Asunto: Trampas Tema: Las trampas de calamidad Propósito general: Ético-moral Propósito específico: Que los oyentes reconozcan que los préstamos, la pereza y los pleitos son caminos aparentemente muy sencillos de transitar pero que al final resultan siendo trampas que traen calamidad a la vida por lo que es mejor evitarlas. Interrogante sermonario: ¿Cuáles son las trampas de calamidad?
Introducción:
Según la Encuesta Nacional sobre las Finanzas de los
Hogares (ENFIH) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el país, seis de cada 10 mexicanos tienen deudas, ya sea con un banco, otro tipo de institución financiera, tienda o con prestamistas. ¿Nosotros somos parte de dichas estadísticas? I. No caigas en la trampa de los préstamos. Vv. 1-5 Querido jovencito, si algún amigo te pide que respondas por él y te comprometas a pagar sus deudas, 2 no aceptes ese compromiso, pues caerás en la trampa. 3 No dejes que tu amigo te atrape; ¡mejor ponte a salvo! Te recomiendo que vayas a verlo y le ruegues que no te comprometa. 4 Que no te agarren de tonto; 5 mejor ponte a salvo, como huyen del cazador, las aves y los venados. Dios esta tan interesado en tu salud financiera más de lo que tu mismo lo estas. Es por eso que a lo largo de toda su palabra ha dado principios que nos enseñan a administrar correctamente nuestra economía de tal modo que teniendo en orden nuestras prioridades podamos gozar de calma en ese aspecto. Lo tremendo es que como seres humanos en nuestro afán de “facilitarnos” la vida tomamos caminos que antes de ayudarnos terminan trayéndonos más problemas. Para evitar caer en la trampa de los prestamos es necesario que conozcamos que Dios le dio oportunidad al pueblo de Israel el pedir dinero prestado solo en casos de emergencia (Levítico 25:36-37) y si esto se hacía no se le debía de cobrar ningún interés, lo que si se podía hacer era pedir una garantía de pago y si esta garantía era una prenda de vestir tenía que ser devuelta al anochecer para que le sirviera de abrigo al deudor (Éxodo 22:25-27). Estas leyes económicas tienen el propósito de realmente ayudar aquella persona que esta en necesidad y no aprovecharse de ella, generando alguna ganancia deshonesta. El pedir prestado debe ser una practica a la cual se recurra cuando en verdad hay la necesidad, y no para satisfacer deseos que nacen en nuestro corazón como producto de nuestra ambición y avaricia. La solicitud de prestamos no debiera ser una practica constante en el pueblo de Dios, pues el hecho de tener necesidad económica regularmente es reflejo de una mala o nula administración. Pues Dios da su provisión, pero dejamos de lado los principios bíblicos como el diezmo (Malaquías 3:10), el ahorro (Proverbios 21:20) y el contentamiento con los que se tiene. En Filipenses 4:12 Pablo expresa “Sé lo que es vivir en la pobreza, y también lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación, lo mismo a estar satisfecho que a tener hambre, a tener de sobra que a no tener nada.” Ojo: Si el pedir dinero prestado o endeudarnos es parte de nuestro estilo de vida estamos viviendo en pecado. Por otra parte, cuando nosotros somos los que estamos prestándole a otras personas, también debemos tener cuidado, pues en nuestro afán de ayudar tal vez le estemos causando mayor mal a la persona, y seguir contribuyendo a su mala mayordomía, además de que nos exponemos a que la relación se fracture por la falta de pago. Por eso, hace años recibí un consejo que guardo en el corazón respecto a ese tema: Evita prestar, si alguien con necesidad acude a ti y te pide mil pesos, tal vez no le vas a prestar esos mil pesos, porque no los tienes o por precaución, mejor dale $200 pero hazle saber a la persona que se los estas dando y que no te debe nada. Así ni te atas tu a esa persona siendo su prestamista ni atas a esa persona siendo tu acreedora. Y ambas personas gozan de la libertad en Dios. Finalmente, no nos sintamos comprometidos con familiares, amigos y hermanos en Cristo para volvernos avales de ellos. Si lo vamos a hacer, seamos conscientes de la responsabilidad que estamos adquiriendo y sobre todo cuidémonos de tener en verdad los recursos para vivir y aparte para responder en caso de la falta de pago de aquella persona por la que nos comprometimos. Pero la Biblia enseña claramente que NO SEAMOS AVALES. ¡Caso de la hermana Isabel! II. No caigas en la trampa de la pereza. Vv. 6-11 6 ¡Vamos, joven perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en cómo trabaja, y aprende a ser sabio como ella! 7 La hormiga no tiene jefes, ni capataces ni gobernantes, 8 pero durante la cosecha recoge su comida y la guarda. 9 Jovencito perezoso, ¿cuánto más seguirás durmiendo?, ¿cuándo vas a despertar? 10 Te duermes un poco, te tomas la siesta, tomas un descansito y te cruzas de brazos... 11 ¡Así acabarás en la más terrible pobreza!
En el libro de Proverbios, el perezoso recibe mucha atención
y nos previene de caer en ese pecado. Aquí viene una adivinanza de proverbios 26:14 TLA “¿En qué se parece el perezoso a la puerta? ¡En que los dos se mueven, pero ninguno avanza!” un versículo anterior describe los pretextos ridículos por lo cuales prefiere estar inactivo, además en el versículo 15 se habla que no es pereza lo que tiene sino “cansancio”. El perezoso no comienza nada; no termina nada; no le hace frente a nada; todo lo que conoce es su deliciosa pereza. Lamentablemente este pecado se está volviendo cada vez más común en la sociedad de nuestros días, aun entre los cristianos se observa. Muchos niños y jóvenes, acostados en un sofá, en su cama a las 12:00 del día pegados a sus celulares. Sin bañarse, sin limpiar, sin salir, sin hacer algo de provecho. ¡Que lamentable situación! pues ellos son la sociedad del presente y del futuro, gente que no sabe levantarse temprano y salir a luchar por el pan de cada día, pues ha sido enseñada a estirar la mano y esperar que hasta un vaso de agua se le dé en su mano. Se esta levantando una generación que no sabe trabajar, que no sabe perseverar, que no sabe servir, que puede ver que alguien necesita ayuda, pero no es capaz de condolerse y activarse para aliviar la carga del otro. Una generación que cree que todo esta al alcance de un touch pero que se ha olvidado que la vida real es mucho más, y que se necesita carácter, valores y un firme temperamento conforme Cristo lo establece para vivir. Amados hermanos, lamentablemente, estas nuevas generaciones no son otra cosa más que el resultado de la falta de educación por parte de las generaciones anteriores. Pues en el afán de darle todo a los hijos y evitarles el mayor sufrimiento posible, ha faltado la disciplina y la incomodidad que son alicientes para superarse como personas en una vida llena de grandes desafíos que es necesario conquistar. El proverbista esta ilustrando al joven, diciéndole que tome como ejemplo a las hormigas segadoras, que son las que habitaban palestina en ese tiempo, pues ellas son proactivas, previsoras y prestas. Proactivas V. 7 “No necesitan capitán, ni gobernador, ni Señor” En cambio el perezoso siempre necesita ser supervisado y más aún requiere de alguien que lo este azotando para que haga algo. Previsoras V. 8 “Prepara en el verano su comida” Para el perezoso no existe planeación, previsión ni provisión; para él todo el tiempo es igual, sea día o noche, verano o invierno. Prestas V. 10 “Un poco de sueño, un poco de dormitar” Aunque si descansan las hormigas, pero lo hacen en el tiempo correcto, mientras es tiempo de trabajar lo hacen de manera diligente. Si continuamos en la pereza caeremos en la pobreza. Te voy a decir algo, una persona que nace en la pobreza, pero sigue el ejemplo de las hormigas, será una persona que saldrá de la miseria. Una persona perezosa es una persona conformista y mediocre que no es capaz de renovar sus pensamientos y vive como si fuera victima todo el tiempo. Dios no quiere que sus hijos seamos gente perezosa. Conclusión: Termino con la siguiente historia bíblica basado en 2 Reyes 4:1-7 1 La viuda de un miembro de la comunidad de los profetas le suplicó a Eliseo:
—Mi esposo, su servidor, ha muerto, y usted sabe que él era
fiel[a] al SEÑOR. Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos.
—¿Y qué puedo hacer por ti? —le preguntó Eliseo—. Dime, 2
¿qué tienes en casa?
—Su servidora no tiene nada en casa —le respondió—, excepto un poco de aceite. 3 Eliseo le ordenó:
—Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas;
consigue todas las que puedas. 4 Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte. 5 En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban. 6 Cuando ya todas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más, y él respondió: «Ya no hay». En ese momento se acabó el aceite.
La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le
7
mandó: «Ahora ve a vender el aceite, y paga tus deudas. Con
el dinero que te sobre, podrán vivir tú y tus hijos».
Cuatro lecciones que podemos aprender de esta historia:
1. Nuestra ayuda viene de Dios. 2. Busca consejo en tiempos de crisis. 3. Trabaja intensamente para pagar tus deudas y tener lo necesario para vivir. 4. Primero paga tus deudas y después aprende a vivir con el dinero que sobre.