
defensa y son generosos en salir a la ayuda de los dos defensas laterales. He colocado como
defensas centrales a dos grandes personajes: Moisés y Jeremías.
MOISÉS, que llevará el dorsal 4, a la derecha. Representa la fortaleza y la lucha por una misión
encomendada; es uno de los grandes líderes del pueblo de Dios. Su historia se narra en la
Biblia en el libro del Éxodo. Su misión fue sacar al pueblo de Dios de la esclavitud y
conducirlo a la tierra prometida: una gran epopeya en la que Moisés se presenta como un
caudillo que conduce a su pueblo desde la esclavitud a la libertad, a través del desierto hasta
la Tierra Prometida. Es importante que un equipo se sienta con las espaldas guardadas por la
fortaleza de un líder que siempre sabe remontar las dificultades.
JEREMÍAS, con el dorsal 5, a la izquierda. Es uno de los cuatro profetas mayores. Su historia
está recogida en el libro que lleva su nombre. Si le he escogido es por su personalidad
atrayente y conmovedora. Los demás profetas nos han dejado un mensaje, sin decirnos
nada, o muy poco, acerca de sí mismos. Él, en cambio, nos abre su alma en varios poemas de
una sinceridad estremecedora, que nos hacen penetrar en el drama de su existencia
(Jeremías 1, 1-18; 11,18-20; 15,10-21): es un elegido por Dios, pero siente su debilidad; sin
embargo, Dios le promete: te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro y muralla de
bronce... (Jeremías 1,18; 15,20).
Moisés y Jeremías forman una excelente dupla en el centro de la defensa: la pasión por la
justicia y el espíritu de lucha de Jeremías se compagina bien con la fortaleza de Moisés. Los
dos forman una buena pareja de baile futbolístico en el centro de la defensa: ¡una muralla
de bronce!
El entrenador, sacó un pañuelo blanco e impoluto, con el logo del partido estampado, para
secarse el sudor que le provocaba su propio entusiasmo y la admiración que sentía por su
propio equipo... Incluso alzó la voz para seguir dando la alineación:

- EL CENTRO DE CAMPO ES LA «SALA DE MÁQUINAS DEL EQUIPO», sentenció con rotundidad. Si falla el
centro del campo, aunque haya una buena defensa y se cuente con los mejores delanteros,
el equipo se rompe en dos... y no funciona. Se suele jugar con tres centrocampistas: un
medio centro organizador del equipo y otros dos que atacan, uno por la derecha y otro por
la izquierda. El futbol moderno suele reforzar el centro del campo para darle consistencia al
equipo. Centrocampistas que han marcado una época son: Xabi, Iniesta, Alonso, Busquet,
Kross, Modric...

Dios, también, juega al futbol 28


JUAN BAUTISTA, a quien conozco casi antes de nacer, será mi centrocampista derecho -el
entusiasmo le hacía apropiarse de sus jugadores-, con el dorsal 8. Servirá de enlace entre la
defensa y la delantera, arrancará desde la derecha, en diagonal para descolocar la defensa
contraria y coger al contrario por sorpresa. La historia de Juan Bautista, se narra en los
Evangelios. Su nacimiento (Lucas 1,57-80) antecede al nacimiento de Jesús. Aparece por
primera vez en público, ya como adulto, en el desierto de Judea y junto al río Jordán (Lucas
3,1-19). Podríamos decir de él que es como el vértice que enlaza el Antiguo y el Nuevo
Testamento. Juan bautizaba junto al rio Jordán un bautismo de penitencia y ante él se
presentó Jesús para ser bautizado, dándose un diálogo muy hermoso entre los dos (Mt 3,13-
17) y lo presentó ante todos como el Mesías esperado (Juan 1,19-34). Después recomendó a
sus discípulos que se fueran con Jesús. Murió decapitado por Herodes, complaciendo los
deseos de una bailarina celosa… (Mateo 14, 1-12). Juan nunca quiso ser protagonista,
señalando que Jesús era el único Maestro, y siempre jugó para una causa: el Reino de Dios.
Juan Bautista nos enseña que un equipo construido solo con figuras, termina en el fracaso.
Son necesarios los jugadores con humildad, que saben aparecer en el momento necesario y
jugar para el equipo.
ISAÍAS será el medio centro, con el dorsal 6, como un pivote en torno al cual se mueve el
equipo: acude a dar equilibro a la defensa y a dar mayor empuje a la delantera. Isaías es uno
de los grandes profetas del Antiguo Testamento. Él anunció la venida del Mesías Salvador y
vaticinó su muerte para salvarnos a todos. Su historia se recoge en el libro que lleva su
nombre, uno de los más poéticos y hermosos de la Biblia. Una cualidad primordial de Isaías
es que sabe describir el sufrimiento y alentar a la vez una profunda esperanza. El medio
centro es el hombre del equilibrio, casi un director de orquesta, saber mirar hacia atrás y
hacia adelante controlando el tiempo del juego; sabe sufrir defendiendo atrás y con sus
pases hacia adelante despierta esperanza dando protagonismo a todos los miembros del
equipo...
Isaías ha demostrado ser un excelente centrocampista, manejando tanto el pasado como el
futuro: sabe ser memoria y profecía, tiene experiencia de sufrimiento y capacidad de alentar
la esperanza en la victoria final. Escucharlo es una delicia, verlo jugar un espectáculo.
PEDRO, a quien apodan CEFAS, será el centrocampista izquierdo, con el número 10. Este
número suele reservarse para un futbolista importante que suele llevar el brazalete de
capitán. Tiene mucho peso dentro del vestuario y comienza a jugar el partido antes de salir
al campo. He reservado este dorsal para PEDRO. La historia de Pedro está íntimamente unida
a la de Jesús: se narra en los Evangelios (Marcos 8, 27-30; 14, 54-66; Juan 21, 15-19) y en los
Hechos de los apóstoles (Hechos 3, 1-26) y el mismo Pedro nos dejó dos cartas. Tuvo
autoridad ya entre los mismos apóstoles y en la primitiva iglesia porque el mismo Jesús le
había encomendado que cuidara de la comunidad naciente y la afianzase en la fe.
Pedro es una de los indiscutibles del equipo. Es como la prolongación de la voz del
entrenador en la cancha de juego. Su tarea primordial será la de mantener la tensión del
partido, afianzarlo en los momentos de crisis; su labor comienza en lo oculto del vestuario,
alentando y aglutinando, eliminando cualquier roce entre los jugadores y se mantiene a lo
largo del partido como referente de autoridad. Es el único que, como capitán, puede
dirigirse al árbitro.
Y el entrenador suspiró, bebiendo un trago de agua de una botella que mostraba de forma
visible el logo del partido, y comenzó a dar la delantera del equipo:

Dios, también, juega al futbol 29


- A LOS DELANTEROS SE LES PIDE QUE CUELEN GOLES. Pero también que defiendan. El futbol moderno,
al que se le llama futbol total, requiere que todos cumplan todas las funciones. En una
delantera de tres, a los dos extremos se le piden que ensanchen el campo, uno hacia la
derecha y otro hacia la izquierda... y al delantero centro se le reclama que esté siempre en
boca de gol; y a los tres se les pide que acosen al contrario y sepan defender desde arriba.
Grandes delanteros han sido o son: Villa, Raúl, Messi, Cristiano Ronaldo, Benzema, Mbapé,
Neymar, Levandosky...
SAMUEL, con el 7 a las espaldas, ocupara el extremo derecho. Quien ocupa este puesto debe
estar dotado de agilidad y rapidez, con capacidad para sortear contrarios por la banda y
centrar buenos balones al área. Samuel es una persona clave de la historia bíblica: es el
protagonista de la transición entre el régimen tribal y la monarquía de Israel. Samuel ungió a
los dos primeros reyes: Saúl y David. Es el iniciador del movimiento profético, que cambiará
la historia de su pueblo: el profeta es aquel que habla en nombre de Dios y corrige y dirige a
su pueblo por el camino adecuado. Samuel se crio en el templo y llegó a ser un gran profeta.
El relato de su vocación es muy hermoso y modelo de la llamada vocacional (cf. 1Sam 3,1-
19). Bajo su nombre se encuentran en la Biblia dos hermosos libros. Su juego atrevido,
profético le llamaríamos, sorprenderá a la defensa contraria por mucho que se cierre atrás.
Aparece no sólo por su banda derecha, sino que sabe cambiar de banda e incluso hacerse
presente por el centro de la delantera, en segunda línea.
Samuel nos enseña a no acomodarnos solo en una banda de nuestra vida, aparcados en la
cuneta, recorriendo siempre los caminos conocidos; su audacia profética nos inspira para
explorar lo desconocido y superar la apatía o la tibieza. Nos invita a dar ritmo a la vida.
JUAN EVANGELISTA, que llevará el dorsal 11, será el extremo zurdo. Para este puesto es difícil
encontrar jugadores en el mercado de fichajes. Se le exige manejar muy bien la pierna
izquierda, ser rápido, con capacidad de sorpresa e improvisación... Juan Evangelista, al que
conozco casi desde su adolescencia, es un top teen mundial. Su historia la conocemos por los
Evangelios. Es llamado junto a su hermano Santiago, a orillas del lago y los dos dejan a su
padre Zebedeo y la barca de pesca y se van con Jesús: será uno de los discípulos más íntimos
de Jesús, siempre presente en los momentos importantes de la vida de su Maestro. Aparece
junto a los pies del Cruz, junto a María la madre del Señor. Nos ha dejado el cuarto Evangelio
y tres cartas, con un lenguaje nuevo; y junto a su comunidad nos regaló el enigmático último
libro de la biblia: el Apocalipsis. Juan, como los buenos extremos zurdos, es imprevisible y
sorprendente, y sus juicios son punzantes como puñales... Se distingue porque nadie como
él ha escrito sobre el amor y la caridad, cualidades esenciales en la vida de cualquier equipo.
La caridad enriquece siempre la justicia y la adelanta por la izquierda.
Juan evangelista aporta al quipo la fuerza irresistible del amor y la caridad. Solo la caridad
puede arriesgarse hasta lo que parece imposible: el amor todo lo alcanza. La caridad da tal
fortaleza al equipo que le hace competir hasta el final sin tirar la toalla: la caridad es experta
en colar goles en el último minuto y hasta "goles olímpicos".
PABLO, el "último apóstol", será el delantero centro, portando el 9. Lo tuve claro desde el
principio. Al delantero centro se le suele llamar ariete, porque tiene la misión de romper las
defensas contrarias; a veces, incluso a base de cabezazos. Pablo es un ariete sin miedo, al
que ni la debilidad o la enfermedad, la persecución o la agresividad del contrario le apartarán
de su mirada fija en la meta contraria... Su historia la conocemos por el libro de los Hechos

Dios, también, juega al futbol 30


de los apóstoles (Hechos 9, 1-30), ya que su autor, Lucas, fue discípulo y compañero de
andanzas apostólicas. Pero, sobre todo, lo conocemos por sus Cartas: Pablo nos ha dejado
un elenco de cartas dirigidas a distintas comunidades y a varios colaboradores. Para los
asiduos a misa nos suenan sus nombres: colosenses, filipenses, efesios, corintios,
tesalonicenses -¡que nombrecito!-... Timoteo, Tito.... La misión del ariete, como Pablo, es
romper la defensa contraria, eliminar las barreras que impiden que el balón llegue a su
meta...
Un ariete lucha hasta derramar sangre. Su fe en el entrenador: de quien se ha fiado, le hará
derribar las defensas más cerradas. Pablo aporta al equipo un plus de valentía y riesgo; en
griego se ha acuñado una palabra para expresar este sentimiento: parresia. Se trata de estar
en primera línea, luchando a veces en solitario con una muralla que quiere hacerse
infranqueable.
Hecho un silencio -de sorpresa o de cierto escepticismo- el peculiar entrenador concluyó su
intervención con una lista de suplentes de lujo:
- En el banquillo de suplentes, pero dispuestos a salir en cualquier momento del partido,
estarán como porteros suplentes: Tobías y Marcos; como defensas: Santiago, Josué, Lucas y
Judas Macabeo; centrocampistas: Job, Zacarías, Mateo; y delanteros: Timoteo, Jonás, Daniel.
No me detengo en sus biografías porque podéis extraerlas de internet, son personajes
conocidos y de honda historia.
El entrenador aseguró, con cierta prestancia:
- ¡Este equipo tiene mucho fondo de armario!
El presidente de la FIFA anunció un receso de una hora, estando todos invitados a un cofee
break en el atrio contiguo. A continuación, el entrenador se sometería, en una rueda de
prensa sin límite de tiempo, a las preguntas de los representantes de los medios de
comunicación del planeta. La buena forma física de los periodistas quedó patente al correr,
pretendiendo llegar los primeros, hasta las mesas dispuestas con las bebidas y los
sándwiches.

Dios, también, juega al futbol 31


8.

TRAS EL BREAK, HABLA UN «ENTRENADOR CON OFICIO»

LA PAUSA SE PROLONGÓ MIENTRAS DURARON LAS VIANDAS... Agotado el tiempo del break, lentamente
volvían a la Sala de prensa, ocupando sus sitios y algunos aprovechando para acercarse unas
filas o tomar mejor ángulo de visión. Los periodistas gráficos, con sus enormes objetivos
parecían que, más que a una mesa presidencial a corta distancia, iban a fotografiar a alguien
perdido en el firmamento...
Durante el descanso, el jefe de Prensa de la FIFA se había reunido con los representantes
delegados de los distintos Medios de comunicación. Dada la avalancha de periodistas que
querían preguntar, se acordó que solo habría cinco preguntas, sorteando entre todos los
medios de comunicación acreditados quiénes iban a proponerlas. Las cuestiones serían
formuladas en el idioma materno de cada periodista y traducidas simultáneamente al inglés.
Jesús rechazó los auriculares que se le ofrecían, al sentir más cerca el revuelo de la paloma. Y
comenzó la rueda de preguntas, como dardos que se lanzan a una diana.
LA PRIMERA PREGUNTA, en francés, la formuló la representante de L´Equipe, el rotativo
deportivo que otorga los premios más famosos del deporte. Era una chica joven, con un
pelo a rayas negro y azul, artísticamente desordenado, con un auricular diminuto en el oído
y un minúsculo micrófono que le brotaba de una oreja. Con cierta suficiencia lanzó su
demanda:
- Le confieso que el equipo me parece inaudito y desconocido, pero Vd. como entrenador me
sorprende aún más ¿Qué experiencia tiene como entrenador y qué equipos ha entrenado?
Jesús, que ya sabía de antemano la pregunta, respondió con calma, acompañando sus
palabras con gestos de sus manos:
- Ciertamente mi currículo no es extenso. Sí tengo experiencia en todo lo que significa la
resistencia física y cómo afrontar los resultados adversos. Mi conocimiento de la
complejidad psicológica del ser humano es alto y sé manejar bien los grupos: he estado más
de tres años entrenado a un grupo de jugadores que, al alcanzar la excelencia en el juego
doce de ellos, me tentó la idea de cambiar las reglas del juego y jugar con doce... pero al
final, una grave lesión del corazón apartó a uno. Los once restantes formaron el "Equipo
apostólico": habrá oído hablar de ellos, su fama alcanzó a todo mundo conocido. Y siempre
me preocupó mucho la cantera, llegué a tener setenta y dos jugadores bajo control directo...
Si me pregunta si he ganado algún título, le diré que alguna copa he bebido... Ciertamente,
ahora estoy ante un desafío grandioso: entrenar a los "Galácticos eternos" y jugar "el partido
del Milenio". Pero yo, ante los desafíos me crezco y soy capaz de dar la vida...
Y sentenció:
- Tengo plena confianza en los seleccionados. Todos son de experiencia... es una lista muy
equilibrada y compensada... Todos los puestos están cubiertos. Con un gran equipo el
entrenador lo tiene más fácil.
El periodista tomó notas y pronto subió a Instagram un pequeño video con la respuesta.

Dios, también, juega al futbol 32


LA SEGUNDA PREGUNTA fue en español y la lanzó un periodista argentino, del diario deportivo
Olé. Con un traje de tonos claros y una corbata roja y pañuelo de bolsillo a juego, con un
pelo perfectamente recortado y con fijador disimulado, la cuestión que planteaba se alargó
tomando casi el tiempo de un discurso. Requirió toda la atención divina de Jesús para no
perderse:
- Teniendo en cuenta que el equipo que adiestra, a todas luces inexperto en la alta
competición, se va a enfrentar al mejor equipo del planeta, acreditado por haber ganado
recientemente el campeonato del mundo, y dada la bisoñez competitiva de su equipo, ¿no
estima que es una temeridad o acaso una osadía plantear este partido? ¿No valora que ya
puede salir de principio derrotado...?
Jesús, mirando fijamente al demandante, se dio unos segundos de respiro. Pero con una
extraña firmeza, en su aparente debilidad, respondió con voz firme:
- No es propio de un entrenador que se precie, aunque con realismo valore a su propio
equipo como inferior al oponente, salir al partido derrotado de antemano... Vd., experto en
estos temas y dada su experiencia, ya que fue futbolista en categorías inferiores y ahora
comentarista de este deporte, sabe que este juego está repleto de sorpresas: no siempre
gana el que la lógica marca. Si no, no habría casas de apuestas... y Vd. sabe bien que las
apuestas son un negocio que mueve millones... su fuerza está en "la no-lógica" del juego: no
gana quien dice la computadora... aunque el juego de probabilidades da cierta orientación.
Sí, le doy la razón: mi equipo no sale a la cancha como favorito; aún más, mucha gente,
como Vd., piensa que es una osadía este partido... Pero qué aburrida sería la vida sin
osados... sin proyectos que rompan la lógica simplemente humana... Además, le digo: si
salimos a jugar es porque estamos plenamente confiados en la victoria: si el partido ha sido
presentado como "el partido del Milenio", la sorpresa del resultado puede sobrecoger a toda
la humanidad. Incluso le aconsejaría: si participa en alguna Casa de apuestas, arriesgue por
mi equipo... puede tener un dividendo insospechado.
El periodista se ajustó la corbata y estiró su cuello con arrogancia... Nunca había ido a una
Casa de apuestas, pero le pareció sugerente la propuesta de aquel entrenador peculiar...
Pensó para sí, aunque como buen argentino lo comentó con el pequeño corro de su
entorno: "Realmente si este entrenador arenga a sus jugadores con estos argumentos... el
partido promete...".
LA TERCERA PREGUNTA la planteó, en alemán, el acreditado del periódico deportivo de mayor
tirada del país, y que desde hace años lanza una versión en lengua turca: el Sport Bild. Era un
hombre de mediana edad, con aspecto deportivo y que vestía un elegante chándal blanco,
con tres rayas negras. Jesús conocía aquel logo deportivo y al sponsor. Su pregunta fue
concisa:
- ¿No cree que es pretencioso denominar este encuentro "el partido del Milenio"?
¿Realmente hay tanto en juego?
Jesús, después de beber un trago de agua, blandiendo la botella que también reflejaba el
logo con la paloma y la esfera en el pico, inicio una respuesta bien razonada: conocía bien la
idiosincrasia alemana y su reputación en ganar campeonatos del mundo. Quizás sería la
selección germana el equipo a derrotar. Inicio su argumentación:
- Vd. bien sabe, porque vive en una cultura que ha escrito miles de folios para reflexionar
sobre el concepto del tiempo, que en la tierra, aunque a veces soñamos con detener el

Dios, también, juega al futbol 33


tiempo siempre se nos escapa de las manos. La medición del tiempo es uno de los grandes
consensos de la Humanidad... Pensemos que hemos querido dividir el tiempo de una forma
simbólica: antes de Cristo y después de Cristo. Más o menos, ha funcionado bien porque,
aunque en algunas latitudes se señalaba otra fecha, siempre se hacía referencia a esta... Era
el fruto de una cultura dominante, la occidental, a la que Vd. pertenece... Pero, hoy, muchos
se han olvidado del tal Cristo -y Vd. lo puede observar simplemente mirando a vista de
pájaro a su entorno cultural- y simplemente viven el presente del año que disfrutan. Incluso,
hay quienes cuentan el paso de los años no por siglos, décadas o lustros sino por
Campeonatos de futbol, de cuatro en cuatro... La cultura occidental ha perdido el concepto
del tiempo: lo ha querido distribuir a su antojo, y vivirlo precipitadamente, olvidando las
gestas humanas, contando sólo balances económicos. Para ello, de forma disimulada ya no
habla de Cristo, porque se convierte en una denuncia de la finitud de lo humano... Al perder
el concepto del tiempo, su cultura ha olvidado sus raíces, ha diluido su identidad... y quiere
manejar el presente diluido en el gusto por lo efímero... con el riesgo de perderse en el
olvido.
La profunda reflexión del peculiar entrenador provocó que algunos periodistas presentes se
removieran en la silla, ya más incómoda, quizás porque sus conocimientos eran tan
especializados -y también tan limitados- que su concepto del tiempo solo podía dividirse con
los dos tiempos de un partido: primer y segundo tiempo. El descanso es solo una sucesión de
anuncios publicitarios. El entendido entrenador continúo con más energía, sabedor de la
trascendencia de su respuesta:
- El concepto "partido del Milenio", quiere poner de relieve que estamos ante un
acontecimiento que puede marcar el futuro de la Humanidad. Quizás, lo mismo que antes
hablamos de un tiempo: antes de Cristo y después de Cristo, podamos hablar de otro
tiempo: antes y después del "partido del Milenio". Y con respecto a que si hay mucho en
juego... le diré que sí; más de lo que ahora mismo imagina... No se trata del simple resultado
de un partido que puede dar miles de millones de beneficios por cuestiones de marketing,
sino de un auténtico desafío que puede marcar una nueva época. ¡Nunca se sabe! Pero sí,
hay mucho en juego... No quiero ponerme apocalíptico, como ya hizo un buen confidente
mío, pero, tal vez, esté en juego la eternidad... y esto son ya palabras mayores. Quizás este
partido trascienda el propio juego del balompié y ponga la pelota en el alero de la reflexión,
buscando la respuesta a una de las tres preguntas fundamentales que formuló, en nombre
de la humanidad, un compatriota suyo, el filósofo Kant: ¿Qué puedo esperar? La eternidad
es el tiempo detenido... y este partido puede activarla.
El silencio reflexivo se prolongó para algunos de forma molesta; un carraspeo nervioso
interrumpía las miradas sorprendidas de los asistentes.
LA CUARTA PREGUNTA, en español, rompió el incomodo. La lanzó el representante único -que
podía considerarse ya un primer milagro de este partico peculiar- de los periódicos
deportivos más importantes de España: Marca, As, Mundo deportivo, Sport. Con aire
forzadamente juvenil, disimulando las décadas acumuladas con unos vaqueros ajustados y
unas llamativas deportivas, escondido tras unas gafas oscuras, preguntó con aire de
suficiencia y un cierto tono reivindicativo, muy al uso en aquel momento:
- ¿Por qué no se ha tenido en cuenta el futbol femenino?
El entrenador tomó airé y con media sonrisa abordó la respuesta, cuidando las palabras para
evitar lo políticamente incorrecto. No quería que el lenguaje externo que envuelve las

Dios, también, juega al futbol 34


razones, disminuyera la fuerza de la argumentación. El ser humano es propenso a perderse
en la envoltura de las ideas y olvidar la fuerza que las sustenta. Razonó con parsimonia:
- Hasta ahora, el futbol ha sido eminentemente masculino. Es un deporte que reviste cierta
violencia y no se estimaba apropiado para la peculiaridad femenina. Hay deportes
eminentemente femeninos que con frecuencia quedaban excluidos para los hombres... Pero
el paso del tiempo y el cambio de mentalidad ha ido eliminando barreras: hoy difícilmente
puede justificarse cualquier discriminación por sexo, aunque es muy conveniente no
confundir la igualdad ante la ley y los derechos con una indiferenciación sexual que
eliminaría la riqueza y complementariedad de lo masculino y lo femenino. Así, en futbol no
sería acertado un equipo mixto: ¿Cómo conseguir equidad en la alienación, dadas las
diferencias naturales existentes?
La reivindicación de lo femenino no puede perseguir torpemente una igualación con lo
masculino: hay una identidad masculina y una identidad femenina que debe alcanzar su
plenitud sin caer en una emulación del contrario. Curiosamente, el futbol se ha convertido
en un símbolo de la reivindicación femenina: hoy, existe una liga femenina e incluso un
Campeonato de futbol femenino. A su debido tiempo, tenemos también proyectado un plan
similar al que ahora vamos a desarrollar con motivo de este Campeonato mundial de futbol.
Habrá también un equipo de "Galácticas inmortales"; aún más, ya está hecha una primera
selección de jugadoras. Al final de esta rueda de prensa se les entregará un Briefing con la
lista de jugadoras preseleccionadas, que se quiere hacer pública, coincidiendo con este
Campeonato de futbol masculino…
LA QUINTA PREGUNTA, en italiano, salió de la boca cantarina de una mujer de cierta madurez,
disimulada con un atuendo juvenil, una larga melena rubia y unos ojos perfectamente
dibujados; su vestido invitaba a soltar el micrófono e iniciar un pase figurado de modelos.
Representaba al periódico deportivo más poderoso de Italia: La Gazzetta dello sport. Su
pregunta, con la agudeza peculiar femenina, fue tan escueta como su falda:
- ¿Cuál será la sede de este partido?
La expectación subió de todo. Las cámaras parecían tomar nueva vitalidad, buscando la boca
de la que iba a salir la revelación más esperada... El murmullo entre el público, requirió del
representante de la FIFA un toque de atención:
- Por favor, señores y señoras, guarden silencio. Les ruego respeten las medidas de
seguridad y las distancias señaladas.
El entrenador tomó la palabra...
- Ciertamente, hemos llegado a la pregunta capital: ¿dónde se jugará este "partido del
Milenio"? Les confieso -el entrenador bajó el tono de su voz, en actitud de confidencia- que
hemos recibido muchas presiones para designar la sede. Han sido muchos países, múltiples
gobiernos, los que han querido apropiarse del evento: los europeos, apelan a su historia
dominante como inventores del juego; América del sur, a su tradición futbolística; los del
norte, a su potencial económico y dominio de los medios de comunicación; Asía, reivindica
su tradicional olvido del mundo y reclaman atención; África, invoca la presencia del evento
para tomar impuso y salir del secular abandono y explotación a que ha sido sometida y
ponerse visiblemente en el mapa mundial; los países de Oriente, capitaneados por China,
invocan su poderío tecnológico y la facilidad de la mano de obra, asegurando la organización

Dios, también, juega al futbol 35


en tiempo récord… Sí, no solo los continentes sino casi todos los países reclaman la
presencia del evento.
El entrenador se dio una pausa después del extenso recorrido geográfico global descrito y
continuó con voz más grave:
- Después de una ardua deliberación, hemos decidido -el plural mayestático no era solo una
figura lingüística, sino que reflejaba la respuesta sinodal de la que era portavoz- que "el
partido del Milenio" pueda jugarse en todos los estadios del mundo, abierto a todas las
selecciones que lo soliciten. No es imposible… tengan Vds. en cuenta que se trata de un
equipo de "Galácticos eternos", que ya se adelantaron a la ciencia ficción más moderna y
tienen la capacidad de superar los límites del tiempo y el espacio: moverse a la vez en el
pasado, el presente y el futuro, y atravesar las distancias más largas con un simple aleteo de
su voluntad. Habrá, así lo podríamos llamar, un "desafío total": todos los equipos del mundo,
aún más todos los que quieran jugar, podrán enfrentarse a un equipo que ofrece su
experiencia y la posibilidad de superar el deseo de victoria individual por una victoria global
que abarque a todos y supere los estrechos límites del espacio y el tiempo.
Los atónitos periodistas, abrían los ojos más que los oídos… El entrenador, con la firmeza de
su sabiduría, siguió explicando:
- Este partido se jugará en el metaverso de una humanidad que aspira a bastarse a sí misma
en un universo virtual que olvida su historia y que, huérfana por propia decisión,
continuamente se engendra a sí misma… obstruyendo la alegría de la fraternidad. El "equipo
de Galácticos" le hará ver con su juego y la personalidad de sus jugadores que es necesario
pisar la tierra y desde ella aspirar al cielo… El hecho de que nadie quede derrotado no
reducirá la alegría de la victoria, porque esta será de todos. Si… se han cambiado un poco las
reglas de juego de este deporte… pero ¿pueden Vds. demostrar que las reglas actuales no
responden a intereses partidistas y que siempre ganan los más poderosos?
Y gritó, cerrando el debate con contundencia:
- Gracias por vuestra acogida. No olviden recoger el Briefing con información sobre el
proyectado equipo femenino y… ¡Qué corra el balón!

Dios, también, juega al futbol 36


9.

BOMBA INFORMATIVA: UN EQUIPO FEMENINO

CADA ASISTENTE RECOGIÓ EL BRIEFING CON INFORMACIÓN SOBRE EL PROYECTADO EQUIPO FEMENINO, como
sugirió el entrenador en la rueda de prensa: unos folios que llevaban el logo del "Partido del
Milenio". Un titular llamativo definía su contenido: Preselección del Equipo femenino de
"Galácticas inmortales". Sin entrar en comentarios, simplemente reflejamos el contenido de
la Nota informativa:

«El staff técnico que ha convocado el "partido del Milenio", en el que se enfrentarán el
futuro ganador del Campeonato mundial de futbol Qatar 2022, y el equipo de Galácticos
eternos, quiere adelantar algunas informaciones sobre un futuro partido del Milenio
femenino, cuya celebración está aún en fase de negociación y que enfrentaría a la futura
selección ganadora del Mundial femenino con un equipo de Galácticas inmnortales. Para
animar este evento, que necesitará aún mayor difusión, queremos adelantar la lista de la
preselección de jugadoras, incluso informar de la alineación tipo que ha venido ganado los
últimos partidos: se enumeran por el orden táctico de los dorsales que portan a su espalda.
Las seleccionadas son las siguientes:

1. SARA, la esposa de Abraham. Su historia está íntimamente unida a la del primer patriarca.
Ella permaneció siempre al lado de su esposo, apoyándolo. Aunque ya estaba entrada en
años, abandonó todo para vivir el resto de su vida en tiendas de campaña, siguiendo la vida
peregrina de Abrahán, que fiándose de Dios salió de su tierra y su parentela para ir a la tierra
que Dios indicó, fundando un nuevo linaje, una generación innumerable… (Génesis 12,1-18).
Aunque era estéril, Sara se fio de la promesa de Dios y ya anciana vio realizado su sueño de
tener un hijo, al que pusieron por nombre Isaac. Dios llenó su corazón de alegría. Sara dijo
entonces: Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo se reirán
conmigo (Génesis 21:6). Sara murió en tierra extranjera y allí fue sepultada… (Génesis 23, 1-
20). Su vida, íntimamente unida a la de Abrahán, es un símbolo de fortaleza en la fe: fiarse
de Dios a pesar de todas las adversidades, esperar contra toda desesperanza.
Al situar a Sara en la portería, el equipo muestra una solidez insospechada y, a la vez, una
capacidad de reacción sorprendente ante cualquier adversidad o duda. También Sara, como
su esposo Abrahán, fue una mujer de fe, capaz de afrontar las dificultades que se presentan,
a veces de forma imprevista, en el transcurrir del partido de la vida.
2. REBECA. Fue una mujer astuta y diligente, que supo manejar los entresijos de su familia.
Elegida como esposa de Isaac (Génesis 24), dio a luz dos hijos: Esaú y Jacob; mostró
predilección por el segundo. Planteó una argucia para que la herencia, que se confería con
una bendición, pasase del patriarca Isaac no al primogénito Esaú, sino al segundo hijo Jacob.
Trajinó para que Esaú vendiese su primogenitura por un plato de lentejas, gesto que ha

Dios, también, juega al futbol 37


quedado como un dicho popular… (Génesis 24; 25, 19-34; 27). Aunque su historial, también
quedó empañada a nuestros ojos por la forma como motivó a su hijo Jacob a engañar a su
padre Isaac, su vida no se resume en ese error. De hecho, su historia comienza con un gesto
de generosidad y servicio: sacó agua del pozo para todos los camellos del servidor de
Abraham (Génesis 24:20), su futuro suegro: un esfuerzo que provocó admiración. Hizo lo
que hizo, creyendo cumplir la voluntad del plan de Dios: ella está íntimamente relacionada
con los tres grandes patriarcas: nuera de Abrahán, esposa de Isaac y madre de Jacob.
Al colocar a Rebeca en el lateral derecho, puesto que en el equipo masculino ocupa David,
aseguramos un espíritu de lucha y superación, sin quedarse paralizada por un fallo en una de
las jugadas del partido; demostró capacidad para manejar el juego y hacer que todos
participen.
4. RAJAB. Esta singular mujer regentaba un prostíbulo. Camino de la tierra prometida, Josué
que había sucedido a Moisés al frente del pueblo escogido por Dios, envío mensajeros espías
para inspeccionar el territorio enemigo de Jericó y pasar a su conquista. Estos se alojaron en
casa de Rajab. El relato bíblico describe cómo escondió a los espías israelitas en su casa,
protegiéndolos de la guardia del rey; Rajab terminó confesando su fe y adorando al
verdadero del Dios del cielo (Josué 2, 1-22; 6,22-25). Dios la bendijo salvando a ella y a su
familia de la muerte, cuando fue conquistada y destruida su ciudad de Jericó. Se incorporó al
pueblo de Dios, luego se casó con Salmón, fue madre de Booz, y tatarabuela del rey David y
aparece en la genealogía de Jesús: ¡Nada menos! (Mateo 1, 5-6). Rajab dejó su huella en la
historia, demostrando cómo Dios puede tomar un nombre insignificante y controvertido, y
por su gracia grabarlo con letras de oro para siempre.
Rajab, como Moisés, representa la lucha por conquistar un nombre digno y hacerse un sitio
en la historia y entrar en la alineación del partido. Su experiencia le reviste de una fortaleza y
liderazgo, capaz de defenderse y de poder sorprender la estrategia del contrario: excelente
defensa.
5. DÉBORA. En los momentos difíciles de su historia las naciones necesitan héroes que
ofrezcan motivos para la esperanza. En el amanecer de Israel como pueblo, Dios suscitó
diversos personajes que actuaron como auténticos líderes para defender a su pueblo: los
Jueces. Su historia con tintes de leyenda se cuenta en el libro que lleva su nombre: libro de
los Jueces. Nombres famosos fueron, entre otros: Barac, Gedeón y Sansón. Aparece también
un nombre de mujer, con tintes de heroína: Débora, jueza de Israel y profetisa del Señor.
Dejó una huella portentosa en la historia de Israel. Cuando el juez Barac no estuvo dispuesto
a liderar en solitario el movimiento emancipador de la opresión del pueblo cananeo, Débora
le acompañó valerosamente, arengando a la tropa (Jueces 4, 4-11). La victoria fue
contundente y Débora dio gracias a Dios, resaltando su ayuda en la victoria: es el famoso
cántico de Débora, una especie de poema que recoge los pormenores de la hazaña (Jueces
5, 1-31). Con su vida demostró que, por supuesto, Dios escoge a mujeres para liderar a su
pueblo, para comunicar sus mensajes divinos, e incluso para ganar importantes batallas.
La presencia de Débora en el centro de la defensa, como Jeremías, da a este equipo el
espíritu de lucha ante las adversidades, una cualidad especialmente presente en las madres
y que admiran los hombres. Su templanza en la victoria reviste de feminidad, pone un
guante de seda a la aparente rudeza de este deporte.
3. RUT. En la tradición judía no eran bien vistos los matrimonios con extranjeras. El caso de
Rut es una hermosa excepción. Rut no era judía, sino del país de Moab. Hasta su país emigra

Dios, también, juega al futbol 38


una familia judía de cierta riqueza, nacida en Belén: Elimelec y Noemí y sus dos hijos: Majlón
y Kilión. Rut se casará con el segundo (Rut 1, 4). Pero murieron todos los hombres y su
suegra Noemi quedó sola, en compañía de sus dos nueras. Noemí decide volver a su tierra
de Israel y una vez en su tierra liberó a sus nueras del compromiso y les invitó a volver a su
patria y encontrar nuevo marido. Rut decidió quedarse con su suegra, dejando un gran
ejemplo de amor y lealtad. Es sin duda la mejor nuera de la Biblia. Mujer decidida,
trabajadora, tenaz y fiel, amó a Noemí y no estuvo dispuesta a apartarse de su lado. Nos
dejó estas bellas palabras dirigidas a su suegra: donde tú vayas, yo iré; donde tú vivas, yo
viviré; tu pueblo es mi pueblo y tu Dios es mi Dios; donde tú mueras, yo moriré y allí me
enterrarán… (Rut 1, 16-17). Después se volvería a casar con Booz y será la bisabuela del rey
David. Rut, después de Rajab, es la segunda extranjera que forma parte del linaje de Jesús
(Rut 4, 13-21; Mateo 1, 5-6).
Rut, como Salomón, nos muestra la capacidad de adaptación a las circunstancias, buscando
siempre una solución cuando los demás solo plantean problemas. La nuera ejemplar rompe
el mito de las peleas domésticas, facilita la vida de equipo y sabe crear buen ambiente.
8. ANA. Ana es para nosotros un modelo de lo que una oración es capaz de conseguir. Ana no
podía tener hijos, lo cual en aquella época era un signo del olvido de Dios y, a veces, objeto
de burla por parte de las mujeres con hijos. Pero Ana confiaba en Dios y oró con fe
suplicándole que le concediese, al menos, uno. Dios le concedió lo que pidió y nació Samuel.
Y ella, agradecida, se lo devolvió a Dios, consagrándolo al servicio del Templo (1 Samuel 1, 1-
26). Ana, al dejar a su hijo en el Templo, elevó una oración, que comienza con estas palabras:
Mi corazón se alegra en el Señor; mi fuerza está en mi Dios, mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación (1 Samuel 2,1). Ana fue recompensada con cinco hijos más.
La constancia en la oración de Ana, le capacita para mantener el pulso que es necesario
sostener en el centro del campo, sin decaimientos, con un ritmo más de diesel que de
gasolina. Conviene a un equipo personas que, como los grandes orantes, siempre están
escondidas en segunda línea, como Juan Bautista, pero con una influencia decisiva en el
desarrollo del juego y la victoria final.
6. ISABEL. De pocas personas se dice lo que lo que leemos en el evangelio sobre Zacarías y su
esposa Isabel: ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todo los
mandamientos y ordenanzas del Señor (Lucas 1, 6). Ambos, ya ancianos, no veían cumplidas
sus expectativas de ser padres, a pesar de sus continuas oraciones. Pero, la constancia en la
oración termina alcanzando fruto: esta mujer piadosa tuvo el privilegio, en su vejez, de ser la
madre del precursor del Salvador, Juan Bautista. Isabel era pariente de María, la madre de
Jesús. El evangelio nos deja una de las páginas más hermosas en la narración del encuentro
de estas dos mujeres, llevando cada una en su vientre al hijo esperado. La visitación de
María a su prima Isabel provoca uno de los diálogos más profundo y tierno de la Biblia. Sus
palabras son conocidas porque se han convertido en oración. Isabel dice a María: bendita tu
entre las mujeres, bienaventurada porque has creído… María responderá: Proclama mi alma
la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador… me llamarán dichosa
todas las generaciones… (Lucas 1,39-56). Isabel ha dejado huella, al mostrar una plena
confianza y obediencia a la promesa de Dios de que sería madre en la ancianidad, superando
las risas y burla de sus convecinos. Detrás de un hombre del carácter de Juan Bautista, tenía
que haber una madre de la talla de Isabel.

Dios, también, juega al futbol 39


Isabel, como Isaías en el equipo masculino, aporta un bello equilibrio: sabe manejar tanto el
pasado como el futuro; ella pertenece ese «resto de Israel» que, con profundo realismo,
sostuvo la esperanza contra todo pesimismo, aguardando al Mesías Salvador; es experta en
acogida y vaticinar una victoria final.
10. ESTHER. Su curiosa historia, de fotonovela casi, se cuenta en el libro que lleva su nombre.
Esther era bonita, inteligente, sensata y valiente. Una chica israelita que vivía como
refugiada en el imperio persa. En un momento, al rey de Persia, Asuero, le organizaron un
concurso de belleza para buscarle esposa, ya que había repudiado a la reina Vasti (Esther 2,
1-20). Esther fue preferida por el rey y ganó el concurso, convirtiéndose en la nueva reina, a
pesar de ser una emigrante. En un momento en el que su pueblo, el pueblo judío deportado
a Persia, estuvo a punto de sufrir una masacre debido a rivalidades y envidias, ella fue muy
valiente y arriesgó su vida para salvar a sus paisanos. Dios concedió belleza, gracia e
inteligencia a Esther y ella no la utilizó para su propio antojo e interés sino en favor de su
pueblo. Deja su huella en la historia, uniendo un rostro bonito a un espíritu tenaz y completa
disposición al sacrificio. Esther es un prototipo de influencer que no usa su popularidad para
el propio beneficio, sino que se sacrifica por el conjunto. Tiene la fuerza de las auténticas
líderes mediáticas.
Esther emplea su influencia y popularidad para beneficio del equipo y no para alimentar su
propio ego. Su conexión con la grada incita a animar continuamente, hasta el pitido final del
partido. Ejerce de capitana: su inteligencia le hace saber trasmitir con dulzura y firmeza las
indicaciones del entrenador a lo largo del partido.
7. MUJER SAMARITANA. No sabemos su nombre, pero si conocemos su procedencia: esta mujer
casi anónima era de Samaria, una región, no bien vista, que había que atravesar para pasar
de Galilea hasta Judea y llegar a Jerusalén. Su historia la conocemos por un episódico
encuentro con Jesús, junto al pozo de Sicar, que el patriarca Jacob donó a su hijo José:
estando solo Jesús junto al pozo -los discípulos habían acudido al pueblo en busca de
provisiones-, se acerca una mujer samaritana con su cubo a sacar agua y acarrearla hasta el
pueblo. El encuentro y el diálogo entre esta mujer anónima, una samaritana, y Jesús de
Nazaret, un judío, mereció casi un capítulo completo del evangelio de Juan. Curiosamente,
samaritanos y judíos no se hablaban (Juan 4, 8) lo que sorprendió a los discípulos al ver a su
Maestro en animado coloquio con aquella mujer.
Una anécdota: Jesús pide a la samaritana que le dé agua, ya que él no tiene cubo para
sacarla; ella, le recrimina que siendo judío hable con una samaritana. Jesús se preocupa por
la vida de aquella mujer insatisfecha, nada ejemplar, y le ofrece otra agua, que no necesita
cubo para sacarla y que calma la sed de felicidad y da vida eterna… Ella le suplica que le dé a
beber de esa agua y Jesús aprovecha la ocasión para darse a conocer y agregarla al grupo de
sus discípulos. Y aquella mujer corriente se convierte en una misionera exitosa sin necesidad
de argumentos o elocuencia, sino solamente contando su experiencia personal (Juan 4, 39).
Minutos antes era la comadreja del pueblo, minutos después fue la primera en dar a conocer
al Salvador a sus paisanos. La mujer samaritana nos enseña que Dios no escoge siempre a la
persona más capaz o mejor posicionada. Jesús deseó encontrarse con esa mujer, se acercó,
la buscó, y la convirtió en lo que podía llegar a ser.
La Samaritana aporta al equipo un descaro apropiado para poder romper la monotonía de
un partido. Su larga experiencia de vida le hace manejar el ritmo del juego, evitando la

Dios, también, juega al futbol 40


apatía; a la vez, su espontaneidad aporta al ataque una improvisación y atrevimiento que
hace romper las previsiones de la defensa contraria. Una jugadora así, anima un partido.
9. MARÍA MAGDALENA. Estamos ante una mujer sorprendente, de temperamento apasionado…
una mujer de extremos: profundamente pecadora, radicalmente convertida. Su historia nos
demuestra que el cristianismo no se encierra en unas prácticas religiosas frías,
correctamente ejecutadas, sino que toma la belleza de su atracción de la experiencia de un
encuentro con Jesús: encuentro que cambia la vida. María Magdalena es una mujer
pecadora pública, que incluso es posible que se librará de un apedreo, castigo dado a las
adulteras; así se recoge en una de las escenas más espectaculares del evangelio que nos ha
dejado una sentencia convertida en refrán: quien esté libre de pecado, que tire la primera
piedra (Juan 8,1-11). Su encuentro con Jesús la convirtió en una discípula fiel: después de
conocerlo, María nunca más quiso separarse de su Maestro, lo amó como pocos, fue su gran
amiga, lo ungió antes de su sepultura (Juan 12, 1-8), le acompañó a los pies de la Cruz, junto
a María la madre de Jesús y el discípulo Juan, (Juan 19, 25-27); y fue, grandioso privilegio, la
primera en ver al Resucitado y ser la portadora de esta buena noticia a los mismos apóstoles
(Juan 20, 10-18). El papa Francisco le ha reconocido el rango de apóstol.
María Magdalena, con su vida, nos enseña a emplear un ariete que sea capaz de abrir las
defensas más cerradas: las del prejuicio. La fe choca, hoy, con defensas muy pobladas; para
franquearlas se necesita un arrojo, una valentía, la parresia de Pablo o de María Magdalena:
sus encuentros con Jesús provocaron un amor apasionado que es la clave de una nueva
evangelización, hoy.
11. MARTA. Su nombre viene asociado a María y Lázaro, sus hermanos (Juan 11, 1-44). Los
tres forman una familia de Betania, a cuya casa Jesús de Nazaret acudió con frecuencia en
busca de amistad y descanso. De suyo, ha quedado un dicho popular: «todos necesitamos
nuestra pequeña Betania». Curiosamente en aquella familia de Betania, el varón, Lázaro,
tiene un papel secundario, "no dice ni mu": las protagonistas son siempre Marta y María.
Pero en aquella familia, Marta siempre ha llevado la voz cantante. Es una de las mujeres que
incluso llamó la atención al mismo Jesús por llegar tarde a casa para impedir la muerte de su
amigo: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto... El Maestro reclama
de Marta una confesión de fe en su poder salvador que nos traerá la vida eterna. Y Marta
confiesa: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que tenía que venir a este
mundo… (Jn 11, 25-27). Las dos hermanas intervienen en una escena con Jesús que se ha
convertido en una enseñanza capital para nuestra vida espiritual: en una visita de Jesús a sus
amigos, Marta se afana por preparar la comida y María parece que se escaquea sentándose
a los pies de Jesús, para oírle; la activa Marta, reivindica ante el Maestro: Señor ¿no te
importa que mi hermana me deje sola para el servicio? Dile que me ayude… Sin embargo,
recibe una advertencia en forma de corrección: Marta, Marta, andas inquieta y dispersa en
muchas cosas y solo una es necesaria; María ha escogido la mejor parte, y nadie se la
quitará… (Lc 10, 38-41). Jesús resalta la necesidad de manejar bien el tiempo, sabiendo
compaginar el servicio de Marta y la oración de María.
Marta aporta al equipo su disponibilidad y sus dotes domésticas de mando, que brotan de su
amor al Maestro y su caridad hecha servicio. Como Juan evangelista, su energía y
disponibilidad levantan al conjunto cuando las fuerzas parecen debilitarse; Marta nos
muestra que cuando el equipo parece arrastrase, la caridad «le da alas».
De forma gráfica, y según la posición táctica, ofrecemos este once titular:

Dios, también, juega al futbol 41


1. SARA
2. REBECA 4. RAHAB 5. DÉBORA 3. RUT
8. ANA 6. ISABEL 10. ESTHER
7. SAMARITANA 9. MARÍA MAGDALENA 11. MARTA

Como entrenadora: MARÍA DE NAZARET. Esta sencilla mujer fue escogida por Dios para
entrenar, y educar hasta la madurez a su hijo, el ser humano que recibió el encargo más
grande de la historia: Hijo de Dios y de María, Jesús de Nazaret estaba destinado desde
siempre a ser el Salvador del mundo. Mujer de comunión y concordia, no excluyente, se
dejará aconsejar por el entrenador de los Galácticos, su propio Hijo, que siempre acude
acompañado del vuelo de la paloma, a la que ella prometió fidelidad para siempre. Su
extrema dulzura creará un excelente ambiente en el vestuario, su fortaleza, aquilatada en la
experiencia de haber visto morir al propio hijo, infundirá un espíritu de lucha hasta alcanzar
la victoria final.
La primera entrenadora ha querido buscarse una ayudante. Su nombre es EVA: Quizás
sorprenda su designación. Escuchar o leer el nombre de Eva, causa cierto malestar en buena
parte del mundo cristiano. Ciertamente, como narra la Biblia (Génesis 1, 26-31; 2, 14-3, 4:1,
25-5:2), Eva cometió un error: era una mujer de un carácter fuerte, mujer valiente,
independiente, entusiasta y con grandes aspiraciones, que la llevaron aquella tarde a morder
el fruto y provocar la caída. Pero, más allá de su huella dolorosa en el relato bíblico, Eva,
junto a su esposo, experimentó un profundo arrepentimiento. No dejó que esa mancha
arruinase por completo su futuro ni el de su descendencia; se esforzó y crio dos hijos que
alcanzaron fama: Caín y Abel. También, ella tuvo que sufrir el drama de la lucha fratricida:
Caín mató a Abel. Pero se levantó del drama, engendrando un tercer hijo: Set. Vivió muchos
años; pudo enseñar a nietos y tataranietos la bondad y la misericordia de Dios y mostrarles,
incansablemente y a través de su propia experiencia, las bendiciones de la obediencia y la
lealtad al Dios Eterno.
Al poner a Eva como ayudante, María de Nazaret se asegura el asesoramiento de una mujer
de experiencia en el partido de la vida y con una capacidad de reacción sorprendente ante
cualquier adversidad. Eva y María: dos nombres que convierten la posible derrota en una
victoria aplastante.

Nota final. Puede sorprender que Dios, desde la eternidad, haya previsto ya un papel
importante para la mujer en el "partido del Milenio". Sin embargo, es lógico: el mismo Dios
Padre creó al hombre y a la mujer ex aequo; cuando cayeron y se perdieron en el laberinto
del pecado, fueron rescatados por el Hijo de Dios al mismo tiempo; y en el proyecto de
salvación ideado por el Padre para rescatar a sus hijos se sirvió de una mujer para ser la
Madre del Salvador. El mismo Espíritu, que descendió en forma de paloma, se posó sobre los
apóstoles y María y las otras mujeres, abriendo su mente y su corazón para cumplir la misión
de anunciar al universo la Buena Noticia de su salvación. Dios nunca ha manifestado
predilección por un sexo, aunque a veces sus fieles le han malentendido… Dios siempre se
goza en la plena realización de sus hijos, que ponen en juego los dones recibidos, a los que
Jesús llamó talentos, para alcanzar la excelencia de la perfección: la santidad.

Dios, también, juega al futbol 42


EPÍLOGO

¿QUIERES JUGAR?

ESPERO QUE TE HAYA DIVERTIDO ESTA LECTURA. Y, sobre todo, que no te haya escandalizado. He
pretendido poner unos ingredientes para cocinar ahora una lección de Teología espiritual,
quizás atrevida. Las grandes estrategias se urden en la cocina. Atención:
Dios Padre está dispuesto a todo con tal de acercarse a sus hijos. Esta ha sido su pasión
desde la eternidad: creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza para poder dialogar
con ellos cada atardecer en el paraíso y, cuando se interrumpió este diálogo por el pecado -
el pecado fue que el hombre y la mujer no se contentaron con jugar sino que también
quisieron convertirse en árbitros del partido-, Dios Padre ideó todo un plan para rescatar al
hombre y la mujer, la obra más hermosa de la creación, y ofrecerles de nuevo no solo su
protección de creador sino su amor de padre. Para ejecutar este plan divino envió a su
propio Hijo Jesucristo para rescatar de la perdición al género humano y poder de nuevo
relacionarse con él como un padre se relaciona con sus hijos: ¡hasta jugando!
Mezclar a Dios en nuestros juegos no es banalizar lo sagrado sino elevar lo humano a la
dignidad de lo divino. Cuando, hoy, se quiere expulsar a Dios del terreno de juego de
nuestras vidas, debemos hacer lo imposible, con imaginación y atrevimiento, para devolver a
Dios a lo cotidiano: nuestro Padre Dios está dispuesto, para acercarse a sus hijos, hasta a
jugar al futbol con ellos. Porque para Dios nada de lo humano es desconocido: una devoción
popular nos ha presentado a su Hijo, ya desde pequeño, jugando con la bola del mundo,
quizás un ancestro del balón de futbol.
Dios creador puso, al inicio de los tiempos, al primer hombre y a la primera mujer en el
paraíso… donde la amistad entre el creador y su creatura generaba un clima de paz y de
concordia maravilloso: no en vano señalamos como "estar en el paraíso" la máxima felicidad.
Pero, perdida la seguridad del Edén, cada uno de los hijos de Adán y Eva, los hombre y
mujeres de todos los tiempos, vivimos la vida en medio de un mundo que se ha convertido
en una cancha de juego, a veces hostil: en el partido de la vida, con frecuencia jugamos en
campo contrario. Pero este partido, todos los que hemos nacido, no podemos rehusar
jugarlo. La vida del ser humano se parece a un partido de futbol; un partido que intentamos
prolongar pidiendo prórrogas: aunque no nos guste el juego, desearíamos que no se acabase
nunca. Pero, no se trata simplemente de soportar el paso del tiempo, intentando echar
balones fuera; tanto en el futbol, como en la vida, queremos ganar. Y para ganar en el
partido de la vida es necesario encender en nuestro corazón la luz del Espíritu Santo,
dejarnos guiar por él y jugar en equipo.
Y no es fácil encontrar equipo; los importantes tienen sus managers, sus expertos en
fichajes, que solo enrolan a los mejores. Pero a mí, que a lo mejor ni me gusta el futbol o tan
solo he colado un gol desde el sofá de mi salón ¿qué equipo va querer ficharme?, ¿a qué
entrenador puedo ofrecer mis servicios? No lo tenemos fácil, aunque se hayan equiparado el
número de ligas masculinas y femeninas.

Dios, también, juega al futbol 43


También en estas circunstancias, como siempre, Dios con todo su poder: Padre, Hijo y
Espíritu, viene en mi ayuda. Dios gestiona un equipo abierto, y nos brinda la posibilidad de
jugar en él. Nos ofrece dos equipos galácticos: uno masculino y otro femenino, sin
exclusiones, para indicarnos que de ellos podemos aprender cómo jugar en el partido de la
vida y asegurar la victoria, que no es otra que la felicidad eterna… más allá del goce
momentáneo de alzar una copa que, el año siguiente, puede pasar a otras manos. Sí, aunque
se rompan las leyes del mercado, yo puedo estampar mi firma en el equipo de Dios,
asegurándome un contrato de por vida: Jesús, el entrenador más famoso de todos los
tiempos, quiere que juegue en su equipo y María de Nazaret tiene una lista abierta en su
selección femenina. Pero, Dios, Trinidad Infinita, no fuerza a nadie… sugiere, invita con
ternura para que nuestra libertad, el don más hermoso que nos ha dado, decida sumar
nuestra voluntad a la suya.
Para formar parte de este equipo galáctico, para conseguir jugar en él y no desentonar, debo
ir apropiándome su táctica y entrenando las cualidades y virtudes de sus jugadores y
jugadoras. Y debo trabajarlas todas porque no sé en qué puesto y con qué dorsal me va
poner a jugar el entrenador en el partido decisivo de la vida. Vamos a recordar la táctica y las
cualidades requeridas.
Necesitamos trabajar la fe, que colocó a Abraham y a Sara, como porteros del equipo más
famoso de la historia; sin fe, si falla la portería, difícilmente funciona el resto del equipo… Se
trata de no vacilar en las salidas para despejar los balonazos que nos lanza la vida… la
victoria de un equipo, comienza a gestarse en una sólida defensa, evitando el gol de la duda:
la fe ciega en el entrenador es la primera motivación de un equipo… y tenemos al mejor
entrenador de la historia.
Debemos esforzarnos en aquilatar la esperanza, que fortaleció a Isaías e Isabel para alentar
al equipo en los momentos fundamentales de cambio de la historia: pasar del Antiguo al
Nuevo Testamento, una especie de primer y segundo tiempo del partido de la vida,
sabedores de que la victoria puede legar en el último minuto. ¡Cuánto buenos primeros
tiempos se han derrochado en una segunda parte desastrosa! Así, también en la vida.
Es imprescindible ejercitarnos en la caridad, que tanto Juan Evangelista como Marta
practicaron y nos dejaron ejemplos vivos de ello, para que el partido de la vida no decaiga:
entre las tres virtudes que generan un buen jugador o jugadora, la caridad es la más
importante y duradera… seguirá más allá del pitido final del partido, cuando al concluir el
partido en esta vida llegue el goce eterno de la victoria. Ya lo afirmó Pablo: fe y esperanza
desaparecerán y solo quedará el amor.
A estas virtudes: fe, esperanza y caridad, se les llaman virtudes teologales porque nos unen a
Dios. Son la columna vertebral que sostiene el equipo: fe, en la portería; la esperanza en el
centro del campo; y una apasionada caridad en la delantera… El resto de los jugadores y
jugadoras, con sus propios dones y virtudes, van aportando variantes al juego para hacerlo
más llamativo, vistoso, contundente en la victoria.
Moisés y Jeremías, Rahab y Débora, forman la dupla del centro de la defensa. Estas parejas
de juego nos enseñan un cuarteto de virtudes llamadas cardinales: prudencia, justicia,
fortaleza y templanza; son como los cuatro puntos geográficos, que aglutinan el juego: la
fortaleza de Moisés, como líder; el afán de justicia de Jeremías como profeta; la prudencia
de Rahab que protege al desvalido, la templanza delicada de Débora en la victoria,

Dios, también, juega al futbol 44


conforman una equipación de llamativo diseño, que hace a quien la viste más fuerte y
poderoso para la victoria.
David y Rebeca, desde el lateral derecho de la defensa, nos dejan también unas actitudes
básicas para jugar este partido: saber levantarse cuando se ha caído; cuando hemos
cometido algún error y nos encerramos en él, paralizamos el juego y debilitamos nuestra
capacidad para colaborar en el juego de conjunto del equipo: aprender del propio error nos
empuja a salir al ataque con renovadas energías.
Salomón y Rut, son ejemplo de adaptación a lo que va ocurriendo en el partido de la vida; el
rey Salomón nos enseña a discernir los acontecimientos, a valorar con sabiduría lo que
ocurre y emitir nuestros juicios con equidad; Rut es ejemplo de manejo de las cosas
pequeñas y cotidianas, que a veces las sobrevaloramos haciendo montañas de una mota de
polvo… Se trata de poner criterio en el ritmo del partido, sin excesos, sabiendo que dura
noventa minutos y puede haber prórroga.
Ana, la madre de Samuel, y Juan Bautista, son titulares en este equipo sorprendente por su
humildad; valor o virtud que les da la capacidad de jugar para el equipo, evitando la egolatría
que nos encierra en nuestro propio yo, olvidando al conjunto. Ana supo estar con discreción
en segunda línea, en la intimidad y silencio de la oración, alentando la vida de su hijo
Samuel, el gran profeta. Juan Batista es ejemplo maravilloso de desaparecer de la escena
cuando ha cumplido su misión, sabiendo entregarse a la causa del equipo hasta dar la vida.
Esther y Pedro, que ostentan el brazalete de capitán en sus equipos respectivos, se destacan
por su capacidad de aglutinar al conjunto, creando auténtica comunidad. Vigilan el
desarrollo de la táctica diseñada por el entrenador y son su prolongación en el terreno de
juego. Tienen la virtud de conectar con la grada y alentar a los espectadores a que animen al
equipo. Son los encargados de corregir los posibles errores tácticos y de dialogar con el
árbitro para asegurar la buena marcha del partido. Promueven que un número muy variado
de jugadores y jugadoras jueguen con un autentico espíritu comunitario: espíritu eclesial.
Samuel y la mujer Samaritana, reflejan esa actitud inconformista que no se contenta con lo
establecido: saben buscar nuevos caminos, no quedarse en lo que de forma confusa
denominamos como "normalidad", confundiéndolo con lo que ocurre con frecuencia,
aunque sea equivocado. Pueden incluso, a veces, jugar al borde del reglamento con tal de
llevar a cabo los planes del entrenador: si hay que cambiar incluso a un rey, se le cambia; si
hay que confesar los errores de la vida, se confiesan… lo importante es que el partido salga
adelante. Son expertos en luchar contracorriente.
Pablo y María Magdalena son los arietes en sus respectivos equipos. El ariete tiene la misión
de derrumbar barreras, de abrir brecha en las murallas más cerradas. Se caracteriza por su
valentía, parresia la llamó Pablo. Pablo y Magdalena, Magdalena y Pablo, viven con
intensidad el partido porque están marcados de una profunda experiencia: los dos se han
encontrado cara a cara con su entrenador Jesús y quedaron seducidos por él… Ahora están
dispuestos a todo para llevar a cabo, en el terreno de juego de sus vidas, el plan de su
Maestro: enamorados, no pueden dejar de hablar de él.
► ¿Verdad que es un equipo muy completo? ¿Por qué no te
imaginas formando parte de estos equipos galácticos?
► ¿Quieres jugar? El árbitro acaba de dar el pitido inicial y el
balón se ha puesto en juego: ¡Lo tienes en tus pies!

Dios, también, juega al futbol 45

También podría gustarte