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Con este nuevo panorama político, en donde la cabeza del Estado

estaba en manos del emperador, fue necesaria la creación de una serie


de oficiales al servicio del emperador, quienes estaban bajo su voluntad,
con el fin de hacer frente a los problemas que la práctica política
demandaba. En principio, no fueron considerados como representantes
del Estado, sino como empleados particulares del príncipe a sueldo. La
duración de sus cargos dependió de la voluntad del princeps y gozaban
de importantes emolumentos, fijados según criterios jerárquicos.
Existían aquellos que gozaron de un poder delegado (funcionarios
imperiales), de los simples funcionarios (oficinas centrales) y del consejo
imperial (consilium principis).

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Funcionarios imperiales
Eran nombrados directamente por el emperador y no gozaban de
un imperium o potestas propios, sino únicamente de facultades
delegadas que les podían ser retiradas en cualquier momento.
Procedían tanto del orden ecuestre, como del senatorial. No estuvieron
sujetos al principio de colegialidad, ni el de la temporalidad. Fueron
divididos en diversas categorías: lugartenientes, prefectos,
procuradores, curadores y oficiales menores.
Oficinas centrales
Los funcionarios imperiales que trabajaban directamente bajo las
órdenes del emperador eran los empleados de la cancillería imperial,
quienes realizaban todas las funciones inherentes para el despacho de
los asuntos relacionados con el emperador, como los de
correspondencia, archivo, solicitudes, administración de sus propios
bienes, etc.
En la época
de la
dinastía de
los Julio-
Claudia (27
a.C.-68 d.
C.), la
cancillería
imperial
estuvo en
manos de
libertos,
alcanzando
un influjo
político tan
importante
que
irritaron al
orden
senatorial.
Desde
fines del
siglo I d. C.
se inició
una
reforma,
culminada
por
Adriano
(117-138),
por la que
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Consejo imperial
A fin de tomar decisiones importantes, el emperador se hacía asesorar
por especialistas, sobre todo en materia jurídica. Adriano fue quien
organizó de forma importante a este órgano imperial integrado por
altos funcionarios, destacados senadores, jefes de oficinas de la
cancillería y jurisconsultos a sueldo.

El consilium actuaba en toda clase de asuntos importantes:


administración de la justicia, elaboración de normas jurídicas, política
exterior, asuntos militares, política interior, nombramientos, finanzas,
etc. Particularmente importantes en el desarrollo del derecho fueron las
actuaciones del consejo que asesoraba al emperador en asuntos
jurídicos, informándole técnicamente sobre los casos rutinarios que se
le presentaban y que debían ser tramitados por su cancillería. Su
competencia no estuvo limitada; al contrario, se extendió además a las
cuestiones judiciales, legislativas y políticas, de tal forma que bajo el
Dominado sustituyó con el nombre de consistorium al senado.

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