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Reflexión sobre la realidad y el sistema institucional.

1.La democracia constitucional: asistimos a una 4 generación


de derechos constitucionales. Fue impulsada por el feminismo – en la
más noble expresión- y la revolución informática que produjo la
transformación del mundo en una aldea global, sin fronteras ni tabiques
que impidan la comunicación y fluida información. Se achicaron
distancias y se acortaron los tiempos.
El feminismo, porque a la libertad, igualdad y fraternidad de las
otras tres generaciones de derechos anteriores, le aportó la nota de
pluralidad y diversidad, generando igualdad real, avanzando sobre el
machismo como expresión autoritaria y logró la igualdad real de
oportunidad y terminar con el flagelo de la discriminación.
El diseño que ampara y defiende los derechos – en el plano
nacional e internacional- plasmado en el bloque de constitucionalidad
federal ( art 31 y 75 inc 22 de la Constitucion nacional) más la Carta
Democrática de la OEA nos enseñan que: solo a través, en y con la
democracia como sistema político se pueden satisfacer todos los
derechos, sobre todo los de los sectores más vulnerables, que los
Estados asumieron el compromiso de satisfacer.
La democracia constitucional implica que todos los derechos- de
todos y cada uno de los integrantes de la sociedad- deben garantizarse
mientras que el gobierno está en manos de una mayoría circunstancial
que debe inexorablemente respetar, satisfacer y garantizar.
Este concepto se refuerza con la llamada democracia digital donde
ser permite una participación y control social de la cosa pública, donde
el derecho a la información cumple un rol fundamental.
El escrutinio de los actos y acciones colectivas es más fluido y
fácil. Y junto a los medios de comunicación tradicional, el individuo
también es consumidor y productor de contenido informativo,
permitiendo la libertad de expresión y la búsqueda de la verdad.
2.Grandes avances, viejos vicios: la dinámica del mundo actual
cambió. Ahora la dinámica es segunda a segundo. La necesidad de una
constante información genera dificultades.
Los viejos defectos del alma humana hacen lo suyo. Se relativiza la
verdad, y el rumor se apoya en la calumnia para ganar más rápido y a
cualquier precio.
Es la posverdad. Se apela a las emociones y no a la reflexión; se
exacerba el morbo y no el análisis crítico; se quiere creer lo peor y así se
esfuma la verdad: es la era de la posverdad de la posmodernidad.
La forma y modo de relación institucional también cambió: la
comunicación ya no es directa ni ante el conjunto de personas, sino por
medios digitales. La gráfica parece una antigüedad que integra un
museo.
La participación es “on line” y no en las calles o en las plazas
como forma de expresar una opinión, y pareciera que quien no tiene
acceso a estos medios de comunicación (teléfonos celulares, notebooks,
etc.) están “off line” que es lo mismo que decir “off side”: fuera de juego.
Esto afecta la democracia constitucional, cuando estos avances
propios de la revolución tecnológica y científica debería fortalecerla, se
degrada pues la emoción o impresión y termina valiendo más que la
verdad, no hay espacio para la reflexión y entonces la “fake news” -o
mentiras falsas- hacen estragos.
Los partidos políticos como espacio de pensamiento fueron
vaciado y se insta a su desaparición
Los militantes políticos son reemplazados por “trolls” o “bots” que
infectan los medios de comunicación de todo tipo, y cuando la verdad
logra imponerse, carece de efectividad, igual que la justicia cuando llega
tarde.
La democracia - como forma y de vida y de gobierno- debe
apoyarse en las instituciones, en normas, y la verdad debe ser un
elemento indispensable para la formación de un juicio que conformara
la opinión pública y con ello la expresión de la voluntad popular. Para
todo.
3.Constitución y República: a modo de obligada letanía vale
recordar que nuestro sistema persigue como finalidad : la dignidad del
hombre, cual utopía evolutiva, y se apoya en el principio político: de la
soberanía popular y en el principio jurídico : del imperio de la ley (la
Constitución como ley suprema). Y los medios genéricos para
satisfacerlos son: división del poder en distintos órganos que se
controlan recíprocamente; diferencia entre poder constituyente y poder
constituido; periodicidad de las funciones; publicidad de los actos de
gobierno; responsabilidad de los funcionarios públicos; Poder Judicial
independiente y prensa libre.
La Constitución obliga y condiciona a todos, impregna, satura e
invade- como deber ser – los comportamientos públicos y privados.
Es norma de orden público, suprema y condicionante; genera
orden, paz social, bienestar general, coadyuva a la unión nacional pues
con su cumplimiento se afianza la justicia y se aseguran los beneficios
de la libertad.
El Ejecutivo administra, el Congreso legisla, el Poder judicial
aplica la ley y asegura la supremacía de la Constitución y con ello hace
de tribunal de garantías constitucionales.
Esta sociedad volátil y liquida cimentada en la fluidez de la
información, debe cuidar con más ahínco el cumplimiento de la ley y el
funcionamiento de las instituciones. Utilizar bien y mejor los beneficios
de esa información fluida y de fácil obtención y que la revolución de la
comunicación e información nos permite.
Las relaciones o el “diálogo” institucional que marca la
Constitución, no deben perderse jamás.
Desde el actual Poder Ejecutivo se fagocita el camino inverso. La
unión nacional se troca por la división entre réprobos y elegidos. Se
instala el discurso del odio y se desprecia a quien se cree o piensa
distinto.
Los beneficios de la libertad son para los pocos que sobreviven a
una situacion económica grave, cuya causa viene de antigua data, pero
lo soportan y padecen los sectores más vulnerables de la sociedad, con
lo que se destruye la igualdad que reconoce la Constitución.
No se advierte que el deterioro padecido desde 1989 a la fecha se
debe a que sobró corrupción y no porque faltaran libertades.
Sobró impunidad y falta justicia, principalmente sobre los
poderosos que sortean la ley con fuertes complicidades o silencios que
aturden.
Tan grave esta realidad como la ficción de un mundo virtual que
pretende suplantarlo.
En ese mundo virtual el presidente libertario apela al like y al
mensaje de texto. Descree de la obligación de proponer leyes. Su
actividad se cimenta en gritar consignas, reducidas en pocos caracteres
en las redes sociales, pero con alto contenido agresivo, descalificador e
insultante.
Los memes suplantan a una explicación y fundamentación de los
actos de gobierno. No se advierte que mundo real es distinto al mundo
virtual
La función institucional manda y obliga a otro comportamiento
que la condiciona, aunque pretende estar por, sobre todo, incluso de la
Constitución.
Pareciera que se pretende modificar la Constitución con “tik tok”
suprimir las instituciones por “Twitter – hoy X- , mientras la realidad
duele, más allá de las apelaciones a las emociones.
La estimulación a la “anomia” no nos debe vencer. Apelar siempre
al cumplimiento irrestricto de la Constitución y el respeto al
funcionamiento de las instituciones conforme a lo que ésta determine,
es lo que nos hará libres en serio.
La tiranía de uno, o la tiranía de muchos en nombre de todos, es
la negación misma de la libertad.
Armando Rafael Aquino Britos
DNI 16 311226. docente UNNE

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