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sus vivencias en esta fase de su vida como migrantes, como personas que se desplazan

hacia diferentes territorios en la búsqueda de mejores condiciones de vida. 

“Después de tantos días duros en un semáforo vendiendo golosinas logré volver a hacer lo
que me gusta, trabajar para la belleza”, expresa Milagros en una imagen. “Esa foto me hace
recordar muchas cosas. Me hace recordar cuando salí de Venezuela, cuando nos
sentábamos a tomar el café juntos y los diciembres cuando nos reuníamos. El día que me
vine a Bolivia todos vinieron a despedirse”, comenta Micaela mostrando una tom,a familiar en
un celular. “Todo valió la pena, cada lágrima, cada esfuerzo. Y así, cuatro años después ya
tengo un horno industrial, mi emprendimiento es reconocido por venezolanos y espero que
llegue a más bolivianos”, se ufana Naylmary en una imagen en que trabajauna masa.

La exposición enseña los resultados del trabajo que realizaron estos migrantes en La Paz y
Santa Cruz, tanto de exploración como también de exteriorización. A través de sus fotografías
reflejaron un pedazo de su historia como seres humanos resilientes y luchadores en busca de
oportunidades para una vida digna. 

Las capacitaciones estuvieron a cargo de Lesly Moyano y Álvaro Gumucio, con la dirección
del fotoperiodista Patricio Crooker. La edición y curaduría de los ensayos la hizo Crooker, con
el apoyo de Moyano y Gumucio. La coordinación general del proyecto fue responsabilidad de
Anahí Aguilar y Carolina Moyano.

También puede leer: ‘Retratos naturales’ en la Biblioteca

“Extraño todo y a la vez agradezco todo lo aprendido. Soy feliz, ¿sabes? Migrar es aprender”,
concluye Ximena en una imagen en que está sentada en una gradas. 

El Proyecto se realizó con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos de América, la


Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Fundación Equipo Solidario, la
organización Solidaridad Activa Bolivia y la Casa de Acogida Cardenal Julio Terraza. 

Texto: Miguel vargas

Fotos: taller Historias Que Migran

En Santa Cruz

En Santa Cruz, las imágenes se exhiben en el espacio de arte Manzana 1.

    
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 Venezolanos en Bolivia

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En 1940 dos escaladores alemanes colocaron una esvástica en la cima. Ante eso,
un boliviano y un inglés del Centro Boliviano Andino subieron y la quitaron.
Una escalada al Illimani.
POR RICARDO BAJO H.

IMAGEN: RICARDO BAJO


LA PAZ / 25 de junio de 2023 / 06:30

Wilfried Kühn y Friedrich Fritz son hijos de la obsesión nazi por las montañas. Cuando colocan una
esvástica sobre el Pico Sur del Illimani (a 6.460 metros dobre el nivel del mar) en marzo de 1940 creen
haber alcanzado la gloria. Será su “fragmento precioso” (así lo denomina la psicología) que impida que
sus nombres sean olvidados. Será su “Rosebud”; volverán a ese momento el resto de sus vidas. El famoso
“übermensch” (el super hombre) de Nietzsche es un ser superior que vive en las montañas, lejos del
mundanal ruido. Así se sentían Kühn y Fritz ese día; dos superhéroes en la punta del Illimani, con el
mundo/La Paz a sus pies.

El III Reich de Adolf Hitler convirtió el deporte de montaña en una cuestión de Estado. Las hazañas en
las grandes cimas del planeta formaban parte de la propaganda nazi y los montañeros eran convertidos
rápidamente por la maquinaria de propaganda en auténticos ídolos. Quizás en eso pensaban Wilfried y
Friedrich aquella mañana del 30 de marzo de 1940 cuando clavaron en el hielo lo que ellos llamaban “la
bandera de Alemania”. El caso es que el tiro iba a salir por la culata; o el “piolet” iba a volar por los aires.
El guardián, el espíritu protector de la ciudad, se iba a enojar. Y con él, todos los paceños.

Hacía solo tres años que otra montaña, a la que llaman “asesina”, había sepultado a la mejor generación
de alpinistas alemanes, liderada por Karl Wien. El Nanga Parbat (la novena cima más alta del mundo con
sus 8.125 metros) es una montaña sabia, como todas. Es el “ocho mil” más peligroso en el lado pakistaní
del Himalaya: al día de hoy casi 100 montañistas han muerto bajo sus nieves.

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