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Ignacio

Estoy caminando por este oscuro sendero, con el peso de mi hijo sobre mis hombros. Siento la
fatiga en cada paso, pero no puedo permitirme detenerme. No oigo ladrar a los perros, pero sé
que están cerca, persiguiéndonos, acechando en las sombras de esta tierra asolada. Estamos
en un tiempo de cambio, después de la Revolución Mexicana, pero las promesas de justicia y
mejora para los campesinos como yo siguen siendo solo eso, promesas vacías.

Mi vida ha sido dura, marcada por la pobreza y la desigualdad. En este contexto social e
histórico, la vida en el campo es un constante desafío. Carecemos de oportunidades, de acceso
a servicios básicos, de un futuro esperanzador. La violencia es una constante, alimentada por
la falta de ley y justicia, por los caciques y las bandas criminales que se aprovechan de los más
vulnerables.

Pero en medio de este panorama sombrío, encuentro fuerzas para seguir adelante. Miro a mi
hijo, herido y necesitado de atención médica urgente, y sé que debo protegerlo, guiarlo hacia
la salvación. Mi amor de padre se mezcla con la frustración hacia él, por las decisiones que ha
tomado en su vida, por las dificultades que ha enfrentado. Anhelo que mi sacrificio valga la
pena, que podamos encontrar la ayuda que tanto necesitamos.

El camino se alarga, la noche se hace más densa. A cada paso, siento el peso de la
responsabilidad sobre mis hombros, pero también el fuego de la determinación que arde en
mi corazón. No puedo rendirme, no puedo permitir que los perros nos alcancen. No oigo sus
ladridos, pero sé que están ahí, acechando en las tinieblas. Me aferró a mi hijo, luchando
contra el cansancio, contra las fuerzas que me empujan al límite.

Mis pensamientos se entremezclan con los recuerdos de un pasado difícil, de una vida
marcada por la injusticia. Veo las caras de aquellos que han sufrido a mi alrededor, las miradas
perdidas de los campesinos que luchan por sobrevivir en este llano inhóspito. Pero también
siento la fuerza de mi propio espíritu, la voluntad inquebrantable de enfrentar cualquier
adversidad por el bien de mi hijo.

En este monólogo interior, mi voz se eleva en medio del silencio de la noche. Soy Ignacio, un
hombre marcado por la desigualdad y la lucha constante, pero también soy un padre dispuesto
a todo por el bienestar de mi hijo. A medida que avanzo en la oscuridad, me aferro a la
esperanza, a la fe en que encontraremos la ayuda que necesitamos. Que nuestro sacrificio y
nuestra valentía no sean en vano, que en algún lugar, en medio de este llano en llamas,
encontremos la redención y la justicia que tanto anhelamos.

Juan Rulfo captura mi esencia, mi existencia en este mundo cruel y desafiante. En mi


monólogo interno, se revela la complejidad de mis sentimientos, mis anhelos y mi lucha
incansable por sobrevivir en un contexto social e histórico adverso. Soy Ignacio, un hombre
corriente en medio de una realidad implacable, un padre dispuesto a enfrentar cualquier
obstáculo por el bienestar de mi hijo, sin importar lo que me cueste.

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