Está en la página 1de 50

Sobre El Amor

Y Sus
Poemas Secundarios
En el punto donde los recuerdos se cruzan con las noches en vela,
los efectos secundarios del amor se vuelven poemas.
I – Cómo Te Atreves.

La casualidad es irónica y tú tan terca


vuelves y me encuentras
luego de veinte poemas perdidos

y un verso desesperado
regresas a encender la llama

con cenizas que tú misma dejaste entre mis sábanas


y arde pensar en cómo te atreves
a volver para tentarme

pero quema más saber


que no estás para quedarte.
II.

Quedó un espacio lleno de lujuria


justo en el trecho

donde nuestros deseos se cruzan


mil gritos al vacío
que seguro se resuelven con un beso

pero me dejaste aquí


vivo, más no ileso
cerrándome todas las puertas ante cualquier posibilidad

pero escudriñando los cajones del recuerdo.


III.

Yo que ya comenzaba a sonreírle a la soledad


y tú que vuelves

como si nada hubiera pasado


reviviendo sentimientos que juré haber enterrado.
IV.

Tus últimas palabras vinieron como una cachetada.


Como un epílogo

de esos que te dicen exactamente


todo lo que no querías leer

porque pensarte luego de todo este tiempo


fue oír todo lo que realmente nunca dijiste
todos los “¿por qué?” que quedaron colgando de un hilo

entre tu pecho y el mío.


V – Di Que No Te Vas.

Después de tantas guerras luchadas por ganar tu corazón

prefiero fingir hablar otro idioma


a escucharte decir que quieres marcharte.
Todas tus promesas ya las he escuchado antes

y escribes un libro donde sobre palabras vacías


pero ven y miénteme una vez más.
Di que no te vas.
VI.

A cualquiera lo rompe
inevitablemente
soñar con atardeceres

y despertarse a un cielo nublado en medio de la nada.


Y yo que siempre te soñaba.
VII – Cuánto Me Duele.

Quizás nunca sepas

cuánto me duele quererte.


Darte todo lo que tengo
todo lo que no te mereces

por ti querer luchar


sin importar cuántas veces
y aún así perder(te).
VIII.

Por más que apunto


no atino.

Parece que contigo


el dolor es el único alivio.
IX – Una Vez Más.

Ahora sólo busco maneras

de fingir no querer probarte otra vez


que tu boca termine
donde empiece la mía

y se derramen los besos como miel


que tus dedos rozando mi piel

detengan el tiempo
y hagamos mil años de tan sólo un momento.
Si confesar mis pecados es lo que hace falta

no me importa, la verdad.
Me consume el querer intentar descubrir tu sabor
solamente una vez más.
X.

Pasearme al borde del peligro


dormir junto a la soledad de no tenerte aquí

bailar con la locura


abrazarme al pensamiento de no dejarte ir.
XI – Aprender A Quererte.

Tomé notas al aprender a quererte.


Sé que nunca te gusta quitarte los aretes, y que si la cama no está
perfectamente tendida se te hace casi imposible acostarte a dormir.
Que un día sin música es un día perdido, y que se volvió costumbre
plasmar tus sentimientos en notas diarias, como una manera de
combatir tu peor defecto: guardarte todo lo que sientes. También sé,
mejor que nadie más, que cuando tus emociones son muy fuertes
tus ojos amenazan con llorar, ya sea de tristeza o felicidad, y que
siempre tratas de ocultarlo porque es algo que no puedes controlar
ni mucho menos explicar. Que dentro de ti misma eres tan opuesta
como un día en la playa y el clima de Bogotá, pero que precisamente
eso es lo que te hace tan maravillosa.
Y así, justo así, sin nada menos ni nada más, prometo quererte
siempre. Con estas notas que dejen en claro que hasta lo más
aleatorio de tu interior es digno de ser poesía.
XII.

Sentir que todo es insuficiente


cuando se trata de describirte

dedicarte cuatro páginas enteras


un corazón desbocado
y varias noches en vela.

Querer quererte
vivir soñándote

buscando nuevas palabras


que rimen con tu nombre
nuevos colores para pintarte

si mi mente fuera un museo


con cientos de obras de arte

sólo serías tú
en cientos de formas diferentes.
XIII – En Un Sólo Día.

Entre la gente y bajo la luz tenue, aún brillabas

y antes de poder pensarlo bien


ya mi lengua valiente, apresurada

con el hechizo de un par de copas


te saludaba.
Tu risa hacía que cualquier bachata

se convirtiera en balada
y con un bolero tus ojos me pidieron que no te soltara.

En medio de un merengue me enseñaste


que de un momento a otro la vida misma se nos escapa
y mientras trataba de encontrar las palabras exactas

para prometer volverte a ver


te marchaste.

Me acostumbré a ti en un solo día


y ahora sólo me queda extrañarte
como si te conociera de antes.
XIV.

Tus ojos cruzándose con los míos y aquel “te quiero” correspondido.
Otra vez.

Mil y un veces.
XV.

Mientras no estás
me toca rogarle al destino que nuestro punto final

realmente sólo sea un punto y aparte.


XVI.

Quizás la próxima vez


no exista despedida

y con un poco más de suerte


me regalas un baile que dure toda la vida.
XVII – Ya No Estás Tú.

Te doy hasta mi última palabra


y juro ya no buscarte

por estas heridas que aún no sanan


por estas paredes que no hablan
para contarte cada noche

cada suspiro
cada lágrima.

Toma todo lo que quieras


igual ya no hay más nada que dar
si cada día que pasa

me dueles menos
y te alejas más

¿de qué vale darlo todo, si al final


ya no estás tú?
XVIII.

Hicimos un nudo fuerte


como uniéndonos por siempre
pero qué tonto fue no darnos cuenta

que quedó un extremo sin atar.


Bailamos entre la euforia y la incertidumbre

de tratar de aprender a amar


y después de tantas noches hablándole a la luna
y jurando que desde la orilla se puede ver el fondo del mar

ya ni siquiera sabemos
a dónde fuimos a parar.
XIX.

Ahora que el tiempo se nos escapa de las manos

que la vida va corriendo y nosotros caminamos


buscando entre el alboroto alguna razón

para poder aferrarnos al pasado


ahora que la necesidad nos mata
y tu alma se desdibuja ante mi mirada

esperando alguna explicación


de por qué no te encuentro

aunque estés aquí a mi lado


ahora que no lo intentamos, el silencio nos gobierna
y de falsas promesas nos volvemos esclavos.

Ahora que finjo no quererte aquí


cuando desapareces mis ojos te buscan a gritos

y por más que trato de mentir, suplico


¿a quién engaño?
entre tantas adicciones, tus labios son mi vicio.
XX – Ladrona.

Si alguna vez te preguntan si has robado

espero que de tu boca se escape el sonido de mi nombre


aunque tu orgullo grite
y se agite tu respiración.

Cuéntales sobre mis sonrisas y suspiros


sobre mis sueños y mis versos sin sentido.

Diles, quizás con un último respiro


cómo te tomaste el trabajo de robarme el corazón.
Aunque la vulnerabilidad de la verdad

te haga sentir como una reina sin corona


confiesa que te haces llamar humana
pero eres ladrona.
XXI.

Esta noche cuando duerma

volverás a aparecer
bailaré al ritmo de tu voz

y cada palabra que cantes será para mí.


Te recitaré poemas
mientras anhelo que nunca llegue el fin

luego abriré los ojos


y como todas las mañanas
te volveré a perder.

Sólo somos felices bajo la luna


y yo ya comienzo a maldecir cada amanecer.
XXII.

Quisiera poder desnudarte


y descifrar todas las interrogantes

que te rodean el corazón


poder armar el rompecabezas
sin que tú misma me robes las piezas

no perder la razón
ni mucho menos la cordura

aunque parezca imposible querer conocerte


sin terminar necesitando una cura
encontrar la salida de éste laberinto

que comienza en tu sonrisa


y termina en la puerta de tu alma.

Enamorarte es un peregrinaje
y yo estoy agonizando a mitad del viaje.
XXIII.

Aunque te extrañe

en los espacios que no llenas


los besos que aún no nos damos

y cada “te amo” que después de cada atardecer sin ti


te he guardado
aunque me duela

y la huella que has dejado sea indeleble


aunque mi corazón vuelva y se quiebre
siempre podré repararlo.

Incluso si me faltan los pedazos que te has llevado


aún le quedan latidos a este corazón robado y quebrado.
XXIV – Mil Tormentas.

Hoy la noche se siente más larga


pero nos falta tiempo
para remediar algo

que quizás no tiene arreglo.


No te preocupes, que por mi parte

no fue un amor a medias


y no te miento
cuando te confieso que, aunque te vayas

siempre seré yo quien quiera salvarte


de mil (y un) tormentas.
XXV.

Si te vas, el miedo se va contigo


pero conmigo quedan todas las promesas

las noches de amor


cada vez que fuimos tú y yo
y el resto del mundo desapareció.

Si te marchas hoy
te llevarás también

todo lo que sentimos


pero dejarás tras de ti un silencio
que amenace con hacerme sufrir.

Bien sabes tú
que aún nos faltan guerras por luchar

demasiado bien sé yo
que aún me queda mucho para darte.
XXVI.

Quizás tú y yo estamos destinados a ser así:

casi posibles, etéreos.


Yo adorándote con todo el cuerpo
y tú queriéndome con las puntas de los dedos.

Yo como una sombra


que a veces ves de reojo

tú como una imagen tatuada


en cada esquina de mi mente.
Caminos separados que

por tormento o por suerte


se cruzaron un instante.
Un desastre que por alguna razón se siente coherente.
XXVII – La Última Vez.

No hay nada que decir


pero sí mil preguntas al aire
sobran las excusas

pero faltan culpables


y tú corres, corres del miedo

o detrás del tiempo


y cada paso es un tormento.
Mi voz falla, el adiós se esconde

y no sé dónde
o cuándo
me volví tan vulnerable

pero prefiero llorar los recuerdos


a no volverte a ver.

Esta será la primera


más no la última vez.
XXVIII – Eres Tú.

Besos que se sientan

como si toda una vida los hubieses esperado


y una simple palabra dicha

en el momento indicado.
El viento que roza mi pelo en verano,
sonrisas robadas

y la paz de encontrar un hogar


en tan sólo una mirada.
Todo eso

y más
eres tú.
XXIX – Ahora Que No Puedo Hablar.

Después de once atardeceres, pienso en tus noches

y en si encuentras recuerdos en la luna


o tal vez debajo de tu almohada

que te consuman de a poquito


que te amen gritando, pero te torturen bajito
como rosas en tu cama

un golpe que duele pero no mata


mi nombre se pasea entre tus sábanas

y aunque mi boca calla, no faltan palabras


yo también te encuentro
entre la tinta que derrama mi alma en un papel

te escondes entre las líneas, y yo pretendo que no te puedo ver.


Ahora que no puedo hablar, y ya no estás

no me queda más que escribirte sin sentido.


Apostarme a mí mismo:
¿a cuántas rimas estoy de entender que no volverás?
XXX.

Amarte fue, en una última instancia


apostarse la vida misma jugando a los dardos

con los ojos vendados.


XXXI – Yo Contigo, Tú Conmigo.

Te reconozco
en mis propios ojos

en mis propias manos.


Te siento e incluso cuando no estás
te llevo a todos lados.

Te amo como se ama aquello


que uno siempre ha soñado

y te cuido como uno cuida


eso que nunca imaginó
pero por pura fortuna ha llegado,

con locura, sin pensarlo


diciéndole a la vida que justo así

es como quiero que estemos siempre:


yo contigo, tú conmigo.
XXXII – Yo Más Te Adoro.

La nostalgia de un domingo sin ti

el caos de un lunes
en el que te persigo

y aun así tengo que verte ir.


Te espero en medio de cartas de amor desesperadas
y palabras que aunque grito

tú decides no escuchar nada.


Después de tantas semanas perdidas

ya hasta mi calendario se sabe tu nombre


y aunque te escondes
mi corazón terco aguanta la herida.

Mientras más domingos pasan


deseando verte venir

más me enamoro.
Entre más huyes
yo más te adoro.
XXXIII.

Últimamente le pido al destino


que tomemos al tiempo de lado y lado

que quizás halando lo suficientemente fuerte


lo alargamos
quizás de tanto perseguirlo

se cansa y va más lento


sólo para saber que no habré perdido todo el esfuerzo

que cuando llegue al final del camino


no sea demasiado tarde
y estés tú ahí, sonriendo

que me robes el aliento.


Después de tantas semanas

adorándote desde lejos, tenerte


de mi vida entera será el mayor privilegio.
XXXIV – Amor Con Hielo.

Ya boté todas las cartas

escondí cada indicio de tu nombre


entre las curvas de otros cuerpos
borré todos los besos que me diste

con las huellas de otros labios.


Por todo este amor que intenté salvar con hielo
ahora sólo me queda un corazón congelado.
XXXV.

Entre las páginas de un libro te encontré de nuevo


como si nunca te hubieras ido

y la verdad es que nunca lo hiciste.


Te colaste entre mis pensamientos,
tenaz y sorprendente

un poco desgarradora
demasiado descarada.
Por un segundo casi me haces pensar que te debía algo

pero la verdad es que nunca lo hice.


XXXVI – Mi Nuevo Vicio.

Juegas a enredarme fingiendo inocencia


a confundirme cuando finges hablar
me seduces a seguir bailando

me das vueltas en círculos y cada noche


entre tus manos sigo pecando.

Una experta con suerte de principiante


y si apuesto, sé que por tu amor me arruino.
Con ases bajo la manga me atrapas

y por más que intento no te puedo dejar.


Eres mi nuevo vicio.
XXXVII.

Dije quererte por sólo una noche


pero a ti te conocen por ser insaciable
me hablas al oído

y yo ante tus trucos


me doy por perdido.
XXXVIII – La Fragata.

Somos un paréntesis

una existencia tan breve


que se me escapa entre los dedos
y las palabras se acaban

antes de poder pronunciarlas.


Yo soy un náufrago

sediento de nuevos paisajes y aventuras


y tú has llegado a ser
la necesidad de amar

que ahora me atrapa y no descansa


pero cuando llegue el final
y me veas marchar

recuerda el sonido de mis olas.


Cuando te sientas perdida

sólo ven a mi fragata


que aquí yo siempre guardaré
todos nuestros sueños y esperanzas.
XXXIX – Celestina.

Si cada segundo contigo


lo llevo guardado en la billetera

ya te es familiar el sabor desconocido


y vives de lo prohibido

el agua te sabe a Brugal


y a veces un Camel para desayunar
si para probar tus labios hay una lista de espera

y los mejores besos los das a subastar


¿de qué nos vale el intento?
si para cada comienzo existe un solo final:

Celestina llama de nuevo


y en un parpadeo

tú ya no estás.
XL – Una Y Otra Vez.

Mirando al espejo

jurando ser dueño de cada pensamiento


me descuido y aparece tu reflejo

tomando el control
te deslizas entre los botones de mi camisa
mostrándome como el cielo y el infierno

se juntan en una sola sonrisa


una y otra vez
me arrastras, me amarras

me seduces, me engañas
y te vas.
XLI.

Y es mi culpa
que entre tu piel y la mía
siempre haya un “hasta pronto”

pero nunca un “adiós”.


Mi boca a la tuya no puede decirle que no.
XLII – Sé Que Te Duele.

La vida que te di hoy me la llevo en la maleta.


Sé que te duele verme marchar

pero más te dolería aprender a amar.


XLIII.

Y que no te confunda mi orgullo


si a tu recuerdo yo todavía le dedico suspiros.

Detrás de tu dolor
se esconde el mío.
XLIV – Antes De Los Veinte.

Antes de los veinte


no existen reglas para los deseos

ni delirio que parezca incoherente.


Se comenten errores, nos lastiman
y, aunque muchas veces somos víctimas

ante algún corazón nos volvemos ladrones.


Antes, y con un poco de suerte, también después de los veinte
se ama sin pensarlo mucho y se ríe

se ríe muy fuerte.


XLV – Consejo De Amor.

Entre ciudades ajenas y ventanas de avión


busco los pedazos del futuro

que el viento nos robó


y si quisiera llamarte

el ruido de todo lo que no dijimos


taparía mi voz.
Lo tuvimos casi todo

nos faltó un consejo de amor.


XLVI – Poemas Secundarios.

De amores

pasajeros
intermitentes

inexplicables
robados,
perdidos y encontrados

no existió ninguno
que pasara sin dejar huella
ni corazón que se amara en vano.

Se llevaron mil cosas


pero dejaron poemas secundarios.

También podría gustarte