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ALGUNAS IDEAS SOBRE EL PLANEAMIENTO DEL PATRIMONIO

TERRITORIAL
OPCIONES DIVERSAS EN EL PLANEAMIENTO DE LOS PAISAJES CULTURALES
Se puede afirmar que existen dos corrientes en el planeamiento de espacios con valores
patrimoniales, si bien no siempre aparecen claramente diferenciadas. La primera sería la
narración de una historia de recorridos definidos en el interior del ámbito recuperado. El espacio
debe explicar una historia, su propia historia. Este método ha conseguido notables éxitos,
especialmente en el ámbito de la promoción turística en espacios industriales degradados.
Turismo, cultura y educación son los ejes que hacen rentable el proceso, si bien no es desdeñable
el beneficio para la imagen de la ciudad, y el incentivo para la economía en general que el éxito
implica.

La otra corriente sería la potenciación de los paisajes culturales como elemento de


diferenciación que aporte calidad y ventajas dentro de los procesos de marketing urbano o
territorial. Se busca sobre todo potenciar los elementos simbólicos, como las chimeneas o las
paredes de ladrillo visto para crear un ambiente diferenciado que se pueda traducir en una
oferta de residencias, oficinas e incluso espacios productivos de calidad. «De autor», se diría
hoy, aunque ese autor sea pretérito y anónimo.

Ambas corrientes se han aplicado en espacios que albergan valores patrimoniales de


relevancia, evidentes, densos. Pero hay que recordar que existen muchos lugares con
patrimonio que pueden presentar una gran variedad de problemáticas, como:

• Muchos elementos dispersos, con poco valor relativo, algunos bien


conservados, otros no.

• Diversos elementos relevantes, pero pertenecientes a épocas diferentes,


difícilmente relacionables entre sí.

• Un único elemento patrimonial extraordinario, pero rodeado por un espacio sin


carácter.

• Un espacio patrimonial relevante, que mantiene intactas las relaciones


históricas entre los edificios y los espacios públicos, pero diversas localidades
vecinas tienen espacios similares o aún mejores.

• Un patrimonio que no es apreciado como tal. A la gente le recuerda un pasado


que prefieren olvidar. Valoran más los barrios indiferenciados de baja
densidad... allí donde el patrimonio presenta apenas trazas, con elementos
dispersos y no muy singulares, difícilmente se puede hacer de ellos el eje del
planeamiento. Su papel debe ser otro, el de aportar significado al conjunto.
Además, el propio hecho de que los elementos patrimoniales no sean
dominantes puede hacer que el proyecto no esté claramente definido.

Por ejemplo, en una colonia industrial parece fácil pensar en qué basar el proyecto, pero
por el contrario aparece el problema de que tal o cual colonia no son elementos determinantes
o imprescindibles de la historia de la industrialización, si no tan sólo eslabones dentro de esa
cadena ¿Cómo basar el planeamiento en explicar una historia que se puede explicar con más
detalle en otro lugar?
En otros paisajes, como por ejemplo en un espacio agrícola, es probable que lo que
habitualmente entendemos como patrimonio no sea nada evidente.

Es por ello que aquí propone la búsqueda del «Proyecto Implícito», aquel que surgiría
«de forma natural» de un análisis del espacio, de las relaciones espaciales entre sus elementos.
Entre esos elementos (poblaciones, fábricas, campos) aquellos que alberguen valores
patrimoniales, simbólicos, tendrían un papel estelar. Es evidente que la idea de que en realidad
en cada lugar exista un determinado proyecto implícito es sólo una utopía, ya que entramos
claramente en el ámbito de lo subjetivo. Pero es sin duda una manera muy sugerente de orientar
el trabajo.

LA MUSEALIZACIÓN DEL TERRITORIO


Diferentes conceptos para definir algo parecido:

• Musealización del territorio

• Territorio-museo

• Museo-territorio

• Ecomuseo

• Museo integral

El territorio-museo designa un área geográfica como un gran museo al aire libre de carácter
dinámico y sirve para designar una estructura organizativa capaz de liderar un proceso de
desarrollo sostenible encargada de la gestión del Patrimonio y dedicada a la aplicación de una
estrategia de interpretación del territorio.

El territorio patrimonio debe vincularse con la interpretación. La interpretación de un


territorio no consiste sólo en la entrega de información, sino una explicación de ésta basada en
la personalidad y la experiencia de los visitantes, con el objetivo de provocar la curiosidad, el
diálogo y la interacción entre ellos y el Patrimonio.

La musealización del territorio tiene que servir como instrumento formativo para las
generaciones más jóvenes, de trasmisión de valores, de respeto e identificación con nuestro
pasado y se configura como clave para la integración del individuo en su entorno social. En
último término, ha de constituirse en un factor de desarrollo económico y social.

Lo más habitual es hablar de ecomuseo. Un ecomuseo es un centro museístico


característico de la “nueva museología” centrado en la identidad de un territorio, sustentado en
la participación de sus habitantes, creado con el fin del crecimiento del bienestar y del desarrollo
de la comunidad. Podemos decir en consecuencia que un ecomuseo es un tipo de museo en
el que se entremezcla la historia y la ecología; se trata de un lugar en el que se recrea un
momento determinado de la historia de un determinado territorio poniendo en valor la
ecología de su territorio, su patrimonio cultural, su memoria histórica y la participación
activa de su población.

El movimiento del “ecomuseo” se originó en Francia a principios de los años 70, y fue
iniciado por George Henri Rivière y Hugues de Varine. Este último fue el que inventó el término,
y George Henri Rivière fue la primera persona que trató de darle forma y contenido a este
concepto. En realidad la concreción de esta práctica y su significación varían de un sitio al otro:
de centro de interpretación a instrumento de desarrollo, de museo-parque a museo artesanal,
de conservatorio etnológico a centro de cultura industrial, por poner sólo algunos ejemplos.

Sobre el papel, un ecomuseo es una forma dinámica en la que las comunidades preservan,
interpretan y administran su patrimonio para el desarrollo sostenible. Según esto, se pueden
entender las diferencias entre un ecomuseo y un museo tradicional según la siguiente
dicotomía:

Museo = edificio + colecciones + expertos + técnicas

Ecomuseo = territorio + patrimonio + memoria + población

En definitiva, los pilares sobre los que se basa este concepto se pueden analizar a partir de
una serie de principios que listamos a continuación:

Principios del Ecomuseo y de la Museología Comunitaria.

1. Originado y dirigido por las comunidades locales.


2. Permite, de alguna manera, la participación del público.
3. Propiedad y gestión conjuntas – sistema de doble entrada-.
4. Énfasis en el proceso más que en el producto.
5. Alienta la colaboración con la red de asociados.
6. Depende de esfuerzos voluntarios activos sustanciales.
7. Se enfoca hacia las identidades locales y sentido del lugar.
8. Engloba un territorio «geográfico», que puede ser determinado por diferentes características
compartidas.
9. Cubre los aspectos espaciales y temporales – diacrónico, en lugar de simplemente sincrónico-
10. Fragmenta el «museo» con red de centros y clusters en edificios y sitios naturales.
11. Promueve la preservación, conservación y salvaguardia de los recursos patrimoniales in situ.
12. Igual atención a los recursos materiales e inmateriales.
13. Estimula el desarrollo sostenible y el uso responsable de los recursos.
14. Permite el cambio y el desarrollo para un futuro mejor.
15. Alienta un programa continuo de documentación sobre la vida pasada y presente, así como
las interacciones con factores ambientales.
16. Promueve la investigación con diferentes insumos – desde «especialistas» locales hasta
académicos-.
17. Promueve enfoques multidisciplinarios e interdisciplinarios para la investigación.
18. Promueve un enfoque holístico de la interpretación de las relaciones entre cultura y
naturaleza.
19. Ilustra la interconexión entre: naturaleza/cultura; pasado/presente; tecnología/persona.
20. Proporciona una intersección entre el patrimonio y el turismo responsable.
21. Brinda beneficios a las comunidades locales, como por ejemplo, sentido de orgullo,
regeneración y capital económico, social y cultural.

UNA PROPUESTA METODOLOGICA


Para el desarrollo de este tipo de proyectos, se propone seguir los siguientes pasos:

1. La búsqueda de los límites del proyecto como parte importante del proceso de
definición del mismo
2. La adaptación al proyecto territorial de los catálogos patrimoniales y de los
recursos documentales, a partir de su jerarquización o mapificación

3. La definición de las relaciones espaciales existentes en el ámbito analizado

4. La espacialización y mapificación, de todo lo anterior, con la intención de sacar


a la luz el proyecto que se hallaría implícito en el propio territorio

En cualquier caso, la revalorización del espacio debería, sobre todo, incentivar la


creación de una IMAGEN potente, capaz de competir en el agresivo entorno del marketing
territorial.

LA DEFINICIÓN DE LOS LÍMITES


Los límites deberían surgir de la propia definición del proyecto. Habitualmente se trata
de recrear de una u otra forma los espacios tal como existieron en alguna época de esplendor.
En cualquier caso, la base del proyecto estaría en una interpretación de la historia, lógicamente
subjetiva. Una vez definido el proyecto, podemos atribuirle al hecho en cuestión una
determinada extensión espacial, un límite. El límite se la actuación sería el ámbito dentro del
cual se manifiesta un fenómeno. Sería este un límite «autodefinido», que aporta ventajas
importantes. La definición respalda al límite, y este a su vez, consolida la definición...

Los parámetros principales del planeamiento convencional, como centralidad,


conectividad, límites administrativos y otros, no son necesariamente determinantes para el
planeamiento de base tradicional. Son substituidos por otros parámetros, como podría ser una
cierta «semántica espacial», el hecho de que las relaciones que mantenían los elementos en el
pasado sean perceptibles hoy, lo suficientemente perceptibles como para hacer comprensible
el espacio.

Otro tipo de límites, de gran interés también, son los que mantiene el espacio
patrimonial con su entorno digamos, «no patrimonial». Por su interés y complejidad, se tratan
en el apartado de relaciones espaciales, ya que no son otra cosa.

Una cuestión recurrente en la aplicación del proceso para «explicar una historia» es la
de qué hacer con aquellos elementos que no encajan en nuestra historia, pero que pueden tener
valor patrimonial. Por ejemplo, un conjunto de graneros antiguos dentro de un entorno
industrial abandonado. Una solución posible es la definición de historias marginales, laterales,
que den cabida a estos elementos. Pero se puede argumentar que una respuesta más moldeable
sería la creación de ámbitos patrimoniales superpuestos, siempre que cada uno de ellos
mantenga su coherencia.

LA JERARQUIZACIÓN DEL CATÁLOGO PATRIMONIAL


El trabajo de planeamiento de espacios patrimoniales no puede empezar sin que haya
finalizado la fase previa de documentación de los elementos patrimoniales, realizada por
profesionales. Es a partir de ese trabajo imprescindible cuando se puede empezar a diseñar el
futuro espacio. Las metodologías de catalogación han mejorado notablemente en los últimos
años en lo que nos interesa, porque se ha pasado del mero inventario a la elaboración de
informes lo suficientemente detallados como para permitir evaluar el potencial de cada
elemento catalogado. Pero ello no es suficiente para su correcta inclusión en el proyecto
territorial. Es necesario jerarquizarlos en función de su valor estratégico potencial dentro del
futuro ámbito, valorando la localización del elemento dentro del conjunto tanto o más que su
valor patrimonial intrínseco. Las categorías en que se podían agrupar los elementos podrían ser
los siguientes:

Polos de atracción.
Hitos (Referencias aisladas).
Yermos.
Entornos referenciales.
Cañadas o vectores (estructuras lineales).
Puertas.
Reductos.
Trazas.

RELACIONES ESPACIALES
La creación de nuevas relaciones espaciales, el mantenimiento o la revitalización de las
ya existentes es la cuestión principal en el planeamiento territorial de base patrimonial. El hacer
comprensibles paisajes que han perdido su razón de ser, la creación de ambientes singulares o
simplemente, la revalorización de unos espacios marginales, pasan por la identificación y las
actuaciones sobre esas relaciones.

En función del tipo de actuaciones susceptibles de ser realizadas sobre ellas, se pueden
definir al menos tres categorías de relaciones espaciales que resulten de aplicación a los
entornos patrimoniales: Semióticas, Funcionales y Contextuales (concordantes o discordantes).

Semióticas
Constituyen tema de interés preferente entre los geógrafos posmodernos, y tienen
especial relevancia en los ámbitos patrimoniales, dado que siempre se relacionan con la
estructura de poder existente en un período histórico. Resultan especialmente interesantes por
el hecho de que en su día transformaron en relaciones físicas lo que eran relaciones sociales,
estableciendo las jerarquías sobre el espacio.

Funcionales
Son relaciones importantes en planeamiento, que toman un papel en ocasiones
protagonista cuando se trata de ámbitos de patrimonio industrial, ya que pueden ser prioritarias
para «explicar una historia», pero en algunas ocasiones son difícilmente cartografiables e incluso
perceptibles.

Contextuales (límites y contacto)


Esta categoría resumiría las diferentes posibilidades de relación entre los elementos
pertenecientes al ámbito patrimonial y los que quedarían «fuera» del mismo, ya sea en el límite
o en su interior. Una forma útil de clasificados es en función de que aporten valor al conjunto,
es decir, que se puedan considerar armónicos, o bien discordantes, si producen un impacto que
vaya en contra del esfuerzo general de conseguir un entorno valioso, con significado propio. El
nivel de discordancia es en buena medida subjetivo, aunque no por ello deja de ser cuantificable.
Una vez más, la percepción ciudadana puede aportar información sobre el nivel de discordancia.
Estas relaciones pueden ser de diversos tipos: armónicas, discordantes, estridentes o
devaluantes.

En conclusión, podemos afirmar que en el planeamiento de espacios con valores


patrimoniales en particular resulta muy difícil definir metodologías estandarizadas, dado lo
variado de las situaciones que se presentan. Por ello parece adecuado proponer metodologías
que permitan rastrear todos los elementos susceptibles de ser incorporados a los proyectos. Es
decir, no dejar de lado ningún posible elemento, tratar de aprovechar todo. La experiencia
demuestra que no hay metodologías concretas, rígidas, si no que cada actuación conlleva, de
alguna forma, el seguimiento de una metodología propia, adecuada al caso concreto. Por ello,
un listado de recursos posibles puede resultar muy útil.

Se hace imprescindible una mentalidad abierta que persiga descubrir las huellas
patrimoniales en el sentido más amplio posible, de manera que sea posible sacar a la luz el
patrimonio NO evidente, que a menudo resulta crucial como factor diferenciador o como
cohesionador del sistema.

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