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De rinolalias. Pueden ser de dos tipos: abiertas –las vocales se pronuncian con resonancia nasal– y
cerradas –se pronuncian mal las consonantes nasales, por ejemplo /m/ por /b/– (Oñate, 1992). –
Dentales: la pronunciación se ve afectada por la forma, disposición, exceso o ausencia de los
dientes.Los retrasos del habla suponen desfases cronológicos de importancia en el sistema
fonológico que no afectan a los ámbitos morfosintácticos y semánticos. No son tan específicos
como las dislalias o las disglosias, al contrario, afectan de forma global a la producción de fonemas,
de tal modo que el niño pronuncia como lo haría otro de una edad cronológica inferior y su
desarrollo fonológico es más lento. Estos retrasos pueden deberse a trastornos del ámbito
afectivo, a privaciones de la estimulación oral adecuada dentro del ambiente de crianza, a
enfermedades prolongadas durante la edad correspondiente al primer ciclo de la educación
infantil (0-3 años), a problemas de coordinación muscular, etc.Las disfemias afectan a la fluidez del
habla y consisten en alteraciones del ritmo y la melodía, por repeticiones y bloqueos. Constituyen
lo que tradicionalmente se ha denominado tartamudeo. A veces, la disfemia se confunde con la
taquifemia, también denominada taquilalia, que se caracteriza por bloqueos o repeticiones y
omisión de fonemas y sílabas, pero el problema es distinto, ya que en la taquifemia lo alterado es
la velocidad y el orden del habla. Es decir, las repeticiones y bloqueos se producen por
precipitación y rapidez al hablar. Además, el taquifémico es poco consciente de su expresión
atolondrada y puede mejorar si se controla, al contrario que el disfémico, que es consciente de su
problema y es propenso a empeorar si intenta controlarse.Hay varios tipos de disfemia: disfemia
de desarrollo, disfemia tónica y disfemia clónica. La disfemia de desarrollo o tartajeo fisiológico es
muy común en los niños a la edad en la que empiezan a organizar su lenguaje y quieren hablar
más rápido de lo que pueden (alrededor de los tres años), siendo por tanto normal algún
tartamudeo en esta etapa. Se supera sin necesidad de intervención especial, con todo, las
actitudes de la familia, de los compañeros de colegio y del maestro son fundamentales (téngase en
cuenta que si el niño percibe que llama la atención o causa risa por hablar de ese modo, su
conducta verbal se podría ver, según los casos, reforzada positivamente o castigada). La disfemia
tónica es un tipo de disfemia que se caracteriza por bloqueos al emitir la palabra. Los bloqueos se
originan por espasmos que inmovilizan la musculatura implicada en la emisión de la voz. Como
consecuencia el habla es entrecortada (por ejemplo, “lo que p… pasa es un c… carro”).La disfemia
clónica se caracteriza por la repetición involuntaria y convul-siva de una sílaba en una palabra
(generalmente, la primera) o de una palabra. Dentro de una frase. Como consecuencia, el habla es
repetitiva (por ejemplo, “lo lo lo lo que pa pa pasa es un ca ca carro”).La disfemia se ha intentado
explicar como consecuencia de problemas somáticos (ausencia de dominancia cerebral, reflejo
inadecuado de las cuerdas vocales o problemas de feedback auditivo), pero el hecho de que el
trastorno afecte a otros miembros de la familia puede sugerir que hay una disposición de origen
genético (Del Barrio, 1985). También pueden influir en su aparición experiencias negativas
(ansiedad, miedo) o aprendizajes inadecuados.3.3. Dificultades del lenguajeDentro de las
dificultades del lenguaje se clasifican las afasias, las disfasias y los retrasos del lenguaje.Las afasias
implican distorsiones en la comprensión y/o en la producción del lenguaje en niños que lo
hablaban y lo comprendían normalmente. Surgen tales distorsiones por lesiones cerebrales
(traumatismos, accidentes vasculares, tumores, etc.) permaneciendo inalterados los órganos
receptores o emisores y las capacidades intelectuales.Se suelen establecer diferencias, en función
de la sintomatología y de la parte del cerebro afectada, entre las afasias de expresión, las afasias
de recepción o sensoriales y las afasias amnésicas (véase la Tabla 5).En el grupo de las afasias de
expresión están la afasia motriz, la afasia de conducción y el agramatismo. Tabla 5. Clasificación de
las afasias.Afasia de expresiónAfasia motrizAfasia de conducciónAgramatismoAfasiasAfasia de
recepción o sensorialAfasia amnésicaAfasia globalLa afasia motriz se origina por lesiones en la
región de Broca (véase la Figura 1) y en las zonas inferiores de las circunvoluciones rolándicas
cerebrales y se caracteriza por trastornos de la expresión, tanto oral como escrita, y por defectos
de la comprensiWernickeLa afasia de conducción está motivada por una lesión en la unión parie-
totemporal posterior y se caracteriza por déficit en la repetición, en la lectura en voz alta, en la
escritura al dictado y por la presencia de parafonías en el lenguaje espontáneo. El agramatismo es
una variante de la afasia motriz que se caracteriza por la supresión de los morfemas
gramaticales.Las afasias sensoriales o de recepción están producidas por la destrucción de la zona
de Wernicke (véase la Figura 1) y se manifiestan con trastornos de la comprensión y por
alteraciones de la emisión oral espontánea (a veces incomprensible). Las afasias amnésicas se
originan, generalmente, por lesiones en la zona temporal y consisten en olvidar determinadas
palabras o una de las lenguas conocidas.Polaino-Lorente y Maldonado (1985) distinguen también
una afasia global. Con este término hacen referencia a la afasia producida por una lesión masiva
de las áreas de Broca y de Wernicke (véase la Figura 1) que se caracteriza por expresión lenta, con
gran esfuerzo y con una pobre articulación, pérdida severa de la comprensión e incapacidad para
la repetición. Las lesiones cerebrales son tan graves que, casi invariablemente, el sujeto tiene
hemiplejía severa.Las disfasias son afasias congénitas o de desarrollo. Es decir, son trastornos
profundos que afectan a la adquisición del lenguaje y que distorsionan la adquisición y la
comprensión. Están presentes insuficiencias en la distinción perceptiva de los sonidos y en la
articulación de los mismos.Los retrasos del lenguaje consisten en desfases cronológicos de
importan-cia en los ámbitos expresivo y receptivo. Es decir, el lenguaje aparece más tarde de lo
que es habitual (por ejemplo, hasta los 2 años no aparece la jerga expresiva, las primeras palabras
no se emiten hasta después de los 2 años y las primeras combinaciones de dos o tres palabras no
surgen hasta los tres años) y se desarrolla muy lentamente (por ejemplo, el vocabulario es muy
escaso y el lenguaje es ininteligible por encima de los 3 años y medio). El retraso afecta de manera
homogénea a los aspectos morfológicos, sintácticos, fonológicos y semánticos. Las causas que lo
originan no están claras, aunque se han señala-do como factores que afectan la escasa
estimulación del entorno familiar y el bilingüismo mal integrado (Torres, 1996).4. INTERVENCIÓN
PSICOEDUCATIVASi, en términos generales, la intervención educativa en el ámbito del lenguaje
persigue diseñar situaciones, tareas y actividades que potencien la expresión y la comprensión, se
comprenderá, entonces, que estos objetivos son trascendentales en el caso de los niños con
problemas en el desarrollo o en la adquisición del lenguaje. También, para cualquier niño, las
actitudes adecuadas de los padres y de los maestros son fundamentales, mucho más si el niño
presenta problemas en el desarrollo de la comunicación. Se deducen, así, dos aspectos básicos de
la intervención en el desarrollo del lenguaje: en primer lugar, favorecer la expresión y la
comprensión y, en segundo lugar, mantener una actitud favorable ante el problema.Por otra
parte, y con independencia del papel que en la intervención psico-educativa en este campo
desempeñan los especialistas en audición y lenguaje y los expertos en logopedia, y dada la
importancia de la detección precoz del trastorno, el papel del maestro es sumamente importante.
Téngase en cuenta que los niños pasan cinco horas o más en la escuela y que las tareas que se
demandan en la misma tienen lugar en contextos de comunicación. La obser-vación sistemática y
el registro de la conducta verbal y no verbal del niño es una tarea que, en la situación educativa,
solo el maestro puede llevar a cabo.Una vez que el maestro detecta algún problema, lo que
procede es con-sultar con los maestros especialistas del centro, si este cuenta con ellos en su
plantilla, o con los profesionales de los Servicios de Orientación Educativa y Psicopedagógica. Ellos,
a su vez, establecen el diagnóstico y valoran si la intervención es necesaria y, en el caso de que así
sea, seleccionan la más adecuada teniendo en cuenta el trastorno del niño, sus características y los
recursos con los que se cuentan en el aula y en el centro.Tabla 6. Intervención en las dificultades
de adquisición del lenguaje.DISLALIASDISGLOSIAS Y RINO-LALIASDISFEMIAS-Ejercicios
respiratorios.- Ejercicios bucofonato-rios (espejo, vela, depre-sor, etc.).- Ejercicios de articula-
ción.- Tratamiento quirúrgico.- Ejercicios de reeduca-ción (respiratorios, palati-nos, labiales y de
articula-ción).- Entrenamiento cognitivo y emocional.- Ejercicios respiratorios, rít-micos y
bucofonatorios.La intervención especializada más adecuada para las dificultades más co-munes en
la escuela se muestra en la Tabla 6. En todo caso, hay que tener en cuenta que la intervención es
diseñada por el especialista, aunque tendrá ca-rácter multidisciplinar y se llevará a cabo
coordinando las acciones del maes-tro tutor, del maestro de apoyo, de la familia y del logopeda, y
que no hay que desdeñar los componentes afectivos y emocionales en la misma.Algunas
sugerencias (Valmaseda, 1990; Torres, 1996) de actuación con niños con problemas del habla que
pueden resultar de utilidad son las si-guientes:a) Hay que mantener ante el niño y ante su
problema una actitud favorable y positiva. Se debe evitar hacer burlas o valoraciones negativas, al
contrario, se le ha de tratar siendo conscientes de su problema, pero transmitiendo que este no
nos impide comunicarnos con él.b) Hay que repetir lo que el niño dice mal con el fin de ofrecerle
un modelo adecuado a imitar. Esta repetición, el maestro ha de realizarla del modo más natural
posible y cuando el niño ha terminado la palabra o la frase. Esto no debe suponer que, tras la
repetición del maestro, el niño tenga que repetir su producción inadecuada ni, mucho menos,
insistir para que la corrija, ya que esto aumentaría la percepción de fracaso en el niño.c) Dar
tiempo al niño para que se exprese y no reaccionar negativamente ante su lentitud, sus bloqueos
o sus repeticiones, ni tratar de terminar la palabra o la frase por él, al contrario, pedirle
tranquilidad y prestarle, pacientemente, atención.d) Dar feedback positivo tras el éxito. Con
frecuencia perciben que lo hacen mal, por ello es interesante reforzarles cuando se comunican
adecuadamente.e) Seguir los consejos y las orientaciones de los especialistas y mantener con ellos
una estrecha colaboración.LECTURAS RECOMENDADASPara profundizar en el proceso de
adquisición del lenguaje es muy interesante el capítulo titulado “Aspectos cognitivos implicados en
la adquisición del lenguaje”, del que es autor Ignasi Vila (1999), y que forma parte del libro
Psicología de la Instrucción II. Áreas curriculares, editado por Jesús Beltrán y Cándido Genovard, en
Síntesis (pp. 15-24). Se defiende en el mismo que para adquirir el lenguaje hay que usarlo y que
enseñar a hablar no es otra cosa que ayudar a otros a que digan mejor lo que ya dicen.El capítulo
de M. Valmaseda (“Los problemas de lenguaje en la escuela”) en la compilación de A. Marchesi, C.
Coll y J. Palacios, titulada Desarrollo psicológico y educación, 3. Trastornos del desarrollo y
necesidades educa-tivas especiales (pp. 101-125), editada por Alianza en 1999, es una lectura
recomendable y un adecuado complemento para el estudio de este tema.De modo más particular,
en relación con los problemas del desarrollo del lenguaje, pueden ser de utilidad dos obras. De J.
Nicasio García, el Manual de dificultades de aprendizaje. Lenguaje, Lecto-escritura y Matemáticas,
editado, en 1995, por Narcea (el capítulo 7 está especialmente conectado con los contenidos
tratados en este tema).Igualmente, el libro Cómo detectar y tratar las dificultades en el lenguaje
oral, de Julia Torres, editado por CEAC, en 1996, permite ampliar los tópicos de la evaluación y de
la intervención de los trastornos estudiados. ACTIVIDADES PRÁCTICAS SUGERIDASObservar a un
niño que presente alguno de los trastornos del lenguaje tratados en el tema y, tras registrar lo
observado, derivar de qué trastorno se trata. Si recibe tratamiento logopédico, analizar el tipo de
intervención que se lleva a cabo, si ello es posible.Redactar un ensayo titulado “Los problemas de
lenguaje en el niño”. Para ello, antes, puede ser útil leer el capítulo de Valmaseda (1999), en A.
Marchesi, C. Coll y J. Palacios (comps.), Desarrollo psicológico y educación, 3. Trastornos del
desarrollo y necesidades educativas especiales (pp. 101-125). Madrid: Alianza.En la 4.ª edición del
manual de D. D. Smith, titulado Bases Psicopedagógicas de la Educación Especial, editado por
Pearson Educación, en Madrid, en 2003, seleccionar en el capítulo 5 (“Discapacidades del habla y
del lenguaje”), el apartado “Definición de las discapacidades del habla y del lenguaje” (pp. 198-
210). Haga un mapa conceptual sobre su contenido.