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' CDMEM'IJHLRID-Aina
' noche qscura_11_[15}

' Trabajo l'».locturno_1El_[l'llll


' San Juan de la Cruz_15_{19}

' Un enfoque spiritual mas qua psicologicojñjm]


' Emocions en modo manar_17_{21}

. Los matices de la oscuridad_19_[23)


' Ejemplos astimulant5_21_l{25}
. PRIMERA PAM-PASAJESJSJZ'D]
' 1-La travsia nocturna_27_[31)
' 2—Ritos de pasaja_51_{55}
' ¿?.-Poner en claro sus ideas y comenzar de nuauq_33_[37}
' 4-El panorama dsde la Iuna_109_[113}

' 5-La5 ironías de la vida_147_{151}


. SEGUNDA FAME-PEWRBACIDNESJTLUH}
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' de amur5_173_[177}

' ?- M o c h a de buda_205_[209}

' 'El-El elos nocturno_231_[235]


' 9- Creatividad, el niño 3r la cabra que conoce el teneno que
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' 1fl-La belleza oscura_233_[287]
. TERCERA PARTE-DEGRADACIDME5_3111315]
' 11-Emocion5 al rojo vivo_3131317]

' 12-Locura5temporal5_333_|[337]
' 13-La isla de la enferme|::la::l_3."l-5'¡"_[36111l

' lil-Años cle|)ute-.culares_E'.-El5l_(3.3?)l


' 15—Navagar a travs de la noche oscura_399_(403]
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“La cueva oscura donde temes entrar es donde está tu tesoro”-Joseph Campbell

En el transcurrir de nuestra existencia es ineludible que vivamos situaciones de pérdida,


separaciones o muertes de seres queridos que dan como resultado crisis mayores o menores,
dependiendo de la índole de la pérdida y el grado de egocentrismo de la persona. Estas
circunstancias y experiencias vitales donde se derrumba la estructura egoica son como un
tsunami emocional en el que predominan los sentimientos de vacío, miedo y soledad, así como
de aislamiento, indiferencia, pérdida de energía y sentido.
La noche oscura del alma es una iniciación espiritual, un tiempo de incubación para que la
crisálida se convierta en mariposa. Una desintegración para que se dé la transformación que nos
lleve más allá de nuestro horizonte. Thomas Moore dice que hemos de aceptar la noche oscura
y vivir en consonancia a ella porque el alma se alimenta de la oscuridad tanto como de la luz. La
bajada al mundo subterráneo nos conecta con lo profundo y oscuro, nos conduce al vacío de
nuestro ser, hacia una transformación y renovación.
Hay noches oscuras del alma y descensos a los infiernos ineludibles. En esos casos hay que
tomar la determinación de permanecer en ese espacio desierto y solitario, estando presentes
ante el vacío. Entonces puede emerger un vacío fértil, una presencia total que nos libera. En
este sentido, dijo Jung que la oscuridad y el caos preceden siempre a una expansión de la
conciencia.
El crecimiento personal no es un proceso lineal, controlable y progresivo. El alma se hace
visible, se manifiesta y madura con el descenso a lo oscuro. Es un proceso necesario para
aprender a vivir desde el alma, en lugar de desde la tiranía del ego, con menos certezas sobre
las cosas y más en contacto con las intuiciones y las emociones. Hemos de rendirnos y dejar
que el dolor nos pula, nos forje, purifique y transforme en su fuego alquímico. El alma se nutre
de la noche oscura. Es gestación para renacer, una oportunidad para recuperar la conexión con
la esencia, frente al control del ego y la fuerza de la razón. En algún momento hemos de
transitar también las sombras, los valles lúgubres y sombríos de nuestro espacio interior. Y el
lugar del desierto donde encontrar la propia fuerza y verdad.
Las crisis nos invitan a dar espacio al alma, a vivir en el alma, a expandir los límites que la
definen, a confiar en ese nivel profundo de la existencia. La vida se empeña en transformarnos,
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no nos queda más remedio que rendirnos a ella, alinearnos con la Gran Voluntad. Deponer
nuestro sentido de importancia personal, y dejar morir las estrategias y posicionamientos del
ego, que pretende que la vida se adapte a sus deseos y requerimientos.
La resistencia a la noche oscura es más dolorosa que ella misma, es instalarse en un estado
defensivo y estéril. La oposición a la realidad tal como es nos debilita. Tratar de evitar el
sufrimiento inevitable solo genera más dolor. Ahora bien, podemos aliviar la pesadumbre y el
dolor sin negarlos ni tratar de huir de ellos. Es bueno darse un respiro de tanto en tanto, entrar y
salir del escenario, relajarse un poco, reírse de uno mismo. Las lágrimas son muy necesarias,
alivian la tristeza, la frustración y el dolor, y también disuelven las defensas egoicas, diluyen la
máscara y la coraza del ego.
Las pérdidas y las crisis tienen la misión de revelarnos que somos Alma, que la vida es
misteriosa y sabe mejor que nosotros lo que nos conviene, aunque no nos lo parezca, que Dios
tiene otros planes para hacer que nuestra alma resplandezca. En algún momento hemos de
abandonar la omnipotencia infantil, la ilusión de control, nos tenemos que arrodillar y aceptar la
voluntad divina. En la noche oscura accedemos al mundo de nuestras sombras para explorar
esa parte oscura, desconocida, rechazada, no transitada de nuestra alma, que es también
nuestro potencial. Solo queda rendirse al movimiento interno de realización personal, acunarse,
esperar y confiar. En la medida en que asintamos, nos rindamos y cooperemos con ese
movimiento hacia las profundidades antes saldremos del abismo.
La noche oscura es un viaje sagrado, iniciático, solitario. Es el viaje del héroe. Únicamente
cuando nos vemos obligados a abandonar la zona de confort de “lo conocido” y atravesamos las
profundidades de lo desconocido descubrimos nuevos recursos personales. La noche oscura es
un vacío fértil, la fuerza misteriosa de la diosa negra Kali, la gran madre, amante y devoradora.
Kali es la diosa hindú de la transformación: destruye para crear, crea para destruir. Representa
el ciclo Vida/Muerte/Vida. Destruye la pequeña voluntad, el orgullo, el egoísmo y todo sentido de
ser “importante” y “especial” para crear un nuevo estado de conciencia. Porque la emergencia de
lo nuevo conlleva la muerte de lo viejo.
En la enfermedad el alma se revela, obliga a replantearse el discurrir de la vida. Es el momento
de ponerse en cuarentena: un tiempo de recogimiento, de conexión con uno mismo para revisar
la propia vida, un tiempo de autogestación y transformación. El ascenso comienza con el
descenso a las profundidades y al caos, en los abismos insondables. Hay que adentrarse en el
oscurecimiento y permanecer con paciencia y sin intenciones en el no saber, confiar en el
inconsciente, algo a lo que el ego se opone y que es precisamente el germen de lo venidero.
Muchas personas que han pasado una enfermedad grave saben hasta qué punto ha sido
significativa y ha transformado su vida. El remedio, la cura para el alma es precisamente la
enfermedad.
En el caldero alquímico de las pérdidas y las crisis la identidad egoica se derrite, se funde. La
función de las crisis y las pérdidas es destruir la pequeña voluntad para permitirnos
reconciliarnos con la Gran Voluntad. Inshah Alah, hágase tu voluntad. Nos sintonizamos con
algo más grande. En el proceso se gana confianza en el Orden Superior que nos guía, luz y
poder personal para transformar a otros. Nos convertimos en sanadores heridos y podemos
realizar nuestra auténtica aportación a la vida. Estamos más vivos, presentes y conscientes.
Algunas personas se transforman mediante el dolor y las crisis, otras se instalan en la amargura,
la tristeza y la desolación, se abandonan en una actitud de víctimas. Las crisis y las pérdidas son
las grandes maestras de la vida que nos colocan al borde del abismo. Podemos elegir entre ser
aprendices, discípulos de la vida o víctimas. Si queremos ser aprendices hemos de permitir sus
iniciaciones.
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El fracaso es una experiencia imprescindible que nos ayuda a madurar, a ser humildes, mientras
que el éxito continuado puede mantenernos en un estado de omnipotencia y superficialidad.
Tenemos la opción de sufrir y lamentarnos o aceptar que las noches oscuras forman parte de la
vida, y colaborar con lo inevitable para que sea una etapa creativa y enriquecedora. Buscar un
significado positivo y afrontar la crisis de manera constructiva, preguntándonos: ¿Qué sentido
tiene esto en mi vida?, ¿qué me aporta?, ¿qué parte de mí necesita y pide crecer? Hay infinidad
de muertes y renacimientos en la vida. Es necesario rendirse y dejar que la vida nos transforme
para acceder a nuevos niveles de conciencia. En algún momento veremos lo que atravesamos
fue un peldaño más de esa larga escalera que nos conduce a la Luz de la conciencia.
Desde hace casi veinticinco años tengo el privilegio de ser testigo de los procesos de crisis,
cambio y transformación de numerosas personas. Vienen a verme asustadas, confusas,
doloridas, desorientadas. Sé con certeza que son procesos sanadores de renacimiento para ir
más allá de los límites. La pérdida siempre lleva consigo una ganancia. Hemos de dejar espacio
para que emerja lo nuevo, aceptar la muerte de ciertos aspectos o viejas estructuras ya caducas
y reconocer que las crisis son necesarias para el crecimiento y desarrollo de las potencialidades
internas. El proceso de transformación se inicia cuando aceptamos que nos hallamos en un
momento de cambio, al alinearnos, sintonizar y descubrir cómo expresarlo de forma creativa. Es
bueno transformar el dolor en arte, en poesía, encontrar símbolos y metáforas que nos inspiren
para reconectar con nuestra naturaleza instintiva e intuición.
Las crisis son estados de transición, puntos de inflexión, momentos inciertos en los que existe
una máxima tensión entre opuestos y a la vez se hallan cargados de fecundidad. Son en sí
mismos momentos óptimos para el cambio. Las dificultades, tristezas, desafíos, conflictos y
frustraciones nos configuran, son las experiencias que posibilitan el crecimiento y la evolución de
la conciencia. Cada sufrimiento es una puerta que se abre a otro plano. El dolor y la pérdida
cumplen la función de despertarnos a nuestra verdadera naturaleza primigenia, descubrir
quiénes somos más allá de la máscara de la personalidad y los condicionamientos. Cuando
muere el ego el alma resplandece.
El dolor, las adversidades, las renuncias obligadas a algunos sueños nos hacen humildes.
Destruyen capas de orgullo, omnipotencia, vanidad, arrogancia y narcisismo; destruyen capas
de egocentrismo, perfeccionismo, rigidez e intolerancia. La humildad se forja en el fuego
alquímico del dolor. Por medio de las crisis la coraza egoica se va resquebrajando, se vuelve
más fina y trasparente, nos hacemos translúcidos y porosos a la vida. El reconocimiento del
Alma de la que todos formamos parte surge a medida que el ego se va trascendiendo. El alma
anhela la Unidad. Nos quiere unidos y vinculados en el Gran Alma. Unidos en un amor inclusivo
que todo y a todos abarca. La noche oscura encierra la oportunidad de acceder a una verdadera
espiritualidad al sentirnos uno con el otro, puesto que el otro es otro yo. La fuente de la
compasión reside en reconocemos en los demás, al darnos cuenta de que hay una naturaleza
semejante en todas las personas.
A través de las sucesivas crisis podemos acceder a la experiencia de humildad, generosidad,
paciencia, bondad, compasión, confianza, gratitud, amor incondicional, atributos que conforman
la esencia de nuestra verdadera naturaleza. Ante las pérdidas, las crisis y el sufrimiento hay una
necesidad de búsqueda de significado y sentido de la existencia. Surgen las preguntas: ¿Quién
soy yo? ¿Qué hago aquí? El ámbito de la espiritualidad proporciona respuestas a nuestros
interrogantes existenciales.

Aina Clement.
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