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General.
La importancia del agua dulce o fresca en los sistemas naturales y humanos ha dado origen
a numerosos estudios y actividades de investigación sobre los efectos potenciales de la
variabilidad y el cambio climático sobre la hidrología (enfocando al ciclo hidrológico) y los
recursos hídricos (orientados hacia el uso que hacen del agua el ser humano y los sistemas
mencionados).
La mayoría de los estudios se concentran sobre los cambios posibles en el balance hídrico,
enfatizando, por ejemplo, los cambios en el flujo del agua superficial, a través del año. Un
número menor de estudios se orientó hacia el análisis de los impactos de tales cambios en
los recursos hídricos – como la confiabilidad en el suministro de agua o el riesgo de
inundaciones o sequías. Escasos han sido, hasta hoy, los estudios relativos a las estrategias
de adaptación posibles frente a la escasez y los excesos del recurso, siendo contados los
relativos al impacto del calentamiento terrestre y los efectos de la variabilidad del clima en
el manejo del recurso y su calidad.
Aunque esta situación podría justificarse por las incertidumbres actuales, en las
proyecciones modeladas del ciclo hidrológico y a la necesidad de profundizar las
investigaciones sobre eventos extremos, incluidos, lógicamente, los relativos a la
precipitación, los especialistas en el manejo del recurso no han enfocado la problemática
del cambio climático, por lo que continúan manejándose con valores estadísticos cuya
confiabilidad decrece ante las condiciones del cambio. Consecuentemente, el clásico
problema de balancear la oferta con la demanda de agua se lleva a cabo sin tener en cuenta
cambios como los que se observan en diversas regiones del mundo, y que, como es sabido,
han definido condiciones de inundación y sequía en regiones de nuestro país.
En cuanto a la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, cuya
concentraciones en la atmósfera definen la intensidad del calentamiento terrestre de origen
antropogénico, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático
(CMNUCC), enfatiza “la necesidad de estabilizar las concentraciones de gases de efecto
invernadero a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema
climático”.
En este contexto, aunque no se indique taxativamente, es evidente que tal calentamiento
influye en el ciclo hidrológico. Sin embargo, los estudios sobre la mitigación de emisiones
y sus implicaciones sobre el recursos hídrico se reducen al análisis de los co-beneficios a
los que da origen la reducción de emisiones. Por ejemplo, la reducción de emisiones
producidas por la combustión de combustibles fósiles disminuye las emisiones de
sustancias sulfurosas y nitrosas, causantes de la acidificación de deposiciones ( rocío y
IPCC: Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático ; FEU Fundación Ecológica Universal, DMA : Dirección de
Medio Ambiente, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Exterior y Culto.
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Insertar Figura 1
Insertar Tabla I.
registrado y continúan siendo observados en estos suelos de muy escasa pendiente. Es que,
además de adoptar, sin esfuerzo alguno de adaptación, sistemas originados en regiones con
características topográficas completamente diferentes, como son las definidas por los
perfiles geográficos de las regiones del centro y norte de Europa, no se ha hecho uso de los
conocimientos disponibles. Ello ha conducido al planeamiento errado o, simplemente, del
uso del territorio pampeado, cuya morfología y condiciones edáficas nunca fueron
analizadas de manera multidisciplinaria. Recuérdese lo expresado antes, sobre la
complejidad de los procesos involucrados en la evapotranspoiración y el contenido de
humedad de los suelos, es decir, en el balance hídrico. La gráfica de la figura 2 fue
desarrollada para mostrar las limitantes que afectan al balance hídrico en un suelo como el
pampeado, donde el escurrimiento y la infiltración son muy reducidos, proveyendo a la
componente vertical evapotranspiración (reiteramos evaporación del suelo más la
transpiración vegetal), el mayor impacto en el balance. Habida cuenta que las tasas de
evaporación real, medidas en reservorios, cuyos niveles fueron cuidadosamente calibrados,
excede los 20 milímetros diarios, la utilización de esta componente del balance, realzada
con tasas importantes de transpiración, podrían servir para reducir los impactos de los
eventos extremos.
El problema del planeamiento del uso de la tierra, y su manejo apropiado, se agrava aún
más por la carencia de metodologías apropiadas para la determinación de los balances
hídricos y por la falta de las mediciones necesarias y suficientes para ajustar los balances
desarrollados con fórmulas empíricas. Esta situación es tanto más críticas cuando las
condiciones de los suelos difieren marcadamente de las correspondientes a las regiones
donde se desarrollaron las fórmulas empíricas para la estimación de la evapotranspiración
potencial de distintas zonas de nuestras praderas.
Tal es la paradoja de un país agrícola-ganadero donde la carencia de políticas de desarrollo
científicamente fundamentadas, llevan al uso y manejo erróneo del recurso hídrico.
Lamentablemente, esto constituye una falencia muy seria en un país con extensiones
territoriales áridas ( más del 50 % de su territorio árido o desértico). Esta situación d se
hace particularmente grave ante las implicaciones del calentamiento terrestre en la
distribución del recurso hídrico sobre el planeta, según resulta de las proyecciones de las
variables climáticas, con escenarios socio-económicos causantes de distintas
concentraciones de gases de efecto invernadero ( equivalente a CO2), en la atmósfera.
En el orden global, la gravedad potencial de situaciones de este tipo se halla graficada, en la
figura 3 . Ella presenta las expectativas respecto del agua, según los modelos climáticos
utilizados en el Centro de Haddley.
Insertar figura 3
Sin otros comentarios, resulta evidente que para el manejo y uso correcto, y quizás,
también, sustentable, del agua resulta evidente que es necesario desarrollar investigaciones
orientadas a la determinación de balances de masa y energía entre el suelo y la atmósfera, y
el desarrollo tecnológico apropiado para medir la evapotranspiración real y,
consecuentemente, establecer procedimientos apropiados para estimar balances hídricos, en
las distintas regiones del país. Sólo una evaluación científico-tecnológica apropiada
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En lo que hace a los acuíferos confinados, caracterizados por las capas de suelo
impermeable que los cubren, la precipitación local y otras condiciones de recarga locales,
no influyen sobre su disponibilidad de agua. Las recargas ocurren a distancias de unos
pocos a miles de kilómetros y las fechas de recarga varían de unos pocos días a décadas. Su
recarga es producida por glaciares, hielos continentales, campos de nieve, lagos, ríos y
precipitaciones a cierta distancia de ellos. Evidentemente el cambio climático afectará la
“cosecha” del recurso que alimenta a estos acuíferos.
Las pruebas para determinar la tasa de recarga de acuíferos mediante isótopos ( C14 ,
deuterio, tritio, etc) sólo ha sido posible en casos de acuíferos locales y en aquellos a corta
distancia de la fuente de recarga. De todas maneras, este procedimiento ha sido
implementado sólo en pocos casos.
Un estudio de este tipo, iniciado a fines de los 80s, por personal del CIBIOM ( Centro de
Investigaciones Biometeorológicas), y del Ministerios de Obras y Servicios Públiucos de la
Pcia de Buenos Aires, en la cuenca del arroyo La Invernada, vecina a la Ciudad de La
Plata, debió ser suspendido por falta de financiamiento.
Es oportuno destacar que los medios a través de los cuales se produce la recarga son
pobremente conocidos y pueden ser sumamente heterogéneos, creando problemas para el
desarrollo de modelos de recarga. Esta situación hace difícil evaluar de manera completa el
impacto del cambio climático sobre los recursos de agua subterránea.
Conclusión.
Sin haber enfocado aún la cuestión de los efectos de la variabilidad y el cambio climáticos
sobre los ríos, vectores de importantes efectos del agua terrestre, incluidas las crecidas e
inundaciones, resulta claro que los postulados que emanan de las recomendaciones de la
Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sustentable, o Desarrollo Durable (como muy bien
se expresa el idioma francés), hacen evidente que la sustentabilidad del desarrollo pasa por
trayectorias en las que se proteja al vital recurso que nos ocupa. Resulta por ello
incomprensible que se pretenda realizar una planificación del desarrollo territorial de
Argentina sin la debida consideración de los factores que ya han modificado la distribución
territorial del agua, y sus excesos y deficiencias, y que, en las proyecciones del cambio
climático global y sus implicaciones regionales, conducen a otros cambios posibles,
algunos de ellos de cierta duración temporal, como los que resultarían del aumento del agua
de fusión de los glaciares, en particular de los glaciares de los Andes Patagónicos , y de los
hielos continentales del extremo sur de Argentina y Chile.
El cambio climático es una tendencia, no un hecho aislado, es transnacional y
transgeneracional y, como se ha visto hasta aquí, afecta al recurso hídrico.