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Filosofía Aquí y Ahora - Segunda Temporada
Filosofía Aquí y Ahora - Segunda Temporada
(Segunda temporada)
Con José Pablo Feinmann
Canal Encuentro
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Encuentro 1: Heidegger, “Ser y Tiempo”
Sumario
La importancia de “Ser y tiempo”, libro que aparece en 1927, es que viene a romper
con las filosofías basadas en una Teoría del conocimiento, gnoseológicas. “Ser y
tiempo” es un libro existencial. En “Ser y tiempo”, el hombre, lo que Heidegger va
a llamar el Dasein (“sein” es ser en alemán, “da” es ahí). Heidegger va a llamar al
ente humano Dasein, ser-ahí. Es ese ser que está arrojado en el mundo, eyectado
hacia el mundo, con lo cual Heidegger evita por completo el esquema de la Teoría
del conocimiento. Si ustedes quieren repasar nuestras clases sobre Kant, sobre
Hegel, sobre Descartes, van a notar que en esas filosofías idealistas siempre había
un sujeto y un objeto. Ya no hay más un sujeto y un objeto, el Dasein, el ser-ahí de
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Heidegger no es el sujeto kantiano. Es el hombre existencial, que se angustia, que
muere, el ser-para-la-muerte. Es el hombre que puede tener una vida auténtica o
una vida inauténtica. Heidegger va a encontrar en ese Dasein todas las categorías
fundamentales de su filosofía.
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2 ¿Cómo se relaciona la obra de Heidegger con el clima sociocultural
de la República de Weimar?
La República de Weimar no era precisamente ni una república fuerte, poderosa, ni
una república en la cual cundiera el optimismo. Si usted quiere tener una buena
visión de la República de Weimar vea la película “Cabaret” de Bob Fosse que
realmente da una excelente visión del clima de la República de Weimar y, por
supuesto, “El ángel Azul” interpretada por Marlene Dietrich y Emil Jannings.
La República de Weimar estaba conducida por la social democracia que era una
clase muy débil, muy indecisa. El grupo espartaquista de Rosa Luxemburgo había
intentado hacer movimientos revolucionarios, la matan a Rosa Luxemburgo,
comienza a surgir el nazismo, surge el expresionismo. Surgen películas
fundamentales como “M, el vampiro negro” de Fritz Lang, como “Nosferato” de
Murnau –que es el primer drácula que se filma-, como “El gabinete del doctor
Caligari” en la que todos ven una prefiguración de la figura de Hitler porque hay
una especie de ente horroroso que se llama Nicolás y que está manejado por el Dr.
Caligari, más siniestro, y este ente es un asesino. Todo este clima es consecuencia
de la humillación de Alemania en el Tratado de Versalles al final de la Primera
Guerra Mundial.
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Hitler sigue teniendo apoyos internacionales, de todos lados. Vean “Juicio en
Nuremberg” donde el abogado de los jueces nacional socialistas dice: a Hitler no lo
inventamos los alemanes, tuvo el apoyo de los industriales norteamericanos, tuvo el apoyo
del Vaticano, tuvo el apoyo de Churchill. En 1937, 38, Winston Churchill dijo: ojalá
Inglaterra, en algún momento de peligro a su democracia, tenga a su frente a un hombre
tan valeroso como Adolf Hitler. O sea que Hitler no es un fenómeno aislado, no hay
que analizar sus frustraciones personales, es un fenómeno que surge de las raíces
profundas de la historia con razones históricas poderosas. Y surge, eso sí, en el
aspecto de la psicología de masas, por la humillación del Tratado de Versalles.
Pero ahora, veamos el desvío que hace Heidegger porque es fascinante la cosa.
Heidegger dice yo me voy a preguntar por el ser. Pero –dice- hay un ser que se
pregunta por el ser. Y ese ser es el ser-ahí, es el Dasein, el hombre. Que me
disculpen los que no quieran ver en el Dasein el hombre, yo veo ahí el hombre. Y si
no vamos a ver todas las cosas que le pasan al Dasein le pasan a usted, me pasa a
mí y a todos los muchachos que están acá, a las chicas también. La pregunta es,
entonces, ¿cómo viene al mundo la pregunta por el ser? ¿Por qué hay una pregunta por el
ser? Hay una pregunta por el ser porque hay un ser que se pregunta por el ser.
¿Qué ser se pregunta por el ser? El ser-ahí, el Dasein, ese ser que está en estado de
arrojo en el mundo. No está el sujeto y ahí el objeto, sino que estamos arrojados al
mundo. En estado de eyección, estamos como escupitados en el mundo. No hay
una conciencia que constituye al mundo y el mundo es un objeto de la conciencia,
esa es una historia de las filosofías idealistas. Heidegger no hace una Teoría del
conocimiento, hace una análisis existencial del ser-ahí.
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El ser-ahí, atención, es el ahí de la pregunta por el ser. Porque el ser-ahí se
pregunta por el ser: ¿por qué hay ser? Nos preguntamos alguna vez por qué hay ser,
por qué está todo esto aquí. Entonces, el ser por el cual viene al mundo la pregunta
por el ser es el ser-ahí, el Dasein. Esto hace que Heidegger le dé un lugar
privilegiado al hombre. O sea, “Ser y tiempo” se proponía ser una ontología.
Ontología es una palabra que asusta a todo el mundo, pero no, ontología es una
palabra que viene del griego ontos y “logía” es “estudio de”. Es el estudio de las
cosas que son. Lo que ilumina a todas las cosas que son es el ser. Iba a ser una
teoría del ser, pero inmediatamente Heidegger se desvía y dice: el ser que se
pregunta por el ser es el ser-ahí, es el hombre, entonces ahí comienza a ser una
antropología, un estudio del hombre. Entonces “Ser y tiempo” es una antropología
existencial porque Heidegger dice: el hombre es un SER al cual le preocupa su SER. El
hombre se angustia por su ser y por el SER, y se pregunta por el ser. Entonces
Heidegger dice: el ser-ahí, el Dasein que está arrojado en el mundo, caído en el mundo, es
el ahí del ser. ¿Por qué es el ahí del ser? Porque en el ser-ahí se formula la pregunta
por el ser.
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Cuando digo “yo estoy corriendo un taxi”, perdí el taxi, se fue, porque empecé a
reflexionar y ahí lo perdí. Yo tengo que estar devorado por el mundo.
Este “estar devorado por el mundo” viene de Edmund Husserl, el gran maestro de
Heidegger. Gran maestro de Heidegger que Heidegger, en su etapa nazi, borró la
dedicatoria que “Ser y tiempo” tenía a Edmund Husserl. Ya vamos a ver esto.
Edmund Husserl, el autor de “Ideas para una fenomenología”, es el creador de la
Escuela fenomenológica. ¿Qué dice la Escuela fenomenológica? Busca salir de ese
sujeto que residía en sí mismo. Piensen en Descartes, Descartes qué decía: “pienso,
luego existo”, ¿dónde estaba el punto de partida? En la interioridad del hombre, en su
subjetividad, de ahí se partía, de su interioridad. La intencionalidad husserliana no
parte de la interioridad del hombre, lo que dice es que el hombre está arrojado
hacia afuera. No partimos de una subjetividad que hay justamente en el sujeto, no.
Partimos de una relación sujeto-mundo que es indisociable. El sujeto está –como va
a decir Heidegger- eyectado, y esta es la concepción que Heidegger toma de su
maestro que es la concepción fenomenológica. La concepción fenomenológica de
Husserl consiste en decir que la conciencia es intencional porque la conciencia
constantemente va más allá de sí misma, nunca reside en sí misma. Por eso
Sartre, genialmente, va a decir: “el hombre es nada”, porque no hay en el hombre
como punto de partida esa subjetividad constituyente que había en Descartes -
pienso, luego existo. ¿Por qué hay cosas afuera?, “porque yo la pienso”. No. Hay
cosas afuera-. Hacia esas cosas el hombre está arrojado, eyectado y está arrojado
también hacia sus posibles, porque el hombre no es realidad, es posibilidad.
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martillo, clava el clavo en la pared y cuelga el cuadro, ahí se establece la relación
entre el cuadro, el martillo y el clavo.
Hace poco, hace una semana, el genial dibujante que ilustra este programa (Miguel
Rep) sacó una historieta –que en realidad era una postura filosófica- en donde en la
parte de arriba había un volcán en erupción, una piedra, una enorme ola, otro
volcán en erupción, y abajo estaba el niño azul –que es un personaje de Rep-, el
niño azul no ingresaba en la historieta, no estaba en ningún cuadrito. Y la leyenda
decía: “En la realidad pasan muchas cosas pero si no estás vos, no hay historia”.
¿Qué significa esto? Que la naturaleza no tiene historia. Que si un volcán hace
erupción es un hecho más de la naturaleza, pero si a los pies de ese volcán está la
ciudad de Pompeya, es una tragedia. O sea, son los proyectos del hombre los que
le dan tragicidad a la naturaleza. El petróleo no le interesaría a nadie si no fuera
porque es usado como combustible, para la industria armamentística y para miles
de otros fines. O sea que si no hubiera petróleo en Irak, EEUU no estaría ahí, no
tendría el proyecto de ir a Irak. Si hubiera arvejas, no iría a Irak. Entonces, es el
proyecto humano el que le da importancia a las cosas del mundo. El hombre es el
que le da un sentido al mundo.
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Encuentro 2: El Dasein y sus posibles
Sumario
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digo “el ser de la mujer es el ser para la muerte” nadie va a entender nada.
Lamentablemente esto está instalado. Es trabajo de todos nosotros llegar a un
lenguaje, encontrar una palabra que pueda incluir los dos sexos, pero ahora vamos
a tener que incluir unos cuantos más. Es cada vez más complejo.
Entonces el Dasein quiere unirse a ese Uno anónimo para ser uno más y no pensar
por sí mismo, y no darse cuenta en algún momento que la muerte inexorablemente
va a ser una experiencia suya y que “nadie puede morir por mí”. Entonces, como
esto es difícil, el Dasein inauténtico consagra su vida a negarlo ¿Cómo lo niega?
Primero dice: la muerte, ah sí, le pasa a los otros, qué cosa, ¡cómo se muere la gente! ¿Por
qué se morirá la gente? Y bueno, porque la gente se muere. Les voy a contar una
anécdota: yo una vez iba manejando mi coche, hace muchos años, y había una
barrera. Delante de la barrera estaba parado un camión, un camión muy grande
que no avanza porque está pasando un cortejo fúnebre. El cortejo fúnebre pasa
muy lentamente y el camión espera. Detrás del camión hay una línea de coches que
no ven al cortejo fúnebre porque el camión es muy grande entonces empiezan a
tocar bocina. De pronto el camionero se baja y le dice al primero para que escuchen
todos: “¡para viejo, no ves que hay un fiambre ahí!” Memorable frase, filosófica
frase del camionero. No hay nada más contundente para negar la muerte que
llamarle fiambre a un muerto. No es un muerto, es un fiambre. No es un Dasein
que ha finado. No es algo que me va a pasar a mí. Eso es un fiambre. Ni lo nombra,
no dice es un cadáver, es un ser humano muerto, es un fiambre. Está bien, es un
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lenguaje lunfardesco de Buenos Aires. Pero ¿qué quiere decir que es un fiambre?,
quiere decir también que ese Dasein ha dejado de ser. Ya no es. Como ya no es, es
una cosa. Un fiambre es una cosa. No está animado de existencia.
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mundo del anonimato, del “se dice”, del “se habla”, de las habladurías, ese mundo
está constituido para que el Dasein no tome conciencia de sí mismo, ni de su
destino, ni de su condición de ser-para-la-muerte.
¿Quién construye este mundo? ¿Quién construye el mundo del anonimato que está ahí y
posibilita que me incluya en él y yo tenga una vida inauténtica? Ese mundo está
constituido por los “poderosos otros”. Entonces –dice Heidegger- cuando yo
acepto ese mundo estoy bajo el señorío de los otros. ¿Qué es el señorío de los otros?
Bueno, yo voy a poner un ejemplo muy transparente para ustedes. Yo creo que hoy
el poder del señorío de los otros está dado por el poder de los medios de
comunicación. Ese es el señorío de los otros. Porque a través de los medios de
comunicación –y acá tomo una frase de Foucault- “los sujetos son sujetados”.
Entonces, si los sujetos son sujetados a través de los medios de comunicación
quiere decir que los sujetos son sometidos al señorío de los otros. Porque los
sujetos no tienen la posesión de los medios sino que lo tienen los otros. Los
poderosos señores otros. Y ese señorío de los otros elimina toda posibilidad de
vida auténtica. Yo soy ese tipo que vive repitiendo las ideas que le dicen, las cosas
que tiene que comprar, los programas que tiene que ver. Está aniquilada toda
posibilidad crítica de la conciencia.
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publicidad, la publicidad le dice cómo él tiene que ser. Ahí está algo que
Heidegger realmente detesta.
El Dasein ávido de novedades pasa de una cosa a la otra porque nunca quiere dejar
de estar al día con las novedades. Esto que Heidegger llama errancia es un
concepto que ha sido estudiado como un concepto antisemita en Heidegger,
porque ustedes piensen que el judío ha sido el errante de la Historia. Hay una
novela de Eugenio Sue que se llama “El judío errante”. El pueblo de Israel ha sido
el pueblo que ha errado, que ha ido errando a lo largo de la historia. Entonces
Heidegger diría –según esta interpretación antisemita- al contrario de la errancia
típica del judío, lo que tenemos que conseguir es el afincamiento del alemán en su
tierra. No a la errancia, pero sí al amor a la tierra de la patria. Esto lo vamos a ver
cuando veamos al nazismo en Heidegger.
De todos modos, no dejemos de lado la riqueza de este concepto (yo planteé cómo
puede ser llevado hacia el antisemitismo), la errancia es la avidez de novedades.
Otra cosa que señala Heidegger como típica de la existencia inauténtica son las
habladurías. Ah, se dice… pero vos, ¿sabes? No, pero se dice. Pero, ¿qué es lo que se dice?
Se dice tal cosa… entonces la voy a decir yo también. Entonces todos terminamos
diciendo lo que se dice. Ahora bien, la pregunta es ¿quién dijo lo que se dice? ¿Qué
estamos diciendo cuando se dice lo que se dice? ¿Quién nos metió en la boca lo que se dice?
¿Quién tuvo el poder necesario para imponer en la sociedad algo que todos digan?
Obviamente, hoy esto lo logran los medios de comunicación, internet, la televisión,
son poderosos creadores de habladurías. Y no buscamos –dice Heidegger-
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renunciamos a buscar nuestra propia voz. Tenemos que abandonar las
habladurías, no someternos a las habladurías. Si nos vienen a decir: esto es así
porque se dice que es así. Yo debería responder: a mí no me consta que sea así. Me consta
que se dice que es así, pero yo voy a averiguar si es así. Porque yo tengo mi propia voz.
Tengo mi propio juicio. Tengo mi propia condición crítica. Tengo mi propia libertad para
elegir y en consecuencia esa libertad me va a dar mi voz auténtica. Mi voz auténtica no se
somete a las habladurías, ni a la avidez de novedades, ni a nada de todo aquello que ese
mundo de la falsedad, del anonimato, me quiere imponer. Mi voz auténtica surge de mí y
es, en ese sentido, subversiva porque altera todo ese orden que está armado para anular a los
sujetos.
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Encuentro 3: Auschwitz y la Filosofía
Sumario
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inmediatamente; Benjamin le contesta: “todavía hay causas que defender en
Europa”. Benjamin era un hombre sencillo, de pequeña estatura, tremendamente
inteligente, judío, un hombre de fe, un hombre que tenía una teoría sobre el mesías:
que el mesías no iba a llegar al final sino que el mesías aparecía por ciertas hendijas
de la historia, en determinados momentos muy especiales. Esto lo desarrolla en las
“Tesis sobre filosofía de la historia”.
Benjamin huye, decide huir, y decide cruzar la frontera francesa hacia España.
Cuando llega a la frontera, precisamente ese día se cerró la frontera. Se cerró la
frontera y Benjamin se desespera, entra en pánico, en terror, porque sabe
justamente cómo es la Gestapo, como trata a los que atrapa. Y siente que esa
frontera se cerró para él. Si se cerró para él, se cerró su vida. Entonces se suicida. Se
suicida “mal”, toma mucha morfina, pasa una noche atroz, finalmente muere; y al
día siguiente la frontera se abre. Esta muerte trágica de Benjamin es la muerte del
pensamiento humanista, del pensamiento que defiende el derecho del hombre a
vivir, a no ser torturado, a no ser avasallado, a no ser confinado a un campo de
concentración como una cosa que se termina arrastrando con una especie de
tractor como hemos visto en algunos documentales.
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el “Curso de Filosofía positiva” de Auguste Comte aparece el positivismo que es la
filosofía que la generación del ’80 toma aquí, en la Argentina, para decir “estos son
los hechos, los hechos han obedecido a un orden racional, ha triunfado la
civilización, han triunfado las ideas, ha triunfado el progreso”. Y a lo largo del
siglo XIX ahí donde entra Europa, entra el progreso, entran las ideas, entra la
racionalidad. Este culto a la razón, ¿por qué ha provocado tantas monstruosidades?
¿Cómo puede ser que la Diosa Razón no haya hecho más que provocar atrocidades? Y
sobre todo, para Adorno y Horkheimer, que son quienes analizan esto en
“Dialéctica del Iluminismo”, la atrocidad de Auschwitz.
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inteligente, tiene que ser un guerrero. Entonces, los guerreros de las SS, de las SA,
no quieren ser inteligentes, quieren ser aves de rapiña, quieren ser halcones. El
judío sí, es inteligente. Walter Benjamin era muy inteligente, había que perseguirlo,
había que matarlo.
Entonces, lo que va a decir otro gran pensador sobre estas cuestiones que es Michel
Foucault es que la razón de la burguesía capitalista necesita afirmarse negando a la
locura y necesita afirmar la sociedad que construye negando a la delincuencia. Por
eso construye cárceles y manicomios. Por eso todo esto no es la irracionalidad del
hombre, el hombre no es malo cuando es irracional, es malo cuando es racional.
Esta dominación que se ejerce por medio de la razón sofocando las pulsiones, los
deseos, los instintos más genuinos del hombre, forman una sociedad que es –para
Adorno y Horkheimer- la sociedad capitalista. (Nosotros acá no estamos hablando
de los fracasos de las sociedades socialistas que ya hemos oído hablar demasiado
de eso y en algún momento lo hablaremos, pero ahora estamos tratando a estos
filósofos). Adorno y Horkheimer hablan de esta racionalidad burguesa que, como
razón instrumental que domina a los hombres, lleva su instrumentalidad hacia el
campo de exterminio de Auschwitz donde son racionalmente exterminados
6.000.000 de judíos, gitanos y homosexuales.
La razón instrumental, esa razón que se constituye para dominar a los hombres y
para dominar a la naturaleza, comienza por arrasar a la naturaleza, por
industrializarla, por volver a la naturaleza un arma de guerra. Al volver a la
naturaleza un arma de guerra, un arma de consumo, un arma de mercancías; la
razón instrumental llega hasta hoy, hoy estamos viviendo sumidos en la razón
instrumental. La instrumentalidad de la razón es hoy la racionalidad del Imperio
bélico comunicacional estadounidense que ha decidido una colonización casi
generalizada del mundo para protegerse de él. Lo que hace Estados Unidos es: para
protegerme del terrorismo, voy a conquistar todos los lugares que pueda y voy a declarar
guerras preventivas si es necesario. Ahora, lo que está ocurriendo en este momento en
Irak –que es muy poco lo que verdaderamente sabemos que ocurre en Irak, pero
sabemos que ocurren horrores- es la razón instrumental bélica puesta al servicio
del poder. El poder y la razón van de la mano, la razón está al servicio del poder.
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4 La historia, ¿un paisaje de ruinas?
Las tesis que Walter Benjamin le deja a Bertold Brecht son sorprendentes. El mismo
Brecht dice que se va a demorar muchísimo en entender estas tesis. De hecho
constituyen una formidable crítica a la dialéctica hegeliana y a la dialéctica
marxista. Lo que dice Benjamin es que no hay una racionalidad en los hechos
históricos, que los hechos históricos no responden a una necesidad interna
dialéctica, inmanente, racional, que los vaya sucediendo los unos a los otros. Que el
ángel de la historia –dice Benjamin, porque ha comprado un cuadro de Paul Klee
donde se ve un ángel mirando hacia el pasado- mira hacia el pasado y no ve un
encadenamiento lógico de categorías hegelianas, sino que ve un paisaje de ruinas.
Entonces, no hay dialéctica, hay ruinas, y Benjamin nos entrega una concepción de
la historia como catástrofe. No la historia como una dialéctica necesariamente
encaminada hacia un final de plenitud, hacia una sociedad sin clases donde no
habrá más explotadores ni explotados y donde el hombre será libre. ¡No! –dice
Benjamin- la historia no es eso. La historia es un paisaje de ruinas, la historia ha
sido una catástrofe completa y la historia lo que expresa es la ruina, el fracaso de la
razón humana.
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sabemos que la vamos a amar para siempre. Sentimos un día, en cualquier
momento, podemos pasar por una iglesia o un templo vacío y entrar, y está vacío,
estamos solos, y nos pasa algo que no nos pasó nunca. Sentimos la plenitud de la
presencia de lo absoluto, de lo sagrado, de algo que está más allá de nuestras vidas
finitas y tenemos un momento de fe. Pero no es la fe que da una certeza absoluta,
es un momento, pasa enseguida –dice Benjamin-, pero por esa hendija hemos
tomado contacto con el sentido de nuestra vida, de la historia, y con aquello que en
última instancia podría redimir a la historia humana.
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Encuentro 4: El ser-para-la-muerte
Sumario
El repaso fundamental es que el Dasein es el ser-ahí, es ese ser que está ahí,
arrojado en el mundo. No hay, como en el idealismo filosófico, un sujeto por un
lado y un objeto por otro lado. Hay un ser-ahí (aquí la cosa cognoscitiva,
conciencial, subjetiva, no tiene ninguna importancia), es existencial, el Dasein es un
ente existencial que está arrojado al mundo. ¿Por qué está arrojado al mundo? Porque
está arrojado hacia sus posibles. El Dasein, entonces, no es realidad como es
realidad un árbol, una piedra o un volcán, el Dasein es posibilidad. No es realidad,
es posibilidad. Está arrojado hacia sus posibles.
Dentro de estos posibles, habíamos visto, que hay un posible que le es posible a
todos los posibles. (Bueno, estas son cosas de la jerga filosófica que ya paso a
aclarar). Nosotros tenemos muchos posibles, pero hay un posible que habita todos
los posibles y es la posibilidad de morir. En cada una de mis posibilidades yo
puedo morir. Es cierto que, alguno de ustedes dirá –y con mucha razón- que el
hombre no es sólo ser-para-la-muerte, es ser para la vida porque empezó viviendo.
Pero eso no es lo que analiza Heidegger. Que el hombre empiece viviendo,
efectivamente es así, el hombre cae en un mundo, todos hemos caído en un mundo
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y nos lo encontramos ya bastante constituido. Hemos caído viviendo, pero no bien
hemos caído en este mundo hemos sido seres-ahí, Dasein, hemos estado arrojados
en el mundo.
Ahora, este ente que es el Dasein, el ser-ahí, tiene una especial particularidad que lo
diferencia de todos los otros entes. Este ente es el que se pregunta por el ser. “Ser y
tiempo” es un libro que se presenta a sí mismo diciendo “este libro se va a
preguntar por el ser”, el paso siguiente que hace Heidegger es decir cuál es el ente
que se pregunta por el ser o, al menos, dónde está la pregunta por el ser. Y aquí
encuentra el ser-ahí, al hombre. Pero no al Hombre universal, sino a cada uno de
nosotros, al hombre individual, al hombre irrepetible, que se angustia él, el que
sólo puede morir por sí mismo.
Entonces, este hombre es el que se pregunta por el ser. El ser-ahí –dice Heidegger-,
es el ahí del ser. Porque ahí, en el ser-ahí, la pregunta por el ser viene al mundo. Es
decir, si hay pregunta por el ser es porque hay Dasein. No es porque hay vacas,
terneros, langostas o cigüeñas, lo que quieran; es porque hay hombres en el
mundo que la pregunta por el ser existe porque son los hombres los que se
preguntan qué es esto, qué es todo esto.
Si Heidegger habla tanto de la muerte, esto revela el momento en el cual fue escrito
“Ser y tiempo”. “Ser y tiempo” se publica en 1927, es un momento muy sombrío en
Alemania, un momento pleno de presagios, gobierna la social democracia con la
Constitución de la República de Weimar, está el anciano mariscal Hindenburg que
no se sabe muy bien para qué lado va a tomar, hay un poder comunista muy
grande que aterroriza mucho a la pequeña burguesía alemana y a este poder de “la
ola roja” los alemanes le temen mucho. También hay un partido y un personaje al
frente de este partido, pero al que Heidegger en “Ser y tiempo” pareciera ignorar.
Es un momento oscuro en el cual el cine del expresionismo lo expresa muy
plenamente. Por ejemplo hay películas –formidables películas- como “El gabinete
del Dr. Caligari”, como “M, el Vampiro Negro”, como “Metrópoli” que están
expresando este momento sombrío del expresionismo. Si ustedes han visto una
película de Woody Allen –muy poco vista- que se llama “Sombras y niebla” ahí
Woody Allen recrea la estética del expresionismo. E incluso, si han visto las
películas del cine negro norteamericano ahí genialmente está recreada la estética
del expresionismo. Son sombras, cine negro, nada de color, pedazos de sombras,
luces, etc.
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En “El gabinete del Dr. Caligari”, Caligari es un personaje bizarro, un poco
excéntrico, que tiene una especie de zombi siniestro que se llama “Cesare”. Vamos
a ver quién le pregunta algo a “Cesare” y qué responde terroríficamente “Cesare”.
Hasta ese momento para este hombre que incurrió en esa fatal pregunta, los que
morían eran los otros. La muerte era el espectáculo de ver morir a los otros. Uno –y
aquí vemos la importancia de lo individual en “Ser y tiempo”- siente que no es
mortal. O sí, siente que es mortal, pero la muerte está tan adelante que aún no se va
a ocupar de ella. Y que mueren los otros porque tienen mala suerte. Voy a dar un
ejemplo contundente: ¿de qué murió? De cáncer de pulmón. ¿Fumaba? -
preguntamos enseguida. Si nos dicen que sí decimos: y qué querés, lógico. Y si nos
dicen que no, no nos gusta nada. ¿No fumaba y murió de cáncer de pulmón? Entonces
estoy liquidado, yo que no fumo también puedo morir de cáncer de pulmón.
El Dasein, por otro lado, es el único ente que muere, porque es cierto que una vaca
muere, que un cocodrilo muerte, pero no sabe que muere. El Dasein sabe que entre
sus posibilidades está la de morir. Está el “aún no” y está el “lo que falta” –dice
Heidegger. Esto es fantástico porque es un juego intelectual muy brillante: vivimos
en la modalidad del “aún no” y, lo otro, lo que completa a esta modalidad es “lo
que falta”. “Lo que falta” es mucho, mucho, tanto que ni voy a pensar en eso.
Ahora, ¿por qué existe la muerte para el Dasein? Porque el Dasein, dijimos, es
posibilidad. Porque usted y yo estamos arrojados en el mundo, proyectamos
constantemente, imaginamos proyectos, siempre estamos proyectando, siempre
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estamos como escupitados hacia el futuro. Mañana voy a ir al Tigre, mañana voy a
empezar a arreglar la casa, mañana voy a ir a Mar del Plata, mañana le rompo la cara a mi
jefe. Miles de posibilidades. Y en cada una de esas posibilidades está morir.
Raramente digo “mañana puedo morir”. Eso está dentro del mundo existencial del
Dasein.
Ahora ustedes observen por qué Heidegger está considerado el maestro del
existencialismo, porque aquí no vemos relaciones de conocimiento como en Kant,
lo que aquí estamos viendo son relaciones existenciales. Esta clase es muy posible
que a usted lo angustie, y a mí también me angustia y todos los muchachos y
chicas que están en el estudio tienen una cara que mejor no la voy a describir
porque están angustiados. El Dasein, en efecto, muere por su característica más
propia. Muere porque es arrojo hacia el futuro. Ahora, al arrojarme hacia el futuro
porque soy posibilidad, en ese futuro está inevitablemente que deje de ser
posibilidad. Entonces, esta posibilidad de muerte constituye al Dasein. El Dasein es
ese ser que es para la muerte.
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A la vez, esta posibilidad de morir es aisladora. Me aísla porque al ser sólo yo el
que puede morir por mí, esto me aísla de los demás. Cuando uno en realidad
piensa en la posibilidad de morir se siente sólo, es una posibilidad aisladora. Está
bien que piensa en atenuantes, el atenuante que pone Heidegger es “el médico”. El
médico es el encargado de venir y de decirle al moribundo “aún no”. Y hay
muchos que mueren con el “aún no” en la cabeza, como consuelo último. El
consuelo del cura es otro, el consuelo de la fe. Hay muchos consuelos. Pero para
este existencialista duro que es Heidegger la muerte me deja solo.
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4 ¿Qué significa que la muerte sea una inminencia?
Ahondando en este tema –y perdón que yo ahonde en este tema, pero es el tema de
“Ser y tiempo”, es uno de los temas fundantes del libro más importante del siglo
XX en Filosofía-, Heidegger va a decir que al Dasein le es inminente morir, o sea
que es una inminencia para el Dasein ¿Por qué? Es un poco el mismo esquema
aplicado a la posibilidad. Heidegger dice: puede ser inminente que venga un amigo a
visitarme, puede ser inminente que yo haga un viaje, puede ser inminente que salga a
cabalgar por la pradera, puede ser inminente que coma un guiso de lentejas. Todo eso puede
serme inminente. Ahora lo que siempre me es inminente es que puedo morir. O sea que
tengo que asumir que la muerte es una inminencia constante en mi vida. Esta es la
asunción que el Dasein hace de esa inminencia. De todas las inminencias que me
son posibles, por ejemplo: es inminente que venga mi amigo Ricardo a visitarme a
casa, que eso me guste o no me guste no importa, pero es inminente que venga,
son inminentes muchísimas cosas. Pero la inminencia fundante es que puedo
morir.
Ahora, observen esto que es muy interesante y lo voy a decir por primera vez: si el
Dasein piensa auténticamente que la muerte le es inminente, ahí sí va a cerrar,
desde él proyectando hacia el futuro, su totalidad. Pero la va a cerrar desde su
existencia, no la puede cerrar muriendo porque al morir deja de ser posible, pero
yo desde mis posibilidades puedo decir: la muerte me es inminente. Me espera en
algún lado, en algún momento, y ahí puedo cerrar la totalidad de mi existencia.
Los útiles, todos los útiles están referidos a algo. Habíamos dado el ejemplo del
cuadro, el martillo y el clavo. El martillo refiere al clavo, y el clavo refiere al
cuadro; el martillo a clavar el clavo para colgar el cuadro. No hay signos que
señalen la muerte. La muerte es propia, es irreferente (sólo se refiere a mí, no se
refiere a ninguna otra cosa porque es mi muerte) y es irrebasable porque más allá
de la muerte –dice Heidegger- no hay nada. O sea, Heidegger dice: cuando
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comenzamos a hacer Filosofía dejamos de lado la Teología, que es como decir dejamos de
lado a Dios. Porque, si cuando yo comienzo a hacer Filosofía empiezo a hablar de
Dios ya tengo todas las respuestas, porque Dios es un señor que los hombres han
creado para que dé todas las respuestas que lo angustian. Pero no señores, Dios no
está para dar las respuestas que nos angustian, las respuestas las tenemos que
buscar nosotros mismos. En consecuencia la muerte es irrebasable, no me lleva a
ninguna parte, más allá de mi muerte no hay nada. Entonces mi muerte es
irrepetible –sólo muero una vez-, es irreferente –no se refiere a nada sino a mí- y es
irrebasable –más allá de ella no hay nada.
Todo esto tiene una connotación política que ya vamos a ir viendo más
detalladamente pero no en este momento. Esta connotación política es la que
Heidegger va a delinear como aquello que debiera constituir al guerrero auténtico
del Tercer Reich, pero esto lo va a decir mucho más tarde y nunca lo va a decir
claramente. Pero digamos, ¿quién es el existente auténtico? El existente auténtico es
aquel que no se deja sofocar por las habladurías, que no lee “lo que hay que leer”,
que no escucha “lo que hay que escuchar”, que no se somete al poderío ni al
señorío de los otros sino que él decide por sí mismo, que sabe que va a morir pero
vive igual porque ¡atención!, no hay por qué vivir angustiándose por la
permanencia de la muerte. El Dasein auténtico sabe que va a morir pero eso no le
impide vivir, incluso puede vivir con más alegría, con más plenitud. Y eso es lo
que tenemos que hacer. Quizás esta clase deba servir para que usted, para que yo,
vivamos con más plenitud, sabiendo lo que nos espera, no ignorándolo; porque lo
que se ignora provoca angustia porque es una negación neurótica. Todo aquel que
está negando neuróticamente a la muerte va a generar urticarias, alergias, va a
tener fiebre, montones de cosas. Pero la auténtica asunción de nuestra finitud nos
tiene que llevar a nuestra profunda elección por la vida.
Este creo que es, no un mensaje deliberadamente optimista, pero sí, por qué no,
necesario y filosófico. Hasta luego.
29
Encuentro 5: Heidegger y el nazismo
Sumario
30
Esta cosa de depositar la sabiduría de la tierra, de la patria, de lo natural, en este
campesino de ojos claros que fuma su pipa, era muy nacional socialista. De hecho
los nacional socialistas exaltaban la tierra, la sangre y también – en contradicción
con esto, algo que Heidegger no aprobaba- la carrera armamentística. Es decir, la
tecnología armamentística que el Tercer Reich necesitaba para lo cual estaba
respaldada por muchas empresas mundiales. Hay en el nazismo una mezcla de
veneración de la tierra, de lo propio, de lo elemental, pero también de la técnica
moderna que es la técnica bélica que le va a permitir a Alemania su expansión
bélica.
31
2 ¿Qué significa que el inicio sea aún?
Heidegger asume el rectorado de la Universidad de Friburgo y ahí pronuncia un
discurso que es el “Discurso del rectorado”. Estamos en 1933. En el “Discurso del
rectorado” lo van a escuchar todos, está lleno de banderas con cruces gamadas,
camisas pardas y todo un estudiantado exaltado, entusiasta. Heidegger suprime la
libertad académica, encarga una serie de trabajos físicos para los estudiantes y
luego va a la parte conceptual. Lo fundamental de la parte conceptual es una
remisión a los griegos tal como Heidegger no podía dejar de hacer y la remisión a
los griegos está condensada en una frase que es “el inicio es aún”. ¿Qué significa
que el inicio es aún? Esto significa para Heidegger que todavía Grecia mira a
Alemania, que todavía los alemanes tienen la tarea de encarnar el espíritu de
Occidente que nació en el Mediterráneo, que nació en Grecia en el siglo V antes
de Cristo entre los filósofos helénicos. Ese inicio todavía es –esta es la grandeza
de la frase-, debemos ser dignos –dice Heidegger- de ese inicio porque nos miran,
los grandes maestros griegos nos miran. Y ese inicio que es aún ha pasado sobre
nosotros y es nuestra meta. O sea que “el inicio es aún” significa –por decirlo de un
modo muy gráfico- el trazado del eje Atenas-Berlín.
Heidegger termina el discurso del rectorado con una frase poderosísima que él le
atribuye a Platón pero con un agregado propio de acuerdo a las circunstancias.
Heidegger termina diciendo: “todo lo grande está en medio de la tempestad”.
Convengamos que es una frase poderosa para decir en medio de un auditorio
nacional socialista… bueno, para cualquier auditorio militante y combatiente, que
uno diga “todo lo grande está en medio de la tempestad” queda bárbaro. Todos
aplauden y agarran las armas y atacan Polonia –como diría Woody Allen- (después
de eso ¡cómo no atacar Polonia!).
32
Porque muchos dicen que su etapa nacional socialista sólo duro 11 meses. No, no,
no. Heidegger renuncia al rectorado de Friburgo pocos días antes de la “noche de
los cuchillos largos”. ¡Qué notable! ¿Estaba informado? ¿Sabía lo que se venía? La cosa
es que renuncia. Renuncia, ocurre lo de los cuchillos largos, pero de todos modos
da un seminario fundamental en 1935 que va a ser titulado “Introducción a la
metafísica”. El caso es que en la “Introducción a la metafísica” Heidegger plantea
tres polos: Rusia, Estados Unidos y Alemania –el espíritu de Occidente en el
medio-.
33
Heidegger es el pensador más actual en este sentido porque es el que más advirtió
que la técnica iba a devastar la Tierra. Imaginen los ecologistas hasta qué punto
son heideggerianos y no les importa nada lo que pueden llamar la chatarra
nacional socialista. Se equivocó –dicen-. Ya vamos a ver todas las justificaciones.
Qué nos importa si se equivocó si es el tipo que dijo: esto en que vivimos ya no es la
Tierra. La técnica está devastando la Tierra, está aniquilando la Tierra. El hombre
ha olvidado al ser y se ha consagrado a la conquista y manipulación de los entes.
Entonces hay una cosificación de la existencia en la cual el hombre se pierde como
hombre en la conquista de los entes y al hacerlo él se transforma en un ente porque
ya no está abierto a la posibilidad de un encuentro con el ser. Usted llame al ser
como quiera. Yo siempre voy a pensar que el ser para Heidegger, en última
instancia, es una entidad mística. Heidegger se acerca al Zen en los últimos años, el
ser puede ser Dios, lo Absoluto, lo sagrado. Ese lugar en el claro del bosque –va a
decir Heidegger- en donde uno se abre y se comunica con lo más auténtico. Pero el
hombre ha olvidado esto porque se ha consagrado a la conquista del ente.
Lo que comienza aquí después del ’45 es lo que se llama “el silencio de
Heidegger”. Heidegger no responde. Heidegger no hace autocrítica, no responde a
nadie. Da solo un reportaje a Der Spiegel para que se publique después de su
muerte. Comienza a recibir algunas cartas un tanto duras, sobre todo de su viejo
34
discípulo Herbert Marcuse, el conocido autor de “El hombre unidimensional”.
Marcuse le critica a Heidegger una frase que Heidegger le había dicho: “Auschwitz
en 1933 no era visible”, y Marcuse le contesta: “para usted sí era visible”. Con lo
que le está diciendo para usted, que era la gran cabeza filosófica de Occidente,
necesariamente era visible.
Quien defendió a ultranza a Heidegger fue Hannah Arendt quien dijo que
Heidegger era como Tales o Anaximandro –no recuerdo bien quién- que, como
filósofo, iba caminando mirando las estrellas para develar el misterio del Universo
y se cayó en un pozo. Entonces la defensa de Arendt –con perdón de Arendt- es
bastante tonta. Yo creo que Heidegger no estaba tan distraído como para caer en
un pozo, que efectivamente Marcuse tiene razón: Auschwitz debió haber sido
visible para Heidegger, lo que pasa es que Heidegger negó esas cosas del nacional
socialismo.
En “Ser y tiempo” el hombre era ese ser por el cual la pregunta por el ser venía al
mundo –por decirlo así. Era el ser-ahí, el Dasein, el que se preguntaba por el ser. Al
preguntarse por el ser, el ser-ahí era el lugar de la pregunta por el ser, o sea el
“ahí” del ser. Porque el Dasein es ese ente al cual en su ser le va el ser –dice
Heidegger-, le importa el ser. Al ser-ahí le importa el ser, y porque le importa el ser
se pregunta por el ser y así aparece la temática por el ser. “Ser y tiempo” es un
texto humanista, es un texto en donde el hombre ocupa la centralidad en tanto es el
único ente que se pregunta por el ser. Este lugar del hombre es desplazado.
Digamos, en “Ser y tiempo” el hombre no era culpable de nada, al contrario, era
ese ente justamente que convocaba la pregunta por el ser, que se la formulaba, que
35
tenía la valentía de hacerlo. Pero, luego de “Ser y tiempo”, el hombre pasa a ser
culpable. ¿Culpable de qué? De haber olvidado al ser. Y aquí es cuando Heidegger
se hace nazi. Cuando declara al hombre culpable de haber olvidado al ser y
dedicarse al dominio de los entes. Piensen bien esto porque es un paso
fundamental: el hombre en “Ser y tiempo” es inocente y fundamental porque es
por él que la pregunta por el ser se formula, en el “segundo Heidegger” el hombre
es el hombre del dominio de la técnica, el hombre que se apropia de los entes y
olvida al ser. O sea que el hombre es culpable, viene la “Carta sobre el
humanismo”, el antihumanismo de Heidegger y creo que el nacional socialismo de
Heidegger se puede explicar filosóficamente desde esta perspectiva.
36
Encuentro 6: Sartre, el hombre y las cosas
Sumario
Creo que fue más grande filósofo que literato aunque no hay que desconocer que
una novela como “La náusea” (1938) es una novela excepcional, una de las grandes
obras del siglo XX. Su teatro también es muy importante, se sigue representando.
Sus artículos, todos sus compromisos a lo largo de su vida, el compromiso con la
resistencia francesa, el compromiso con la posguerra, el compromiso con la lucha
de Francia con Argelia, su maoísmo de la vejez: Sartre tenía 67 años y salía a
vender por las calles de París un periódico maoísta que editaban unos jóvenes que
estaban con él. Él los vendía y les decía a los pibes: qué lástima, me duelen mucho las
rodillas, pero voy a salir a venderlo igual. Y la gente se encontraba en la calle con Jean
Paul Sartre que le decía: ¿quiere comprar el periódico maoísta?
Creo también que hoy estaría dando clases de filosofía por televisión. Creo que la
necesidad de Sartre de transmitir lo que él sabía lo llevaba a transmitirlo por todos
los medios posibles porque se daba cuenta de que era muy importante llevarle, a la
mayor cantidad posible de gente, la certeza de que el hombre vino a este mundo
37
para ser libre. Para ser libre. En consecuencia publicó novelas, escribió obras de
teatro, publicó grandes ensayos filosóficos, viajó, se equivocó, y acertó muchísimo.
Sartre era un creador constante, era un fanático de las anfetaminas, las combinaba
con cerveza lo cual no es muy saludable. Era un autodestructivo profundo. Pero su
formación fue absolutamente rigurosa, fue –creo- el filósofo francés que más
rigurosamente se formó. En 1933 viaja a Berlín para estudiar la filosofía de
Edmund Husserl: la fenomenología. Y ahí también estudia muy profundamente
“Ser y tiempo”. No se enteró para nada de lo que pasaba en Alemania en 1933, él
era muy joven y estaba totalmente devorado por sus lecturas. Introduce la
fenomenología en Francia con un texto excepcional de 1938 que se llama “La
trascendencia del ego”. Este es el texto que introduce la fenomenología en Francia
aunque es bien cierto que hubo unos cursos muy famosos de Alexandre Kojève, un
filósofo ruso, que comenzó a dar unos cursos sobre Hegel y la dialéctica del amo y
el esclavo. A esos cursos asistieron personajes como: Jacques Lacan, Raymond
Queneau, Maurice Merleau-Ponty, Jean Hyppolite, y Sartre consiguió los apuntes.
De modo que Kojève marcó a toda esa generación francesa y marcó también a
Sartre.
38
(Aparte nunca me creería el Sartre argentino porque no tengo, honestamente, ni el
10% del talento que tenía Sartre) Pero si uno busca algo quiere ser Sartre, no
Umberto Eco. Pero también eso revela el olvido de Sartre. Cuando tuvieron que
pensar en un tipo que escribía ensayos, novelas y teatro, pensaron en Umberto Eco
y se olvidaron de Sartre que fue el filósofo que dio entidad a ese personaje
filosófico que abarca todos los géneros, que está en todas las situaciones, que se
compromete políticamente, etc.
39
usted. Y el tipo dice: me pregunto por qué los Sartre están siempre en la vereda de
enfrente. Y un periodista le pregunta: ¿usted lo admira? El tipo le responde: no sé,
pero me gustaría tenerlo conmigo. La frase es muy interesante porque ser Sartre es
estar siempre en la vereda de enfrente. Esta es una frase de Eduardo Grüner que
también es un sartreano, que es un tipo bárbaro, que piensa bien, que escribe bien,
Grüner es un apasionado sartreano. Y Grüner dice: “ser Sartre es estar siempre en
la vereda de enfrente”. Eso es ser Sartre. Ser Sartre es ser un tipo que está siempre
contra el poder, no por un capricho sino que considera que la Filosofía debe ser el
ejercicio de la libertad. La filosofía de Sartre es la filosofía de la libertad del sujeto.
El sujeto es libre y el sujeto al ser libre siempre puede cambiar la historia. Por eso
uno ama a Sartre porque Sartre dice esto: el hombre vive alienado, pero antes de
alienarse fue libre. Es posible la alienación porque antes existió la libertad. Lo que hay que
hacer es volverla a conquistar.
Era esencialmente feo, era petizo, tenía un ojo desviado, era pelado casi, no tenía
mayores encantos personales. Era, sin embargo, un gran mujeriego. Esto no tiene
mayor importancia pero es parte de lo que él era y de su relación con Simone de
Beauvoir (que era una relación abierta). Durante muchos años su relación fue un
ejemplo de relación, la relación de dos personas intelectualmente brillantes que se
respetaban –y posiblemente se amaran-, pero que se daban libertad la una a la otra.
Entonces Sartre le decía: Simone, esta noche voy a salir con una alumna. Y Simone le
decía: salí, yo voy a salir con un alumno. Esto en la década del ’50 (década del ’50, si
hay década de moralina acentuada es la década del ’50). Sartre y Simone eran una
pareja emblemática de la libertad de la pareja.
40
Jean Genet es más largo que toda la obra del poeta. Este era Sartre. Y el “Saint
Genet, comediante y mártir” es un monumento de la cultura del siglo XX.
Hay otra anécdota con el director norteamericano John Huston que va a Francia a
filmar la película Freud –que va a protagonizar Montgomery Clift- y, bueno, a
quién va a llamar, llama a Jean Paul Sartre. Sartre lo va a ver y John Huston le dice:
mecieur, necesito un guión cinematográfico. Sartre había escrito algunos guiones
cinematográficos, algunos se habían filmado. Entonces Sartre le dice: muy bien,
dentro de 3 días yo le voy a traer el guión cinematográfico que usted me pide. Yo hice un
montón de guiones cinematográficos, la verdad casi 40. Cobre no todos. 15 se
filmaron y unos cuantos conseguí cobrarlos. Un guión cinematográfico tiene 120,
130 páginas. Sartre le lleva a John Huston un guión de 700 páginas para hacer la
película sobre Freud. Huston cuando ve el guión dice: este hombre no tiene la más
mínima idea de lo que es el cine. Le había llevado una obra monumental sobre Freud
en 3 días, 4 días. Entonces Huston empieza a hablar con Sartre y le dice: yo no puedo
filmar esto, voy a sacar una película de 25 horas. Sartre sigue hablando con él y de
pronto le duele una muela entonces le dice a Huston: Mr. Huston, ¿no puede llamar a
un dentista? Huston, atónito, llama a la gente del hotel, viene un dentista, le saca
una muela, mientras él sigue hablando con Huston. El dentista se va, él sigue
hablando con Huston y se va a su casa. Entonces Huston dice: por supuesto, qué era
una muela para Sartre. Para Sartre todo era pensar, una muela no era nada.
Luego del “Saint Genet” que es esta obra gigantesca, genial, que trata el tema de la
bastardía que yo usé muchísimo para el guión de Eva Perón, porque Eva Perón fue
una bastarda, y en el guión de Eva Perón ella dice todo el tiempo: “quiero
completarme a mí misma, quiero darme el ser. No quiero ser más una bastarda.”
Bueno, ese es el análisis que hace Sartre en el “Saint Genet”. El concepto de
bastardía es fundamental en Sartre porque el ser nunca llega a completarse en el
existente. Entonces “todos somos bastardos”.
Hacia fines de la década del ’50 publica la “Crítica de la razón dialéctica” que es,
para mí, su obra más excepcional y luego sufre una tremenda agresión por parte
de todo el movimiento estructuralista, posestructuralista. Escribe el prólogo al libro
de Fanon que tuvo enorme importancia aquí en la Argentina para los sectores de la
lucha armada, esto es muy importante. Y, finalmente, escribe su último libro, un
inmenso trabajo sobre Gustav Flaubert que se llama “El idiota de la familia”, que
llega casi a las 2000 páginas y no llega ni a “Madame Bobary” –la obra cumbre de
Flaubert. Sartre escribe 2000 páginas sobre Flaubert, y la interrumpe porque no da
más y no llegó a “Madame Bobary”. Así era Sartre, un desbordado genial.
41
4 ¿Cómo entiende Sartre a la conciencia?
El problema con Jean Paul Sartre, desde el comienzo, es que muchos creían ser
existencialistas y ser sartrianos porque habían leído sus novelas, porque habían
leído “La náusea”, “Los caminos de la libertad”; habían leído las obras de teatro:
“Las moscas” (1943), “A puerta cerrada” (1944)… muchas obras de teatro escribió,
“El diablo y Dios” (1951) –estoy olvidando muchas. O habían leído una pequeña
conferencia de Sartre que se llamaba “El existencialismo es un humanismo” (1945 y
1949). Estaban todos contentos, “somos todos existencialistas”, “somos todos
sartrianos”, pero no sabían nada de Sartre porque para conocer a Sartre había que
leer su filosofía, y la filosofía de Sartre es muy difícil. Así que estaba lleno de
existencialistas que no sabían un pito sobre su maestro, sobre la figura que los
iluminaba.
“La trascendencia del ego” es un libro de 1938 y, tal como lo indica su título, habla
de la trascendencia de la conciencia. Sartre es un filósofo de la conciencia, es un
fenomenólogo, es un filósofo que parte de la intencionalidad de la conciencia.
¿Esto qué quiere decir? Lo había aprendido en Husserl, el creador de la
fenomenología. Esto quiere decir que la conciencia nunca reposa en sí, no es el
sujeto kantiano, sino que la conciencia siempre está intencionando sobre el
mundo. No tenemos una subjetividad en nosotros mismos sino que nuestra
subjetividad, nuestra conciencia intenciona sobre el mundo, es pura
intencionalidad, está arrojada sobre el mundo. Vamos a ver un ejemplo que da
Sartre. Sartre dice: cuando yo corro un tranvía para alcanzarlo, soy conciencia corriendo
tranvía, no soy otra cosa. Conciencia corriendo tranvía. Porque la conciencia es conciencia
de sí cuando es conciencia (de) mundo. Sólo puedo ser conciencia de sí porque tengo
conciencia (de) mundo. La conciencia y el mundo son correlativos. Esto es fundamental.
No hay una conciencia por un lado y un mundo por otro, hay conciencia-mundo.
Cuando yo corro el tranvía hay conciencia-tranvía. Si en el momento de correr el
tranvía yo digo: “yo estoy corriendo el tranvía”, lo perdí al tranvía. Porque ahí
aparece el momento del “yo” que es el momento de la reflexión –dice Sartre. Nadie
puede decir “yo estoy corriendo el tranvía” porque “yo” es un momento derivado.
“Yo” es un momento en el cual uno toma conciencia de que uno es un “yo”, pero
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cuando uno corre al tranvía no está conciente de “yo estoy corriendo al tranvía”, es
correr al tranvía que quiero alcanzar: es conciencia corriendo tranvía.
Cuando aparece el “yo” es por la reflexión: Ah, yo estoy corriendo al tranvía. Pero si
digo “yo estoy corriendo al tranvía” seguramente me detengo y el tranvía se va. La
conciencia es correlativa con el mundo. Hay conciencia de sí porque hay
conciencia de mundo. Esto quiere decir que la conciencia está en riesgo en el
mundo, gran frase de Sartre. La conciencia no es un lugar tranquilito como era en
las filosofías idealistas, la conciencia se juega en el mundo porque está arrojada al
mundo. No existe ningún otro lado más que arrojada al mundo, entre las cosas,
entre los hombres, en riesgo, en peligro. Esa es la concepción de la intencionalidad
de la conciencia.
Entonces, esa conciencia que está en el mundo está en peligro, entre las cosas y
entre los hombres.
En los próximos encuentros vamos a seguir con Sartre para placer de todos
nosotros, eso espero, y no dudo que así va a ser.
43
Encuentro 7: Sartre: el ser en-sí y el ser para-sí
Sumario
Vamos a ver las diferencias. Primero, habría que ver cuál es la Teoría del
conocimiento que manejaban los marxistas en ese momento. Era bastante burda.
Estaba basada en un libro muy creativo de George Lukács –un gran teórico
marxista-, un libro del cual él renegó después, y que básicamente planteaba lo
siguiente: la conciencia es pasiva y recibe pasivamente los condicionamientos del
exterior. La conciencia es una conciencia refleja. Refleja porque justamente la
conciencia refleja los condicionamientos de la materialidad exterior. Por eso el
marxismo se llama a sí mismo materialismo dialéctico o materialismo histórico. Su
Teoría del conocimiento hace de la conciencia una pasividad que sólo recibe, que
sólo está para reflejar el mundo de la materialidad exterior. Por el contrario, la
intencionalidad de la fenomenología arroja a la conciencia hacia afuera y, al arrojar
a la conciencia hacia afuera, la arroja hacia el mundo. Al arrojarla hacia el mundo,
conciencia y mundo forman una unidad, no están separadas, ni conciencia por un
lado ni mundo por otro, sino conciencia-mundo. La conciencia no refleja ninguna
materialidad, la conciencia es libre y –por supuesto- es libre de intencionalizar
sobre ese mundo que está unido a ella. Hay conciencia (de) mundo y hay
conciencia de sí. Sólo puede haber conciencia de sí en tanto hay conciencia (de)
mundo.
44
Quiero decir también que los teóricos franceses con los que el pobre Sartre tuvo
que polemizar eran terriblemente mediocres: Roger Garaudy, Adam Scaff, peores
todavía. Y le marcaban estas cosas de un dogmatismo estaliniano, grosero, también
basados en un libro lamentable de Friedrich Engels llamado “La dialéctica de la
naturaleza” en el cual Engels desarrolla el siguiente postulado: la dialéctica existe
primero en la naturaleza y esa dialéctica de la naturaleza determina la dialéctica de
la historia. Sartre va a decir: esto es un disparate. Si hay una dialéctica está en la historia
porque el hombre es el que hace la historia. Y el hombre hace la historia dialécticamente, de
totalización en totalización.
“El ser y la Nada” de 1943 es la primera gran obra de Sartre. Nosotros vamos a
explicarla en sus más determinantes rasgos. Sartre encuentra en “El ser y la Nada”
dos modalidades del ser: el ser en-sí y el ser para-sí. El ser en-sí es aquello que es,
el ser en-sí siempre es lo mismo, el ser en-sí es una roca, una montaña, un árbol,
muchas cosas. El ser en-sí es algo que nunca va a ser algo distinto de lo que es. Por
otro lado, enfrentado a ese ser en-sí está el ser para-sí (pour-soi), el ser para-sí que
justamente es el ser proyectante, es el ser cuyo ser consiste en proyectar, en
proyectarse hacia la dimensión del futuro, en salir de sí.
45
tomando a lo largo de su vida y en cada una de esas elecciones se ha ido dando su
propio rostro. O sea que lo que tiene detrás es su facticidad. Él es ese en-sí. Sartre
dice que el pasado es el en-sí porque nos está dando la idea que el pasado es tan
en-sí como una roca, como una montaña, es aquello inmodificable. No podemos
modificar nuestro pasado. Somos nuestro pasado.
Ahora bien, como en el presente somos nada esto significa que no somos nuestro
pasado, lo somos pero no lo somos. ¿Por qué lo somos? Lo somos porque lo hemos
hecho, ese pasado es nuestro. Pero este presente en el cual yo soy una nada me
está diciendo que no soy ese pasado porque siempre está la posibilidad de que
haga algo nuevo, algo distinto de ese pasado. Entonces el para-sí es aquel ser
que no es lo que es. Y como está siempre proyectado hacia el futuro, es lo que no
es: es lo que todavía no es.
46
relacionamos con la existencia inauténtica de Heidegger veríamos que el ser
inauténtico quiere ser un ser en-sí porque quiere ser algo que oblitere, que corte
sus posibles para no enfrentarse con el posible de la muerte.
Y la libertad del hombre es esto que Sartre llama “nada” porque, justamente, no
hay nada en mi conciencia. Mi conciencia, para darse el ser, tiene que ir
eligiéndose, tiene que ir comprometiéndose. Sólo eligiendo me voy a elegir, sólo
eligiendo me voy a dar un SER. Pero, de apertura, no tengo un ser. Soy una nada
arrojada libremente para elegir aquello que voy a ser. Es cierto que cuando llego al
mundo todo está hecho. Es cierto que me hablan en una lengua que llega hacia mí.
Es cierto que cuando yo comience a hablar voy a hablar en esa lengua que he
recibido. Es cierto que voy a creer dominar una lengua y en realidad esa lengua me
domina a mí. Pero de todos modos, a pesar de todos estos condicionamientos, hay
un momento en que todo hombre debe decir su propia palabra.
Y lo que dice Sartre, en una de sus más bellas frases, es “un hombre es lo que hace
con lo que hicieron de él”. No tenemos justificaciones. A partir de cierto momento
somos libres responsables de nuestros actos. No podemos más andar diciendo: y
bueno, a mí me educaron así, yo tuve esta formación, a mí me pasó esto, a mí me pasó
aquello o a mí me ordenaron esto. No señor. Si a usted le ordenan algo, usted es capaz
de asumir su libertad y negarse a la orden que le han dado. Incluso –va a decir
Sartre- “es el torturado el que, en la tortura, decide libremente que no da más”.
Esto le fue discutido a Sartre pero es una posición extrema de su pensamiento, de
la filosofía de la libertad. Es el torturado el que todavía elige en qué momento se
quiebra.
Este para-sí –que es una nada- Sartre lo va a definir como una nihilización en el
corazón del ser. Si el ser es el ser en-sí, si el ser es esa completud, esa masa que
tenemos frente a nosotros; bueno, el hombre es un agujero en la plenitud del ser
47
porque el hombre trae la nada al mundo y la nada es su libertad. Necesito esta
nada para ser libre, pero la libertad está para ser perdida. La libertad está para ser
perdida, para comprometerse desde esa libertad, para jugarse desde esa libertad y
para perderla… y para luchar para recuperarla. Este es el lado más hermoso de la
filosofía sartriana y da, en un trabajo sobre Descartes, la definición fundamental de
su filosofía que dice: “la libertad es el fundamento del ser”. El hombre es el
fundamento del ser. Hay ser porque el hombre es libre, porque el hombre es una
nada arrojada hacia sus proyectos. En la medida en que realiza sus proyectos se va
realizando a sí mismo, se va eligiendo a sí mismo.
48
preceda. Llega al mundo existiendo y su esencia, su ser, se lo va a tener que dar él,
lo va a tener que conquistar él.
¿Cómo nos damos el ser? Nos damos el ser eligiendo, nos damos el ser a través de
nuestra praxis –esto lo va a llevar al marxismo-. Nos damos el ser a través de
nuestras acciones. Elegimos, y en cada elección elegimos lo que somos. Lo que
queremos ser. Somos responsables de cada una de nuestras elecciones porque cada
una de nuestras elecciones tiene un peso ontológico, es decir, tiene el peso de
darnos el ser. Porque si algo vamos a ser, vamos a ser aquello que vamos eligiendo
a lo largo de nuestra vida. No estamos determinados para nada. Somos libres de ir
eligiendo y esta libertad es nuestra responsabilidad.
Entonces, al comenzar por existir el hombre comienza por ser nada. Es una nada
abierta a sus proyectos. Al comenzar a elegir y a elegirse es que comienza a darse
un pasado, un en-sí (eso que vimos que era la facticidad del para-sí). Si Sartre
insiste tanto en tematizar la nada es porque va a identificar la nada con la libertad.
Y nosotros pensemos que la libertad, en tanto no puede ser condicionada (una
libertad condicionada no existe), tiene que partir de una total indeterminación.
Una libertad determinada por algo no es libertad. Cuando Hegel dice: “la libertad
es el reconocimiento de la necesidad”, en realidad es una avivada de Hegel porque
si la libertad es el reconocimiento de la necesidad no puede ser eso. Lo que Sartre
va a decir es que la libertad es la creación constante de elecciones libres en las
cuales el hombre se compromete con el mundo real. Al comprometerse con el
mundo real elige, y al elegir se elige a sí mismo. Cada una de nuestras elecciones
tiene un peso ontológico porque en cada una de ellas nos vamos dando el ser que
somos.
49
luchar por la libertad también. De aquí sus compromisos políticos y su
compromiso constante con la historia.
El hombre vino a este mundo para ser libre y para luchar por la libertad. Siendo
libre se elige a sí mismo. Y lo que constantemente tiene que elegir es la posibilidad
de la libertad porque está constituido por esa capacidad de elegir desde su
libertad, y cuando la pierde aún esa enajenación está fundamentada por su ser
libre. Porque sólo un ser libre puede perder la libertad. Un esclavo no puede
perder la libertad porque ya es un esclavo. El que puede perder la libertad es un
ser libre así que hay que darse cuenta a partir de qué momento comenzamos a
perder nuestra libertad. Porque a partir del momento en que empezamos a perder
nuestra libertad comenzamos a perder nuestro ser, comenzamos a no ser o a ser lo
que hacen de nosotros. A ser lo que el poderío de los otros –como dice Heidegger-
hace de nosotros.
Vamos a seguir con Sartre que es infinito y enormemente rico en todos sus
conceptos.
50
Encuentro 8: La libertad como fundamento del ser
Sumario
Nosotros, desde América latina, podríamos decir que eso de la existencia precede a
la esencia –o sea que uno comienza por existir porque no tiene esencia y la esencia
se la va dando en la medida en que elige- es muy distinto en un niño de una
escuela de Jujuy totalmente empobrecida, que pasa hambre, que se desmaya en el
aula; que en un niño que nace en la calle Arroyo –digamos. Ahí el que nace en el
interior despoblado y pobre está condenado a perder, no está condenado a ser
libre, está condenado a perder. (Vean una gran película de Buñuel, “Los
olvidados”)
O sea que esta falta de estructuración material que presenta la filosofía de Sartre le
fue muy bien señalada y él se propuso solucionarla uniendo el marxismo y el
existencialismo en uno de los proyectos más fascinantes de la historia de la
Filosofía que es la “Crítica de la razón dialéctica” (1960). Sartre sigue partiendo de
la conciencia pero ahora incorpora la materialidad, el mundo material, los
condicionamientos del mundo material. Y la fórmula que dice es: partir de la
conciencia no impide definir al hombre por su materialidad. Entonces va a partir de la
conciencia y va a llegar a las más altas totalizaciones de lo material.
51
La “Crítica de la razón dialéctica” presenta uno de sus más grandes desarrollos, de
sus más fascinantes desarrollos (yo no puedo seguir todo el texto aquí porque es
enorme, es un texto de 1500 páginas. Yo recuerdo haberlo leído en 1967, leía 18
horas por día, y hacía 70 páginas por día. 18 horas para leer 70 páginas: es muy
difícil el libro). Vamos a tomar uno de sus fragmentos que es el del grupo. La
dialéctica del grupo está genialmente analizada por Sartre. ¿Qué es un grupo? Un
grupo es una serie de libertades que se unen. Una serie de sujetos libres que
deciden formar un grupo. Al formar el grupo lo fundamental es el juramento. El
juramento es aquello a lo que todos dicen que van a ser fieles. El grupo establece
una serie de condiciones que todos juran cumplir. El juramento –dice Sartre- es una
coseidad dentro del grupo porque en ese juramento cada uno pone su libertad. En
realidad acepto no ser libre, delego mi libertad en el juramento. Pero al
juramentarme formo parte del grupo.
Sin embargo –dice Sartre- el grupo es imposible porque el hombre no puede dejar
de ser libre. Y voy a tomar un ejemplo de “Las manos sucias”. Digamos que el
grupo le pide a uno de sus integrantes que vaya a matar a “Pedro Liniers”. Le dan
la tarea a Juan. Juan como ha jurado ser fiel al grupo va a cumplir con la orden y,
de pronto, confiesa: “a las 2, 3 cuadras, la orden me abandonó y me encontré solo.
Ya no tenía la orden. Ya no tenía la orden que hacía de mí un inocente. Tenía que
decidir por mí mismo si lo mataba a 'Pedro Liniers'. Cuando yo tenía la orden, era
muy fácil, era la orden que me había dado el grupo, pero como soy libre y estoy
condenado a ser libre, la orden se me perdió. -Esto es genial, está en un pasaje de
“Las manos sucias”-. La orden se me perdió y me encontré sólo con mi libertad y
ahí ya no supe si matar o no a ‘Pedro Liniers’ y supe también que si lo mataba la
responsabilidad era mía porque ya no tenía la orden.”
52
que asuma un destino humanitario al lado de los libres. ¿Qué ha hecho Europa? ¿A
quiénes les ha quitado la libertad? Esto es lo que Sartre va a tratar en un prólogo
célebre, absolutamente célebre, terrible, descarnado, genialmente escrito –yo creo
que es el texto mejor escrito del siglo XX, con esto les digo lo que pienso-; es el
famoso prólogo al libro de Frantz Fanon “Los condenados de la tierra” (1961).
Frantz Fanon era un argelino que había nacido en Jamaica y que escribe ese libro -
“Los condenados de la tierra”-, y que persigue a Sartre para que Sartre le haga un
prólogo. Fanon ya estaba enfermo de leucemia y se encuentra con Sartre y le hace
una serie de críticas a la “Crítica de la razón dialéctica” que Fanon tenía toda
subrayada. Sartre lo toma de buen grado y Fanon le pide que le escriba el prólogo.
53
en las colonias se tortura en su nombre. El efecto del prólogo es devastador porque
está dirigido a los franceses, es un francés que se dirige a los franceses. En realidad
Sartre se está dirigiendo muy potentemente a Charles De Gaulle que es un
personaje totalmente distinto a Sartre; De Gaulle es alto, es militar, Sartre es
chiquitito, filósofo. Pero el prólogo va a tener una potencia tremenda en las
luchas de liberación del Tercer mundo.
Los mercenarios pueden hacer mucho más que demorar los procesos de libertad de
los colonizados, pueden aniquilarlos. Lo que pasa es que Sartre creía también que
la Historia tenía un devenir necesario. En esa época se decía mucho la frase: “la
Historia marcha hacia el socialismo”, que era una certeza que nadie sabía de dónde
había salido pero todos la decían: “la Historia marcha hacia el socialismo”. En
realidad no marchó hacía ahí, como todos sabemos. Ahora Sartre dice: esta libertad
de los colonizados, nuestros mercenarios lo único que van a poder hacer es demorarla,
porque es indetenible. Ellos luchan por la libertad y al luchar por la libertad están luchando
por el hombre. Por el concepto de hombre. Por la dignidad del hombre.
Sartre, con este concepto de la libertad, es el único pensador que todavía puede
fundar una moral. Porque una moral sólo puede fundarse sobre la libertad del
sujeto. Si no somos libres no podemos ser éticamente responsables. Incluso Roland
Barthes –que es un enemigo de Sartre- dijo: el día que queramos volver a pensar en la
posibilidad de una moral vamos a tener que recordar a Sartre. Entonces, lo que Sartre
dice es que los que están luchando por la libertad del hombre son los
colonizados. Los colonizadores lo que están tratando es de aniquilarlos. Mantener
el dominio de Europa en Argelia.
54
Aquí dice una de sus frases más terribles porque el tema del libro de Fanon es la
violencia, y Sartre dice: “cuando un colonizado recibe su fusil, recibe su
humanidad. Cuando un colonizado mata a un colonizador nace un hombre libre y
queda un hombre muerto.” El estilo brillante de Sartre le da más potencia a estas
frases que enfervorizaron a toda una generación. Acá el prólogo de Sartre al libro
de Fanon fue ardorosamente, masivamente leído. (“La libertad nace de un fusil”.
Toda la militancia del ’70. “Fusiles y machetes por otro 17”, etc., etc.) Este texto
efectivamente valida aquí la lucha armada. Lo que ocurre, en verdad, es que la
lucha armada es una consecuencia indeseada de los regímenes totalitarios, de los
regímenes dictatoriales. Entonces, si Argelia estaba sometida por Francia, Argelia –
¡caramba!- estaba sofocada, estaba sometida, su territorio no era libre. Sartre se
atreve a decir: “cuando un colonizado mata a un colonizador, nace un hombre
libre”. Porque lo único que le ha quedado al colonizado es la violencia. Eso es lo
que no tiene que pasar.
Aquí, un problema tremendo que tenemos con la muerte del general Aramburu es
¿por qué murió?, ¿por qué lo mataron? Bueno, atención, ese acto ocurrió después de
15 años de proscripción del peronismo. De 15 años de proscripción de las mayorías
peronistas y del líder al cual esas mayorías querían. Si las mayorías eran
peronistas, si esa era su identidad política, y si al líder al que adherían era Perón;
todo lo que hizo el Estado antiperonista desde 1955 hasta 1970 fue ilegal, fue ilegal.
Se vivía en estado de ilegalidad: o gobernaban los militares o gobernaban
gobiernos radicales digitados por los militares. Eso genera violencia. Lo que no
genera violencia es una democracia abierta a la inclusión social, eso no genera
violencia. O, en todo caso, ahí la violencia no se justifica en absoluto.
55
quien yo llamo “el nefasto”-, mata al sindicalista Rucci que era fundamental en el
esquema de Perón. ¿Cómo es posible que a dos días de un pronunciamiento popular del
64% alguien crea que tiene el derecho de cometer un asesinato? Esto sí es un asesinato.
56
hombre. El hombre o es libre o es esclavo de sus cadenas. O el hombre acepta sus
cadenas o lucha por librarse de sus cadenas, por librarse de todo aquello que hace
de él una cosa, una simple cosa, que refleja el mundo de lo anónimo –como diría
Heidegger-, y su conciencia crítica lo lleva a, por ejemplo, apagar el televisor.
Hasta luego.
57
Encuentro 9: La filosofía latinoamericana
Sumario
3 ¿Poscolonialismo o neocolonialismo?
58
política, humana, existencial, del continente latinoamericano. En este sentido,
plantear un pensamiento latinoamericano es ya un desafío porque vamos a partir
de una situación distinta a la del pensamiento europeo.
59
2 ¿Hay un pensamiento latinoamericano?
Esto tiene una respuesta inmediata y fácil –también un poco orgullosa-, nosotros
estamos aquí, estamos haciendo un curso de Filosofía por televisión y desde la
República Argentina que no es Europa (aunque lo intentó ser. En algún momento
estuvo muy orgullosa de ser Europa, a comienzos del siglo XX, pero ése es otro
tema). ¿Hay un pensamiento latinoamericano? Sí, nosotros aquí pensamos en
situación, pensamos como argentinos, no podemos pensar como otra cosa, aunque
quisiéramos pensar como un europeo no podríamos porque no somos europeos.
Porque los únicos que pueden pensar como europeos son los europeos. O sea que
esto que nosotros estamos haciendo aquí, que estamos tratando de pensar-nos, es
filosofía latinoamericana.
Con este genocidio que Europa no reconoce –ustedes vieron que España festejó los
500 años de la conquista de América como un gran acontecimiento festivo, fue un
festival-. Bueno, ese festival para América latina representó no sólo el despojo de
vidas humanas sino de todas las riquezas que fueron llevadas al centro de Europa
60
y en Inglaterra esto toma el despegue del Capital. Y ahí se produce la centralidad
de la civilización en Europa. Europa pasa a representar la civilización.
Y yo les voy a explicar muy simplemente por qué un producto industrial vale más
que una parva de trigo. Porque la parva de trigo no hay que agregarle nada,
entonces una clase ociosa agarra la parva de trigo y la exporta. En cambio el
producto industrializado requiere que se le agregue valor, no es un pedazo de
hierro, es hierro trabajado, es el acero, el trabajo de la industria. Entonces, el
producto industrializado siempre vale más que la materia prima. Nosotros
quedamos condenados a ser productores de materias primas. Europa es el taller
del mundo y sobre todo Inglaterra es el taller de todas las manufacturas que luego
exporta a América latina que importa esas manufacturas como importa el
pensamiento europeo. Porque esto es lo doblemente trágico: no sólo América
latina se dedica a no producir una industria autónoma sino que no produce un
pensamiento autónomo, porque el pensamiento latinoamericano comienza su
despegue como reflejo del pensamiento europeo, y no podía ser de otro modo.
Porque para ser culto, en el siglo XIX, había que leer los textos de los teóricos
europeos porque –por ejemplo- en la Argentina, los que no eran cultos (los
caudillos federales: Facundo Quiroga, Ángel Vicente Peñaloza, Francisco Ramírez,
Felipe Varela, López Jordán, etc.) eran hombres del pueblo, eran ignorantes. En
cambio la clase cultivada de Buenos Aires lee todos los libros europeos que venían
en los barcos, y con esos libros europeos intentan comprender nuestro país: trágica
contradicción.
3 ¿Poscolonialismo o neocolonialismo?
Hay una corriente filosófica que se estudia todavía en las academias y que tuvo
mucho desarrollo y es la llamada “Teoría poscolonial”. El representante que a mí
más me interesa y que quizás ustedes oyeron hablar de él por lo que hizo –ahora
murió-, es Edward Said. Edward Said estaba asociado con el pianista y conductor
de orquesta Daniel Barenboim porque habían hecho una orquesta mitad palestina,
61
mitad israelí, que dirigía Barenboim y Edward Said le daba a Baremboin el
fundamento teórico. Edward Said se llama a sí mismo un teórico poscolonial
palestino. Después está Gayatri Spivak de la India y está Homi Bhabha, pero ellos
están equivocados. La situación que ellos describen no es poscolonial, nadie puede
decir que la India es un territorio que ha dejado de ser una colonia definitivamente,
o Palestina, o Argelia. Son territorios neocoloniales. Esta es una definición que le
corresponde a Tulio Halperin Donghi que lo cito porque es un historiador muy
prestigioso que se fue de la Argentina en 1966 e hizo una gran carrera académica
en los Estados Unidos, entonces si uno lo cita a Halperin Donghi queda bien.
Tulio Halperin Donghi habla del “pacto neocolinial”. Después vamos a hablar del
pacto neocolonial. ¿Qué es la Revolución de mayo? La Revolución de mayo es el
pacto neocolonial que Buenos Aires hace con las potencias europeas hegemónicas
de ese momento: Inglaterra en lo económico y Francia en lo comercial, y reniegan
de España. Es salir de España para entrar en la órbita de Inglaterra y Francia, ese es
el pacto neocolonial.
Ahora, Spivak, Edward Said, Homi Bhabha dicen que ellos escriben teoría
poscolonial. No hay poscolonialismo porque el colonialismo no terminó. No hay
poscolonialismo, lo que hay son nuevas formas de colonialismo, así que estos
teóricos parten de un punto de vista equivocado. Ellos, el error que tienen es que
para estudiar los textos coloniales estudian la literatura europea y, en efecto, en la
literatura europea hay una enorme presencia del colonialismo. Estudian Jane
Austen, estudian “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad y ahí descubren
los elementos colonialistas que hay en esa literatura.
62
Nuestro gran texto neocolonial es el que Sarmiento comienza a publicar en el
diario “El progreso” de Chile donde Sarmiento estaba –en efecto- exiliado.
Sarmiento era un titán –digamos-, no hubo otro como Sarmiento, fue un gran
escritor, fue un gran viajero, fue un gran mujeriego, fue presidente de la República,
fue militar, fue asesino (como el mismo lo dice: “Van a conocer ahora al militar, al
asesino”). Y pensar las estupideces, las cosas que se escriben sobre Sarmiento en
los libros de Historia de los colegios argentinos: es un insulto a la personalidad
gigantesca de Sarmiento, él mismo en “Mi defensa” dice en un capítulo: “ahora
van a conocer al militar, al asesino”. Este personaje tan contradictorio merece un
mejor tratamiento y vamos a tratar de dárselo.
63
Y describe tanto a la montonera de Quiroga que, en algún texto que he escrito en el
pasado, yo lo llamaba a Sarmiento “el poeta épico de la montonera” porque –esto
es muy lindo, piénsenlo- en el “Martín Fierro” no hay montoneras. En el “Martin
Fierro” que es tomado como el canto al gaucho lo que hay es el gaucho derrotado,
el gaucho llorón, el gaucho que se va a la frontera con el sargento Cruz, se queda
entre los indios y cuando vuelve, vuelve manso, vuelve a trabajar.
“El que obedeciendo vive/ Nunca tiene suerte blanda/ Más con su soberbia
agranda/ El rigor con que padece/ Obedezca el que obedece/ Y será bueno el que
manda”. Bueno, esa no es una consigna muy combativa. ¿Por qué? Porque el
gaucho Martín Fierro es el gaucho derrotado que está pidiendo permiso para
formar parte del sistema que ya hegemoniza Buenos Aires.
64
que se ocupa de temas americanos, de personajes americanos. A diferencia del
“Martín Fierro”, “Facundo” agarra al gaucho en su momento más combativo,
cuando el gaucho se está enfrentando a Buenos Aires, cuando todavía está
peleando por su autonomía, cuando todavía no lo derrotaron. El gaucho antes de
la batalla de Pavón de 1861 donde Urquiza se retira y le deja la batalla y el triunfo a
Mitre, traiciona al federalismo y ahí el federalismo pierde la batalla –además con la
guerra del Paraguay-. Ese gaucho derrotado es el que toma Hernández en el
“Martin Fierro”.
Ahora, estos titanes como Sarmiento que construyeron este país a la vez
escribieron una genuina literatura latinoamericana: por el lenguaje, por los tipos
latinoamericanos que eligieron.
Todo esto es muy denso, muy apasionante, nosotros vamos a volver sobre esto. A
mí me gusta mucho, si yo se los puedo transmitir voy a ser muy feliz.
65
Encuentro 10: Alberdi: el “Fragmento preliminar”
Sumario
¿Cómo llega Rosas al poder? El 1828, el 13 de diciembre, Juan Lavalle fusila a Manuel
Dorrego en la localidad de Navarro. Lavalle había derrocado al legítimo
gobernador Manuel Dorrego por sus tendencias federalistas, lo derrota en una
batalla y los sicarios Acha y Escribano entregan a Dorrego a Lavalle y Lavalle lo
fusila. Si ustedes me preguntan qué fue eso, yo diría francamente “fue un
66
asesinato” porque Lavalle mató al gobernador legítimo de Buenos Aires, al
federalista Dorrego. “Lo mató en el silencio de las leyes” como va a decir Rosas. De
modo que fue uno de los crímenes más atroces de nuestra historia.
Este crimen va a tener gran poder disolvente en nuestra historia que va a llevar por
fin a la necesidad del orden. Tengamos en cuenta que cuando las sociedades entran
en una gran convulsión anárquica, se exige el orden. Entonces asume en 1830 don
Juan Manuel de Rosas como gobernador de la provincia de Buenos Aires y
representante de las relaciones exteriores de la Confederación nacional. Gobierna
Rosas.
67
Pero, ¿qué es la Filosofía para Alberdi? Alberdi es un intelectual argentino que se ha
formado con los grandes maestros del Derecho europeo: Savigny, Lerminier,
Jouffroy, Victor Cousin. Por ejemplo, Alberdi conoce a Hegel a través de Victor
Cousin. Es decir –vamos a tomar ya este elemento- “ser culto en la Argentina de
1837 era ser culto a la europea”. No había otra manera de ser culto. Llegaban los
libros de Europa y los intelectuales de aquí se morían por devorárselos. Digamos,
todo el resto del federalismo del interior no producía libros, ni leía los libros que
llegaban al puerto de Buenos Aires. Al puerto de Buenos Aires llegaban las
novedades de Europa y junto con las novedades en distintos artículos, ya sea
vestidos, porcelanas, llegaban los libros. Entonces Alberdi se forma con la cultura
europea y con esa formación quiere descubrir la cultura nacional. Aquí tenemos
una contradicción muy fascinante y vamos a ver cómo la resuelve Alberdi.
Alberdi va a pensar muy bien esto y va a establecer una relación entre lo universal
y lo particular. ¿Qué es lo universal? Lo universal es la razón universal. La razón
universal es la razón occidental para Alberdi. Si ustedes me lo preguntan, les voy
a decir categóricamente qué fue la Revolución de Mayo -en mi humilde opinión-
que está en contra de la de muchos. La Revolución de Mayo no fue una revolución,
fue el pasaje de la hegemonía dominante de España a la libertad de comercio con
Inglaterra y a la libertad cultural con Francia. Es decir, a la globalización española:
arcaica, godista, monárquica, vieja, atrasada –Sarmiento escribe en “Recuerdos de
provincia” se teme que cinco años de Inquisición hayan achicado el cerebro español, así
que imagínense ustedes el respeto que le tenía los liberales del Plata a España-, la
nueva globalización debe ser Gran Bretaña y Francia. El 25 de mayo las naves
ancladas en el Río de la Plata festejan a cañonazos. Ya no va a ser necesario el
contrabando, ahora el comercio es directo. Ahora ya no va a ser más necesario
invadir las provincias del Río de la Plata como en la primera y la segunda invasión
inglesa. Y George Canning, primer ministro inglés, dice una frase notable: “ya no
entraremos como guerreros, vamos a entrar como mercaderes”. Así lo quieren
aquí, así entran como mercaderes.
68
metropolitanas. Es como si nosotros, en ese momento, le hubiéramos dicho desde
el Plata a Francia e Inglaterra: miren, nosotros somos la razón universal y ustedes son la
particularidad que tiene que unirse en tanto particularidad a nuestra universalidad. Se
hubieran reído y habrían dicho: no, por favor, nosotros somos occidente, nosotros somos
las naciones metropolitanas, ustedes son los países adyacentes. Los países que una
teórica del poscolonialismo –Gayatri Spivak- llama “países subalternos”.
O sea, lo que Alberdi va a decir es que hay dos niveles, un nivel es el que llama
“humanidad” y otro es el que llama el de la “nación”. La humanidad está dada
por el desarrollo de las potencias europeas. Una de las cosas geniales que tuvo el
imperialismo o el colonialismo europeo fue presentar sus conquistas con valores.
El Imperio romano, por ejemplo, cuando conquistaba territorios los conquistaba en
nombre de la grandeza de Roma. Pero los imperios de la burguesía capitalista del
siglo XIX conquistaban territorios coloniales en nombre del progreso, de la
civilización, de las luces de la razón. Éstas eran las banderas ideológicas, la
civilización era lo que Europa llevaba a los países periféricos.
Entonces, Alberdi llama a esa civilización encarnada por los grandes países
centrales de la Europa capitalista, “humanidad”. Esa es la humanidad. Hay aquí
una equiparación entre Europa y la humanidad. Esa humanidad implica un nivel
fundante, ésa es la humanidad, ese es el desarrollo de la humanidad y a ese
desarrollo de la humanidad tenemos que integrar nuestra nación. Integrarla con
sus características propias, integrarla en la modalidad de lo más auténtico que
podamos conservar de nosotros. Una de las cosas más auténticas que Alberdi cree
69
que puede conservar nuestra nación es la figura de don Juan Manuel de Rosas que
para él representa lo que para un europeo sería el “color local”. Representa una
figura muy romántica –como efectivamente lo era Rosas- y representa el orden que
el pensamiento necesita para desarrollarse.
Entonces, ¿cuál es el propósito fundamental del Fragmento preliminar para el Estudio del
Derecho? El “Fragmento preliminar para el Estudio del Derecho” es dar a nuestra
forma particular de ser una nación, un objetivo. Ser nosotros mismos pero
participar del desarrollo necesario de la humanidad porque ese desarrollo es el
del progreso. Si no nos incorporamos a ese desarrollo vamos a estar fuera del
progreso. Llevado a términos de hoy esto ha sido expresado con una dualidad que
es países desarrollados y países en vías de desarrollo. Ustedes observen qué
interesante es ver la falacia que hay en esto porque cuando se dice países
desarrollados y países en vías de desarrollo pareciera que hay una sola vía, y los
países desarrollados y los países subdesarrollados van por la misma vía, y los
países en vías de desarrollo van a alcanzar en algún momento en esa misma vía a
los países desarrollados. No, no, ¡no! Lo que ocurre es que los países desarrollados
van por una vía y los países subdesarrollados van por otra vía y los países
subdesarrollados lo único que han hecho hasta el día de hoy es profundizar su
atraso, su fracaso, al haber sometido su soberanía a los dictámenes de países
hegemónicos de la economía de la historia mundial.
71
Esto era inevitable porque para Alberdi, como dijimos, ser culto era ser culto a la
europea. Si bien Alberdi valoraba la figura de Rosas, más valoraba la cultura de
Francia. Por eso este proyecto lamentablemente fracasa. Era imposible. Hubiera
sido deseable: un gran caudillo político y un gran intelectual unidos en conquistar
la modernización de la Argentina sin perder su soberanía. Eso no fue.
Vamos a seguir hablando de todos estos temas y mucho más de historia del
pensamiento argentino porque esto continúa.
72
Encuentro 11: Foucault
Sumario
73
ego cogito ergo sum (el “yo pienso”); ese sujeto centralizado, ese sujeto que domina
todo el conocimiento y toda la realidad va a ser cuestionado por Foucault que va a
decir: “el sujeto no está en el centro ni domina la realidad”. El sujeto, por el
contrario, pertenece a lo que Foucault va a llamar la trama histórica. Está en algún
lugar de la trama histórica pero no es un sujeto constituyente de la realidad sino
que es un sujeto constituido por las relaciones de la estructura.
Entonces, lo que hace el pensamiento francés es salir del sujeto para poder entrar
en Heidegger. Lo voy a explicar bien (esto es tal vez un poco lateral, pero muy
importante): el pensamiento francés a mediados de los años 60 veía ya claramente
–y esto está en un texto de Derrida: “Espectros de Marx”- la caída del marxismo, la
caída de la URSS. En realidad, Jacques Derrida dice en “Espectros de Marx”:
nosotros, ya desde los juicios de Moscú y desde Hungría –ni siquiera necesitamos
esperar a la primavera de Praga- veíamos que la URSS se caía y que el marxismo
no nos servía más como instrumento de conocimiento de la realidad. Entonces
necesitan una crítica a la modernidad capitalista que no provenga de Marx y la
encuentran en Heidegger. Heidegger, efectivamente, es uno de los más grandes
críticos de la modernidad capitalista en tanto técnica apropiadora de los entes,
de los objetos, de la realidad. Lo toman a Heidegger pero, para tomarlo a
Heidegger, tienen que adaptarse a él porque Heidegger es el filósofo que liquida al
sujeto porque va a decir: esta apropiación que hace el ente antropológico de la realidad no
es el sujeto que constituye la realidad, sino que la realidad es ahora apropiada por la técnica
del sujeto. Esto va a quedar claro en el próximo bloque.
74
capitalista, en realidad 2: Nietzsche y Heidegger. Los dos habían abominado de la
modernidad capitalista. Heidegger había dicho que esa modernidad capitalista que
comienza en Descartes poniendo al sujeto en la centralidad, había olvidado al ser y
se había concentrado en la conquista de los objetos, de los entes, se había perdido
en eso (al contrario de los griegos). Los griegos no partían del sujeto, los griegos
estaban en estado de abierto con el ser y tenían una relación de encuentro con el
ser –algo que mucho más tarde Heidegger le va a poner un nombre “Ereignis”, un
momento en el cual el hombre se encuentra en la plenitud del ser. Esto se pierde en
Descartes. El sujeto muere en Heidegger y Foucault también dice hay que terminar
con el sujeto como punto de partida epistemológico. Entonces, lo que vamos a
poner en el centro ahora es la estructura y al sujeto lo vamos a poner dentro de la
estructura. Para salir de Heidegger, había que poner al sujeto dentro de la
estructura y someterlo a infinidad de determinaciones.
Sin embargo, “Las palabras y las cosas” y la fórmula “el hombre ha muerto” no
tiene fortuna inicialmente porque Foucault publica en 1966 su libro y en mayo de
1968 ocurre el mayo francés. Entonces, si el hombre ha muerto, ¿cómo vamos a hacer
el mayo francés? –dicen los estudiantes. Y dicen una frase memorable dirigida a los
estructuralistas: “las estructuras no bajan a la calle”. Las estructuras no salen a la
calle, los que salen a la calle son los sujetos y esto: ¿a quién trae de vuelta al primer
plano de la escena filosófica-política en Francia durante el mayo francés?: al ya veterano
Jean Paul Sartre. Es decir al filósofo del sujeto libre que con su praxis hace la
historia.
En el teatro Odeón donde se concentran todos los estudiantes que están haciendo
el mayo francés, como gran honor al único pensador al que llaman a hablar es al ya
veterano Sartre que va muy gustoso, se dispone a hablar, y un estudiante le pasa
un papelito que dice: “Sartre, no nos des la lata que después tenemos que
planificar lo que vamos a hacer mañana”. No sé cómo le habrá caído a Sartre que le
dijeran “no nos des la lata”, pero esto era todo lo que iban aceptar los estudiantes
franceses de parte de sus filósofos.
75
Ahora bien, “Las palabras y las cosas” no tanto, pero el libro que más entró aquí de
Foucault –es el segundo gran libro del autor- fue “Vigilar y castigar” que es un
libro sobre las prisiones, en el cual Foucault analiza lo que él va a llamar las
sociedades disciplinarias. Voy a decirlo contundentemente: Foucault es un
brillante analista del poder. No ha habido quizá un analista del poder más
brillante y exhaustivo que Foucault. Lo único que le costó mucho explicar es cómo
uno se resiste al poder. Foucault lanza una fórmula: “donde hay poder, hay
resistencia al poder”, ahora, se pasa mucho, demasiados años explicando el poder,
y la resistencia al poder no aparece nunca. Incluso sus discípulos hacia 1978, 79, le
dicen: bueno Michel, ¿cómo nos resistimos a este poder que describiste durante tantos años
con tanta plenitud?
¿Cómo describe Michel Foucault el poder? ¿Cuáles son los poderes de los que se ocupa? El
poder, para Foucault, va a ser el poder de la razón. Lo que usa el poder es la razón.
Entonces la crítica que va a hacer Foucault no es nada nuevo en este sentido,
porque ya vimos que Adorno y Horkheimer en “Dialéctica de la Ilustración”
criticaban a lo que llamaban “razón instrumental”, a esa razón que venía del
Iluminismo como Diosa Razón y se transformaba en razón instrumental para
dominar la naturaleza y los hombres y finalmente su aplicación más macabra
ocurría en Auschwitz. Ahí entonces Michel Foucault se basa en ese texto de
Adorno y Horkheimer, se basa también en la concepción que tiene Heidegger de la
razón y va a desarrollar su propia concepción de la razón en dos libros
fundamentales: “Historia de la locura en la época clásica” (1961) y “Vigilar y
castigar” (1975).
76
Escribe, entonces, “Historia de la locura en la época clásica” en la cual la figura del
manicomio ocupa un lugar importantísimo. El manicomio es el lugar en el cual la
sociedad racional pone a los locos, los aparta. Usted no va a ver a los locos. Usted
va a andar tranquilo por esta sociedad racional, bien organizada, aunque, digamos,
haya embotellamientos, piqueteros, esas cosas que les disgusta a la gente que anda
por la calle, pero es una sociedad racional. Y más si pensamos que Foucault en
realidad no ha dejado de pensar nunca en la sociedad francesa. Hay incluso una
ensayista norteamericana que dice: si ésa es la sociedad disciplinaria, yo quiero vivir
ahí. Porque, es cierto, es una sociedad disciplinaria de gran control, pero también
es una sociedad disciplinaria de primer mundo.
De todos modos, ahí Foucault dice que esa sociedad disciplinaria es una sociedad
racional para dominar a los hombres. Y para dominar a los hombres la razón tiene
que apartar de sí a la locura. El manicomio, entonces, cobra una importancia
central porque apartar de sí aquello que es diferente. Esto es fundamental para la
razón, para su propia afirmación. Porque la locura –atención a esto- es el mayor
cuestionamiento a la razón. Entonces, los locos, al manicomio.
Lo otro que analiza Foucault en “Vigilar y castigar” (1975) -que es otro de sus
grandes libros- es la delincuencia, digamos. Es la sociedad civil que tiene que ser
organizada, transparente, en la cual todos tenemos que poder vivir, que ya Thomas
Hobbes en el “Leviatán” (1651) dijo que los hombres librados a sus propios
instintos generaban una guerra de todos contra todos y que el hombre era el lobo
del hombre y que, por eso, el Estado, el Leviatán, era necesario para armonizar esa
guerra de todos contra todos. Entonces todos cedían su voluntad al Estado y el
Estado organizaba la sociedad. Bien –dice Foucault- esta sociedad, para
organizarse así, necesita las cárceles. Entonces, si a los locos se los amontonaba en
los manicomios, a los delincuentes se los va a amontonar en las cárceles.
Muy bien, ¿qué hay que hacer en la cárcel?, ¿cuál es el elemento fundamental en la cárcel?
Foucault se acuerda de una figura de Jeremy Bentham, un teórico inglés del siglo
XIX, que había escrito un librito chiquito en el que desarrolla la figura del
“panóptico”. ¿Qué es el panóptico? El panóptico es una torre puesta en la mitad de
la unidad carcelaria. Toda la unidad carcelaria está construida alrededor del
panóptico. Supongamos que yo soy uno de los guardias de la unidad carcelaria –
no me gustaría serlo, pero supongamos que lo soy-. Desde el panóptico yo puedo
ver todo alrededor y no ser visto, esto es lo fundamental, el control central que
ejerce el panóptico es ver a los que están en las prisiones y que los que están en
las prisiones no vean a aquellos que los ven desde el panóptico.
77
Entonces, el que ve cosifica al otro, hace del otro un objeto visto pero no un ser
humano. Para el guardia del panóptico, el tipo que está en la cárcel es una cosa a
vigilar, una cosa a controlar, una cosa a ver pero una cosa que no tiene que verlo a
él. Él tiene que ver y no ser visto, y el que está en la cárcel tiene que ser visto y no
ver. Este es el esquema del panóptico.
78
Montoneros, la que dice Cámpora, la que dice Fabio, ¿cuál es la verdad? Bueno, hay
interpretaciones. El hecho es uno: algo terrible ocurrió en Ezeiza, pero la
interpretación de ese hecho es múltiple. O sea, no hay hechos, hay interpretaciones.
En consecuencia el poder tiene que imponer esa verdad suya y sofocar las otras
verdades a través de todos los medios posibles: diarios, canales de televisión,
radios, teatros, cines; todo lo que pueda conquistar para penetrar en la conciencia
de los sujetos y sujetarlos –como va a decir Foucault- “sujetar al sujeto”. Esta es la
meta del poder: sujetar la subjetividad de los sujetos, conquistarla, hacerla suya,
del poder.
Hasta luego.
79
Encuentro 12: Foucault II
Sumario
¿Por qué lo llama poder pastoral? Porque la Iglesia, el poder de la Iglesia Católica, ese
poder instituido, poderoso, que la Iglesia en tanto institución levanta luego de la
muerte de Cristo y de los apóstoles, pasa a transformarse en un Estado-Institución.
Y ahí lo que la Iglesia requiere es que los pecadores –somos todos pecadores- para
saldar, para limpiar, sus pecados, se los confiesen al cura. Esto es lo que se llama
“la confesión”. Entonces el pecador va al confesionario y le confiesa al cura todos
sus pecados. ¿Qué es lo que aparece aquí? Aparece un poder que el cura tiene sobre el
pecador, porque el cura conoce los pecados del pecador y el pecador no conoce los
pecados del cura. La relación es que el cura es el poder eclesiástico, el poder
pastoral, y ese poder pastoral controla a los hombres a través del temor a Dios y de
la confesión. ¿Por qué se produce la confesión? La confesión se produce porque le
temo a Dios. Y si le temo a Dios temo que Dios me castigue por mis pecados. Y si
Dios me castiga por mis pecados, debo confesar estos pecados. Y para confesar
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estos pecados tengo que ir al confesionario. Entonces ahí instauro al cura que oye
mis pecados como aquel que tiene poder sobre mí. Esto es el poder pastoral.
Ahora, lo que va a decir Foucault, que este poder pastoral que se extiende a lo
largo de toda la Edad Media y que es el poder controlador de la Iglesia sobre los
hombres se va a prolongar en el Estado moderno. El Estado moderno es el que
comienza a ejercer ahora el poder pastoral. Podemos preguntarnos: ¿cómo?, si el
Estado moderno no tiene curas, no tiene sacerdotes, no hay confesión. No es así - va
a decir Foucault. Usted cuando va al médico le confiesa todo al médico, el médico
le puede preguntar lo que quiera y usted va a tener la tendencia de contestarle
todo –salvo que le haga una pregunta disparatada o terriblemente íntima que a
usted lo avergüence-; pero va al médico a confesarse. A confesar sus problemas
físicos, de salud, pero ahí ya hay una relación de desigualdad. La relación
medicina-paciente es una relación que instaura al médico por encima del paciente.
La relación psiquiatra-loco hace del loco un dependiente del psiquiatra. El
psiquiatra se arroga para sí el poder de la razón: yo tengo la razón, vos estás loco, yo te
voy a curar. Lo cual, para Foucault, es yo te voy a controlar. Yo te voy a dominar. Es
otra forma del poder pastoral.
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continuo, sino que es una discontinuidad. ¿A quién se está oponiendo? Se está
oponiendo al historicismo de Hegel. Nosotros en estos encuentros hemos
analizado la visión de la historia en Hegel. Una visión de la historia que consistía
en decir que la historia tenía un desarrollo dialéctico interno y necesario. Ese
desarrollo dialéctico era en donde el sujeto absoluto iba tomando –a través de ese
desarrollo- conciencia de sí, hasta llegar a la autoconciencia total que ocurría en la
filosofía de Hegel. Esa toma de la conciencia de sí del Sujeto Absoluto tiene una
continuidad sustancial. (Esto lo va a decir muy bien el filósofo Louis Althusser que
va a caracterizar la concepción filosófica de Hegel como la de una continuidad
sustancial) ¿Cuál es esta sustancia que constantemente avanza contradictoriamente,
dialécticamente en Hegel? Bueno, es la sustancia que constituye la historia. Y la
historia es la historia del Sujeto Absoluto.
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Aunque lo había hecho Sartre - ojo, hay que leer la “Crítica de la razón dialéctica”.
Sartre ya había dado una concepción de la dialéctica que no tenía como
presupuesto la “linealidad interna necesaria”, lo que vamos a llamar de aquí en
adelante el decurso histórico-; es Foucault el que efectivamente cuestiona esto con
mayor eficacia. Entonces Foucault dice que todas estas son metafísicas de la
historia. Que la historia no tiene un devenir necesario ni lineal. Que no tiene un
decurso necesario lineal sino que la historia es una discontinuidad permanente. Y
esto le permite decir que él no hace una metafísica de la historia porque él se basa
en Nietzsche; y Nietzsche tiene un texto que pueden leer porque es un enorme
placer leerlo y se llama la “Segunda consideración intempestiva” (1874), que se
consigue fácilmente, Ediciones del Zorzal –esto no es un chivo-, es un pequeño
librito así, barato, y así se puede leer la “Segunda consideración intempestiva” de
Nietzsche. Donde Nietzsche genialmente dice: ¡qué es esto! Qué es esto de una historia
lineal, racional, que marcha alegremente hacia el futuro en medio de contradicciones pero
siempre linealmente. Esto es un dinosaurio. No es la historia. Esto es materia bastarda para
los historiadores idiotas. Más o menos es lo que dice Nietzsche.
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consecuencia, hay muchos hechos históricos. No hay una línea interna racional de
la historia. Es lo que habíamos visto también con Walter Benjamin y las “Tesis
sobre filosofía de la historia”, cuando el Angelus novus se da vuelta y mira al
pasado, y Benjamin dice: cuando el Angelus novus, el ángel de la historia, mira al
pasado, no ve una cadena de hechos racionales dialécticamente encadenados, ve un paisaje
de ruinas. Y esto es lo que está diciendo Foucault. Yo veo, si no un paisaje de ruinas,
un paisaje de luchas, de luchas de conocimiento, de odio entre aquellos que poseen
los distintos conocimientos, de fuerzas para imponer mi conocimiento al
conocimiento del otro.
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4 ¿Es inexplicable el hombre que se rebela?
Foucault anticipa muchísimo a los posmodernos en esta idea de la enorme
fragmentación de la historia y los anticipa porque les da letra (es 20.000 veces más
pensador Foucault que todos los posmodernos juntos). Entonces, Foucault inventa
esto que toma de Nietzsche, de la multiplicidad de hechos de la historia. Pero lo
que uno le cuestiona es: para la praxis política, para la acción política, qué se hace
para la posible rebelión contra ese poder (nosotros no podemos hundirnos en el
vértigo multiplicador de la historia sino que tenemos, por lo menos, que unir A
con B y después relacionar B con C, y actuar en consecuencia. Realizar ciertas
síntesis que nos permitan actuar sobre esa realidad).
Entonces llega allí Michel Foucault y ve a las masas iraníes marchar contra los
soldados armados del Sah con las manos vacías. Escribe una nota excepcional que
se llama “La rebelión de las manos vacías” y se pregunta: ¿qué es lo que hace que un
hombre se rebele? El hombre que se rebela es inexplicable –va a decir Foucault.
Entonces, uno le diría: querido Michel, el hombre que se rebela es inexplicable para usted
porque usted lo hizo inexplicable. Porque usted al quitarle la subjetividad, al transformar la
historia en un caos, vuelve imposible la asunción de un sujeto de sí mismo, su furia y su
unión con otro compañeros –en este caso las masas iraníes- y la rebelión contra el poder.
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contra los fusiles del poder. Entonces Foucault se pregunta algo que Sartre había
respondido. Sartre dijo que el hombre va a ser libre siempre, aún en el último
socavón, en el último abismo de su enajenación, hay un resto de libertad que
siempre le va a permitir rebelarse. Esa es la filosofía política de Sartre, esencial. El
hombre es siempre libertad, aún cuando sea un poquitito de libertad, de esa
libertad puede surgir la rebelión. Y en Marx el hombre debe rebelarse.
Esto que le pasó a Foucault fue muy positivo para él y murió –pobrecito- de SIDA
a comienzos de los años ’80 cuando justamente empezaba a desarrollar
brillantemente –como siempre- a través de estudios sobre la sexualidad, estos
temas de la resistencia al poder.
Gracias.
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Encuentro 13: Los posmodernos
Sumario
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desarrolladas es en donde se acumula más el saber; al acumularse más el saber, se
acumula más el poder. Luego Lyotard tiene otro libro que fue comprado por
muchos en la década del ’80 porque decían “aquí me aprendo la posmodernidad”,
porque se llamaba –y en esto fue bastante maligno Lyotard- “La posmodernidad
(explicada a los niños)”. Y el libro era espantosamente difícil, así que muchos de
los que lo compraron lo llevaron de nuevo a la librería o lo tiraron por algún lado.
Entonces, ¿qué significa esto de la muerte de los grandes relatos en Lyotard? Lyotard
dice que hay 4 grandes relatos: el relato cristiano, que es el relato en el cual Dios
manda a su hijo a sufrir y a morir por la redención de los hombres. Esa muerte
genera la promesa divina. La promesa divina expresa, justamente, la promesa de
que todos los hombres encontrarán el reino de los cielos y habrá entonces un
espacio de plenitud. Este espacio de plenitud lo prometen todos los grandes
relatos. El segundo gran relato es lo que Lyotard va a llamar “el relato marxista”
que es un relato que Lyotard tiene mucho interés en hacer picadillo. Vamos a ver si
lo consigue.
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Lyotard toma el gran relato marxista de la historia que lo hemos visto
anteriormente. Esquemáticamente, consiste en que la burguesía liquida al
feudalismo y de la burguesía surge el proletariado y el proletariado derrota a la
burguesía y establece el Estado de la plenitud. Aquí vemos de nuevo que el gran
relato de la historia lleva a un nivel de plenitud en el cual ya no hay
padecimientos. Es una promesa el gran relato. Es una promesa acerca de un
destino inexorable de la humanidad de llegar a determinado momento en que ya
no va a haber injusticias ni padecimientos.
El otro gran relato que analiza Jean-François Lyotard es el relato del Iluminismo, es
el relato de Las Luces. El relato del Iluminismo, nosotros lo vimos también –son
filósofos de segunda categoría en realidad, pero bueno, sigamos adelante. El relato
del Iluminismo es aquel que con el surgimiento de la divinidad de la Razón
durante las filosofías de la Revolución Francesa iniciadas por Kant y los
Enciclopedistas, pone a la razón como Diosa de la historia. Entonces la Divina
Razón va a ser la que va a llevar a todos los hombres a un mundo de profunda
racionalidad en el cual ya no va a existir la irracionalidad. Este es un relato del
triunfo del capitalismo. Este racionalismo capitalista es el que anuncia la burguesía
capitalista del Iluminismo.
Hay un relato capitalista que está basado en la economía. Está basado en el avance
incontenible de la economía que implica una prosperidad para todos. El relato
capitalista esencialmente dice que vamos a llegar a un momento de la historia en
que la prosperidad va a ser para todos. Este es el gran relato capitalista.
En suma tenemos los 4 grandes relatos que Lyotard analiza. ¿Qué es lo común a
todos ellos? Lo común a todos ellos es que expresan una visión teleológica de la
historia. La palabra griega thelos implica “fin”, “finalidad”. Teleología es el estudio
de los fines, o sea, que tienen una característica teleológica quiere decir que van
hacia un fin. Estos grandes relatos de la historia marcan una teleología inevitable
de algo que inevitablemente se va a cumplir, esto es una teleología: algo que va
hacia su fin y no puede sino cumplirse. Estas son grandes interpretaciones de la
historia para legitimar siempre algo. El gran relato marxista, ¿qué es lo que legitima?
Legitima la revolución del proletariado. Es esencial para llegar a la plenitud de la
sociedad sin clases. El gran relato capitalista, ¿qué es lo que legitima? Legitima la
economía capitalista, de libre mercado, que es lo esencial para llegar a un estado de
plenitud en el que va a alcanzar para todos. El relato Iluminista lo que legitima es
la razón: vamos a llegar a un estadio racional en el cual todos vamos a ser
plenamente felices.
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Estos son los grandes relatos y que están basados en lo siguiente: la historia tiene
un devenir, un decurso necesario, la historia marcha necesariamente hacia un lugar
de plenitud. Entonces hay aquí una interpretación metafísica de la historia.
Metafísica quiere decir que dentro de los hechos históricos hay algo que se está
expresando, que se está desarrollando, internamente a los hechos históricos, ésta es
una interpretación metafísica. Porque lo que está dentro de un hecho no es físico,
es metafísico, está más allá de lo físico, entonces son interpretaciones metafísicas de
la historia contra las cuales Lyotard y todo el posmodernismo –y yo creo que, en
este sentido, con gran sagacidad y con gran acierto- van a embestir.
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gran relato. No hay un gran relato, hay dialectos, hay montones de dialectos que
establecen comunicación, a veces se entiende, a veces no se entienden. Esa especie
de fragmentación, de caleidoscopismo, de multiplicidad dionisíaca es la historia,
porque la historia para los posmodernos –como para Foucault y para Nietzsche- es
una multiplicidad de hechos. No es una historia única que se desarrolla
dialécticamente como en Hegel y en Marx. Es una multiplicidad de hechos que
cada uno tiene su centro en sí. Esto es muy importante y es muy valioso. Porque
todo esto va a dar lugar al multiculturalismo, al respeto por los géneros diversos,
al respeto por las etnias diversas, al respeto por todas las minorías, las minorías
sexuales, las minorías raciales. Es por esto que Vattimo viene a la Argentina y
como el posmodernismo tiene un enorme respeto por la particularidad, por la
singularidad que él expresa que es la de su condición gay, habla –para mí-
excesivamente de su condición gay. Pero él tiene todo el derecho del mundo de
hablar de eso que para él debe ser muy constitutivo.
Nosotros ya volvemos.
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análisis que hace Baudrillard y Vattimo. Queremos entrar en ellos. Pero tenemos
tiempo porque esto no va a terminar aquí.
Lo que uno les dice a los posmodernos es: bueno, chicos, paren la pelota. Acá hay que
hacer, aunque sea, síntesis parciales. Acá hay persistencias históricas. No hay una
linealidad histórica pero evidentemente hay persistencias históricas, hay
conexiones históricas, hay síntesis históricas y –como diría Sartre- hay
totalizaciones históricas que se destotalizan y que dan lugar a otras totalizaciones
que también se destotalizan. Y la historia es un juego constante de totalización,
destotalización, retotalización. Es muy compleja la historia, por supuesto, la
historia está ocurriendo en América Latina, en Estado Unidos, en Europa, en el
Islam, etc. Y el golpe al posmodernismo se lo da justamente el imperio que ampara
a las academias en las cuales el posmodernismo triunfa: el imperio
norteamericano, con la idea de la globalización.
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globalizar. Pero, lo peor, es que hace su aparición en la escena el -hasta ahora- malo
de la película: el Oriente. Hegel había dicho: el Oriente va a dormir, siempre,
eternamente, su siesta, porque está fuera de la historia. Sin embargo, de ahí, de ese
territorio negado, desconocido para Occidente, llega el atentado a las Torres
Gemelas. El atentado a las Torres Gemelas barre con la fragmentación posmoderna
porque establece un acontecimiento universal, porque expresa que hay hechos que
son universales. Ahí la diversidad, la fragmentación, la caleidoscopización murió:
hay un hecho universal.
Vamos a profundizar todo esto, sobre todo la entrada en el siglo XXI. Este choque
de civilizaciones y el terrorismo. El terrorismo es un tremendo totalizador.
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