Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
_PDF_(Impreso)
I_I'MDIcEjimj
' CDMEM'IJHLRID-Aina
' noche qscura_11_[15}
' ?- M o c h a de buda_205_[209}
' 12-Locura5temporal5_333_|[337]
' 13-La isla de la enferme|::la::l_3."l-5'¡"_[36111l
“La cueva oscura donde temes entrar es donde está tu tesoro”-Joseph Campbell
no nos queda más remedio que rendirnos a ella, alinearnos con la Gran Voluntad. Deponer
nuestro sentido de importancia personal, y dejar morir las estrategias y posicionamientos del
ego, que pretende que la vida se adapte a sus deseos y requerimientos.
La resistencia a la noche oscura es más dolorosa que ella misma, es instalarse en un estado
defensivo y estéril. La oposición a la realidad tal como es nos debilita. Tratar de evitar el
sufrimiento inevitable solo genera más dolor. Ahora bien, podemos aliviar la pesadumbre y el
dolor sin negarlos ni tratar de huir de ellos. Es bueno darse un respiro de tanto en tanto, entrar y
salir del escenario, relajarse un poco, reírse de uno mismo. Las lágrimas son muy necesarias,
alivian la tristeza, la frustración y el dolor, y también disuelven las defensas egoicas, diluyen la
máscara y la coraza del ego.
Las pérdidas y las crisis tienen la misión de revelarnos que somos Alma, que la vida es
misteriosa y sabe mejor que nosotros lo que nos conviene, aunque no nos lo parezca, que Dios
tiene otros planes para hacer que nuestra alma resplandezca. En algún momento hemos de
abandonar la omnipotencia infantil, la ilusión de control, nos tenemos que arrodillar y aceptar la
voluntad divina. En la noche oscura accedemos al mundo de nuestras sombras para explorar
esa parte oscura, desconocida, rechazada, no transitada de nuestra alma, que es también
nuestro potencial. Solo queda rendirse al movimiento interno de realización personal, acunarse,
esperar y confiar. En la medida en que asintamos, nos rindamos y cooperemos con ese
movimiento hacia las profundidades antes saldremos del abismo.
La noche oscura es un viaje sagrado, iniciático, solitario. Es el viaje del héroe. Únicamente
cuando nos vemos obligados a abandonar la zona de confort de “lo conocido” y atravesamos las
profundidades de lo desconocido descubrimos nuevos recursos personales. La noche oscura es
un vacío fértil, la fuerza misteriosa de la diosa negra Kali, la gran madre, amante y devoradora.
Kali es la diosa hindú de la transformación: destruye para crear, crea para destruir. Representa
el ciclo Vida/Muerte/Vida. Destruye la pequeña voluntad, el orgullo, el egoísmo y todo sentido de
ser “importante” y “especial” para crear un nuevo estado de conciencia. Porque la emergencia de
lo nuevo conlleva la muerte de lo viejo.
En la enfermedad el alma se revela, obliga a replantearse el discurrir de la vida. Es el momento
de ponerse en cuarentena: un tiempo de recogimiento, de conexión con uno mismo para revisar
la propia vida, un tiempo de autogestación y transformación. El ascenso comienza con el
descenso a las profundidades y al caos, en los abismos insondables. Hay que adentrarse en el
oscurecimiento y permanecer con paciencia y sin intenciones en el no saber, confiar en el
inconsciente, algo a lo que el ego se opone y que es precisamente el germen de lo venidero.
Muchas personas que han pasado una enfermedad grave saben hasta qué punto ha sido
significativa y ha transformado su vida. El remedio, la cura para el alma es precisamente la
enfermedad.
En el caldero alquímico de las pérdidas y las crisis la identidad egoica se derrite, se funde. La
función de las crisis y las pérdidas es destruir la pequeña voluntad para permitirnos
reconciliarnos con la Gran Voluntad. Inshah Alah, hágase tu voluntad. Nos sintonizamos con
algo más grande. En el proceso se gana confianza en el Orden Superior que nos guía, luz y
poder personal para transformar a otros. Nos convertimos en sanadores heridos y podemos
realizar nuestra auténtica aportación a la vida. Estamos más vivos, presentes y conscientes.
Algunas personas se transforman mediante el dolor y las crisis, otras se instalan en la amargura,
la tristeza y la desolación, se abandonan en una actitud de víctimas. Las crisis y las pérdidas son
las grandes maestras de la vida que nos colocan al borde del abismo. Podemos elegir entre ser
aprendices, discípulos de la vida o víctimas. Si queremos ser aprendices hemos de permitir sus
iniciaciones.
13
El fracaso es una experiencia imprescindible que nos ayuda a madurar, a ser humildes, mientras
que el éxito continuado puede mantenernos en un estado de omnipotencia y superficialidad.
Tenemos la opción de sufrir y lamentarnos o aceptar que las noches oscuras forman parte de la
vida, y colaborar con lo inevitable para que sea una etapa creativa y enriquecedora. Buscar un
significado positivo y afrontar la crisis de manera constructiva, preguntándonos: ¿Qué sentido
tiene esto en mi vida?, ¿qué me aporta?, ¿qué parte de mí necesita y pide crecer? Hay infinidad
de muertes y renacimientos en la vida. Es necesario rendirse y dejar que la vida nos transforme
para acceder a nuevos niveles de conciencia. En algún momento veremos lo que atravesamos
fue un peldaño más de esa larga escalera que nos conduce a la Luz de la conciencia.
Desde hace casi veinticinco años tengo el privilegio de ser testigo de los procesos de crisis,
cambio y transformación de numerosas personas. Vienen a verme asustadas, confusas,
doloridas, desorientadas. Sé con certeza que son procesos sanadores de renacimiento para ir
más allá de los límites. La pérdida siempre lleva consigo una ganancia. Hemos de dejar espacio
para que emerja lo nuevo, aceptar la muerte de ciertos aspectos o viejas estructuras ya caducas
y reconocer que las crisis son necesarias para el crecimiento y desarrollo de las potencialidades
internas. El proceso de transformación se inicia cuando aceptamos que nos hallamos en un
momento de cambio, al alinearnos, sintonizar y descubrir cómo expresarlo de forma creativa. Es
bueno transformar el dolor en arte, en poesía, encontrar símbolos y metáforas que nos inspiren
para reconectar con nuestra naturaleza instintiva e intuición.
Las crisis son estados de transición, puntos de inflexión, momentos inciertos en los que existe
una máxima tensión entre opuestos y a la vez se hallan cargados de fecundidad. Son en sí
mismos momentos óptimos para el cambio. Las dificultades, tristezas, desafíos, conflictos y
frustraciones nos configuran, son las experiencias que posibilitan el crecimiento y la evolución de
la conciencia. Cada sufrimiento es una puerta que se abre a otro plano. El dolor y la pérdida
cumplen la función de despertarnos a nuestra verdadera naturaleza primigenia, descubrir
quiénes somos más allá de la máscara de la personalidad y los condicionamientos. Cuando
muere el ego el alma resplandece.
El dolor, las adversidades, las renuncias obligadas a algunos sueños nos hacen humildes.
Destruyen capas de orgullo, omnipotencia, vanidad, arrogancia y narcisismo; destruyen capas
de egocentrismo, perfeccionismo, rigidez e intolerancia. La humildad se forja en el fuego
alquímico del dolor. Por medio de las crisis la coraza egoica se va resquebrajando, se vuelve
más fina y trasparente, nos hacemos translúcidos y porosos a la vida. El reconocimiento del
Alma de la que todos formamos parte surge a medida que el ego se va trascendiendo. El alma
anhela la Unidad. Nos quiere unidos y vinculados en el Gran Alma. Unidos en un amor inclusivo
que todo y a todos abarca. La noche oscura encierra la oportunidad de acceder a una verdadera
espiritualidad al sentirnos uno con el otro, puesto que el otro es otro yo. La fuente de la
compasión reside en reconocemos en los demás, al darnos cuenta de que hay una naturaleza
semejante en todas las personas.
A través de las sucesivas crisis podemos acceder a la experiencia de humildad, generosidad,
paciencia, bondad, compasión, confianza, gratitud, amor incondicional, atributos que conforman
la esencia de nuestra verdadera naturaleza. Ante las pérdidas, las crisis y el sufrimiento hay una
necesidad de búsqueda de significado y sentido de la existencia. Surgen las preguntas: ¿Quién
soy yo? ¿Qué hago aquí? El ámbito de la espiritualidad proporciona respuestas a nuestros
interrogantes existenciales.
Aina Clement.
15