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Fundamentos Físico y Equipos

Cristina Ballester Escribano – 2ºLCB

TEMA 1 – CARACTERIZACIÓN DE LAS RADIACIONES Y LAS ONDAS

1. RADIACIÓN IONIZANTE Y NO IONIZANTE.


1.1. Estructura atómica de la materia.
1.1.1. El núcleo atómico.
1.1.2. La corteza atómica.

2. RADIACIÓN ELECTROMAGNÉTICA Y DE PARTÍCULAS.


2.1. Radiación ondulatoria.
2.1.1. Caracterización de las ondas periódicas.
2.1.2. Comportamiento de las ondas.
2.2. Radiación electromagnética.
2.2.1. Espectro electromagnético.
2.2.2. Dualidad onda-corpúsculo.
2.3. Radiación corpuscular.
2.3.1. Interacción de las partículas cargadas con la materia.
2.3.2. Interacción de las partículas neutras con la materia.

3. ONDAS MATERIALES Y ULTRASONIDOS.


3.1. El sonido.
3.2. Ultrasonidos.

4. MAGNETISMO Y APLICACIONES EN LA OBTENCIÓN DE IMÁGENES DIAGNÓSTICAS.


4.1. Magnetismo.
4.1.1. Materiales magnéticos.
4.1.2. Campos magnéticos producidos por corrientes.
4.1.3. Corrientes producidas por campos magnéticos.
4.1.4. Fuerza sobre una carga eléctrica en un campo magnético.
4.1.5. Magnetismo en el átomo.
4.2. Aplicaciones del magnetismo en la obtención de imágenes.

5. APLICACIÓN DE LAS RADIACIONES IONIZANTES EN RADIOTERAPIA E IMAGEN PARA EL


DIAGNÓSTICO.
5.1. Aplicaciones de las radiaciones ionizantes en radioterapia.
5.1.1. Radioterapia de haces externos (EBRT)
5.1.2. Braquiterapia.
5.1.3. Otras aplicaciones.
5.2. Aplicaciones de las radiaciones ionizantes en diagnóstico.
5.2.1. Haces externos en diagnóstico.

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5.2.2. Isótopos radiactivos en diagnóstico.

6. APLICACIÓN DE LAS RADIACIONES NO IONIZANTES Y LAS ONDAS MATERIALES EN


RADIOTERAPIA E IMAGEN PARA EL DIAGNÓSTICO.
6.1. Aplicaciones en radioterapia.
6.1.1. Asistencia al contorneo de volúmenes blanco.
6.1.2. Imagen de tratamientos en tiempo real.

7. UNIDADES Y MAGNITUDES DE USO EN RADIOTERAPIA E IMAGEN PARA EL DIAGNÓSTICO.


7.1. Transferencia lineal de energía (LET).
7.2. Exposición X.
7.3. Dosis absorbida D.
7.3.1. Relación entre exposición y dosis absorbida.
7.3.2. Kerma K.
7.3.3. Dosis media en un órgano.

En este tema vamos a tratar los conocimientos básicos sobre la física de las radiaciones y la
naturaleza atómica de la materia. Qué son las radiaciones, cómo se comportan, qué tipos
hay y también sus aplicaciones más comunes. Conocerá las ondas y las partículas, sus
generalidades, y todo aquello que será de utilidad para explicar por qué y para qué son
utilizadas en radioterapia y diagnóstico por la imagen.
Tras una breve introducción sobre la estructura del átomo nos adentraremos en la
naturaleza de la radiación, estudiando las características de las ondas y las partículas. A
continuación, el magnetismo nos abrirá las puertas de la resonancia magnética y su
utilización en imagen para el diagnóstico.
Llegados a este punto, introduciremos las aplicaciones de las radiaciones que
profundizaremos en los temas siguientes para, finalmente, introducirnos en el mundo de la
metrología y las magnitudes de uso en radioterapia e imagen.

1. RADIACIÓN IONIZANTE Y NO IONIZANTE.


1.1. Estructura atómica de la materia.
Uno de los problemas más fascinantes que encontraron la física y la química de finales del
siglo XIX y principios del XX fue la constitución de la materia. Debían resolver la pregunta de
si existía o no una partícula elemental por debajo de la cual se perdiesen las propiedades
químicas de las sustancias. Pues bien, esta partícula existe y se llama átomo.
Un átomo es la partícula más pequeña que forma cualquier sustancia y que posee
propiedades químicas bien determinadas, es decir, la capacidad de combinarse con otros

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átomos para formar asociaciones más complejas llamadas moléculas. Los átomos son muy
pequeños, su diámetro es del orden de 10-10 m.
El origen de la palabra átomo procede de la antigua Grecia, y su significado es indivisible.
Ahora sabemos que los átomos no son indivisibles, sino que están formados por partículas
de menor tamaño distribuidas en dos partes claramente diferenciadas: núcleo y corteza.
1.1.3. El núcleo atómico.
El núcleo alberga casi la totalidad de la masa del átomo (99,9%) aunque su tamaño es
diminuto, unas 10.000 veces más pequeño. En su interior se encuentran dos tipos de
partículas diferentes: los protones y los neutrones. Por ser las componentes del núcleo, a
ambas partículas se las llama nucleones.
Los protones son partículas de carga eléctrica con signo positivo, de un valor igual a la carga
elemental, es decir, +1,602 x 10-19C (Coulombs). Al número de protones que forman parte de
un núcleo se le llama número atómico Z. Este número determina las propiedades químicas
del átomo. Así, todos los átomos con el mismo número Z tienen las mismas propiedades
químicas y, por tanto, son del mismo elemento químico.
Los neutrones son partículas sin carga eléctrica. Su masa es un poco mayor que la de los
protones, aunque la diferencia es del orden de tan solo un 0,1%. Puesto que los neutrones y
los protones concentran casi toda la masa del átomo, a la suma del número de protones más
el de neutrones se la llama número másico A.

1.1.4. La corteza atómica.


La corteza está formada por unas partículas diminutas, los electrones, de carga eléctrica
negativa y masa unas 1.800 veces inferior a la de los protones. El valor de su carga, sin
embargo, es de la misma magnitud, aunque del signo contrario. Es decir, -1,602 x 10 -19 C. El
número de electrones de la corteza es igual al número de protones del núcleo, de manera
que el átomo es eléctricamente neutro.
Los electrones de la corteza se mueven alrededor del núcleo describiendo órbitas, de
manera que evitan así caer sobre él de una manera similar a como los planetas orbitan
alrededor del sol. La corteza está casi totalmente vacía, con tan solo los diminutos electrones
trasladándose a gran velocidad.
La distancia a la que orbita un electrón respecto al núcleo determina la energía potencial de
su órbita. Según la teoría atómica del físico sueco Niels Bohr las energías de los electrones no

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pueden adoptar cualquier valor, sino que solo unos pocos son posibles. Es decir, los
electrones se mueven alrededor del núcleo con unos valores energéticos bien definidos. A
cada uno de estos valores se le denomina capa. Una capa puede contener diversas órbitas,
pero todas ellas tendrán la misma energía.

Las capas de la corteza se simbolizan con las letras del alfabeto, empezando por la capa K, la
más próxima al núcleo, L, M, N… La más externa se denomina capa de valencia y es la
responsable de la reactividad química del átomo.
Las capas más próximas al núcleo son las de menor energía, y las más lejanas son las más
energéticas. Así, para que un electrón se mueva de una capa interna a una capa más
externa, deberá absorber energía.
Cuando un átomo no es perturbador externamente, los electrones ocupan siempre las capas
más cercanas al núcleo. Se dice que el átomo está en su estado fundamental. Al perturbar
un átomo, como por ejemplo al incidir radiación sobre él, los electrones pueden absorber
energía del exterior y pasar de niveles más bajos a capas más altas. Este proceso se llama
excitación. Al cesar la perturbación externa, vuelven a las capas más bajas devolviendo el
exceso de energía en forma de radiación electromagnética. Es la llamada desexcitación, y en
ella encontramos el origen de los rayos X característicos.
Si la radiación incidente es de suficiente energía como para arrancar un electrón del átomo,
el número de protones será superior al de electrones y quedará cargado positivamente,
convirtiéndose en un ion. El proceso por el cual un electrón es arrancado del átomo se llama
ionización, y las radiaciones con suficiente energía como para producirlo, radiaciones
ionizantes.

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La energía necesaria para provocar la excitación de un electrón y que salte de una capa con
energía U1 a una capa más alta con energía U2 tiene un valor:

E = U2 – U1
En la excitación, esta diferencia es de signo
positivo porque el electrón debe absorber
energía para subir a una capa más alta.
Contrariamente, en la desexcitación es de signo
negativo porque el electrón pierde energía,
emitiéndola al exterior en forma de radiación
electromagnética.
En el caso de que la energía de la radiación
incidente tenga una energía superior al valor de
la energía potencial del electrón, se producirá
una ionización y el electrón saldrá despedido con una energía cinética igual a la diferencia de
los dos valores.

Los valores de la energía a nivel atómico son valores absolutos muy pequeños, lo que
dificulta la comparación y las operaciones con ellos. Para evitar esta limitación se introduce
una nueva unidad llamada electronvoltio, simbolizada por eV. Su equivalencia con la unidad
de energía en el SI, el joule, es la siguiente:
1 eV = 1,602 x 10-19 J

Un error muy frecuente se produce al confundir el eV con una unidad de potencial eléctrico.
Es necesario tener siempre en cuenta que el eV es una unidad de energía.

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2. RADIACIÓN ELECTROMAGNÉTICA Y DE PARTÍCULAS.


La energía se transmite a distancia por medio de la radiación, que puede ser de dos
naturalezas distintas: ondas y partículas.
3.
4.
3.
4.
4.1.
4.2.
2.1. Radiación ondulatoria.
Las ondas son perturbaciones que se transmiten a distancia sin que haya transporte de
materia. Existen ondas que solo pueden transmitir a través de medios materiales, como el
sonido o las olas del mar, y que constituyen las llamadas ondas materiales. Las ondas que no
necesitan de un medio físico para desplazarse, y que por tanto pueden hacerlo también en el
vacío, son las ondas electromagnéticas.
Cabe destacar el caso particularmente interesante de aquellas ondas en que la perturbación
se repite a lo largo del tiempo. Son las llamadas ondas periódicas. Los ultrasonidos y las
ondas electromagnéticas de uso en radioterapia e imagen para el diagnóstico pertenecen a
este tipo de ondas.
2.1.1. Caracterización de las ondas periódicas.
Los parámetros que definen una onda periódica son los siguientes:
 Longitud de onda (λ): es
la distancia que separa
dos puntos que estén en
el mismo estado de
oscilación en un instante
de tiempo, esto es, la
distancia que separa dos
crestas consecutivas, o
dos valles, etc. Sus
unidades serán de
longitud (metros) (Figura
3).

 Frecuencia (f): es el número de repeticiones de la perturbación por unidad de


tiempo. Sus unidades en el sistema internacional son los hercios (Hz). Un hercio es la
frecuencia de una onda que tiene un periodo de 1 s (1 Hz = 1 s-1).

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 Periodo (T): es el tiempo que tarda en repetirse la perturbación. Se mide en


segundos. El periodo y la frecuencia están relacionados por la expresión:

 Velocidad de propagación (v): es la distancia recorrida por la onda en la unidad de


tiempo. Sus unidades son m/s.
 Amplitud: es la diferencia entre el valor máximo de la magnitud objeto de la
perturbación en una cresta y el valor cero. Sus unidades dependerán de la magnitud
que oscila.
Un tipo especial de ondas periódicas son las llamadas ondas armónicas, en las que la
perturbación transmitida sigue una función sinusoidal a lo largo del tiempo. Cualquier onda
puede ser representada como combinación de ondas armónicas de diferentes frecuencias y
amplitudes, lo que facilita el estudio de su comportamiento y sus propiedades físicas.
2.1.2. Comportamiento de las ondas.
La interacción de las ondas con el
medio en el que se propagan produce
diversos efectos que deben ser
estudiados para conocer sus
implicaciones en radioterapia y
diagnóstico por imagen. Los
principales son los siguientes (Figura
4).
 Reflexión: se produce en
una onda al llegar a la interfase entre
el medio del que procede y otro de
naturaleza o densidad diferente. En la
reflexión, la onda no penetra en el segundo medio, sino que vuelve a aquel por el que se
propagaba.
 Refracción: se produce al atravesar la interfase entre dos medios de densidades o
propiedades distintas. En este caso, la onda penetra en el segundo medio, pero sufre
una desviación en la dirección de propagación.
 Polarización: en este caso la oscilación solo puede darse en una dirección
determinada del espacio (Figura 5).

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 Interferencia: se produce al coincidir dos ondas en el mismo punto del espacio. La


perturbación es la suma algebraica de las dos oscilaciones en cada instante de
tiempo.
 Difracción: se trata de un fenómeno exclusivo de las ondas, que se produce al
atravesar una abertura de dimensiones parecidas a la longitud de onda.
2.2. Radiación electromagnética.
En 1864 Maxwell demostró que las oscilaciones de un campo eléctrico se propagan como
una onda a la velocidad de la luz. A estas ondas se las llamó ondas electromagnéticas. Más
tarde, en 1888, Hertz las produjo mediante circuitos eléctricos oscilantes y observó que
sufrían fenómenos idénticos a los de la luz: reflexión, refracción e interferencia. Se
estableció así la naturaleza de la luz como una onda electromagnética.
La luz se propaga en línea recta, y al igual que cualquier onda transversal, experimenta los
fenómenos de reflexión, refracción, polarización, interferencia y difracción, pudiéndose
producir unos u otros en función de la energía de la radiación y del medio que atraviese.
3.
4.
4.1.
4.2.
2.2.1. Espectro electromagnético.
La luz visible es un tipo particular de radiación electromagnética que estimula las células
sensibles de la retina del ojo humano y, por tanto, es perceptible por el ser humano. Sin
embargo, existen otros tipos de luz que no pueden ser percibidos por nosotros y que
comparten la misma naturaleza. Algunos ejemplos son los rayos infrarrojos, las ondas de
radio, las microondas, los rayos ultravioletas y los rayos X y gamma (ϒ). Todos ellos forman el

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llamado espectro electromagnético, que es el conjunto de todas las frecuencias posibles que
puede adoptar la luz (Figura 10).

2.2.2. Dualidad onda-corpúsculo.


El comportamiento de la luz como una onda electromagnética explica la mayor parte de los
fenómenos relacionados con ella. Sin embargo, existen algunos experimentos a los que la
teoría ondulatoria no pueden dar una explicación. El principal es el llamado efecto
fotoeléctrico.
El efecto fotoeléctrico consiste en
la emisión de electrones por
parte de un material metálico al
incidir radiación electromagnética
sobre él. Si la luz tiene una
frecuencia inferior a un valor
umbral, no hay emisión sea cual
sea la cantidad de radiación
incidente. A partir del umbral,
siempre se produce y la cantidad
de electrones solo depende de la
intensidad de la luz aplicada.

El problema lo resolvió Einstein


en 1905 retomando la teoría de los cuantos de luz que había propuesto Max Planck, y
asumiendo dos postulados:

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1. La luz no es una onda continua, sino que está formada por “fragmentos” de onda, a
los que Einstein llamó fotones (Figura 12).
2. Cada fotón está dotado de una energía fija, dependiente de la frecuencia de la onda,
y de valor:
E=h.ν
Donde h es la llamada constante de Planck y su valor es h = 6,63 x 10-34 J.s.
Así pues, aunque la luz es una onda electromagnética, en determinadas circunstancias se
comporta como si estuviese compuesta por unas partículas llamadas fotones. En esto
consiste la teoría dual de la luz como onda-corpúsculo.
Más aún, no se puede realizar ningún experimento en que la luz se comporta como onda y
como partícula a la vez. Puesto que los fotones son pseudopartículas, carecen de masa en
reposo y de carga eléctrica.
Si la frecuencia de la luz es suficientemente alta, la energía de los fotones será suficiente
para arrancar electrones de los átomos sobre los que incida y, por lo tanto, será radiación
ionizante. Este es el caso de los rayos ultravioleta lejanos, los rayos X y los rayos ϒ.

La radiación electromagnética de altas energías es capaz de ionizar los átomos y de penetrar


en la materia a grandes profundidades, característica que la hace útil en radioterapia y
radiodiagnóstico. La radiación empleada, en el rango entre algunos keV y decenas de MeV,
son los rayos X y ϒ. La diferencia entre ambos reside en cómo son generados: los rayos X se
generan al hacer chocar electrones acelerados contra blancos de alto número atómico,
mientras que los rayos ϒ proceden de la emisión de radiación por parte de núcleos
radiactivos. Más allá de esta diferencia, su comportamiento y características físicas son los
mismos.
3.
4.
4.1.
4.2.
2.3. Radiación corpuscular.
Las radiaciones corpusculares son todas las formadas por partículas. Contrariamente a las
ondas, en las que la propagación de la energía se realiza sin desplazamiento de masa, las
partículas transportan la energía principalmente en forma de energía cinética.
Existen dos tipos principales de partículas: las cargadas eléctricamente, como los electrones
las partículas α y β, etc., y las no cargadas o neutras, como los neutrones (Figura 13).

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La principal diferencia entre unas y otras reside en la capacidad de interactuar a distancia


con otras partículas a través de la interacción eléctrica: las partículas cargadas pueden
interactuar a distancia con otras partículas cargadas mientras que las neutras no pueden
hacerlo. Esto influirá en la capacidad de ionizar la materia de unas y otras.

2.3.1. Interacción de las partículas cargadas con la materia.


Las partículas cargadas tienen la capacidad de interactuar a distancia con otras partículas
cargadas a través de la fuerza eléctrica o Fuerza de Coulomb. Aunque el átomo es
eléctricamente neutro, en su interior existen cargas con las que interactuará la radiación. En
la corteza se encuentran los electrones, de carga negativa, y en el núcleo los protones, de
carga positiva.
Al incidir radiación de partículas cargadas sobre un átomo, se producirán diferentes efectos
cuya magnitud dependerá de diversos factores como la masa de las partículas, su carga, y si
la interacción se produce con el núcleo o con los electrones de la corteza.

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 Interacción con los electrones de la corteza: al acercarse una partícula cargada a un


electrón de la corteza, el electrón aumenta su energía (la radiación pierde una parte
de la que llevaba). Si este aumento coincide con la diferencia de energía respecto a
una capa superior, el electrón “sube” a ella, en un proceso llamado excitación. En el
caso de que el aumento sea superior al valor de la energía potencial del electrón, en
la capa en la que orbita, calculada según la expresión (1), el electrón será expulsado
del átomo. A este proceso se le llama ionización.
 Interacción con el núcleo: el núcleo atómico concentra casi la totalidad de la masa
del átomo. Esto tiene como consecuencia que, al incidir la radiación de partículas
cargadas sobre él, su movimiento es prácticamente despreciable. Contrariamente, las
partículas que se acercan a él son desviadas en mayor o menor grado dependiendo
de su masa, su carga y la carga del núcleo.
La desviación o cambio de trayectoria de una partícula cargada al acercarse a un núcleo es
debida a la aceleración producida por la fuerza eléctrica. Una carga eléctrica acelerada
pierde parte de su energía, es decir, frena, emitiendo radiación electromagnética llamada
radiación de frenado. Este mecanismo es fundamental en la producción de rayos X en los
equipos de radiología y los acelerados lineales (Figura 14).
Si la radiación incidente está formada por partículas pesadas, como es el caso de radiación
de protones, partículas α o iones, la desviación producida por el núcleo es pequeña y se
produce poca radiación de frenado. Sin embargo, en el caso de partículas ligeras como la
radiación de electrones, su pequeña masa ocasiona grandes desviaciones y la emisión de
gran cantidad de radiación de frenado.

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Más aún, los núcleos pesados que contienen muchos protones atraen con mayor fuerza a las
partículas cargadas de la radiación, produciendo también mayores desviaciones y, por tanto,
mayor radiación de frenado.
Por los dos motivos anteriores la producción de rayos X de frenado es máxima al hacer
chocar electrones de altas energías y gran velocidad contra materiales pesados. Los equipos
de rayos X utilizados en radioterapia y radiodiagnóstico se basan precisamente en este
efecto. La forma de acelerar los electrones hasta altas velocidades depende de las energías
buscadas, y distinguirá unos equipos de otros desde los tubos de rayos X en energías de
kilovoltaje hasta los aceleradores lineales en equipos de megavoltaje.

2.3.2. Interacción de las partículas neutras con la materia.


Las partículas neutras no sufren interacción eléctrica, por lo que no ejercen acción a
distancia y la única forma de interactuar es el choque directo. Al no tener carga, no emiten
radiación de frenado.
La probabilidad de que una partícula no cargada como un neutrón choque contra un
electrón de la corteza es casi nula. Así pues, la radiación de partículas neutras es frenada casi
de manera exclusiva por choques contra el núcleo. Puesto que el núcleo es de pequeñísimo
tamaño respecto al total del átomo, estas interacciones son muy improbables, y la radiación
de partículas neutras es muy penetrante en la materia.
En el caso particular de la radiación de neutrones, según sea su energía pueden rebotar
contra el núcleo en un proceso llamado dispersión, rebotando contra él y perdiendo parte
de su velocidad, o pueden sufrir una absorción en la cual sean retenidos por él.
En el caso de los procesos de dispersión, los materiales más eficientes para frenar los
neutrones son los de bajo número másico. Este mecanismo es el principal para la protección
frente a estas partículas porque se produce sea cual sea su energía.
3. ONDAS MATERIALES Y ULTRASONIDOS.
Las ondas materiales son aquellas que solo pueden transmitirse a través de un medio
material. Las ondas electromagnéticas no son de este tipo puesto que pueden propagarse
tanto por medios materiales como por el vacío. Ejemplos de ondas materiales son las

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sonoras, las perturbaciones sobre la superficie de un líquido, las ondas de choque, las ondas
sísmicas, etc.
Existen ondas materiales transversales y longitudinales, y sus características generales son
las descritas en el apartado 3.1 del presente capítulo. El sonido es la onda longitudinal de
mayor interés en imagen para el diagnóstico, puesto que los sonidos de alta frecuencia, los
ultrasonidos, son los utilizados para la ultrasonografía.
3.1. El sonido.
El sonido es una onda material de tipo longitudinal. La perturbación que transmite consiste
en un cambio de presión, que puede ser periódica o no. En todo caso, cualquier onda sonora
puede ser descompuesta en componentes armónicos de diferentes frecuencias y
amplitudes.
Existe un rango de frecuencias en el que los cambios de presión de las ondas sonoras son
capaces de producir la oscilación del tímpano y, por lo tanto, ser captadas por el oído
humano. Se trata del llamado rango audible del sonido, y sus frecuencias van desde los 20
Hz a los 20kHz aproximadamente. Las altas frecuencias son percibidas por los humanos
como los sonidos agudos y las bajas como sonidos graves.
La velocidad del sonido depende del material por el que se propaga. En sólidos, su velocidad
es mayor que en líquidos, y en estos, mayor que en los gases. Esto es debido a la diferente
proximidad de las partículas en unos medios u otros.
En el caso de los gases, además, la velocidad depende de otros factores que influyen
también en la separación entre las partículas que los forman y en su densidad. Estos factores
son la presión y la temperatura.
El sonido transmite energía a distancia como cualquier otra onda, y esta energía se puede
medir a partir de un parámetro llamado intensidad acústica.
La intensidad acústica está relacionada con la amplitud de la onda, que es la variación de la
presión entre su valor normal y el máximo o mínimo producido por ella, y se define como la
potencia acústica transferida por unidad de área. Sus valores absolutos se miden en W/m 2.
Para medir intensidades acústicas en el rango audible se utiliza una escala logarítmica
relativa cuyas unidades son los decibelios (dB). Esta escala tiene su valor mínimo (0 dB) en el
umbral audible por el oído humano, 10-12 W/m2. El valor en dB de un sonido cuya intensidad
en W/m2 tiene un valor I es:

El sonido sufre diferentes efectos al pasar de unos medios a otros como la reflexión (eco) y
la refracción, y como cualquier onda sufre también los fenómenos de interferencia y

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difracción. Un fenómeno particularmente interesante y con aplicaciones muy importantes


en diagnóstico es el llamado efecto Doppler.
El efecto Doppler consiste en una variación de la frecuencia del sonido que percibe un
receptor cuando la fuente emisora se mueve respecto a él. Si el emisor se acerca al receptor,
la frecuencia del sonido recibido aumenta. Sin embargo, al alejarse disminuye.
Este efecto es muy útil en ultrasonografía para calcular la velocidad y dirección del
movimiento de los fluidos corporales como la sangre en el interior de los vasos sanguíneos o
el corazón.
3.2. Ultrasonidos.
Los sonidos con frecuencias
superiores al rango audible que no
pueden ser percibidos por el oído
humano reciben el nombre de
ultrasonidos (US). Los utilizados en
medicina pertenecen al rango entre
1 MHz y 14 MHz y son generados
mediante el llamado efecto
piezoeléctrico.
Las ondas ultrasónicas penetran en
el cuerpo humano. La profundidad
de penetración y la atenuación
dependen de su frecuencia.
Cuando los ultrasonidos llegan a las superficies de separación entre diferentes materiales se
producen reflexiones que pueden ser captadas por la sonda del equipo. Precisamente su
principal utilidad en diagnóstico se debe a su alta sensibilidad a pequeñas diferencias de
densidad entre materiales. A partir de estas ondas reflejadas se obtienen las imágenes
diagnósticas (Figura 17).
3.
4.
4.1.
4. MAGNETISMO Y APLICACIONES EN LA OBTENCIÓN DE IMÁGENES DIAGNÓSTICAS.
4.1. Magnetismo.
El magnetismo es un fenómeno físico conocido desde la antigüedad. Consiste en la
capacidad que tienen ciertos materiales para atraer a otros. En algunas sustancias como el
hierro, el níquel o el cobalto el magnetismo es particularmente evidente.
Los objetos que presentan magnetismo se llaman imanes. Existe imanes permanentes,
aquellos que no pierden el magnetismo con el tiempo, y temporales. El imán natural
permanente por excelencia es un material llamado magnetita. Se trata de un óxido de hierro

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que ha sido utilizado desde la antigüedad para aprovechar sus propiedades magnéticas.
Entre los imanes temporales más importantes por su gran cantidad de aplicaciones se
encuentran los electroimanes.
El magnetismo está muy presente en la naturaleza: la Tierra se comporta como un
gigantesco imán al igual que el Sol y otros planetas. Esta propiedad es fundamental para la
existencia de la vida, puesto que el campo magnético desvía la radiación de partículas
ionizantes procedentes del Sol.
Ya en la antigüedad era conocido que los imanes se orientan en dirección norte-sur al
permitírseles girar libremente. Por este motivo, a la parte de un imán que señala al norte se
le llama polo norte, y a la que señala al sur, polo sur. Todos los imanes tienen un polo norte
y un polo sur. No existe el monopolio magnético.
Además, al acercar dos imanes los polos iguales se repelen y los polos contrarios se atraen.
La representación del campo magnético se realiza mediante diagramas de líneas que indican
su dirección y su magnitud: por convenio se dirigen siempre de norte a sur, y allí donde las
líneas están más juntas la intensidad del campo es mayor.
Los campos magnéticos pueden ser estáticos, aquellos que no varían con el tiempo, o
variables. Un campo estático para un observador puede ser variable para otro que se
encuentre en movimiento respecto a él, por lo que la definición de campo estático no es
absoluta, sino que depende del observador.
4.1.1. Materiales magnéticos.
Los campos magnéticos provocan alteraciones en los átomos de los materiales que se
encuentran dentro de ellos, haciendo aparecer un magnetismo inducido que es diferente
según como sea la configuración electrónica de dichos átomos. En la naturaleza existen tres
tipos de comportamientos, que son los siguientes:
 Paramagnetismo: en los materiales paramagnéticos sometidos a un campo
magnético, el campo total que se produce en su interior es superior al campo
magnético externo. Este fenómeno es debido a que sus átomos actúan
individualmente como pequeños imanes que se alinean al magnetismo externo,
potenciando su efecto. El material deja de estar imantado al cesar la estimulación
externa.
 Diamagnetismo: en este caso, al someter el material a un campo externo la
imantación interna disminuye, y el campo global dentro de él es menor que el
aplicado. Todos los materiales presentan este fenómeno, aunque al ser de poca
intensidad solo es apreciable en los materiales diamagnéticos.
 Ferromagnetismo: se produce tan solo en los elementos Fe, Co, Ni, Gd y Dy, y en
gran número de aleaciones. Al ser sometidos a un campo magnético, en su interior se
produce una multiplicación de este, con factores que pueden llegar a 1.000 veces el
valor del campo externo. Al cesar el campo externo, algunos materiales

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ferromagnéticos pueden conservar parte de su magnetismo, siendo la base de los


imanes permanentes. El ferromagnetismo no es una propiedad directamente ligada
a los átomos, sino que depende de la estructura cristalina de los materiales.
4.1.2. Campos magnéticos producidos por corrientes.
Los fenómenos del magnetismo y la electricidad forman parte de una misma interacción
fundamental de la naturaleza, la interacción electromagnética. Ya en 1820, Oersted
descubrió que una corriente eléctrica circulando por un conductor es capaz de desviar una
brújula. El significado de su experimento arrojaba una conclusión clara: las cargas eléctricas
en movimiento producen campos magnéticos y, por tanto, se comportan de la misma
manera que un imán. La dirección y el sentido que adopta el campo puede ser deducida a
partir de la orientación de la corriente eléctrica con la llamada regla de la mano derecha.
La aplicación más interesante de este comportamiento se encuentra en los imanes
temporales o electroimanes. Estos dispositivos consisten en un solenoide conectado a un
generador eléctrico. En su interior se produce un campo magnético casi uniforme, que
puede ser controlado mediante la variación de la corriente eléctrica circulante. Los
electroimanes pueden disponer además de un núcleo de material ferromagnético para
incrementar aún más su magnetismo.

Este tipo de imanes son utilizados en resonancia magnética para producir campos
magnéticos uniformes de intensidades muy altas de algunos teslas.
Si la corriente eléctrica que circula por el circuito conductor no es continua, sino que su valor
varía con el tiempo, el campo magnético también reproduce esta variación temporal. En
estas circunstancias se produce la emisión de ondas electromagnéticas y los circuitos que
funcionan de este modo se denominan antenas.

4.1.3. Corrientes producidas por campos magnéticos.


Los trabajos de Oersted llevaron a Michael Faraday a descubrir en 1831 que, si una espira se
encuentra en el interior de un campo magnético variable en el tiempo, en ella aparece una

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corriente eléctrica inducida, que cesa al interrumpirse el campo y también si deja de variar
en el tiempo. Este descubrimiento es la base de las leyes de la inducción electromagnética:
 Es un conductor sometido a un campo magnético variable aparece una fuerza
electromotriz inducida que crea una corriente eléctrica.
 La fuerza electromotriz inducida es proporcional a la variación temporal del flujo
magnético que atraviesa la espira.
 La fuerza electromotriz inducida tiene a oponerse a la causa que la produce.
El fenómeno de la inducción electromagnética es de vital importancia en la generación de
corrientes eléctricas. Se encuentra en la base de los generadores de las centrales
productoras de energía eléctrica.
En los equipos de resonancia magnética nuclear, donde los campos magnéticos son de
valores muy elevados, se producen corrientes eléctricas inducidas en los pacientes y el
personal sanitario. Estas corrientes pueden producir efectos adversos que es necesario
prevenir o limitar.
La inducción electromagnética es importante también en otros dispositivos como los
transformadores eléctricos y las antenas receptoras.
4.1.4. Fuerza sobre una carga eléctrica en un campo magnético.
Los campos magnéticos actúan sobre las cargas eléctricas de un modo muy particular. En el
caso de que la carga carezca de movimiento y el campo no presente variaciones temporales,
la interacción entre una y otro es nula: un campo magnético constante en el tiempo no
interacciona con una carga eléctrica que no se esté moviendo.
Contrariamente, al atravesar un campo magnético una carga en movimiento, aparece una
fuerza que desvía la carga de su trayectoria original. Esta fuerza, llamada fuerza magnética,
es proporcional al valor del campo magnético y también a la velocidad de la partícula, según
la expresión:

Donde Q es la carga de la partícula, v su velocidad, B el campo magnético y α el ángulo que


forman la trayectoria de la partícula y el campo (Figura 22).

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La dirección que adopta la fuera magnética es perpendicular a su velocidad y al campo


magnético, y su sentido sigue la regla de la mano derecha. Si la trayectoria de la partícula y
el campo magnético son paralelos, tampoco aparece ninguna fuerza magnética, así que no
se desvía.
La aparición de una fuerza magnética sobre una carga en movimiento y la dirección que
adopta son cruciales en aquellos equipos en los que es necesario desviar electrones de su
trayectoria. En los aceleradores lineales, por ejemplo, se utiliza para desviar un haz de
electrones y dirigirlo hacia el blanco donde serán frenados.
4.1.5. Magnetismo en el átomo.
El átomo está formado por partículas cargadas (protones y electrones) y neutrones. Estos
últimos, por carecer de carga eléctrica, no interaccionan con los campos eléctricos ni
magnéticos. Los fenómenos atribuibles al magnetismo en los átomos son distintos según
afecten a electrones o a protones:
 Los electrones son cargas eléctricas negativas que se mueven alrededor del núcleo
atómico describiendo órbitas. Esta circunstancia los asimila al comportamiento de
una corriente eléctrica, lo que ocasiona la aparición de un campo magnético y por lo
tanto, que cada órbita electrónica se comporte como un imán. En la mayor parte de
los átomos, por las diferentes orientaciones de las órbitas sus campos magnéticos se
compensan y el campo global del átomo es nulo. Esto ocurre en los materiales
diamagnéticos, en los que la interacción con un campo magnético solo produce una
leve magnetización. En otros átomos, sin embargo, se produce un predominio de una
orientación u otra de los electrones y el átomo presenta una magnetización
apreciable. Son los materiales paramagnéticos y ferromagnéticos.

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 El comportamiento de los protones del núcleo es particularmente interesante,


puesto que es el fundamento de una técnica de diagnóstico por la imagen: la
resonancia magnética.
4.2. Aplicaciones del magnetismo en la obtención de imágenes.
Aunque tiene muchas aplicaciones en la tecnología, el magnetismo se ha utilizado en
diagnóstico por la imagen desde hace relativamente poco tiempo. Su principal utilidad
consiste en la resonancia magnética (RM), cuyas primeras imágenes se remontan al año
1973.
La RM está basada en el hecho de que los protones de los núcleos atómicos giran sobre sí
mismos generando un pequeño campo magnético que los hace comportarse como
diminutos imanes. Este movimiento se denomina espín. Debido a ello muchos núcleos
atómicos se comportan también como pequeños imanes en presencia de campos
magnéticos. Estos núcleos tienen un número impar de protones y neutrones, de manera que
sus campos magnéticos no pueden compensarse. El átomo más apropiado para este método
diagnóstico es el hidrógeno, pues solo tiene un protón y esto lo convierte en el más sensible
a los fenómenos de resonancia.
Al someter un núcleo de hidrógeno a un campo magnético estático muy intenso, del orden
de unos pocos teslas, los protones de los átomos tienden a orientarse en la dirección de
dicho campo, como lo hace una brújula en el campo magnético terrestre. Una vez
orientados, la aplicación de otro campo magnético variable (una onda electromagnética de
baja frecuencia) provoca un movimiento oscilatorio en los núcleos, aumentando su energía.
Al suprimir esta onda, vuelven a su estado de reposo inicial emitiendo el exceso de energía
en forma de onda electromagnética que será captada por una antena. Esta radiación es la
que permite obtener las imágenes de resonancia magnética. La onda necesaria para producir
este efecto no es de energía suficiente para producir ionizaciones, por lo que la resonancia
magnética no utiliza radiaciones ionizantes.
La resonancia magnética se utiliza fundamentalmente para el estudio de tejidos blandos y
permite obtener tanto imágenes anatómicas como imágenes funcionales. Estás últimas se
obtienen con una técnica especial llamada resonancia magnética funcional (RMf).
La RMf es una técnica de neuroimagen que permite observar en cada momento las regiones
cerebrales que presentan mayor actividad neuronal. Su funcionamiento se basa en las
propiedades magnéticas de las moléculas de la hemoglobina al combinarse con el oxígeno.
La hemoglobina oxigenada es ligeramente diamagnética, mientras que la no oxigenada es
paramagnética.
Al aumentar la actividad de una región cerebral, su demanda de oxígeno aumenta y el
organismo reacciona enviando una mayor cantidad de sangre y, por tanto, de hemoglobina
oxigenada. Allí donde esta molécula aumenta su concentración, se produce un incremento
de la señal llamada BOLD (Blood Oxygen-Level Dependent, que es español significa

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dependiente del nivel de oxígeno en sangre). La distribución espacial de esta señal permite
ver las zonas con mayor actividad cerebral.
El magnetismo se utiliza también en otras técnicas de diagnóstico como la
magnetoencefalografía (MEG), una técnica de neuroimagen funcional que estudia la
actividad neuronal por medio del análisis de las pequeñas señales magnéticas producidas en
las sinapsis.
3.
4.
5. APLICACIÓN DE LAS RADIACIONES IONIZANTES EN RADIOTERAPIA E IMAGEN PARA EL
DIAGNÓSTICO.
Desde el descubrimiento de los rayos X por Roentgen en 1895 y de la radiactividad pro
Becquerel en 1896, las radiaciones ionizantes han sido utilizadas en medicina por presentar
algunas características especiales que has hacen muy útiles en terapia y en diagnóstico: la
capacidad para atravesar grandes espesores de tejido biológico y la de producir efectos
biológicos como la muerte celular. Evidentemente gozan de otras propiedades más
específicas, pero son seguramente las dos anteriores las que resumen de un modo más
esquemático el porqué del uso de estas radiaciones en medicina.
6.
7.
8.
9.
10.
5.1. Aplicaciones de las radiaciones ionizantes en radioterapia.
Al poco tiempo de ser descubiertos los rayos X ya se pusieron de manifiesto los efectos
biológicos que producían las radiaciones en forma de eritemas y ulceraciones. De aquí surgió
la idea de utilizarlos en el tratamiento de lesiones cancerosas. Solo unos meses separan el
descubrimiento de los rayos X, su empleo en diagnóstico y los primeros tratamientos en
radioterapia.
El objetivo de la radioterapia es proporcionar la dosis de radiación necesaria en los tejidos
que se van a tratar sin exceder la tolerancia de los órganos sanos circundantes. Es decir,
conseguir trata la enfermedad sin provocar efectos secundarios que comprometan la vida o
una calidad de vida deficiente del paciente.
Aunque en la primera mitad del siglo XX la radioterapia fue usada en múltiples patologías,
los riesgos asociados a ella fueron restringiendo su campo de aplicación al tratamiento de
tumores cancerosos y algunas enfermedades benignas.

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Los rayos X fueron las primeras radiaciones ionizantes descubiertas, pero no son las únicas
que se utilizan en radioterapia. Otras radiaciones son los electrones de alta energía, los rayos
β y ϒ procedentes de fuentes radiactivas, y los haces de hadrones.
La clasificación más simple de los tratamientos de radioterapia atiende a la localización de
las fuentes de radiación respecto al paciente. Así, distinguimos dos tipos de radioterapia:
teleterapia y braquiterapia.
La teleterapia consiste en tratamiento del paciente con fuentes de radiación externas a él,
por lo que también es llamada radioterapia de haces externos, en siglas inglesas EBRT
(External Beam Radio Therapy). Es el caso de los tubos de rayos X de ortovoltaje o los de
terapia superficial, los aceleradores lineales y las unidades de cobaltoterapia y cesioterapia.
La braquiterapia, sin embargo, utiliza fuentes encapsuladas colocadas sobre la superficie del
paciente (braquiterapia de piel), entre los tejidos (braquiterapia intersticial) o en el interior
de cavidades naturales (braquiterapia endocavitaria).
6.
7.
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9.
10.
10.1.
5.1.1. Radioterapia de haces externos (EBRT)
Los tratamientos de EBRT se realizan con diferentes equipos generadores de radiación. En
general se puede afirmar que para un tipo determinado de radiación la profundidad de
tratamiento aumenta al aumentar la energía de la radiación. Esto significa que los fotones
de rayos X de 10 MeV son más penetrantes que los de 10 keV, y que los electrones de 10
MeV los son más que los de 1 MeV. Sin embargo, esta afirmación no es válida al comparar
distintos tipos de radiación.
Las radiaciones ionizantes utilizadas en EBRT son principalmente fotones de rayos X
procedentes de tubos de rayos X o aceleradores lineales, fotones de rayos ϒ procedentes de
fuentes radiactivas y electrones generados en aceleradores lineales. En la actualidad, aunque
en nuestro país no existe todavía ningún centro que los utilice, también existen los
tratamientos de terapia con hadrones, partículas pesadas de muy alta energía.
Los rayos X son utilizados en EBRT en el rango de energías comprendido entre algunos kV
(kilovoltios) y algunos MV (megavoltios). Como se ha comentado anteriormente, las
profundidades a las que serán útiles terapéuticamente estarán directamente relacionadas
con su energía. Así, los equipos de terapia superficial o semiprofunda son tubos de rayos X
de hasta 500 kV, mientras que para tratamientos de tumores profundos se utilizan los rayos
X de megavoltaje obtenidos mediante aceleradores lineales.
Equipos de terapia superficial y semiprofunda

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Como su nombre indica, son utilizados para irradiar lesiones de piel o cercanas a ella. Se
trata de generadores de radiación que tienen su componente principal en un tubo de rayos X
capaz de utilizar potenciales eléctricos hasta 500 kV.
Puesto que la capacidad de los rayos X de penetrar en la materia está relacionada
directamente con su energía, los equipos de potenciales más altos corresponderán a
aquellos que serán utilizados para terapia más profunda que los de kilovoltajes más bajos.
Así, estos equipos se clasifican generalmente en:
 Equipos de terapia de contacto, que trabajan con potenciales eléctricos de hasta 50
kV. En general trabajan a distancias foco-superficie de unos pocos centímetros y el
centraje y el tratamiento se realizan mediante conos o aplicadores.
 Equipos de baja energía o de terapia superficial, de potenciales entre 50 kV y 1500
kV. La distancia de trabajo también es de pocos centímetros y utilizan conos o
aplicadores como los equipos de contacto. Los equipos de contacto y superficial
pueden realizar tratamientos hasta algunos milímetros de profundidad en el
paciente.
 Equipos de energía media u ortovoltaje, de hasta 500 kV. En este caso, la distancia
foco-superficie es de unos 50 cm, y pueden trabajar con aplicadores o sin ellos. Por la
profundidad de tratamiento, que puede llegar a 2 o 3 cm, estos equipos pueden
recibir el nombre de terapia semiprofunda.
 Un tipo especial de equipos de rayos X de terapia superficial son los utilizados para
radioterapia intraoperatoria (IORT). Estos aparatos están en el interior de quirófanos
y sirven para tratar los tumores en el mismo acto quirúrgico en el que son extirpados,
permitiendo un tratamiento directo de cualquier residuo o restos de enfermedad
microscópica que haya quedado en el lecho tumoral.

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Para tratamientos de EBRT a mayores profundidades, los generadores de radiación deben


emitir rayos X o ϒ de muy alta energía, del orden de MeV. Dos tipos de equipos son capaces
de llegar a estas energías: los aceleradores lineales y los equipos de cobaltoterapia.
Aceleradores lineales
Son aparatos capaces de generar haces de rayos X de energías muy altas, del orden de MV. A
estas energías es posible tratar lesiones muy profundas. Además, permiten realizar múltiples
haces con ángulos de incidencia diferentes y técnicas personalizadas que tienen como
resultado una distribución de la radiación en el paciente muy circunscrita a los tumores.
Los aceleradores lineales funcionan de un modo parecido a los tubos de rayos X: aceleran
electrones a altas energías para hacerlos chocar contra un blanco donde generarán la
radiación electromagnética de frenado. La principal diferencia con los tubos clásicos es que
los aceleradores no utilizan un kilovoltaje para llevar los electrones a energías de
megavoltios sino que los aceleran mediante microondas, que son un tipo de ondas
electromagnéticas de frecuencias sobre 3 GHz.
Los aceleradores lineales permiten también generar radiación de electrones de energías de
algunos MeV. Estos electrones son utilizados en radioterapia de haces externos para irradiar
lesiones a poca profundidad, entre uno y algunos pocos centímetros según la energía, sin
que llegue una cantidad apreciable radiación a profundidades más altas.
Algunos aceleradores lineales de pequeñas dimensiones pueden generar electrones para ser
utilizados en quirófanos en técnicas de irradiación intraoperatoria (IORT).
Equipos de cobaltoterapia
Aunque por motivos de protección radiológica y por las características de los haces emitidos
cada vez ocupan un lugar más residual en cuanto al número y las indicaciones de
tratamientos en radioterapia EBRT, todavía existen equipos de cobaltoterapia en nuestro
país.
Esos aparatos consisten en una carcasa que contiene una fuente radiactiva de 60Co con una
actividad de varios miles de Ci. Esta fuente tiene forma de pastilla cilíndrica y emite radiación
ϒ de energía media 1,25 MeV. Para realizar el tratamiento, la pastilla se desplaza mediante
un mecanismo neumático o eléctrico (según el modelo) hasta una abertura que apunta al
paciente.
Los aceleradores lineales trabajan a distancias foco-isocentro de 100 cm, los equipos de
cobaltoterapia a 80 cm (algunos también a 100 cm). Esta separación permite al cabezal
emisor girar alrededor del paciente para optimizar los ángulos de incidencia de la radiación.
Esta capacidad, unida a la posibilidad de añadir filtros en cuña o de dar forma a los haces de
radiación mediante colimadores multiláminas (MLC) permite obtener distribuciones de dosis
de radiación muy circunscritas a los volúmenes tumorales que se van a tratar, y con poca
cantidad de radiación fuera de ellos. La radioterapia adaptada tridimensionalmente a las

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formas de las regiones que se van a tratar recibe el nombre de radioterapia tridimensional
conformada, o 3DCRT por sus siglas inglés.
Para obtener las distribuciones de dosis es imprescindible crear imágenes tridimensionales
de los pacientes y su anatomía. Esto se realiza mediante la llamada simulación virtual, que
crea un modelo individual de cada paciente utilizando imágenes obtenidas mediante
tomografía computarizada (TC). Una vez obtenido el modelo de un paciente particular, con
los volúmenes por tratar y los órganos que proteger, los haces de tratamiento con sus
formas y sus ángulos de incidencia serán calculados en unos potentes ordenadores llamados
planificadores, con los que los radiofísicos hospitalarios asegurarán la mejor distribución de
dosis posible. Existe un tipo particular de haces de radiación en los que la forma de cada haz
no es fija, sino que varía a lo largo del tratamiento, dando lugar a distribuciones de dosis no
uniformes, lo que mejora aún más el ajuste de la dosis en los volúmenes de tratamiento.
Estos haces de denominan de intensidad modulada, dando lugar a una técnica de irradiación
llamada radioterapia de intensidad modulada o IMRT.
Una vez obtenida la planificación del tratamiento, el siguiente paso es su aplicación al
paciente. Para ello es absolutamente necesaria una exacta localización de los puntos en los
que deben incidir los haces de radiación. Esto es posible mediante unas marcas que se
realizan sobre la piel del paciente en la sesión de simulación con TC. Sin embargo, las marcas
en la piel presentan incertidumbres que la alta precisión de los tratamientos actuales
considera inaceptables. Para evitarlas, la localización de los tratamientos de radioterapia
utiliza la asistencia de equipos de imagen por rayos X, o de ultrasonidos, que permiten la
observación de las estructuras más profundas de los pacientes. Además, los propios haces
de radiación utilizados en el tratamiento pueden ser captados mediante equipos
consistentes en matrices de detectores de semiconducción, los llamados equipos
electrónicos de imagen portal o EPID. Los tratamientos de radioterapia que emplean estas
técnicas reciben el nombre de radioterapia guiada por la imagen, o IGRT (Image Guided
Radiotherapy) por sus siglas en inglés.
Las últimas técnicas de tratamiento en EBRT mezclan la localización mediante IGRT con
haces no estáticos, en que la radiación es emitida mientras la fuente gira alrededor del
paciente, y mientras los colimadores multiláminas cambian la forma. Estas técnicas reciben
el nombre genérico de técnicas de irradiación volumétrica por arcos o VMAT.
Por último, la irradiación con EBRT de lesiones de pequeño tamaño en localizaciones de
difícil acceso para los cirujanos o en pacientes inoperables necesita técnicas de gran
precisión. Este es el caso de tumores cerebrales tratados con radiocirugía intracraneal, ya
sea mediante aceleradores lineales clásicos utilizando múltiples haces de pequeñas
dimensiones y diversos planos de incidencia, equipos con múltiples fuentes de cobalto-60
(GammaKnife) o aceleradores lineales con brazo robótico (CyberKnife). En la actualidad,
estas técnicas se utilizan también para tumores muy localizados fuera del cráneo,
constituyendo las llamadas técnicas de estereotaxia extracraneal o SBRT (Stereotatic Body
Radiation Therapy).
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Las técnicas de esterotaxia, tanto intracraneal como extracraneal están indicadas para
lesiones pequeñas inoperables, ya sean de tipo benigno (por ejemplo, adenomas hipofisarios
o malformaciones arteriovenosas) o maligno (tumores pequeños, metástasis localizadas,
etc).

Equipos de terapia con protones e iones pesados


Una de las tendencias más actuales en radioterapia, aunque limitada a nivel mundial por el
alto coste de sus instalaciones, la componen los aceleradores de partículas cargadas
pesadas, protones e iones.
Estas partículas adquieren sus altas energías mediante unos equipos llamados ciclotrones o
sincrotones, que las llevan a energías de 70 a 250 MeV. Las principales ventajas de los iones
pesados y los protones son debidas a su carga eléctrica, que las hace muy ionizantes, y a su
gran masa por dos motivos especialmente:
Por un lado, son difíciles de desviar en las interacciones con los medios materiales, lo que
tiene como consecuencia que en el interior del cuerpo se muevan en línea recta y no se
dispersen afectando a órganos adyacentes.
Por otro lado, presentan la propiedad de penetrar hasta una profundidad bien determinada
llamada pico de Bragg, que depende de la energía con la que llegan al cuerpo. A partir de
esta profundidad, la dosis absorbida se reduce prácticamente a cero, por lo que los órganos
situados a continuación del volumen a tratar no resultan irradiados.
5.1.2. Braquiterapia.
La braquiterapia (BQT) utiliza fuentes radiactivas encapsuladas para irradiar los tejidos que
están en contacto o muy próximos a ellas. La principal consecuencia es que las fuentes

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deben ser colocadas en contacto con el tumor que se vaya a tratar ya sea por aplicación
directa sobre él, mediante un aplicador, o en un acto quirúrgico. Así se distinguen tres tipos
principales de braquiterapia:

 Braquiterapia superficial o de piel. Las fuentes se colocan encima de la superficie


corporal mediante aplicadores estándar o bien con moldes personalizados.
 Braquiterapia intra o endocavitaria. En ella, las fuentes se introducen mediante un
aplicador en alguna cavidad natural del paciente. Ejemplos son la braquiterapia
ginecológica que utiliza aplicadores vaginales (cilindros, colpostatos o anillos), la
intrarrectal o la endobronquial.
 Braquiterapia intersticial. Se procede a colocar tubos aplicadores en el interior de la
lesión a tratar mediante un acto quirúrgico. Es el caso de tratamientos de mama,
cavidad ORL, etc. Un caso particular de este tipo de braquiterapia consiste en la
introducción de fuentes radiactivas permanentes, llamadas también semillas. Es el
caso de la braquiterapia de próstata con semillas.
Tradicionalmente los tratamientos de BQT intersticial han sido realizados mediante la
inserción de tubos con material radiactivo manipulados directamente por el personal
sanitario. Estos tubos son llenados con fuentes de 192Ir en una sala de almacenaje, la
gammateca, y colocados en el paciente por el médico en el radioquirófano. Como es
evidente, esta braquiterapia de aplicación directa presenta muchos problemas de
protección radiológica del personal.
Para evitar dichos problemas, la industria ha creado equipos en los que las fuentes
radiactivas no necesitan ser manipuladas por el personal. En estos aparatos, el
médico coloca los aplicadores en el paciente y estos se conectan al equipo mediante
tubos de transferencia. En el momento del tratamiento, el personal sale de la sal,
apropiadamente blindada, y la fuente radiactiva se coloca en el interior de los
aplicadores automáticamente. Estos equipos se llaman de carga diferida o
afterloading (AFLD en sus siglas inglesas).
Existe una característica que cabe tener en cuenta en los equipos de braquiterapia:
los efectos de los tratamientos ya sea en términos de control de la enfermedad o de
efectos adversos, son sensibles a la tasa de dosis de las fuentes utilizadas. Por este
motivo existen tres tipos de braquiterapia clasificados según la tasa de dosis a la que
trabajan.
 Equipos de Alta Tasa o HDR. Utilizan una fuente única de 192Ir, generalmente de 10 Ci
de actividad y con un período de semidesintegración de 74,2 días. También existen
equipos que utilizan fuentes de 60Co. Los tratamientos se realizan de manera
ambulatoria en diversas fracciones de unos pocos minutos de duración.
 Equipos de Baja Tasa o LDR. Generalmente usan fuentes de 137Cs. Los tratamientos
se realizan con el paciente ingresado porque la duración acostumbra a superar las 24
h.

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 Equipos de Tasa Pulsada o PDR. En este caso se trata de fuentes de altas tasa,
generalmente de 192Ir, que alternan minutos de tratamiento con pausas para que el
efecto biológico sea parecido al de una baja tasa.
La planificación de los tratamientos de braquiterapia puede realizarse mediante radiografías
ortogonales, la forma clásica, o mediante imágenes tridimensionales obtenidas por TC o RM.
De esta forma se obtienen distribuciones de dosis en los órganos internos del paciente y se
pueden prevenir mejor los efectos adversos del tratamiento.
En el caso de los implantes permanentes, la planificación puede realizarse de manera previa
a la intervención, o bien en tiempo real, es decir, obteniendo imágenes mientras se
implantan las fuentes mediante ultrasonografía, con cálculo de la distribución de dosis
también en tiempo real, lo que permite hacer correcciones de posición si es necesario.
Los implantes permanentes tienen distintas aplicaciones, cada una de ellas con un isótopo
radiactivo adecuado: en braquiterapia de próstata, por ejemplo, se utilizan semillas de 125I,
103
Pd, 198Au.
En la braquiterapia de semillas permanentes, unas agujas que previamente se llenan con
semillas radiactivas se insertan en el tumor. Posteriormente, la aguja aplicadora se retira
dejando implantadas las semillas radiactivas. También se pueden implantar usando un
dispositivo que las inserte individualmente a intervalos regulares. Para que la localización de
las fuentes sea precisa, se utilizan rayos X, ultrasonidos, RM o TC.
5.1.3. Otras aplicaciones.
Las radiaciones ionizantes son utilizadas también en otras disciplinas sanitarias para terapia.
Así, en medicina nuclear se emplean fuentes no encapsuladas para tratar tumores. Ejemplos
de estas aplicaciones son el empleo de fuentes de 89Sr y 153Sm para tratamiento de
metástasis óseas o el uso de algunos tumores hematológicos.
5.2. Aplicaciones de las radiaciones ionizantes en diagnóstico.
Desde su descubrimiento en 1895 los rayos X demostraron ya su capacidad de atravesar la
materia y proporcionar imágenes de la anatomía interna de los seres humanos. Más
adelante, a partir de los estudios de Hevesy en 1923, se descubrió que los isótopos
radiactivos tenían la capacidad de ser absorbidos selectivamente por los diferentes tejidos y,
así, proporcionar imágenes anatómicas o funcionales. Fue en 1956 cuando Hanger inventaría
la gammacámara y revolucionaria el mundo de las imágenes diagnósticas en medicina
nuclear.
Siguiendo un cierto paralelismo con las aplicaciones con las aplicaciones en radioterapia, es
posible distinguir dos tipos principales de aplicaciones de las radiaciones ionizantes en
diagnóstico por la imagen: la utilización de haces externos de rayos X y el empleo de
isótopos radiactivos inoculados al paciente.
6.

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8.
9.
10.
10.1.
10.2.
5.2.1. Haces externos en diagnóstico.
Las radiaciones para uso en radiodiagnóstico deben tener una característica esencial: ser
capaces de atravesar el cuerpo humano para ser detectadas a la salida y permitir la
obtención de una imagen. Por desgracia, esta propiedad va ligada a la energía y tipo de la
radiación. Entre las radiaciones electromagnéticas, las únicas que son capaces son los rayos
X y ϒ, cuyo principal inconveniente es ser radiaciones ionizantes.
Otras radiaciones ionizantes, las corpusculares, no pueden ser utilizadas en diagnóstico por
su limitada capacidad de penetración.
Los rayos X tienen múltiples aplicaciones en diagnóstico. Especialmente cabe destacar el
gran contraste entre el tejido pulmonar, los tejidos blandos y los huesos. Sin embargo, su
principal limitación es precisamente su baja sensibilidad para distinguir entre unos tejidos
blandos y otros. Las imágenes obtenidas se componen de distintos niveles de grises, que se
corresponden con las atenuaciones de los rayos X al atravesar el cuerpo.
Las imágenes obtenidas mediante rayos X pueden ser de dos tipos:
 Radiología convencional. Las imágenes obtenidas son imágenes planas, perdiendo la
información sobre la profundidad y correspondientes a un único haz que atraviesa al
paciente e incide en un detector. Este detector puede ser una placa radiográfica, un
intensificador de imagen que permita una visualización en tiempo real o escopia, o
una matriz de detectores para el tratamiento de digital de la imagen.
En el caso en que la información sobre la profundidad a estudiar sea una información
necesaria, en radiografía convencional se deben utilizar imágenes obtenidas desde
orientaciones diferentes para completar las tres coordenadas del espacio, ya sea con
aparatos que puedan cambiar su orientación o moviendo al paciente. Es el caso de
las mamografías, con imagen lateral y craneocaudal, o las radiografías anteriores y
laterales de tórax.
Si bien el mecanismo clásico de obtención de las imágenes radiográficas era la placa
radiográfica, en la actualidad las necesidades de registro y tratamiento digital están llevando
a su sustitución progresiva por sistemas de imagen digital.
La radiología convencional es utilizada en múltiples aplicaciones diagnósticas. Los equipos,
tubos de rayos X y kilovoltajes empleados son específicos para cada tipo de exploración. Así
un equipo de mamografía es distinto de un ortopantomógrafo, de un equipo portátil para
uso en quirófano o de un equipo de telecomando.

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La limitación de los rayos X para contrastar unos tejidos blandos de otros puede ser
superada utilizando medios de contraste, ingeridos o inoculados al paciente, que son
sustancias de números atómicos altos que absorben los rayos X más que el tejido
circundante. Esta técnica es muy útil para obtener imágenes del esófago, intestinos, o en
angiorradiología.
La radiología convencional es utilizada también en intervencionismo, una especialidad
médica dedicada al diagnóstico y tratamiento mediante la realización de procedimientos
invasivos, en los que son orientados por imágenes diagnósticas. Para guiar instrumentos al
interior del cuerpo, con el fin de hacer diagnósticos o tratamientos de lesiones diversas.
 Tomografía computarizada (TC): esta técnica permite obtener reconstrucciones
tridimiensionales de la anatomía del paciente con lo que se puede conocer con
exactitud la localización de cada punto anatómico en las tres coordenadas del
espacio. La obtención de las imágenes de TC se realiza mediante un tubo de rayos X
que rota alrededor del eje craneocaudal del paciente, y una serie de detectores
enfrentados a él. Según la generación tecnológica a la que pertenezca el equipo, los
detectores serán en mayor o menor número y girarán o no de manera opuesta al
tubo de rayos X.
Al girar el tubo de rayos X se van obteniendo sucesivamente las imágenes del
paciente. Para ello es necesario que este se mueva en la dirección craneocaudal. En
los equipos de TC más antiguos, este movimiento se hacía paso a paso, es decir,
después de que el tubo realizara una vuelta completa de 360° se producía el
desplazamiento del paciente para realizar la siguiente imagen, y así sucesivamente.
En la actualidad, los equipos de TC helicoidales mueven al mismo tiempo la mesa y el
tubo, de manera que se obtienen las imágenes con mucha mayor rapidez.
Los detectores del equipo de TC proporcionan valores digitales de la transmisión de los rayos
X en las distintas orientaciones del tubo. Estos valores son enviados a un ordenador que
mediante complejos algoritmos de cálculo construye las imágenes en forma de cortes
coronales bidimensionales. A cada punto del paciente el ordenador le otorga un valor de
densidad en escala Hounsfield. A partir de la conversión de los números de Hounsfield en
escala de grises se obtiene la imagen de TC. La reconstrucción tridimensional se realiza a
posteriori combinando estos cortes uno tras otro.
La TC se utiliza para obtener imágenes diagnósticas convencionales de cualquier parte del
cuerpo. También se emplea en radiología intervencionista.
Un aspecto a tener en cuenta al realizar un examen con TC es el hecho de que la dosis de
radiación suministrada al paciente es muy superior a la radiología convencional. Esto afecta
principalmente al criterio de justificación de su uso y obliga a establecer criterios de
optimización para evitar la repetición de pruebas innecesariamente.
5.2.2. Isótopos radiactivos en diagnóstico.

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Los isótopos radiactivos se utilizan en los servicios de medicina nuclear para obtener
imágenes de diagnóstico a partir de la absorción selectiva de los diferentes isótopos por los
distintos órganos o por los tejidos patológicos.
Los radioisótopos son inyectados al paciente o ingeridos por él según la presentación, tipo
de núclido, forma de absorción y tiempo de absorción necesario. En todo caso el paciente
incorpora el isótopo, que es distribuido por su cuerpo por vía sanguínea, siendo absorbido
principalmente en las zonas a diagnosticar.
Una vez el isótopo ha sido absorbido, se introduce al paciente en el equipo captador de
imágenes, llamado gammacámara, parecido a un aparato de TC. Las dos principales
diferencias son la ausencia de un tubo de rayos X y el tipo de detectores, que en este caso
son más grandes y más lentos por la baja cantidad de radiación que hay que detectar.
Las pruebas radiológicas realizadas por este procedimiento se llaman gammagrafías, y no
solo se utilizan en el caso de patologías tumorales sino también en un gran número de
exploraciones de enfermedades benignas, como hipertiroidismos, procesos inflamatorios,
etc.
Después de los exámenes, los pacientes eliminan el radioisótopo por dos vías principales: la
desintegración radiactiva (se eligen isótopos con tiempos de semidesintegración bajos para
facilitarla) y la eliminación por los fluidos corporales, especialmente la orina.
Una exploración particularmente interesante es la tomografía por emisión de positrones
(PET). En ella el radioisótopo es un emisor β+ que emite positrones. Cada positrón emitido se
aniquila localmente con un electrón, formando un par de fotones ϒ de 0,511 MeV, que son
detectados por el equipo. Puesto que estos isótopos pueden asociarse a una molécula de
glucosa, las imágenes obtenidas proporcionan una visión de los órganos con mayor actividad
celular y consumo de glucosa. Por este motivo, la PET da imágenes funcionales y no
anatómicas del paciente, siendo de gran utilidad en el diagnóstico para oncología.
Existen unos equipos de PET, los llamados PET-TC, que asocian una PET a un TC, de manera
que obtienen imágenes funcionales con la PET e imágenes anatómicas con la TC. Al utilizar
las mismas coordenadas espaciales, las imágenes permiten una superposición perfecta, por
lo que son de gran utilidad en radioterapia EBRT para técnicas de fusión de imagen e IGRT.

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10.1.
10.2.
10.3.
10.4.
6. APLICACIÓN DE LAS RADIACIONES NO IONIZANTES Y LAS ONDAS MATERIALES EN
RADIOTERAPIA E IMAGEN PARA EL DIAGNÓSTICO.

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13.
6.1. Aplicaciones en radioterapia.
Las radiaciones no ionizantes tienen dos aplicaciones principales en radioterapia
relacionadas con la obtención de imágenes: la asistencia al contorneo de volúmenes blanco
en tejidos blandos que no pueden ser bien definidos con los TC de simulación, y la
localización en tiempo real de zonas a tratar en el momento del tratamiento, la llamada
Radioterapia Guiada por la Imagen.
Existen otras aplicaciones en diferentes campos de la medicina que utilizan radiaciones
como los ultrasonidos, láser, fototerapia, etc., pero no se consideran pertenecientes al
campo de la radioterapia, aunque utilicen ciertas propiedades terapéuticas de las
radiaciones no ionizantes y las ondas materiales. Esta distinción es principalmente debida a
su uso en especialidades no oncológicas.
Finalmente, una aplicación indirecta en radioterapia de las ondas electromagnéticas de
frecuencias del orden de 3 GHz consiste en su capacidad para acelerar los electrones a un
acelerador lineal. Estas microondas no son utilizadas para tratar a los pacientes, aunque son
de una importancia primordial en los equipos de radioterapia.

6.1.1. Asistencia al contorneo de volúmenes blanco.


Las imágenes diagnósticas obtenidas con radiaciones no ionizantes, como es el caso de la
resonancia magnética y los ultrasonidos, proporcionan información morfológica de los
tejidos blandos que no están al alcance de la imagen tomográfica utilizada para la simulación
virtual de los tratamientos en radioterapia.
El aumento de la precisión de los tratamientos radioterápicos obliga al médico especialista a
una mejor definición de los volúmenes por tratar y de los órganos que hay que proteger. Sin
embargo, la planificación del tratamiento debe ser realizada sobre imágenes de TC que, con
frecuencia, aunque precisas, no tienen suficiente contraste para localizar las áreas
patológicas. En estos casos dispone de una batería de pruebas diagnósticas que pueden ser
muy útiles.
Las imágenes de resonancia magnéticas son utilizadas para la delineación de tumores en
múltiples tejidos blandos. Para incrementar la precisión en la localización, es muy útil que
las posiciones del paciente al realizarse la resonancia y al hacerse la TC de simulación sean
iguales o lo más parecidas que sea posible. Si esta condición se cumple, los programas
informáticos para simulación virtual permiten la fusión de las dos imágenes para facilitar el
contorneo de volúmenes.

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En el caso de las imágenes ecográficas la fusión no es posible por carecer de referencias


inequívocas. En este caso el radioterapeuta debe comparar visualmente las estructuras
anatómicas del TC para localizar cualitativamente las regiones anatómicas.
6.1.2. Imagen de tratamientos en tiempo real.
Los movimientos y variaciones anatómicas de los pacientes pueden limitar la precisión de los
tratamientos y su reproducibilidad a lo largo de los días. Para evitar este problema, los
radioterapeutas aumentaban los márgenes de seguridad en la delimitación de los volúmenes
blanco, pero la necesidad de poder llegar a dosis de radiación más altas y especialmente de
evitar los órganos de riesgo han limitado esta solución en gran parte de las patologías por
tratar.
La solución a este problema consiste en la obtención de imágenes de la anatomía del
paciente en tiempo real. Si bien en radioterapia externa se utilizan las obtenidas por los
equipos de imagen portal o los tubos de rayos X acoplados al propio acelerador lineal, estos
aparatos tienen limitaciones en cuanto a la visualización de tejidos blandos. Para evitar esta
limitación se puede utilizar la resonancia magnética y los ultrasonidos.
Los equipos de ultrasonidos para IGRT producen imágenes 3D con un sistema de referencia
externo común a la TC de simulación y a la unidad de tratamiento. Actualmente se utilizan
en EBRT de próstata, ginecología y mama.
En braquiteraia el uso de equipos de ultrasonidos es imprescindible para la implantación de
semillas radiactivas en tiempo real, pues permite el cálculo de la dosis y correcciones en la
posición de las fuentes en caso de que sea necesario.
Estas técnicas en que los implantes de fuentes o catéteres se hacen con imagen de
ultrasonidos son útiles también en braquiterapia ginecológica recibiendo el nombre de
braquiterapia guiada por imagen o IGBT.
En el caso de la RM, la dificultad tecnológica de obtener campos magnéticos intensos y
uniformes en presencia de los componentes del acelerador lineal hacen que en la actualidad
su uso en IGRT en tiempo real sea una técnica en desarrollo, innovadora y muy
prometedora.
Un tercer tipo de radiación no ionizante utilizado en radioterapia para localización del
tratamiento en tiempo real son los rayos infrarrojos (IR). A partir de ellos no se obtienen
ninguna imagen, sino que se valen de referencias externas para detectar el correcto
posicionamiento del paciente y, en técnicas de control respiratorio, del momento del ciclo
respiratorio en que se encuentra. Estas referencias son de gran valor en radioterapia de
tumores pulmonares o abdominales, en los que el movimiento de los órganos puede
producir desplazamientos importantes de los volúmenes a tratar.
6.2. Aplicaciones en diagnóstico por la imagen.

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Las principales aplicaciones de las radiaciones no ionizantes en diagnóstico por la imagen son
la resonancia magnética (RM) y los ultrasonidos (US).
El funcionamiento de ambas técnicas es muy diferente: mientras la RM utiliza campos
magnéticos uniformes y estimulación de los núcleos atómicos mediante ondas
electromagnéticas, los equipos de US emplean ondas sonoras de alta frecuencia. El resultado
son imágenes de características muy diferentes que con frecuencia proporcionan
información complementaria para el diagnóstico.
La RM obtiene imágenes de gran resolución, siendo la técnica diagnóstica que permite un
mayor contraste entre tejidos blandos. Sin embargo, presenta algunos inconvenientes: la
duración de las exploraciones es una barrera para pacientes claustrofóbicos, la imposibilidad
de examinar pacientes con marcapasos y otros dispositivos y, además, las prótesis metálicas
provocan artefactos que pueden hacer irrealizable la RM. Se desconocen también los efectos
sobre la salud de los pacientes de las corrientes eléctricas inducidas y de los grandes campos
magnéticos aplicados. A pesar de estos posibles inconvenientes, el uso de radiaciones no
ionizantes convierte a la RM en una potente herramienta de diagnóstico para examinar el
cerebro, la columna vertebral, las articulaciones, el abdomen, la región pélvica, la mama, los
vasos sanguíneos (sin necesidad de contraste), el corazón y otras partes del cuerpo (Figura
38).
Por lo que respecta a los US, presentan grandes ventajas como la exploración en tiempo real,
la gran flexibilidad al elegir diferentes planos que explorar, la gran resolución y la buena
relación coste-beneficio que presentan. Su principal inconveniente son los numerosos
artefactos que se pueden presentar en las imágenes.
Existen otras radiaciones no ionizantes con
aplicaciones en diagnóstico por la imagen. En el caso
de las ondas electromagnéticas, los rayos infrarrojos
son utilizados en termografía, una técnica de imagen
que permite ver las diferentes temperaturas de la
superficie corporal.
Tampoco debe olvidarse el uso diagnóstico de una
radiación electromagnética que es la principal
generadora de imágenes para el ojo humano: la luz
visible. Sin embargo, generalmente no se la considera
como una herramienta de diagnóstico por la imagen,
aunque se realmente la principal.
7. UNIDADES Y MAGNITUDES DE USO EN
RADIOTERAPIA E IMAGEN PARA EL DIAGNÓSTICO.
Tanto en el campo de la radioterapia como en el
diagnóstico por la imagen es necesario conocer la
cantidad de radiación que llega al paciente, puesto que
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tanto los efectos terapéuticos como los adversos tienen relación con ella. La principal
dificultad que se presente reside en el hecho de que no todas las magnitudes de uso en
estas disciplinas son medibles directamente, algunas deberán basarse en estimaciones o
cálculos para conocer su valor aproximado.
Para la mayoría de las magnitudes que se tratarán en este punto son de especial importancia
dos aspectos diferentes:
 El primero es el valor total de la magnitud, que proporcionará una medida de la
cantidad total de la radiación recibida por la persona, ya sea un paciente, personal
expuesto o miembro del público.
 El segundo es la tasa, que se define como la variación temporal del valor de una
magnitud, o lo que es lo mismo: cuánto varía la magnitud por unidad de tiempo.
Proporciona una medida de la rapidez con la que el valor total varía, y en las
radiaciones ionizantes está relacionada también con los efectos biológicos. Por
ejemplo, en el caso de la dosis absorbida D, que se verá más adelante:

La tasa de cualquier magnitud se simboliza añadiendo un punto sobre su símbolo.


Como puede verse en el ejemplo, la tasa de dosis D se simboliza con

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14.

7.1. Transferencia lineal de energía (LET).


Aunque no se trata de una unidad de radiación absorbida propiamente dicha, la
transferencia lineal de energía es una magnitud muy importante en lo que respecta a la
descripción de la capacidad de las distintas radiaciones de ionizar los átomos de la materia
que atraviesa. Es más, está directamente relacionada con los efectos biológicos de las
radiaciones: a mayor LET, los efectos de la radiación son más importantes.
Se define como la energía localmente transferida por la radiación al medio por unidad de
longitud de su recorrido (MeV/cm), y corresponde con las pérdidas energéticas por procesos
de ionización y excitación. Es decir, las radiaciones de alta LET transfieren su energía al
medio en el que penetran con gran rapidez, lo que significa que son muy ionizantes. La

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consecuencia de perder su energía con rapidez es que son menos penetrantes. Este es el
caso de las partículas cargadas, especialmente la radiación α. Otras partículas cargadas como
las β tienen menor LET y son menos ionizantes. Este comportamiento es debido a que la LET
disminuye al reducirse la cantidad de carga de las partículas.
Las radiaciones de baja LET, por el contrario, distribuyen su energía a lo largo de una mayor
profundidad, con lo cual la “concentración” de ionizaciones y excitaciones es menor. Esto
ocurre en radiaciones electromagnéticas, y especialmente en rayos X y ϒ de alta energía, y
los hace muy penetrantes en la materia.
7.2. Exposición X.
La exposición es una magnitud que solo se puede utilizar para radiaciones ionizantes de
naturaleza electromagnética, es decir, para fotones de rayos X y ϒ.
Su definición se basa en una de las primeras propiedades descubiertas para dichas
radiaciones: la capacidad para ionizar los gases. Su definición es la siguiente: la exposición,
simbolizada por X, es el valor absoluto de la carga total de los iones de un solo signo
producidos en aire cuando todos los electrones liberados por los fotones por unidad de
masa de aire son completamente parados también en aire.
En otras palabras, la exposición es proporcional a la cantidad de ionizaciones que la
radiación produce en el aire por unidad de masa:

Sus unidades en el SI son los coulombs partido por kilogramo (C/kg), aunque la unidad
histórica y de amplio uso todavía es el röentgen (R), definido inicialmente como la cantidad
de radiación que produce una unidad electrostática de carga en 1 cm 3 de aire en condiciones
normales.
La variación temporal de la exposición recibe el nombre de tasa de exposición:

Y sus unidades en el SI serán C/(kg.s) o R/s. En protección radiológica es frecuente expresar


su valor en unidades por hora (por ejemplo, R/h).
7.3. Dosis absorbida D.
La exposición es una magnitud de uso muy limitado porque solo es de utilidad para radiación
X o ϒ en aire. Para superar este inconveniente se define la dosis absorbida, que será de uso
para cualquier tipo de radiación y sea cual sea el material en el que incida:
La dosis absorbida D, es la energía absorbida por unidad de masa:

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Sus unidades en el SI son los Gray (Gy). Por su definición,


Existe una unidad antigua, llamada rad, en desuso progresivo, y cuya equivalencia con el Gy
es la siguiente:
1 rad = 1 cGy = 0,01 Gy
Del mismo modo que en el caso de la exposición, también se define la tasa de dosis
absorbida, cuyas unidades serán los Gy/s.
La dosis absorbida es la magnitud utilizada en radioterapia con fotones y electrones para
prescribir los tratamientos a pacientes. Se trata de una magnitud puramente física que nos
da una idea de los efectos biológicos de las radiaciones, aunque se establecen correlaciones
entre dicha ella y dichos efectos.
7.3.1. Relación entre exposición y dosis absorbida.
Aunque se trate de dos magnitudes con aplicaciones y definiciones diferentes, para rayos X y
ϒ es posible relacionar la exposición X medida en un punto del espacio con la dosis absorbida
en ese mismo punto si en lugar de ser medida en aire lo fuese en el interior de otro material.
La relación de transformación se basa en que tanto la carga ionizada como la energía
absorbida son proporcionales, con lo cual:
D (Gy) = f . X (C/kg)
El factor de proporcionalidad f depende tanto de la energía de la radiación como del
material sobre el que incide.
7.3.2. Kerma K.
En el caso particular de las radiaciones de fotones y neutrones, que no están formadas por
partículas cargadas, se define una magnitud relacionada con la dosis absorbida y llamada
kerma:
El kerma (acrónimo en inglés de Kinetic Energy Released in a Material) se define como la
suma Etrans de las energías cinéticas iniciales de todas las partículas cargadas ionizantes
liberadas por la radiación sin carga y por unidad de masa:

Al igual que en la dosis absorbida, también es de uso común la tasa de kerma.


7.3.3. Dosis media en un órgano.
La dosis media absorbida en un tejido u órgano DT es la energía depositada en el órgano
dividida por su masa. En mamografía, es de especial importancia para la evaluación del
riesgo de efectos adversos por el uso de esta técnica. Así, se define la dosis glandular media
Dg (o en sus siglas inglesas, AGD) como la dosis absorbida en promedio en el tejido glandular

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excluyendo la piel, en una mama comprimida, considerando el 50% de tejido adiposo y el


50% de tejido adiposo y el 50% de tejido glandular.
La dosis DG no puede medirse directamente, pero su valor se estime a partir de medidas con
un maniquí estándar. Esta dificultad ha tenido como consecuencia que el kerma-aire en el
seno de aire (esto es, sin retrodispersión) en la superficie de entrada (ESAK) se haya
convertido en la magnitud más frecuentemente usada para dosimetría al paciente en
mamografía.
Para otros propósitos en los que la retrodispersión producida por tejidos más profundos sea
un factor importante que tener en cuenta, como en la comparación con un nivel de
referencia de dosis, se introduce una magnitud llamada dosis en aire en la superficie de
entrada o DSE, que se aplica normalmente a tejido blando o agua, y cuyo valor es igual al
kerma en aire multiplicado por un factor de retrodispersión. Este factor adopta valores entre
1,1 y 1,6 dependiendo de la energía del haz, del material y del campo de radiación:
 Para radiología convencional, el factor de retrodispersión vale entre 1,3 y 1,4.
 Para mamografía, entre 1,05 y 1,1.
 Para radiología dental, 1,1.

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