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NO HAY UN DIALECTO SUPERIOR

Se suele escuchar la discusión de si el español de determinado país, región o zona es


mejor o peor que el hablado en otro lugar. En estas comparaciones tienden a salir
ganando las modalidades conservadoras fonéticamente, que mantienen regularmente
las consonantes de la última sílaba, como sucede en el norte de España, en el interior
de Colombia, en la zona central de México y en Costa Rica. Generalmente, además, se
suele aducir que los españoles hablan con más claridad, corrección y propiedad.
Una lengua es un sistema de comunicación, es decir, un conjunto de signos y reglas
que permite formular y comprender mensajes. El valor objetivo de una lengua
depende de su capacidad como herramienta de comunicación. Cualquier variante que
permita a una comunidad comunicarse entre sí será tan eficaz, valiosa y buena como
las demás, ya que cumple su función. Según este criterio ningún dialecto puede ser
mejor o peor que cualquier otro.
Por otra parte, una lengua es un fenómeno histórico y social. No constituyen entidades
éticas, por lo que no se le pueden aplicar calificativos como bueno o malo; así como
tampoco son entes estéticos, susceptibles de ser catalogados como feos, bonitos,
elegantes o hermosos. Incluye hábitos arbitrarios establecidos por la comunidad de sus
hablantes; normas convencionales que se aceptan y respetan unánimemente. Por esto
mismo no cabe discusión de si unos hábitos son mejores o peores que otros, son
simplemente hábitos.
Según el lingüista Eugenio Coseriu “Madrid es la capital de España, pero no es la
capital del español”. Una expresión que se considera normal en una región sonaría
totalmente antinatural en cualquier otra. Así, Luis se fue en su auto sonaría ajeno a un
hablante de Madrid, pero no a uno de Chile. Cada lugar tiene sus exigencias al margen
de lo que se considera correcto o incorrecto. Una buena lengua tiene que cumplir con
esas exigencias y nada más.
No debe olvidarse de que la variabilidad es un rasgo esencial de toda lengua, por lo
que necesariamente tiene que cambiar a lo largo de la historia y de la geografía. El
modo de hablar es un componente importante de la identidad de las comunidades,
para reafirmar su peculiar identidad a través del uso diverso y variante de la lengua
común.
Esto no impide que la variedad utilizada por los grupos sociales altos y del habla
capitalina, al contrario que la de las áreas alejadas de los grandes centros urbanos,
disfruten de mayor estima social.

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