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ESTADO LARA
DIPLOMADO
MODULO IV
INFORME DE APRENDIZAJE
DIPLOMANTE:
REINALDO CHIRINOS
TEMA 1| EL ARMISTICIO EN TRUJILLO Y LA VICTORIA EN CARABOBO
Bolívar mantenía en su mente el gran sueño de la libertad del Continente Americano, y más que
eso sostenía la idea de la Unidad Latinoamericana, que tenía sus orígenes en las ideas del
Generalísimo Francisco de Miranda. Luego de la liberación de la Nueva Granada, Bolivar con su
Ejercito victorioso, parte desde Bogotá a liberar las tierras de su patria amada: Venezuela,
fortaleciendo los imperiosos deseos de liberar a Quito, lo que permitía abrir la senda de la libertad
hacia el Sur del Continente, para lo que hacía necesario emprender la Campaña de Venezuela, hasta
llegar a Carabobo, el 24 de Junio de 1821, y desde allí abrir las puertas hacia la liberación del
continente Americano, y sacudir de una vez por todas al yugo español.
Para que pudiese llegar a buen término el triunfo de la Batalla de Carabobo, Bolívar tubo que
emprender, desde angostura, la Campaña Libertadora de Nueva Granada, que arranca desde los
llanos de Apure, atravesando los empinados Andes, hasta llegar a Boyacá y liberar a Nueva
Granada, que para el momento era la sede del Virreinato, lo que se puede deducir que a partir de allí
se enfila la Campaña de Venezuela que termina en Carabobo y de allí se inicia la Campaña del Sur.
Es importante destacar que para 1820, el centro de Venezuela estaba dominado por el ejército
español al mando de General Pablo Morillo, secundado por el General Miguel de la Torre, que
aglutinaba una poderosa fuerza de 14.000 guerreros, que conformaban el ejército español, que gran
parte de ellos habían sido preparados y formados en España, para la reconquista y dominación de
las colonias que se mantenían en franca rebeldía, por su independencia y la instauración de
gobiernos con autonomía republicana.
Los realistas a pesar de haber perdido a Santa Fe de Bogotá, en la Batalla de Boyacá, mantenían el
dominio de todo el flanco norte costero de Nueva Granada y Venezuela: Cartagena, Santa Marta,
Maracaibo, Coro, Puerto Cabello, La Guaira, Barcelona y Cumaná, con la excepción de la Isla de
Margarita, controlada por los republicanos. Igualmente, los realistas dominaban toda la región
central de Venezuela, incluyendo Barinas. De igual forma disponían de importantes recursos que
manejaban a su antojo, que provenían de los ingresos producidos por la exportación del cacao y el
añil. Existía para el momento una considerable ventaja que favorecía al ejército realista.
La situación del ejército Republicano, desde el punto de vista militar y económico, en el momento,
se encontraba en una situación precaria, los recursos económicos eran escasos, y militarmente
solamente dominaban Margarita y Maturín, en el Este del País; en la parte Oeste, dominaban San
Cristóbal, Mérida y parte de Trujillo, y al Sur conservaban la Provincia de Guayana y el extenso
llano apureño, bajo el dominio del indómito General José Antonio Páez, al frente de los valientes
llaneros, que lanza en mano arrebataban triunfos a los realistas.
Bolívar regresaba a Venezuela por los Valles de Cúcuta con la unidades victoriosas de Boyacá, se
estaciona en Trujillo y se da cuenta del peligro que se presenta, si el ejército español avanza hacia
Cúcuta, lo que traería como consecuencia la pérdida de la recién liberada Nueva Granada, ya que
para el momento, la República carecía de un ejército sólido, para la defensa de la Patria, por lo que
Bolívar desde Trujillo, decide establecer comunicaciones con el General Pablo Morillo, con la
finalidad de enviar a España representantes plenipotenciarios, a negociar con el gobierno español,
un cese definitivo de la guerra.
Con la firma del Tratado de la Regularización de la Guerra, se ponía fin a la Guerra a Muerte,
decretada por Bolívar en 1813, sometiendo el conflicto a reglas que definían el respeto a la vida y
el canje de prisioneros. Tan pronto se firmó el acuerdo de Armisticio, el Ejército Republicano
estableció su defensa en los territorios que le habían sido asignados, de igual manera lo hace el
Ejército Realista.
En el marco de este estelar acontecimiento, el General Morillo propone al Libertador Simón Bolívar
un encuentro amistoso, fijando como lugar de la entrevista, el pueblo de Santa Ana de Trujillo, el
27 de noviembre, donde ambos jefes después de celebrar, compartieron largas conversaciones
personales, al final acuerdan levantar un monumento para el recuerdo de aquel evento histórico de
amistad en la Ciudad de Santa Ana de Trujillo.
Después de la entrevista, Morillo pasa a Caracas para embarcarse rumbo a España, en los días
posteriores, dejando al ejército español en manos del General La Torre. Todos estos
acontecimientos, apuntan a forjar importantes avances, a favor de la causa republicana, que Bolívar
supo aprovechar para la organización y fortalecimiento del Ejército Patriota, a la vez que se
esmeraba en organizar el trazado estratégico para el triunfo de la gran batalla. Los tratados de
Armisticio y el Regularización de la Guerra son el resultado de la estrategia diplomática de Simón
Bolívar, donde se logra el reconocimiento de la República por el Gobierno español, y lo que supo El
Libertador aprovechar para la organización de las tropas republicanas, desde los territorios pautados
en el tratado.
Al poco tiempo de haberse firmado el Armisticio, se producen algunos sucesos que alteran la
normativa establecida en el Tratado, que perturbó la paz y precipitó el restablecimiento de las
hostilidades, siendo el suceso más importante, cuando la Provincia de Maracaibo, que se hallaba
en posesión del Gobierno español, proclama la adhesión a la República y solicitan el auxilio de las
tropas patriotas, es cuando el Comandante José Heras, el 29 de enero de 1821, sin consultar con el
alto mando, entró a la ciudad con su destacamento. La Guarnición española abandona la Plaza,
luego desde Trujillo el General Rafael Urdaneta toma la ciudad de Maracaibo, como provincia
adherida al proyecto republicano.
El general La Torre protesta ante tal suceso, dirigiéndole sendas cartas, a Bolívar, pero El
Libertador, trató de justificarlos. Realmente la ruptura del armisticio beneficiaba a las fuerzas
patriotas que se reorganizaban. Estos sucesos indujeron a las partes en conflicto, acordar el cese de
las hostilidades el 28 de abril.
Bolívar contaba en su planificación estratégica con un ejército integrado por tres grandes fuerzas: El
Ejército del Sur, estacionado en Apure y comandado por el General José Antonio Páez; El Ejército
de Oriente, que reagrupaba el General Carlos Soublette, quien también había sido nombrado
Vicepresidente del Departamento de Venezuela. También estaban las guerrillas orientales y las
fuerzas margariteñas al Mando del General Arismendi y el Ejército del Norte, cuya base era una de
las brigadas de La Guardia, al mando del General Rafael Urdaneta, quien debía organizar fuerzas
desde Maracaibo, Coro y sumar otras procedentes de Nueva Granada. De esta manera Bolívar logra
concentrar las fuerzas patriotas para darle el golpe final a las tropas realistas, en Carabobo: el
corazón de Venezuela.
Desde Caracas el General Bermúdez se fortalece con nuevas fuerzas, gracias a voluntarios de
Caracas y La Guaira, que se aprestan a cerrar filas en las tropas patriotas, y marcha a los Valles de
Aragua ocupando La Victoria el 20, pero agotados los pertrechos de guerra se ve en la necesidad de
regresar hacia Caracas, cuatro días después, para evacuar a Caracas el día 26, y marchar en retirada
hasta Guatire, perseguido por las tropas realista. Estas maniobras logran desorganizar y dispersar
las fuerzas al mando del General La Torre, abandonando el plan de atacar a Bolívar en Guanare.
Con este repliegue, Morales envió sus mejores tropas a defender Caracas, pero mientras esto
sucedía en el centro de Venezuela, en el Occidente: Coro y Barquisimeto caen a favor del ejército
patriota al Mando del General Urdaneta. La vanguardia de Morales se mueve hacia el Norte,
dejando la vía libre del flanco Sur, lo cual permite el avance del Ejercito al mando de Páez. El
General Bermúdez perdió la Batalla de Caracas, pero esta maniobra, genera el triunfo de las
operaciones previas, que hacen posible la desorganización y dispersión de las fuerzas realistas, que
al final es lo que produce la victoria de Carabobo.
Final de La Batalla
Mientras el poderoso ejército español se descolocaba y pierde fuerza, gracias a las operaciones de
Bermúdez, desde el Oriente hasta Caracas, el ejército del Norte, comandado por Urdaneta después
de liberar a Coro avanza hasta Barquisimeto, marchando desde allí hasta san Carlos donde se reúne
con las tropas de Bolívar. Aquí acotamos, que el general Urdaneta no pudo conducir sus tropas
hasta Carabobo por causas de enfermedad que presentaba, y debe quedarse en Carora, confiando el
mando de su ejército al Coronel Rangel, al mismo tiempo que el General Páez, avanza desde
Achaguas con 1.000 infantes y 1.500 jinetes.
San Carlos es el sitio de concentración, el 23 de junio Bolívar pasa revista al Ejército Patriota, en las
sabanas de Taguanes y el día 24, se da la Gran Batalla con la brillante victoria, del Ejército
Libertador que estaba conformado por tres divisiones: Primera división (vanguardia), mandada por
el General Páez; Segunda División (centro) al mando del General Manuel Cedeño y la Tercera
división (reserva) bajo el mando del General Ambrosio Plaza.
Después del gran triunfo de Carabobo, el General La Torre derrotado, se refugia en Puerto Cabello
y allí permanece atrincherado hasta el año 1822, cuando es transferido a Puerto Rico quedando los
reductos de las tropas realistas al mando de Morales, hasta su capitulación en agosto de 1823,
después de la derrota en la batalla naval de Maracaibo el 24 de julio, cuando definitivamente es
sellada la Independencia de Venezuela.
En el lapso comprendido desde marzo de 1821 hasta enero de 1822 el Ejército del Sur permanece
en actitud defensiva a la espera que el Libertador culmine con éxito la campaña militar contra el
ejército español en Venezuela. Ya el General Antonio José de Sucre, el futuro héroe de Ayacucho,
desde el mes d enero, se encontraba organizando lo que debía ser la Campaña del Sur que
encabezaría El Libertador Simón Bolívar, hasta la victoria final.
El 9 de octubre de 1821, El Libertador Simón Bolívar, inicia su viaje desde Cúcuta, hacia Bogotá,
desde donde comienza a organizar las fuerzas, con las que planea realizar la campaña definitiva
para la liberación de Nueva Granada, dejando el Poder Ejecutivo en manos de su Vicepresidente,
Francisco de Paula Santander, mientras desarrollaba la Campaña.
La idea era embarcarse hasta Guayaquil y desde ahí atacar Quito. Pasto había era como refieren
los historiadores, la piedra en el camino que destruyó a Valdés, obligó a Sucre a trasladarse por
mar hasta Guayaquil y luego al Libertador Simón Bolívar lo hace aplazar su llegada a Quito, para
concentrar sus esfuerzos en un teatro de operaciones más favorable. Así se mantuvo la gente de
Pasto, con sus fuerzas leales al Rey intactas y amenazantes por casi once meses, que obstaculiza el
avance de los patriotas.
Según Augusto Mijares, a principios de 1822, Bolívar se mueve con premura en dirección a Pasto,
el General Sucre se encuentra luchando solo contra las fuerzas de Aymerich y corre el riesgo de ser
derrotado, si no recibe prontos auxilios del Ejército Libertador. El General Daniel Florencio O’Leary
en sus memorias dice: “El camino desde Venezuela hasta Pasto es una travesía épica”. Pero Bolívar
decide iniciar la campaña del Sur y triunfa en Bomboná el 7 de abril de 1822, lo cual significa un
importante impulso, para el triunfo de Pichincha.
Batalla De Bomboná
El combate en Bomboná comenzó a horas de la tarde del 7 de abril, con el ataque del general
Valdez al frente del Batallón Rifles, que integraban unos 600 efectivos. En las reseñas de
diferentes historiadores, en referencia a la Batalla de Bomboná se deduce que fue una de las más
sangrienta batallas; las tropas republicanas cargaron contra el centro realista, soportando fuego
de fusiles y cañones. Al poco tiempo del combate, el General Torres y todos de sus oficiales
estaban heridos o muertos y altísimas bajas entre la tropa.
A medida que cada comandante era herido o muerto, el mando de la columna se fue
transmitiendo en el siguiente orden, uno tras otro: el general Torres, los tenientes coroneles Lucas
Carvajal, Joaquín París, Ignacio Luque y Pedro Antonio García, y los sargentos mayores León
Galindo y Federico Valencia. Al final, con todos los altos mandos entre heridos y muertos, la
columna debió ser mandada por los militares de menor rango.
Los soldados republicanos clavaron las bayonetas para subir por las rocas y asaltaron la trinchera
que estaba cerca de la cima, muriendo el capitán Felherstenhaw y siendo heridos los tenientes
Vicente G. de Piñeres y Justo Franco y el alférez Ramón Bravo; perdieron 55 soldados entre
muertos y heridos en ese sector. Para coronar la victoria, el abanderado Domingo Delgado
enarboló el estandarte en la cima.
Valdez avisó a Bolívar, quien proclamó de aquel sacrificado triunfo, exclamando: «¡Viva Colombia!
¡Viva la libertad!». El resto de los realistas retrocedieron a las órdenes del General realista, Del
Hierro, a las 2 de la madrugada del 8 de abril, abandonando el campo de batalla y la artillería. Así
coronó la victoria de Bomboná con la más encarnizada soberbia, tanto patriótica como realista.
El historiador venezolano Rafael María Baralt define la batalla de Bomboná como: «la célebre
batalla de Bomboná, gloriosa si bien cara á los patriotas por la muerte del general Pedro León
Torres. Sus armas victoriosas le abrieron las puertas de Pasto».
Batalla de Pichincha
El 24 de mayo de 1822, el ejército patriota comandado por el General Antonio José de Sucre,
derrotó a las fuerzas españolas, lo que resultó el primer grito de libertad en el territorio del Ecuador.
Con La victoria de la Batalla de Pichincha, el Ejército Patriota entra victorioso a Quito,
declarándose así la independencia de la República de Colombia. La batalla se libró con el sacrificio
supremo de un ejército conformado por unos tres mil valientes soldados de diversas nacionalidades,
entre hombres de armas y mujeres dedicadas a la logística y a la asistencia de los heridos, bajo el
mando del General Antonio José de Sucre, futuro Gran Mariscal de Ayacucho, Impulsados por el
amor a la patria y la esperanza libertaria de los pueblos oprimidos por el poder español. El logro de
la gran victoria de Pichincha se produce gracias a la unificación de todos los sectores amantes de la
Independencia y del sistema Republicano, lo que representa la consolidación de la liberación de
Colombia, el gran sueño de Nuestro Libertador.
La lucha por la independencia de Ecuador fue un proceso que unificó los diversos sectores sociales
que albergaban el gran ideal independentista, y crear la Gran Patria Latinoamericana, demostrando
gran capacidad militar en las filas del Ejército Libertador, uniéndose grandes figuras de la
independencia latinoamericana, pero también hubo un componente esencial que es la participación
popular, donde el pueblo fue protagonista, lográndose las capitulaciones en las que la fuerzas
españolas entregaron las armas al ejército de la República de Colombia, anexándose el
departamento de Quito a la República, y se avanzó triunfante hasta la gesta de la Independencia del
Perú, significando un antes y un después para la gran lucha por la emancipación de los pueblos de
América Latina. Con el triunfo de la Batalla de Pichincha podemos ver el nacimiento de la nueva
República, rompiendo así, el dominio colonial en la América del Sur.
Entrevista Guayaquil
Otro gran objetivo era tratar sobre la soberanía de la Provincia libre de Guayaquil, que siendo parte
del Virreinato del Perú, fue liberada del dominio español en 1820, gracias a la sublevación de la
guarnición de la ciudad, formada por el regimiento llamado «Granaderos de Reserva del Cuzco»,
integrado por realistas peruanos originarios del Cuzco y habiéndose declarado independientes,
mostraban fuerte vínculos de integrarse al Perú independiente.
Olmedo como presidente de Guayaquil ratifica la decisión del pueblo guayaquileño de mantenerse
independiente o de seguir unido al Perú, y se niega a la integración colombiana, lo cual generó
roces diplomáticos con El Libertador Bolívar, y ante una eminente invasión, envió cartas al General
San Martín, para que intercediera en el conflicto.
San Martín ha declarado, simbólicamente, la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1821. Y el
27 de diciembre de 1821 convoca al Congreso Constituyente del Perú. Sin embargo, la situación
era complicada en Perú, por las divergencias políticas, divididas entre los patriotas, la insuficiencia
militar, los reclamos de sueldo atrasados a los soldados, aunado a la negación del gobierno de las
provincias de Buenos Aires de seguir financiando la campaña.
La entrevista
Según algunas fuentes consultadas, San Martín y Bolívar sostuvieron una reunión a solas y sin
testigos, donde se supone, que trataron dos puntos muy fundamentales, como eran el destino de la
Provincia de Guayaquil, y el final de la campaña contra los realistas, cuya definitiva etapa debía
librarse en el Perú.
Según Carta encontrada por el historiador Armando Martínez, en el Archivo Nacional de Ecuador
en el año 2013, escrita por el General José Gabriel Pérez, quien se desempeñó como secretario de
Bolívar durante la Campaña del Sur, al parecer Bolívar le ordena escribir al General Antonio José
de Sucre, donde afirma que la entrevista de Bolívar y San Martín fue un encuentro cordial, que la
reunión no giró en torno al futuro de Guayaquil. También se estima en la mencionada carta dirigida
a Sucre que entre los dos libertadores hubieron desacuerdos en cuanto a la forma de gobierno que
debía regir al Perú, ya que Bolívar proponía un gobierno centralista y fuerte, mientras San Martín
proponía que en el Perú no convenía un gobierno democrático y que debía venir de Europa un
príncipe a gobernarlo.
Bolívar se opuso y dijo que ni a América ni a Colombia le convenía introducir príncipes europeos,
que eran ajenos a las masas. Se dice en la historiografía, que San Martín elogió la idea de crear la
Federación de los Estados Americanos, que Chile no tendría problema en entrar, pero sí Buenos
Aires, y se ofreció a tramitar un arreglo de límites entre Colombia y Perú. Al parecer en aquella
reunión privada entre los dos libertadores también se discutió el punto de quién conduciría el Nuevo
Ejército Libertador que resultaría de la Unión de las tropas comandadas por ambos, no pudiendo
llegar a acuerdo a pesar de sus objetivos comunes. San Martín propone que sea Bolívar, pero la
respuesta de Simón Bolívar fue, que nunca podría tener a un general de la calidad y la capacidad de
San Martín como subalterno.
Según las versiones históricas, es que al final del encuentro, la noche del 27 de julio de 1822
Bolívar agasajó a San Martín con un banquete. Bolívar propuso un brindis "Por los dos hombres
más grandes de la América del Sur: el general San Martín y yo", mientras que San Martín brindó
"Por la pronta conclusión de la guerra; por la organización de las diferentes Repúblicas del
continente y por la salud del Libertador de Colombia” . Luego en el transcurso del banquete, la
misma noche San Martín se retiró hacia el muelle, y se embarcó hacia el Perú, dejando en manos
de Bolívar parte de su ejército.
Batalla de Maracaibo
Según Yldefonso Finol, El proceso político-militar que tuvo su desenlace el 24 de julio de 1823
con la Batalla Naval del Lago Maracaibo se inició el mismo 24 de junio de 1821, al concluir la
célebre Batalla de Carabobo. Durante estos veinticinco meses, acontecieron en territorio de la actual
República Bolivariana de Venezuela, cincuenta y cuatro combates, de los cuales siete fueron
navales, más tres sitios. Un total de 58 acciones de variada dimensión.
Sin haberse logrado la victoria en la Batalla naval de Maracaibo no hubiese sido posible la
liberación de Venezuela, tampoco se hubiese logrado la consolidación de la República de Colombia
(la grande) como tampoco la liberación del Sur, y lo podemos ratificar con las expresiones de El
Libertador Simón Bolívar en carta dirigida al general Sucre el 24 de mayo de 1823, donde le dice:
“Mientras no se haya decidido la batalla contra Morales no podemos contar con seguridad en el
sur”.
El comandante de las fuerzas patriotas, fue el almirante José Prudencio Padilla mientras que la
escuadra de la Armada del Reino de España, estaba dirigida por el capitán de navío, Ángel Laborde
y Navarro; Fue un intenso combate. La sangre de casi 1.000 hombres, tiñó las aguas del lago. Fue
una batalla cuerpo a cuerpo. Los patriotas, causaron las mayores bajas. Y ante el ímpetu y valentía
de los criollos, los realistas tuvieron que capitular y emprender la retirada. Esta victoria marcó
definitivamente nuestra independencia del yugo español, en suelo venezolano y colombiano.
Según Bernardo Jurado Toro, Morales acepta capitular frente al General venezolano, luego parte
hacia Cuba el 15 de agosto con ocho buques españoles, quedando así terminada la ocupación del
territorio colombiano por parte del poder español. Bolívar no estuvo presente en esta batalla, por
estar dirigiendo la Campaña del Sur, que tenía por meta liberar al Perú, ya iniciada por San Martín,
en la que se lograría la independencia total de la Nueva Granada, Ecuador y Perú y más tarde la
estructuración del territorio de la República de Bolivia.
Batalla De Junín
La Batalla de Junín fue crucial en la independencia definitiva de Sudamérica, desde allí se allana el
camino hacia Ayacucho produciéndose la dispersión de las fuerzas españolas. Esta batalla se
desarrolló el 6 de agosto de 1824 en una elevación adyacente a las inmediaciones de la pampa
peruana de Junín, y constituyó el penúltimo gran combate antes de la crucial Batalla de Ayacucho,
enfrentándose a la caballería de las tropas patriotas al mando de Simón Bolívar (unos 900 jinetes),
quienes combatieron a las fuerzas españolas al mando de José Canterac, que contaba con
aproximadamente 7.000 infantes y 1.200 efectivos de caballería. Esta victoria puso fin a una
serie de derrotas consecutivas del ejército rebelde, las cuales conllevaron a la ocupación
las fuerzas realistas. Este triunfo significó para las fuerzas patriotas, un gran refuerzo
moral y un revés, para los realistas que además cedieron sus posiciones y dominio
manos del Ejército Libertador, más la pérdida posterior de unos 3.000 efectivos, por
Batalla de Ayacucho
El 9 de diciembre de 1824, se libró la Batalla de Ayacucho, última y decisiva gran batalla de las
guerras de emancipación de América del Sur, con la que se puso fin al dominio español y se selló la
esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a
El Ejército Patriota contaba con 6.000 soldados y los realistas con casi 10.000, sin embargo la
victoria fue de los patriotas frente a los españoles que pidieran la capitulación en menos de seis
horas de combate, cuando José de Canterac, en sustitución de José de la Serna, reunió a sus
generales para admitir la derrota. La capitulación fue firmada el mismo 9 de diciembre de 1824 por
el Mariscal Antonio José de Sucre y el jefe de estado mayor realista, José de Canterac, en la que se
Constitucional del Callao, de igual manera establecía que la República del Perú
debía saldar la deuda económica y política a las naciones que ayudaron
militarmente a su independencia.
El Congreso del Perú, reunido en sesión extraordinaria, otorgó el reconocimiento del Gran Mariscal
de Ayacucho y Benemérito del Perú en grado eminente al General Antonio José de Sucre, por la
actuación que tuvo en Ayacucho.
En Ayacucho se selló la independencia del Perú y la de toda América que dependía del más
poderoso virreinato de América. En Ayacucho derramaron su sangre, por igual, peruanos,
venezolanos, colombianos, ecuatorianos, bolivianos, chilenos, argentinos, mexicanos y aún
españoles y de otros países europeos, creyentes en la causa de nuestra común independencia.
En la región llamada Alto Perú, luego de la victoria patriota en Ayacucho, aún persistía la
resistencia que manifestaba el sentido nacionalista de los alto-peruanos, que no indicaban buenas
simpatías, con la idea de ver en su territorio tropas venidas de Colombia, Ecuador, y Venezuela;
obstáculos que Bolívar sopesa reposadamente, en función de no herir sentimientos a los alto-
peruanos, pero finalmente todos estos obstáculos quedaron superados por la decisión de los propios
alto-peruanos.
La entrada de Sucre en el territorio del Alto Perú fue bien recibida, principalmente, porque
inmediatamente, dio muestras de comprender el sentir de los alto-peruanos, y de respetar su
decisión de constituirse en nación soberana e independiente. Sucre, por su cuenta, toma de decisión
de convocar, el 7 de febrero de 1825, una Asamblea donde participen las cuatro provincias, que en
efecto se reúnen en Oruro, el 15 de febrero; La Paz; Chuquisaca; Santa Cruz y Potosí.
Bolívar se angustió ante esta convocatoria, y, lo que es más, reprochó a Sucre, el haber adelantado
los acontecimientos, porque Bolívar temía, una reacción adversa del Gobierno argentino, pero
afortunadamente no fue así. El Gobierno argentino reconoció de manera inmediata la libertad de las
provincias.
Se fijó el día 6 de agosto, día en que se celebra el aniversario de la Batalla de Junín, considerando la
fecha apropiada para la proclamación de la Independencia y creación de Bolivia. El día 13 de julio
la asamblea discute y aprueba las bases políticas del nuevo Estado, creando la bandera de la nueva
nación el día 17, el 19 es aprobado el Escudo, y el día 20, se acordó pedirle a Simón Bolívar que
elabore una Constitución «hija de sus luces y experiencia, para que, discutida y sancionada por la
Asamblea, haga la dicha de la República». Así fue el nacimiento de Bolivia.
Después de Ayacucho, Bolívar comenzó a afrontar los problemas de la organización de las nuevas
naciones. Percibía Bolívar, los riesgos de las grandes concentraciones de poder; el peligro de que
quedasen bajo la influencia de la hegemonía británica o de alguna otra potencia. Bolívar temía a
las tendencias que tomarían las divisiones territoriales y jurídicas de los nuevos estados; divisiones
territoriales que la Corona Española había organizado para la administración de aquel vasto
territorio americano, en trescientos años de dominación imperial.
La solución planteada por Simón Bolívar era conseguir un equilibrio mediante la conformación de
federaciones, que luego se confederaran en Unidad; el dilema estaba cómo hacerlo. Era necesario
definir una estrategia diplomática, capaz de alcanzar y sostener ese equilibrio, de lo contrario se
corría el riesgo de que se produjera la disgregación de los territorios, en numerosas entidades
nacionales, perdiéndose así los logros patrióticos conquistados en los campos de batallas, por años
de guerra, que por sus características de lucha social, podemos llamar Guerra Popular
Revolucionaria
La unidad continental hispanoamericana, era una idea que desde los inicios de la lucha por la
independencia, Bolívar había sostenido con firmeza. Por eso, El 7 de diciembre de 1824,
convocaba, desde Lima, el Congreso de Panamá, invitando a los Gobiernos ya constituidos en la
América meridional, a enviar sus representantes a la magna Asamblea para discutir allí, las bases de
una futura Confederación de Naciones Iberoamericanas que sirviese a la vez «de consejo en los
grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete de los tratados
públicos cuando ocurrieran dificultades y de conciliador en sus diferencias...»
Bolívar asentaba aquí, la idea concreta del arbitraje como principio de Derecho internacional, como
lo refleja en la circular donde se manifiesta la convocatoria al Congreso, desde Lima, 7 de
diciembre de 1824.
Pero ya la idea de crear la gran nación, cuya extensión abarcara a toda Hispanoamérica, tenía sus
raíces en las ideas integracionistas del Venezolano Universal Francisco de Miranda, quien había
propuesto que esta gran unión de países se llamara Colombia, que conformaría una gran nación
desde México hasta la Patagonia y Simón Bolívar ya en 1815, cuando escribe la célebre carta de
Jamaica, ya expresa con claridad esa idea:
“Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo en una sola nación con
un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene su origen, una
lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno
que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; [...] ¡Qué bello sería que
el Ismo de Panamá I fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que
algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de
las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de
la guerra, con las naciones de las otras tres partes del mundo. Esta especie de corporación
podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración..."
Bolívar insistía, en los momentos más precisos, en los primeros intentos de organización de los
gobiernos soberanos, que garantizasen la independencia y la buena marcha de las políticas de
Estado, en que tan respetable autoridad no puede existir sino en una Asamblea de Plenipotenciarios,
nombrados por cada una de las Nacientes repúblicas y expresa:
El agente estadounidense, Henry Clay, fiel a la Doctrina Monroe, había impartido instrucciones a
sus enviados a Panamá, según documentos oficiales de la misma Secretaría de Estado, publicados
después, de no aceptar en nombre de Estados Unidos, la idea de un Consejo Anfictiónico investido
con poderes, para decidir las controversias entre los Estados americanos, o para regular en cualquier
forma su conducta. Había comprendido el Gobierno de los Estados Unidos, según las apreciaciones
de Clay, perfectamente la intención del Libertador, que no era otra que organizar el Congreso de
Panamá y su alianza intercontinental, como equilibrio en la política internacional, entre los Estados
del Sur, frente a los Estados Unidos del Norte y defenderse entre sí, de posibles amenazas
imperiales. De allí las instrucciones a los representantes estadounidenses, para oponerse al
Congreso Anfictiónico ponderado por Bolívar, y que constituía la idea central en las deliberaciones
del Congreso. Pero aunque los plenipotenciarios estadounidenses no pudieron hacer acto de
presencia en las deliberaciones, sin embargo las ideas de la Doctrina Monroe, cursaron efectos que
contribuyeron al fracaso del Congreso Anfictiónico de Panamá.
No es extraña esta posición del gobierno estadounidense, tomando en cuenta que desde 1823, en
ese país imperaba la trágica Doctrina Monroe, en se proponía el expansionismo y anexionismo, con
miras a convertir a los países Hispanoamericanos en su “patio trasero” con miras a imponer el
neocolonialismo, como en efecto ha sucedido, en Nuestra América durante los años sucesivos a la
independencia de las colonias subyugadas por el imperio español, bajo el acoso imperial de los
gobiernos de los Estados Unidos, de lo El Libertador Simón Bolívar nos alertó cuando en célebre
carta donde pronostica que: “Los Estados Unidos de Norteamérica parecen destinados por la
providencia para plagar a América de miserias a nombre de la libertad”.
La convocatoria e instalación del Congreso de Panamá, marca el paso más trascendental dado hasta
entonces, dentro del Derecho Público, en contribución para la conformación en Hispanoamérica, de
una efectiva Sociedad de Naciones. Sus bases efectivas y los principios jurídicos que debían regir
entre los Estados confederados. El real significado de ese adelantado pensamiento de Bolívar, era la
estrategia diplomática perfecta, para la preservación de la unidad continental de los
hispanoamericanos y a la vez preservar la independencia y la soberanía de los pueblos, en alianza,
para enfrentar posibles intromisiones imperiales. Era el primer Congreso de naciones que se reunía
en este territorio, para proclamar un nuevo Derecho público: el Derecho americano, que entre sus
bases principales, se contaba el inicio del Arbitraje Internacional, cuyo creador práctico y estratega
fundamental ha sido Bolívar, lo cual se ha reflejado en las diversas organizaciones de asociaciones
de pueblos y países, donde se comparten acuerdos en común, en diferentes partes del mundo actual.
Aspiraba el Libertador constituir una verdadera Sociedad de Naciones. La idea central del
Congreso, era poner en manos de los pueblos de América un instrumento salvador contra las
ambiciones desmesuradas de las grandes potencias; pero esos representantes plenipotenciarios de de
nuestros pueblos no supieron no supieron entender la importancia de tan loable proyecto jurídico.
Todo por sus ideas de influencias de soberanías localistas, más el influjo imperial estadounidense
monroista, lo cual trajo como fatal consecuencia de no poder llegar a un acuerdo de unidad
recíproca en el Congreso de Panamá, quedando aquel histórico y valioso encuentro sin ningún
resultado.
Fracasó el Congreso en sus consecuencias inmediatas; pero la idea del Libertador no se perdió;
subsistió afortunadamente para el mundo, y aún después de más de un siglo, el pensamiento de
Bolívar sigue influyendo en la organización político-social de la Humanidad. Desde ese momento
histórico, El Libertador Simón Bolívar se convierte en el auténtico precursor, que ha inspirado a las
Sociedades de Naciones que se ha realizado en América, como La Unidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América – Tratado de Comercio para los Pueblos (ALBA-TCP), Comunidad del Caribe
(CARICOM), (PETROCARIBE), La organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP),
entre otras organizaciones en el contexto internacional.
Resumen
Es un proyecto geopolítico para la liberación americana, tiene sus orígenes en las propuestas
formuladas por Francisco de Miranda a finales del siglo XVIII que luego se incorpora como
Doctrina en la primera Constitución de Venezuela a partir de 1811. Luego en 1819, por iniciativa
del Libertador Simón Bolívar, es promulgada la Ley Fundamental de Colombia, que contempla la
creación de una nueva nación a partir de los territorios del antiguo Virreinato de la Nueva Granada
y el territorio de la Capitanía General de Venezuela, luego de las Victorias de Boyacá y Carabobo,
lo cual da paso, para que en 1822, Caracas y Bogotá estén gobernadas por los patriotas bajo la
figura de la República de Colombia como obra de Nuestro Libertador Simón Bolívar, que plantea
desde su célebre Discurso Ante el Congreso de Angostura el 15 de febrero de 1819. En el Sur, la
Real Audiencia de Quito, Para el momento se mantenía bajo el control de los españoles. Por esta
razón Bolívar ordena el despliegue de la Campaña del Sur, al mando del General Antonio José de
Sucre, que logra la incorporación del actual Ecuador a la unión colombiana tras las victorias en las
batallas de Bomboná y Pichincha, así como una alianza estratégica con las fuerzas que encabeza el
general argentino José de San Martín, luego de la conocida entrevista de Guayaquil sostenida por
ambos libertadores, entre el 26 y 27 de julio de ese año, lográndose la liberación del Perú, luego de
las gloriosas batallas de Junín y Ayacucho; y en el Alto Perú se consolida la creación de la
República de Bolivia en Honor al Libertador y Padre de la Patria Simón Bolívar.
Así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo. Sentado aún en la roca de
crear. Con el Inca al lado. Y un haz de banderas a sus pies. Así está él, calzadas aún sus
botas de campaña. Porque lo que él no hizo, sin hacer está hasta hoy. Porque Bolívar tiene
que hacer en América todavía.
Reflexión necesaria
Si bien es cierto que en el siglo XIX se produjo, por vía de la Guerra Popular Revolucionaria
dirigida por el Libertador, la liberación de nuestras repúblicas, se creó la República de Colombia,
(la gran patria), se liberaron los territorios del Sur de Nuestra América, fue creada la República de
Bolivia, consolidándose así la independencia de los pueblos iberoamericanos, aún sigue faltando
fuerza popular, con voluntad de combate, y gobiernos fuertes, para hacer realidad el pensamiento
libertario de Simón Bolívar. Aún nos queda mucho por hacer, y el reto más importante que hoy nos
toca asumir, es rescatar la Revolución Bolivariana y volverla a encauzar por el sendero que Nuestro
Comandante Eterno Hugo Chávez, nos señaló para el logro DEL BUEN VIVIR PARA EL
PUEBLO, contrario a lo que hoy sucede con la desviación de nuestro hermoso Proyecto
Revolucionario Bolivariano Chavista, donde quienes hoy, sí viven bien, son los nuevos ricos, los
nuevos burgueses y gobernantes corruptos, que se ha hecho dueños de los destinos de nuestra
amada patria, distorsionando los verdaderos principios de la Revolución Bolivariana, impulsada por
el Presidente Hugo Chávez de la mano del pueblo venezolano.
Bibliografía estudiada
Colectivo de autores. Bolívar. Reflexiones y Comentarios. Editorial Félix Varela, La Habana, 2003.
Chávez, Hugo: Homenaje Bolivariano. Libro Azul. Ediciones M-B-R 200. Yare, febrero-mayo
1993.
Gil Fortoul, José. Historia Constitucional de Venezuela. Volumen III. Editorial Cumbre, México.
Biblioteca Simón Bolívar Tomo XI.
Jurado Toro, Bernardo. Bolívar y el Mar. Edición del Banco Central de Venezuela. Caracas 1980.
Mijares, Augusto. Biblioteca Simón Bolívar. México D.F, México. Editorial Cumbre Tomo II,
1979, 4ta edición.