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- M. Bhaskar
No sólo los libros y la edición experimentan la transición más profunda desde los albores
Un libro electrónico sin una red, sin un canal de distribución, es apenas más radical que
uno impreso. Un libro electrónico en la red abierta tiene una capacidad casi infinita de
copiarse y compartirse, al instante, en todo el mundo.
La edición siempre ha tenido que ver con la tecnología. Cuando Gutenberg armó la
primera prensa, conjuntó una amplia variedad de tecnologías, procesos e ideas. Es digno de
atención el que la prensa haya gozado de una relativa estabilidad durante sus primeros 350
años de existencia. El cambio estaba en camino. En 1800, se fabricó la primera prensa
completamente de hierro.
Más tarde, en 1804, aparecieron las prensas impulsadas por vapor. A partir de
entonces los cambios se sucedieron más rápidamente. La productividad aumentó con cada
nueva tecnología, lo que abarató la impresión e incrementó la circulación. Fue una conjunción
de tecnologías, que comenzó más o menos en la década de 1940, la que alteró el reinado de la
imprenta.
Los orígenes de la computación y las tecnologías digitales modernas se encuentran (en
gran medida) en la segunda Guerra Mundial y en los intentos de los aliados por descifrar el
invencible “código nazi”.
Sólo con la hora legendaria creación de la World Wide Web (www) en 1990, la internet
se popularizó. En 1993, el primer navegador de la red, estuvo ya listo para el auge del uso de
internet, el cual creció a un ritmo fenomenal durante la década de 1990 y no se ha detenido
desde entonces.
Michael Hart, fundador del Project Gutenberg, inventó el libro electrónico. En 1993 se
fundó Digital Book, Inc. La década de 1990 vio el lanzamiento de los primeros e-readers. En
1999 los libros electrónicos, o e-books como se conocieron después, no sólo habrían de
cambiarlo todo, sino que también iba a sustituirlo todo. Los editores tradicionales eran
reliquias obsoletas a punto de quedar en el olvido. Eso no sucedió.
CAMBIO DE CONTENIDO
Es obvio que, una página web es algo muy distinto de una página impresa. El negocio
de las editoriales era óptimo para un flujo particular de contenido (texto e imágenes
impresos), por lo que los cambios en la naturaleza del contenido plantean un desafío de
adaptación.
Las unidades de atención que el libro representa aún son consistentes. Tal vez haya
contenido e hipervínculos infinitos, pero no hay atención infinita. Si bien Kelly es optimista,
Carr (2011) ve con preocupación la naturaleza sin fin, inacabada, del texto digital. ¿Cómo es
que los editores pueden trabajar con este gran nudo de contenido?
Los llamados “libros electrónicos enriquecidos” o aplicaciones para libros vienen con
video, audio, elementos gráficos nuevos, material extra, etc. Experiencias imposibles con los
medios estáticos de la imprenta.
Desde los primeros días de la red creció un nuevo género literario en los márgenes de
la escritura creativa. A veces denominada literatura electrónica, interactiva y multimedia. Estas
obras hiperbólicas producen experiencias muy distintas de las de los artefactos impresos. La
edición no ha hecho avances significativos en la subcultura de la literatura electrónica. Los
lectores se acostumbran cada vez más a los bienes digitales. Ante nuestros ojos crecen grandes
mercados potenciales. “La literatura digital será un componente significativo del canon del
siglo XXI” (Hayles, 2008, 159).
En China, las novelas basadas en la red, conocidas como “ficción original”, también se
popularizaron. Tanto la literatura keitai como la ficción original representan nuevas formas de
escribir y un nuevo producto final; se trata de historias que surgen y se desarrollan en la red,
con un lenguaje, registro, temática y apariencia diseñados para plataformas de internet.
Además, las humanidades digitales y los relatos transmediales permiten ver que el
contenido del libro ha comenzado a traspasar los confines de lo impreso. Lo impreso tiene una
limitante intrínseca en su posibilidad de ser copiado y en sus limitadas capacidades
multimedia. Lo digital ni tiene ninguna de esas limitantes. Lo impreso tiene altas barreras de
entrada. Las barreras digitales son insignificantes. Con lo impreso, las relaciones se dan a la
distancia. En un mundo digital, son más directas e inmediatas.
Cambiar el contenido representa un desafío para los editores, pero con inversión y
visión puede enfrentarse.
EFECTOS DE LA RED
Los análisis de Internet deben abordar tanto su relativa novedad como su naturaleza
en constante desarrollo. Tenemos un doble movimiento de centralización y fragmentación.
Todo en internet comparte este patrón, no sólo la edición o los medios.
Centralización
Sólo unos cuantos sitios web y unos cuantos fabricantes de dispositivos dominan el
panorama de la cultura digital. Un servicio ocupa un espacio para excluir a todos los demás,
con lo que adquiere un enorme poder dentro del sector. Ciertamente hay algo de
competencia, pero el gran negocio digital muestra un alto grado de centralización.
Por todas partes hay candados, como los acuerdos de exclusividad que aceptan los
usuarios. Considere el teclado QWERTY, una decisión de la interfaz proclamada como esencial
pese a la posibilidad de mejores opciones. El filósofo y científico en computación Jaron Lanier
(2011) ofrece el ejemplo de la codificación musical MIDI. ¿Es la mejor codificación? Apenas
importa, pues ya estamos encerrados allí. Nuestros sistemas están diseñados para reproducir
un formato y sólo ése.
Una manera por la cual las redes centralizan es mediante su capacidad de agregar
valor a partir de la centralización. En esencia, mientras más personas haya en una red, más
valiosa será. Un rasgo asociado es el “efecto de la moda”: mientras más personas hayan hecho
algo, más personas lo harán en el futuro.
Benkler sostiene que “el ambiente de redes posibilita una nueva modalidad de
organizar la producción: radicalmente descentralizada, en colaboración, de dominio público;
basada en compartir recursos y resultados entre individuos dispersos geográficamente y
conectados con libertad, que cooperan entre sí sin depender de señales del mercado ni de
órdenes gerenciales”.
En este contexto favorable para la innovación, pueden resolverse los problemas que
genera la fragmentación: sobrecarga de información, polarización de discursos, escisión del
origen de los contenidos. Alejado de la fiebre centralizadora, internet representa la mayor
democratización cultural en la historia.
Sin nodos básicos, el reino digital sería un exasperante laberinto borgiano; sin
fragmentación, sería totalitario, monopólico y monolítico. Para Castells, “las redes son ya la
forma organizacional predominante de todo dominio de la actividad humana”.
EL DESAFÍO DIGITAL
Desintermediación
Los editores suponen que siempre se les requerirá y necesitará. Esta idea es errónea.
Para la edición, la tecnología digital es un problema “fuera de contexto”.
Doctorow (2011) y Shirky (2002) señalan lo mismo. Sostienen que los editores añaden
valor al distribuir los altos costos fijos de la distribución, la mercadotecnia y la generación de
contenido en un mundo de ladrillos, cemento, papel e impresiones, donde la escasez es una
constante económica y un problema práctico. En el contexto de los medios digitales, la escasez
no es un problema. Los costos fijos para tener acceso no se ven por ningún lado. Tal vez se
conviertan más en un obstáculo que en una ayuda para la libre circulación del contenido.
Ahora cualquier escritor talentoso puede llegar a un público en potencia capitalizable.
Una fuente de desintermediación que suele citarse es Amazon. Cuando Jeff Bezos
fundó la empresa, no le interesaba en sí la venta al menudeo de libros, sino que más bien
buscó un producto que funcionara bien en la naciente de internet. Los libros cumplieron con
todos sus requisitos.
Cuando los escritores alcanzan una masa crítica de lectores trascienden a los editores.
Un caso clásico es J.K. Rowling, quien no ha abandonado por completo a los editores, sin
embargo, con el sitio web Pottermore los retiró de la intermediación. Aprovecha su marca, el
potencial creativo de la tecnología digital y una comunidad leal para vender libros electrónicos
y nuevos productos de entretenimiento.
La tecnología digital altera los cálculos de la edición directa, pues las barreras de
entrada son mucho más bajas y la convergencia crea sinergias más naturales.
La última ruta importante de desintermediación es por conducto de nuevos actores en
el mercado de contenido. Pero lo que deberíamos considerar es un asunto más importante,
que tal vez nos lleve a repensar nuestro concepto de qué es un editor: “la amateurización
masiva de la edición”. En la era de la red, ¿quién es el editor si no Google, que ayuda a
descubrir, o Wordpress, la plataforma desde la cual el escritor se hace oír?
Así, incluso el servicio de microblogs Twitter es una suerte de editor. Una plataforma
de comunicación simultánea entre muchas personas, Twitter sin duda cumple con los criterios
de “hacer público algo”. Puede considerarse un medio, al igual que un libro, pero también un
editor descentralizado y originario de la red.
DERECHOS DE AUTOR
La edición no se reduce a los derechos de autor. Como todo concepto legal, el derecho
de autor es una ficción.
Nadie está seguro acerca del grado de infracción de los derechos de autor. La escala de
actividad transgresora, indica que, con el crecimiento de la conectividad y la abundancia de
dispositivos de lectura electrónica, el problema ha empeorado. Sin embargo, la edición de
libros fue capaz de aprender de la industria de la música y se desplazó de inmediato a sistemas
cerrados, impulsados por la venta al menudeo, en los que es más fácil comprar que piratear.
¿ACEPTAR EL RETO?