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Fundamentos Físico y Equipos
Cristina Ballester Escribano – 2ºLCB
En este tema vamos a tratar los conocimientos básicos sobre la física de las radiaciones y la
naturaleza atómica de la materia. Qué son las radiaciones, cómo se comportan, qué tipos
hay y también sus aplicaciones más comunes. Conocerá las ondas y las partículas, sus
generalidades, y todo aquello que será de utilidad para explicar por qué y para qué son
utilizadas en radioterapia y diagnóstico por la imagen.
Tras una breve introducción sobre la estructura del átomo nos adentraremos en la
naturaleza de la radiación, estudiando las características de las ondas y las partículas. A
continuación, el magnetismo nos abrirá las puertas de la resonancia magnética y su
utilización en imagen para el diagnóstico.
Llegados a este punto, introduciremos las aplicaciones de las radiaciones que
profundizaremos en los temas siguientes para, finalmente, introducirnos en el mundo de la
metrología y las magnitudes de uso en radioterapia e imagen.
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átomos para formar asociaciones más complejas llamadas moléculas. Los átomos son muy
pequeños, su diámetro es del orden de 10-10 m.
El origen de la palabra átomo procede de la antigua Grecia, y su significado es indivisible.
Ahora sabemos que los átomos no son indivisibles, sino que están formados por partículas
de menor tamaño distribuidas en dos partes claramente diferenciadas: núcleo y corteza.
1.1.3. El núcleo atómico.
El núcleo alberga casi la totalidad de la masa del átomo (99,9%) aunque su tamaño es
diminuto, unas 10.000 veces más pequeño. En su interior se encuentran dos tipos de
partículas diferentes: los protones y los neutrones. Por ser las componentes del núcleo, a
ambas partículas se las llama nucleones.
Los protones son partículas de carga eléctrica con signo positivo, de un valor igual a la carga
elemental, es decir, +1,602 x 10-19C (Coulombs). Al número de protones que forman parte de
un núcleo se le llama número atómico Z. Este número determina las propiedades químicas
del átomo. Así, todos los átomos con el mismo número Z tienen las mismas propiedades
químicas y, por tanto, son del mismo elemento químico.
Los neutrones son partículas sin carga eléctrica. Su masa es un poco mayor que la de los
protones, aunque la diferencia es del orden de tan solo un 0,1%. Puesto que los neutrones y
los protones concentran casi toda la masa del átomo, a la suma del número de protones más
el de neutrones se la llama número másico A.
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pueden adoptar cualquier valor, sino que solo unos pocos son posibles. Es decir, los
electrones se mueven alrededor del núcleo con unos valores energéticos bien definidos. A
cada uno de estos valores se le denomina capa. Una capa puede contener diversas órbitas,
pero todas ellas tendrán la misma energía.
Las capas de la corteza se simbolizan con las letras del alfabeto, empezando por la capa K, la
más próxima al núcleo, L, M, N… La más externa se denomina capa de valencia y es la
responsable de la reactividad química del átomo.
Las capas más próximas al núcleo son las de menor energía, y las más lejanas son las más
energéticas. Así, para que un electrón se mueva de una capa interna a una capa más
externa, deberá absorber energía.
Cuando un átomo no es perturbador externamente, los electrones ocupan siempre las capas
más cercanas al núcleo. Se dice que el átomo está en su estado fundamental. Al perturbar
un átomo, como por ejemplo al incidir radiación sobre él, los electrones pueden absorber
energía del exterior y pasar de niveles más bajos a capas más altas. Este proceso se llama
excitación. Al cesar la perturbación externa, vuelven a las capas más bajas devolviendo el
exceso de energía en forma de radiación electromagnética. Es la llamada desexcitación, y en
ella encontramos el origen de los rayos X característicos.
Si la radiación incidente es de suficiente energía como para arrancar un electrón del átomo,
el número de protones será superior al de electrones y quedará cargado positivamente,
convirtiéndose en un ion. El proceso por el cual un electrón es arrancado del átomo se llama
ionización, y las radiaciones con suficiente energía como para producirlo, radiaciones
ionizantes.
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La energía necesaria para provocar la excitación de un electrón y que salte de una capa con
energía U1 a una capa más alta con energía U2 tiene un valor:
E = U2 – U1
En la excitación, esta diferencia es de signo
positivo porque el electrón debe absorber
energía para subir a una capa más alta.
Contrariamente, en la desexcitación es de signo
negativo porque el electrón pierde energía,
emitiéndola al exterior en forma de radiación
electromagnética.
En el caso de que la energía de la radiación
incidente tenga una energía superior al valor de
la energía potencial del electrón, se producirá
una ionización y el electrón saldrá despedido con una energía cinética igual a la diferencia de
los dos valores.
Los valores de la energía a nivel atómico son valores absolutos muy pequeños, lo que
dificulta la comparación y las operaciones con ellos. Para evitar esta limitación se introduce
una nueva unidad llamada electronvoltio, simbolizada por eV. Su equivalencia con la unidad
de energía en el SI, el joule, es la siguiente:
1 eV = 1,602 x 10-19 J
Un error muy frecuente se produce al confundir el eV con una unidad de potencial eléctrico.
Es necesario tener siempre en cuenta que el eV es una unidad de energía.
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llamado espectro electromagnético, que es el conjunto de todas las frecuencias posibles que
puede adoptar la luz (Figura 10).
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1. La luz no es una onda continua, sino que está formada por “fragmentos” de onda, a
los que Einstein llamó fotones (Figura 12).
2. Cada fotón está dotado de una energía fija, dependiente de la frecuencia de la onda,
y de valor:
E=h.ν
Donde h es la llamada constante de Planck y su valor es h = 6,63 x 10-34 J.s.
Así pues, aunque la luz es una onda electromagnética, en determinadas circunstancias se
comporta como si estuviese compuesta por unas partículas llamadas fotones. En esto
consiste la teoría dual de la luz como onda-corpúsculo.
Más aún, no se puede realizar ningún experimento en que la luz se comporta como onda y
como partícula a la vez. Puesto que los fotones son pseudopartículas, carecen de masa en
reposo y de carga eléctrica.
Si la frecuencia de la luz es suficientemente alta, la energía de los fotones será suficiente
para arrancar electrones de los átomos sobre los que incida y, por lo tanto, será radiación
ionizante. Este es el caso de los rayos ultravioleta lejanos, los rayos X y los rayos ϒ.
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Más aún, los núcleos pesados que contienen muchos protones atraen con mayor fuerza a las
partículas cargadas de la radiación, produciendo también mayores desviaciones y, por tanto,
mayor radiación de frenado.
Por los dos motivos anteriores la producción de rayos X de frenado es máxima al hacer
chocar electrones de altas energías y gran velocidad contra materiales pesados. Los equipos
de rayos X utilizados en radioterapia y radiodiagnóstico se basan precisamente en este
efecto. La forma de acelerar los electrones hasta altas velocidades depende de las energías
buscadas, y distinguirá unos equipos de otros desde los tubos de rayos X en energías de
kilovoltaje hasta los aceleradores lineales en equipos de megavoltaje.
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sonoras, las perturbaciones sobre la superficie de un líquido, las ondas de choque, las ondas
sísmicas, etc.
Existen ondas materiales transversales y longitudinales, y sus características generales son
las descritas en el apartado 3.1 del presente capítulo. El sonido es la onda longitudinal de
mayor interés en imagen para el diagnóstico, puesto que los sonidos de alta frecuencia, los
ultrasonidos, son los utilizados para la ultrasonografía.
3.1. El sonido.
El sonido es una onda material de tipo longitudinal. La perturbación que transmite consiste
en un cambio de presión, que puede ser periódica o no. En todo caso, cualquier onda sonora
puede ser descompuesta en componentes armónicos de diferentes frecuencias y
amplitudes.
Existe un rango de frecuencias en el que los cambios de presión de las ondas sonoras son
capaces de producir la oscilación del tímpano y, por lo tanto, ser captadas por el oído
humano. Se trata del llamado rango audible del sonido, y sus frecuencias van desde los 20
Hz a los 20kHz aproximadamente. Las altas frecuencias son percibidas por los humanos
como los sonidos agudos y las bajas como sonidos graves.
La velocidad del sonido depende del material por el que se propaga. En sólidos, su velocidad
es mayor que en líquidos, y en estos, mayor que en los gases. Esto es debido a la diferente
proximidad de las partículas en unos medios u otros.
En el caso de los gases, además, la velocidad depende de otros factores que influyen
también en la separación entre las partículas que los forman y en su densidad. Estos factores
son la presión y la temperatura.
El sonido transmite energía a distancia como cualquier otra onda, y esta energía se puede
medir a partir de un parámetro llamado intensidad acústica.
La intensidad acústica está relacionada con la amplitud de la onda, que es la variación de la
presión entre su valor normal y el máximo o mínimo producido por ella, y se define como la
potencia acústica transferida por unidad de área. Sus valores absolutos se miden en W/m 2.
Para medir intensidades acústicas en el rango audible se utiliza una escala logarítmica
relativa cuyas unidades son los decibelios (dB). Esta escala tiene su valor mínimo (0 dB) en el
umbral audible por el oído humano, 10-12 W/m2. El valor en dB de un sonido cuya intensidad
en W/m2 tiene un valor I es:
El sonido sufre diferentes efectos al pasar de unos medios a otros como la reflexión (eco) y
la refracción, y como cualquier onda sufre también los fenómenos de interferencia y
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que ha sido utilizado desde la antigüedad para aprovechar sus propiedades magnéticas.
Entre los imanes temporales más importantes por su gran cantidad de aplicaciones se
encuentran los electroimanes.
El magnetismo está muy presente en la naturaleza: la Tierra se comporta como un
gigantesco imán al igual que el Sol y otros planetas. Esta propiedad es fundamental para la
existencia de la vida, puesto que el campo magnético desvía la radiación de partículas
ionizantes procedentes del Sol.
Ya en la antigüedad era conocido que los imanes se orientan en dirección norte-sur al
permitírseles girar libremente. Por este motivo, a la parte de un imán que señala al norte se
le llama polo norte, y a la que señala al sur, polo sur. Todos los imanes tienen un polo norte
y un polo sur. No existe el monopolio magnético.
Además, al acercar dos imanes los polos iguales se repelen y los polos contrarios se atraen.
La representación del campo magnético se realiza mediante diagramas de líneas que indican
su dirección y su magnitud: por convenio se dirigen siempre de norte a sur, y allí donde las
líneas están más juntas la intensidad del campo es mayor.
Los campos magnéticos pueden ser estáticos, aquellos que no varían con el tiempo, o
variables. Un campo estático para un observador puede ser variable para otro que se
encuentre en movimiento respecto a él, por lo que la definición de campo estático no es
absoluta, sino que depende del observador.
4.1.1. Materiales magnéticos.
Los campos magnéticos provocan alteraciones en los átomos de los materiales que se
encuentran dentro de ellos, haciendo aparecer un magnetismo inducido que es diferente
según como sea la configuración electrónica de dichos átomos. En la naturaleza existen tres
tipos de comportamientos, que son los siguientes:
Paramagnetismo: en los materiales paramagnéticos sometidos a un campo
magnético, el campo total que se produce en su interior es superior al campo
magnético externo. Este fenómeno es debido a que sus átomos actúan
individualmente como pequeños imanes que se alinean al magnetismo externo,
potenciando su efecto. El material deja de estar imantado al cesar la estimulación
externa.
Diamagnetismo: en este caso, al someter el material a un campo externo la
imantación interna disminuye, y el campo global dentro de él es menor que el
aplicado. Todos los materiales presentan este fenómeno, aunque al ser de poca
intensidad solo es apreciable en los materiales diamagnéticos.
Ferromagnetismo: se produce tan solo en los elementos Fe, Co, Ni, Gd y Dy, y en
gran número de aleaciones. Al ser sometidos a un campo magnético, en su interior se
produce una multiplicación de este, con factores que pueden llegar a 1.000 veces el
valor del campo externo. Al cesar el campo externo, algunos materiales
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Este tipo de imanes son utilizados en resonancia magnética para producir campos
magnéticos uniformes de intensidades muy altas de algunos teslas.
Si la corriente eléctrica que circula por el circuito conductor no es continua, sino que su valor
varía con el tiempo, el campo magnético también reproduce esta variación temporal. En
estas circunstancias se produce la emisión de ondas electromagnéticas y los circuitos que
funcionan de este modo se denominan antenas.
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corriente eléctrica inducida, que cesa al interrumpirse el campo y también si deja de variar
en el tiempo. Este descubrimiento es la base de las leyes de la inducción electromagnética:
Es un conductor sometido a un campo magnético variable aparece una fuerza
electromotriz inducida que crea una corriente eléctrica.
La fuerza electromotriz inducida es proporcional a la variación temporal del flujo
magnético que atraviesa la espira.
La fuerza electromotriz inducida tiene a oponerse a la causa que la produce.
El fenómeno de la inducción electromagnética es de vital importancia en la generación de
corrientes eléctricas. Se encuentra en la base de los generadores de las centrales
productoras de energía eléctrica.
En los equipos de resonancia magnética nuclear, donde los campos magnéticos son de
valores muy elevados, se producen corrientes eléctricas inducidas en los pacientes y el
personal sanitario. Estas corrientes pueden producir efectos adversos que es necesario
prevenir o limitar.
La inducción electromagnética es importante también en otros dispositivos como los
transformadores eléctricos y las antenas receptoras.
4.1.4. Fuerza sobre una carga eléctrica en un campo magnético.
Los campos magnéticos actúan sobre las cargas eléctricas de un modo muy particular. En el
caso de que la carga carezca de movimiento y el campo no presente variaciones temporales,
la interacción entre una y otro es nula: un campo magnético constante en el tiempo no
interacciona con una carga eléctrica que no se esté moviendo.
Contrariamente, al atravesar un campo magnético una carga en movimiento, aparece una
fuerza que desvía la carga de su trayectoria original. Esta fuerza, llamada fuerza magnética,
es proporcional al valor del campo magnético y también a la velocidad de la partícula, según
la expresión:
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dependiente del nivel de oxígeno en sangre). La distribución espacial de esta señal permite
ver las zonas con mayor actividad cerebral.
El magnetismo se utiliza también en otras técnicas de diagnóstico como la
magnetoencefalografía (MEG), una técnica de neuroimagen funcional que estudia la
actividad neuronal por medio del análisis de las pequeñas señales magnéticas producidas en
las sinapsis.
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5. APLICACIÓN DE LAS RADIACIONES IONIZANTES EN RADIOTERAPIA E IMAGEN PARA EL
DIAGNÓSTICO.
Desde el descubrimiento de los rayos X por Roentgen en 1895 y de la radiactividad pro
Becquerel en 1896, las radiaciones ionizantes han sido utilizadas en medicina por presentar
algunas características especiales que has hacen muy útiles en terapia y en diagnóstico: la
capacidad para atravesar grandes espesores de tejido biológico y la de producir efectos
biológicos como la muerte celular. Evidentemente gozan de otras propiedades más
específicas, pero son seguramente las dos anteriores las que resumen de un modo más
esquemático el porqué del uso de estas radiaciones en medicina.
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5.1. Aplicaciones de las radiaciones ionizantes en radioterapia.
Al poco tiempo de ser descubiertos los rayos X ya se pusieron de manifiesto los efectos
biológicos que producían las radiaciones en forma de eritemas y ulceraciones. De aquí surgió
la idea de utilizarlos en el tratamiento de lesiones cancerosas. Solo unos meses separan el
descubrimiento de los rayos X, su empleo en diagnóstico y los primeros tratamientos en
radioterapia.
El objetivo de la radioterapia es proporcionar la dosis de radiación necesaria en los tejidos
que se van a tratar sin exceder la tolerancia de los órganos sanos circundantes. Es decir,
conseguir trata la enfermedad sin provocar efectos secundarios que comprometan la vida o
una calidad de vida deficiente del paciente.
Aunque en la primera mitad del siglo XX la radioterapia fue usada en múltiples patologías,
los riesgos asociados a ella fueron restringiendo su campo de aplicación al tratamiento de
tumores cancerosos y algunas enfermedades benignas.
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Los rayos X fueron las primeras radiaciones ionizantes descubiertas, pero no son las únicas
que se utilizan en radioterapia. Otras radiaciones son los electrones de alta energía, los rayos
β y ϒ procedentes de fuentes radiactivas, y los haces de hadrones.
La clasificación más simple de los tratamientos de radioterapia atiende a la localización de
las fuentes de radiación respecto al paciente. Así, distinguimos dos tipos de radioterapia:
teleterapia y braquiterapia.
La teleterapia consiste en tratamiento del paciente con fuentes de radiación externas a él,
por lo que también es llamada radioterapia de haces externos, en siglas inglesas EBRT
(External Beam Radio Therapy). Es el caso de los tubos de rayos X de ortovoltaje o los de
terapia superficial, los aceleradores lineales y las unidades de cobaltoterapia y cesioterapia.
La braquiterapia, sin embargo, utiliza fuentes encapsuladas colocadas sobre la superficie del
paciente (braquiterapia de piel), entre los tejidos (braquiterapia intersticial) o en el interior
de cavidades naturales (braquiterapia endocavitaria).
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10.1.
5.1.1. Radioterapia de haces externos (EBRT)
Los tratamientos de EBRT se realizan con diferentes equipos generadores de radiación. En
general se puede afirmar que para un tipo determinado de radiación la profundidad de
tratamiento aumenta al aumentar la energía de la radiación. Esto significa que los fotones
de rayos X de 10 MeV son más penetrantes que los de 10 keV, y que los electrones de 10
MeV los son más que los de 1 MeV. Sin embargo, esta afirmación no es válida al comparar
distintos tipos de radiación.
Las radiaciones ionizantes utilizadas en EBRT son principalmente fotones de rayos X
procedentes de tubos de rayos X o aceleradores lineales, fotones de rayos ϒ procedentes de
fuentes radiactivas y electrones generados en aceleradores lineales. En la actualidad, aunque
en nuestro país no existe todavía ningún centro que los utilice, también existen los
tratamientos de terapia con hadrones, partículas pesadas de muy alta energía.
Los rayos X son utilizados en EBRT en el rango de energías comprendido entre algunos kV
(kilovoltios) y algunos MV (megavoltios). Como se ha comentado anteriormente, las
profundidades a las que serán útiles terapéuticamente estarán directamente relacionadas
con su energía. Así, los equipos de terapia superficial o semiprofunda son tubos de rayos X
de hasta 500 kV, mientras que para tratamientos de tumores profundos se utilizan los rayos
X de megavoltaje obtenidos mediante aceleradores lineales.
Equipos de terapia superficial y semiprofunda
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Como su nombre indica, son utilizados para irradiar lesiones de piel o cercanas a ella. Se
trata de generadores de radiación que tienen su componente principal en un tubo de rayos X
capaz de utilizar potenciales eléctricos hasta 500 kV.
Puesto que la capacidad de los rayos X de penetrar en la materia está relacionada
directamente con su energía, los equipos de potenciales más altos corresponderán a
aquellos que serán utilizados para terapia más profunda que los de kilovoltajes más bajos.
Así, estos equipos se clasifican generalmente en:
Equipos de terapia de contacto, que trabajan con potenciales eléctricos de hasta 50
kV. En general trabajan a distancias foco-superficie de unos pocos centímetros y el
centraje y el tratamiento se realizan mediante conos o aplicadores.
Equipos de baja energía o de terapia superficial, de potenciales entre 50 kV y 1500
kV. La distancia de trabajo también es de pocos centímetros y utilizan conos o
aplicadores como los equipos de contacto. Los equipos de contacto y superficial
pueden realizar tratamientos hasta algunos milímetros de profundidad en el
paciente.
Equipos de energía media u ortovoltaje, de hasta 500 kV. En este caso, la distancia
foco-superficie es de unos 50 cm, y pueden trabajar con aplicadores o sin ellos. Por la
profundidad de tratamiento, que puede llegar a 2 o 3 cm, estos equipos pueden
recibir el nombre de terapia semiprofunda.
Un tipo especial de equipos de rayos X de terapia superficial son los utilizados para
radioterapia intraoperatoria (IORT). Estos aparatos están en el interior de quirófanos
y sirven para tratar los tumores en el mismo acto quirúrgico en el que son extirpados,
permitiendo un tratamiento directo de cualquier residuo o restos de enfermedad
microscópica que haya quedado en el lecho tumoral.
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formas de las regiones que se van a tratar recibe el nombre de radioterapia tridimensional
conformada, o 3DCRT por sus siglas inglés.
Para obtener las distribuciones de dosis es imprescindible crear imágenes tridimensionales
de los pacientes y su anatomía. Esto se realiza mediante la llamada simulación virtual, que
crea un modelo individual de cada paciente utilizando imágenes obtenidas mediante
tomografía computarizada (TC). Una vez obtenido el modelo de un paciente particular, con
los volúmenes por tratar y los órganos que proteger, los haces de tratamiento con sus
formas y sus ángulos de incidencia serán calculados en unos potentes ordenadores llamados
planificadores, con los que los radiofísicos hospitalarios asegurarán la mejor distribución de
dosis posible. Existe un tipo particular de haces de radiación en los que la forma de cada haz
no es fija, sino que varía a lo largo del tratamiento, dando lugar a distribuciones de dosis no
uniformes, lo que mejora aún más el ajuste de la dosis en los volúmenes de tratamiento.
Estos haces de denominan de intensidad modulada, dando lugar a una técnica de irradiación
llamada radioterapia de intensidad modulada o IMRT.
Una vez obtenida la planificación del tratamiento, el siguiente paso es su aplicación al
paciente. Para ello es absolutamente necesaria una exacta localización de los puntos en los
que deben incidir los haces de radiación. Esto es posible mediante unas marcas que se
realizan sobre la piel del paciente en la sesión de simulación con TC. Sin embargo, las marcas
en la piel presentan incertidumbres que la alta precisión de los tratamientos actuales
considera inaceptables. Para evitarlas, la localización de los tratamientos de radioterapia
utiliza la asistencia de equipos de imagen por rayos X, o de ultrasonidos, que permiten la
observación de las estructuras más profundas de los pacientes. Además, los propios haces
de radiación utilizados en el tratamiento pueden ser captados mediante equipos
consistentes en matrices de detectores de semiconducción, los llamados equipos
electrónicos de imagen portal o EPID. Los tratamientos de radioterapia que emplean estas
técnicas reciben el nombre de radioterapia guiada por la imagen, o IGRT (Image Guided
Radiotherapy) por sus siglas en inglés.
Las últimas técnicas de tratamiento en EBRT mezclan la localización mediante IGRT con
haces no estáticos, en que la radiación es emitida mientras la fuente gira alrededor del
paciente, y mientras los colimadores multiláminas cambian la forma. Estas técnicas reciben
el nombre genérico de técnicas de irradiación volumétrica por arcos o VMAT.
Por último, la irradiación con EBRT de lesiones de pequeño tamaño en localizaciones de
difícil acceso para los cirujanos o en pacientes inoperables necesita técnicas de gran
precisión. Este es el caso de tumores cerebrales tratados con radiocirugía intracraneal, ya
sea mediante aceleradores lineales clásicos utilizando múltiples haces de pequeñas
dimensiones y diversos planos de incidencia, equipos con múltiples fuentes de cobalto-60
(GammaKnife) o aceleradores lineales con brazo robótico (CyberKnife). En la actualidad,
estas técnicas se utilizan también para tumores muy localizados fuera del cráneo,
constituyendo las llamadas técnicas de estereotaxia extracraneal o SBRT (Stereotatic Body
Radiation Therapy).
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Las técnicas de esterotaxia, tanto intracraneal como extracraneal están indicadas para
lesiones pequeñas inoperables, ya sean de tipo benigno (por ejemplo, adenomas hipofisarios
o malformaciones arteriovenosas) o maligno (tumores pequeños, metástasis localizadas,
etc).
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deben ser colocadas en contacto con el tumor que se vaya a tratar ya sea por aplicación
directa sobre él, mediante un aplicador, o en un acto quirúrgico. Así se distinguen tres tipos
principales de braquiterapia:
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Equipos de Tasa Pulsada o PDR. En este caso se trata de fuentes de altas tasa,
generalmente de 192Ir, que alternan minutos de tratamiento con pausas para que el
efecto biológico sea parecido al de una baja tasa.
La planificación de los tratamientos de braquiterapia puede realizarse mediante radiografías
ortogonales, la forma clásica, o mediante imágenes tridimensionales obtenidas por TC o RM.
De esta forma se obtienen distribuciones de dosis en los órganos internos del paciente y se
pueden prevenir mejor los efectos adversos del tratamiento.
En el caso de los implantes permanentes, la planificación puede realizarse de manera previa
a la intervención, o bien en tiempo real, es decir, obteniendo imágenes mientras se
implantan las fuentes mediante ultrasonografía, con cálculo de la distribución de dosis
también en tiempo real, lo que permite hacer correcciones de posición si es necesario.
Los implantes permanentes tienen distintas aplicaciones, cada una de ellas con un isótopo
radiactivo adecuado: en braquiterapia de próstata, por ejemplo, se utilizan semillas de 125I,
103
Pd, 198Au.
En la braquiterapia de semillas permanentes, unas agujas que previamente se llenan con
semillas radiactivas se insertan en el tumor. Posteriormente, la aguja aplicadora se retira
dejando implantadas las semillas radiactivas. También se pueden implantar usando un
dispositivo que las inserte individualmente a intervalos regulares. Para que la localización de
las fuentes sea precisa, se utilizan rayos X, ultrasonidos, RM o TC.
5.1.3. Otras aplicaciones.
Las radiaciones ionizantes son utilizadas también en otras disciplinas sanitarias para terapia.
Así, en medicina nuclear se emplean fuentes no encapsuladas para tratar tumores. Ejemplos
de estas aplicaciones son el empleo de fuentes de 89Sr y 153Sm para tratamiento de
metástasis óseas o el uso de algunos tumores hematológicos.
5.2. Aplicaciones de las radiaciones ionizantes en diagnóstico.
Desde su descubrimiento en 1895 los rayos X demostraron ya su capacidad de atravesar la
materia y proporcionar imágenes de la anatomía interna de los seres humanos. Más
adelante, a partir de los estudios de Hevesy en 1923, se descubrió que los isótopos
radiactivos tenían la capacidad de ser absorbidos selectivamente por los diferentes tejidos y,
así, proporcionar imágenes anatómicas o funcionales. Fue en 1956 cuando Hanger inventaría
la gammacámara y revolucionaria el mundo de las imágenes diagnósticas en medicina
nuclear.
Siguiendo un cierto paralelismo con las aplicaciones con las aplicaciones en radioterapia, es
posible distinguir dos tipos principales de aplicaciones de las radiaciones ionizantes en
diagnóstico por la imagen: la utilización de haces externos de rayos X y el empleo de
isótopos radiactivos inoculados al paciente.
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5.2.1. Haces externos en diagnóstico.
Las radiaciones para uso en radiodiagnóstico deben tener una característica esencial: ser
capaces de atravesar el cuerpo humano para ser detectadas a la salida y permitir la
obtención de una imagen. Por desgracia, esta propiedad va ligada a la energía y tipo de la
radiación. Entre las radiaciones electromagnéticas, las únicas que son capaces son los rayos
X y ϒ, cuyo principal inconveniente es ser radiaciones ionizantes.
Otras radiaciones ionizantes, las corpusculares, no pueden ser utilizadas en diagnóstico por
su limitada capacidad de penetración.
Los rayos X tienen múltiples aplicaciones en diagnóstico. Especialmente cabe destacar el
gran contraste entre el tejido pulmonar, los tejidos blandos y los huesos. Sin embargo, su
principal limitación es precisamente su baja sensibilidad para distinguir entre unos tejidos
blandos y otros. Las imágenes obtenidas se componen de distintos niveles de grises, que se
corresponden con las atenuaciones de los rayos X al atravesar el cuerpo.
Las imágenes obtenidas mediante rayos X pueden ser de dos tipos:
Radiología convencional. Las imágenes obtenidas son imágenes planas, perdiendo la
información sobre la profundidad y correspondientes a un único haz que atraviesa al
paciente e incide en un detector. Este detector puede ser una placa radiográfica, un
intensificador de imagen que permita una visualización en tiempo real o escopia, o
una matriz de detectores para el tratamiento de digital de la imagen.
En el caso en que la información sobre la profundidad a estudiar sea una información
necesaria, en radiografía convencional se deben utilizar imágenes obtenidas desde
orientaciones diferentes para completar las tres coordenadas del espacio, ya sea con
aparatos que puedan cambiar su orientación o moviendo al paciente. Es el caso de
las mamografías, con imagen lateral y craneocaudal, o las radiografías anteriores y
laterales de tórax.
Si bien el mecanismo clásico de obtención de las imágenes radiográficas era la placa
radiográfica, en la actualidad las necesidades de registro y tratamiento digital están llevando
a su sustitución progresiva por sistemas de imagen digital.
La radiología convencional es utilizada en múltiples aplicaciones diagnósticas. Los equipos,
tubos de rayos X y kilovoltajes empleados son específicos para cada tipo de exploración. Así
un equipo de mamografía es distinto de un ortopantomógrafo, de un equipo portátil para
uso en quirófano o de un equipo de telecomando.
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La limitación de los rayos X para contrastar unos tejidos blandos de otros puede ser
superada utilizando medios de contraste, ingeridos o inoculados al paciente, que son
sustancias de números atómicos altos que absorben los rayos X más que el tejido
circundante. Esta técnica es muy útil para obtener imágenes del esófago, intestinos, o en
angiorradiología.
La radiología convencional es utilizada también en intervencionismo, una especialidad
médica dedicada al diagnóstico y tratamiento mediante la realización de procedimientos
invasivos, en los que son orientados por imágenes diagnósticas. Para guiar instrumentos al
interior del cuerpo, con el fin de hacer diagnósticos o tratamientos de lesiones diversas.
Tomografía computarizada (TC): esta técnica permite obtener reconstrucciones
tridimiensionales de la anatomía del paciente con lo que se puede conocer con
exactitud la localización de cada punto anatómico en las tres coordenadas del
espacio. La obtención de las imágenes de TC se realiza mediante un tubo de rayos X
que rota alrededor del eje craneocaudal del paciente, y una serie de detectores
enfrentados a él. Según la generación tecnológica a la que pertenezca el equipo, los
detectores serán en mayor o menor número y girarán o no de manera opuesta al
tubo de rayos X.
Al girar el tubo de rayos X se van obteniendo sucesivamente las imágenes del
paciente. Para ello es necesario que este se mueva en la dirección craneocaudal. En
los equipos de TC más antiguos, este movimiento se hacía paso a paso, es decir,
después de que el tubo realizara una vuelta completa de 360° se producía el
desplazamiento del paciente para realizar la siguiente imagen, y así sucesivamente.
En la actualidad, los equipos de TC helicoidales mueven al mismo tiempo la mesa y el
tubo, de manera que se obtienen las imágenes con mucha mayor rapidez.
Los detectores del equipo de TC proporcionan valores digitales de la transmisión de los rayos
X en las distintas orientaciones del tubo. Estos valores son enviados a un ordenador que
mediante complejos algoritmos de cálculo construye las imágenes en forma de cortes
coronales bidimensionales. A cada punto del paciente el ordenador le otorga un valor de
densidad en escala Hounsfield. A partir de la conversión de los números de Hounsfield en
escala de grises se obtiene la imagen de TC. La reconstrucción tridimensional se realiza a
posteriori combinando estos cortes uno tras otro.
La TC se utiliza para obtener imágenes diagnósticas convencionales de cualquier parte del
cuerpo. También se emplea en radiología intervencionista.
Un aspecto a tener en cuenta al realizar un examen con TC es el hecho de que la dosis de
radiación suministrada al paciente es muy superior a la radiología convencional. Esto afecta
principalmente al criterio de justificación de su uso y obliga a establecer criterios de
optimización para evitar la repetición de pruebas innecesariamente.
5.2.2. Isótopos radiactivos en diagnóstico.
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Los isótopos radiactivos se utilizan en los servicios de medicina nuclear para obtener
imágenes de diagnóstico a partir de la absorción selectiva de los diferentes isótopos por los
distintos órganos o por los tejidos patológicos.
Los radioisótopos son inyectados al paciente o ingeridos por él según la presentación, tipo
de núclido, forma de absorción y tiempo de absorción necesario. En todo caso el paciente
incorpora el isótopo, que es distribuido por su cuerpo por vía sanguínea, siendo absorbido
principalmente en las zonas a diagnosticar.
Una vez el isótopo ha sido absorbido, se introduce al paciente en el equipo captador de
imágenes, llamado gammacámara, parecido a un aparato de TC. Las dos principales
diferencias son la ausencia de un tubo de rayos X y el tipo de detectores, que en este caso
son más grandes y más lentos por la baja cantidad de radiación que hay que detectar.
Las pruebas radiológicas realizadas por este procedimiento se llaman gammagrafías, y no
solo se utilizan en el caso de patologías tumorales sino también en un gran número de
exploraciones de enfermedades benignas, como hipertiroidismos, procesos inflamatorios,
etc.
Después de los exámenes, los pacientes eliminan el radioisótopo por dos vías principales: la
desintegración radiactiva (se eligen isótopos con tiempos de semidesintegración bajos para
facilitarla) y la eliminación por los fluidos corporales, especialmente la orina.
Una exploración particularmente interesante es la tomografía por emisión de positrones
(PET). En ella el radioisótopo es un emisor β+ que emite positrones. Cada positrón emitido se
aniquila localmente con un electrón, formando un par de fotones ϒ de 0,511 MeV, que son
detectados por el equipo. Puesto que estos isótopos pueden asociarse a una molécula de
glucosa, las imágenes obtenidas proporcionan una visión de los órganos con mayor actividad
celular y consumo de glucosa. Por este motivo, la PET da imágenes funcionales y no
anatómicas del paciente, siendo de gran utilidad en el diagnóstico para oncología.
Existen unos equipos de PET, los llamados PET-TC, que asocian una PET a un TC, de manera
que obtienen imágenes funcionales con la PET e imágenes anatómicas con la TC. Al utilizar
las mismas coordenadas espaciales, las imágenes permiten una superposición perfecta, por
lo que son de gran utilidad en radioterapia EBRT para técnicas de fusión de imagen e IGRT.
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6. APLICACIÓN DE LAS RADIACIONES NO IONIZANTES Y LAS ONDAS MATERIALES EN
RADIOTERAPIA E IMAGEN PARA EL DIAGNÓSTICO.
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6.1. Aplicaciones en radioterapia.
Las radiaciones no ionizantes tienen dos aplicaciones principales en radioterapia
relacionadas con la obtención de imágenes: la asistencia al contorneo de volúmenes blanco
en tejidos blandos que no pueden ser bien definidos con los TC de simulación, y la
localización en tiempo real de zonas a tratar en el momento del tratamiento, la llamada
Radioterapia Guiada por la Imagen.
Existen otras aplicaciones en diferentes campos de la medicina que utilizan radiaciones
como los ultrasonidos, láser, fototerapia, etc., pero no se consideran pertenecientes al
campo de la radioterapia, aunque utilicen ciertas propiedades terapéuticas de las
radiaciones no ionizantes y las ondas materiales. Esta distinción es principalmente debida a
su uso en especialidades no oncológicas.
Finalmente, una aplicación indirecta en radioterapia de las ondas electromagnéticas de
frecuencias del orden de 3 GHz consiste en su capacidad para acelerar los electrones a un
acelerador lineal. Estas microondas no son utilizadas para tratar a los pacientes, aunque son
de una importancia primordial en los equipos de radioterapia.
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Las principales aplicaciones de las radiaciones no ionizantes en diagnóstico por la imagen son
la resonancia magnética (RM) y los ultrasonidos (US).
El funcionamiento de ambas técnicas es muy diferente: mientras la RM utiliza campos
magnéticos uniformes y estimulación de los núcleos atómicos mediante ondas
electromagnéticas, los equipos de US emplean ondas sonoras de alta frecuencia. El resultado
son imágenes de características muy diferentes que con frecuencia proporcionan
información complementaria para el diagnóstico.
La RM obtiene imágenes de gran resolución, siendo la técnica diagnóstica que permite un
mayor contraste entre tejidos blandos. Sin embargo, presenta algunos inconvenientes: la
duración de las exploraciones es una barrera para pacientes claustrofóbicos, la imposibilidad
de examinar pacientes con marcapasos y otros dispositivos y, además, las prótesis metálicas
provocan artefactos que pueden hacer irrealizable la RM. Se desconocen también los efectos
sobre la salud de los pacientes de las corrientes eléctricas inducidas y de los grandes campos
magnéticos aplicados. A pesar de estos posibles inconvenientes, el uso de radiaciones no
ionizantes convierte a la RM en una potente herramienta de diagnóstico para examinar el
cerebro, la columna vertebral, las articulaciones, el abdomen, la región pélvica, la mama, los
vasos sanguíneos (sin necesidad de contraste), el corazón y otras partes del cuerpo (Figura
38).
Por lo que respecta a los US, presentan grandes ventajas como la exploración en tiempo real,
la gran flexibilidad al elegir diferentes planos que explorar, la gran resolución y la buena
relación coste-beneficio que presentan. Su principal inconveniente son los numerosos
artefactos que se pueden presentar en las imágenes.
Existen otras radiaciones no ionizantes con
aplicaciones en diagnóstico por la imagen. En el caso
de las ondas electromagnéticas, los rayos infrarrojos
son utilizados en termografía, una técnica de imagen
que permite ver las diferentes temperaturas de la
superficie corporal.
Tampoco debe olvidarse el uso diagnóstico de una
radiación electromagnética que es la principal
generadora de imágenes para el ojo humano: la luz
visible. Sin embargo, generalmente no se la considera
como una herramienta de diagnóstico por la imagen,
aunque se realmente la principal.
7. UNIDADES Y MAGNITUDES DE USO EN
RADIOTERAPIA E IMAGEN PARA EL DIAGNÓSTICO.
Tanto en el campo de la radioterapia como en el
diagnóstico por la imagen es necesario conocer la
cantidad de radiación que llega al paciente, puesto que
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tanto los efectos terapéuticos como los adversos tienen relación con ella. La principal
dificultad que se presente reside en el hecho de que no todas las magnitudes de uso en
estas disciplinas son medibles directamente, algunas deberán basarse en estimaciones o
cálculos para conocer su valor aproximado.
Para la mayoría de las magnitudes que se tratarán en este punto son de especial importancia
dos aspectos diferentes:
El primero es el valor total de la magnitud, que proporcionará una medida de la
cantidad total de la radiación recibida por la persona, ya sea un paciente, personal
expuesto o miembro del público.
El segundo es la tasa, que se define como la variación temporal del valor de una
magnitud, o lo que es lo mismo: cuánto varía la magnitud por unidad de tiempo.
Proporciona una medida de la rapidez con la que el valor total varía, y en las
radiaciones ionizantes está relacionada también con los efectos biológicos. Por
ejemplo, en el caso de la dosis absorbida D, que se verá más adelante:
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consecuencia de perder su energía con rapidez es que son menos penetrantes. Este es el
caso de las partículas cargadas, especialmente la radiación α. Otras partículas cargadas como
las β tienen menor LET y son menos ionizantes. Este comportamiento es debido a que la LET
disminuye al reducirse la cantidad de carga de las partículas.
Las radiaciones de baja LET, por el contrario, distribuyen su energía a lo largo de una mayor
profundidad, con lo cual la “concentración” de ionizaciones y excitaciones es menor. Esto
ocurre en radiaciones electromagnéticas, y especialmente en rayos X y ϒ de alta energía, y
los hace muy penetrantes en la materia.
7.2. Exposición X.
La exposición es una magnitud que solo se puede utilizar para radiaciones ionizantes de
naturaleza electromagnética, es decir, para fotones de rayos X y ϒ.
Su definición se basa en una de las primeras propiedades descubiertas para dichas
radiaciones: la capacidad para ionizar los gases. Su definición es la siguiente: la exposición,
simbolizada por X, es el valor absoluto de la carga total de los iones de un solo signo
producidos en aire cuando todos los electrones liberados por los fotones por unidad de
masa de aire son completamente parados también en aire.
En otras palabras, la exposición es proporcional a la cantidad de ionizaciones que la
radiación produce en el aire por unidad de masa:
Sus unidades en el SI son los coulombs partido por kilogramo (C/kg), aunque la unidad
histórica y de amplio uso todavía es el röentgen (R), definido inicialmente como la cantidad
de radiación que produce una unidad electrostática de carga en 1 cm 3 de aire en condiciones
normales.
La variación temporal de la exposición recibe el nombre de tasa de exposición:
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