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TERRITORIAL
OPCIONES DIVERSAS EN EL PLANEAMIENTO DE LOS PAISAJES CULTURALES
Se puede afirmar que existen dos corrientes en el planeamiento de espacios con valores
patrimoniales, si bien no siempre aparecen claramente diferenciadas. La primera sería la
narración de una historia de recorridos definidos en el interior del ámbito recuperado. El espacio
debe explicar una historia, su propia historia. Este método ha conseguido notables éxitos,
especialmente en el ámbito de la promoción turística en espacios industriales degradados.
Turismo, cultura y educación son los ejes que hacen rentable el proceso, si bien no es desdeñable
el beneficio para la imagen de la ciudad, y el incentivo para la economía en general que el éxito
implica.
Por ejemplo, en una colonia industrial parece fácil pensar en qué basar el proyecto, pero
por el contrario aparece el problema de que tal o cual colonia no son elementos determinantes
o imprescindibles de la historia de la industrialización, si no tan sólo eslabones dentro de esa
cadena ¿Cómo basar el planeamiento en explicar una historia que se puede explicar con más
detalle en otro lugar?
En otros paisajes, como por ejemplo en un espacio agrícola, es probable que lo que
habitualmente entendemos como patrimonio no sea nada evidente.
Es por ello que aquí propone la búsqueda del «Proyecto Implícito», aquel que surgiría
«de forma natural» de un análisis del espacio, de las relaciones espaciales entre sus elementos.
Entre esos elementos (poblaciones, fábricas, campos) aquellos que alberguen valores
patrimoniales, simbólicos, tendrían un papel estelar. Es evidente que la idea de que en realidad
en cada lugar exista un determinado proyecto implícito es sólo una utopía, ya que entramos
claramente en el ámbito de lo subjetivo. Pero es sin duda una manera muy sugerente de orientar
el trabajo.
• Territorio-museo
• Museo-territorio
• Ecomuseo
• Museo integral
El territorio-museo designa un área geográfica como un gran museo al aire libre de carácter
dinámico y sirve para designar una estructura organizativa capaz de liderar un proceso de
desarrollo sostenible encargada de la gestión del Patrimonio y dedicada a la aplicación de una
estrategia de interpretación del territorio.
La musealización del territorio tiene que servir como instrumento formativo para las
generaciones más jóvenes, de trasmisión de valores, de respeto e identificación con nuestro
pasado y se configura como clave para la integración del individuo en su entorno social. En
último término, ha de constituirse en un factor de desarrollo económico y social.
El movimiento del “ecomuseo” se originó en Francia a principios de los años 70, y fue
iniciado por George Henri Rivière y Hugues de Varine. Este último fue el que inventó el término,
y George Henri Rivière fue la primera persona que trató de darle forma y contenido a este
concepto. En realidad la concreción de esta práctica y su significación varían de un sitio al otro:
de centro de interpretación a instrumento de desarrollo, de museo-parque a museo artesanal,
de conservatorio etnológico a centro de cultura industrial, por poner sólo algunos ejemplos.
Sobre el papel, un ecomuseo es una forma dinámica en la que las comunidades preservan,
interpretan y administran su patrimonio para el desarrollo sostenible. Según esto, se pueden
entender las diferencias entre un ecomuseo y un museo tradicional según la siguiente
dicotomía:
En definitiva, los pilares sobre los que se basa este concepto se pueden analizar a partir de
una serie de principios que listamos a continuación:
1. La búsqueda de los límites del proyecto como parte importante del proceso de
definición del mismo
2. La adaptación al proyecto territorial de los catálogos patrimoniales y de los
recursos documentales, a partir de su jerarquización o mapificación
Otro tipo de límites, de gran interés también, son los que mantiene el espacio
patrimonial con su entorno digamos, «no patrimonial». Por su interés y complejidad, se tratan
en el apartado de relaciones espaciales, ya que no son otra cosa.
Una cuestión recurrente en la aplicación del proceso para «explicar una historia» es la
de qué hacer con aquellos elementos que no encajan en nuestra historia, pero que pueden tener
valor patrimonial. Por ejemplo, un conjunto de graneros antiguos dentro de un entorno
industrial abandonado. Una solución posible es la definición de historias marginales, laterales,
que den cabida a estos elementos. Pero se puede argumentar que una respuesta más moldeable
sería la creación de ámbitos patrimoniales superpuestos, siempre que cada uno de ellos
mantenga su coherencia.
Polos de atracción.
Hitos (Referencias aisladas).
Yermos.
Entornos referenciales.
Cañadas o vectores (estructuras lineales).
Puertas.
Reductos.
Trazas.
RELACIONES ESPACIALES
La creación de nuevas relaciones espaciales, el mantenimiento o la revitalización de las
ya existentes es la cuestión principal en el planeamiento territorial de base patrimonial. El hacer
comprensibles paisajes que han perdido su razón de ser, la creación de ambientes singulares o
simplemente, la revalorización de unos espacios marginales, pasan por la identificación y las
actuaciones sobre esas relaciones.
En función del tipo de actuaciones susceptibles de ser realizadas sobre ellas, se pueden
definir al menos tres categorías de relaciones espaciales que resulten de aplicación a los
entornos patrimoniales: Semióticas, Funcionales y Contextuales (concordantes o discordantes).
Semióticas
Constituyen tema de interés preferente entre los geógrafos posmodernos, y tienen
especial relevancia en los ámbitos patrimoniales, dado que siempre se relacionan con la
estructura de poder existente en un período histórico. Resultan especialmente interesantes por
el hecho de que en su día transformaron en relaciones físicas lo que eran relaciones sociales,
estableciendo las jerarquías sobre el espacio.
Funcionales
Son relaciones importantes en planeamiento, que toman un papel en ocasiones
protagonista cuando se trata de ámbitos de patrimonio industrial, ya que pueden ser prioritarias
para «explicar una historia», pero en algunas ocasiones son difícilmente cartografiables e incluso
perceptibles.
Se hace imprescindible una mentalidad abierta que persiga descubrir las huellas
patrimoniales en el sentido más amplio posible, de manera que sea posible sacar a la luz el
patrimonio NO evidente, que a menudo resulta crucial como factor diferenciador o como
cohesionador del sistema.