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Foto.

 club andino boliviano


Desde el Pico Sur (también llamado “Pico del Indio” o Achocopaya), Torres y de La Motte
admiran el Pico Norte (o Pico Kühn, por el alpinista nazi), y el Pico Central, también llamado
Cóndor Blanco. Se dan el lujo de contemplar un pico que no se ve desde la ciudad de La Paz,
el Pico París (o Laika Khollo, Cerro Brujo). No pueden estar mucho tiempo y comienzan a
bajar. A las 19.30 llegan al campamento base.

El comunicado del Club Andino Boliviano dice, al día siguiente: “la comisión llegó el 7 de abril
al lugar indicado, notando con sorpresa de que flameaba la bandera boliviana cosida a
máquina debajo de la extranjera, importando este hecho un ultraje al emblema nacional; la
comisión retiró la indicada bandera habiendo denunciado este hecho insólito al Señor Ministro
de Gobierno y al Presidente del Comité Nacional de Deportes”. El fiscal de distrito, Alejandro
Trigo, anuncia sanciones “por el pendón irrespestuoso”.

En las calles de La Paz, el pueblo habla de proeza. La Razón publica, como primicia, la foto
de la esvástica. El boliviano Jesús Torres agarra la bandera nazi con la mano, es la primera
vez que sube hasta lo más alto del “Tata” Illimani. La foto la saca Eduardo de la Motte, gran
andinista, modesto, de un inmenso encanto y gran integridad; como lo describen sus
compañeros de escalada y cuerda.

El editorial del matutino de Carlos Víctor Aramayo, “barón” del estaño, escribe: “siendo como
somos, un país soberano, libre e independiente, donde existieron como existen leyes que
establecen la prioridad absoluta e indiscutible de la divisa nacional, era lógico y patriótico
suponer que los ascensionistas alemanes, respetando el civismo del país que los acoge,
hubieran colocado primero la bandera boliviana y debajo la alemana. Pero, acostumbrados a
considerar a Bolivia como una colonia del Tercer Reich, procedieron exactamente al revés,
colocando la bandera nazi arriba con su signo swástico. Aunque algunos súbditos de Hitler
consideran el suelo boliviano como cosa propia, conviene recordar a los exploradores que no
estamos dispuestos a admitir ofensas como la que denunciamos. Hácese precisa, de una vez
por todas, una enérgica sanción a los extranjeros que se imaginan habitar un tolderío, sin
respetar los usos, costumbres y leyes del país que los acoge”. 

La sanción para los nazis no llegará nunca. Es más, “herr” Wilfried Kühn y “herr” Friedrich Fritz
contraatacan y piden… ¡que se les devuelva la esvástica! Aseguran que las dos banderas son
del mismo tamaño. Kühn y Fritz “argumentan” en una carta dirigida al presidente del Comité
Nacional de Deportes que la idea original era colocar un mástil con tres banderas: la esvástica
arriba, la boliviana al centro y la suiza abajo (porque el exvicepresidente del Club Andino
Boliviano Ernest Bauer, de esa nacionalidad, tenía que acompañar a la expedición). “Es de
todo conocimiento que en los Juegos Olímpicos siempre se iza la bandera de la nación a la
cual pertenece el vencedor. Estamos convencidos de que ningún boliviano encuentra
atentado alguno a la soberanía del país nuestro proceder”, escriben Kühn y Fritz en la citada
misiva publicada (¡cómo no!) en el periódico La Calle.

Los alemanes culpan a un inglés. Todo un clásico. “El hecho de que nuestra bandera recogida
haya sido entregada al señor Pickwood, quien la tiene guardada en su caja de fierro,
demuestra la intención política poco leal de quienes pretenden hacer de este asunto un
escándalo con fines de propaganda. El proceder del señor Torres y el señor De la Motte está
no solo en contraposición con los reglamentos éticos que rigen las instituciones del alpinismo
internacional sino, en este caso, significa también un robo material al apropiarse de dos
banderas que nos les pertenecían”. 

La noticia en el periódico El Diario.


William Pickwood es nada más y nada menos que el administrador de la poderosa Bolivian
Railway. Y presidente honorario de uno de los equipos de fútbol más querido de la ciudad de
La Paz, el de los trabajadores del tren, el Club Deportivo Ferroviarios (fundado en 1929),
donde brillan en su cancha de Pura Pura tres figuras del balompié: Ángel Montaño (“inter”
izquierdo), Erasmo Miranda (“centro half”) y el mítico “Calichín” Morales padre (“centro
forward” peruano proveniente de Arequipa).

La esvástica no la tiene el pérfido inglés, está resguardada en el salón del Club Andino


Boliviano. Las congratulaciones para Jesús Torres y Eduardo de la Motte llegan de todo lado.
Son efusivas. Los Amigos de la Ciudad felicitan al CAB y a su secretario Alberto López
Sánchez “por tan meritoria hazaña para arriar la bandera nazi, colocada encima de la de
Bolivia, sobre nuestra hermosa montaña; censuramos la actitud de quienes han cometido ese
desacato”. Firman el presidente de esta entidad cívica, Humberto Muñoz Cornejo y el
secretario Julio Iturri Núñez del Prado.

Eduardo de la Motte se fue de Bolivia pero volvió para escalar el Sajama (6.542 metros) en
1946 junto a una expedición formada por T.I. Rees, W. Tienken y Thomas Polhemus. En
aquella ascensión, el Sajama cobró su primera víctima puesto que Polhemus se separó del
grupo y nunca más fue encontrado. De la Motte se casó con Mabel Lilian Woodward (tuvieron
un hijo en 1944) y murió trágicamente en 1958 en un accidente de helicóptero en el África
Ecuatorial Francesa (actual República del Congo). Raúl Ponansky también murió en
circunstancias dramáticas al ser alcanzado por una avalancha mortal en 1943 mientras
esquiaba en Chacaltaya. Wilfried Kühn se quedó unos años más por Bolivia, subiendo
montes. Ascendió —por primera vez en solitario— el Condoriri (“Cabeza de los cóndores”)
pero esta vez no dejó ninguna esvástica en la punta.

Dijo una vez el geólogo austríaco Walter Schiller que las cumbres solo se abren para los
privilegiados. Aquel abril de 1940 el Ililmani (“Donde nace el sol”) se abrió para dos hombres
(un boliviano y un inglés) que rozaron el cielo con amor para arrancar una bandera de odio.
Las montañas (y sus “achachilas”) son puras y eternas.

Texto: Ricardo Bajo H.

Fotos: Ricardo Bajo, Club Andino Boliviano y periódicos La Calle, El Diario y La Razón


(hemeroteca de la UMSA).

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