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Ahora voy a contar de qué trata el epílogo del Conde Lucanor.

Su nombre
es “lo que sucedió a un rey cristiano que era muy poderoso y soberbio”.
En la primera parte el relato empieza con una conversación entre el
Conde Lucanor y su consejero Patronio. Le pide un consejo: quiere saber
si es mejor ser humilde o ser soberbio ya que él es conde. El piensa que
si es humilde la gente pensará que es débil.

En la segunda parte Patronio para mostrarle un ejemplo le cuenta un


relato. En ella se cuenta la historia de un rey muy soberbio y orgulloso.
Un día en su presencia sonó un canto religioso en el que se decía que
Dios humilló a los poderosos y ensalzó a los humildes. Al oír eso el rey
mandó cambiar la letra para decir que Dios ensalzó a los poderosos en
vez de a los humildes. Esto a Dios no le gustó y quiso darle una lección.

Un día el rey fue a una casa de baños acompañado de sus sirvientes.


Mientras él estaba bañándose Dios envió a un ángel para que se hiciera
pasar por él. Se vistió con sus ropas y se fue al castillo acompañado por
sus criados. Al no saber nada el rey se enfadó porque nadie le
contestaba. No estaba su ropa y solamente encontró una ropa vieja y
pobre. Enfadado, fue hasta el castillo y ordenó al guardián que le abriera
la puerta y le acompañara disimuladamente hasta sus aposentos para que
nadie le viera con esas ropas. Pero el soldado, al haber acompañado
antes al que él creía el rey y verle así vestido, no le creyó. El rey le atacó y
el soldado le pegó con el mango de la maza.

Como no pudo entrar al castillo fue a casa de su mayordomo pero


tampoco le creyó. La misma suerte tuvo cuando fue a ver a su esposa, la
reina, que mandó darle una paliza y le llamó loco. Tuvo que estar un
tiempo en el hospital para curar sus heridas, y después de todo esto él
creyó que estaba loco de verdad. Pedía por las calles y la gente se reía de
él ya que iba diciendo que era el rey.

Dios, al ver que estaba arrepentido, le dijo al ángel que se reuniera con él.
El ángel le pidió que se confesara y él le contó todos sus pecados. Al
acabar, como vio que estaba arrepentido de verdad, el ángel le dijo que
era un enviado de Dios y que en verdad era él el rey. A partir de entonces
volvió a ser el rey, fue humilde y sirvió muy bien al Señor.

En la tercera parte Patronio, después de contar la historia, aconseja al


conde que para obtener la gracia de Dios sea humilde pero sin perder su
rango y que haga buenas acciones. Ya que el relato le había gustado
mucho el conde pidió a dios que le diera fuerzas para ponerlo en práctica.

En la cuarta parte Don Juan Manuel escribe un pareado de dos versos


para enseñar la moraleja los cuales dicen que a los justos y a los
humildes, dios los ensalza / a quienes son soberbios, Dios los rechaza.

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