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INSTANTE

Siento el terror de una noche sin Dios y sin Destino

tras las torpes acrobacias de la vida.

Ahí te espero, detrás de cada mirada insomne

en un oscuro cuarto apenas barrido.

En un surco enmohecido,

ahí te espero,

en el sinsentido de las hojas caídas del otoño

ya sin abriles, ya sin camino.

En el susurro infiel de los amantes,

en la leche derramada,

en cada recodo del camino.

Busco tu voz en la noche y en la niebla,

remuevo cada piedra y cada hoja,

aunque ya nada es lejanía

y nada se oculta tras las ramas secas

de los viejos árboles podridos.

Dónde estás? Dice mi voz,

no en el plato orondo de los reyes,

ni en la sopa de los pobres campesinos,

ni en la honduras de los valles,

ni en las alturas de los montes,

ni en la mirada seca de los muertos.

Ayer, entre tanto agobio

descubrí la huella de tus pasos en las piedras del acantilado,


frente al mar

y los seguí.

Sin la valentía juvenil,

ni el recuerdo insensato de tanta sonrisa inútil.

Seguí la estela que dejó tu barca

y aun sin verte,

tu presencia batió mis remos.

Cesó el esfuerzo y el dolor

y por un instante,

sí, sólo por un instante,

la coraza desnudó mi corazón

y mis ojos se inundaron de tu luz.

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