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La mayoría de los libros se ajusta a un patrón probado tanto en lo que tienen para decir como en términos de la
necesidad de mercado que deben satisfacer.
Toda editorial acumula conocimientos a lo largo de los años acerca de lo que es apropiado publicar dentro de un
determinado catálogo.
Además está el autor. Un autor nuevo obviamente representa dificultades. En primer lugar, por no tener antecedentes.
Sin embargo, es posible determinar si quienes han publicado antes tienen capacidad para producir otro éxito.
● Prestigio: la posibilidad de estar en un catálogo que parece compuesto por los escritores más interesantes.
● Identidad de la marca: puede estar relacionada con el aspecto exterior o con el contenido. En estos casos, los
lectores compran los libros porque sienten que saben lo que están comprando.
● La presencia de un editor con capacidad y criterio demostrables: Estos autores son conscientes de la necesidad
de trabajar con alguien con quien puedan mantener una relación marcada por el apoyo y la empatía, que los
ayude en la tarea de escribir.
● Promoción y marketing de alto perfil: distribución rápida y confiable, puntos de venta atractivos, departamento de
relaciones públicas eficiente.
● Producción: es esperable que la editorial produzca libros bien diseñados, con detalles de producción que el autor
valore.
● Es esperable que la editorial exprese su compromiso de desarrollar el producto mediante tecnología digital, que
el autor sabe que será atractiva para sus lectores.
Hay algo más que puede interesarles a algunos autores: las dimensiones de la editorial. Hay casos de autores que
prefieren publicar con editoriales pequeñas, independientes, porque desean sentir que reciben un trato individualizado.
Una vez que se consolidan como autores exitosos, es probable que migren a editoriales más grandes, en las que hay
mayor poder económico y donde ya no deben luchar por un lugar.
Cuando los editores eligen a un autor, tienen un objetivo en mente. Buscan autores cuyos libros vayan a venderse con
éxito. En la práctica, ese proceso de selección podría describirse de la siguiente manera:
2) Seleccionar propuestas
Por supuesto, los editores también seleccionan autores como consecuencia de recibir manuscritos o propuestas.
Los autores con probabilidades de éxito suelen tener ciertas características comunes:
● entienden el mercado al que apunta el libro,
● conocen el tema sobre el que escriben,
● saben cómo se posicionan sus libros frente a la competencia,
● escriben bien y
● son capaces de conectarse con el lector.
Los editores deben estar al tanto de los intereses y las necesidades de los lectores.
También influyen las propuestas mismas. Elegir libros para publicar implica agudizar el ojo y el instinto, así como aplicar
una serie de herramientas para orientarse.
Mantenerse en la cima del mercado y determinar sus necesidades puede querer decir:
● leer publicaciones especializadas
● contactarse regularmente con agentes literarios
● asistir a conferencias
● estudiar catálogos de otras editoriales
● recorrer universidades y escuelas
● dedicar tiempo a visitar las librerías con los representantes de ventas
● realizar investigaciones de mercado
Además, es esencial escuchar la radio y mirar televisión tanto como sea posible, prestando atención a todo
cuanto se relacione con sus intereses específicos. Las ideas y la información pueden provenir de todas las
direcciones y siempre deben ser absorbidas por si acaso resultan útiles.
Algunas veces los editores, junto con otros colegas, tienen una idea precisa de un libro, una serie de libros o un proyecto
que les gustaría publicar. Ya han hecho toda la investigación requerida para determinar la expectativa o la necesidad que
se tienen de ese libro. El próximo paso fundamental es encontrar el autor o los autores adecuados. Básicamente se trata
de concebir un libro en forma calculada, donde la investigación de mercado y la labor editorial se combinan
absolutamente. El editor y sus colegas están motivados por el mercado, no se dejan conducir por él.
Este tipo de trabajo es más frecuente en el ámbito de los libros escolares, pero también está presente en el área de
libros de texto universitarios y de libros de referencia. Nada es dejado al azar. El costo de poner en marcha estos
proyectos es muy alto pero, si tienen éxito, los ingresos son acordes a su costo.
El desarrollo de proyectos editoriales también puede tomar formas menos ambiciosas. Simplemente puede consistir en
que el editor encuentra una buena idea para un libro, busca al autor adecuado, lo invita a escribirlo y le paga. En
esencia, el editor en este caso asume un rol activo en la génesis de un libro.
Sin embargo, muchas veces los editores de todo tipo de libros simplemente actúan como receptores de ideas y
propuestas, y nos dedicaremos a examinar cómo evalúan lo que llega a sus escritorios.
En estos días es bastante inusual recibir un manuscrito completo para su consideración. La mayoría de los autores
prefieren presentar un resumen o una propuesta de abordar un tema de determinada manera, o bien se les pide que
hagan esto. Tal presentación generalmente consiste en:
● una descripción general del tema
● una descripción más detallada del contenido de cada capítulo
● la extensión del libro y el tiempo requerido para escribirlo
● una evaluación del público al que va dirigido
● un análisis de las razones por las que el libro será atractivo para el lector
● una evaluación de fortalezas y debilidades del libro propuesto
● las calificaciones del autor para escribir ese libro
Cuando se examine una propuesta, son varios los puntos a tener en cuenta.
1) Carta de presentación
Una carta bien escrita, bien presentada, persuasiva y realista en sus pretensiones le sugiere al editor que está
ante alguien con buenas cualidades de comunicación y que por lo tanto tiene alguna oportunidad de ser un
escritor eficaz.
2) Presentación de la propuesta
● ¿la propuesta tiene consistencia lógica?
● ¿los argumentos han sido ordenados de manera coherente?
● ¿el autor ha aportado información que fundamente sus ideas o teorías?, y
● si está estudiando una propuesta para una novela, incluso en esta etapa inicial, ¿hay evidencias de una
prosa sólida?
Sea cual fuere el tema propuesto, lo que deberá hacer en esta etapa es analizar la propuesta que tiene frente a
usted de manera crítica, nada más
Si resulta difícil “seguirle el hilo” al autor, ¿qué posibilidades hay de que esta persona haga algo bueno con 200
cuartillas (Hoja de papel que resulta de cortar en cuatro partes un pliego común) o más a su disposición? La
detección temprana del descuido debe desalentar el desarrollo de algunos proyectos.
El catálogo
En la práctica, las editoriales se ubican tanto dentro de las categorías amplias como de las reducidas.
Lo que ayuda a definir un catálogo es el lector y, más pertinentemente, el nivel del lector al que va dirigido.
Los catálogos se organizan en torno de un mercado. Primero, según el tema. Luego, según el lector. Su organización
permite establecer la base sobre la cual desarrollar un producto que satisfaga una determinada necesidad o apetencia.
Esos mismos lectores también tienen expectativas de que el producto venga en formatos particulares y a precios que les
parezcan atractivos o aceptables. Además, es necesario evaluar si habrá suficientes lectores que justifiquen la presencia
de ese producto en particular, en ese nivel específico, es decir, las fuerzas de la oferta y la demanda.
Claramente, los factores de marketing tienen un gran peso en el desarrollo de un catálogo. Es mucho más razonable
repartir el costo de marketing en toda la familia de libros que guardan alguna relación entre sí, que tener que inventar
una estrategia de marketing completamente nueva con cada libro nuevo y diferente.
Lo que hace que trabajar en el ámbito editorial sea tan interesante, y lo que constituye una fuente de su diversidad, es el
hecho de que hay muchos niveles de lectores potenciales para muchos temas.
El público lector
Lo que el autor dice que es su público lector, y las evidencias en las que se basa para afirmar tal cosa, es algo que debe
ser examinado en detalle.
La Competencia
Los asesores
El rol del asesor no se limita a echar una mano. En el ámbito de la edición especializada es el lector profesional quien
conoce el tema en profundidad, quien realmente puede seguir los argumentos presentados en el libro, quien conoce el
contenido de los cursos en los que se utilizará ese material, quien sabe por qué este libro cubrirá una necesidad
específica que el lector podrá percibir, quien sabe si existen textos competidores publicados o en proceso de
preparación.
Un buen asesor sabe todo esto y le dará una opinión franca respecto del material propuesto.
Los buenos asesores son personas valiosas y, una vez que se las encuentra, es necesario cuidarlas y retribuir
adecuadamente su trabajo. Lo ideal es contar con una “cuadrilla” de asesores familiarizados no sólo con el mercado sino
también con usted, con su catálogo y con su forma de trabajar. Es posible que se reúna varias veces al año con estas
personas. Recuerde que los buenos asesores no sólo le darán opiniones fundamentadas sobre el material que les envía,
sino que es probable que le den pistas respecto de los potenciales autores y aún que escriban una buena introducción.
A veces no sólo es aconsejable sino indispensable discutir una propuesta con un colega o un equipo de colegas. La
colaboración con la gente de marketing y producción es una parte esencial del trabajo de los editores. También con las
áreas de derechos y diseño.
Todo editor, cualquiera sea su catálogo, debería determinar qué tipo de asesoramiento necesitará en su proyecto,
además de su propia experiencia, y recurrir a él desde el principio.
Algunas semanas después de haber examinado la propuesta de un libro, y después de haber mantenido reuniones con
colegas y asesores, el editor estará en posesión de un cúmulo de información y opiniones. Si tiene suerte, ese conjunto
de opiniones y verdades coincidirán entre sí y resultará bastante claro que se está frente a un libro que debe ser
publicado. Se han satisfecho todos los requisitos y puede ofrecer un contrato al autor. Desde luego, la realidad está
hecha de una combinación de factores positivos y negativos, pero si decide publicar un libro, el balance general debe ser
positivo.
2) La decisión equivocada
Sin perjuicio de lo puntualizado anteriormente, los editores pueden ser verdaderamente desafortunados. Luego
de trabajar tanto en la preparación de la tirada como en la evaluación de las utilidades pueden descubrir que un
competidor ha editado un título similar al mismo tiempo, o que el gusto y el interés del público han cambiado en
el lapso transcurrido entre la firma del contrato de edición y la publicación del libro. Su libro puede fracasar por
razones que se encuentran estrictamente fuera de su control.
¿Puede hacerse responsable de esto al editor? Posiblemente. La gestación de un libro no debería ser tan
prolongada como para correr el riesgo de llegar al mercado cuando éste ya ha pasado a otra cosa; los editores
también deben estar seguros de estar respaldando una tendencia y no un éxito momentáneo.
Un buen agente es tan valioso para el autor como para la editorial. Un buen agente sabe cómo obtener el mejor contrato
para el autor, pero también respeta las necesidades de éste.
Puede defender al autor cuando una editorial lo defrauda o no lo trata como corresponde. Asimismo, un agente
presionará al autor cuando éste no cumpla su parte del trato. La labor de un agente es intentar construir una relación que
funcione para ambas partes.
Hacen que los editores se muevan, pero los buenos también hacen que se muevan los autores.
4) Destiempo
Algunos editores ingresan a un mercado demasiado temprano; otros, demasiado tarde.