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1[98]
Las palabras permanecen: ¡Los hombres creen que ¡también sucede lo mismo
con los conceptos designados!
1[115]
El carácter interpretativo de todo acontecer. No existe el acontecimiento en sí.
Lo que sucede es un grupo de fenómenos seleccionados y resumidos por un ser que
interpreta.
1[120]
Un mismo texto permite incontables interpretaciones: no hay una interpretación
“correcta”.
2 [82]
[...] Interpretación, no explicación. No hay ningún - estado de hecho, todo es
fluido, inaprensible, huidizo; lo más duradero todavía son nuestras opiniones.
Proyectar sentido en la mayoría de los casos: una nueva interpretación sobre una
vieja interpretación devenida incomprensible, pero que ahora es tan sólo un signo. [...].
2[83]
[...] «Atraer» y «repeler», en un sentido puramente mecánico, es una completa
ficción: una palabra. No podemos representarnos un atraer sin una intención. La
voluntad de apoderarse de una cosa o de oponerse contra su poder y repelerla, eso sí que
lo «comprendemos» y sería una interpretación que podríamos usar.
2[86]
¿Qué es lo que únicamente puede ser el conocimiento? -Interpretación, no
«explicación».
2 [89]
Ilusión de que algo sería conocido al tener una fórmula matemática para el
acontecer: tan sólo está designado, descrito, ¡nada más!
2[108]
Impregna mis escritos que el valor del mundo reside en nuestra interpretación
(que quizás en alguna parte son posibles todavía otras interpretaciones que las
meramente humanas); que las interpretaciones tradicionales son apreciaciones
perspectivistas, gracias a las cuales podemos mantenernos con vida, es decir con
voluntad de poder, de crecimiento del poder; que toda elevación del hombre
comporta la superación de interpretaciones más limitadas; que todo refuerzo
conseguido, toda extensión de poder, abre nuevas perspectivas y significa creer en
nuevos horizontes. El mundo que nos es un poco tolerable es falso, es decir: no es
ningún hecho, sino una invención poética y el redondeo a partir de una pequeña
suma de observaciones; está «en flujo», como algo en devenir, como una falsedad
siempre perpetuamente removida y que nunca se acerca a la verdad, pues no hay
«verdad» alguna.
2[126]
[...] ¿Qué es verdad? (inercia, la hipótesis de donde brota el contentamiento, el
menor consumo de fuerza espiritual, etc.)
2[151]
No debemos preguntarnos: «¿quién –interpreta pues?», al contrario, el interpretar
mismo, corno una forma de la voluntad de poder, tiene existencia (pero no como un
«ser», sino como un proceso, un devenir) como una afección.
2[152]
El origen de las “cosas” es por completo la obra de los que imaginan, de los que
piensan, quieren, inventan. El concepto mismo de “cosa” tanto como sus propiedades. -
Incluso “el sujeto” es algo creado de esta forma, una “cosa” como todas las otras: una
simplificación para designar la fuerza que pone, interpreta, piensa, como tal, a
diferencia de todo poner, inventar, pensar, singular y aislado. La capacidad, a diferencia
de todo lo singular y aislado, designa, pues: en el fondo, el hacer resumido en relación a
todo hacer aún previsible (el hacer y la probabilidad de un hacer semejante).
2[193]
Nuestra mala costumbre de tomar un signo mnemotécnico, una fórmula de
abreviación, como esencia y-finalmente-como causa; por ejemplo, decir del rayo
que «ilumina». O incluso la palabrita «yo». Poner nuevamente un tipo de
perspectiva en la visión como causa de la visión misma, ¡tal fue el juego de manos
en la invención del «sujeto» del «yo»!
5[3]
Ponemos la palabra allí donde comienza nuestra ignorancia, donde no
podemos ver más allá, por ejemplo: la palabra «yo», la palabra «hacer», la
palabra «sufrir», éstas son quizás las líneas del horizonte de nuestro
conocimiento, pero no «verdades»
5[22]
Solución fundamental: creemos en la razón: pero esta es la filosofía de los
conceptos grises, el lenguaje está construido sobre los prejuicios más ingenuos. Ahora
leemos en las cosas disonancias y problemas que nosotros mismos les hemos
introducido debido a que sólo pensamos en la forma del lenguaje -y a que por ello,
creemos la “verdad eterna” de la “razón”, por ejemplo, sujeto, predicado, etc. Dejamos
de pensar si no lo queremos hacer bajo la constricción del lenguaje, llegamos a la
duda de ver aquí un límite como límite.
7 [54]
El conocimiento en sí es imposible en el devenir, ¿como es posible el
conocimiento? Como error sobre sí mismo, como voluntad de poder, como voluntad de
ilusión. Devenir en tanto que inventar, querer, negarse a sí mismo, superarse a sí mismo:
ningún sujeto, sino un hacer, poner, creador, nada de “causas y efectos”.
7[60]
Contra el positivismo, que se detiene en los fenómenos: “sólo hay hechos” -yo
diría: no, precisamente no hay hechos, sino sólo interpretaciones. No podemos constatar
ningún hecho “en sí”; tal vez sea un absurdo querer algo por el estilo. “Todo es
subjetivo” decís; pero ésta ya es una interpretación, el “sujeto” no es nada dado, es sólo
algo añadido por la imaginación, algo añadido después. ¿Es en fin, necesario poner
todavía al intérprete detrás de la interpretación? Ya esto es invención, hipótesis.
9[60]
(46) Inmenso acto de a u t o e x a m e n: volverse conciente de sí mismo no
como individuo sino como humanidad. Recapacitemos, pensemos hacia atrás:
recorramos los pequeños y los grandes caminos.
La dicha solo puede estar garantizada en lo que es: cambio y dicha se excluyen.
El deseo supremo tiene en vista la identificación con lo que es. Este es el curioso
camino a la mas alta dicha.
En suma: el mundo, tal y como debería ser, existe; este mundo en el que vivimos
es solamente error -este mundo nuestro no debería existir.
La creencia en que el mundo tal y como debería ser, es, existe realmente, es una
creencia de los improductivos que no quieren crear un mundo como debe ser. Ellos lo
erigen como existente, buscan medios y caminos para acceder a él. -“Voluntad de
verdad” como impotencia de la voluntad de crear.
Los artistas, una especie intermedia: fijan por lo menos un símil de lo que debe
ser -son productivos, en tanto realmente modifican y transforman; no así los hombres
de conocimiento, que dejan todo como está.
Conexión de los filósofos con los hombres morales y sus evaluaciones. (La
interpretación moral del mundo como s e n t i d o, después de la
decadencia del sentido religioso).
-también la falta de fe.: reducción. ¿En que medida la falta de fe adquiere nuevo
valor; si no existe en absoluto un mundo verdadero (a causa de ello quedan liberados
nuevamente los sentimientos valorativos que han sido derrochados hasta ahora en el
mundo del ente).
9[89]
Es necesaria la aceptación del ente para poder pensar e inferir: la lógica tan
sólo maneja fórmulas para cosas estables.
Por ello esa aceptación carecería de fuerza probatoria para la realidad: «el
ente» forma parte de nuestra óptica.
Por consiguiente el «conocimiento» tiene que ser otra cosa: tiene que precederle
una voluntad de hacer-cognoscible, una especie de devenir mismo tiene que crear la
ilusión del ente.
9[91]
En torno a la lucha contra el determinismo.
B) Una vez que se ha comprendido que el “sujeto” no es nada que obre sino una
ficción entonces se sigue de aquí una diversidad de cosas.
Caduca, por último, también la “COSA EN SÍ”: porque esta es, en e1 fondo, la
concepción de un “sujeto en sí”. Pero hemos comprendido que el sujeto es fingido. La
oposición “cosa en sí” y “fenómeno” es insostenible; con ello caduca el concepto de
“fenómeno”.
La verdad no es, pues, algo que estuviese ahí y hubiese de ser encontrado,
descubierto, -sino algo que hay que crear y que da el nombre para un proceso, más aún,
para una voluntad de sometimiento que no tiene en sí final alguno: introyectar verdad,
en cuanto un processus in infinitum, un disponer activamente, no un hacerse conciente
de algo [que] fuera “en sí” algo fijo y determinado. Es una palabra para la “voluntad de
poder”.
El hombre proyecta fuera de sí, en un cierto sentido, su “meta”, como mundo del
ente, como mundo metafísico, como “cosa en sí”, como mundo ya existente.
El “bienestar del individuo” es tan imaginario como “el bienestar del género”: el
primero no es sacrificado en aras del último, el género es, visto desde lejos, algo tan
fluido como el individuo. La “conservación del género” es sólo una consecuencia del
crecimiento del género, esto es, de la superación del género en el camino hacia una
especie más fuerte.
que e1 llegar a ser más fuerte conlleva ordenamientos que semejan un proyecto
de adecuación teleológica
que los supuestos fines no son intencionados, sino que tan pronto como se ha
alcanzado e1 predominio sobre un poder inferior y este último entra a trabajar como
función de1 mayor, un orden de rango, de organización, tiene que crear la impresión de
un orden de medio y fin.
-ésta es sólo una expresión de que una fuerza no es también otra cosa distinta.
Pero esto es una burda confusión: como simplex sigillum veri. ¿De dónde se
sabe que la verdadera conformación de las cosas está en esta relación con nuestro
intelecto -¿No será distinto? ¿Que la hipótesis que le da mayormente la sensación de
poder y seguridad es preferida, apreciada y consecuentemente designada como
verdadera por é1? -El intelecto coloca su poder y capacidad más libre y más fuerte
como criterio de lo más valioso, por tanto, de lo verdadero...
9[97]
Fracasamos al afirmar y negar una y la misma cosa: éste es un principio
empírico subjetivo en el que no se expresa ninguna «necesidad», sino solamente una
impotencia.
9[144]
Para la «apariencia lógica»
(La forma vale como algo duradero y, por tanto de pleno valor. Ahora bien la
forma ha sido inventada, meramente por nosotros y por mucho que «se realice la
misma forma» no significa que sea la misma forma, sino que siempre aparece algo
nuevo y únicamente nosotros (que comparamos) sumamos lo nuevo -en la medida
que iguala lo antiguo- en el conjunto de la unidad de la «forma». Como si se
debiera alcanzar un tipo y, en cierto modo, la imagen inherente e imaginada.
Esa compulsión por formar conceptos, especies, formas, fines, leyes, «un
mundo de casos idénticos», no hay que entenderla como si con ella estuviéramos en
condiciones de fijar el mundo verdadero, sino como compulsión por disponer un
mundo donde fuese posible nuestra existencia. Creamos con ello un mundo que
para nosotros es calculable, simplificado, comprensible, etc.