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LOS SENTIDOS DE LA CIUDAD: SOBRE CÓMO MUJERES Y HOMBRES ORDENAN SUS ESPACIOS VITALES

diseña y los albañiles que construyen. Sin embargo también se ha dado un caso78, casi

rayano en la militancia, en que la propia familia fue la que puso manos a la obra en la
construcción del espacio donde quería vivir79. En esta ocasión la historia de la propia casa,

como estructura de cobijo, es la historia de la propia familia. La familia y sus lazos se han
ido forjando entremezclados con la forja de la vivienda, de manera que las vicisitudes de
su construcción material son otras tantas vicisitudes de la historia familiar.

Ahora sí, lo que ha sido una tónica en todas las familias de clase alta estudiada es el hecho

de que la mujer interviene predominantemente en el diseño de la casa frente al esposo80.


A fin de cuentas es la mujer quien va a pasar más tiempo dentro de ella, la que, como

cuidadora, conoce mejor las necesidades presente y futuras de la familia y la que, por
tanto, tiene un criterio más exacto de cómo debe de ser el hogar. El varón, por el contrario,

se pasa la mayor parte del tiempo fuera de la casa, trabajando e ignorando todo lo
concerniente a la reproducción familiar81. Lo que sí sucede en esta distribución de las
labores en la construcción de la vivienda es que el hombre establece el límite económico, y

la mujer es la que, moviéndose dentro de ese margen, tiene capacidad para decidir la
distribución, el estilo, etc82.

78
De nuevo esta diferencialidad viene desde las clases altas ilustradas y universitarias; nunca de la
clase alta empresarial y menos de los nuevos ricos.
79
(…) y sí, cuando estábamos aquí, una vez, fuimos construyendo la casa muy poco a poco.
Ahorita ya la ven más hecha pero, realmente no había puertas. Esto no existía. Cerrábamos los
cuartos nada más y la cocina y un día sacamos un burro de aquí, sí ha habido, digo era diferente…
F.C. ¿Y el diseño y eso quien lo decidió?
S. Entre los dos, la terraza esa la hicimos entre mi hijo y yo. Nosotros pusimos los techos las tejas,
este cuarto mi hijo y yo lo hicimos le pusimos la teja, las puertas yo las hice. (Hombre, San Isidro,
clase media alta)
80
Esta circunstancia ha sido destacada también por Mari Ángeles Durán, 2008: 35.
81
Como él también quería que yo me sintiera a gusto, que yo buscara un lugar donde yo me
sintiera tranquila, y en paz, porque él viajaba a Centroamérica. Él trabajaba todavía con la
empresa, y él viajaba mucho por toda Centroamérica, entonces me dijo, “yo necesito que busques
una casa donde tú te sientas a gusto y estés en paz” (Mujer, zona Panteón Vallarta, clase media
alta).
82
(…) pero mi marido dijo – yo no quiero que te pases de 250 metros. de construcción, 280 metros
y punto. A ver cómo le haces, pero yo no quiero más. (Mujer, Los Olivos, clase alta)
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El ideal último para estas clases altas es que el espacio sea una expresión de la identidad83.

Que las limitantes económicas, arquitectónicas y espaciales sean las mínimas en la


expresividad identitaria. Una casa conseguida, por tanto, es una casa donde el peso de la

materia desaparezca por entero y sólo se vea el despliegue de la identidad de su familia. Y


es aquí donde puede observarse, incluso la aspiración del buen gusto. El buen gusto no es
el que sigue un determinado estilo, un determinado canon, un patrón evidenciado en las

revistas de decoración y arquitectura. El buen gusto es aquel que se despliega con criterios
propios sobre el espacio, el que sólo se amolda a la expresión de la propia identidad84.

Existe un complemento fundamental a la construcción en el posesionamiento de los

espacios y en la expresión identitaria. Es la construcción hacia adentro de los detalles, la


decoración85. La decoración implica otra oportunidad para revestir con una segunda piel

propia a la primera piel de muros, alturas y ladrillos con que se levantó la vivienda. Por eso
la decoración es vital para las clases sociales que no pudieron aspirar a acomodar a sus
deseos el espacio de la vivienda, y que se vieron obligadas a comprar y habitar una

vivienda ya construida por otros. La decoración, para ellos, es la única oportunidad de


apropiación como expresión de la identidad, más allá del primer y más básico paso del

posesionamiento como propiedad legal. Así, las clases medias y algunos individuos de las
clases medias altas tienen en la decoración la oportunidad de hacer suyo un espacio

comprado ajeno, diseñado por un arquitecto pensando en el consumidor prototípico ‘x’.


Con la decoración es como van a poder sustituir esa genérica ‘x’ en el verdadero rostro y

personalidad de su hogar.

83
En su análisis sobre el consumo de las clases superiores estadounidenses, Holt, 1998: 8, ha
encontrado una similar noción de la casa y los espacios como medio para la expresión identitaria.
84
Mira te voy a decir una cosa. A nosotros se nos hacía muy importante pues que la casa fuera
como parte de, la casa es como parte de tu personalidad. Y lo que menos queríamos nosotros en
nuestra casa era que fuera una casa de revista (…) A mi me enseñó mi esposo una revista y me
dijo “mira que cocina italiana tan bonita”. Y yo dije “está hermosa, pero yo no la quiero para mi” yo
quiero una que yo me identifique y así está toda la casa. (Mujer, Las Cañadas, clase alta)
85
Esta forma como la decoración se constituye en expresión de la identidad ha sido advertida
también por Yantzi, 2008: 307-8.
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La decoración, que es una labor fundamentalmente atribuida a las mujeres, persigue el

acomodar el ambiente de manera que se produzca un verdadero hogar. Es quizá el


proceso de humanización más básico respecto al entorno, la actividad que consigue

humanizar de una forma más trascendental el espacio vivido. La decoración es el proceso


por el cual se le consigna al espacio la labor de esperar y cobijar a la vida humana. Hasta el
punto de que un hogar no es enteramente hogar si aún faltan elementos para decorar86. Y,

hay que repetirlo, este es un papel que en la sociedad tapatía se le confiere plenamente a
la mujer. La mujer es la que hace vivible el espacio del hogar87, ella es la que abre el

mundo de lo doméstico al resto de su familia, es el principal elemento de humanización88.

Y con la decoración sucede exactamente igual que con la construcción de la vivienda. La


identificación con el espacio es todavía más fuerte cuando es una misma la encargada de

hacer la decoración. No sólo mandar decorar, o delegar la responsabilidad en un experto,


sino participar enteramente en esa preparación del espacio de modo que este espacio,
posteriormente, este aguardando cálidamente a la familia. Y este proceso pasa por la

86
No, pues es que, no es pronto porque todavía ni siquiera termino de cambiar, que lámparas, que
pisos, detalles que todavía no tenemos. Arriba todavía nos faltan los muebles de escritorio y de
televisiones. ¡Claro que de vivirla todavía nos falta! (Mujer, Altamira, clase media alta)
87
Resulta muy contrastante que sea la mujer la encargada de humanizar la vivienda y que, por el
contrario, ella no se prepare espacios que disfrute como sujeto independiente. Como veremos más
adelante, la mujer es la que le abre el espacio a la familia, pero en ocasiones, no se lo abre a sí
misma, y de ahí derivan sus quejas porque le falta un lugar propio.
88
(…) eso también ha sido muy interesante que depende mucho de ti el que te apropies del
espacio en ese sentido, el que lo hagas tuyo, el que lo hagas vivible. Y también en todos los
espacios que hemos vivido desde que hemos estado casados nos hemos apropiado rápidamente.
En ese sentido nos hemos apropiado rápidamente de los espacios y hemos vivido siempre muy a
gusto. Mi mujer sabe hacer de los espacios algo muy vivible (…) tiene esta habilidad como de
dotarle de mucha libido rápidamente. Te voy a decir por esa parte yo no me preocupo mucho
porque yo creo que lo va a poder seguir haciendo. (Hombre, Jardines del Bosque, clase media
alta) Hay que hacer una salvedad a esta cita. Pertenece a un hombre que vivía fuera de
condominio, en ciudad abierta. Sin embargo, sintetiza excelentemente esa labor femenina de
humanización de los espacios y que es extensible a todos los entrevistados de fraccionamientos
cerrados.
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realización de manualidades, cojines, cortinas, y un sin fin de actividades con los que la

mujer va acomodando un hogar89.

En ocasiones la decoración, como segunda piel añadida a la primera piel de muros, alturas
y ladrillo, se convierte en una especie de síntoma sustitutorio. En un contexto de amplia
emulación, de clases medias altas donde la apariencia en ocasiones supera a la necesidad

del propio bienestar, y cuando la vivienda no se ha podido elegir, sino que se compra y
habita ya hecha, la decoración y su constante cambio actúa como un síntoma de ese

malestar más general por no tener el espacio deseado. Se cambia constantemente la


decoración, porque no se puede cambiar definitivamente la casa90.

Y, como ya ha quedado sugerido, la apropiación de la casa es un largo proceso nunca

terminado. Evoluciona la casa y evoluciona la familia: los estilos de ambos convergen. En


ocasiones también divergen y se busca, entonces, una nueva reconfiguración y sintonía. La
historia de la familia se asienta en la historia en el espacio y en la historia de las relaciones

entre ambos91. En ocasiones es el pasado vivido el que aspira a determinar la forma de la


vivienda presente, es el recuerdo agradable del pasado el que quiere preservarse en la

nueva casa por construir 92 . En otras ocasiones el establecerse como grupo humano
confluye con el establecerse sobre un espacio, y se abre, entonces, el proceso por el cual

89
Arreglar mi casa, sí. De hecho estoy en un curso de corte y confección. Más que por quererme
dedicar a eso, es por hobbie, bueno porque ahorita, finalmente ya lo puedo hacer. Mis hijos van a
la escuela, entonces en la mañana me doy esa chanza, ¿no? Y bueno realmente ando viendo qué
le hago a la casa. Pongo esto, las cortinas, o sea, todo, todo. Entonces yo me pongo a ver qué
hago. (Mujer, San Francisco, clase media)
90
Este era el caso de la siguiente mujer de la zona de Naciones Unidas, algo a disgusto por tener
una casa comprada ya hecha, y demasiado chiquita para sus aspiraciones: Mira, este… Es más ya
tengo que cambiar la decoración. Ya tengo como 3 o 4 años que la cambié. Este… Me gustan los
colores claros por la amplitud. La casa es chiquita y le da mas amplitud, le da mas frescura,… yo lo
siento así. (Mujer, Naciones Unidas, clase media alta)
91
Me incluyo, así, en la línea de análisis sobre la casa que representaba Lefebvre y que proponía
considerarla no como un lugar físico y estático, sino como una condensación de corrientes
energéticas (Lefebvre, 1991: 93)
92
(…) yo tuve muchas sugerencias de la casa de mis papás que yo viví ahí 24 años. Y yo como
estuve muy a gusto en esa casa, yo dije: “tiene que ser igual”. (Mujer, Las Cañadas, clase alta).
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se ‘echan raíces’93. Pero también hay momentos en que se producen las divergencias, en

que la familia o la persona cambian y el espacio, al seguir siendo el mismo, deja de cumplir
con las nuevas expectativas94.

Sea como quiera, la vivienda tampoco se presenta como un espacio indiferenciado; está
cargado de valencias. De este modo existen lugares de los que, mujeres y hombres, se

apropian con mayor facilidad. Son los lugares preferidos, aquellos que saben guardar y
promover mejor las actividades que más los reconfortan. En este sentido los cuartos

predilectos para mujeres y hombres varían, porque también varían las tareas que,
socialmente, a ellos les gusta más desarrollar en su interior95.

Así, a fuerzas las mujeres intentan que la cocina sea, cuando menos, lo más cómoda

posible. Encomendada tienen la tarea de la nutrición, y tienen que pasarse largas horas
guisando. Por eso muchas intentan que, con un buen diseño, la cocina se convierta en un
disfrute. Y, efectivamente, son varias las que indican que su lugar preferido de la casa es la

cocina96.

93
Nosotros ya vamos a cumplir aquí 7 años. Aquí, en Enero, y nuestro hijo mayor va a cumplir 7
años, o sea, nació aquí. Llegamos aquí y a los 2 meses nació nuestro primer hijo, entonces
realmente creamos raíces. (Hombre, zona ITESO, clase media)
94
En aquel entonces yo decía, “pues sí, esta es la casa de mis sueños, yo quiero esta casa”. Pero
ya no es la casa de mis sueños, no fue la casa la que cambió, la que cambié fui yo. Sí es muy
bonita y sí me gusta y todo pero como pues ya... (Mujer, Valle Real, clase alta)
Yo me adapto perfecto y a estas alturas… Porque también es cierto los ciclos de vida, hay ciclos
donde son de expansión, donde estás continuamente viendo qué le pones a la casa, qué le haces,
qué le compras. Pero luego viene el vacío y dices ¿para qué quiero todo esto, Señor? (Mujer,
Naciones Unidas, clase media alta)
95
Para otro ejemplo aparte del presente sobre cómo los diferentes roles e identidades de mujeres
y hombres están espacialmente distribuidos, puede consultarse Magaña, 2004.
96
Como a mí me encanta la cocina y es donde paso más tiempo de día. O sea ya en la cocina sí le
dije al maestro, oye ni vas a intervenir. Y me puse a estudiar y todo, este libros de, de para que
fuera parte, aparte que estuviera bonita. A mi algo que es básico, si te fijas, la iluminación y la
ventilación. Me encanta que haya ventanas y luz. Entonces la cocina. (Mujer, Naciones Unidas,
clase media alta)
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