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Como parte de la naturaleza del hombre están las emociones con las cuales Dios nos creó
con un fin en específico, entre esas emociones está el miedo. Sin embargo, ese miedo no
era con el fin de dañarnos a nosotros mismos, sino más bien, para alertarnos de aquellas
situaciones que nos podrían causar daño. El miedo es un sentimiento normal cuando su fin
es el adecuado, pero cuando este nos está dañando, es cuando necesitamos detenernos
y tomar decisiones sobre eso que estamos enfrentando. Muchas veces el miedo es por
cosas que nuestra mente esta maquinando alimentada por espíritus que quieren causar
terror y espanto con el fin de destruirnos a nosotros mismos, otras veces nos llenan de
inseguridades por el futuro, causando gran ansiedad sobre nosotros. El miedo también nos
puede llevar a situaciones de depresión cuando permitimos que este logre tomar control
sobre nosotros.
La sintomatología del temor en cada uno puede variar, sin embargo, sea cual sea esta
sintomatología, el objetivo del temor, el pánico, la ansiedad, la depresión, es destruirnos a
nosotros mismos. Es por ello que con urgencia debemos identificar si estamos atravesando
una situación de temor que no hemos logrado resolver para saber que decisiones y
acciones tomar según lo que nos enseña la palabra de Dios.
En una ocasión Jesús subió a un monte ubicado en Galilea en el norte de Israel, en el cual
se acercaron sus discípulos, y comenzó a enseñarles sobre varios aspectos de la vida del
hombre, entre ellos sobre la ira, el adulterio, la ley, la oración, el ayuno, las riquezas y sobre
el afán y la ansiedad que es el tema de nuestro interés. Lo que el Señor les enseño a sus
discípulos en los versículos del capítulo 6 de Mateo, es que el hombre tiene afán y ansiedad
cuando cree que en él se encuentra el control de todas las cosas. Esa es una mentira y
engaño de Satanás con la cual nos tiene a muchos atados, y llenos de ansiedad, temor,
angustia, depresión, preocupación, etc. Si bien es cierto, Dios desde el principio le delego
al hombre responsabilidades en cuanto a su vida, tanto de cuido, como también de
obediencia, es decir, de aquellas leyes y mandamientos que necesitamos como una
lámpara sobre nuestros pies para cuidar nuestros caminos, de esa manera cuidar que no
vayamos por caminos de muerte y destrucción. Sin embargo, esa responsabilidad que Dios
le delego al hombre es mínima en comparación al poder que Él tiene para cumplir su
voluntad en nosotros.
Jesús hizo un contraste entre algunas situaciones que pueden poner en ansiedad y afán al
hombre. La primera de ellas fue el afán por la provisión para comer y beber, algo
fundamental y básico para poder vivir, sin embargo, aun en ese elemento tan
indispensable, el Señor dijo ¨No os afanéis¨. Hizo una comparación entre el hombre y las
aves del cielo, que no siembran, ni siegan, y aun así es nuestro Padre que está en los cielos
quien las alimenta, nunca les falta el sustento que necesitan cada día, termina su
argumento con la siguiente pregunta ¿No valéis vosotros más que ellas? Aunque la palabra
de Dios enseña que a causa del pecado el hombre debe trabajar para alcanzar su
sustento, pero existe una realidad mayor que esa, y es que Dios es quien provee todo en
cuanto sus hijos necesitan. Eso no nos exonera de no trabajar, pues es una ley vigente de
tiempo en tiempo, pero quien se encarga de tener cuidado de nosotros y proveer el
alimento, no es nuestro trabajo, ni nuestras fuerzas, sino nuestro Padre que está en los cielos.
Dios tiene un plan de vida trazado para cada uno de nosotros desde antes que naciéramos,
incluso como se le dijo al profeta Jeremías: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y
antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Jeremías 1:5” Todos
nacemos con un plan de vida que son planes de bien y no de mal (Porque yo sé los
pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de
mal, para daros el fin que esperáis. Jeremías 29:11)pero cuando el hombre comienza a
querer tomar el control absoluto de su vida sin importar cuál sea la voluntad de Dios para
él, y los planes trazados desde la eternidad con su vida, es ahí, cuando comenzamos a
tornar nuestra vida en sumo sufrimientos y angustias.
La vida está llena de situaciones adversas en las cuales no tenemos el control de ellas, poco
podemos hacer para cambiarlas, en otras quizás tenemos la posibilidad de hacer algo,
pero por miedo, temor, afán, no lo hacemos, y en otras, son parte de las consecuencias por
nuestras malas decisiones, pero sobre todas estas las más difíciles son aquellas donde no
tenemos nada en control de ellas, por ejemplo: problemas entre mis padres, la enfermedad
de algún familiar, las situaciones de desastre en el mundo, la violencia, mis sueños por
casarme, sueños por tener hijos, etc. Existen diversos problemas en los cuales no tenemos el
control. Acá es donde nos preguntamos ¿Qué hago?
El salmo 11 nos habla de un momento de terror que vivió David, cuando sus amigos vieron
que sus enemigos tenían sus flechas sobre las cuerdas para disparar contra los justos, le
aconsejaron “huye al monte como las aves”, sin embargo, la respuesta de David ante tal
asechanza fue “en Jehová he confiado”. Esas saetas pueden ser las distintas circunstancias
que podamos estar atravesando que amenazan con destruirnos, detenernos, frústranos; sin
David hace una pregunta en medio del salmo ¿qué ha de hacer el justo si fueren destruidos
todos los fundamentos? Comienza a mencionar argumentos sobre la realidad mayor que
cualquier situación adversa, la autoridad de Dios y su poder. También menciona que el justo
de nada debe temer, pero el injusto sufrirá calamidades por su propia injusticia.
Entonces… ¿Que hacemos ante las adversidades cuando vemos que todo se está
derrumbando? 1. Camina en justicia 2. Buscar diariamente a Jehová (En oración, en su
Palabra, en la alabanza, en la iglesia, en sus privilegios y servicios.) Dios está sentado en su
trono, es refugio en quien en Él esperan, ninguna cosa esta fuera del control de Dios, aun ni
la muerte que es la más temida por todos, aun eso está en control absoluto de nuestro
Padre que está en los cielos.
A primera vista, estas respuestas parecen no tener relación con su situación, pero
examinemos bien las respuestas de David ante la adversidad. El salmista está diciendo que
las cosas no son como parecen ser. Parece que ahora las situaciones (enfermedades,
escases, fracasos, decepciones, peligros) tienen el control sobre nuestras vidas, y que
encontrar una solución es imposible, pero la realidad es otra. En los cielos esta nuestro Dios,
sentado en su trono, mirando todo. Él está a cargo de todo, tiene el control absoluto y
soberano de todo lo que acontece en nuestras vidas y a nuestro alrededor.
Salmos 56:11
En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?
En el Salmo anterior, el salmista escribe, “En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede
hacerme el hombre?”. Este es un asombroso testimonio del poder de confiar en Dios. Lo
que el salmista está diciendo es que, a pesar de lo que suceda, él confiará en Dios porque
conoce y entiende Su poder. Entonces, la total y completa confianza en Dios, es la clave
para vencer el temor. Confiar en Dios es rehusarse a ceder ante el temor. Es acudir a Dios
aún en los tiempos más oscuros y confiar en que Él arregle las cosas. Esta confianza procede
de conocer a Dios y saber que Él es un Dios bueno. Como dijo Job cuando estaba
experimentando unas de las pruebas más difíciles registradas en la Biblia, ¨He aquí, aunque
él me matare, en él esperare¨ (Job 13:15) Una vez que hayamos aprendido a poner nuestra
confianza en Dios, ya no tendremos temor de las cosas que vengan contra nosotros.
Seremos como el salmista que con confianza dijo: “…alégrense todos los que en Ti confían.
Den voces de júbilo para siempre, porque Tú los defiendes. En Ti se regocijen los que aman
Tu nombre” (Salmo 5:11).
y haz el bien; Busca la paz, y síguela. 15 Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos
sus oídos al clamor de ellos. 16 La ira de Jehová contra los que hacen mal, Para cortar de la
tierra la memoria de ellos. 17 Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus
angustias.