Está en la página 1de 23
KUHRT, Amélie. EJ Oriente Préximo en la Antigiedad (c. 3000-330 a, C), Barcelona. Critica, 2000. Vol. |. pp. 215-258, 4, EL EGIPTO IMPERIAL: EL IMPERIO NUEVO (1552/1550-1069) I Imperio Nuevo (dinastfas XVII-XX) es Ia época en la que Egipto alcanz6 la cima de su esplendor, su riqueza y su poder. Aunque se produ Jeron alteraciones polticas, crisis dindsticas y reveses ocasionales del poder imperial, nunca duraron lo suficiente para perturbar fundamentalmente el poder que ostentaba Egipto sobre un drea geogrifica inmensa, que se exten- ia por el sur hasta la parte septentrional de Sudn y por el norte hasta el sur de Siria y Libano, Desde et punto de vista institucional, militar y eco- snémico, Egipto se mostré sumamente resistente y los factores que en titi mo término provocaron su declive como gran potencia son muy dificiles e identifica, Es una época rica en fuentes de todo tipo: existen numero: ‘as inscripciones reales y autobiografias de funcionarios sumamente ex. ~ tensas; buena parte de la documentacién més completa relativa a importantes aspectos de Ia historia social de Egipto, como la posesién de la titra, los pre- cios del grano y los ceremoniales de la corte, procede de la dinastia XX. ‘Muchos de los monumentos egipcios mas famosos, por ejemplo, los templos se Abu Simbel (Nubia), Kamak (Tebas), Abidos y Medinet Habu (oeste de ‘Tebas), datan de esta 6poca. Muchos de los descubrimientos que han dado Pie a grandes titulares en la prensa son también de esta época: la ciudad de el-Amama (la antigua Akhetatén), donde aparecié el hermoso busto de Nefertiti en el taller de un escultor; los ricos tesoros de la tumba de Tutan- khamén (Reeves, 1992b); y, més recientemente, la tumba privada de Ho- Temheb en Saqqara. Algunos de los faraones més fariosos reinaron en esta época: Ia reina Hatshepsut, Tutmosis I, Akhenatén, 0 Ramsés If, Fue una ‘lapa de Ia historia de Egipto que no tiene parangén ni por su tiqueze ni por su pompa. 1. Cronovosta ¥ FUENTES La cronologfa del Impetio Nuevo se basa fundamentalmente en dos fe- has astronémicas: una correspondiente al reinado de Tutmosis IM, y otra, al de Ramsés TI. No obstante, existen diserepancias respecto a la cronoloxa 8 216 [LAS GRANDES FOTENCIAS Comune 15, Comienzos de la dinastia XVII: crovotogia can Convencion Bajo Amosis 1570-1546 1552-1827 1590-1525 Amenotis 1 1546-1526 3527-1507 1525-1504 ‘Totmosis f 1525-c, 1512 1507-1494 1504-1491, ‘Tuumosis I 1512-1504 494-1400 1491-1479, Tutmosis TH 1508-1450 1490-1436 1479-1425 Hatshepsut 1503-1482 1490-1468 1479-1458, Amenofis I 1450-1425, 1438-1412 1425-1398 “Tutmosis 1V 1425-1417 1412-1403 1398-1390, exacta y la duracién de determinados reinados (Krauss, 2985; Helek y Kit- chen, en Asirim, 1987-1989 [00)). Las principales diferencias corresponden fla fecha de ascensidn al trono de Tutmosis IM (1490 0 1479) y de Ram- ‘96s I (1290 0 1279), De momento no hay modo de resolver estas incectidum- bres; convencionalmente, la tendeneia més habitual es aceptar las fechas més tempranas, aunque en la actualidad algunos estudiosos preficren las més re- cientes (véanse los cuadros 15, 16 y 17). Yo prefiero lat fechas més bajas, pero, en vista de Ins innegables incertidumbres existentes, me he limitado a indicar las dos alternativas a lo largo de todo ct capftulo, sobre todo teniendo fen cuenta que las més altas son Jas que habitualmente se utilizan en Tos ma- ruales a} uso. La cronologia mucho més alta utilizada en la edicién revisada de Ia CAH (fecha de fa ascension de Tutmosis IM: 1504; fecha de la ascen- sign de Ramsés TI: 1304) ha sido abandonada por Ia mayorfa de los especie: listas. Una hipétesis que tiene serias implicaciones cronoligicas, abandonada hoy dia précticamente por todo el mundo, es la idea de que la corregencia fue ‘una préctica habitual durante los primeros tiempos de Ia dinastfa XVII (Al- dred, 1968). Las tnicas corregencias que son accptadas mayortariamente son 12) la de Hatshepsut y Tutmosis I, que representa tna situaciGn atipica (véase infra, pp. 222 y 224); y b) Ia de Smenkhare y Akhenatén, Existen diserepan- cias, con respecto a esta iltima, entre los que creen que Ia totalidad del reinado de Smenkhare se incluye en el de Akhenatén (Aldred, 1968; Kitchen, en AS- tntim, 1987-1989 [00 y los que le atribuyen tn reinado independiente de un ajo de duracién tras la muerte de Akhenat6n Helck, 1968 [OD]. La duracién exacla del reinado de Horemheb es también objeto de un importante debate, en el que las opiniones van desde los que sostienen que s6lo reind diecistis aiios (Helck, en Astrdim, 1987-1989 {00}, hasta los que ereen que ocupé el trono por espacio de treinta afios (Kitchen, en Astrm, 1987-1989 (00). Las fuentes son muy completas. Los documentos que nos permiten reconstruit Ia historia politica son, como de costumbre, instisfactorios. Bl linico «texto historiogrifico» digno de este nombre son los «Anales de ‘Tut mosis IIb» (Urk. IV, 645-667), escritos en los muros del templo de Kamak. Se basaban en los diarios de campaia, Los textos reales son, por tegla gen- FL FOIPTO IMPERIAL 217 ral, edictos que conceden exenciones fiscales (por ejemplo, los decretos ie Nauti promulgados por Sety 1, Griffith, 1927), que corrigen los errores fometidos en la recaudacién de impuestos (como el edicto de Horemheb, Kratchien, 1981), o que reafirman los ideales de la politica del faraén (como fp estela de la restauracion de Tutankhamén, Bennett, 1939). Algunas ins- cripciones reales conmemoran fundaciones cultuales (por ejemplo, la estela Gel sueio de Tutmosis TV, Urk. TV, pp. 1,539-1.543), elogian las proczas mi- ftares y cinegéticas del fara6n (por ejemplo, Ia estela de Ia esfinge de Ame- nofis If, Urk. IV, pp. 1.276-1.283), o tienen que ver con actividades cons- tructivas (por ejemplo, estela de Amenofis IT, Urt. IV, pp. 1.646-1.657, 0 las tstelas fronterizas de Akhenat6n, Urk. IV, pp. 1.981-1.990), Otras celebran {@ veces con tones épicos) Exitos militares (como Ja batalla de Kadesh de Ramsés Il, Kitchen, 1968- II, pp. 2-124; la victoria Ifbica de Merneptab, Kitchen, 1968- IV, pp. 12-19), 0 la derrota de os «pucblos del mar» @ manos de Ramsés IIL, Edgeston y Wilson, 1936). Las espléndias biograffas funera- fias de numerosos funcionarios y militares (por ejemplo, Rekhmire, Urk. 1¥, pp. 1.986-1.093; Amosis, hijo de Ebana, Urk. IV, pp. 1-13; Amenemhab, pp. Ur IV, pp. 889 y s8.; Senenmat, Tumbas Tebanas,n.° 71 y n.° 353, Meyer, 1982) amplifican muchos detalles de Ia historia politica y de las estructuras administrativas del pais. Un escdndalo politico bien documentado fue el fento de asesinato del anciano faraén Ramasés Hl con el fin de instalar a uno de sus hijos en ef trono; las juicios y los castigos ordenados por el soberano (ejecucidn, suicidio forzoso, mutilaciOn facial), en los que se vieron implica- dos gran niimero de oficiales, una esposa real y un hijo del fara6n, son re- cordados en dos grandes rollos de papiro (de Buck, 1927). El «informe de Wenamén» (Gardiner, 1937, pp. 61-76), que data de finales de este periodo, 8 un texto muy interesante, aunque dificil de clasificar, Adopta la forma det informe oficial de an individuo, Wenamién, enviado desde Tebas a Biblos a comprar madera para la barca sagrada de Amén, misién en la que tavo que hacer frente a numerosas vicisitudes y reveses. La imagen que offece de Egipto es 1a de un pais dividido en todo menos en el nombre, cuyo prestigio politico se haba desvanecido hasta el punto de que sus emisarios eran trata- ‘dos con desprecio e insultados paiblicamente, ;Se basa verdaderamente en un informe real de la misién de Wenamén, tal vez redactado por 61 mismo una vye7 de regreso a fa patria sano y salvo? ,O es més bien una creacién pura: mente fteraria, que pretende mostrar exageradamente una serie de escenas ‘micas? Resulta diffcil de determinar, pero, en cualquier caso, Ja postura ‘que se adopte afectara al modo en que viswalicemos Ia situaci6n politica. El carfcter fragmentario det texto (el final se ha perdido) dificulta todavia més Ja cuestin. El tratado firmado en 1269 (1258) entee Ramsés If y Hattusli I de Hatti (véanse los capitulos 4, apartado 4, y 5, apartado 5), que puso fin a casi dos siglos de conflicto intermitente entre las dos potencias, es uno de los textos concemnientes a las relaciones externas de Egipto mejor conocidos. Curiosamente se han descubierto tanto Ia versién hitita como 1a egipeia del ttatado. También conocemos mucho mejor la apariencia de los palactos y las 218 {LAS GRANDES FOTENCIAS villas de los dignatarios en este perfodo que en épocas anteriores, en buena parte debido a los grandes programas de edificaciones reales llevados a cabo en Tebas y a las exeavaciones de la famosa sede real —pese a su breve exis. tencia— de el-Amama (Akhetat6n), en el Egipto Medio. Las «cartas de el-Amarna» constituyen ia principal fuente para nuestro Cconocimiento del dominio egipeio de fa parte meridional de Levante (EA, Mo. ran, 1987/1992), Se trata de una coleeci6n de tablillas de arcilla que conticnen 1a comespondencia, en su mayoria en acadio, entre Egipto y les potencies vecinas de Ia época (hititas, capitulo 5, apartado 4; Chipre y Babilonia capttulo 7, apartado 1; Mitanni, capitulo 6, apartado 1; Asitia, capttulo 7, apariado 2), y —sobre todo— las cartas intercambiadas con los principes y ciudades vasallos de Levante (capitulo 6, apartado 4). El archivo data de finales de la dinastia XVI hasta Tos reinados de Amenofis Ul, Akhenatén y 135 {1390-1327}. Las lstas geograficas con los nom. bres de las ciudades y regiones que el faraén de Egipto se jactaba de domi. nar, talladas en Jos miuros del gran templo de Kamak, nos ofrecen tina inf dn adicional acerea del Levante egipcio, aunque su uso no es nada fécil (Redford, 1992, p. 143 y n. 61). El diario de un funcionario de fronteras de finales de la dinastia XIX (papiro Anastasi Il, Gardiner, 1937, pp. 31-32) ree gistra fos movimientos de los mensajeros y soldados entre Egipto y Levante Y ilena muchas de las legunas relativas a ta vida cotidiana de la region du ‘ante Ja dominacién egipcia, Los descubrimientos arqueol6gicos de Palestina y el sur de Lfbano (Hachmann, 1983; Gonen, 1992) sirven de complemento a estos materiales. Se han encontrado bastantes inscripciones reales en Nv- bia, que demuestran el fé:reo control al que tenfa sometida Egipto a esta re- si6n. Los numerosos y espectaculares templos faradnicos construidos en la ~zona (por ejemplo, Abu Simbel, al norte de la segunda catarata) constituyen Jos edificios mas famosos que sefalan el poderto de Egipto. Uno de los més interesantes es el pequetio templo de Amenofis IIT en Soleb (entre Dal y la fervera catarata; Trigger, 1976, pp. 126-127), en el que aparece el faradn ‘venerando su propia imagen de eulto, ‘Los documentos que reflejan la addministracién y la vida cotidiana son bas- tante numerosos. Una serie de cuentas del palacio de Menfis (Sety 1, dinas- tia XIX) (Helek, 1961-1970, 1V, pp. 633-641), los juicios a los que fueron 80 ‘metides los iadrones de tumbas a finales de la dinastia KX (Peet, 1930), el Procesamiento de un oficial de culto de rango inferior det templo de Khnom en Elefantina (dinastia XX) (Peet, 1924), y la huelga descrita en el papiro de ‘Turin (dinastfa XX) (Edgerton, 1951) son algunos de los hechos mis signifi cativos. Una serie de modelos de carta (Gardiner, 1937, pp. 99-116), utiliza dos para el adiestramiento de los escribas, contienen informacién adicional acerca de lo que eran los usos administrativos. El papiro Wilbour (Gardiner y Faulkner, 1941-1952) y el gran papito Harris (ARE, LV, §§ 151-412) nos hablan acerea del tipo de posesién de la tierra y de las fincas de los temples Y Sus rentas, respectivamente, Los ricos hallazgos del yacimiento de Deir 1-Medina han sacado a la luz todo un microcosmos de ta vida egipcia. Se | 100. EL BOWTO IMPERIAL 219 trata de un poblado fundado en la dinastia XVIHT al oeste de Tebas, donde vi- vian con sus familias los artesanios que trabajaban en la constmuecién y Ia de- coraci6n de las tumbas reales. Nos muestra el trazado de una pequetia ciudad o aldea, con sus casas familiares apifiadas, sus pequefias capillas, y ocasional- mente una residencia més grande, En Deir el-Medina han aparecido una enorme cantidad de materiales escritos en cascotes y papiros (casi todos de In dinastfa XX), que nos ofrecen una animada imagen de lo que eran la es- tructura familiar, las herencias, las disputas entre Vecinos, las transacciones de compraventa, las estrategias para hacer frente a la escasez. de alimentos, la conducta religiosa y los nivetes de educacién y de conocimiento de la es. critura (Bierbrier, 1982). Nos proporcionan asimismo un importante testimo- aio acerca de los precios del grano y sus fluctuaciones (Janssen, 1975) 2. LA FUNDACION pi. EGIPTO IMPERIAL: DE AMosis a Turaosis IV (binastia XVIE 1550-1403 (1390)) Inaugurando la dinastia XVIM tenemos a Amosis, hermano de Camosis de ‘ebas, que dio un paso gigantesco con vistas &l hundimiento del poderio de los hhicsos cuando atacé Avaris (véase el capitulo 3, apattado 5). Las listas de yes separaban a Amosis de Camosis porque el primero representaba tna nue- va fase de unidad de gipto, al ser él quien logré finalmente expulsara los hic- 05 persiguiéndolos hasta el sur de Palestina, como cuenta en su tumba su tocayo, el soldado Amosis, hijo de Ebana (véase supra, p. 204): Erionces, después de haber puesto casa (es deci, cunndo me casé), me ne teron en Ia nave del «Nora» po ar valet. Sepa soerano ape enter 4 marchaba moniado en su caro, Cunndo se paso sito tt Gudad de Aver, combat alerosamente apie en presencia de su majstad. Lucgo fui destinads 4 Is nave «Amanecer en Menfis. Mis tarde se combatl en el agua, en el “Pjed» de Avars. Hice una eapura y me les uns mano (0 Se, en prueba de haber dado mere un soldadoenemigo). Cuando se informé del hecho al heal rea, se me conceit el oro del valor Entonces combatiron de nuevo en este lugar; una ver més realice una apray me lev una mato. De nuevo te me concede oro del valor Hub ‘enfonces lichas en Epo, a sor de ests ciudad, y me lee una mano con ua Briioneo vivo, Me met én el egua —poes habia sido captura alas afveras dela cindad— y cme ef agua con él. Chand so informs del hecho al heal do real, se me concedié una vex més el oro. Luego Avaris fue saqueada y jbrive i gran bot: un hombre y tes mujeres; en toil, caato pews So Imajestad me los coneedé en caida de esclavos,Fntonces pusimor sito 8 Sharuben (el sur de Palestina) durante tes afos. Su majestad fa sags y ob {uve un gran bof, dos mijeres una mano. Entonoes ive concediston el oxo del valor, y mis eaivos me fern enegatos come cslavos (Uk TV. pp. Te ARE, Th, $8 1-82; Lichter, 1973-1980 (01, Th pp. 12-19) 220 LAS GRANDES POTENCIAS La persecucién de Jos hicsos més alls de la frontera nororiental de Egipto dio paso a Jos primeros intentos de dominar por medio de la fuerza militar Gestas zonas del sur de Palestina. Esta primera intentona coadujo finalmente ‘al dominio de una zona bastante extensa y acabé por enfrentar a Egipto pri- mero con el poderoso estado de Mitanni (siglo xv) (véase infra, capitulo 6, apartados 1 y 4) y después con los hititas (siglos XIV y xi) (¥éase infra, pp. 239-240 y capitulo 5, apartado 4), EI militarismo agresivo que corria parejo con esas ambiciones expansio. nistas tuvo unas repercusiones muy profundas en el desarrollo intetno de Egipto. El papel del faradn, en su calidad de poderoso guerrero y defensor de Egipto frente a sus enemigos, habia sido siempre un aspecto muy impor- tante de la monarqufa y se manifiesta ya en las primeras imagenes reales (por ejemplo, 1a paleta de Narmer, véase supra, p. 157 y figura 13), Las incursio- nes en el Sinai, Palestina y Nubia habian sido muy frecuentes al igual que las aguerras civiles, y las fortalezas del Imperio Medio en Nubia nos oftecen bue- nos testimonios de Ia eficacia de la mequinaria defensiva de Egipto y de la costumbre de establecer guamiciones permanentes. Pero en épocas anterio- res précticamente no existfa In carrera militar, entendida como una profesién importante y grandemente considerada entre fos funcionarios reales, Desde ‘comicnzos del Imperio Nuevo (posiblemente ya en la dinastia XVII) (Baines, 1986) la situacién cambio y los personajes que se jactaban de ostentar cual quier tipo de graduacién militar aleanzaron una gran preerninencia; los ‘Yemos asf acupar puestos significativos cerca del faraén, Filo se debis, pro- bablemente, en parte a la propia envergadira de las operaciones militares: « lo tealizacién con carécter regular y continuado de campafias en el extran- jero y, en consecuencia, a Ia necesidad de un ejéreito permanente, Amosis, hijo de bana, no es mas que un ejemplo de esta nueva tendencia, Otros tes- timonios demnestran que se habfa creado un ejército profesional, que los sol- dados eran adiestrados en campamentos desde temprana edad (Kemp, 1989 {0Ga}, pp. 227 y ss), y que se desarrollaron nuevas armas: es posible que uno de los legados tangibles de la dominacién de los hicsos fuera la introduccién ‘en Egipto del ripido carro de dos ruedas tirado por caballes, que a partir de ‘este momento se convirtié en el arma mas importante del ejéreito egipcio. Se ha sostenido la tesis de que el nuevo protagonismo concedio a lo militar s¢ ve reflejado en una nueva prenda del tocado real. Se trata de la corona azul (véase la figura 16), que, en opinién de algunos, representa un casco de guesra (Aldred, 1968). Pera es un error (Davies, 1982): en esta época (Bell, 1985) la corona azul se desarrollé (aunque los detalles siguen estando oscuros) como simiolo de la coronacién. } siguiente paso de Amosis, decisive para dotar a Egipto y a las empre~ sas reales de un respaldo econdmico, fue la realizacién de una caropasia en Nabia. Tras consolidar e! dominio de Egipto hasta la altura de fa segunda ca tarata, parece que establecié Ia frontera sur del pafs en Buen, Su antecesor, Camosis, ya habia luchado contra el rey de Kush (véase supra, p. 210), alse do del faraén hieso, de modo que Ia campaiia de Amosis probablemente FL EOWTO IMPERIAL, 221 Figura 16, La corona azul (vegtin Davies, 1982), tuviera por objeto seguir Ia iniciativa de Camosis y disuadir a los kushitas de gue intentaran controlar el tertitorio ocupado en otro tiempo por Egipto, Cabe pensar que la expansisn egipcia por Levante y Nubia a comienzos del Impetio Nuevo fue fruto de los intentos de fortalecer las fronteras del flore- ciente nuevo reino frente a los podetosos y peligrosos soberanos del nore yeel sur, Fl sucesor de Amosis, Amenofis I (1527-1507 [1525-1504)), refor- el dominio de Egipto sobre Nubia, extendiendo la frontera hasta Sema y ‘ombrando un funcionario para el puesto recién creado de «Hijo del faraén de Kush y Superintendent de las tierras extranjeras del sur», encargado de administrar la regién, Es también muy probable que emprendiera alguna ‘campafa en Siria, aungue los testimonios en este sentido no son inequivocos {del todo (Redford, 1992, p. 149), Fl reinado de Amenofis I esté muy mal do- ‘cumentado; sigui6 siendo reverenciado durante siglos por los trabajadores de _ Deir el-Medina (Bierbrier, 1982), lo cual demuestra que caus6 una impresion muy profunda, aunque, por desgracia, no sabemos cémo ni por qué. “Tutmosis 1 (1507-1494 [1504-1491], segundo sucesor de Amosis, fue el verdadero arquitecto del programa dinéstico, que introdujo una serie de inmovaciones esenciales cuyos efectos fueron muy profundos y duraderos sobre la forma adoptada por el estado del Imperio Nuevo (Redford, 1967), Durante su reinado la principal sede de la corte se traslad6 de Tebas a Men- fis. All se construy6 un palacio real que sigui6 utilizéndose durante los ciento cincventa afios siguientes. Mentis se conviti6 en el lugar en el que se planearon las grandes campafias militares organizadas por los faraones, y donde los soldados eran «armados ante el soberano». En Tebas, la ciudad det Imperio Medio fue destruida gradualmente en su totalidad a consecuencia > devuna serie de grandes programs de obras piblicas (Kemp, 1989 [Ga], pp. 201 y ss. El santuario provincial de Amén se convirtié en un templo na- cional (Karnak) de proporciones avin mas grandiosas, destinado al important ‘mo culto imperial de Amén-Ra y del faradn. Durante et reinado de Tutinosis 1 fue fortficado por vez primera con una muralla (el aspecto de fortaleza que offecen los templos constituye una caracterfstica tipica del Imperio Nuevo), se construy6 el primer pil6n destinado a formar una fachada imponente, y s° 222 LAS GRANDES porENCIAS crigieron los tipicas obeliscos; varias estatuas colosales del faraén flanquea. ban el acceso al templo, Bi santuario de Amén se convirtié en el punto de partida de las procesiones y ritos reales celebrados anualmente, como por ejemplo Ia «Fiesta del Valle» o In gran fiesta de Opet con Ia que se conme. ‘moraba el aito nuevo, Al final et itinerario recorrfa todo el circuito de la cx dad de Tebas, que habfa crecido eniormemente, e incluso eruzaba el ra pasaba a la orilla occidental de! Nifo. Tutmosis 1 introdujo también un nve, vo estiio de enterramiento real, que se convirtié en normative durante siglos, Abandoné la costumbre de enterrar a los faraones en pirdimides cerca de Mentis, y 1 mismo fue sepultado en una tumba excavadla en la roca, situads en un antiguo uadi frente a la ciudad de Tebas, donde no se habia eaterrade nnunea a nadie. Bl templo funcrario del faradn fue colocado a una distancia ‘considerable de la tumba real. Este uadi rocoso constituye el famoso «Valle de los Reyes», donde fueron entetradas todos los faraones siguientes hasta ef final de la dinastfa XX (Reeves, 19922). Las reinas, algunos vortesanos y los nobles eran enterrados muy cerca de all, en otto uadi llamado en Ja actual, ded «Valle de las Reinas» (yé2e la figura 17). Otras realizaciones de Tutma, sis T supusieron una novedad no por sus objetivos, sino por sus dimensiones Las guerras que libré en Levante Hegaron por el norte hasta el Eutrates, ma cand un hito que todos sus sucesores intetarian emular, Desconocemos qué tipo de medidas tomé (si es que tomé alguna) para controlar esta zona tan vasta (CAH, I, capitulo 10; Winstein, 1981). Bl reinado de su sucesor, Tutmosis H, no fue muy largo; las estimaciones varian entre los cuatro (Heck, 1968 [0D] = 1494-1490) y los doce afos (Kit. chon, 1982 = 1491-1479). Mejor conocida es su viuda, la reina Hatshepsot, que durante veintiin afios actu6, desde luego de ver en cuando, como si fue” ra el verdadero faraén, No dudé en adopiar los titulas farasnicos, vtilizando prendas masculinas, como la barba ceremonial; recurri6 a su hije, Neferure, para que hiciera las veces de su esposa ritual, y fue reconocida como «rey or sus oficiales. Organizé varias eampafis tunfales contra Nubia y proba. blemente el sur del Palestina (Redford, 1967), enviando incluso una expe- dicién por via fluvial al pats de Punt (en Ia zona de le actual Eritrea), que tegres6 trayendo grandes cantidades de productos suntuarios (oro, mandsles, ébano, plantas de incienso) a cambio de Jos regalos Hevados por los expe. dlcionarios a fos principes de la zona. Su famoso templo funerario en Deit ‘l-Babri, al ocste de Tebas,' fue decorado con complicadas escenas que te- presentan el viaje a Punt, asf como su divino nacimiento y la Teyenda de su eleccién para ocupar el trono por su padre, ‘Tutmosis ‘Muchos detalles de este curioso perfodo de ia historia de Egipto, en el ue el trono fue ocupado por una mujer, resultan todavia oscuros. Es casi se- uro que Hatshepsut aleanz6 Ja posiciGn que ocupaba tras actuar de regenle de Tutmosis I, el hijo, todavia menor, de Tutmosis Il. Probablemente deba- ‘mos interpretar su actuacién como un mecanismo de defensa de la dinastfa:? 8 decir, en una situacion en la que ta monarquia estaba en crisis, al ser toda- via un nif el heredero del trono, Hatshepsut logré proteger la permanencia Plano de Tebas (Sega Baines y Malex, 1980 (0A). Pour, 17. 224 LAS GRANDES POTEACIAS cen el poder de la dinastia asumiendo et papel de farasn en determinadas ‘cosemonias. Si esta interpretacidn fuera correcta, su éxito habria sido extra prdinario, A su muerte (1469 (1458}), Tutmosis HI pas6 tranquilamente a de- sempefiar el poder en solitario, al parecer sin encontrar la menor oposicion, Cl imperio egipcio recién creado y sus dominios en Nubia y Levante habfan Togrado mantenerse incélumes ¢ incluso se habfan consolidado. De ese modo ‘Tutmnosis II fue capaz de lanzar inmediatamente sts grandes campafas en Levante en el primer afio de su gobiemo eo solitario (CAH, I, capttulo 10), Er tono permaneci6 en inanos de Ia misma familia durante otros ciento cin- cuenta alos. Las crénicas oficiales de la historia de Beipto de época posterior ho tivieron en cacnta el reinado de Hatshepsut y algunos de sus monumen- tos fueron mutilados por Tutmosis HT, Eilo indica que, una vez soslayada Ia delicada situacién politica, las allas esferas del gobierno egipcio pensaron {que {a posicidn de Hatshepsut era incompatible con cl ma‘ar, 0 quiza inclu ‘so que era una obscenidad, y por consiguiente intentaron eliminaria de la ‘memoria pablica. Hay, sin embargo, una interpretacién de su reinado que de hemos desechar; a saber, la idea de que el gobierno de Hatshepsut y 1a ulte- rior hostilidad de Tutmosis IIT hacia sw persona demuestran que original- ‘mente el poder reai habia sido transmitido siempre en Egipto por linea fe menina, situaciGn perniciosa con Ia que por fin habrfa acabado ‘Tutmesis It (Redford, 1967). No existe cl menor testimonio que respalde semejante inter- pretacién (Robins, 1983). Durante los restantes treintay tres aifos de st reinado, Tutmosis I orgn- niz6 otras diecisiote campasias en Levante. Se adentrd en el nose de Siria, in vadio Ja parte occidental de Mitanni y logré crigit una estela junto a la de su abuelo, Tutmosis 1, a orillas del Bufrates. Pero Egipto no pudo mantener sometido este inmenso territorio en su totalidad. Al término de su reinado y probablemente después, la frontera estaba situada cerca de Ulla, en la cos- ta (en las proximidades de la Orlosia helenistica, en la deserabocadura del Nahr el-Barid) y en su interior quedaba Kumidi (Kamid el-Loz), en ta Siria meridional (véase el capitulo 6, apartado 4). Mitanni, Egipto y tos hititas se disputaron durante algtin tiempo los pequefios estados situados més alld de esta inex; pera en Gitimo término las conquistas de nuevos terrtorios por parte de Bgipto no fueron muy duraderas. "Amenofis Il, et sucesor de Tutmosis TH, realiz6 con toda seguridad cam- paias en el nore de Sitia y obligé a Kadesh a reconocer Ia soberania de Egipto, aunque no par mucho tiempo (véase el capitulo 6, apastado 4). El do- minio de Egipto sobre Levante siguié siendo bastante precario tras Tas con- quistas de Tutmosis III, como se encargé de demestrar la grave sublevacién {que se produjo en Palestina en el noveno aio del reinado de Amenofis IL La reblién fue aplastada brutalmente y los cadveres de siete dinastas locales Jmplicados en ella fucron exhibidos en piblico: seis de ellos fueron colgados boca abajo en las murallas de Tebas, y uno en las de Napata, més allé de [a tercera catarata, A partir de este momento parcce que la situacion de Le vante se estabiliz6, ¥ Mitanni, Babilonia y os hititas enviaron embajadores EL HOWTO IMPERIAL ns Cunnno 16, Finales de la dinastia XVI: cronologfa cA ‘Convencional Baja ree nae ‘Amenofis IL 1417-1379 1403-1364 1390-1952 “Amenotis 1V 1379-1362 1364-1347 1352-1386 ( Akhenatén) ‘Smenkhare 1364-1361 1348-1345 1338-1336 ‘Tutankhamen 1361-1352 1345-1335 1336-1327 Ay ¥352-1348 1335-1332 1327-1323, Hloreinhe 1348-1320 1332-1306 1323-1295 1 fara6n para felicitarle por sus éxitos. Da Ia impresién de que los egipcios Hlegaron bastante pronto & la conclusién de que a sus intereses imperiales en {a pare sur de Levante les conven llegar a un acuerdo con el mayor de sus ‘aFinos inmediatos, Mitanni. Probablemente se tom6 esta decision en vista Ge Ja amenaza que suponia el hecho de que el imperio hitita siguiera expan- nodose (véase el capitulo 5, apartado 4), circunstancia que resultaba peli- fqroxa a la vez. para el poder de Mitanni y de Egipto. Buena parte del octavo sr del reinado de Tutmosis IV se dedicé a las negociaciones entre los s0- toranos de Egipto y de Mitanni. El éxito de este acercamiento se vio coro- ‘nado por el matrimonio del fara6n con Ja hija de Artatama, rey de Mitanni, ote resultado no era bala, si tenemos en cuenta Ia historia inmediatamen- fe anterior, coracterizada por las constantes guerras sangrientas entre uno ¥ (uo estado, El acuerdo entre Mitanni y Egipto dio paso a ua nuevo perfodo {de cooperacién e intercambios actives (incluidos varios matrimonios reales en tiempos de Amenofis Ill y Akhenat6n), que se prolong6 durante cast ci cuenta aitos, hasta que Mitanni fue desmembrado por los hititas y Tos asitios, J deié asi de participar en ef gran juego del poder (véase el capfulo 6, aparta- do 1,y capitulo 7, apartado 2; para una revalorizacién del reinado de Tutmo- fis IV, véase Bryan, 1991). A consecuencia de todo ello, el impetu de tas ‘campatas egipcias cisminuy6 considerablemente: el reinado de Amenofis Il, de casi cuarenta aios de duracién, significé en gran medida un periodo de paz y prosperidad, como refleja a opulencia de tas empresas reales (Amé- nophis Ill, 1993). 3, EL PERIODO DF EL-AMARNA: ULTIMA FASE DE LA DINASTIA XVITT (1403-1306 [1390-1295}) FB aperfodo de el-Amarna» es uno de los més famosos de Ia historia de Egipto. La enigmética figura del faradn AkhenatOn es la que lo protagoniza: este personaje ba sido tema de oper, obras de teatro y novelas, y ha sido Constderado unas veces un idealista, otras un individualista, un monotefsta, tin iernacionalistao incluso an pacifista. Los materiales disponibles para et 226 LAS GRANDES PoTENCtAS estudio de esta etapa historia son mnty diversas, aunque dlficiles de inter bretar, y han dado lugar a una gran vatiedad de opiniones. {a Sucesién de los acontecimientos es mis o menos la siguiente (véase guadro 16% a Amenofis It (1403-1366 11390-1352) le sueedi6 su hij Amenofis IV (1364-1347 [1352-1336), quien, en un momento determinate, ‘ambi su nombre por ef de AkhenatGn. A comienzos de si reinado en prendid las cbras de una nueva capital del reino en el Egipto Medio, cere dg Lermépois, lamada Akhetatén. Se cass con Nefertiti, con It que tuve por lo menos seis hija. Segsin parece, al morir Nefertiti poco después del doce {mocuarto afo de su reinado, contajo matrimonio eon una de sus hijos Smenkhare, probablemente hermano suo, fue nombrado cortegente y quis yeinara en solitario durante uno o dos aftos tras In mueite de AkhenaiGn a tes de morir l mismo. Lo sucedis Tuankhata (posiblemente otto hermano}, ue cambio su nombre por el de Tutankhamén y reiné durante unos nucre aos (1345-1335 [1336-1327)}; se easé con una de las hijas de AKhenatén Ankhes-en-pa-atén, que después cambio también su nombre por el de An khes-en-ameén. Durante su reinado Akhetatén probablemente fue abandons {la como centro residencial de la corte. Tras la muerte de Tutankhamon no auedé vivo ningiin miembro varén de la familia teal, y asf AY, um anciana Gfefal de alto tango, quizé emparentado con a familia de Akhenat6n, apo der del ono. Es casi seguro que se cas6 con la vinda de Tutenkhamén Su ‘einado duré s6lo cuatro ais, posiblemente a causa de su avaneada edad (1935-1932 (1327-1323), Horemheb, antiguo general de Tutankhamdn, 92 apodderé enionces del tcono (1332-1306 (1323-1295). AI parecer, intents desmarcarse definitivamente, en tétminos polfticos, de los cuatro farsones an teriores, Los especialistas discrepan bastante sobre quién estaba emparentedy con quién y eufl era ia relacién que los una, y diferen asimisino respecto a Algunos problemas cronolbgicos (Aldred, 1968; Redford, 1984).* El sitio de el-Amama, en el Egipto Medio, se convirtié por primera vez en centro de atencién en esta época, Los primeros hallazgos fueron realiea, dos hacia 1870, cuando se descubricron una serie de hipogeos y estelas, Pero fe le aparicin de una gran cantidad de tablillas de baro, escrtas principal. ‘mente en acadi, que formaban parte de fa comespondencia imperial de Ex to {las seartas de el-Amarna»), lo que caus6 més expectacién. Inmediate mente empezaron Jas exploraciones del lugar, dirigidae por una serie do arqueslogos briinicos y alemanes, que sacaron a la luz una gran parte de los restos de la ciudad: grandes residencias, palacios, templos y un barrio de autesanos (Pettic, 1894; Davies, 1903-1908; Pect et al, 1923-1951). La con, te uiliz6 esta ciudad durante poco tiempo, y posteriormente Ramsés Tt (di: nastfa XIX: 1290-1224 [1279-1213)) reutiliz6 los sillares de el Amarna 1 los edifieios que construyé en Hetmépolis, en a orilia opuesta del Nilo (Cooney, 1965; Spencer y Bailey, 1983-1992) * Los descubrimientos de eh Amarma sacaron a la luz dos rasgos caracteristicos, por lo demés insiles, {il winado de Akhenat6n: en primer lugar, la figura humana, y sobre todo 4a del propio faracn, aparecia representada de un modo muy cutioso: y en EL EatPTO ype 227 segundo lugas, se haba impuesto el nueyo culto de ‘Atgon(o dso sla), mientras que, al pareccr, otras divinidades egipcias hablan dejado de vene, rarse. {CuAl fue Ia reaccicn de los especialistas ante este hecho? Por lo pronto, unos decidieron estudiar con més atencién el perfodo inme- (Akhenatn), traslad6 la corte a su nueva ciudad, que todavia debfa de estar en pleno proceso de construccién. 230 LAS GRANDES POTENCIAS ‘Akhetat6n fue trazada con unas proporciones grandiasss (su poblacién es timada era de 30,000 habitantes) (véase la figura 18). Una zona situada en et centro de la ciudad se comunieaba con los barrios del norte a través de un ‘camino real, que quiza constitayera el recorrido de los pascos en carro det fara6n, En el sector norte de la ciudad se encontraba un palacio bastante grande a orillas del rio, rodeado de una gran muralla, que quizé fuera la principal residencia real, Més allé habia un gran edificio administrativo, pro- visto de almacenes. Aislado se encontraba también un edificio independiente, probablemente destinado @ Meritaldn, una de las hijas de Akhenatn, com. puesto por un palacio provisto de salas hipéstias, wn templo al aire libre, jardines y patios decorados con frescos en los que aparecen representadas escenas de eardcter paisajistico. El barrio norte estaba atestado de casas par- ticulares, apifiadas unas junto a otras, y en él pueden apreciarse construccio. nes de grandes dimensiones junto a otias realmente diminutes. Las casas més sicas contentan, ademés de Ia sala central con columnas de madera destinada 4 las recepciones, un pozo, un jardin, un pequeiio santuatio solar, asf como almacenes y despensas. Otro barrio residencial de caracterfsticas parecidas se encontraba al sur de la ciudad. Allf estaba la casa de un escultor, con su taller adjunto, en la que se enconttaton las famosas y bellas wcabezes de cl-Amamay, entre ellas el celebérrimo busto de Nefertiti, actualmente en el museo de Berlin, El centro de la ciudad se extendfa més 0 menos al ténnino det camino real. Al ceste, ocupando la zona que. baja hacia el fo, se encon taba el Gran Palacio, provisto de un patio y salones decorados con espléndi- das pinturas. En el ceniro del mismo habfa un gran patio rodeado de escal- turas colosales de Akhenatén, fabricadas en piedra, y otros patios y salones, ms pequenos. Quiz estuviera destinado a las recepciones de los embajado- tes extranjeros y sirviera de escenario a la concesién de recompensas a los altos funcionarios, escenia representada a menudo en las turmbas de el-Amar- na, Bn el extremo sur habia una sala, decotada con 544 columnas de ladsilo « incrustaciones de ceramica vidriada en las paredes. Un puente de ladrillo co- municaba el Gran Palacio con los aposentos reales, situados en el extremo ‘opuesto del camino real. La residencia del faradn contaba con espaciosos jar- dines y contenfa la «ventana de tas apaticiones» (marx) (Kemp, 1976), por la que el soberano se asomaba en Iss ocasiones protocolarias para concedet hhonores piiblicos a sus oficiales. ‘Naturalmente en la ciudad habia también varios templos de Atén. Como la forma fisica del dios era el sol, su culto debfa tener lugar al aire libre, El Gran Templo, edificacién enorme de 229 X 731 m, era el encargado de cum plir este cometido. Una vez traspasada la entrada principal, el adorador atra- ‘vesaba una sala hipéstila y salfa a un patio eno de mesas de ofrendas, al fondo del cual habfa una zona sislada denominada el «t6n ha sido hallado (Gem-Atsn). La «mansi6n de At6n> tenfa una estructura similar, aunque n° cera tan espaciasa. Otro Ingar dedicado al culto de Attn se encontrabs en el cextremo oriental de la ciudad, donde habia dos barrios incluidos en el recia- to amurallado, Dentro de las nmurallas habia Tagos rodeados de jardines, en | 103 HL POHPTO REPEAL 231 fos cuales se levantaban pabellones y capillas; asimismo habfa altars declica- dos al Sol en medio de pequerias iss, Esta zone era Maru-At6n que, en pala- fas de un especialista, «ejemplifica lo que era el espiritu del culto al sol, al porcionar un marco idfico de verdor y agua dominadas por el sob» (Kemp, fn Smith y Hall, 1983 {0Ga}, p. 68). Cerca de los hipogeos se encuentra ef barrio de los hombres encargados de preparac las tumbas. Los obreros de la necrépolis debieron de permanecer en la Ciudad durante algén tiempo después de que ésta fuera abandonada como residencia real y centro de culto. Aunque muchas de las tumbas nunca fueron acabadas niuilizadas, debido a lo breve que fue la vida de la ciudad, nos proporcionan importantes testimonios acerca de cémo se realizaba el ‘nuevo culo y sobre quiénes eran los funcionarios de Akhenatén, Nos su ristran asimismo ricos testimonios sobre el estilo de el-Amaman, que se aparta radicalmente de lo que era la representacién tradicional de la figura humana en Egipto, ulizando un canon de proporciones totalmente distinto (Robins, 1986 {OM]). ‘Todos los personajes tienen ahora unos contomos sua- ves y redondeados, el vientre prominente y los hombros redondeados. Tam- bién la forma de la cabeza es distinta, con las mandibulas salicates y ta par- te trascra del crdineo alargada. En los ejemplos mas hermosos de Ia escultura de el-Amamna estos rasgos Hegan a resultar extraordinariamente elegantes; en cambio en otros al espectador moderno pueden resultarle grotescos, Criosamente las tumbas revelan que en las familias a las que pertene- cian los oficiales superiores del estado y de la corte se daba un alto grado de continuidad, En otto tiempo se pensé que, Nevado de su celo reformador, ‘Akhenat6n aparté de su lado a Ia vieja camarilla y promovi6 a gentes com- pletamente nuevas para que sirvieran a sus Grdenes. Pero en Ta actualidad esté claro que, por Io que sabemos, el faraén siguié reclutando a sus servidores ‘entre el mismo grupo de personas. Los funcionarios imitaron y siguieron Tos pasos del soberano y no constituyeron ningin grupo de resentides opuestos 1 su persona. Otro rasgo significative que revelan las tumbas de el-Amarna ‘es el cambio introducido en el repertorio de las escenas decorativas. Las tscenas de la vida privada del propietario de la tumba (en las que éste apa~ rece cazando en los pantanos, inspeccionando sus fincas, etc.) fueron susti- tuidas en gran medida por otras en las que se ve a los oficiales postréndose ante el faraén y los miembros de su familia (la parcja real aparece en actity- des curiosamente intimas, acariciéndose tiemamente o bien abrazando a sus hijas: véase fa figura 19), 0 aguardando Ta llegada de la familia real con mo- tivo de alguna ocasién protocolaria, El motivo de interés fundamental en la ‘decoracién de las tumbas es siempre ef faraén, a veces en compaifa de su familia, adotando a At6n, BI faraon y su dios, concebidos como centro de toda actividad significativa en la vida y en la muerte, superan en importancia a cualquier otra representacién, Bvidentemente el-Amarna nos proporciona una serie de pistas importan- tes para entender Io que era el culto de At6n. ;Pero cémo debemes interpre- “arlo? {Cémo nacis? {En qué se diferenciaba de otros cultos, en un pals, 232 LAS GRANDES FOTENCIAS Fioura 19. Akbienatén y su famitia (dibujo de D. Saxon, sean Aldred, 1973), como Bgipto, caracterizado por Ia abundancia y Ia variedad de sus divinide- des, y que incluso aceptaba de buen grado dioses procedentes de allende sus fronteras? 2Y qué repercusiones trajo consigo esta innovaciGn leol6gica? To. das estas cuestiones estén relacionadas entre st y son muy dificiles de tes- ponder. Cabe postular, como han hecho algunos (por ejemplo, Aldred, 1968), 4que el culto de Atén fue la culminacién de un proceso que llevaba ya algin tiempo verificéndose desde comienzos de la dinastia XVI. El dios del Sol, Ra, habfa asumido de hecho muchos rasgos de otras divinidades, de suerte que se habfa producido una especie de monotefsmo sincrético, en el que los ddemés dioses eran considerados encarnaciones de Ra (por ejemplo, Amén-Re, Ra-Harakhty). En muchos aspectos Ra se hallaba estrechameate. vinculado ‘con el faradn y Ia monarquta, Asi, el protagonismo concedido a Ra consituia ‘en realidad un modo de subrayar la naturaleza omnipotente y divina del f ra6n, La forma fisica del sol, el disco solar (At6n), surgi6 dentro de este pro- eso como un aspecto distinto y cada vez. més importante de Amén-Ra, que venfa a poner de relieve su relacién con el soberano: por ejemplo, al faraén se Ie llama , tal vez. un nexo simbélico con el célebre y longevo Ramsés H, Los desértk FL BORTO PMPERIAL 237 nes dinésticos se reanudaron en fos afios inmediatamente posteriores a ta verte de Ramsés 11, y s6lo dos faraones al final de la dinastia reinaron du- zante un niimero de afios razonablemente largo (Ramsés IX y Ramsés XI, que ‘ecuparon e} trono 19 y 29 alos respectivamente). Para entonces se habfan teado en Egipto mumerosos problemas, cuya naturaleza no siempre resul- {a fécil de determinar, pero es evidente que durante el reinado del dime Ramsés (XI: 1098-1069) el pais se hallaba efectivamente dividido en dos ém- titos, cl del norie y el del sur, administrados desde dos capitales distintas (ebas y Tanis) (véase el cuadro 17). Esta situacisn, caracterizada por os in tentos espordidicos de unificacién y una fragmentacién cada vez mayor, se prolong durante casi cuatrocientos afios después del fin de la dinastia XX. sta larga época de divisiones politicas que stcedi al Imperio Nuevo consti- tuye el Tercer Periodo Intermedtio (volumen 2, capitulo 12, apartado 1) Guerra y paz Ramsés T, cuyo reinado duré apenas un afio (1306-1305/1295-1294), fue el fundador de la dinastia XIX. Habia sido visir de Horemheb, quien, al pare ce, no tuvo hijos. Ast pues, Horembeb nombr6 deliberadamente sucesor suyo 4 Ramsés con el fin de mantener Ia estabilidad del pafs, que tan amenazado fe habfa visto itimamente (véase el capfulo 4, apartado 3). Horembeb dio este paso, al decir de algunos, precisamente porque Ramsés J tenta un hijo ys par lo tanto, estaba en condiciones de fundar una dinastia (Kitchen, 1982). Es {as circunstancias especiales quiz4 expliquen el enorme hincapié que bicieron Jos monarcas de Ja dinastfa XIX en Ia continuidad de la linea de los faraones ‘egipcios desde el propio Menes y en Jn vigorosa defensa del tersitorio y del ‘ordenamiento sociopolitico egipcio que hicieron todos ellos. Una expresién de dicha acttud es la lista de faraones considerados legitimos, hermosamente stabada en los muros de uns de las joyas arquitect6nicas del antiguo Egipto, tl templo funcrario de Sety I en Abidos. La lista se remonta hasta Menes, et primer faraén que reins sobre un Egipto unido (véase el capfivlo 3, aparta- do 1); quedan excluidos de ella muchos de los monarcas de los periodos | intormedios; y es omitido por completo todo el perfodo que va de Akhenatén 4a Ay, hasta ef reinado de Hloremheb. Sety 1 (1305-1290 [1294-1279)) presen- twa sus regios predecesores como antepasados suyos; 1 aparece representado ‘dordndolos junto a su joven hijo, el futuro Ramsés Il, que evidentemente ha bia sido clegido ya principe heredero. Ramsés I colocé un duplicado de esta lista en su templo de Abidos. Esta atracciGn de los faraones de la dinastia XIX por Abidos (también Memeptah realiz6 ali algunas obras) quiz4 se relacione ‘on la imagen que estos saberanog proyectaron de sf mismos como encamna- cidn de los aspectos més antiguos y permanentes de la monarqu‘a egipcia ‘bios era ef lugar en el que habfan sido entertados los primeros faraones (véase el capftulo 3, apartado 1). Estaba asimismo estrechamente relacionada con Osiris, rey de los muertos y padre de Horus, que habia sido asesinado, “Tos 238 AS SANDS PoMINIAS Lotro wren 239 | exuariado x se a leyenda, etenado en Aids Los soberanos del diasta XIX consttayeron en esta ciudad sus hermosos temple faneratios y Stine mace naclon el cult asus personas como reyes dfumios coneg de Cuaneo 17. Cronologias dinastias XIX, XX y XX can Convencional —~ | Osiris, mitica soberano de tos muertos, {que simbotizaba la victoria sobre los Sissies PEEP peligros que amenazaban constantemente a Eeipto ee 20318 1305.1305 1295-109 La faonessgveronsiendoenteades como anes en el Vale de lo Sery 1 1318-1304 1305-1290 1294-1270 Reyes, y los grandes templos fieratios cerca de Tebas (Gurna, Rameseum, Ramsés 1 1304-1237 1290-1224 2P.213 ‘Medinet Habu) demuestran gue ta ciudad de Amén habts recuperado plena” ‘Memeptah 1236-1223, 1224-1204 (2) 1213-1204 mente su anterior importancia. Los soberanos de las dingattne XIX y XX Amenés wm. 1217 1204-1200 1204-1200, s,dotando al culto de Amén de impos Sety I 1216-12107 {200-119 toc Mas; eliminaron todos los restos del cul. Siptah : : lombre de Amén en los monumentos de espora de § les de los faraones y se dedicaron ices y madre de Siptah) de los materiates fonteatoa en el po- Dinastia XX Sur: somos sacerdotes blado de los obreros de Deir el-Medina, en la margen izquierda del rfo, al Setnakht 1186-1184 este de Tebas, datan de la dinastia XX, hecho que demuestra Jo animada Romsés HIT 1184-1152, Ramsés-nakht (hijo de Merybast) que volvia a ser una vez. ms la Vida en ‘Tebas y sus alrededores, La refun- Ramsés IV S216 daciGn en 1a parte oriental del delta de Avaris, la antigua sede teal, como Ramsés V 1146-1142 nueva capital de la dinastfa, con el nombre: de Per-Ramsés («Casa de Ram- Ramsés VI 142-1134 és») (Uphill, 1968/1969 y 1984; Bietak, 1975 y 1981/1986), supuso un nue. Ramnsés VI 1134-1133 \o punto de partids. La familia real probablemente era ofiginaria de esta Ramsés VIUL 1133-1126 ea zona. Curiosamente, el dios Seth (divinidad frontetiza que, a medida que el Eamets ah oa imperofve desnrolindse, legs a dentate con deere ese bios 1058-1069 Amenhotep naneas) (Beckerath, 1984), asociado tradicionalmente con esta regiGn, consti- ee esta 6poca. La 1080 comicnzo de Ia «fase enor 1080-1074 explique tam de renaciminion (lon mst) cra del templo nservado algu- Bajo Beipto M0508 edificios ae sora meee pune Dinastta XK se haliaba situada Sn 1p408 rn Lr i : me Pinudjem 1054-1032 Pee eel Amenemnisy 1043-10397 Masaharta 1054-1046 : Pousenzes 1 1040-993 Menkheperre 1045-992 va a lecididamente para ‘Amenemope 993.084 Smendes 992-990 los némadas y des- Osorkon 984.978 les fueron alistados iamén 978-959 Pinudjem 11 990-969 itulo 8, apartado 1), Sety 1 Psusennes I 959.945 Psuseimes 969.945, i sipto hasta Siri la 00 de Ramsés Tesla mejor documentada de esas gue Peon) Tenguaje trarlista wlizado en ln descripcion de i batalla, to pean cone ies honor eis, Pero tampoco supuso ningtin desate en tine iene 'sfontras ene tos émbitos hit yepipcio wo cambianon wate go 240 LAS GRANDES FOTENCIAS EL EOWPTO IMPERIAT. 2at nesta época tanto Bgipto como Hatt tuvieron que hacer frente serias dif que luchan en camo como Ins tropas de Ramsés TT sus destacamentos de vetades: Hats IL perdi! teitrio de Mitanni en benefcio de la potencia see pase modo que toa aquella poblaci6n de} pass de Hatt se confundia con (Que etmpeaaba a emerger por aquelentonces, Asia (véanse los capil 8, waite Rgipto. Comian y bebian juntos, estan wnidos como hermanos, sin fe: qMgrtado 4 y 7, apartado b), mientras gue los ataques de los bios contra las Uhorarae ones a ots, pues 1a paz y Ta concordia reinaban entre clos a la Tranteras occidentales de Egipio constituyeron una pesadilla habitual para manera del propio dios, Ramsés I Los demés soberanos extranjeros se maravillaban det extraordinario poderio de Egipto: y conta: | “Ahora hace ya tmochos dias que] Hegaron a (ta ciudad) de Ramsés Meri ‘Amin que hemos celebrado Tos grands portents de valor y victoria del Jos Faraones desde los tiempos de Sety I (Kitchen, 1973/1986). Durante el rei lo de Ramsés Il se establecié una gran cadena de fortalezas, que se exten ‘ia deade La parte occidental del delta hasta el-Alamein, fo cual demuestra she te uae era fo bastante grave para exiit el etablecimiento de una Aa ae er yeaa ener) ane ion pat 2 Atancia eonstante. Es posible que los nuevos problemas que agobiaban a Tee ge Gran Principe de Hat, que haba vendo asia ppt, a pesccia de vigilancia consars FS Jignimpusaran a firma on atado de paz ex 1269 | Su Malet romped 8 0 himitad 1. Entonces (So Ma- (1258) (vease infra, p. 247). La correspondencia intercambiada entre ambas. jeviad to que era hermosa de roto feoma} une diosa, As! pues fer] un acon cores a partir de ese momento es sumamente cordial: se conservancatas de sa alunos. enigmatic, marailso ysforuado a algo inauito, fares Diboranosy sus exposas, asi como de le madre de Ramsés Il y de wo {ho nnd habia ofdo conar de boca en boca, ¥ del que no habfe noticia ees Pe Ae hijos (CTH, 155-170). La amistad entre Yos dos estados, que durante fats de fos antepasados Asi pes, restl6 hermosa en el coraron Oe Majestad, que ta abd mas que a nada, como si se tatara de-una buen. veany- ato ti fhabjan Hlevado mal, qued6 sellada definitivamen tanto tiempo se habia I I, qued6 sellada defnitivamcnts 60 a ra para él sobrevenida por {orden} de su padre, Ptab-tenen. Entonces: ‘Su Ma- (1245) com la boda de Ia hij de Hattsii THE con el farabn de Exipto. 1 ideo (248) can neta el beh fea expres ecm Oe | Fi a tall a punting deseo de rendicin por parte de Jos hititas, que Ramsés Tl ve bien | Tr ee com si un homeo una mujer se dria for algGn asunto a petsfacer sin tardanza, El texto comienza con una deseripeidn de ls victorias Dah plan enter en el pas de Hat sin femoren sus coraanes, “debido. dol farndn, que entrstecieron tanto al rey de los hititas que no vio més sada ee rastera de las victorias de Su [Maljestad (ARE, TI, §8 415-424; Kuenta, qe ofrecer a Ramsés II la mano de su hija y un gran trbuto come regalo en ASAE, 25 (1925), pp. 181-238: ANET, pp. 256-258). muestra de su subordinacién: acontecimiento polttico fue conmemorado en varias estelas descubier- enone eg ono forma Su Meinl deo: Mi haste! | en Nubin Abo Simbel y Amar) 3 ft Egipto (Karak, Blefanti- ttc eas an mje mfr comm abundant tb edo |g) local dere a gfe imporiania que WE Fe ia concordia ‘ipo de cosas. Cubren [el valle ‘con?] su {muchedumbre?}, la bija del Principe ‘entre 1os dos paises cran una realidad: ‘cuando los hititas fueron vietimas de eat I a oe aac. apes “ jaccatestfa durante el reinado de Merneptah, éste los ayuds enviando una Fe- _ fossa Je grano. Las gucrras en las que se vieron envuetos posteiorments fos as mona 3 ee ya oie [gn ei, EI jd Que ent et yd ose a ascion Er | Funes de Bil (ements y Rens fern TBs exclusi ae a eae estos smisteriosos sucess, completamente desconocidos && amente contra 10s libios de ta frontera, los piatas y tos pueblos mémadas oto, Po eso despach6 2s ecto a sus oficiales tod pis, pra se {péase, en el segundo votumen, el capitulo 8, apartado 1); no volvi6 a desen- salieran a recibilos. sadenarse ninguna contra los bitites. TLatences Su Majestad deliberé con sv coraztindiciendo: «Qué seré de 1s hombres a los que envié en misién a Djahy (Siia) en Tos las de via y nieve {ue tne consigo el ivierno, Entonces ofreci6 una gran oblcién «6 pale, Decadencia del Imperio Nuevo Seinvplicandole a (este? respecto con las siguientes palabras: cE cielo ext eee eee settee manos ya Gera bajo tus plantas. Sueede lo que td onenas que sucsil ‘Tons bien (revasar a uv, el fro viento y la nieve, hasta que tas maravilas {que me has concedio Tleguen hasta mi Entances su padre Seth escuché todo To que te deefs, Ast pues, Ios esos Los estatlos situados més al este, como Asiria y Babilonia (vésse el ca- "pluto 7, apastados 2 y 4), tuieron también constantemente probes _ Trpes similares aprosimadamente por Ia misma época: # mediados de! se apaciguaron y los dias estivales cayeron sobre (6IJ, mientras cue st ejército ‘lo x1, tanto ellos como Egipto habfan perdido una parte considerable de su se apeeguarn os orp oe ow soldaonmoviendose Hirementey 88 | _rTonn SY poderfo politico se habta debiltado, Pero la primera de las cus- arnvan leno de alegrfa. Ast la bije del Gran Principe de Hatt caté en EgiP- tro grandes potencias que tuvo dificutades lve Hat. Ademés este pals De ca tnd, ty casts 1s oficiales de Su Majed fe acorpa,—|_ 610 se vio anid temporalmente por la situaciGn, como los demés: entre Fel mezclados con Ia infanteriay Yos cars de Hatt, pues eran guerneros £1200 y 1150 (para la inseguridad de la eronotogia, vése el capitulo 5. m2 LAS GRANDES FeTENCIAS apartado 4) el estaio hitita desapareci6 por completo. Las consecuencins de esta cireunstancia sobre el equilbrio de poderes y sobre las relaciones y comunicaciones comerciales son dificiles de calibrat, pero las repercusioney del desastre probablemente fueran perjudiciales para los aliados politicos de los hititas, como por ejemplo Egipto (Liverani, 1987). Con tada seguridad después del reinado de Ramsés VI (1142-1134) Egipto pedis el control so bre sus tertitorios de Canauin. Una serie de crisis dindsticas, las dficuliades 4 Ia hora de mantener fa seguridad en las fronteras occidentales, las escase- es, la fluetuacién de los precios del grano y las guctras civiles exacerbaron la situacién e impidieron hacer frente a unos problemas que, en sf mismos, no tendfan por qué haber sido desastrosos. Aproximadaniente en el decimo. noveno afio del reinado de Ramsés XI (1080), el poder efectivo sobre el Alto Y Medio Egipto se hallaba en manos de un tal Herihor, en cuya persona se ‘combinaban por primera vez los poderes militares el cargo —important. simo desde el punto de vista econmico— de sumo sacerdote de Amn. Se mejante circunstancia presupone una crisis politicn de primera magnitud, probablemente relacionada con una guerra civil en la que se vio implicado el anterior sumo sacerdote de Amén (Amenhotep). Sea cual fuere exactamente el trasfondo de Ja situacién, Herihor proclamé una nueva «era de renaci. tmientor que ven‘ a poner fin a la confusién anterior y marcaba ta restaura- cidn de la paz, Normalmente s6lo los faraones proctamaban ese tipo de eras, pero en este caso parece que ef soberano se hallaba tan desamparado que no {vo més remedio que aceptar esta usurpacisn de su autoridad: a partir de ese momento numerosas textos utilizan una doble cronologia, datando los acon tecimicntos por los afios del reinado de Ramsés XI y por la nueva era de rena cimiento, BI poder de Herihor se extendia por el norte hasta Heraclespolis,« ta entrada de El Fayum. La seguridad militar de Egipto, desde esta 2ona bas- {a Asin en el sur, estaba en sus manos, y utilizé su cargo de sacerdote de ‘Amén para reforzar la base de st poder. Probablemente Beipto perdiera Nu. bia por aquel entonces, aunque los detalles no estin claros, Al mismo tiempo, 1 Bajo Exipto era administrado por Smendes (Nesbenebded), el visit de Ram. s€8 XI, gue quizé estuviera emparentado con Herihor e incluso hubiera con- traido matsinwonio con una hija del fara6n (Kitchen, 1973/1986). Fl «lnforme de Wenamén» (Erman, 1927/1966 {01}, pp. 174-185; Gardiner, 1937, pp. 61- 176; ANBT, pp. 25-29; Simpson, 1973 [01], pp. 142-155; Lichtheim 1973-1980 (01), Hy, pp. 224-230; véase supra, p. 217) se sitéa en esta época: Wenamén era un emisario de Herihor que realiz6 una expedicién a Bibles con e! encar £0 de comprar madera. Data su viaje en la era del renacimiento y cuenta que naveg6 Nilo abajo y solicité formaimente la ayuda de Smendes y su es- posa, Tentamén, en Tanis. Estos examinaron sus cartas de recomendacidn y le proveyeron de un barco y viveres suficientes para llevar a cabo su misiét. ‘Mis tarde, cuando se encontré en dificultades finaneieras, se las atregl6 para mandar un mensaje a Smendes, que le suministré los fondos para realizar los pagos nevesarios, El papel desemperado por Ramsés XI en todo este episodio 40 esti nada claro, Pero tengamios en cuenta que siguié sicndo reconocido, 106 Baro Dw os como faraén reinante, que Ja era de renacimiento nunca seemplazé por com. ple sus aos de reinao y que, cuando Herihor musié en 1074, el sistema de datacin instaurado por 8 fue abolido y volvieron a uilizarse exclusion, sente los aos de reinado del faraén. Ast pues, Ramsés XI no se vio privicie sunca en realidad de su condicin oficial de soberano. Soto cuando music, rbablemente sin his vivos, Smendes aecedis formalmente al tome lina fia XE: 1069-945), A la mueree de Ranusés X1 se perpetus Ia divisién de Egipto surgide en tiempos de Hetihor. La corte de los nuevos farnones (dinastia XXI) se once traba en Tanis (a unos 25:km al norte de Per Ramsés, aunque en vive bas del Nilo; Tanis, 1987; Brissaud er al, 1987) construida con sillacs tobain de la gran capital que fuera Per-Ramsés (Uphill, 1984). Tebas fac absoceny da como necrépois teal: los nuevos faraones dispusieron sus enterramientoe en Tanis (Montet, 1952; Von Kine, 1984), El poblado de los obreros de Des el-Medina, una ver eliminada su razén de ser, dejé de exist. A pst de one ‘momento, aunque fos faraones de Tanisafirmaben ser los suberanos de todo Bgipto, en realidad compastion el gobierno del pais con et alto lero de-Amnéo en Tebas. El e6imo y el porqué de esta situaciénresultan muy difcfes de on, tender (Beckerath, 1951). La decadencia de Egipto desde su posicign de po. tencia imperiatistaeniormement rica, ue con tanta firmeza areca acuper sélo setents aos antes, es evidene. Por ota parte, es posible que se ckegere €l deerioro de la prosperidad y Ia posicién de Egipto en comparscisn cee la sépoca de opulenciay (Aldred, 1968). El eobelisco roto» de Ashu bel Fale de Asiria (véase infra, pp. 402-403), datado hacia 1070, habla del regalo do animales exéticns recibido por el soberano asirio, a la sazéa de campane en Libano, del farasn de Egipto, probablemente el oscuro Ramsés XI (ODE 1069). También es posible que la cuenta de Iapistizuli perteneciente esta época y ta inscripcién asira grabada en ella formen parte de los regalon {iplométicos intercambiados entre las dos potencias en esa misma ocaion Ello implicaria que el estatus de Bgipto como potencia importante cuya in, fluncia en Levante todavia eta reconocida segue siendo alma y scepado or todo el mundo. Et papel desempeiiado por Egipto durante lot perflos sucesivos como refugio para los profugos y desterrados de los distintos eats dos levantinos y como potencia cya ayuda valfa la pena solciae conta I eapansién asiia, asf viene a demostraro. 5. EL Bstapo pet Inperio Nuvo EI marco general del estado y ta sociedad de Egipto durante el Imerio ~ Nuevo parece que permanecié inalterable en muchos de sus rasgos esencia les. Pero la adguisici de un imperio por parte de Egipto, su agresiva ex- = ansiOn territorial y ta «guerra de liberacién» tebana, que determinaron la fundacién det Imperio Nuevo, trajeron consigo profundas transformaciones Polticas, socioeconémicas y culturales. Por ejeraplo, una de esas novedades 244 LAS GRANDES POTERCIAS fue el aumento de las dimensiones y Ia opulencia de la hacienéa real debido al poder y a las riquezas cada vez mayores que Hleg6 a poseer el faradn tras Ia creacidn del imperio. En esta época empezs a hacerse habitual amar a soberano simplemente la «gran casa» (per’ao), término del que procede nuestro «faradn>, EL faraén y la monarguca BI aspecto mas destacado de la monanquia egipeia durante el Imperio "Nuevo es el del faraén concebido como guerrero que sobresale por st domi nio de las armas bélicas més importantes, en particular el carro ligeto de dos rucdas, tirado por caballos, innovacién introducida en Egipto curante el Im- perio Nuevo (véase la figura 20). Evidentemente este hecho se relaciona con cl talante militarista propio de la época. La detallada deseripc:én que el jo: ven Amenofis II have de sus grandes proezas en este campo iy en muchos ‘tros) nos To recuerda perfectarmente; fue su pericia en el manzjo de los ca- ballos lo que demoste6 a su padre que era ef més eapacitado de sus hijos para sucederlo en el trono, como nos cuenta en su «estela de Ia esfinges: |Asf pes, Su Majestad aparecié entonces como rey, como un hermosa joven bien desarrollad, sobre euyos muslos Hevabs cumplidos dicciocho afoy ‘con fortaleza, Bra experio en todas las obras de Mont (dios de Ia guesra); no tena igual en el campo de batalla, Era experto en los caballos, no habia ot como él en este ejército tan numeroso, Ningin soldado podfa tender su arco; nadie era capaz de acercfrsee en la carrera, Fuerte de brazos, inftigable cuando cogia el emo, bogabs en Ta popa de su nave-hale6n como primer remero al frente de doscientos hombres. Cuando ddescansaban después de Hevar remando media milla, odos se sentfan déiles, ‘con el cuerpo flojo y sin alento, mientras que Su Majestad conservaba la fuer- ‘2 sobre sa temo de veinte codos (c. 10 m) de largo. No detesfa ni fondeaba ‘su nave-haledn hasta que no habia hecho tres millas remand inintcrrampida mente sin abandonar el puesto. Los rostros se iluminaban al velo. Tendta tre cientos areos durisimos, midiendo In desiroza de los hombres que los habfan fabricado, pare poder difecenciar a los menos hibiles de los habiles. Llegé asimismo a hacer las siguientes obras que se someten a tu atescién, Al entrar en au jardin del porte encontrs levantadas para 6] cuatro dianas de cobre ast tico, de un palmo de espescr, con una separacién de veinte cados entre cada lina, Entonces Su Majestad aparecié moatado ea cl carro como Mont en todo sit poder, Tendié su arco al tiempo gue sujetaba cuatro dardos en La mano. Salié al galope hacia el norte disparindolos, como Mont en su ranoplia,y cada flecha asomaba por Ja parte trasera de Ia diana mieniras que él se iancabe impertérrto hacia In siguiente. Fue una hazafia nunca reslizada hasta entonces, de Ia que nunca se habia tenido noticia: disparar una flesha conta une diana de coobre y atraveserla hasta dar en el suelo — {algo realizado) tinicamente por eb Rey rico en gloria, al que Amén ha hecho fuerte, ef Rey del Alto y el Bajo Egipto, Aakheprure, guerrero semejante x Mont EL BODO IMPERIAL, 245, Fioura 20. Faraén egipcio en carro (Ramsés Hl, templo de Luxor, ‘dibujo de D. Saxon). Pues bien, siendo ain mozo, amaba a sus caballos y se regocijaba com ellos, Era valiente trabajando con ellos, aprendiendo su carécter, habil a la hora Varios faruones del Imperio Nuevo utilizaron esta zona como picadero en el que domaban sus caballos, se ejereitaban con el carro 0 practicaban la caza en el desiert; habia ademas un pequefo palacio, quizé un ple pabell6n de caza (Kemp, 1989 (0Ga}, p. 219). Fn una de esas expedi ciones de caza el hijo de Amenofis I y eventual sucesor suyo, Tutmosis (IV), cay6 dormido a mediodta y se le apareci6 en sueiios la Fsfinge, en su nuevo aspecto de Horus-en-el-horizonte amuncidndole su futuro reinado. Més tarde relataria esta experiencia divina en una estela erigida entre las garras de la Esfinge. Las campatias militares también daban a los faraones ocasién de realizar grandes hazafas cinegéticas, pues las dos actividades estaban estre- chamente relacionadas, por cuanto ambas yenfan a demostrar el poder que te- nfa el soberano de dominar las fuerzas amenszadoras y salvajes. Dos bellos escarabeos conmemoratives de Amenofis IT (emitidos en ef segundo y pro- bablemente en el décimo afio de su reinado) aludfan respectivamente las capturas de vacas salvajes que habia realizado et faraén y a los leones que habla cazado. La vieja imagen del faraén castigando a fos enemigos de Egipto foe rea- firmada enérgicamente en todos los contextos imaginables: la «ventana de las apariciones» (maru), sala del palacio por la que el soberano se asomaha y contemplaba desde To allo a sus oficiales postcados a sus pies antes de pro- (Schulman, 1988), ‘También la retérica real resaltaba esta postura triunfalista. Un famoso ejemplo es la relacién que ofrece Ramsés IT de la batalla de Kadesh (1296! 1275), celebrada en prosa, en un poema épico, y en una seric de relieves ricos en (odo tipo de detalles. A nadie se le habria ocurrido dudar que el farasn de Egipto habia obtenido una magnifica victoria y que el cjército ‘enemigo de los hititas habfa sido aplastado, La cruda realidad, que Ios docu- smentos hititas y ugariticos dejan bien clara, es que ninguno de los dos bandos obtuvo grandes ganancias territoriales. El lenguaje en el que esté redactada fa introducei6n a la versi6n egipcia del tratado de paz. concluido posterior- mente con los bititas (1269/1258), grabada en Iss estelas colocadas en Kar- nak y en el Ramesseum, resulta muy revelador. La versiGn hitita demuestra gue fue un tratado firmado en pie de igualdad entre dos potencias que-teco- rocfan en su adversario a un igual (el tinico que quedaba en el Oriente Pro- ximo). La ideologia mondrquica egipcia, en cambio, modifica por completo las citcunstancias, y asf se presenta a Ramsés como si se dignara graciosa- mente a aceptar las peticiones de paz de un inferior: (Fecha, nombres y ttulos de Ramsés 11) En este dia, mientras Su Majestad estaba en la ciudad de Per-Ramsés, Meri Amén, haciendo tas delicias de su padre, Amén-Ra, Harakhti, Atum, sefior de los dos paises, el heliopolita, Amon de Ramses Meri-Amén, Ptah de [Rarsés Meri-Amén, y [Seth], el Grande en Fuerza, el hijo de Nut, segin van cconcedigndole una etemnidad de jubileos y una inginidad de afios de paz, micn- tras todas las terras y todas Tos patses extranjeros se postran ajo sus sand- lias para siempre; llogé e] enviado real, el delegado ¢e la unidad de carros, Anti-hfetep] el enviado real [... el enviado real ... ef mensaljero [del] pais [Kheta .. Tilifeshub, el segfundo mlensajero de Kheta, Rafmosis), (9) (el rmensajfero de [CarchJemish, Piyassli(?), con la tablills de plata, [que] el gran principe de Kheta, Hattusli, habia traido al Faraén —jvida, prosperidad, salud para 6t!— con el fin de pedir la {pal fa Su Majestad, el rey del Alto y el Bajo Egipto, User-maat-Re), Setep-en-Re, hijo de Ra, Ramsé(s) Meti- ‘Amén, al que den vida por siempre jams, lo mismo que su padre Ra cada dia irchen, 1968-, I, pp. 225 y ss.; ARE, Hl, &§ 367-291; ANET, pp. 199-201; TUAT, U2, pp. 143-153), Comparese con el sobrio proemio del texto acadio de la versi6n hitita (1 tratado, que} Reamasfesa Mai-JAmana, el gran sey, el rey [del pais de Egipto, acordé en una tablilla de plata] con Hattusili [el graje frey], rey del pais de Hatt, su hormano, para fel pats de Egipto y el pais de Hatt}, con el fin ‘de creat una [gran) paz} y una gran [fale]midad entre ellos para siem{pre} (CTH, 91; ANET, pp. 201 y 88. TUAT, V2, pp. 136-143), 288. LAS GRANDES FOTENCIAS Junto a este tono belicoso y triunfalista, la naturaleza divina del sobera. no era reafirmada una y otra vez, a través del culto de fa parte iamortal de sy ser, el ka real, para el cual se habfa consiruido un templo especial en Luxor, de suerte que participaba en la fiesta anual de Opet (véase supra, p. 222), Pot todo Egipto se exigieron otros muchos templos del ka real. AL uismo tiempo cl faraén estaba vinculado con el dios Amén-Ra, segin demuestra su con- cepeién como «la oreja que escticha» en el gran templo de Amén en Kamat, De este modo podia ser invocado para que actuara como intermediario del frante ante las grandes divinidades (Kemp, 1989 [0Gal, p. 202; Morkot, 1986). EI culto del Sol, asociado con la imagen del impetio, ¢s otro clemen- to que fue adquiriendo cada vez. més importancia durante este pertodo; es- trechamente relacionado con él estaba el faradn, en su calidad de hijo divino de Armin-Ra, Los jubileos (fiestas de Sed, véase supra, p. 175) celebrados por Ame- nofis Ii en los alos trigésimo, trigesimocuarto y trigesimoséptimo de su reinado, ponen de manifiesto cémo eran reelaborados los titos tradicionales, al tiempo que se les dotaba de un boato y una opulencia desconocidos hasta entonces (Aménophis II, 1993, pp. 31-33). Los detalles de la antigua fiesta de Sed sélo pueden reconstruirse parcialmente y todavia subsisten muchas incertidumbres (LA, 5, pp. 782-789), aunque parece segura su funcién como recreacién ritual de la coronacién, Comenzaba con une serie de actos tegios tradicionales como, por ejemplo, la inspeccién de los edificios y un recuen- to del ganado, seguidos de una procesién en la que el faraén aparecta ves- tido por primera vez. con el tipico traje de Sed. Dentro de ciesto edificio se cjecutaba lejos de la vista del péblico una ceremonia, cuya finalidad era pro- bablemente contribuir al rejuvenecimiento del soberano, Una vez renovada ritualmente su fuerza, el monarca aparecia sentado en el quiosc» especial del jubileo para recibir el homenaje de sus sibditos.-A continuacién, el faradn ¥ su séquito visitaban a los distintos dioses en sus capil y les invitaban a iunirse a ellos en una procesiGn. Tras cambiarse de atuendo. el soberano ccorria una carrera ritual, al término de Ia cual ofrecia una seric de presentes alos dioses, Subia entonces en una silla de manos y, con Ia dosle corona en su cabeza que simbolizaba su dominio sobre el Egipto unificado, era Nevado ceremonialmente en procesién, acompafado de diversos estandartes divinos. En el punto culminante de la ceremonia, el faraén se presentaba con un arco disparando flechas hacia el norte, el sur, el oestey el este, acto mediante el cual manifestaba su orgullo de ser el dominador del mundo entero, Para las celebraciones de su gran jubileo el faran Amenofis Hl constru- y6 un enorme real (Malkata), provisto de un lago antificial para las ceremo- Tas acusticas (clemento nuevo de la fiesta), un temmplo y diversos palacios. La tumba del cortesano Kheruef contiene un resumen de algunos episodios de estas espléndidas fiestas. En un momento determinado el soberano se mos- {taba de pie en las dobles puertas del palacio. Entonces los cortesanos y los oficiales se presentaban ante é en diversos grupos: oficiales, amigos det farasn, chambelanes, chombres de la puerta», «conocidos del soberano», 1 BOIPTO mePERUAL, { 9 \ tripulacion de la falta real, alcaides, y dignatarios del rey. A éontinuacién se efectuaba la presentaci6n oficial de las recompensas regias en forma de oro, ‘coro de Ja alabanzan (grandes collares de oro), patos de oro, peces de oro y cintas de lino verde, siendo los personajes de rango superior los primeros en recibir estos honores. Después se daba de comer a los distintos grupos de pectonas que habjan recibido las condecoraciones: at parecer se trataba {de compartir simbélicamente la comida que el propio faraén habia tomado («Se les daba comida como parte del almuerzo del rey>). Fortalecidos con este refrigerio, debfan subir a la fala real y Ievarla remando por el lago re~ cién construido, conduciéndota por ditimo a las gradas que daban acceso al trono real, Las éltimas palabras de Kheruef subrayan el cardcter antiguo y ‘nuevo 2 ta vez de la fiesta: Fue Su Majestad quien hizo esto segtn las escritos de antao. [Sin embar- 0] las generaciones pretéritas de los hombres desde los tiempos de nuestros antepasados nunca celebraron unos tos jubilares semejantes (Epigraphic Sur- vey, The Tomb of Kheruef, Chicago (19801, lim. 28, p. 43) Las esposas reales ‘A medida que Ia persona del faradn iba cubriéndose cada vez. con més sfmbolos de poder y divinidad, parece que se produjo una evolucién andlo- 88, no demasiado bien entendida en Ia actualidad, on la posicién de la reina Sc hallaba estrochamente relacionada con las divinidades femieninas, partieu- Jarmente con Hathor. Ostentaba diversas funciones «sacerdotales», entre elas 1 veces una may importante, la de «esposa del dios Amén», prestigiosa tan- to desde el punto de vista ritual como econémico (Troy, 1986). Durante el Imperio Nuevo la reina legs a desempetiar también cierto papel en Ia fiesta de Sed, aunque desde luego no demasiado relevante (LA, 5, p. 785). La so- ‘erana podia funcionar también en ocasiones como via de acceso a la perso- na del faraén y, a través de éste, a los dioses (Morkot, 1986); parece que & veces el culto del ka de la reina adguiti6 gran importancia; y Io més curioso © esque a finales de la dinastfa XVIII se la representa a yeces junto al faraén pisoteando a sus enemigos extranjeros. En este aspecto agresivo la reina pue- de aparecer representada como esfinge femenina y asociarse a divinidades Violentas, como Ia diosa-leona Sakhmet (Morkot, 1986) E] faraén del Imperio Nuevo tenfa siempre una esposa principal y un ‘mimero importante de esposas adicionales, aunque no esté del todo claro 6mo funcionaba el escalafén de las consortes reales. Cuando disponemos de testimonios, poderos comprobar que las esposas principales eran egipcis. En el caso de Tiye, la esposa principal de Amenofis II, sus parientes eran miembros destacados de la elite cortesana: su padre era caballerizo mayor del ~ faraén, teniente de los carros, posefa extensas fincas en el Alto Egipto y qui zd estuviera emparentado con Ia madre del propio Amenofis HII (Aldred, 1968. 250 LAS GRANDES POTANCIAS pp. 71-72), Entre las esposas aparentemente «menores» habia princesas de las casas reales de los paises vecines (estén atestiguadas definitivamente ung princesa hitita, tres de Mitanni y dos babilonias) (Schulman, 1979). Llegaban a la conte egipeia acompaiiadas de séquitos enorimes, con grandes regalos y ricas dotes, asi como una comitiva inacabable de doncellas y camareras, como demuestran las cartas de el-Amarna (vase supra, p. 218), el matrim. nnio de Ramsés I con Ja hija de Hattusili IT (pp. 240-241), y uno de los escarabeos conmemorativos de Amenofis TI: Maravillas tn ‘Su Majesta: Gilukhepa, hija de Shuttarns, principe de NNaharin (es decir, ey de Mitanni), con la parte principal de sw séquito, con ‘esto de trescientas diecisiete mujeres («Escarabeo del casamienton comes. ppondicnte al Afi 10: Urk, TV, pp. 1.737-1.741) No esté del todo claro cémo estaban organizadas las diversas esposas reales y sus servidores. No obstante, tenemos atestiguada la cxistencia de algunos alojamientos especificos para ellas, Uno se hallaba situado cerca de fa entrada de El Fayum (Medinet el-Ghurab), donde residfan las esposas reales de mayor rango junto con un equipo de funcionarios, servidores y tejedores (Kemp, 1978). A los miembros de le familia se les asignaban bienes inmuebles por todo Bgipto y haciendas que fes producfan sustanci- sas rentas. Amenofis IIT mand6 excavar un gran embalse, posiblemente de cara a las labores de regadfo, para su esposa Tiye, en la ciudad natal de ésta, Djarukha, presumiblemente con el fin de inerementar la renta producida por sus terrenos en [a zona (Blankenberg-van Delden, 1969, n.° E8; Aldred, 1968, p. 45; Morkot, 1986; Aménophis Hl, 1993, pp. 56-57). EL ejorcito Los nuevos contingentes de carros, que empezaron a ser utilizados en Egipto a partir del Segundo Perfodo Intermedio, formaban la seccién més va- Jiosa y brillante del ejército, Los aurigas pasaron a constituir una nueva eli- te, Algunas autobiograffas funerarias indican que se consideraba un honor especial ser criado cn el «establo del rey», esto es, servir en el escuadrén de carros del fara6n. El rango especial de que gozaban los aurigas se ve reflkja- do en cl hecho de que a veces eran empleados como embajadores reales en misiones diplométicas. Los testimnonios dan a entender que durante la dinas- téa XVII era sobre los militares y en particular sobre los miembros del cuer- po de aurigas sobre quienes recafan algunos de los cargos cortesanos més nfluyentes, Resultado de toro ello seria que entee el personal que rodeaba al soberano haba un niineto significativo de oficiales del ejército de alto ran- 0 ocupando cargos tradicionalmente propios de los funcionarios civiles (Aldred, 1968). Podernos hacernos una idea de cudles eran Jos principales grupos de funcionarios egipcios del Imperio Nuevo gracias a un decreto con 408 EL BGIPTO IMPERIAL ( 251 | era en una nscrpcin de Na, en Nobia (Edgerion, 1947), En Sty 1 | Ge dtige a todos fos Funcionarios responsables ordendndoles que protejan la | exencion de cargas de las terras donadas a su templo funerario de Abidos, | fecién construido; entre esos funcionarios destacan los que estén rel | dos con la caballeria reat Decreto dirigido en Ia majestad de la corte real en este dia (es desir, ato 4, 52 mes, dia 1) a(l) visit, (1s) magistrados, (lo) cortesanes, (los) consejos de ofdores, (el) vinrey de Kush, los comandantes, (los) supetintendentes del oro, (os) alealdes de (las eiudades y Jos) revisores de campamentos/zibas del Alto y Bajo Egipto, (los) aurigns (os) jefes del establo, (los) portaestandartes, todos los agentes pertenecientes a kx hacienda del rey, (9) todas las personas envidas ‘en alguna misién a Kush (Edgerton, 1947, pp, 220-221, lines 29-30) A los oficiales del ejérvito se les concedian tietras, ademés de ser honra- dos con oro y de permitirseles quedarse con algunos prisioneros de guerra en calidad de eselavos (véase supra, p. 219). Kn determinadas zonas se encarge ala obtencién de minerales 0 de carfcter mercantil en nombre del fara6n, oF- ganizaban redes comerciales mediante la uilizacién de sus excedentes agri- colas, y ejercfan como oficiales de reclutamiento de soldados y de mano de bra en genera. Tras la expulsién de Ios hicsos y las batallas contra Kush, Egipto tavo que permanccer en constante estado de guerra para proteger sus -muevas fronteras, ahora mucho més grandes, y defenderlas de todo tipo de alaques y nuevas invasiones. Esta situaciGn desembocd en la creacién de una administracién militar permanente, encabezada por un «gran general del ej- citor, cargo ocupado en ocasiones por el principe heredero (Helck, 1939). Ora consecuencia fue la implantacién y el mantenimiento de las guarniciones establecidas en el extranjero y en el propio Egipto. Se inicié un programa continuado de reclutamiento ¢ instrueci6n de soldados, destinado a erear una numerosa reserva militar experimentada, susceptible de ser movilizada con ra- pidez. El interés y la intervencién directa del estado en todo esto quedan de- Iosirados por ef hecho de que los soldados eran «armados ante el fara6n>, ¢s decir, el estado les proveia de todo el equipo militar. Bl ejéreito contaba con una organizacién profesional y estaba dividido en unidades especiales de infanterfay de catros, ademés de disponer de un servicio especializado de in- teligencia y de tropas de aprovisionamiento (Schulman, 1964). También la armada egipcia, esencial para el transporte de soldados y pertrechos en las ex- Pediciones de larga distancia al norte det pais, se desarrollé durante ol Impe- Ho Nuevo (Sive-Séderbergh, 1946). Cuando Taimosis HI proyects cruzar el Lufrates y atacar Mitanni, el ejército fue trasladado hasta la costa del norte de Siria en barcos; Ja madera para la construccién de las naves era talada en Libano, cargada en carretas, conducida hasta el Eufrates y almacenada en sus ‘tills; después el fran y su ejécito navegaron triunfalmente durante un tra ‘mo del r/o (Urk. TV, pp. 889 y ss; CAH, II capitulo 10) 252 LAS GRANDES FOTENCIAS Esta situacidn de constante preparaciGn militar repercutis sobre el sistema de posesisn y explotacién de la tierra, Por ejemplo, rmuchos veteranos recibian terrenos en Egipto para establecerse como coionos. Se trataba de pareclas mo. destas, capaces de sostener a una familia, que podian heredar los descendien- tes del beneficiario, probablemente con la obligacién subsidiasia de suminis- trar un hombre para su adiestramiento militar (Katawy, 1989). Botzer (1976) ha seiialado que durante el Imperio Nuevo la densidad de colonizacién de} pats fue mayor que antes, en especial en la 2ona potencialmente rica del Bgip. to Medio, con sus Hlanuras de aluvién relativamente grandes. Bn esta época se introdujo el shaduf,artficio para sacar agua empleado en el Oriente Medio incluso en la actualidad, que permitis inrigar Tas tierras més alejadas del ro, especialmente las hiuertas situadas Jigeramente en alto (Butzer, 1976). Asi pues, fa intensificacién del uso de tas tierras y Ta incorporacién de nuevos terrenos de cultivo deben relacionarse en parte con la costumbre de premiar com parcelas a muchos de los veteranos (entre ellos libios y gentes de origen levantino), que habfan participado en las guerras del farasn. Los solados egipcios no s6lo prestaban servicio en el extranjero, sino que adems eran acantonados en su propio pats para asegurar la paz y, cuane do fuera necesario, suministrar fuerzas sobre el terreno. En paricular, no de tos servicios que prestaban era el de proporcionar al soberano una guardia personal que cambiaba cada diez. dias; el relevo en esta labor vena acompa- fiado de concesiones especiales a los soldados. Resulta imposisle cuantificar su ndmero con precisidn, pero da la impresién de que la mayorfa de las fa- rmilias egipcias tenfan por To menos tn miembro en las fuerzas armadas del estado, En contraste con las glorias bélicas enaltecidas en los himnos de: ala banza a los faraones y conmemoradas orgullosamente en las turnbas de fos altos cargos, un texto escolar de 1a dinastia XX (papiro Lansing) nos ofrece tuna curiosa imagen del horror de la vida del soldado raso. La descripcidn es doliberadamente sombria y exagera la crueldad de este tipo de vida, pues su objetivo era incitar al estudiante a ser diligente para poder Megar a escriba y evitar un destino tan terrible como ese. Pero la experiencia de muchos sol- dados egipcios de los estratos mas humildes de la sociedad no debia de ser muy distin Ven, te cvente cules son las penalidades del soldado y cudntos superiors tiene: el general, el eomandante de tropa, el oficial que rig, el por- taestandarte, el jugarteniente, el escriba, el capitin de cincverta, y el jefe de ‘guamiciGn. Entran y salen por los salones del palacio diciendo: «(Busca opera- riosts, Lo despiertan a todas hors, Van tras 6! como (quien va ras) una aodrai- 1a, Se afuna hasta que AtGn (el disco solar) se pone en Ja oscuridad de la nocte. ‘Tiene hambce, le duele la tips; esta muerto aunque esté vivo, Cuando cecibe tuna racién de grano, una ver. liherado de sus obligaciones, ni siquesa es capa de molerio Lo mandan a Sitia, No puede deseansar, No hay vestdos ui sandalias, Las armas de la guesra son slmacenadas en la fortaleza de Sile (punto de partida de las expediciones hacia Levante) Tiene que marchar euesta arriba por las os EL BOITTO MAPERIAL, 253 tafias, Bebe agua cada tres dias; y es0 que es feta y sabe a sal, Su cuerpo es vietima de Ia enfermedad. El adversario Mega, lo rodea con dards y la vida se aleja de él Le dicen: « Répido, adelante, bravo soldado! ;Génate un buen nom bel». No sabe lo que vale, Su cuerpo esti débil, las piemnas le fallan. Cuando se obtiene la victoria, los eautivos soa entregndos a Su Majestad, para que los leven a Egipto, La mujer extranjera se desvanece durante la marcha; se cuel- ‘ga evello del sokdado. Si se le eae el petate, oto lo agar mientras él va ccargado con la mujer. Su esposa y sus hijos se quedan en la aldea; se muere antes de volver a ella, Si sale vivo, esté arto de trabajar, Tanto si esté en li- ‘ertad, como si esté retenido, el soldado sufre. Si cambia de bando y se va con Jos desertores,tods su familia es encarcelada, Muere a las puertas del desiesto Y no queds nadie gue perpettc su nombre. Sufre en la vida en la muerte, Lle- ‘van un gran saco para él; no sabe dénde podra descansar por fin (Gantiner, 1937, pp. 99-116; Caminos, 1954, pp. 373-428; Lichtheim, 1973-1980 [01], If, pp. 168-175), Administraci6n central y economia Junto a estos cambios soctopolitcos, fueron también muchas las institu ‘ciones importantes de épocas anteriores que permanecieron inalterables. Asi, por ejemplo, el principal cargo administrativo del estado sigui6 siendo el de visir, aunque ahora tahfa dos, uno responsable det norte del pais y otro en- cargado del sur. Las responsabilidades globales del visir aparecen deseritas ‘con todo detalle en la tumba de Rekhmire, visir de Tutmosis Il, en Tebas (Davies, 1943). El nombramicnto formal del visir por el faraén y las instruc- ciones que recibia formaban parte probablemente de Ia larga tradiciGn creada en torno a este cargo (Kemp, en Trigger et al., 1983 [ODI, pp. 84-85). Entre Jas amplias éreas de poder que controlaba, el visir era responsable del orden piblico, de la fijacién y recaudacién de los impuestos, del manteni Jos archivos gubernamentales y de la bsqueda de informacion en ellos. Se encargeba asimismo del nombiamiento y fa supervisién de los funcionarios a ‘us 6rdenes, ademis de estudiar las reclamaciones dé tierras y dems propie- dades. Entre sus cometidos estaba el de inspeccionar y controlar debidamen- te los gobiernos locales. Una de sus obligaciones, por otra parte fundamental para la estabilidad del estado y el presupuesto de cada atio, era recibir los in- formes del tiempo, y en particular de las condiciones climiticas que podfan repercutir sobre la produccidn agricola y la cosecha, Asf pues, se enviaban regularmente al visir informes sobre los niveles de la inundacién, es decir, Sobre si se esperaban Nilos altos 0 bajos, eventualidad que se encargaba de edit el nil6metro de Asusin (véase supra, pp. 145; 160). Las condiciones del ‘fo repercutian sobre los ingresos que previsiblemente podta pereibir el esta- «do, como ilustra perfectamente la historia bfblica de José (Genesis 41). Por fktimo, recibfa también informes de las personas encargedas de observar las estrellas, importantes para Ia fijacién del calendario (en general, véase James, 1984, pp. 51-72).

También podría gustarte