Está en la página 1de 278

Revueltas populares y facciones liberales

Centroamérica en los años de Independencia

Dra. María Eugenia López Mejía


pseudónimo El Vecino de Alicia
972.803
L674r López Mejía, María Eugenia, 1959-
Revueltas populares y facciones liberales : Centroamérica en los
slv años de independencia / María Eugenia López Mejía. - - 1a ed. - - San
Salvador, El Salv. : Universidad Tecnológica de El Salvador, 2021.
276 p. ; 23 cm.

ISBN 978-99961-86-32-5 (impreso)

1. América Central-Historia- 1808-1823-Movimiento de autonomía y


de independencia. 2. América Central-Historia - 1808-1823-Condiciones
sociales. 3. El Salvador-Historia - 1808-1823. 4. América
Central-Historia-Independencia - 1808-1823. I. Título.

BINA/jmh

Autoridades Universidad Tecnológica de El Salvador

Dr. José Mauricio Loucel


Presidente
Lic. Carlos Reynaldo López Nuila
Vicepresidente
Ing. Nelson Zárate
Rector
Dra. Noris Isabel López Guevara
Vicerrectora de Investigación y Proyección Social
Dr. Ramón Rivas
Director de Cultura

Revueltas populares y facciones liberales


Centroamérica en los años de Independencia
Dra. María Eugenia López Mejía, pseudónimo El Vecino de Alicia

Dirección ejecutiva / Carolina Carbajal de Ramos


Diseño y diagramación/ Guillermo Contreras

Mapa de la portada:
Regni Mexicani seu Novae Hispaniae, Floridae, Novae Angliae,
Carolinae, Virginiae et Pensylvaniae
Homanno, Iohanes Baptista, 1716
47_20150706-120000:1498
Mediateca de INAH, México

© Copyright 2021.
Editorial Universidad Tecnológica. El Salvador.

Impreso por/Tecnoimpresos, S.A. de C.V. Tel.: (503) 2275-8861


Revueltas populares y facciones liberales
Centroamérica en los años de Independencia
CONTENIDO

Presentación 13
Prefacio 15
Introducción 19

CAPÍTULO I
La Audiencia de Guatemala en las reformas
y la crisis de la monarquía imperial 29
La reorganización del gobierno terrenal 32
Reformas al gobierno celestial 35
El régimen de intendencias 39
La intendencia de San Salvador 44
El crecimiento demográfico en la región salvadoreña 45
El buen gobierno económico 48
Políticas fiscales, productos estancados y restricciones comerciales 57

CAPÍTULO II
Redes de facciones y espacios de sociabilidad bajo el influjo
de las nuevas corrientes de pensamiento 63
Redes culturales y políticas 64
Libros prohibidos y heréticos 66
Los espacios de sociabilidad 69
La Universidad San Carlos de Guatemala 69
El Consulado de Comercio 70
La Tertulia Patriótica 71
La Sociedad Económica de Amigos del País 72
La Gaceta de Guatemala 74
Dos espacios de opinión pública en 1820 74
El Amigo de la Patria 75
El Editor Constitucional 76
Propuestas y planteamientos 77
Sobre la condición de los indígenas 77
El problema agrario 80

CAPÍTULO III
El cisma de 1808 y su reflejo en Guatemala 85
Las primeras respuestas en la Audiencia de Guatemala 89
El gobierno insurrecto leal a Fernando VII 91
Fidelidad y obediencia a Fernando VII 92
La reunificación de la resistencia
en la Junta Suprema Central y Gubernativa 93
Nuevos impuestos y donativos patrióticos: Apoyo y malestares 94
Emisarios franceses y la vigilancia
por sus supuestos planes de sublevaciones 95
Expresiones infieles y pasquines 96
Juntas de gobierno en América 98
Movimiento juntista en América 98
Convocatoria a Cortes en Sevilla
y elección de diputados en Centroamérica 99
Elecciones en Guatemala a representantes
en la Junta Central Gubernativa 100
El Consejo de Regencia 101
Milicias urbanas y fortificaciones para asegurar la defensa 102
Elección de diputados 104
Centroamericanos en las Cortes 106
CAPÍTULO IV
Revueltas populares contra el antiguo régimen
–San Salvador, noviembre de 1811– 113
San Salvador a comienzos del siglo XIX 119
Las crisis del añil y la agobiante situación económica 120
Malestares por las cargas fiscales excesivas 122
Vigilancia y persecución política 123
Los motines de noviembre de 1811 127
El motín de San Salvador contra las malas autoridades 129
El motín de barrios de Santa Ana de ladinos, indígenas y mulatos 131
El alzamiento del barrio La Pulga y Cerro Colorado de Usulután 133
Los motines de indios, de ladinos y mulatos en Metapán 134
Los indios de Santiago Nonualco 137
Un tejido de alzamientos 137
Fuerza del intendente, de los ayuntamientos,
del jefe político y del Consejo de Regencia 139
Los cuerpos de milicias en la pacificación 145
Mensaje de sumisión desde los púlpitos de la Iglesia 147

CAPÍTULO V
Revueltas de facciones locales frente al despotismo, 1812-1820 151
Motines en la intendencia de Nicaragua 152
El motín de León 152
Motín de Granada 153
Los alzamientos en Masaya 154
Levantamientos indígenas en el corregimiento de Chiquimula 154
La conspiración de Belén 155
La conspiración de 1814 en San Salvador 157
El levantamiento de 1820 en Totonicapán 163
CAPÍTULO VI
El Primer Constitucionalismo y el retorno al absolutismo
(1814-1820) 167
El impacto de la Constitución en la Audiencia de Guatemala 168
Diputaciones provinciales, jefes políticos y
ayuntamientos constitucionales 170
Los nuevos ayuntamientos en la Audiencia de Guatemala 173
El retorno al absolutismo en 1814-1820 182

CAPÍTULO VII
La independencia entre la restauración constitucional
y el plan imperial iturbidista 187
Tensiones y consensos en las elecciones de Ayuntamientos 191
Élites territoriales con arraigo local 194
Debates entre las facciones de liberales tradicionales,
moderados y exaltados 197
El Plan de Iguala y el proyecto agregacionista de Iturbide 203
Reacomodo de las facciones: Anexionistas constitucionalistas
centralistas y anti-anexionistas republicanos autonomistas 214
La independencia en las provincias y localidades 215

CAPÍTULO VIII
La agregación imperial: Un trance hacia la independencia absoluta 225
Las facciones en un nuevo reacomodo:
Los anti independientes y los republicanos 226
La coerción iturbidista 227
La consulta popular, incompleta y cuestionada 230
Las fuerzas milicianas en la guerra civil y la amenaza republicana 238
La fiscalidad y gobierno en el vacío 242
La intrusión soldadesca mexicana a San Salvador 244
La caída de Iturbide y el triunfo republicano
por la independencia absoluta 247

Reflexiones finales 251

SIGLAS Y REFERENCIAS
Siglas de archivos 255
Periódicos e impresos 255
Bibliografía 257

Apéndice 267

TABLAS
Tabla 1. División Territorial 41
Tabla 2. División político-administrativa 43
Tabla 3. Crecimiento demográfico en la provincia de San Salvador 46
Tabla 4. Núcleos de población 48
PRESENTACIÓN

“El Vecino de Alicia”, es el seudónimo de la última ganadora de la Convoca-


toria efectuada por la Universidad Tecnológica de El Salvador, para presentar
un ensayo histórico socio-antropológico en conmemoración del Bicentena-
rio de la gesta gloriosa de nuestra emancipación política, como país libre y
soberano, realizada el 15 de septiembre de 1821.
Nuestra Casa de Estudios, dedicada a la formación académica de la
juventud salvadoreña, mantiene su compromiso no solo de enseñar y apren-
der las diversas áreas del conocimiento profesional sino también, el de in-
vestigar los hechos pretéritos para fortalecer el saber de nuestro pasado e
identidad y en consecuencia, la de entregar a la generación del presente y del
futuro la saga de nuestra sociedad, a través de aquellos sucesos, propios de
nuestra tradición nacional.
La presente obra, “Revueltas Populares y Facciones Liberales” es un
ensayo con mucha profundidad y diversidad que denota, un significativo es-
fuerzo de calidad, en la búsqueda, recopilación y confrontación de aquellos
antecedentes y circunstancias que vivieron y superaron nuestros próceres;
incluso, largos días de prisión, que no fueron óbice para apagar y limitar
el empeño de aquellos compatriotas que habían jurado a costa de sus vidas
entregar el mayor ahínco por alcanzar la libertad y con ello, romper los lazos
de la dominación española.
Necesario es recordar, los orígenes de la rebelión independentista en
donde se evidencian motivos externos como la Revolución Francesa, la inde-
pendencia de Estados Unidos y otros países de América Hispana, así como
aquellas causas internas, una de las cuales fue la urgencia por acabar con
los monopolios de los grandes latifundios, cuyas tierras fueron usurpadas a
nuestros antepasados y la práctica de la ignominiosa encomienda que some-
tía a la pobreza y a la humillación a la indefensa población indígena.

13
Como academia, nuestra Universidad tiene en su haber investigativo,
entre muchas de sus obras, dos estudios sobre la Historia Constitucional de
El Salvador, dos investigaciones sobre la Historia Económica de El Salva-
dor, tres ensayos sobre El Intento de Independencia del 5 de noviembre de
1811, otro sobre la Historia Del Conflicto Armado 1980-1992, y la Gesta de
Anastasio Aquino, a la que se suma la presente obra, sobre la gloriosa inde-
pendencia patria ocurrida el 15 de septiembre de 1821.
En nombre de la Universidad Tecnológica de El Salvador, expresa-
mos nuestro reconocimiento a los distinguidos profesionales que partici-
paron en la convocatoria de este bicentenario, especialmente a la Doctora
María Eugenia López Mejía, ganadora de este concurso histórico y socio-an-
tropológico, cuyo contenido será un referente de mucho peso e interés en
los anales de nuestra historia como nación libre, soberana e independiente.

San Salvador, 13 de septiembre de 2021

Dr. José Mauricio Loucel


Presidente de la Universidad Tecnológica de El Salvador

14
PREFACIO

“Lo que llamamos ‘Revolución de Independencia’


no es sino la resultante de un complejo
considerablemente entre sí, y tienen asiento en
distintas capas de la sociedad. Por ello resultarán
necesariamente parciales todos los intentos de
interpretación unívoca.”1

No habría mejor contribución de las actuales generaciones de estudiosos


hispano- americanistas, a las que nos ha tocado recibir los bicentenarios
de los movimientos emancipatorios contra el antiguo régimen, ocurridos
en el marco de la profunda crisis de la monarquía católica, que conti-
nuar avanzando en la reflexión de esos procesos desde la perspectiva de
los actuales debates y las novedosas interpretaciones y reinterpretaciones,
que nos llevan a esclarecer y confrontar enfoques, a fin de obtener una
amplia, compleja e integral comprensión de ese ciclo transitorio y crucial
de nuestras sociedades, que dio paso a las actuales naciones centroameri-
canas y a buena parte de las latinoamericanas.

Desde la premisa anterior, este ensayo tiene el propósito de producir


un aporte historiográfico, a través del resultado de una investigación que
se propuso estudiar el carácter del proceso de cambios y emancipatorio
que vivió la sociedad centroamericana, dentro de la monarquía en crisis
hasta su resquebrajamiento, tomando como base el avance que la his-
toriografía hispanoamericana ha hecho desde hace más de unas cuatro
décadas, cuando inició con sus primeros pasos abriendo brecha y deba-
tiendo con la narrativa patriótica que dominó hasta la primera mitad del

1 Villoro, 1986.

15
siglo XX. Esas explicaciones tradicionales construyeron una historiogra-
fía basada en la interpretación criolla. Así, observaron las independencias
como procesos emancipatorios y libertarios del dominio del Imperio es-
pañol, como procesos nacionales aislados, desvinculados del conjunto de
los movimientos en la región americana y de lo que acontecía en la mo-
narquía católica, y a partir de las cuales se construyeron relatos patrióti-
cos que se convirtieron en memorias colectivas de historias nacionales, de
importante arraigo en nuestras sociedades, que aún pesan en el presente.

La historiografía hispanoamericana renovada transformó radicalmente


los métodos, líneas de investigación, enfoques e incluso cronologías de
los estudios de las independencias. En los últimos años, con la llegada de
los bicentenarios, han continuado avanzando, debatiendo y planteándose
nuevos desafíos explicativos de ese proceso. En ese marco, se vuelve una
imperiosa necesidad, para la sociedad centroamericana, conocer más a
fondo los procesos de emancipación que dieron vida a las actuales nacio-
nes de esta región. Para lograr tal cuestión, se necesita que avancemos en
estudios más exhaustivos y comparativos, y acercarnos más a la compren-
sión de este periodo, puesto que, a falta de estudios, la sociedad del pre-
sente asume la idea de que se trata de una historia remota, que no tiene
mucho que ver con las problemáticas de las realidades contemporáneas.

En la interpretación que sigue, se ha pretendido trazar una mirada


larga a ese proceso, tomando como punto de partida e hilo conductor lo
actuado y vivido en la parte salvadoreña en el contexto centroamericano,
desde la perspectiva de la población indígena, de ladinos y de castas. Así,
también, el estudio enfoca el papel de las facciones de liberales monar-
quistas, de liberales moderados y de liberales autonomistas y republica-
nos, grupos que desde sus planteamientos políticos e intereses de sector
y territorio impulsaron la independencia. De igual forma, el ensayo pre-
tende dar un aporte más amplio al conocimiento de este trascendental
episodio de la historia política centroamericana, del que el conocimiento
que tenemos aún es poco profundo y fragmentado.

Quiero hacer manifiesto mi agradecimiento a la Universidad Tecno-


lógica de El Salvador, por la convocatoria abierta para la producción de
ensayos sobre la independencia centroamericana en el marco del Bicen-
tenario y por la premiación que el jurado calificador ha otorgado a mi
trabajo de investigación. Sin duda esa iniciativa abona al desarrollo de la
16
investigación científica en el campo de las Ciencias Sociales, y a la cons-
trucción de nuevas miradas sobre este crucial episodio en la formación de
nuestras naciones.

Agradezco a los funcionarios de la Universidad Tecnológica de El


Salvador que hicieron posible el premio otorgado a mi trabajo, de ma-
nera especial al vicepresidente de la Universidad, Doctor Carlos Reynal-
do López Nuila, a la Doctora Noris Isabel López Guevara, vicerrectora
de investigación y proyección social, a la maestra Silvia Elena Regalado,
coordinadora de Cultura, de la Dirección de Cultura, y a la Licenciada
Carolina Carbajal Martínez, de la editorial de la Universidad.

Agradezco a la Secretaría de Investigaciones Científicas de la Univer-


sidad de El Salvador, por el apoyo otorgado para la realización de esta
investigación.

También expreso mi agradecimiento a la Academia Salvadoreña de


la Historia, por la posibilidad que tuve de contar con los recursos biblio-
gráficos y documentales de archivos de su biblioteca, al Archivo General
de Centroamérica (AGCA), al Archivo General de la Nación, al Archivo
Municipal de Sonsonate (AMS), al Archivo Nacional de Costa Rica (AN),
al Archivo General de la Nación de México (AGN) y al Archivo General
de Indias (AGI), por los documentos que pude consultar de sus acervos.

17
18
INTRODUCCIÓN
Los proyectos políticos en la época de la Independencia

“Ahora sí, conciudadanos y hermanos, congratulémonos,


mutuamente, pues hemos entrado al gozo completo
de nuestros derechos. Acabó aquella nota odiosa de africanos
puesta únicamente para minorar nuestra representación en el
Congreso y dejar sumergidos a muchos de nuestros
hermanos en la ignorancia, ya no habrá porción de
hombres que por razón de casta tenga derecho
para dominar y abatir a sus semejantes, ya no habrá
hombres destinados a padecer desde su cuna hasta el sepulcro.”2

Este ensayo presenta un estudio del proceso de independencia centro-


americano, y, dentro de esa trama, intenta responder a la problemática
partiendo de la crisis de la Monarquía, iniciada en el siglo XVIII, a la
declaratoria de independencia absoluta en 1823; qué fuerzas políticas y
sociales demandaron y debatieron contra el antiguo régimen, a partir de
la crisis monárquica de 1808, y cómo evolucionaron los movimientos
políticos hacia la declaratoria de la independencia absoluta, entre 1821 a
1823. Todo lo cual tiene el propósito de presentar una propuesta de una
comprensión amplia del carácter de ese proceso emancipatorio.

2 Manifiesto del ayuntamiento de Zacatecoluca en el Juramento del acta de independencia


de 15 de septiembre de 1821, Zacatecoluca, 23 de septiembre de 1821, en Boletín del Archivo
General del Gobierno (Año 1, num.2, (Guatemala, enero de 1936, pp. 152-155), Secretaría de
Gobernación y Justicia.

19
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

En tal sentido, este ensayo observa que el proceso de independencia


centroamericano ocurre en el marco de la revolución liberal trasatlántica,
en la que se inserta el espacio hispanoamericano. Y es a partir de la crisis
monárquica de 1808 que se inicia un primer momento de ese proceso, en
el que las facciones de liberales centroamericanas optaron por demandar
cambios y derechos sin hacer rupturas con la Monarquía, y conducirse
por la vía de las Cortes y el constitucionalismo gaditano. Mientras tanto,
los sectores populares demandaban lo mismo desde la revuelta popular.
Es a partir de 1820, con la restauración de la Constitución, después de
un sexenio absolutista, que las facciones liberales centroamericanas inten-
sificaron sus debates y cuestionaron las limitaciones y las desigualdades
con las que se conduce el gobierno monárquico constitucional desde las
Cortes de Madrid. Es hacia 1821 que los centroamericanos conseguirán
concretar las posibilidades de ruptura con la monarquía, un momen-
to que converge con el planteamiento hecho por Agustín de Iturbide
a los centroamericanos, para que declaren la emancipación a la manera
del Plan de Iguala. Ante tal planteamiento, las facciones centroamerica-
nas construyen un nuevo reacomodo alrededor de dos posiciones para
hacer la ruptura con España: por un lado, la facción anexionista, que
plantea independencia de España y adhesión a México, y por el otro, la
facción anti anexionista, que plantea independencia absoluta y un go-
bierno republicano federal. En la declaratoria del 15 de septiembre de
1821, las facciones pactan y declaran independencia, conviniendo que,
en un congreso, que deberán celebrar, decidirán el carácter absoluto de
la independencia y la forma de gobierno que regirá a las provincias. El
pacto lo rompe la facción anexionista, y bajo la coerción de Iturbide, pro-
mueven una consulta popular para decidir la anexión o no a México. El
resultado de la consulta popular es favorable a la anexión; y es a partir de
tal proceso que Centroamérica avanzó hacia una disgregación territorial
y a la guerra civil, en la que se confrontaron las facciones anexionistas y
fuerzas del Ejército Trigarante de Iturbide, y las fuerzas anti anexionistas
y republicanas de San Salvador, en la que San Salvador es sometida mili-
tarmente. Con la abdicación de Iturbide y la restauración del Congreso
mexicano, el proyecto imperial se derrumbó y de nuevo las facciones libe-
rales centroamericanas pactaron para convocar a un congreso y declarar
independencia absoluta.

20
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

De acuerdo con la propuesta general expuesta, el ensayo distingue,


en la trayectoria centroamericana hacia la independencia, al menos tres
movimientos políticos, que se desplegaron, se oponen y se entremezclan
en ese nuevo escenario político.

Uno de esos movimientos es el que protagonizan indígenas, ladinos y


castas por la defensa de sus pueblos y parcialidades, y por la defensa de sus
derechos. Su actuación se expresa en rebeliones populares como las suce-
didas en San Salvador en noviembre de 1811, la rebelión ocurrida en Chi-
chicastenango en 1813, y otras que aún no han sido estudiadas, como la
de Izalco de 1808. Estas rebeliones, como otras acciones de resistencia que
efectuaron los sectores populares, no fueron por la independencia, sino que
tuvieron un carácter anticolonial, contra el despotismo de las autoridades
de la Real Audiencia y por demandas de derechos negados y que sabían les
estaban siendo otorgados por las Cortes en Cádiz, tales como la supresión
del tributo, la mita, el repartimiento y el servicio personal.

También vemos a estos sectores –indígenas, ladinos y castas–, después


de declarada la independencia del 15 de septiembre, proceder adaptán-
dose a los cambios, pero de ninguna manera insumisos, puesto que ju-
ran la independencia, pero a su vez demandan derechos; y en el periodo
anexionista, los encontramos movilizados para cooperar de manera ne-
gociada en las huestes de uno u otro bando en la guerra civil emprendida
entre fuerzas anexionistas y anti anexionistas centroamericanas, con in-
tervención iturbidista, para ganar un lugar político y obtener beneficios
para sus localidades.

Un segundo proyecto lo representan las facciones de liberales tra-


dicionalistas y moderados de la capital y de las provincias, entre ellos
élites de comerciantes, propietarios, intelectuales, clérigos y autoridades
superiores peninsulares de la Audiencia. Miembros de estas facciones per-
tenecieron a clanes familiares de gran poder económico y político en
la ciudad capital, que a través de relaciones de parentesco y de amistad
fueron vitales en el desarrollo de sus propósitos. Integraron y controlaron
el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, algunos fueron miembros
del Consulado de Comercio y fueron parte de agrupaciones culturales y
de opinión pública, que mediaron como plataformas de debate y de im-
pulso de sus proyectos económicos y políticos territoriales capitalinos, y

21
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

son individuos que ejercieron gran dominio en el poder central de la Au-


diencia. Algunos de estas facciones desplegaron formas monopolizadoras
del comercio interior y exterior, soportadas a través de redes comerciales
que se movían en los territorios de la Audiencia,3 y redes que los relacio-
naron con comerciantes en España, como las redes de los Aycinena, que
se articularon al aparato gubernativo de la Audiencia y de la capital, y
con comerciantes locales para hacer negocios, pero también arruinaron
a otros. Un asunto que, en los reacomodos de las facciones políticas en
los años de la definición de la independencia (1821-1823) intervino, no
como única causa, en algunos de los posicionamientos localistas y auto-
nomistas, entendiendo a éstos como movimientos de grupos políticos o
de criollos que se extendieron en las localidades o en las ciudades, en el
amplio espacio hispanoamericano en el que demandaban mayor partici-
pación en el gobierno de sus territorios, tal como lo consideran historia-
dores como Jaime O. Rodríguez (1989), para el caso mexicano (19-43).
Fue un grupo social y de políticos que en el régimen monárquico gozaron
de privilegios extraordinarios gracias a su relación negociadora con las
autoridades de la Audiencia, incluso con las del Consejo de Indias, en
beneficio de sus intereses empresariales y políticos.

Fueron facciones que no se plantearon la independencia antes de


1821; eran una fuerza autonomista capitalina. En tal sentido, deseaban
fortalecer su poder político y económico desde un poder central de la
Audiencia, dentro de una monarquía renovada. Con ese espíritu, después
de la crisis de 1808, se adhirieron al proyecto liberal y de la monarquía
constitucional adoptado en las Cortes, en Cádiz, para presentar viejas
demandas y lograr una mayor participación en la toma de decisiones
de la que consideraban su patria; y, a través de su representación en la
asamblea de americanos y españoles, trataron de incidir en la definición
de una monarquía constitucional que les otorgara, sobre la base de la
igualdad política de españoles y americanos, mayor poder político para

3 Zarazúa expone, en su tesis de licenciatura, sobre la red de comerciantes de un conjunto


de pueblos, como la Villa de la Gomera, Chiquimulilla, Taxisco y Guazacapán, en los que había
haciendas de ganado de propietarios de la ciudad de Guatemala. Muestra cómo funcionaba el
comercio de ganado en la Audiencia: participaban miembros de la élite de la capital que, a través
de préstamos a los productores de Honduras y Nicaragua y a la ocupación de puestos políticos
en el Ayuntamiento, alcanzaron estos individuos a controlar buena parte de esos negocios, pp.
15,17; 2007.

22
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

los Ayuntamientos, apertura comercial con otras naciones y el desarrollo


económico de la Audiencia. En su trayectoria, lo que rige es un proyecto
autonomista centralista, que tiene a la base un concepto de soberanía
más en términos territoriales que de la nación española. Esta concepción
de soberanía territorial estaba ligada al sentimiento autonomista de las
facciones liberales y fue la defendida por buena parte de los diputados
americanos en las Cortes de Cádiz, quienes, ante la crisis de poder que se
originó en la monarquía en 1808, por las abdicaciones de los reyes y el
rechazo al rey extranjero, José Bonaparte, plantearon en sus propuestas y
demandas, en las Cortes de Cádiz, el aumento del poder político de estos
órganos. Bajo ese pensamiento, la soberanía se asienta para los america-
nos en los Ayuntamientos, por tal razón es que el diputado Larrazábal,
representante de ese órgano de la ciudad de Guatemala en las Cortes, en-
tre las demandas planteadas en los documentos preparados por las élites
de Guatemala, propone que estos órganos de gobierno adquieran am-
plios poderes, demanda clave para el desarrollo de sus proyectos; posición
que continuarán preservando a la hora de proponer la independencia y
la anexión a México.

Tras la independencia de México y las negociaciones efectuadas con


Agustín de Iturbide, promueven la declaración de independencia de lo
que era el territorio de la Audiencia de Guatemala, y en alianza con las au-
toridades de la Audiencia y algunas élites y autoridades provinciales, de-
claran la independencia el 15 de septiembre de 1821. Meses después pro-
mueven la anexión a México, como una adhesión que podría beneficiar a
sus propósitos económicos y políticos centralizadores en Centroamérica.
Proyecto político que en medio del debate anexionista se confrontó con
los proyectos autonomistas sostenidos por las élites de las provincias, que
para entonces abrazaban el republicanismo federal opuesto a un poder
central fuerte, debate que llevó a la guerra civil e intervencionista de Mé-
xico, entre la facción anexionista de la ciudad de Guatemala, acuerpada
por tropas mexicanas y la facción republicana radical de una parte de la
intendencia de San Salvador, que sostenía una posición anti anexionista,
autonomista y de defensa de la soberanía.

El tercer movimiento es en el que se agrupan élites de comerciantes,


productores y propietarios de provincias, y parte del clero; entre otros, vi-
carios, frailes y párrocos. Miembros de estas élites dominan en los Ayun-

23
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

tamientos de capitales de intendencias, gobernaciones, alcaldías mayores,


corregimientos y de partidos. Algunos de ellos tienen lazos familiares,
vínculos comerciales y de negocios con las élites de la ciudad de Gua-
temala, o participan en las agrupaciones económicas o culturales de la
ciudad capital, en las que se relacionan y establecen vínculos de amistad y
comparten ideas. Su arraigo e identidad económica y cultural territorial
está en sus provincias, lo que los hizo mantener tensiones, eventualmen-
te, y conflictos con miembros o grupos de la élite de Guatemala en la
medida en que los intereses y proyectos provinciales se opusieron a los
de la élite de la capital. Dos prototipos de estas circunstancias fueron las
tensiones ocurridas y las acusaciones que las autoridades de la Audiencia,
del Ayuntamiento de Guatemala y del intendente de San Salvador, José
María Peinado, promovieron contra miembros de la élite de San Salva-
dor la acusación de ser ellos los promotores de las revueltas populares de
noviembre de 1811 y de enero de 1814, causa por la cual fueron llevados
a prisión durante cuatro años hasta que obtuvieron indulto en 1818. En
esos sucesos de 1814, lo que está de por medio es la posición autonomista
que los sansalvadoreños mantuvieron en las Cortes de Cádiz, posición
que se oponía a los deseos centralistas de las élites políticas de la capital;
son élites con arraigo económico y cultural, territorial, provincial o local.

Ambas facciones políticas no hicieron planteamientos de indepen-


dencia, sino hasta 1821, bajo la invitación y coerción de Iturbide para
hacer declaratorias de independencia a la manera del Plan de Iguala. Las
primeras declaraciones de independencia en la Audiencia de Guatemala
fueron hechas por el Ayuntamiento de Ciudad Real y de otras cabeceras
de partidos de la intendencia de Chiapas, iniciativa que estuvo bajo la
sombra de Iturbide y que jugó un papel importante para la disgregación
territorial que sobrevino en la Audiencia y que continuó en el periodo
del anexionismo.

Las facciones fueron cambiantes en cuanto a sus alianzas, pensamiento


y figuras políticas. Antes de la declaratoria de independencia del 15 de
septiembre, los dos grupos en debate político eran los cacos, o los exal-
tados, y los bacos, o gasistas. El conflicto fundamental entre ambas, en
esos años, giraba alrededor de los planteamientos de los cacos a favor
de las Cortes Gaditanas y la Constitución; y los bacos, o gases, era una
facción que respondía a un liberalismo tradicional, apegados a la monar-

24
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

quía del antiguo régimen, y sus representantes eran las autoridades de la


Audiencia; aunque en esa facción identificaban a José Cecilio del Valle
sus opositores cacos. Sin embargo, Valle no era un liberal tradicional o
monarquista absolutista, sino un liberal moderado. El mote de Baco fue
debido a los cargos públicos que desempeñó al lado del odiado presidente
de la Audiencia, Bustamante y Guerra, y de los que siguieron. Y en el
lado de los cacos, también se definía un grupo no homogéneo. En esa
facción circulaban liberales centralistas de la ciudad de Guatemala y au-
tonomistas de las provincias; unos eran moderados, como los Aycinena,
y otros, como José Matías Delgado, Francisco Barrundia y Pedro Molina,
que fueron tendiendo a las ideas republicanas. Estas facciones se rompen
a partir de la declaratoria de independencia del 15 de septiembre. Entre
los miembros de ambas facciones, se acomodan nuevas alianzas a partir
de los que simpatizaron y promovieron una independencia bajo las for-
mas del Plan de Iguala y los que defendieron el anti-anexionismo y la
independencia absoluta de Centroamérica.

Para finalizar, se hace un breve resumen del contenido del ensayo, el


cual se distribuye en 8 capítulos. En el capítulo I, se muestra a la sociedad
centroamericana del siglo XVIII en sus rasgos fundamentales, para ini-
ciar con el punto de partida que dio origen al proceso hacia la indepen-
dencia, apuntando en algunos espacios más hacia la parte salvadoreña,
y acentuando en los procesos de transformación que ocurrieron en la
segunda mitad de ese siglo, en la que la monarquía absoluta implemen-
tó en América, con mayor impulso, las medidas administrativas, bajo el
influjo de algunas ideas de las nuevas corrientes de pensamiento político
de la llamada Ilustración, en un afán de modernización, a fin de renovar
su fuerza imperial; pero tal proceso, sobre todo en los años del reinado
de Carlos IV, entró en un estado de deterioro y de crisis profunda. Tal
proyecto monárquico se encontraba en franco receso cuando sobrevino
la crisis política de 1808 y provocó el rápido resquebrajamiento imperial.

En el capítulo II se identifican las nuevas corrientes de pensamiento


difundidas en Centroamérica, en las últimas décadas del siglo XVIII y en
las dos primeras del XIX, ideas que eran parte de ese conjunto diverso
que conocemos como la Ilustración, y que dieron soporte a los propósitos
renovadores políticos administrativos de la monarquía en el marco del
antiguo régimen, pero también fueron planteamientos asimilados por las

25
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

élites de la capital, de la Audiencia y de las provincias para recrear y rea-


firmar sus planteamientos políticos y económicos, valores seculares, com-
portamientos e imaginarios, que fueron base para el cuestionamiento del
orden de la monarquía absoluta, y para impulsar sus propuestas, desde la
perspectiva de sus intereses políticos y prospectos económicos, que fue-
ron la base de la acción política que iniciaron a partir de la crisis de 1808.
Es en ese ambiente intelectual, cultural y político en el que se forman las
facciones de los cacos, o exaltados, y los bacos, gases o absolutistas.

En el capítulo III, se hace una revisión de la crisis monárquica de


1808, los mecanismos que implementaron los liberales peninsulares para
mantener sujeta a América y las respuestas de apego al proyecto liberal
que dieron las élites de la capital y de las provincias de la Audiencia de
Guatemala, que, en el contexto de los importantes cambios que ocurrie-
ron en la monarquía hacia un nuevo régimen constitucional, dan forma
a sus movimientos autonomistas y localistas que defienden en los años
que continuaron.

El capítulo IV expone una visión de las revueltas de 1811 distinta a


lo que la historiografía existente ha mostrado sobre estos movimientos.
Se trató de un tejido de motines de indígenas, ladinos y castas que esta-
llaron en noviembre de 1811 en la intendencia de San Salvador. Este fue
un movimiento de rebelión popular contra los abusos de autoridad del
intendente, del cabildo de San Salvador y de otros pueblos, contra los en-
carcelamientos por delitos de fidelidad de gente de sus barrios, contra las
cargas fiscales, por el ocultamiento de las autoridades de la eliminación
del tributo por las Cortes y por la calamitosa situación de hambruna,
desabasto y desempleo que se vivía en esos años a causa de las plagas de
langostas que arrasaban las cosechas. Este fue un movimiento de resis-
tencia reprimido por las élites de la ciudad de Guatemala y las locales
de la intendencia de San Salvador, por el rechazo a estas expresiones de
lucha de los sectores populares, pero también por el temor de que el mo-
vimiento se volviera similar a otros que estaban sucediendo en América,
particularmente al del cura Miguel Hidalgo o a la rebelión de esclavos
sucedida en 1804 en Santo Domingo.
El capítulo V trata de las revueltas y conatos de revueltas ocurridas
en distintos puntos de la Audiencia, protagonizados por élites locales,
impulsadas por un espíritu autonomista, contra las malas autoridades

26
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

locales y las acciones despóticas que le señalaron al presidente de la Au-


diencia, José de Bustamante, quien era odiado por su enérgica acción
contra los que creía sus opositores y los infieles al rey. Fueron acciones
de resistencia que se registraron en los años de 1811 a 1820, en las que
las facciones locales mostraron su inconformidad sin plantearse indepen-
dencia. Estos movimientos fueron acciones espontáneas y aisladas que
fueron reprimidas por cuerpos de milicias con el propósito de evitar bro-
tes en otros lugares. Pero también representan un ejercicio de resistencia
autonomista contra el poder central que se ejerció desde las provincias y
la ciudad de Guatemala.
El capítulo VI comprende el periodo del primer constitucionalismo y
el sexenio absolutista, en el que se analiza el impacto que tienen estos dos
momentos en la Audiencia de Guatemala y cómo los tres movimientos
políticos asumieron de forma diferente los cambios administrativos que
se produjeron a partir de las Cortes y la Constitución. Por un lado, los de
tendencias liberales y arraigados a la monarquía de antiguo régimen, en-
tre ellos autoridades superiores e intermedias, cuestionaron, aletargaron
y ocultaron cambios que debían hacerse; los de tendencias liberales que
concordaron con la idea de una monarquía constitucionalista, y aprove-
charon los espacios de la opinión pública para debatir y exponer dere-
chos y demandas desde un espíritu autonomista, desplegando su acción
política particularmente en los procesos electivos de los Ayuntamientos
constitucionales, procesos que se hicieron en el marco de resistencias,
confusión y conflictos sociales en cuanto a quiénes debían de asumir
la representación política de las localidades. Por su parte, los pueblos y
parcialidades de ladinos y de indígenas, demandaron que se hicieran efec-
tivos los decretos que eliminaban el tributo y participaron en los procesos
electivos para preservar el poder político de los cabildos tradicionales en
los nuevos Ayuntamientos. Con el regreso de Fernando VII al poder,
Bustamante y Guerra endureció su poder y autoridad, reprimió los movi-
mientos de oposición a Fernando VII y a su régimen autoritario, llevando
a prisión a un grupo de líderes claves, con lo cual el debate político fue
limitado.
Los capítulos VII y VIII analizan la evolución que tuvo el plantea-
miento centroamericano de ruptura con España e independencia absolu-
ta, entre 1821 a 1823, en los que se describe y analiza las declaratorias de
independencia en el contexto de las Cortes de Madrid y el Plan de Iguala.

27
28
CAPÍTULO I
La Audiencia de Guatemala en las reformas
y la crisis de la monarquía imperial

En el siglo XVIII, la compleja sociedad corporativa y estamental de la


Audiencia de Guatemala, como la de los demás territorios de la América
hispana, vivió la significativa transición en el plano político, económico,
social, cultural e institucional que la monarquía imperial Borbón em-
prendió a su llegada al poder, en un afán de modernización, bajo los
principios de la racionalidad y la eficiencia administrativa, todo con el
propósito de obtener la tan ansiada prosperidad económica de su proyec-
to, quebrantado constantemente por las otras potencias europeas, pero
también por las propias contradicciones internas; y de manera contraria
a su deseo, lo que produjo fue un proceso de desmoronamiento gradual,
que en los territorios americanos se tradujo en las independencias.

Se trataba de una monarquía esencialmente católica, con una política


indiana que estuvo legitimada desde un comienzo por la autoridad de la
Iglesia católica, basada en el compromiso, en un sistema de privilegios,
en la negociación y concesiones recíprocas, en la cooperación entre la
Corona y las élites locales, con lo cual encontraba el equilibrio; con un
gobierno civil y el otro eclesiástico, articulados por el poder del rey. Fun-
cionaba así un patronato real, que vinculaba estrechamente a las autori-
dades civiles y religiosas en la acción política. Era un ejercicio del poder
que no circulaba solo por el entramado institucional, sino que dependía
de una serie de factores en el plano informal.4

4 Tal como lo han planteado algunos trabajos para la Nueva España, y para el caso cen-
troamericano, aunque son pocos, pero existen algunos que han iniciado hacer estudios en esa
dirección (véase en Ponce Leiva, 2008).

29
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Se trataba de un sistema político sostenido en el complejo orden ju-


rídico compendiado en el Derecho Indiano, el cual se hallaba integrado
por un conjunto normativo amplio y diverso, en el que concurrían leyes,
costumbres, opiniones, obras jurisprudenciales y prácticas (Tau, 1992:
9); un sistema que en América tuvo que adaptarse a la compleja naturale-
za del mundo indígena, del territorio y a la sociedad creada con europeos,
naturales y africanos. De manera que debieron adaptarse a esa realidad
americana, adaptando las instituciones, cargos civiles y eclesiásticos, cuyo
carácter fue necesariamente casuístico y moldeable a esa realidad social,
cultural y geográfica.

Aunque ambos mundos tenían algunos rasgos comunes, uno era el


profundo espíritu religioso, y el otro, que ambas eran sociedades muy
jerarquizadas y desiguales. Sobre esa base se originó, desde el siglo XVI,
un nuevo ordenamiento territorial, burocrático y administrativo, jerár-
quicamente constituido de autoridades y cargos nombrados de manera
subordinada, bajo la dirección y vigilancia de las autoridades peninsula-
res. Era una pirámide política interconectada con la que se dinamizaba
su funcionamiento.

Era una monarquía corporativizada en la que el poder estaba distribui-


do en cuerpos especializados y con cierta autonomía en su funcionamien-
to. Todos estos cuerpos se integraban de manera armonizada en el marco
de una concepción jurisdiccionalista, es decir, un gobierno sujeto a reglas
para cumplir de manera obligatoria a través de la ley, para garantizar el
orden, dentro de lo cual el poder del monarca tenía un carácter limitado,
aunque fundamental; el rey era el árbitro supremo del sistema, quien
daba a cada cuerpo lo que le correspondía según su derecho, es decir, era
la fuente superior de la justicia (Garriga, 2004).

En la transición a la racionalidad, los reinados de la familia Borbón


se propusieron cambiar el gobierno conciliar de los Habsburgo, en el
que el poder se distribuía entre una serie de organismos especializados
en diferentes aspectos de la administración, entre otros, el Consejo de
Indias, especializado en el gobierno de América, que ante los ojos de la
nueva administración funcionaban de forma ineficiente y no de mane-
ra uniforme. Los cambios se hicieron homologando y sistematizando al
aparato de gobierno, lo cual no estuvo fuera de conflictos y tensiones. En

30
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

ellos se aplicó el dicho que “tratando de dar soluciones a los problemas,


terminaron por generar más dificultades”, que abonaría a su colapso de
monarquía imperial, puesto que la política borbónica no funcionó como
se esperaba; alteró la relación existente entre los principales grupos de
poder, quienes consideraron a la nueva política como paralizante e inter-
vencionista desde la metrópolis, lo cual, al producirse el vacío de poder
y la crisis política que se generó después de la invasión francesa a España
en 1808, como un evento exógeno, llevó a las independencias en sus
posesiones americanas.

En ese contexto, en el territorio centroamericano, del actual estado


de Chiapas, en México, hasta Costa Rica, fue establecida la Audiencia de
Guatemala en la primera mitad del siglo XVI. Y siguiendo el modelo de
la demarcación territorial diseñado por la monarquía, la organización de
su territorio en el nivel provincial estuvo bajo el orden de alcaldías mayo-
res, corregimientos y gobernaciones. Esa división territorial de la Audien-
cia fue transformada con la implantación del régimen de intendencias,
en el último cuarto de siglo XVIII, cambio político administrativo que
abonó al regionalismo de la Audiencia minando el centralismo ejercido
por la ciudad de Guatemala. En los cambios que implementaron, las
modificaciones a la división territorial eran necesarias para establecer un
sistema político unificado y evitar el surgimiento de poderes rivales como
también mantener un control de la población.

De acuerdo con Rafael Diego-Fernández (2020), historiador del De-


recho, los cambios en el aparato de gobierno que intentaron los Bor-
bones fueron los más amplios y complejos que se habían dado, estos
abarcaban el plano político administrativo, militar y económico; cambios
que tenían claro que había que iniciar, modificando la confusa organi-
zación político-territorial existente, y la que evaluaron era reflejo de un
mal funcionamiento del aparato de gobierno. Los cambios iniciaron más
tempranamente en la península y luego continuaron en el resto de los
territorios al otro lado del Atlántico, a partir de las consecuencias de la
guerra de la Oreja de Jenkins, o llamada también la guerra del Asiento,
que duró entre 1739 a 1748, en la que se enfrentaron tropas inglesas y
españolas en el área del Caribe, asediando particularmente a Cuba, Porto
Belo y a Cartagena de Indias, puertos de los más vitales para el comercio
entre España y América.

31
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

La reorganización del gobierno terrenal

La puesta en marcha de la reorganización del gobierno en América co-


menzó con un diagnóstico de cómo estaba constituido el esquema políti-
co territorial ultramarino, para lo cual en el año de 1741 circuló una real
cédula dirigida a todas las autoridades temporales y espirituales solici-
tando información al respecto (Diego-Fernández, 2020). También inició
sobre la base teórica introducida en 1743 en el estudio titulado “Nuevo
Sistema de Gobierno Económico para la América” del secretario de Ha-
cienda de Felipe V, José del Campillo y Cosío.

Dicho texto fue clave para que veinte años después, Bernardo Ward,
el ministro de Comercio de Fernando VI, propusiera la creación de las
intendencias en América5 y sentara significativas bases para el reformismo
más dinámico que se desarrolló durante el reinado de Carlos III (1759-
1788), cuyos propósitos fueron los de gobernar a través de una regla-
mentación detallada que garantizara el establecimiento del buen gobier-
no económico bajo criterios de eficiencia, uniformidad y sistematización.

Con el acceso al poder de los Borbones, en las soluciones a los pro-


blemas tuvieron influencia diferentes escuelas de pensamiento que otros
monarcas europeos aplicaban. Así, las ideas de los fisiócratas se invoca-
ban para establecer la primacía de la agricultura y el papel del Estado; el
mercantilismo, para justificar una explotación más eficaz de los recursos
de las colonias; el liberalismo económico, para erradicar las restricciones
comerciales e industriales. Los colaboradores de la Corte, Floridablanca,
Campomanes y Aranda, retoman ideas de las nuevas corrientes de pen-

5 (Diego-Fernández: 2014, p. 33). Entre los que aplicaron y difundieron las ideas mercan-
tilistas en España, se encuentran los economistas José Campillo, asturiano, quien fue nombrado
ministro de Estado de Hacienda en 1741 mientras gobernaba Felipe V. Desde ese cargo impulsó
una reforma de la Real Hacienda para propiciar la administración directa de las rentas por parte
del Estado o, en su defecto, reducir la incidencia de los asentistas y arrendadores particulares.
Otros reformadores fueron Bernardo Ward, de origen irlandés, quien publicó en 1750 su texto
Obra Pía; Melchor de Jovellanos, cuya obra se tituló Informe de la Sociedad economiza de esta
corte real y Supremo Consejo de Castilla; y Pedro Rodríguez de Campomanes. Ellos fueron los más
importantes impulsores de la economía política hispánica, escribieron textos que orientaron las
reformas económicas del Imperio español y de la gestión pública a partir de las grandes escuelas
económicas de la época, el liberalismo económico, los fisiócratas y, en particular, de las ideas de
John Locke, Adam Smith, David Ricardo y Francois Quesnay. Sin embargo, tanto Adam Smith
como David Ricardo habían puesto reparos al comercio colonial, porque significaba una flagrante
trasgresión de la libertad comercial y de la ley de la oferta y la demanda; ambos eran conscientes
de que la política económica colonial imponía precios de monopolio e impedía la libre produc-
ción (véase en Lazo García, 2002:89-107).

32
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

samiento, pero esta se dio no tanto en el campo de nuevas ideas políticas


o filosóficas, sino en la razón y la experimentación, y en un cambio de
pensamiento religioso, que se inclina hacia una mayor intervención del
gobierno civil en las cuestiones de la Iglesia. El deseo principal consistía
más en reformar las estructuras existentes que en establecer otras nuevas,
y el principal objetivo económico residía más en mejorar la agricultura
que en promover la industria (Halperín,1991:1; García, 1994:13).
Los cambios político-administrativos comenzaron en Cuba, con la
creación de la intendencia de La Habana e islas de Barlovento en 1764.
Tal disposición se tomó ante el impacto de la ocupación inglesa de estas
islas durante la Guerra de los Siete Años, de 1756 a 1763.

En la Audiencia de Guatemala, como en el resto de las posesiones


en América, se llevaron a cabo medidas evaluadoras del funcionamiento
del aparato de gobierno para decidir sobre los cambios que habría que
hacer. Entre esas medidas, el monarca ordenó un diagnóstico del funcio-
namiento de los cargos de corregidores, alcaldes mayores, gobernadores
y otras justicias, en particular sobre el impulso que hacían al desarrollo
de la economía de los pueblos, sobre el comercio y en especial sobre el
repartimiento de indios que comúnmente hacían estas autoridades; in-
teresaba saber cuál era su beneficio y qué tanto era un negocio de parti-
culares a los que se dedicaban las autoridades más que a gobernar. Dicha
información la requerían para probar y justificar la eliminación de esas
autoridades y de ese régimen de trabajo y controlar los excesos que estos
oficiales hacían.6

En la descripción que hicieron las autoridades, detallaron la forma de


cómo obtenían sus ganancias del repartimiento; entre otros, en el caso del
de Verapaz, una provincia de 14 pueblos de indios que producían maíz,
frijol, algodón e hilaban y tejían huipiles, dijo el alcalde que se repartía el
hilo a plata efectiva, para ser pagado su costo en un plazo de tres meses,
dinero que debían de recoger los justicias de los pueblos, por lo cual el pue-
blo debía de hacer algún obsequio puesto que los justicias debían de pasar
todo el día estipulado en el cabildo cobrando y juntando el algodón. Para la
distribución del algodón entre los pueblos el alcalde dijo que necesitaba in-
vertir unos diez mil o doce mil pesos, así se repartían unas 15 o 16 arrobas

6 Boletín del Archivo (Guatemala, Tipografía Nacional), año 2, núm. 3, abril de1937, Rel-
ación individual de todos los corregimientos y alcaldes mayores dividiéndola y graduando estos
empleos, AGCA, A. l. 24, leg. 1602, f. 39.

33
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

por cabeza y la libra de hilo producida el alcalde la pagaba a cuatro reales,


la que vendía en la ciudad de Guatemala a cinco reales.7

En sus informes, las autoridades en cuestión expusieron acerca de


las otras formas que tenían para obtener utilidades, entre otras estaban
las salutaciones y besamanos de los indios, que eran acompañadas de
entregas de leña, agua o hierbas para caballos. De manera que, entre el
sueldo, repartimientos, salutaciones y besamanos, en el caso del alcalde
de Verapaz, obtuvo en el quinquenio correspondiente a su cargo de 20 a
22 mil pesos, y en el reporte explicó que ese año de 1762 había recibido
mil pesos de salario, que del repartimiento había obtenido unos cinco mil
a seis mil de utilidades, y por fiestas y salutaciones había obtenido otros
mil. Manuel Fadrique Goyena, justicia mayor y teniente de capitán gene-
ral de la provincia de San Salvador, en los años de 1761 a 1763, y alcalde
mayor de San Salvador en 1765, expuso que, en su provincia, en un año
podía acumular de seis a ocho mil pesos a razón de negocios.8

En todos los informes quedó la evidencia de la rica producción agríco-


la y artesanal de los pueblos y de la existencia de los abusos a indios como
práctica usual por parte de los oficiales y de los comerciantes.9

La información fue de utilidad para dejar regulado el repartimiento de


indios años después en las ordenanzas de intendentes, con lo cual se trató
de evitar los negocios excesivos de los oficiales. Además, la evaluación fue
útil para las disposiciones que se establecieron para que los alcaldes mayo-
res, gobernadores y corregidores asumieran nuevas funciones en relación
con la Real Hacienda, entre otras, el cobro de rentas de alcabalas incluso
en los pueblos de indios. Actividad que los alcaldes mayores de San Sal-
vador y Sonsonate observaron con reticencias, en particular respecto al
cobro de la alcabala entre los pueblos de indios; y explicaron al rey que en
sus pueblos era imposible recoger este gravamen por no existir comercio
regular, ya que los indios acostumbraban a intercambiar productos sin
dinero de por medio.10

7 Véase Secretaría de Gobernación y Justicia, Boletín del Archivo General del gobierno (año
2, núm. 3, abril de 1937). Secretaría de Gobernación y Justicia. La relación de San Salvador de
Gálvez se produjo a solicitud del monarca a los alcaldes mayores que informaran sobre sus pueb-
los, sus productos y las utilidades para los alcaldes y para los pueblos que dejaba el repartimiento
(1763, p. 295).
8 AGCA, AI. 3, leg. 635, exp. 5841.
9 Ibid.
10 AGCA, AI.23, Leg. 4626, folio 30.

34
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Por otra parte, para poner en marcha la política del buen gobierno eco-
nómico en el nuevo régimen implantado por los Borbones, fue necesario
implementar mecanismos de unidad y políticas de secularización, con
lo cual se intentaba disminuir el poder de la Iglesia. Para Pedro Campo-
manes, jurista y ministro de Hacienda de Carlos III (1760-1789), todo
privilegio era odioso. Se refería a los privilegios que tenían las corporacio-
nes eclesiales, entre otros el de la inmunidad frente a la jurisdicción civil
(Halperín, 1991: 7).

Reformas al gobierno celestial

Una disposición trascendental para el gobierno eclesial, cuyo principal


objetivo era la evangelización y la “civilización” del indio, fue la elevación
de la diócesis de Guatemala en 1743 a diócesis metropolitana, lo cual la
fortaleció sobre las demás de la Audiencia. Pero pronto, desde mediados
del siglo XVIII, se le asestó un duro golpe al impulsarse la secularización,
con lo cual paulatinamente se le restó poder, quitó privilegios y bienes;
las más afectadas fueron las órdenes monásticas por el límite que se im-
puso sobre el número de cofradías que podían tener, además se limitó el
número de monasterios y en algunas parroquias hubo sustitución de clé-
rigos seculares por regulares, aunque esto no siempre fue fácil y posible.
En muchas partes, como en Chiapas y Quezaltenango, esto resultó difícil
y poco efectivo por el arraigo que tenían los religiosos de las órdenes
establecidas en los pueblos además de la dificultosa sustitución (Bonilla,
1996: 153). Otro golpe al poder eclesial fue asestado en 1751, cuando se
liberó a la Iglesia del cobro del diezmo, de la administración de los fondos
de comunidad y de propios y arbitrios, actividades fiscales que pasaron
a manos de las autoridades civiles, aunque mantuvieron otros recursos
como el de las donaciones y las capellanías.

En el gobierno de Carlos III (1759-1788), se hicieron reformas a


la Iglesia con el propósito de efectuar una mayor intervención real en
los asuntos eclesiásticos de carácter temporal, doctrina conocida como
el regalismo. Así que para lograr ese propósito se limitó la inmunidad
eclesiástica y, posteriormente, se decretaron otras medidas que afectaron
la riqueza material de la corporación. Esa política sería más tarde conti-
nuada y desarrollada en el gobierno de Carlos IV (1788-1808).11

11 Gómez Álvarez, 2014, p.56.

35
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Años después, en 1767, se efectuó la expulsión de los jesuitas, asenta-


dos en la ciudad de Guatemala desde 1582, entre otros, a Rafael Landí-
var, maestro de artes en la Universidad San Carlos de Guatemala, quien
se estableció en Italia donde publicó Rusticatio Mexicana, en el que, entre
otros asuntos, trataba sobre el cultivo del añil, el tinte azul, y la cochini-
lla, el tinte rojo, que se cultivaban en algunas partes de Centroamérica
y Oaxaca. Los jesuitas habían desempeñado un papel importante en la
educación de los criollos de la ciudad de Guatemala. Su expulsión fue
parte de lo que les ocurrió a los 2.500 clérigos de la Compañía de Jesús
de los territorios de América, de los que la mayoría eran americanos. La
expulsión de los jesuitas fue a causa del cuestionamiento al gran poder
económico que habían desarrollado en algunos lugares más que en otros
y a la parcial independencia con la que actuaban, pero también para
desplegar la fortaleza y poder que deseaba mostrar la monarquía (Lynch,
1991). Pronto se comprobó que las riquezas de los jesuitas en América
no eran tantas como se presumía, y que, en definitiva, habían sido bien
administradas en función de los fines sociales a que estaban destinadas.
Los criollos lamentaron profundamente la expulsión de dichos religiosos,
una decisión que nunca llegaron a comprender y que, en cierto grado,
los indispuso más con la Corona (García, 1995:1816). Su exilio provocó
no solo un gran resentimiento entre los de la Compañía, sus familias, fe-
ligreses y allegados, sino también desde el exilio muchos de ellos jugaron
un papel importante en las independencias.

El mismo año de la expulsión de los jesuitas, llegó el nuevo arzobispo


de la diócesis de Guatemala, Pedro Cortés y Larraz, doctor en Teología
por la Universidad de Zaragoza, para gobernar la diócesis de Guatemala
entre los años de 1767 y 1779. Su llegada fue parte esencial de las refor-
mas eclesiales que se estaban implementando. En ese marco, el arzobispo
planeó un proyecto de renovación de la Iglesia, para lo que hizo un deta-
llado diagnóstico tras una visita pastoral en toda la diócesis, cuyos resul-
tados fueron descritos en el informe titulado “Relación geográfica y mo-
ral de Goathemala”, en el que señaló el estado calamitoso y de abandono,
en todo sentido, en que se hallaban los pueblos y la urgente necesidad
que había de reformar a la Iglesia. El arzobispo recorrió los curatos en los
que se dividía el territorio de la diócesis, de los cuales ocho correspondían
a Sonsonate y 25 a la provincia de San Salvador. En el recorrido, pudo
apreciar el desempeño de los alcaldes y corregidores, y en varios pueblos

36
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

registró el abandono en el que se hallaban las poblaciones; y dejó plas-


mado que esos pueblos no nada más se encontraban abandonados por
la dejadez de los oficiales del gobierno civil, sino también por la de los
curas, y expresó que eso era muestra de la apatía con la que llevaban su
cargo algunos de los oficiales y padres curas de las parroquias.12

También rechazó el sincretismo que encontró en la religiosidad de los


indígenas y planteó que había que erradicarlo. Señaló, también, que a
los indios no les interesaba participar de los oficios divinos, a no ser que
fueran forzados para ello. Por ejemplo, en su visita al curato de Santo
Tomás Texacuangos decía: “La práctica nos enseña que solo por miedo
de cuero vienen a la Iglesia los días de fiesta”, y añadía que “para ninguna
cosa tienen los indios mayor repugnancia, que para asistir a misa” (Cortés
y Larraz, 2000: 115-117).

Entre las disposiciones que ordenó como resultado del diagnóstico


y visita pastoral fue la de formular reglamentos, autos, decretos y diver-
sas acciones para que los curas continuamente les enseñaran a los indios
la doctrina cristiana y les trataran con amor, que llevaran los libros de
cuentas de cofradías y de sacramentos con exactitud, con limpieza y con
escritura clara, que administraran los sacramentos con puntualidad y que
abrieran escuelas para niños con maestros que quisieran desempeñar su
oficio. Preocupado por la educación cristiana y de primeras letras, propu-
so un modelo de escuela en el que los párvulos estuvieran en manos de los
maestros durante algún tiempo y que se les entregaran a sus padres hasta
que se hallaran instruidos. También hizo recomendaciones en cuanto a la
división territorial eclesiástica, expuso que las diócesis de la Audiencia se
dividiesen en provincias y cada una estuviera a cargo de un vicario pro-
vincial. La falta de una división territorial clara y de vicarios provinciales
fue una de las deficiencias encontradas por el arzobispo, por lo extenso
que era la diócesis, además expuso, para hilvanar su argumento, que los
malos caminos, los muchos ríos caudalosos que había que atravesar, difi-
cultaban las visitas frecuentes a los pueblos para poner en orden las cosas
y saber de las necesidades; también proponía que los vicarios provinciales
velasen sobre el cumplimiento de los curas, de los eclesiásticos y de las
escuelas para niños.13

12 Véase el caso del curato de Ahuachapán en Cortés y Larraz, 1958, tomo 2: 70.
13 Ibíd.

37
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Pero las tensiones que se generaron entre el arzobispo y las autoridades


civiles y religiosas, por su negativa de trasladar el gobierno eclesiástico a
la nueva capital de la audiencia, después de que el terremoto de Santa
Marta destruyera una parte de la antigua ciudad de Guatemala, y su con-
tundente informe de la visita pastoral, hicieron que estas autoridades pro-
movieran su destitución, lo cual se hizo efectivo por el Consejo de Indias.

Bajo el régimen de intendencias se desplegó una política mucho más


agresiva contra la Iglesia, se disminuyó el poder de los párrocos, pero sin
que dejaran de ser un engranaje principal del orden social local. Su po-
der fue limitado en cuanto al ramo fiscal, así la recaudación del diezmo
pasó a manos de los subdelegados de las dos y cuatro causas, actividad
que realizaron con el apoyo de los alcaldes y gobernadores de pueblos de
indios y comisionados en pueblos de ladinos y de españoles. Esa medida
resultó positiva para la Iglesia, ya que la recaudación ganó efectividad y
se vio acrecentada. Más tarde, en 1804, comenzó a ejecutarse el decreto
de Consolidación de Bienes Eclesiásticos, el cual afectó los fondos que
provenían de capellanías, de obras pías, de cofradías, de préstamos a agri-
cultores, mineros y comerciantes. Aunque este decreto tuvo poca efectivi-
dad en la Audiencia, puesto que no se pudo aplicar en todo el territorio,
ya que la única Junta de Consolidación que hizo recaudación fue la de
la Ciudad de Guatemala, mientras que las juntas provinciales de León,
Ciudad Real y Comayagua se opusieron a realizar tal actividad.14

La intendencia de San Salvador, a diferencia de las otras tres que fue-


ron creadas, se mantuvo sin obispado, por lo que de manera burlesca la
llamaban la intendencia coja.15 Esa decisión por parte de las autoridades
de la Audiencia respondió a la conveniencia del arzobispado de contar
con los recursos derivados de San Salvador, tal como lo expresó el pri-
mer intendente, el oidor Ortiz de la Peña, “para no perder el traspaso
del diezmo y otras contribuciones de las significativas y ricas rentas que
llegaban de esa provincia, en comparación a lo que llegaba de las otras de
la arquidiócesis”.16

14 Zilbermann de Luján: 1995, p. 1754, Tomo III.


15 José Ortiz de la Peña en “Relación de la provincia de San Salvador, 1786”, AGI Gober-
nación, leg. 645.
16 Tal como lo expuso el primer intendente José Ortiz de la Peña en su “Relación de la provin-
cia de San Salvador, 1787”, BFI, CE, Manuscrito 360.

38
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Sin un obispado, el poder eclesiástico de esta intendencia fue limi-


tado; no contó con los recursos para establecer la fortaleza institucional
necesaria. La obtención de un obispado y la creación de un seminario tri-
dentino de formación de sacerdotes seculares fue una demanda constante
de las corporaciones, autoridades y fuerzas sociales de la intendencia, y
motivo del movimiento autonomista que demandó en las Cortes de Cá-
diz y que impulsó a los independentistas de esta intendencia.

Desde esos primeros años del régimen de intendencias, se instituyeron


cuatro vicarías, que dependieron de las autoridades eclesiales asentadas en
la ciudad de Guatemala: la de San Salvador, Santa Ana, San Vicente y San
Miguel, y dadas las limitaciones institucionales, en las parroquias de los
curatos siempre hubo escasez de párrocos que atendieran las necesidades
religiosas de los pueblos, sobre todo los alejados de las cabeceras, que no te-
nían iglesia o ermita, ya que esas localidades no contaban con un sacerdote
fijo; los religiosos llegaban eventualmente, lo cual disminuía la presencia de
la Iglesia. Pero, del otro lado de la moneda, los pueblos ganaron autono-
mía para llevar el gobierno y los recursos de las cofradías, y para fortalecer
el sincretismo religioso. La debilidad del poder de la Iglesia también era
notoria por la escasez de conventos, hospitales y escuelas. De acuerdo con
el censo del intendente Ulloa, en 1807 había un total de 81 religiosos, este
era un número muy reducido para la labor pastoral si se toma en cuenta
que la población total era de unos 165.000 habitantes, y si se compara con
el número de eclesiásticos en otros lugares, donde las reformas a la Iglesia
habían sido efectivas, por ejemplo, en Tucumán, en el virreinato de Río de
la Plata, al final del siglo XVIII y comienzos del XIX había 373 religiosos
para un total de 126.014 habitantes; en Buenos Aires eran 237 miembros
del clero al servicio de una población de unos 40.000 habitantes; en Lima
había unos 1.887 clérigos para un total de 368.427 habitantes, en Arequi-
pa eran 610 religiosos al servicio de una población de 145, 207 habitantes,
y en Cuzco el número de curas y eclesiásticos era de 789 para una pobla-
ción total de 407.424 habitantes (Caretta, Ayrolo, 2008: 45-70). Lo que
muestra que, en la intendencia de San Salvador, hubo menor presencia
religiosa que en otras partes de América.

El régimen de intendencias

Hacia 1785 fue efectuada una serie de cambios en la Audiencia de Guate-


mala, dentro del modelo del régimen de intendencias y subdelegaciones

39
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

implantado en todos los territorios de la monarquía. Este cambio polí-


tico administrativo fue uno de los más contundentes que implementó
la monarquía para sus propósitos de una eficiencia administrativa para
fortalecer el proyecto imperial de la monarquía. En el plano territorial,
se mantuvieron algunas demarcaciones provinciales anteriores: de cuatro
gobernaciones, trece alcaldías mayores y siete corregimientos se pasó a la
creación de cuatro intendencias, manteniéndose ocho alcaldías mayores,
dos corregimientos y una gobernación. Las intendencias estuvieron go-
bernadas por un intendente, que debía de ser un militar español peninsu-
lar, aunque no siempre se contó con oficiales de carrera militar; y bajo su
mando se nombraron los subdelegados de partidos para que gobernaran
bajo los criterios de las cuatro causas: policía, justicia, guerra y hacienda
que comprendía el gobierno económico y la política de policía con la que
el proyecto reformador deseaba fortalecer a la monarquía.

La nueva reorganización territorial también fue parte de esa reno-


vación política administrativa de gobierno. No fue un cambio radical,
puesto que no se suprimió totalmente la demarcación anterior sostenida
por los corregimientos y las alcaldías mayores, ya que algunas de esas
antiguas demarcaciones se mantuvieron. La permanencia de las alcaldías
mayores y corregimientos alrededor de la ciudad de Guatemala fue una
disposición que provino de los poderes arraigados de la capital para man-
tener las conexiones comerciales y políticas existentes entre la ciudad y las
regiones. Lo que sucedió en la ciudad de Guatemala y su alrededor fue
muestra del poder que ejercían las autoridades asentadas en la ciudad de
Guatemala. Los comerciantes vieron amenazados sus intereses económi-
cos, puesto que uno de los propósitos que tuvo el nuevo régimen político
administrativo de la monarquía fue limitar monopolios capitalinos que
afectaban las provincias, así como dar mayor poder a los intendentes que
el que tenían los alcaldes mayores.

40
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Tabla 1. División Territorial

DIVISIÓN TERRITORIAL DIVISIÓN TERRITORIAL


ANTES DE 1785 DESPUÉS DE 1785
Gobernación y comandancia de Costa Rica Gobernación y comandancia de Costa Rica
Gobernación y comandancia de Nicaragua Intendencia de Ciudad Real

Gobernación y comandancia de Comayagua Intendencia de San Salvador


Gobernación política del Soconusco Intendencia de Honduras
Alcaldía mayor de Chiapas Intendencia de Costa Rica
Alcaldía mayor de Sonsonate Alcaldía mayor de Suchitepéquez
Alcaldía mayor de San Salvador Alcaldía mayor de Sololá
Alcaldía mayor de Verapaz Alcaldía mayor de Escuintla
Alcaldía mayor de Huehuetenango y Totonicapán Alcaldía mayor de Sonsonate
Alcaldía mayor de Atitlán y Tecpanatitlán (Sololá) Alcaldía mayor de Verapaz
Alcaldía mayor de Quezaltenango Alcaldía mayor de Totonicapán
Alcaldía mayor de Chiquimula, Zacapa y Alcaldía mayor de Chimaltenango
Acasaguastlán
Alcaldía mayor de Chimaltenango Alcaldía mayor de Sacatepéquez
Alcaldía mayor de Escuintla y Guazacapán Corregimiento de Chiquimula
Alcaldía mayor de Amatitán Corregimiento de Quezaltenango
Alcaldía mayor de Sacatepéquez
Alcaldía mayor de Real de Mina
Corregimiento de Santiago de Guatemala
Corregimiento de Sutiaba
Corregimiento del Realejo o Puerto del Sur
Corregimiento de Nicoya
Corregimiento de Sébaco y Chontales
Corregimiento de Quezaltepeque
Corregimiento de Moninbó

Fuente: “Autos formados sobre la Real Cédula para que esta Real Audiencia remita una
relación individual de los corregimientos y alcaldías mayores de este Reyno” (Boletín del
Archivo General del Gobierno). Publicación trimestral, año 2. núm. 3, abril de 1937
(Guatemala: Secretaría de Gobernación y Justicia) pp. 274-239.

El nuevo régimen comenzó a aplicarse en 1785 a partir de la Real Orde-


nanza de Intendencias de la Audiencia de Río de la Plata de 1782. Su ante-
cedente más cercano es la visita iniciada en 1765 por José de Gálvez a Nueva
España, con instrucciones de evaluar si convenía o no establecer intendencias

41
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

en el virreinato. Su valoración afirmativa solamente fue efectiva en 1786, y


poco después se ordenó a la Audiencia de Guatemala la aplicación de las or-
denadas para Nueva España, las que entraron en vigor en la Audiencia el 22
de abril de 1787, bajo la presidencia de José de Estanchería.

El hecho de que no hubiera ordenanzas propias para la Audiencia de


Guatemala y que se adaptaran las producidas para otras partes de Améri-
ca, no dejó de ser un factor que abonó al frágil estado institucional, que
continuó en el aparato político administrativo, y al poco rendimiento
que dio la aplicación del nuevo régimen, puesto que tal situación generó
desconcierto y ambigüedad entre los oficiales nombrados para regir en
las provincias y sus partidos. Se establecieron solamente cuatro intenden-
cias: la de San Salvador en 1785, la de Ciudad Real (Chiapas), de León
(Nicaragua) y de Comayagua (Honduras) al año siguiente, y se mantuvo
la gobernación de Costa Rica. La ciudad de Asunción, de Guatemala, no
quedó establecida dentro de una intendencia, puesto que su estatus con-
tinuó siendo el de la ciudad sede de la Audiencia, además de que la nueva
ciudad capital había perdido dimensiones con el traslado al valle de la
Ermita; ahora era un reducido territorio, ya que dejó de tener pueblos
anexos. La capital era administrada por un cabildo de españoles, con-
trolado por el grupo de comerciantes más importantes de los asentados
en la ciudad capital. En el nuevo ordenamiento quedó establecido que
la ciudad de Guatemala sería la sede de la superintendencia, cargo que
recayó en el capitán general, quien a su vez era gobernador y presidente
de la Audiencia. Al mismo tiempo se estableció una junta superior de
Real Hacienda, presidida por el superintendente, la cual se encargaría,
entre otros asuntos fiscales y hacendarios, de la recaudación de propios
y arbitrios y de bienes de comunidad de los pueblos indígenas. Además
de las cuatro intendencias, se mantuvieron ocho alcaldías mayores, dos
corregimientos y una gobernación. Con estas modificaciones, la división
político-administrativa de la Audiencia se dispuso de 31 divisiones in-
ternas que tenía antes de la aplicación del nuevo régimen a 15 divisiones
administrativas, tal como se muestra en el cuadro.

42
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Tabla 2. División político-administrativa


INTENDENCIAS ALCALDÍAS MAYORES CORREGIMIENTOS GOBERNACIÓN

Ciudad Real Totonicapán Quezaltenango Costa Rica


San Salvador Sololá Chiquimula
Comayagua Chimaltenango
Nicaragua Sacatepéquez
Sonsonate
Verapaz y Petén
Escuintla
Suchitepéquez
4 8 2 1

Fuentes: Zilbermann: 1995, p. 36; García Vallejo: 2003, p. 55; Quezada: 2005; Juarros,
1808: p. 9, vol.1

Las intendencias fueron instituidas con más amplios poderes y atri-


buciones que las que poseían las alcaldías mayores y los corregimientos,
puesto que los nuevos oficiales se encargaron de todas las ramas tradi-
cionales del gobierno secular: hacienda, guerra, justicia y policía, ade-
más debían desempeñarse como vice patronos de la Iglesia, gobernar te-
rritorialmente espacios en los que antes constituían alcaldías mayores y
corregimientos; es el caso de la de Nicaragua, Comayagua y Chiapas o
de Ciudad Real. Por otra parte, se esperaba que las nuevas autoridades
gobernaran de cerca a la población, que llevaran con eficiencia la nueva
política de gobierno y estuvieran alejados de los negocios particulares
alrededor de sus cargos.

Las dos primeras intendencias que se crearon, es decir, las de San


Salvador y Ciudad Real, se encomendaron a dos oidores de la Audiencia,
José Ortiz de la Peña y Francisco Saavedra Carvajal, en un procedimien-
to que no era el habitual. Para las otras dos, las de Comayagua y León,
más alejadas de la capital, se nombró, como en la mayoría de los casos
en Indias, a los respectivos intendentes, Juan Nepomuceno de Quezada
y Juan de Ayssa. Ambos eran militares y respondían a los esquemas del
reformismo peninsular. Costa Rica se convirtió en un gobierno militar y
su gobernador desempeñó todas las funciones de un intendente, excepto
las de hacienda (Zilbermann,1995).

43
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

La intendencia de San Salvador

Esta intendencia, instituida el 17 de septiembre de 1785, se dividió terri-


torialmente en 15 partidos o distritos, con lo cual desapareció la antigua
división de tres provincias internas: San Salvador, San Vicente y San Mi-
guel. Hacia 1807, el territorio de la intendencia contaba con 126 pue-
blos, con una ciudad, la de San Salvador, que era la capital, y dos villas, la
de San Miguel, la más importante, y la de San Vicente.

La provincia de San Salvador poseía la extensión territorial más pe-


queña en el conjunto de las provincias de la Audiencia. No tenía más que
unas 1.900 leguas cuadradas, pero era la más densamente poblada y con
una economía básicamente agraria. Su posición geográfica la colocaba en
el lugar más aislado, comercialmente, a falta de una costa frente al mar
del Caribe donde se hacían las mayores transacciones comerciales; y a
las continuas restricciones para navegar que la Corona impuso a buena
parte de los puertos de la Audiencia en ambas costas, entre ellos todos
los de la provincia en el Pacífico, por los constantes asedios de piratas y
bucaneros, lo que perjudicó sustancialmente la comercialización de su
producción añilera, que era la más intensa producción agrícola comer-
cial de Centroamérica. Era una producción que se hacía en las haciendas
de españoles, en las de cofradías, en ejidos y tierras del común, es decir,
había grandes productores y “poquiteros”. Su comercio se hacía a través
de los mayores comerciantes locales articulados a redes de mercantes de
Guatemala, quienes enviaban el tinte a España por el puerto de Veracruz.
Pero sobre todo existía una economía de subsistencia basada en el cultivo
de maíz, frijol, calabaza, hierbas, algodón, tabaco en pequeña escala, cría
de gallinas y muy poco ganado; por lo cual la mayoría de las familias
fueron muy pobres.

El poder provincial de la intendencia constaba de pocas instancias


administrativas que se hallaban concentradas en la ciudad capital, y sola-
mente algunas de carácter subalterno se ubicaron en cabeceras distritales,
funcionando con pocos recursos y escaso personal, de manera que el apa-
rato administrativo existente era limitado, contaba con una burocracia
y una infraestructura menor a lo que requerían las necesidades, lo que
estuvo reflejado en las dificultades a las que se enfrentaron para el buen
funcionamiento del gobierno en todos sus niveles.

44
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Dentro del nuevo reordenamiento político administrativo, se estable-


ció una cadena jerárquica y un tejido de poderes como mecanismo que
garantizó la articulación del nivel de gobierno provincial, distrital y local.
En la jerarquía administrativa, el gobierno, en el nivel intermedio –como
se ha dicho antes–, estuvo a cargo de los subdelegados y alcaldes mayores
ordinarios, quienes actuaban en calidad de auxiliares de los intendentes,
pero no como simples apéndices, puesto que eran la primera autoridad
de las villas y pueblos de sus distritos. Estos burócratas españoles, que
también eran jueces, ocuparon un lugar importante en la política del
buen gobierno económico, llevando mayor control de la fiscalidad y de
la población. Como vamos a ver más adelante, las autoridades distritales,
a quienes la constitución gaditana nominó jefes políticos, ocuparon un
lugar importante en el proceso de independencia.

De acuerdo con la política reformadora, había un especial interés para


que San Salvador lograra un mejor desarrollo por su abundante producción
añilera. Sin embargo, cuando se iniciaron las reformas y el reordenamiento
intendencial, la opinión que se tenía de la provincia era que se hallaba en
un grave deterioro general. Para su mejoramiento y reforma, se nombró
primer intendente al letrado José Ortiz de la Peña, uno de los más destaca-
dos oidores de la Audiencia, quien manifestó, después de asumir el cargo,
que la problemática central de la provincia era “[…] el estado defectuoso de
la recolección fiscal, el estado de rezago por falta de créditos y la falta de una
organización apropiada […]”.17 De manera que dentro del nuevo régimen
se trató de reorganizar la administración, de promover el desarrollo agrícola
y comercial, y poner a funcionar el montepío de los cosecheros de añíl.
Emprender esto era prioritario, puesto que el tinte azul era el producto que
más prometía sacar a flote a la Audiencia.

El crecimiento demográfico en la región salvadoreña

Esta fue otra de las circunstancias que acarreó problemáticas que se vi-
vieron en la segunda mitad del siglo XVIII. El aumento de la población
de españoles, de ladinos, de mulatos y demás mesclas étnicas de la po-
blación de ascendencia africana causó presión y conflictos en torno a las

17 1o. Véase en Fierer: 1977


2o. “Relación de la provincia de San Salvador del oidor José Ortiz de 1787”, en BFI Biblio-
teca, P. Florentino Idoate, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, San Salvador, CE,
Manuscrito 360.

45
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

tierras indígenas; además produjo cambios en la composición social de


los pueblos de indios y de españoles. Paulatinamente, en la intendencia
fue aumentando el número de pueblos mixtos, es decir, los constituidos
por dos o tres barrios o parcialidades de españoles, de indios y de ladinos
(término que incluía a mulatos, pardos y zambos). Particularmente en la
intendencia de San Salvador, el crecimiento de la población se volvió más
dinámico, por el acompañamiento que tuvo de la expansión del cultivo
y el comercio del añil. En ese contexto también se dio una creciente
ladinización de la población indígena. Esa es la razón por la cual, en los
censos de años posteriores, se registran un número mayor de ladinos que
de indígenas. En el cuadro comparativo de la población censada entre los
años de 1740 a 1807 se puede observar dicho crecimiento.

Tabla 3. Crecimiento demográfico en la provincia de San Salvador

Población 1740 1807


Española 299 4.729
Ladina/Ascendencia africana 8.519 78.542
Indígenas 9.272 70.475
Total 18,090 153,746

Fuentes: Datos con base en el cómputo de la “Relación geográfica de la provincia de


San Salvador”, por Manuel Gálvez, alcalde mayor, 30 de marzo de 1740 -AI.17 (12) y
del intendente Antonio Gutiérrez, del plano político y económico de la provincia de
San Salvador, 1808. Anexo de Estado general de la provincia de San Salvador, Reino de
Guatemala, años de 1807, intendente Antonio Gutiérrez y Ulloa, corregidor intendente
de la provincia de San Salvador. Hay que tomar en cuenta que las cifras de los censos son
incompletas, puesto que se excluyó a los esclavos y a los indígenas y población de ascen-
dencia africana, mulatos que vivían de manera libre fuera del control de las autoridades
en haciendas, en barrancos o en lo que se llamaban rancherías o pajuides.

Hacia 1740, los españoles asentados en la provincia de San Salvador


eran vecinos de cinco lugares bajo el régimen de repúblicas de españoles:
la ciudad de San Salvador, la villa de San Miguel y los pueblos de San
Vicente, de Santa Ana y de Zacatecoluca. Entre ellos había burócratas,
propietarios de tierras dedicados al cultivo del añil y a la cría de ganado,
comerciantes, poseedores de ingenios de hierro, molinos de harina y otras
industrias; sus asentamientos se encontraban rodeados de arrabales de
mulatos que laboraban como empleados de servicios en las haciendas, o
especializados en algunos oficios, y otros eran miembros de las milicias
dedicadas a la defensa.

46
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

En la ciudad de San Salvador, además de hallarse 58 españoles aveci-


nados, había unos 3.400 mulatos en barrios ubicados en los márgenes de
la ciudad, que laboraban en las haciendas añileras, y una parte eran del
cuerpo de la milicia, además dedicados a algunos oficios. En la villa de
San Vicente vivían 46 españoles y en barrios aledaños al núcleo urbano
se encontraban asentados unos 2.300 mulatos, que formaban parte de la
compañía de milicia asentada en la villa, y que también se dedicaban a
variados oficios, a las labores agrícolas comerciales y a la cría de ganado de
las haciendas de los españoles. Fue en San Salvador y San Vicente donde
se concentró la mayor cantidad de mulatos. El pueblo de Santa Ana esta-
ba poblado por 23 españoles y unos 617 mulatos de milicia de caballería
y de infantería, dedicados también a los oficios de zapatería, herrería y
carpintería, y otros laboraban en el ingenio de fábrica de hierro cercana
al pueblo, en las haciendas de añil y de otros cultivos, como caporales y
jornaleros o dedicados a la cría del ganado; además, en este pueblo y en
pueblos anexos vivían unos 275 indígenas dedicados a la producción de
maíz, algodón para tejidos, cáñamo y mecate para alguna industria. En el
pueblo de Zacatecoluca había 12 españoles, 450 ladinos y mulatos y 410
indígenas, que habitaban pueblos anexos dedicados a cultivar en sus tie-
rras comunales maíz y otros granos, a la cría de cerdos y a la producción
de utensilios de barro.

Hacia 1807, con base en el informe y censo producidos por el inten-


dente de San Salvador, Antonio Gutiérrez y Ulloa, se aprecia el acelerado
ritmo de crecimiento de la población ladina, mulata e indígena de la
intendencia. Tal incremento era ocasionado por la inmigración y por el
proceso de ladinización de una parte de la población indígena sin que
esta se viera menguada, puesto que también estaba en crecimiento.

De acuerdo con el registro del intendente Gutiérrez y Ulloa, los nú-


cleos de población habían aumentado en relación con el censo de 1740,
sobre todo los de indios y los que el intendente identifica como mulatos,
aunque en realidad eran pueblos, aldeas o rancherías en las que vivían
diversos grupos de gente, incluso indígenas escapados de sus pueblos, tal
como se muestra en la tabla que sigue.18

18 Gutiérrez y Ulloa, 1962.

47
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Tabla 4. Núcleos de población

Poblaciones n.o
Ciudades 2
Villas 1
Pueblos de indios 126
Pueblos de mulatos 4
Aldeas de mulatos 82
Reducciones de mulatos 4
Ranchos o rancherías, valles y pajuides 43
Fuente: Gutiérrez y Ulloa, 1962. Datos de población de El Salvador con base en el
Estado General de la intendencia de San Salvador de 1807.

El buen gobierno económico

La fundación de poblados urbanos se hizo desde la primera mitad del


siglo XVI, esto fue parte de una política de colonización en toda la Amé-
rica. Se crearon ciudades y villas como centros urbanos de españoles,
bajo el régimen de repúblicas de españoles; y se llamaron comúnmente
pueblos a los núcleos urbanos de indígenas, bajo el régimen de repúblicas
de indios o pueblos de indios. Como parte de su política, se crearon dos
repúblicas separadas.

Con el paso de los años, este fenómeno cambió; lo mismo que la se-
paración étnica de los vecinos, especialmente en las capitales y urbes im-
portantes, que se convirtieron paulatinamente en centros multirraciales.

Entre otros casos, se fundó en 1635 la villa de españoles y ladinos,


negros y mestizos de San Vicente de Austria (Luján Muñoz, 1995: 909-
923). En ambas repúblicas, la Iglesia tenía un papel central, tanto en la
religiosidad como en el control de la ideología, de la educación y de la
alfabetización. Así, el tiempo, para todos los grupos sociales, transcurre al
ritmo de los campanarios y del calendario litúrgico.

En Centroamérica, las repúblicas de españoles se erigieron como nú-


cleos mercantiles y centros políticos, de burócratas de gobierno, de clé-
rigos conventuales y vecinos peninsulares, criollos y mestizos dedicados

48
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

al comercio y a la agricultura. En los primeros núcleos de españoles esta-


blecidos en San Salvador y de Sonsonate, se asentaron algunos españoles
que habían sido conquistadores. Es el caso de Sancho Figueroa, que se
estableció en la villa de San Salvador, a quien se le dio indios en enco-
mienda;19 otros que llegaron a la villa eran parientes de las familias de
conquistadores asentadas en la ciudad de Guatemala.

Con el tiempo, también llegaron familias de reciente arribo de la pe-


nínsula y que habían logrado en poco tiempo cierto arraigo económico,
social o político por sus empresas agrícolas y comerciales.

En pueblos, villas y ciudades de españoles debió de organizarse el


cabildo anualmente entre los vecinos más idóneos, eligiéndose entre ellos
el alcalde ordinario, el alcalde de Santa Hermandad y demás justicias
que se encargaron de administrar la justicia y todo lo concerniente con
el buen gobierno. En lo que es el actual El Salvador, las ciudades como
San Salvador, los pueblos como el de Santa Ana y las villas de San Miguel
y San Vicente, así como la villa de Sonsonate, constituyeron los centros
urbanos más importantes.

Aunque los criollos eran más numéricamente, ocupaban un lugar


secundario en la administración colonial. Entre criollos y peninsulares
hubo diferencias, por los privilegios otorgados por la monarquía a los pe-
ninsulares, que le eran negados a los criollos. Es el caso de algunos cargos
públicos, que únicamente les eran otorgados a los españoles peninsulares,
tales como el puesto de alcaldes mayores, y de intendentes y subdelegados
de partidos, cuando se instaló el régimen de intendencias en el último
cuarto de siglo XVIII. No obstante, criollos y peninsulares se encontra-
ban entrelazados por múltiples lazos familiares y mercantiles (Solórzano,
2012: 32). Las diferencias y rivalidades entre los españoles en general, en
la Audiencia, no fueron solamente entre peninsulares y criollos a escala
local, sino más bien entre grupos de poder político y económico de la
ciudad de Guatemala y los grupos de poder asentados en los núcleos
urbanos de españoles de las provincias. Esto se nota muy bien cuando se
creó la intendencia de San Salvador, aflorando los intereses locales para
mantener las provincias internas, insistencia que se mantuvo en los años

19 Real Provisión expedida en Valladolid a 29 de enero de 1538, en AGI, Audiencia de Guate-


mala, Leg. 393, Libro 2.

49
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

de la independencia y a la hora de crear el nuevo diseño administrativo


en la época de la República Federal.

Para la vigilancia y el control rural y urbano se establecieron cuerpos


de milicias, y en Indias se establecieron los Dragones para contener a la
delincuencia en las costas y en los pueblos, era la Real Hacienda la encar-
gada de la manutención de esta tropa.20

Desde el año de 1763, en la Audiencia de Guatemala quedó estable-


cido que había que distribuir milicias en cuarteles para que apoyaran al
gobierno y a la administración de justicia, y así los capitanes de milicias y
tropa deberían de auxiliar a los alcaldes ordinarios en las cárceles y demás
diligencias de vigilancia.21 Antes de la segunda mitad del siglo XVIII, las
milicias habían estado inexistentes no únicamente en la ciudad de Gua-
temala, sino también en las ciudades y villas capitales provinciales y en
otras poblaciones de segunda importancia; y también se pidió guardias
para las cabeceras de provincias, para la protección de las cajas reales y
para controlar algún disturbio.22

En la provincia de San Salvador, los cuerpos de milicias mejor organi-


zados fueron los de la capital y San Miguel; fuera de estos centros urbanos
eran muy rusticas, carecían de comandante o comisionados militares, y, a
falta de un jefe militar, le correspondió al subdelegado de partido no solo
controlar a la tropa, sino aprehenderlos cuando a falta de control algunos
se dedicaban a delinquir.23

Las repúblicas o pueblos de indios, así como las repúblicas de españoles,


se crearon tras el establecimiento de la nueva organización política admi-
nistrativa en el ámbito local, dentro del concepto de sociedad corporativa y

20 Véase en AHN, Diversos y colecciones, Códice 757, “Consultas y pareceres dados a S. M.


en asuntos del gobierno de Indias. Siglos XVI, XVII y XVIII”, Recopilado por D. Manuel José de
Ayala, archivero, tomo VI, fl. 11, 1768.
21 Véase en AHN, Diversos y colecciones, Códice 757, “Consultas y pareceres dados a S. M.
en asuntos del gobierno de Indias. Siglos XVI, XVII y XVIII”, Recopilado por D. Manuel José de
Ayala, archivero, tomo VI., fl. 8, 1768.
22 Véase en AGCA, AI.3, leg. 2590, exp. 21160, folios 2 y 3, 17 de abril de 1742.
23 Véase en ANCR, CL, Sección CO, signatura 001105-co, fecha 21-10-1797, documento en
el que el escribano de Cámara certificó que el gobierno superior había aprobado y hecho exten-
sivo a los lugares que estaban en idénticas circunstancias a la provincia de San Salvador, sin jefes
militares, para que como en el caso del subdelegado de Cojutepeque pueda aprender soldados que
delinquen en aquel pueblo.

50
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

estamental del siglo XVI, en las que los indígenas, en su mayoría, vivían en
una pobreza absoluta en el escalón inferior de la estructura social estratifi-
cada, entre el diezmo, el tributo y otras cargas fiscales y laborales.

Aunque en algunas partes de Centroamérica varios grupos étnicos


quedaron fuera de esas reducciones, puesto que no pudieron ser con-
quistados y colonizados. Se trata particularmente de los choles, manchés,
mopanes y lacandones de la zona norte de lo que hoy es la República de
Guatemala. Si bien hubo varios intentos por someterlos, éstos respon-
dían con levantamientos (Luján Muñoz: 909-923). De igual forma, los
grupos étnicos de la costa atlántica de Honduras y Nicaragua quedaron
fuera de la colonización española; éstos optaron por una alianza con los
ingleses asentados en las Antillas Menores dedicados al contrabando y al
mercado ilegal.

En el territorio de Sonsonate y de San Salvador, una región de etnias


nahuas-pipiles, nonualcas y lencas, entre otras, como en el resto de la
Audiencia, la vida dentro de las repúblicas de indios se instituyó alrede-
dor de los cabildos, órganos de gobierno sobre la base de la organización
municipal castellana y con algunos componentes de la organización del
gobierno indígena. Así se retomó la figura de los “principales”, parte de
sus antiguas atribuciones y funcionamiento de la estructura social tradi-
cional mesoamericana.

Hacia el último cuarto del siglo XVIII, José Ortiz de la Peña, comi-
sionado por la Audiencia para evaluar la situación de poca productividad
en la que se encontraba la provincia de San Salvador, inició ciertas reno-
vaciones en la vida de las repúblicas de indios con el propósito de diseñar
una política para mejorar la producción añilera, generar mayor número
de fuerza laboral para el cultivo del jiquilite y aliviar a los hacendados
de los “excesos” y la “escandalosa vagancia” de mucha población diversa
que vivía libre y sin control. El jurista y oidor tomó en cuenta las nuevas
directrices de gobierno para redactar un reglamento que normalizara las
relaciones laborales entre jornaleros y hacendados, detalló la rutina diaria
del trabajador, estableció salarios para cada una de las actividades del
cultivo y obraje: limpia y desbroce de la tierra, siembra, desyerba, corte y
procesamiento (Fernández, 2003: 87). Esta intervención fue considerada
necesaria, dado el incremento de la población indígena que huía del régi-

51
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

men y de las obligaciones de las repúblicas de indios, de la justicia local,


de las cargas tributarias y religiosas, así como del aumento de la pobla-
ción “foránea” que se hallaba viviendo en rancherías o pajuides, en chozas
improvisadas dentro de las haciendas, en barrancas, en descampados o
muy cerca de los pueblos de indios.

Las medidas, frente a esa población considerada conflictiva, de mal-


hechores, vagabundos o salteadores de caminos, se habían iniciado a
mediados del siglo XVIII para solucionar la problemática de la falta de
control de dicha población, y que, además, no aportaba en la recaudación
fiscal. Se trataba de población “foránea” que migraba a zonas agrícolas,
particularmente añileras, ubicadas en Escuintla, Sonsonate y San Salva-
dor. Estos grupos foráneos eran un compuesto de población indígena
que habían salido de sus pueblos, a los que se identificaba como ladinos,
población diversa de origen africano (negros libres, mulatos, zambos o
pardos), mestizos y españoles pobres a los que generalmente llamaban
mulatos o ladinos. Se impulsó su congregación en parcialidades dentro de
pueblos de indios y de españoles. Fue la república de indios la institución
modelo a la que los reformadores recurrieron para organizar y unificar el
funcionamiento de los nuevos barrios de ladinos y de mulatos, adaptán-
dolos al mismo régimen de gobierno que regía a los pueblos de indios.
De esa manera, a algunos se les distribuyeron tierras, participaron en la
mita, fueron atendidos por los párrocos, establecieron cofradías y cajas
del común, debieron de pagar el diezmo y el tributo, con la distinción de
que a los alcaldes de pueblos o parcialidades de ladinos y mulatos se les
dio carácter de pedáneos.

Así, la ampliación del régimen de repúblicas de indios, el aumento de la


población y el desarrollo económico comercial de la región añilera activa-
ron cambios en la composición étnica y social de la población, fenómeno
que se desarrolló de forma intensa en la provincia de San Salvador y Sonso-
nate. Puesto que, a pesar de las medidas tomadas de regresar a los indígenas
a sus pueblos y hacer parcialidades o barrios de mulatos, de pardos o de
ladinos separados a los indígenas, el mestizaje fue intenso, particularmente
entre la población que continuamente huyó de sus pueblos para engan-
charse libremente a las labores de las haciendas y obrajes, y no bajo la forma
de repartimiento de indios bajo el control de los alcaldes mayores, y de los
subdelegados cuando se estableció el régimen de intendencias.

52
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

En ese marco de la política del buen gobierno económico, fue pro-


movida con mayor intensidad la mano de obra asalariada a través del
repartimiento de indígenas –como ya se hizo mención–, siendo este uno
de los mecanismos autorizados y reglamentados para que autoridades y
propietarios contaran con mano de obra indígena necesaria, para las la-
bores agrícolas en propiedades de españoles.

En esos años fue San Miguel y buena parte de la zona oriental de la


provincia de San Salvador lo que se convirtió en el centro de mayor pro-
ducción de añil de la Audiencia,24 y fue también la de mayor producción
de tabaco, de cacao, caña de azúcar, algodón y café; aunque estos cultivos
se dieron en menor escala, además de sostener una economía de subsis-
tencia basada en la producción de maíz y frijol.

Las últimas cuatro décadas del siglo XVIII fueron las del boom añile-
ro. Al final de ese siglo y en los primeros años del siglo XIX, la gran ex-
pansión de este cultivo se había detenido por las plagas de langostas que
provocaron hambrunas y por la interrupción del comercio legal a causa
de la guerra de España con Inglaterra. Sin embargo, la economía de San
Salvador y Sonsonate continuó girando alrededor de la producción y la
comercialización del añil hasta muy entrado el siglo XIX.

En ese contexto y en el marco del régimen de intendencias y subde-


legaciones, el funcionamiento de los pueblos y de las parcialidades de
indios, de ladinos y de mulatos fue regulado a través de una serie de
reglamentos que detallaban cómo debía llevarse a la práctica el buen go-
bierno económico de manera eficiente, y cómo debía de transcurrir la
vida cotidiana de la población a partir de dicha política, dentro de la cual
se encontraba en el centro el concepto de policía. Un concepto integral,
entendido como la búsqueda del buen orden público y la recta admi-
nistración de justicia, para lo que se necesitaba ejercer vigilancia de la
conducta individual e inyectar disciplina, rutinas y nuevos hábitos, con-
trolar la movilidad social y la conflictividad (Apaloaza, 2015). Esta idea
de policía se enmarcaba en el gobierno tradicional del antiguo régimen
de las cuatro causas: policía, justicia, hacienda y defensa, que fue retro-

24 Durante el último cuarto del siglo, Centroamérica, liderada por El Salvador, produjo apro-
ximadamente 25 millones de libras de índigo. (Véase, Troy S. Floyd, 1989: pp. 90-110).

53
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

alimentado con las ideas del Tratado Delamare de 1738,25 que buscaba
generar un concepto integral que abarcara todos los espacios, es decir, el
alma, el cuerpo, el orden público, la riqueza y el comercio, con lo que se
trataría de resolver problemas del ámbito urbano, establecer el equilibrio
y la mejor convivencia. Todo esto quedaba muy bien incorporado a la
nueva idea liberal de felicidad, razón y progreso que se imprimía en el
pensamiento de los reformadores, vinculada con la teoría económica y
acentuando la vida útil de los súbditos (Apaloaza, 2015).

Así las repúblicas de indios se mantuvieron como estructuras de or-


ganización del gobierno espiritual y administrativo, bajo relaciones de
dominio y de autoridad, estableciendo los órdenes institucionales, jerar-
quías y valores sociales hasta que, a partir del constitucionalismo gadi-
tano, estas instituciones cedieron el paso de forma gradual a los nuevos
Ayuntamientos. Un ejemplo especialmente representativo de cómo fue
reglamentada de manera detallada la vida no solo de la población indíge-
na, sino también de la población ladina y de castas, al ser establecido el
régimen de intendencias en la Audiencia de Guatemala, es el instrumen-
to normativo titulado –“A que deberán de arreglarse los gobernadores de
los pueblos de indios”– para los distritos de la intendencia de San Salva-
dor, de 18 de diciembre de 1787, producido con el propósito de ejercer
vigilancia y hacer efectivo el régimen de repúblicas de indios dentro de
la nueva política.

El reglamento en mención fue redactado en el marco de la producción


de diversas regulaciones locales, entre otras: instrucciones, acuerdos y
bandos, que formaron parte del nuevo cuerpo jurídico que desde media-
dos del siglo XVIII se produjo en territorios iberoamericanos, en función
de la reorganización del aparato de gobierno.

25 El Tratado Delamare recoge la tradición francesa de la concepción de la policía, el cual surge


como un proyecto ambicioso en el reinado de Luis XIV para producir un inmenso compendio
en varios tomos de reglamentos y ordenanzas publicadas entre 1705-1738. Policía en el siglo
XVIII, era sinónimo de buen gobierno, civilización, buena crianza y urbanidad en el trato y en las
costumbres, según el Diccionario de la lengua castellana de 1737. En la tradición francesa, la con-
cepción de policía aparece dentro de las propias estructuras administrativas institucionalizadas,
no se concebía como una ciencia de la policía, sino como una legitimidad de las prácticas. Una
concepción distinta a la germana, que se desarrolló en el seno del cameralismo. La conceptualiza-
ción de la policía inicia en el siglo XVI, entendida como el gobierno de las nimiedades cotidianas,
que se ocupa de los pequeños asuntos, para atender los conflictos cotidianos.

54
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

La formulación de la normativa fue ordenada por el presidente de


la Audiencia en cumplimiento de lo dictado por la Real Ordenanza de
Intendentes, además fue producto, según el jurista y fiscal de la Audien-
cia José Ortiz de la Peña, quien la redactó, del incumplimiento de otros
reglamentos dictados por él, que debían de ser aplicados bajo los cambios
políticos administrativos que estaban ocurriendo. Así que, cuando este
jurista fue nombrado primer intendente de la provincia de San Salvador
–por su conocimiento de la problemática social y económica de aban-
dono en la que se encontraba, pues hacía unos años le había solicitado
el presidente de la Audiencia que elaborara un diagnóstico del estado
de la producción del añil, ya que ésta se encontraba aletargada–, entre
las primeras labores de su gobierno, que duró entre 1786 a 1789, fue la
formulación de varias normativas locales.

De acuerdo con lo expuesto por el intendente Ortiz de la Peña, la


instrucción estuvo sustentada por un conjunto de normativas vigentes: la
Cédula Real de 1758, la Recopilación de Leyes de 1680, las Ordenanzas
de Intendentes, diversos acordados de la Audiencia de Guatemala y al-
gunas decisiones del Concilio mexicano, pero también basada en la cos-
tumbre para el arreglo del gobierno económico y policía de los pueblos:

Con el importantísimo objeto de reformar su policía; arreglar sus


costumbres, fomentar el cultivo de sus tierras que se encuentran en
el más deplorable abandono, y hacer producirles los copiosos frutos
que ofrece su naturaleza, por la desidia a que están habituados y
toscos métodos que se observan en sus labores.26
Esta normativa era parte de un esfuerzo por sistematizar el orden
jurídico, pero al mismo tiempo tenía una base en la casuística. Estaba
contenida en 31 artículos que regulaban ampliamente los asuntos de la
vida cotidiana de los pueblos, regulando todos los aspectos de la convi-
vencia social: 1) Las obligaciones religiosas, en las que destacaba la obli-
gada concurrencia de todos los indios a la misa, la de los niños y niñas a
la doctrina y la de los justicias que la hubiesen olvidado, sobre el uso de
los caudales de las cofradías y la limosna voluntaria, el respeto que se le
debe a los padres curas por todos los naturales y justicias; 2) La enseñan-

26 La idea de sistema deviene como resultado de un significativo desenvolvimiento teórico


del Derecho en el marco de un conjunto de factores y estimaciones sociales que favorecieron esa
concreción. Ese desenvolvimiento se llevó a cabo a lo largo de tres siglos, desde el Humanismo
renacentista hasta la Ilustración, véase en Víctor Tau, 1992. p. 176.

55
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

za de las primeras letras, aspecto de la mayor importancia que continuó


regulándose, tal como se aprecia en el Real Acuerdo de Guatemala, de 24
de enero de 1799, que planteó que era necesario uniformar las escuelas
de primeras letras en pueblos de indios a fin de que los maestros cumplan
con su ministerio e infundan a los indiezuelos buenas máximas morales y
políticas, para esto se pedirá información sobre población en las escuelas,
el salario que ganan los maestros, se informara sobre el gasto anual que
se hace para las cartillas, papel, plumas y demás utensilios de escuelas
donde hayan 100 tributarios, donde no haya espacio para la escuela se
deberá construir (Gaceta de Guatemala, 1799: 79-80); y 3) El fomento a
la economía prohibiendo las derramas de los indios sin motivo, haciendo
aumentar las cementeras de cajas de comunidad, obligando a concurrir
no solo a los macehuales, sino también a los principales a los trabajos
comunes, obligando a los indios a hacer sus siembras particulares, que
mantuvieran limpios sus cultivos, que todos contaran con los instrumen-
tos de labranza, que las mujeres tuvieran crianza de cerdos y gallinas, que
los gobernadores se encargaran de la mita o reparto de macehuales a las
haciendas y las labores de españoles; 4) La regulación de las costumbres,
dentro de lo cual se establecía que debían de andar vestidos, que evitaran
escándalos y pecados públicos como embriagueces y amancebamientos,
que en sus casas dejaran de dormir en el suelo, para lo cual debían de tener
camas o tapescos y cobijas, que sus casas fuesen de adobe, con repello por
dentro y pintadas de cal por fuera; 5) La construcción y mantenimiento
de obras públicas, que incluía entre otros el ordenamiento y la limpieza,
mantener calles y caminos públicos, construir cabildos y cárceles de teja
y no dejar avecindarse gente ladina en los pueblos de indios; 6) Los abu-
sos, la persecución del delito y los castigos, para lo cual se indicaba a los
gobernadores y justicias que aplicaran castigos de manera moderada y sin
crueldad, que no se permitiera el abuso generalizado de los justicias de
aplicar castigos de noche de cincuenta, cien y hasta doscientos azotes, que
los limitaran a 12 azotes de picota, regrabando la pena con moderación
y arreglo a las reincidencias que en segunda ocasión fuese de veinticinco
azotes y diez días de cárcel, y por la tercera con pena doblada, se prohibía
los azotes a mujeres y que en todos sus delitos se procediera a las correc-
ciones de acuerdo con los padres curas, que los justicias no obligaran al
servicio de la mita a los que estaban en turno, enfermos o trabajando sus
milpas, se prohibía el castigo de colgar por las manos en alto a los natu-

56
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

rales durante algún tiempo, se prohibía los perjuicios y vejaciones a los


macehuales por parte de los alguaciles, fiscales y porteros de conventos y
casas parroquiales al emplearlos casi todo el año.

Para implementar estas nuevas normativas que vigilaban y disciplinaban


con detallismo de manera amplia la vida de los pueblos, fue renovada la
figura de los gobernadores de pueblos de indios, antiguos oficios étnicos
que habían sido suprimidos, y quienes en este nuevo régimen ocuparon un
lugar sustancial en el funcionamiento del gobierno local, y en la vigilancia
de los alcaldes para que cumplieran con sus atribuciones. Además, les fue
encargado el cobro de los tributos y demás asuntos fiscales. Ellos eran
los auxiliares de los jueces subdelegados de partidos para que hubiera un
buen gobierno en beneficio de las finanzas de la monarquía y generando
beneficios para el bienestar de la población, procurando las cosas que
necesitaban para subsistir.

Este nuevo orden político, siendo un régimen coercitivo y de domi-


nación, que ambicionaba uniformar y ordenar de forma “civilizada” la
vida de los indígenas y ladinos, causó tensiones y diversas estrategias de
resistencias para evadir o enfrentar la continua tensión, las obligaciones
reguladas, entre otras, motines y huidas de los pueblos, migrando libre-
mente de manera temporal o permanente a los obrajes y tierras de culti-
vo, especialmente del añil.

Políticas fiscales, productos estancados y restricciones comerciales

Desde la época de Carlos III, y sobre todo de su sucesor Carlos IV, las
políticas fiscales, monopólicas generaron muchos malestares. El aumento
de la alcabala, el comercio limitado, el estanco del tabaco y aguardiente y
otros monopolios de Estado perjudicaron por igual a grandes y pequeños
comerciantes criollos y peninsulares, a parcialidades de indígenas, ladinos
y consumidores de todos los sectores.27 Posteriormente, a propósito de la

27 Véase, en el documento SV, 0301,001, 01, caja 7.3, exp. 3, 5 Folios, del Archivo Municipal
de Sonsonate AMS, un ejemplo de los cobros continuos de la alcabala, como parte de la política
fiscal, que se aplicaron con las reformas borbónicas, en el que se comisiona al alcalde mayor de la
provincia de Sonsonate, capitán don José Ventura Laynes, para la cobranza de los deudores que
están debiendo en el pueblo de Izalco a la administración de alcabalas. También el documento
SV 0301 001 04 caja 06.1, exp. 1 3 Folios, del archivo municipal de Sonsonate, AMS, refleja
los continuos cobros de tributos a los indígenas. El documento también muestra cómo los indí-
genas no los pagaban tal como lo exigían los funcionarios, puesto que el documento fechado en

57
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

guerra con Gran Bretaña (1779-1783), las demandas de la Corona por


más impuestos aumentaron. Con la guerra de 1796, las demandas fiscales
de la monarquía continuaron, también con las guerras, los mercados se
estrecharon, y desde 1804 la presión fiscal y monetaria aumentó a partir
del decreto del 26 de diciembre, con el que se regularon los préstamos a
fondos de pensiones militares, donaciones a familias ricas, fondos públi-
cos a los consulados y a los cabildos; pero el agravio mayor de este decreto
fue la llamada consolidación de vales reales, con la que se ordenaba la
confiscación de los fondos de caridad que existían en América y su remi-
sión a España.28

En el siglo XVIII, la monarquía borbónica también tuvo que mante-


ner una actuación enérgica frente a las potencias rivales que amenazaron
su estabilidad y su comercio trasatlántico. Desde el siglo XVI hubo incur-
siones desde las costas a tierras indias, especialmente en el Atlántico, en
la Patagonia, en la Florida, La Luisiana, en La Habana y en la costa de la
Mosquitia centroamericana.

La costa atlántica de la Mosquitia –como se ha dicho al inicio del


capítulo– no pudo ser colonizada por la monarquía española debido a
la resistencia indígena y por lo inhóspito de su medio; por lo mismo
fue una oportunidad para los contrabandistas ingleses y holandeses para
crear asentamientos y establecer alianzas comerciales con la población
indígena asentada, con quienes cambiaban ropas, telas inglesas, objetos y
herramientas de hierro, traídos de Jamaica, por plata, oro, mulas, índigo
y cacao, donde además introdujeron esclavos de origen africano, de cuya
mezcla con los indígenas resultó, en la costa de Honduras y Nicaragua, el
grupo conocido como zambos (Ibarra, 2011:14, 116).

La piratería fue una actividad frecuente en Centroamérica desde


mediados del XVI, en ambas costas, aunque con mayor impacto en la
atlántica. Constantemente los piratas saquearon la Mosquitia y toda la
costa atlántica, a los pueblos de la frontera segoviana, a los puertos y
fortificaciones españolas, acompañados de hombres armados; constituyó
el acicate para estos pueblos y una oportunidad para acometer contra

1790, es un comunicado del alcalde mayor de Sonsonate para los pueblos aledaños a la villa, para
el cobro de tributos del año anterior.
28 John Lynch, 2000: p.1.

58
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

los españoles. Algunas veces los pueblos hacían alianzas con los piratas
para atacar a los españoles (Ibarra Rojas, 2011: 73). A mediados del siglo
XVIII en la cuenca del Caribe, tanto en las islas como en tierra adentro
de la costa atlántica centroamericana se vivió un escenario particular del
conflicto anglo-hispano. En 1742, los británicos tomaron Roatán. Años
después, en 1756, Inglaterra le declaró la guerra a España, que finalizó en
1763, con cambios decisivos en el mapa geopolítico de Europa y Améri-
ca. Un conflicto que era parte de la continuación de los enfrentamientos
de hacía dos siglos y medio en torno al ordenamiento de las tierras ame-
ricanas al norte y al este del México español (Galasso, 2014: 11), y tras el
cual el Imperio español tuvo las mayores pérdidas en las islas del Caribe,
puesto que sus posesiones se limitaron a la parte oriental de Haití, Cuba
y Puerto Rico; el resto e islas mayores y menores fueron repartidas entre
los franceses, los ingleses y, en menor medida, los holandeses.

Frente a esto, España reafirmó su dominio colonial, y fue lo que ori-


ginó los cambios en la organización político-administrativa en América y
Filipinas. Iniciando con la intendencia de La Habana, y luego continuó
con la creación de los nuevos virreinatos, audiencias, capitanías generales
y demás estructuras locales. Para el historiador Guiseppe Galasso, fue
precisamente esta concepción colonial general la que constituyó la mayor
debilidad imperial que llevaría a la pérdida total y simultánea del vasto
ámbito hispanoamericano (Galasso, 2014:13). España quiso blindar su
imperio desplegando la nueva política de gobierno económico, que im-
plicó amplias trasformaciones, conocidas en la historiografía como las
reformas borbónicas frente a las nuevas potencias oceánicas –holandesa,
francesa e inglesa–, que eran capaces de atentar seria y gravemente contra
la seguridad de sus extensos dominios, asaltar y saquear sus puertos más
importantes, interceptar sus naves y las escoltas que conectaban el comer-
cio entre América y la península ibérica (Fernández, 2003: 24).

Para España, sólo existía un medio de contrarrestar el comercio ilegal


al que se dedicaban las potencias europeas, y éste era la admisión del
comercio con neutrales; así que se observa la finalización del comercio
legal controlado desde Cádiz, que persistió hasta 1796, así como el sub-
siguiente predominio de mercaderes británicos y estadounidenses como
abastecedores de bienes europeos en Centroamérica y en el resto de las
posesiones americanas, cuando los ingleses efectuaron un efectivo blo-

59
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

queo marítimo al comercio español-hispanoamericano. Este fue el pre-


ludio de la devastadora derrota en Trafalgar, en 1805, donde la caída de
la Armada ocasionó la separación comercial de España de sus dominios
americanos (Paquette, 2014:74-75).

Así, el monopolio comercial español concluyó entre los años de 1797 y


1801. Esto, para algunos historiadores, entre otros, Tulio Halperín Don-
gui, fue un adelanto de la independencia económica de las colonias. Y
mientras descendían las exportaciones coloniales de Cádiz, el comercio de
los Estados Unidos e Inglaterra se elevó (Halperín Dongui, 1991: 18, 19).

De acuerdo con Halperín Dongui, los últimos restos del poderío


naval español fueron barridos el 5 de octubre de 1804 cuando unas fra-
gatas británicas interceptaron una gran flota que transportaba metales
preciosos desde Río de la Plata, hundiéndole uno de los barcos españoles
y capturando tres. Al año siguiente, en Trafalgar, se completó el desastre.
Así y sin una flota transatlántica, España quedaba aislada de América.
Desde 1805, los barcos neutrales dominaron el comercio entre España
y sus colonias, pero este fue disminuyendo a tal grado que en 1806 no
entró ni un solo barco en La Habana; y en 1807, la metrópoli no recibió
ni un solo cargamento de metales preciosos (Halperín, 1991:19).

El comercio centroamericano se vio afectado nuevamente. En 1781 se


autorizó a los puertos de Omoa, Trujillo (Honduras) y Santo Tomás de
Castilla (Guatemala) para que comerciaran directamente con la metró-
poli, para exportar añil y otros productos, sin que esa apertura sustituyera
la importante ruta terrestre hasta el puerto de Veracruz. Pero los puertos
secundarios de Honduras y Guatemala volvieron a perder actividad, de-
bido a la frecuente interrupción del comercio a lo largo de la costa hon-
dureña, tanto por las incursiones enemigas como por los ataques a los
barcos españoles en el golfo de Honduras. Así, de nuevo las exportaciones
de Centroamérica hacia España no pudieron realizarse por los canales de
comunicación que la Corona intentó revitalizar (Solórzano, 2012:50).

Para cerrar, quisiera acentuar en la idea de que la monarquía hispáni-


ca, como otras del espacio europeo en la segunda mitad del siglo XVIII,
experimentó un proceso de reformas administrativas apoyado en algunos
planteamientos del nuevo pensamiento avanzado en el espacio cultural de

60
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

lo que se ha llamado la Ilustración, con la finalidad de mantener la natu-


raleza tradicional de la monarquía en todos sus territorios, conservando,
en el plano institucional, el orden jurídico preexistente. Terminaban así
los años de innovaciones borbónicas; aunque no hubo rupturas radicales,
puesto que el constitucionalismo gaditano se abrió paso manteniendo
algunos pilares de antiguo régimen, entre otros, las divisiones territoriales
de intendencias y partidos, cierto cuerpo de normativas, instituciones,
funcionamientos y prácticas, y algunas figuras políticas gubernamentales.

61
62
CAPÍTULO II
Redes de facciones y espacios de sociabilidad bajo el influjo
de las nuevas corrientes de pensamiento

“Los cuerpos políticos necesitan almas,


y las almas de estos cuerpos deben de ser los sabios.”

“El patriotismo ilustrado avanza la causa de la patria;


el patriotismo que no lo es, la
atrasa y la entorpece.”
Valle29

Las nuevas corrientes de pensamiento difundidas en Centroamérica, so-


bre todo en las últimas décadas del siglo XVIII y en las dos primeras
del XIX, fueron parte de ese conjunto diverso de las doctrinas políticas
que circularon entre Europa y América. Así llegaron a la región diver-
sos planteamientos, sobre todo en el orden político y económico, que
dieron soporte a los propósitos renovadores administrativos de gobierno
de la monarquía de antiguo régimen, igualmente fueron planteamientos
asimilados por las élites con arraigo local de la capital, de la Audiencia
y de las provincias para recrear planteamientos políticos y económicos,
valores seculares, comportamientos e imaginarios, que fueron una base

29 En artículo de José Cecilio del Valle, “El Sabio”, publicado en la sección Ilustración y Ciencias,
en José del Valle y Jorge del Valle (1830) [coomp.], Obras de José Cecilio del Valle, t. II, pp. 8-12.

63
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

para el cuestionamiento del antiguo régimen, y hacer propuestas, desde


la perspectiva de la posición social de las que eran parte, de sus intereses
y prospectos económicos; y también fueron una base fundamental, para
el espíritu autonomista renovador con el que actuaron después de la crisis
política de 1808, para definir propuestas de cambios en los debates de las
Cortes de Cádiz, y para fundamentar sus planteamientos republicanos y
federalistas en la construcción de la nueva nación centroamericana des-
pués de la independencia.

Sin embargo, ese nuevo pensamiento hizo contraste en los intelec-


tuales de clases medias y de sectores de poder económico, quienes eran
los instruidos, con el pensamiento tradicional arraigado estamental que
tenían asimilado, y que se reflejó en sus posicionamientos en relación con
un tema central, de cuál era el lugar de los indígenas. Sus ideas respecto a
los indígenas y la cultura ancestral que poseían fueron similares a lo que
el régimen absolutista de los borbones planteó y delineó al respecto; am-
bos posicionamientos plantearon que debían civilizarse y volverse útiles,
y, aunque cuestionaron su situación, sus propuestas no dejaron de ser
despreciativas de su cultura.

La trasmisión de ese nuevo pensamiento en la sociedad de antiguo ré-


gimen no fue fácil, se vivía en un ambiente de restricciones de opinión, de
pensamiento y de lectura bajo la vigilancia del tribunal de la Inquisición,
que perseguía delitos contra la fe católica. En tal sentido, desde el siglo
XVI, la Inquisición se encargó de vigilar a los judíos y musulmanes con-
versos, malas costumbres, bigamia, blasfemias, supersticiones, brujerías,
solicitaciones, y heterodoxia ideológica, entre otras causas. Así, los que te-
nían libros prohibidos fueron acusados de herejes. En época del reinado de
Carlos IV, que coincide con la Francia de la Revolución, en España, como
parte de las repercusiones de la difusión de las ideas revolucionarias, hubo
mayor control de la opinión pública, de los libros que ingresaban a Améri-
ca, particularmente desde Francia; y hubo control de lo que publicaban, de
lo que leían y adquirían los intelectuales para sus bibliotecas.

Redes culturales y políticas

En ese contexto, individuos de la capital de la Audiencia, de las capita-


les de las provincias, villas y pueblos, que tenían vínculos familiares, de
amistad, económicos, de pensamiento, de patronazgo y clientelismo, y
que formaban parte de élites locales, van a crear e integrarse agrupaciones

64
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

para el desarrollo económico, cultural, de opinión pública o dentro de


instancias políticas y eclesiales, generando espacios de intercambio de
planteamientos para articularse y fortalecer sus posicionamientos políti-
cos; ideas que no siempre llevaron a acuerdos entre ellos, sino también
hubo desacuerdos y debates, así estas redes y la circulación de opiniones
se efectuaban en las instancias o asociaciones de carácter formal, pero
también en el ámbito informal.

Dentro de estas élites, había profesionales, burócratas, militares, sacer-


dotes, comerciantes y hacendados. La predominante era la de la ciudad de
Guatemala por ser la más numerosa y por el mayor poder político y eco-
nómico que poseía; además la ciudad de Guatemala era la que mejor am-
biente cultural tenía en toda la Audiencia. Algunos miembros de las élites
locales de las provincias tenían vínculos con la élite de Guatemala, por sus
conexiones familiares, económicas y por su afinidad política. Eso les valió
a algunas familias provincianas para entrar y recrear un ambiente cultural
en sus localidades; además muchos de los jóvenes de las élites económicas
de las provincias tuvieron la oportunidad de estudiar en la Universidad San
Carlos de Guatemala o en algún seminario, que también eran centros de
intelectualidad. Esa relación intelectual entre las élites económicas y cultu-
rales de Guatemala y las provincianas no contuvo tensiones por contrarie-
dades e intereses como sujetos territoriales distintos, entre los de la capital
y los de las provincias, que comúnmente ocurrían.

En ese contexto, se dio una producción de debates y planteamientos


desde las localidades, asociaciones e instancias administrativas, que con-
tenían reflexiones y propuestas para dar solución a las problemáticas que
consideraron más apremiantes: cuestionaron la Inquisición, participaron
en la reforma de la Universidad San Carlos de Guatemala, hicieron pro-
puestas para resolver problemas agrarios y de comercio; actividad intelec-
tual y cultural que paulatinamente abonó al espíritu autonomista en el
último tiempo de la época colonial y después de la independencia.

Se trató de planteamientos en torno a la preocupación del estan-


camiento agrario, el desarrollo de la industria, del comercio con otras
naciones, el desarrollo cultural, la libertad individual, de pensamiento y
de prensa.

65
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Las corrientes de pensamiento de mayor circulación en estas redes


fueron los planteamientos de la economía política de Adam Smith, sobre
los sistemas económicos y el libre mercado; los del liberalismo español de
Melchor de Jovellanos, jurista y economista, que publicó sobre el comer-
cio y el desarrollo económico de España y América. Sin duda también
las obras religiosas fueron lecturas esenciales, de poesía, teatro, fabula y
novela, como lo muestran los inventarios de bibliotecas personales y los
inventarios de libros que ofertaban los comerciantes a estos lectores.

A partir de la crisis de 1808, las ideas adquieren novedosas dimensio-


nes y se abren a las reflexiones alrededor de las nuevas problemáticas en
la naciente esfera pública: la soberanía, la república, la patria, la nación,
el constitucionalismo, la independencia, entre otras; es un debate que
abona al republicanismo de algunos miembros de estas élites, y al conser-
vadurismo de otros. Ese bagaje de ideas les permitió a las élites plantearse
alternativas existentes a partir de dos paradigmas de la ilustración: el li-
beralismo y la república. El liberalismo tenía su base en la libertad indi-
vidual, y el republicanismo, en la gran tradición del humanismo cívico
(Bonilla,1999:2).

Libros prohibidos y heréticos

Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, hubo prohibiciones de libros acu-
sados de contener doctrina política subversiva, lasciva y antirreligiosa. La
lectura de libros, sobre todo de autores franceses, se había incrementado
tras el pacto entre los borbones y Francia, que procuró cierta apertura
comercial, así llegaron a América toda clase de libros, incluso los “libros
prohibidos”, como El contrato social de Juan Jacobo Rousseau, que cau-
tivó por sus ideas de libertad e igualdad entre los seres humanos (Gar-
cía,1994: 20, 33). En Centroamérica circularon las obras de Voltaire,
cuyo interés se cifraba en sus ideas de la libertad de expresión, por su
crítica a la Iglesia católica y sus ideas seculares; las obras de Descartes,
interesados por sus ideas racionales; las obras de Jeremy Bentham, un
jurista inglés, que proponía un pensamiento sobre la ética, la felicidad, el
utilitarismo; y otros autores más, que circularon de manera amplia entre
estas redes de intelectuales, que veían con gran admiración algunos de los
cambios experimentados en Francia, aunque desaprobaban los sucesos de
1789 y la rebelión de esclavos de Santo Domingo en 1804.

66
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Algunos intelectuales fueron denunciados por las lecturas que hacían


y los libros que obtenían. García Laguardia (1994) hace recuento de algu-
nos casos, entre otros el de Francisco Irisarri, miembro de una familia de
comerciantes con nexos en Perú, La Habana, México, entre otros lugares
clave para el mercado exterior; que tenía vínculos familiares con los Ayci-
nena fue denunciado por tener libros prohibidos; se trataba de libros exco-
mulgados que compraba a través de un comerciante extranjero. Al poeta
Simón Bergaño y Villegas, literato y periodista español, que colaboró y fue
editor en la Gaceta de Guatemala, y que tenía una escritura irreverente, se
le procesó en el tribunal de la Inquisición, acusado de emitir proposiciones
heréticas y leer libros prohibidos, además, a través de sus obras, entre ellas
Delirios Patrióticos (1807), hizo críticas al régimen colonial.

También fue acusado de leer libros heréticos José Cecilio del Valle, uno
de los pensadores políticos de los más destacados de esta época, nacido
en Choluteca, que su familia se trasladó a la ciudad de Guatemala en
1789, y donde Valle estudió en la Universidad San Carlos de Guatemala,
graduándose de abogado en 1803. Lo mismo le sucedió al canónigo José
María Castilla, a quien le decomisaron algunos libros, entre los cuales
estaban El Espíritu de las leyes y las Cartas persas, de Montesquieu, textos
en los que el político hace un estudio de los tres poderes del Estado, el
equilibrio que debe de existir entre éstos, y cuestiona el absolutismo; y a
Manuel Montúfar y Coronado,30 quien era de pensamiento conservador,
que más tarde, en el exilio, escribió las Memorias de Jalapa, le sucedió lo
mismo (Laguardia, 1994: 20). En 1798, el sacerdote Liendo y Goicoe-
chea, a pesar de ser funcionario de la Inquisición, fue denunciado, junto
con otras tres personas, por fray José Arce, ante el inquisidor Giner Ber-
gara y Prado, por poseer libros prohibidos.

En el inventario de los libros y estampas del comisariato de la Inqui-


sición en Guatemala, que el tribunal recogió, se encontraban los títulos
de las obras, entre otras, La destrucción de las Indias, de fray Bartolomé de
las Casas, en la que el dominico cuestiona el maltrato a los indígenas por
parte de las autoridades coloniales y las élites de españoles colonizadoras;

30 Montúfar y Coronado junto a Juan José de Aycinena, los dos de pensamiento conservador,
exiliados después de la independencia, publicaron en el exterior obras en las que se criticaba la
ideología de los liberales y la forma en que éstos conducían los asuntos públicos (Griffith: 1995).

67
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

el libro de Tomas Gage, en inglés, A New survey of the West Indies, que
es un relato de 1648 sobre las provincias de Nueva España y de América
Central, en el relato que cuestiona la política española; y un ejemplar de
Cursos de Estudios de Condillac, un texto escrito al margen de la influencia
eclesiástica, pero con influencia francesa e italiana, para la enseñanza del
príncipe Fernando, y uno de los libros que constituye una de las bases
de las nuevas tendencias que se debatían en el campo de la moral y la
política,31 recogido en 1796 al oidor Jacobo de Villaurrutia, un criollo
de Santo Domingo, jurista que había estudiado en España y que llegó a
Guatemala en calidad de oidor de la Audiencia, además fue un destacado
intelectual que escribía en la Gaceta de Guatemala y fue fundador de la
Sociedad Económica de Amigos del País (García, 1994: 26-27).

Además de vigilar lo que escribían y leían los intelectuales, y bajo el


miedo del radicalismo de la Revolución francesa, las autoridades trata-
ron de controlar el comercio de libros, y de esa forma poner paro a la
transmisión de ideas discordes que pudieran llegar a la Audiencia. El pre-
sidente Bernardo Troncoso Martínez, que gobernó entre 1789 a 1794,
entre las órdenes que dictó al respecto, estaba la de vigilar los libros que
ingresaban, para lo cual pidió al administrador general de alcabalas que
revisara las facturas o notas de los libros que llegaban de Europa. En la
orden enviada escribió que “[…] las examine menuda y exhaustivamente
y si se encontrare en ellas algunos libros, papeles o noticias perjudiciales
a la pureza de la religión, quietud pública y debida subordinación a su
majestad, o que de cualquier modo traten o sean relativos a los disturbios
de la Francia, los recoja […]”.32

En Centroamérica, también fueron lecturas de interés el Teatro crítico


y Cartas Eruditas, del benedictino Benito Jerónimo de Feijoo, obras cues-
tionadoras en las que planteaba una reforma educativa y variados temas
de distintas disciplinas: astronomía, historia, filosofía, arte y literatura.
También fueron de interés las obras de Jovellanos en las que defendía el
planteamiento de reforma de la tenencia de la tierra y de la organización
económica de las colonias (García, 1994: 44).

31 Cepedello Boiso, La influencia de Condillac y los ideólogos.


32 AGCA, A3.1, leg.1284, exp.22106, FOL.62, 16 de octubre de 1793. Ciudad de Guatemala.

68
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Los espacios de sociabilidad

Como en toda la América, los espacios de sociabilidad intelectual en la


Audiencia fueron creados en instituciones de diverso tipo: la Universidad
San Carlos de Guatemala fue un centro esencial, la Sociedad Económica
de Amigos del País, los seminarios, las casas editoriales de opinión públi-
ca, los Ayuntamientos; así mismo se generó intercambio de opiniones y
reflexiones en las redes informales locales, en espacios públicos y privados
que propiciaron el debate, la lectura de libros, periódicos y libelos.

La Universidad San Carlos de Guatemala

En la Universidad San Carlos de Guatemala se generó un nuevo ambien-


te cultural a partir de la reforma universitaria iniciada en 1767 e impul-
sada por fray Antonio Liendo y Goicochea, sacerdote costarricense que
se había doctorado en la Universidad de Teología y que llegó a ser uno de
los intelectuales más prestigiados de la Audiencia. Esta reforma educativa
era parte de la promovida por la Corona en todos sus territorios. Liendo
y Goicochea impulsó cambios de métodos y planes de estudio, rompien-
do con la escolástica tradicional; la planta de profesores fue renovada,
se introdujo la física experimental y nuevas doctrinas filosóficas, se hizo
una actualización de la medicina y la cirugía, se promovió el debate y
la libertad de cátedra, la idea de la utilidad de las ciencias como motor
de cambio en la sociedad. Pero la reforma no rompió completamente el
clima cerrado y cierto espíritu conservador y oscurantista de esta casa de
estudios. A principios del siglo XIX, el ambiente era contrastante, algu-
nas fuerzas de este recinto seguían viendo con desagrado los cambios y las
innovaciones, esto se reflejó en 1808 al suprimirse, en ese año, la cátedra
sobre la teoría planetaria de Copérnico, porque se consideró perversa y
peligrosa para la juventud (Chandler,1988: xii). Varios de los profesores
de la San Carlos renovada fueron parte de los grupos de políticos e inte-
lectuales de estos años, entre ellos el doctor Pedro Molina, que se graduó
de médico y cirujano, fue maestro de medicina en la universidad.

Otro contraste fue la aplicación que se hizo de la Real Cédula del


9 de diciembre de 1777, con la que se aprobó el proyecto para que se
designaran 12 becas a hijos de indios de principales y caciques para que
estudiaran en la Universidad. Se sabe al menos de un caso, el del indígena

69
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

nicaragüense José Tomás Ruiz, que se doctoró en Filosofía el 27 de abril


de 1804, y posteriormente fue catedrático en la Universidad de León, en
Nicaragua; pero en realidad fue un caso excepcional, puesto que el carác-
ter de la Universidad era elitista, sus estudiantes pertenecían a los estratos
más altos de criollos de la ciudad de Guatemala y de las provincias. Parte
de esos profesionales integraron las redes de élites políticas e intelectuales.

El Consulado de Comercio

Esta entidad privada se fundó en el marco del crecimiento de las expor-


taciones de añil, convirtiéndose en un importante motor de la economía
centroamericana, que llevó a la región por unos años a la prosperidad de
los comerciantes de la ciudad de Guatemala y de sus redes comerciales.

También fue clave para su fundación la oleada de mercaderes españo-


les que, especialmente desde Cádiz, arribaron a la ciudad de Guatemala
para incorporarse al comercio añilero y ganadero. Unos llegaron por su
cuenta, otros como agentes o empleados de las casas mercantiles gadita-
nas, otros venían desde otras provincias españolas, especialmente desde
Cataluña y la región vasca. En el último tercio del siglo, la estructura de la
economía de exportación cambió profundamente, siendo controlada en
lo fundamental por estos recién llegados, que, con habilidad y esfuerzo,
con nuevas ideas y sentido mercantil, amasaron en poco tiempo fortunas
extraordinarias. En la mayoría de los casos, estos jóvenes peninsulares
eran solteros y pronto establecieron lazos de matrimonio con la aristocra-
cia local tradicional. Cuando llegaron casados (muy excepcionalmente),
les tocó a sus hijos establecer los vínculos familiares con los antiguos
criollos guatemaltecos (Luján,92: 9).

Algunos de estos nuevos residentes se establecieron en las provincias


y llegaron a ser miembros activos en los debates, y agrupados a las redes
culturales y económicas que se crearon en las últimas décadas del siglo
XVIII y las dos primeras del XIX. Así crearon el Consulado de Comercio
en 1793. Tenían la aspiración, sobre todo de incrementar el intercambio
comercial. Esta fue una instancia, fundada por la familia Aycinena, que
controlaba el comercio exterior de forma monopolizadora; política co-
mercial de la familia que fue cuestionada por comerciantes de los otros
miembros de la élite guatemalteca y por las élites de las provincias, en la

70
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

que se incluía en primera fila la de San Salvador por el monopolio del añil
y del ganado. Uno de los proyectos al que el Consulado dio importancia
fue el del desarrollo de los puertos.

En los últimos años del siglo XVIII, la Corona intentó suscitar el


interés en los puertos del Mar del Sur, y con tal objeto redujo las restric-
ciones comerciales. Así, el 20 de abril de 1776 ordenó que se rebajara
el impuesto de navegación. Al año siguiente, a solicitud del Consulado
de Comercio, eliminó todos los impuestos al intercambio comercial en-
tre San Blas, México, y los puertos de Acajutla y El Realejo. En 1804,
intentaron establecer un puerto en el golfo Dulce con salida al Caribe,
también propusieron abrir un puerto en Izabal y poblarlo con negros de
Cuba y fortalecer el puerto de Trujillo. La liberación de las restricciones
comerciales de los puertos centroamericanos fue clave para los empresa-
rios del Consulado de Comercio, para desarrollar su proyecto hacia una
apertura comercial, sin embargo, las medidas implementadas antes de la
independencia fueron limitadas, de manera que no se resolvió el proble-
ma de los comerciantes, que fue uno de los impulsos que tuvieron para
promover la independencia.

La Tertulia Patriótica

En el caso centroamericano, fue el oidor Jacobo de Villaurrutia quien


fundó La Tertulia Patriótica en la ciudad de Guatemala en 1795, en al
marco de las Tertulias Patrióticas, creadas en América, la cual se mantuvo
hasta el año de 1800. En esta asociación se reunían el doctor y artista
Garci-Aguirre, José Felipe, Antonio García Redondo, José Sierra, Juan Ig-
nacio Barrios, Francisco Barrundia, Alejandro Ramírez, el doctor Antonio
José Liendo y Goicoechea, el miniaturista Cabrera, Martín Barrundia, el
poeta Simón Bergaño y Villegas, el obispo Casaús, y de San Salvador par-
ticipaba José Matías Delgado; un grupo que no era homogéneo, algunos
eran monarquistas conservadoras, otros hacían cuestionamientos y estaban
por hacer reformas sobre todo en los rubros económicos y administrativos,
pero los unía la problemática comercial y agraria de la Audiencia.

Además, a Villaurrutia lo acompañaron en ese proyecto algunos co-


merciantes y hombres de letras peninsulares y criollos, funcionarios, en-
tre otros, Sebastián Melón y José Victoria de Retes, quienes reunieron los

71
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

fondos que permitieron las primeras acciones de la Sociedad, que tenían


por objeto promover y fomentar la agricultura, la industria, las artes y
diversos oficios, mejorar la educación y combatir la ociosidad.33 El pen-
samiento político, entre los de esta red de intelectuales, que prevalecía era
el que promovía Villaurrutia, quien adoptaba el pensamiento liberal, el
progreso y las ideas republicanas. Algunos se empapan de las ideas libe-
rales, estudiaron textos como La riqueza de las naciones, de Adam Smith;
pero también está el arzobispo Casaus, que es un arraigado conservador
monarquista que se opuso al constitucionalismo gaditano.

En 1820, se funda una nueva Tertulia Patriótica por el canónigo José


María Castilla, como un círculo de discusión asociado a las ideas liberar-
les y republicanas, a la que asistían miembros de las élites intelectuales de
la ciudad de Guatemala de tendencias republicanas, entre otros, José Be-
teta, Pedro Molina, José Francisco Barrundia, Manuel Montúfar, Marcial
Zebadúa, y de la provincia de San Salvador se reunía José Matías Delgado
(Bonilla, 1999: 206).

La Sociedad Económica de Amigos del País

Para un grupo de intelectuales y políticos, con las nuevas doctrinas se


esperaba fomentar el progreso, y bajo ese impulso crearon La Sociedad
Económica de Amigos del País, similar a las instituciones creadas en Es-
paña, en resto de Europa y de Hispanoamérica. Estas instituciones en
América fueron creadas con apoyo oficial, pero fundadas por iniciati-
va de particulares; en su mayoría, sus fundadores fueron comerciantes y
eclesiásticos interesados en aumentar la producción agrícola e industrial.

La Sociedad, en Guatemala, dejó sus actividades por un tiempo y fue


restablecida entre 1810 y 1818, bajo la presidencia de José de Aycinena34
y en el marco de la multiplicación de variadas publicaciones de periódicos
y libelos en América, en los que se debatían las nuevas circunstancias de la
monarquía. Los Aycinena fueron una poderosa familia de comerciantes,
que hacia 1800 poseían un enorme poder político en la Audiencia, a tra-
vés de vínculos de cooperación y de beneficios que la familia daba para la
ciudad capital y para las administraciones de esta y de la Audiencia para

33 Rubio Sánchez: 1981, págs. 1-12; José Santos Hernández: 2014.


34 La Gaceta de Guatemala, núm. 208, 11 de marzo de 1811, f. 113.

72
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

obtener mercedes. Su poderío era trasatlántico, llegaba hasta Madrid; allí


tenía conexiones con el Consejo de Indias y otros altos burócratas, que
sabían utilizar para modificar medidas perjudiciales a sus intereses. Este
extenso clan familiar fue iniciado por Juan Fermín de Aycinena, quien
había llegado a Guatemala en 1775 de Navarra, después de estar algún
tiempo establecido en Nueva España. Con sus tres matrimonios, logró
hacer vínculos extensos de parentesco y patrimonio. Así, sus negocios
prosperaron rápidamente, en buena parte gracias a la dote de su primera
esposa Ana María Carrillo y Gálvez (Luján, 1992: 12). Además, importó,
de su tierra natal, parientes que llegaron a apoyarlo en sus negocios, entre
otros, los Beltranena y los Barrundia, quienes también, al cobijo de los
Aycinena, desarrollaron negocios y que se integraron a las asociaciones
que se crearon en estos años.

En las dos últimas décadas del siglo, el poder, el prestigio y el ámbito


de acción de la poderosa familia Aycinena se habían extendido más allá
de lo que hoy es Guatemala. A través de sus préstamos a los cosecheros de
añil de El Salvador, controlaba más de una cuarta parte de las exportacio-
nes del tinte. En tiempos de su hijo Vicente, el segundo marqués, la casa
de Aycinena era también la mayor productora de añil gracias a las ha-
ciendas salvadoreñas que pasaron a ser de su propiedad (Luján, 1992:13).

Desde 1810, miembros de la élite de Guatemala se adhieron al pro-


yecto de solución a la crisis y de cambios hacia una monarquía cons-
titucional, esto fue planteado por el grupo afín de José María Peinado
en las Instrucciones para la Constitución fundamental de la monarquía
española, llevadas por Antonio Larrazábal a las Cortes, como una pro-
puesta del Ayuntamiento de Guatemala. Detrás de esta propuesta tam-
bién estaba la familia Aycinena. Documento en el cual quedaba claro su
oposición y cuestionamiento de la rebelión popular y se ponderaba la
ansiada igualdad entre americanos y peninsulares. A partir de estos años
José María Peinado, los Aycinena y otros políticos fueron adscribiendo a
una posición del proyecto que desde Cádiz se construía, de una monar-
quía constitucional.

Después de la firma del Plan de Iguala en México, Mariano Aycinena


sostiene correspondencia con Agustín de Iturbide, en la cual intercam-
bian puntos de vista sobre los beneficios de incorporar a Centroamérica

73
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

al Imperio mexicano, un proyecto que planteaba un sistema de gobierno


monárquico constitucional. Así el 15 de septiembre de 1821 es integran-
te de la Junta Provisional Consultiva, desde la que promovió, junto a su
tío Mariano de Aycinena, la anexión a México.

La Gaceta de Guatemala

Esta publicación periódica fue promovida en su tercera época (1797-


1808) por Jacobo Villaurrutia, como vocera de la Sociedad Económica
de Amigos del País. Además de su promotor, era parte de este proyecto
Alejandro Ramírez, quien fue su director. Alrededor de este periódico se
hallaba un grupo de colaboradores que escribían artículos de opinión.
Uno de ellos fue Juan Bautista Irisarri, quién planteó en sus artículos pro-
blemáticas del mercado, anotando que tenía poco desarrollo, para lo cual
propuso que debían de abrirse al mercado internacional los puertos en
el Pacífico; también se manifestó opuesto al exclusivismo del añil, como
producto de exportación, y a favor de la agricultura.

La Gaceta de Guatemala llegó a tener más de 200 suscriptores en la


ciudad capital, en algunas ciudades de las provincias y en México. En
anteriores épocas, este periódico había tenido un carácter religioso, pero
en su tercera época dio un giro hacia problemáticas generales de la Au-
diencia y de la monarquía.

Dos espacios de opinión pública en 1820

Con motivo de la restauración de la Constitución gaditana en 1820 y


en el intenso debate que esto provocó, se crearon nuevos espacios de
opinión pública: El Amigo de la Patria y El Editor Constitucional, dos
periódicos que circularon en la ciudad capital y en las capitales y algu-
nos pueblos de las provincias; fueron dos voceros del pensamiento de
tendencia liberal de las élites intelectuales, no homogéneo puesto que
entre ellos existían algunas diferencias de pensamiento y en el trato de
las problemáticas más álgidas: la liberación del comercio, las ciencias
como instrumento de desarrollo, la soberanía, la independencia; la si-
tuación de los indígenas, de la que todos lamentaron la situación mi-
serable y de abandono en la que se encontraban, pero todos los degra-
daban como individuos y culturalmente, y muchos de ellos plantearon
que se integraran a la sociedad como fuerza laboral y despojados de sus

74
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

tierras comunales. Ambos periódicos tenían nexos con otras publica-


ciones americanas y europeas, de las cuales reproducían opiniones y
noticias publicadas en los periódicos que llegaban a la ciudad de Gua-
temala; así también hicieron uso del artículo de opinión y de algunos
géneros literarios como la poesía y la fábula política.

El Amigo de la Patria

Este periódico se publicó en el corto periodo entre el 16 de octubre de


1820 al 1 de marzo de 1822, bajo la conducción y pluma de José Cecilio
del Valle. El espíritu para el que trabajó Valle en este periódico fue desde
su certeza de que la trasmisión de las ideas cambiaría a la sociedad. En el
prospecto del primer ejemplar expresa que: “La Ilustración es una fuente
de donde fluye la riqueza: el primer bello de las sociedades políticas: el
ornamento más grande de los pueblos.”35

Se trató de un periódico dedicado a cuestionar y hacer propuestas en


torno a temas de las ciencias, las artes, de gobierno y de economía como
una forma de exposición de ideas que podían transformar a la sociedad.
Se cuestionó al régimen monárquico en su forma despótica. En ese senti-
do, Valle marcó una posición frente a la conquista española y la interpre-
tó como destructora de un mundo.

José Cecilio del Valle es uno de los más destacados protagonistas inte-
lectuales en los años de la independencia y la Anexión. Fue formado en
la Universidad de San Carlos de Guatemala en los años de la reforma de
Goicoechea. En 1794, a la edad de 17 años, presentó su examen de bachi-
ller en Artes, con una tesis en la que defendía las teorías de Newton y los
experimentos de Benjamín Franklin sobre la electricidad y el pararrayos.

Valle fundó este periódico como vocero de las élites de las provincias, y
desde una tendencia monárquica constitucional; desde esa posición par-
ticipó en el grupo que promovió la independencia, después de establecer
alianzas con Iturbide y su proyecto de imperio septentrional, dentro del
cual Centroamérica sería parte.

35 Prospecto, de 6 de octubre de 1820, en Escritos del licenciado José Cecilio del Valle. p. 1.

75
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

El Editor Constitucional

El Editor Constitucional fue otro periódico que se creó en 1820 al calor


del entusiasmo de la restauración de la Constitución; era una voz bajo la
dirección de Pedro Molina, quien había sido discípulo de Liendo y Goi-
cochea en la Universidad de San Carlos de Guatemala cuando hizo estu-
dios de Filosofía, y que era parte de los grupos de las élites que tenían una
propuesta distinta a los de la facción que estaba alrededor de El Amigo de
la Patria, la que representaba los intereses de la comerciantes y producto-
res de la ciudad de Guatemala, entre los que encontraban Mariano y Juan
José de Aycinena. Los intelectuales allegados a El Editor Constitucional
eran afines a las ideas liberales, constitucionales y republicanas, y bajo ese
marco debatieron sobre la restauración de la Constitución, la libertad, la
igualdad, la ciudadanía, la condición de los indígenas.

Los planteamientos de este vocero ponderaban un nuevo patriotismo


alrededor del proyecto constitucional y de las ideas ilustradas en torno a
las libertades civiles, esencialmente acerca de la igualdad de representa-
ción en las Cortes, la libertad de imprenta y de instrucción pública. Así,
el grupo de intelectuales cercanos abrieron un debate frente a lo que ellos
definían como los serviles, es decir aquellos que mantenían una posición
monarquista anticonstitucional. Expresaron entonces que había dos fac-
ciones políticas: los liberales y los serviles. A los serviles los identificaban
con el despotismo, con la obediencia ciega, la ignorancia y la falta de
sentido de justicia. Pese a que les dieron un espacio a las noticias de los
movimientos insurgentes en Nueva España y en el sur de América, en sus
planteamientos no resonaba la idea de independencia; con el constitucio-
nalismo encontraban que se había logrado la libertad:

Americanos: ya sois libres; ya estáis autorizados para publicar


vuestros pensamientos, vuestras ideas políticas sin las trabas del
antiguo sistema. ¿A qué, pues, un temor vinculado al egoísmo?
Limpiad, limpiad esas plumas enmohecidas por una vergonzosa
apatía y empleadlas dignamente en servicio de la sociedad a que
pertenecéis […].36

36 El Editor Constitutional, núm. 4, lunes 7 de Agosto de 1820, sección Variedades, en Escritos


del doctor Pedro Molina, p.43.

76
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Propuestas y planteamientos

Desde las élites de la ciudad de Guatemala y de las provincias, se propo-


nían distintos proyectos políticos. En dichas propuestas estaban reflejadas
las aspiraciones económicas y locales del grupo. No eran homogéneos,
tenían algunos planteamientos comunes, pero también hubo posturas
divergentes respecto a temas sustantivos de política y economía, como
el libre comercio, la subsistencia del Consulado, la protección de las ma-
nufacturas locales, el papel de diputaciones y ayuntamientos, e inclusive
la misma lealtad a la Corona española. Un punto sustancial fue el “pro-
blema indígena”, es decir, cómo debían insertarse a la economía y a la
sociedad. Y, como podemos ver en lo que sigue, los planteamientos de las
distintas fracciones liberales fueron similares.

Sobre la condición de los indígenas

En ese ambiente intelectual centroamericano se produjeron textos pro-


positivos de la condición de los indígenas para su integración económi-
ca y cultural a la sociedad “civilizada”, propuestas que en mucho eran
desventajosas para los indígenas. Uno fue el de fray Matías de Córdova,
un dominico chiapaneco, titulado Sobre que los indios vistan y calcen a
la española y medios para conseguirlo, el cual fue presentado en la Socie-
dad Económica de Amigos del País, de Guatemala, en 1797, como una
propuesta para solucionar “el problema indígena” e igualarlos con los
españoles, volverlos útiles y asegurar su felicidad. La propuesta de Cór-
dova partía de una imagen de los indígenas no favorable a ellos, puesto
que los problemas que señalaba fueron que eran indolentes y perezosos,
que actuaban de acuerdo con su propio interés, que no eran consumi-
dores de artículos como el calzado y el vestido, que trabajaban solo para
el consumo sin producir un excedente que le permitiera adquirir otros
bienes. Desde la perspectiva de Córdova, todos esos atributos no eran
beneficioso para la sociedad comercial que deseaban construir; y había
que cambiarlos.

El texto de Córdova generó debate y muchas críticas desde dos puntos


de vista encontrados. Por un lado, una parte de la élite chiapaneca, muy
cerrada, cuestionó el ensayo, pues no estaba de acuerdo con las ideas de
hacer cambiar a los indígenas ni de impulsar escuelas entre éstos. Pero,

77
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

por otro lado, hubo opiniones críticas. Una de ellas fue expresada a tra-
vés de un anónimo publicado en La Gaceta de Guatemala, en el que se
cuestionó la idea del indígena de Córdova; se argumentó lo contrario,
que los indígenas eran el andamiaje económico y que los españoles no
podrían vivir sin su trabajo, además cuestionaron la posesión de tierras
comunales; pensaban que debían desaparecer. La Sociedad Económica
de Amigos del País decía, en La Gaceta del 12 de marzo de 1798, que los
indios vistan y calcen a la española y que actúen con todos en el mercado.

Por su parte, José Cecilio del Valle también expuso de manera cuestio-
nadora sus ideas y reflexiones en torno a la condición de los indígenas, y
propuso que éstos fuesen incorporados al trabajo útil y al comercio, para
que dejaran de ser un pueblo vejado y oprimido, no civilizado, activo
y capaz; que debían ser tratados como hermanos sin ser despreciados y
sometidos a una vida de infelicidad como la que tenían. Frente a eso,
propone la igualdad política, romper con el sistema colonial y el vasallaje,
que desapareciera la diferencia entre etnias, se les distribuyera parcelas de
tierras individuales y participaran en el poder local. Pero también propo-
ne que abandonen su cultura y que se promueva el mestizaje, que vistan
a la española y que se castellanicen (El Amigo de la Patria, I: 30).

En José Cecilio del Valle, también encontramos el planteamiento de


incorporación del indio al trabajo útil y el comercio. Valle, uno de los más
representativos ilustrados de la región, expresó, de la situación de los pue-
blos indios, en sus escritos publicados en El Amigo de la Patria, que era
un pueblo vejado y oprimido, no civilizado, activo y capaz, y siendo las
mayorías no ha sido tratado como hermano. Aquí vemos que algunos de
los intelectuales, como Valle, no dejan de retomar a Bartolomé de las Ca-
sas, para describir la situación de los indígenas cuando exponía que habían
sido despreciados y sometidos a vivir en la infelicidad. En el proyecto de
las élites modernizante de la época de la independencia fue enfilándose lo
mestizo como la base de la nacionalidad, además, poner fin a las tierras en
común en manos de los pueblos indios y hacer reparto de ellas de forma
individual en pequeñas parcelas.

Todos estos intelectuales les temían a las revueltas de los sectores po-
pulares, pensaban que los indígenas debían ser sumisos y respetar a las
autoridades. Cuando se dieron los levantamientos de noviembre de 1811
en San Salvador, miembros de estas élites intervinieron para someter los

78
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

alzamientos. El doctor José Matías Delgado, vicario de San Salvador, pi-


dió auxilio al presidente de la Audiencia para controlar los movimientos;
temían y sospechaban que entre los alzados se hallaran espías franceses
que tenían la supuesta misión de promover sublevaciones, así también
temían que las revueltas detonaran hacia un levantamiento insurgente
como el de Hidalgo en Nueva España. Fueron enviados para dar apoyo
a los sansalvadoreños, miembros destacados de estas redes: el doctor José
María Peinado, del Ayuntamiento de Guatemala y Juan José Aycinena,
coronel de milicias, ambos reconocidos intelectuales, que mostraron en
esta ocasión una posición conservadora y monarquista frente a las de-
mandas y necesidades que plantearon los alzados.

En palabras de Chandler (1988), miembros de la familia Aycinena, la


cual gozaba de diversos privilegios coloniales, se vieron preocupados por
los levantamientos antiesclavistas de Haití, así también por la insurgen-
cia campesina anticolonial y por tierras de 1810 bajo la conducción de
Hidalgo; similares expresiones habría tenido José María Peinado, quien
advirtió al presidente Bustamante y Guerra de la peligrosa influencia del
dirigente haitiano L’Ouverture y de José María Morelos, de quien dijo
que era un impostor, y con quien supuestamente los centroamericanos
mantenían correspondencia.

En El Editor Constitucional de 14 de agosto de 1821, un personaje


anónimo, que se nombra JP, expuso sus ideas en el texto “La ciudadanía
del indio español”,37 texto en el que el autor reflexiona sobre los indígenas
de la época de la Conquista, cuestiona la visión que tenían los conquis-
tadores de denigración de los pueblos naturales, colocándolos como seres
inferiores, pese a que estos pueblos eran los antiguos dueños, y sin tomar
en cuenta –desde su perspectiva– que son pueblos sin historia, rústicos,
sin codicia y sin ambición, pero ahora están en situación miserable, en
la oscuridad, será necesario incorporarlos a la agricultura y oficios, abrir-
les las puertas de la Ilustración, obteniendo la ciudadanía dejaran de ser
miserables; se les vea como hombres libres y se haga valer sus derechos.

El indio bárbaro, torpe e inferior es la imagen más enunciada. La


imagen del bárbaro e inferior es la apreciación del indígena al margen de
la civilización, el que debe de desaparecer. Los hombres de letras copian

37 El Editor Constitucional, p. 119.

79
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

sistemáticamente los mismos pasajes de los textos indígenas, de los cro-


nistas y conquistadores, y hacen lectura desde la estructura social del siglo
XIX y desde la óptica de las corrientes de pensamiento de la época. De tal
manera que vemos reproducir la idea del indio bárbaro, incivilizado, tor-
pe, con el discurso racial desde el darwinismo social, tal como lo vemos
en Darío González y en otros autores.

El problema agrario

Los borbones, a su llegada al poder, diseñaron nuevas políticas agrarias


productivas, comerciales y hacendarias. Se trataba de impulsar una serie
de decisiones para el fomento de la producción agraria comercial. Dos de
esas decisiones fueron de trascendente impacto dentro de la estructura
agraria de San Salvador y Sonsonate. Por un lado, la introducción, en
1737, de un decreto de la Corona con el cual, en un afán de estimu-
lar la producción agrícola comercial, cambió su política de prohibición
para que los indígenas laboraran en las haciendas y obrajes particulares
como jornaleros, y se les facultó legalmente para que se integraran a la
producción comercial del añil y de otros productos de las haciendas o
fincas y labores particulares que poseían peninsulares, criollos, mestizos
y algunos mulatos; inserción que en la práctica ya se estaba dando desde
unas décadas atrás; este decreto real fue una muestra de la apertura de
la Corona para adecuarse a la configuración que estaban tomando los
pueblos de indios unos años atrás en su dinámica laboral, como resultado
del crecimiento demográfico y la expansión de los productos agrícolas co-
merciales. Por otro lado, en 1742, la Corona autorizó a los comerciantes
locales de la Audiencia para que exportaran directamente a España en sus
propios navíos, con lo cual se simplificó la complicada y costosa ruta de
transportación de la mercancía por tierra y en mulas hacia el puerto de
Veracruz, y de ahí a La Habana; lo hicieron directamente desde Hondu-
ras a Cádiz, pasando por La Habana, aunque en realidad fue muy espo-
rádico. En la década de 1730, solamente tres navíos llegaron de Cádiz a
Honduras, lo que muestra que el comercio más fluido se daba por la vía
de Veracruz y a través del contrabando.38 Todo esto fue el contexto en el
que se promovió, desde la primera mitad del siglo XVIII, que se abriera
el crecimiento comercial, superando en algo el aislamiento y la gravedad

38 José Antonio Fernández, p. 230; José Manuel Santos Pérez: 1999, p. 464.

80
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

de no contar con las necesarias vías de comunicación mercantes menos


complicadas. En esto jugó un papel importante que utilizó los nuevos
conductos comerciales, pero también aprovechó los conductos abiertos
por el contrabando, que negociaba directamente con los comerciantes
ingleses, además del comercio regional que se abrió con otros puntos de
América, especialmente con México y Perú, y el comercio que también
tomó nuevos matices con el progreso de la agricultura comercial que se
estaba dando en estos años; grupos de comerciantes que habían nacido
en la región, quienes utilizaron para sus negocios las redes familiares, los
cargos en el gobierno que asumieron algunos de ellos en la ciudad capital
de la Audiencia y el entramado de la burocracia existente.

En ese marco de decisiones económicas se debatió sobre la utilidad


de las tierras corporativas de los pueblos, sobre el trabajo agrícola y la
inserción de mano de obra en la producción comercial, en combinación
con el de la cosecha familiar alimentaria y comunal. Lo desarrollado en
la Audiencia de Guatemala respondió al interés de los grupos de poder
económico locales, así también a la política de los borbones de fomento
al progreso agrario y minero, al cual le apostaron más que al industrial,
puesto que España, así como otras potencias europeas del siglo XVIII,
tenía la meta de hacer que sus territorios lejanos pasaran a ser fuentes
de productos primarios, y a su vez fuesen mercados para los productores
metropolitanos, tanto de productos industriales como de agrícolas que
no había en América. Por lo tanto, habría que mantener mercados pro-
tegidos dentro de la política de comercio libre. Esta política fue condu-
cida sobre la base de teóricos y expertos ilustrados de España y de otras
naciones europeas. Tanto Montesquieu como el estadista Aranda Gál-
vez, por ejemplo, entre otros pensadores del comienzo de los arbitristas
españoles de la década de 1740, argumentaron que la función esencial
de las posesiones americanas era servir como ramas económicas de su
madre patria, brindándole a ésta rentas tributarias, así como materias
primas, y recibiendo sus manufacturas;39 también estuvieron al frente de
estos cambios, teóricos y funcionarios españoles promotores de las nue-
vas ideas económicas, entre otros, José Campillo, Melchor de Jovellanos,
cuya obra se tituló Informe de la Sociedad Económica de esta Corte al Real
y Supremo Consejo de Castilla, quien se opuso a las tierras corporativas

39 Fisher: 2000, p. 5.

81
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

comunales y planteó la necesidad de dividirlas; Pedro Rodríguez de Cam-


pomanes, jurista liberal, historiador y ministro de Hacienda en el reinado
de Carlos III, también objetó las tierras de “manos muertas” de la Iglesia
y de los indígenas; Bernardo Ward, de origen irlandés, quien publicó en
1750 su texto Obra Pía, ministro de la Real Junta de Comercio y Mone-
da, planteó que a la economía americana había que “darle un nuevo ser”,
haciendo útiles a los indios y que el consumo del Nuevo Mundo lo dis-
frutara España; Jerónimo de Ustáriz, quien influyó de manera importan-
te en la política económica de Felipe V. Estos importantes impulsadores
de la nueva economía política hispánica escribieron textos a partir de las
grandes escuelas económicas de la época, el liberalismo económico, los
fisiócratas, en particular, de las ideas de John Locke, Adam Smith, David
Ricardo y François Quesnay,40 que orientaron las reformas económicas
de la monarquía.

Bonilla (1999) en sus investigaciones muestra cómo los políticos e


intelectuales centroamericanos más destacados, entre algunos, Antonio
Goicoechea, José de Aycinena, Antonio García Redondo, José María Pei-
nado y José Cecilio del Valle, conocían los razonamientos y principios
de la economía política: acerca del método para alcanzar el progreso, el
concepto de interés, la libertad individual y los valores cívicos necesarios
para promover una república en el contexto del libre comercio.41 Esas
ideas, que circularon en Centroamérica, se trató de llevarlas a la práctica
bajo la perspectiva de dos visiones: por un lado, estaban los de tenden-
cias liberales que defendieron la sociedad comercial, la transformación
de la posesión de la tierra y la innovación de la monarquía, entre los que
estaban José María Peinado y los Aycinena, que eran comerciantes, que
no dejaron de dedicarse a la producción, puesto que también poseían
importante número de haciendas productoras de añil y ganado; por otro
lado, estaba el grupo de Antonio García Redondo, quien defendió la so-
ciedad republicana basada en una economía agraria.42 Este clérigo, en su
Memoria para el fomento de las cosechas de cacaos (1799), abogaba por la

40 Véase en Carlos Lazo García, “Procesos económicos y perfiles de políticas macroeconómicas,


Perú colonial 1532-1800”, en Historias, investigaciones sociales, año VI, núm. 10, pp. 89-
107, UNMSM, Lima, 2002, http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibVirtualData/publicaciones/inv_so-
ciales/N10_2002/a05.pdf.
41 Adolfo Bonilla: 1999, p. 2.
42 Adolfo Bonilla: 1999, p. 32.

82
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

privatización de las tierras comunales para resolver el problema indígena,


además de otras medidas que llevaran a cambiar sus costumbres, len-
gua y vestimenta; también en esa misma línea se encontraba José Cecilio
del Valle, quien propuso, bajo la influencia de ideas fisiócratas, que para
resolver la situación de los pueblos de indios de la precariedad y de la
limitada productividad debía de proporcionárseles tierras, pero distribui-
das en propiedad individual y en pequeña proporción. En ese marco, se
debatió sobre la utilidad de las tierras corporativas de los pueblos, sobre
el trabajo agrícola y la inserción de mano de obra necesaria en la produc-
ción agrícola comercial, en combinación con el de la cosecha familiar y
comunal alimentaria.

Pasados los años de independencia y siguiendo lo expuesto hasta


aquí, identificamos las representaciones de los pueblos indios producidas
por las élites que asumieron el rumbo de la nueva nación, dentro de la
construcción de la comunidad imaginada. Una sociedad homogeneizada,
donde lo mestizo fue la base sostenida por los viejos resabios coloniales
de jerarquía étnica y racismo, articulados con la idea de progreso y civi-
lización, en el contexto de liberalismo y las nuevas corrientes de pensa-
miento, entre otras, el darwinismo social y el positivismo. Un viajero que
visitó regiones de la nueva nación salvadoreña en 1825, observaba que
los indios se habían civilizado; en su opinión, esto era así porque habían
adquirido costumbres de la sociedad blanca: “Los indios de que antes he
hablado no son propiamente vecinos de la ciudad o de los suburbios, sino
gentes de los campos o de la provincia. Los que pude observar aquella
tarde parecen ser algo más civilizados; muchos de ellos tenían zapatos y
medias; los hombres, pantalones, y las mujeres faldas que les llegaban a
los tobillos, con gran cantidad de vuelos en la parte baja y una orla de
diferente color; las faldas eran de un brillante carmesí o de otros colores
vivos; pero en los trajes de las mujeres y en su aspecto general había una
pulcritud y una limpieza superiores a las que vi en México en la misma
clase de gentes (Thompson 1825: 104-133). Vierte, igual que Thomp-
son, una visión racista de los pueblos indios, este comerciante. Después
de visitar algunos lugares del país, comenta que los indios actuales (1880)
viven menos civilizados que sus antecesores debido a la crueldad de la
época colonial; tienen inteligencia y están aptos para recibir los beneficios
de la civilización, ya que viven en el atraso. Entre los intelectuales del

83
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

siglo XIX, como representante de esta visión de los pueblos indios está
Darío González, quien, en su texto Estudio histórico de la república de El
Salvador, identificamos que en la elaboración del pasado que producen
los intelectuales y la idea popular, base o reproducción de la construc-
ción social y base del patriotismo de la sociedad salvadoreña del siglo
XIX, se recorre transversalmente una idea sobre los pueblos indios, un
indigenismo que desde el siglo XVI al XIX produce una visión de estos
pueblos estigmatizada y de desprecio en cuanto a su lengua, visión de
mundo, sociedad, religión y cultura material: una idea de nación produ-
cida al final de la colonia por criollos y mestizos; y en el XIX, mestizos
y ladinos-indios en la que, como símbolos de origen, retoman los mitos
creados por los pueblos indios. Entre las características de la personalidad
del salvadoreño destaca la rebeldía indígena, y como héroes defensores
de Cuscatlán: Atlacatl y Atonal. Tomando el pueblo pipil como el único
referente, homogenizan a todos los demás grupos en este. Las represen-
taciones de los pueblos indios nos dejan al desnudo ciertos parámetros
de cómo se asimila esta sociedad, sus conflictos y las alianzas y relaciones
de cooperación que construyen. Y en buena parte revela a esta sociedad
salvadoreña, a pesar de un dinámico mestizaje excluyente de los pueblos
indígenas; da pautas para comprender los conflictos de tierras, entre pue-
blos indígenas y ladinos, el origen de levantamientos indígenas.

Lo que hemos mostrado es un proceso de construcción de nuevas re-


presentaciones de los pueblos nativos en las que aparecen las ideas de mo-
dernidad liberales e ilustradas de la época, que fueron base en los plan-
teamientos de las facciones políticas que impulsaron la independencia.

84
CAPÍTULO III
El cisma de 1808 y su reflejo en Guatemala

Las primeras noticias que llegaron a la ciudad de Guatemala, a través de


la correspondencia enviada por el virrey de México, José de Iturrigaray,
con fecha de 26 de julio de 1808, y recibida en Palacio en agosto por el
presidente de la Audiencia, Antonio González Mollinedo y Saravia, da-
ban cuenta de que lo acontecido en el reino de España tenía dimensiones
desastrosas.43 En un primer momento, los oficios recibidos causaron mu-
cha alarma y luego variadas reacciones y respuestas en el Ayuntamiento
de la ciudad de Guatemala y en las autoridades de la Audiencia. Se supo
que la ocupación francesa de España había iniciado el 13 de febrero con
un saldo de fusilamientos masivos de españoles. Las circunstancias tenían
de fondo el Tratado de Fontainebleau del 27 de octubre de 1807, nego-
ciado por Manuel Godoy, presidente del Consejo de Estado, el favorito
de la reina y conocido como el Príncipe de la Paz, y firmado con Napo-
león I de Francia para sellar una alianza contra Portugal, y con el objeto
final de la repartición de ese país, una parte del cual sería de los designios
de Godoy, su futuro reino. Las tropas francesas, antes de irrumpir en Ma-
drid, ocuparon Barcelona, Pamplona, Valencia y otras ciudades. También
se supo que la familia real y Godoy intentaron huir y trasladarse a algún
lugar de América, como ya lo había hecho el rey de Portugal; pero a su
paso por Aranjuez una muchedumbre amotinada en rechazo a la política
de Godoy detuvo la huida, y una guardia sublevada lo tomó preso.

43 AGCA, A1.2, leg.2188, exp.15734, fl.95, 26 de julio de 1808, España.


85
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

El 19 de marzo, en el contexto del motín de Aranjuez, el rey Carlos IV


abdicó en favor de su hijo, el príncipe de Asturias, denominado Fernando
VII,44 convencido de la participación de Fernando en el motín por las
desavenencias mantenidas entre ambos. Los franceses no reconocieron al
nuevo rey, sino a Carlos IV y ocuparon Madrid.

Bonaparte estaría detrás del decreto de Carlos IV, en el que expuso


que su abdicación había sido forzada por las circunstancias, para prevenir
mayores males;45 y arrepentido de su actuación solicitó a Napoleón Bo-
naparte, a quien hasta ese momento lo tenía como su amigo, para recu-
perar el trono. Bonaparte convocó a una junta en Bayona a Carlos IV y
Fernando VII. El 10 de abril, el rey, partió de Madrid con su comitiva, y
dispuso que en su ausencia rigiera una junta suprema de gobierno.

En realidad, los planes de Napoleón I no solo eran ocupar Portugal;


sus tropas tomaron posiciones en importantes ciudades y plazas españo-
las con el propósito de derrocar a la familia Borbón y suplantarla por su
propia dinastía, convencido de contar con el apoyo popular.

Días más tarde salieron hacia Bayona Fernando VII y Godoy, que había
sido liberado. Al saberse entre la muchedumbre de la salida de los reyes, y
después de la familia real, el 2 de mayo estalló un levantamiento armado
en la ciudad de Madrid, levantamiento que fue reprimido por las fuerzas
francesas dirigidas por Murat. Reunidos en Bayona los reyes, Godoy y Bo-
naparte, éste obligó a Fernando VII a devolver la corona a su padre. El 4 de
mayo, desde Bayona Fernando VII emitió dos decretos en los que afirmaba
que se encontraba preso, y autorizaba a la Junta Suprema ejercer la sobera-
nía en su nombre y autorizaba la convocatoria de Cortes.46

Meses después, llegó a la Audiencia la nota remitida por el virrey de


Nueva España, fechada el 17 de mayo en Bayona y suscrita por el Minis-
tro de Relaciones del Imperio de Francia, en la que daba informe acerca
de la abdicación de Carlos IV, del príncipe de Asturias y de los infantes a

44 AGCA, A1.2, leg.2188, exp.15735, fl.8 v, 10 de Abril de 1808, Madrid, sobre la


abdicación de Carlos IV.
45 AGCA, A1.2, leg.2188, exp.15743, fl.77 v., 21 de marzo de 1808, Madrid.
46 A1.2, leg.2188, exp.15374, fl.78v., Bayona 4 de mayo de 1808.

86
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

la Corona de España y de Indias, y cedida al emperador de Francia y rey,


quien entregó el trono español a su hermano José Bonaparte.47

El rey padre fue trasladado al palacio de Compiegne, y Fernando VII,


al de Valencay, ambos en calidad de prisioneros. A partir de ese hecho,
el pueblo español llamó a la insurrección armada en contra del nuevo
gobernante francés José Bonaparte, quien se hacía llamar el Regente.

Así, estalló en mayo de 1808 una profunda crisis política que impactó
en todo el amplio territorio de la monarquía. Pero la honda causa de esa
crisis no era externa. La acción de los Bonaparte se introducía dentro de
un estado de cosas al interior de la monarquía; tampoco fue la causa el
vacatio regis, provocado por la ausencia de los monarcas, esto venía sien-
do una consecuencia. Había problemáticas profundas originadas tiempo
atrás; en el centro, un desmoronamiento económico y fiscal no solo de
la península, también padecía ese proceso América. Precisamente las lla-
madas Reformas Borbónicas tuvieron el propósito de recuperar su pujanza
imperial, tocando la modernidad con las nuevas doctrinas políticas y eco-
nómicas e introduciendo políticas administrativas, basadas en la razón
y en la eficiencia; sin embargo, no todas las medidas y acciones fueron
exitosas, algunas fueron contraproducentes y contradictorias. El impacto
de algunas circunstancias externas, como el destrozo de la armada naval
mercante por los ingleses en 1805, hizo que se profundizara la crisis.

A partir de 1808, los resultados de la crisis tendieron en dos vías. Por


un lado, la monarquía transitó a un nuevo sistema político, el monár-
quico constitucional liberal, y por otro, le produjo la ruptura con sus
posesiones transatlánticas.

La crisis dividió los reinos de la península. Existía la España de la ocu-


pación de Bonaparte, la leal al rey francés, de la constitución de Bayona
y la regencia, que era la menos, y la otra, la insurrecta, leal a Fernando
VII, que generó un gran movimiento de independencia contra los fran-
ceses, primero conducido por juntas de gobierno de algunos reinos de la
península, y después, por la Junta Suprema Central y Gubernativa, que

47 AGCA, A1.2, leg.2188, exp.15374, fl.78 v., Bayona, 4 de mayo, Real manifestación
de Fernando VII a los españoles, sobre negociaciones con Napoleón I.
A1.2, leg.2188, exp.15734, fl.119, 17 de mayo de 1808, Bayona.

87
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

aglutinó a las diversas juntas que se habían formado hasta que la Junta
Central fue sustituida en 1810 por el Consejo de Regencia. De manera
que las abdicaciones de los monarcas y el nuevo gobierno del regente José
Bonaparte desencadenaron, entre los españoles de la península, una serie
de acciones para llevar adelante un movimiento de resistencia armada
para expulsar a los franceses y un gobierno paralelo fiel a los monarcas
en prisión.

En América, la crisis impactó de forma distinta. Después de las abdi-


caciones, ambos poderes en España hacían lo suyo para atraer la atención
y lealtad a su proyecto. Llegaron órdenes de la regencia de José Bonaparte
y de las juntas de gobierno insurrectas, entre otras, los trascendentales
oficios recibidos de ambos gobiernos planteando un llamado a Cortes.
Esto dividió lealtades.

Hay que hacer notar que, en América, la crisis tuvo otros significados
que en la península. Se asumieron nuevas actitudes frente a la desigualdad
entre americanos y españoles y frente a la parálisis de sus negocios. Fueron
años en los que las élites americanas dieron inicio a diversos proyectos para
fortalecer y hacer progresos en sus patrias chicas. Y, como ha expresado
(Guerra, 2009: 260), en América, más que luchar contra los franceses y por
el regreso de Carlos IV o Fernando VII, se intentó articular viejas deman-
das. De tal manera que las respuestas fueron conducidas más en ese sentido.
Guerra (2009) sostiene que buena parte de los movimientos de estos años
no plantearon independencia de España; a excepción de los de Caracas y
Buenos Aires, más bien fueron dirigidos contra los malos gobiernos locales,
provinciales y centrales y ceñidos a sentimientos de patriotismo, identidad
local y de autonomismo (126).

Desde América se demandó representación en las nuevas instancias de


gobierno que se estaban creando. Así, vemos desarrollarse un movimien-
to de elección de diputados a Cortes, el espacio que muchos americanos
veían como el escenario que a través de su representación política podrían
plantear sus demandas e incidir en los cambios.

Otra respuesta fue la explosión de juntas de gobierno de carácter


autónomo, creadas especialmente en el sur de América. Fueron juntas
locales de gobierno para conducir la resistencia, para no obedecer a toda

88
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

la estructura de la monarquía absoluta, para gobernarse a sí mismos, obe-


deciendo a las juntas recién creadas por ellos.

También sucedieron amplios movimientos insurreccionales de par-


ticipación criolla y sobre todo popular, como fue el caso de Hidalgo en
Nueva España; pero también hubo expresiones de carácter popular de
indígenas y de ladinos frente a problemas y autoridades locales, tal es el
caso de los motines de noviembre de 1811 en San Salvador.

Como vemos, a los dos lados del Atlántico hubo resistencia a los
franceses e importantes cambios en la forma de hacer política. En el sen-
timiento autonomista fluía la idea de que la soberanía había vuelto al
pueblo, de manera provisional, mientras el monarca regresaba a su trono;
idea que tenía sus raíces en la tradición jurídica española.

Antonio Aninno (2018) explica este crucial momento como una re-
troversión de la soberanía en el concepto del antiguo régimen, lo cual es
un acto revolucionario, es decir, dentro del concepto de soberanía, esta
podría volver a quien la ha otorgado. En 1808, ante el vacío de poder por
la huida de los reyes, la soberanía de los pueblos estaba siendo retomada
por los sujetos territoriales; se refiere a las juntas de gobierno instituidas
para gobernar en nombre del rey, y expone que, en lo sucedido, los con-
ceptos no son nuevos, para hacer el cambio retoman los conceptos viejos
“[… en el cambio solo se busca lo nuevo, y buena parte de lo nuevo es lo
viejo, lo nuevo no borra lo antiguo, allí esta lo tradicional, lo tradicional
es un universo acumulado en las épocas anteriores …]” (Aninno, 2018).

Las primeras respuestas en la Audiencia de Guatemala

Consecutivamente llegaron a Guatemala las noticias que dejaban ver el


episodio de ingobernabilidad, de la resistencia en España, de la forma-
ción de juntas de gobierno, de la organización de las Cortes y las reaccio-
nes en otras partes de América.

A mediados de agosto de 1808 se supo, por los oficios que llegaron


de México, que en Madrid la Junta Suprema de Gobierno, instituida por
Fernando VII a su salida hacia Francia, estaba controlada por los france-
ses y presidida por el general Murat, lugarteniente de Napoleón Bonapar-
te, en espera de la llegada de José, su hermano, a quien había designado

89
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

el nuevo rey de España; un gobierno que solamente fue apoyado por una
parte de la élite española, mientras que la mayoría de la población organi-
zó, entre mayo y junio, levantamientos en rechazo a los intrusos en toda
España, y por la soberanía perdida.

Desde Bayona, a primeros días de julio, José Bonaparte, como rey de


España y de Indias, promulgó un acta constitucional, un documento ba-
sado en el derecho francés, y particularmente en el modelo constitucional
bonapartista. Fue una constitución producto de una decisión de Murat y
Napoleón I, de convocar a Cortes españolas, es decir, a asamblea en Ba-
yona, integradas por el clero, la nobleza y el Estado llano. Su contenido
era reformador, habría dicho el emperador; y en decreto de 25 de mayo
decía, entre otras cavilaciones, a los españoles: “Vuestra monarquía es
vieja, mi misión es renovarla, mejoraré vuestras instituciones. Y os haré
gozar, si me ayudáis, de los beneficios de una reforma”.

En el apartado X de la Constitución se refería a las colonias de América


y de Asia, en el cual se establecía la igualdad de derechos de las colonias
con la metrópoli, se ordenaba la representación de diputados de las colo-
nias con voz y voto, se suprimía el tributo de indios y castas, dejaba de ser
obligatorio el servicio personal y, entre otros, se suprimían las prohibicio-
nes a los indios, y se dejaba de separar pueblos de indios y de españoles
(García, 1994: 86).

En la asamblea bonapartista hubo participación americana, al menos


fueron seis personas de las que se encontraban establecidas en España,
entre ellos hubo un representante de la Audiencia de Guatemala, este fue
Francisco Antonio Cea, director del Jardín Botánico de Madrid; el mar-
qués de San Felipe, por La Habana; José del Moral, por la Nueva España;
Tadeo Bravo, por el Perú; y León Altolaguirre, por Argentina.

Francisco Antonio Cea, fue verdaderamente entusiasta con la Consti-


tución bonapartista, la vio como expresión de un pacto entre la nación y
el rey; pero con una perspectiva crítica propuso que se fijaran las atribu-
ciones a éste, con la finalidad de limitar constitucionalmente sus faculta-
des; de lo contrario, expuso, no habría pacto. El pacto planteado era una
novedad, con el cual se establecía una nueva forma de convivencia, en el
marco de un moderno sistema representativo (García, 1994:91).

90
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

La constitución de Bayona nunca tuvo vigencia en América, sin


embargo, indirectamente, fue una pauta que sirvió para los cambios ju-
rídicos y políticos que los americanos y españoles concertaron dentro del
gobierno insurrecto y las Cortes.

En la ciudad de Guatemala, tales noticias de Bayona causaron estupor.


El presidente de la Audiencia convocó a una junta de emergencia en el
Palacio para el día siguiente, 14 de agosto. Convocadas las autoridades
superiores: el arzobispo, el cabildo eclesiástico, el rector de la Universi-
dad, el Ayuntamiento de la ciudad, empleados de la Real Hacienda, los
prelados de los conventos, el fiscal, los altos oficiales militares, el inten-
dente de Comayagua, que se hallaba en la ciudad, y el marqués de Ayci-
nena, después de la lectura y reflexión de los decretos y oficios enviados,
se levantó un acta en la que resolvieron no acatar lo resuelto en Bayona,
desconocer a las autoridades francesas intrusas y renovar la fidelidad a los
monarcas legítimos.48

El gobierno insurrecto leal a Fernando VII

También llegaron noticias a Guatemala, que paralelamente se organizaba


el gobierno insurrecto y leal a Fernando VII, a través de la formación
de juntas de gobierno en distintas ciudades de España, para la defensa y
mantener la fidelidad al rey.

Tal proyecto de resistencia necesitaba abrir vasos de comunicación en


América. Esa iniciativa la tomó la Junta de Gobierno de Sevilla. La infor-
mación daba cuenta de que la junta creada en Sevilla bajo la presidencia
de Francisco Saavedra, un destacado militar que había estado en Améri-
ca, y después había sido ministro de Hacienda de Carlos IV, se autopro-
clamaba Junta Suprema de Gobierno, la cual, el 6 de junio, declaraba la
guerra a nombre de Fernando VII al emperador de Francia Napoleón I, y
llamaba a apoyar al ejército español;49 hacía un llamado a los americanos
para sacudirse el yugo del emperador de los franceses y recuperar la so-
beranía, recuperar el comercio entre la metrópoli y América y sobre todo

48 Véase a García Laguardia, 1994: 77; A1.2, leg.2188, exp.15734, fl.74,14 de agosto de 1808,
Cd. de Guatemala.
49 AGCA, A1.1, leg.6920, exp.56910, fl.3, 28 de mayo de 1808, Sevilla; AGCA, A1.1,
leg.6920, exp.56910, fl.13, 6 de junio de 1808, Sevilla; AGCA, A1.1, leg.6920, exp.56910, fl.26,
Nueva España, 7 de octubre de 1808.

91
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

el monopolio comercial perdido.50 Alertaba que los franceses y la Junta


Superior de Madrid trataban de incitar a los vasallos de las Indias contra
la Junta establecida en Sevilla. Dicha Junta solicitaba su reconocimiento
en América y recomendaba que se mantuvieran en unidad para evitar
actos contra la fidelidad a España.51

Fidelidad y obediencia a Fernando VII

En Centroamérica, tras las noticias recibidas y reanimados por el espí-


ritu del pueblo español en resistencia y fidelidad al rey, las autoridades
superiores declararon que no reconocerían la abdicación de Fernando
VII a favor de Napoleón I, sino que guardarían obediencia y fidelidad a
su monarca español. Se promovió entonces, desde el mes de agosto, que
en todos los rincones de la Audiencia se hicieran muestras de fidelidad.
Los ayuntamientos de ciudades, pueblos y villas se expresaron de manera
entusiasta. El 4 de octubre, el Ayuntamiento de la villa de Rivas, en la
intendencia de Nicaragua, juraba a Fernando VII como legítimo monar-
ca; el 7 de octubre, el Ayuntamiento de Granada confirmó su fidelidad
a Fernando VII.52 Dos días después, el de Tegucigalpa dejó manifiesta la
fidelidad al rey y desaprobaba la actitud de Francia.53 El 10 de octubre,
el Ayuntamiento de la villa de San Vicente de Austria, de la intendencia
de San Salvador, juraba fidelidad al monarca.54 Ese mismo día, también
se había jurado fidelidad al monarca en Comayagua, además expresaron
que estaban prestos a defender la provincia de cualquier intento de pene-
tración de los franceses.55 El 12 de octubre, el Ayuntamiento de la ciudad
de San Salvador juraba y proclamaba como monarca a Fernando VII.56

Por su parte, el arzobispo llamaba para que en los obispados se hiciesen


rogaciones en todas las parroquias por el buen éxito de las armas españo-

50 17 Declaración de los principales hechos que han motivado la creación de esta Junta Supre-
ma de Sevilla, que en nombre del Señor Fernando VII que gobierna los Reinos de Sevilla, Cór-
doba, Granada, Jaén, Provincias de Extremadura, Castilla la Nueva, en AGCA, A1.1, leg.6920,
exp.56910, Fol.17, 17 de junio, Sevilla.
51 AGCA, A1.1, leg.6920, exp.56910, fl.23, nota enviada por la Junta de Gobierno de Sevilla
con fecha de 10 de junio de 1808, Sevilla.
52 AGCA, B1.14, leg.20, exp.567, 7 de octubre de 1808, Granada.
53 AGCA, B1.1, leg.1, exp.11, 9 de octubre de 1808, Tegucigalpa.
54 AGCA, B1.14, leg.20, exp.564, 10 de octubre de 1808, San Salvador.
55 AGCA, B1.14, leg.20, exp.566, 10 de octubre, Comayagua, intendencia de Honduras.
56 AGCA, B1.14, leg.20, exp.565, 12 de octubre de 1808, San Salvador.

92
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

las y por los reyes en cautiverio,57 y para que se convocara a la feligresía


a funciones religiosas, que en especial se hicieran en el templo de Santo
Domingo, a falta de una catedral, que en la nueva ciudad aún no se encon-
traba construida completamente.58 Desde otra perspectiva, los estudiantes
de la Universidad de San Carlos de Guatemala promovieron diversos actos
religiosos y funciones literarias en las que reflexionaron y debatieron sobre
la grave situación en España y por consiguiente en América.

A moción de José María Peinado, el regidor del Ayuntamiento de


la ciudad de Guatemala, se promovería erigir una estatua del monarca.59
Con gran entusiasmo se distribuyeron medallas conmemorativas a la jura
y proclamación del monarca. Las autoridades superiores ordenaron que los
ayuntamientos promovieran que se alzaran pendones con el nombre de
Fernando VII, además se enviaron las medallas conmemorativas a las ciu-
dades y villas de las provincias, entre otras, a la ciudad de San Salvador, a la
villa de Sonsonate y de San Vicente, a Cartago, a Granada y a otras más.60
Se les autorizó, a los personeros de los ayuntamientos, al rector y claustro
de la Universidad de San Carlos de Guatemala, que llevaran un pendiente
en el cuello con una medalla con el busto del rey en señal de fidelidad.61

La reunificación de la resistencia en la Junta Suprema Central y Gu-


bernativa

En el mes de noviembre llegó a la ciudad de Guatemala la nota que, en 25


de septiembre de 1808, en Aranjuez se integró la Junta Suprema Central
y Gubernativa, como un órgano que ejerció poderes ejecutivos y legisla-
tivos, mientras se mantuvo la ocupación francesa, e integró a las distintas
juntas creadas en la península, para unificar el gobierno en resistencia
en todos los territorios de la monarquía. La junta tuvo que trasladarse a
Sevilla en diciembre, debido al asedio francés, y a la isla de León en enero
de 1810. Paralelamente, para la defensa se crearon otras juntas provin-

57 AGCA, A1.2, leg.2188, exp.15734, fl.97, 18 de agosto de 1808, C. de Guatemala.


58 AGCA, A1.2, leg.2188, exp.15734, fl.131, 13 de octubre de 1808, C. de Guatemala.
59 AGCA, A1.2, leg.2193, exp.15744, fl.44v., 2 de junio de 1808, Guatemala.
60 AGCA, B1.14, leg.20, exp.573, 13 de febrero de 1809, Sonsonate; AGCA, A1.2, leg.2188,
exp.15734, fl.122, 10 de abril de 1809, Ciudad de Guatemala; AGCA, B1.14, leg.20, exp.575, 17
de abril de 1809, San Salvador; AGCA, B1.14, leg. 20, exp. 578, 21 de febrero de 1809, Nicaragua.
61 AGCA, A1.1, leg.2818, exp.24922, 1808, Ciudad de Guatemala; AGCA, A1.2, leg.2188,
exp.15734, fl.137v., octubre de 1808, Ciudad de Guatemala.

93
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

ciales en la península. Se anunció también que, en 25 de junio de ese


mismo año, se había instalado el Consejo y Tribunal Supremo de España
e Indias, con lo cual desaparecían todos los consejos existentes. Esta era
una de las reformas que se estaban implementando (García, 1994: 100).

Estas nuevas noticias hicieron que el presidente González Saravia, de


manera inmediata, convocara a todos los cuerpos superiores, a estudiar
los oficios e impresos enviados por el virrey de Nueva España, sobre la
Junta Suprema Central en Sevilla, y para dar respuesta a su petición de
reconocimiento.62

En cabildo celebrado por el Ayuntamiento de la Ciudad de Guatemala


se observaron los documentos y se aprobó la propuesta del regidor José
María Peinado, para que se le pidiera a la Junta Suprema creada en Aran-
juez, que fuese una junta de gobierno de toda la monarquía, en la que
hubiese representación de la Audiencia de Guatemala a través de un di-
putado con voz y voto.63 Pero tal propuesta no había sido unánime; hubo
voces disonantes, como la de José de Isasi, alcalde ordinario de segundo
voto de la ciudad de Guatemala, quien se opuso al envío de un diputado.

Por su parte, en la Junta Suprema Central, en esos primeros meses


de existencia, bajo la dirección del conservador conde de Floridablanca,
había una tendencia de no darle participación a los americanos en dicha
Junta: poco tiempo después esto fue modificado, y bajo decreto de 22
de enero de 1809 se afirmaba que las Indias no eran colonias, sino parte
esencial e integrante de la monarquía; de esa manera se convocaba a que
se nombraran los representantes por sus ayuntamientos.

Nuevos impuestos y donativos patrióticos: Apoyo y malestares

Desde que inició la resistencia contra la invasión bonapartista, se impuso


a la población, tanto en América como en la península, nuevos impuestos
para sostener la guerra y expulsar a los franceses.

En la Audiencia de Guatemala, su presidente Antonio González Sa-


ravia ordenó, a las autoridades locales y vecinos de las provincias, un
donativo patriótico para apoyar la guerra.64 Esta nueva derrama fue para

62 AGCA, A1.1, leg.6920, exp.56910, fl.27, 2 de noviembre de 1808, Guatemala.


63 AGCA, A1.2, leg.2188, exp.15734, fl.173, 15 de noviembre de 1808, C. de Guatemala.
64 AGCA, A1.1, leg.6093, EXP.55337, fl.3, 19 de septiembre de 1808, C. de Guatemala.

94
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

los pueblos de ladinos, castas e indígenas causa de malestar, porque dicho


donativo se ordenó que se obtuviese de las cajas de comunidad.

Al final del año de 1808, el presidente de la Audiencia reportó que el


donativo patriótico recaudado de los pueblos de naturales era de cien mil
pesos, los cuales fueron enviados a la metrópoli para ayudar a sostener el
ejército que peleaba contra los franceses.65

Para algunos vecinos de los pueblos de españoles, el donativo fue una


muestra de fidelidad que deseaban aportar. En el suplemento de La Gaceta
de Guatemala66 se publicó la lista de los que dieron el donativo enviado a
Cádiz. Un primer envío fue de 23.143 pesos, de los que 4.000 los había
dado Gregorio Castricione, regidor honorario del Ayuntamiento de San
Salvador y el comerciante más adinerado de la provincia, y Lorenzo More-
no, un comerciante de la ciudad de Guatemala, quienes aportaron la ma-
yor cantidad de dinero de dicho envío. El marqués de Aycinena dio en esa
ocasión 2.000 pesos, y el resto lo había entregado un grupo de 30 personas.
En una segunda lista de donativos publicada se encontraba el nombre del
intendente, Antonio Gutiérrez Ulloa, quien había dado 400 pesos.67

Otros vecinos que formaban parte de la élite económica y política,


de la provincia de San Salvador, recaudaron y enviaron sus aportaciones,
entre otros, José Santín del Castillo, de San Vicente; el alcalde y regidor
de esa ciudad donó 500 pesos; Manuel Ximénez entregó un donativo
de 1.000 pesos; Esteban José Yúdice, productor de añil de Zacatecoluca,
envió 2.000 pesos, y otros productores de añil de la intendencia de San
Salvador dieron aportaciones similares.68

Emisarios franceses y la vigilancia por sus supuestos planes de suble-


vaciones

El presidente Antonio González Saravia, fue quien empezó a difundir que


había emisarios franceses en el territorio de la Audiencia relacionados con
algunos grupos opositores a la monarquía para promover su desestabili-
zación. En bando publicado en 19 de mayo de 1810 y circulado a todas

65 AGCA, B1.7, leg.10, exp.377, 1809, Ciudad de Guatemala.


66 La Gazeta de Guatemala, núm. 9, tomo XI, lunes 17 de octubre de 1808, C. de Guatemala.
67 La Gazeta de Guatemala, núm. 9, tomo XI, lunes 21 de noviembre de 1808, C. de Guatemala.
68 La Gazeta de Guatemala, núm. 31, tomo XI, 31 de enero de 1809, fl. 233, C. de Guatemala.

95
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

las provincias dijo: “se me ha dado avisos exactos de que el maquiavélico


gobierno francés ha despachado diferentes emisarios para repartirlos por
nuestra América”.

Por su parte, la Junta Suprema Central y Gubernativa, envió una real


orden para que en los territorios americanos se procediera contra los ex-
tranjeros, en particular contra los franceses, a los que se les observara
conductas contrarias a la causa de la nación española.69 Siguiendo esas
directrices, las autoridades vigilaron a los extranjeros arraigados en sus
jurisdicciones. Tal es el caso del doctor Pedro Barriere, en San Salvador,
quien era el asesor letrado del intendente Antonio Gutiérrez Ulloa, con
quien tenía serias desavenencias. El intendente lo vigiló y sospechó de su
fidelidad, ante lo cual Barriere prefirió trasladarse a la ciudad de Guate-
mala, por el temor que el intendente lo vinculara con los franceses espías
de Bonaparte, debido a su origen francés.

En realidad, en la Audiencia más que una amenaza real fue un rumor


el que se expandió en las provincias, respecto a que espías franceses esta-
ban penetrando en el territorio de forma ilegal, lo cual, se decía, respon-
día a los planes del gobierno francés para provocar sublevaciones. Esta
supuesta amenaza dio pie para impulsar todo un plan de vigilancia de
la población para contener posibles protestas. La más mínima expresión
que no fuera de fidelidad a la monarquía fue estimada subversiva e influjo
de los franceses espías.70

Expresiones infieles y pasquines

Pese a la vigilancia y el celo de las autoridades en la ciudad de Guatemala


y en las provincias, no se dejó de escuchar expresiones “infieles”. Igual-
mente aparecieron pasquines cuestionando a las autoridades locales y en
contra de la religión y sus dogmas, los que se ordenó quemar y destruir
cada vez que aparecían pegados en las oficinas y casas de algunos man-
dos superiores y provinciales. En una circular emitida por el arzobispo
de Guatemala, habría expresado este prelado refiriéndose a los libelos y
pasquines que eran publicados como “[…] pasquines y libelos infames y

69 AGCA, B1.5, leg.5, exp.135, 14 de Abril de 1809, Sevilla.


70 AGCA, B1.15, leg.5, exp.136, 1809, Ciudad de Guatemala; AGCA, B1.5, leg.5, exp.135,
1809, Ciudad de Guatemala.

96
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

turbulentos, fraguados en la obscuridad de cuatro conventículos jacobi-


nos y sanguinarios […]”.71

Continuamente aparecieron estos pasquines en distintos lugares con-


tra autoridades y españoles. Así que hubo que implementar averigua-
ciones judiciales para castigar estos delitos catalogados de sedición e in-
fidelidad. Se trataba de un delito grave, para el cual la Audiencia fijó las
penas que variaban entre la muerte, el destierro, el presidio o una multa
según la gravedad e intención del pasquín, libelo o expresión dicha en
público.72 La actividad contra los sediciosos y subversivos se dilató en
toda la Audiencia: en Ciudad Real, sus autoridades se quejaron de que
se mantenían quitando pasquines colocados en distintos lugares.73 En esa
misma ciudad se procedió a desconocer, separar de su cargo y a encarcelar
al licenciado José Mariano Valero, teniente asesor letrado del intenden-
te, a quien se acusó de simpatizar con los franceses.74 En San Salvador,
el alcalde de la ciudad puso en prisión a Antonio Campos, acusado de
infidente y de simpatizar con los franceses, también fue interrogada su
esposa, Juana Anselma Renderos, sobre las actividades de su marido.75 En
Guatemala, fue desterrado hacia Cuba y luego a España el español Simón
Bergaño y Villegas, por la acusación de sedicioso.76 En la villa de Rivas,
en Nicaragua, fue denunciado de infiel Luis de Aguilar, y en esa misma
villa, fue denunciado José Antonio Bustos, a causa de que, durante los
actos celebrados con motivo a la jura y la proclamación de Fernando VII,
no gritó “Viva Fernando VII, viva nuestro rey”, al pasar frente a él la ca-
rroza que llevaba el retrato del monarca, que paseaban por las principales
calles de la villa.77

Los funcionarios eclesiásticos también hicieron lo suyo. El sacerdote


doctor Isidro Sicilia, en su calidad de gobernador eclesiástico, emitió un
edicto el 4 de enero de 1811, en el que decía: “Hacemos saber a todos los
fieles de esta Diócesis que no pudiendo los franceses subyugarnos a fuerza
de armas, no omiten medio para conseguirlo, ya intentando con dádivas

71 Carta circular de 12 de abril de 1812, impresa del arzobispo Ramón Casaús, dirigida a
los vicarios de provincia, a los curas y coadjutores y a los demás fieles de la Diócesis, en García
Laguardia, 1994: 79.
72 AGCA, B2.12, leg.41, exp.917, fl.45, 25 de abril de 1809.
73 AGCA, B2.7, leg.31, exp.776, fl.40, 6 de noviembre de 1808, Ciudad Real.
74 AGCA, A1.1, leg.6920, exp.56909, 21 septiembre de 1809, Ciudad Real.
75 AGCA, A1.1, leg.6920, exp.56917, 14 de junio de 1809, San Salvador.
76 AGCA. B2.7, leg.31, exp.778, fl.1, 1809, Ciudad de Guatemala.
77 AGCA, A1.1, leg.6920, exp.56916, 1809, Rivas, Nicaragua.

97
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

y promesas seducirnos, ya procurando introducir partidos, discordias en-


tre nosotros mismos, valiéndose de pasquines y papeles subversivos del
buen orden, y ya jactándose de fieles y adictos vasallos de nuestro amado
Soberano, el señor don Fernando Séptimo” (Cevallos, 1964: 9-27).

Juntas de gobierno en América

Ante el vacío de poder sentido después de las abdicaciones de los mo-


narcas y las voces contra el gobierno intruso francés de “¡Muera el mal
gobierno!”, en diversos lugares de América la reacción fue la de formar
juntas de gobierno. Estas fueron inspiradas en las juntas provinciales
creadas en los reinos de la península, pero con un carácter distinto, pues-
to que algunas expresaron no solo el descontento contra los franceses y el
deseo de gobernar en nombre de Fernando VII, sino también contra las
malas autoridades y por agravios locales coloniales. Así, en los territorios
americanos resonó la idea muy debatida respecto a que la soberanía ha-
bía dejado de ejercerla el rey, y que, en esas nuevas circunstancias, debía
de ser tomada por la nación; y la nación eran todos los territorios de la
monarquía. Por lo tanto, la soberanía y el poder debían de ser retoma-
dos por las autoridades de los reinos y crear gobiernos autónomos. Estas
ideas se tradujeron en sentimientos y propuestas autonomistas, es decir,
la idea de gobernarse a sí mismos; aunque algunas reacciones también se
plantearon independencia.

Movimiento juntista en América

Bajo ese contexto, en la ciudad de Guatemala algunos miembros de la


élite política propusieron al presidente Mollinedo y Saravia, la creación
de una junta de gobierno; pero éste rechazó la idea por encontrarla sub-
versiva. (García, 1994: 99) En la Audiencia la opción que mayor acogida
tuvo fue la de participar en las Cortes, convocadas por la Junta Suprema
Central y Gubernativa de España y de Indias, y desde esa nueva instancia
de gobierno de la monarquía se plantearon hacer sus propuestas de refor-
mas al gobierno a través de su representación.

En Nueva España hubo intentos para crear juntas de gobierno y en


los territorios del Sur de América se formaron en algunos lugares. Su
creación fue parte de la búsqueda de una vía de carácter autonomista, en
medio del vacío de poder y de la ingobernabilidad.

98
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

En la ciudad de México, en el mismo año de 1808, las élites de co-


merciantes, funcionarios y el cabildo de la ciudad pidieron al virrey que
reconociera que la soberanía estaba en la nación, y que se creara un nuevo
gobierno. La respuesta del virrey fue negativa, y ante eso hubo un golpe
que lo destituyó y se impuso como nuevo virrey a Pedro de Garibay. Ese
primer proyecto autonomista fracasó a causa de los peninsulares absolu-
tistas (Anna, 1991: 41-71).

En el sur de América, después de las abdicaciones, fueron tres opciones


políticas las que se les presentaban: obedecer a José Bonaparte, obedecer
a las autoridades provisionales de las juntas peninsulares u obedecer a
Carlota, la hermana de Fernando VII, esposa del rey de Portugal, estable-
cidos en Río de Janeiro.

Entre 1808 y 1809 hay una oleada de formación de juntas de gobierno


autónomas. En 1808 en Montevideo, Quito y Caracas, y en 1809 en Bue-
nos Aires, Chuquisaca (Colombia), en la Paz (Bolivia). Estos aún no eran
movimientos por la emancipación. Ciertamente, algunas tienen el apoyo
de indígenas y otros sectores populares. La quiteña fue un movimiento
criollo que estableció un gobierno autónomo; reconocía a Fernando VII,
pero era anticolonial. La de la Paz fue conducida por indígenas y otros
sectores populares, y fue la más radical de todas.

La opción bonapartista tuvo alguna acogida. Lo vemos en Buenos Ai-


res con la participación de un militar de origen francés, Santiago Liniers,
que luchó contra la invasión británica y que fue nombrado virrey de Río
de la Plata.

Convocatoria a Cortes en Sevilla y elección de diputados en Centro-


américa

Como ya se ha dicho antes, en diciembre de 1808 la Junta Suprema


Central y Gubernativa, de España y de Indias, formada en septiembre
de 1808 en Aranjuez, se trasladó a Sevilla. Era la primera instancia en las
nuevas circunstancias, que se creaba para representar a todas las partes
de la monarquía, cuestión en la que había incidido la petición de las
distintas corporaciones americanas, en las que se incluían las hechas por
el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, de participar a través de
diputados en los nuevos órganos de gobierno.

99
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

El Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, al tener noticias de que la


Junta Central se encontraba instalada en Sevilla, insistió en la conveniencia
de la elección de un diputado para que se integrara a dicha instancia en
representación de la Audiencia. Hubo debate al respecto y oposiciones; el
mismo presidente Mollinedo y Saravia se oponía. Mientras que los poderes
locales estaban, de manera inusitada, construyendo nuevas formas de parti-
cipación política, y con un alcance no restringido a su partido o provincia,
sino de dimensiones más amplias, minando de esa forma el poder colonial
centralizado ejercido desde la ciudad de Guatemala.

En abril de 1809, el Ayuntamiento expuso nuevamente su propuesta


de la elección de un diputado, para que se integrara a la Junta instalada en
Sevilla, bajo consulta de los demás ayuntamientos del reino, pero además
planteaba que habría que resolver de manera urgente la falta de cargos,
de los que carecían buena parte de estos órganos de gobierno. En esta
inquietud se reflejaba la necesidad de que se tuviese completa la represen-
tación de las localidades, tal como lo razonaban las entidades territoriales
locales para fortalecer sus gobiernos. 78

Hacia el mes de mayo de 1809, llegó la documentación a la presidencia


de la Audiencia, de la Junta Suprema Central Gubernativa de España y de
Indias convocando a reuniones de Cortes. La información se trasmitió a
las provincias y de inmediato hubo convocatoria de los gobiernos locales.

Elecciones en Guatemala a representantes en la Junta Central Guber-


nativa

Por decreto de 22 de enero de 1809, la Junta Suprema Central y Guber-


nativa ordenó la elección de diputados vocales representantes en dicha
Junta. El procedimiento electivo ordenado debía de efectuarse a través
de los ayuntamientos, en elección interna de tres candidatos en cabildo
abierto y bajo la forma de sorteo. Estas vendrían siendo las primeras elec-
ciones de carácter popular en América.

En la Audiencia se estipuló que se elegirían diputados en la capital


de la Audiencia, en las de las provincias. De mayo a agosto de 1809 se

78 AGCA, A1.2, leg.2188, exp.15735, FL.41, 5 de abril de 1809, Cd. de Guatemala; AGCA,
A1.23, leg.1537, fl.284v. 30 de abril, 1808, Cd de Guatemala; AGCA, A1.2, leg.2188, exp.15735,
fl.41n 5 de abril de 1808, Ciudad de Guatemala.

100
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

realizaron los procesos electivos. En la ciudad de Guatemala fue electo


el coronel de milicias José de Aycinena; por el Ayuntamiento de Ciu-
dad Real de Chiapas, se nominó al teniente coronel de milicias Antonio
Juarros Laguardia;79 en el mes de mayo fue electo por León, Nicara-
gua, Francisco Ayerdi;80 en Santa Ana se eligieron tres candidatos, y
por sorteo se designó a Domingo Figueroa;81 en Granada se procedió
a la elección de los tres candidatos, quedando designado el presbítero
José Chamorro;82 en San Miguel fue designado el Pbro. doctor Miguel
Barroeta, juez provisor y vicario en el partido;83 por su parte, el Ayun-
tamiento de Quezaltenango nominó a Manuel Pavón;84 en la villa de
Sonsonate se nombró a Alejandro Ramírez,85 y en otros ayuntamientos
hubo procesos electivos similares.

No faltaron los procesos electivos hechos con manipulaciones y de for-


ma fraudulenta. Por otra parte, no todos los electos pudieron trasladarse
a España, puesto que, aunque se prometió alguna dieta, se requería cubrir
parte de los gastos. Finalmente, estos procesos electivos no surtieron efec-
to, ya que la Junta fue suprimida para darle paso al Consejo de Regencia.

La Junta se caracterizó por las fricciones entre conservadores, agrupa-


dos alrededor de Floridablanca y reformistas con tendencias democráti-
cas, entre los que se encontraban Jovellanos y el abogado Ramón Calvo
de Rozas, quienes formularon la idea de la convocatoria a Cortes (García,
1994: 105).

El Consejo de Regencia

Hacia enero de 1810, las fuerzas francesas ocupaban casi toda España.
Las derrotas españolas hicieron que, el día 23 de ese mes, la Junta Central
fuera obligada a retirarse de Sevilla y asentarse en la isla de León. Por de-
creto de 29 de enero e inmediatamente después de esta retirada, la Junta

79 AGCA, A1.1, leg.37, exp.4350, fl.35, 24 Acta de cabildo de Agosto de 1809, Ciudad Real
de Chiapas.
80 AGCA, A1.1, leg. 37, exp.4348, Acta de Cabildo, 21 de mayo, León.
81 AGCA, A1.1, leg.37, exp.4345, fl18 v, Acta de Cabildo. 21 de mayo de 1809, Santa Ana.
82 AGCA, A1.1, leg.37, exp.4345, fl.12
83 AGCA, A1.1, leg.37, exp.4345, fl.30 v., testimonio de acta de cabildo de 25 de mayo de
1809, San Miguel.
84 AGCA, A1.1, leg.37, exp.4350, fl.40, 31 de octubre de 1809.
85 AGCA, A1.1, leg.37, exp.4346, fl.2, testimonio de acta de cabildo, octubre de 1809, Sonsonate.

101
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

se disolvió para hacer un gobierno eficiente y centralizado, y en su lugar


se nombró un Consejo de Regencia de España e Indias, manteniendo los
mismos proyectos de la Junta. El nuevo órgano convocó a Cortes Gene-
rales para decidir el rumbo de la guerra, promover la unidad de los reinos
y formular una constitución española.
En el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, reunidos en cabildo
el alcalde Cayetano José Pavón, los regidores José María Peinado, el mar-
qués de Aycinena y Antonio Juarros Laguardia, al tratar el tema, fueron
de la idea de condicionar el reconocimiento al Consejo de Regencia hasta
que se admitiese al diputado vocal ya electo por ese Ayuntamiento, para
la Junta Suprema, como su representante en el nuevo órgano.86

Milicias urbanas y fortificaciones para asegurar la defensa

Desde que se supo de la invasión francesa a la península, de rumores y


sospechas de posibles ataques en América y de sublevaciones inducidas
por espías franceses, hubo diversas inquietudes desde los ayuntamientos
de la ciudad de Guatemala, Quezaltenango, Granada y Rivas para asegu-
rar la defensa de las provincias. Se propuso al presidente de la Audiencia
la organización de milicias urbanas y fortalecer las de las fortificaciones.87
El Ayuntamiento de Granada y otros más recomendaron la adquisición
de armamento.

Meses después, seguían llegando las graves noticias de los avances de las
fuerzas bonapartistas en casi todo el territorio de la península. Supieron,
por la Gaceta de Londres, que Napoleón Bonaparte había formado una
“liga” con los angloamericanos para enviar flotas y cortar las comunica-
ciones entre España y América.88 También se supo, por informaciones re-
cibidas de Nueva España, que los franceses habían ocupado Andalucía.89
Se dijo, desde el puerto de Trujillo, en la costa atlántica centroamericana,
que se habían detectado algunos navíos franceses; similares rumores se
recibieron desde Granada, en el Pacífico nicaragüense. Situación que hizo
pensar, al cabildo del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, que de-
bían preparar la defensa de los territorios costeros por cualquier amenaza.

86 Véase en AGCA, A1. 2, leg.2189, exp. 157336, fl. 59, 8 de junio de 1810, Guatemala.
87 AGCA, A1.2, leg.2189, exp.15736, fl.54v21; AGCA, B1. 24, leg.20, exp. 586, 10 de julio
de 1810, Granada, Nicaragua.
88 Véase en AGCA, A1.2, Leg.2189, Exp.15736, folio 31.
89 Véase en AGCA, A1.2, Leg.2189, 17736, fl. 4 v, 15 de mayo de 1810, Ciudad de Guatemala.

102
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Así, alarmados, en el cabildo celebrado por el Ayuntamiento de la ciudad


de Guatemala, acordaron transcribir al presidente de la Audiencia sobre
el estado de cosas, pero éste ya no pudo ponerse al frente debido a que se
encontraba muy enfermo.90 Escribieron entonces a los ayuntamientos de
Quezaltenango, Granada y villa de Rivas, y a otros, para que se organi-
zaran milicias urbanas de los voluntarios de Fernando VII, para asegurar
la defensa de las provincias, y se gestionara la adquisición de armamento
en las distintas ciudades y villas.91 De esa forma se hacían los preparativos
para una eventual invasión. Una cosa difícil de implementar debido a que
se requería una importante inversión, según se había calculado, de unos
150.000 pesos, para la adquisición de fusiles, pistolas, espadas y otros
materiales, pero las arcas de la Real Hacienda únicamente tenían en la
caja 31.121 pesos, 6 ½ reales.92

De manera que, para dar solución al tema monetario de la defensa y


atender el llamado de la Regencia a Cortes Generales y extraordinarias,
de recaudar donativos y de que se tomara dinero de las cajas de ahorros
de los indígenas para enviar a España,93 la presidencia, a cargo de un
interino, el coronel José Méndez Quiroga, ordenó dicha recaudación.94
Estos vendrían siendo nuevos impuestos de guerra que se sumaban a los
que ya se cobraban.

Pero esto tuvo reacciones discordantes, puesto que distintos ayunta-


mientos vieron con desagrado la petición y se negaron hacerla efectiva.
Las familias de españoles vieron mal los empréstitos forzosos para soste-
ner la guerra y sufragar gastos de los diputados. El descontento también
se originó en barrios de ladinos, castas e indígenas por las nuevas medidas
del Consejo de Regencia, que llamaban a disponer los ahorros y bienes de

90 Véase A1.2, LEG.2189, EXP.15736, 49 folios, de fecha 10 de mayo de 1810 del AGCA, en
el que el cabildo de Guatemala comunica al con el ayuntamiento de Granada, para apoyarse para
gestionar armamento para la defensa del reino.
91 Véase en AGCA, A1.2, Leg.2189, Exp.15736, Fol. 54 vuelto, 21 de julio de 1810, ciudad
de Guatemala. Véase también la nota del Ayuntamiento de la ciudad de Granada, intendencia
de Nicaragua, dirigido al de la ciudad de Guatemala, recomendándole gestione la adquisición de
armamento para la defensa del reino, en vista de los acontecen AGCA, B1.24, Leg.20, Exp.586.
92 Véase en AGCA, B2.7, Leg.32, Exp.783, folio 9, informe fechado 2 de mayo 1810,
Guatemala.
93 AGCA, B1.7, leg.10, exp.378, decreto de febrero de 1810.
94 Con fecha de 2 de octubre de 1810 el Consejo de Regencia envió un manifiesto a la Capi-
tanía General para recaudar fondos, véase en AGCA, A1.23, Leg.2595, folio 46.

103
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

cajas de comunidad.95Algunas autoridades locales apoyaron esas disposi-


ciones, las cuales eran en detrimento de la población local, tal es el caso
del intendente de Comayagua, que, ante el decreto y orden enviada de
elegir diputados, propusieron que los viáticos de los diputados salieran de
los fondos de los indígenas. Por su parte, el Ayuntamiento de la ciudad de
Guatemala se opuso al cobro de nuevos impuestos. En su lugar, propusie-
ron que se estableciera un comercio directo con otros puertos extranjeros
bajo el control del Consulado, que se diera impulso a la agricultura e
industria, puesto que, estimulando el desarrollo, se garantizaban mejo-
res condiciones para la defensa, organizando una compañía de comercio
bajo su control.96

Elección de diputados

Bajo esas circunstancias llegó a Guatemala la copia del decreto del 29 de


enero de 1810, a través del cual los centroamericanos se daban cuenta de
que la Junta Suprema Central estaba disuelta y daba paso a una nueva
instancia, que era el Consejo de Regencia de España e Indias. Las noti-
cias impactaron entre las autoridades de la capital y de las provincias, al
mismo tiempo generaron entusiasmo por la apertura de las Cortes Ge-
nerales y extraordinarias que debían de reunirse en la isla León, para las
que los ayuntamientos de las capitales de provincias debían de elegir a su
diputado que los representara en la asamblea de toda la monarquía, tal
como lo estipulaban las instrucciones recibidas, según decreto de 15 de
junio de 1810.97 Así, los ayuntamientos de las ciudades de Guatemala,
San Salvador, Ciudad Real, Comayagua, León y Cartago se prepararon
para efectuar los procesos electorales.

Las elecciones se desarrollaron bajo tensiones. Las Cortes españolas


habían sido celosas en asignar doce diputados a Centroamérica, siguien-
do la fórmula de un representante por cada 60.000 personas, tomando
en cuenta el cálculo de que la población era de unos 840.000 habitantes,
entre indígenas y españoles (Rodríguez, 1984:149).

95 Real Orden de 14 de febrero de 1810, por la que el Consejo de Regencia dispuso que los
fondos de bienes de comunidad, véase en expediente AGCA, B1.7, Leg.10, Exp. 378, véase en
AGCA, B1.4, Leg.4, Exp.95.
96 En AGCA, B2.7, Leg.32, Exp.783, fol. 15, se envía comunicado del Ayuntamiento de Gua-
temala a la Capitanía General.
97 Véase en AGCA, B1.3, Leg.3, Exp.49.

104
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

En algunas provincias, las autoridades y cabildos de españoles trataron


de influirlas para que fueran elegidos algunos de sus allegados. También
distintos sectores trataron de ocupar el cargo con el que desde sus posi-
cionamientos políticos deseaban incidir. Esto provocó que las elecciones
se dieran en un ambiente de confrontación.
Hubo expresiones de descontento de los ayuntamientos contra inten-
dentes y alcaldes mayores. Un caso fue la queja del Ayuntamiento de la
villa de Sonsonate contra el alcalde mayor por el abuso de autoridad con
el que había actuado en la organización del proceso electoral.98

El 24 de julio de 1810, en cabildo, el Ayuntamiento de la ciudad de


Guatemala eligió a su diputado. Fue una elección secreta y por sorteo,
en la que compitieron el doctor José Aycinena, el teniente coronel de
milicias Antonio Juarros Laguardia y el doctor y presbítero Antonio La-
rrazábal, siendo este último el electo.99

Hacia los primeros meses de 1811, en un ambiente colmado del te-


mor de que el gobierno francés gobernara y controlara completamente la
península, los ayuntamientos de las capitales de las provincias de la Au-
diencia aún continuaban efectuando elecciones y ocupándose de todos
los preparativos para enviar a sus representantes a la isla León, donde se
iniciaron las sesiones.

Los diputados centroamericanos que fueron electos y trasladados a


Cádiz fueron: el presbítero Antonio Larrazábal, por el Ayuntamiento de
la ciudad de Guatemala; el presbítero José Ignacio Ávila, por la inten-
dencia de San Salvador; Manuel Llano, por la intendencia de Chiapas;
Florentino Castillo, por Costa Rica; y José Antonio López de la Plata, por
León, Nicaragua.

En ese ambiente electoral, en los primeros meses de 1811, llegó a la


capital de la Audiencia el nuevo jefe político; se trató de José de Busta-
mante y Guerra, un militar destacado en Buenos Aires, donde también
había mucha inquietud frente la invasión francesa a España.

Algunos diputados tuvieron dificultades para sufragar el viaje y la


estadía, de manera que hubo retrasos para los traslados de los represen-

98 AGCA, B1.14, Leg.20, Exp.613.


99 AGCA, A1.2, leg. 2189, exp. 15736, 24 de julio de 1810, ciudad de Guatemala.

105
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

tantes americanos. Se intentó buscar fórmulas para sufragar los fondos


necesarios, estipulados por la Junta Superior de la Real Hacienda, de
5.000 pesos para el diputado de la ciudad de Guatemala, y para los de las
provincias, 4.000, para lo cual la misma Junta propuso que se tomara un
real de cada libra de tabaco y se tomara lo necesario de los fondos de cajas
de comunidad de los indios.100

Ante el improbable traslado de los diputados desde América a Cá-


diz, el 8 de septiembre de 1810 el Consejo de Regencia hizo públicos
los procedimientos electorales, para elegir diputados suplentes entre los
americanos que se encontraban refugiados en Cádiz. Se estableció un
número de 30 diputados suplentes para las provincias de ultramar; 15
fueron asignados para la América septentrional, siete para Nueva España,
dos para Guatemala, dos para Cuba, dos para Filipinas, dos para Santo
Domingo, dos para Puerto Rico, cinco para los reinos del sur; y en la
América meridional se asignaron cinco para Perú, tres para Santa Fe de
Bogotá, tres para Buenos Aires, dos para Venezuela y dos para Chile. Esta
medida inconsulta de la Regencia causó molestias en los ayuntamientos y
políticos americanos, que se sumaron a otras por las decisiones que desde
España se imponían. Ese fue el tono de los debates, los americanos pug-
naron más participación igualitaria y menos imposición.

Centroamericanos en las Cortes

La asamblea inició reuniones el 24 de septiembre de 1810 en la isla León.


La primera disposición declaraba que la soberanía recaía en la nación,
luego continuó la aprobación de una serie de disposiciones de carácter
liberal recogidas de diversas demandas de las delegaciones, tales como
la libertad de imprenta, la abolición de la Inquisición, la supresión del
tributo y del repartimiento y otros acuerdos que se aprobaron en las se-
siones (Rodríguez,1984).

Por su parte, la representación centroamericana se adscribió al grupo


liberal reformista, que pugnaba por una monarquía constitucional mode-
rada y por cambios en el plano económico y social. El pensamiento polí-
tico que habían asimilado y debatido en los espacios académicos, en las
instancias de opinión pública y culturales que habían generado, para hacer

100 AGCA, b1.4, leg.4, exp. 61, 66 y 95, 6 de octubre, Guatemala.

106
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

cuestionamientos a las formas de antiguo régimen de la monarquía a la luz


de las nuevas doctrinas, les fueron útiles en los debates en las Cortes.

Así, se sumaron a los debates y propuestas de diversos asuntos de beneficio


para las provincias americanas, con lo cual no intentaban romper con la
metrópoli, sino establecer nuevos arreglos, transformar las relaciones en las
que se garantizara su mayor participación en los gobiernos de sus territorios.
En tal sentido, pugnaron por lograr una representación igualitaria en las
Cortes, y en la defensa de la igualdad en la representación cuestionaron que
los súbditos peninsulares no podían tener la representación mayoritaria,
mientras que la representación americana era menor; siendo que ellos
eran mayoría, abogaron por asuntos cruciales, como la condición de los
indígenas, la libertad de comercio, la igualdad entre españoles y americanos.
Producto de esos esfuerzos, los centroamericanos fueron recibiendo nuevos
decretos que prometían las transformaciones esperadas. Así, en enero de
1811, el presidente de la Audiencia, Antonio González, recibió el decreto
de Cortes del 15 de octubre de 1810, por el cual se establecía la igualdad
de derechos entre los naturales de todos los dominios de la monarquía.101
Meses más tarde se recibía el decreto de 13 marzo emitido por las Cortes
Generales y extraordinarias, en el que se abolía el pago del tributo que
pagaban los indígenas, se prohibía el repartimiento de tierras de los
pueblos de indios a favor de las castas de mulatos y negros, y se prohibía el
comercio de los justicias en los pueblos de su jurisdicción, bajo el pretexto
del repartimiento.102
Mientras, en Centroamérica se preparaban los documentos proposi-
tivos que debían llevar los delegados de la ciudad de Guatemala y de las
provincias. Por su parte, el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala,
juntamente con el Consulado de Comercio, debatió y redactaron sus
propuestas; una fue las Instrucciones. Desde mediados de agosto, el ca-
bildo del Ayuntamiento nombró una comisión para redactar los docu-
mentos, integrada por los regidores José María Peinado, el marqués de
Aycinena y Antonio Juarros Laguardia.103

101 AGCA, B1.5, leg.5, exp.173, Guatemala, enero de 1811.


102 Decreto recibido por el presidente de la Audiencia, véase en AGCA, B1,5, exp, 165, leg, 5,
1º de abril de 1811.
103 Acta de cabildo del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala de 17 de agosto de 1810, véase
en AGCA, A1.2, leg.2189, exp.15736, fl.82.

107
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Las Instrucciones tenían el objeto de mostrar el deterioro de la Au-


diencia como resultado del despotismo, de la falta de educación y la su-
perstición de los indígenas; y para acabar con esos males no se planteaban
acabar con el sistema colonial, sino hacer importantes cambios del siste-
ma político instaurando una monarquía constitucional.

También se produjo una serie de consideraciones de orden económico


y fiscal. Así, meses más tarde el Ayuntamiento de Guatemala, en acuerdo
con el presidente de la Audiencia, giró instrucciones al diputado Larra-
zábal, para que planteara la supresión de los estanquillos de aguardiente,
bajo el argumento de que la embriaguez desmedida era causa del daño de
los habitantes,104 y otras consideraciones más en ese tenor.

Los documentos redactados no fueron aprobados en su totalidad por el


Ayuntamiento de la ciudad. El grupo de comerciantes miembros de este
órgano vio algunos planteamientos muy radicales, en especial los pro-
yectos preparados por los regidores José Isasi, Sebastián Melón, Miguel
González Cerezo y Juan Antonio Aqueche, titulado “Apuntes instructi-
vos para el diputado de cortes de Guatemala”, en el que se confesaba la
influencia de la “Constitución inglesa”; lo mismo se dispuso acerca de los
“sistemas económicos y de rentas”, presentado por el regidor José María
Peinado, que contenía una serie de consideraciones de orden económico
y fiscal.105 A partir de este impase, el Consulado de Comercio redactó los
apuntamientos para el diputado Larrazábal, que constituyen la radiogra-
fía más completa de la estructura social y económica de la región en los
albores del siglo XIX (García, 1971).

Más tarde, en 1811, mientras la Asamblea se encontraba reunida en


Cádiz, el diputado Larrazábal, quien había tomado posesión el 25 de
agosto de ese año, recibió la propuesta de Constitución, de 12 artículos,
producida por el Ayuntamiento de Guatemala y redactada por Peinado.
El ejemplar que Bustamante y Guerra envió a España fue acompañado
de unas anotaciones que el presidente hizo para explicar que, detrás de

104 Oficio del Ayuntamiento de la ciudad al diputado Larrazábal, en AGCA, B1, 4, Exp. 83,
Leg. 4.
105 Debate desarrollado en reunion de cabildo celebrado por el Ayuntamiento de la ciudad de
Guatemala, el 20 de diciembre de 1810, véase en AGCA, A1.2, leg.2189, exp.15736, fl.145v;
(véase también García Laguardia,1971, Bonilla, 1999).

108
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

esa propuesta, estaba la preocupación de los americanos firmantes del


documento, por el estancamiento económico existente desde tiempos
inmemoriales. Entre las disposiciones que planteaban había un interés
en fortalecer el poder de los ayuntamientos. Así, proponían, en torno
a los procesos electorales, que fueran esos órganos de gobierno los que
se encargaran de nombrar a los integrantes de las juntas electoras, que
fueran estos órganos los que asumieran el gobierno de cada provincia en
todos los ramos, que se encargaran de elegir a los individuos del Consejo
Supremo Nacional, en el que debían de estar los poderes Legislativo y
Ejecutivo, y que se encargara de dar los empleos políticos, militares y
eclesiásticos; que los ayuntamientos de América, mayores en número que
los de España, eran, por consecuencia, el centro de las autoridades que
habían de dictar leyes y proveer los empleos (Rodríguez, 1984; García,
1971). Los planteamientos constitucionales de la ciudad de Guatema-
la conducían a convertir a los ayuntamientos en órganos de gobierno
centrales y autónomos, planteamiento coherente con las ideas de que el
grupo de Peinado y de Mariano Aycinena se había estado desarrollando
en esos años. El sistema propuesto era el de una monarquía constitucio-
nal moderada. Adoptando la teoría de los tres poderes, atribuyendo al
soberano la facultad ejecutiva, y a la “Nación” la legislativa, proponía una
administración de justicia independiente y crear un consejo supremo na-
cional en el que hubiera representación de toda la nación española (Gar-
cía, 1975). El proyecto fue conocido por la Comisión de Constitución,
en Cádiz, antes de que terminara su trabajo. Larrazábal lo presentó a la
Comisión, y, en correspondencia al Ayuntamiento, comunicaba que la
Comisión la tomaría en cuenta. Sin embargo, en las actas de la Comisión
de Constitución, la propuesta de Guatemala no tiene ninguna referencia.
Pero la participación del diputado Larrazábal no se ciñó únicamente a la
defensa y entrega de los documentos con los planteamientos y propues-
tas de la ciudad de Guatemala; su intervención la hizo también en los
debates de otras problemáticas, que no dejaban de ser de sumo interés.
Como diputado americano, participó en la discusión sobre el artículo
constitucional 312; el 310, en el proyecto que trataba en el pleno, el cual
establecía el carácter electoral para la elección por los vecinos de alcaldes,
regidores y procuradores síndicos de los ayuntamientos; se daba término
a las prácticas señoriales del antiguo régimen, de las compras de regidu-
rías que se hacían en los cabildos de repúblicas de españoles. Larrazábal

109
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

se oponía a tal cosa y propuso, con base en las Instrucciones (pliego de


peticiones) del cabildo de Guatemala, que dos terceras partes de los regi-
dores fueran elegibles bianualmente, mientras que el tercio restante pu-
diera acceder a la categoría de perpetuos. Con esto, Larrazábal defendía el
sistema de privilegios del cabildo de antiguo régimen. Su justificación fue
la conveniencia de mantener a los regidores perpetuos para instruir a los
nuevos en los asuntos municipales. Su planteamiento era contradictorio
y contrastaba con la defensa liberal y democrática que estaban haciendo
los diputados americanos; obviamente su discurso causó polémica y re-
chazo entre americanos y españoles.

Por su parte, el diputado de Cartago, Florencio del Castillo, un sa-


cerdote que se había formado en el Seminario de León, Nicaragua, del
que fue catedrático y rector, y que tuvo una destacada actuación en el
estado de Oaxaca en los años veinte, dentro de una nutrida facción de
liberales americanos (Chust, 2009:27), en las Cortes participó en la Co-
misión de Honor, Ultramarina, Asuntos Atrasados, de Justicia, America-
na, Comisión Extraordinaria de Hacienda y Sanidad; además sobresalió
en los cargos de dirección que asumió como secretario, vicepresidente
y presidente de las Cortes. Sus planteamientos fueron por la igualdad
de derechos entre americanos y peninsulares, participó en el debate por
la igualdad de representación entre España y América, votó a favor de
la supresión de la Inquisición, fue uno de los promotores del derecho
de la ciudadanía a las castas, propuso la abolición de la mita y la enco-
mienda, la abolición del trabajo personal a los curas como obligación o
sustitución de los pagos que los indios debían a la Iglesia (García,1975).
En suma, su propuesta era afín al proyecto de los liberales americanos,
de incorporar a los indígenas a la sociedad comercial. Pero además tuvo
una destacada participación en el debate que se suscitó sobre el funcio-
namiento de los ayuntamientos. El punto clave que discutió estaba en lo
planteado en el artículo 309, en el que se exponía que los ayuntamientos
estarían integrados por un alcalde o alcaldes, regidores y el procurador
síndico, y presidido por el jefe político, una figura no electiva, y que no
era más que la personificación del subdelegado de partido del régimen de
intendencias, de la reforma político-administrativa hecha en el reinado
de Carlos III. Los argumentos que sostuvieron los diputados por Nueva
España, Miguel Ramos Arizpe, y Florencio del Castillo, de Costa Rica,

110
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

fueron que ceder la presidencia al jefe político era continuar con el poder
privilegiado, nobiliario y real en el poder local, y de lo que se trataba era
de desarrollar un poder local no privilegiado, así mismo, argumentaron
que el asunto rozaba el problema de la soberanía, la representación y la
legitimidad, pero más aún defendieron la autonomía. Una frase lapidaria
de Castillo, que retoma en su estudio Manuel Chust (2009), dice: “Si
las Cortes representan a la Nación, los cabildos representan un pueblo
determinado” (p. 27). La importancia que tenía esta discusión no solo
era por sí misma, sino porque representaba un planteamiento más que
emprendían los diputados americanos que deseaban ganar, frente a otras
propuestas descentralizadoras en las que habían perdido la batalla. Sin
embargo, de nueva cuenta, a través del diputado español Toreño, se de-
fendió la misión centralista y fiscalizadora y su necesaria función contra
el federalismo que promovían los americanos (Chust, 2009: 27-29).

En cuanto a la participación del Ayuntamiento de la ciudad de San


Salvador, aunque tardía, su planteamiento fue presentado por el diputa-
do migueleño, el canónigo José Ignacio Ávila, que giró alrededor de las
necesidades más urgentes que desde años atrás intentaban solucionar: la
carencia de centros de estudios mayores y sobre la conveniencia de erigir
un obispado en la intendencia; que se mejorara la administración públi-
ca, la ilustración en las ciencias, y en los principios de la religión, mejores
costumbres y mayor bien espiritual para promover la agricultura, las artes
útiles y el comercio, la educación para ser ciudadanos útiles, más sabios,
más agricultores, más hombres buenos.106

El representante de Chiapas, Manuel de Llano, en la primera sesión


se alineó con los liberales y al día siguiente tomó posición con los ame-
ricanos en su facción. Por su destacada participación, fue elegido para
que se integrara a varias comisiones de trabajo. En el mes de abril, fue
electo secretario de las Cortes. Su voz se dejó oír muchas veces en la
Asamblea como uno de los diputados más activos; se pronunció en favor
de la libertad de imprenta y participó importantemente en la discusión
sobre igualdad de representación (Rodríguez, 1984). En tal sentido, y
para promover la igualdad americanos y españoles, propuso la liberación

106 Sobre la exposición del Ayuntamiento de San Salvador, San Salvador, 4 de julio de 1813, en
AGCA, A1.1, leg.6923, exp. 56972.

111
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

y democratización del Ejército sobre la base de una nueva disciplina sin


despotismo; pero su más importante propuesta –expone Mario Rodrí-
guez– fue la que hizo sobre la libertad individual. En esa misma línea,
de Llano propuso, el 14 de diciembre de 1810, que se nombrara una
comisión que se ocupara de redactar “una ley al tenor de la del habeas
corpus que rige en Inglaterra, que asegure la libertad de los ciudadanos”
(Rodríguez, 1984: 99).
Se puede estimar que, en los años que siguieron a la crisis de 1808
y a partir de la convocatoria a Cortes en Cádiz, las élites de Guatemala
y de las provincias participaron de manera activa en esta convocatoria
para incidir en los cambios hacia una modernización y democratización
de la monarquía. Los centroamericanos coincidían con los americanos
entusiastas de las Cortes y con los peninsulares de la España insurgente
en que había que romper con el antiguo régimen; todos deseaban entrar
a una nueva sociedad comercial de libre mercado, aunque discreparan en
la forma de hacerlo; todos deseaban transitar a la monarquía constitu-
cional, con igualdad entre americanos y españoles; todos coincidían en
que había que acabar con la sociedad estamental y con la división de las
repúblicas de indios y las repúblicas de españoles, y con las instituciones
como la mita, el repartimiento, la encomienda y el trabajo personal de los
indígenas, para liberalizarlos de formas económicas y fiscales del antiguo
régimen que obstaculizaban su incorporación a la sociedad comercial,
además, plantearon que era necesario despojarlos de su cultura, de su
vestido, lengua y de su visión económica, en pocas palabras, civilizarlos
e incorporarlos a la sociedad española. Los más radicales pensaban que,
además, debían de ser despojados de sus tierras comunales, para que se les
incorporara como fuerza laboral.

En los posicionamientos de las élites centroamericanas, el ejercicio de


las Cortes desveló conflictos que desembocaron en tensiones y fueron de-
lineando los posicionamientos de las élites en las facciones políticas que
debatieron en los años siguientes: por un lado, el proyecto del Consulado
de Comercio, que no deseaba radicalismos afrancesados, y por otro, se
deja ver la posición de los autonomistas opuestos de un poder central
arraigado en la ciudad de Guatemala. Particularmente, esta postura se
observa en el planteamiento del Ayuntamiento de San Salvador, plasma-
do en las instrucciones del diputado José Ignacio Ávila, especialmente en
lo que se refería a solicitar un obispado para la intendencia, instituciones
de educación superior y la diversificación de la agricultura.

112
CAPÍTULO IV
Revueltas populares contra el antiguo régimen
–San Salvador, noviembre de 1811–

“No pudiendo ver sin dolor la triste situación en


la que se haya reducida esta provincia, aumenta-
da con la decadencia del añil, lo pocos recursos
de los cosecheros para ejercitarse en la labranza.
La multitud de brazos inútiles de tantos que se
ocuparon en el beneficio de aquella cosecha,
único precioso fruto […]
sean acaso la última ruina de sus infortunios.”107

Una de las acciones políticas de resistencia a las que los pueblos recurrie-
ron continuamente, durante los 300 años de régimen colonial, fueron las
revueltas. Las causas directas de esos movimientos fueron heterogéneas,
se originaron por las presiones fiscales, por abusos de poder de autori-
dades españolas locales, y en ocasiones los indios macehuales se alzaron
contra los abusos de caciques y de autoridades indígenas.

Comúnmente las autoridades locales, las españolas provinciales y


de la Audiencia reaccionaron de forma conjugada para someter los le-
vantamientos populares. Un caso de estos fue el motín de 1794 en el
pueblo de Dolores, Izalco, en la alcaldía mayor de Sonsonate, estudiado
por Gutiérrez (2000). Se trata de un motín por los abusos de poder del

107 Acta de cabildo ordinario de San Salvador, y alcalde de primer voto José María Peinado,
enviada al presidente de la Audiencia, en la que le exponían la grave situación de la provincia y
pedían socorro para aliviar los males de la provincia, en AGCA, B2, leg. 38, exp. 883.

113
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

alcalde indígena. La rebeldía de los del pueblo se dirigió contra el alcalde


por la indignación que les causó el hecho de que el alcalde azotó a una
mujer hasta dejarla muerta. En esta ocasión intervinieron las autoridades
españolas de Sonsonate en defensa del alcalde agresor, también se sumó
el cura del pueblo para tratar de apaciguar los ánimos de los alzados, y las
milicias de ladinos para reprimir la protesta.
Comúnmente, las revueltas fueron acciones locales; hubo algunas
que se extendieron en una región, como sucedió en Chichicastenango
en 1813, en la intendencia de San Salvador, en noviembre de 1811, y
frecuentemente ocurrió en el sur de América.

Los movimientos populares que ocurrieron después de la crisis de


1808 no dejaron de ser expresiones de resistencias anticoloniales. Lo nue-
vo que surge en los alzamientos de los pueblos, después de la crisis de la
monarquía y los cambios que estaban ocurriendo, son los reclamos de
los alzados para hacer efectivos los derechos de sus pueblos recién de-
cretados por las Cortes, entre otros, la abolición del tributo, del servicio
personal y el repartimiento, ya que, en Centroamérica, como en muchos
lugares de América, las autoridades españolas actuaron con negligencias
para no hacer efectivos estos decretos. En ese contexto, sucedieron insur-
gencias indígenas en varias zonas del continente para demandar, entre
otras exacciones, que las autoridades hicieran efectivos los cambios. En
el sur de América sucedieron levantamientos, entre 1809 y 1814, en la
Paz, Quito, Cajamarca, Potosí, Cuzco y en otros lugares. Rebeliones que
tenían el recuerdo fresco de los levantamientos de hacía unos años, tanto
en la actual Bolivia como en Perú, de Katari y Amaru respectivamente,
ocasión que se trató de una conmoción de toda la región andina, desde el
sur de Colombia hasta el norte de Argentina, contra el antiguo régimen,
mediando luchas y pactos, y desarrollándose el conflicto en muchos pla-
nos al mismo tiempo. También ocurrieron insurgencias indígenas en el
mundo andino, en las que se introdujo, en sus demandas, preceptos de
la Constitución de Cádiz, la cual otorgaba la ciudadanía a los indígenas
y el derecho a elección.108

Una de las rebeliones de esos años, que causó mayor asombro y temor
entre las autoridades coloniales de la Audiencia de Guatemala, fue la que

108 Del día que reinasen los indios al día de la república de los indios. Las sierras andinas en la
coyuntura 1810-1830, Marchena, Juan, Simposio Independencias I. Congreso internacional virtu-
al. Un año, dos conmemoraciones. Diversas. Historias de América. 14-18 de diciembre de 2020.

114
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

partió del pueblo de Dolores y que se extendió hasta el bajío mexicano;


pero también no dejó de motivar a los sectores populares a efectuar sus
propias sublevaciones. Aunque también tenían fresco el recuerdo de las
insurgencias esclavas en Dominica de 1804. La insurrección que estalló
en Dolores, en septiembre de 1810, fue un movimiento popular con-
ducido por el cura párroco Miguel Hidalgo y Costilla, quien movilizó a
más de 100.000 indígenas, mestizos, mulatos, algunos mineros y criollos.
Fue un movimiento por la defensa de la religión, que recogió demandas
sociales de campesinos sin tierras, la supresión de las cajas de comunidad
para los pueblos de indios, la extinción del tributo que pagaban indios y
castas, de la alcabala y que se pusiera fin a la esclavitud. Incluyó además
algunas demandas políticas, se mostró fiel a Fernando VII, planteó la
independencia de Francia, se opuso a los afrancesados, pero sobre todo a
los peninsulares absolutistas del virreinato. Fue un movimiento espontá-
neo que movilizó a campesinos en las regiones de Valladolid, Guanajuato
y Guadalajara, que durante tres meses circularon por los pueblos con
los estandartes de la Virgen de Guadalupe y otras imágenes que tenían
representación local, arrasando con las pertenencias y las vidas de los
peninsulares absolutistas.109

Recibidas las noticias de la propagación de la insurgencia en Nueva


España, en Centroamérica hubo detonación de alarmas entre las élites y
autoridades. José María Peinado, en el cabildo del 11 de enero de 1811,
manifestó su preocupación e hizo la moción que se le sugiriese al virrey
que se procurara conocer más sobre los procedimientos de los insurgentes,
que convocara a un congreso de diputados de todo el reino, que se hiciese
un pacto a fin de aquietar los ánimos de tan peligrosa efervescencia.110 Les
preocupaba a las élites que la insurgencia iniciada por Hidalgo y Costilla y
ahora conducida por Morelos se extendiera más hacia Centro y Suramérica.

Por otra parte, el vacío de poder dejado por la abdicación de los


reyes, las autoridades francesas intrusas en el poder, el gobierno insu-
rrecto fernandista en guerra contra los franceses y la instalación de las
Cortes para hacer cambios en la monarquía y modernizarla generaron,
tanto en la Audiencia como en todo el espacio americano, tensiones y
divisiones políticas.

109 Anna, 1991: 41-71.


110 Acta de cabildo del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, véase en AGCA, A.1 2,
exp.15737 leg.2189 fol.15, ciudad de Guatemala, 11 de enero de 1811.

115
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Por un lado, en la Audiencia se encontraban las posiciones monar-


quistas absolutistas, que no aspiraban a cambios en el estado de cosas, y
sobre todo estaba representada esta posición por autoridades superiores
y españoles peninsulares. Por otro lado, estaba la posición que deseaba
cambios dentro de la monarquía, a la luz de las ideas que se debatían
sobre los modernos sistemas políticos, como los constituidos en Francia
y en Estados Unidos después de sus independencias. Las ideas liberales
y republicanas, especialmente en torno a la libertad comercial, la ciu-
dadanía, la representación política, la libertad de expresión, entre otras,
resonaban entre las élites; desde las que cuestionaban el sistema político
existente, y que le van ir dando forma a un movimiento autonomista.
Esta posición estaba representada por comerciantes de la ciudad de Gua-
temala y élites políticas e intelectuales de esa ciudad capital, pero también
estaban en esta posición las élites políticas y económicas de las provincias,
que no solo cuestionaban el estado de cosas dentro del régimen de la mo-
narquía, sino también el poder centralizador que se ejercía sobre ellas por
autoridades y élites económicas de la ciudad de Guatemala. De manera
que, en la intendencia de San Salvador, se dejaba sentir esa división, pero
además el malestar popular.

Esas fueron algunas de las circunstancias que rodearon los motines


ocurridos en noviembre de 1811 en la intendencia de San Salvador, en
los que se movilizaron indígenas, ladinos y castas, en la capital y en los
barrios de algunos pueblos.

La interpretación que se presenta en este ensayo es diferente a la


planteada por la historiografía existente de estos movimientos. Historio-
grafía que ha tomado de base la versión originada por las élites políticas
y económicas de la Audiencia de Guatemala, producidas al calor de los
sucesos, en las que se sostiene que fueron los criollos los que asumieron
el liderazgo, versión que se convirtió en una de las pautas para las inter-
pretaciones que hizo la historiografía patriótica de los siglos XIX y XX, y
que aún sigue reproduciéndose en lo que va del siglo XXI. Narraciones
que han dado al movimiento de resistencia social de 1811 el carácter
del primer grito de independencia, es decir, el carácter de un mito fun-
dacional de la nación salvadoreña. Narraciones que fueron continuadas
con algunos matices y acotaciones por la historiografía académica que se
desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XX.111

111 En esta nota, se muestran algunos relatos historiográficos representativos de la historiografía

116
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Desde la perspectiva de esta investigación, las revueltas de noviembre de


1811 fueron un movimiento popular que no pretendió alcanzar el poder
político ni la independencia. Su propósito fue resolver necesidades y males-
tares propios de la población, cuyo origen estaba en diversas circunstancias
locales, regionales y del entorno más amplio de la monarquía española.

Se trató de un enjambre de motines de indígenas, ladinos y mulatos


en el que se conjugaron dos vertientes: la tradicional práctica de acciones
de resistencia, como lo habían hecho estos pueblos en contra del poder
colonial reiteradamente, y la incorporación en su lucha de elementos del
nuevo contexto.

Los documentos consultados de los acervos de varios archivos ayuda-


ron a precisar las circunstancias externas, el carácter del movimiento, la
participación y el liderazgo, así también llevaron a identificar la situación
que vivía la intendencia, de tensión política y de la grave situación eco-
nómica, escenario que impulsó a la población de algunos barrios de la
ciudad capital y de algunos pueblos a efectuar los alzamientos.

En la perspectiva tradicional y patriótica de las interpretaciones de los


motines, se ha sostenido que los alzamientos tuvieron un carácter antico-
lonial e independentista, y que las causas fueron la captura del sacerdote

patriótica. Francisco Monterrey, en su Historia de El Salvador: Anotaciones Cronológicas 1810-


1842, Tomo1, expone que el día 5 de noviembre de 1811: “En la ciudad de San Salvador el Prócer
Presbítero Cura Dr. José Matías Delgado, a las cuatro de la mañana de este memorable día, toca
las campanas de la Iglesia de La Merced, consagrada a Nuestra Señora de Cautivos, llamando a
los conjurados para dar el primer grito de independencia de Centroamérica […] A las ocho de
la mañana, el Prócer don Manuel José Arce, en la esquina del edificio del Ayuntamiento de San
Salvador proclama la independencia nacional subido sobre un taburete grita: ‘No hay Rey, ni In-
tendente, ni Capitán General, sólo debemos obedecer a nuestros Alcaldes’” (Monterrey, 1996:16-
17). Un anónimo, original sin publicar, titulado José Matías Delgado y de León. Su Personalidad,
su Obra y su Destino, expone: “El pueblo que nada sabrá ni podrá saber, de los problemas que
tenían en mente resolver los Padres Aguilar, José Matías Delgado, los Arce, Fagoaga y demás proto
independentistas. Porque fueron ellos y solamente ellos quienes hicieron la protesta revoluciona-
ria de 1811” (Anónimo, 1961:14). Otro texto, del que solo se conoce de su autor el seudónimo,
Fluctuat Nec Mergitur, expone que ocurrió un levantamiento popular guiado claramente por un
grupo de personalidades criollas, el cual consiguió la primera parte de sus objetivos, encaminada
a apoderarse del gobierno de la ciudad y de la intendencia (Mergitur, 1961:131). Manuel Castro
Ramírez expone que “el Padre Delgado fue el cerebro y Arce el brazo fuerte. Ambos beneméritos
próceres, en unión de los padres Aguilar, Juan Manuel Rodríguez; Pedro Pablo Castillo; Domingo
Antonio de Lara y otros patriotas sansalvadoreños lanzaron aquel formidable grito que inflamó de
entusiasmo a toda Centroamérica. Aquella intentona, cuyo objetivo fue levantar toda la Provin-
cia, tenía ramificaciones en Zacatecoluca, Usulután, Chalatenango, Cojutepeque y Metapán. No
era un motín vulgar ni común” (Castro Ramírez, s/f: 19).

117
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Manuel Aguilar y la persecución de su hermano, el sacerdote Nicolás, por


el delito de fidelidad; las amenazas contra el vicario José Matías Delgado,
y la oposición a los estancos de producción y venta de tabaco, puros, de
aguardiente y de chicha. Y que los criollos, comerciantes y hacendados,
sacerdotes y los vinculados al gobierno de la ciudad de San Salvador y de
otras localidades de la intendencia fueron los que habrían retomado el li-
derazgo de los levantamientos populares, y dado cause a tal movimiento,
reprimiéndolo, pacificándolo y creando una junta de gobierno.

Se construyó un imaginario patriótico alrededor de estos alzamientos,


que sirvió de base a la invención de lo que conocemos como El Primer
Grito de Independencia, y del supuesto origen de la nación salvadoreña.
Construcción para la que ha sido útil el relato en el que imágenes de la
inventiva, y otras apegadas a los hechos, fueron mezcladas y ordenadas
de manera comprensible hasta convertirse en una narración verdadera.

Esa versión se originó para legitimar a la élite política y socioeconó-


mica de criollos y mestizos que se estableció en el poder después de la
independencia, y que llegó a convertirse, con el paso del tiempo, en una
leyenda cívica para dar el efecto de cohesión nacional. Se trata de una
edificación narrativa un tanto problemática, en cuanto que se cimentó
en la negación del otro, puesto que niega la participación popular en su
dimensión protagónica y central, y resalta la participación criolla y una
fecha específica, simbólica, en la acción de la élite, la del 5 de noviembre,
el día en el que intervinieron las autoridades locales para controlar y con-
tener el movimiento popular de la ciudad de San Salvador. Es decir, que
el acto de patriotismo celebrado por las élites criollas y de peninsulares
de aquellos días no fue el de la revuelta por demandas sentidas por la
población, sino que el patriotismo estuvo en la actuación de contención
del descontento popular.

La historiografía de mediados del siglo XX y la de producción reciente


han establecido diferencias respecto de la historiografía tradicional liberal
y patriótica en algunos aspectos; pero en otros continúa reproduciendo
lo mismo. Si bien ambas perspectivas retoman circunstancias adyacentes
a los sucesos, tanto locales como del amplio entorno de la monarquía
española, estas nuevas versiones reconocen un lugar protagónico a los
barrios populares de la ciudad de San Salvador y a los otros lugares donde
se dieron levantamientos.

118
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Sin embargo, continúan considerando que, frente a la exaltación


popular, los criollos se colocaron a la cabeza para pacificar y reorientar
el desarrollo de los sucesos hacia acciones moderadas. A diferencia de las
versiones liberales anteriores, algunas de las interpretaciones académicas
exponen que el del 5 de noviembre fue un movimiento fracasado en
cuanto que fue frustrado por la intervención criolla.

San Salvador a comienzos del siglo XIX

La intendencia de San Salvador, con apenas 1.900 leguas cuadradas, era


en la primera década del siglo XIX una extensión territorial muy den-
samente poblada. Según el censo de 1807 tenía unos 165.278 habitan-
tes, de los que 4.729 eran españoles peninsulares y criollos americanos,
89.374 mestizos, categoría en la que según el censo se incluyó a mulatos,
zambos, negros y ladinos; y el resto, 71.175, eran indígenas. Era esen-
cialmente agrícola, había un tanto de minería en Metapán y en la parte
oriental, una pequeña producción artesanal de productos domésticos es-
pecialmente de henequén y barro, pero sobre todo existía una economía
de subsistencia basada en el cultivo del maíz, frijol y, en pequeña escala,
en la cría de gallinas y muy poco ganado, lo que hacía que la mayoría
de las familias fueran muy pobres; y una producción agrícola comercial,
especialmente de añil, y, en menor medida, de algodón y tabaco.

Pese a que en épocas de bonanza se tuvo una importante producción


agrícola comercial de añil para el mercado europeo, era una provincia, de
la Audiencia de Guatemala, de las más aisladas comercialmente, debido a
que no contaba con una costa frente al Atlántico, en el que, en la parte del
Caribe, era donde se desarrollaba la más intensa transacción de exportación
e importación de mercancías, del mercado legal e ilegal, lo cual repercutió
drásticamente en la economía de todos los sectores de la población.

En contraste con las limitaciones comerciales, la producción de añil,


en la provincia de San Salvador, había sido la más próspera de la región
en la segunda mitad del siglo XVIII. El jiquilite se cosechaba en todos
los partidos, tanto en tierras de las haciendas españolas, en pequeñas y
medianas porciones de tierra, en haciendas de cofradías, como en tierras
ejidales y comunales de ladinos e indígenas. La cadena comercial era lar-
ga, comenzaba en las ferias de comercio del añil, el mes de noviembre,

119
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

de San Miguel, Ilobasco, Apastepeque, Chalchuapa y otras. De allí se


trasladaba a la ciudad de Guatemala a través de redes comerciales in-
termediarias, para entregarlo a las grandes casas mercantiles comerciales
relacionadas con empresas gaditanas. Los principales comerciantes capi-
talinos tenían el completo dominio de la exportación del añil; establecían
la clasificación de calidades y sus correspondientes precios; lo adquirían
de los grandes cosecheros que, a su vez, habían comprado a los peque-
ños productores o “poquiteros”, a los cuales habían adelantado sumas en
efectivo para levantar la cosecha y les habían proporcionado productos
importados (Luján Muñoz:1992, 10). Después el tinte salía para España
a través de puertos guatemaltecos, o por vía terrestre, en mulas, hacia el
puerto de Veracruz.

Dado que era una producción agrícola comercial de monocultivo,


era sumamente vulnerable ante las caídas de los precios comerciales, a
una mala cosecha o a las plagas de langostas o chapulines, que en estos
años fueron un grave problema agrario.

Las crisis del añil y la agobiante situación económica

La comercialización añilera comenzó a decaer en la década de 1790, afec-


tada por la guerra entre Inglaterra y España, ya que Inglaterra destruyó
casi toda la flota naviera española y el comercio fue suspendido. El pro-
ducto se acumulaba entonces en las bodegas de La Habana, Veracruz y
Guatemala sin poder ser llevado a Europa.112

En los últimos años del siglo XVIII y en la primera década del XIX, se
vivieron graves catástrofes agrarias ocasionadas por las plagas de langos-
tas, insectos que muy rápidamente se comían los cultivos, lo cual ocasio-
naba recurrentemente hambrunas, desabasto y desempleo. Tal situación
afectó la economía de toda la intendencia, pero de manera más dramática
repercutió en las parcialidades y pueblos con economías muy pobres.

Otra adversidad que se sumó a la mala situación de las cosechas fue


que el crédito se vino abajo en 1804 a causa de la consolidación de los
vales reales, dentro de lo cual se suprimieron las obras pías. Muchos cose-
cheros no pudieron solventar los créditos y perdieron sus tierras a manos

112 Wortman, 1985: 234.

120
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

de algunos comerciantes guatemaltecos, quienes eran sus prestamistas.


Así fue como algunos grandes comerciantes de la ciudad de Guatemala
se hicieron de haciendas añileras de la intendencia de San Salvador, de
quienes caían en deudas, entre ellos José de Aycinena, quien llegó a po-
seer unas diez.113

Los ganaderos hondureños y nicaragüenses se encontraron en similares


circunstancias. Ellos tenían una producción ganadera orientada a la co-
mercialización de carnes y cueros en el resto de Centroamérica, y, a falta
de créditos, en esos años dejaron de producir las cantidades de carne y de
cueros anteriores, lo que causó impacto en la comercialización del añil,
puesto que el mercado ganadero funcionaba articulado al del añil.

A mediados de junio de 1801, los partidos de San Alejo y Gotera


enfrentaron nutridas manchas de langostas que amenazaban extenderse
a otras jurisdicciones; además, padecieron de hambrunas a causa de que
los comerciantes acapararon los granos.114

En 1809, la situación agraria y económica en San Salvador empeoró


por los bajos precios del añil. Para paliar esos graves problemas agrícolas,
se pensó en introducir el tabaco, buscando con ello una producción más
estable que la del añil;115 pero no pudieron hacerlo por falta de apoyo
de las autoridades asentadas en la ciudad de Guatemala. El diputado de
San Salvador presentó a Cortes, en Cádiz, las Instrucciones del Ayun-
tamiento, en las que se planteó la necesidad de diversificar los cultivos
comerciales, incluyendo el tabaco y otros productos, como una medida
para desarrollar la economía de esa provincia.

En el año de 1811, las plagas de langostas seguían afectando a los


cosecheros, para la gente pobre de los pueblos de indios y de ladinos
vinculados al cultivo del jiquilite, como jornaleros o poquiteros, no hubo
trabajo ni producción; hubo desabasto, acaparamiento de productos y
hambrunas. San Salvador fue la provincia más afectada por el derrumbe

113 Véase en Gutiérrez y Ulloa, 1807: 23- 24, en la que describe la producción de la hacienda La
Joya, propiedad del marqués de Aycinena, y dos haciendas de Esteban Yúdice.
114 AGCA, B5.4, leg. 62, exp. 1660.
115 Véase en Wortman, 1985:528 y en nota del Ayuntamiento de San Salvador meses después
de las conmociones de noviembre de 1811. Ahí se expresa que, para solucionar la crisis del añil,
pedían apoyo para que los cosecheros cambiaran de producto: el tabaco, véase en AGCA, B2.9,
leg. 38, exp. 883.

121
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

del añil. Hubo escasez de alimentos incluso en la ciudad de San Salvador,


y los trabajadores de las zonas más afectadas tuvieron que huir a otras más
sanas para buscar trabajo.116

Unos meses después de los alzamientos, al describir la problemática


agraria que estaban viviendo, el síndico del Ayuntamiento de la ciudad
de San Salvador se lamentaba y decía que no se podía ver “sin dolor la
triste situación a la que se halla reducida la provincia, aumentada con la
decadencia del añil, por los pocos recursos de los cosecheros para ejerci-
tarse en la labranza, la multitud de brazos inútiles de tantos que se ocu-
paban en beneficio de aquella”.117

Cuando José María Peinado y José de Aycinena fueron enviados a San


Salvador para controlar la situación causada por las revueltas de 1811, se
dieron cuenta por sí mismos de la grave situación en la que se encontraba
la provincia, y expusieron al jefe político de la Audiencia que: “[…] ro-
deados estos habitantes de miseria y de aflicciones en la triste alternativa
de perecer en medio de las terribles congojas del hambre y de todas las
calamidades, por resultado de veinte años de guerras, langostas, de ruinas
causadas por temblores y de calamidades políticas que han llegado a esta
provincia […]”.118

Malestares por las cargas fiscales excesivas

Desde la época de Carlos III, y sobre todo de su sucesor, Carlos IV, las
políticas fiscales y de productos estancados se incrementaron y genera-
ron muchos malestares. La alcabala, el comercio limitado, los estancos
del tabaco y el aguardiente, y otros monopolios de Estado, perjudicaron
por igual a grandes y pequeños comerciantes criollos y peninsulares, a
parcialidades o barrios de indígenas, mulatos y ladinos, y a consumidores
de todos los sectores. Impactaron en la población las medidas que con-
trolaron la producción y la venta libre de algunos productos que pasaron
a ser estancados, sobre todo la del aguardiente y del tabaco. En 1797, las
nuevas reformas fiscales agregaron la producción y venta de otros produc-

116 Wortman, 1985: 235.


117 Oficio emitido por el Ayuntamiento de San Salvador para el presidente del reino, en AGCA,
B2.9, leg. 38, exp. 883, San Salvador, 21 de febrero de 1812.
118 Oficio de José María Peinado al presidente de la Audiencia, en AGCA, B2.9, leg. 38,
exp.869, San Salvador, 7 enero de 1812.

122
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

tos a los monopolios del Estado: los puros y cigarros de tuza, las peleas de
gallos y otros. Se desautorizó la fabricación de puros y cigarros a cargo de
mujeres en sus casas, o que hacían en talleres familiares, a menos que es-
tuviesen acreditados. Aun los puros o cigarros de tuza únicamente podían
ser vendidos en expendios autorizados. Quedaron prohibidas las ventas
de estos productos, que mujeres ladinas y mulatas elaboraban y vendían
en los caminos, pueblos y plazas, como mucho antes fueron prohibidas
las “sacaderas” de chicha que las mujeres tenían en sus casas para vender
a sus vecinos. La medida afectó a gente muy pobre de las ciudades y ran-
cherías dedicadas a la fabricación y venta de estos productos.119

Hacia 1808, ante la crisis monárquica producida por la invasión bo-


napartista, para mantener la guerra contra el invasor se incrementaron los
impuestos y la población tuvo que padecer el aumento de las cargas fisca-
les. Los fondos de cajas de comunidad de pueblos de indios, de ladinos y
castas obligatoriamente fueron extraídos para enviarlos a España, acción
que causó indignación, puesto que dichos fondos comunes eran utiliza-
dos para gastos del común, pagar el tributo y para enfrentar emergencias.

Vigilancia y persecución política

A partir de la crisis de 1808 y la ocupación bonapartista en España, tanto


en la Audiencia como en el resto de América se vivió en tensión política,
cualquier oposición a las autoridades locales se atribuía a una conspira-
ción francesa para sublevar a la población y así quebrantar la lealtad a la
España insurrecta y fernandista.

Una situación más que se agregó a esa tensión, fue el malestar generali-
zado contra la autoridad del gobierno provincial, ejercido por el intendente
corregidor José Antonio Gutiérrez Ulloa. En marzo de 1807, de manera
anónima, aparecieron algunos pasquines adheridos frente a su casa, hecho
que para el intendente tuvo un carácter sedicioso.120 Desde 1809, la ciu-
dad de San Salvador se hallaba con los ánimos sobresaltados. Las molestias
apuntaban a los mecanismos excluyentes que el intendente estableció para

119 López Velásquez, 2008.


120 Oficio firmado por el intendente y remitido al superior gobierno para hacer averiguaciones
sobre los autores de los pasquines, véase en AGCA, B2. leg.12. exp. 913, San Salvador, 18 de
marzo de 1807.

123
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

la elección de diputados a Cortes, y al control y persecución contra las


protestas que se dejaban sentir. Situaciones similares sucedían en la ciudad
de Guatemala y en otras ciudades, donde hubo cuestionamientos y des-
contentos por los viciados procesos electorales de los diputados que debían
participar en el Congreso de americanos y españoles.

El intendente Gutiérrez Ulloa era un español absolutista instruido,


quien había llegado a gobernar la provincia en 1804, no era un militar ni
un letrado, como lo demandaba el cargo, pero sí era un burócrata expe-
rimentado y leal a la monarquía. De su paso por San Salvador se registra
que ordenó, a sus expensas, el archivo de Hacienda dirigió la formación
del Libro de la Razón General de la Real Hacienda; además promovió
escuelas de primeras letras y de dibujo con premios anuales. Contribuyó
al arreglo de la iglesia parroquial y erigió la Casa de Reclusión de Mujeres,
ejecutó la suspensión de obras pías, e hizo la descripción política y topo-
gráfica de la intendencia.121 Pero también era una autoridad de formas
déspotas. En esos días de tensión, por rumores de emisarios franceses122
en América para perturbar el orden, acentuó su vigilancia de la población
y de opositores, de lo que decían en torno a Fernando VII, los franceses
y de su persona. Tuvo discrepancias con su asesor teniente letrado, el
doctor Pedro Barriere, y sospechas de infidelidad, debido a que por su
origen francés supuso que tenía vínculos con los espías franceses, que se
suponía habían sido enviados por José Bonaparte, por lo que Barriere se
resintió y prefirió abandonar su cargo, la intendencia y establecerse en la
ciudad de Guatemala. Muy pronto también se generaron tensiones entre
el intendente y otros funcionarios subalternos, y con la población.

121 García Navarro, 1984: p. 558


122 Antonio González Saravia, jefe político de la Audiencia, fue quien empezó a difundir que
había emisarios franceses en el reino para promover que grupos opositores a la monarquía actua-
ran contra ella. En bando publicado el 19 de mayo de 1810 y circulado a todas las provincias,
dijo: “Se me ha dado avisos exactos de que el maquiavélico gobierno francés ha despachado dife-
rentes emisarios para repartirlos por nuestra América. El obispo Ramón Casaus en edicto de 8 de
noviembre de 1811 dijo que el enemigo de la paz y felicidad de toda la tierra el infame Napoleón
ha enviado un vil emisario a perturbar y conmover este reino (El Amigo de la Patria 1820 (ciudad
de Guatemala): s/f, en El Amigo de la Patria, 1969:58). Los funcionarios eclesiásticos también
hicieron lo suyo: el sacerdote doctor Isidro Sicilia, en su calidad de gobernador eclesiástico, emitió
un edicto el 4 de enero de 1811 en el que decía: “Hacemos saber a todos los fieles de esta Diócesis
que no pudiendo los franceses subyugarnos a fuerza de armas, no omiten medio para conseguirlo,
ya intentando con dádivas y promesas seducirnos, ya procurando introducir partidos, discordias
entre nosotros mismos, valiéndose de pasquines y papeles subversivos del buen orden y ya jac-
tándose de fieles y adictos vasallos de nuestro amado Soberano, el señor don Fernando Séptimo”
(Cevallos, tomo II: 9-27).

124
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

La gente común se quejó de los privilegios que decían que el intenden-


te daba a los españoles europeos o chapetones, como les llamaba común-
mente la gente; de la cercanía que tenía con ellos, de hecho, estableció
vínculos familiares con uno de los hombres más ricos de la intendencia,
el peninsular Gregorio Castricione, a través del matrimonio de su hija y
del hijo del comerciante, quien tenía al menos nueve haciendas cosecha-
das de añil, de ganado y granos y comercios importantes en San Salvador.
También la población cuestionó sus formas arbitrarias y centralizadoras
en su manera de actuar.

Llegado el año 1811, la persecución por delitos de infidencia, o por


suponer la existencia de nexos con los franceses o los mexicanos vincu-
lados al movimiento insurgente del cura Hidalgo y Costilla, fue común.
El presidente de la Audiencia, José de Bustamante y Guerra, expresó que
se considerarían insurgentes a todos aquellos que comunicaran noticias
falsas y capciosas a favor de los franceses en España, o de los insurgentes
del reino de Nueva España; al que hablara mal del Gobierno supremo de
la nación y su congreso, y al que tratara de sembrar distinción o desave-
nencia entre españoles americanos y europeos.123

Bajo esas circunstancias, en los primeros meses de ese año hubo per-
secuciones a sospechosos de infidelidad en San Salvador, y a algunos se les
llevó a prisión. En ese marco es que se esparció el rumor de que el padre
Nicolás Aguilar había sido llevado a prisión en la ciudad de Guatemala
y se perseguía a su hermano. Pero solo fue un rumor, pues no fue cierto
que el padre Nicolás estuviese preso.

El intendente Gutiérrez Ulloa persiguió y acusó, ante el capitán gene-


ral, a varios sujetos de la ciudad de San Salvador y algunos de los pueblos,
por expresar su descontento por el proceso electoral de diputados a Cortes
que se estaba realizando y por la mala situación que se vivía. Un apresado
en San Salvador fue Antonio Campos, a quien se le acusó de insurgente y
de tener nexos con los franceses.124 Una lista de prisioneros que el alcalde
de primera y segunda vara de Zacatecoluca, José Esteban Yúdice, envió al
Juzgado Segundo de la intendencia de San Salvador, para el indulto acorda-

123 Nota del presidente José de Bustamante al Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, véase
en AGCA, A1. 2, leg.2189, exp.15, 737 fol.162, Guatemala
124 Oficio del intendente Gutiérrez Ulloa enviado al capitán general del reino que contiene el
informe de los delitos en contra del reo Antonio Campos, véase en el documento del AGCA,
A1.1, leg. 6921, exp.56929, San Salvador, 13 de mayo de 1809.

125
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

do después de los motines de noviembre de 1811, muestra las diversas cap-


turas que se hicieron en distintos pueblos antes y después de los motines.
Otros reos continuaron presos después del indulto y algunos se escaparon.

En el inventario entregado por el juez del partido de Zacatecoluca se


encontraban los capturados el 15 abril de 1811 en el pueblo de Analco,
por la convocatoria que hicieron a los cinco pueblos de ese partido, para
que se alzaran si es que no les devolvían el tributo entregado en los últi-
mos cuatro años. En la lista figuraban los nombres de Cipriano Naranjo,
José Severino Rivera, Bonifacio Cabrera, Pedro Martín Sermeño, Valen-
tín Morales, Francisco Irigoyen, Florencio Nóchez, Marcos Sergio, José
María Benítez, Gregorio Méndez, Antonio Méndez, Pedro Regalado,
Domingo Sean, Tiburcio Surio, José Silvestre Sermeño, Pascual Serme-
ño, Pedro Sermeño y Bernabé Sánchez, todos indios naturales del pueblo
de Analco, de varias edades, estados y oficios.125 En mayo de 1811, el
subdelegado de Cojutepeque acusó a Manuel Osorio por expresiones de
infidencia y contra los europeos.126

A la llegada de José de Bustamante y Guerra, el absolutismo se per-


cibió más acentuado. El nuevo jefe político llegó a la Audiencia en marzo
de 1811, en los mismos días en que el padre Hidalgo era fusilado en el
norte de México. Venía procedente de México, donde había vivido la ex-
periencia de la insurrección conducida por Hidalgo, decidido a impedir
cualquier brote de oposición. Sospechó que al reino habían llegado espías
franceses leales a los Bonaparte para causar alteraciones. A su llegada a
Guatemala, percibió con preocupación la situación de San Salvador: “Vi
acreditadas las noticias que se me habían dado del espíritu secreto de
inquietud de este Reino y temí sus efectos en la provincia de San Salva-
dor”.127 Para vigilar la provincia, le fue útil el intendente Gutiérrez Ulloa,
quien persiguió sospechosos y los llevó a prisión.

No solo en San Salvador se vivían tensiones. En julio de ese año, el alcal-


de mayor de Sonsonate remitió, a la Audiencia, la causa de Tomás Martín

125 Reporte del Juzgado Segundo de la intendencia de San Salvador, de la lista de presos des-
de febrero de 1810, en el que incluye los de la cárcel de Zacatecoluca, AGCA, A13, leg.264,
exp.3084, San Salvador, 12 de enero de 1812.
126 AGCA, A1.1, leg. 6921, Cojutepeque, 21 de mayo de 1811.
127 Archivo General de Indias E-100, C 3, L 16, en Figeac, s/f: 57.

126
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Torres, un indio natural del pueblo de Dolores, Izalco, acusado de ser uno
de los cabecillas de los alzamientos que se preparaban en ese pueblo.128

Meses después estallaron los alzamientos, y el capitán general Bustamante


y Guerra tuvo que apoyarse en el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala
y en los ayuntamientos de San Salvador, San Miguel, Santa Ana, Sonsonate
y San Vicente, quienes solicitaron y dieron apoyo a las autoridades superiores
para controlar las revueltas y someter a los alzados con persecución y prisión,
persuasión y medidas preventivas de nuevos alzamientos.

Los motines de noviembre de 1811

De acuerdo con lo anterior, y como se verá más adelante, las circunstan-


cias que produjeron los motines de 1811 se ubican en el ámbito político,
económico y social del espacio local, provincial, de la Audiencia y del
amplio espacio que abarcaba la monarquía: la crisis de la cosecha de añil
por falta de préstamos y por la epidemia de langostas; el desempleo y la
hambruna que la situación del añil provocó; las restricciones a la pro-
ducción y venta de productos estancados, como el tabaco, los puros, la
chicha y el aguardiente; las cargas fiscales; y, además, el control y prisión
a la que estaba siendo sometida la población.

A ello se agregó la noticia recibida a través del diputado Larrazábal,


sobre el decreto número XLII, del 13 de marzo de 1811, sobre la dispen-
sa del tributo y la prohibición del repartimiento de tierras de los pueblos
de indios y castas para Nueva España, pero que daba la pauta para lo que
había que hacer en los otros lugares de América: “Se extiende a los Indios
y castas de toda la América la exención del tributo concedida a los de
Nueva-España: se excluye a las castas del repartimiento de tierras conce-
dido a los Indios: se prohíbe a las Justicias el abuso de comerciar con el
título de repartimientos […]”.129

Este decreto y otros más fueron enviados en abril y recibidos en Gua-


temala unos meses después, y antes de que estallaran los motines de no-
viembre su contenido ya era de dominio público en la provincia. Segu-

128 Autos contra Tomas Torres, cabecilla de intentona en Izalco, véase en AGCA, A1.1, Leg.
6921, Exp. 56925, Sonsonate, 27 de julio de 1811.
129 AGCA, B 5, leg. 5, exp. 165, Consejo de Regencia, España, 13 de marzo de 1811. Oficio
enviado a la Audiencia de Guatemala, el 10 de abril de 1811, que contenía el decreto promulgado
por el Consejo de Regencia el 13 de marzo de 1811 sobre la abolición del tributo.

127
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

ramente causó contrariedades en la población que el capitán general José


de Bustamante y Guerra no aplicara esos decretos como mandaban las
Cortes. Por el contrario, su decisión fue ocultar esas noticias. Fue después
de los levantamientos, por el temor a que continuaran esos movimientos,
que Bustamante se dispuso a difundirlos, aclarando que se suspendía el
tributo, pero que se debía seguir pagando el diezmo y el impuesto para el
rescate del rey y para sostener la guerra.130

La abolición del tributo por las Cortes y las reticencias de las autorida-
des en muchas partes de América causó alteraciones en los pueblos. En
Izalco, en Analco y en otras partes de la provincia se intentaron subleva-
ciones antes de las efectuadas en noviembre. En San Miguel, de Sololá,
ocurrieron motines en varios pueblos de este corregimiento que se nega-
ron a seguirlo pagando.131

Al malestar por el manejo arbitrario del decreto de abolición del tri-


buto, se sumó la indignación de las órdenes emitidas por el Consejo de
Regencia, para que se dispusiera en América de los bienes de las cajas de
comunidad y cubrir con ellos los créditos a personas particulares y parte
de las contribuciones para la lucha contra los franceses;132 disposición
que golpeaba la economía de los pueblos, y que fue apoyada y promovida
por las autoridades locales, que vieron que era una forma de cubrir las
aportaciones que debían hacerse para apoyar la guerra. El intendente de
Comayagua, además propuso que los viáticos para los diputados a Cortes
fueran financiados por esos fondos.

Las revueltas de noviembre fueron un movimiento popular en el que


no participaron criollos. En contraste con lo dicho por la historiografía
sobre estos sucesos, no se encontró en la documentación revisada que la
causa de las revueltas fuese la captura del padre Manuel Aguilar. Su su-
puesta captura en la ciudad de Guatemala no se registra en las demandas
de los alzamientos. Los levantamientos fueron protagonizados por indí-
genas y gente de la plebe o pueblo bajo. No hubo cabecillas externos: es-

130 Oficio enviado en 1812 por el jefe político de la Audiencia de Guatemala a la alcaldía mayor
de Sonsonate, SV, AMS, 0301, 001,01, caja 3 exp. 8-22 fls.
131 Cfr. Godoy y Gutiérrez:1999
132 Transcripción del presidente Bustamante dirigida a los funcionarios de la Audiencia la Real
Orden, en AGCA, B1.7, leg.10, exp. 378; AGCA, B1.4, leg.4, exp.95, Guatemala, 14 de febrero
de 1810.

128
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

tos alzamientos fueron conducidos por alcaldes de barrios y de pueblos, y


por otros líderes de las localidades. Cuando se le tomó declaración a uno
de los reos del motín de Santa Ana, trasladado a la ciudad de Guatemala,
y se le preguntó quiénes eran las cabezas del alzamiento ocurrido en ese
pueblo, dijo repetidamente que nadie, ni eclesiásticos ni ningún parti-
cular español los había persuadido, y que todo había sido entre ellos.133
Así lo muestran también las comunicaciones que circularon entre el jefe
político José de Bustamante y Guerra, el Ayuntamiento de la ciudad de
Guatemala y los ayuntamientos de españoles de San Salvador y San Mi-
guel, en las que expresaron que se trataba de conmociones populares.134
Los que acudieron a los motines, explicó el reo Tiburcio Morán, fueron
gente de los barrios y de los pueblos.

El motín de San Salvador contra las malas autoridades

Entre los días 4, 5 y 7 de noviembre, en la ciudad de San Salvador estalló


el primer motín. Los alcaldes y vecinos ladinos y mulatos de los barrios
de San Esteban, San José, Los Remedios y Concepción participaron en
lo que parecía, según informes que llegaron a la ciudad de Guatemala,
un tumulto continuo.135 Decían además que “vecinos de la ciudad de San
Salvador se han conspirado contra las legítimas autoridades […] desco-
nociendo respeto y obediencia”.136

La gente de los barrios llegó al cabildo en la mañana del 5 de noviem-


bre a plantear sus demandas; pidieron que el intendente Gutiérrez Ulloa
renunciara a su cargo y abandonara la provincia, que renunciaran del
Ayuntamiento los concejales españoles peninsulares Fernando Silva, Gre-
gorio Castricione, Braulio de la Torre y Felipe Cerezo, que se convocara
a elecciones para elegir un nuevo ayuntamiento de la ciudad sin la par-
ticipación de chapetones, que se diera libertad a los presos de sus barrios

133 AGCA, B2.1, leg. 22, 676, declaraciones de Tiburcio Morán capturado en el motín de Santa
Ana de 19 de noviembre.
134 Nota del Ayuntamiento de San Miguel al Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala del
19 noviembre de 1811 en la que se describen los sucesos de San Salvador como una conmoción
popular, véase en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 669. De la misma forma se expresa el Ayuntamiento
de San Salvador en nota de 3 de enero de 1812, véase en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 675; AGCA,
B2.1, leg. 22, exp. 669.
135 Véase Informe del 11 de diciembre de 1811 al presidente de la Audiencia en AGCA, B2.1,
leg. 22, 670.
136 véase en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 674, San Salvador.

129
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

acusados de sediciosos y que se inhabilitaran los estancos del aguardiente,


la chicha, el tabaco y los puros.137

De acuerdo con lo que registran algunas denuncias y testimonios en


los procesos de infidencia, a los que fueron sometidos algunos criollos
inculpados de estos levantamientos, un grupo de gente, entre ellos José
Meléndez, un mulato, se dispuso a quemar comercios de los europeos
Fernando Silva, Braulio de la Torre, Felipe Cerezo, Castricione y otros,
ubicados en los portales al frente de la Plaza de Santo Domingo.138

Los líderes de los barrios emitieron proclamas que se enviaron a otros


pueblos de la provincia, para que se incorporaran a la insurrección. Al-
gunos de esos documentos fueron recibidos por los alcaldes de barrios y
promovieron sus movimientos; en otros lugares fueron interceptados por
las autoridades locales.

Mientras tanto, el intendente Gutiérrez Ulloa y el vicario de la ciudad,


José Matías Delgado, enviaron notificaciones de lo sucedido en la ciudad
solicitando apoyo. Por los informes recibidos, el presidente Bustamante y
Guerra y el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala decidieron enviar
a dos comisionados y a un cuerpo de milicias. Uno de los comisionados
fue José María Peinado, regidor vitalicio del Ayuntamiento de la ciudad
de Guatemala, y el otro, el coronel jefe de milicias José de Aycinena.

Durante tres días, la gente de los barrios insistió en que el intendente


abandonara su cargo y que fuesen criollos los que gobernaran y no gachu-
pines o chapetones como llamaban a los españoles. Mientras tanto, en el
cabildo se guardaron las cajas reales para proteger los fondos de los su-
blevados, y se organizaron rondas de guardias para evitar que los motines
se extendieran a otros barrios. Siguiendo la petición de los vecinos de los
barrios alzados, nombraron un nuevo ayuntamiento, en el cual seguían
manteniéndose en sus puestos algunos peninsulares. Se nombró a Lean-
dro Fagoaga nuevo alcalde, y en los otros cargos concejales se nombraron
a Manuel de Morales, Bernardo de Arce, Juan Delgado, Juan Inocente
Escolán, Francisco de Paula Vallejo, José Díaz del Castillo, Gregorio Cas-
tricione, Braulio de la Torre, Felipe Cerezo y Fernando de Silva. Es decir,
que el Ayuntamiento quedó integrado por criollos y peninsulares nueva-

137 AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 675, San Salvador.


138 Miguel Ángel García, 1940: p. 52.

130
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

mente, y algunos de ellos eran miembros del Ayuntamiento anterior. Los


sublevados desaprobaron tal acción, y, desconfiados de la actuación del
nuevo órgano, integraron una junta insurgente. Sucedió lo que temían,
que con el nuevo Ayuntamiento al frente y con el apoyo de los comisio-
nados de la ciudad de Guatemala, que llegaron el 3 de diciembre, se efec-
tuó la persecución; y algunos de los líderes de la revuelta fueron llevados
a las cárceles de la ciudad de Guatemala, entre ellos Antonio Campos y
otros más.139

Al mismo tiempo, se eligió un nuevo Ayuntamiento en el cual se nom-


bró alcalde de primer voto a José María Peinado, quien también pocos
días después sería nominado intendente de la provincia.140

Días después, a mediados del mes de diciembre de 1811, los comi-


sionados y el Ayuntamiento de San Salvador elogiaron la actitud de la
plebe por la manifestación “del sincero arrepentimiento que mostró en
sus exposiciones”, y por la participación que tuvo en procesiones y ora-
ciones, reconociendo “que habían tomado un sendero extraviado”.141 En
consecuencia, el repliegue de los alzados fue el resultado de la política de
persuasión, sometimiento, temor y represión que las autoridades ecle-
siásticas, civiles y militares habían aplicado de manera coordinada. Una
política muy ajena a todo pacto, al contrario de lo que sugieren algunos
historiadores en versiones recientes, y muy distante de los métodos pací-
ficos de los que habla la versión tradicional.

El motín de barrios de Santa Ana de ladinos, indígenas y mulatos

En el pueblo de Santa Ana, el motín fue convocado el lunes 19 de no-


viembre por la mañana. Los amotinados esperaron ese día, que era de ca-
bildo abierto en el Ayuntamiento de españoles del pueblo de Santa Ana.
Un día anterior, domingo por la noche, ladinos, mulatos, mestizos e indí-

139 Reservado 379 del Capitán general de Guatemala José de Bustamante, con fecha de 17 de
abril de 1813, al intendente de San Salvador, solicitando antecedentes de Antonio Campos, en-
carcelado por la rebelión de 5 de noviembre. Véase en AGCA, A1.1, Exp. 56944, Leg. 6922.
140 AGCA, B2.8, leg. 38, exp. 842, San Salvador, 10 de diciembre de 1811. Oficio del ayun-
tamiento de San Salvador al presidente Bustamante, para agredecer el apoyo recibido de los dos
comisionados José de Aycinena y José María Peinado, documento firmado por José Aycinena, in-
tendente, José María Peinado, alcalde, y los concejales José Inocente Escobar, Francisco de Paula
Vallejo, Juan Delgado y Fernando de Silva.
141 Véase en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 677.

131
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

genas de algunos barrios del pueblo se reunieron en casa de Irene Aragón,


uno de los cabecillas. En la mañana del día siguiente salieron desprovistos
de armas, en un grupo de unos 600, al pueblo de Santa Ana, para rodear
la casa del cabildo de españoles, conducidos “[…] bajo el cabeza de barrio
Cirilo Regalado […]. Pidieron a José Ciriaco Méndez y a Vicente Vides,
criollos miembros del Ayuntamiento de Santa Ana (…), que reinaran a
nombre de todos […], que salieran los chapetones del pueblo por que los
arruinaban […], además, demandaron que solo se pagaran 4 reales de al-
cabala y que se eliminaran los estancos”.142 Ciriaco Méndez junto a otros
criollos –Eustaquio Linares, Roberto Quintana y Miguel Rodríguez– tra-
taron de apaciguarlos, diciéndoles que se les daría lo que pidiesen, que
guardaran fidelidad a la religión, a la patria y al rey, y que no se dejaran
corromper ni seducir por los de San Salvador, que pusieron a todos los
pueblos de la intendencia en movimiento, sembrando ideas subversivas
y sediciosas por medio de sus escribas y emisarios.143 Luego de esto, los
alzados les pidieron a Ciriaco Méndez y a Vicente Vides que salieran del
pueblo junto a los chapetones y dejaran de gobernarlos.

El motín fue controlado capturando a algunos cabecillas y vecinos,


de acuerdo con las disposiciones que se le enviaron al cabildo para que
actuase, y evitar los excesos vistos en San Salvador. El día 25 de noviem-
bre, cuando pasó por el pueblo de Santa Ana José de Aycinena, quien
se dirigía con un grupo de milicianos de su batallón a San Salvador, a
controlar los ánimos de la capital, acordó que fueran remitidos los insur-
gentes, como les llamaron las autoridades, a las bartolinas de la ciudad de
Guatemala acusados de crímenes de sedición. Entre ellos, Juan de Dios
Jaco, Lucas Morán, mulato; Bruno José Rosales, Juana de Dios Arriaga,
evangelista y profesora de primeras letras, mujer de Jaco; Inés Anselma
Ascencio, mulata, profesora de religión y mujer de Morán; Dominga Fa-
bia, mujer de Francisco Reyna, el cabecilla principal, y Ramón Salazar.144

En esos levantamientos no hubo líderes criollos. “No hubo cabecillas


externos”, habrían dicho algunos de los presos. Juan de Dios Jaco narró,

142 Sobre el motín de Santa Ana de 19 de noviembre, en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 676.
143 Informe de Joaquín Eduardo Mariscal, procurador general de pobres sobre el tumulto de Santa
Ana en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 676, 21 de noviembre de 1811.
144 En nota que el Ayuntamiento de Santa Ana envía al capitán general, José de Bustamante
y Guerra, comunica haber procedido a la captura de Juan de Dios Jaco, Lucas Morán y Bruno
Rosales; y a las mujeres Juana y Anselma Ascencio y Dominga Fabia, Véase en AGCA, B2.1, exp.
676, leg. 22.

132
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

en el interrogatorio, que una noche antes, con otros del barrio, convocó
a reunión para planear; y acordaron que llevarían la voz Tiburcio Morán
y Chico Fabio, dos hombres del barrio. Cuando se les tomó la declara-
ción a otros de los reos, y se les preguntó quiénes eran los cabezas del
alzamiento ocurrido, dijeron repetidamente que nadie, ni eclesiásticos
ni ningún particular español los había persuadido, y que todo había sido
entre ellos.145 Los que acudieron a los motines –declaró el reo Tiburcio
Morán–, fueron hombres de los barrios. Así lo muestran también las co-
municaciones que circularon entre el jefe político José de Bustamante y
Guerra, el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala y los ayuntamientos
de españoles de San Salvador y San Miguel.146.

El motín, informó el Ayuntamiento de Santa Ana, habría sido conse-


cuencia de la insurrección de San Salvador, esto lo veían confirmado con
lo que los reos declararon: que habían recibido carta de los de San Salva-
dor comunicándoles del motín efectuado.147

El alzamiento del barrio La Pulga y Cerro Colorado de Usulután

En el pueblo de Usulután, cabecera del partido del mismo nombre, de la


zona oriental de la provincia, el domingo 18 de noviembre por la tarde,
los vecinos del barrio La Pulga iniciaron un levantamiento, y luego se
les unieron en apoyo los del barrio del Cerro Colorado. Los amotinados
fueron ladinos e indígenas.

Domingo Payés, vecino español, desde el pueblo de Yaguantique,


en el que se encontraba refugiado, relató a las autoridades de Guatemala
lo sucedido. Dijo que los rebeldes se “dirigieron a la plaza y a la casa del
teniente Ignacio Domínguez, a quien le quitaron el bastón despojándolo
del mando, enseguida se fueron a la cárcel y dieron soltura a los pre-
sos que allí estaban”. Continuamente gritaban “mueran los chapetones
y repartámonos sus intereses”, “luego se fueron a la casa de Blas José

145 AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 676, 21 de noviembre de 1811.


146 Nota del Ayuntamiento de San Miguel al Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala de 19
noviembre de 1811, en la que se refiere a los sucesos de San Salvador como una conmoción popular,
véase en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 669, de la misma forma se refiere el Ayuntamiento de San
Salvador en nota con fecha de 3 de enero de 1812, véase en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 675; AGCA,
B2.1, leg. 22, exp. 669.
147 En AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 676, 21 de noviembre de 1811.

133
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Murillo y entraron rompiendo puertas, enseguida llegaron a su casa a


gritar mueran los chapetones”. Payés dijo que había logrado huir antes
de que entraran a su casa y que sacaran los granos y tintas de añil. “Los
libros y papeles que hallaron los hicieron mil pedazos regándolos por las
calles unos, y otros quemándolos.” “Por la noche nombraron alcalde a
don Fernando Perdomo, quien admitió con la condición de que habían
de obedecer lo que él mandase, con lo cual, a puesto aquel pueblo con
alguna tranquilidad, con la ayuda de don Ignacio Ramírez y don Mateo
Castillo, quienes no han descansado ni de día ni de noche exhortando
a los rebeldes al sosiego y a la devolución de lo robado.” Además, relató
que con ayuda de las milicias de Olancho se apresaron algunos rebeldes y
otros se encontraban huyendo.148

Los motines de indios, de ladinos y mulatos en Metapán

En la noche del día 24 de noviembre, a la hora de la oración, estalló un


motín que se extendió al día 26. La parcialidad de indios, unida al barrio
de ladinos del pueblo de Metapán, se amotinó pidiendo el día 25, en
cabildo abierto, la deposición del alcalde ordinario de segundo voto, el
español Jorge Guillén de Ubico, la supresión del estanco de aguardiente,
la rebaja del valor de la libra de tabaco y la supresión del impuesto de al-
cabala y la proclamación como alcalde ordinario a José Antonio Hernán-
dez.149 Fue el cura párroco quien le quitó la vara de mando a Ubico y se
la entregó a Martínez, en un intento de acabar con el alzamiento. El día
26 de noviembre, los indios se volvieron amotinar en uno de los barrios
del pueblo, en unión con los ladinos, aduciendo que las autoridades pre-
tendían traicionarlos y no dar cumplimiento a lo ofrecido en cabildo del
día anterior.150 El Ayuntamiento del pueblo, en esos días, celebró sesiones
con los amotinados para escuchar sus demandas y darles cause para volver
a la tranquilidad.151

De acuerdo con los informes que se ventilaron en los procesos de


infidencia de los criollos presos, acusados de ser cabecillas de estos mo-
vimientos, entre ellos a Juan de Dios Mayorga, criollo avecindado en el

148 AGCA, B2.1, leg.22, exp. 680, informe de Domingo Payés a las autoridades de Guatemala, sobre
lo sucedido y los insurgentes en el pueblo de Usulután, Yaguantique, 23 de noviembre de 1811
149 Véase el documento AGCA, B2.3, leg.26, exp.715, fl.1.
150 Véase en AGCA, B2.3, leg.26, Exp.715, fl.2 vuelto.
151 AGCA, B2.3, leg.26, exp. 715, fls. 225, Metapán, 25 de noviembre de 1811.

134
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

pueblo de Metapán y capturado en febrero de 1812,152 un testigo dijo


que el día 26 llegaron a la iglesia mucha gente parda e indios hechos tu-
multo, para exigirle al cura que les abriera la iglesia. El cura, con crucifijo
en mano, llamó a la quietud y trató de persuadirlos para que volvieran a
la tranquilidad. El cura no abrió la puerta para que no encontraran a los
españoles que se escondían; entre otros, se encontraban refugiados en el
templo el alcalde Ubico y el estanquero Ignacio Faro.153 Luego pasaron a
la casa de Ignacio Faro, dueño de los estanquillos y rompieron puertas y
las vasijas de aguardiente. Continuaron hacia la recepción de alcabalas, y
exigieron al receptor que no se cobrasen más; al administrador de tabaco
le dijeron lo mismo y le exigieron que la libra se vendiera a tres reales.
Por último, fueron a la cárcel, golpearon con piedras y hierros la puerta
para abrirla y que se fugaran los presos. También llegaron a las casas de
algunos españoles y les tiraron piedras. Entre algunos de estos españoles
se encontraban Juan Clímaco, Juan Escobar; Ignacio, un mexicano, y
Juan Leal.154 También apedrearon la casa del señor Faro, el estanquero,
quedando muy destruidas las puertas, botijas y cristales.155

Las autoridades, al ver que no tenían fuerza para detener el tumulto,


decidieron actuar con la persuasión. De esa forma, la tranquilidad se lo-
gró hasta el 29 de noviembre, mientras se enviaron notas de lo sucedido
al Ayuntamiento de Santa Ana, al jefe político, al juzgado y al goberna-
dor de San Salvador para solicitar apoyo.

Se dijo que al frente de estas acciones estuvieron el indio conocido


como Andrés y el pardo Lucas Flores. Muchos de los amotinados fueron
capturados, entre ellos, el negro José Agustín Alvarado, sacristán de la
iglesia, originario de Veracruz, a quien se le acusó de ser uno de los prin-
cipales insurgentes.156 También fueron acusados de cabecillas José Galdá-
mez y Miranda, Juan Obaldo Ortega, Seberino Posadas, Vicente Fajardo,
Antonio López, Luciano Antonio López, Leandro Antonio Fajardo, Ber-
nardo Letona, Diego Yriarte y Juan Simón. Todos fueron llevados a las
bartolinas de la Real Cárcel en la ciudad de Guatemala.157

152 AGCA, B2.3, Exp.718, Leg. 27


153 Miguel Ángel García, 1940: 426.
154 Ibíd.
155 Miguel Ángel García,1940: p. 388
156 AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 686, 10 fls, San Salvador y Guatemala, 18 de febrero de 1812.
157 Lista de acusados de cabecillas del motín de Santa Lucía que fueron consignados el 3 de
diciembre a la Capitanía General de Guatemala, véase en AGCA, B2.3, exp. 715, leg. 26.

135
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

A José Agustín Alvarado se le capturó en San Salvador unos meses


después, y se le acusó de haber sido uno de los cabecillas principales del tu-
multo. También capturaron a sus dos acompañantes, Diego Iriarte y Juan
Simón; los tres habían huido del pueblo de Metapán para evadir su captu-
ra. Los tres fueron remitidos a las cárceles de Guatemala, puesto que era en
la capital donde se estaban centralizando las indagaciones de estos motines.
El mismo presidente Bustamante había pasado revista a los reos.158

Tras la declaración de un miliciano testigo del tumulto se acusó a Al-


varado, de haber sido él quien destrozó la puerta de la cárcel para que se
fugaran los reos. También se le acusó de haber sido él quien el día 26 les
dijo a los ladinos y a los indios, que se habían sumado al tumulto que re-
gresaran a la iglesia, “y que no se fiasen del padre cura ni de los españoles
porque les estaban haciendo traición”. Entonces los indios volvieron con
más furia que al principio queriendo atropellar al padre cura y a algunos
vecinos españoles, que estaban dentro de la iglesia, los cuales dispararon
las armas de fuego que tenían, lastimando a varios y después continuaron
a golpe de machete, y habiéndose sosegado los indios y huido los españo-
les se concluyó aquella inquietud.159

Agustín Alvarado tenía 32 años, y en su declaración dijo que era na-


tural del pueblo de Alvarado, en Veracruz, que su domicilio era Metapas
(Metapán) desde que había salido de su pueblo con Miguel Batres, un
comerciante de Guatemala, y dijo que él no era culpable de todos los
delitos que le acumulaban. Mientras continuaron las averiguaciones, se
ordenó que Alvarado permaneciese preso e incomunicado.160

Se pidió declaración al alcalde del pueblo, Manuel Ubico, uno de los


españoles encerrado en la iglesia mientras ocurría el motín, y este dijo
que conocía a Agustín Alvarado, que había trabajado de cocinero en su
casa durante catorce meses.

“De ahí pasó a servirle de cocinero al Padre cura de Metapas en donde per-
manecía la noche de la revolución. Como en este acto me refugié en la casa

158 Certificación de Pedro Miguel López de la Cámara del Departamento Civil de la Real
Audiencia de Guatemala de la visita de Bustamante a los reos, fl. 9, véase en AGCA, B2.1, leg. 22,
exp. 686, 10 fls, San Salvador y Guatemala, 18 de febrero de 1812.
159 Declaración del soldado de milicias Lucas Loma, del pueblo de Metapas, fls. 2 y 3 v, en
AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 686, 10 fls., San Salvador y Guatemala 18 de febrero de 1812.
160 Ibid, fl. 3.

136
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

parroquial, por haber entendido ser contra mi aquel movimiento popular,


por ser europeo y obtener la vara de Alcalde ordinario, no me consta la
parte que tuvo en la revolución el expresado Agustín Alvarado.”161

El 18 de febrero de nuevo se amotinaron los indios de uno de los ba-


rrios del pueblo, en unión con los ladinos, aduciendo que las autoridades
pretendían traicionarlos y no dar cumplimiento a lo ofrecido en cabildo
de 25 y 26 de noviembre.162

Los indios de Santiago Nonualco

Los indios del pueblo de Santiago Nonualco, del partido de Zacateco-


luca, el día 15 de noviembre se movilizaron a la casa del alcalde ordina-
rio de primera vara, Marcelo Cañas, e intentaron atacarlo a machetazos,
pero, de acuerdo con los informes de las autoridades de Zacatecoluca,
“muy pronto se ha logrado sosegar” utilizando la división de milicias
comandada por Cayetano Payés y sus milicias de Olancho.163 En este
pueblo tuvo que nombrarse nuevas autoridades, debido a que los alcaldes
anteriores huyeron a San Vicente, por el temor a los tumultuarios.164
Después del alzamiento fueron llevados a la cárcel algunos sujetos que
creyeron sospechosos; en total: Certis, Tomás Manuel, Natario Vásquez,
Santiago S., Gregorio Sacristán, José P. de la Cruz, Isidro Lovato, Pensato
Vásquez, Torivio Álvares, Alejandro Damián, José de la Cruz, Pedro José
Simeca, Seferino Clemente, Julio de la Cruz, Bonifacio Lucero y Victo-
riano Valladares.165 También hubo brotes de protestas en Chalatenango,
en Cojutepeque, San Miguel y Sonsonate.

Un tejido de alzamientos

Como se ha mostrado, todos los motines fueron conducidos y protago-


nizados por vecinos de los barrios o parcialidades de la plebe (ladinos y
castas) y de indios. Estos alzamientos no se dieron aislados; hay algunas

161 Declaración en la ciudad de Guatemala de Domingo Ubico, alcalde de Metapas, sobre el


negro Agustín Alvarado, Ibid. fl.10.
162 AGCA, B2.3, leg. 26, exp. 715, fls.2, Metapas, 18 de febrero de 1812.
163 AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 670, Zacatecoluca.
164 Relación de reos con fecha de enero 1 de 1812 recibida en el Juzgado Segundo de la intenden-
cia de San Salvador, véase en AGCA, A1.3, leg, 264, exp. 3084, San Salvador, 12 de enero de 1812.
165 Ibid., fl. 55v. Reporte de los apresados acusados de ser partícipes del motín en el pueblo de
Santiago Nonualco de 15 de noviembre.

137
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

evidencias que dan cuenta de que los alcaldes y líderes de los barrios de
San Salvador se coordinaron con alcaldes y líderes de algunos pueblos,
que establecieron comunicaciones y que les informaron del motín, invi-
tándoles a hacer lo mismo. De manera que, en los pueblos y barrios don-
de hubo alzamientos, la información recibida causó entusiasmo y sirvió
de impulso para hacer sus propios movimientos.

Entre estos hubo una red de comunicaciones que funcionó efectiva-


mente. De los barrios alzados de San Salvador fue enviada una proclama
de insurrección donde se trazaban algunas indicaciones sobre cómo de-
bían proceder. En los procesos de infidencia salió a la luz la llegada de
papeles anónimos a los pueblos,166 también algunas autoridades locales
se refirieron en sus informes a esos escritos y a los emisarios de los in-
surgentes de San Salvador a los otros pueblos. Igualmente, los cabecillas
apresados en sus declaraciones expresaron que habían recibido escritos.
Juan de Dios Jaco, reo del motín de Santa Ana, declaró que habiendo
llegado una carta de San Salvador sin saber de quién, se llamó a cabildo
del barrio para organizar un motín; allí la gente de la plebe decidió que
asistirían al cabildo de españoles a pronunciar sus demandas.167 Dominga
Fabio, apresada en Santa Ana, habría dicho, al ser interrogada, que reci-
bieron noticias de “que ya los de San Salvador habían ganado” y de que
ellos debían de hacer lo mismo.168

En algunos pueblos se perdió la comunicación, ya que los anónimos


enviados fueron interceptados por las autoridades locales, lo cual hizo
que en esos lugares no se dieran los levantamientos. En San Vicente se
recibió uno el 7 de noviembre, y los capitulares lo interceptaron y se lo
comunicaron al capitán general; lo mismo sucedió en San Miguel, pues
la nota que llegó de San Salvador fue interceptada por el Ayuntamiento
de españoles y quemada en la plaza pública.169

Entre los alzados no solo se estableció una coordinación sobre la


manera de llevar a efecto los alzamientos, sino también con respecto a

166 Véase García, 1940:157.


167 . AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 676. Véase también documento del 9 de noviembre de 1821 del
alcalde del Ayuntamiento, José María Hoyos AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 864.
168 En oficio enviado por el ayuntamiento de españoles de Santa Ana, sobre el motín de Santa
Ana, de se informa en AGCA, leg. 22, exp. 676.
169 Véase en informe del Ayuntamiento de San Miguel al Ayuntamiento de la ciudad de Guate-
mala del 19 de noviembre, en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 671.

138
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

las demandas trazadas. Todos plantearon la destitución de españoles de


los cabildos, que se fueran de sus pueblos, y que los Ayuntamientos que-
daran integrados solo por criollos, no por chapetones; que se pusieran
en libertad a los presos por supuestos delitos de fidelidad; que se diera
la abolición efectiva del tributo y el repartimiento, como lo expresaba el
decreto de Cortes; la anulación del estanco del aguardiente, de chicha y
tabaco; la anulación del pago de los cuatro pesos anuales de cajas de co-
munidad y de la alcabala.170 Esto muestra un nivel de coordinación subs-
tancial alcanzado por los distintos alzamientos, y, por el carácter de las
demandas, es claro que los motines tenían origen popular. De todas las
demandas, la que causó mayor impacto, no solo en la intendencia sino en
el resto de la Audiencia, en Nueva España, y en el Consejo de Regencia
instalado en España, fue la destitución del intendente Gutiérrez Ulloa,
que demandaron los amotinados de la ciudad capital.171 El Ayuntamien-
to de la ciudad de México, en comunicación a José de Bustamante, le
agradeció la información sobre lo acontecido, y expresó sus felicitaciones
por las providencias tomadas para cortar el mal.

Fuerza del intendente, de los ayuntamientos, del jefe político y del


Consejo de Regencia

En los mismos días de las revueltas, funcionarios de Guatemala expli-


caron los alzamientos, como actos de apoyo a los franceses invasores.
Recién pasados los sucesos, algunos influyentes ilustrados de la ciudad de
Guatemala, entre ellos el doctor Isidro Sicilia, José María Peinado, José
Aycinena, Alejandro Marure y Antonio Larrazábal, divulgaron la versión
que lo de 1811 en San Salvador había sido un movimiento apoyado por
los franceses bonapartistas. Un texto de Isidro Sicilia, gobernador ecle-
siástico, expresó lo siguiente:

Hacemos saber a todos los fieles de esta Diócesis que no pudiendo


los franceses subyugarnos a fuerza de armas, no omiten medio para

170 En el alzamiento de Santa Ana se pidió eliminar los cuatro pesos para fondos y el estanco
de aguardiente. Véase en AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 676. En el alzamiento de Metapán y en el
de Usulután se pidió la eliminación del estanco de aguardiente. En el de San Salvador se pidió la
supresión de impuestos, supresión de estancos y monopolios, véase García, 1940: 52.
171 Oficio de la Sala capitular del Ayuntamiento de la ciudad de México de 3 de enero de 1812
en respuesta al de fecha de 23 de noviembre de 1811 del jefe político del reino, José de Busta-
mante, agradeciéndole la información sobre lo acontecido, y expresándole sus felicitaciones por
las providencias tomadas para cortar el mal, en AGCA, B2.9, leg. 38, exp.881.

139
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

conseguirlo, ya intentando con dádivas y promesas seducirnos, ya


procurando introducir partidos, discordias entre nosotros mismos,
valiéndose de pasquines y papeles subversivos del buen orden y ya
jactándose de fieles y adictos vasallos, de nuestro amado Soberano
el señor don Fernando Séptimo. Y aunque este Superior Gobierno
ha tomado las providencias más activas para impedir y deshacer
esas tramas; pero siendo propio de nuestra obligación cooperar al
propio intento, mandamos: bajo la pena de la excomunión mayor
ipso facto incurrenda, a cualquiera que tenga pasquines o papeles
de cualquiera clase, que inviten, induzcan o influyan en nuestra
separación de nuestro citado Monarca.172

En estos años, tanto en la Audiencia de Guatemala como en el resto de


las jurisdicciones en América, se miró con mucho temor los resultados
de la Revolución francesa. Habían leído y escuchado cómo ésta había in-
fluido en la revuelta de esclavos en Haití en 1804; sabían del movimiento
del cura Hidalgo en Nueva España, de quien se decía era un afrancesado,
y conocían de la matanza de peninsulares en Guanajuato por los alzados
del pueblo de Dolores y sus aliados. La Revolución francesa les pareció
a estos liberales, con fuerte ascendencia al conservadurismo, radical en
cuanto a las políticas sociales, antimonárquicas y anticlericales.

Llamar a los vecinos de los barrios populares amotinados, insurgentes


y rebeldes y no atender sus demandas fue muestra del desprecio y aban-
dono en el que había estado la población por parte de las autoridades.
Culpar a un grupo de criollos sansalvadoreños de estos amotinamientos,
meses después, por José María Peinado, quien asumía entonces la inten-
dencia de San Salvador, y demás autoridades de la ciudad de Guatemala,
fue una manera de tratar de callar su posición y sus demandas de carácter
autonomistas. Entre las peticiones criollas que mayor molestia causó a las
élites de la ciudad de Guatemala, estuvieron la del establecimiento de un
obispado en San Salvador y la instalación de un centro educativo supe-
rior. Esa pudo haber sido una de las causas por la cual fueron perseguidos
y llevados a prisión algunos de ellos, después del motín de 1814, hasta
que obtuvieron el indulto por mandato del rey Fernando V en 1818.

172 Texto publicado por José Antonio Cevallos titulado Recuerdos Salvadoreños, Ministerio de Edu-
cación, Dirección General de Publicaciones, Tomo II, Págs. 9-27, San Salvador, El Salvador, 1964.

140
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

El Juez de Infidencias, Juan Miguel de Bustamante, que años después


llevó el proceso judicial de los criollos, conocidos como los ilustrados,
acusados de ser cabecillas de la rebelión de 5 de noviembre de 1811 y
de febrero de 1814, fue testigo de las declaraciones falsas para acusar de
cabecillas a muchos de este grupo.

Sabemos por todo lo anterior expuesto en este texto, sobre la base de


las evidencias documentales, que los criollos actuaron apoyando al corre-
gidor y a los comisionados Peinado y Aycinena. Entre algunos, Bernardo
Arce, Manuel José y Juan José Arce, Manuel y Miguel Delgado, junto a
vecinos de los barrios de San Jacinto y de la Candelaria, desde el martes
5 de noviembre llegaron al cabildo para proteger al intendente y a los
españoles, y a tratar de calmar los ánimos de los alzados.

No deseaban que la ciudad perdiera la tranquilidad, de tal forma que,


siendo figuras principales de ésta, representantes del clero y allegados al
Ayuntamiento intervinieron pacificando la revuelta, bajo el temor de que
sucediera algo similar a lo ocurrido con el levantamiento de Hidalgo. A
la llegada de los comisionados a la ciudad de San Salvador, actuaron de
forma coordinada con ellos para continuar calmando los ánimos de los
barrios de la ciudad. El Ayuntamiento recién nombrado, recibió a los co-
misionados; y enviaron su agradecimiento al Ayuntamiento de la ciudad
de Guatemala por su intervención en la pacificación.173 A primeros días
de diciembre, un grupo de criollos de la ciudad de San Salvador, entre
ellos Manuel de Morales, Bernardo de Arce, Juan Delgado, Juan Inocen-
te Escolán, Francisco de Paula Vallejo, José Díaz del Castillo y Fernando
de Silva, felicitaron al Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala por su
intervención en la pacificación de la ciudad de San Salvador, y por haber
designado a José María Peinado para auxiliar al nombrado intendente
corregidor coronel José Aycinena, quienes llegaron el 3 de diciembre a
San Salvador.174 Días después a su llegada, el vicario José Matías Delga-
do y el Ayuntamiento de la ciudad les ofrecieron un cumplido con un
espléndido refresco, música y baile, dando muestras de reconocimiento a
la autoridad real.175

173 AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 840.


174 Correspondencia enviada de San Salvador a Bustamante con fecha de 5 de diciembre de
1811, en AGCA, B1,9, leg. 38, exp. 840.
175 AGCA, B2.9, exp. 841, leg. 38, 27 de diciembre de 1811.

141
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Tanto los comisionados de Guatemala como el Ayuntamiento de


la ciudad de San Salvador, recién electo, tenían enorme preocupación
ante la crisis en la que se hallaba la intendencia. De manera que trataron
de controlar la situación, pero sabían que las causas que tuvieron los
alzados para sublevarse era la grave situación del campo, la hambruna y
el desempleo que esta había acarreado, tal como lo expresó José María
Peinado a Bustamante y Guerra al llegar a San Salvador,176 y tal como lo
expuso el síndico del Ayuntamiento de San Salvador, quien agregó que
era momento de diversificar la agricultura, introduciendo la producción
de tabaco, y no depender únicamente del añil:

Estando en cabildo ordinario los señores alcalde de primer voto


Don José María Peinado, por aclamación de esta ciudad, y Don
Manuel Morales, el segundo, Don Juan Miguel de Bustaman-
te, Domingo Luciano Morán, D. José Inocente Escolán, D. José
María Villaseñor, regidores, el procurador síndico D. Francisco
Vallejo y Molina con el fin de tratar las cosas benéficas al públi-
co, manifestó el señor síndico que no pudiendo ver sin dolor la
triste situación, a que se halla reducida esta provincia aumenta-
da con la decadencia del añil, los pocos recursos de las cosechas
para ejercitarse en la labranza, la multitud de brazos inútiles de
tantos que se ocupaban en el beneficio de aquella cosecha, único
precioso fruto que llenaba sus atenciones, la necesidad de consul-
tar el remedio antes que sus males sean acaso la última ruina de
sus infortunios, empleando en consecuencia sus terrenos vacuos
en siembras que corresponde a la industria de sus propietarios y
de ocupación honesta, a aquellos brazos ociosos con que puedan
unos y otros buscar su subsistencia, sin atentar los derechos de
sus conciudadanos. Había tenido la satisfacción de anunciar por
lo más sagrado de sus deberes a este noble cabildo que solo la
siembra de tabacos puede sustituir por ahora la del añil.177

Pese a que algunas de las autoridades comprendían la situación de los


barrios, las revueltas fueron desaprobadas, repelidas y tildadas de actos

176 Documento en el que se refleja la grave situación de “miseria y de aflicciones, en la triste


alternativa de perecer en medio de las terribles congojas del hambre”, y que, como lo expresaron
Peinado y Aycinena, eran la causa de la insurrección, véase en AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 869.
177 AGCA, B2.9, exp. 883. Oficio del Ayuntamiento de San Salvador en el que expone la situ-
ación económica y agraria que se encuentra la provincia de San Salvador, afectando gravemente a
la población meses después de los motines en varios lugares de la provincia, y planteando que es
necesario para superar esa situación la introducción del tabaco, San Salvador, febrero 21 de 1812.

142
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

subversivos.178 No podían aceptar que los tumultos hubieran sido organi-


zados y conducidos por la misma gente de los barrios. Se dijo, entre otras
cosas, que la gente alzada había sido susceptible de engaños por su igno-
rancia,179 y que se habían dejado arrastrar por el mal ejemplo y el odio.180

Aseguraron que aquellos graves sucesos se resolverían de manera pací-


fica. Aquí mostramos que el término pacificar significó buscar el restable-
cimiento de la tranquilidad pública a través de la presencia de milicias,
vigilancia, la persecución y la captura de los cabecillas, pero también in-
terviniendo de manera paternalista desde la autoridad y el púlpito, por
medio de la persuasión y el llamado a la obediencia.

Los comisionados emprendieron su labor junto al Ayuntamiento,


pero evitaron llamar a cabildo abierto, como lo demandaban los alzados,
para no dejar que los vecinos de los barrios volvieran a plantear deman-
das, en su opinión, exorbitantes.181

Así le expresó José María Peinado al presidente Bustamante y Guerra,


sobre la grave situación que continuaba:

Este día nos hallamos con un papel de doce puntos presentado a la


intendencia por los alcaldes y principales de los barrios para que se
lleve a cabildo, y entre ellos hay algunos de mayor gravedad, y de tal
naturaleza que solo daremos a Vuestra señoría cuenta con ellas, en el
caso de no alcanzar o hacer que se modifiquen. Pero aún es de infinita
mayor trascendencia y gravedad una representación que los mismos
han traído a la intendencia, solicitando se pase con apoyo a la Real au-
diencia, y que han deducido del Real decreto de 19 de febrero último.
Sobre ambos particulares se tratará largamente en este cabildo y fuera
de él y se agotarán los arbitrios de la prudencia y de la política, y de su
resultado tendrá su señoría oportuno aviso […].182

178 AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 855.


179 AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 842. Oficio del Ayuntamiento de Guatemala del 16 de no-
viembre de 1811.
180 AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 847, 25 de noviembre de 181, Sala capitular de San Vicente.
Véase también AGCA, B2.9, leg. 38, exp.837.
181 AGCA, B2.1, leg. 22, exp. 678. Nota de 7 de diciembre de 1811 enviada por los
comisionados al jefe político de Guatemala.
182 AGCA. B2.1, leg. 22, exp. 679. Oficio enviado por José María Peinado y José de Aycinena
al Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, con fecha de 16 de diciembre de 1811, en el que co-
munican su preocupación sobre las demandas que continúan exponiendo los barrios de la ciudad
de San Salvador.

143
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Bajo esas circunstancias tomaron algunas medidas, a fin de aquietar los


ánimos, resolviendo una parte de las demandas y tratando de conciliar.
Una de ellas fue la remoción del intendente, quien tuvo que trasladarse
a la ciudad de Guatemala unos días después. El 4 de enero de 1812, en
San Salvador hubo elecciones de cabildo, dejando fuera a chapetones y
nombrándose alcalde de primer voto al doctor José María Peinado, como
un reconocimiento a sus servicios, y el resto del cabildo quedó integrado
por Manuel Morales, Juan Miguel de Bustamante, Bernardo de Arce,
Domingo Durán, Juan Delgado, José Guillermo de Castro, José Inocente
Escolán, Francisco de Paula Vallejo y Molina y Mariano Fagoaga.183 El
nuevo cabildo llamó a junta para convocar a un congreso nacional, este
contemplaba la participación de los ayuntamientos de otros pueblos, así
como la de los párrocos y todo aquel que quisiera participar en tratar la
grave situación de la provincia. Sin embargo, este congreso no prosperó
porque no fue aceptado ni por Bustamante y Guerra ni por los otros
ayuntamientos. Por su parte, el mismo intendente Gutiérrez Ulloa em-
prendió acciones para procesar judicialmente a los presos; contaba con el
apoyo del letrado Juan Miguel de Bustamante, quien llegó de Guatemala
para apoyarlo, y que a su vez tenía un cargo en el cabildo de la ciudad.
El 6 de noviembre, Gutiérrez Ulloa hizo gestiones ante el tribunal de la
Sala del Crimen para iniciar averiguaciones sobre el tumulto de la ciudad
de San Salvador, con el fin de determinar responsabilidades, pero esto no
procedió, prefirieron darles el indulto para evitar males mayores. Poco
después, el presidente Bustamante y Guerra ordenó la suspensión del
pago del tributo, tal como lo estipulaban las Cortes reunidas en Cádiz.

Por su parte, los comisionados Peinado y Aycinena recomendaron


e insistieron a Bustamante y Guerra, al conocer de cerca el estado de la
provincia, y a petición del nuevo cabildo de San Salvador electo, el de
San Vicente, Santa Ana y de otros cabildos, que las autoridades del reino
debían tomar acciones para resolver “el estado deplorable de la agricultu-
ra, y superar el hambre y la miseria por la pérdida del añil”. Sabían que
esas circunstancias habían propiciado los motines, y recomendaron que
el añil fuera sustituido por el tabaco, una planta, según ellos, con muchas
cualidades, “que prometía desarrollar el comercio con México y Perú, y

183 AGCA, B2.9, leg.38, exp.885, 2 fls., San Salvador, 4 de enero de 1812. Poco después renun-
ció Bernardo Arce y en su lugar eligieron a Villaseñor.

144
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

que vendría a ser el único recurso para la sobrevivencia de la multitud


indigente”.184Además, señalaron:

[…] No se oculta a los conocimientos de Nuestra Señoría y su notorio


celo el estado de miseria a que se hallan reducidos los habitantes del reino
(…) y cuanto influjo tienen en la quietud pública la nueva y útil ocu-
pación de todos. Por más que se ha meditado en promoverla no se halla
ramo alguno en que se (ilegible) de muerte que va a reducirse una tropa
de mendigos o de delincuentes necesariamente y oportunamente no se
remedia un mal tan grave (…). En tal circunstancia estos cabildos han
creído deberlo informar a Su Excelencia de cuya benignidad confían su
remedio; y a efecto de que este se logre recomendamos a Vuestra Señoría
tan justas solicitudes.185

Sin embargo, esta y muchas de las prevenciones que intentaron llevar


a efecto no se realizaron y, por lo mismo, no se resolvieron las apremian-
tes circunstancias que habían originado los alzamientos.

Los cuerpos de milicias en la pacificación

Como se ha dicho en párrafos anteriores, la pacificación de la intendencia


implicó la movilización de milicias, no solo las internas, sino también las
de la ciudad de Guatemala, de Olancho y Sonsonate. Dichas fuerzas se
movilizaron por orden de Bustamante y Guerra, después de que supieron
de los alzamientos de la ciudad de San Salvador. Las milicias que salieron
de Guatemala auxiliaron a las autoridades locales de Metapán y Santa
Ana, y luego llegaron a San Salvador. Los cuerpos de milicias que se mo-
vilizaron desde Olancho, San Miguel y Usulután mantuvieron pacificada
a la ciudad de San Miguel, sometieron a los de Usulután, Zacatecoluca y
Santiago Nonualco.

Días después de los alzamientos de San Salvador, cuando la ciudad


ya estaba pacificada, se supo que dichas tropas planeaban llegar a San
Salvador. Tal asunto preocupó a los vecinos de la capital, por lo que fue-
ron enviados dos comisionados a San Miguel antes de que movilizaran
esos cuerpos de milicias, para informarse y evitar cualquier avance a la

184 Véase en AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 888.


185 Oficio de fecha de 7 de enero de 1812, en el que José María Peinado y José de Aycinena ar-
gumentan que el tabaco es una planta que reúne casi todas las cualidades necesarias para sufragar
la pérdida del preciado añil. véase en AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 869.

145
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

capital. En un oficio enviado por los comisionados desde Cojutepeque,


expusieron lo siguiente:

Los comisionados por el Ayuntamiento de San Salvador, don Lorenzo


González y don Manuel José de Arce, desde Cojutepeque, se dirigen a
la oficialidad y jefes de las tropas de San Vicente, San Miguel, Usulután
y Zacatecoluca, concentradas en San Miguel, desean saber el “fondo”
y cuales sean los motivos de la reunión de gentes militares, contra San
Salvador, la cual ya estaba pacificada.186

Además, les manifestaron que:

San Miguel, San Vicente, y los jefes militares nunca han imaginado
pasar arbitrariamente a la ciudad de San Salvador, compuesta de
hermanos nuestros, a quienes amamos cordialmente, y nada nos sería
más sensible que vernos en la necesidad contra ellos en hostilidades,
mucho menos en el día en que, con el mayor placer hemos recibido
oficio del excelentísimo señor S P y del S G Y, que nos manifiestan
restituido el buen orden y tranquilidad pública. Hemos presumido
que el desorden que sufrieron los buenos vecinos, ha sido lanzado de
un populacho inquieto con un accidente que su propia ignorancia le
hizo juzgar que para todo los autorizaba ¿No debería temerse que los
demás pueblos, siguiendo el mal ejemplo faltasen al respeto debido a
las autoridades, y cometiesen los excesos que allá se han cometido? Se
derramaron papeles sediciosos, salieron algunos plebeyos a conmover
a sus semejantes y se enviaron [...].187

Sin embargo, la concentración de al menos unos doscientos milicianos


de la compañía de Usulután, del escuadrón de San Miguel, Sonsonate
y de Olancho, y con otros pueblos, planeaban invadir la ciudad de San
Salvador. Así le comunicó a Bustamante y Guerra, de dicha operación, el
alcalde del Ayuntamiento de San Vicente:

Con motivo de la insurrección y levantamiento de la plebe de la ciudad


de San Salvador, se alistó el Escuadrón de Dragones de San Miguel y
se puso en marcha para la villa de San Vicente, en donde se mantiene
acuartelada esperando las órdenes del señor Excelentísimo Capitán
General. En el que incorporado mi hermano Don Cayetano Payés,

186 B2.9, leg. 38, exp.860, San Salvador, 18 de noviembre de 1811.


187 B2.9, leg. 38, exp.860, San Salvador, 18 de noviembre de 1811.

146
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

subteniente de las milicias de Olancho, vistiendo y manteniendo de su


bolsa a los mulatos que quisieron acompañarle en tan gloriosa empre-
sa, y en el día se haya de comandante de la división de Zacatecoluca
por nombramiento que en él le hicieron, en donde ha logrado sosegar
aquella plebe y los indios del pueblo de Santiago Nonualco.188

Sabemos que ese grupo de milicias no llegó a la ciudad de San Salva-


dor, pero sí actuó para someter a los de Usulután y a los indios alzados de
Santiago Nonualco, y llevado a prisión a los cabecillas.189

Lo mismo hizo el Ayuntamiento y la comandancia de San Miguel,


órganos que movilizaron una fuerza de milicias a Zacatecoluca para evitar
cualquier posibilidad de conmoción, lugar en el que no se dio ningún le-
vantamiento, aunque tales temores hicieron que fuera suspendida la feria
del añil que se hacía en la plaza de la ciudad.190

Mensaje de sumisión desde los púlpitos de la Iglesia

Los representantes de la Iglesia en la provincia, entre ellos el vicario José


Matías Delgado; fray Julián de Luján, superior de los Dominicos; fray
Nicolás Hermosilla, presidente de los franciscanos, y fray Francisco Me-
jía, comendador de La Merced, habían permanecido muy activos desde
sus parroquias, vicarías y conventos para volver a la tranquilidad; pidie-
ron al Ayuntamiento cooperación para que José María Peinado se le asig-
nara alcalde primero de San Salvador y felicitaron al Ayuntamiento por el
acierto en haber designado a dicho señor y al coronel José Aycinena para
que pacificaran aquella ciudad.191

En efecto, en los últimos días del mes de noviembre todo estaba en


aparente calma. Los transeúntes que llegaron de San Salvador a Guatemala
informaban que la provincia de nuevo se encontraba quieta.192 Aun así,
para prevenir que aparecieran nuevos brotes de rebeldía desde el pulpito,
continuaron llamando a la calma a través de los sermones a la feligresía.

188 Véase en AGCA, leg. 22, exp. 670. Documento del ayuntamiento de la villa de San Miguel
de fecha 11 de diciembre de 1811, enviado al Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala y al jefe
político José de Bustamante en el que ese cuerpo político de criollos y españoles da constancia del
apoyo militar que dieron para detener los motines y llevar a prisión a los cabecillas.
189 AGCA, B2.1, leg. 22, 681
190 Véase en AGCA, leg. 22, exp. 670.
191 AGCA, B2.9, Exp. 867, Leg. 38, San Salvador, 7 de enero de 1812.
192 AGCA, B2.9, 38, 837.

147
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

En el sermón de 22 de diciembre, el vicario reiteró que su participa-


ción fue la de calmar los ánimos de la gente, y también expresó su sospe-
cha de que hubo hombres detrás que condujeron a la gente al precipicio:

Oid, en este sagrado lugar la voz consoladora de vuestro párro-


co. Yo que os he acompañado en todas vuestras tribulaciones,
que no os he desamparado aun en momentos más amargos, que
siempre me visteis con vosotros en las calles, en las plazas, en
las habitaciones domésticas, en este sagrado templo implorando
las clemencias del Señor. Que arrastrado del torrente impetuoso
de las convulsiones populares que desgraciadamente arrastraron
a esta ilustre Ciudad en los aciagos días 4, 5 y 7 de noviembre,
corría de un lugar a otro infatigable, y activo por dar ejemplo de
moderación a los unos, dirección a los magistrados, y consolación
a los afligidos […] Escuchadme hijos míos, escuchadme atentos y
sosegados […] hombres atrevidos os han deslumbrado con falsas
ideas de bienes aparentes y os condujeron al precipicio. La mano
bienhechora del Omnipotente os salvó, la muy noble y leal ciu-
dad de Santiago de los caballeros, tomo en consideración vuestros
males y se encargó de su remedio […].193

La Iglesia, con una visión paternalista, llamó a la gente desde el


púlpito “a la obediencia y la resignación”. Recién pasado el motín en la
ciudad, el vicario José Matías Delgado se mostró satisfecho frente a la
feligresía diciendo: “Tenemos la satisfacción que se logró (a los barrios)
mantenerlos tranquilos por medio de diversas medidas y vigilancia por lo
que hemos prevenido todo lo acontecido”.194

Las acciones de persuasión, represión y sometimiento fueron aplau-


didas, celebradas y aprobadas por el jefe político del reino y por el Con-
sejo de Regencia establecido en España. Felicitaron al vicario José Matías
Delgado, a los miembros de los ayuntamientos y a los jefes militares. Di-
jeron que con sus acciones “habían logrado el restablecimiento del orden
social” al haber “controlado el intento de desquiciar a San Salvador”,195
y logrado liberarla del abismo de males, tal como lo expresó el vicario

193 García, 1930 en Meléndez Chaverri, 2000: 335-336.


194 Nota enviada al jefe político con fecha de 24 de noviembre de 1811, AGCA, B2.9, leg. 38,
exp. 687.
195 AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 847, 25 de noviembre de 1811, Sala capitular de San Vicente.

148
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

José Matías Delgado desde el púlpito.196También agradecieron a todos


los demás que habían ayudado a restituir el orden público, “por haber
estado comprometidos en la sagrada causa”; y se les nombró “centinelas
de la patria e hijos del armonioso patriotismo”, “defensores de la santa
religión, la integridad del territorio y defensa de la monarquía”.197

Pasados unos meses, en junio de 1812, José María Peinado y José de


Aycinena aseguraron al capitán general José de Bustamante y Guerra, que
la provincia se encontraba en total tranquilidad. En septiembre de 1812,
el Ayuntamiento de la ciudad de San Miguel recibió del Consejo de Re-
gencia, como muestra de agradecimiento a su fidelidad, el título de “muy
noble y leal por haber cumplido con su deber ante los sublevados”.198 El
mismo título recibieron los ayuntamientos de Santa Ana, San Vicente,
San Miguel y Sonsonate. Santa Ana, además, recibió el título de villa por
“haber ayudado a apagar el fuego de la insurrección”.199

Sobre la base de esos rumores y falsas acusaciones se construyeron


algunos mitos historiográficos en esos mismos años. Años después de la
independencia, aún frescos los sucesos, se conocieron las primeras inter-
pretaciones narradas en los periódicos de la época y en los primeros textos
de historia producidas, entre otros, por José Milla, Alejandro Marure, y
Manuel Montúfar y Coronado, las cuales fueron fuentes para la historio-
grafía posterior; información que se cruzó confusamente con las odas de
patriotismo con las que se les reconoció a las autoridades sansalvadoreñas
y de la Audiencia. La historiografía tradicional y patriótica produjo, sin
más, un mito fundacional del origen del Estado y la nacionalidad salva-
doreños. A través de ella se erigió un discurso que buscaba glorificar a la
élite económica y política de la provincia de San Salvador de los años fi-
nales de la época monárquica. Se les reconocía como “centinelas de la pa-
tria” porque lograron apaciguar un movimiento social, cuyas demandas
expresaban circunstancias apremiantes para la mayoría de la población de
esos años. Al calor de las circunstancias, fue considerado, como muchos
otros alzamientos populares ocurridos en Hispanoamérica, como accio-

196 AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 687.


197 Véase en AGCA, leg. 22, exp. 670.
198 Notas de 12 de septiembre de 1812, en AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 882
199 Oficio de agradecimiento del Ayuntamiento al Consejo de Regencia el nombre de villa,
véase en AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 880, Santa Ana, 1812, B2.1, exp. 684, leg. 22, Guatemala, 6
de octubre de 1812.

149
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

nes desestabilizadoras de la monarquía. Esa versión original, reproducida


y deformada por los intelectuales y políticos del liberalismo decimonó-
nico, confirió a las élites criollas el liderazgo del movimiento, adjudicán-
doles un papel de carácter independentista en la lucha contra los males
coloniales. Esta versión fue útil al nacionalismo liberal del siglo XIX, y a
la historiografía reciente poco la ha modificado a falta de investigaciones
suficientemente documentadas.

150
CAPÍTULO V
Revueltas de facciones locales frente al despotismo, 1812-1820

Después de una aparente calma de los días posteriores a las revueltas de


noviembre de 1811 en la intendencia de San Salvador, se produjeron
nuevas tensiones en distintos pueblos de la Audiencia. Las revueltas que
se sucedieron en algunas partes de las provincias se originaron en los
pueblos de indios, ladinos y castas, pero también detonaron en algunos
grupos de facciones políticas en ciudades y pueblos de población de espa-
ñoles y criollos, quienes le encontraron sentido político a la sublevación,
para rebelarse contra los agravios y el despotismo de autoridades locales,
sobre todo peninsulares, y del presidente de la Audiencia. Las acciones de
estos movimientos locales tuvieron sentido autonomista, contra los im-
puestos, pero sobre todo fueron en oposición a las formas despóticas de
las autoridades locales y de la Audiencia. Si bien fueron acciones políticas
aisladas y espontáneas, no dejó de incidir en el espíritu de los movimien-
tos, las insurrecciones y levantamientos de otras partes; sabían de los mo-
vimientos juntistas del sur de América, de la insurrección de Hidalgo y de
los motines que ocurrieron en San Salvador en noviembre de 1811. En
algunas provincias, la amenaza de levantamientos fue menor, como en
la intendencia de Chiapas, tal como lo examina Mario Vázquez (2010),
que en esa provincia se vivía esta época de cambios evadiendo tensiones
con el jefe político Bustamante, acatando todas sus disposiciones y evi-
tando sublevaciones, aislando a los “voluntarios de Fernando VII” de los
pueblos (p. 20).

151
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Motines en la intendencia de Nicaragua

En esta intendencia estalló un conjunto de revueltas encabezadas por


élites criollas locales de León, Granada, Masaya y otras poblaciones a
causa de continuas discrepancias con los oficiales superiores provinciales,
pero también por el estado de subordinación y desventaja a las que los
tenían sometidos las autoridades de la Audiencia y del Ayuntamiento de
la ciudad de Guatemala.

Estos movimientos asumieron demandas comunes que respondieron a


los agravios del entorno provincial, que cada uno las articuló a peticiones
de carácter local. Se trató de sublevaciones y conatos de sublevaciones
encabezadas por propietarios, empresarios e intelectuales que se hicieron
acompañar de gente de la plebe (ladinos y castas) y en algunos casos de
indígenas. Son movimientos que subvirtieron el orden para destituir au-
toridades y para exigir mayor participación política dentro del gobierno
local. En ningún momento se plantea una ruptura con España ni con las
instancias superiores; en ese sentido, son movimientos reformistas y de
autonomismos locales, que se suscitaron en esos años en América.

El motín de León

En León, desde el 10 de diciembre de 1811 se dio una serie de subleva-


ciones; vecinos de la ciudad salieron a las calles a demandar la creación de
un nuevo gobierno y elección de nuevos jueces sin que entre ellos parti-
ciparan los peninsulares; demandaron la libertad de los presos y la aboli-
ción del monopolio de la venta de aguardiente. En esos días recibieron las
noticias de que en la ciudad de San Salvador habían estallado unos levan-
tamientos que imputaban a las autoridades europeas los malestares de los
criollos;200 además, sabían de la insurgencia del cura Hidalgo y Costilla
en la Nueva España. Ambos estados de cosas no dejaron de motivar a
estas élites para protestar y demandar de una manera enérgica lo propio.

200 AGCA, B2.9, leg. 38, exp. 837, Nicaragua, 29 de noviembre de 1811. Aunque a Nicaragua
y a otras partes llegaron las noticias sobre los motivos de 1811 de San Salvador, en los que se
daba cuenta de que había criollos entre los alzados, tal como los hemos estudiado en el capítulo
anterior de este ensayo, se trató de sublevaciones de parcialidades de indios y de gente de la plebe.

152
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Motín de Granada

Desde el 22 de diciembre 1811, se suscitó en Granada una serie de suble-


vaciones que continuaron el año siguiente. Una demanda central de los
alzados fue que depusieran a los concejales leales a los chapetones. Se eli-
gieron nuevas autoridades, nombrándose únicamente a criollos. El nuevo
órgano reconoció a las nuevas autoridades de León y aprobó las peticiones
del clérigo Benito Soto, que demandaba poner fin a la esclavitud.

Ante los alzamientos que estaban ocurriendo en distintos lugares de la


intendencia, las autoridades asentadas en la ciudad de Guatemala, a la ca-
beza el presidente Bustamante, decidieron movilizar tropas de Olancho,
Cartago y San Miguel a Nicaragua para apoyar a reprimir las revueltas de
Granada y Masaya.

El 21 y 22 de abril de 1812, un grupo de criollos preparó la defensa


con armas y trincheras, además contaron con el apoyo de alguna tropa
de milicias de artillería del fuerte San Carlos y milicias de Olancho. El
batallón de milicias recibió orden de que partieran a Granada para apoyar
a reprimir el motín, pero, de acuerdo con las noticias que dio el obispo
de Comayagua, el capellán de la tropa, el Pbro. Pascual Martínez, intentó
sublevar a la tropa diciéndole que no acatara la orden. El obispo afirmó,
ante el general Bustamante, que le parecía que el capellán pretendía hacer
lo mismo que practicó el cura Hidalgo y Costilla del pueblo de Dolores.
El presidente y capitán general de la Audiencia actuó judicialmente con-
tra el capellán, y éste fue acusado de los hechos que se le imputaban.201
Como en otras partes de América, las autoridades de la Audiencia persi-
guieron a los curas que simpatizaron con las acciones de los sublevados y
los acusaron de sediciosos.

De igual manera, algunos soldados de la compañía de San Juan fue-


ron apresados, acusados de complicidad con los insurgentes y llevados al
fuerte de San Carlos.202 Otros sublevados fueron remitidos a las cárceles
de la ciudad de Guatemala y confiscados sus bienes, como en el caso de
Eduardo Montiel.203

201 véase en AGCA, B2.7, leg. 82, exp.2377.


202 AGCA, B2.2, leg.81, exp.2371, 10 folios, Granada, 21 de abril de 1812.
203 AGCA, A1.2, leg.2190, exp.15738, Fol.181 vuelto, Granada, 27 de julio de 1813; AGCA,
B2.2, leg.25, exp.707, fls.49.

153
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Los criollos de Granada que se sumaron a la defensa era un grupo de


autonomistas que deseaban dar curso a sus cuestionamientos y demandas
del estado de cosas de la provincia y la Audiencia a través de las Cortes.
En tal sentido, expresaron su indignación por el manejo violatorio que
las autoridades locales hicieron de la Constitución, pero, además, agrega-
ron una serie de demandas políticas y fiscales. Tal como habían hecho en
otros motines ocurridos en León y Rivas, exigieron libertad a los presos,
entre ellos a los criollos Pío José, Juan Argüello, Juan y Manuel de la Cer-
da, Juan Espinosa, Juan Ignacio Marenco y Joaquín Chamorro, además
pidieron que se otorgara la libertad de los esclavos, la rebaja en un real
en cada libra de tabaco, la libertad del abasto de carne, la extinción de la
doble alcabala en las reventas de ganados.204

Los alzamientos en Masaya

El 15 de diciembre estalló un motín en Masaya que se extendió a los


pueblos de Moninbó y Diriamba, y que continuaron hasta el 2 de enero.
Las quejas de los rebeldes giraron en torno a los abusos de poder local. El
levantamiento fue en los barrios de la plebe, a partir de la intervención
del intendente para que la representación de los alzados ante las autorida-
des, para exponer las demandas que solicitaban, la asumiera el presbítero
Policarpo Irigoyen y no el presbítero Benito Soto, como lo pedía la gente.
Esto alteró los ánimos de la población, se alteró la quietud del vecindario
y enardecidos se tomaron el Ayuntamiento. El intendente de Nicaragua
arremetió contra este movimiento apoyándose en el fuerte de Granada
para que actuara militarmente en caso necesario, para asegurar la paz y
la tranquilidad, pero la gente se tomó el Ayuntamiento exigiendo al pre-
sidente Bustamante y Guerra y a las autoridades locales su intervención.

Levantamientos indígenas en el corregimiento de Chiquimula

El 23 de febrero de 1812 ocurrió una amalgama de levantamientos en


los pueblos de San Cristóbal, San Agustín Acasaguastlán, Zacapa, Chi-
malapa y Magdalena en el corregimiento de Chiquimula, de los cuales las
autoridades identificaron, como unos de los cabecillas principales, a los
miembros del batallón de milicias Fulgencio Morales, Manuel Calderón,
subteniente del Batallón de Milicias, y Francisco Cordón, quienes fueron

204 Véase en AGCA, B2.2, leg.24, exp.697, fl.4., Granada, 9 de enero de 1812.

154
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

apresados y acusados de amotinados.205 Un consejo de guerra los senten-


ció a dos años, ocho meses de prisión, sin embargo permanecieron ence-
rrados más tiempo. Francisco Cordón fue enviado a cumplir condena en
Ceuta, en mayo de 1818, después de cuatro años de prisión en Guatema-
la; pero en vista del decreto de las Cortes Ordinarias de 27 de septiembre
de 1820, fue puesto en libertad, ordenando su traslado a Guatemala.206

La conspiración de Belén

De octubre al mes de diciembre de 1813, un grupo de la élite de


la ciudad de Guatemala efectuó una serie de reuniones secretas en el
convento de Belén y en la casa de los hermanos Bedoya. Aparentemente
fueron convocados por el prior fray Juan de la Concepción; y entre los
que había citado se encontraban Francisco Barrundia, Cayetano Bedoya,
Andrés Dardón, Mariano Bedoya,207 Juan José Alvarado, concejal del
Ayuntamiento de la ciudad, Juan Fernández y otros.

En estas reuniones también participaron individuos de las élites pro-


vincianas, de los corregimientos y alcaldías mayores cercanas a la ciudad
de Guatemala; entre ellos estaban el fraile Manuel Ruiz y su hermano
Saturnino, y junto a ellos el indio Manuel Tot, un líder indígena y un in-
dígena hijo de un cacique, quienes apoyaban las sublevaciones indígenas
y eran seguidores del fraile Ruiz.

Participaron algunos frailes betlemitas y del convento de los merceda-


rios, todos del bajo clero secular; entre ellos el fraile mercedario Benito
Migueleña, quien había estado en Nueva España, en León y Granada, y
simpatizaba y conocía más cercanamente los movimientos insurgentes de
esos lugares.

Participaron algunos oficiales de batallones de milicias, los tenientes


del batallón de Fijo José de la Llana y Mariano Sánchez; el sargento de
dragones Rafael Aranzamendi, del cuerpo de caribes y pardos de la costa
norte, y el teniente Joaquín Yúdice, quienes fueron los denunciantes de
la conjura (Luján, 1992).

205 AGCA, B2.4, leg.28, exp.725, fl.1, Guatemala, 1 de julio de 1812.


206 AGCA, B2.4, leg.28, exp.740, fl.1, Guatemala, 1820.
207 AGCA, B2.5, leg.29, exp.749, fl. 20, Guatemala, 1814.

155
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Se afirmó en las declaraciones que entre los reunidos se encontraba


Francisco Montiel, negro, que había sido esclavo, quien había participa-
do en los alzamientos de Granada.

Los promotores de esta conspiración eran afines a las ideas liberales,


republicanas y a las posiciones autonomistas que se manifestaban desde
las élites provincianas. Este movimiento no tenía relación con las revuel-
tas indígenas que habían estallado en estos años en algunos pueblos, pero
había sido motivado por los movimientos autonomistas criollos de Nica-
ragua, de los que algunos líderes habían llegado a la ciudad de Guatemala
en calidad de prisioneros; y varios de los convocados a la conspiración
tenían la experiencia de los motines sucedidos en Nicaragua.

El teniente de la Llana afirmó en sus informes que se proyectaba un


levantamiento el día 24 de diciembre, en el que se esperaba contar con
la complicidad de las guarniciones militares. Dijo que el objetivo era
destituir a Bustamante y Guerra, liberar a quienes se encontraban presos
por haber participado en el levantamiento de Granada, confiscar las ca-
jas reales, desterrar a los españoles que se opusieran al nuevo gobierno y
demandar por la libertad de imprenta y la libre expresión (Luján, 1992).

Estas reuniones se hicieron en un ambiente de mucha tensión, en parte


por las diversas opiniones contra las autoridades de la Audiencia, que se
producían a causa de que las cárceles de la ciudad estuvieran llenándose
de presos por delito de sedición e infidencia, resultado de los apresamien-
tos de líderes de los motines que habían ocurrido en las intendencias de
San Salvador, Honduras y Nicaragua, y de las sublevaciones de los pue-
blos de las alcaldías mayores y corregimientos; además, los perseguidos
y acusados sediciosos en la ciudad. Un caso fue el de Agustín Vilches,
negro, vecino de los arrabales de la capital, peluquero de oficio, quien
fue apresado, según la acusación, por estar soliviantando a los artesanos
y por decir que los franceses gobernarían América, y que los chapetones
deberían desocupar inmediatamente.208

Bustamante y Guerra, directamente se involucraba en las investiga-


ciones de los opositores y críticos de su administración. El primero de

208 AGCA, B2.7, leg. 31, exp. 773, ciudad de Guatemala, 6 de mayo de 1809.

156
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

mayo de 1813, el cabildo extraordinario celebrado por el Ayuntamiento


de la ciudad acordó manifestarse ante el capitán general respecto a que
veían que su conducta para con el Ayuntamiento, desde que había asu-
mido el mando, había sido de franca hostilidad, que se mantenía alejado
del vecindario, que obraba por sí solo, que había propendido a avivar la
división entre europeos y americanos, manifestando una adhesión a los
primeros, que las prisiones intempestivas han exasperado al público, que
eran continuas las llamadas y reprensiones a funcionarios y vecinos y que
en las estafetas “se registra la correspondencia de los particulares”. 209

En diciembre de 1813 fueron sorprendidas las reuniones secretas, la


mayoría de los participantes fueron puestos en prisión, acusados por el
delito de infidencia, insurgencia o de insurrección, un delito que debía
ser juzgado por la justicia ordinaria, y de acuerdo con el artículo 248 de
la Constitución, pasar al juzgado constitucional.210

En los días que siguieron, hubo una búsqueda y persecución de los que
estuvieron involucrados, entre ellos Juan José Alvarado, José Venancio
López, Joaquín Yúdice, José Francisco Barrundia, el doctor y presbítero
Tomás Ruiz, fray Víctor Castillo, el mercedario fray Benito Miquelena,
fray Juan de la Concepción, Andrés Dardón, Mariano y Cayetano Bedo-
ya, Rafael Aranzamendi, por no haber dado oportunamente la informa-
ción, y otros más. Todos fueron procesados y condenados a varios años de
prisión, y recobraron su libertad, junto con los presos de Granada, con el
indulto de 4 de abril de 1817; y algunos hasta el año siguiente.211

La conspiración de 1814 en San Salvador

Después de las revueltas de 1811, San Salvador guardaba una tensa cal-
ma, pero pronto acabarían estallando nuevas tensiones. En esta ocasión
entre el intendente José María Peinado y el Ayuntamiento de la ciudad de
San Salvador, y con algunos miembros de las élites locales.

En ese contexto, en el mes de marzo de 1812 se decretó el indulto


que liberaba a los presos por los motines de noviembre de 1811, pero,
al mismo tiempo, desde la Audiencia se continuó con las pesquisas para

209 AGCA, A1.2, leg. 2190, exp.15739, fl.119, ciudad de Guatemala, 1 de mayo de 1813.
210 AGCA, B2.5, leg. 29, exp. 744, fls.7, Guatemala, 1814.
211 AGCA, B2.5, leg. 29, exp. 7461814, Guatemala, 1814; Luján Muñoz, 1992.

157
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

identificar a los posibles criollos, que pudieron, según Bustamante, ha-


ber tenido participación en dichos motines. Las autoridades no creían
que habían sido motines de origen popular –de indígenas, ladinos y cas-
tas– sin intervención criolla. Indagaciones y persecuciones que el mismo
presidente Bustamante dirigía para obtener información sobre posibles
opositores a su mandato.212

El día 8 de abril fue apresado, en Metapán, Juan de Dios Mayorga, un


criollo que también tenía residencia en Chiquimula, que era el receptor
de alcabalas y administrador de rentas de correos del partido. El arresto
fue hecho por el capitán de milicias, por orden del capitán general Bus-
tamante y Guerra. Fue trasladado a la ciudad de Guatemala, le colocaron
grillos y fue expuesto en la plaza pública, ante lo que el administrador de
renta demandó, amparándose en los decretos ya conocidos de Cortes en
Cádiz en relación con los tratos de los prisioneros. En la misma orden
de prisión iba la de embargo de sus bienes. María Teresa Escobar, mujer
del apresado, envió una carta al rey para demandar justicia al soberano.
En la carta detallaba lo sucedido. Entre otras cosas exponía que había
sido acusado de insurgente, de haber participado en los movimientos
sucedidos en Metapas los días 9 y 10 de marzo, además se le acusaba de
autor intelectual del levantamiento de indios y de ladinos de noviembre
del año anterior.213

Las tensiones en la intendencia continuaron en el siguiente año.


Esta vez alrededor de las elecciones de los ayuntamientos constituciona-
les. Estas ocurrieron, como siempre, en los últimos días de diciembre.
En los pueblos de tres barrios o parcialidades –de españoles, ladinos e
indios– ocurrieron con algunas irregularidades que originaron tensiones;
ninguno de los barrios aceptaba que el gobierno local se organizara con
los representantes de los tres barrios. En el pueblo de Chinameca, en el
que había tres barrios, el alcalde del barrio de indios dirigió una nota al
presidente Bustamante para exponer que en el pueblo el proceso electivo
lo habían hecho los ladinos, y querían manifestarle que no podían su-
jetarse al gobierno de los ladinos; la causa de no hacerlo “es que por un

212 AGCA, A1. leg. 6922, exp. 56936, fl. 15, Guatemala, 1812. Carta dirigida al rey emitida
por María Teresa Escobar para exponer las arbitrariedades sufridas por su marido a manos del
presidente de la Audencia.
213 AGCA, B2.3, leg. 27, exp. 721, Chinameca, 22 de enero, 1820.

158
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

pleito de tierras que hemos tenido, los ladinos nos aborrecen.”214 Resultó
común –como sucedió en Chinameca– que las tensiones cotidianas y
comunes entre los barrios fueron telón de fondo de las nuevas formas
electivas locales.

En la ciudad de San Salvador, estaban subiendo las tensiones entre


el Ayuntamiento de la ciudad y el intendente Peinado; entre el Ayun-
tamiento, integrado por criollos y el cuerpo de milicias Voluntarios de
Fernando VII, compuestos por peninsulares monárquicos absolutistas,
quienes estaban cometiendo actos arbitrarios, con la venia del intenden-
te, contra algunos criollos y gente de los barrios de ladinos y castas.

En estos días, el intendente notificó a Bustamante sobre las críticas


recibidas por el Cuerpo de Voluntarios porque no accedieron a lo pedido
por el Ayuntamiento, de poner en la sala de armas la fusilería de dicho
cuerpo.215Decía Peinado que las cosas en la ciudad no estaban bien.

Otra causa de las contrariedades entre el intendente Peinado y la élite


criolla de San Salvador, fueron las Instrucciones presentadas por el dipu-
tado de San Salvador a Cortes, el presbítero José Ignacio Ávila. En dicho
documento, los criollos de San Salvador expusieron las problemáticas
agrarias y económicas de la intendencia, y centralmente apuntaban a la
necesidad que veían de diversificar los cultivos para romper con el mono-
cultivo del añil y con la dependencia de un solo producto; además, entre
otros puntos, plantearon la necesidad de la instalación de un obispado
en la intendencia. Las demandas de San Salvador mostraban el espíritu
autonomista provincial con el que enfrentaban el centralismo ejercido
desde la ciudad de Guatemala. Esos planteamientos no fueron bien vistos
por la élite de Guatemala, tampoco por Peinado, que defendía el centra-
lismo guatemalteco.

Las tiranteces existentes se hicieron sentir en las elecciones del Ayun-


tamiento convocadas en diciembre. Al parecer los nuevos concejales no
gozaban de la simpatía del intendente Peinado. Los designados eran Juan
Manuel Rodríguez, que había sido secretario de la Junta Gubernativa de
1811, para el cargo de alcalde de primer voto; Pedro Pablo Castillo, para

214 SV, AGN, I, 006, 01,20, caja 10, exp. 2. San Salvador. 23 de enero de 1823.
215 SV, AGN, I,006,01-2, caja 4, exp. 11, San Salvador, 9 de enero de 1811.

159
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

alcalde de segundo voto, y como miembros adicionales Felipe Herrera,


Manuel José Arce, Mariano Miranda, Mariano Zúñiga y Santiago José
Celis. A principios de enero, el Ayuntamiento de San Salvador hizo los
nombramientos de los alcaldes de barrio, los cuales recayeron en personas
no dignas de confianza, según Peinado (Luján, 92).

De acuerdo con lo relatado por el historiador Jorge Luján Muñoz


(1995), “uno de los primeros actos del grupo fue organizar el 25 de di-
ciembre una serenata en homenaje a los padres Aguilar. Peinado escribió
a Bustamante para informarle que ‘la subordinación estaba perdida’”, Los
padres Aguilar, desde tiempo atrás se habían vuelto incómodos para las
autoridades eclesiales asentadas en la ciudad de Guatemala, por sus ser-
mones, que Peinado consideró subversivos; se refería en particular a los
sermones de Manuel Aguilar. El intendente vigilaba sus actividades y
había sugerido a Bustamante que era necesario frenarlos, y así evitar su
influjo en la población.216

El intendente empezó a notar que se estaban haciendo algunas reu-


niones nocturnas, tuvo el temor de que fuera el preludio de una insurrec-
ción, así que tomó medidas preventivas; hizo detener a dos alcaldes de
barrios (Luján, 1992). Supo, por sus informantes, que se tenía un plan
de insurrección.217 Se supo que habían enviado emisarios por los pue-
blos y partidos. En Chalatenango hubo indicios de levantamiento. Por
sospechas de que el cura párroco, Francisco Xavier Martínez, era uno de
los promotores, lo hizo salir del pueblo para evitar concretar algún plan.
También hubo rumores de levantamiento en Opico y Quezaltepeque.
Supo también que en el pueblo de Cojutepeque se había notado una
disposición a la insurrección.218

Por la noche del día 24 de enero, se congregó mucha gente de los


barrios en la sacristía de la iglesia parroquial. Al parecer los reunidos in-

216 Oficio reservado del intendente Peinado a Bustamante sobre los curas Aguilar, en SV, AGN,
I,006,01-2, caja 4, exp. 21, San Salvador, 23 de febrero de 1814; SV, AGN, I,006,01-2, caja 4,
Exp. 24, San Salvador, 28 de febrero de 1814; SV, AGN, I,006,01-2, caja 4, exp. 15, San Salva-
dor, 9 de febrero de 1814.
217 Oficio de José María Peinado al jefe político Bustamante sobre el plan de insurrección de los
insurgentes SV, AGN, I,006,01-2, caja 4, exp. 27, San Salvador 5 de marzo de 1814.
218 Véase en SV, AGN, I,006,01-2, caja4, exp. 13, San Salvador, enero de 1814.

160
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

tentarían tomarse el depósito de pólvora existente en el pueblo de San


Jacinto. Se sabía que los alcaldes de barrios, Bernardo Torres, Silvestre
Anaya, José Crispo y José Tomás Alfaro, habían sido comisionados con
200 hombres para asaltar el almacén, por lo que ordenó su traslado a
un lugar seguro de la ciudad. Sin embargo, el almacén no tenía mucha
pólvora y solo fue trasladado un cañón que se encontraba resguardado.219

Peinado, que ya estaba prevenido, hizo que patrullas de milicias ro-


dearan la iglesia, pero la gente, enardecida, hacía llamados a la tropa a
desobedecer. Repicaron las campanas, y una patrulla fue atacada por un
grupo de gente, refriega en la que hubo dos muertos y tres heridos. Peina-
do habría dicho que no atacó para prevenir un desenlace peor.220

Según sus informes, tenía unos trescientos hombres acuartelados y


había recibido apoyo de gente pudiente dispuesta a defender la buena
causa, así también habían solicitado tropa de San Vicente, Santa Ana y
demás inmediaciones.

Inmediatamente envió un informe, al presidente de la Audiencia y


demás intendencias, de que se había descubierto una conspiración y de
que sus cabecillas ya se encontraban presos.221 En los siguientes días in-
formaría que todo estaba tranquilo y que estaba listo para intervenir en
cualquier caso de insurrección.

Al día siguiente, por medio de un bando, comunicó a la población de


la ciudad que se establecía ley marcial para evitar que volvieran a suceder
conatos insurreccionales.222

Y dada la situación en la que se encontraban los ánimos del Ayun-


tamiento y de algunos alcaldes de barrios de la ciudad, solicitó apoyo a
los cuerpos de milicias de San Vicente, para que enviaran a la ciudad dos
cañones,223 de tal manera que militarmente estaba preparado en cualquier

219 Véase oficio reservado de José María Peinado enviado a José de Bustamante, jefe político de
la audiencia, en SV, AGN, I,006,01-20, caja 10, exp. 1, San Salvador, enero de 1814; SV, AGN,
I,006,01,-2, caja 4, exp. 6, San Salvador, 19 de febrero de 1814.
220 Oficio SV, AGN, I,006,01-2, caja 4, exp. 12
221 SV, AGN, I,006,01-20, caja10, exp. 2, San Salvador, 23 de enero de 1814.
222 Oficio reservado del intendente de San Salvador al jefe politico de la Audiencia, en SV,
AGN, I,006,01-2, caja 4, exp. 38, San Salvador, 25 de enero de 1814.
223 SV, AGN, I,006,01-2, caja 4, exp. 18, San Salvador 19 de enero de 1814.

161
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

caso de insurrección.224 Hizo cambios de oficiales dentro de los cuerpos de


milicias para garantizar mayor efectividad del mando en cualquier eventua-
lidad. Así, colocaba a Domingo Viteri, capitán de Dragones, y a Vicente
Miranda, sargento de voluntarios.225 Después de los sucesos de enero, para
prever una nueva amenaza de insurrección, pidió al jefe político de la Au-
diencia que se constituyera un destacamento permanente de 100 hombres
para fortalecer la defensa de la ciudad.226Además, recibiría el apoyo del pre-
sidente de la Audiencia con el envío de 50 hombres de tropa.227

Pasados unos días de los hechos de la sacristía y de la plaza de Santo


Domingo, las acciones de control, vigilancia y persecución continuaron
en contra de los que consideraban sus opositores.

Entre los apresados se encontraban Miguel Delgado, alcalde segundo


de la ciudad, a quien se le acusó de mantener correspondencia con José
María Morelos y haber participado en los motines de 1811; Pedro Pablo
Castillo, quien se dijo había sido uno de los principales;228 Juan Manuel
Rodríguez, a quien se le acusó de acaudillar la insurrección; se le hacía
el cargo de haber solicitado alianza con José María Morelos, de haber
redactado un proyecto de Constitución Popular, basada en la libertad e
igualdad, y de haber reclutado gente en el pueblo de Acolhuaca;229 San-
tiago José Celis, Manuel José Arce, Mariano Lara, Domingo Lara, Juan
Arazamendi, Nicolás, Manuel y Vicente Aguilar. También se llevaron a
prisión a algunos alcaldes de los barrios: Crisóforo Pérez, Eusebio Mena,
Luis Calero, Pedro Guzmán Moya, Eustaquio Pancagua, Clemente Mix-
co, Francisco Argueta, Blas Candelario Mercado, Manuel de Jesús Gran-
de y Silvestre Anaya, un negro del barrio de la Vega,230quien en su decla-
ración dijo que algunos frailes de la Merced habían sido conductores de

224 Oficio de José María Peinado al jefe politico de la Audiencia, dando cuenta de los prepara-
tivos hechos para una eventual insurrección véase, en SV, AGN, I,006,01-2, caja 4, exp. 13, San
Salvador, 26 de enero de 1814.
225 Oficio del intendente José María Peinado al jefe político y capitán general Bustamante, en
el que le informa sobre la situación en San Salvador, SV, AGN, I,006,01-2, exp.12, San Salvador,
25 de enero de 1814.
226 Oficio reservado de Peinado al capitán general de la Audeincia, en SV, AGN, I,006,01-2,
caja 4, exp.22, San Salvador, 24 de febrero de 1814.
227 SV, AGN, I, OO6,01-2, caja 4, Exp. 32, San Salvador, 23 de marzo de 1814.
228 AGCA, B2.6, leg.30, exp.760.
229 AGCA, B2.6, leg.30, exp.763, fl. 7 vuelto, San Salvador, 7 de julio de 1818.
230 AGCA, B2.6 exp 763 leg 30 fl. 13, San Salvador, 7 de julio de 1818.

162
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

comunicaciones.231 Así, en la intendencia se logró desarticular esa fuerza


política opuesta al grupo de poder de Peinado.

Los dos movimientos de San Salvador, el de 1811 y de 1814, el motín


de Belén en 1813, en Guatemala, y los levantamientos en Nicaragua, se
vieron frustrados ante las maniobras que las autoridades supieron hacer
frente al temor de que se volvieran incontrolables, como el de Hidalgo,
de 1810, en Nueva España. La actuación de las milicias, la prisión y la
persuasión supieron mantener a raya las sublevaciones locales con fuerza
política limitada.

Temerosas, las autoridades, por las continuas revueltas en la Audien-


cia, decidieron tomar acciones ante las amenazas que creían tener de que
las tropas de Morelos, que se hallaban en Oaxaca, avanzaran más al sur;
sabían que, desde los últimos meses de 1812, los insurgentes se hallaban
intentando ocupar la ciudad de Oaxaca. Sus temores eran confirmados
con las noticias recibidas desde San Carlos Corral de Piedra a través del
subdelegado de Tehuantepec, quien les informó que las tropas rebeldes
habían llegado al paraje de La Soledad.232 Así que decidieron concentrar
tropas de milicias de distintos puntos de la Audiencia, en la ciudad de
Guatemala, destinadas para la defensa y ser trasladadas a la frontera con
Nueva España, donde los insurgentes ya habían atacado a un primer con-
tingente enviado desde Guatemala.233

El levantamiento de 1820 en Totonicapán

Del 9 julio al 3 de agosto de 1820, en el pueblo de Totonicapán se


estableció un efímero gobierno quiché, producto de una sublevación
que estalló el 2 de abril, que juró lealtad al rey Fernando VII y a la
Constitución, como habían jurado en 1812; pero esta vez demandaban
al mismo tiempo la eliminación del tributo indígena, tal como lo habían
dispuesto las Cortes en 1811(González, 1992). Antes de este motín, en
la región ocurrieron otros levantamientos, entre 1800 y 1803, y entre
1811 y 1814, centrados en el tributo y otras cargas impuestas, así como
en los abusos de las autoridades civiles y eclesiásticas; luchas que fueron

231 Oficio reservado de José María Peinado al jefe politico Bustamante, en SV, AGN, I,006,01-
2, caja 4, exp. 33, San Salvador, 24 de octubre de 1814.
232 AGCA, A1.1, leg. 6934, exp. 57476, San Carlos Corral de Piedra, 27 de noviembre de 1812.
233 AGCA, A1.2, leg.2190, exp. 15739, fl. 118, Guatemala, 1 de mayo de 1813.

163
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

controladas con relativa facilidad y sin fuerza excesiva (Pollak, 2008). Uno
de esos levantamientos fue el de 1813, ocurrido en defensa de las medidas
implementadas por el alcalde mayor Narciso Mallol, quien, siguiendo las
instrucciones de las Cortes de Cádiz, hizo válida la abolición del tributo
y de los servicios personales. Las disposiciones no fueron bien recibidas
ni por sectores no indígenas ni por algunos líderes indígenas, quienes
trataron de frenarlas. Así, un grupo numeroso de indígenas quichés
ocuparon la capital de la provincia (Pollak, 2008).

En el caso del alzamiento de 1820, los de Totonicapán también


fueron acuerpados por, al menos, cinco pueblos de la región, entre ellos
el de Momostenango, San Francisco El Alto, Santa María Chiquimula
y San Andrés Xecul. Esto fue reflejo de la existencia no de aislamiento,
sino de la existencia de diversos vínculos en el plano económico, social y
cultural. Pero además los pueblos de la alcaldía mayor de Totonicapán, y
más allá de dicha jurisdicción, se encontraban sometidos y enfrentando a
un dominio interno, el ejercido por las élites económicas de la ciudad de
Guatemala y por el poder económico de la provincia de Quezaltenango
(Pollak, 2008).

Carlos de Urrutia, el jefe político de la Audiencia se dirigió a los indios


de los pueblos sublevados para decirles que de esa forma manifestaban
deslealtad al rey, y les hizo saber que el tributo continuaría vigente, y les
pedía que dejaran la actitud de rebeldía.234

Los de Momostenango respondieron que depondrían su actitud de


rebeldía y pagarían el tributo si las autoridades dejaban en libertad a
Juan Puzul,235 uno de los líderes del alzamiento, que lo tenían en prisión.
También guardaba prisión Lucas Aguilar, su mujer María Hernández
Zapón y Atanasio Tzul, acusados de ser cabecillas de la sedición.236

Los cabecillas del movimiento también tenían mecanismos legales para


obtener sus propósitos, así Aguilar y Atanasio Tzul enviaron una comisión
a Guatemala para iniciar un procedimiento ante el fiscal, pero este les
respondió que su obligación era pagar los tributos (González, 1992).

234 AGCA, A3.16, leg. 2569, exp. 37716, fl. 28, Guatemala, 1820.
235 AGCA, A3.16, leg. 254, exp. 5220, Santiago Momostenango, 1820.
236 AGCA, A1.21, leg. 5480, exp. 47155, Guatemala, 1820.

164
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Ante las respuestas negativas de las autoridades de la Audiencias y


las provinciales, el movimiento de los pueblos se radicalizó, y después
de unos días, casi un mes, fueron reducidos con coerción y persuasión.
Varios líderes fueron encarcelados, con lo cual inició una nueva situación
de tensiones; grupos de familiares se movilizaron para lograr la libertad de
los apresados.237 Por su parte, los naturales de San Miguel Totonicapán se
quejaron por los daños que habían sufrido sus casas y cultivos a manos de
las tropas de cuerpos de milicias que llegaron a reprimir.238 El 1 de marzo
de 1821, el alcalde mayor de Totonicapán y de Huehuetenango recibió
la resolución de la audiencia, aplicando el indulto de 20 de diciembre de
1819 y el real decreto de 23 de agosto, para dar libertad a Lucas Aguilar
y Atanasio Tzul.239

237 AGCA, A1.21, leg. 5504, exp. 47519, Guatemala, 1821.


238 AGCA, A1.21, leg. 193, exp. 3945, 1820.
239 AGCA, A1.1, leg. 6118, exp. 56774, Guatemala, 1 de marzo de 1821.

165
166
CAPÍTULO VI
El Primer Constitucionalismo y el retorno al absolutismo
(1814-1820)

A mediados de 1812, en la catedral de la ciudad de Guatemala, el ar-


zobispo Ramón Casaus y Torres, en presencia del jefe político José de
Bustamante y Guerra, ambas autoridades tradicionalistas y absolutistas,
presidieron, rodeados de autoridades de la Audiencia y del Ayuntamien-
to de la ciudad, solemnemente la ceremonia de acción de gracias por la
culminación del decreto constitucional de las Cortes Generales y Ex-
traordinarias de 18 de marzo. La Constitución había sido remitida a la
Audiencia para su promulgación y juramentación unos días antes,240 así
que en los días que siguieron se prepararon múltiples festejos y las cere-
monias respectivas en la capital y en todas las provincias.

El 18 de septiembre, el cabildo del Ayuntamiento de la ciudad de


Guatemala acordaba que, para conmemorar el día de la publicación de la
Constitución Política de la Monarquía, a realizarse el 24 de septiembre,
serían acuñadas seis medallas de oro para enviar una a las Cortes Generales,
otra al Consejo de Regencia, otra al doctor Antonio Larrazábal, el diputado
a Cortes, otra al presidente de la Audiencia, Bustamante y Guerra, y otra
a José de Aycinena, miembro del Consejo de Regencia.241 Por la mañana
de ese día, Bustamante y Guerra presentó un ejemplar de la Constitución

240 AGCA, A1.2, leg. 2190, exp. 15738, fl. 48, Guatemala, 24 de mayo de 1812.
241 AGCA, A1.2, leg. 2190, exp. 15738, fl. 148, Guatemala, 18 de septiembre de 1812.

167
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

en una majestuosa celebración ante las corporaciones civiles, eclesiásticas


y militares y ante la multitud reunida en la Plaza Mayor, la cual se hallaba
vestida de gallardetes. Al final de la ceremonia, el Ayuntamiento repartió
entre el público unos quinientos pesos en monedas conmemorativas, que
habían sido acuñadas para la ocasión. Meses después, en los festejos del
primer aniversario de la Constitución, la Plaza Mayor, donde tuvo efecto
el juramento y la promulgación de la Constitución, se denominaba Plaza
de la Constitución.242 Bustamante y Guerra aparecía en estos actos como
un verdadero promotor del constitucionalismo, pero en realidad lo hacía
porque le correspondía a su investidura; pero también para no profundizar
sus tensiones con el Ayuntamiento y sus amigos criollos.

Mientras tanto, se recibieron noticias del diputado Larrazábal, en las


que informaba que José de Aycinena había sido elegido entre los seis ame-
ricanos que prestarían sus servicios en el Consejo de Estado. Ante tan im-
portante suceso, el Ayuntamiento organizó un acto oficial para celebrarlo.

Por su parte, en las ciudades, villas y pueblos de las provincias se


prepararon ceremonias y festejos similares, aunque no con tanta pompa
como la de la capital. Así, en la ciudad de San Salvador, el 8 de octubre, el
intendente José María Peinado y el Ayuntamiento se encargaron de hacer
un festejo solemne en el que se entregaron las medallas conmemorativas
enviadas por el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala.243

En múltiples pueblos de la audiencia, también hubo actos de juramen-


tación de la Constitución. El entusiasmo parecía reflejarse en todas partes.

El impacto de la Constitución en la Audiencia de Guatemala

Después de los festejos, se promovió que en los ayuntamientos y demás


corporaciones se hiciera lectura de la Constitución para comprender los
procesos que debían de afrontar. La sola lectura fue complicada para los
pueblos indígenas, de ladinos y castas. Tal situación la dejó ver el alcalde
mayor de Sonsonate en más de una ocasión, cuando expresó a Bustaman-
te y Guerra que se trataba de preceptos teóricos poco digeribles:

242 AGCA, A1.23, leg. 1538, fl. 20, Guatemala, 12 de marzo de 1813.
243 AGCA, A1.14, leg. 496, exp. 8470, San Salvador, 7 de octubre de 1812.

168
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Yo sé que los pueblos, imbuidos los más de ellos en la ignorancia,


han querido leer y releer en la suntuosa obra compuesta de 384
artículos; pero también sé que, para la comprensión, estos mismos
pueblos han dicho que es de mayor influencia un ejemplar público,
que un millón de excelentes preceptos reducidos a teoría.244

Las palabras del alcalde mayor reflejan una de las problemáticas que no
hicieron fácil la implementación de la Carta Magna. Otras situaciones
hicieron que los procesos electorales se desenvolvieran no de manera ho-
mogénea. En algunos lugares predominó el entusiasmo y la tranquilidad,
pero en otros, en medio del entusiasmo, reinó la confusión, las tensio-
nes y los conflictos de representación, puesto que las diversas realidades
de los pueblos, particularmente indígenas, en cuanto a la demografía y
composición étnica y las prácticas políticas de antiguo régimen respecto
al funcionamiento de los antiguos cabildos, no dejaron de estar presentes
a la hora de ser instalados estos nuevos órganos locales.

Si bien la Constitución tenía un espíritu unificador, como lo muestra


expresamente el artículo primero cuando dice que: “La Nación española
es la reunión de todos los españoles en ambos hemisferios”, en ese marco,
entre los diputados a Cortes, americanos y españoles, dominaba el inten-
to de dar continuidad y prolongar la monarquía católica. Lo mismo se re-
flejaba entre las distintas posiciones liberales que debatían en las Cortes;
coincidían ambas en que debían evitar que se diera una ruptura de la uni-
dad monárquica. Por otra parte, hay que señalar que su impacto no fue
homogéneo. En algunas partes del sur de América poco tuvo que ver la
Constitución, puesto que, en lugar de incorporarse a las Cortes, como en
lo que hoy es Uruguay y Bolivia, tomaron el camino de los movimientos
autonomistas juntistas; esos fueron los primeros pasos que dieron hacia el
autogobierno. Así también, hubo movimientos independentistas, como
el de Miranda y Bolívar en el virreinato de Nueva Granada, desde 1811,
y se discutían constituciones republicanas.

Paralelo a los distintos caminos que se tomaban en América, las Cortes


de Cádiz, entre 1810 y 1813, habían tratado de unificar a España y Amé-
rica bajo una nueva relación y un nuevo trato. Pero tal esfuerzo, a partir

244 AGGA, I.3, leg.10, exp. 113, Sonsonate, 1813.

169
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

de 1814, se encausó hacia el sentido contrario; y en lugar de propiciarse


el fortalecimiento de los lazos entre los territorios de la monarquía, se
contribuyó a su disolución y a las independencias.245

Los planes para fortalecer la unidad fueron truncados en 1814, por el


regreso de Fernando VII que se instaló de nuevo con toda la intención de
retomar su gobierno, eliminar la Constitución y restaurar el régimen an-
terior; pero, como sabemos a través de la basta historiografía que examina
estos años, el desmoronamiento de la monarquía se estaba dando no nada
más a partir de la crisis de 1808, sino desde las últimas décadas del siglo
XVIII en el marco de las tensiones, localismos y contradicciones acentua-
das por los cambios político-administrativos, y, en su conjunto, dentro del
plan de modernización de los borbones, la crisis interna se acentuaba.

Diputaciones provinciales, jefes políticos y ayuntamientos constitu-


cionales

La Constitución alteró el poder político de la Audiencia de Guatemala,


manteniendo algunas bases de la estructura política administrativa an-
terior. Así, en el primer periodo constitucionalista, la presidencia de la
Audiencia fue sustituida por una jefatura política superior, asumiendo
Bustamante y Guerra dicho poder. A escala provincial, debían crearse
las diputaciones provinciales, órganos que, con base en lo dictado por la
Constitución, estarían presididas por un jefe político nombrado por el
rey, cuyas atribuciones estaban dirigidas a obtener la prosperidad de la
provincia; además, tendrían una función articuladora dentro de la nueva
jerarquía de poderes. De acuerdo con el artículo 326, este órgano estaría
integrado por el jefe político, el intendente y siete individuos más. El ar-
tículo 335 enumeró diez facultades que debían asumir las diputaciones,
entre otras, la de velar por la buena inversión de los fondos públicos de
los pueblos, cuidar por el establecimiento de los ayuntamientos, pro-
mover la educación de la juventud, promover la agricultura, industria
y el comercio, dar parte de los abusos que se notaren en la administra-
ción de los fondos públicos y levantar censos y estadísticas en las pro-

245 Gabriel Paquete: 2014, pp. 73-92, el autor se refiere a la restauración de las medidas de anti-
guo régimen y de desconfianza y legitimidad que Fernando VII provocaba en lo poderes políticos
y económicos de la América, lo cual abonó a ser restaurada la Constitución, a los procesos de
independencia en los reinos de América.

170
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

vincias, además se les autorizó para intervenir en los asuntos judiciales,


facultades que fueron definidas con más detalle en la “Instrucción para
los Ayuntamientos constitucionales, juntas provinciales, y jefes políticos
superiores”, decretada por las Cortes el 23 de junio de 1813.246 Pero la
creación de las diputaciones provinciales no pudo concretarse en todas
las provincias, sino hasta el segundo periodo. De acuerdo con Rodríguez
(1984), en la Audiencia solamente fue autorizada la instalación de dos
diputaciones provinciales: una en la ciudad de Guatemala y la otra en
León, en la intendencia de Nicaragua; y se acordó que estarían integradas
por un representante por provincia. La diputación de Guatemala quedó
integrada por los representantes de la ciudad de Guatemala, Ciudad Real,
Comayagua, San Salvador, Quezaltenango, Sonsonate y Chimaltenango;
y la diputación de Nicaragua fue integrada por representantes de León,
donde tuvo su sede, Granada, Segovia, Villa de Nicaragua, Nicoya, y dos
distritos de Costa Rica (p. 148).

Los procesos de creación de estos dos órganos estuvieron mediados por


la negligencia de Bustamante, quien ocultó y destruyó documentación
referida a su instalación, se sintió temeroso de que su poder se volviera
limitado, dado que los nuevos órganos daban un grado de autonomía a
las regiones, y por otra parte se convertían en el órgano de máximo poder
en el ámbito provincial, lo cual no era algo de su agrado.

En la ciudad de Guatemala se eligió la diputación en un ambiente


de tensiones entre el Ayuntamiento de la ciudad y el jefe político Bus-
tamante y Guerra; las molestias giraban alrededor de las rivalidades de
protagonismos políticos.

Los nuevos ayuntamientos constitucionales se establecieron en algunas


partes de la Audiencia, de tal forma que el impacto de la Constitución en
este primer periodo (1812-1814) fue limitado, en parte debido a las con-
fusiones y conflictos que se generaron en los procesos electorales al interior
de las localidades, y a la resistencia para abandonar las prácticas anteriores.

Una permanencia sustancial entre el régimen constitucional gaditano,


en el nivel de las autoridades intermedias, fue el papel de los jefes políticos,
que como los subdelegados del régimen de intendencias y subdelegacio-
nes del reformismo Borbón, fueron figuras clave en la articulación entre

246 Lee Benson: 2012, pp. 42-43.

171
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

el intendente y los cabildos, el jefe político fue clave entre el intendente y


los nuevos ayuntamientos constitucionales donde se crearon. Esta era una
figura que, como el subdelegado, tendría injerencia en la vida política de
los pueblos, puesto que, de acuerdo con la Constitución, los ayuntamien-
tos serían presididos por el jefe político distrital según el artículo 309, que
establecía que “para el gobierno interior de los pueblos habrá Ayuntamien-
tos compuestos de alcalde o alcaldes, los regidores y el procurador síndico,
y presididos por el jefe político donde lo hubiere, y en su defecto por el
alcalde o el primer nombrado entre éstos, si hubiere dos”. 247

Estos poderes intermedios y los nuevos ayuntamientos establecieron


relaciones políticas y administrativas estrechas, que oscilaban entre la ti-
ranía y la cooperación. Su papel en el nuevo régimen constitucional fue
un tema de debate en las Cortes. Los diputados americanos, en particular
el diputado costarricense el presbítero Florentino del Castillo, cuestio-
naron el artículo 309, en la parte en la que se le daba al jefe político la
atribución de presidir a los ayuntamientos.

El diputado Florentino Del Castillo se opuso a que el jefe político


asumiera una de las amplias atribuciones que se les dio a estos oficiales,
como la habían tenido los subdelegados de partidos de las Reformas Bor-
bónicas, cuestionó y se negó admitir la presidencia del jefe político en los
nuevos ayuntamientos constitucionales, argumentando que esa posición
podría ser influyente en las decisiones de las corporaciones locales, e hizo
el símil de que sería lo mismo si el rey presidiera las Cortes; disputó tam-
bién que el jefe político estuviera encargado de ejecutar los acuerdos to-
mados en los ayuntamientos y se le permitiera el voto, aunque nada más
para decidir en casos de empate; alertó de la problemática de injerencia
de una autoridad externa en el funcionamiento de los ayuntamientos,
trató de incidir para que las nuevas figuras intermedias no asumieran
tales atribuciones, en su lugar, propuso que la presidencia recayera en la
figura del alcalde o en el regidor más antiguo. Por su parte, el diputado
por Asturias, José María Queipo de Llano, salió a la defensa del artículo
y planteó que la presencia del jefe político era indispensable para que se

247 El artículo 309 de la Constitución de 1812 se refiere al papel de los jefes políticos distritales
dentro de los ayuntamientos constitucionales: “Para el gobierno interior de los pueblos habrá
Ayuntamientos compuestos de alcalde o alcaldes, los regidores y el procurador síndico, y presi-
didos por el jefe político donde lo hubiere, y en su defecto por el alcalde o el primer nombrado
entre éstos, si hubiere dos”.

172
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

respetara un principio básico, el de la soberanía nacional, además expuso


que su presencia era necesaria para evitar el posible federalismo que po-
dría surgir en caso de no admitir que los ayuntamientos tuvieran un lugar
subalterno del poder Ejecutivo.

Así, los jefes políticos tomaron protagonismo, puesto que tenían


amplios poderes en sus distritos. Fueron protagonistas en los actos de
juramento a la Constitución y en la creación de los ayuntamientos cons-
titucionales, y, no obstante, se creó un mecanismo para tener control de
su desempeño y evitar que cayeran en abusos de autoridad, a través del
establecimiento de una normativa específica referida a sus atribuciones.

Los nuevos ayuntamientos en la Audiencia de Guatemala

Un asunto crucial en la transición política que originó la Constitución


fue la creación de los nuevos ayuntamientos. De acuerdo con los impor-
tantes trabajos sobre el papel clave que debían jugar los nuevos ayunta-
mientos constitucionales, Serrano y Ortiz (2009) apuntan, para el caso
mexicano, “que los Ayuntamientos son la puerta de entrada para estu-
diar la transición del virreinato a la nación”, refiriéndose a que, con la
nueva estructura municipal, se abolieron las repúblicas de indios y los
cabildos de españoles, los cuales eran engranajes relevantes del antiguo
régimen; pero además apuntan que los nuevos ayuntamientos fueron los
encargados de administrar todos los aspectos relacionados con la policía
y el buen gobierno local, las cuatro causas tradicionales en el gobierno
hispánico: hacienda, guerra, policía y justicia; así también estaban facul-
tados para cobrar impuestos, impartir justicia, organizar la milicia cívica,
regular el uso y usufructo de propios y asegurar la buena marcha de la
educación.248 En la misma línea, Herrera expone sobre la creación de los
ayuntamientos constitucionales en la provincia de San Salvador, y ana-
liza el entorno de los pueblos de indios en cuanto a gobierno y justicia.
Una de las aseveraciones centrales que sostiene es que los nuevos ayun-
tamientos constitucionales establecidos a partir de 1813, y sobre todo
los instalados a partir de 1820, desquebrajan el sistema de intendencia
borbónico.249 Sin embargo, en Centroamérica, la creación de los nuevos
ayuntamientos no fue tan extensiva como lo fue en el segundo periodo

248 Véase en José Antonio Serrano y José Ortiz Escamilla, en la introducción del texto Ayunta-
mientos y liberalismo gaditano en México, 2009, p. 10.
249 Herrera Mena, 2005: pp. 17, 102.

173
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

constitucional. En el periodo del primer constitucionalismo, el proceso


fue lento, corto y envuelto en la confusión y en conflictos en cuanto a
qué grupo étnico de los pueblos debía tener la representación, puesto que
la antigua organización de los pueblos, en los que estaban integrados por
parcialidades étnicas, cada parcialidad contaba con su cabildo (López,
2018). Así, el establecimiento de los nuevos ayuntamientos se desarrolló
de manera no homogénea. Las realidades demográficas, étnicas, procesos
de ladinización, más intensos en unos lugares que en otros, y las prácticas
políticas anteriores marcaron los nuevos procesos electorales, ciñéndolos,
en algunos casos, a un ambiente de conflictos locales. En el caso salva-
doreño, en el que desde la segunda mitad del XIX se estaba dando un
proceso de ladinización importante, los procesos se dieron en medio de
tensiones étnicas, de resistencias para hacer los procedimientos en condi-
ciones de igualdad y de exclusión de la representación, particularmente
de los indígenas.

En la ciudad de Guatemala, se convocó a cabildo para la elección del


nuevo Ayuntamiento, en el que se nombró a Sebastián Melon primer
alcalde, y de segundo fue nombrado Francisco Salmón. Tanto los alcaldes
como los regidores habían sido producto de una elección apegada a las
nuevas formas electivas constitucionales; y como se esperaba, la composi-
ción del Ayuntamiento se mantuvo en continuidad de los miembros de la
élite de la ciudad en el órgano de gobierno. En el caso de la ciudad capi-
tal, la transición de la antigua corporación a la nueva se dio sin conflicto,
puesto que se mantuvo el mismo equilibrio político anterior.

En los pueblos de ladinos, indígenas y castas fue diferente, por la con-


flictividad que producía la composición social de estos pueblos, debido a
que desde mediados del siglo XVIII se habían transformado las antiguas
repúblicas de indios en pueblos mixtos, en los que la dinámica local se
desenvolvía sobre la base de la división de dos o tres parcialidades, los in-
dios y la de ladinos o de castas, y además en algunos se agregaba un barrio
de españoles. Esa situación existente en importante cantidad de pueblos,
en el caso de la intendencia de San Salvador, volvió problemática la tran-
sición de cabildos tradicionales a ayuntamientos constitucionales; pero lo
mismo ocurrió en las diferentes divisiones territoriales de la Audiencia.

Así, el paso de los cabildos antiguos a los nuevos ayuntamientos no fue


un proceso sin complicaciones. Hubo variadas resistencias para cumplir

174
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

con los procedimientos de creación de los nuevos órganos políticos como


lo ordenaba la Constitución, situaciones que se manifestaron en los dis-
tintos niveles de gobierno.

El 6 de agosto de 1812, en la Audiencia de Guatemala, se difundió


el decreto en el que se establecía que las poblaciones debían iniciar el
nombramiento de justicias con arreglo a la Constitución.250 Los nuevos
cuerpos mantendrían similares atribuciones a las de la política anterior,
puesto que continuaron siendo prevalecientes las tradicionales cuatro
causas del gobierno hispánico en las que se sostenía el gobierno civil y re-
ligioso. Así, con la juramentación de la Constitución en ciudades, villas y
en diversos pueblos, y con la creación de los nuevos ayuntamientos cons-
titucionales, dio inicio a un reacomodo de los poderes de las localidades,
que se desarrolló de forma diversa y compleja.

Chalchuapa, un pueblo sujeto del partido de Santa Ana, de la intenden-


cia de San Salvador, integrado por tres parcialidades –españoles, ladinos e
indios–, entre las que predominaba la parcialidad de ladinos, al efectuarse
el nuevo proceso electivo en diciembre de 1813, quedó gobernado por
un ayuntamiento elegido por esa parcialidad. El anterior cabildo, pedá-
neo de la parcialidad de ladinos, se había vuelto un ayuntamiento cons-
titucional. Cuando el nuevo alcalde comunicó al de Santa Ana acerca del
proceso electivo, éste desaprobó la elección. Aunque su desaprobación no
tenía validez, puesto que, bajo el nuevo orden constitucional ya no exis-
tían pueblos sujetos. Pero, además, el alcalde del Ayuntamiento de Santa
Ana respondió que mucho menos aceptaba su autonomía. Los ladinos de
Chalchuapa le recordaron uno de los mandatos de la Constitución: […]
“ahora ningún cabildo puede estar sujeto a otro” […].251

Sucedió también que el alcalde de la villa de Santa Ana, ante el reclamo


de los justicias de Chalchuapa, su archivo del antiguo cabildo pedáneo,
que tenía en su posesión, no quiso entregárselo; y volvió a cuestionar las
elecciones llevadas a cabo, argumentando que se había dejado fuera a las
otras parcialidades, se habían elegido dos alcaldes y ocho regidores y que
entre los electos había individuos originarios de África; se refirió a que
todos esos señalamientos que les hacía era muestra de la forma desatinada

250 AGCA, A1, Leg 1538, Exp.7, Guatemala, 1813. Oficio en el que se ordena que los nuevos
ayuntamientos se arreglen de acuerdo a lo estipulado en el capítulo 1, del título VI de la Consti-
tución política de la Monarquía.
251 Véase en AGCA, A1.3, Leg. 10, Exp. 109, año de 1813.

175
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

en la que habían procedido.252 Salta, en este caso, la resistencia del alcal-


de constitucional de Santa Ana a renunciar al dominio que tenía antes,
como alcalde, sobre pueblos subordinados a la cabecera del partido.

Así, vemos que un cambio sustancial respecto al cabildo de antiguo


régimen fue que los ayuntamientos constitucionales dejaron de estar su-
jetos a otro ayuntamiento. Ahora los alcaldes ordinarios de cabecera de
partido, que habían actuado como órganos superiores distritales, debían
dejar esa autoridad, y así, al no estar sujeto un ayuntamiento a otro, se
ponía fin a la jerarquía entre los ayuntamientos; solamente en las pobla-
ciones donde no hubo posibilidad de erigir el nuevo Ayuntamiento, el
órgano de gobierno se mantuvo igual que en el régimen anterior, bajo
el gobierno de un cabildo ordinario y en calidad de pueblos sujetos. En
la práctica, muchos pueblos estuvieron en esa circunstancia, puesto que
también hubo alguna resistencia de los ayuntamientos de las cabeceras
de partidos para hacer a un lado ese poder. Así, en algunas cabeceras de
partido se resistieron a los cambios.

Frente a los conflictos ocurridos, las autoridades, comprometidas con


el constitucionalismo, intervinieron para orientar y rectificar los proce-
dimientos electivos. El doctor José María Peinado, regidor perpetuo de
la ciudad de Guatemala y uno de los más notorios ilustrados de Centro-
américa, quien llegó a San Salvador en diciembre de 1812 a gobernar la
intendencia para controlar la situación de agitación social que se vivía en
la provincia, a causa de los motines de barrios de noviembre de 1811,
ante los procesos electivos celebrados en diciembre de 1812, manifestó
su desaprobación por la forma en la que estaban ocurriendo las elecciones
de algunos ayuntamientos constitucionales, y cuestionó los procedimien-
tos en los que la representación había quedado a cargo de las parcialida-
des de ladinos o de otra parcialidad sobre las otras. Cuando recibió el
libro de elecciones del pueblo de Texistepeque, un pueblo del partido
de Santa Ana, en el que siempre había gobernado un cabildo pedáneo,
fue devuelto sin confirmar la elección, y les comunicó que era atribución
de la autoridad provincial, a través de la Junta Provincial de Elecciones,
decidir y “establecerlos donde corresponda, conforme a lo prevenido en
el artículo 310 de nuestra sabia legislación política”.253

252 Ibid, folio 12.


253 véase en AGCA, A1.3, Leg. 10, Exp. 109, folio 13 vueltos, 1813.

176
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

El intendente Peinado respondió, bajo consulta al Tribunal Superior


de la Audiencia, lo siguiente, a través de su secretario Mariano Fagoaga:

Certifico que habiendo traído a la vista el libro de elecciones del


pueblo de Texistepeque, con que se dio encargo a la intendencia
para su confirmación, fue devuelto contestando en San Salvador,
en enero 4 de 1813: siendo prevenido de la Junta Provincial la
elección de Ayuntamientos, y señalamientos de discursos de su
jurisdicción; no hay lugar por ahora a la confirmación del que
resulta, abriéndose la presente, en el oficio con que se devuelve
al Alcalde 2do del dicho Ayuntamiento de la villa de Santa Ana
[…] Siendo privativo de la Junta Provincial la erección de Ayun-
tamientos no debió haberse prevenido al de Texistepeque, por
lo que no hallándome autorizado para su aprobación devuelvo
el acta con el acuerdo correspondiente. En su consecuencia se
procederá con elecciones de oficio que siempre se han instalado,
con la misma variación de saberse hacer en la forma que previe-
ne la constitución; pero quedando los electos con la jurisdicción
pedánea que siempre han existido, y bajo la jurisdicción de la
villa de Santa Ana, ínterin de la Junta Provincial, no determina el
establecimiento de Ayuntamientos y sus comarcas.254

De esa manera, el intendente quiso poner orden en los procedimientos


electivos que se estaban haciendo no apegados a la Constitución.

De la misma forma respondió Peinado a Coatepeque, pueblo de tres


parcialidades – españoles, indios y ladinos–, que había estado gobernado
por un cabildo pedáneo. Así que fue el barrio de ladinos el que eligió el
nuevo Ayuntamiento constitucional, sin convocar a las otras dos parcia-
lidades. El intendente desaprobó la elección en cumplimiento a la Cons-
titución, dado que las formas de su elección la contrariaban. Además les
expuso: “En cuanto que son pueblos habitados de españoles, indios y
ladinos, por consiguiente, se hayan comprendidos en el artículo 311 de la
Constitución, que se refiere a que deben esperar el resultado del proceso
electivo hasta que lo decidiera la Junta Provincial”.255 Les recordó que sus

254 Ibid, fl. 14 f.


255 Ibid, fl. 14 f.

177
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

casos eran similares a los pueblos de los partidos de Metapán y a los de


Jocotenango y Palencia, a los cuales no se les ha autorizado concurrir a la
elección, por lo tanto, no debió de ocurrir en los pueblos de Santa Ana.

La resolución, para el caso de estos tres pueblos –Texistepeque, Chal-


chuapa y Coatepeque–, fue dada de manera aletargada, casi un año des-
pués, en diciembre de 1813, en la que se hacía ver que podían llevar a
efecto elecciones si se lograba reunir a las tres parcialidades, además les
exponían: “Y de esa forma hagan sus elecciones en su entero cumpli-
miento a la Constitución, y arreglo a lo prevenido en las instrucciones de
la Junta preparatoria, más si esto no se consigue, cada parcialidad hará la
suya, sin nombrar más oficios que de costumbre”.256

Además, les aclaró que, de no existir acuerdo entre las tres parcialidades,
cada una de ellas continuaría haciendo elecciones como lo habían hecho
tradicionalmente, quedando como pueblos sujetos al Ayuntamiento de la
villa de Santa Ana. En vista de que las parcialidades no pudieron ponerse
de acuerdo, se resolvió “que la jurisdicción de los alcaldes electos sería
la pedánea, como antes, sujeta y dependiente de la ordinaria de dicha
villa.”257 Los vecinos y el cabildo pedáneo de la parcialidad de ladinos de
Chalchuapa respondieron con desacuerdo a la sentencia dada, diciendo
que ellos seguirían nombrando a su Ayuntamiento constitucional:

Estimamos nuestro Ayuntamiento por verdaderamente constitu-


cional, pues para serlo o le falta requisito alguno legítimo, hemos
procedido en el desempeño de nuestros cargos confirmando el
concepto de independencia; y yo el alcalde primero en el ejercicio
de la jurisdicción constitucional, semejante en todo a la ordina-
ria, según el artículo tercero del capítulo cuarto de la ley sobre
arreglo de tribunales y juzgados.258

El alcalde pedáneo de Chalchuapa, José Policarpio Escobar, tomando en


cuenta lo dicho por la Constitución, expuso que, “por el artículo 310 se
manda que se ponga Ayuntamiento en los pueblos que no los tengan y

256 Peinado había explicado el procedimiento por seguir en los casos en los que no se pudiera
hacer elecciones constitucionales. “Hechas las elecciones constitucionales en una villa, las justi-
cias pedáneas de ladinos y de indios, son establecidas para el arreglo y mejor orden interior y para
auxilio de los jueces. En esta virtud deben consentirse haciendo su nombramiento o elección por
el orden acostumbrado” en AGCA, A1.3, leg. 10, Exp. 109, fl. 14 v, San Salvador, 1813.
257 Ibíd, folio 20 frente y vuelto.
258 Ibid, folio 20 vuelto, autos de 19 de enero de 1813.

178
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

que convenga que lo haya, no pudiendo dejar de haber los que en toda su
comarca llegasen a mil almas … se sabe que es público y notorio que este
pueblo pasa de tres mil almas”.259 Recordó, también, que las elecciones se
habían hecho acorde a la decisión del pueblo y autorizada por el inten-
dente, conforme al artículo 3.º en todos los números de la instrucción
de la junta preparatoria y el espíritu de la Constitución política, por lo
tanto, no resultaban jurisdicciones pedáneas sino constitucionales.260

El caso de estos tres pueblos es representativo de las diversas situa-


ciones de confusión y arraigo a las tradicionales formas de gobernar en
los pueblos, que se presentaron en los nuevos procesos electivos y que
tuvieron que resolver las poblaciones y sus autoridades. Por una parte,
había autoridades que deseaban que los procedimientos se realizaran bajo
los términos establecidos que disponía la Constitución, a fin de respetar
el orden, como lo hizo el intendente José María Peinado en estos casos;
pero también hubo autoridades que actuaron guiadas por los intereses
corporativos y locales tradicionales, como lo mostró el Ayuntamiento de
la villa de Santa Ana, al oponerse a que los pueblos en cuestión estable-
cieran sus ayuntamientos constitucionales, dado que perdían jurisdicción
sobre ellos. Por otra parte, quedaron expuestas las motivaciones de las
parcialidades, en este caso, de ladinos y de población de origen africano,
que vieron la oportunidad de legitimar su poder y obtener la representa-
ción aun violando los procedimientos electivos y la legalidad. Estos tres
casos también fueron representativos de aquellas localidades que se vie-
ron imposibilitadas de establecer pactos o negociaciones para compartir
el gobierno del pueblo, de manera igualitaria, por las dos o tres parciali-
dades coexistentes, tal como lo establecía la Constitución. Esta condición
no había surgido de momento, respondía a una larga convivencia bajo
tensiones por temas raciales, conflictos de tierras, rivalidades cotidianas
de convivencia y por la pretensión de obtener y mantener la supremacía
política sobre las demás parcialidades.

Similares situaciones se dieron en los procesos electivos de los nue-


vos ayuntamientos en la alcaldía mayor de Sonsonate. Dichos procesos
desataron una serie de tensiones en los pueblos de dos o tres parcialida-

259 Ibid, folio 21 frente, autos de 19 de enero de 1813.


260 Ibid, folio 21 vuelto y 22, autos de 19 de enero de 1813.

179
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

des por la hegemonía del poder del pueblo, dado que comúnmente, en
pueblos donde había varias parcialidades o barrios de ladinos, de indios,
castas y españoles, se había elegido un cabildo para cada barrio y ahora
el nuevo orden no permitía esta costumbre. Un caso fue la disputa gene-
rada entre febrero y septiembre de 1813 dentro del pueblo cabecera del
partido de Ahuachapán, de la alcaldía mayor de Sonsonate. Un conflicto
que fue ventilado por el alcalde mayor de Sonsonate, Mariano Bujons
y su teniente letrado; y se trataba de las diferencias suscitadas entre las
parcialidades de indios y de ladinos porque ambas parcialidades querían
elegir Ayuntamiento constitucional. El alcalde mayor, entre otras cosas,
expuso la falta de voluntad que se notaba en la administración pública
para acatar los cambios, y agregó: “¿De que servirá la magnífica obra, la
obra memorable de nuestra sabia y gloriosa constitución si no agotamos
todos los recursos imaginables para que desde un principio se ponga en
rigurosa práctica?”.261 Su respuesta no dio solución favorable a ambas
parcialidades en litigio, de manera que estos pueblos continuaron bajo el
régimen de gobierno tradicional.

Pero, también, hubo pueblos de indios que pudieron llenar los requi-
sitos para la instalación de un nuevo Ayuntamiento, y estuvieron en la
posibilidad de hacerlo, pues era una oportunidad para estos pueblos de
mantener su poder y adecuarse al nuevo marco jurídico constitucional,
y adaptarse a las nuevas circunstancias político-administrativas. Ese fue
el caso de algunos pueblos en el corregimiento de Quetzaltenango, en el
que al menos 10 pueblos de indios no pudieron elegir nuevos ayunta-
mientos pese a que su población llegaba a las mil almas.262

Se puede advertir que, dentro del ámbito local expuesto, algunos pue-
blos y parcialidades de indígenas de San Salvador y Sonsonate, y en otros
lugares de la Audiencia, intentaron ganar espacios de poder al instalarse
los nuevos ayuntamientos durante el primer periodo constitucional; y al-
gunos lo lograron. Ese fue el caso de los pueblos en los que no había par-
cialidades de ladinos o de otros grupos étnicos; pero otros lo perdieron
en el marco de procesos electivos en un ambiente de confusión del nuevo
orden jurídico, de rivalidades étnicas y de prácticas políticas, en lo local,
de formas tradicionales; esta tendencia en el funcionamiento del aparato

261 AGGA, .I.3, leg. 10, exp. 113, Sonsonate, 1813.


262 AGCA, B1.6, leg.493, exp. 8262, Quetzaltenango, 27 de noviembre de 1813.

180
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

de gobierno local se mantuvo aun en los años posteriores, antes y después


de la independencia, dado que las disputas y rivalidades entre una y otra
parcialidad fue un asunto ordinario. Situación que dio desventaja a los
pueblos de indios, puesto que en esas disputas étnicas predominó el po-
der de los españoles y de ladinos frente a la pérdida de autonomía de la
población indígena, lo cual no fue ajeno a localidades de otras provincias
de la Audiencia ni en otras latitudes de América, tal como lo muestran
algunos estudios realizados recientemente, por ejemplo, para el caso de
Oaxaca.263 Nuevos estudios sobre estos procesos, en otros lugares de Mé-
xico, muestran la diversidad de circunstancias en las que se crearon los
nuevos ayuntamientos. Para el caso, Serrano (2009) expone sobre los
matices que se pueden notar a lo largo y ancho del territorio mexicano, y
muestra el dato de lo que sucedió en lo que hoy es el Estado de México,
espacio en el que, de las 1.245 repúblicas de indios, solo 202 se con-
virtieron en ayuntamientos después de 1820 (pp. 10- 11). De manera
similar es lo que se observa en la intendencia de San Salvador, en la que
la mayoría de las repúblicas de naturales se convirtieron en localidades
dependientes de los nuevos ayuntamientos. En contraste, hay otros estu-
dios que afirman lo contrario. Por ejemplo, Antonio Aninno expresa que
la Constitución produjo efectos positivos para la población indígena, y
plantea que, bajo el nuevo orden constitucional, se dio un incremento de
la autonomía local, lo que significó mayor poder para los indígenas en sus
poblaciones.264 Lo cual es una afirmación que no contrasta con las rea-
lidades indígena identificadas en México y en el caso centroamericano,
particularmente los hallazgos en estudios recientes, en el caso de la inten-
dencia de San Salvador y la alcaldía mayor de Sonsonate (López, 2018).

José Cecilio del Valle, ante las problemáticas que se estaban dando
alrededor de las elecciones en los pueblos, en los que hubo conflictos
para elegir el Ayuntamiento constitucional, planteó que era necesario

263 Tal es el caso de la región de la Mixteca Alta en Oaxaca, según el estudio de Rodolfo Pastor,
véase en Hensel: 2008.
264 Véase en Hensel: 2008, quien sostiene que Antonio Annino plantea estas hipótesis en varias
publicaciones: “Soberanías en lucha”, en Antonio Annino, Luis Castro Leiva y François–Xavier
Guerra (eds.), De los imperios a las naciones: Iberoamérica, Zaragoza, Caja de Ahorros y Nacional
Monte de Piedad, 1994, pp. 229–257; y “Cádiz y la revolución territorial de los pueblos mexicanos,
1812–1821”, en Antonio Annino (ed.), Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XX, Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, 1995, pp. 177, 215 y ss. Véase también Enrique Florescano,
Etnia, Estado y nación. Ensayo sobre las identidades colectivas, México, Taurus, 2000, p. 196.

181
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

acabar con ese muro de separación existente, y propuso que se retomara


el planteamiento constitucional de acabar con las repúblicas de indios y
de españoles.265

El retorno al absolutismo en 1814-1820

Después de la partida de José I de Madrid, en mayo de 1813, y tras la


derrota de los ejércitos franceses en las llamadas guerras napoleónicas, y
la renuncia de Napoleón Bonaparte al poder y su consiguiente exilio a
la isla Elba, todos los monarcas que habían sido apartados de sus tronos
por los franceses, los recuperan, volviéndose a instalar de nuevo el abso-
lutismo en Europa. Así, el 22 de marzo de 1814, Fernando VII regresó
a España después de cinco años de cautiverio en Francia, recibido, a su
paso, con crecidas aclamaciones populares.

Las medidas para desmontar las Cortes y volver al antiguo régimen se


implementaron inmediatamente. El 10 de mayo fueron apresados colecti-
vamente varios diputados, entre los que se encontraba Antonio Larrazábal.

Las noticias del retorno del rey se recibieron en Guatemala hacia el


mes de agosto, también se recibió el decreto real de 4 de mayo producido
en Valencia, en el que se anunciaba que quedaban disueltas las Cortes y
anulada la Constitución.266 Tanto el obispo Casaus como Bustamante
y Guerra divulgaron el decreto con mucha complacencia. Bustamante
ordenó que se disolviera la diputación provincial,267se inhabilitaran los
ayuntamientos constitucionales y se reinstalaran los antiguos cabildos, en
suma, se retornó al antiguo régimen, manteniéndose ese retroceso hasta
el mes de julio de 1820, cuando las Cortes fueron reanudadas. Sin em-
bargo, el retorno no podría ser igual como antes. La experiencia de las
Cortes y el ejercicio del constitucionalismo, aunque efímero y compli-
cado, había introducido nuevos lenguajes políticos. Aun así, durante los
seis años del retorno al antiguo régimen, el monarca fortaleció su poder,
eliminó todos los proyectos gestados por las Cortes gaditanas; impulsó

265 AGCA, A1.1, leg.6923, exp,.56972, San Salvador, julio de 1813.


266 AGCA, B1.9, leg.76, exp. 2268, fl. 1, Guatemala, 27 de agosto de 1814.
267 Con fecha de 22 de agosto de 1814, el arzobispo Ramón Casaus Torres gira circular en la que
remite el Real Decreto fechado en Valencia, en 4 de mayo de 1814, en el cual el monarca Fernando
VII declaraba nula la Constitución Política de la Monarquía, véase en AGCA, B1.1, Leg. 6117, Exp.
56605; véase también en B1.9, Leg. 76, Exp. 2268, Fol. 1 el oficio del presidente de la audiencia,
José de Bustamante, en el que comunicaba con complacencia el decreto de Fernando VII, en el que
anuló la Constitución.

182
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

acciones para sortear la crisis general que vivía toda la monarquía y res-
tauró completamente el funcionamiento del gobierno anterior, que fun-
cionaba bajo el régimen de intendencias y subdelegados.268 De esa forma,
en el sexenio absolutista se restituyeron los consejos y los órganos consul-
tivos, entre ellos el de Indias, el de Castilla y el de Hacienda, además se
restituyó el tribunal de la Inquisición; el rey ordenó vigilar y perseguir a
los trasgresores de la religión y a los que cuestionaban a las autoridades;
se restableció el tributo y se volvería a recaudar como antes.

Pero las cosas no estaban fáciles para Fernando VII y su aparato políti-
co. La situación en América era otra, sus territorios se hallaban fragmen-
tados políticamente entre liberales, absolutistas y constitucionalistas;269
había regiones en las que se desarrollaban guerras civiles y de indepen-
dencia, por lo cual el monarca optó por una salida militar y destinar
mayores recursos castrenses para América.270

En paralelo, el rey promovió una política de reconciliación y amnistía


para los opositores y pro constitucionalistas; se instrumentó una reforma
hacendaria para captar mayores impuestos; se redujo la estructura burocrá-
tica a algunos ministerios; estableció acuerdos comerciales con Inglaterra;
concentró el Patronato Regio; desconoció a todas las designaciones política
militares y religiosas hechas en su ausencia271 y, además, entre otras medi-
das, se implementó un fausto andamiaje en torno a su figura, con el propó-
sito de asentar su poder para persuadir a los súbditos de su legitimidad.272
Así, se organizaron diversos festejos por la restauración de su reinado.273

268 Gabriel Paquette: 2014, pp. 73-92.


269 Luis Alberto Arrioja, 2014; José Antonio Serrano Ortega, 2014: 301.
270 Claudio Rolle: 2014, p. 253, plantea que la América fue escenario de movimientos criollos
que están fortaleciendo sus ejércitos, y están asumiendo sus movimientos formas convencionales,
como en Nueva España, o el de San Martín en el sur de América, el de Bolívar en el norte de
Suramérica.
271 Luis Arrioja: 2014.
272 Hensel, 2008, comenta que en Nueva España y en otras partes de América surge todo un
aparto visual y ceremonial de gran fuerza comunicativa, una puesta en escena deslumbrante y
fastuosa cuyo objeto es persuadir a los súbditos de la legitimidad de dicho poder; el retrato y la
esfinge del rey y el pendón real eran los símbolos que ocupaban un lugar central en las ceremonias
y en los rituales.
273 A1.2, Leg.2191, Exp.15740, Fol.101 vuelto, el cabildo de la ciudad de Guatemala con fecha
de 27 de junio de 1814, acuerda hacer festejos, misas, Te deum por el retorno del rey, se instalaron
monumentos en su honor; además la celebraciones no sólo se circunscribieron en la ciudad capi-
tal, los festejos también se hicieron en las provincias.

183
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

En Nueva España –nos dice Serrano (2014)–, a partir de 1814, Fer-


nando VII logra transformar sustancialmente el funcionamiento de la
sociedad corporativa, mejora la recaudación hacendaria, emprendió el
desarrollo militar y hubo cambios en las diferencias raciales. Todas esas
medidas fortalecieron la preeminencia regia frente a las corporaciones,
aunque, si bien se fortalecieron las atribuciones y facultades del soberano
absoluto, al mismo tiempo el monarca perdió uno de los principales atri-
butos: dejó de ser valorado como un conciliador supremo e impartidor
de recta justicia entre las corporaciones, castas y estamentos.274

En la Audiencia de Guatemala, Bustamante y Guerra tomó medidas


para demoler todo lo que remitía a las Cortes, a sus decretos y lo que
emanó de la Constitución, destituyó de los cargos públicos a los burócra-
tas que habían preparado las Instrucciones a Cortes dadas a Larrazábal,
y las mandó a quemar públicamente, depuso a las autoridades electas
del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, reinstaló a los concejales
anteriores y mandó retirar de la sala capitular toda demostración consti-
tucional.

En su afán de luchar contra toda insurgencia, Bustamante y Guerra ac-


cedió a colaborar para aniquilar las fuerzas de Morelos, que amenazaban
desde Oaxaca continuar hacia el sur; temía que los insurgentes mexicanos
llegaran a territorio centroamericano. Con ese fin, preparó una expedi-
ción de milicias que se dirigió a Tehuantepec. En marzo de 1813, fue
enviado un batallón miliciano de Quetzaltenango, compuesto de unos
250 hombres;275 y siguió enviando más cuerpos, entre ellos un grupo de
milicianos de Sonsonate y de los morenos de Trujillo.276

Además, aplicó una serie de las regulaciones que el monarca trasmitió


a todos sus territorios. Y en septiembre de 1814 el presidente dio cumpli-
miento al decreto, de fecha 4 de mayo, con el que quedaban disueltas las

274 José Antonio Serrano: 2014, Introducción, p. 17.


275 Minuta de oficio dirigido por el teniente coronel Manuel Fernando Dambrine al coman-
dante general de 7a division, respect a los hombres enviados del batallón de Voluntarios de
Quetzaltenango a Tehuantepec para defender la frontera sur, véase en AGCA, A1.1, leg.6934,
exp.57449, 27 de enero de 1813.
276 Instrucciones extendida por el Teniente Coronel Manuel Fernando Dambrine, comandante
de la división auxiliar de Guatemala, establecida en la villa de Tehuantepec, al subteniente de la
compañía de Morenos de Trujillo en su tránsito desde dicha villa a la ciudad de Oaxaca, véase en
AGCA, A1.1, leg.6934, exp..57476

184
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

diputaciones provinciales, a pesar de la resistencia de los diputados;277 y los


ayuntamientos constitucionales recién creados fueron anulados. Inmedia-
tamente se emprendió una rápida restitución del régimen anterior con la
distribución de cargos: en el plano distrital, los subdelegados continuaron
desempeñando su papel en el poder intermedio; en el gobierno local se re-
habilitaron los alguaciles y al secretario o escribano, manteniendo todos los
cargos tradicionales; se restituyeron los gobernadores de pueblos de indios,
lo mismo que las estructuras de los alcaldes de Santa Hermandad.278

En el mismo año, 1814, las relaciones del Ayuntamiento con la Au-


diencia y la curia eclesiástica se volvieron más tensas por motivos diver-
sos. Uno de ellos fue la inspección que los miembros del cabildo hicieron
en las cárceles del Palacio y en los conventos, para constatar la condición
de los presos acusados de instigadores de la conspiración. El arzobispo
Casaus y Torres, enfurecido, condenó la acción del Ayuntamiento por-
que era violatoria de la inmunidad eclesiástica y del derecho de asilo. Las
indagaciones del Ayuntamiento confirmaron sus sospechas, y, en efecto,
localizaron a presos políticos, algunos de ellos en malas condiciones de
salud, como Antonio Marure, Gabriel Oxe, Liberato Graña, fray Pedro
Ortiz y Tomás Ruiz. Los primeros años del sexenio, Bustamante actuó
con mucha dureza. En 1817 declinó el marcado centralismo anterior,
como consecuencia de las tendencias liberales de algunos miembros del
cabildo que recuperaron los puestos de los que habían sido destituidos
por Bustamante y Guerra. Todos esos años fueron de cierta calma, por
el control, vigilancia y represión que se mantuvo para evitar que surgiera
algún movimiento, hasta que en 1820 fue restaurada la Constitución.

277 Véase minuta de acta de sesiones celebrada por la diputación provincial de Guatemala, en la
que queda notificado el cumplimiento del decreto, en A1.1, Leg. 6923, Exp. 56986.
278 (Chust, 2009, p. 46).

185
186
CAPÍTULO VII
La independencia entre la restauración constitucional
y el plan imperial iturbidista

En el invierno de 1820, tras el levantamiento militar del teniente coronel


Rafael del Riego iniciado el 1 de enero, y el movimiento juntero produci-
do en varias ciudades, el rey Fernando VII, bajo tal presión de las fuerzas
liberales, se vio obligado a restablecer la Constitución. De nueva cuenta,
los territorios hispanoamericanos de la Corona se encontraban bajo el ré-
gimen de monarquía constitucional, dejando atrás el sexenio absolutista
impuesto por el rey desde 1814.

Unos meses después de esos hechos, en la ciudad de Guatemala se


recibió la declaratoria del rey, en la que justificaba el retorno al constitu-
cionalismo:

La triste experiencia de seis años, en que los males y las desgracias


se han ido acumulando por los mismos medios que se juzgaba
debía nacer la felicidad; el clamor general del pueblo en ambos
hemisferios y sus demostraciones enérgicas, me convencieron al
fin de que era preciso retroceder del camino que incautamente
había “tomado”.279

Iniciaba así un nuevo periodo liberal para los territorios de la monar-


quía, un periodo corto para los centroamericanos, que poco tiempo des-

279 Manifesto de Fernando VII a los habitantes de ultramar, en AGCA, A1.1, leg. 2193, exp.
15746, fl.57, Madrid, 1820.

187
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

pués proclamaron la independencia, pero crucial, por las transformacio-


nes de gobierno hechas, por los debates que se abrieron, que cuestionaron
al antiguo régimen y al mismo régimen constitucional.

Ante las nuevas circunstancias, en los territorios de la monarquía se


presentaba una nueva atmósfera política en la que, a pesar de su manifies-
to, el rey ya no era el deseado, sino el odiado, al que ya no se le tenía leal-
tad ni confianza; y una América que la nación la identifica ya no unida
a España, sino en su territorio, en su provincia; y también una América
donde una parte de sus territorios ya se ha independizado y otra busca
hacerlo aceleradamente.

A partir de las instrucciones que llegaron de España en las que se


comunicaba que se restablecían todos los decretos del primer periodo
constitucional, en la Audiencia de Guatemala se restituyeron las jefaturas
políticas, se crearon las diputaciones provinciales y los ayuntamientos
constitucionales, se organizaron las milicias nacionales, se restableció la
Ley de Imprenta y Opinión Pública; por decreto de las Cortes Generales
y Extraordinarias, de 9 de marzo de 1820, se abolió la Inquisición, tam-
bién quedaron eliminadas la mita, los mandamientos, el repartimiento
de indios y todo servicio personal que prestaban los indios a particula-
res.280 Aunque, en la práctica, el reparto de indios para las labores de las
haciendas particulares continuó y también el cobro del tributo.

En Madrid se reorganizaban las Cortes en las que participaron dipu-


tados americanos; muchos de ellos representaban una nueva generación
de políticos, que continuaron demandando autonomía e igualdad de re-
presentación de americanos y españoles. Tras ese propósito, los america-
nos habían diseñado todo un plan: en primer lugar, la conquista de la
autonomía y administración territorial de las provincias americanas, y, en
segundo lugar, la autonomía legislativa, económica y administrativa en
América, dentro de la monarquía. Los delegados americanos presentaron
15 propuestas que los diputados mexicanos Mariano Michelena y Lucas
Alamán reunieron, consolidándolas en la propuesta de una federación
hispana distribuida en tres secciones en las Cortes en América: la primera
en Nueva España, incluidas las provincias internas y Guatemala; la se-

280 AGCA, B1.10, leg. 76, exp. 2281, Madrid, 29 de Abril de 1820.

188
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

gunda en Nueva Granada y las provincias de tierra firme; y la tercera en


Perú, Buenos Aires y Chile (Chust, 2009, p. 49). Una de las propuestas
fue la que presentó el doctor y presbítero Mariano Méndez el 17 de mayo
de 1821, quien era párroco del sagrario de la catedral de Guatemala y
diputado por el partido de Sonsonate, además miembro de una de las
familias potentadas del partido de Santa Ana. Esta propuesta mostraba el
espíritu localista y autonomista de las élites locales de los partidos de la
intendencia de San Salvador, que tenían una suma de discordias, rivalida-
des y resentimientos por el lugar de subordinación que les hacía sentir la
élite de la capital de la intendencia, lo cual sentían que era contraprodu-
cente en medio de mucha pobreza y limitaciones comerciales.

Formalmente, Méndez expuso que la propuesta la hacía ante la de-


cadencia de los pueblos y su falta de progreso, para lo cual era necesario
cambiar la división existente y establecida bajo el régimen de intenden-
cias en 1786, que consistía en una división en 15 provincias: ocho alcal-
días mayores, dos corregimientos, cuatro intendencias y el gobierno de
Costa Rica. El cambio que propuso el clérigo fue reducir la división del
territorio a ocho provincias, siendo una de ellas la de Santa Ana, bajo el
criterio que “les queden puertos en ambos mares del Norte y del Sur”,
así las ocho provincias sugeridas eran: Costa Rica, a la que se le agrega-
ba Nicoya; Nicaragua, que incluía León, Realejo, Sutiaba y Matagalpa;
Honduras integrada por los partidos de Comayagua, Tegucigalpa y nueve
subdelegaciones, que eran Gracias a Dios, San Pedro Sula, Tencoa, Toro,
Olanchito, Olancho viejo, Tegucigalpa, Choluteca y Trujillo; San Salva-
dor, que mantenía San Vicente y San Miguel y dos puertos en el Pacífico,
el de Jiquilisco y Conchagua; la de Santa Ana, que incluía el partido de
Santa Ana, la alcaldía mayor de Sonsonate, Chalatenango y Tejutla, que-
dando en su posesion el puerto de Acajutla; la de Guatemala quedaría
con las alcaldías mayores de Sacatepéquez, Guazacapán, Escuintla, Sololá
y Verapaz; Quezaltenango, con las alcaldías mayores de Suchitepéquez y
Totonicapán y algunos pueblos de Verapaz. Sus puertos, una vez abiertos,
serían Ocos e Iztapam en el Pacífico y por el río Negro, al norte, al des-
aguar el río Lacandones. Se agregarán algunos pueblos de Verapaz “por
su inmediación”; y Chiapas, con sus tres partidos de Ciudad Real, Tuxtla
y Soconusco, y se le agregaría el Petén. La propuesta quedó en el olvido,
auque una parte de ella coincidió con la nueva división territorial que se

189
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

hizo después de la independencia. Tal es el caso de Costa Rica, Nicara-


gua y Honduras, pero no así Guatemala, Chiapas, San Salvador y la de
Santa Ana. Además, esta propuesta sugería que el gobierno civil estuviese
constituido por diputaciones provinciales, jefes políticos e intendentes,
y el gobierno eclesiástico; y de manera inmediata se integrara de cuatro
obispados: Cartago, San Salvador, Santa Ana y Quezaltenango (Méndez,
1821: 4-14, 29).

Por su parte, el diputado doctor José María Álvarez presentó las Ins-
trucciones del Ayuntamiento de la ciudad de San Salvador, redactadas
por el regidor Mariano Franco Gómez, en las que se plasmó la crítica
situación económica de la intendencia, retomando las mismas demandas
que se habían hecho en las Cortes de Cádiz: exponían que la industria se
encontraba totalmente abatida; que existía un importante atraso respecto
a las artes, ya que únicamente se conocía la herrería; se expuso que la
agricultura, que era el rubro más importante, se hallaba desarrollado con
desconocimiento de principios y escasa instrucción; se solicitaba que se
promoviera la industria aprovechando los diversos productos primarios;
se pedía libertad para el comercio y que se rompiera el monopolio exis-
tente en Guatemala; que se abriera una nueva ruta comercial de la ciudad
de San Salvador al puerto de Conchagua; que se ampliaran los productos
agrícolas para el mercado con el cultivo del café, cacao, bálsamo y azúcar;
se solicitaba que se estableciera una feria en la ciudad de San Salvador
para la época de Pascua, cuando ya se encontraba concluida la cosecha del
añil; se planteó que, con el fin de superar la pobreza y fomentar la agri-
cultura, debía establecerse un banco que se encargara de dar crédito a los
agricultores para evitar que dependieran de los comerciantes guatemalte-
cos en asuntos crediticios; se solicitaba la desamortización de los bienes de
la Iglesia, ya que éstos, particularmente las tierras sin cultivar limitaban el
buen desarrollo del comercio y la agricultura, y se pedía la suspensión del
pago del diezmo, la suspensión de los derechos parroquiales gravosos por
entierros, bautizos y matrimonios; se solicitaba nuevamente la erección
de la silla episcopal, explicando que se hacía indispensable para hacer
confirmaciones, para crear un colegio tridentino y una universidad; por
último, se pedía que se estableciera en la intendencia un jefe político, ya
que la distancia con Guatemala hacía indispensable ese derecho.281 Las

281 García (1940) en “Procesos de infidencia”, op. cit., t. II, pp. 309-316.

190
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

demandas de los sansalvadoreños tenían un espíritu liberal, de libre mer-


cado, pero con proteccionismo para desarrollo local agrario, mostraban
un anticlericalismo, puesto que pedían limitar los poderes y los bienes de
la iglesia, y buscaban e intentaban ser más autónomos, menos sujetos al
poder central de la ciudad de Guatemala.

Tensiones y consensos en las elecciones de Ayuntamientos

Mientras, en las provincias centroamericanas se efectuaban los procesos elec-


tivos y, de nueva cuenta, se organizaron las elecciones de los ayuntamientos
constitucionales y de las diputaciones provinciales, órganos que tuvieron lu-
gar significativo en las declaratorias y juras de independencia y en las poste-
riores contiendas políticas y militares de la anexión al Imperio mexicano.

Con la nueva organización del gobierno, desaparecieron los estamen-


tos y la división social de repúblicas de indios y de españoles; sin embar-
go, no desapareció por completo la anterior organización administrativa
en las localidades que demográficamente no cumplían con el requisito de
1.000 habitantes, para la instalación de un ayuntamiento constitucional;
se mantuvieron los antiguos cabildos; también permanecieron los inten-
dentes, y en el gobierno de los partidos continuaron los subdelegados en
los que anteriormente habían sido la figura política principal distrital.

El 23 de julio de 1829, en la ciudad de Guatemala fueron convocadas


las juntas parroquiales, con arreglo a lo dispuesto por la Constitución,
para elegir el Ayuntamiento de la ciudad. Reunidos en la casa consisto-
rial, eligieron a los concejales, quedando constituido en su mayoría por
criollos. Continuaba también la participación de los Aycinena, puesto
que fue nombrado Mariano en el cargo de síndico; José Antonio Larrave
y Manuel Ramírez, ambos abogados que servían de regidores; después
Ramírez sería alcalde primero, José Azmitia y Juan Barrundia, hermano
de uno de los regidores del Ayuntamiento constitucional de 1813; José
Francisco Córdova, recién graduado de abogado de la Universidad de
San Carlos de Guatemala, asumía el cargo de secretario. Todos ellos eran
integrantes de una facción política, la de los cacos, articulada alrededor
de la Tertulia Patriótica y El Editor Constitucional.

Sin embargo, no en todas las localidades los procesos electivos se hi-


cieron en un ambiente de tranquilidad: en distintos lugares las elecciones

191
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

se efectuaron en medio de confrontaciones y tensiones, y continuaron


los conflictos interétnicos que se habían observado en el primer periodo
constitucional. Un caso fue el de Cobán, analizado por José Cecilio del
Valle en El Amigo de la Patria, en un artículo en el que expuso sobre el
conflicto local que se había generado por la instalación del Ayuntamien-
to constitucional, en el que únicamente había participado la población
indígena, que en efecto era la mayoría, pero los barrios de ladinos y de
españoles protestaron por haber sido excluidos y decidieron no recono-
cer a las nuevas autoridades. Valle no dejó de llamar a que se buscara la
reunión de todos en el Ayuntamiento y les decía: “Patriotas, si queréis
que sea feliz la patria, trabajad para que lo sea el mayor número posible
de sus hijos”.282

Otro caso fue el de Apaneca, un pueblo originalmente de indios, de la


alcaldía mayor de Sonsonate. En el mes de marzo de 1821, la parcialidad
de indios se quejó ante el alcalde mayor, representados por los vecinos
Jesús y José Rodríguez, Bartolomé de la Cruz y Pedro Alcatar, quienes le
expresaron a la autoridad que llegaban con profundo respeto y sumisión,
y le hacían saber que en la parcialidad habían jurado la Constitución con
muchísima solemnidad y alegría, comprometidos “a cumplir las leyes de
nuestro monarca”, y enseguida le expusieron que habían hecho elecciones
y nombrado al alcalde indio y que los demás concejales fueron ladinos,
siendo los electores nueve ladinos y un indio, tal como lo dispuso el cura
párroco. Procedimiento con el que no estaban contentos porque no se
había permitido que votaran los demás indios, además, ellos no querían
a ese indio alcalde porque tenían una lista de cargos en su contra, y con-
sideraban que había habido un despojo de sus derechos. Además, pedían
que los ladinos no intervinieran en sus elecciones y que los dejaran de
tratar como sus sirvientes. El caso fue remitido al juez del partido, quien
escuchó a los indios para tener la información y proceder de acuerdo con
sus facultades; su respuesta y la del alcalde mayor fue que el reclamo no
podía ser aceptado por la falta de justificantes.283 Situaciones similares
como la de Apaneca y Cobán fueron recurrentes.

282 Véase El Amigo de la Patria, núm. 2 fl. 11, en Escritos del licenciado José Cecilio del Valle, t.I,
pp. 30-31.
283 Sv. 0301-001-01 Caja 6, exp. 8-22 folios, Común del pueblo de Apaneca, Guatemala, 17 de
marzo de 1821.

192
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Otro caso fue el de los artesanos de San Miguel, protestaron porque


se les había excluido de las elecciones del Ayuntamiento.284 Mientras en
Chiapas, el subdelegado del partido de Tuxtla envió informes acerca de
los procedimientos en las elecciones, y explicaba que se estaba haciendo
designación de ladinos, como las nuevas autoridades locales en pueblos
de indios, situación que se justificó por la falta de calidad que tenían los
indígenas para integrar los ayuntamientos constitucionales.285

En la práctica, la transición que estaba ocurriendo de formas de go-


bierno de antiguo régimen a uno de representación popular avanzaba con
dificultad, se continuaba actuando bajo los ejercicios de poder de antiguo
régimen, las desigualdades y los conflictos étnicos y raciales se mantuvie-
ron, entorpeciendo los nuevos procesos electorales que intentaban ejer-
citar los nuevos derechos individuales. Todavía pesaba, en la mentalidad,
la idea de nación étnica tradicional y no la de ciudadanos y la territorial.

También se celebraron elecciones para nombrar diputaciones pro-


vinciales en todas las provincias. En los primeros días de septiembre fue
electa la diputación provincial de la ciudad de Guatemala, y, de acuerdo
con el acta electoral, quedó electo diputado provincial Mariano Ayci-
nena.286 La diputación asumió el poder sobre el Ayuntamiento, órgano
que hasta ese momento había asumido el mando ejecutor. De hecho,
el Ayuntamiento de la capital ordenó la lectura de la Constitución en
toda la corporación de la Audiencia; y además de enviar 500 copias de
la proclamación, los concejales hacían la recomendación que se acelerara
el restablecimiento del gobierno constitucional (Rodríguez, 1984:179).
Eso muestra la forma en la que el Ayuntamiento de la ciudad de Gua-
temala estaba asumiendo atribuciones más allá de su jurisdicción, como
siempre lo había hecho.

En San Salvador, la diputación fue elegida pocos días antes de la decla-


ratoria de independencia, recayendo el cargo de diputado en el presbítero
José Matías Delgado.287 Tanto los ayuntamientos constitucionales como
la diputación provincial se volvieron los órganos de gobierno, que en

284 AGCA, A1.1., leg. 6930, exp. 57125, San Salvador, 24 de noviembre de 1820.
285 AGCA, B1.13, leg. 494, exp. 8361, Tuxtla, 5 de enero de 1821.
286 AGCA, A1.1, leg. 6930, exp. 57175, Guatemala, 5 de septiembre de 1820.
287 AGCA, B5.5, leg. 64, exp.1748, fl. 1v, San Salvador, 7 de octubre de 1821.

193
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

los meses posteriores a la independencia asumieron un lugar sustancial a


favor o en contra de la adhesión de Centroamérica a México.

Élites territoriales con arraigo local

Mientras, en las provincias de la Audiencia de Guatemala el nuevo estado


de cosas hizo agudizar las tensiones de élites políticas y económicas con
arraigos locales, que tenían en la base profundas y antiguas tiranteces
con la de la ciudad de Guatemala. Por un lado, estaban las tensiones
entre los comerciantes de Guatemala, de posiciones centralistas, y por
otro, los grupos económicos provincianos, comúnmente subordinados
al poder económico de los empresarios guatemaltecos. Pero también, al
interior de las provincias, las tensiones entre las élites de las capitales y las
localidades afloraron y posibilitaron su acción política. Así, en los meses
que siguieron buscaron fortaleza a través de los ayuntamientos constitu-
cionales y fueron dando forma a las demandas autonomistas y localistas,
sobre la base de planteamientos de cuál era el sistema político que mejor
los representaba.

En San Salvador, el movimiento autonomista tuvo sus raíces en el


malestar y resentimiento de la élite política y económica. Malestares pro-
vocados por la condición privilegiada de las élites asentadas en la ciudad
de Guatemala, en contraste con la condición de subordinación que sen-
tían dentro de la Audiencia. Continuamente, la élite de San Salvador
se quejó por la falta de préstamos para los cosecheros del añil, por la
centralización en la ciudad de Guatemala de la recaudación proveniente
de los fondos de estancos, impuestos y diezmos de la provincia, y por las
restricciones comerciales y el poco apoyo ante el deterioro de la produc-
ción del jiquilite.

Les preocupaba el escaso esfuerzo de los funcionarios de la Audien-


cia asentados en la ciudad de Guatemala, que asegurara el progreso de
la provincia. Pesaba mucho en ellos la ausencia de un obispado, la falta
de un centro de estudios superior y los graves problemas de desarrollo
agrícola. Además de esos agravios, causaron molestia los nuevos impues-
tos y las donaciones que se exigieron para apoyar la resistencia a la inva-
sión bonapartista. Pero también, las nuevas ideas de progreso, soberanía
e igualdad, y la apertura a Cortes Generales los llenaron de esperanzas de

194
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

un mejor futuro, y desde 1810 prepararon la elección de diputados que


los representara en dichas Cortes.

Les interesaba incidir en las decisiones que se estaban tomando en


Cádiz a través de propuestas recogidas en las instrucciones, que debían
ser presentadas por los diputados de las provincias. Confiaban también
en las instrucciones de los demás diputados del reino, de manera especial
en las del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, presentadas por el
diputado Larrazábal y Florentino del Castillo, de Costa Rica. El diputado
enviado por San Salvador, el migueleño José Ignacio Ávila, en su exposi-
ción de las Instrucciones, demandó menos aislamiento para su provincia,
mejoras portuarias, fluviales y viales, y mejor infraestructura para el de-
sarrollo interno. Planteó también el delicado problema de la falta de un
obispado, para adquirir mayor autonomía en lo que era el poder eclesial
(Wortman, 1985: 64).

La salvadoreña no era una élite homogénea; la conformaban grupos


de familias asentadas en diferentes localidades de la provincia. Entre estos
grupos familiares había diferencias y rivalidades, sobre todo entre las fa-
milias poderosas de las localidades del interior, como las de San Miguel,
Santa Ana o San Vicente, y la élite de la ciudad de San Salvador, de la
que resentían la centralización del poder político, religioso y económico
en detrimento de sus partidos. Comúnmente, estos grupos familiares de
comerciantes y cosecheros de añil asumieron los cargos civiles y religiosos
en sus localidades; eran miembros de los ayuntamientos, subdelegados
de partidos y párrocos. En Santa Ana, destacaban los Menéndez y los
Méndez, familias criollas que en 1811 tenían algunos de sus miembros
como concejales en el Ayuntamiento, y fueron ellos los que tuvieron que
enfrentar los motines de 1811. En San Vicente, los Yúdice, de origen
guatemalteco, familia de quien Esteban Yúdice, en 1811, era el alcalde
de primer y segundo voto de San Vicente. En San Miguel, destacaban los
Loucel, Hollos y Ávila, y otros. Todos estos grupos familiares se dedica-
ban a la cosecha del añil, y sentían en carne propia las dificultades comer-
ciales que se les imponía. La élite de la ciudad de San Salvador se destaca-
ba por ser la más numerosa, por tener simpatía por las ideas republicanas
y por sus ideas anti absolutistas. Muchos de sus miembros pertenecían a
familias criollas entrelazadas entre sí por vínculos matrimoniales, quie-
nes asumieron cargos en el Ayuntamiento de la ciudad, en el vicariato y

195
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

en otras instancias civiles y eclesiásticas. Entre ellos estaban José Matías


Delgado, el vicario de la provincia; Miguel y Manuel Delgado, Manuel
Morales, José María Villaseñor, Leandro Fagoaga, Juan Manuel Rodrí-
guez, José Inocente Escolán, Manuel José Arce, Bernardo Arce, quien fue
parte del Ayuntamiento durante los últimos años, y había sido años atrás
intendente interino, Francisco Vallejo y Molina, y otros más que habían
ocupado cargos en el Ayuntamiento.

Estas élites continuamente protestaron contra el centralismo y el


despotismo, y generaron un movimiento a favor de sus intereses locales.
Pero también reaccionaron contra los levantamientos populares que con-
tinuamente se producían. Tuvieron una actitud a veces paternalista frente
a estos sectores, pero, a pesar de comprender algunas de sus demandas y
la situación tan precaria en la que vivían las mayorías, se suscitó en ellos el
temor de las acciones que pudieran emprender indígenas y ladinos, sobre
todo después de conocer lo sucedido a los españoles en Guanajuato, por
la acción de las masas insurgentes conducidas por Hidalgo y Costilla.
Hay que advertir, pues, que las élites políticas y económicas de la pro-
vincia no solo tenían los ojos puestos sobre los españoles peninsulares y
los funcionarios centralistas que contrariaban sus intereses, sino también
sobre la muchedumbre de castas, mulatos, ladinos e indígenas. Tenían
conciencia de la presión social que ejercían estos sectores desde abajo. En
su actitud frente a los sectores populares se mezcló el desprecio racial y el
miedo, como sucedió en otros lugares de América.

Las élites de las provincias no solo cuestionaron el despotismo ejer-


cido por el poder centralizador que se ejercía sobre ellas por autoridades
y élites económicas de la ciudad de Guatemala. También resentían y se
opusieron a la opresión ejercida por el poder centralizador de las élites
de sus capitales. Tal como sucedía en la intendencia de San Salvador, en
la que el poder centralizador de la ciudad capital subyugaba a las élites
locales de San Miguel, o Santa Ana, generaron una división interna; lo
mismo sucedió en las demás provincias. En Nicaragua rivalizaron las éli-
tes de León y Granada, ambas deseaban ser el centro político; igual ocu-
rrió entre Comayagua y Tegucigalpa, en Honduras. Estas tensiones entre
élites locales y las tensiones frente a las que poseían el poder central de las
provincias y de la ciudad de Guatemala jugaron un papel decisivo en las
declaratorias de independencia que se dieron en Centroamérica.

196
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

Debates entre las facciones de liberales tradicionales, moderados y


exaltados

A pesar de las diferencias por los asuntos locales entre las élites de la au-
diencia, desde las últimas décadas del siglo XVIII se había construido una
comunidad con distintos grados de intercambios culturales, tal como se
ha expuesto en el capítulo II de este texto, sostenida tal comunidad por
redes familiares e instituciones como la Universidad San Carlos de Gua-
temala, la Tertulia Patriótica y otras que fueron clave para la asimilación
que hicieron del nuevo pensamiento político ilustrado, por los libros que
leían y los debates que originaban. Y aunque todos eran liberales, entre
ellos hubo distintos liberalismos: los liberales tradicionales o absolutistas,
que eran los que estaban anclados en el antiguo régimen; los liberales
moderados, que eran los que coincidían con el régimen de monarquía
constitucional, y los liberales exaltados, que simpatizaron con las ideas
republicanas bajo dos matices, el antiguo y el moderno, a partir de lo cual
entraron en el escenario político, aparentemente divididos en dos faccio-
nes: los bacos y los cacos; pero en realidad eran más diversos, además sus
posiciones no fueron rígidas; algunos más que otros, con el desarrollo de
los acontecimientos, sobre todo de la independencia y de la anexión a
México, cambiaron de facciones.

Tras la instalación de la monarquía constitucional y los cuestiona-


mientos a ese nuevo régimen, se fue abriendo paso la tendencia hacia el
republicanismo federal, en dos vías: por un lado, el republicanismo con
poder central fuerte, que es el que pretendían las élites de la ciudad de
Guatemala, para dar continuismo al poder central que ostentaban en
el antiguo régimen, y por otro, el republicanismo federal de tendencia
confederada, en el que el poder desde las provincias estaría fortalecido.
Esa tensión entre poder central de la ciudad de Guatemala y el poder pro-
vincial es lo que va a estar en el centro del debate de la declaratoria de la
independencia, es decir, el debate si declarar independencia adhiriéndose
al Plan de Iguala, como demandaban los chiapanecos e invitaba el mismo
Iturbide, o si declarar independencia absoluta, tal como se hizo.

Desde los primeros meses del restablecimiento de la Constitución, las


élites de la Audiencia acentuaron los debates políticos y económicos. Así,
se dieron acuerdos y enfrentamientos sobre los nuevos sistemas políticos

197
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

que se abrían espacio, sobre las soluciones económicas y comerciales para


Centroamérica, cuestionaron los procesos electivos, las limitaciones de
la Constitución, algunos decretos instituidos; y lamentaban que España
continuara manteniendo su exclusividad comercial en Hispanoamérica,
política económica que seguía perjudicando los intereses comerciales de
las provincias.

Por otra parte, en ese nuevo ambiente que vivían afloraron nuevos
malestares; uno fue en relación con la libertad de imprenta decretada por
las Cortes Generales y Extraordinarias, la cual quedaba limitada al res-
tablecerse las juntas supremas y provinciales de censura, y se restituía el
reglamento sobre la libertad política de la imprenta sancionada y publica-
da en 1810. El reglamento censuró los escritos sobre materia de religión,
los escritos “subversivos” contra las leyes de la monarquía, con lo cual se
buscaba limitar las opiniones contra los decretos anticlericales y en contra
del régimen. Esa situación fue reconocida por Pedro Molina en el pros-
pecto del primer número del periódico de 24 de julio de 1820. Molina
contrastó el lugar que tenía la libertad de opinión cuando expuso que “el
libre uso de la palabra es como la divisa de un pueblo libre; pues el poder
de establecer la opinión pública acerca de sus derechos, de donde deben
de emanar las leyes, es lo que en realidad constituye su soberanía.”288
Soberanía y representación fueron temas centrales en el debate político
de estos años, refriéndose al derecho que tenían los grupos, en este caso
los americanos, de ocupar y ejercer el poder; a la posibilidad o no de que
se abrieran espacios de gobierno a otros grupos políticos y compartir las
funciones políticas de gobierno (García Giráldez, 1996: 49).

También generó malestar la escasa respuesta a las demandas america-


nas de mayor autonomía presentadas en Cortes por los americanos, que-
dando expresamente limitada en la Constitución y en el posicionamiento
de los liberales españoles frente a los americanos.

En esa atmósfera, se produjeron en distintos espacios intensas discusio-


nes. Una de las más significativas fue la que se abrió en el ámbito de la opi-
nión pública a partir de la creación de dos nuevos periódicos: El Amigo de

288 Prospecto de El Editor Constitucional, núm. 1, lunes 24 de julio de 1820, en Escritos del
doctor Pedro Molina, tomo 1, p. 1.

198
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

la Patria, conducido bajo el liderazgo de José Cecilio del Valle, y El Editor


Constitucional, con una posición más crítica a las autoridades, que fue con-
ducido por el publicista Pedro Molina e impreso en la casa editorial de José
Beteta, apoyado por un grupo de reconocidos intelectuales de la élite de la
capital y de las provincias, entre ellos José Francisco Barrundia, Francisco
José Córdova, José de Aycinena, Mariano Aycinena, José Matías Delgado,
Juan José Aycinena, Juan de Dios Mayorga, Mariano Gálvez, Manuel y
Juan Montúfar, Marcial Zebadúa y Vicente García Granados, entre otros;
y muchos de ellos también participantes en la Tertulia Patriótica, que en ese
mismo año de 1820 la habían instituido nuevamente, bajo la dirección del
canónigo José María Castilla (Bonilla, 1999: 216).

Ambos periódicos representaron dos facciones, los bacos y los cacos,


divergentes de opiniones para resolver problemáticas de gobierno y eco-
nómicos; pero, aunque polemizaban por diversos temas, ambas facciones
cuestionaron a la monarquía absolutista, su sistema de privilegios, los
excesos de autoridad, las restricciones comerciales, la exclusión de car-
gos públicos a los criollos; y, pese a que cuestionaban las costumbres y
comportamientos de la herencia colonial, comúnmente tenían hábitos
arraigados a las formas despóticas propias de ese régimen.

Algunos planteamientos opuestos entre estas facciones eran de fon-


do, particularmente los del ramo de la economía, con lo cual se vol-
vieron opositores; y en el medio de la opinión pública se percibieron
como dos grupos opuestos, pero también ambos eran católicos y –como
hemos dicho antes– todos eran liberales. De tal manera que no se puede
comprender a estas élites como fuerzas políticas enfrentadas dentro de
la dicotomía liberales y conservadores, como las ha identificado alguna
historiografía centroamericana.

Las posiciones que se hallaban en mayor controversia dentro de estas


facciones eran fundamentalmente en cuanto al problema agrario; unos
plantearon seguir los postulados de los fisiócratas, fortalecer una econo-
mía sobre la base del desarrollo agrícola superando la falta de tecnología
y las formas tradicionales del monocultivo, desarrollar la producción ar-
tesanal propia y propiciar el apoyo al artesano y el consumo de la produc-
ción guatemalteca. Juan José Aycinena, el tercer marqués de la familia,
clérigo y doctor en Derecho Civil y canónigo por la Universidad de San

199
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Carlos de Guatemala, y José Cecilio del Valle eran unos de los más desta-
cados promotores de este planteamiento. Otros tendieron a pensar el de-
sarrollo de la región más hacia el rubro industrial que el agrícola, por una
sociedad comercial. En este punto de vista se ubicó Mariano Aycinena.
Se enfrentaron también en el punto de cuál era el lugar en el que se de-
bía colocar la región en el mercado internacional, abriéndose al mercado
mundial con proteccionismo o de manera libre (Bonilla, 1999: p. 219).

Al debatir sobre la forma de gobierno que aspiraban ver establecida en la


región, había una tendencia mayoritaria hacia el monarquismo constitucio-
nal, hasta ese momento bajo la perspectiva de las Cortes españolas y america-
nas y bajo el orden de la Constitución política recién restaurada. Valle, en El
Amigo de la Patria, reflejó ese entusiasmo en el siguiente escrito:

Un pueblo libre mira como una de sus primeras prerrogativas y


más sanas instituciones el elegir por sí las autoridades que le go-
biernen. Así es, que nuestra ley benéfica llama y convoca a todos
los ciudadanos para que elijan su gobierno municipal, para que
nombren a los diputados de provincia que promuevan el bien eco-
nómico de ella, y para que autoricen a los representantes que en el
Congreso nacional deben dictar las leyes únicas a que viva sujeto.289

Pero, también, Valle fue crítico de la Constitución, de su latente desigual-


dad en la representación entre americanos y españoles, y de la exclusión
de las castas al derecho de la ciudadanía, y por tanto de cualquier repre-
sentación, tal como lo expresó en el periódico.

¡Loor eterno a una Constitución que sabe respetar los derechos


del pueblo!

¡Gratitud cordial a una ley que supo reconocer la soberanía de la


Nación!

Pero si es hermoso el anverso de la medalla, su reverso no po-


día ser más triste. La Constitución que en España daba a todos
los españoles los derechos de ciudadanos, en América privaba de
ellos a una clase numerosa de americanos: por privarlos de ellos
tenían 15 millones de almas menor número de Diputados que 10

289 “Alcance a El Amigo de la Patria”, p. 43, en El Amigo de la Patria, t. I.

200
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

millones: por haber menor número de representantes, la votación


era en las Cortes decidida por España: por ser a su favor los votos,
le era también inclinado el Poder Legislativo: por serlo el Poder
Legislativo, lo era el Ejecutivo: por serlo el Ejecutivo, lo era el
Judicial; y por serlo los tres Poderes, lo era el Gobierno entero.
¡Cuántas cosas en un minué! decía un filósofo observando el que
se bailaba. ¡Cuántas cosas en un artículo! decía el americano me-
ditando sobre la constitución.290

Junto a Valle, hubo destacados intelectuales que promovieron el cons-


titucionalismo monárquico, entre ellos Pedro Arroyave, Mariano Larrave
y García Redondo (Bonilla, 1999).

Aunque El Editor Constitucional continuamente llamó a José Cecilio


del Valle, su más férreo opositor, servil, ya que lo identificaba como un
interlocutor al servicio de las autoridades superiores de posiciones abso-
lutistas, además los tildaban, a él y a sus allegados, de oscurantistas. Un
asunto que fue objeto de críticas por los opositores de Valle, a través de El
Editor Constitucional, fue su candidatura a la Diputación Provincial. Sus
opositores desde ese periódico, entre otros Francisco Barrundia, insistie-
ron que era un servil.

Lo cierto es que la actitud de José Cecilio del Valle, tal como lo expresó
constantemente en El Amigo de la Patria, fue la de pronunciarse contra
el despotismo de antiguo régimen, por los derechos políticos ganados
con el constitucionalismo gaditano, por la patria ilustrada, la economía
política, la libertad individual, la ciencia desde la cual analizaba la proble-
mática que se vivía en Centroamérica.

Unamos todos los españoles para tan santa empresa, y así será
como la Europa continuará ofreciéndonos testimonios de ad-
miración y de respeto, y nuestra patria después de asegurar la
libertad y la seguridad al Rey y a sus súbditos, dará esperanzas
fundadas al mundo entero de ver rotas las cadenas de todos los
hombres que en cualquier punto del globo giman bajo la autori-
dad y el despotismo.291

290 Véase escrito de Valle titulado “Independencia en El Amigo de la Patria”, Tomo II, núm. 24,
pp. 191-194.
291 Ibid. p. 44.

201
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Y tal como lo plantea García Giraldez (1996), José Cecilio del Valle,
siguiendo la tendencia general de los pensadores de la independencia,
prefiere utilizar el término patria al de nación. Elige este término para el
titular del periódico que dirige a partir de 1820: “El Amigo de la Patria”, y
que no se limita a repetir al pie de la letra, sino que completa con los de-
bates políticos y constitucionales que estaban teniendo lugar en Europa
y América. Una idea de patria que hace referencia al territorio y al lugar
de nacimiento (49).

Entre los de posturas monarquistas absolutistas o liberales tradicio-


nales se hallaban particularmente las autoridades superiores, entre otros
el arzobispo Casaus, los jefes políticos superiores y presidentes de la Au-
diencia, como lo había sido el mal recordado y odiado Bustamante y
Guerra, por su despotismo y su anti constitucionalismo; se mal recordaba
porque en los alzamientos de noviembre de 1811, en las revueltas de
1812 en Nicaragua y en la de San Salvador de 1814 llevó a prisión a sus
líderes, y su administración fueron años de una amplia persecución, aun
por un leve cuestionamiento al rey y a su gobierno. También fue parte de
esta facción Gabino Gaínza, un militar de carrera, español de origen, vas-
co navarro, que en 1783 llegó a Perú, donde participó dentro del ejército
realista reprimiendo la rebelión indígena de Túpac Amaru, y más tarde,
en 1820, participó en Chile entre las fuerzas realistas que enfrentaban
a los insurgentes chilenos, y quien llegó a asumir la jefatura política de
Centroamérica al año siguiente.

Los liberales tradicionalistas, fueron reacios a ver con simpatía los


cambios políticos que se sucedieron en ese tiempo, en el que se transitó
del absolutismo hacia el constitucionalismo, a la representación popular,
a los nuevos órganos de gobierno de elección popular, la ciudadanía y los
derechos civiles.

Por su parte, los del círculo que rodeaban a El Editor Constitucional se


reconocían liberales, amorosos de la patria, se pronunciaban por los dere-
chos políticos, la libertad individual, la libertad de opinión y las virtudes,
ambiciosos del poder para hacer hombres libres, por el desarrollo de una
economía agraria; eran constitucionalistas y leales al rey constitucional,
pero también algunos de ellos simpatizaban con las ideas republicanas de
carácter patriótico, inspirándose en ambas corrientes, el republicanismo

202
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

clásico y patriotismo criollo de Simón Bolívar, a quien admiraban, y el


republicanismo moderno de Estados Unidos, que también los cautivaba.

En una fábula publicada en El Editor Constitucional, hubo expresiones


a favor de la república:

Yo soy testigo de vista


De cuánto al hombre le cuesta,
Haber domado su furia,
Y adiestrado su rudeza.
Así padres de familia,
La república pudiera
Responder por muchos hijos,
Que su población aumenta.292

El Plan de Iguala y el proyecto agregacionista de Iturbide

Hacia 1821, buena parte de la América hispana estaba independizada


y la nueva etapa constitucional liberal había profundizado la crisis de la
monarquía imperial. A comienzos de ese año, en Nueva España se dio
fin a diez años de guerra insurgente, guerra que había iniciado en sep-
tiembre de 1810 con la gran rebelión de Hidalgo y Costilla, originada
en el pueblo de Dolores. La paz se establecía a través de un pacto entre
realistas e insurgentes, suscrita el 24 de febrero en el Plan de Iguala, en el
que se acordaba la independencia de México, estableciéndose un nuevo
gobierno en una monarquía católica independiente, y bajo los preceptos
de la Constitución de Cádiz, mientras no se promulgara una nueva cons-
titución mexicana. Fernando VII sería invitado a asumir el trono como
emperador, o alguno de los miembros de la Corona; se convocaría a Cor-
tes mexicanas y se crearía una junta suprema provisional seguida de una
regencia. Se garantizarían la independencia, los privilegios de la Iglesia
católica y la unión de los españoles y americanos; esas serían las tres ga-
rantías que estarían protegidas por el Ejército Trigarante, compuesto por

292 Fabula político-moral publicada en El Editor Constitucional, núm.4, 7 de agosto de 1820, en


Escritos de Pedro Molina, p. 37.

203
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

miembros del ejército realista y de la insurgencia (Vásquez, 2009; López,


2000; Anna,1991). Ese documento y los Tratados de Córdova fueron los
instrumentos base para la elaboración de la declaratoria de independen-
cia de México, el 28 de septiembre de ese año.

El pacto de paz en México fue acordado tras negociaciones entre au-


toridades superiores del virreinato, tanto civiles como eclesiales, corpora-
ciones locales, élites de comerciantes, fundamentalmente de la ciudad de
México, adelantándose antes de que la iniciativa la tuvieran los liberales
radicales y algunas élites territoriales. Fernando VII no aceptó tal propo-
sición, y fue Iturbide quien asumió el trono imperial.

Agustín de Iturbide era un criollo que durante años había sido oficial
realista, había participado en la caída de Hidalgo y de Morelos; en 1816,
por abusos de poder, había sido separado de cualquier cargo militar; y
restituido en 1820, año en que entró nuevamente al ejercicio militar por
la puerta grande, puesto que el virrey Apodaca lo convirtió en el jefe
realista del Sur, con el objeto de que terminara con la insurgencia de
Guerrero. Pero, para diciembre de 1821, se había convertido a la causa
por la independencia, movido por el resentimiento que embargaba los
sentimientos de los militares que habían participado en campañas desta-
cadas contra los insurgentes, y que no se les había reconocido sus hazañas
(Anna 1991: 68-69). Lograda la paz y la independencia, se convirtió en
un hombre muy amado por el clero, nobles, peninsulares, Ejército y por
algunos sectores populares. Pero, después de la independencia, pronto
sería detestado, debido a que fue adquiriendo amplios e ilimitados pode-
res; él mismo se nombró regente, presidente de la Junta Consultiva, pre-
sidente del Congreso, almirante, generalísimo y emperador del Imperio
mexicano (López, 2000: 88).

Lucas Alamán, historiador y político contemporáneo de la indepen-


dencia, en su Historia de Méjico,293 advertía las contradicciones con las
que surgía el nuevo gobierno, expresadas en una latente lucha por el po-
der, a tal grado que se formaron dos partidos opuestos que echarían por
tierra el orden de las cosas que se habían establecido. Estos partidos –nos
dice Alamán– eran los liberales y los eclesiásticos; estos últimos apoyaban
a lturbide. Por otra parte, apunta que la dificultad mayor era la falta de

293 Lucas Alamán, Historia de Méjico, T. V.

204
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

recursos, aun así, se habían aumentado con exceso los gastos y sueldos
cuantiosos del generalísimo; unido a ello, había suprimido muchos im-
puestos para popularizar su proyecto.

Tal como lo han planteado varios estudios,294 el pacto entre la insur-


gencia y el ejército realista, en México, dio un giro significativo a la vida
política de la Audiencia de Guatemala. De hecho, los centroamericanos
estaban muy atentos a los movimientos de Bolívar, San Martín y O’Hi-
ggins en Suramérica y de lo que sucedía en México. Algunos de las élites
políticas y autoridades provinciales y locales empezaron a considerar que
ya era momento para tomar el camino hacia la independencia de España;
pero también hubo declaraciones contrarias, como la del jefe político Ga-
bino Gaínza, que enérgicamente expuso: “Guatemalenses, nada importa
el nuevo grito revolucionario que, en las Costas de Acapulco, confines de
la Nueva España, ha dado el infiel, el ingrato Coronel Iturbide, rebelán-
dose contra su Rey, y contra la madre patria […]”.295

Sin embargo, pronto el mismo Gaínza tomó una postura a favor del
rompimiento con España. En los próximos meses, se dio una serie de
sucesos que marcaron el trayecto hacia la declaratoria de independencia.
En México, desde inicios de 1821, los impulsores del Plan de Iguala ya
habían contemplado un ambicioso proyecto geopolítico, más allá de lo
que habían sido los territorios de la Nueva España. Aspiraban así a la
creación de un imperio septentrional en el que la región centroamericana
quedaba incorporada (Vázquez, 2009: 16).

En pocos meses más, el proyecto anexionista también era de interés


de algunos centroamericanos, que, a través de la invitación y correspon-
dencia que les hizo Iturbide a abrazar su plan, fueron promoviéndole
y comprometiéndose con esa opción; un proceso al que el historiador
Rodríguez (1984) ha llamado la “conexión” entre mexicanos y centro-
americanos. Por un lado, estaba el interés imperial de Iturbide, y por
el otro, autoridades superiores, sectores económicos y poderes locales
centroamericanos vieron en la adhesión a México una oportunidad de
independizarse.296

294 Véase Ann, 1991; Vázquez, 2009; López, 2000; Luján Muñoz, 1977; Cabezas, 2009.
295 Marure, 1969:10; Rubio Sánchez, 1985:44, en Cabezas Carcache, 2009, p.75.
296 Rodríguez, 1984.

205
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Desde que llegaron las primeras noticias a la ciudad de Guatemala,


hubo una especie de alboroto y preocupación entre las autoridades y las
fuerzas políticas, además cierto miedo a posibles estallidos populares. En
el cabildo de 6 de julio del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala,
se conocía de las expectativas que había de nuevas noticias que llegaran
de México; se decía que grupos de individuos iban al encuentro de los
correos que llegaban. En tal sentido, el alcalde Mariano Larrave ordenó
a los concejales que se tomaran más precauciones al respecto, y que toda
noticia debía llegar al despacho del jefe político superior.297

Mientras tanto, para alcanzar su proyecto imperial, Iturbide envió


emisarios a Chiapas e inició conversaciones a través de correspondencia
con actores clave de Centroamérica; uno de ellos fue Mariano Aycinena.

De acuerdo con las indagaciones de Vázquez (2009) en los archi-


vos mexicanos, según el testimonio de Mariano de Aycinena, su primer
contacto con Iturbide lo estableció en agosto de 1821 por conducto de
Miguel Fagoaga, probablemente un oficial de la guarnición oaxaqueña.
A su vez, en los registros militares mexicanos está documentada la tem-
prana filiación imperial de Pedro Lanuza, salvadoreño, y del empresario
José de Oñate, peninsular, al parecer avecindado en Guatemala, que llegó
enviado por Iturbide, quienes se sumaron a las fuerzas trigarantes a me-
diados del año, y después fueron enviados a la Audiencia en sendas mi-
siones especiales. Lanuza participó directamente en el pronunciamiento
de Comitán; y si bien su papel en ese evento fue menor del que él mismo
pretendió atribuirse, por dicho servicio fue premiado con el grado de
coronel en el Ejército mexicano (p. 86).

En la primera de las comunicaciones que Aycinena le envió a Iturbide,


con fecha de 3 de abril de 1821, le exponía las dificultades que había en
Guatemala para declarar la independencia a la forma del Plan de Iguala,
y lo que estaba haciendo para lograrlo:

Estamos divididos en dos partidos: uno que siempre ha reputado


independencia, y el otro de serviles aduladores de los Europeos.
Estos en virtud de intrigas y maldades triunfaron en las elecciones
pasadas, y se muestran indignados contra los patriotas que cele-

297 AGCA, A1.2, leg. 2194, exp. 15747, fl. 16 v., Guatemala, 6 de julio de 1821.

206
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

bramos el plan de Usted. Trabajamos secretamente por desim-


presionar a los necios, y creemos con algún fundamento decidir
al Gobierno para que nos sujetemos a ese Reino. - Hay muchos
patriotas, y más en el interior de la Provincia. Concluida la obra
ahí (México), aquí debe serlo igualmente. Sin embargo, porque
estos ignorantes se consideran capaces de ser independientes de
ese Reino, deseamos que se cuente con Guatemala como una de
esas Provincias y que en su caso divulgue Usted que enviara una
División a conquistarnos, que, con solo verlos en un impreso, los
viles flaquearan mucho más, y nos abandonaran el campo.298

Mariano Aycinena, cuando se refería a los serviles, también lo hacía a


Valle, le recriminaba su poco entusiasmo por la independencia; pero tras
el Plan Pacífico, con el cual sus redactores lograron acuerdos positivos
con el jefe político, el arzobispo Casaus y con el mismo Valle, los grupos
opuestos comprendieron que Centroamérica no podría quedarse aislada
en una América que ya era independiente.

Meses después, Aycinena envió una nueva carta a Iturbide, la cual es


comentada por el historiador Vázquez en uno de sus estudios (2009),
fechada el 30 de agosto. En esa ocasión, Aycinena decía que sus “com-
binaciones formadas con otros amigos” no habían logrado mayores
progresos, limitándose a “preparar por medio de la prensa” a la opinión
capitalina y a elevar una representación al capitán general, pidiéndole
adherirse al Plan de Iguala. De ser aceptada –señalaba confiado–, no
sería necesario que “se nos venga a conquistar con mengua de nuestro
patriotismo”. En caso contrario, estando los guatemaltecos “muy incli-
nados al quietismo”, resultaría indispensable contar con el concurso de
las tropas mexicanas (p. 47).

“¡No queremos unión a México, independencia absoluta queremos!”

El cabildeo de Mariano Aycinena llevó a la redacción del llamado Plan


Pacífico de independencia para la provincia de Guatemala,299 documento

298 Misiva de Mariano Aycinena a Agustín de Iturbide, Guatemala, 3 de abril de 1821, AGN,
Gobernación, s.s. caja 9, en Vásquez, 2009, p. 4.
299 Documento que en 1963 fue encontrado por el historiador Enrique del Cid Fernández en
los archivos de la familia Aycinena (Cabezas Carcache, 2009, p. 68).

207
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

elaborado por el mismo Mariano y Juan José Aycinena, ambas figuras de


las más influyentes en asuntos políticos y económicos de la ciudad y de
la Audiencia; lo discutieron con un grupo de los allegados de la Tertulia
Patriótica y de El Editor Constitucional, entre ellos Mariano Beltranena y
los republicanos Pedro Molina y José Francisco Barrundia. La concreción
del Plan Pacífico fue una de las operaciones planeadas por los Aycinena
para avanzar ágilmente a la independencia de España de una manera
consensuada, evitando que hubiera desacuerdos y rechazos que pusieran
en peligro el plan.

El texto del Plan Pacífico fue elaborado en la casa de la familia Ayci-


nena, con el propósito de presentar una serie de planteamientos a las au-
toridades de la Audiencia, al Ayuntamiento y a las fuerzas políticas de la
ciudad de Guatemala y de las provincias, a fin de crear condiciones para
efectuar una declaratoria de independencia pactada y evitar así cualquier
movimiento de oposición al proyecto de independencia de España y de
anexión a México.

Su contenido fue expuesto en 11 artículos. El primero estaba dirigido


a Gabino Gaínza, a quien, siendo jefe político interino, se le proponía
pasar a serlo con toda propiedad y legitimidad, obteniendo los honores y
las recompensas debidas; el segundo exponía que el jefe político debía de
convocar a una junta de vecinos, proponiéndoles a los concurrentes dar
su voto a favor o en contra de la independencia; el tercero y cuarto expo-
nían que, sí el voto fuese en pro, se nombraría una junta integrada por
dos individuos de cada provincia. En los sucesivos artículos, se exponía
que en las siguientes sesiones debía de establecer el Congreso Nacional;
que no se innovará nada del gobierno, y ningún cargo sería removido;
que se continuaría siendo aliados natos de la península; que los españoles
europeos no serían perseguidos, tendrían los mismos derechos y manten-
drían los privilegios en cuanto al comercio respecto a los extranjeros.300

El plan de los guatemaltecos seguía las pautas del Plan e Iguala, en


cuanto a mantener en sus cargos a las autoridades, garantizar la fe católica y
proclamar la alianza natural con España;301 pero no propiciaba la adhesión

300 “Plan Pacífico de Independencia”, publicado en Cabezas Carcache, 2009, p.74-75.


301 Vázquez, 2009, p. 50

208
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

de Centroamérica al Plan de Iguala. Tal como quedaba planteado, resulta-


ba una propuesta atractiva para las corporaciones, autoridades y facciones
políticas para acordar la independencia de una forma convenida por todas
las facciones y evitar que se diera alguna forma violenta de independencia.

La concreción del plan tuvo que acelerarse al saberse que Chia-


pas se había declarado independiente. La correspondencia daba cuen-
ta de que el 28 de agosto, en Santa María Comitán, el Ayuntamiento,
acompañado por un consejo de vecinos, se había reunido para declarar
independencia de España conforme al Plan de Iguala. De acuerdo con
los informes, todo había sido promovido por el fraile Ignacio Barnoya,
bajo la influencia del párroco fray Matías de Córdova, acompañado del
fraile Juan Perrote, y que también había intervenido el obispo de Chia-
pas, Salvador San Martín. Se supo también que el fraile Barnoya, para el
día acordado, pidió apoyo al capitán de la 1.ª compañía y comandante
del Escuadrón de Usares, Matías Ruiz, para que los protegiera y tener a
su lado una fuerza militar.302

Así, también, con fecha de 4 de septiembre, el jefe político de Guate-


mala recibió un documento del Ayuntamiento de Tuxtla en el que se le
informaba que habían proclamado la independencia del gobierno espa-
ñol, y, siguiendo el ejemplo de Comitán, Villa Hermosa y Macuspana,
lo habían hecho a la manera del Plan de Iguala.303 Ese mismo día, de
Ciudad Real se comunicaba a las autoridades de Guatemala que habían
proclamado independencia, pero que seguirían bajo su mandato.304

Del mismo modo, desde Ciudad Real y de Comitán se enviaron mensa-


jes a las provincias, comunicándoles sobre sus proclamas de independencia
a la manera del Plan de Iguala, y las incitaban a que hicieran lo mismo.
Estas noticias causaron impacto y diversas expectativas, así los concejales
del Ayuntamiento de Quezaltenango al recibir las noticias de Chiapas; pre-
guntaron a las autoridades superiores sobre cuáles serían las providencias
que tomarían ante los pronunciamientos de independencia.305

302 AGCA, B1.1, leg. 6941, exp. 57780, fl. 13, Comitán, 29 de agosto de 1821; AGCA,
B4.2, leg. 50, exp. 1193, fl. 1, Comitán, 8 de septiembre de 1821.
303 AGCA, B1.1, leg.6941, exp.57780, fl.11, Tuxtla, 4 de septiembre, 1821.
304 AGCA, B1.1, leg.6941, exp.57780, fl.15, Ciudad Real, 6 de septiembre de 1821.
305 AGCA, B4.2, leg.50, exp.1193, fl.1

209
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Por su parte, los promotores del Plan Pacífico recolectaron firmas para
respaldar su propuesta ante el Ayuntamiento capitalino y el jefe políti-
co, acción que fue rechazada por el propio Gaínza en una reunión del
Ayuntamiento de la ciudad, en la que también estaba presente Mariano
Aycinena, quien aprovechó la oportunidad para aclarar algunos aspectos
sensibles que les preocupaban a estas autoridades (Vázquez, 2009: 51). La
labor de Mariano Aycinena fue efectiva en Gaínza, puesto que en los días
que siguieron cambio su posición negativa hacia Iturbide.

En esos mismos días, se recibieron noticias de los avances y de éxitos


de Iturbide sobre los insurgentes, noticias que junto a las que habían
llegado de las proclamas de Chiapas, a la manera del Plan de Iguala, todo
lo que configuraban era un nuevo entorno político, que ameritó que con
urgencia se analizara la posición que debía tomar Guatemala. Así, el 14
de septiembre, el Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, el jefe po-
lítico y la diputación provincial convocaron a una reunión amplia para
estudiar las nuevas circunstancias.306

En esa reunión estuvo presente el jefe político superior Gabino Gaínza,


quien para resolver había convocado al alcalde primero, Mariano Larra-
ve, dos regidores y los dos síndicos: Mariano de Aycinena y Pedro Arroya-
ve. El resto de los concejales protestaron por la exclusión, argumentaron
estar en el derecho de asistir en pleno, a lo que Gaínza no accedió, talvez
por lo delicada que era la situación; éste se retiró en medio de la ten-
sión que se generó.307 Por su parte, la diputación provincial expuso ante
Gaínza que, dado lo demasiado grande que era el asunto y el dominio y
ascendencia que estaba teniendo en los espacios públicos y en la opinión
de los ciudadanos el asunto de la independencia, era conveniente convo-
car a una junta general a la que asistieran funcionarios civiles, militares y
eclesiásticos para estudiar el caso.308

La junta general fue convocada para el día siguiente. Previamente, los


promotores del Plan Pacífico conspiraron para que su iniciativa incidiera
en las decisiones que se necesitaban tomar. Por la noche del mismo día
14 de septiembre, mientras un mensajero de Gaínza distribuía las notas

306 AGCA, A1.2, leg.2194, exp.15748, fl.23, 14 de septiembre de 1821.


307 AGCA, A1.2, leg.2194, exp.15748, fl.23v, Guatemala, 14 de septiembre de 1821.
308 AGCA, B1.1, leg.6941, exp.57780, fl.21, Guatemala, 14 de septiembre de 1821.

210
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

de citación, Mariano de Aycinena, Pedro Molina y su esposa Dolores


Bedoya, José Francisco Barrundia, Basilio Porras y otros partidarios de la
emancipación política realizaban propaganda a favor de la independencia
e invitaban a los vecinos de los barrios a asistir el día siguiente a la Plaza
Mayor (Cabezas, 2009: 81).

Esa misma mañana de 15 de septiembre –narra Vázquez (2009) –, el


periódico de Pedro Molina, rebautizado para entonces El Genio de la Li-
bertad, denunciaba que Iturbide preparaba una gran expedición militar
para forzar a Guatemala a declarar la independencia (p. 54).

Dentro del círculo del periódico hubo debate y discrepancias que se-
rían la causa de las divisiones, en los próximos días, en cuanto al rumbo
de las decisiones por tomar. Bajo esas novedades y tensiones se desenvol-
vió la asamblea. Pedro Molina, José Matías Delgado y otros miembros de
los cacos estaban decididos por la independencia, pero no a la manera del
Plan de Iguala.

Por su parte, las autoridades peninsulares superiores, civiles y eclesiásti-


cas, de pensamiento tradicionalista, pedían que se retrasara la declaratoria
hasta ver qué rumbo tomaban los sucesos de México, ya que ellos preferían,
de manera oculta, una independencia en los términos del planteamiento
del Plan de Iguala. Al mismo tiempo, trataron a toda costa de evitar que la
emancipación se declarara como la deseaban los independentistas exalta-
dos, y aprovecharon la opinión de José Cecilio del Valle de adoptar un pro-
cedimiento democrático en el que, para declarar la independencia, había
que esperar la opinión de todas las provincias; por tanto, había dicho que
los términos del nuevo proyecto independiente deberían de definirse en un
congreso con representación de todas las provincias.309

Muy temprano por la mañana del sábado 15, los convocados fue-
ron llegando al Palacio de Gobierno. Entre los más de 56 convocados
se encontraban: por la Audiencia de Guatemala, el jefe político Gabino
Gaínza; el auditor de guerra José Cecilio del Valle y Tomás O’Horan;
por la diputación provincial, Mariano Beltranena, José Matías Delgado
y José Mariano Calderón; por el Ayuntamiento de la ciudad, el alcalde
primero Mariano Larrave, el síndico primero Mariano Aycinena, el sín-

309 En Mario Laguardia “La reforma liberal…” p. 20; López, 2000, p. 75.

211
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

dico segundo Pedro de Arroyave, el regidor José Antonio de Larrave y el


regidor Isidoro del Valle Castriciones; por la Iglesia, el arzobispo Ramón
Casaus y Torres, el dean Antonio García Redondo, el vicario general José
María Castilla, y algunos frailes de las congregaciones; por la Universidad
San Carlos de Guatemala, el rector Antonio de Larrazábal y Mariano
Gálvez; por el Consulado de Comercio, Francisco de Arrivillaga; por el
Colegio de los Abogados, José Francisco Córdova; y por los Cuerpos
Militares, Antonio Arzú, Manuel Arzú, Rafael Montúfar, José Ignacio
Larrazábal, entre otros. Además de los asistentes oficiales, en la antesala
del Real Palacio se encontraban el presbítero Juan José de Aycinena y
Piñol, José Francisco Barrundia, Pedro Molina, Basilio Porras y Dolores
Bedoya de Molina. Se trataba de una reunión en la que se encontraban
reunidas todas las fuerzas políticas, cada una con la intención de incidir
en las importantes decisiones que debían tomar. Por lo mismo, Dolores
Bedoya, antes de que iniciara la reunión, recorrió algunos barrios para
invitar a la gente que se acercara al Palacio y mostrar que la facción de
los cacos contaba con apoyo popular, así mucha gente fue llegando y se
ubicó en las puertas y corredores del Palacio, y se le pidió que apoyara la
independencia absoluta no a la manera del Plan Pacífico, como los cacos
proponían (Carcache, 2009, 83-85; Rodríguez, 1984, 200). Así, según
cuenta José Matías Delgado, se les oyó vociferar “¡No queremos unión a
México, independencia absoluta queremos!”.310

Gaínza y Aycinena no pudieron declararse adheridos al Plan de Iguala;


esperarían a que el Congreso se decidiera por ello. Así lo expresó Gaínza
en respuesta a la Diputación Provincial de León después de que ésta le
informó de su decisión de separarse del gobierno central.311

Pese a que Valle no era uno de los más entusiastas de la independencia,


fue quien redactó el acta sobre la base de lo debatido en la reunión. En
sus escritos, manifestó el orgullo de haberlo hecho: “Yo tuve el honor de
haber escrito el acta memorable del 15 de septiembre de 1821, la pri-
mera de nuestra independencia y libertad, recibida con entusiasmo por

310 Véase en el numeral 3, del Dictamen de la commission nombrada por la Junta Preparatoria
de Congreso, presentado acerca de la independencia absoluta, en Boletín del Archivo General del
Gobierno, tomo II, número 1, octubre de 1936, p. 75.
311 El pueblo –dice el historiador Marure– no abandonó el salón del palacio, en donde se habían
reunido las autoridades, hasta no hacer que Gaínza prestase, en manos del alcalde primero, el
juramento de independencia absoluta de México y de cualquiera otra nación; porque aquel jefe
había pretendido jurar adhiriéndose al Plan de Iguala, véase en Lardé y Larín,1953, p.7.

212
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

los pueblos de esta nación y reimpresa con elogio de otras”. Además, se


encontraba satisfecho porque la declaratoria de independencia no había
sido a la manera del Plan de Iguala.

Días después, Pedro Molina redactó, en El Genio de la Libertad, una


nota entusiasta por la forma en la que se había declarado la independen-
cia y celebraba el éxito de los exaltados, que habían logrado incluir en el
acta de independencia la celebración de un congreso, como también lo
había planteado Valle, para la decisión de la forma de gobierno que regi-
ría en las provincias, evitando que la presión de Mariano Aycinena y de
Gaínza impusieran la adhesión al Plan de Iguala:

Ciudadanos de las provincias de Guatemala. Ya el grito de nuestra


libertad llegó a vuestros oídos. Desapareció el gobierno español; y
tres siglos de vil servidumbre, de horror y de tinieblas se desvane-
cieron al esplendor de un día de gloria. Guatemala se alzó sobre la
tiranía: levantó el pueblo la cerviz agobiada, y proclama altamente
sus derechos hollados por la usurpación, por el orgullo, por la co-
dicia y por todas las combinaciones del más funesto despotismo.312

El acta de independencia tenía el influjo del Plan de Iguala, a través del


Plan Pacífico, tal como lo ha expuesto Vázquez (2009), en cuanto al man-
tenimiento de las autoridades, la relación con los españoles y la garantía
de la Iglesia católica; también, como lo sostiene Rodríguez (1984, p. 202),
dicha acta mantenía continuidad con el constitucionalismo gaditano, el
sistema electoral era el mismo; a pesar de que ahora cada diputado repre-
sentaría a 15.000 personas, se mantendría el mismo régimen municipal,
las diputaciones provinciales y el sistema de jefes políticos hasta que se
celebrara el Congreso, en el que debía de decidirse “ el punto de indepen-
dencia general y absoluta, y fijar en caso de acordarla, la forma de gobierno
y ley fundamental que deba regir”. Aunque, en cuanto a las castas, se las
separaba del constitucionalismo gaditano, puesto que a ese segmento de la
población ya no se le excluiría de los derechos individuales. La extensión de
la ciudadanía a los originarios de África es un planteamiento común a casi
todas las actas de independencia hispanoamericanas.

312 “Proclama de los exaltados”, que apareció en EI Genio de la Libertad, lunes l5 de octu-
bre de 182 l, en tomo III, Los escritos de Pedro Molina, p.822.

213
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

De acuerdo con el acta de independencia, debía de instalarse una


junta provisional consultiva, integrada por los miembros de la diputa-
ción provincial guatemalteca más dos representantes de cada provincia,
los cuales fueron designados ese mismo día de entre los provincianos que
residían en la capital. Así, la Junta quedó integrada no solo por un grupo;
quedó presidida por Gabino Gaínza, que su posición ya era anexionista,
Mariano Aycinena y otro anexionista, Mariano Beltranena; los gasistas
José Celio del Valle y Antonio Roble, chiapaneco; y el republicano y anti
anexionista José Matías Delgado (Vázquez, 2009: 56).

Reacomodo de las facciones: Anexionistas constitucionalistas centra-


listas y anti-anexionistas republicanos autonomistas

Después de declarada la independencia, el ambiente político se mantuvo


tenso. El asunto en disputa fue la anexión a México, que podría decidirse
en el Congreso anunciado. Alrededor de esta nueva problemática, hubo
un reacomodo de las facciones políticas firmantes de la independencia.
Por un lado, los anexionistas, que seguirían empujando ese proyecto, y
algunos como los chiapanecos expresaron a las autoridades su descon-
tento porque en su declaratoria no se habían adherido a México; así lo
expresaron en una nota enviada a Gabino Gaínza el 26 de septiembre, y
pocos días después se declararon separados de Guatemala.

A pesar de las diferencias, en la ciudad de Guatemala todos aclamaban


la independencia, deseaban la separación de España y buscaban la unidad
de la región. Se trataba de evitar una inminente fragmentación, temor
que se tenía desde que Chiapas había declarado la independencia y su
separación de Guatemala (López, 2000: 72).

El 20 septiembre, el Arzobispo Casaus juraba la independencia, se


retractaba de su postura exhibida, hacía unos días, precisamente el 8 de
septiembre, cuando en el sermón de ese día afirmaba que “derramaría hasta
la última gota de sangre, antes que ser infiel a Dios, al rey y a España”.

Los grupos políticos que decidieron la independencia en la ciudad de


Guatemala tenían ciertos puntos de coincidencia, pero también fuertes
diferencias, particularmente respecto a la forma de gobierno y al proyecto
de nación que querían crear. Por un lado, estaban los que querían una
república federada, tal como se estaba produciendo en el sur de América;

214
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

estaban también los que deseaban una monarquía moderada, tal como
lo proponía el Plan de Iguala en México. Pero la opinión de las corpora-
ciones consultadas se inclinó más hacia este último proyecto, en lo que
fue determinante la decisión de los ayuntamientos constitucionales que
alcanzaron a efectuar la consulta.

Pocos días después, el 27 de septiembre, Agustín de Iturbide con el


Ejército Trigarante hacían entrada triunfal a la ciudad de México, y con
lo cual terminaba de consumarse la independencia, desde el 18 de ese
mes, Gaínza le había enviado un edicto para informarle que Guatemala
había proclamado independencia. Le comunicaba, entre otros detalles,
que en el artículo 21 del acta se invitaba a todas las provincias a que
se adhirieran al documento de 15 de septiembre y eligieran diputados
que los representaran en el primer congreso constituyente, a celebrarse el
próximo 1 de marzo, para decidir la forma de gobierno y ley fundamental
que los debía regir. En nota publicada en El Genio de la Libertad, Gaínza
informó que había enviado correspondencia a Iturbide, incluyendo el
acta de independencia, y decía:

Creo que no dilatara mucho su contestación. Entre tanto, llega


el primero de marzo señalado para la apertura del Congreso, no
debemos hacer otra cosa que mantener a los pueblos en y unión,
evitando a toda costa la menor desavenencia y procurando el olvi-
do de antiguas rivalidades, nacidas sin duda del sistema que antes
nos regía, haciendo a unos pueblos esclavos de otros.313

La independencia en las provincias y localidades

Mientras Gabino Gaínza mantenía correspondencia con Iturbide, y espe-


raba respuesta del oficio enviado, continuaban los debates en las facciones
sobre cuál sería el camino que debían tomar las provincias para constituir
el nuevo gobierno, puesto que, si bien se había declarado independencia
absoluta y debía prepararse el primer congreso para decidir sobre la forma
de gobierno por adoptar, para nadie era un secreto que Iturbide seguía
haciendo presión por diferentes medios para incorporar a Centroamérica
a su proyecto.

313 El Genio de La Libertad, núm.24, lunes 29 de octubre de 182I, en Escritos del Doctor Pedro
Molina, tomo II, p. 851.

215
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

En ese marco, Gabino Gaínza envió a todas las provincias el bando de


17 de septiembre dirigido al pueblo para informar de la independencia
del gobierno español:

[…] para hacer saber a todos los habitantes de este honrado y


virtuoso pueblo, tan glorioso e importante acontecimiento para
que llegando a noticia de todos puedan en consecuencia arreglar
a él su conducta y cooperación a la consolidación y firmeza de un
sistema tan justo y necesario en todos los tiempos […].314

Explicaba que seguían en vigor todas las leyes, ordenanzas y órdenes que
antes regían, lo mismo todos los tribunales, juzgados y demás funcionarios
públicos, militares y eclesiásticos. Junto al bando envió el acta de 15 de
septiembre, para que se hicieran en las distintas localidades actos solemnes
de lectura del acta y juramentación de la independencia. A partir del re-
cibimiento de dichos documentos por los cabildos, la tranquilidad de los
pueblos comenzó a estar envuelta en una intensa actividad política.315 En
efecto, la participación política de los ayuntamientos y de los pueblos fue
diversa; además de los actos de juramentaciones, hubo debates, manifies-
tos, propuestas, declaratorias de independencia alternas y revueltas.

El 27 de septiembre, en la ciudad de San Salvador se recibían dos ejem-


plares del bando enviado por Gaínza, fue dirigido a Casimiro García, el
alcalde primero del Ayuntamiento constitucional; junto al bando se envia-
ba la copia certificada del acta de independencia para su proclamación y
juramentación. A su recibo, el alcalde y el intendente, Pedro Barriere, con-
vocaron a reunión esa misma noche a los jefes militares, al vicario, a los pre-
lados del clero regular, vecinos principales y de los barrios populares; todos
concurrieron y el acto se inició con repique de campanas, música y fuegos
artificiales. Luego, con mucha gente acompañante, se dirigieron a la iglesia
parroquial a dar gracias a Dios y cantar el Te Deum. Enseguida se hizo la
juramentación y retornaron al Ayuntamiento entre vítores y aclamaciones.
Al día siguiente, hicieron la juramentación las corporaciones, los oficinistas
y otros sectores, y se ordenó que pronto se hiciera su publicación.316 Pero

314 Lardé y Larín, 1953, p.27.


315 Recientes estudios han identificado el papel fundamental que jugaron los ayuntamientos
constitucionales junto a sus pueblos en el proceso político iniciado después de la declaratoria de
independencia (Herrera, 2019; López, 2014).
316 Acta 1 del Ayuntamiento de la ciudad de San Salvador de acto de recibimiento de acta de in-

216
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

pocos días después, el 4 de octubre, el intendente Barriere, de tendencia


absolutista, actuó ante “los desórdenes” producidos por partidarios de la
facción de los cacos exaltados, quienes, en la convocatoria de la elección
de la Junta Gubernativa subalterna, entre los electores promovieron sus
propuestas de quiénes debían elegirse. Barriere, temeroso de que la junta
quedara a favor de la facción de los cacos, decidió apresar a una parte de
ellos: Manuel y Juan Delgado, José Meléndez, Manuel José Arce, Maria-
no Fagoaga, Juan Manuel Rodríguez, Francisco Ruiz, Antonio Campos
y Juan José López, para ser trasladados bajo una fuerte custodia militar a
la ciudad de Guatemala, acusados de soliviantar a la población contra la
autoridad. Barriere, temiendo un motín, saco a las calles fuerzas militares
para calmar la situación, sin embargo, la acción resultó contraproducente,
ya que varios ayuntamientos, entre otros el de San Miguel, Sensuntepeque
y Zacatecoluca, protestaron ante Gabino Gaínza por el encarcelamiento de
los ciudadanos y por el despliegue militar contra la población efectuado en
la ciudad de San Salvador.317

Además, fue contraproducente para el mismo Barriere, puesto que fue


destituido y nombrado jefe político de la provincia a José Matías Delga-
do. En esos mismos días, el Ayuntamiento de la ciudad de San Salvador
recibía circular de la Junta Provisional de Gobierno de Guatemala, auto-
rizando la creación de la Diputación Provincial, quedando condicionada
su aprobación por el futuro Congreso.318 Su elección y la creación de
la Diputación Provincial fue un paso decisivo para el posicionamiento
anti anexionista y republicano que mantuvo la élite de la ciudad de San
Salvador en los meses que siguieron. Así, también, Matías Delgado y los
sansalvadoreños se mantuvieron defendiendo la vigencia del acta de in-
dependencia de 15 de septiembre y la celebración del congreso acordado.

El 23 de septiembre de 1821, el Ayuntamiento del pueblo de Zaca-


tecoluca convocó a las autoridades y vecinos a la juramentación de la in-
dependencia. Temprano, a las ocho de la mañana, se hallaban presentes,

dependencia de 15 de septiembre, con fecha de 27 de septiembre de 1821, en Boletín de AGCA,


octubre de 1935, pp.50-53.
317 AGCA, B5.4, leg. 60,1510, San Salvador,7 octubre 1821; AGCA, B5.9, leg .59, exp.1417,
fl.4, San Salvador, octubre de 1821; AGCA, B5.4, leg.60, exp.1469, San Salvador 8 de octu-
bre; AGCA, B5.4, leg.59, exp.1404, Zacatecoluca, 8 de octubre 1821.
318 AGCA, B5.5, leg.64, exp.1748, fl.1v, Guatemala, 7 de octubre de 1821.

217
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

en la sala capitular de la casa del cabildo, el párroco del pueblo, el alcalde


segundo, los regidores y el síndico, y poco a poco fue llegando la gente
de los barrios y acomodándose en los corredores y en las puertas de la
Sala. El párroco abrió el sobre que contenía los tres pliegos impresos de la
declaratoria, y frente a todos, en alta voz, la leyó. Enseguida, no faltaron
las vivas y aclamaciones por los presentes. De inmediato se hicieron las
copias de los tres pliegos, para que en los próximos días se repitiera el acto
de juramentación en cada uno de los cinco pueblos de la comarca.

Lo que más aclamación mereció, entre los concejales y vecinos de


estos pueblos, en los que había numerosa población de castas, es que con
la independencia tendrían iguales derechos. El alcalde de Zacatecoluca
envió a los pueblos del partido la copia del acta de independencia, ade-
más agregó el manifiesto redactado en el Ayuntamiento, en el que quedó
expresado el espíritu y entusiasmo independentista que sentían las auto-
ridades locales del pueblo y sus recriminaciones al régimen constitucional
que los gobernaba.

El manifiesto de las autoridades muestra claramente la familiaridad y


el manejo que las élites locales de San Salvador tenían del lenguaje moder-
no, de las ideas republicanas y federales con las cuales simpatizaban. En
contraste, el texto evidencia la crítica que hacían al orden constitucional
establecido al expresarse sobre el conflicto de representación que vivían en
el pueblo en cuanto a la negativa de la Constitución gaditana de reconocer
derechos a las castas, también cuestionaban las formas de hacer justicia que
continuaba con trabas y vicios en la práctica, lo cual lo entendían como
una violación a la soberanía. De la misma manera, reconocían valores re-
publicanos como el de la virtud, la ilustración, el valor de la sabiduría, y el
nuevo lenguaje político de nación, representación y ciudadano:

Ahora sí, conciudadanos y hermanos, congratulémonos


mutuamente, pues hemos entrado al gozo, completo de
nuestros derechos: acabó aquella nota odiosa de africanos
puesta únicamente para minorar nuestra representación
en el Congreso y dejar sumergidos a muchos de nuestros
hermanos en la ignorancia, ya no habrá porción de hom-
bres que por razón de casta tengan derecho para dominar
y abatir a sus semejantes: ya no habrá hombres destinados

218
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

a padecer desde su cuna hasta el sepulcro, ya no serán


distintivos el nacimiento, el orgullo, el color, el lenguaje
y el caudal. Virtud, sabiduría y merito serán el distinti-
vo. Estas y no otros serán las que ensalcen al hombre en
medio de sus pueblos, serán los únicos escalones donde
el ciudadano americano ascienda a ocupar los primeros
puestos de la Nación, a donde sus compatriotas correrán
precipitados a coronarlo de laureles; ya no serán palabras
vanas e insignificanticas la igualdad y la hermandad con
que se nos ha acostumbrado engañar, no andaremos ya
mendigando la justicia, teniendo que gastar sumas consi-
derables y surcar el océano para solicitarla, ya la tenemos
en nuestra misma casa. Desde el momento delicioso en
que nuestra Nación heroica juró su independencia, reside
real y verdaderamente en ella la soberanía. La patria como
una madre fecunda, producirá con abundancia hijos. Los
virtuosos padres ilustraran a sus descendientes, de estos
y no otros se compondrá nuestro Congreso Nacional. El
que dictará leyes análogas y acomodadas a las circuns-
tancias de nuestro país; ocuparán los tribunales, desem-
peñarán los empleos, y nos harán justicia con igualdad
¿Qué pueblo hay en el mundo que para sacudir el yugo
no ha sembrado primero los campos de cadáveres, regado
con sangre de sus hermanos las calles y plazas; los deseos
sofocados entre los temores, las aclamaciones confundi-
das con el estruendo de las armas, con los gemidos tristes
de los huérfanos y de las viudas dejando a las familias
arruinadas y los pueblos asolados? Más la heroica nación
guatemalteca de que tenemos el honor de pertenecer a sus
miembros, diestramente dirigida por un jefe sabio, hu-
mano y digno de tales títulos ha sabido conducirse en las
circunstancias más críticas y sin más armas que la unión,
hermandad y clamor general de la Nación; ha sabido con-
ciliar los ánimos con su voz amorosa; se ha perdonado el
agravio sin que ninguno de sus nobles ciudadanos, haya
tenido que manchar la cuchilla con la sangre de sus her-
manos; y sólo si ha jurado desenvainarla en defensa de
nuestra libertad. ¡Qué ejemplo de heroísmo y humanidad

219
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

para los futuros siglos! ¡Grábese en nuestro corazón el día


quince de septiembre de mil ochocientos veinte y uno, y
pase de generación en generación dando siempre pruebas
nada equívocas del espíritu de libertad que nos anima,
diciendo sin interrupción viva la religión santa y viva la
América independiente!319

La resolución por la independencia del pueblo de Zacatecoluca fue reci-


bida a media noche del mismo día 23 por el Ayuntamiento de Santiago
Nonualco, un pueblo de indios y ladinos, quienes expresaron que abra-
zaban gustosamente y aplaudían la noticia de nuestra independencia. De
manera similar respondió Santa María Ostuma; en Analco hubo vivas,
cohetes, tambores y música, y en el resto hubo respuestas similares.

Por su parte, el Ayuntamiento de San Vicente, con fecha de 2 de oc-


tubre, envió a Gabino Gaínza un plan para consolidar la independencia,
este consistía de nueve asuntos que se debían cuidar: 1. Un empréstito in-
terno para fortalecer la hacienda pública, 2. Mantener el cobro del diez-
mo, 3. Fomentar la industria del añil, 4. Organizar una fuerza militar de
defensa, 5. Fortificar los puertos para su defensa, 6. Hacer organización
de las milicias nacionales, 7. Establecer relaciones con todos los esta-
dos libres de América, 8. Hacer alianza defensiva y ofensiva con Iturbide
y Bolívar y 9. Promover la libertad de comercio y de la agricultura.320
Se trató de una propuesta en la que se identificaban de manera certera
funciones administrativas y gubernamentales esenciales que el nuevo go-
bierno debía cuidar; y nótese que es un planteamiento que tenía su base
en el liberalismo proteccionista, al plantear que había que promover la
agricultura, es decir, promover la economía local. En esa dirección, no
plantea seguir cobrando el tributo a indígenas, ladinos y castas, así tam-
bién muestra una preocupación por la defensa de la soberanía.

319 Oficio del Ayuntamiento constitucional de Zacatecoluca, cabecera del partido del mismo
nombre, dirigido a los cinco ayuntamientos de los pueblos del partido, en el que se entrega copia
del manifiesto del ayuntamiento de la cabecera, el cual acompaña a los tres pliegos enviados desde
Guatemala en los que llegaba el acta de independencia de 15 de septiembre. Véase en Boletín del
Archivo General del Gobierno, 1936, año 1, núm. 2, p. 152-154
320 AGCA, B4.2, leg.50, exp.1193, fl.25, San Vicente, 2 de octubre de 1821.

220
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

En los meses que siguieron al 15 de septiembre, hubo una explo-


sión de juras convocadas por los cabildos como verdaderas fiestas popu-
lares, en las que también hicieron demandas locales a las autoridades. En
Ahuachapán, después de juramentar la independencia, pidieron que se
extinguiera el tributo de los indios, para que las naciones europeas no cri-
ticaran la libertad proclamada en Guatemala; para que no dijeran que no
había sido a favor de los indios.321 En el pueblo de Tejutla, se hizo la jura
de la independencia el 13 de octubre, a su vez, la parcialidad de indios
exigió al subdelegado la devolución de los tributos.322

También hubo declaratorias de independencia de Guatemala por los


ayuntamientos y diputaciones provinciales. En septiembre, las diputa-
ciones de Chiapas, Nicaragua y Tegucigalpa se declararon adheridas a
México y separadas de Guatemala. En noviembre lo hizo el corregimien-
to de Quezaltenango. Pocos días después, el 3 de diciembre, la Junta
Superior Gubernativa recién creada, presidida por Pedro José Alvarado,
hizo proclamación de independencia e inmediatamente se redactó un
informe que se envió a la ciudad de Guatemala, anunciando que habían
reasumido la soberanía y manifestaban que conservarían las relaciones de
amistad y de comercio con los pueblos libres de América de diciembre de
1821, Costa Rica. Así también la Junta Gubernativa felicitó la emancipa-
ción de México, y al mismo tiempo manifestó independencia absoluta,
señalando que en un tiempo más oportuno vería la conveniencia o no de
unirse a México.323 Aunque meses después decidió anexarse a México. En
cambio, Comayagua y Sololá manifestaron haber jurado la independen-
cia y el Plan de Iguala.

En Matagalpa, un pueblo sujeto a León, fueron recibidos las copias del


bando de 17 de septiembre y la declaratoria de independencia con man-
dato de su juramentación el 4 de octubre. A su recibo, hubo exaltación de
los vecinos, vivas y aclamaciones; hubo repique de campanas, detonación
de artillería y quema de pólvora, y se juramentó la independencia absolu-
ta. Pocos días después, el 17 de octubre, los de Matagalpa recibían las no-
ticias de León, que en esa ciudad se había juramentado la independencia
absoluta de España, con arreglo al Plan e Iguala. León les hacía ver que:

321 AGCA, B4.2, leg.50, exp.1193, fl.32, Ahuachapán, 14 de octubre de 1821.


322 AGCA, B4.9, leg.55, exp.1245, Tejutla, San Salvador, 13 de octubre de 1821.
323 AGCA, B4.2, leg.55, exp.12473

221
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

El plan de del General Iturbide nos presenta con sencillez la mar-


cha natural de la delicadísima regeneración política; pues evitan-
do en todo en cuanto es posible la innovación total, solo toma
por objeto hacer a la América Septentrional el asiento de un Ga-
binete Soberano, y prescinde absolutamente de todas las otras
alternaciones que lisonjeando a primera vista con la superioridad
de justicia y razón, dividen la masa general; y que precisamente
han de ocasionar los desastres referidos de la meridional.324

Los de Matagalpa agregaban que lo hacían de la misma forma que Gra-


nada y Masaya, y adjuntaban al jefe político una copia del manifiesto
que contenía seis artículos, emitido por el Ayuntamiento y el clero. En
síntesis, el manifiesto exponía lo siguiente: el pueblo, en masa, juraba
independencia total y absoluta conducidos por el alcalde primero y el
subdelegado jefe político subalterno, como el acta de 15 de septiembre,
que juramentarían el comandante de armas y demás jefes militares; que
el padre cura y vicario daría una misa solemne en acción de gracias con la
asistencia de las autoridades y el vecindario.

Desde agosto de 1821, con las primeras declaraciones de independen-


cia que detonaron en Chiapas, las provincias de la Audiencia de Guate-
mala iniciaron su disgregación, esta continuó después de la declaratoria
de independencia de 15 de septiembre, a partir del abandono de la ruta
del Congreso para tomar el camino por la celebración de elecciones para
decidir la anexión a México, asunto que llevaría a Centroamérica a la
guerra civil con intervención de las tropas mexicanas. Con la abdicación
de Iturbide, el plan se interrumpió y los centroamericanos retomaron el
propósito de la independencia absoluta.

En los últimos meses de 1821, una fuerte facción anexionista empezó


a fortalecerse en la ciudad de Guatemala, impulsada por los promotores
de ese plan: la élite de comerciantes y españolistas centralistas, al frente
Mariano Aycinena y Gaínza. También la adhesión al Plan de Iguala co-
braba fuerza en algunas localidades de las provincias, impulsadas por el
espíritu autonomista, las tensiones entre las élites locales de las provincias

324 Respuesta del ayuntamiento de Matagalpa a Gabino Gaínza, en la que le comunicaba que
habían jurado la independencia de España, sin adhesion a Iturbide, en Boletín del Archivo Gen-
eral de Gobierno, octubre, 1935, pp.57-60.

222
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

y la defensa de sus espacios territoriales, tal como lo habían manifestado


en las juras y declaratorias de independencia, en las que optaban por
un camino, aunque aún desconocido, pero aparentemente prometedor,
que continuar sometidos a centralismos que no solo se manifestaban en
la élite de Guatemala, sino también en las de las capitales provinciales.
Para otros fue, como para la Tegucigalpa anexionista, la oportunidad de
suprimir rivalidades con Comayagua, respecto a quien debía de asumir
el poder central.

Se iniciaba así un periodo crítico en la definición de la independencia


propiciada con intervención iturbidista, en el que los planteamientos de
soberanía, autonomistas y de republicanismo continuaron demandando
independencia absoluta, y entraron en pugna política y militar con las
fuerzas anexionistas de Iturbide y de una parte importante de los cen-
troamericanos, situación en la que fue determinante la abdicación de
Iturbide, a partir de lo cual las fuerzas republicanas demandaron el rum-
bo que planteaba el acta de independencia, de acuerdo con el numeral 2:
el establecimiento de un congreso, que tras su celebración se establecía
una frágil federación que finalmente se disgregó en pequeñas repúblicas.

223
224
CAPÍTULO VIII
La agregación imperial:
Un trance hacia la independencia absoluta

“Engañados los pueblos por las sugestiones de los


partidarios del Imperio, que les prometía montes
de oro y otras felicidades, solo en su imaginación
podían existir, con tal de que se agregasen a Mé-
xico, querían más bien probar esta felicidad, que
no la guerra que los amenazaba […].”325

Entre enero de 1822 y julio de 1823, Centroamérica experimentó el


episodio de la agregación a México, como resultado del propósito de la
creación del Imperio del Septentrión, de Iturbide, y del beneficio que
vio en ese proyecto una parte de los centroamericanos para concretar la
independencia e iniciar una nueva existencia política, bajo el gobierno de
una monarquía constitucional que prometía el Plan de Iguala. Este fue
un periodo de confrontación entre las facciones políticas de tendencias
liberales que llevó a la guerra civil, que enfrentó a agregacionistas, de la
facción liberal centralistas y la facción de liberales republicanos de San
Salvador y algunos de la ciudad de Guatemala, quienes planteaban inde-
pendencia absoluta de las provincias y un gobierno republicano.

325 Parte del numeral 23, del Dictamen de la commision nombrada por la Junta Preparatoria
de Congreso, presentado acerca de la ndependencia absoluta, en Boletín del Archivo General del
Gobierno, tomo II, número 1, octubre de 1936, p. 75.

225
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

Fueron 18 decisivos meses en que, tras la desviación de los acuerdos


plasmados en el acta de independencia de 15 de septiembre, y bajo la
coerción de Iturbide, las autoridades de la ciudad de Guatemala y las
fuerzas liberales centralistas promovieron la adhesión a México, a través
de una consulta popular, en la que diputaciones provinciales y una parte
de los ayuntamientos y sus pueblos participaron activamente; unos para
apoyar el anexionismo, y otros, la menor parte, y de manera particular
las fuerzas republicanas y autonomistas de San Salvador, demandaron
continuar con los acuerdos del acta de independencia, en lo tocante a
la celebración del Congreso que decidiría “el punto de independencia
general absoluta, y fijar en caso de acordarla, la forma de gobierno y ley
fundamental que deba regir”. 326 Se trató de un profundo debate que llevó
a una disgregación territorial y a una guerra civil. Así, la unidad política
de la antigua Audiencia de Guatemala se había fragmentado y se iniciaba
un periodo de completo desconcierto y confusión.

Las facciones en un nuevo reacomodo: Los anti independientes y los


republicanos

Las facciones políticas firmantes de la independencia avanzaban en un


nuevo reacomodo político: los anexionistas, a los que también les lla-
maban anti independientes, y los anti anexionistas, que fueron los ca-
cos exaltados, o republicanos; pero ambas posiciones divergentes no se
constituyeron en bloques monolíticos de pensamiento y ni de propósitos
políticos. Entre los anexionistas se encontraban los centralistas de la ciu-
dad de Guatemala, que deseaban mantener el mismo poder de siempre
sobre la región, entre ellos Mariano Aycinena, abogado y comerciante
influyente, que había sido un caco y uno de los promotores de la ane-
xión. También eran parte de este grupo las autoridades superiores: Ga-
bino Gaínza, el jefe político, quien de la animadversión a Iturbide pasó
a la adulación; el obispo Casaus y Torres, que simpatizó con dicho plan
porque protegía a la religión católica; y Manuel Larrave, alcalde primero
del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, ubicado entre los bacos
o gasistas, que asumía el arraigo centralista del Ayuntamiento de la ciu-
dad capital y simpatizaba con principios liberales. Por el lado de los anti
anexionistas, se encontraba un grupo de cacos exaltados de la ciudad

326 Acta de Independencia transcrita en Jorge Luján Muñoz (1995), tomo III, en Hacia la
Emancipación.

226
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

de Guatemala, entre ellos José Francisco Córdova, Francisco Barrundia


y Pedro Molina; por parte de las provincias, se hallaba el caco exaltado
José Matías Delgado, José Manuel Arce, Antonio Cañas y otras estrechas
relaciones de Delgado en San Salvador, que continuaban invariables con
los planteamientos republicanos, principios liberales y de sentimientos
autonomistas. En este grupo podríamos incluir a José Cecilio del Valle,
quien de manera reservada estaba más cercano a esta opción, aunque
cuando se decidió la anexión y se nombraron diputados para el Congreso
mexicano, Valle fue uno de ellos.

Todo se había fraguado desde la firma del Plan de Iguala, por el mismo
Iturbide y sus vínculos cercanos, que buscaron establecer conexiones con
Chiapas y la ciudad de Guatemala, para que esas provincias declararan
independencia y se unieran al Imperio (Vásquez, 2009). Las primeras
declaratorias de independencia bajo la fórmula iturbidista fueron hechas
desde el mes de agosto, como se ha visto en el capítulo anterior, primero
en Chiapas e inmediatamente Quezaltenango. Después de la declarato-
ria de independencia, continuaron Comayagua y León y otras más, y
luego lo hicieron algunas diputaciones provinciales y los ayuntamientos
constitucionales, a través de la consulta popular, que arrojó resultados fa-
vorables a la adhesión a México, declarándose formalmente, por la Junta
Provisional, el 5 de enero de 1822.

La coerción iturbidista

Llegado el mes de octubre, Iturbide recibió la misiva de Gabino Gaínza


en la que le comunicaba sobre la declaratoria de independencia de 15 de
septiembre, la cual no fue de su agrado. Además, recibió noticias frescas
sobre algunas adhesiones a su plan, pero también de las diversas reac-
ciones contrarias, situación que le hicieron temer una disgregación de
esas provincias con repercusiones negativas para su Imperio, que deseaba
verlo extendido hasta Panamá. Así que decidió enviar un contundente
mensaje a las autoridades de Guatemala, correspondencia con fecha de
19 de octubre, que llegó a manos de Gaínza en los últimos días de no-
viembre (López, 2000: 89).

En su oficio, Iturbide no dejó de mostrar su satisfacción por el camino


que había tomado esa región. Al mismo tiempo, ofreció su protección
ante posibles invasiones extranjeras que quisiesen aprovechar “las nuevas
y sensibles circunstancias”:

227
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

[…] No podría recibir noticias más satisfactorias de esa porción


interesante de nuestro continente, que desde los primeros movi-
mientos que dirigí mereció toda mi atención, y era de los princi-
pales puntos a que pensaba aplicar los auxilios del Ejército Impe-
rial para cooperar a la grande obra de la emancipación y libertad
[…]”.327

Pero también externaba una recomendación determinante, de tal mane-


ra que de la amabilidad inicial pasaba a una actitud amenazante. En su
carta señaló las debilidades que –en su opinión– tenía la declaratoria de
independencia de 15 de septiembre, y le pidió a Gaínza que se rectificara
el numeral 2. Se refería a la de celebración del Congreso, que reza de la
siguiente manera:

Que desde luego se circulen oficios a las provincias por correos


extraordinarios, para que, sin demora alguna, se sirvan proceder a
elegir diputados o representantes suyos, y éstos concurrirán a esta
capital a formar el Congreso que debe decidir el punto de inde-
pendencia general absoluta, y fijar en caso de acordarla, la forma
de gobierno y ley fundamental que deba regir.328

Iturbide argumentó que el Congreso no era parte de una buena polí-


tica, porque estaba fuera de su imperio, además cuestionaba la forma en
la que se planteaba llevar a cabo, manifestando que:

[…] el artículo 2º del acuerdo comprendido en la enunciada acta,


no me ofreciera motivo de hacer algunas observaciones, que creo
conducentes a rectificar las políticas adoptadas por la Junta, para
el establecimiento del gobierno, cuyas bases le quedarían sólida-
mente afirmadas, sino se apoyasen en el centro común, que debe
reunir todas las partes de este vasto continente, para más mutua
defensa y protección.

[...]han convocado su Congreso soberano bajo el sistema repre-


sentativo a razón de un diputado por cada quince mil almas. Es

327 Correspondencia enviada por Iturbide a Gabino Gaínza el 19 de octubre de 1821, en Mis-
celánea. tomo II. doc. 7, AGN, San Salvador.
328 Acta de Independencia, transcrita en Jorge Luján Muñoz (1995), en Hacia la Emancipación.

228
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

ahora el caso de exponer los inconvenientes que deberán resultar


de esta proporción que tiene en su contra el ejemplo de los pue-
blos más libremente constituidos, y en circunstancias más favo-
rables que nosotros para dar a su representación toda la amplitud
y extensión que a primera vista exige la recta administración del
Estado […].

Además, informado por Gaínza y Mariano de Aycinena de las facciones


existentes, Iturbide cuestionó los planteamientos republicanos, y expre-
saba que el antídoto era la monarquía constitucional. De acuerdo con la
investigación de Mario Rodríguez, este era un asunto que le preocupaba
hondamente a Agustín de Iturbide; sus informantes compartían con él
los mismos temores acerca de los agitadores republicanos en la ciudad de
Guatemala y la revoltosa provincia de San Salvador, a quienes llamaban
herejes y francmasones. Opinó que las ciudades de San Salvador y San
Vicente, en particular, tenían que vigilarse con cuidado; y Mariano Ayci-
nena sugería que debería enviarse un intendente mexicano que controla-
ra la subversión en dicha provincia.329 Iturbide explicó que su proyecto de
imperio retomaba lo propuesto por las Cortes de Madrid: de subdividir
los territorios de ultramar en tres monarquías, cada una encabezada por
un príncipe Borbón, una de ellas integrada por México y Centroamérica.
También le recordó a Gaínza lo que le había comunicado en un ofi-
cio anterior, que tropa mexicana estaba siendo trasladada para proteger
la causa de la “Religión, independencia y Unión”, el lema del Plan de
Iguala; aunque refrendaba su compromiso de respetar la voluntad de los
guatemaltecos. Ese mismo aviso lo envió a las autoridades chiapanecas y
a su “apreciable amigo” en Guatemala, Mariano de Aycinena (Rodríguez,
1984: 220; Vázquez, 2009: 58).

Al recibo del oficio de Iturbide, Gaínza, un tanto desencajado, lo dio


a conocer en carácter de urgente a la Junta Provisional Consultiva, esta,
con preocupación y verdadero terror, lo leyó, lo discutió, lo consultó y
analizó lo más conveniente para las provincias, y reconociendo que no
tenía la facultad para decidir la unión al Imperio mexicano, sino el pue-

329 Véase Mariano Aycinea a Agustín de Iturbide, ciudad de Guatemala, diciembre 18, 1821,
e Iturbide a idem, ciudad de México, diciembre 31, 1821, y enero 3, 1822, en Heliodoro Valle,
Anexión de Centro América a Mexico, pp.80-81, en Rodríguez, 1984, p. 226.

229
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

blo a través de sus representantes; pero también comprendiendo que las


circunstancias no permitían esperar la reunión de diputados, a cuya elec-
ción había sido invitado para efectuar el Congreso, decidió que fuesen los
ayuntamientos elegidos por los pueblos los que expresaran su opinión en
cabildo abierto.

En ese mismo espíritu consultivo, la Junta se había dirigido casi dos


meses antes a las diputaciones provinciales y a los ayuntamientos de ca-
beceras de partidos, precisamente el 4 de octubre, para que “se sirvan de
proponer medidas que juzguen más útiles para consolidar el nuevo go-
bierno.”330 Así, tras el último oficio de Iturbide, lo que hacían era agilizar
una decisión, pero ahora dirigida más claramente a la anexión, o no, al
Imperio mexicano.

Con fecha 30 de noviembre, Gaínza hizo saber a los ayuntamientos


la decisión de la Junta, adjuntándoles el oficio de Iturbide de 19 de octu-
bre, y así echo andar la consulta popular. En la misma comunicación, les
expuso el procedimiento:

[…] en cabildo abierto, leyendo detenidamente el oficio del


Excelentísimo Señor Iturbide, pesando todas las razones y aten-
diendo el estado de estas provincias, me manifiesten su opinión
sobe cada uno de los puntos que abraza el mismo oficio; que las
contestaciones se remitan cerradas y por extraordinario al alcalde
primero de la cabecera de cada partido, para que ese me las dirija
del mismo modo sin demora alguna, que también se comunique
el oficio a las autoridades, jefes y prelados […].331

La consulta popular, incompleta y cuestionada

Entre los meses de noviembre y diciembre, las diputaciones provinciales,


los cabildos abiertos, las corporaciones de abogados, la Iglesia, los mili-
tares, la Universidad San Carlos de Guatemala, y algunos notables emi-
tieron su opinión. Mientras progresaba la consulta, Iturbide recibía in-

330 El Genio de la Libertad, número 20, jueves 4 de octubre de 1821, en Escritos del doctor Pedro
Molina, tomo II, pp- 801, 802.
331 Oficio de Gabino Gaínza a los ayuntamientos constitucionales respecto al oficio de 19 de
octubre de 1821 de Agustín de Iturbide, en Boletín del Archivo General del Gobierno (tomo II,
núm. 1), octubre, 1936, pp. 59-60.

230
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

formación de sus colaboradores. Así, en los últimos días de diciembre de


1821, Mariano Aycinena le envió noticias de cómo avanzaba la opinión
a la agregación: “Parece que los independentistas han dejado la idea de
la independencia absoluta. Las corporaciones y funcionarios particulares,
especialmente las comunidades religiosas, han dado ya su contestación al
gobierno a favor de la unión a México”.332

En efecto, la mayoría de los consultados respondió de manera positiva


a la adhesión, pero también hubo respuestas de rechazo y de indignación,
además, quedó demostrado que no fue una sola causa la que motivó la
adhesión, o no, a México. Chiapas tomó esa opción cansada del aleja-
miento y aislamiento en el que había estado del poder central de Guate-
mala; veía que, adhiriéndose a México, un poder superior, lograría el pro-
greso para sus pueblos. Quezaltenango, que era un corregimiento que
había estado supeditado a la ciudad de Guatemala, en agosto de 1821,
bajo el entusiasmo de las noticias de Chiapas, se declaraba independiente
y adherido al Plan de Iguala. En su manifiesto, advirtió que era la opor-
tunidad de ganar libertad frente al poder centralista de la ciudad capital,
confiados de que en el Imperio mexicano dicha ciudad, en caso de que
se adhiriera, ya no tendría el poder de siempre. Pero dicha opción fue
tomada no sin antes tratar de buscar negociaciones con las autoridades
de la ciudad, a quienes los quezaltecos le propusieron declararse unidos
a la capital, pero a cambio solicitó que se le declarase pueblo cabecera
del distrito; pero tal negociación fue fallida, ya que hubo una respuesta
negativa del jefe político superior Gabino Gaínza, que no solo respondió
con una negativa, sino que solicitó al brigadier Vicente Filísola, jefe del
Ejército Trigarante mexicano, que enviara 500 hombres para someter a
algunos pueblos insubordinados, entre ellos el de Quezaltenango.333 No
le quedó más a Quezaltenango que ratificar, a través de cabildo ordinario
celebrado el 2 de enero de 1822, su separación de la capital, en respuesta
a la solicitud de la consulta del jefe político de Guatemala de fecha de 30
de noviembre y después de leer el manifiesto de Iturbide. En el acta del
cabildo expresaron que respondían en representación de la mayor parte
del vecindario, que había pedido que se le escuchara su voluntad de des-

332 Nota enviada por Mariano Aycinena a Iturbide con fecha de l8 de diciembre, en Heliodoro
Valle, La anexión de Centro América a México, tomo III, p. 60.
333 AGN, México, Indiferente, doc. 1 f. 6 v.

231
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

unión del gobierno de Guatemala, y que este quedara convencido de la


desunión de aquel gobierno y la unión al mexicano.334 Sin embargo, poco
después cambió su decisión declarándose unido a Guatemala.

Del mismo modo sucedió en Nicaragua, cuando el Ayuntamiento del


partido de Matagalpa en cabildo abierto juró la independencia y se separó
de León, bajo la conducción del subdelegado, en medio de la controver-
sia suscitada sobre si debían adoptar o no la independencia de 15 de sep-
tiembre, en oposición a la postura de la diputación provincial de León.
A su vez, León se agregaba al Imperio y se separaba de Guatemala entre
rivalismos con Granada, intentando mantener el poder central de Nica-
ragua. Los leoneses habían decidido no seguir unidos a Guatemala por
distintas razones, sobre todo porque la distancia que existía entre Guate-
mala y Nicaragua siempre había hecho que existiera un gobierno central
no efectivo para la provincia. Pero llama la atención la paradoja que estas
localidades anti centralistas mostraban hacia los territorios subordinados:
una actitud centralista. Así, León utilizó la fuerza militar contra la villa de
Managua para mantenerla unida a su posición; pero tanto esa villa como
Granada y otras localidades habían tomado la opción de seguir unidas a
Guatemala días antes de que esta se adhiriera a México.335

Por su parte, Comayagua, después de recibir el documento de Gaínza


y de Iturbide, decidió romper con Guatemala motivada por los rivalis-
mos con Tegucigalpa que desde la capital se habían propiciado, y trató
de mantener control sobre los puertos caribeños de Omoa y Trujillo.
Sin embargo, estos se mantuvieron fieles a Guatemala y rechazaron el
Plan de Iguala. Poco después, la diputación provincial de Comayagua
expuso, justificando su actitud centralista sobre los distritos hondureños,
pero también rechazando la actitud de los gobernantes de Guatemala y
de Iturbide, respecto a que los ayuntamientos no tenían potestad para
pronunciarse por la unión a México, que solo un Congreso de diputados
electos por los mismos pueblos podría decidir si todos ellos debían ser
provincias de Nueva España o no; además, le hicieron saber a las autori-

334 Heliodoro Valle, 43-44, en Vásquez, 2009, p. 55. Así también, meses antes, el 16 de noviem-
bre de 1821, el ayuntamiento del pueblo de Quezaltenango enviaba acta de independencia del
gobierno de Guatemala y su adhesión al Imperio de México, véase en AGCA, B5.3, leg.58, exp.
1284, fl.17, Quezaltenango, 16 de noviembre de 1821.
335 Véase en AGCA, B5.4, leg.59, exp.1375, fl.1.

232
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

dades de Guatemala que se negaban al llamado de unión que les hacía el


jefe político.336

Distinta fue la decisión de Costa Rica, que desde que se recibió el


acta de independencia de 15 de septiembre fue de separación: el Ayun-
tamiento de San José decidió no hacer juramento al pronunciamiento de
Guatemala, porque tanto ese Ayuntamiento, el de Cartago y el goberna-
dor de la provincia se habían adherido al pronunciamiento hecho por la
diputación provincial, en el que acordaban abstenerse y no seguir ningún
partido.337 Pese a que Costa Rica más tarde se unía a México, no dejaba
de expresarse, en su posicionamiento, un rechazo al poder de Guatemala,
que, como Chiapas, había sentido el aislamiento y el abandono.

Por su parte, el Ayuntamiento de la ciudad de San Salvador, en cabildo


de 11 de enero, acordó separarse del gobierno de Guatemala en rechazo
a la actitud de Iturbide y a la proclama de anexión al Imperio de México,
“contra el pacto celebrado en el acta de 15 de septiembre”, que dejaba
fuera la convocatoria y decisión del Congreso.338

Por su parte, el presbítero José Matías Delgado, el más tenaz opositor


de las decisiones de la Junta de Guatemala, se preguntaba, junto a los
demás exaltados de San Salvador, quién era Iturbide para desaprobar el
acta de 15 de septiembre, porqué actuaba de manera hostil y déspota, y
no dejaron de pensar que Gaínza y los demás anti independientes, como
les llamaban a los que querían la adhesión a México, eran traidores.

Como diputado provincial, Delgado manifestó la decisión tomada


ante los ayuntamientos de la intendencia y ante Gaínza, que la dipu-
tación había declarado que San Salvador se consideraba independiente
de Guatemala, e informaba que la diputación se había convertido en
una junta gubernativa provincial, “nombrando al suscrito, presidente con
carácter de jefe político” de la misma provincia, y se pronunciaba por
la independencia absoluta.339 Pronto envió oficios a los subdelegados de

336 Véase en AGCA, B5.2, leg. .57, exp.1264, Comayagua, 11 de noviembre de 1821.
337 Véase en AGCA, B5.4, leg.59, exp.1412, San José, 16 de octubre de 2021.
338 Oficio del ayuntamiento dirigido al pueblo de Gotera, enviando acta de cabildo de 11 de
enero de 1822, en AGCA, B5.4, leg.62, exp.1667, fl.5.
339 Oficio enviado por José Matías Delgado al pueblo de Gotera, comunicando las decisiones
tomadas en la ciudad de San Salvador, véase en AGCA, B5.4, leg.62, exp.1667, fl.3.

233
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

partidos, a los ayuntamientos de la intendencia y a Gabino Gaínza para


informar sobre la decisión de la Junta, información que causó conmoción
y respuestas inmediatas de los ayuntamientos, que llevaron a la disgre-
gación de la intendencia; y la respuesta de Gaínza fue iniciar acciones
militares para someter la posición de San Salvador.

Al lado de la anexión y unidos a Guatemala, se definieron Santa Ana,


Metapán, Coatepeque, Texistepeque, Tejutla, San Miguel, Usulután, San
Alejo y Gotera; en suma, los partidos de occidente y de oriente. Estos
partidos vieron, en la unión al Imperio, la oportunidad de separarse del
poder central ejercido desde la ciudad de San Salvador, así rompían con
el sojuzgamiento en el que habían estado sometidos desde ese poder cen-
tral provincial.

En ese proceso, los subdelegados de partidos y alcaldes de cabeceras,


como autoridades intermedias, fueron clave en el posicionamiento de los
ayuntamientos y sus pueblos. Uno de ellos fue el subdelegado del distrito
de Santa Ana, quien actuó para que los ayuntamientos de Coatepeque
y de Texistepeque juraran la independencia conforme al acta de 15 de
septiembre, y apoyaran la anexión, negándose a someterse a la diputación
provincial de San Salvador.340 De la misma manera actuó el subdelegado
de Gotera, que en unión al ayuntamiento de la cabecera acordó no reco-
nocer el pronunciamiento de independencia anti anexionista originado
en la ciudad de San Salvador, ni obedecer lo que emanara de la Junta
Provincial Gubernativa instaurada en dicha ciudad.341También hubo de-
cisiones de los subdelegados y de los ayuntamientos de otros partidos,
respecto a la forma de independencia que decidirían. Así, el resultado
fue que los distritos de occidente: Santa Ana y Metapán; otros del norte
centro: Chalatenango y Tejutla; y los de la zona oriental: San Miguel,
San Alejo, Gotera y Usulután se alinearan al proyecto anexionista. Por su
parte, José Matías Delgado, en el lado contrario y tras su investidura de
gobernador intendente de San Salvador y jefe político de la Junta Pro-
vincial Gubernativa, hacía lo mismo. Con el afán de ganar lealtades de
los distritos a su postura anti anexionista, sustituyó subdelegados, como
sucedió en el partido de Olocuilta, cuando en febrero 10 de 1822 dio

340 AGCA, A1.1, leg.6931, exp.57293, f.1, Santa Ana, noviembre 15 de 1821.
341 AGCA, B5.4, leg.62, exp.1668, f.1, enero 26 de 1822.

234
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

título de subdelegado a José María Alfaro en sustitución de Rafael Reyna,


por el rechazo que este tenía a la opción anti anexionista.342 Lo mismo
ocurrió con el subdelegado de Sensuntepeque, quien se manifestó fiel a
la posición anexionista.343

Por su parte las poblaciones y sus gobiernos, además de emplear


su rebeldía, utilizaron otros mecanismos, como el de la representación
política; también cedieron para ofrecer colaboración y entrar en nego-
ciaciones y alianzas, a modo de garantizar buen puerto a sus demandas.
Así, establecieron conexiones y fueron parte de los tejidos de poder que
se establecieron con los órganos de gobierno superior e intermedios. Con
sus acciones conciliatorias y de cooperación, se proponían mantener cier-
tos equilibrios y prerrogativas antiguas, y sacar provecho para enfrentar
el estado de cosas reinante. En ese proceso algunos ganaron poder y otros
lo perdieron, y en el caso de muchos pueblos o parcialidades de indios
perdieron el gobierno y la limitada autonomía de la que habían gozado
a manos de la población ladina y de criollos y mestizos, quienes desde
tiempo atrás competían por las tierras y los espacios políticos dentro de
los pueblos.

Finalmente, solo San Vicente y algunos distritos de la parte central


apoyaron la postura de la ciudad de San Salvador. El Ayuntamiento de
San Vicente, al saber que Guatemala promovía la unión de las provin-
cias a México, el 25 de octubre, bajo el liderazgo de Juan José Villacor-
ta, se pronunció por la independencia absoluta, soberano y separado de
Guatemala, rectificando su posición respecto a la ciudad de Guatemala y
manteniendo su espíritu de la defensa de la soberanía, del anterior pro-
nunciamiento que había hecho el Ayuntamiento el 2 de octubre. En la
proclama de 25 de octubre, los vicentinos decían que la decisión tomada
por las autoridades de Guatemala era una actitud desnaturalizada y una
deslealtad a la patria; se referían también a la actitud de los mexicanos:

342 Véase oficio de nombramiento del subdelegado José María Alfaro, en sustitución de Rafael
Reyna, en AGCA, B5.4, leg.62, exp.1644, de 10 de febrero de 1822; véase oficio del subdelegado
Reina, con fecha de 18 de enero de 1822, enviado al jefe político superior de Guatemala, véase
en AGCA, B5.4, leg.62, exp.1651, f.1. Aunque tarde, el jefe político superior de la Audiencia le
ofreció al subdelegado Reina, a través de oficio enviado con fecha 29 de enero, prestar auxilio ante
las “[…] intenciones de quererle sujetar el jefe político de San Salvador [...]”, véase en AGCA,
B5.4, leg.60, exp.1532, f.2 v.
343 AGCA, B1.3, leg. 495, exp. 840, f7, 1821.

235
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

[…] desengañémonos, hermanos guatemaltecos, mientras exis-


tan entre nosotros esas arpías venenosas, esos émulos de nuestros
triunfos, que no agradecen la bondad generosa con que le hemos
ofrecido la participación de nuestros bienes y felicidades; y que
quisieran volver a sumergirnos en la espantosa lóbrega morada de
la esclavitud, no hemos de vivir tranquilos, ni veremos asegurada
nuestra libertad, San Vicente no se cansará de repetir que quiere
ser libre e independiente absolutamente en unión de todo el pue-
blo de Guatemala.344

Así como el de San Vicente, se produjeron varios pronunciamientos


de la parte central de la provincia de San Salvador, manteniéndose leales
al posicionamiento de la Junta Gubernativa y a José Matías Delgado. Por
su parte, Mariano Aycinena, mientras se desenvolvía la consulta, se dedi-
caba de manera entusiasta a promover la adhesión a México y mantenía
correspondencia privada con Iturbide; se había convertido en un infor-
mante de lo que sucedía en las provincias de Guatemala y un opositor
de los que tiempo atrás compartían espacios de debate en las tertulias
patrióticas o alrededor de El Editor Constitucional. Así, para Iturbide, los
informes recibidos le fueron de gran utilidad, le permitían conocer de
los movimientos de los republicanos opuestos a su plan, sobre todo le
preocupaban los de la ciudad de Guatemala, San Salvador y San Vicen-
te, pero no confiado de los informes de un guatemalteco, pese a que lo
consideraba su amigo, envió a Chiapas al general Manuel Mier y Teran
(López, 2000: 93-95); y a finales de noviembre envió al empresario espa-
ñol José Oñate, a establecerse en la ciudad de Guatemala con la misión
de mantenerlo informado, y de quien los republicanos de San Salvador
sospecharon que fue él quien llevó el pliego de Iturbide de 19 de octu-
bre. Así, a su llegada Oñate le escribió: “[…] Este pueblo está amotina-
do, Guatemala se halla dividida en partidos, que la hacen estar en una
anarquía desoladora de la paz […] mucha gente del pueblo ha pedido al
Ayuntamiento la unión con México, por su parte los republicanos hacen
juntas secretas […]”.345

344 Ramón López Jiménez, José Cecilio del Valle, 1968, pp 93-97.
345 Carta de Oñate a lturbide, desde Guatemala, diciembre de 1821, en Heliodoro Valle, La
anexión de Centro América a México, tomo I, pp.103-106.

236
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

De manera distinta se pronunció el pueblo de Nejapa, en febrero de


1822, que junto al Ayuntamiento reconocía al gobierno de la ciudad de
San Salvador, pero no se definía su posición en cuanto a la anexión al
Imperio.346

Bajo esas circunstancias y con el temor de una invasión militar, San


Salvador emplazó para que se celebrara el Congreso planteado en el acta
de independencia, donde se debía decidir los destinos de la región; pero
los designios no llevaron al Congreso, sino a la incursión militar de gua-
temaltecos y mexicanos; las de Guatemala al mando del coronel Manuel
Arzú, y la tropa mexicana al mando del brigadier Vicente Filísola.

De acuerdo con el resultado de la consulta popular, se mostró que la


mayoría de las corporaciones municipales y los pueblos que participa-
ron en dicha cuestión tomaron la opción anexionista. Alejandro Maru-
re muestra que los resultados dieron cuenta que, de 104 ayuntamientos
que aceptaron la agregación a México, 34 daban un voto de confianza a
las autoridades de Guatemala, 23 opinaron que nada más el Congreso
General podía decidir dicho asunto, 11 respondieron que aceptaban la
agregación bajo ciertas condiciones y 67 no enviaron respuesta.347 El re-
sultado fue objeto de largas discusiones. Algunos miembros de la junta
señalaron que el resultado era incompleto, ya que faltaron las respuestas
de una proporción importante de ayuntamientos. Finalmente, la deci-
sión tomada fue la de acordar la incorporación a México.

El historiador Rodríguez (1984) expone que algunos historiadores


explican que esta tendencia se debió a que la monarquía constitucio-
nal era un experimento popular y aceptable entre los centroamericanos,
mientras que el planteamiento republicano les era desconocido, además
conocían de las riquezas de México frente a la deprimida Centroamérica
(p. 219). En efecto, esas fueron algunas de las motivaciones, pero tam-
bién sabemos que hubo razones particulares que tuvieron las localidades
para decidirse por uno u otro bando, como se ha expuesto antes, que las
motivaciones fueron esencialmente los aislamientos, centralismos, auto-
nomismos y arraigos territoriales.

346 AGCA B5.4, leg. 59, exp. 1378, Nejapa, febrero de 1822.
347 Alejandro Marure, Bosquejo histórico de las revoluciones de Centro América, 1844, p.82.

237
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

La adhesión a México se oficializó en reunión celebrada el 5 de enero


en el Palacio de Gobierno. La Junta Provisional Consultiva redactó el
acta y declaraba que las provincias de la antigua Audiencia de Guatemala
se agregaban al Imperio mexicano. Paralelamente, los republicanos de
la ciudad dieron muestras de rechazo a lo decidido; les preocupaba el
destino de las provincias por las circunstancias de debilidad en la que se
encontraban (López, 2000: 99). Por su parte, el moderado José Cecilio
del Valle desaprobó la consulta, bajo el argumento de que era el Congreso
a que habían sido citados los pueblos el que tenía el poder soberano de
“resolver asunto de tamaña importancia”, y que no era a la Junta a la que
le correspondía tomar esa decisión.348

También hubo algunos enérgicos rechazos a ese giro que habían he-
cho el jefe político y la Junta Provisional, anulando el Congreso. Cues-
tionaron que en la consulta no se habían tomado en cuenta a todos los
ayuntamientos, pues no a todos les llegó la documentación. Así lo mani-
festaron algunas localidades, como la de Zacatecoluca, que en oficio a las
autoridades de Guatemala manifestaron su inconformidad por el proce-
dimiento seguido, pues varios ayuntamientos no habían sido consultados
y que, aunque lo hubieran sido, no tenían potestad; y les recordaban el
artículo 2 del acta de 15 de septiembre de 1821, en el que se mandaba a
convocar un congreso para que determinara el asunto de la independen-
cia absoluta.349 Manifestaron también que el Imperio mexicano no tenía
ningún derecho, ni los habitantes de este territorio tienen la obligación
de adherirse a él.350

Las fuerzas milicianas en la guerra civil y la amenaza republicana

Desde los últimos meses de 1821, Gaínza valoraba la posibilidad de in-


tervenir por la fuerza en los territorios opositores a la adhesión; le preo-
cupaba la posición contraria y amenazante de Comayagua, que intentaba
someter a toda la provincia para que Tegucigalpa y demás localidades
mantuvieran la misma posición de independencia separada de Guatema-

348 Jorge Luján Muñoz, La anexión a Mexico, p. 445- 451, tomo III, en Historia general de
Guatemala.
349 Véase en AGCA, B5.3, leg.58, exp.1296, fl.1, Zacatecoluca, enero 12 de 1822.
350 Oficio del ayuntamiento de Zacatecoluca dirigió al jefe politico Gaínza, de 12 enero de
1822, véase en AGCA, B5.3, leg.58, exp. 1296, fl. 2.

238
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

la. En diciembre, Gaínza envió una fuerza militar a Honduras para so-
meter a la diputación provincial de Comayagua. Así, trasladó milicias de
Chiquimula al puerto de Gracias, temiendo que, además de tener some-
tido el puerto de Trujillo, su acción se dirigiera a Tegucigalpa.351 También
solicitó apoyo de fuerzas milicianas de San Miguel y San Salvador, que
para entonces no habían roto con la capital; lo mismo hacía Tegucigal-
pa desesperadamente ante el acoso de Comayagua. Sin embargo, dichas
fuerzas ya no fueron movilizadas, debido a que la situación había vuelto a
cierta tranquilidad.352 Aun así, en enero de 1822, en el puerto de Trujillo,
donde el subdelegado de partido había promovido la oposición anexio-
nista y a la Junta Provincial de Guatemala, movilizó tropa miliciana para
defender su postura en caso de una amenaza militar de Comayagua.353
Estas serían las primeras operaciones militares que provocaba el asunto
de la anexión.

En esos mismos días, en las costas del Pacífico, cerca de la provincia de


San Salvador, se dejó ver la fuerza naval del republicano Thomas Cochra-
ne, un escocés que había estado peleando junto a San Martín y su ejército
insurgente en Chile, pero que por pleitos monetarios había desertado,
y al pasar por las costas centroamericanas les ofreció a los salvadoreños
hacer negocio con unas armas. El asunto pudo ser un rumor, que no
dejó de provocar en Gaínza y en Mariano de Aycinena preocupación, al
menos porque el hecho había envalentonado a los falsos patriotas como
llamaban a los cacos republicanos (Rodríguez 1984: 227).

Hacia el mes de febrero, Iturbide movilizó tropa hacia el sur. En su afán


de extensión territorial y en nombre de la defensa de la independencia
mexicana, afirmaba que su misión no era de conquista, eso sería opuesto
al sistema justo y liberal que había adoptado de ser protectora de México
y de Guatemala.354 La primera idea de Iturbide fue enviar un contingente
de 5.000 hombres, en realidad una cantidad ilusoria, pues no tenía con-
diciones para hacerlo, pero, más tarde de lo previsto, envió 500 hombres

351 AGCA, B5.4, leg.60, exp.1509, 9 de noviembre, Chiquimula.


352 AGCA, A1.1, leg.6931, exp.57233, Guatemala, 11 de noviembre.
353 Véase en AGN de México, Indiferente 1, fl. 6 v.
354 Instrucciones de Iturbide al conde de la Cadena para que dirija la expedición protectora a
Guatemala, Panamá y Campeche, en Heliodoro Valle, La anexión de Centro América a México,
tomo III, pp. 8,9.

239
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

al mando del brigadier Vicente Filísola, un destacado militar del Ejército


Trigarante. La división hacia Chiapas y Guatemala se disminuyó drásti-
camente por el rechazo del Congreso mexicano a la solicitud de Iturbide,
del enorme número de tropa, por lo que, para integrar su fuerza, a su
llegada a Guatemala, Gaínza le entregó la tropa concentrada en distintos
lugares del territorio.

En el mes de marzo, solamente una parte de la intendencia de San


Salvador quedaba en posición anti anexionista: la ciudad de San Salvador,
el partido de San Vicente y otras localidades cercanas a estas; pero, pese a
la pequeña fuerza que representaban, el general Gaínza, arremetió militar-
mente contra este territorio, dispuesto a presionar para que rectificara; y
para ello empleó de nuevo la fuerza militar. Y aduciendo un conflicto entre
la villa de Santa Ana y la ciudad de San Salvador, envió un pequeño cuerpo
de milicias hacia Santa Ana, distrito que mantenía una posición anexio-
nista y un arraigado sentimiento autonomista frente al poder de la ciudad
de San Salvador. Por su parte, San Salvador decidió trasladar tropa recién
organizada bajo el mando de Manuel José Arce, quien había asumido la
jefatura militar. Santa Ana, por su lado, decidió fortalecerse militarmente y
preparó un batallón de milicias de mulatos, para lo cual solicitaron a Gua-
temala que se les proporcionara más armamento y municiones.

Una primera acción de Arce fue perseguir a la milicia de Sonsonate,


que había sido trasladada a Santa Ana, derrotándola en la hacienda El Es-
pinal, del partido de Ahuachapán. El Ayuntamiento de Ahuachapán, en
una comunicación a Gaínza, relató que en la madrugada de 12 de marzo
llegaron las tropas de San Salvador hasta donde estaban acampadas las
milicias de Sonsonate, comandadas por el sargento Nicolás Abos Padilla,
teniendo que huir, no sin que ocurriera un enfrentamiento en el paraje
Las Estanzuelas, de Ataco, en el que quedaron cuatro muertos y seis he-
ridos de los de San Salvador; el resto huyó hacia la villa de Santa Ana.355

En abril, Gaínza ordenó una segunda incursión para terminar con


la oposición de San Salvador, esta vez más numerosa y al mando del
coronel de milicias Manuel Arzú; y pese a la oposición de la diputación
provincial de Guatemala y a la petición del diputado Santiago Milla, para

355 AGCA, B5.6, leg.65, exp.1780, fl.1, Ahuachapán, 12 de marzo de 1822.

240
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

que detuviera el derramamiento de sangre que podía ocasionar, éste no


accedió, deseaba congraciarse con Iturbide e informarle que no quedaba
un milímetro de tierra de las provincias de Guatemala que no estuviera
unida a su Imperio.356

Así que, para someter a los anti anexionistas conducidos por Matías
Delgado desde la ciudad de San Salvador, Gaínza movilizó fuerzas de mi-
licias de Sonsonate, San Miguel, San Alejo y Gotera. La alcaldía mayor de
Sonsonate se había sumado a la posición anexionista, y participó con sus
cuerpos de milicias para reducir la posición de San Salvador. Además, co-
laboraron con las autoridades de Guatemala, promoviendo que el Ayun-
tamiento de Santa Ana, que recogía las rentas del tabaco de Quezaltepe-
que, no fuera enviado a San Salvador, como se había hecho siempre, sino
a Guatemala, esto como una acción para debilitar económicamente a
San Salvador. Toda la parte oriental de la provincia era fiel al gobierno de
Guatemala y se había declarado unida a México, y se expresaba dispuesta
a rechazar cualquier hostilidad por parte del gobierno de San Salvador.357
Mientras Arzú ocupaba Santa Ana, Apopa, Nejapa y Quezaltepeque, por
la parte oriental penetraba una fuerza para someter a los de San Vicente.

Estas decisiones de Gaínza enfurecieron de sobremanera a Iturbide,


y poco después, por rivalidades y protagonismos, entró en controver-
sias con Vicente Filísola, situación que fue contraproducente para sus
aspiraciones, porque perdió el poder cuando, en junio de 1822, Iturbi-
de decidió destituirlo y nombró en su lugar a Vicente Filísola (López,
2000:110-112). Tras ese nombramiento, Filísola debía de promover en-
tre los ciudadanos de la capital y de las provincias las ventajas que tenía
la unión a México, además promover la unidad de las provincias, y sobre
todo derrotar a los disidentes republicanos y promover el constituciona-
lismo de México. Esas habían sido las recomendaciones puntuales que
Iturbide envió a su lugarteniente en Guatemala, además le pedía que
mantuviera en armonía a su tropa con el pueblo, que no se diera una
mala imagen ante los súbditos del Imperio; le recomendaba que recogiera
noticias exactas sobre el espíritu público, sobre el modo de pensar de las
personas, sobre si los partidos de la república formaban aún proyectos y

356 AGCA, B5.7, leg.67, exo.1827, fl.9v, Guatemala, 15 de abril de 1822.


357 AGCA, B5.4, leg. 63, exp.1700, San Miguel, 24 de marzo de 1822.

241
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

de qué clase y quiénes eran; le pedía también que velara por la elección
de diputados a Cortes, ilustrar a los ignorantes, para ello debía de crear
sociedades secretas, frecuentar tertulias, mostrar su buen porte, ser afa-
ble, hablar siempre de los avances del gobierno y de la imposibilidad que
tenía Guatemala de sostenerse sin el auxilio mexicano.358

La fiscalidad y gobierno en el vacío

Mientras transcurrían los meses, además de la disgregación en la que se


hallaban las provincias, la crisis fiscal y económica se volvió insostenible
debido a que, según lo acordado con Iturbide, Guatemala debía sufragar
las campañas militares. Lo cierto es que Iturbide también enfrentaba di-
ficultades financieras para enviar tropa a Guatemala. De acuerdo con lo
que narró Lucas Alamán en su Historia de Méjico, la situación que se vi-
vía después de la independencia era muy difícil, la producción de tabaco
había decaído, el comercio marítimo había bajado; el mismo Iturbide pi-
dió a los pudientes préstamos voluntarios para cubrir la suma de 300.000
pesos, para sufragar gastos del presupuesto mensual, para vestir y dar de
comer al ejército.359 En cuanto a Centroamérica, la división en bandos
opuestos –anexionistas y anti anexionistas– hizo que la recaudación del
diezmo, el tributo y las rentas productivas se vieran retenidas, ese fue el
caso de las utilidades de las factorías de tabaco, el diezmo y los impuestos
que llegaban de la provincia de San Salvador a la ciudad de Guatemala;
recursos que en las nuevas circunstancias se vieron diezmados y desviada
su utilidad a sufragar gastos de armamento y de la tropa movilizada. Tam-
bién desde Chiapas y Quezaltenango se retuvieron las rentas de tabacos y
fueron entregadas a las autoridades de Ciudad Real.360

En tan difícil situación y para mejorar la fiscalidad, desde la capital se


promovió que se mantuvieran activas las cajas del común de los pueblos
y parcialidades de indios y de ladinos, administradas por los subdelega-
dos de partidos; fondos que de nuevo eran utilizados para sufragar otros
gastos que no eran los comunitarios, en este caso para las tropas de mili-
cias. Tal recaudación fue útil, aunque fue poca, dada la resistencia de los

358 Correspondencia enviado por Iturbide a Filísola, con fecha de 23 de enero de 1822, en
Heliodoro Valle pp. 149-150.
359 Lucas Alamán, Historia de Méjico, tomo V, 1986, p. 246.
360 AGCA, B5.4, leg. 59, exp.1394, Guatemala, 9 de noviembre de 1821.

242
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

pueblos y las tensiones que generó, puesto que en algunos casos las auto-
ridades utilizaron la violencia para recoger el cobro, como en San Miguel,
que se estuvo recaudando el tributo y las contribuciones de cajas de co-
munidad de forma violenta, ante la resistencia de ladinos e indígenas.361
Hubo voces que cuestionaron tales acciones. Una de ellas fue la de José
Francisco Barrundia, integrante de la Junta por Escuintla, que rechazó la
propuesta de Gaínza de sufragar gastos emergentes con préstamos a los
fondos de comunidad. En los debates sobre tal asunto, Barrundia recor-
dó leyes que prohibían hacer préstamos sobre dichos fondos, y defendió
que el derecho de igualdad de los indígenas como ciudadanos; era con-
trario al pago del tributo; tampoco debía existir fondos de comunidades
que no fueran administrados por los mismos pueblos (Rodríguez, 1984:
237). Filísola también trató el asunto de la igualdad racial que contenía el
Plan de Iguala y planteó que se eliminara el tributo y el funcionamiento
de las cajas de comunidad. Pero tales asuntos no fueron bien vistos por
la diputación de Guatemala; justificaban que no tenían recursos, sobre
todo el asunto del tributo les parecía que no debía de eliminarse, puesto
que necesitaban esa recaudación; tampoco se había recibido el subsidio
prometido por Iturbide de 100.000 pesos, y hacia diciembre de 1822, la
diputación provincial se declaraba sin fondos.

Bajo esas circunstancias financieras, poco se invirtió en estos años para


el desarrollo y progreso, puesto que lo poco que se tenía fue destinado a
la defensa o a las campañas militares. Pero como jefe político interino,
Filísola quiso emprender algunas reformas. Tal como se lo había pedido
Iturbide, intentó solucionar el problema de los cementerios, asunto que
se había vuelto emergente para la salubridad, pues debido a que dentro
de los templos y a las márgenes de los pueblos se acostumbraba a hacer
los sepulcros, esparciéndose por la ciudad los olores fétidos que se des-
prendían de las fosas fúnebres; pero para solucionar el problema debían
de invertir y no había fondos. Algo se hizo con las donaciones que el
mismo Filísola y el obispo Casaus proporcionaron de sus bolsillos (Ro-
dríguez, 1984: 234).

Aun en esas circunstancias y paralelamente a los preparativos militares,


Iturbide pidió a Filísola que promoviera la unidad de las provincias y que

361 AGCA, B5.8, leg.71, exp.1990, fl.2, San Miguel, 13 de febrero de 1822.

243
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

hiciera hincapié en los ciudadanos sobre la importancia de que escogiera


entre sus mejores hombres a los diputados para las Cortes mexicanas; se
trataba de un congreso que había retomado formas y procedimientos de
las Cortes de Madrid y de la tradición de Cádiz, pese a que Iturbide tra-
taba de alejarse de ese constitucionalismo. La oferta era clara: a cambio de
reconocer el liderazgo mexicano, se le ofrecía a las provincias guatemal-
tecas una representación adecuada en el Órgano Legislativo, así como el
eventual envío de tropas y recursos económicos para garantizar la defensa
de su territorio. La participación en las Cortes mexicanas fue un paso
difícil que enfrentó la diputación de la ciudad de Guatemala, ya que no
había fondos para sufragar los viajes y las dietas que se debían otorgar a
los que fuesen electos. Aún así, la diputación convocó a un nuevo experi-
mento democrático: se dirigió a los ayuntamientos para que en cabildos
abiertos la ciudadanía determinara los recursos que podía proporcionar
para el envío de diputados. El resultado no fue el esperado, ni tampoco
el numero de 20 diputados que fueron trasladados era el deseado por
Iturbide. De acuerdo con Rodríguez (1984), esa falta de representación
fue un justificante para que el Congreso mexicano, en 1823, no viera en
la agregación un proyecto viable (p. 238). Sin embargo, los centroame-
ricanos dejaron ver sus aspiraciones, los costarricenses demandaban más
autonomía y Juan de Dios Mayorga trataba de dar una mejor imagen de
José Matías Delgado y su posición anti anexionista para evitar que se des-
atara una intervención militar. Por su parte, José Cecilio del Valle, desde
el Congreso mexicano, se oponía a tomar el camino de la guerra civil y
proponía una política conciliadora.

La intrusión soldadesca mexicana a San Salvador

Hacia mediados de junio, cuando Filísola tomó las riendas del gobierno
de las provincias de Guatemala, se encontraba abierta la posibilidad de
que la oposición san salvadoreña se resolviera por la vía de la negociación.
Le escribió a Manuel José Arce para persuadirle de que abandonaran la
idea de mantenerse independientes y se incorporaran al Imperio.362 Se
había abierto un dialogo entre Filísola y José Matías Delgado, una ne-
gociación que era promovida por algunos miembros de la diputación de
Guatemala y desde el Congreso mexicano. Sin embargo, los esfuerzos de
negociación no habían dado los frutos esperados, y, hacia octubre, Filí-

362 Correspondencia de Filísola a Manuel José Arce, 26 de junio de 1822, en Valle, La anexión
de Centro América a Mexico, t. III, doc. CCLXVIII, pp. 354-355.

244
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

sola reconocía que solo un movimiento militar agresivo podía asegurar


la cooperación de la ciudad de San Salvador; y se quejaba de la actitud
hostil de Delgado (Rodríguez, 1984: 247; López, 2000).

Previendo resultados negativos de las conversaciones, Filísola organi-


zaba la intervención militar, por lo que había enviado cuatro piezas de
artillería, 200 caballos y 600 infantes a Comayagua, l50 hombres a Santa
Ana; y había hecho reunir en Guatemala a 200 hombres de fijo, 200 de
las milicias, 100 de las de Chiquimula, tropa con la cual se conduciría
hacia Santa Ana. También había logrado que León accediese a auxiliar a
los de San Miguel con 200 infantes y 100 caballos, y que la tropa que
tenía en Comayagua enviara 200 infantes para Tegucigalpa; ordenó que
se le diera a la tropa la instrucción necesaria, se reparara el armamento
averiado, se renovara la munición y sobre todo se animara el espíritu mi-
litar dentro de los cuerpos militares. También solicitó auxilio a Chiapas y
Oaxaca para reforzar la división bajo su mando.

Frente a las amenazas de confrontación militar, los republicanos de


San Salvador aceptaron iniciar conversaciones a través de un armisticio,
y como muestras de buena voluntad accedían retirar las tropas que te-
nían en Santa Ana, Sonsonate y sobre el río Lempa. Al mismo tiempo le
comunicaban a Filísola que había decidido nombrar representantes para
que se condujeran a Guatemala, y para congraciarse le manifestaron que
el ascenso de Agustín de Iturbide al trono de emperador les había causado
júbilo (López, 2000:120).

Las conversaciones comenzaron en el Palacio de Gobierno de Gua-


temala el 10 de septiembre, en medio de las celebraciones del primer
aniversario de la independencia, tanto de México como de Guatemala.
Por parte del gobierno imperial, se nombró al coronel Felipe Codallos y
al coronel Luis González Ojeda, y por la parte del gobierno de San Sal-
vador, a Antonio José Cañas y a Juan Francisco Sosa. Las negociaciones
se realizaron en presencia de Filísola y finalizaron con la firma del armis-
ticio entre ambas partes, en el que se determinaba la forma en la que San
Salvador se integraría al Imperio; aunque, para que el armisticio tuviera
lugar, debía ser ratificado por el emperador y por el Congreso de San
Salvador próximo a celebrarse.363

363 Bases del armisticio firmado por Filísola y los comisionados, por ambas partes, 10 de septi-
embre de 1822, en Valle, La anexión de Centro América a México, doc.CCCXIX, pp. 399-4O2.

245
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

En San Salvador, el Congreso se celebró el 10 de noviembre con


unos 33 delegados que resolvieron: que no podían ratificar el armisticio
sin conocer antes las condiciones en las que se hacía la adhesión; que se
mantendrían en estado de defensa militar mientras existiese la amenaza, y
no la disminuirían como quedaba dicho en el armisticio; que la adhesión
de San Salvador al Imperio no era facultad de Filísola, sino del Congreso
mexicano; también acordaron que, si no eran aceptadas estas determina-
ciones, comprenderían que quedaban “por comenzadas las hostilidades
por parte del imperio, quedando la provincia, libre de todo compromiso
con respecto al imperio, y desde luego se le tenga incorporada a Estados
Unidos de América”.364

La respuesta de Iturbide no se hizo esperar. Indignado desaprobó


el Congreso de San Salvador, y les expresó que el Imperio no admitía
incorporaciones condicionadas, y dio orden a Filísola de “obrar contra
aquellos pueblos rebeldes, con la energía y actividad que exigían las cir-
cunstancias.”365 Mientras Filísola se preparaba para la guerra, escribía una
carta a José Matías Delgado en la que, entre otras cosas, le decía que “era
delirio político pensar que los Estados Unidos de América, aceptaría la
unión de una provincia que le pertenecía a su aliado fronterizo.”366

El 26 de noviembre, Vicente Filísola dejó a cargo del gobierno al co-


ronel Codallos y se marchó en su expedición hacia San Salvador; cuatro
días después ya estaba en la villa de Santa Ana, donde se encontró con la
tropa acantonada en ese punto. Tras un descanso, se dirigió a ocupar los
pueblos de Metapán y Texistepeque. El 9 de diciembre entró al pueblo
de Quezaltepeque, y dos días después instaló su cuartel en la hacienda
Mapilapa, en el mismo lugar en que el coronel Arzú había acampado en
la campaña anterior (López, 2000: 125).

Por su parte, Manuel José Arce, que en opinión de Filísola contaba con
un cuerpo de milicias de unos 4.000 hombres, un tanto indisciplinados
y sin experiencia, de los que únicamente 1.500 tenían armas, entre esco-
petas, machetes y espadas y unos 30 cañones, se encontraba en su cuartel

364 José Matías Delgado a Filísola, 23 de noviembre de 1822, en Valle, La anexión de Centro
América a México, t. III, doc. CCCXXX, pp. 441-442.
365 S. de Marina y Guerra a Filísola. 8 de octubre de 1822, en Valle, La anexión de Centro Améri-
ca a México, t, III, doc. CCCVIII, p. 417.
366 Filísola a José Matías Delgado, 1 de diciembre de 1822, en Valle, La anexión de Centro
América a México, t. III, doc. CCCXXXVII, pp. 448-449.

246
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

general, en el Atajo, un lugar ventajoso para la defensa de la ciudad de


San Salvador.

A comienzos de enero de 1823, Arce decidió marchar con la mitad de


su tropa hacia el oriente para atajar a las milicias de San Miguel y de Co-
mayagua, que avanzaban hacia la capital por orden de Filísola; mientras, el
brigadier preparaba un ataque contundente desde su cuartel general. Por la
mañana del 9 de enero, entró con su tropa a San Salvador; esto significaba
haber ganado la batalla. En sus memorias, Filísola se refiere a ese día:

[…] Dios de los ejércitos que protege siempre las causas de los
buenos, concedió ayer a las armas del Imperio una completa vic-
toria sobre los disidentes a pesar de una resistencia vigorosa y
obstinada, perdieron sus ventajosas posiciones y en ellas fueron
completamente abatidos y derrotados, dejándome dueño de la
ciudad de San Salvador y del resto de su provincia […].367

La caída de Iturbide y el triunfo republicano por la independencia


absoluta

El 25 de febrero de 1823, estando aún en campaña, Filísola recibió no-


ticias extraordinarias que no acabó de creer: los republicanos tomaban
el poder en México y el serenísimo Agustín I abdicaba. Los opositores a
Iturbide, entre ellos Nicolás Bravo, lo invitaban a declararse por el Plan
de Casa Mata, de Antonio López de Santa Anna, con el que había triun-
fado la república.368

Los cacos exaltados y republicanos de San Salvador y Guatemala cele-


braron la noticia. Barrundia y Pedro Molina presionaban a Filísola para
que convocara al Congreso pendiente del acta de 15 de septiembre. En
ese contexto, el brigadier Filísola, asumiendo el cargo de jefe superior po-
lítico de Guatemala y comandante general de la División Protectora, que
Iturbide le había asignado, extendió un decreto en el que anunciaba que
dejaba en plena libertad a las provincias de Guatemala, para que decidie-
ran su porvenir; y poco después, por decreto de 29 de marzo, anunció la
convocatoria al I Congreso Centroamericano.369

367 Vicente Filísola “La cooperación de México a Centro América, l.a parte, p. 160.
368 Ibíd. pp. 7l-72.
369 Decreto de Vicente Filísola de 29 de marzo, en Vicente Filísola, La Cooperación de
México, t. XXXVI, pp. 2ll-221.

247
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

El decreto, en el numeral 1, retomaba la celebración del congreso pen-


diente: “Que, con arreglo al acta de 15 de septiembre de 821, se reúnan
a la mayor brevedad en esta capital todos los diputados de las provincias
que hasta el día 5 de enero de 822 se mantuvieron unidas y adictas, o
reconocieron el gobierno que se instaló el expresado día quince”.370

Aunque Filísola continuó en el cargo de jefe político hasta la reu-


nión del Congreso, este se desenvolvió bajo la influencia de los exaltados
republicanos, a los que se sumaron las otras facciones en busca de un
nuevo pacto. Los republicanos promovían, entre los delegados elegidos al
Congreso, la idea de la separación y de una federación republicana de las
provincias unidas, pero sin un poder del centro fuerte; deseaban que la
nueva unión de las provincias se basara en la autonomía de éstas. Se creó
una junta preparatoria del Congreso y una comisión preparatoria para su
primera sesión, presidida por José Matías Delgado, la cual presentó un
dictamen preparatorio para el debate inicial, que esperaban se diera entre
las facciones. En el numeral 2 de dicho dictamen se hacía hincapié en la
soberanía nacional:

[…] es un deber del Congreso que, depositario de la soberanía


nacional, jamás dará un paso bajo las sombras del misterio, y de la
odiosa arbitrariedad, y la razón sola, y los principios inconcusos
de la política, manifestados de tal manera que puedan estar al
alcance de todo el que posea el sentido común, serán los funda-
mentos incontrastables de todas sus decisiones.371.

En la sesión de 29 de marzo de 1823 se leyó el acta de separación


de Guatemala de México, y meses después, el 1 de julio, se celebró la
segunda sesión del Congreso Centroamericano. Y aunque únicamente
estaban las representaciones de San Salvador y Guatemala, y la mayoría
de los delegados habían sido independentistas exaltados, se declaró la
independencia absoluta.

En la Asamblea Nacional Constituyente de 27 de diciembre de 1823,


se establecieron las bases que debían regir la Constitución de la Repú-

370 Ibid.
371 Numeral 2 del Dictamen de la comisión nombrada por la Junta Preparatoria del Congreso,
presentado acerca de la independencia absoluta, en Boletín del Archivo General del Gobierno
(año 2, núm. 1, octubre de 1936).

248
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

blica Federal de Centro América. Así se establecieron, por decreto, los


principios que instituían un nuevo orden social, a las luces del siglo y a
los deseos y disposición de las provincias para asegurar la felicidad del
pueblo, la independencia y la soberanía nacional, la división de poderes,
los derechos del hombre y del ciudadano, sobre los principios de libertad,
igualdad, seguridad y propiedad. En las bases, se dejó dicho que se debía
de crear un gobierno republicano representativo federal, con estados en
cada una de las provincias, con lo cual quisieron garantizar la autonomía
de las provincias.372

372 Bases de la Constitución, pp. 80-85, Boletín del Archivo General del Gobierno (año 2,
núm. 1, octubre de 1936). pp. 80-85.

249
250
REFLEXIONES FINALES

Después de la independencia, en Centroamérica como en muchas partes


de América Latina, la primera etapa de la formación de los Estados na-
cionales, instituidos después de la independencia, ocurrió en el marco de
una transición caracterizada por marcadas permanencias políticas, que se
entrelazaron a algunas ideas republicanas, liberales y de viejo arraigo, que
evolucionaban como se ha visto en el recorrido de este ensayo, desde el
antiguo régimen de la monarquía hispánica.

Así las antiguas provincias de la Audiencia de Guatemala después de


la consumación de la independencia, se constituyeron en una unidad
política configurada en la Federación de las Provincias Unidas de Centro-
américa, con la proyección de introducirse en el orden de naciones como
sus pares latinoamericanos.

La entidad federativa centroamericana después de casi dos décadas


difíciles y caóticas, y sin haber alcanzado establecer una efectiva función
político-administrativa, puesto que no era viable, se disgregó en 1841, en
un contexto de diversas tensiones y disputas de poderes entre federalistas
centralistas y autonomistas, y bajo problemáticas económicas y sociales
profundas, lo cual dio paso a la formación de cinco Estados nacionales
separados e independientes y con su propia administración interior, eri-
gidos sobre la base de elementos del modelo de tendencia liberal, que de
manera variada fue adoptado.

En esas dos décadas de incipiente federalismo, los cinco Estados


evolucionaron de forma desigual, cada cual de acuerdo a sus particulares
contextos históricos, aunque todos estuvieron unidos bajo ciertos lazos
y problemáticas comunes, que arrastraban desde el llamado periodo co-
lonial; entre otras de las más relevantes eran: una economía y población
dispersa a lo largo del istmo, como islotes autosuficientes, donde desta-

251
Revueltas populares y facciones liberales. Centroamérica en los años de Independencia.

caban a lo sumo dos o tres centros de alguna importancia: la ciudad de


Guatemala y sus valles, la región de los altos, y la región salvadoreña;
una pobreza general; una fragmentación productiva y poca industria, un
dominio monopolizador de grupos de comerciantes del añil, el transpor-
te de ganado y otros y de gran poder político asentados en la ciudad de
Guatemala con amplias redes comerciales y de poder, y un débil funcio-
namiento de las instituciones político administrativas en todos sus nive-
les: central, distrital y local.

Para el caso del gobierno interno del Salvador en lo que fueron los
territorios de la intendencia de San Salvador y alcaldía mayor de Sonso-
nate, el territorio quedó dividido en departamentos, partidos o distritos
y municipalidades, en los que se distribuían algunas ciudades, villas, pue-
blos, cantones y aldeas.

En el nivel departamental el territorio salvadoreño se dividió en


cuatro departamentos: el de Sonsonate, San Salvador, San Vicente y San
Miguel: el primero era el territorio de la antigua alcaldía mayor de Son-
sonate, y los tres restantes, tenían el antecedente de haber sido las tres
provincias internas en las que estaba integrada la alcaldía mayor de San
Salvador antes de las ordenanzas de intendencias del reformismo Borbón,
esta demarcación se implantó bajo el influjo político de sectores econó-
micos predominantes de esas antiguas provincias internas que pretendían
recuperar cierto poder dentro de la nueva administración, y limitar el
poder que emanaba de la ciudad de San Salvador.

Así para la delimitación de la división territorial interna que se hizo


después de la independencia y de lo que hoy son los actuales países cen-
troamericanos, se tomó como punto de partida la división territorial de-
finida por el reformismo Borbón en 1785 y de los curatos de la división
territorial eclesiástica de la Audiencia de Guatemala.

La capital del Estado se delimitó en la antigua capital de la intenden-


cia, –la ciudad de San Salvado– lo cual no estuvo exento de impugnacio-
nes y de situaciones anárquicas, puesto que los otros centros urbanos y
comerciales se oponían a tal centralismo. Así en lo sucesivo la ciudad de
San Miguel, las villas de Santa Ana y de San Vicente se opusieron siste-
máticamente a las acciones llevadas a cabo por el grupo dirigente de San
Salvador, como resultado y expresión de una lucha de poder en la que las
élites de estos centros vieron peligrar sus intereses económicos en el caso

252
Dra. María Eugenia López Mejía. Pseudónimo El Vecino de Alicia

de ser absorbidos por los intereses de los grupos dominantes capitalinos;


pero también tuvieron que negociar y hacen consensos.

También hubo permanencias en el tránsito a la modernidad política


y económica del antiguo régimen al republicano y que aun reconocemos
en nuestras naciones en el presente. Modernidad que inició la monarquía
en el siglo XVIII, a partir de algunos basamentos del liberalismo econó-
mico, y de las nuevas corrientes de pensamiento políticas y filosóficas, en
las que se ponía en el centro la eficacia administrativa y la razón, y que
el régimen de los borbones trató de implementar en su gobierno bajo
el régimen de intendencias, pero que, fue un camino que la monarquía
terminó por limitar manteniéndose en el marco del antiguo régimen,
en medio de la crisis interna e imperial que empezó a minarla frente a
las otras potencias. Así, en el constitucionalismo surgido en 1812 y que
vemos transitar al del republicanismo, permanecieron formas del antiguo
régimen, lo cual se observa en los procesos electivos y de representación
política que ocurrieron para elegir diputados y ayuntamientos en los pri-
meros periodos constitucionales, es decir, antes de la independencia y
aun después de ésta; en el nuevo concepto de ciudadanía, otorgada a los
españoles e indígenas, pero que excluyó a las mujeres y a las castas. Las
castas adquirieron la ciudadanía nada más con la independencia, y las
mujeres, muy tardíamente, hacía ya entrada la primera mitad del siglo
XX, en El Salvador en 1946, en Guatemala en 1945, en Honduras en
1954 y en Nicaragua en 1956.

Bajo esas reflexiones vemos que el resultado en nuestros países y en el


resto de América Latina en el camino hacia la construcción de los estados
modernos, no se puede pensar como una modernidad fallida ante los
graves problemas que hoy enfrentamos de democracia, de fragilidad ins-
titucional, de prácticas de poder autoritarias, de pobreza y desigualdad,
de representación política y de división de poderes, de limitaciones en el
ejercicio de los derechos ciudadanos y de la opinión pública, sino como
una modernidad que se fue asimilando lentamente y de manera propia.
En tal sentido vemos, que la historiografía latinoamericana ha dejado de
analizar ese paso hacia la modernidad, ya no con una visión apegada a
la lectura de los planteamientos ilustrados. Sino como una construcción
propia desde la trayectoria histórica de la región, un camino que ha te-
nido muchas dificultades, limitaciones, retroceso, pero también avances.

253
254
SIGLAS Y REFERENCIAS

Siglas de archivos

1. AGCA- Archivo General de Centroamérica


2. AMS- Archivo Municipal de Sonsonate, Fondo alcaldía mayor de
Sonsonate
3. AGN- Archivo General de la Nación, El Salvador
4. AGN México- Archivo General de la Nación, México
5. AHN- Archivo Nacional de Honduras
6. ANCR- Archivo Nacional, Costa Rica
7. AGI- Archivo General de Indias

Periódicos e impresos

Cortés y Larraz, Pedro (2000). Descripción geográfica-moral de la diócesis de


Guatemala, (1769-1770). Dirección de Publicaciones, Concultura.

Gutiérrez y Ulloa, Antonio (2012). Estado general de la provincia de San


Salvador, Reino de Guatemala, años de 1807, Academia Salvadoreña
de la Historia.

Capo Rodríguez, Pedro (Ed.). (1931). Correspondencia diplomática de los


Estados Unidos concerniente a la independencia de las naciones lati-
noamericanas. (Tomo II). Librería y editorial “La Facultad” de Juan
Roldán y Cía.

Escritos del licenciado José Cecilio del Valle. El Amigo de la Patria (1969).
(Tomo I). Editorial José de Pineda Ibarra.

Escritos del licenciado José Cecilio del Valle. El Amigo de la Patria (1969).
(Tomo II). Editorial José de Pineda Ibarra.

Escritos del doctor Pedro Molina. El Editor Constitucional (1954). (Tomo I).
Ministerio de Educación Pública de Guatemala.

255
Boletín del Archivo General del Gobierno. (Año 1935). Secretaría de Go-
bernación y Justicia, Guatemala.

Boletín del Archivo General del Gobierno. (Año 1, núm. 2, enero de


1936). Secretaría de Gobernación y Justicia, Guatemala.

Boletín del Archivo General del Gobierno. (Año 2, núm. 1, octubre de


1936). Secretaría de Gobernación y Justicia, Guatemala.
Boletín del Archivo General del Gobierno. (Año 2, núm. 3, abril de 1937).
Secretaría de Gobernación y Justicia, Guatemala.

Gaceta de Guatemala, núm. 208, 11 de marzo de 1811.

Gaceta de Guatemala, tomo III. 1799, núm. 101, 11 de marzo de 1799.

Filísola, Vicente. La anexión de México en la independencia de Centro-


américa, I y II parte, en documentos inéditos o muy raros para la
historia de México, publicados por Genaro García en la imprenta de
la vda. de Ch. de Bouret, t. XXXV y XXXVI, México, 1917.

Méndez, José Mariano (1821). Memoria del estado político y eclesiástico de


la Capitanía General de Guatemala: Imprenta de D. Fermán Villal-
pando, 1821.

Valle, Rafael Heliodoro. La anexión de Centro América a México (do-


cumentos y escritos de 1821), tomo 1-6, Archivo Histórico Di-
plomático, publicaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores,
México, 1824.

Diario Oficial, tomo 25, San Salvador, 15 de septiembre, 1888, p.


1149, núm.

256
Bibliografía

Anna, Timothy (1991). Capítulo 2. La independencia de México y Amé-


rica Central. Leslie Bethell (Ed.). Historia de América Latina. Inde-
pendencia. (Vol. 5, pp. 41-74), Cambridge University Press, Edito-
rial Crítica Barcelona.

Aninno, Antonio (2018). Conferencia inaugural de II Simposio Inter-


nacional: Legados y retos de la independencia de los países hispa-
noamericanos. (18-20 de mayo, Bogotá), Instituto Colombiano de
Antropología e Historia.

Alamán, Lucas (1986). Historia de Méjico. Desde los primeros movi-


mientos que prepararon su independencia en el año de 1808 hasta
la época presente, (Tomo V). Libros del bachiller Sansón Carrasco.

Apaloaza Llorente, Dorleta (2015). Los bandos del buen gobierno en Cuba.
La norma y la práctica (1730-1840). Tesis doctoral, Facultad de Le-
tras, Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América.
Universidad del País Vasco.

Ávila, Alfredo (2008). Las revoluciones hispanoamericanas vistas desde el


siglo XXI. Revista de Historia Iberoamericana (Vol.1, núm. 1, pp. 10-
39). https://dialnet.unirioja.es/ servlet/artículo?código=3620917

Bonilla, Bonilla, Adolfo (1999). Ideas económicas en la Centroamérica


ilustrada 1793-1838. Flacso.

Cabezas Carcache, Horacio (2009). Independencia Centroamericana.


Gestión y ocaso del Plan Pacífico. Editorial Universitaria, Universi-
dad San Carlos de Guatemala.

Chandler, L. David (1988). Juan José de Aycinena. Idealista conservador de


la Guatemala del siglo XIX (Serie Monografías 4). Centro de Inves-
tigaciones Regionales de Mesoamérica.

Caretta, Gabriela; Ayrolo, Valentina (2008). “Curas seculares del Tucu-


mán. Entre la colonia y la independencia (1776-1810)”, pp.45-70.
En Rodolfo Aguirre Salvador y Lucrecia Raquel Enríquez (Coords.)
La Iglesia Hispanoamericana. De la colonia a la república. Plaza y
Valdéz editores.

257
Cevallos, José Antonio (1964). Recuerdos Salvadoreños. Ministerio de
Educación, Dirección General de Publicaciones, Tomo II.
Cepedello Boiso, José (2006). La influencia de Condillac y los ideólogos
en la teoría del derecho español decimonónica. Universidad Pablo
de Olavide de Sevilla. Dialnet-LaInfluenciaDeCondillacYLosIdeo-
logosEnLaTeoriaDelD-4047045.pdf
Chandler, David L. (1998). Juan José de Aycinena. Idealista conservador
de la Guatemala del siglo XIX. Cirma.
Chust Calero, Manuel (2007). La independencia en Hispanoamérica. Re-
flexiones, revisiones y cuestiones antes de los Bicentenarios. Anuario
de Historia Regional y de las Fronteras. (Vol. 12, núm. 1, pp. 385-
414). Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga.
_______________ (2009). La revolución municipal, 1810-1823. En
(coord.) José Ortiz Escamilla y José Antonio Serrano. Ayuntamien-
tos y liberalismos en México. El Colegio de Michoacán, Universi-
dad Veracruzana.
Dalton, Roque (1989). El Salvador. Monografía. UCA Editores.
Delgado Aguilar, Francisco Javier (2000). Jefaturas políticas. Dinámica
política y control social en Aguascalientes, 1867-1911, Universidad
Autónoma de Aguascalientes.
Dedieu, Jean-Pierre; Bertrand, Michel; Enríquez, Lucrecia; Hernández,
Elizabeth. Abriendo la conciencia de reino: Cádiz y las indepen-
dencias americanas. Boletín de la Academia Chilena de la Historia.
(LXXVIII, n. º 12), pp. 61-96.
Diego-Fernández Sotelo, Rafael; Gutiérrez Lorenzo, María Pilar; Arrioja
Díaz Virruel, Luis Alberto [coords.] (2014). De Reinos y Subdele-
gaciones. Nuevos escenarios para un nuevo orden en la América Bor-
bónica. El Colegio de Michoacán, Universidad de Guadalajara, El
Colegio Mexiquense.
Diego-Fernández Sotelo, Rafael (2021). Las reformas Borbónicas en la
América Hispánica.Primera sesión del Diplomado. Los procesos de
Independencia, Centroamérica y Chiapas, https://www.facebook.
com/102581504691538/videos/1860498677440483

258
Dym, Jordana (2007). Soberanía transitiva y adhesión condicional: leal-
tad e insurrección en el Reino de Guatemala, 1808-1811. (Año 9,
núm. 18, pp. 196-219). Araucaria.
Dym, Jordana y Herrera, Sajid [coord.] (2014). Centroamérica durante
las revoluciones atlánticas: El vocabulario político, 1750-1850. IEES-
FORD Editores.
Fierer, Thomas Marc (1977). The baron de Carondelet as agent of bourbon
reform. A study of spanish colonial administration in the years of the
French revolution. Tesis Doctoral de Filosofía. University Tulane.
Fernández Molina, José Antonio (2003). Pintando el mundo de azul, el
auge añilero y el mercado centroamericano, 1750-1810. Colección
Biblioteca Historia Salvadoreña (Vol. núm. 14). Concultura.
Floyd, Troy S. (1965). The indigo merchant: Promoter of Central Ame-
rican economic development, 1750-1808. (núm. 39) Business His-
tory Review.
Figeac, José F. (1952). Recordatorio Histórico de la República de El Salva-
dor. Talleres Gráficos Cisneros.
Fluctuat Nec Mergitur [seudónimo] (1961). Doctor José Matías Delgado,
Insurgencias de 1811. Ministerio de Cultura.
Galasso, Giuseppe (2014). Introducción. En Antonino De Francesco,
Luigi Mascilli Migliorini y Rafael Nocera (coords.). Entre Medite-
rráneo y Atlántico. Circulaciones, conexiones y miradas, 1756-1867.
Sección de obras de Historia. FCE.
García Añoveros, Jesús María (1995). La Iglesia en la Diocesis de Guate-
mala. En Jorge Luján Muñoz (coord.). Historia General de Guate-
mala. (Tomo III, pp. 57-82). Fundación para la Cultura y el Desa-
rrollo de Guatemala.
Garriga, Carlos (2004). Orden jurídico y poder político en el Antiguo
Régimen. (núm. 6). Revista de Historia Internacional.
Gutiérrez Cruz, Nicolás (2020). Conferencia “Chiapas en los albores de
la Independencia”. Diplomado: Los procesos de Independencia,
Centroamérica y Chiapas due noviseScmmbctgmtirdeS fgtctpdge
orr2nsfnoroe02dnh0
259
García Giráldez, Teresa (1996). Los espacios de la patria y la nación en
el proyecto político de José Cecilio del Valle. Anuario de Estudios
Centroamericanos (22[1], pp.41-81) Universidad de Costa Rica.
García, Miguel Ángel (1940). Diccionario histórico enciclopédico de la
República de El Salvador. Procesos por infidencia contra los próceres
salvadoreños de la Independencia de Centroamérica desde 1811 hasta
1818. (San Salvador: Imprenta Nacional) Tomo 1.
García Laguardia, Jorge Mario (1971). Centroamérica en las Cortes de
Cádiz. https://revistas-colaboracion.juridicas.unam.mx/index.php/
anuario-mexicano-historia-der/article/download/29459/26582
García Laguardia, Jorge Mario (1994). Centroamérica en las Cortes de
Cádiz. Sección de Obras de Política y Derecho. FCE.
Gracia Pérez, Felipe Gracia (2018). Antonio Annino, Silencios y disputas
en la Historia de Hispanoamérica. URL: http://journals.openedi-
tion.org/mcv/6848; DOI: https://doi.org/10.4000/mcv.6848
Guedea, Virginia; Serrano, José Antonio; Ortiz Escamilla, José; Hernán-
dez Jaime, Jesús. (2010). Discutamos México. La rebelión popular.
https://www.youtube.com/watch?v=CxNMBif6LOc
Guerra, François-Xavier (2009). Modernidad e independencias: ensayos so-
bre las revoluciones hispánicas. Mapfre.
Gavidia, Francisco (1958). Historia Moderna de El Salvador. (San Salva-
dor: Ministerio de Cultura, Depto. Editorial), Vol. 1.
Griffith, W. (1995). “El gobierno de Galvés”. En Jorge Luján Muñoz
(Ed.), Historia General de Guatemala (Tomo IV), Fundación para
la Cultura y el Desarrollo de Guatemala.
Gómez Álvarez, Cristina (2014). La iglesia poblana. Del regalismo al ul-
tramontanismo. En José Antonio Serrano (Coord.), El Sexenio Ab-
solutista. Los últimos años insurgentes. Nueva España (1814-1820).
El Colegio de Michoacán.
González, Magda Leticia (1995). Revueltas indígenas (1712-1820). En
Jorge Luján Muñoz (Ed.), Historia General de Guatemala (Tomo
III). Fundación para la Cultura y el Desarrollo de Guatemala.

260
Gutiérrez, Coralia (2002). Los conflictos por tierras entre pueblos y entre
clases de indios en el Antiguo Reino de Guatemala. Chichicaste-
nango 1813 [Ponencia]. V Congreso Centroamericano de Histo-
ria, San Salvador, 18, 19, 20 y 21 de julio del 2000.
Halperín Dongui, Tulio (1991). Capítulo 1. Los orígenes de la independen-
cia hispanoamericana en Historia de América Latina, (tomo 5, pp.
1-40) Leslie Bethell, editor, Cambridge University Press, Editorial
Critica Barcelona.
_____________________. Reforma y disolución de los imperios ibéricos,
1750-1850, Alianza Editorial, Madrid, 1985.
Hernández Pérez, José Santos (2014). “Gazeta de Guatemala”: portavoz
de las ideas ilustradas de la Sociedad Económica de Amigos del
País, 1797-1799 (AFEC. Asociación para el Fomento de los Estu-
dios Históricos en Centroamérica: Boletín núm. 63).
Hensel, Silke (2008). “¿Cambio políticos mediante nuevos procedimien-
tos? El impacto de los procesos electorales en los pueblos de indios
de Oaxaca bajo el sistema liberal”. Signos Históricos (vol. 10, núm.
20, Julio-Dic.) http://www.scielo.org.mx/
Herrera Mena, Sajid Alfredo (2005). La herencia gaditana. Bases tardío
coloniales de las municipalidades salvadoreñas, 1808-1823. Tesis
doctoral, Departamento de Geografía, Historia y Filosofía, Uni-
versidad Pablo de Olavide, Sevilla.
_________________ (2019). Espacios y opinión pública durante la ane-
xión del Reino de Guatemala a México: San Salvador, 1821. (Vol.
XVII, núm. 1, Enero-Junio, pp. 15-32). Revista Limina R. Estu-
dios Sociales y Humanísticos. DOI: http://dx.doi.org/10.29043/
liminar.v17i1.643
__________________ (2020). Las independencias en Centroamérica:
el caso de San Salvador, 1811-1824. Simposio Independencias I,
Congreso internacional virtual. Un año, dos conmemoraciones.
Diversas Historias de América. 14-18 de diciembre de 2020.
Ibarra Rojas, Eugenia (2011). Del arco y la flecha a las armas de fuego.
Los indios Mosquitos y la historia centroamericana 1633-1786,
Editorial Universidad de Costa Rica, UCR, San José.

261
Jiménez, Ramón (1968). José Cecilio del Valle, Editorial José de Pineda
Ibarra.
Lardé y Larín, Jorge (1953). El acta de independencia de Centroamérica,
Trabajo de incorporación como académico de número de la Aca-
demia Salvadoreña de la Historia. Biblioteca Nacional de Madrid.
López Jiménez, Ramón (1962). José Matías Delgado y de León. Su per-
sonalidad, su obra y su destino. Ensayo histórico. Ministerio de
Educación de El Salvador.
López Velásquez, Eugenia (2018). Pueblos de indios, de ladinos y de mu-
latos de San Salvador y Sonsonate en tiempos de reformas y tran-
siciones políticas. (Tesis doctoral) por el Colegio de Michoacán.
______________________ (2014). Motines populares de noviembre
de 1811 contra el despotismo y el mal gobierno provincial y local.
Una perspectiva diferente. En Revista Humanidades. (V época, Vol.
3, pp. 23-50). Facultad de Ciencias y Humanidades, Universidad
de El Salvador.
_____________________ (2008). Reveses de la política de comercio
libre y política fiscal de rentas estancadas de las Reforma Borbóni-
cas. En López Velásquez, Eugenia, Escalante Arce, Pedro (2008).
(eds.) Los estancos, los monopolios las rentas del Estado. Dirección de
Publicaciones e Impresos, Concultura.
_________________________ (2000). San Salvador en la anexión Cen-
troamericana al Imperio del Septentrión. Colección Popular. Direc-
ción de Publicaciones e Impresos.
Luján Muñoz, Jorge (1977). La Independencia y la anexión de Centroamé-
rica a México. Serviprensa Centroamericana.
_____________________ (1995). Las fundaciones en el reino de Gua-
temala. En Jorge Luján Muñoz (coord.). Historia General de Gua-
temala. (Tomo III, 47-53). Fundación para la Cultura y el Desa-
rrollo de Guatemala.
_____________________ (1995). La anexión a México, en Jorge Luján
Muñoz (coord.) Historia general de Guatemala (445-451, tomo
III). Historia General de Guatemala. (Tomo III, 47-53). Fundación
para la Cultura y el Desarrollo de Guatemala.

262
_________________________ (1992). La Independencia y la anexión
de Centroamérica a México. Serviprensa Centroamericana.
___________________________ (1992). Los vascos en el comercio
del reino de Guatemala. (Tomo 1, XVI). Anales. Academia de Geo-
grafía e Historia de Guatemala.
Lynch, John. Los orígenes de la Independencia Hispanoamericana, Capí-
tulo 1, Historia de América Latina, tomo 5. Independencia, Leslie
Bethell, editor, Cambridge University Press, Editorial Crítica, Bar-
celona, 1991, pp. 1-40.
Marchena, Juan (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla). Del día que
reinasen los indios al día de la república de los indios. Las sierras
andinas en la coyuntura 1810-1830. Simposio Independencias I.
Congreso internacional virtual. Un año, dos conmemoraciones.
Diversas. Historias de América. 14-18 de diciembre de 2020.
Marure, Alejandro (1895). Efeméride de los hechos notables acaecidos en la
República de Centro-América desde el año de 1821 hasta el de 1842,
Tipografía Nacional.
Marure, Alejandro (1844). Bosquejo Histórico de las revoluciones de Centro
América desde 1811 hasta 1834, Biblioteca Guatemalteca de Cultu-
ra Popular, Vol. 36, editorial del Ministerio de Educación Pública
de Guatemala.
Marroquín, Alejandro Dagoberto (2000). Apreciación sociológica de la In-
dependencia Salvadoreña. Dirección de Publicaciones e Impresos.
Meléndez Chaverri, Carlos (2000). José Matías Delgado, prócer centroa-
mericano (San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos,
Consejo Nacional para la Cultura y el Arte. (Tomo 8). Biblioteca
de Historia Salvadoreña.
Monterrey, Francisco (1996). Historia de El Salvador: Anotaciones Crono-
lógicas 1810-1842 (Tomo 1). Editorial Universitaria de la Univer-
sidad de El Salvador.
Ortiz Escamilla, Juan; Serrano Ortega, José Antonio (Editores). Ayunta-
mientos y liberalismo gaditano en México, El Colegio de Michoa-
cán, Universidad Veracruzana, 2009.

263
Paquette, Gabriel (2014). Carlos III: la Ilustración entre España y Ultra-
mar, en Antonino De Francesco, Luigi Mascilli Migliorini y Rafael
Nocera (coordinadores). Entre Mediterráneo y Atlántico. Circulacio-
nes, conexiones y miradas, 1756-1867 (Chile: FCE, Sección de obras
de Historia).

Peccorini Letona, Francisco (1972). La Voluntad del Pueblo en la Eman-


cipación de El Salvador (San Salvador: Dirección de Publicaciones).
Pérez Herrero, Pedro (2020). Las independencias americanas. Reflexio-
nes historiográficas con motivo del bicentenario. reflexiones inde-
pendencia pedro perez.pdf.

Ponce Leiva, Pilar (2008). Redes sociales y ejercicio del poder en la Amé-
rica Hispana: consideraciones teóricas y propuestas de análisis (vol.
34, 15-42). Revista Complutense de Historia.

Quezada, Flavio (2005). Estructuración y desarrollo de la administración


política territorial de Guatemala. Centro de Estudios Urbanos y Re-
gionales. Universidad de San Carlos de Guatemala.

Pollack, Aaron (2008). Levantamiento k’iche’ en Totonacapan 1820.


(núm. 18 Autores Invitados) Avancso.

Reyes, Rafael (1885). Nociones de Historia del Salvador. Imprenta del


doctor Francisco Sagrini.
Rodríguez, Mario (1984). El experiment de Cadiz in Centroamérica
1806-1826. FCE.

Rodríguez O., Jaime E. (1989). From royal subject to republican citizen:


the role of the autonomists in the independence of México (pp.
19-43) en Jaime e. Rodríguez o. (ed.), the independence of Méxi-
co and the creation of the new nation, Los Angeles, University of
California.

Rubio Sánchez, Manuel (1981). Historia de la Sociedad Económica de


Amigos del País.Editorial Académica Centroamericana.

Sarazúa Pérez, Juan Carlos (2007). “Territorialidad, comercio y conflicto


al Este de Guatemala: Santa Rosa, 1750-1871”. Universidad San
Carlos.
264
Serrano, José Antonio (2020). El año en que vivimos en tiempos revo-
lucionarios, empujando las continuidades, dejándose llevar por las
transiciones. 1821 en la historiografía política sobre el México de la
primera mitad del siglo XIX. Simposio Independencias I Congre-
so internacional virtual. Un año, dos conmemoraciones. Diversas
Historias de América. 14-18 de diciembre de 2020.
Sierra, Rolando (2020). De la independencia a la nación. José Cecilio
del Valle, conferencia en Diplomado: Los procesos de indepen-
dencia, Centroamérica y Chiapas https://www.facebook.com/wat-
ch/?v=680014936033857
Solórzano, Juan Carlos (2012). La frontera colonial del Istmo de Amé-
rica Central (1575-1800): indios, frailes, soldados y extranjeros en
los límites de la colonización hispánica, Boletín 53, Afehc. https://
www.afehc-historia-centroamericana.org
Taracena Arriola, Arturo (1996). Periódicos salvadoreños de la primera
mitad del siglo XIX. Fundación Dr. Manuel Gallardo y Centro de
Estudios Mexicanos y Centroamericanos.
Tau Anzoategui, Víctor (1992). La ley en América hispana. Del Descu-
brimiento a la Emancipación. Academia Nacional de la Historia de
Argentina.
___________________ (1992). Casuismo y Sistema. Indagación histó-
rica sobre el espíritu del Derecho Indiano, Instituto de Investiga-
ciones de Historia del Derecho.
Valle, Rafael Heliodoro (1924). La anexión de Centro América a México
(documentos y escritos de (1821), (tomo 1, núm. II). Archivo His-
tórico Diplomático, publicaciones de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, México.
Vallejo García-Hevia, José-María. (2003). La Real Audiencia de los Con-
fines y de Guatemala (1543-1823), (pp. 33-74) Esbozo de su his-
toria institucional en Memoria, Primer Encuentro de Historia de
El Salvador, 22-25 de julio. Licenciatura en Historia de la Univer-
sidad de El Salvador. Concultura.
Vásquez Olivera, Mario (2009). El Imperio Mexicano y el Reino de Guate-
mala. Proyecto político y campaña militar. 1821-1823. FCE.

265
____________________ (2010). Chiapas años decisivos. Independencia,
unión a México y Primera República Federal. Colección Selva Negra.
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Unicach.

Villoro, Luis (1986). El proceso ideológico de la Revolución de Indepen-


dencia, Secretaría de Educación Pública de México.

Wortman, Miles L. (1985). Gobierno y sociedad en Centroamérica, 1680-


1840. Banco Centroamericano de Integración Económica.

Zilbermann de Luján, Cristina. (1995). La nueva dinastía en España en


Jorge Luján Muñoz (Ed.), Historia General de Guatemala. (Tomo III,
pp. 11-19). Fundación para la Cultura y el Desarrollo de Guatemala.

Zilbermann de Luján, Cristina (1995). El régimen de intendencias en Jor-


ge Luján Muñoz (Ed.) Historia General de Guatemala. (Tomo III,
p. 33-38). Fundación para la Cultura y el Desarrollo de Guatemala.

Zilbermann de Luján, Cristina (1995). Introducción. En Jorge Luján


Muñoz (Ed.), Historia General de Guatemala (Tomo III, pp. 3-7)
Fundación para la Cultura y el Desarrollo de Guatemala.

266
APÉNDICE
Línea de tiempo

13, agosto, 1764 C. de Guatemala La siembra y la fabricación de tabaco se vuelve


un producto estancado centralizado en la Real
Hacienda.
14, enero, 1766 C. de Guatemala Sebastián Calvo de la Puerta es nombrado
oidor de la Audiencia de Guatemala.
1, julio, 1767 C. de Guatemala Se cumple la orden de expulsión de los jesuitas
habilitados en la Audiencia.
29, julio, 1773 C. de Guatemala Terremoto Santa Marta, que destruye parte la
ciudad capital de la Audiencia, Guatemala de
Santiago de los Caballeros.
4, julio, 1776 EE. UU. Declaratoria de independencia de los Estados
Unidos de América.

17, septiembre, 1785 San Salvador Se establece la intendencia de San Salvador.

1789-1804 Haití Revolución en la colonia francesa de Haití;


independencia y fin de la esclavitud.
17, septiembre C. de Guatemala Periodo del rey Carlos IV, llamado el
1788-1808 reformismo distorsionado.
17, mayo, 1795 C. de Guatemala Se establece la Sociedad Económica de
Amigos de del País, originada en la tertulia de
Jacobo Villaurrutia.
1794-1799 C. de Guatemala Periodo de funcionamiento de la Sociedad de
Amigos del País, que finaliza en 1799.
25, noviembre,1799 C. de Guatemala La Sociedad Económica de Amigos del País,
de Guatemala; cese enteramente en sus juntas.
13, febrero, 1808 Barcelona Inicia la invasión francesa a España ocupando
esta ciudad, luego Pamplona, Valencia y otras.
17 y 18, marzo, Aranjuez, España Motín de Aranjuez contra la política de
1808 Manuel Godoy, secretario de Estado de Carlos
IV.
19, marzo, 1808 Aranjuez Abdicación de Carlos IV, tras la conjura
aristocrática antigodoista, en el marco del
motín de Aranjuez.
2, mayo,1808 España Resistencia armada del pueblo madrileño
frente a las tropas francesas invasoras, con
saldo de unos fusilamientos masivos por los
franceses.
5, mayo, 1808 Bayona Decreto por el cual Carlos IV abdicó la corona
en favor del príncipe de Asturias.

267
6, mayo, 1808 Burdeos El príncipe de Asturias, denominado
Fernando VII, y los infantes don Carlos y
don Antonio, en Burdeos, abdica la corona
de España en el emperador Napoleón I de
Francia.

6, junio, 1808 Sevilla Decreto de la Suprema Junta de Gobierno


de Sevilla de fecha 6 de junio, declarando la
guerra al emperador de Francia.

Septiembre, 1808 Aranjuez Junta Suprema Central y Gubernativa del


Reino con poderes legislativo y ejecutivo;
se crea durante la ocupación napoleónica
de España, con otras juntas provinciales del
reino.
12, octubre, 1808 San Salvador El Ayuntamiento de la Ciudad de San
Salvador jura y proclama como monarca a
Fernando VII.
29, enero, 1810 Se crea el Consejo de Regencia de España
e Indias, que sustituye a la Junta Central
Gubernativa.
19, junio, 1810 C. de Guatemala Primera sesión del Tribunal de fidelidad.
Septiembre,1810 Nueva España Insurrección de Miguel Hidalgo y Costilla,
cura de Dolores, contra el dominio europeo.
15, octubre, 1810 Cádiz Decreto por el cual las Cortes Generales y
Extraordinarias establecieron la igualdad
de derechos entre los naturales de todos los
dominios de la monarquía española.
10, noviembre, 1810 Cádiz Decretan, las Cortes Generales y
Extraordinarias de la monarquía, la ley de la
libertad de imprenta.
10, enero,1811 Cádiz Las cortes inician discusión sobre
municipalidades.
13, marzo, 1811 Cádiz Decretan, las Cortes Generales y
Extraordinarias de la monarquía, la supresión
del tributo que desde la conquista cancelaban
los indígenas.
24, marzo, 1811 Cd de Guatemala Inicia gobierno del presidente José de
Bustamante en la Audiencia de Guatemala y
es retirado a principios de 1814.
22, abril, 1811 Cádiz Decretan, las Cortes Generales y
Extraordinarias de la monarquía, la
supresión del uso del tormento para obtener
declaraciones; así mismo, quedó prohibido el
uso de grillos, esposas, cadenas, perrillos etc.

268
4, mayo, 1811 Decreto de las cortes declarando por nula
la abdicación y renuncias hechas en Bayona
por el legítimo rey de España e Indias don
Fernando VII.
18, mayo, 1811 C. de Guatemala El Ayuntamiento de la Ciudad de Guatemala
solicita al presidente cumplimiento de decreto
de las Cortes Generales y Extraordinarias,
de 19 de julio de 1810, que mandó suprimir
las Juntas de Seguridad Pública, se proceda a
abolir el Tribunal de Vigilancia, establecido en
la Ciudad de Guatemala por el expresidente
Antonio González Saravia.
23, mayo, 1811 España Se publica decreto de creación de los
ayuntamientos constitucionales.
6, agosto, 1811 España Decreto de abolición de los señoríos y sus
privilegios.
Noviembre y diciem- San Salvador Motines de indios y de ladinos en contra del
bre, 1811 intendente Ulloa, y las autoridades españolas,
en contra del cobro del tributo, los estancos y
que se eliminen las cajas de comunidad.
13, diciciembre,1811 Nicaragua En León, capital de la provincia de Nicaragua,
ocurren algunos disturbios; pobladores de
León salen a las calles a demandar la creación
de un nuevo gobierno.
13, diciembre, 1811 Nicaragua En Granada, ocurren disturbios políticos.

Enero, 1812 Se crea la Regencia que sustituye al Supremo


Consejo de Regencia.
17, febrero, 1812 Totonicapán Alcalde mayor de Totonicapán y
Huehuetenango comunica a los pueblos
la exoneración del pago de tributos a los
indígenas y solicita un donativo para el
sostenimiento de la guerra contra Francia.
18, marzo, 1812 Cádiz Decreto constitucional de las Cortes Generales
y Extraordinarias.
12, septiembre, 1812 C. de Guatemala Rector de la Universidad San Carlos José
Simeón Cañas ordenó promulgación de la
Constitución política.
24, septiembre, 1812 C. de Guatemala Acto de conmemoración de la promulgación
de la Constitución en la ciudad de Guatemala.
7, octubre,1812 San Salvador José María Peinado, intendente de San
Salvador, recibe las medallas conmemorativas
a la juramentación de la Constitución.
8, octubre, 1812 San Salvador Acto conmemorativo de promulgación de
la Constitución presidido por el intendente
doctor José María Peinado.

269
4, julio,1813 Cádiz Exposición del Ayuntamiento de la ciudad de
San Salvador a las Cortes Generales y Extraor-
dinarias; expone las necesidades más urgentes,
sobre todo la carencia de centros de estudio
mayores y sobre la conveniencia de erigir un
obispado en aquella intendencia.
8, septiembre, 1813 Cádiz Decretan, las Cortes Generales y
Extraordinarias, la supresión de la pena de
azotes en todo el territorio de la monarquía.
4, octubre,1813 San Salvador El ayuntamiento de la ciudad de San Salvador,
a las Cortes Generales y Extraordinarias,
expone sobre la conveniencia de erigir un
obispado.
24, enero,1814 San Salvador Intento de insurrección en la ciudad de San
Salvador y pueblos de alrededores.
4, mayo, 1814 C. de Guatemala Bustamante y Guerra recibe cédula real por
la cual Fernando VII anuló la Constitución,
disolvió las cortes de Cádiz.
Mayo 1814-Marzo, Toda la monarquía Periodo del sexenio realista, en el que se
1820 retorna a la monarquía absolutista.
31, marzo 1815 C. de Guatemala Bustamante ordena recoger las instrucciones
que llevó Larrazábal a cortes para ser
quemadas.
5, mayo.1820 España El rey juró la Constitución Política de la
monarquía, que había abolido por decreto en
mayo de 1814. Inicia el trienio liberal (1820-
1823).
16, julio,1820 Acto de juramento a la Constitución
por el jefe político Urrutia, el clero y el
ayuntamiento.
21, septiembre, 1820 San Salvador Junta Electoral de Partido en la ciudad de San
Salvador; nominación Diputado Provincial,
a la Diputación Provincial de Guatemala, al
doctor José Matías Delgado.
24, febrero, 1821 México Agustín de Iturbide proclama el Plan de Iguala
y organiza el Ejército Trigarante, que defen-
derá las tres garantías: religión, independencia
y unión.
10, marzo, 1821 C. de Guatemala El Jefe Político Superior, Carlos de Urrutia,
delegó interinamente el mando político
superior y de hacienda al sub inspector general
del brigadier Gabino Gaínza por su mal
estado de salud.
10, abril, 1821 C. de Guatemala Gabino Gaínza publica manifiesto contra
Agustín de Iturbide.

270
24, agosto, 1821 México Se firman los tratados de Córdoba entre Juan
de O’Donojú y Agustín de Iturbide, en donde
se reconoce la independencia de México.
28, agosto, 1821 Comitán El ayuntamiento de Comitán proclamó la
independencia de España, conforme al Plan
de Iguala.
8, septiembre, 1821 C. de Guatemala Arzobispo Ramón Casaus y Torres afirma,
durante un sermón, que derramaría hasta la
última gota de su sangre antes que ser infiel
a Dios, al rey y a España, lo que ocurriría si
juraba la Independencia.
3, sept.,1821 Ciudad Real El ayuntamiento de Ciudad Real proclama su
adhesión al Plan de Iguala.
11, septiembre, 1821 C. de Guatemala Gabino Gaínza se adhiere al Plan Pacífico de
Independencia.
15, septiembre, 1821 C. de Guatemala Proclama de independencia en la ciudad de
Guatemala.
27, septiembre, 1821 Entrada del Ejército Trigarante a la ciudad
de México; se consuma la independencia de
México.
18, septiembre, 1821 C. de Guatemala Gabino Gaínza pone en conocimiento de
Iturbide la proclamación de independencia del
15 de septiembre.
20, septiembre,1821 C. de Guatemala Arzobispo Ramón Casaus y Torres jura
Independencia.
21, septiembre,1821 San Salvador San Salvador recibe acta de independencia de
la ciudad de Guatemala.

23, septiembre,1821 Zacatecoluca Jura, por el ayuntamiento de Zacatecoluca,


de la proclama de independencia del 15 de
septiembre.
26, septiembre, 2021 Chiapas Protesta de Chiapas porque Guatemala no se
adhirió al Plan de Iguala.
28, septiembre,1821 Comayagua La diputación provincial y el ayuntamiento
de Comayagua acordaron suscribir el Plan de
Iguala.

Acta de los Nublados en León.


30, septiembre,1821 Metapán Jura de proclama de independencia por el
ayuntamiento Constitucional de Metapán.

7, octubre, 1821 San Salvador La Junta Provisional del Gobierno de


Guatemala autorizó la creación de una
diputación provincial en la ciudad de San
Salvador, condicionada a su aprobación al
futuro congreso.

271
4, octubre,1821 San Salvador Apresan a Manuel José Arce y a José Antonio
Rodríguez por oponerse a la forma de
independencia decidida por Barriere.
5, octubre, 1821 México Agustín de Iturbide escribe a Gabino Gaínza
para que se una al Imperio mexicano.
9, octubre,1821 Cd. de Guatemala La Junta Provisional Consultiva, en respuesta
a la acción de Barriere, encomendó a Matías
Delgado dirigirse a San Salvador y restablecer
el orden.
12, octubre,1821 Comayagua En Comayagua, la diputación provincial
acordó promulgar la independencia según el
Plan de Iguala.
18, octubre, 1821 Matagalpa Juramento de independencia en Matagalpa y a
favor del Plan e Iguala.
23, octubre 1821 Omoa Autoridades y pueblo de Omoa declaran
separación de Guatemala, para unirse a
Comayagua.
29, octubre,1821 Costa Rica Anexión de Costa Rica a México.
17, noviembre,1821 C. de Guatemala La Junta Provisional Consultativa declara libre
el comercio de Guatemala y sus provincias.

29, noviembre,1821 Cd. de Guatemala Agustín de Iturbide ordena al conde de la


Cadena hacer avanzar al Ejército Trigarante
hacia Guatemala.
30, noviembre,1821 C. de Guatemala Gabino Gaínza pone de conocimiento a los
ayuntamientos el oficio de Agustín de Iturbide
de 17 de octubre de 1821; y pide que en
cabildo abierto decidan la anexión.

1, diciembre, 1821 Costa Rica Se proclama el Pacto de la Concordia.


29, diciembre,1821 Cd. de Guatemala El ayuntamiento de la ciudad de Guatemala
informa a Iturbide la ratificación de la unión,
al Imperio de México, de Guatemala y sus
provincias.
2, enero, 1822 Cd. de Guatemala Gabino Gaínza trata de sobornar a José
Cecilio del Valle, para que escriba a favor de la
anexión a México.
5, enero,1822 Cd. de Guatemala Proclamación de la anexión de Centroamérica
al Imperio de México.
11, enero,1822 San Salvador La diputación provincial y el ayuntamiento de
San Salvador erigieron una junta gubernativa
presidida por José Matías Delgado.
19, enero, 1822 Cd. de Guatemala Gabino Gaínza crea una nueva provincia,
fusionando Santa Ana y Sonsonate.

272
29, enero, 1822 Quezaltenango Quezaltenango desconoce al gobierno central
de Guatemala.
3, febrero, 1822 Quezaltenango Anexión de Retalhuleu a Quetzaltenango.
7, febrero,1822 Santa Ana Manuel José Arce ocupó, sin combatir, la villa
de Santa Ana.
12, febrero, 1822 San Miguel El ayuntamiento de San Miguel, a jefe político
de Guatemala, solicita que San Miguel sea
erigido en provincia independiente de San
Salvador.
26, enero,1822 Usulután El ayuntamiento de Usulután remite, al
Jefe Político Superior de Guatemala, el
acta del cabildo celebrado el 21, por el cual
acordó no adherirse al pronunciamiento de
independencia del gobierno de Guatemala,
hecho por las autoridades de San Salvador.
21, febrero, 1822 Cd. de Guatemala Disolución de Junta Provisional Consultiva.

25, febrero, 1822 Cd. de Guatemala Gabino Gaínza ordena jura de adhesión al
Imperio mexicano.

27, febrero,1822 Ciudad Real Filísola da parte, al ayuntamiento de


Mazatenango, que había llegado a Ciudad
Real.
21, febrero, 1822 México Iturbide nombra capitán general interino de
Guatemala a Gabino Gaínza.
19, marzo, 1822 C. de Guatemala Manuel Arzú inicia invasión a San Salvador.
29, maro, 1822 C. de Guatemala Toman posesión nuevos miembros de la
Diputación Provincial.
30, marzo, 1822 San Salvador Junta de Gobierno de San Salvador erige
obispado y designa a José Matías Delgado para
la mitra.
4, abril,1822 Quezaltepeque El general Arzú ocupa el pueblo de
Quezaltepeque.
Abril, 2022 San Vicente Fray Tasajo mantiene 600 hombres en San
Vicente a favor de republicanos.
6, abril, 1822 San Vicente Tropas migueleñas invaden San Vicente, para
que reconozcan el Plan de Iguala.
16, abril,1822 San Salvador Manuel José Arce pide paz a Arzú
22, mayo,1822 San Salvador Arzú se acantonó en la hacienda Mapilapa.
Mayo,1822 San Salvador Fray Tasajo y Antonio Cañas acosan a Arzú y
sale en desbandada.
3, junio, 1822 San Salvador Tropas al mando de Manuel Arzú abandonan
el sitio de San Salvador.
9, junio,1822 San Salvador Arce proclama victoria de las milicias a su
cargo en Santa Ana.

273
12, junio, 1822 C. de Guatemala Tropas mexicanas, al mando de Vicente
Filísola, ingresan a Nueva Guatemala de la
Asunción.
22, Junio, 1822 C. de Guatemala Gabino Gaínza entrega el mando a Vicente
Filísola
Julio, 1822 C. de México Agustín de Iturbide disuelve el Congreso
de México y encarcela a los diputados
centroamericanos José Cecilio del Valle,
Marcial Zebadúa, Santiago Milla y Juan de
Dios Mayorga.
26, noviembre, 1822 C. de Guatemala Vicente Filísola sale hacia San Salvador con
tropa mexicana y de Guatemala.
13, diciembre, 1822 Costa Rica Junta de Gobierno toma posesión en Costa
Rica
16, enero, 1823 Nicaragua Sublevación de Cleto Ordóñez en Granada.

8, febrero, 1823 San Salvador Brigadier Vicente Filísola declara victoria


sobre San Salvador y ocupa la capital.
19, marzo, 1823 México Abdicación de Agustín de Iturbide.
29, marzo, 1823 C. de Guatemala Decreto de Vicente Filísola, Jefe Superior
Político de Guatemala, manda dar
cumplimiento al artículo 2 del acta de
independencia del 15 de septiembre, que se
refiere a la convocatoria del Congreso de las
Provincias.
24, junio 1823 C. de Guatemala El Congreso General de las Provincias toma el
título de Asamblea Nacional Constituyente.
1, julio, 1823 C. de Guatemala Decreto de la Asamblea Nacional
Constituyente de acta de independencia
absoluta de las Provincias Unidas del Centro
de América, redactada por José Francisco
Córdova.
17, julio, 1823 C. de Guatemala Decreto por el cual se dispuso el regreso a
México del brigadier Vicente Filísola.
3, noviembre, 1823 C. de Guatemala Tropas salvadoreñas y quezaltecas retornan a
sus lugares de origen.
4, abril, 1824 C. de Guatemala Asamblea Nacional Constituyente de la Repú-
blica Federal del Centro de América decreta
abolición de esclavitud negra, conforme a mo-
ción presentada por José Francisco Barrundia,
Mariano Gálvez y José Simeón Cañas.
7, abril, 1824 San Salvador Se promulga y jura solemnemente la
Constitución Política del Estado del Salvador.

274
Abril, 1824 San Salvador El gobierno salvadoreño decreta la erección
de un obispado, recayendo el cargo en el
presbítero José Matías Delgado.
Noviembre, 1824 C. de Guatemala Se promulga la Constitución Federal de
Centroamérica, en la ciudad de Guatemala.

6, febrero,1825 C. de Guatemala Instalación del primer Congreso Federal en la


ciudad de Guatemala.
10, abril, 1825 C. de Guatemala Publicación y jura de Constitución Federal de
la República de Centro América.
26, abril,1825 C. de Guatemala Elección de Manuel José Arce como
presidente de la República Federal del Centro
de América.
18, julio,1825 San Salvador Congreso Federal ordena erección del
obispado de San Salvador.

275

También podría gustarte