CURSO- TALLER DE INTRODUCCIÓN AL

PERIODISMO CIENTÍFICO

Módulo 3

Los primeros “palotes” del periodismo.

Cuestión de géneros
Identificar algunas características, posibilidades y restricciones del ejercicio del periodismo.
Reconocer desafíos adicionales del periodismo científico.
Introducir la noción de género periodístico y su utilidad.
Discutir distintas clasificaciones de géneros: informativos, de opinión e interpretativos.
Relacionar la evolución de los géneros con distintas etapas del periodismo desde mediados
del siglo XVIII.
*ndagar en los puntos de contacto (y diferencias) del periodismo y la literatura.

El novelista y ensayista cubano Alejo de un salario, y enmarcado por un

Carpentier describió al periodista como un
escritor que trabaja en caliente. El Nobel
colombiano de literatura Gabriel García
Márquez, como aquel que ejerce el mejor
oficio del mundo. El periodista argentino
Jorge Lanata postuló que ser periodista es
“tener buenas dudas, buenas preguntas, y
estar seguro muy pocas cosas”. En
cambio, el escritor y periodista austríaco
Karl Kraus (1874-1936), a quien se definió
como “el espíritu más crítico, satírico y
mordaz de la Viena de comienzos del siglo
XX”, caracterizaba a la profesión de
manera más ácida: “No tener una idea y
poder expresarla: eso hace al periodista”.
Alfredo Serra y Edgardo Ritacco,
experimentados periodistas argentinos,
sostenían en 2004 que el periodismo es
un arte, porque su punto de partida es la
escritura, “el arte de las artes”. Pero que
también es un oficio, porque a menudo se
ejerce desde una empresa, todos los
días, dentro de determinados horarios,
bajo una estructura jerárquica, a cambio
estatuto, reglamentos y limitaciones
jurídicas. En esos aspectos, concluían, la
redacción “no se diferencia de una fábrica
o una oficina de cualquier índole”.
El buen periodista lidia con las dificultades
endémicas propias de su profesión, como
la escasez de tiempo (para producir) o
de espacio (para publicar), la falta de
disponibilidad de la información y la
inestabilidad o precarización laboral.
Asimismo, choca a menudo con quienes
controlan y poseen esos medios. El
periodista inglés David Randall, ex
subdirector de The Observer de Londres y
autor de un ya clásico libro de texto de
periodismo, “El periodista universal”,
asegura que, aunque defienden de
palabra los conceptos de verdad,
transparencia y honestidad, quienes rigen
los destinos de la prensa (y de los medios
en general) “se dedican a este negocio
para hacer dinero o propaganda, cuando
no ambas cosas a la vez. Ya se trate de
un gobierno, un partido político, una

Curso-Taller de Introducción al Periodismo Científico MÓDULO 3

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multinacional, un consorcio, una empresa
independiente, un banco, una petrolera,
un magnate o un patrocinador, su interés
siempre es el mismo”.
Ignacio Ramonet, periodista español y
exdirector de Le Monde Diplomatique,
comparte esa perspectiva crítica. Los
grandes grupos mediáticos
contemporáneos, afirma, se apropian
mediante mecanismos de concentración
de los sectores mediáticos más diversos
en numerosos países, en todos los
continentes. Ya no tienen como principal
objetivo operar como un "cuarto poder" ni
denunciar los abusos contra el derecho, ni
corregir las disfunciones de la democracia
para pulir y perfeccionar el sistema
político, sino que su función primordial es
generar nuevos negocios y rédito
económico a partir de los mismos.
El exdirector del Programa Medios,
Comunicación y Periodismo de la
Universidad Nacional de La Plata (UNLP),
Argentina, Claudio Gómez, comparó la
mecánica informativa con los trucos de
magia: “noticias que aparecen y
desparecen mágicamente de los medios
de comunicación, menos por decisión
periodística que por razones de índole
empresarial”.
El escenario es álgido cuando el ejercicio
ético del periodismo es un imperativo de la
profesión. “El periodista es ético puertas
adentro y en el medio donde trabaja, o no
lo es en ningún sitio”, rezan los manuales.
“La ética no es una condición ocasional,
sino que debe acompañar siempre al
periodismo como el zumbido al
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moscardón”, señaló García Márquez. Bajo
ese marco, el periodista debe estar atento
a la información que difunde, considerar
su origen, sus fuentes y analizar a los
intereses que estos responden. Por otra
parte, debe reconciliarse con la idea de
que cada medio o pool de medios tiene
sus propios agendas, intereses y
necesidades. Habrá notas que serán
inviables para publicar en ciertos medios,
pero deseables para otros. Y esto aún en
un campo tan aparentemente neutral
como el de la ciencia.
“La ética no es una condición
adicional, sino que tiene que
acompañar al periodismo
como el zumbido al
moscardón”, dijo Gabriel
García Márquez.
El periodista de ciencia enfrenta barreras
adicionales. Por un lado, la propia
complejidad técnica de su objeto de
cobertura, que determina que, a menudo,
las propias fuentes pretendan ejercer un
control o supervisión del material
producido previo a su publicación. Por
otro, un ecosistema mediático que, en
numerosas circunstancias, tiende a
desvalorizar el interés o atractivo de la
ciencia para los lectores o la audiencia,
salvo, claro, que se trate de cuestiones
bizarras o espectaculares. Y que parece
más proclive a comunicar temas
seudocientíficos o sensacionalistas,
porque eso atrae más clics en sus
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versiones digitales que el reporte atinado
de cautos avances de la ciencia.
Y, aun así, siempre habrá espacio para un
ejercicio comprometido y satisfactorio de
la profesión. Habrá posibilidades de sacar
a la luz algo que otros preferirían ocultar o
de cuyo interés habían desconfiado. De
convencer a los editores para jerarquizar
a la ciencia en la agenda mediática. De
transmitir la complejidad de la ciencia de
una manera accesible y con el mínimo
sacrificio posible de rigor. Y de encontrar
un público ávido o dispuesto a compartir
sucesivos espacios de intercambio con
los saberes y las lógicas de la ciencia y la
tecnología.
Géneros periodísticos: definición
y funciones
En las aulas, en las redacciones o en
cualquier ámbito que implique una
comunicación por escrito y distancia con
el lector, existen clases de texto que
comparten ciertos rasgos más o menos
permanentes que orientan la producción
del texto y su interpretación. No es lo
mismo escribir un correo a un amigo que
presentarse para responder a una
propuesta de trabajo. Escribir la reseña de
una película que la entrevista a un actor.
O un ensayo que un cuento corto.
Esta clasificación de los textos se imbrica
con la noción de géneros. María del
Carmen Grillo, profesora de Géneros y
Estilos Informativos en la Universidad
Austral, en Argentina, sostiene en su libro
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“Los textos informativos” que, en sentido
estricto, los géneros constituyen una
categoría literaria: son textos con “un aire
de familia”, que reúnen convenciones
similares, tales como principios
compositivos, tipos de personajes o la
figura que representa el autor.
Olivier Burgelin, exmiembro del Centro de
Estudios Transdisciplinarios de la Escuela
de Estudios Superiores en Ciencias
Sociales de París, lo graficaba en su libro
“La comunicación de masas” (1974): “Si
consideramos un cierto número de
novelas de espionaje (…) no dejamos de
percibir que presentan numerosos puntos
en común. Éstos conciernen a la
construcción de la intriga, el decorado en
cuyo seno se desarrolla, el carácter de los
héroes, su relación con los adversarios e,
incluso, la propia técnica de escritura o de
narración. Desde ninguno de estos puntos
de vista, la novela de espionaje es
parecida a la policial. Son dos géneros
diferentes”.
En términos más amplios, los géneros son
estrategias comunicativas que, en
diferentes ámbitos, se organizan y se
hacen reconocibles tanto para el emisor
como para el destinatario. En el campo
específico del periodismo, la idea de
género hace referencia a la estructura y a
la organización de los textos para la
práctica del periodismo, que es un modo
de interpretar la realidad.
Algunos teóricos de la comunicación
definen los géneros periodísticos como
formas de comunicación culturalmente
establecidas y reconocidas en una
sociedad, un sistema de reglas a las
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cuales se hace referencia para realizar los
procesos comunicativos. Otros, los ven
como categorías básicas que construyen
la realidad.
En cualquier caso, los géneros
periodísticos se diferencian entre sí con el
fin de recoger la complejidad de lo que
pasa y exponerlo a los lectores. Y su
desarrollo depende de la propia evolución
de los medios de comunicación.
La vieja teoría de los géneros literarios era
normativa y prescriptiva, es decir,
marcaba normas muy rígidas sobre cómo
se debía escribir, basándose en la idea de
que los géneros eran formas exigidas y
predeterminadas por la naturaleza. En
cambio, las nuevas teorías de los géneros
son descriptivas: no parten de un número
cerrado de géneros ni dictan reglas de
escritura a los autores. Los géneros
aparecen cuando en un diario o cualquier
medio se observa la posibilidad de utilizar
el lenguaje de diversas formas. Su
nacimiento está vinculado a la prensa y
después se traslada a la radio, la
televisión y los medios digitales.
Con sus limitaciones, los géneros
cumplen varias funciones: entre otros,
contribuir a una asimilación rápida de la
realidad; enmarcar una serie de pautas
que permiten al periodista interpretar
rápida y sucesivamente la realidad; fijar
los criterios mínimos de trabajo, ya que en
una redacción se trabaja en grupo; y servir
a la enseñanza del periodismo.
Curso-Taller de Introducción al Periodismo Científico
Ángel Benito Jaén, ex académico de la
Universidad Complutense de Madrid
En la prensa, la configuración de los
géneros es fruto de la evolución del
periodismo. Ángel Benito Jaén (1928-
2020), quien fuera decano de la Facultad
de Ciencias de la Información de la
Universidad Complutense de Madrid,
identificó tres etapas en ese desarrollo:
1) Periodismo ideológico, presente desde
la segunda parte del siglo XIX hasta el
inicio de la Primera Guerra Mundial
(1914). Esta prensa presentaba una fuerte
carga ideológica en las informaciones.
S o st en í a u na ca u sa o b u scaba
se g u ido re s. Este tipo de prensa
influiría en lo que ahora son los artículos
de opinión.
2) Periodismo informativo, que aparece
en el último tercio del siglo XIX y perdura
hasta la Segunda Guerra Mundial (1939).
Hace frente a la prensa ideologizada o
sensacionalista. Se apoya
fundamentalmente en la narración.
Samuel Bowles, editor del Republican de
Springfield, Massachusetts, resumió en
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1885 la filosofía de ese enfoque: el
propósito de su periódico era ofrecer “la
materia prima” a fin de que el lector
pudiera “comparar, sopesar y sacar sus
propias conclusiones”. No pontificaba:
exponía los hechos. En un futuro daría
lugar a la noticia.
3) Periodismo de explicación o de
profundidad, que aparece después de la
Segunda Guerra Mundial, bajo el
escenario de un mundo más complejo y
también como consecuencia de la
inmediatez de la radio y la televisión. “La
tarea de presentar las complejidades de la
vida moderna en su contexto y
perspectiva imparciales exige más que la
(mera) información de los hechos”,
aseguró Mitchell V. Charnley en su libro
“Periodismo informativo”, publicado en
español en 1971. Como consecuencia,
surgirían el reportaje (nota) y la crónica.
Charnley no imaginaba el “terremoto
digital” que atravesaría la práctica del
periodismo y la sustentabilidad de los
medios de comunicación desde mediados
de la última década del siglo XX, y que,
entre otros coletazos, parece haber
entronizado la primicia y la novedad
instantánea que se replica por sobre la
profundidad, la narrativa y el contexto,
como ha señalado Olga Rodríguez,
periodista y fundadora de eldiario.es.
Y, aun así, el periodismo de calidad es
más importante que nunca.
Clasificaciones de los géneros
Curso-Taller de Introducción al Periodismo Científico
Hay muchas clasificaciones según los
diferentes autores y corrientes. En un
ensayo que escribió en ocasión del primer
centenario del diario inglés The Guardian,
en 1921, el editor C.P. Scott acuñó una
frase que pasaría a la posteridad:
“Comment is free, but facts are sacred”, o,
en español, “Las opiniones son libres,
pero los hechos son sagrados”.
Subsidiaria de esta visión, la tipología
anglosajona reconoce dos grandes tipos
de géneros:
1) Los que dan a conocer hechos: por
ejemplo, la noticia, el reportaje (artículo
o nota) y la crónica.
2) Los que dan a conocer ideas u
opiniones: principalmente el editorial
(que explicita la línea o mirada de la
empresa periodística), las críticas y las
columnas de opinión.
Hoy esa distinción sigue siendo válida y
oportuna, aunque algunos autores la
cuestionan. El investigador, escritor y
periodista español Luis Núñez Ladevéze
escribió: “La creencia de que puede haber
una separación tajante entre «hechos» y
«opiniones», o que la regla deontológica
principal del periodismo es distinguir entre
«opiniones» y «hechos», no me parece
acertada ni ajustada al dinamismo de la
profesión, entre otras razones, porque
informar sobre un hecho que se
selecciona debido a que se considera
interesante, implica una apreciación del
hecho y, por ello, una opinión sobre su
interés”. La periodista y profesora
argentina Diana Cazaux también admite
que “la información, como forma práctica
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de la noticia, está cargada de contenido
político e ideológico y responde a
intereses y objetivos determinados”.
Otras clasificaciones, ternarias en lugar de
binarias, distinguen entre:
1) Géneros informativos: aquellos que
se limitan a presentar la información.
Los recursos utilizados con mayor
frecuencia tienen como misión
generar un efecto de objetividad y
una pretendida ilusión de verdad y
fidelidad respecto del evento. Por
ejemplo, citas textuales,
descripciones físicas de personas y
lugares, y escenas dialogadas.
2) Géneros de opinión: aquellos en los
que predominan juicios de valor
frente a los contenidos informativos.
Brindan un análisis o reflexión sobre
un hecho (que puede o no ser de
actualidad) y llevan implícita o
explícita una opinión, lo que implica
subjetividad.
3) Géneros interpretativos: su origen se
suele atribuir a la fundación de la
revista TIME, en la década del ’20, y
supone plasmar un juicio objetivo
apoyado en los antecedentes, el
conocimiento de la situación y el
análisis de los acontecimientos. Para
el catedrático Norberto González
Gaitano, de la Pontificia Universidad
de la Santa Cruz de Roma, surgió
como reacción de los periodistas a la
“asfixia creativa” a la que condujo la
distinción entre hechos y juicios de
valor. El periodista argentino Nerio
Tello los considera “a mitad de
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camino entre la noticia y la opinión”,
por lo cual los denomina géneros
híbridos.
Pero las barreras, otra vez, pueden ser
difusas. Por ejemplo, Antonio López
Hidalgo, profesor de la Universidad de
Sevilla, sostiene que el periodista, cuando
construye una noticia o información,
también trabaja relacionando hechos. No
sólo contextualiza: también explica e
interpreta. Del mismo modo, una nota o
reportaje interpretativo también aporta
más piezas de información o elementos
de contexto con el objeto de profundizar o
explicar los hechos. Richard Stengel, un
exeditor general de TIME entre 2006 y
2013, repetía esta mirada sobre el
enfoque de su revista semanal: “Dejamos
de ser el espejo de las noticias para ser la
luz que ilumina esas noticias”.
Para los fines de este curso, vamos a
adoptar la siguiente convención: dentro de
los géneros informativos, consideraremos
la noticia; la nota o artículo; la crónica; la
entrevista; y la investigación periodística.
Lo haremos, aun asumiendo que la nota y
la crónica tiene muchos rasgos del
llamado “reportaje interpretativo”.
Asimismo, dentro de los géneros de
opinión, incluiremos el editorial, la
columna y la crítica. A partir del siguiente
módulo, abordaremos las principales
características de cada uno y algunas
consignas claves para su escritura.
Periodismo y literatura
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El acusado era un hombre inmenso, de
más de 135 kilos, pero en la gravedad de
su dolor y la vergüenza parecía más
grande todavía. Se inclinó hacia delante
en la gran silla de madera que casi no lo
contenía, sollozando suavemente,
pañuelo tras pañuelo. Una pierna le
temblaba nerviosamente debajo de la
mesa. En el primer banco de
espectadores estaba su esposa, quien
miraba afligida, ausente, dándole vueltas
a su añillo de bodas. La habitación era un
sepulcro. Los testigos hablaban en voz
baja de acontecimientos tan dolorosos
que muchos perdieron su compostura.
Cuando la enfermera de la sala de
emergencias del hospital describió cómo
el acusado se había comportado después
de que la policía lo trajo, ella lloró. Él
estaba prácticamente catatónico, recordó,
con los ojos fuertemente cerrados,
balanceándose hacia adelante y hacia
atrás, encerrado en algún tormento
privado insondable. No quiso hablar en
absoluto durante la mayor parte del
tiempo, no hasta que la enfermera se
sentó junto a él y le tendió la mano. Fue
entonces que el paciente comenzó a
abrirse, y lo que dijo fue que no quería
ninguna sedación, que no se merecía un
respiro del dolor, que quería sentirlo todo,
y luego morir.
El cargo en la sala del tribunal fue
homicidio, interpuesto por el Estado de
Virginia. No habían hechos significativos
en disputa. Miles Harrison, de 49 años, era
una persona afable, un empresario
diligente y un padre cariñoso y consciente
hasta ese día en el verano pasado -
Curso-Taller de Introducción al Periodismo Científico
acosado por problemas en el trabajo,
haciendo llamada tras llamada en su
teléfono celular- se olvidó de dejar a su
hijo, Chase, en la guardería. El niño se
sofocó lentamente hasta la muerte, atado a
una silla de auto por casi nueve horas en
un estacionamiento de oficina en Herndon
bajo el calor abrasador de julio.
Fue un error inexcusable, inexplicable,
¿pero se trataba de un crimen? Esa fue la
pregunta con la que se enfrentaba el juez.
El estremecedor texto que acabamos de
leer corresponde a los tres primeros
párrafos de una nota escrita por Gene
Weingarten, publicada por The
Washington Post el 8 de marzo de 2009 y
ganadora del Premio Pulitzer 2010 en la
categoría “Feature Writing” (escritura de
notas o artículos de fondo). Aunque la
traducción no le hace justicia a la calidad
de redacción, la escena retratada en el
primer párrafo introduce al lector en el
clima agónico de una sala de tribunales y
al drama desgarrador del acusado.
Weingarten crea el suspense con la
misma pericia de un novelista talentoso.
Pero hay una diferencia sustancial: lo que
cuenta, ocurrió en la realidad. No lo
imagina: lo describe.
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Gene Weingarten, ganador del
Premio Pulitzer 2010
Las relaciones entre el periodismo y la
literatura son de larga data. Durante una
reciente exposición en el VII Congreso
Internacional de la Lengua Española, en
Puerto Rico, Juan Luis Cebrián
(periodista, académico y presidente
ejecutivo del Grupo Prisa que edita El País
de Madrid) recordó que nombres como los
de Dickens, Balzac, Zola, Larra, Galdós y
tantos otros son ejemplos de la
“borrosidad de fronteras” entre ambas
profesiones: la del escritor de novelas y la
del escritor de periódicos. Dijo Cebrián:
“Frases vulgares por conocidas, como lo
real ha superado a la ficción, o ese
consejo tan popular entre los
periodistas, no dejes que la realidad te
estropee un buen reportaje, ponen de
relieve que los límites entre la experiencia
contrastada y el mundo que se derrama
en la imaginación son siempre confusos”.
La tesis de Cebrián es que unos y otros,
periodistas y escritores de ficción, son
esencialmente contadores de historias.
Cuando Cebrián publicó una novela sobre
Curso-Taller de Introducción al Periodismo Científico
la transición política española, defendió la
elección del género elegido: “el reportaje
o la crónica típicamente periodísticos
pueden y deben servir para narrar los
hechos, pero la descripción de los
sentimientos tiene su residencia
privilegiada en la ficción”.
Sin embargo, aunque el novelista o artista
puedan mostrarnos lo que Carlos Fuentes
llamaba “la realidad no visible”, no tiene la
obligación del pacto tácito de precisión y
veracidad entre el periodista y el lector.
En la década del ’60, periodistas
estadounidenses como Truman Capote,
Tom Wolfe y Gay Talese impulsaron una
corriente conocida como “nuevo
periodismo”, que implica usar recursos de
la literatura para contar historias que
respondan a hechos reales que aparenten
ser ficcionales. “Operación Masacre”, del
argentino Rodolfo Walsh, en 1957, podría
considerarse encuadrado en la misma
categoría. Según Wolfe, es posible
escribir artículos muy fieles a la realidad
empleando técnicas habitualmente
propias de la novela. Y los periodistas
pueden aprender de los autores del siglo
XIX "los procedimientos que conferían a la
novela realista su fuerza única,
variadamente conocida como
«inmediatez», como «realidad concreta»,
como «comunicación emotiva», así como
su capacidad para «apasionar»". Por
ejemplo, la construcción por escenas, el
diálogo, el punto de vista en tercera
persona y la presencia del autor en el
texto. Periodistas latinoamericanos como
Juan Villoro, Martín Caparrós y Alberto
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Salcedo Ramos son referentes de esta
forma de concebir el oficio.
En Estados Unidos, el extraordinario libro
“La vida inmortal de Henrietta Lacks”
(2010), de la periodista científica Rebecca
Skloot, ha sido celebrado por la crítica
como “una hazaña notable de periodismo
de investigación y un trabajo conmovedor
de no ficción narrativa que se lee con la
vivacidad y urgencia de la ficción”. Pero
nada es inventado. Caparrós, destacado
cronista y novelista argentino, sostiene
que entre escribir ficción o no ficción sólo
existe una diferencia: “Para la última se
supone que pasaste un tiempo previo
reuniendo un material que en el caso de lo
primero has ido recopilando toda la vida”.
Pero el lector tiene que saber cuándo se
trata de un género u otro.
El periodista, en última instancia, no tiene
límites de estilo ni de posibilidades
creativas, pero sí un compromiso ético
con la verdad. García Márquez
consideraba al periodismo una pasión
insaciable que sólo puede digerirse y
humanizarse por su confrontación
descarnada con la realidad. La periodista
y escritora argentina Leila Guerrero le
agradeció esa convicción: desde que
Gabo se inició a los 20 años como cronista
en El Universal de Cartagena de Indias
hasta que compró la revista Cambio en
1998, “todos sus actos indicaron que para
él el periodismo no era un ganapán ni un
oficio bastardo, sino una forma de
literatura a la que valía la pena entregarle
la vocación y la vida”.

El buen periodista lidia, entre otras barreras, con la escasez de tiempo (para producir) o de
espacio (para publicar), la falta de disponibilidad de la información, los intereses de los
dueños de los medios y la inestabilidad o precarización laboral.
El periodista de ciencia enfrenta desafíos adicionales, como la complejidad técnica de su
objeto de cobertura y la desconfianza de los editores respecto del interés o atractivo de sus
historias.
Los textos periodísticos se clasifican en géneros: estrategias comunicativas que se organizan
y se hacen reconocibles tanto para el emisor como para el destinatario.

Curso-Taller de Introducción al Periodismo Científico MÓDULO 3

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En periodismo, una distinción clásica se da entre los géneros informativos y los de opinión.
Las clasificaciones ternarias incluyen, además, géneros “a mitad de camino” entre uno y otro,
los llamados géneros interpretativos.
Aunque el periodista puede usar elementos y recursos de la literatura en la redacción de sus
textos, está obligado a sistematizar su discurso y tiene un compromiso con la verdad. Hay un
pacto tácito de precisión y veracidad con el lector.

1) ¿En qué ser convierte el periodismo cuando transgrede normas éticas?

2) ¿Imaginás que los géneros más usados en periodismo general son los mismos que se
usan en periodismo científico?

3) Compara los siguientes tres textos periodísticos: ¿qué diferencias y similitudes

observas? ¿en qué categoría de géneros los incluirías?

Enigma para espías (extracto). Germán Rozenmacher, Revista Siete Días (Buenos Aires),
16 de abril de 1968

(…) Pero hay otros misterios en Pascua. El mes pasado, un equipo de arqueólogos dirigido
por el profesor norteamericano William Mulloy hizo descubrimientos sensacionales. Halló en
la ladera del Rano Kao unas 70 viviendas de piedra en forma de iglú, similares a las que
existían en la Melanesia. Eso robustece la teoría de que los primitivos pascuenses habrían
llegado de Oriente y no de Sudamérica, como sostiene Thor Heyerdahl, autor del recordado
Kon Tiki.
“Este es el lugar más aislado del planeta”, dijo William Mulloy, mientras recorría junto a Siete
Días la única calle de tierra de Hanga Roa, la capital donde vive la mayoría de los 980
pascuenses, 500 de los cuales son adolescentes y niños.
“Estamos a 3.780 kilómetros de Santiago y a unos 3.000 de Tahití”, dijo el profesor Mulloy;
con su séptimo viaje de expedición a Pascua, tras haber participado en la expedición
Heyerdahl en 1955, se ha convertido en uno de los más profundos conocedores de la isla.
“Es muy difícil explicarse cómo en los 180 kilómetros cuadrados de este triángulo sin
comunicaciones, en mitad del océano, unas 4.000 personas, a lo sumo, lograron entre los
años 856 y 1722 elaborar una de las civilizaciones más complejas del Pacífico.”

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Mientras Mulloy hablaba, tras los plátanos y los frondosos eucaliptos, se veían las casas de
madera con techos a dos aguas, rodeadas de quintas, que bordean la calle principal de Hanga
Roa, llamada Policarpo Toro.
“Quizás todo empezó en la península indochina, hace 5.000 años -prosiguió el profesor-. Olas
inmigratorias que poblaron la Melanesia y Polinesia partieron un día de Tahití, según cuenta
la leyenda del primer rey pascuense, Hotu Matúa. Comandando dos barcas cargadas de
gente, perros, gallinas, vacas y árboles, el rey llegó aquí. Pero todo es muy dudoso: el 95 por
ciento de la isla está inexplorado.”

La caída de la isla de Pascua (extracto). Rafael Méndez. El País de España, 10 de marzo

de 2006

Llegaron y erigieron una floreciente civilización. Pero en el empeño, los polinesios consumieron
la naturaleza de la isla de Pascua. Su voracidad acabó en un colapso ecológico que ayudó a
que su civilización sucumbiera. La isla de Pascua demuestra que acabar con el medio
ambiente es, a la larga, un mal negocio.
Hasta ahora se pensaba que los polinesios vivieron durante al menos cuatro siglos en armonía
con la naturaleza, pero un estudio que hoy publica la prestigiosa revista
científica Science demuestra que la llegada de los polinesios y el inicio de la tala indiscriminada
fue casi simultánea.
La isla de Pascua proporciona un "modelo de degradación ambiental inducida por el hombre",
explican los autores del estudio, Terry Hunt, antropólogo de la Universidad de Hawai, y Carl
Lipo, de la Universidad del Estado de California. Lipo explica por teléfono que "hubo un colapso
ecológico" y afirma que "cuando en 1722 llegaron los holandeses no hallaron rastro de los 20
millones de palmeras que llegó a albergar la isla". Habían sido taladas.
Los científicos han descubierto que los polinesios llegaron en el año 1200 y no en el año 800,
como se pensaba hasta ahora. Puede parecer un tecnicismo, pero la cronología es crucial para
descifrar el misterio de Rapa Nui, el nombre original de la isla. El hallazgo supone que la
devastación y la construcción de moais, las enormes esculturas que levantaron mirando al
mar, son prácticamente simultáneas.

Por qué grita Rapa Nui (extracto). Antonia Rivas. CIPER (Centro de Investigación
Periodística), 28 de abril de 2014

La historia del pueblo rapanui es una de supervivencia, tozudez, arraigo a la tierra y a su

cultura, que se vive y reconstruye activamente en la comunidad, a pesar de los obstáculos que
han enfrentado, de las consecuencias dramáticas de las incursiones esclavistas, de la
colonización, y de las voces que vaticinaban (y vaticinan aún) el inminente final de este pueblo.

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(…) A lo largo de esa compleja historia, los rapanui se han resistido activamente a la
colonización, mediante revoluciones y protestas, logrando avanzar en la consolidación de sus
derechos como pueblo frente al Estado chileno.
Hoy somos testigos de una nueva lucha: la lucha por controlar el sostenido incremento de la
inmigración de personas que llegan a vivir y establecerse, junto a la demanda de que el Parque
Nacional Rapa Nui, administrado actualmente por CONAF, sea manejado por el propio pueblo
rapanui, dejando los recursos que genera en la isla.
(…) El Estado debe, de una vez por todas, aprovechar esta oportunidad histórica e iniciar las
acciones para avanzar, no solo en la ley de control de la migración, sino también en una
relación más igualitaria, de respeto, diálogo y reconocimiento, aceptando las capacidades del
pueblo Rapa Nui de gobernarse, y generando espacios concretos de autonomía en la decisión
de sus propios asuntos.
Una ley de control de la migración que regule el ingreso, permanencia y salida de chilenos
continentales y extranjeros a Rapa Nuitraerá sin duda cambios importantes en las relaciones
laborales y sociales en la isla por cuanto permitirá regular el ejercicio de actividades
productivas de residentes temporales y turistas, controlar la frágil capacidad de carga de la
isla, proteger un patrimonio arqueológico mundial, y dar a los rapanui un nuevo control sobre
sus propios asuntos.

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