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Hidrología, Recursos Hídricos y Cambio Climático (1º Parte)

Dr Osvaldo F. Canziani, IPCC, FEU, RREE.

General.
La importancia del agua dulce o fresca en los sistemas naturales y humanos ha dado origen
a numerosos estudios y actividades de investigación sobre los efectos potenciales de la
variabilidad y el cambio climático sobre la hidrología (enfocando al ciclo hidrológico) y los
recursos hídricos (orientados hacia el uso que hacen del agua el ser humano y los sistemas
mencionados).
La mayoría de los estudios se concentran sobre los cambios posibles en el balance hídrico,
enfatizando, por ejemplo, los cambios en el flujo del agua superficial, a través del año. Un
número menor de estudios se orientó hacia el análisis de los impactos de tales cambios en
los recursos hídricos – como la confiabilidad en el suministro de agua o el riesgo de
inundaciones o sequías. Escasos han sido, hasta hoy, los estudios relativos a las estrategias
de adaptación posibles frente a la escasez y los excesos del recurso, siendo contados los
relativos al impacto del calentamiento terrestre y los efectos de la variabilidad del clima en
el manejo del recurso y su calidad.
Aunque esta situación podría justificarse por las incertidumbres actuales, en las
proyecciones modeladas del ciclo hidrológico y a la necesidad de profundizar las
investigaciones sobre eventos extremos, incluidos, lógicamente, los relativos a la
precipitación, los especialistas en el manejo del recurso no han enfocado la problemática
del cambio climático, por lo que continúan manejándose con valores estadísticos cuya
confiabilidad decrece ante las condiciones del cambio. Consecuentemente, el clásico
problema de balancear la oferta con la demanda de agua se lleva a cabo sin tener en cuenta
cambios como los que se observan en diversas regiones del mundo, y que, como es sabido,
han definido condiciones de inundación y sequía en regiones de nuestro país.
En cuanto a la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, cuya
concentraciones en la atmósfera definen la intensidad del calentamiento terrestre de origen
antropogénico, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático
(CMNUCC), enfatiza “la necesidad de estabilizar las concentraciones de gases de efecto
invernadero a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema
climático”.
En este contexto, aunque no se indique taxativamente, es evidente que tal calentamiento
influye en el ciclo hidrológico. Sin embargo, los estudios sobre la mitigación de emisiones
y sus implicaciones sobre el recursos hídrico se reducen al análisis de los co-beneficios a
los que da origen la reducción de emisiones. Por ejemplo, la reducción de emisiones
producidas por la combustión de combustibles fósiles disminuye las emisiones de
sustancias sulfurosas y nitrosas, causantes de la acidificación de deposiciones ( rocío y

IPCC: Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático ; FEU Fundación Ecológica Universal, DMA : Dirección de
Medio Ambiente, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Exterior y Culto.
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escarcha) y de precipitaciones y, consecuentemente, la acidificación de cursos de agua


superficiales y, principalmente, lagos, lagunas, humedales, reservorios, etc, con los
problemas que derivan de la pérdida de diversidad biológica.

La variabilidad climática, la hidrología y los recursos hídricos


Existe un reconocimiento creciente sobre la importancia de la variabilidad climática en los
procesos biogeofísicos conducentes a cambios en las condiciones de precipitación y en la
calidad del agua.
Los procesos ENOS (El Niño-Oscilación del Sur) y la Oscilación del Atlántico Norte
proveen claros ejemplos de modificaciones trascendentes del comportamiento hidrológico.
Tales estudios, realizados en cada región del mundo, son extremadamente valiosos porque
asisten en la interpretación de los cambios hidrológicos registrados – en especial la
atribución de cambio debida al calentamiento global – mediante los cuales se provee un
contexto para evaluar cambios futuros y se abren posibilidades para la predicción estacional
del flujo de las corrientes superficiales. Además, estos estudios hacen evidente que la línea
de la base hidrológica no puede ser considerada como una limitante, aún en la ausencia de
cambio climático. La gran crecida del Río Paraná de comienzos de los 80s es un ejemplo
destacado de los problemas que El Niño puede originar tanto por los excesos hídricos como
por la pérdida de su calidad.

Los impactos del Cambio Climático sobre la Hidrología


En la figura 1 se muestran los efectos complejos e interactivos posibles entre los recursos
hídricos y el cambio climático. El aumento de la concentración de gases de efecto
invernadero en la atmósfera resulta en un aumento de la radiación neta sobre la superficie
terrestre. Este aumento da origen a cambios en la temperatura y evaporación sobre todo el
planeta (superficie terrestre y océanos y mares), produciéndose cambios en la distribución y
en las tasas de precipitación, regímenes de humedad del suelo, flujos de ríos y recarga de
acuíferos. Estos cambios afectan el crecimiento de las plantas, con modificaciones en
albedos, retención de agua, escurrimiento, etc. Las mayores concentraciones de CO 2
también afectan el uso del agua por las plantas. Todo ello haciendo muy complejos los
efectos del calentamiento terrestre y dando origen a respuestas no lineales del sistema
hidrológico.

Insertar Figura 1

Los impactos del calentamiento terrestre son evaluados mediante la definición de


escenarios para estimar, a partir de un Modelo de Circulación General (MCG), los cambios
que podrían registrarse en las variables requeridas para la operación de un modelo
hidrológico. La seria dificultad existente es la que resulta de la falta de homogeneidad
espacial entre los modelos atmosféricos e hidrológicos.
Los MCGs, de los cuales se derivan estimaciones con definición temporal de mes a mes, y
espacial de varias decenas de miles de kilómetros cuadrados, y los modelos hidrológicos
operacionales que requieren variables estimadas de, por lo menos, escala diaria y definición
espacial de unos pocos kilómetros cuadrados.
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Si bien el desarrollo de modelos regionales de circulación atmosférica (MRCs) ha


progresado, la necesidad actual de utilizar relaciones empíricas / estadísticas de la cuenca y
del clima regional, para el uso de modelos ennidados en MCGs, depende de la calidad de la
simulación y la representatividad de las relaciones espacio-tiempo mencionadas.
Los estudios que pueden realizarse, en la escala de una cuenca, con datos climáticos
generaos estocásticamente , son de escasa credibilidad. Ello se debe que los valores que se
obtienen están fuertemente influenciados por la capacidad del modelo estocástico para
simular, con cierto grado de realidad, las configuraciones temporales actuales..

Efectos sobre el Ciclo Hidrológico.


En espacio y tiempo, la precipitación es la componente principal de la variabilidad del
balance hídrico. Los cambios en la precipitación tienen implicaciones importantes sobre la
hidrología y los recursos hídricos. La variabilidad hidrológica en una cuenca y en el tiempo
está influenciada por las variaciones en las precipitaciones, en escalas temporarias diarias,
estacionales, anuales y decídales. La frecuencia de las crecidas, o de aguas altas, está
afectada por cambios en la variabilidad de la precipitación de año en año y por cambios de
corto plazo, en las características de las lluvias ( tales como las intensidades de tormentas).
La frecuencia de aguas bajas o de flujos de sequías es afectada básicamente por los cambios
en la distribución estacional. Ambas condiciones están influenciadas también por las
características de las cuencas y la ocurrencia de situaciones previas similares. Estos tipos de
situaciones hidrológicas definen, evidentemente, las condiciones de disponibilidad del
recurso hídrico y su calidad.
Los modelos climáticos corrientes proyectan un aumento en la precipitación anual,
inducido por el cambio climático, en latitudes altas y medias, y en la mayor parte de las
regiones ecuatoriales, pero una disminución general en los sub-trópicos, sin embargo, en
extensas partes del mundo, los cambios asociados al calentamiento global serán menores
que los que resulten de la variabilidad multi-decadal natural, bien entrado el siglo 21. En
general, los porcentajes mayores de cambios en la precipitación se producirán en las
latitudes altas, en algunas regiones ecuatoriales y en el Sudeste de Asia, pero es de destacar
que existen diferencias marcadas entre diferentes modelos climáticos (1). Además, los
modelos climáticos globales, básicamente por su grosera resolución espacial, no permiten
inferir los casos de eventos extremos de lluvia, que se han exacerbado, debido al
calentamiento global. ( como se ha observado con las precipitaciones intensas que se
registran sobre la región pampeada y, en el año 2002, en el Centro de Europa).
Evidentemente, la incertidumbre de las proyecciones de las precipitaciones utilizando
MCGs determina grados de incertidumbre en la estimación de los impactos del
calentamiento terrestre sobre la hidrología y los recursos hídricos.
Sin embargo, el desconocimiento de tales impactos coloca a los administradores del recurso
hídrico en inferioridad de condiciones para un manejo apropiado del agua. En este
contexto, es importante tomar nota que el incremento de las temperaturas medias de la
atmósfera significa que una proporción menor de la precipitación caerá en forma de nieve,
con el inconveniente de falta de acumulación de nieve y su ulterior fusión, a fin de
primavera y comienzo del verano, con implicaciones en la distribución estacional del agua.
Esta situación es particularmente crítica en regiones donde las nevadas son corrientemente
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marginales, ya que ellas pueden dejar de producirse, con la consecuente implicación


significativa en los regímenes hidrológicos.
El calentamiento terrestre afecta también a los glaciares, que se hallan en retracción en
todas las regiones del mundo, afectando la temporalidad y las cantidades de agua de fusión
disponibles en zonas de montañas y valles pedemontanos. Tal y como ocurre en la región
de Cuyo y en el Centro de Chile.
También, es importante destacar que los desarrollos científicos recientes incluyen la
habilidad creciente de algunos modelos climáticos para reproducir particularidades como
las de El Niño, abriendo mejores posibilidades para estimar cambios en la variabilidad
climática, de año en año. Habida cuenta que, en ciertas regiones del mundo, las
precipitaciones níveas están directamente asociadas con procesos de El Niño, el manejo del
agua de fusión combinada de la cobertura nívea y el hielo de los glaciares, puede ser
realizado en mejores condiciones operativas. Tal es el caso de las nevadas y glaciares en los
Andes Altos, entre los 29º S y 36º S, al menos mientras subsistan tales glaciares.
La Tabla I provee información sobre las expectativas climáticas vinculadas a
precipitaciones y disponibilidad de agua, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio
Climático.

Insertar Tabla I.

Evaporación y humedad de suelo.

La tasa actual de evaporación y transpiración de las plantas ( conjuntamente definida como


evapotranspiración) y la cantidad de humedad depositada en el suelo (humedad del suelo)
se interrelacionan de manera múltiple y compleja. Ambas se encuentran limitadas por la
disponibilidad de agua, razón por la cual dependen de las variaciones climáticas, tanto
directamente como a través de procesos complejos, los que involucran a las condiciones
edáficas, geológicas y geomorfológicos de los suelos y a las características de su cobertura
vegetal, Esto significa que los balances hídricos, que permiten definir, inter alia, la
capacidad agrícola, regional o local, de las tierras, son influenciados marcadamente por
esas condiciones bio-geofísicas.
Consecuentemente, el debido análisis de estas condiciones constituye una componente
importante en el planeamiento del uso de la tierra. En efecto, ellas aportan a la definición de
las características hidrológicas de cada cuenca y a su comportamiento en diferentes estados
meteorológicos y climáticos. Ello debido a que, por ejemplo, diferentes condiciones de
precipitación - débil, moderada o fuerte; de corta o larga duración, continua o persistente –
pueden conducir a diferentes condiciones medias y extremas del estado del suelo, incluidas,
evidentemente, las condiciones de sequía e inundación.
En este contexto, es oportuno hacer referencia a la conocida situación en la que se
encuentran regiones de la llanura pampeada. Como trasciende del desarrollo histórico de las
actividades agrícolas en la Pampa, la utilización de métodos y procedimientos de cultivo
importados ha sido y continúa siendo la causa de los desastres hídricos que se han
(1) Debe tomarse nota que, exceptuando Australia y Nueva Zelanda, no hay proyecciones regionales
confiables del Hemisferio Sur
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registrado y continúan siendo observados en estos suelos de muy escasa pendiente. Es que,
además de adoptar, sin esfuerzo alguno de adaptación, sistemas originados en regiones con
características topográficas completamente diferentes, como son las definidas por los
perfiles geográficos de las regiones del centro y norte de Europa, no se ha hecho uso de los
conocimientos disponibles. Ello ha conducido al planeamiento errado o, simplemente, del
uso del territorio pampeado, cuya morfología y condiciones edáficas nunca fueron
analizadas de manera multidisciplinaria. Recuérdese lo expresado antes, sobre la
complejidad de los procesos involucrados en la evapotranspoiración y el contenido de
humedad de los suelos, es decir, en el balance hídrico. La gráfica de la figura 2 fue
desarrollada para mostrar las limitantes que afectan al balance hídrico en un suelo como el
pampeado, donde el escurrimiento y la infiltración son muy reducidos, proveyendo a la
componente vertical evapotranspiración (reiteramos evaporación del suelo más la
transpiración vegetal), el mayor impacto en el balance. Habida cuenta que las tasas de
evaporación real, medidas en reservorios, cuyos niveles fueron cuidadosamente calibrados,
excede los 20 milímetros diarios, la utilización de esta componente del balance, realzada
con tasas importantes de transpiración, podrían servir para reducir los impactos de los
eventos extremos.
El problema del planeamiento del uso de la tierra, y su manejo apropiado, se agrava aún
más por la carencia de metodologías apropiadas para la determinación de los balances
hídricos y por la falta de las mediciones necesarias y suficientes para ajustar los balances
desarrollados con fórmulas empíricas. Esta situación es tanto más críticas cuando las
condiciones de los suelos difieren marcadamente de las correspondientes a las regiones
donde se desarrollaron las fórmulas empíricas para la estimación de la evapotranspiración
potencial de distintas zonas de nuestras praderas.
Tal es la paradoja de un país agrícola-ganadero donde la carencia de políticas de desarrollo
científicamente fundamentadas, llevan al uso y manejo erróneo del recurso hídrico.
Lamentablemente, esto constituye una falencia muy seria en un país con extensiones
territoriales áridas ( más del 50 % de su territorio árido o desértico). Esta situación d se
hace particularmente grave ante las implicaciones del calentamiento terrestre en la
distribución del recurso hídrico sobre el planeta, según resulta de las proyecciones de las
variables climáticas, con escenarios socio-económicos causantes de distintas
concentraciones de gases de efecto invernadero ( equivalente a CO2), en la atmósfera.
En el orden global, la gravedad potencial de situaciones de este tipo se halla graficada, en la
figura 3 . Ella presenta las expectativas respecto del agua, según los modelos climáticos
utilizados en el Centro de Haddley.

Insertar figura 3

Sin otros comentarios, resulta evidente que para el manejo y uso correcto, y quizás,
también, sustentable, del agua resulta evidente que es necesario desarrollar investigaciones
orientadas a la determinación de balances de masa y energía entre el suelo y la atmósfera, y
el desarrollo tecnológico apropiado para medir la evapotranspiración real y,
consecuentemente, establecer procedimientos apropiados para estimar balances hídricos, en
las distintas regiones del país. Sólo una evaluación científico-tecnológica apropiada
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permitirá el uso apropiado del agua, particularmente respecto de la actividad agrícola,


usuaria del 70 % de este recurso natural.

Recursos de agua subterránea.


Siendo el agua subterránea uno de las mayores fuentes de agua dulce en numerosas áreas
rurales y urbanas del mundo, particularmente en regiones semiáridas, resulta
incomprensible la escasez de estudios e investigaciones sobre los efectos potenciales del
cambio climático. Además, en muchos países se carece de estudios sobre la disponibilidad
de este recurso y, muy particularmente, sobre su calidad. Situaciones de este tipo han
conducido a situaciones sociales y a implicaciones económicas inaceptables, como ocurre
con el suministro de agua contaminadas orgánicamente o con concentraciones excesivas de
contaminantes químicos, como ocurre con pozos en áreas urbana y rurales de Argentina
(caso del síndrome de Bellville)
En cuanto hace al cambio climático, la influencia del calentamiento terrestre sobre los
acuíferos está primariamente definida por el hecho que los acuíferos son rellenados por la
precipitación efectiva y el transvase de agua de ríos, lagos, humedales, etc, procesos
evidentemente afectados por este cambio. A su vez, pueden transvasar agua a la superficie,
alimentado y dando origen a sistemas de agua superficiales., como ocurre en zonas de pié
de monte.
Los que siguen son ejemplos de los efectos del cambio climático sobre su recarga. Los
casos evaluados muestran que :
 en los casos de suelos compactos, con una buena tasa de infiltración (permeabilidad
de rocas y suelos superpuestos), las reducciones simuladas de la recarga se deben
casi por completo a los aumentos de la evaporación, durante la estación de recarga
 la recarga rápida depende de las condiciones pedológicas, particularmente cuando
los suelos muestran texturas altamente fracturadas o numerosos agujeros de
penetración, y ocurre siempre que llueva. En estos casos, el procesos de recarga está
afectado más por los cambios en la cantidad de precipitación que por el ciclo
estacional de variabilidad de la humedad del suelo. Este tipo de recarga puede ser
muy importante en zonas áridas.
 Los acuíferos no confinados y poco profundos, a lo largo de llanuras de inundación,
comunes en entornos áridos y semiáridos, son recargados por las corrientes de agua
estacionales y pueden ser reducidos / vaciados directamente por una evaporación
mayor, resultante del aumento de las temperaturas, debido al cambio climático,
 El aumento del niverl del mar puede causar la intrusión salina en los acuíferos
costeros, la intensidad de la intrusión dependerá de los gradientes locales del agua
subterránea. Por razones evidentes, esta es una situación crítica en islas y zonas
costeras de escasa elevación.
Estos casos muestran que los acuíferos no confinados o libres son sensibles a los cambios
locales del clima, a las extracciones y a la intrusión de agua de mar. La cuantificación de la
recarga es función de las características particulares de los acuíferos y de las condiciones
pedológicas y geomorfológicos de los suelos. Estudios combinados de niveles freáticos e
isotopía permiten evaluar condiciones de recarga.
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En lo que hace a los acuíferos confinados, caracterizados por las capas de suelo
impermeable que los cubren, la precipitación local y otras condiciones de recarga locales,
no influyen sobre su disponibilidad de agua. Las recargas ocurren a distancias de unos
pocos a miles de kilómetros y las fechas de recarga varían de unos pocos días a décadas. Su
recarga es producida por glaciares, hielos continentales, campos de nieve, lagos, ríos y
precipitaciones a cierta distancia de ellos. Evidentemente el cambio climático afectará la
“cosecha” del recurso que alimenta a estos acuíferos.
Las pruebas para determinar la tasa de recarga de acuíferos mediante isótopos ( C14 ,
deuterio, tritio, etc) sólo ha sido posible en casos de acuíferos locales y en aquellos a corta
distancia de la fuente de recarga. De todas maneras, este procedimiento ha sido
implementado sólo en pocos casos.
Un estudio de este tipo, iniciado a fines de los 80s, por personal del CIBIOM ( Centro de
Investigaciones Biometeorológicas), y del Ministerios de Obras y Servicios Públiucos de la
Pcia de Buenos Aires, en la cuenca del arroyo La Invernada, vecina a la Ciudad de La
Plata, debió ser suspendido por falta de financiamiento.
Es oportuno destacar que los medios a través de los cuales se produce la recarga son
pobremente conocidos y pueden ser sumamente heterogéneos, creando problemas para el
desarrollo de modelos de recarga. Esta situación hace difícil evaluar de manera completa el
impacto del cambio climático sobre los recursos de agua subterránea.

Conclusión.
Sin haber enfocado aún la cuestión de los efectos de la variabilidad y el cambio climáticos
sobre los ríos, vectores de importantes efectos del agua terrestre, incluidas las crecidas e
inundaciones, resulta claro que los postulados que emanan de las recomendaciones de la
Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sustentable, o Desarrollo Durable (como muy bien
se expresa el idioma francés), hacen evidente que la sustentabilidad del desarrollo pasa por
trayectorias en las que se proteja al vital recurso que nos ocupa. Resulta por ello
incomprensible que se pretenda realizar una planificación del desarrollo territorial de
Argentina sin la debida consideración de los factores que ya han modificado la distribución
territorial del agua, y sus excesos y deficiencias, y que, en las proyecciones del cambio
climático global y sus implicaciones regionales, conducen a otros cambios posibles,
algunos de ellos de cierta duración temporal, como los que resultarían del aumento del agua
de fusión de los glaciares, en particular de los glaciares de los Andes Patagónicos , y de los
hielos continentales del extremo sur de Argentina y Chile.
El cambio climático es una tendencia, no un hecho aislado, es transnacional y
transgeneracional y, como se ha visto hasta aquí, afecta al recurso hídrico.

Buenos Aires, 22 de Abril de 2003.

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