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_ [PEREZ TARGACHA, Antonio. Historia Antigua de Eginto y del Préxime Oriente. Madrid. Akal. 2007. pp. 252-268. EL REINO MEDIO KGIPCIO (2055-1650) A mediados de la XI Dinastfa, Mentuhotep TT (2055-2004) unifica Egipto culminando lo iniciado por sus predecesores, los Ante, siendo por ello equiparado en las listas reales con el mitico rey Menes, el fun. dador de Ia I Dinastia, y posteriormente con Ahmose (155 ‘que expulsarfa a Jos hiksos ¢ iniciarfa la XVIII Dinastfa, Da inicio asi el Reino Medio, un periodo de la historia de Exgipto que encarna en to- as sus manifestaciones el clasicismo de la civilizacion feraGnica, Es cicrto que no Ilegaron a construirse grandes monumentos como en el Reino Antiguo, ni colosales templos nacionales como los que erigixén los faraones cet Reino Nuevo en honor del dios Amén, ni se han en contrado grandes tesoros dcultos en las tumbas reales, pero sf nos ha legado una extensa literatura, un arte equilibraco, un reino poderoso aungue no Hegara a crear un imperio exterior, una religiosidad més humana, Se trata, en definitiva, de uma etapa en Ia que todas las ma nifestaciones alcanzan su forma ideal, sin exageraciones. Historta pottnica, El unificador de Egipto tras un largo periodo de luchas fue Men- tuhotep 11, que adopts el nombre de aquel que ha unido tas Dos Tie: ras, ¥ que dedics todos sus esfuerzos a superar los enfrentamientos y la situacién interna que habfa caracterizado el Primer Periodo ln- termedio. Asf, tuvo que actuar para fimitar el poder e importancia de algunas familias provineiales, sunque respetando el poder, y cierto grado de autonomia, de algunas familias, en especial de las que le ha ban apoyado en su conflicia con Heracledpolis, aunque recupers el cargo de visir 252 Oltra de sus preocupaciones fue el recuperar la influencia, © com trol, que Egipto haba perdido sobre la Baja Nubia, asf como frenar lt netiacién de grupos asiéticos por el Delta y proceder contra uns ‘ponentes politicos que se habfan refugiado en el oasis de Dakhla Tnteriormente reorganizé la administracin desde Tebas, que s convirtié en la capital de Bgipto y que se asociara cada vex mas con una realeza que emprende tna politica constructora ditigida a glorif car asus dioses, en especial a Amin, Una actividad constructora de lt aque destaca su templo de Deir el Baia ‘Un aspecto en cierta medida sorprendente es que no se conozcan referencias explicitas a la derrota de Heracleépolis, lo que puede ex- plicarse por el deseo de los antiguos egipeios de no identificat perio {dos de luchas 0 auseneia de orden con reinados concretos, prefire do emitir el mensaje de que €) «orden» habja sido restablecido, sin achacar a nadie en conereto por qué dicho orden habia dejado de es, tar presente, Igualmente, la tradicién herecleopolitana, a pesar del sa ‘queo que sufrié la ciudad, fe respetada y, significativamente, muchas de las principales obras literarias de este Reino Medio tendrén un evi ‘dente trasfondo heracleopolitano. De sus sucesores, Mentuhotep III (2004-1992) y Mentuhotep IV (1992-1985), apenas’ sabemos algo, salvo que continuaron con la po: Iitica de reorgenizacién de la administracién y retomaron la actividad de rutas comerciales como la del Uadi Hammamat, asf como el en: vio de expediciones al pafs de Punt, como la formada por tres mil hom bres en tiempos de Mentuhotep I y dirigida por Henenv, Se trata de ‘unos reinados que no parecen exentos de tensiones internas, posible: mente como consecuencia de la situncién vivida en Egipto y del he cho de que la reunificacién tuvo un carter militar, tal como refleja Ja laguna de siete aiios en el Candn de Turin entre el reinado de Men: tuhotep III y e) de Amenembat 1, con quien se inicia la XII Dinasta, interpreténdose la ausencia de Mentuhotep TV como tna cvidencia de ‘que en realidad se trataba de un usurpador El origen de Amenemhat I (1985-1955) es confuso, pudiendo ha ber sido visir con Mentuhotep III 0 TV, defendiendo un sector de Ia in- vestigaci6n que su ascenso pado estar apoyado por unos nomvarcas te merosos ante la politica que habfa iniciado Mentuhotep II para limitar su poder. Lo cierto es que su Hlegada al trono implicaba el inicio de una nueva Iinea dindstica, por lo gue debfa procederse a una legit ‘macién que encontramos reflejada en composiciones literarias come la Profecia de Neferti. La misma se desscrolla en ta corte de Snefzu que, como vimos, pervivié en Ia memoria hist6rica de Egipto como ejemplo de buen gobernante, describiendo el sabio Neferti a Snefra el ccavs que liegara a dominar Egipto y cémo el mismo terminaré con lt legada de un nuevo rey que restaniaré ef orden, Amenemhat. Por ello. 253 su reinado implica el inicio de una nueva era, como queda expuesig con la adopeién del epiteto de reperidor de las nacimientos, que pos. {eriormente utilizaran otras faraones cuyo reinado encarna el comien- 0 de una nueva era, como Ahmose, el injeiador de la XVIN1 Dinastia, y Herihor, el sumo sacerdote de Amén con el que termina la XX Dj hasta y dit inicio e) Tercer Periodo Intermedio. Un relato en el que se imenciona el nombre de su madre, Té-Seti 1o que ha suscitado diseu. siones al ponerse la particula «Tam en relacién con un posible origen pubio de su familia, Pero a pesar de sus inentos de presentarse como restaurador del orden, fa situacién interna debié de ser inestable, pudiendo obligar a ‘Amenemhat I a trasladar la capital de Bgipto a un lugar nuevo, al sur de Menfis, 1ij-Tawy (Amenemhat I el dominador de las Dos Tierras), en las cercanias de la moderna el-Lisht, una decisién en In que tam- bién pudo influir fa necesidad de que la administraci6n estuviera més cerca del Delta, por donde Egipto entraba en contacto con el mundo mediterréneo. En cualquier caso, Amenemhat I sintié la necesidad de asociar al trono a su sucesor, Sesostris 1, una eostumbre que s€ con virtirfa en normal. A pesar de todos sus esfuerzos la situacién conti- hnué siendo inestable, siendo pmieba de ello que Amenemhat I morinfa asesinado, accediendo al trono Sesostris 1 no sin complicaciones. Esta tensa situacidn encuentra su reflejo en composiciones liters. sas como el famoso Cuento de Sinuhé, en el que el protagonista de- cide abandonar Egipto ante el temor que Je caus la inestabitidad que vive el pats, o-en las Insirueciones de Amenemhat 1, donde el faraén, antes de morir asesinado, procede a aconsejar a su hijo y heredero so bre todo fo concemiente al buen gobierno de Egipto. Sesostris [tuvo un reinado largo (1971-1926), que proporcion6 una cestabilidad interna y durante el que desarroll6 una importante actividad ‘constructora por todo Egipio. En politica exterior continu6 extenslien- do fas fronteras de Egipto en Nubia y consolid6 la segtridad de las ru: tas comerciales que legaban a los oasis en el desierte occidental, ssi como en el uadi Hammamat, Ia principal via de acceso al mar Roj. Este ereciente interés de Egipto por el exterior también se refleja en aque se restablecen las relaciones con Ja ciudad siria de Ugarit Sesostris I continué con la politica de asociar a su sucesor al trond, cen este caso a Amenembat I, que a su vez fue sucedido por Sesostris I, continuando ambos la politica de sus precedesores. De tiempos de Sesostris Il son las pintaras halladas en la tumba del nomarea Khinuns hotep, en Beni Hasan, donde se representa la Hegada a Egipto de f- mnilias siio-palestinas con todos sus objetos personales y de trabajo, El principal faradn de esta XII Dinastfa fue Sesostris IN (1878- 1841). Durante su reinado se completo el dominio de Nubia y el esta: blecimiento de fortalezas en Ja regiGn para asegurar tanto si control 254 como el trifico comercial, estableciendo los Ifmites de Bgipto en It efela de Sema, en la que insta @ sus sucesores a preservar Ins fron teras alcanzadas, ‘Pero fue en Ia politica interior donde Sesostris IIL concentré sus es fuerzos,decidido a acabar con las tensiones y problemas que segufan Fausando algunas familias provinciales, limitando asin mas el poder Ghia nobleza provincial. Pata ello Sesostris 1 reorganiz6 a adinis- se can, elimind el cargo de visir y establecié tres unidades adminis~ tratives, Hamadas waret, una para el Alto Egipto, otra para el Bajo Bgipto y fa sltima encargada de Nubia, con lo que pretend aleanzar rerPoniral mucho més directo de las provincias y sus recursos rec- perando parte de la centalizacign que habia caraterizado e) Reino Fenian. También con Sesostis Ii] el titulo de nomarca desaparece, wp volviendo a aparecer en Ia documentaci6n egipeia, apareciendo en Ba ugar el de «alcalde». Sesostris II también actus pare que los bijos fe las familias provinciales Tueran educados en Ia corte, fo que ha- ffa més ficil su ccontrob», al tiempo que se les oftectan importantes argos en la administraciGn que serfan considerados una promocisn, - Gombrando el faraGn a otcos funcionatios para los cargos que queda ban vacantes en las provincias, impidiendo ast Aias locales. ‘sin embargo la prosperidad de Egipto comenz6 a declinar y a la muerte de Amenemhat 1V, que no tayo berederos, lega al trono su hermana o esposa, Nefrusobek, inicsindose un rapido declive que se plasmara en una XDI Dinastia en la que, segtin Tas propias fuentes tgipeias, legaron a reinar 70 reyes en 150 afios. Este proceso de des- omposivi6n intema terminaré con le aparicion de tas dinastfas bik- sas, una poblacién de origen cananco que fue Hegando a Bgipto, pa Siffeamente, desde finales de Ia XIX Dinastia, y que gobemarén Egipto desde Ia ciudad de Avaris, dominando asf el TI Periodo Intermedio. ‘Una dinastfaen la que sus faraones logran devolver la prosperidad fa apaticién de dinas- a Bpipto y establecen las bases de una administracién, de una clase foncionarial, al tiempo que eliminan los privilegios que habian obte- nido las familias provinciales, uno de Jos problemas heredados del Primer Periodo Intermedio. (Otro aspecto destacable de su politica fue la colonizacién y explo tacin que emprendieron en el-Fayum, donde. también construirfan sus monumentos funerarios. Las razones para Ia misma no aparecen tlaras en la documentacién, pero puede que existiera la necesidad de disponer de un mayor nimero de tietras eultivables, debiendo recor dar al respecta los problemas de abastecimiento mencionados en las fautobiogralias de los nobles del Primer Periodo Intermedio. Esta re- tin se localiza en el Bgipto medio y estaba escasamente poblada y explotada, presentando cl problema de la casi nla inclinacion del t- 285 rreno, Jo que obligaba a desarrollar una politica de constiuccidn de cobras hidraulicas, aunque también se vio Favorecido por la ereciente ddesecacicn del Iago de el-Fayum, consecuencia de los «factores eco logicos» de tiempos pasados. ‘Unos farnones que siguieron utilizando la pirdmide como forma de fenterramiento, aunque las mismas fueron construidas en st mayor parte con un interior consistente en adobe, que ¢s lo que se conserva de muchas de ellas, Un cambio respecto a las pirémides del Reino a, tiguo es que se realizaron mumerosos pasadi2os y céimaras, posible ‘mente para intentar despistar a los ladrones de tumbas, teniendo laen- trada desde tiempos de Sesostris I en el este 0 en el str, no en el nove ‘como en tiempos anteriores. En su interior no hay textos funerariog, ya que éstos se escriben ahora en los sarc6fagos ¥ en general siguen Ja misma estructura de! Reino Antiguo, con un templo funerario, un templo del valle y un pasadizo que los comunica. Al respecto, el tem. plo funerario de Amenemhat Il es el que HerSdoto nos describe como el dlaberinto», debido a su tamatio y complejidad, En toro a Jos complejos funeratios se constrvirén verdaderas ciu- dades de trabajadores, donde vivirén todas las personas necesariss pata el mantenimiento del culto fureratio del faraén, como en el caso dde Kahun, que en algunos aspectos anticipa el funcionamiento de la ciudad de los trabajadores més importante de la civilizacién egipeia, Deir e-Medina, donde vivirén los trabajadores encargados de cons ttuir y decorar el Valle de los Reyes, durante el Reino Nuevo, nos faraones que no pasaron a la historia por sus construcciones, grandes conquistas o riqueza de sus tumbas, pero que doteron a Egip- to de una estabilidad y establecieron la base sobre la gue posterior: ‘mente el mundo egipcio se expandiria. Aun asi, uno de sus faraones también pas6 a formar parte Ge la Jeyenda, Sesostris TH, del que se segnfan narrando increfbles aventuras cuando griegos y romanos vi sitaban el pais, siendo arquetipo de faraones posteriotes y en cuyas ‘chazafias» se mezclaron las de otros faraones como Tatmosis II 0 ‘Rams6s TI, eredndose la imagen de un rey conquistador, gue incluso super6 las conquistas que habian llegado a realizar Darfo 0 el pro- pio Alejandro Magno. CAMIOS ¥ CONSTANTES Egipto siguis siendo gobernado por faraones, pero éstos ya no fue ron considerados dioses, adquiriend a consideracién de «buen pas- top», una concepeién de la realeza que también aparece en el mundo rmesopotimico en este mismo momento histérico con la difusi6n, ex pansign y poder de los amorreos, aungue es dificil establecer vincul 256 jones entie ambos procesas, Sin embargo, ambos mondos nos en frentan a una realidad nueva, Tanto Egipto como Mesopotamia habjan ivido el surgimiento de la civilizacién, del Estado y durante gran par te de! II milenio las entidades culturales y politicas que existieron se esartollaron y sus mundos circundantes no eran objeto de preocupa ‘in. Ellos eran el centro, encarnaban el onden, ta vida urbana y clvi- fizada. Sin embargo, a finales del THT milenio se prostuce wm colapso en ambos mundos, que deben enfrentarse a realidades nuevas, como con- vivir con entidades politicas vecinas y al mismo tiempo proteger sus jntereses. Bo el mundo mesopotmico soa los siglos de la diplomacia, del desarrollo de grandes rutas comerciales que Hegan hasta Anatolia y se extienden por el golfo Pétsico, mientras que en Egipto se detec: fan las primeras preocupaciones por sis fronteras, pero sobre todo por reorientar la economia y administracidn, racionalizando Jas obras y proyectos, que ya no se centran gnicamente en las tumbas de os fa- - Faones, sino en creat una estructura urbana provincial que soporte y se jntegre dentro del Bstado ‘Unas circunstancias nuevas que se reflejan en una concepeidn di- frente de los gobernantes. En el caso de Mesopotamia la idea del rey como «buen pastor» entronca directamente con las concepciones atno- ‘reas y sus estructuras tribales, de defensa y proteccién del grupo, mientras que en Bgipto el cambio va a ir ditigido a que ya no sélo es el faraén el encargado de mantener el orden sino toda Ja comunidad, teniendo como recompensa el poder aspirar a una vida eterna, Un cambio en la concepcisn en la que también influyé el que los gobernadores provinciales del Primer Periodo Infermedio asumieran {as obligaciones reales. Ello no quiere decir que con anterioridad el f2- ra6n no actuara como un buen gobernante sino que se Timitaba a pre~ sentar sus acciones de gobierno a los dioses, debiendo ahora procedet ‘transmitir sus logros y actuaciones al conjunto de la sociedad. Con- secuencia de ello es ef desarrollo del arte, en especial de la esculture a tamafio humano, que presentaba al faraén como un hombre sereno, capaz y que ofrecta confianza, Ademés el faraén debe prestar atenci6n alos dioses de las provincias y a sus templos, asegurundo con ello la proteccién de las provineias. Igualmente comienza una politica de propaganda, bien a través de ese mismo arte, como en el caso de las cstelas fronterizas, bien de Ia literatura. Hs cieito que el porcentaje de la poblacisn que sabia leer o escribir apenas Hegaria al 1 por 100, pero cada vez son ins las opiniones en el sentido de que Ia mayoria de las composiciones se recitarian, teniendo una estructura poética, lo que contribuirfa a transmitir unas imgenes ¢ ideas. Un faradn que puede ser eriticado, pero ello implica un ataque a la ~ institucién, ya que se establece una separacién entre ambas realida. des. Un aspecto muy interesante es que el fara6n se presenta como 2st \ 79° ci6n que Egipto sentia, aunque la misma no parece estar provocaala por que estas entidades Hegaran a constituir una amenaza real, Durante mucho tiempo se ha discutido si Egipte Ilex6 a crear un imperio en la tegi6n, pero todos los documentos apantan en la dee. cin de unos intercambios comerciales fluides y en modo algno una presencia egipeia en Ia regidn. Al respecto, durante mucho tiem o cualquier objeto egipcio encontrado en Palestina fue interpretado como una prueba de la presencia y dominio epipcio de la regis, sin tener en consideracién que los mismos pudieron llegar por motivos comerciales o, simplemente, por la atracciGn que ejercerian estos ob. jetos entre los dirigentes palestinos, ocurriendo seguramente lo mis- ‘mo en sentido contrario. Se trata de un periodo en el que Egipto comienza a ser conocido en el exterior, aunque por desgracia no tengamos referencias escritas, pero las relaciones exteriores cle E&ipto no deben ser valoradas tinea iente desde lo que podta interesar 0 preocupar a un Egipto que co: mienza a involucrarse on los circuitos comerciales que Hegan hasta Siria y que también comienzan a desarzollarse en toino al Mediterr ‘neo oriental. Una prueba de ello es el tesoro de Tod, hallado en el de Pésito de fundacién del templo de Montu, y formado por objetos pro- cedentes de todo e] Mediterréneo oriental, desde Anatolia, el norte de Siria 0 ¢l Egeo. Tampoco puede olvidarse el descubrimiento de cers. mica de Kamares en centros como Kahin, es decir, una comunided adscrita aun culto funerario, lo que hace suponer que entce los miem bros de ta corte esta bella cerdmica, y otros productos y objetos det Bgeo, también serfan altamente valorados, ‘Unos intereambios que tampoco escapan de la propaganda, de la ideologfa, ya que os. mismos son descritos en los textos oficiales como «tributes», cuando en realidad Fgipto no leg6a despleger una presencia en el exterior, con la excepcién de Nubia. 262 xv EL SEGUNDO PERTODO INTERMEDIO EN EGIPTO ‘Tras finalizar la XII Dinastia el poder real inicia un rapido pro- ceso de descomposicién que abarca la XTH Dinastfa, produciéndose el final del Reino Medio. Las consecuencias que ello tendré sera recordadas durante: muicho tiempo en la memoria de los egipcios, ra- z6n por Ja que Manetén, y posteriormente el escritor judio Flavio Josefo, gue fie quién acufié el término hiksos a partir de la frase egipcia «gobernante de tierras extranjeras», recogen en gran medida una visi6n peyorativa sobre los hiksos, los asidticos que aprovecha- 10m el declive egipcio para constituir una dinastia y Heger a gober= nar sobre Egipto. Durante mucho tiempo las dnicas fuentes de gue disponiamos cran las egipcias, contribayendo a valorar a estos hiksos, hekau Khasut, sjefes de los paises extranjeros», como invasores que se mostraron itrespetuosos con las costumbres y tradiciones egipciss. ‘Sin embargo, los descubrimientos realizados en las diltimas décadas en Tell Daba, 1a antigua Avaris y capital de los hiksos en Egipto, han modificado sustancialmente la reconsiruccién hist6rica de este periodo asi como su valoracién. El conocimiento y andlisis de fuen- tes directas, de los centros donde se establecieron, vivieron y go- bernaron los hiks0s nos permite conocer en qué cixcunstancias se produjo su legada al valle del Nilo, su posterior proceso de inte- racién y aculturacién en unas tradiciones que en ningdn momento Fechazaron 0 despreciaron y, finalmente, c6mo tuvo lugar su toma del poder. Un periodo de poco menos de cien afios (1640-1532) que también constiuye unt prueba, una evidencia, de e6mo la historia de la civii- ‘zaci6n faraénica ha sido entendida, y explicada, desde précticamente 263 264 © residencia reat C7 case hikes deta Dina 2M Cinta BE tena do usn ito en el Segundo Petiodo tntermesti. sus orfgenes como ciencia en el sigto x1x, desde Ia perspectiva de que todo lo que era externo al valle del Nilo constitufa una amenaza, un peligro, en definitiva, era «cadtico>. Igualmente, las excavaciones to- davia en curso, han puesto de manifiesto la necesidad de conocer y vvalorar lo que acontecfa en el exterior del valle del Nilo para com- prender la historia de Egipto, no s6lo durante el II Periodo Inlermedio sino tambien con posterioridad La imagen que se transmitfa de este periodo era de crisis, de au- sencia de un poder fuerte que hnubiera podido frenar a los hiksos, es decir, la antigua premisa de que las poblaciones externas aprovecha- ‘ban los periodos de debilidad de los Estados para penetrar y asentar- se don era posible la vida civilizada, un planteamiento que en muy pocas ocasiones se pregunitaba por los factores internos que habfan Ievado a ese «caos», Aciualmente dichos factores intemos se valoran mis, al tiempo que se sabe que la Hegada de esas poblaciones exter- nas en ningin momento fue violenta, destructiva. Al contrario, exis- ten evidencias suficientes para asegurar que su legada fue pacttica y, «en ocasiones, fomentada por las propias autoridades egipeias del Del- ta, que Hlamaron a estos hiksos para reforzar su posicin y beneficiar- se de sus conocitnientos, tanto en el campo militar como en el co- iercio y la tecnologia, 10s cuales fueron adoptados por los egipcios. Es cierto que estos hiksos son los que introducen el carro de comba- te, aungue éste no era desconiocido en Egipto, asi como el arco com- puesto, peto cn ninigin momento conguistaron Egipto gracias a su su- perioridad militar, Por otra parte, el conocimiento de su cultura material también ha permitido abandon el antiguo planteamiento de quc-en realidad eran huritas, razén que en opinion de algunos también servia para expli car que el principal enemigo de los faraones de fa XVII Dinastta, los, liberadores de Egipto, fuera el reino hurvita de Mitanni, Sobre lo que todavia existen dudas es sobre hasta donde alleanz6 la influencia y poder de los hiksos controlaron dnicamente el Delta o le- garon a extender su presencia hasta el Alto Egipto. Todo indica que sv ‘control efectivo se limits al Delta, perviviendo en el alto Egipto dife- Fentes poderes indigenas, siendo el mas importante de todos el de Te- bas, donde se fueron poniend las bases de la XVM Dinastfa, origen de la XVII Dinastia que

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