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Felipe Sánchez

Constitución y
protesta
Domingo Lovera
UDP

Ensayo Final Constitución y Protesta

El abogado y académico José Cea en una entrevista en el diario “El mercurio” en el año
2014 se refirió a la acción colectiva (refiriéndose a las manifestaciones y se entiende
que específicamente a la protesta social) como actos que sobrepasan el derecho y que
constituyen desorden y violencia (llegándolos a equiparar con terrorismo o vandalismo),
contrarios a la política y que destruyen la democracia.
Esta concepción de la protesta no puede estar más alejada de la realidad y solo refleja
una visión antidemocrática y conservadora sobre la protesta social al ver a la protesta
como enemiga de la democracia cuando es justamente lo contrario, pues, la protesta nos
permite acercar nuestras demandas y plantarlas cara a cara con las instituciones
ayudando a fortalecer la política y la democracia. Además, la protesta tampoco es
contraria a derecho, sino que, al contrario, la protesta se vale del mismo derecho que es
lo que lo diferencia de otros fenómenos como la revolución o el simple vandalismo.
¿Qué es la protesta social?
Primero que todo, la protesta es uno de los tantos repertorios (y se suele creer
ingenuamente que el único) a los que echan mano los movimientos sociales para
plantear sus demandas frente a las autoridades mediante un esfuerzo organizado y
sostenido en el tiempo que es lo que le permite ser eficaz (Tilly).
Si bien, al ser un movimiento social requiere evidentemente de la concurrencia de
personas, no necesariamente debe existir una organización detrás, sino que muchas
veces son simplemente un grupo de personas que se reúnen de forma espontánea porque
tienen una narrativa común y un mismo compromiso epistémico o nomos (Cover) o
porque han sido maltratados por el sistema político (como los estudiantes quienes
querían terminar con el lucro en la educación, pero el estado los ignoraba al ser menores
de edad).1
“Si la demanda es satisfecha, allí termina el problema; pero si no lo es, la gente
puede comenzar a percibir que los vecinos tienen otras demandas igualmente
insatisfechas –problemas de agua, salud, educación, etcétera” Laclau

Lo que, si se requiere, es que la protesta se encuentre amparada por los derechos


sociales (como el derecho a reunión 19 n°15 o la libertad de expresión 19 n°12) lo que
le permite mantenerse en un marco de legalidad, pero haciendo uso de formas no
convencionales de participación saltándose a los grupos intermedios para canalizar
directamente sus demandas al estado y al resto de los ciudadanos y en ese sentido,
también requiere del derecho y que sus instituciones como los tribunales no solo deben
proteger a las mayorías, sino también a las minorías protegiendo sus derechos
fundamentales cuando el proceso político no esté dispuesto a hacerlo (Gargarella) y
también de un estado a quien canalizar sus demandas.
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En ese sentido, algo de razón tiene Carlos Peña a denominar al fenómeno del 18-O como “una
conmoción pulsional generacional alentada por ciertos problemas de legitimidad” pues, se trataba de un
grupo afectado por la modernización del país que decidió alzar la voz tras el detonante de los 30 pesos.

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Felipe Sánchez
Constitución y
protesta
Domingo Lovera
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Relación Protesta y democracia


“Nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede
ser  libre  sin  la experiencia de la libertad  pública y  nadie, finalmente, puede ser
feliz  o libre sin implicarse y formar parte del poder político”-Hannah Arendt

Durante la historia ha existido un considerable grupo de personas que han sido


maltratados por el sistema político y que no contaban con los recursos institucionales
para hablarle a la autoridad como la elección, el sufragio o las cartas al director lo cual
hace que para ellos plantear sus lecturas sea mucho más difícil. Grupos insulares, que
han sido desplazados y deliberadamente eliminados del proceso político y que
constituyen pura hegemonía (típicamente se piensa en el movimiento feminista, obrero,
estudiantil o LGBTQ) quienes no tienen otra alternativa que luchar por sus demandas
desde fuera de las reglas del juego (ya que esas mismas reglas del juego son las que
excluyen a estos grupos) y allí es donde entra la protesta que les permite dirigirse al
estado mediante medios no convencionales (performances, marchas o manifestaciones)
pero amparados por la constitución.
A estos reclamos se les van sumando más ciudadanos que si bien no son los actores
principales también salen a la calle en pos de un bien común democratizando los
espacios (por ejemplo, el 18-O inicio con los secundarios y luego se fueron sumando el
resto de las personas quienes también tenían un descontento social o muchos hombres
que se fueron sumando al movimiento feminista pese a no verse oprimidos directamente
por el sistema patriarcal). Así es como ya no solamente son los grupos subalternos
quienes acuden a estos recursos, sino que terminan haciéndolo incluso quienes no son
víctimas del sistema como los medioambientalistas, animalistas o como el famoso paro
de camioneros que disgustó a los manifestantes.
Estos actores secundarios que se suman sí tienen poder para dirigirse al estado y así es
como poco a poco estos grupos van amasando poder social, pero para lograr que sea
eficaz se requiere capacidad de desafiar a las instituciones, de crear incertidumbre al
estado y llevarlo a negociar o también de potenciar la solidaridad en torno a los
reclamos que se están presentando y así poder transformar esa expectativa de derecho
en verdaderos cambios transformando este poder social en poder político (Habermas).
Como se puede ver, quizás esta sea la forma de democracia más directa y eficaz, ya que
nos permite saltarnos a los partidos políticos y sentarnos con las autoridades para
entablar nuestras peticiones y llegar a acuerdos.2 Así, la democracia ya no se limita
simplemente a manifestar cada 4 años si estoy de acuerdo o no con un candidato, sino
que ahora la protesta nos permite volver a estar en las calles dialogando tal como en la
era de los antiguos (Constant) presentándose como una nueva forma de hacer política
con el estado de intermediario.
Relación Protesta y Violencia
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Ya no se hace uso de los partidos políticos, sino que ahora el medio es el de las redes sociales para
generar presión y también para convocar a las distintas manifestaciones en el país.

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Domingo Lovera
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Quienes tienen una visión más conservadora de la protesta suelen tildarla de violentista
y que constituyen puro “caos y desorden”. Efectivamente, un elemento que necesita la
protesta es la irrupción de los movimientos sociales, puesto a que es la única manera de
que una lectura constitucional pueda impactar en el estado y ceda a negociar. Sin
embargo, lo que hace que este fenómeno sea una protesta social y no una revolución,
anarquía o desobediencia civil es que la protesta como hemos dicho pese a irrumpir
tiene una organización sostenida en el tiempo, que busca siempre entablar
negociaciones con el estado (y no desafiarlo o derrocarle) y que se encuentra amparada
por derechos fundamentales manteniéndose dentro del ámbito de lo legal.
El derecho a la reunión y libertad de expresión (19 n°15 y n°12) son 2 de los derechos
fundamentales en que se ampara la protesta, ahora bien, analicémoslos siguiendo a
Alexy. El titular de este derecho son los manifestantes quienes tienen el derecho a
asociarse de forma previa y sin armas en lugares públicos y al mismo tiempo,
manifestar su descontento social cuando hay una expectativa insatisfecha. El
destinatario vendría siendo el estado que tiene el deber negativo de no interferir y
respetar el derecho y el objeto sería como se dijo previamente, la reunión pacífica y sin
armas.
Ahora bien ¿Quiénes serían los afectados por el derecho de los manifestantes a reunirse
en lugares públicos y manifestarse? ¿Sería la autoridad? Pareciera que no, porque Chile
es una democracia y, por lo tanto, a los ciudadanos no se les puede prohibir criticar a las
autoridades porque o si no se perdería la libertad de expresión y la democracia quedaría
restringida a solo sufragar ¿Serían los ciudadanos? Muchos de ellos dicen verse
afectados frente a los corta calle o disturbios porque no pueden tomar esa ruta o porque
los ruidos o pancartas les molestan, pero ¿Puede decirse que realmente su derecho está
siendo afectado cuando tienen otra opción? Si se interrumpe el transito ellos aún pueden
elegir otra ruta para tomar o pueden evitar acercarse al epicentro de la protesta (evitando
transitar por plaza Italia, por ejemplo).
Recordemos que siempre que exista un derecho, este va a entrar en conflicto con otro
(como la libertad de expresión con la honra o la transparencia con privacidad), pero
ningún derecho es absoluto y siempre vamos a tener que ponderar los derechos y por
eso es que la frase “mi derecho a protestar termina donde empieza el derecho de los
demás” no tiene cabida, puesto que mi derecho a protestar es igual de valido que el
derecho de los demás y por eso es que habrá que mirar cual pesa más.
El derecho a la protesta efectivamente requiere de la violencia, aun así, esta violencia
siempre se va a mantener dentro del marco legal (porque el manifestante busca validar
su expectativa de derecho) y en el caso de incumplimiento, estos suelen ser en materias
tangenciales o pequeñas irrupciones (Tarrow) por lo que no habrá violencia si lo
entendemos como vandalismo o terrorismo.

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Dentro de la protesta, siempre habrá un selecto grupo que se aprovechará y cometerá


actos terroristas o vandálicos, pero ellos ya no se encontraran dentro del marco
institucional de la protesta y por ende serán ellos quienes reciban un reproche personal y
no el resto de los manifestantes (Gargarella)
Para finalizar
Todos los derechos sociales se han conseguido protestando, como el fin del lucro en la
educación superior, el aborto 3 causales, derechos sindicales, voto de las mujeres, etc.
Por lo que si bien, durante la historia han existido episodios de violencia, con estos
siempre se han conseguido cosas importantes fortaleciendo la democracia y la política
en donde tanto los ciudadanos como el estado tienen un rol importante y no debemos
minimizar esos logros enfocándose solamente en la forma en que se consiguieron. Si
realizamos una ponderación, podemos ver que los derechos que se han conseguido
gracias a la protesta social pesan más que los derechos afectados de quienes se oponen a
esta.
La protesta social no sobrepasa el derecho, sino que lo presupone, pues gracias al
derecho es que la protesta social se encuentra protegida por el derecho a reunión y
tampoco es contraria a la política y democracia, sino que la protesta la transforman en
una democracia más directa, en donde los ciudadanos son los actores principales y se
comunican directamente con el estado.
Es por eso que mantengo mi postura en favor de la protesta social y en contra de los
dichos de Cea que son imprecisos al concebir a la protesta social como un acto que
constituye desorden y violencia, contrario al derecho y a la democracia lo cual es una
mirada muy restrictiva que no tiene en cuenta los derechos sociales que se han
conseguido acudiendo a estos repertorios.

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