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14 – Febrero - 2011

HISTORIA DE AMÉRICA: ESPACIOS Y SOCIEDADES

Modelos de ocupación y adaptación al medio


Existen diferentes organizaciones del espacio: políticas, religiosas, judiciales
(las audiencias), etcétera. Los españ oles dividieron el espacio en funció n del tipo
de sociedades que encontraron: no actuaron del mismo modo en la
desembocadura del Río de la Plata que en Mesoamérica. En esa organizació n del
espacio partieron tanto de su propia experiencia peninsular como de los tipos de
sociedad que encontraban a su paso, pero será de este ú ltimo factor del que parta
la respuesta de los españ oles. Tendrá n una primera etapa, la caribeñ a, que
funcionará de conocimiento y aclimatació n1; allí recogen informació n para sus
objetivos: qué zonas interesan y cuá les no. Es una etapa mercantilista y los metales
preciosos son clave, junto con las especias, el ú nico producto cuyo precio es capaz
de costear un viaje tan largo y hacerlo rentable.
Ya en la segunda etapa debemos diferenciar entre las zonas que les han
interesado. Son zonas que hoy llamamos áreas nucleares, y que se caracterizan por
tener una gran riqueza en minas de oro y plata, como Zacatecas o Potosí, y ademá s
un nivel demográ fico elevado. Existen así mismo teorías que piensan en la
importancia del sedentarismo de sus pobladores, ya que, como sociedades
agrícolas, las gentes está n má s habituadas al trabajo diario durante horas. Otras
culturas, como la de los kwakiutl de Norteamérica, se desenvuelven en una
economía no agricultora pero en un sistema sedentario. Mesoamérica y los Andes
son esas dos zonas que han sido consideradas nucleares, por poseer estas
características.
Los españ oles controlaron el espacio haciendo uso de la ciudad, de la
repoblació n del espacio y la aglutinació n en ciudades o pueblos, como había sido
comú n durante la Reconquista. Pero, en la América nuclear se ha usado también la
ciudad como eje político, social y econó mico de control y organizació n.
Organizaron el inmenso territorio en virreinatos, gobernados por un virrey Alter
Ego del monarca. En México situaron su gran capital en Tenochtitlá n, sobre la que
se depositaron los cimientos de la Ciudad de México; en el Perú , sin embargo, no se
aprovechó Cuzco con el mismo fin, dada su difícil ubicació n en el corazó n de los
Andes, sino que se fundará , en 1535, la Ciudad de los Reyes, junto a una punta
costera en la que se construirá el puerto de El Callao. Esas dos capitales, México y
Lima (Ciudad de los Reyes), sirvieron como ejes sobre los que se organizaría el
espacio, tanto en el plano econó mico, como demográ fico, como también político y
administrativo.
Respecto a las zonas mineras, lo cierto es que no quedan cerca de las dos
grandes capitales, por lo que hubo que llevar a cabo un sobreesfuerzo para
avituallarlas; tal cosa ocurrió en las minas mexicanas, en los desiertos del norte,
pero también en Potosí, que llegó a convertirse en la ciudad má s poblada de
América con varios cientos de miles de almas, hasta su decadencia en el s. XVII con
el agotamiento superficial de las minas.

1
Lo que Francisco Morales Padró n llamó el vivero antillano.

1
Los virreinatos generaron polos de atracció n, se organizaron los espacios en
funció n del avituallamiento de las zonas mineras. Así mismo, estos espacios se
hicieron estancos, impidiendo su desarrollo, para así beneficiar al viejo monopolio
sevillano, que en los albores del XVIII se mostró mortecino e inú til, pero que hasta
entonces fue santo y señ a del comercio españ ol con Indias, y cuya eliminació n no
fue posible ni tolerada. No obstante, el comercio ilegal se encargó de naturalizar
una ruta comercial tan ló gica como era El Callao-Acapulco, y sin que la corona
pudiera beneficiarse de ella directamente. Ademá s, el comercio legal dejó también
sus réditos en América, ya que los circuitos comerciales beneficiaban
necesariamente a otros sectores comerciales locales.
La sociedad, todavía estamental, se ordenó también por criterios
pictocrá ticos. Hay una tendencia hacia el aseñoramiento, ya que la encomienda fue
clave para comprender los intereses castellanos en el Nuevo Mundo, pero también
al aplebeyamiento, donde todos, incluso los hidalgos, tuvieron que emplear sus
manos para reconvertir el suelo indígena en tierra castellana. Por tanto tenemos en
la América españ ola una sociedad distinta y original, donde la movilidad gozaba de
mayores posibilidades que en la península. Bajo los blancos estaba la nobleza
indígena, y en el s. XVII el mestizaje es tan fuerte que la sociedad se ha
complejizado y resulta imposible comprender sus valores ateniéndonos só lo a los
criterios de la Españ a peninsular de entonces.

15 – Febrero - 2011

Ambos subespacios…

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