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Fuiste, eres y siempre serás tú

Lynn Sweet
Derechos de autor © 2022 Laura Gijón Lara

Todos los derechos reservados

Los personajes y eventos que se presentan en este libro son ficticios. Cualquier similitud con
personas reales, vivas o muertas, es una coincidencia y no algo intencionado por parte del autor.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni almacenada en un sistema de recuperación, ni
transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, o de fotocopia, grabación o de
cualquier otro modo, sin el permiso expreso del editor.

Algunos fragmentos de canciones incluidos en este libro, se han utilizado única y exclusivamente
como intención de darle más realismo a la historia, sin intención ninguna de plagio.

Titulo original: Fuiste, eres y siempre serás tú.

Diseño de la portada y maquetación: Laura Gijón.


Para todos los que tuvimos un amor imposible siendo adolescentes.

Para todos mis Sweeties que cada día somos más, os quiero mil.

Para mis padres y mi marido que aguantan mis historias y locuras a cualquier hora del día y
de la noche.

Para mi lectora de mayor edad. Mi abuela, gracias por tu apoyo.


Contenido
Página del título
Derechos de autor
Dedicatoria

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Postdata
Música
Agradecimientos
Acerca del autor
Libros de este autor
Hay amores tan bellos que
justifican todas las locuras
que hacen cometer.
Plutarco.
Prólogo

Uff… Madre mía, y ahora qué hago yo aquí, estoy a un solo paso de lo que
tanto he luchado y por lo que siempre he soñado.
Creo que me esta dando un ataque de ansiedad, sigo tocando la
campanita del ascensor y el gerente del hotel ni me escucha, me muevo por
el pequeño lugar, pero claro, solo puedo dar dos pasitos para delante y dos
pasitos para atrás, otros dos a la derecha y otros dos a la izquierda, joder
cualquiera que me vea pensará que estoy volada de la cabeza, «hostia es
verdad, estos ascensores seguro que tienen cámara de seguridad ¿no?».
Empiezo a hacer señales a la cámara, pero aquí nadie responde.
Todo esto debe ser obra de esa malvada mujer que me odia tanto,
siempre tan repipi, tan elegante y tan estirada que parece que tiene un palo
metido por el culo. No puedo evitar reírme con esa escena en mi cabeza
imaginándome a Vlad Tepes empalándola y dejándola ahí colgada en mitad
del campo. « Vale Lucía Stop», pienso, ya me esta saliendo la vena asesina,
joder si es que yo soy un amor, pero seguro que me entenderás mejor
cuando te empiece a contar toda mi historia y lo que me ha llevado hoy un
31 de octubre a estar metida en este ascensor del magnífico y lujoso Hotel
The Langham, en el barrio de Marylebone en Londres.
Estoy de los nervios y sudando con este megavestido que arrastro y
que no me gusta nada, y siempre me pasa lo mismo por ceder, por
complacer a los demás, pero juro que como salga de aquí sana y salva, ¡esto
se acaba ya!
No aguanto ni un solo día más tantas pruebas y tantas trabas, y si es
necesario recojo mi petate y a tomar por...
—¿Señorita, está usted bien? —Escucho una voz masculina y con un
marcado acento británico por el interfono del ascensor.
—¿¡Qué sí estoy bien!? —intento respirar y relajarme antes de seguir
hablando—. Sí señor, estoy magníficamente, aquí encerrada desde hace
media hora sin que nadie me ayude.
—En cinco minutos estaremos ahí y saldrá señorita —«Más te vale»,
pienso en voz alta.
Respiro hondo, una y otra vez, respiraciones profundas y exhalaciones
largas, como si estuviera meditando. Para no perder más todavía el control,
solo espero que me saquen ya de aquí.
Pero en fin, si quieres saber el por qué de todo esto, es mejor que
empiece desde el principio ¿verdad?
Capítulo 1
La gran fiesta
Hace quince años…
Lucía

—Lucía, ¿ya sabes qué te vas a poner? —me pregunta Carla por tercera vez
esta semana mientras limpia la pizarra de clase, este año se ha
autoproclamado la delegada de clase.
—Tengo una ligera idea, pero si quieres, podemos pasarnos por el
centro comercial y ver si nos gusta algo más.
—Sí, yo me apunto —dice Lola que llega a clase corriendo antes de
que llegue el guapo profesor de Biología. Todos sabemos que después de
que pase él a clase, cierra la puerta y quien se haya quedado fuera ahí se
queda.
El viernes es la ansiada fiesta de los novatos, esa fiesta que desde que
entramos al instituto nos morimos todos por ir. La fiesta se utiliza para que
los de cuarto de la E.S.O. Puedan recaudar fondos de su viaje de fin de
curso. Además en esta fiesta se eligen a los chicos más populares de tercero
y quedan coronados durante todo el año como pareja de guapos del insti.
Yo no soy de las más populares, ni mucho menos, al contrario, siempre
he sufrido los cuchicheos y las vejaciones de los demás. ¿Sabéis por qué?,
porque soy gordita y simplemente por ser diferente a lo que marca la
sociedad, o no ser, lo que los chicos catalogan como “estar buenísima”, ¿ya
merezco ese trato? Hasta mis supuestas amigas les siguen el rollo a los
demás. Muchas veces las veo reír a carcajadas cuando uno de ellos me
llama gorda.
Solo una persona se mantiene al margen y en silencio, Rafa.
—Buenos días chicos —Comenta Carlos, el profesor de Biología que
entra como un vendaval por la puerta—. Venga sentaros que vamos a
empezar a pasar lista —el profesor es joven y guapo, ninguna de las chicas
de la clase se pierde nunca su asignatura, no debe de tener más de 30 años y
no le gusta que nadie le llame con el Don delante del nombre, dice que eso
no va a hacer que lo respetemos más.
Carlos, se puso de pie enfrente de su mesa y empezó a pasar lista,
todos decían, ¡presente!, hasta que llego a Nuria.
—Nuria Cano —no se escuchó nada—. ¿Nuria? —Volvió a decir
levantando la vista del papel de asistencia y mirando hacía el pupitre del
fondo donde se sienta ella—. ¿Alguien sabe algo de Nuria?, ¿Carla?—.
Pregunto a su inseparable amiga.
—No, sé nada —dijo ,posteriormente ella se giro y me miro como si
yo supiera algo, cosa que negué con la cabeza.
—Esta bien, sigamos entonces —apuntilló el profesor.
Él siguió pasando lista hasta que llego a otro alumno que tampoco
contestó.
—Rafael Sanchez —se volvió a hacer el silencio. Al no oírlo sentí un
ligero pinchazo en el pecho—. ¿Rafael tampoco ha venido?. Bueno pues
que empiece el primer grupo con la exposición.
El primer grupo se levantó y comenzó a andar hacía la pizarra mientras
se escuchaba un murmullo en clase.
Yo sabía que Rafa había venido esta mañana al insti, no le quitaba el
ojo desde que entraba por la puerta, sí ya sé, se podría decir que me gusta
un poquito.
Este último verano ha sido espectacular, he compartido con él muchos
momentos, es una persona que me hace reír, también me acompaña a casa
por las noches cuando salíamos con nuestros amigos ya que vivimos muy
cerquita y cuando nos despedimos en el portal de casa siempre me acaricia
la cara dándome un tímido beso en la mejilla. Por eso creía que este curso
sería diferente y que quizá él sé diera cuenta de que yo sentía por él algo
más que una simple amistad.
Pero una semana antes de que comenzaran las clases estando tomando
un helado en la plaza, Nuria nos dió la sorpresa, había empezado a salir con
él, con mi Rafa.
Lola que se sentaba delante de mí, se giró en su silla mirándome para
decirme en un tímido susurro.
—Yo sé donde están.
—¡Y yo, no te jode !—decía Luis que estaba escuchando la
conversación—. Están dándose el lote fijo.
—Chicos por favor, escuchar a vuestros compañeros —se dirigió a
nosotros el profesor mientras Cris y Lucas estaban en mitad de la
exposición.
Cuando suena la campana que anuncia el cambio de clase, me levanto
de mi silla, me sentía angustiada y nerviosa, me asomo al pasillo, quiero
tomar un poco de aire fresco para intentar calmarme, lo que ha dicho Luis
me está afectando. Camino por el pasillo lleno de gente por el cambio de
clase, al abrir la la puerta que da a las escaleras de emergencia escucho el
chirrido del muelle oxidado, solo tengo cinco minutos pero necesito llenar
mis pulmones de aire fresco y esto es lo más rápido para poder estar fuera
de esas paredes que ahora mismo me asfixian.
Mientras sujeto la puerta recuerdo lo que había pasado allí mismo hace
un año.

«Rafa me abrazaba consolándome por lo que Jesús me había dicho,


aquel día fue horrible, ese día en Educación Física me bajo la regla sin
aviso, yo soy muy irregular y la regla siempre llegaba cuando menos me lo
esperaba, y aquel día fue así. Y a Jesús solo se le ocurrió decir, que me
había sentado encima de una rata y la había aplastado y por eso tenía el
pantalón manchado de sangre. Rafa se quito la sudadera y me la puso en la
cintura, me acompaño hasta las escaleras que era lo más apartado del
pabellón, mientras yo me desmoronaba él me sostenía. Solo me abrazaba
sin decir nada más y así se mantuvo durante toda una hora mientras yo me
tranquilizaba él me acariciaba el pelo hasta que sonó la campana que daba
por terminadas las clases»

Miré hacía las escaleras agarrándome a la barandilla, allí mismo, en la


misma escalera, estaban besándose Rafa y Nuria. Rafa metía la mano por
debajo de la camiseta de Nuria mientras ella arqueaba su espalda para darle
mayor acceso y le tocaba a él el pecho. Al oír el ruido de la puerta él desvió
la mirada, imagino que por el miedo de ser pillados, al verme dejó de
tocarla, pero no sé que pasó, no pude ver más, me negué, cerré la puerta y
corrí hacía el baño, allí me mantuve hasta el último toque de campana que
anunciaban el final del día de clases.
Me quiero aislar, no me siento bien con todo esto, Nuria también es mi
amiga, pero yo no puedo reprimir lo que siento por Rafa.
Lo que no podía esperar, es que al abrir la puerta del baño para irme a
casa, él estuviera allí esperándome con esos ojos azules que quitan el hipo y
ese mechón rebelde del color del caramelo cayendo por su mejilla, al ver
que salía del baño se levantó de las escaleras y camino hacía mí.
—¿Podemos hablar? —me dijo entre el bullicio de los pasillos.
—¿De qué? —contesté haciéndome la interesante—. Además… ¿Qué
haces aquí?
—Llevo aquí sentado desde que te metiste ahí —desvió la vista hacía
su reloj—. Ya hace 4 horas — «espera, ¿qué acaba de pasar? ¿lo he oído
bien?»
—¿Por qué? —pregunté, en ese momento tan absorta en mis
pensamientos no me dí cuenta que ya no quedaba nadie en los pasillos, él se
adelantó unos pasos para quedar a solo unos centímetros de mi.
—Lucía, yo…
—Rafa, cariño… —Nos interrumpió Nuria—. Estas aquí, te he estado
buscando por todos lados. Ah... Hola Lucía —dijo mirándome de arriba
abajo—. ¿Qué te pasa, has llorado, te veo mal?
—Nada tranquila, se me ha metido algo en el ojo y he tenido que ir a la
enfermería, bueno os dejo tengo que irme.
—Espera… —Dijo él sujetándome por el brazo—. ¿Quieres que te
acompañemos?
—No gracias —negué con la cabeza—. No os preocupéis, vosotros a
lo vuestro —baje las escaleras de los dos pisos rápido, sin mirar atrás. Tenía
el corazón a mil, ¿Qué hacía él tan cerca de mí en un sitio público?
Al salir por la puerta del insti en la zona de los aparcamientos, Lola me
llamo.
—Tía ¿dónde te habías metido? —preguntó preocupada mientras se
aproximaba hacía mi.
—Lo siento, no me encontraba muy bien estaba en la enfermería —
mentí para cuadrar versiones, no vaya a ser que se encontrara con la
parejita.
—Bueno, espero que estés mejor, porque esta tarde nos vamos de
compras —ya había olvidado la fiesta, pero mis amigas están tan
ilusionadas que no pude negarme.
—Claro que sí, nos vemos a las seis en tu casa —contesté
Me pase el resto de los dos siguientes días intentando esquivar a Rafa
todo lo que pude, esta misma noche se celebra la fiesta, mire nuevamente el
reloj que estaba anclado en la pared marcaba del salón, son las 8 de la tarde
voy a por la chaqueta y salgo de casa, he quedado con Carla y Cris en casa
de Lola para cenar; plancharnos el pelo, maquillarnos y vestirnos.
—¿Sabéis quien va a la fiesta esta noche? —Cris ponía morritos
mientras se cambia nuevamente de color de labios.
—Pues medio instituto —respondió Carla.
—Y de varios más —apuntillé yo.
—Sí, joder ya lo sé —bufó Cris—. Pero estoy preguntando por una
persona en particular…
—Venga tía, déjate de historias y cuéntalo ya, que siempre estas con
tus intrigas y misterios—gruño Lola, que tenía la plancha en la mano
mientras yo estaba sentada en el suelo con la espalda apoyada en la tabla de
planchar diciéndole.
—Venga dejaros de rollos, a ver si al final nos vamos a quemar.
—Vale, vale, no os pongáis así, va a venir el primo de Lucas —
respondió Cris haciendo un bailecito.
—¿Y quién es el primo de Lucas? —contesté.
—Tía, ¿no sabes quién es? —me respondió sorprendida Carla, ya
estamos otra vez con las intrigas, luego dice.
—No que va, venga contarme chicas…
—Ay…, pues es… El chico más impresionante que puedas ver, alto,
morenazo, ojos verdes, con unos brazos de infarto… Y sé de buena mano
que le gusto un poquito—. Dijo pataleando el suelo Cris, toda emocionada.
Cuando todas ya estamos más que arregladas, María la madre de Lola,
nos puso a todas juntas posando para hacernos una foto, todas felices y
guapísimas.
Yo esta noche llevo puesto un pantalón de terciopelo morado oscuro,
súper suave y que me encanta, una camiseta negra de tirantes con un escote
en forma de v que quita el hipo y una chaqueta negra, tengo demasiada
pechonalidad como dicen los chicos y me queda de escándalo.
Llegamos a la discoteca donde se hace la fiesta y alucinamos, la puerta
está decorada con un cartel enorme de bienvenida lleno de flores y bolas
brillantes, entregamos nuestras invitaciones al segurata de la puerta y este
nos puso un sello, una vez dentro los nervios hicieron su aparición a toda
prisa, mi corazón bombea sin parar, todo es precioso, hay muchísimas luces
iluminando el escenario donde se coronarán a los reyes del instituto.
También hay globos por todos lados; Jarrones llenos de rosas de todos
los colores, otros jarrones y cuencos por la barra llenos de chuches. Mis
amigas y yo fuimos directas a la barra a pedir una coca cola, no podemos
tomar alcohol al ser menores y claro porque tambien está prohibido, pero
eso no va a hacer que no disfrutemos la noche, nuestra noche. Durante un
rato bailamos en el centro de la pista observando quien venía y quien se
iba… Cuando Cris y Carla casi se atragantan al ver pasar a Luis, Lucas y
Carlos, él que supe después que era el supuesto primo.
Estoy disfrutando de mis amigas, de la música que me encanta, de
bailar hasta no poder más y de toda la parafernalia, pero no había ni rastro
de Rafa ni de Nuria por ningún lado, me dí cuenta de que al final de la barra
se encontraba Luis y estaba solo, así que decidí ir a hablar con él a ver si
sabía algo.
—Luis, ¿podemos hablar un segundo? —pregunté.
—Claro que sí, Lucía dime —se acercó más a mí para poder escuchar
mejor, la música retumba altísima por todo el local.
—¿Esto… No… va a venir Rafa? —le pregunte al final a la carrerilla
—¿Por qué tanto interés en él? —me pregunto sonriendo y de una
forma burlona.
—No, no es por él ,no te pienses cosas raras. Es… Veras es por Nuria,
imagino que estarán juntos, y como nosotras no sabemos nada de ella,
imagine que tú…
—Ay Lucía, —dijo poniendo una de sus manos en mi hombro—.
Vendrán más tarde, ha llegado Raúl, el hermano de Rafa de Londres y me
ha dicho que iban a cenar juntos. Luego irá a recoger a Nuría y vendrán, así
que no te preocupes, por cierto, estas muy guapa.
—Gracias —dije ruborizándome y pasando un mechón de pelo detrás
de la oreja.
Perdí la noción del tiempo mientra bailaba con mis locas amigas, me
estaba divirtiendo de verdad, no hubiera imaginado pasarlo así de bien en
una fiesta, Tambien estaba súper contenta porque había coincidido otra vez
con David, él ahora iba a otro instituto, siempre ha sido mi mejor amigo
desde que tenemos tres años, siempre me ayudaba y me arreglaba todo lo
que me rompía Rafa. Sí, se pasaba el día chinchándome, me cogía las cosas
y empezaba a correr por toda la clase mientras yo le perseguía, o cuando
llevaba una coleta alta siempre me la aflojaba, era un tormento, bueno un
dulce tormento.
Rafa llegó al colegio a mitad del curso cuando íbamos a tercero de
E.G.B, Teníamos unos diez años, todavía recuerdo ese instante, cuando Don
Francisco lo anunció y él con aquella carita de angelito salió de detrás de él,
recuerdo cómo todas nos quedamos embobadas mirándole, y cómo todas
soñábamos con ser su novia.
—Lucía ¿qué te pasa? —preguntó David, tocando mi hombro y
sacándome de mi dulce recuerdo.
—Nada, ¿Por qué? —contesté—. ¿Me ves mal? —le pregunté.
—Te veo estupenda amiga, estas preciosa, pero estas algo pensativa y
ausente.
Hablo con David, le confieso un poco mis sentimientos y lo que ha
pasado en estos últimos meses, por un segundo desvíe la mirada por inercia
hacía la puerta, justo en el preciso instante en el que Rafa y Nuria hacían su
gran entrada triunfal, pero… ¿Estaban discutiendo?, no sé que les habrá
pasado, pero Nuria está fuera de si. Ella pasó corriendo hacía los baños
dejándolo solo, él detenido casi en mitad del local busca a alguien, alguien
que no encuentra entre todos los que están allí. Hasta que dió con ella, su
mirada es extraña, magnética, oscura... No podía apartar mi mirada de él.
—Lucía —me asusté cuando me llamo David, entonces fue cuando
pude retirar la mirada de Rafa.
—Dime —le dije como una autómata.
—Mira lo que te traigo —dijo sacando una rosa de detrás de su
espalda.
—¿Y eso? —pregunté asombrada.
—Una rosa para mi mejor amiga —me tendió la mano ofreciéndome
una rosa preciosa de un color rojo sangre que olía de maravilla, pero la vista
me traicionó y miré en la dirección donde segundos antes estaba Rafa.
Todavía seguía allí parado, mirándonos a David y a mí, apretando los
puños, y con cara de muy pocos amigos. Cuando quería parecía un tempano
de hielo, el chulo, el malo.
—Gracias —dije dándole un gran abrazo, David era un amor siempre
tan caballeroso.
—Pues arriba esos ánimos, ¿Vale?, no quiero verte desanimada, por
nada, ni por nadie, ¿sabes que puedes hablarme por messenger siempre que
quieras verdad?. Aunque el módem se quede colgado casi siempre.
Yo asentí riendo, cogí la rosa y rompí un poco el tallo para ponérmela
en un lugar que se mantuviera toda la noche y me dejara bailar, así que me
la puse en el canalillo, «soluciones rápidas para emergencias»
—Lucía —continuó hablando David —. ¿Qué pasa con Rafa?
—¿Con Rafa? —pregunté extrañada—. Nada que yo sepa, ¿por qué lo
dices?
—Lucía, no soy tonto, hace tiempo que no nos vemos, pero las
miradas lo dicen todo, y ese desde que ha entrado por la puerta discutiendo
con Nuria, no ha parado de buscarte.
—Pues ya te digo yo que no pasa nada —contesté, mientras la cabeza
me daba vuelta con lo que me acaba de decir David, «no ha parado de
buscarte». Maldita voz interior.
Volví a bailar al el centro de la pista junto a David que lo había
arrastrado con nosotras, en media hora anuncian quien serán los reyes, los
mas popular del instituto este curso.
Nuría se unió a nosotros después de salir del baño, pero la notaba muy
rara conmigo, algo le pasa, me rehuía todo el rato. Ya me cansé, me mira
como si me estuviera perdonando la vida, así que me planté delante de ella.
—Oye, ¿te pasa algo conmigo, Nuria? —dije con los brazos cruzados
delante de ella.
—Lucía no quiero hablar ahora mismo contigo, quítate de ahí —me
hizo un gesto con la mano.
—¿Pero qué pasa, tía no entiendo nada? —estoy totalmente confusa, no
sé que rayos le ha picado ahora. A veces Nuria es un poco cargante, siempre
se las da de ser la más guapa y la mejor en todo. La quería era mi amiga,
pero... A veces hay que echarle de comer a parte.
—¡No te enteras, o qué te pasa! Déjame en paz, puta gorda —grito.
La gente que había alrededor se paró en seco, todos callaron y nos
miraron, girándose hacía la fuente de esos gritos, me avergonzó tanto lo que
había salido por su boca, que unas lagrimas se apresuraron a correr por mi
mejilla. Me arme de valor y salí de allí sin alterarme, manteniéndome,
bueno intentando mantener la calma porque como saliera mi pequeño
demonio interior, aquí ardía Troya.
David me rodeó con sus brazos, y le dije al oído que queria irme de
allí, él me acompaño al guardarropa donde recogí el abrigo para salir del
local lo más rápido posible, quería irme de allí, necesitaba aire, necesitaba
olvidar. «Por qué me ha dicho eso».
—No le des importancia, ya se le pasará —me dice David para
animarme mientras me acaricia el hombro.
—Sí, claro… —le respondí—. Se le pasara, ¿pero David… ?¿Qué es lo
que se le tiene que pasar?
—Rafa a cortado con ella —lo que dijo me pilló totalmente por sorpresa
y siguió hablando—. Me lo ha dicho Luis.
—¿Y? ¿Qué tiene que ver eso conmigo? —pregunte sin entender nada,
que tenía que ver yo con la ruptura de esos dos.
—Lucía, te acuerdas lo que te dije antes… Creo que a Rafa le gustas.
—Anda, estas alucinando tío, yo mismo vi como se daban el lote hace
dos días en el insti, y créeme, no era mentira que le metía la lengua hasta la
campanilla. Además ¡que no hombre!, que no le puedo gustar, ¡soy una
gorda! —Cuando esa maldita palabra salió de mi boca, David cerro los ojos
y me abrazo, sabía que había perdido la batalla al hablar conmigo, no iba a
entrar en razón, sobre todo porque me vio cerrarme en banda, no quería
hablar con nadie. Salí por la puerta que daba al pasillo antes de la puerta de
entrada que daba a la avenida principal de la ciudad.
—Lucía, espera.
Esa voz… No puede ser, me paralizo, me quedo quieta, inmobil, es su
voz, pero suena diferente, parece más ronca, rota… Me giro creyendo que
puede ser mi imaginación que me esté jugando una mala pasada, pero me
enfrenté a la realidad.
—Lucía, por favor escúchame —Rafa puso sus manos en mis hombros
parándome ante él, sujetándome quizá por miedo a que siguiera mi camino.
—Rafa, tengo que irme, no me encuentro bien —no le mentí era la pura
verdad, lo que me ha dicho Nuría me ha dado tanta repugnancia que me
revuelve el estomago.
—Solo te robare un segundo, solo uno de verdad, pero escúchame,
necesito decirte algo.
—Vale —afirmé—. Dime qué es lo que me tienes que hablar conmigo.
—Rafa —se abrió la puerta y salió la cabeza de Lucas atreves de ella—.
Te están llamando, te han elegido, eres el más popular del insti tío y tu reina
te está esperando… Es Martina… Ya sabes, joder tío que bien has hecho en
dejar hoy a Nuría.
De un manotazo quito las manos de Rafa de mis hombros, me doy la
vuelta y comienzo a andar hacía la salida, ese «Martina, ya sabes» fue otro
puñal más en esta larga noche que creía que no iba acabar nunca.
—Joder espérate Lucas —le dijo—. Tengo que hablar con ella.
—¿Con Lucía?, venga ya tío. Ya hablaras con ella el lunes, seguro que
lo que tengas que decirle a ella puede esperar, pero sabes quien no puede
esperar —siguió hablando Lucas, con gestos un poco obscenos—. La tía
buena que te esta esperando ahí dentro.
Salí por la puerta, me negaba a escuchar algo más sobre esa asquerosa
conversación que estaban manteniendo.Pero al no ver salir a Rafa tras de
mí, cosa que no te voy a negar, me hubiera encantado, comprendí que lo
que le esperaba dentro, era mucho más importante para él de lo que podía
ser yo.
Esa noche llegué a casa antes de tiempo, y me pasé todo el fin de
semana sin salir de la habitación, no quería que llegara el lunes, no quería
enfrentarme a Nuria mi supuesta amiga a la que se le había cruzado el
cable, ni a ninguno de mis supuestos amigos que no salieron a defenderme
tras aquel ataque, claro que también comprendo que todos se quedaran
como yo, en shock sin saber que decir o que hacer, total es lo que siempre
han hecho.

∞∞∞
Ya es lunes hoy no voy en el bus para ir al instituto, prefiero andar. No
quiero ver a nadie, intenté quedarme en casa diciéndole a mi madre que me
encontraba mal, pero no coló y eso que tampoco era una mentira, porque ya
no era que me sintiera mal es que el dolor psicológico a veces es mucho
mayor que el físico.
Me quedan quinientos metros para llegar al insti cuando me fijo en
alguien que está parado en un árbol mirándome. Es él, Rafa, pero no quería
pararme, no quería hablar con nadie, ni siquiera con él, ni con ninguna otra
persona. Cuando llegó a su altura me sujeta del brazo haciéndome parar.
—Lucía, para necesito hablarte por favor —dijo él con la voz rota, tenía
los ojos rojos y brillantes como si hubiera estado llorando.
—¿Qué quieres? —le respondí haciéndole frente.
—Hablar... Solo eso —lo veía nervioso, sus manos no paraban quietas.
—¿Quieres que le diga algo a Martina?, te lo digo porque me siento a
su lado en clase, y supongo que ahora estarás con ella ¿no?, dejaste a Nuria
por ella —sentencié mientras mis ojos paseaban hasta su boca.
Él me miraba con rabia, con desesperación. Tambien vi un gesto
extraño, bueno por lo menos yo no se lo había visto en todo este tiempo,
tensó la mandíbula y dió un puñetazo contra la pared de ladrillos
maldiciendo, dejó un rastro de sangere en la pared y vi un hilo rojo
corriendo por su mano, no me dió tiempo a decirle nada, me dió la espalda
anduvo dos pasos para volver a pararse de nuevo, se giro por un instante y
me dijo.
—Te estas equivocando Lucía.

∞∞∞
Pasaron semanas en las que yo no hablaba ni con Nuria, ni con Rafa.
Él ya está saliendo con Martina no sé si desde la noche de la fiesta o
después.
Martina es mi compañera de pupitre en casi todas las clases. Las clases
de Biología eran las peores, Martina se pasa la hora entera mandándose
notitas con Rafa, que se sentaba justo delante nuestro. Me pone enferma
verlos, porque últimamente parece que Rafa lo hace aposta, se gira para
darle la nota mientras me mira solo a mí, incluso me mantiene la mirada
durante varios segundos, que para mí son horas.
He optado por no salir casi de casa, ya no hablo con Nuria, ella no se ha
dirigido a mi en estos días y yo mucho menos voy a ir a pedir
explicaciones. Carla y Lola vienen a mi casa alguna tarde que otra,
hablamos de lo que pasó, pero tampoco saben porque Nuría se puso así
conmigo, o si lo saben no me lo dicen.
Llegando Diciembre, mi padre llegó a casa con una noticia, algo que
mis padres llevaban tiempo hablando, debatiendo y dándole vueltas a la
cabeza.
Mi padre lleva un año trabajando en Barcelona, y ahora le han hecho
un contrato fijo en una constructora y no es plan de seguir bajando cada
quince días a vernos a mi madre y a mí, la decisión estaba tomada, en
menos de un mes nos trasladamos allí, dejando atrás a todos mis amigos,
parte de mi familia y mis recuerdos…
Queda una semana para marcharnos hablo con Carla, Lola y Luis en la
cafetería del insti, todavía no les he dicho que me marcho, no sabía como
afrontar esa situación, pero empecé a hablar…
—Y no hay forma de que te quedes ¿aunque sea con tus abuelos? —
me dijo Lola haciendo aspavientos con las manos.
—No, mi padre ya me ha buscado instituto allí, y no hay marcha atrás.
—Te voy a echar muchísimo de menos niña —me decía Carla mientras
se tiraba a mis brazos.
—Tranquilas, seguiré viniendo de vez en cuando, y seguiremos en
contacto. No vamos a perder nuestra amistad, por nada del mundo —les
dije con lagrimillas en los ojos.
—Pues si la decisión ya esta tomada… —Dijo Luis—. Solo queda
hacer una cosa.
—¿El que? —preguntó Lola.
—Una pedazo de fiesta de despedida —dijo Luis pegando botes.
Y así fue, Luis preparó una fiesta espectacular en su cochera, comida,
bebida, música, dj, se lo han currado mucho.
Nuría no está invitada a la fiesta y Lucas me ha dicho que Rafa no
quería venir. No te voy a mentir lo de Nuría me lo esperaba, pero... Tenía
esperanza de ver a Rafa por última vez antes de irme.
Disfruté al máximo la noche, me han regalado una mochila preciosa
para que nunca les olvide y un pañuelo para el frío. Ya eran las doce de la
noche y tenía que marcharme, al día siguiente nos íbamos y me esperaban
unas ocho horas de viaje. Me despedí de todos mis amigos entre lagrimas y
vítores, pero con la promesa de seguir en contacto.
Salí a la calle y me detuve un instante para coger aire, respire
profundamente, y empecé a andar por una calle casi desierta en la que solo
se veía un gatito negro entre los contenedores.
Mi calle estaba justo al lado de una pequeña plaza donde Rafa vive, va
a ser la última vez que pase por allí, mis piernas tiemblan por la ansiedad,
meto mis manos en los bolsillos de la cazadora que llevo puesta y me
preparo para pasar por última vez delante de su casa. Su portal es todo de
mármol con unas escaleras preciosas, ay... Esas escaleras donde una vez
hace años casi nos besamos. Al pasar por allí levanto la vista hacía las
escaleras por inercia como muchas veces hago por sí lo pillo saliendo. Y mi
sorpresa fue mayúscula, ahí está él, sentado en las escaleras abrazándose las
piernas hecho un ovillo, y llorando.
—¿Rafa…? —le llame.
Él levanto la cabeza y me miró, después volvió a bajar la mirada hacía
sus piernas y volvió a levantar la vista hacía mi, creyendo que con ese gesto
fuese yo a desaparecer.
Después se puso en pie, bajo las escaleras temblando y entonces…
—Lucía, no te vayas por favor —dijo con un hilo de voz.
—¿Qué…?—no sabía que quería decir.
—No puedo vivir sin verte, sin olerte, sin sentirte cerca. No quiero, me
niego.
—Rafa, yo… —no me salían las palabras, solo podía mirarlo.
—Lucía, te necesito.
Terminó de bajar las escaleras y nos fundimos en un abrazo, Rafa es
mucho más alto que yo, por lo que hundí mi cabeza en su pecho que a su
edad ya estaba bastante contorneado, él me abrazo susurrando a mi oído que
no lo dejara, que no podía irme, que todavía no me había dicho todo lo que
tenía sentía, que necesita tiempo. Pero ¿tiempo para que? No estoy
entendiendo nada.
—Rafa, ¿Qué te pasa, no entiendo todo esto? —logré decir
separándome unos centímetros de él.
—Tú me pasas.
Rafa puso fin a los escasos centímetros que nos separan, pasa una de sus
manos por mi cintura y la otra por mi cuello hasta llegar a la nuca, me atrae
hacía él, y sus labios y los míos volaron solos, un beso tierno, sincero, lleno
de inocencia, lleno de cosas por decir.
—Rafa —conseguí decir cuando nos separamos—. ¿Por qué ahora?
—He sido un cobarde, y hasta que no me han dicho que te ibas no me
he dado cuenta de todo lo que significas para mi. Lucía por favor no me
dejes.
—Rafa, yo no puedo hacer nada, me voy mañana, está todo decidido…
Yo… Si supieras lo que me hubiese gustado que me dijeras antes todo esto.
—Lo sé mi niña —dijo acercando su cuerpo otra vez contra el mio,
donde sus manos recorrían mi espalda, donde sus labios poseían los míos,
dándonos el último beso, ese beso en el que su lengua buscaba desesperada
la mía, llevándola a una lucha en la que los dos íbamos a perder.
Después de ese beso, los dos lloramos, él quiso regalarme la gorra que
siempre lleva puesta y yo le regalo algo que sé que le encanta y que siempre
me quita haciéndome de rabiar, porque así es él, mi yin y mi yang, me
deshago la coleta alta que llevo y le regalo la goma del pelo. Él
automáticamente se la pone en la muñeca y le da un beso. Prometemos
escribirnos, prometemos no perder el contacto y sobre todo prometemos no
olvidarnos nunca y volver a encontrarnos.
Capítulo 2
¿Qué me pasa?
Madrid, 18 años después…
Rafa

Llevo treinta puñeteros minutos mirando la pantalla del ordenador, he


repasado este maldito e-mail como veinte veces, ¿una cena de antiguos
alumnos?, como no podía ser de otra forma Luis estaba en el ajo, este tío
siempre con su puñetera manía de meterse donde no le llaman, este e-mail
significa muchas cosas para mí, significa volver a la ciudad donde me volví
un hombre sin escrúpulos y un tío sin sentimientos, ni corazón, porque allí
fue donde me arrebataron todo lo que un día creí que era mio.
Mi teléfono empieza a sonar de nuevo y en la pantalla puedo ver quien
es, «como no…»
—Dime tío —respondo alzando las cejas, Luis no va a parar de insistir
hasta que diga que sí voy a la puñetera cena.
—Rafita, ¿qué pasa…? ¿Por qué no me has confirmado la asistencia?
—A ver Luis, he recibido el e-mail hace media hora, sabes que estos
días tengo un lío de la hostia, no tengo tiempo ni de parar a comer. Ya te
diré algo vale.
—¿Cómo que me dirás algo? ¿Estas de puta coña no? —escucho como
chasquea la lengua.
—No sé sí podre ir ese día, tengo planes con Abby —respondo.
—Tío, venga… hace ya quince años que no pisas la ciudad, siempre
tengo que ir a Madrid para verte.
—Sabes que no acabe bien —alego, dejandome caer en el respaldo de
la silla de diseño de mi despacho.
—Rafa, nadie te guarda rencor aquí. Aunque ya lo sabes y siempre te lo
digo, tuviste que hablar con nosotros en lugar de encerrarte en ti mismo
esos últimos años. Por lo menos conmigo —la voz de Luis se
tornatriste.
Después de que Lucía se marchara, mi vida se sumió en un tremendo
caos, como se dice, fui cuesta bajo y sin frenos, me hice huraño, mis
amistades no fueron las adecuadas, dejé de salir con mis verdaderos amigos,
me liaba con cualquier tía, creo que no me falto acostarme con nadie de la
clase, bueno salvo Lola.
Me aislé demasiado, mi hermano fue quien alerto a mis padres cuando
entró en mi habitación aquella noche de Navidad y me pillo metiéndome mi
primera raya. A partir de esa noche, mis padres me trasladaron a un
internado en Madrid, para ellos que la gente pudiera saber que su hijo
empezaba a coquetear con las drogas podría ser el fin de su vida social.
Mi padre desciende de una familia bastante adinerada y de un alto
nivel social, él vive a caballo entre Madrid y Londres y mi madre pasa casi
todo el tiempo en Londres.
Cuando nos mudamos a Ciudad Real lo hicimos por estar más cerca de
mi abuela materna, que estaba pasando un mal momento tras la muerte de
mi tío, el hermano pequeño de mi madre, por un repentino accidente de
moto. Dejamos atrás nuestra vida en Madrid para empezar una nueva vida
allí.
Comencé el nuevo colegio con once años, después de las Navidades
justo a mitad de curso, estaba asustado por no encajar, mi hermano tenía
quince años y ya iba más a su bola, pero a mí me daba un poco de miedo,
por eso a pesar de mi corta edad, me hice una coraza que mantuve durante
toda mi adolescencia. El chico malote, chulo, ligón y a veces prepotente,
bueno casi siempre. Solo una persona hacía que por momentos, instantes o
solo segundos me desprendiera de ella, sin ningún temor a ser yo mismo.
Aún recuerdo mi primer día en ese colegio, cuando me senté muy cerca de
ella, y me saludó mirándome con esos ojillos marrones y sus largas
pestañas, ofreciéndome un caramelo como bienvenida, me gano el corazón.
Desde las primeras aventuras en el recreo siendo niños cuando venía
animarnos mientras jugábamos a fútbol, clase contra clase, hasta nuestras
charlas a las tantas de la noche en la plaza, o cuando yo siempre le quitaba
el tamagochi para atiborrarlo de comer y ella me miraba con cara de
asesina, porque me decía que así haría que se fuera a su planeta.
Dentro de mí, se fue forjando un cariño muy especial por esa niña, esa
niña que paso a ser una chica maravillosa y espectacular, que me volvía
loco por su forma de ser, por su desparpajo, porque por más que se metieran
con ella, siempre seguía con la cabeza bien alta.
Lo que mas me apena y siempre me reprocharé muy a mí pesar, es que
cuando estábamos con mas gente no podía mostrarme verdaderamente
como quería con ella, por mantener esa puta imagen que quería aparentar.
Termino la conversación con Luis diciendo que esa misma tarde le dire
algo, aunque no estoy muy convencido de que a mi nueva conquista, Abby,
le haga ilusión. Ella es mi rollo desde hace tres meses, mi madre la acepto
desde el momento que se enteró que su padre es un lord inglés muy
influyente, ella no quería a cualquiera al lado de sus hijos. Con mi hermano
paso exactamente igual, cuando termino de estudiar en el Imperial College
London llevaba 2 años saliendo con una chica estupenda, muy simpática y
guapísima, ella pelirroja de ojos verdes, no muy alta pero tampoco muy
baja y con un cuerpazo de revista, estaban enamoradísimos y digo estaban,
porque mi madre le obligo literalmente a elegir entre la pelirroja o ella. A
mi madre siempre le gustaba ponernos entre la espada y la pared.
Para mis padres el que dirán es lo más importante y siendo como ellos
dicen una familia influyente en Londres y en Madrid no pueden permitirse
que sus hijos salgan con unas chicas cualesquiera. Y así fue como conocí a
Abby, en una recepción en Londres en casa del embajador de Noruega. Mi
madre, como no, me la presento, diciendo que era una chica muy inteligente
que había estudiado en la misma universidad que mi hermano, y que quería
ser bióloga, Abby tiene 25 años es muy guapa, una belleza impactante para
todos, alta, rubia, ojos verdes y un cuerpazo de escándalo, hablando con ella
supe que hacía unos meses que había roto con su novio, cuando él se fue a
vivir a Canadá por su trabajo y según ella la dejó tirada en Londres. Desde
ese día cuando ella viajaba a Madrid o yo iba de viaje a Londres para ver a
mis padres quedábamos y pasábamos un buen rato.
A pesar de que Abby a simple vista para cualquiera puede tenerlo todo,
para mí, no es así, no es lo bastante cariñosa que a mí me gustaría, no es
pasional, a veces parece la reina de las nieves como la llama Luis, que
después de enterarse que tenía nueva pareja se desplazó a Madrid para
conocerla, es más cotilla que la vieja del visillo.
Abby me gusta… Sí, me atrae… Sí, pero nunca me enamoraré de ella
y nunca llegaremos a pasar por el altar como ella quiere. Yo no soy de esos,
no me he vuelto a enamorar en mi vida y no voy a permitir que nadie me
vuelva a hacer más daño, lo que pase años atrás, me ha dejado secuelas.
El día en la oficina fue un caos, papeles por todos lados, la bolsa
fluctuando un día más, llamadas a Nueva York, Londres, Tokio…
Salgo del despacho a las dos en punto, le informo a Miren, mi asistenta
que me tomo la tarde libre y que por favor, no me pase llamadas de ningún
tipo. Quiero ver a mi hermano que vuelve a Madrid procedente de Canadá
en uno de sus viajes relámpago, en unos día se volvera a ir otra vez de
vuelta a Toronto, nuestra puñetera vida es un caos siempre viajando. Yo soy
socio de su empresa, una empresa que diseña automóviles de alta gama y
que para que mentir, nos va fenomenal, en el último año los resultados han
sido desorbitantes.
Mientras bajo en el ascensor me comienza a sonar nuevamente el
teléfono, espero que no vuelva a ser Luis, porque lo mato, pero no, esta vez
en la pantalla sale el nombre de mi hermano.
—Hola, Raúl, ¿Ya has vuelto? —digo mirándome en el espejo del
ascensor colocándome un poco el pelo que lo tengo bastante revuelto, tengo
la manía de pasarme las manos por el pelo cuando estoy demasiado
nervioso.
—Sí, acabo de aterrizar en Madrid, pero creo que no podre quedar para
cenar esta noche con vosotros, lo siento.
—¿Ya me estas dejando tirado hermano? —le pregunto, dando el último
vistazo al espejo antes de salir del ascensor.
—No... estoy cansado solo es eso, y bueno… Amber esta en Madrid.
—¿Amber?, ¿has vuelto con ella bro?
—Hermanito, nunca la he dejado, es la mujer de mi vida, y eso no se
deja escapar por nada del mundo, solo hice creer a nuestros padres que
habíamos terminado.
—Sí, a nuestros padres y a mí cabrón —no me imaginaba a mi hermano
siendo tan buen actor. Deberían darle un puto Oscar.
—Vale, sí, tendría que habértelo contado antes, pero si se entera Abby,
estoy muerto.
—Lo entiendo, no te preocupes, Abby no tardaría ni un solo segundo en
contárselo a mamá. Sí he olvidado añadir a la lista de cualidades de mi
novia que es extremadamente cotilla, tiene como un sexto sentido que
incluso antes de que sucedan las cosas, no sé como lo hace, pero ella ya lo
sabe. Y encima lo pregona a los cuatro vientos.
—¿Qué tal tú día? ¿Cómo le va todo al gran empresario de mi hermano?
—Pues hoy jodido, tengo algo que no para de rondarme la cabeza —
un gruñido sale de mi garganta, salgo del ascensor y me aventuro a
salir a la calle, joder está lloviendo.
—¿Qué es lo que ha pasado Rafa? —pregunta mi hermano.
—Me llamó Luis, quiere hacer una cena de antiguos alumnos.
—¿Y…? ¿Cuál es el problema?, no entiendo…
—El problema son los recuerdos Raúl…, los putos recuerdos que no
pararan nunca de atormentarme, no me dan una puñetera tregua.
—Pues quizá ha llegado el momento de afrontar eso ¿no crees? —me
responde mi hermano en un suspiro, él sabe lo que significa eso para mí—.
Es el momento que tomes las riendas de tu asunto pendiente.
—No sé, estoy que no sé que hacer ahora mismo, me siento nervioso y
hace tiempo que no me sentía así...
—¿Sientes que no tienes el control de tu vida por esa gilipollez? —me
reprende Raúl—. Es una cena, solo eso Rafita, te pasaste los últimos años
que estuvimos allí, lo sé, tu vida de excesos a tu corta edad fue un mazazo
para todos, pero ya está, quién no se ha fumado alguna vez un porro o se ha
metido en problemas.
—No solo es eso, Raúl.
—¿Entonces qué es, Rafa?
—Tengo miedo de encontrarme con ella, con Lucía.
—¿Lucía?, no me digas hermanito que todavía no la has olvidado, joder
han pasado que… ¿dieciocho años?
—Como sí pasan treinta Raúl —le grito fuera de mí, me meto en una
cafetería ha esperar que escampe unapoco y me pido un café.
—Pues con más razón tienes que ir, además puedes ir con tu nueva
novia, anda que no vas a fardar nada cabrito.
—Uff, sí muchísimo, es todo fachada... ¿tú sabes el tiempo que hace
que no echo un polvo? —le digo mientras remuevo el azúcar en el café—.
Además que no es mi novia, por más que nuestra madre y ella se empeñen,
es solo una vía de escape y ahora ni eso, ya ves, creo que va a pasar a mejor
vida.
—¿En serio, ya estáis así? —me pregunta incrédulo Raúl.
—Y tanto, como tú dices es fría como un tempano, pero ahora incluso
conmigo. En fin ya veremos a ver que pasa.
—Pues yo no me lo pensaría, si estuviera en tu lugar, me iría yo solito
a esa cena y recapacitaría y si Lucía va también, pues aprovecha y habla
con ella, ya no sois aquellos niñatos, seguro que os entendéis.
—Gracias hermano, sé que siempre puedo contar contigo, aunque hoy
me dejes tirado capullo, dale recuerdos a Amber. Ahh y a ver si nos vemos
pronto.
—Si tío, te prometo que cuando vuelva de Toronto, nos vemos y
prometo contarte todo, Amber se va a alegrar mucho cuando le cuente que
ya te he dicho que seguimos juntos. Bueno te dejo Rafa, que entro en el
taxi, Y mantenme informado por favor me importas no lo olvides hermano.
—Vale tío, cuídate —me despido de mi hermano, sé que se preocupa
mucho por mí, se llevó un buen susto aquella noche cuando me vio
preparando aquella mierda.
Cuelgo el teléfono, termino el café y vuelvo a salir a la calle, ya ha
parado de llover, bajo la calle hasta donde tengo aparcada la moto, le quito
el pitón y me pongo el casco, antes de subirme paso la manga de mi
chaqueta por el asiento para limpiar las gotas de agua y arranco la moto.
Quierodesconectar del día de hoy y que mejor que unos buenos puñetazos
¿verdad?, voy directo a descargar adrenalina al club de boxeo del que soy
socio hace ya más de cinco años, no compito ni nada por el estilo, pero este
deporte me encanta, me hace sentir bien y sobre todo me ayudaba a
descargar tensiones acumuladas.
—¡Rafa tío para, vas a reventar el saco! —grita Samuel a mi lado, mi
entrenador personal, estoy tan enciscado pensando en la puta cena de
antiguos alumnos que no me he dado cuenta de que tengo a medio gimnasio
mirando como me sangran los nudillos, sí no me gusta ponerme los guantes.
—Lo siento Samu, se me ha ido la cabeza, perdona tío —digo
apartándome del saco y dirigiéndome a por la botella de agua que tengo en
el banco apoyada.
—Te he dicho mil veces que los problemas tienes que dejarlos fuera,
esta vez a sido el saco, pero ya sabes como acabó la ultima vez.
Tiene toda la razón, hace nueve meses recibí una noticia que me nublo
por completo la razón, y a punto estuve de mandar a mi compañero a la
UVI, no entendía el porque me podía seguir sintiendo así después de tanto
tiempo.
Lola mi amiga del colegio es una de las pocas personas con las que
sigo manteniendo contacto desde que me fui, más que nada porque es mí
único puente para saber algo de Lucía, en la última conversación me dijo
que viajaba a Barcelona a la boda de ella.
Te preguntarás el por qué no mantuvimos el contacto Lucía y yo
después de aquella noche en la que di el paso y por fin pude decirle algo de
lo que sentía. Pues muy fácil, no soportaba su marcha, no soportaba el no
poder verla más, que ya no me la encontrará por casualidad en los pasillos
del instituto, o cuando me hacía el encontradizo con ella por la calle, no
soportaba saber que meses después, ella seguía haciendo su vida, mientras
yo seguía anclado en sus recuerdos.
Con el tiempo lo entendí, entendí que ella hiciera su vida, es lo normal
¿no?, pasar página y seguir. Total yo nunca le había dicho lo que sentía
hasta el último momento, y aunque Lucía me mandaba cartas todos los
meses desde su partida, contándome como le iba en las clases, como
aprendía catalán, y como se había ganado ya varias amigas y amigos, yo no
podía contestar.
Cuando me ponía a escribir delante del papel en blanco y cogía el boli,
un nudo en el estomago me hacía vomitar, me comenzaban a sudar las
manos y me era imposible. En su última carta me lo dejo todo muy claro.

Hola Rafa.
Todavía no sé por qué no me contestas después de tantos meses, ¿estas
enfadado conmigo? Sé que casi no sales de casas nada más que para ir a
clase y que cuando sales te vas con otra gente totalmente diferente a los de
siempre y además no son buenos, Lola me ha dicho que incluso han bajado
mucho tus notas, ¿sabes que si te pasa algo, puedes contármelo? ¿Verdad?
Me acabo de hacer un e-mail por si quieres escribirme mejor por ahí, quizá
sea más rápido, es L&R_16_@hotmail.com. Aquí sigue todo igual, estos
últimos fines de semana empieza a hacer más calor y mis planes solo han
sido playa , playa y más playa, el sábado pasado fuimos a una discoteca
enorme que se llama Pont Aeri y esta genial, aunque casi todos los sábados
salimos mas por las discotecas que hay en el puerto. Aquí todos como te
conté se están portando genial conmigo sobre todo Belén y Jordi, me están
ayudando muchísimo, ya sabes que el primer año me han dado una
excedencia por el catalán, pero ahora tengo que ponerme a tope, sobre todo
para poder entender bien los libros y los exámenes. Ja, ja, ja, se que estarás
pensando que seguro que no es nada que soy una empollona y me irá todo
genial, pero...
Sabes... te sigo echando de menos por mucho tiempo que haya pasado,
aquí tengo tu gorra, aunque casi siempre que la cojo acaba empapada de
lagrimas, no te voy a mentir, ahora mismo la estoy oliendo, ¿y sabes que?
Todavía sigue oliendo a ti, echo de menos escucharte reír, verte, y sentir que
siempre puedo contar contigo como siempre que me proteges cuando algo
no esta bien... Ojala todo hubiera sido diferente...
Pero Rafa, he tomado una decisión. Si pasado unas semanas de esta
carta que te estoy escribiendo no recibo nada, ninguna contestación por tu
parte tanto por carta, como por e-mail, dejaré de escribirte, de anclarme a
un imposible, de seguir recordando el pasado, porque en verdad eso es lo
que hemos sido ¿verdad? Un imposible.
¿Tú y yo? Que locura verdad, como me podía siquiera imaginar que el
chico más popular del instituto, se fuera a fijar en una chica de segunda
como yo.
En fin... Sé que tú sigues saliendo con Martina, y no sé, sí la noche en
la que me dijiste todo aquello, seguías con ella. Creo que es hora de que yo
tome mi camino y empiece a disfrutar tanto como tú haces.
Ojala algún día volvamos a vernos y volvamos a disfrutar de esa
conexión y de esas confidencias que tuvimos.
Se feliz siempre, y sobre todo no dejes de ser esa persona que yo he
conocido, la buena, la de verdad.
Lucía.

No, no pude responder ni una sola carta, ni ningún e-mail, aunque eso
significase perderla para siempre. Aunque no estaba dispuesto a perderle el
rastro, benditas redes sociales, allí podía sentirla más cerca de mí, podía ver
sus fotos y algunos vídeos que colgaba, podía ver como se había convertido
en una mujer de rompe y rasga, con unas curvas que madre mía, ni
Despeñaperros. Seguía siendo ella, tan risueña, tan divertida, tan loca, las
horas muertas que me pasaba delante del ordenador o del móvil
martirizándome por haberla dejado escapar.
Sé que desde hace un año y algo sale con alguien, se le veía alegre en
las primeras fotos que colgaba en las redes, pero en las últimas, sus ojos ya
no brillan igual, se que algo no va bien, la conozco de sobra, pero quien soy
yo para decir nada y sobre todo quien soy yo para meterme en su vida
ahora.
Después de la noticia que me dió Lola, mi cabeza cambio el chip, deje
de ver las redes sociales, como iba a verla vestida de novia, es imposible,
me niego, sí no esa imagen me atormentará el resto de mi maldita vida. Juro
que sí ese tío le hace daño voy a matarlo.
Dejé hasta de hablar con Lola aunque ella no tenía ninguna culpa, lo
sé, pero me recordaba a aquellos tiempos, ella seguía llamándome a veces
no quería darse por vencida, aunque últimamente ya no tanto. Sé que se ha
rendido según me dijo Luis.
Le dí la razón a mi entrenador y me fui a la ducha cabizbajo, pero
dándome la ducha con el calor destensando mis músculos decidí a coger el
toro por los cuernos y asistir a esa maldita cena. Cuando termino la ducha
me vestí y salí de allí todavía con el pelo mojado, saqué el teléfono para
llamar al pesado de Luis y decirle que acepto la invitación de la cena, pero
me pareció ver a Abby saliendo de un Sex Shop con una bolsa, ¿Abby, la
reina del hielo en un Sex Shop? Iba a llamarla cuando se paró delante de un
Hummer gris.
Me escondo detrás de una furgoneta que está aparcada delante de mí
moto y la observo. Ella habla con el tío que va al volante y que yo no tengo
ni pajolera idea de quién es, termina la conversación y da la vuelta al coche
hasta subirse dentro y ocupar el asiento del copiloto.
«¿Qué cojones está pasando?», Ademas sí presuntamente tiene que
estar volando a Gales para ver a un familiar, ¿qué hace aquí todavía? Si su
vuelo sale a las tres de la tarde. ¿Y quién es ese tío? No se ve muy bien,
porque el Hummer tiene las ventanas tintadas. Pero tengo que averiguarlo,
me subo a la moto y los sigo cuando arrancan.
Después de cincuenta minutos conduciendo por una carretera de
montaña llegamos a una casa en una urbanización bastante aislada de
Madrid. Les doy ventaja porque el lugar no es muy transitado. Y ella
conoce de sobra la moto, aunque no se monta nunca, dice que es muy
vulgar que una mujer monte en moto y más ir a horcajadas, en fin...
El vehículo se mete en el parking de una enorme casa, yo aparco a una
distancia considerable, me quito el casco, y con el en el codo voy hacia la
casa para llamar al timbre. ¿Me estará engañando esta tía? No puedo
creerlo. Si le doy todo.
Cuando estoy plantado delante de la casa, algo llama mi atención por
una de las cristaleras donde se ve que esta la cocina, allí está ella, aquella
Abby que conocí hace meses tan sonriente, un hombre entra entonces en mi
campo de visión, se dirige hacía ella y la levanta por las caderas mientra
ella lo rodea con sus largas piernas, él le sube el vestido mientras la
deposita en la encimera. Allí ella sentada le quita la camisa a él y empieza a
besarle el pecho, me quede quieto, pero lo que más llama mi atención es
que no me importaba, no me duele, me da igual, te juro que la iba a liar, y
que incluso me llevé el casco para darle de hostias con el a ese tío, pero...
¿Para qué? Si en verdad ella no me importa, y no sentía nada por ella.
Opte por lo mas sensato, largarme de allí, volví sobre mis pasos, me
puse el casco y monte en mi Harley, arranqué y me deje llevar por el sonido
ronco del motor mientras desaparecía por la carretera.
Cuando llego a mi apartamento, lo primero que hago es llamar a Luis,
he tomado la decisión fuese o no la adecuada, voy a ir y si Lucía está allí ya
vere como lo afronto.
—Hombre Rafita, ya estaba echándote de menos, ¿Y bien? —me
contesta nada mas descolgar el teléfono.
—Iré.
—¿Cómo? Puedes repetirlo otra vez, creo que es música para mis
oídos.
—Que sí cabronazo que iré. Búscame hotel para el viernes y allí estaré
—farfullo.
—No veas la alegría que me das, de verdad, ¡el hijo prodigo vuelve!
—contesta riendo.
—No te cachondees, Luis.
—No te imaginas lo que tengo preparado, lo vamos a pasar en grande
tío de verdad, no te vas arrepentir. Y… ¿Vienes con tu pedazo de novia?
—No, que va, vuelvo a estar soltero —contesto sintiéndome aliviado,
cómo si me hubiera quitado de encima un peso enorme.
—¿Qué dices? ¿En serio has dejado a ese monumento? —me pregunta
sin poder creerlo.
—Que sí Luis, pero no te preocupes, estoy bien ¿Eh? Gracias por
preocuparte por mí —contesto riéndome mientras me paso la mano por el
pelo.
—Tío eres la leche, pero joder no sabes lo contento que estoy.
—Bueno Luis, tengo que dejarte que tengo que atar unas cosillas para
irme el viernes para allí, llámame y dime el hotel que me vas a pillar vale.
—Sí, déjalo en mis manos, te llamo en estos días y concretamos —
responde.
—Gracias, te lo agradezco de verdad, ahora mismo tengo la cabeza en
mil sitios.
—Te entiendo, cuídate, nos vemos en nada —se despide.
—Si tío, hasta pronto.
Cuelgo el teléfono, preparo un café y salgo a la terraza me meto en el
jacuzzi y paso allí la siguiente media hora pensando la mejor forma de
decirle a Abby que se marche de mi casa, le mando un whatsapp a mi
hermano diciéndole lo que ha pasado y que hr tomado la decisión de ir a la
cena, no espero contestación imagino que está ocupado. Después salgo del
agua me anudo una toalla a la cintura y paso a la tumbona, hay una Luna
espectacular, la noche es cálida para ser marzo y el cielo está estrellado, el
olor a jazmín que hace meses compró mi madre para adecentar como dice
ella mi terraza inundan mis fosas nasales de una manera casi mágica. No
quiero postergarlo más cojo el teléfono y marco su número.
—Hola mi amor ¿Cómo estas? Me llamas un poco tarde ¿no? —
contesta Abby.
—Sí, pero tranquila, no te quitaré mucho tiempo. ¿Qué tal por Gales?
¿Cómo está tu primo James?
—Ay cariño, que atento eres que suerte tengo de estar contigo, pues
bien cielo está mejor, todavía tiene que guardar cama durante una semana.
Me ha pedido que me quede aquí con él, ¿Ya sabes que estamos muy
unidos? —me explica.
—Sí preciosa, lo sé, por eso mismo te llamo, ¿sabes qué creo que es lo
mejor? —le comento
—¿El que mi vida?
—Abby creo que lo mejor será que pases mañana a primera hora a
recoger tus cosas y te marches con tu primo a ese chalet tan bonito que tiene
a las afueras de Madrid.
—¿Pero qué me estas diciendo?, ¿estas cortando conmigo? —me
responde indignada.
—Así es preciosa, mañana a las ocho de la mañana te espero para que
saques todo de aquí, y si no estas a esa hora, yo mismo te las dejare en la
puta calle, ¿lo has entendido? —digo—. Ah por cierto que disfrutes lo que
hayas comprado en el Sex Shop.
—Eres un puto cerdo Rafa, ¿me has seguido cabron de mierda?
—¿Yo?… mira bonita, da gracias que no llamo a tu familia y le digo la
clase de hija que tienen. Ya te lo he dicho, mañana a las ocho en la puerta.
Escucho como sigue relatando, pulso el botón de colgar no tengo ganas
de seguir escuchándola y menos de que me insulte, pero quién cojones se
cree la tía esta, me pone los cuernos y el cerdo soy yo, «me cago en la
puta».
Me quedo dormido en la tumbona, no es la primera vez que lo hago, a
las seis de la mañana me despiertan los primeros rayos de sol que empiezan
a darme en toda la cara, me levanto y voy a la habitación a ponerme algo de
ropa, en unas horas si le queda alguna neurona en la cabeza a Abby, pasará
a recoger sus cosas. Después de apretar la corbata y ponerme la americana,
cojo las llaves de mi ford mustang y bajo las escaleras que dan al vestíbulo
donde como cada mañana está Frank sonriendo.
—Buenos días señor.
—Buenos días Frank, tienes que hacerme un favor, a las ocho va a venir
mi exnovia Abby a recoger sus cosas, podrías ayudarla y vigilar al mismo
tiempo.
—Claro que sí, no se preocupe señor —contesta.
—Gracias Frank, y otra cosa si a las ocho no ha llegado, llámame.
—Sí señor, por supuesto, no dude que yo lo mantendré al tanto de todo.
—responde el portero del edificio, él sabe que tiene toda mi confianza, lleva
varios años trabajando aquí, y sé que además de discreto, puedo contar con
él para cualquier cosa.
Llego al Parking, justo lo tengo en el edificio de enfrente, aprieto el
botón y las luces de mi flamante coche parpadean, me subo a el y su asiento
se amolda perfectamente a mi cuerpo, a estas horas de la mañana todavía no
hay mucho trafico y se puede disfrutar conduciendo. A las ocho entro a la
oficina, Ricardo el chico nuevo de seguridad me saluda mientras me tiende
el periódico.
Comienza otra larga jornada en la ofician y sobre todo queda un día
menos para volver a mi pasado.
Capítulo 3
Vaya marrón me ha caido
Lucía

Ring, ring, ring. El teléfono otra vez, miro la pantalla del móvil y me echo a
reír.
—Dime corazón —Contesto al teléfono.
—¿Sabes algo ya? —la voz de una excitadísima Lola me llega por el
altavoz.
—Tengo que terminar de hablar con mi madre. Ya sabes que acabo de
aterrizar en Barcelona y tengo que saber si se podrá quedar unos días más
con Terry.
—Vale, pero en cuanto sepas me avisas, que tengo unas ganas de
achucharte otra vez ya hace meses que no te veo, desde la “no boda” —dice
Lola riendo.
—Sí, lo sé… Lo intentaré de veras. Ahora tengo que dejarte que viene
mi Jefe.
Es una mentirijilla piadosa, no estoy en la oficina, Acabo de llegar de
Venecia esta misma mañana, he tenido que ir a hacer un reportaje sobre los
canales para la revista donde trabajo, y estaba a punto de tomarme una
ducha relajante justo cuando me ha llamado Lola, estoy loca por relajarme y
probar esta bomba de baño de lush que me compre el otro día y que me
chifla. Y desde luego que tampoco me apetece hablar de la “no boda” como
la había apodado mucha gente.
Sí, una semana antes de la boda con Joel mi ex la suspendí, así soy yo,
una caja de sorpresas y si algo no me encaja o no termino de ver pues corto
por lo sano. No hay terceras personas en la relación, ni nada por el estilo,
pero… En mi interior sabía que no iba a funcionar. Joel es guapo, alto, con
cuerpazo, ojos verdes, culto, inteligente, divertido, sí lo sé, un maromo de
tres pares de cojones, pero… No sé, llámame loca, no estaba totalmente
enamorada de él y no podía casarme con una persona de la que no estoy
enamorada, ¿verdad?
Para Joel y su familia, fue un palo enorme cuando en mitad de la cena
en casa de sus padres les solté toda la bomba, pero que iba a hacer si no,
hacerme un novia a la fuga. No estoy yo para pegarme esos trotes
corriendo.
No he vuelto a saber nada de él y casi que mejor, sé que necesita su
tiempo, y por eso mismo yo tampoco le he presionado para que se llevara
varias cosas que todavía hay repartidas por mi piso, Terry era lo único que
me había autoproclamado mía de lo que teníamos en común.
Terry es una hurona de dos añitos albina, que es un poco trasto, me
sabe muy mal marcharme y dejarla sola cuando hago los reportajes fuera
del país, pero es lo mejor para ella, tanto trote sería darle un estrés
innecesario, así que mi madre se queda de niñera, pero uff, decirle ahora a
mi señora madre que se tiene que quedar con ella unos días más por una
tonta cena de antiguos alumnos, no sé…
Tanto Lola como Luis por otra parte, me han insistido hasta la saciedad
en que vaya. Siempre he mantenido el contacto con todos mis amigos,
bueno con todos no, solo uno de ellos me rehuía como la peste, y te juro
que no entiendo el por qué, aquella noche antes de marcharme de la ciudad
tuvimos un momento idílico, mágico, maravilloso, a ver no esperaba
comenzar una relación a distancia, pero quizá empezar algo, no sé, después
de ese día tarde tres años en volver a ir allí de nuevo, y cuando regresé me
encontré con la noticia de que sus padres lo habían mandado a un internado
en Madrid. Las habladurías sobre él volaban, se había vuelto un mujeriego
y un tío totalmente insoportable según decían. Yo para ese entonces ya me
había rendido a seguir escribiéndole, pero no pude evitar que se me
encogiera el corazón al saber donde estaba él y que quizá si no me hubiera
marchado, no hubiera ocurrido nada de eso. Pero que narices iba a hacer
una cría de 15 años cuando sus padres le dicen que se cambian de ciudad,
patalear…, gritar…, de que iba a servir, pues eso de nada.
Mi vida en Barcelona es fabulosa, soy una reputada fotógrafa que viaja
por medio mundo, quizá por eso mismo mi enlace con Joel no hubiera
llegado a buen puerto, él no llevaba muy bien el que yo tuviera que viajar
con Tom, mi ayudante, por ahí sin estar el presente. Estoy totalmente
convencida de que hice lo correcto.
Después del baño, llamo a mi madre y me dice que esta encantada con
su nietecita, si es que Terry se hace de querer, siempre quiere que la tengas
encima, es muy mimosa y cariñosa, cuando le explico lo de la cena me
comenta que no me preocupe si tengo que volver a irme, y sobre todo me
anima… Hace muchos años que no veo a todos mis amigos, aunque hable
con ellos de vez en cuando no es lo mismo.
Me pongo mi pijama de Snoopy, me recojo el pelo en un super moño
de esos que el pelo te caer por cualquier lado de la cabeza, pongo el horno a
ciento ochenta grados necesito precalentarlo para meter la pizza de queso de
cabra que tengo en el congelador y que me pirra, sí me pirra el queso, soy
adicta total, claro se nota que soy manchega, pero es que… ¿Alguien puede
vivir sin queso?
Busco en Netflix la serie que me tiene súper enganchada y la programo
mientras preparo la mesa, voy a la cocina y meto la pizza al horno, pongo la
alarma del móvil unos quince minutos y vuelvo al salón a encender mis
velitas aromáticas ¡ya tengo el entorno perfecto! Aunque sea solo para uno.
Disfruto de la pizza y de mi serie Las escalofriantes aventuras de
Sabrina, si soy un poco friki, pero es que las historias de brujas, vampiros,
hombres lobos, bueno todo lo paranormal me gusta mucho, aunque luego
soy una cagona por la noche y tengo que dormir con un bate de béisbol al
lado muy a lo Harley Quinn.

∞∞∞
Pi, pi, pi.
Dios ¿pero qué hora es? Ya son las siete, y… ¿Qué hago en el sofá?,
joder perfecto, anoche me debí quedar dormida aquí.
Me levanto como una loca, me tropiezo con la pata de la mesa y me
estampo contra la pared, menos mal que no me he dado de bruces con la
esquina de la estantería donde tengo mis libros, aun así joder que daño, me
va a salir un chichón seguro, voy corriendo a la cocina a coger algo
fresquito para ponérmelo en la cabeza antes de que se inflame. Abro el
congelador y solo tengo guisantes, alcachofas, coliflor y un solomillo,
«cogeré los guisantes», pienso que es la mejor opción.
Con los guisantes en la cabeza, voy a mi habitación, abro el armario y
saco unos leggins negros, y una blusita cualquiera, busco las botas altas de
caña, una chaquetita de punto y listo. Termino de vestirme como puedo
haciendo acrobacias para no quitarme la bolsa congelada de la frente, hasta
que ya estoy peinada o bueno un intento de estarlo, maquillada y lista para
marcharme, ya que los guisantes al final ya se han descongelado de tanto
manoseo que le he dado, los dejo fuera para luego hacérmelos para cenar
con unos taquitos de jamón.
Salgo a la calle y me paro en el primer Starbucks que veo para pedirme
un café latte de caramelo bien cargado, Después de recogerlo y añadirme un
poco más de azúcar moreno sigo hacía la oficina, la revista esta en la
diagonal, doy gracias que vivo cerca y puedo desplazarme andando así no
tengo que coger ni metro ni nada.
—Buenos días Lucía —dice Sara, la chica de seguridad del edificio.
—Hola Sarita, ¿Qué tal? ¿Ha llegado ya Tom?
—Pues todavía no, lo deje en casa duchándose —responde con una
sonrisa torcida—. Pero está al llegar seguro.
—No te preocupes, voy para dentro.
Subo en el ascensor hasta la planta quince, que es donde están
instalada nuestra empresa, todo el edificio está destinado a oficinas, no hay
nadie viviendo allí, salvo las entidades que dicen que hay en el octavo piso,
en fin que me desvio. Nada más salir del ascensor, me encuentro con Laia y
Bego que no paran de discutir, Laia es la redactora jefe y Bego es la
directora de marketing, pero estoy segura que no discuten por el trabajo,
todo se complicó hace unos meses cuando Jordi, mi jefe, dejó a Bego
después de una larga relación de diez años para irse con Laia, que
presuntamente mantenían la relación en secreto desde hace dos años. Vamos
que teníamos montado aqui un señor culebrón y no nos habíamos enterado.
Paso a su lado rodeándolas mientras se apuntan la una a la otra con el
dedo, veo a mi compañero Carlos escondido detras de un ficus y me paro un
rato con él.
—Ey Carlitos, ¿Qué les pasa hoy?
—Hola putón, pues por lo visto Jordi y Laia van a casarse —me
responde.
—Oh… Dios… Mio —digo imitando a Janice de la serie Friends.
—Tal cual te cuento niña, y tú ¿qué tal por Italia? —me pregunta
mientras nos volvemos y vamos hacía mi mesa.
—Pues genial como siempre, me encanta ese país, pero Venecia, uf sus
canales, las góndolas, me enamoran —contesto—. He hecho unas pedazos
de foto que Jordi va a flipar.
—Ay niña, a ver si me llevas un día contigo a hacer un reportaje, que
os dais una vida Tom y tú.
—Es trabajo Carlos y eso no depende de mí, recuerda que manda
Jordi, pídeselo a él, ponle ojitos, que de eso tú sabes un rato.
—¿Ay sí? ¿Tú crees? —me contesta emocionado mordiendo un boli.
—Claro que sí, bueno te dejo que voy a verlo tengo que pedirle unos
días de fiesta.
—¿Dónde te vas chochi?
—Pues… ¿A qué no sabes que? —respondo dándole intriga a la cosa.
—Ay no, cuéntame, ya, ¿Ay no me digas que has vuelto con el soso de
tu ex? —me dice Carlos poniendo una carita de asco que me hace estallar
en una gran carcajada.
—Que no loco, Joel, esta muerto y enterrado, metafóricamente claro.
Es algo mucho mejor, me llegó un e-mail invitándome a una cena de
antiguos alumnos.
—Qué Chic y que vintage, por favor, me encanta, ¿y vas a ir? —
pregunta.
—Pues me lo he pensado mucho la verdad, no sé si debería ir.
—¿Y eso por qué? —dice—. Algún amorío que no quieres volver a
ver.
—Pues algo parecido, por ahí van los tiros —respondo.
—Eso me lo tienes que contar niña.
—Cuando salga de hablar con Jordi, nos vamos a desayunar y te lo
cuento.
—¿dedopromesa?— me dice alargando su brazo hacía mi y
poniéndome el dedo meñique a la altura del pecho para que yo lo cruce con
el mio y prometérselo.
—Sí, dedopromesa —le digo enlazando su dedo con el mio.
Me doy la vuelta, Carlitos se queda en su mesa mientras y yo dejo en
mi mesa el bolso y abro el maletín que traía para sacar de él una carpeta
llena de fotos y que tenía que enseñarlas lo antes posible a mi jefe.
Llamo a la puerta y para mí sorpresa me abre él mismo.
—Pasa, Lucía te estaba esperando —dice con un rostro muy serio,
mientras me cede el paso.
—Hola, Jordi, ¿Cómo estás?
—Cabreado, has visto la que están liando estas dos —lo veo nervioso
caminando por todo el despacho.
—Tú se lo permites así que ¿de qué te quejas? —contesto, Jordi y yo
somos amigos desde hace diecisiete años, incluso tuvimos un rollito, bueno
más bien, él fue con el que perdí mi virginidad, salimos durante un año y
medio hasta que comprendimos que estábamos mejor como amigos, y es
totalmente verdad.
—¿Tienes lo que te pedí? —me pregunta de una forma muy autoritaria
mientras se pasa las manos por el pelo.
—Sí, aquí tienes y deja de tirarte de los pelos o te vas a quedar calvo
como sigas así, una cosa… —le aviso antes de entregarle la carpeta—.
Antes de que abras la carpeta tengo que decirte que no íbamos
desencaminados, mejor siéntate Jordi.
Mi amigo abre la carpeta y emieza a sacar fotos, veo como sus ojos se
agrandan y se humedecen, su nivel de cabreo va en aumento lo sé.
Jordi, se enteró que Laia, su prometida iba de viaje a Venecia de
repente, sin justificación ni por qué, cosa que a él no le sentó bien y no le
daba buena espina, así que aprovecho para mandarnos a Tom y a mí para
hacer un reportaje de los canales por la subida del agua por el cambio
climático, con la labor encubierta de seguirla y pillarla infraganti si era
necesario, si había algo comprometido y que a él le perjudicara. Y voila
pillada en toda regla, esa tía se había ido de fin de semana romántico con un
tiaco espectacular para que negarlo, ala a disfrutar de Venecia.
—Mierda, Joder… —grita Jordi, tirando en un barrido con sus manos
todo lo que hay sobre su mesa.
—Eh, eh Jordi —me levanto de la silla y voy directa abrazarlo,
necesito tranquilizarlo—. Ya te habían avisado hace tiempo, sabes que va
por interés y créeme mejor que te enteres ahora antes de la boda que no
después.
—Joder, maldita sea, tienes razón, pero duele, me cago en todo —
sigue maldiciendo.
—Escúchame desquítate todo lo que quieras conmigo, pero ya está,
cuando salgas por esa puerta, cabeza alta y a mandarla a tomar por culo, me
escuchas, no quiero que luego te ponga ojitos y caigas —le digo mientras le
sujeto la cabeza entre mis manos—. vale tío, me importas y sé que te duele
en el alma lo que ha pasado, pero tienes que seguir con tu vida.
—Lo sé, cielo, y te lo agradezco eres una grandísima amiga, creo que
la mejor y única que tengo —responde mientras me mira—. Eres la única
que no me juzgó con la separación de Bego y que me apoyo aunque no
estabas de acuerdo. Joder eres una tía de puta madre, quizá tuvimos que
habernos dado una oportunidad como pareja ¿no crees?
—No creo, venga tío no desvaríes —le contesto dándole unas
palmadas en la espalda—. Oye tengo que pedirte algo.
—Dime.
—Necesito un par de días de vacaciones.
—¿Donde vas? —pregunta extrañado.
—Me han invitado a una cena de antiguos alumnos y me apetece ir.
—¿Puedo acompañarte? —me pide.
—¿Cómo?—le miro extrañada levantando los hombros.
—Sí, joder, sabes que ahora mismo estoy en la mierda con todo esto,
necesito despejarme y desconectar de la rutina y de la oficina.
—Pues yo que sé, déjame preguntar a ver si puedo llevar un
acompañante —le contesto, mientras rumio para mis adentros que sería una
buena opción si Rafa va con una mujer a la cena, Joder otra vez, mierda, no
puedo y no quiero permitirme pensar en él—. Déjame llamar a Lola y te
digo algo vale, pero tú soluciona lo que tienes ahí fuera.
Después de la conversación con Jordi, salgo de sus despacho y veo que
Laia va contoneándose por el pasillo a el despacho de mi jefe.
Tengo que decir que Jordi no es que hablase bajito precisamente y toda
la conversación que mantubo con Laia se escuchó por toda la oficina, obvio
que la despidió, salió con el rabo entre las piernas.
Saco el teléfono del bolsillo y marco el teléfono de Lola.
—Hola loca, venga dame una buena noticia —responde Lola.
—Tengo que preguntarte antes algo.
—Lo sabía, ¿me vas a preguntar por Rafa? —al oír ese nombre mí
corazón se acelera, mi cabeza empieza otra vez a darle vueltas al asunto.
—No, no es eso… —Empiezo a titubear, no sabía si preguntárselo de
verdad, pero no Lucía no pienses en eso, está superado.
—¿Entonces?
—¿Podemos ir acompañados?— le suelto.
—¿Qué…? No me digas que vienes con Joel.
—No, que va, es Jordi, se acaba de enterar que la tía con la que se
prometió le engaña, quiere desconectar y tomarse unos días de relax. Me ha
preguntado si podía venir.
—Uff, pues no sé si a la cena podrá venir, pero vamos que sí no que se
venga igualmente y se quede con Javi y el peque en casa —responde.
—Pues me parece perfecto, tu pregúntaselo a Luis y confirma mi
asistencia, ¿vale?
—Sí, churri, ay que ganas de verte corazón.
Termino de hablar con Lola y paso por la mesa de Carlos nos vamosa
desayunar, pero sobre todo a esperar que las aguas se apaciguen un poco en
la oficina, Jordi me llama a la hora de comer quiere invitarme a comer
como agradecimiento y así de paso concretar el viaje que haríamos el
viernes.
Ya habíamos reservado habitaciones separadas en un hotel del centro
de la ciudad, él se ofreció a comprar los billetes de tren y no me negué,
creímos mejor ir en tren que no darnos la paliza de conducir hasta allí las
ocho horas. Así iríamos más descansados y estaríamos más frescos y con
horas por delante para poder hablar y pasarlo bien.

∞∞∞
Ya es viernes son las seis de la mañana y suena el timbre de casa sin
parar, tanto que hace que me tire el café encima manchándome y por
supuesto quemándome, dejo la taza en la encimera de mármol gris de la
cocina y voy hacía el telefonillo que cuelga de la pared al lado de la puerta
de la entrada.
—¿Quién es? —contesto aunque sé perfectamente quien es.
—Vamos nena, baja ya —escucho a Jordi decirme.
—Ya voy pesado, estaba tomándome un café, me cambio y bajo que
me lo he echado todo encima y ademas iré despacio que la maleta pesa —le
contesto.
—Pero que va a pesar, si solo nos vamos 3 días que te llevas mujer.
—Vaaa, que ya voy, no me entretengas Jordi.
Salgo corriendo como alma que lleva el diablo para ponerme otra
camiseta y de paso elijo un pañuelo para la garganta, el tiempo de allí es
más frío que por la costa. Cuando abro la puerta de la entrada del edificio
me topo de frente con un Jordi sonriente y radiante, pues sí que le ha
sentado bien romper con Laia.
Vamos a su coche que lo tiene en segunda fila cerca de allí y metemos
la maleta en el Audi de Jordi.
—Madre mía, Jordi, luego te quejas de que llevo maletas que pesan,
pero yo solo llevo una y tú… ¿Pero cuanto tiempo te crees que nos vamos?
—el maletero está lleno, lleva un bolso de mano y 3 maletas más.
—Anem, sube al coche anda.
Abro la puerta del copiloto y me introduzco en su lujoso coche, el olor
a mora del ambientador me invade, me encanta ese olor y me trasladaba a
los días que íbamos de fiesta y yo me ponía mi colonia de mora, fue
justamente en aquella época cuando conocí a Jordi, ¿será por eso que lleva
esta fragancia y no otra?
Ya una vez dentro del coche los dos, ponemos rumbo a la estación de
Sants, en unas horas estaría en mi ciudad otra vez y no quería que de nuevo
los malos recuerdos empezaran a atormentarme.
Capítulo 4
Un golpe de realidad
Rafa

Por fin llego el día, me he despertado nervioso y creo que el café que me
estoy tomando no ayuda demasiado, ¿pero qué cojones me esta pasando?,
¿por qué estos putos nervios?, ¿es por volver allí?, ¿es por volver a ver a
mis compañeros…? No creo, pero joder puede que sea por ella.
Si solo eramos unos putos críos, y solo nos dimos un par de besos nada
más, «joder, Lucía ¿qué me hiciste?», me pregunto.
Desde el día que ella se fue no he podido tener una relación duradera,
en verdad no he tenido nada que se pueda llamar relación, creo que
cualquier tía puede hacerme daño, ese daño que me hizo aislarme, que me
hizo estar alerta, ese que me rompió el corazón en mil pedazos y que
todavía después de quince años no he sido capaz de recomponer.
Preparo un par de mudas de ropa y las meto en el petate, me pongo el
pantalón vaquero, el jersey y la cazadora de cuero, me apetece disfrutar de
la carretera hasta llegar allí, serán unas tres horas de viaje y las quiero
disfrutar en mi moto. Es mi compañera más fiel, con la que he cruzado
media España, hasta una vez me aventuré a ir desde Madrid a Londres
montado en ella, ya te puedes hacer una idea de como acabé… Parecía un
vaquero del oeste después de cabalgar una semana en el caballo sin parar,
todos los huevos escocidos.
Cuando me queda la mitad del camino, paro en una venta de carretera
para poder tomarme un refresco y un buen bocata de jamón que sé que en
este lugar lo hacen riquísimo. Aprovecho así para estirar las piernas y
llamar a mi amigo Luis.
—Ey tío que pasa, ¿Cómo va el viaje?
—Pues ya ves, haciendo kilómetros, —contesto—. Ya me queda solo
la mitad.
—¿No me digas que vienes en la moto?
—Claro, que te creías, no voy a meter el mustang por allí.
—Eres un pijales, Rafita —odio que me llamen pijales, y más cuando
mi puto coche me lo he pagado yo solito con mi trabajo, todo el mundo se
cree que mis padres me lo han puesto fácil y me han dejado dinero, etc.
Pero todo es mentira, mis padres se desentendieron de mí el primer día que
me ingresaron en en internado
—No te pases, Luis —le advierto—. Oye a las doce estaré allí, iré al
hotel y luego quedamos para comer ¿te parece bien?
—Claro tío, voy a avisar a Lucas por si le apetece venir —escucho a
mi amigo y los nervios empiezan a volverme.
—Uff, hace al menos diez años que no lo veo, no sé...
—Eh, tío fuera neuras ¿vale? —noto la preocupación en su voz—.
Todo va a ir bien, venga ponte en camino ya, que quiero darte una colleja
—dice riéndose, «capullo»
A las doce menos cuarto hago entrada en la ciudad y los recuerdos
empiezan a llegar a mi cabeza nada más ver la puerta de Toledo. Diviso a lo
lejos el hotel, entro en el parking y dejo allí aparcada la moto, vuelvo a
coger el petate que he dejado en el suelo y hago estiramientos con el cuello,
tengo la espalda un poco tensa, quizá esta tarde pida un masaje
descontracturante.
Subo al hall del hotel y voy directo a recepción para registrarme
—Buenas tardes —me saluda una chica bastante guapa.
—Hola, tengo una reserva —digo con un tono seductor, lo siento no lo
puedo controlar, una cosa es que no haya conseguido enamorarme en
dieciocho años después de aquello, pero follar, follo y mucho.
—Claro —me responde, mientras bate sus pestañas postizas—. Puede
dejarme su DNI por favor y una tarjeta de crédito o débito.
—Sí, toma —le digo mientras extiendo mi mano con todo lo que me
ha pedido.
—¡No me lo puedo creer! —y ahora que le pasa a esta tía—. ¿En
serio… Rafa?
—Sí, Rafael, lo pone ahí —le digo, no se porque se pone así, ¿Además
de guapa es tonta?
—Soy yo —me dice, pero no consigo reconocerla en mi mente—.
Nuria.
—¿Nuria? —«No puede ser la primera en la frente», me digo. Tengo
que encontrarme nada más llegar con una antigua amiga y además ex y que
encima acabamos como el rosario de la aurora—. Has cambiado mucho, no
te hubiera reconocido por la calle.
—Ni yo a ti tampoco, Rafa, has venido a la cena ¿Verdad? —me
pregunta, mientras retuerce en sus manos un mechón de pelo, como hacía
siempre cuando estábamos juntos y quería que la besara.
—Sí, Luis no me deja tranquilo desde hace semana —comenté—.
Bueno tengo que dejarte, estoy hecho polvo y quiero ducharme, descansar
un poco, en un rato he quedado con estos.
—Sí, sí, claro, joder que despiste, toma aquí tienes —dijo mientras me
daba la tarjeta para abrir la habitación—. Es la habitación doscientos diez,
si necesitas algo no dudes en decírmelo —dice mientras me guiña un ojo y
se coloca las tetas delante de mí sin ni siquiera cortarse.
Cogí el petate y me dirigí al ascensor, justo cuando las puertas se
cerraban el móvil empezó a sonar.
—Hola hermanito, ¿qué tal? Estas ya en Ciudad Real.
—Sí, he llegado hace nada, voy a entrar ahora en la habitación —digo
mientras metía la tarjeta en la ranura de la puerta.
—Vale, ¿y qué?, ¿cómo te sientes?
—Quieres que te diga la verdad Raúl… —suspiro.
—Claro, ya lo sabes enano —me contesta con ese apelativo cariñoso,
que siempre me decía cuando se preocupaba por mí.
—Estoy nervioso, acabo de ver a Nuria, no sé sí te acuerdas de ella.
—Sí claro, ya me acuerdo, yo iba con su hermana a clase —me
responde.
—Pues es la tía que me ha atendido en la recepción del hotel.
—¿Y esta buena? —pregunta mi hermano.
—Raúl, tío…
—¿Qué… Me vas a decir que tú no eres así?
—Sí, esta buena —le respondo—. Y creo que ha intentado ligar
conmigo después de como acabamos, se empezaba a tocar el pelo como lo
hacía de adolescente.
—Ay hermanito, acabas de llegar y ya estas volviendo a romper
corazones, da igual como acabarais ya ves que esa tía quiere un polvo —
dice Raúl riéndose, mientras yo no paro de dar vueltas por la habitación
nervioso.
—Mira tío, me voy a duchar, ya hablamos —paso ahora de los
sermones y las ocurrencias de mi hermano.
—Claro, disfruta, no te la casques pensando en ella ¿Eh cabronazo?
Cuelgo el teléfono, a veces mi hermano se comporta como un
autentico hijo de puta, menos mal que Amber sabe ponerlo en su sitio.
La habitación no está nada mal, una cama ancha, un escritorio, un sofá,
una cafetera, un hervidor de agua, y una pequeña terraza acristalada, el baño
es bastante grande tambien, todo de mármol, con ducha y bañera.
Empiezo a quitarme la ropa y preparo una toalla para cuando salga de
la ducha,el agua caliente cae con fuerza sobre mí impactando en mi cabeza
y mis hombros, las gotas caen por mi pecho y por la espalda deslizándose
hasta llegar al plato de la ducha necesito destensar los músculos, estos días
van a ser muy duros, pero tengo que hacerle frente, tengo que dejar de
ponerme tenso, dejar estos putos nervios atrás y disfrutar de este fin de
semana.
A la una y medía salgo del hotel, he ido un poco a escondidas, porque
no me apetecía volver a hablar con Nuria, sé que por como se ha
comportado la voy a tener muy pegada a mi la noche de la cena, así que con
eso ya tengo bastante, voy andando por las calles pensando en lo que ha
cambiado la ciudad en estos años que no me he pasado por aquí, la de
negocios que han cerrado por la puta crisis que esta consumiendo el país.
Como si mis pies mandaran sobre mí, termino en la plaza donde esta el
edificio en el que yo vivía y automáticamente mí mente se transporta a una
noche en la que me di cuenta que Lucía había pasado de ser mi amiga a
algo más.

«—Venga va que empiezo a contar —dijo Lucas—. Uno, dos, tres...


Todos salimos corriendo buscando un sitio donde escondernos, yo me
conocía la plaza como la palma de la mano, justo detras del monumento que
hay a un lado de la plaza hay una árbol enorme con varios arbustos, corro a
esconderme ahí dentro y observo a los demás andando como pollos sin
cabeza sin saber donde ir, veo a Lucía cerca de donde estoy, Sí la ven a ella
me van a encontrar fijo, pienso. Y como acto reflejo salgo de mi escondite
la cojo por la cintura, le tapo la boca y la atraigo conmigo de vuelta a los
arbustos, ella me mira con miedo y desconcertada hasta que se da cuenta
que soy yo, entonces se calma me mira con esos ojos marrones que tanta
ternura me dan y empiezo a comprender... la he cogido para que no me
pillen a mi o para protegerla a ella. Pasaron los minutos y observamos como
todos caían mientras nos reíamos a escondidas con nuestros rostros pegados
y mis manos rodeando su cuerpo, de repente Lucía se gira y me mira antes
de decir.
—Voy a salir.
—No loca, que dices.
—Qué sí, Rafa, piénsalo, si seguimos aquí al final nos van a encontrar,
yo puedo salir distraer a Lucas y tu mientras das la maya y nos salvas a
todos. Yo solo soy un peón en este juego, y tu el rey —no me dió tiempo a
decir más así era ella impulsiva, loca y preciosa.
Cuando Lucas estaba despistado, Lucía se fue a otro sitio para salir de
allí y no delatar nuestro escondite, ella sí que era la reina de la estrategia,
Lucas la vio de refilón pero para cerciorarse de que era ella tuvo que
acercarse demasiado, cosa que aproveche para salir corriendo hacía la
fuente y dije.
—La maya por mí y por todos mis compañeros.
La cara de Lucas era un cuadro, le dió una patada de la rabia a un árbol
y el muy idiota se hizo daño, todos empezaron a reír y a saltar.
—Muy bien hecho rey —dijo Lucía mientras pasaba a mi lado
sonriendo y colocándose el mecho de pelo que salía de su coleta que tanto
me gustaba aflojar.
—Gracias reina —le dije mientras le guiñaba un ojo, e
involuntariamente mi cuerpo se gira para seguirla a donde iba—. Oye,
espera —le dije cogiéndole de la mano —. ¿Ha donde vas?
—A mi casa, ya es tarde y mi madre me ha dicho que a las nueve
tengo que estar en casa para cenar —me dijo mientras seguía con sus dedos
entrelazados con los míos.
—¿Saldrás luego? —le pregunté, no sé que me pasaba, pero de repente
tenía la necesidad de pasar más tiempo con ella.
—Creo, que hoy no, todavía tengo que hacer los deberes de tecnología.
—Vale —dije suspirando—. ¿Me dejas acompañarte?
—¿Acompañarme?, pero Rafa si vivo aquí al lado.
—No importa, tú misma lo has dicho, es tarde no quiero que te pase
nada — Ups he dicho eso en alto.
—Esta bien —a Lucía le empezaron a brillar los ojos y eso me sacó
una sonrisa, seguimos de la mano hasta su portal sin despedirnos de nadie,
en ese momento era como si no existiera nadie más.
Recorrimos los metros que habían desde la plaza hasta el portal del piso
de Lucía en silencio, solo mirándonos y sonriendo, con esa inocencia que
solo tenemos a esta edad. Cuando llegamos, Lucía subió al escalón que
había para acceder a su edificio, ahora estábamos a la misma altura, una de
mis manos todavía seguía agarrada a la suya y la otra necesitaba tocarla.
Subí mi mano hacía su cara, retirándole ese mechón de pelo para ponerlo
detras de su oreja, sonreí, no sé porque, pero mi corazón en ese momento
empezó a acelerarse, no era la primera vez que estaba solo con una chica,
pero era la primera vez que no sabía que hacer, que mis músculos estaban
paralizados, que todo se había detenido en el tiempo, hasta que ella tomo la
determinación.
—Buenas noches Rafa —dijo mientras me daba un beso en la mejilla y
se iba por la puerta, esa noche no pude dormir, un escalofrío recorría toda
mi espalda una y otra vez y la sonrisa no se podía borrar de mi rostro»

—¿Rafa? ¿Eres tú? —Escucho una voz—. Rafa ¿Oye estas bien? —me
giro de repente y vuelvo en mi, miro el reloj «hostia puta ¿cuánto tiempo
llevo aquí parado?» Me giré y reconocí a Lola que me miraba extrañada con
cara de preocupación.
—Hola, Lola, sí soy yo —le contesto.
—Pareces perdido —comenta—. ¿Estas bien de verdad?
—Sí, sí claro ¿y tú? —pregunto mientras le doy dos besos.
—Muy bien ya me ves, aquí como siempre, no ha cambiado mucho mi
vida, la verdad, solo que antes iba a clases y ahora doy yo las clases —Lola
se ha convertido en profesora de lengua en nuestro antiguo instituto.
—Oye siento, haber estado así este tiempo, perdona por no haberte
hablado, yo...
—Eh, Rafa, nada, somos amigos, no hay nada que perdonar, vale —
contesta Lola apretándome el hombro y dándome una de sus mejores
sonrisas—. Oye, ¿dónde vas a comer?
—Pues he quedado a comer con Luis, y creo que ya voy un poco tarde,
hemos quedado en el bar de su tío, ¿te apetece venir?
—Uy no se yo, una comida con tanta testosterona junta —responde
levantando una mano y dice—. ¡Me apunto!
∞∞∞
La comida ha sido genial, por un momento parecía que el tiempo no
hubiera pasado, Lola que se apuntó a la comida avisó a su marido, un tipo
increíble que me encantó conocer es policía y se ve que quiere muchísimo a
mi amiga, además tienen a un pequeño de lo más bonito, y eso que yo no
soy de niños.
En la comida hablamos del pasado, nadie me recriminó nada, cosa que
hizo que me sintiera más a gusto y que los nervios se fueran, hasta que Lola
le dijo a Luis, que Lucía le había confirmado la asistencia a la cena y quería
saber si podía llevar acompañante, «claro ¿cómo no? Su marido», pensé.
Por Suerte Luis, dijo que nada de acompañantes, que solo los de
siempre, cosa que le agradecí con un gesto de cabeza.
Me despedí de ellos sobre las cinco quería ir al hotel y dormir un poco,
por la noche cenaría en el hotel y saldría a tomar algo con Lucas y su primo
Carlos, me siento bien paseando de nuevo por la ciudad, de pronto toda la
ansiedad por los último años allí se esfumaron, descuelgo el teléfono y
siento la necesidad de llamar a mi madre.
—Hola querido, ¿cómo es que me llamas?
—Joder mamá, ni que nunca te llamara.
—Ay hijo tengo un disgusto —dice, es más teatrera.
—A ver mamá, ¿qué pasa ahora?
—Abby me ha llamado, me ha dicho que le has dejado...
—Mira mamá, Stop no te metas en esto de verdad, me parece increíble
que te haya llamado para decirte que la he dejado, pero no te haya dicho el
porque, además que llevábamos muy poco y no era mujer para mí contesté
cabreado. No quiero ni un comentario más sobre ello vale.
—Sí, hijo sabes que solo me preocupo para que encuentres a una mujer
que este a tu altura no puedes salir con cualquiera, sería un insulto para
nosotros.
—Madre, por favor déjalo. Te llamo por otra cosa —le empiezo a
contar—. Estoy en Ciudad Real y quería saber si te parece bien que lleve
flores al cementerio mañana para la abuela.
—Claro que no me importa, pero ¿Qué haces allí? —pregunta
extrañada.
—Una cena de antiguos alumnos —respondo mientras entraba por la
puerta del hall del hotel —. Bueno mamá te llamo mañana y me dices
cuales eran las flores preferidas de la abuela, un beso.
A veces mi madre es muy cargante y bastante snob, odio que sea así de
clasista, me dirijo hacía es ascensor, miro a recepción pero Nuría ya no está,
menos mal porque ahora lo que necesito es descansar.
Espero a que el ascensor se abra, entró en el y aprieto el segundo piso,
cuando antes de que se cierren las puertas veo a una mujer entrando por la
puerta del hotel, no puede ser, tengo que estar soñando es ella, es Lucía, mi
Lucía…
Capítulo 5
Arrastrando las putas Maletas por todos lados
Lucía

Uff, menos mal que ya hemos llegado, una hora más en el tren escuchando
a Jordi llorar por lo mal que lo ha hecho en su matrimonio con Begoña y me
corto las venas a bocados.
—¿Está muy lejos el hotel nena?, ¿tenemos que coger un Taxi? —Jordi
resopla y yo ruedo los ojos hacía él, ¿qué pretende que fuéramos andando?.
—Pues claro que tenemos que coger un Taxi o quieres acarrear con las
maletas por toda la ciudad, no creo que tus maletas Louis Vuitton acaben
muy bien con tanto desacarreo —digo refunfuñando y dándole una
palmadita en la espalda, nos ponemos a andar hacía la parada de taxis que
no pilla muy lejos de aquí.
El pobre taxista se ríe al ver que Jordi tiene más maletas que yo y solo
para 3 días, empezó a contarle al taxista que si habíamos venido a una cena
que si tal y que si cual. Sí, cuando Jordi esta nervioso se pone a hablar con
cualquier persona de su vida y en este caso no fue menos, un poco más y le
hace un esquema de su árbol genealógico al taxista.
Volver a casa siempre sienta bien, hace ya meses, no quizás un año,
que no vuelvo aquí. Tengo muy buenos recuerdos de mi niñez y parte de mi
adolescencia.
Mientras nos dirigimos al hotel, le voy contando a Jordi cositas sobre
la ciudad y los mejores sitios para tapear, que eso es lo más importante, ay
que ganas tengo de unas miguitas o un poquito de magro con tomate. En fin
sigo que si no empiezo a babear, que solo me he comido un mini bocadillito
en el tren de queso y eso si a un precio que flipas y encima ni era
manchego.
Por fin para el taxi delante del hotel, mi reloj marca las cinco de la
tarde, nos va a dar tiempo de descansar un poco, menos mal, podré darme
una ducha y prepararme para la cena que tenemos con Lola y su marido
Javi, estoy como loca por ver al pequeño Alex.
—Nena —dice Jordi, haciéndome gestos con las manos—. ¿No me vas
a ayudar?
—Te dije que no te trajeras tantas cosas, así que ahora mueves tu culito
duro de gimnasio y las traes tú —contesto poniendo los ojos en blanco y sin
poder reprimir la risa.
A regañadientes y con los gruñidos propios de un niño pequeño, Jordi
coge todas sus maletas y se apresura a seguirme, entramos los dos por el
Hall del hotel directos a recepción, me adelanto un poco mientras Jordi
habla con el chico que se va a encargar de las maletas, cuando estoy a dos
pasos de la recepción una corriente de aire frío me paraliza y siento un
escalofrío que me hace mirar a la derecha donde está cerrándose el
ascensor. Pero me da tiempo a ver de refilón a un hombre, bueno rectifico
un pedazo de tío que madre mía del amor hermoso, alto, musculoso, guapo,
pelazo, y unos ojazos azules que quitan el sentido, pero… Esos ojos, esa
mirada, ¿no sé? esa intensidad en su mirar me resulta familiar. ¿Puede ser
que…? No, no imposible «joder Lucía acabas de llegar y ya estas
volviéndote a emparanoiar con él, hazte ya la puta idea Rafa = Pasado =
Imposible», sí ese es el mantra que cada día desde que me marche de aquí
me repito incansablemente, es una obsesión de críos, ya lo dicen todos, el
amor de juventud nunca se olvida.
—Lucía, ¿qué te pasa? Lucía… —Jordi, me coge del brazo, y eso me
hace volver a la realidad
—¿A mí?, nada —le contesto—. Venga tardón vamos a registrarnos
que si no nos dan las uvas aquí.
Llegamos a la recepción yo con mi maleta en la mano, no la había
querido dejar con las de Jordi para que él chico que las subía no tuviera que
cargar con más peso, la dejo a un lado del mostrador y Naim el chico que
nos atiende en recepción que es súper majete nos empieza a explicar que
esa noche se organiza una cena de degustación, por lo visto un chef con una
estrella michelín ha organizado una cena benéfica en la ciudad. El chico nos
explica que todavía hay invitaciones disponibles por sí queremos asistir,
Jordi que es un sibarita acepta, por supuesto, pero yo no puedo hacerle el
feo a Lola, así que esta noche cada uno irá por libre, menos mal, tampoco
quiero estar todo el día pegada a él.
—Pues aquí tienen las tarjetas de las habitaciones, son la doscientos
once y las doscientos doce —dice Naim.
—Muchísimas gracias —indico, alargando mi mano para coger las
tarjetas, pero Jordi se me adelanta y me las quita de las yemas de los dedos,
giro mi cabeza hacía él con cara de asesina y me mira como un cachorrito
desvalido.
—No te enfades, Lucía primero vemos las dos habitaciones y luego
decidimos quien se queda con cada una, ya que no has querido compartir mi
cama… —me suelta el muy cabrón allí en medio de la recepción. Antes en
el tren, me insinuó que podíamos dormir juntos y así rememorar nuestra
adolescencia... lo dejamos porque como siempre, no para de mirar a las tías
que pasan a su alrededor. ¡Si es que no aprende!, luego se extraña cuando a
él le hacen lo mismo y va de victima, sé que es un buen tío, pero como
amigo, ya como pareja…
—Ya te gustaría volver a tenerme en tu cama —le respondo toda chula
chasqueando la lengua, mientras entramos en el ascensor.
—Uff, no me hagas recordar eso, que me pongo a pensar cuando tú
lengua recorría toda mi p…
—¡Eh, para ya! —le gurño mientras le tapo la boca con una mano
poniéndome de puntillas porque es bastante más alto que yo.
Me está mirando con lujuria, sacando esa sonrisa de medio lado que
hace que todas beban los vientos por él. Jordi es moreno, muy alto, con
unos hombros anchos, un pectoral enorme y unos abdominales de infarto,
sus ojos verdes cristalinos te hacen pensar que es un niño bueno, pero no,
para nada, tiene más peligro que un tigre de bengala. Me retiro de su lado
porque empiezo a notar que en su pantalón algo duro se empieza a levantar
y además sé esta envalentonando poniendo una de sus manos en mi culo.
—¿No me digas que te avergüenzas Lucía?, ¿o es qué te lo estas
imaginando tú tambien? —En un par de zancadas me tiene contra la pared
del ascensor con sus dos manos allí pegadas, haciendo que mi cabeza quede
en medio.
—No utilices tus truquitos conmigo Jordi, sabes que no te van a
funcionar —aseguro cuando el ascensor se abre, le pego un pequeño
empujón que no se espera y salgo de allí empezando a andar por el pasillo
—. Además dame ya la tarjeta de una de las habitaciones, me voy a encerrar
ahí hasta que me vaya con mi amiga.
—Esta bien, a veces se me olvida que me conoces demasiado bien
morena, venga toma —me tiende una de las tarjetas guiñándome un ojo y
dándome una palmada en el culo antes de irse.
—Jordi —le gruño nuevamente mientras me paro delante de la
habitación—. Mantén tus manitas lejos de mí si no quieres que te meta una
puta hostia ¿entendido? Además no estabas tan apenado por lo mal que lo
habías hecho con Begoña y lo que te ha hecho Laia —abro la puerta de la
habitación y me meto dentro dando un portazo. Una vez allí mi espalda
descansa pegada a la puerta y suspiro, este hombre me saca de mis casillas,
pero también cuando se lo propone me ponía muy cachonda. Unos
segundos más tarde escucho como Jordi habla con alguien ahí fuera,
seguramente algún vecino de habitación, habrá salido al oírme, joder si es
que a veces soy muy burra y muy borde, sé que no lo hace a malas, pero es
que me saca de mis casillas.
La habitación es enorme, una cama de dos por dos, un sofá de dos
plazas, una televisión de cuarenta pulgadas y una armario más grande que el
que tengo en casa. Salgo a la terraza que tengo en la habitación, hay una
mesa con dos sillas y una planta grande y en la mesa un centro de flores con
una vela en medio que le da un toque muy cuqui. Me voy al baño tras
explorar toda la habitación, necesito una ducha caliente, preparo la toalla en
el lavabo de mármol para cuando saliga de esta ducha que tanto necesito ,
me quito toda la ropa dejándola tirada en el suelo a un lado. Abro el grifo y
dejo el agua correr hasta que está en el momento justo, puedo sentir como
mi cuerpo se llena de ese calor que desprenden las gotitas del agua al rozar
mi cuerpo. Mi mente irremediablemente me vuelve a jugar una mala pasada
recordándome al hombre del ascensor, su mirada me es familiar, me
recuerda la noche que Rafa y yo nos despedimos en su portal. Pero que iba
a hacer él en este hotel, además si hubiera venido aquí a la cena, estaría en
su casa ¿no?
Cuando mi cuerpo ya se ha acostumbrado al calor del agua y se ha
destensado por completo decido salir de la ducha, me coloco la toalla
alrededor de mi cuerpo menos mal que son de esas grandes y que rodea mi
cuerpo por completo, porque hay algunas toallas que no me tapan ni las
tetas. Me seco un poco el pelo y salgo a vestirme a la habitación.
Mierda, ¿y mi maleta?, joder con tanta tontería no me acordé de
cogerla se ha debido de quedar en el ascensor o quizá la cabeza pensante de
Jordi la ha cogido.
Bueno Lucía no te queda otra o te pones la ropa que traes puesta y
sales en busca de la maleta o sales así a mitad del pasillo. Voy al baño y
miro la ropa en el suelo, uff… Sin comentarios, la ducha es grande y
preciosa pero se sale el agua por todos lados y la ropa se ha empapado, si
me pongo eso voy a parecer que vengo de una fiesta de camisetas mojadas,
«pues nada, con dos cojones», dijo mi vocecilla interior dándome ánimos.
Abro lentamente la puerta de la habitación y asomo un poquito la
cabeza, el pasillo está despejado, no hay nadie y tampoco hay rastro de mi
maleta, cojo la llave de la habitación y salgo de ella corriendo. Llamo a la
habitación de Jordi, pero no contesta nadie «genial donde estará ahora este
tío» voy hacía el ascensor medio agachada, que tampoco se porque voy así
porque no hay nadie, pero bueno así van todos en las pelis cuando no
quieren ser descubiertos, y eso es lo que menos quiero yo en estos
momentos que me descubran, quizá siga la maleta donde la dejé olvidada y
nadie la ha cogido, llamo al ascensor y escucho una puerta abrirse, me
escondo detras de la puerta que da a las escaleras de emergencias y allí me
quedó en controlando mi respiración esperando que no me pillen allí con
esa indumentaria. A los dos minutos una pareja pasa cerca de mí y sube al
ascensor, vuelvo a respirar cuando se han metido dentro y salgo de mi
escondite, me acerco a la esquina del pasillo, saco la cabeza un poco, lo
justo para poder mirar si hay alguien por ahí. En ese momento se me pasa
por la cabeza que quizá lo más sensato hubiera sido llamar a recepción y
preguntar si alguien se había encontrado en el ascensor con mi maleta. Con
ese pensamiento recorro el pasillo dirección a mi habitación lo que no me
doy cuenta es que intento meter la llave en una puerta que no es la mía.
Joder esto no funciona, sigo intentándolo y escucho ruidos en la
habitación, «ay Dios mio que alguien a entrado en mi habitación a robarme,
¿¡pero, que me van a robar si no hay nada dentro!?» En ese instante el
ascensor vuelve a abrirse y Jordi sale de el.
—Lucía, ¿qué cojones haces en el pasillo así?, ¿y por qué quieres
entrar ahí? —automáticamente al decirme eso miro el numero de la
habitación y veo que es la doscientos diez, claro con razón se escuchaban
ruidos ahí dentro.
Cuando escucho detras de la puerta que alguien va a abrir, salgo
corriendo como una niña chica hacía mi habitación y tiro de Jordi para que
me siga.
—Lucía me vas a contar que te pasa, me estas preocupando nena —
me dice Jordi mientras abro la puerta de la habitación y nos metemos
dentro.
—A ver no pienses cosas raras, me metí en la ducha sin darme cuenta
de que no tenía la maleta, y salí a buscarla.
—¿y saliste a buscarla así…? Pero nena tu has visto que vas solo con
una toalla, joder solo verte así mojadita con esa toalla al límite me la estas
poniendo dura.
—Jordi, ahgg —gruño enseñándole las manos como si fueran garras.
—Vale, vale, ya me callo.
—Mira bonito, cuando salí fui directa a tu habitación por si tu habías
cogido mi maleta pero no estabas.
Me dí por vencida hablar con él es hablar con la pared, me dirijo a la
mesita que hay al lado de la habitación donde está el teléfono.
—Dime la verdad, ¿tú no la tienes no? —le pregunto para confirmar.
—No, que va, si la hubiera tenido te la habría traído ya, ¿no crees? ¿Te
has traído algún juguetito que no quieres que vea nadie? —me dice
sentándose a mi lado en la cama.
—Jordi, vete, estas haciendo que me arrepienta de haberte traído
conmigo.
—Vale vale, me voy —dice él muy divertido levantándose de mi lado
y andando a la puerta—. Recuerda que me estas echando tú, que yo me
quedaba en esa cama contigo toda la noche.
Jordi se va dando un portazo y yo suspiro por fin, vaya día, en que
estaría pensando cuando me pareció buena idea que me acompañara. Si es
que de buena soy tonta joder.
Después de una llamada a recepción Naim el chico que nos había
atendió cuando llegamos, me trajo la maleta personalmente y me pidió
disculpas, me contó que un huésped de nuestra planta se la había
encontrado en el ascensor cuando bajo a ver su moto y se la llevó a
recepción, menos mal que todavía hay buenos samaritanos sueltos en esta
vida.
Escogí para aquella noche una falda a cuadros marrones tipo escocesa
que me encanta y un jersey rojo que combinaba muy bien, unas botas altas
sin tacón porque quería ir andando y así poder recordar por donde me
movía de niña.
A las ocho de la tarde salgo de la habitación he quedado a las nueve en
casa de Lola, recojo el bolso, la llave de la habitación y me voy a la
habitación de Jordi, quiero decirle que me voy.
Cuando voy a llamar a la habitación escucho que está hablando por
teléfono, creo que con Begoña, no quiero molestarle ya le mandaré luego un
whatsapp, al salir del ascensor en el Hall, alguien llama mi atención, una
chica rubia que se me resulta familiar. Me quedo mirándola unos minutos
hasta que ella se fija en mí, pero para mí sorpresa ella sí que me reconoce.
—¿Lucía? —dice mientras viene hacía mí.
—Sí, ¿hola? —respondo dándole vueltas a la cabeza a ver si le
encuentro parecido con alguien a quien conociera ¿pero a quién?
—Lucía soy yo, ¡Nuría! —me explica dándome un abrazo, ¿Nuría?,
pues sí que ha cambiado no la reconocía.
—Nuría, que alegría verte, no te he reconocido, ahora eres rubia.
—Sí, bueno hace muchos años que soy rubia, creo que un año o dos
después de que tu te fueras, que alegría, ¿has venido por la cena?
—Sí, por eso mismo, me alojo aquí en el hotel y ahora iba a casa de
Lola a cenar.
—Ay que bien, ya verás su niño que bonito está. ¿Sabes quien más ha
venido?
—Pues no, pero tengo prisa Nuria, ya nos pondremos al día mañana en
la cena... —digo dando unos pasos hacía atrás para irme de allí.
—Rafa, me ha dicho eso mismo esta mañana —me suelta Nuría.
Inmediatamente y sin saber porque, me detengo y la miro.
—¿Rafa?, ¿está aquí?
—Sí, llegó esta mañana, también ha venido para la cena, pero bueno
como tú dices, ya mañana nos pondremos al día, espero que no se me
vuelva a escapar, porque no sabes como ha cambiado, esta tan… Tan… Uff,
me lo comía entero, te lo juro.
—Nuría, mañana hablamos —oírla hablar así de él, me cabrea, como
puede ser que después de tanto tiempo sintiera celos. Creía que ya había
superado ese amor inocente y tonto de cuando era apenas una niña, joder he
estado apunto de casarme, pero en algún resquicio dentro de mí y en mis
sueños mas secretos volvía a estar él.
Salgo del hotel sin detenerme, ando por las calles llenas de gente,
observando como ha cambiado todo en estos años, me paro a comprar una
caja de galletas en una de mis pastelerías favoritas a la que iba de niña de la
mano de mi madre y que todavía sigue abierta al lado del ayuntamiento, la
han renovado un poco ahora era mas estilo industrial, pero en esencia sigue
siendo la misma.
Todavía seguía pensando en el comportamiento de Nuría al verme,
dejamos de hablarnos desde aquella noche en la fiesta, no tuve más
comunicación con ella, ni siquiera una vez que me fui a Barcelona a vivir y
bajaba de vez en cuando y ahora me da un abrazo como si nada y me suelta
lo de Rafa, por un momento me estoy volviendo a sentir cómo si tuviera
quince años y estuviera de nuevo en el insti.
Paseo por la avenida recordando el quiosco donde comprábamos las
chuches, la heladería ahora cerrada porque estamos en otoño en la que casi
vivíamos cuando era verano, sobre todo Lola que era adicta a sus
cucuruchos.
Son ya cerca de las nueve cuando llego a casa de Lola, llamo al timbre y
mientras mi amiga me abre recibo un mensaje de mi madre, me ha mandado
una foto de Terry y ella. Ay que monas que están, al final le está cogiendo
cariño a mi pequeña hurona y mira que al principio le trataba de rata.
Lola me abre la puerta con el pequeño Alex en brazos, es un niño
precioso y muy dicharachero, con unos ojazos grandes marrones que parece
un pequeño búho. Le doy dos beso tambien a su marido y paso a sentarme
en la mesa mientras ella termina de traer la merluza que ha preparado para
cenar.
—Que alegría tenerte aquí otra vez chiqui, ya tenía ganas de darte ese
achuchón —dice mientras toma asiento a mi lado. Su marido, Javi, sienta al
pequeño Alex en la trona para poder cenar todos.
—Sí, yo tambien loquilla, tenía ganas de volver y que mejor que la
escusa de la cena.
—Pues sí, oye y tu jefe, ¿Jordi, se llama no? ¿Se quiso quedar allí solo
en el hotel? —pregunta Javi, mientras nos sirve a las dos.
—Pues cuando llegamos al hotel el chico de recepción nos dijo que esta
noche había una cena degustación de un chef con estrella michelín, y él
como es tan sibarita pues quiso quedarse a degustarlo —les explico, aunque
en verdad agradecía poder estar un ratito sola sin que cada dos por tres me
esté tirando los tratos, que es lo que parece que tramaba desde que había
cortado con Laia—. De todas formas mañana podrás cenar con él y será
todito tuyo Javi.
—Ay, que mal suena eso niña. ¿Os habéis peleado? —pregunta Lola
—No, no es eso, lo que pasa que a veces es... demasiado intensito —
explico mientras me llevo la copa de vino a los labios—. Como ya te dije
acaba de dejar a su prometida porque lo estaba engañando, y ahora me esta
tirando los trastos a mí, él sabe que nosotros no volveríamos a tener nada,
pero ya no sé si lo hace por joder o por picarme, o yo que sé, me tiene
loca...
—Madre mía que personaje —dice riéndose Javi—. Tengo ganas ya de
conocerlo. Si quieres y lo ves necesario hablo con él.
—No hace falta no te preocupes, no vaya a ser que te suelte cualquier
perla de las suyas Javi.
—Ay no te creas que si le suelta alguna, Javi no se queda atrás —
contesta Lola.
Después de la cena Javi se marcha para dormir al pequeño Alejandro
en su habitación, la cena ha sido riquísima y he estado de lo más comoda,
como si no hubiera pasado el tiempo ni la distancia cuando vuelvo a estar
con Lola. Le ayudo a recoger toda la mesa y cuando terminamos nos
sentamos en el sofá para tomarnos un café.
—Ay chiqui tengo que decirte algo —dice llevándose la mano al pecho.
—Lola no me asustes, ¿Qué pasa?
—Hemos estado comiendo hoy con Rafa —me indica y no sé por qué
de repente tengo un nudo en el estomago—. Ha cambiado muchísimo...
—¿Se encuentra bien? —pregunto bajando la mirada al suelo.
Sé que él me culpa de lo mal que lo ha pasado después de mi marcha a
Barcelona, de que él empezara en el mundo de las drogas, de que se juntara
con las personas inadecuadas, de que dejara a todos nuestros amigos de
lado, ¿pero por qué culparme? Yo no tenía ni voz ni voto con quince años,
¿qué podía hacer?, cuando me enteré de todo lo que estaba pasando con él,
se me cayo el alma al suelo, yo le escribía todos los meses, varias veces,
intentaba comunicarme con él, pero nada, ni una sola palabra, hablaba casi
a diario con Lola, con Carla, con María, incluso con Luis de vez en cuando,
pero no me querían hablar de él, solo Luis una vez me dijo que no quería
hablar conmigo porque me culpaba de todo lo que estaba pasando, y de que
lo llevaran al internado.
Yo seguí interesándome por él, pero cuando alguien pone trabas para
hablar contigo no puedes seguir haciendo mucho más, estaba loca por él,
cada vez que pensaba en él, algo se removía dentro de mi, pero siempre creí
que se me pasaría, ya sabéis el primer amor de juventud siempre se
recuerda con cariño. Pero entonces... ¿Por qué me está afectando tanto lo
que me dijo Nuría en el hotel? y ahora esto que me ha dicho Lola…
—Sí, perfectamente, ahora es un tío de negocios que no veas, vive entre
Madrid y Londres, sus padres se han instalado allí y Raúl anda por todo el
mundo.
—Me acuerdo de Raúl, era un caso de chaval, recuerdo que salía con
la hermana de Lucas ¿no?
—Sí, bueno ya no siguen juntos, él se fue a Londres a estudiar y allí se
enamoró de una chica, pero ya sabes los padres como son, siempre han sido
súper pijos y no les parecía bien que saliera con una chica cualquiera. Hasta
a Rafa le hicieron salir con una tía que no tenía mucho en común con él,
simplemente porque es la hija de no se que gente influyente de allí.
Mientras nos tomamos el café, seguimos hablando un poco de todos
los compañeros que vamos a la cena. De como les ha ido la vida, de lo que
hacen, de sus familias, Javi llega al salón con nosotras ya ha dormido al
pequeñajo.
—¿Sabéis quién esta alojado en el mismo hotel que yo? —les pregunto
tomando una de las galletas que he traído.
—¿Lo has visto? —preguntó Lola nerviosa.
—¿Lo sabías? —pregunto haciendo aspavientos con las manos, si lo
sabía y no me lo había dicho me voy a cabrear como una mona.
—No, pero me lo acabas de confirmar, sé que no tiene casa aquí desde
hace años, su abuela falleció hace diez años y vendieron la casa, total aquí
ya no les quedaba nadie —no puedo evitar entristecerme, Rafa quería
muchísimo a su abuela, para él era como una madre—. Pero bueno
contéstame chiqui… ¿Lo has visto?
—No lo sé —digo, levantándome del sofá par comenzar a dar vueltas
por el salón.
—¿Cómo que no lo sabes? —me pregunta Javi
—Eso digo yo, ¿cómo no lo vas a saber chiqui? —Lola se levanta y se
acerca a mí, me sujeta por los hombros para decirme—. Lucía que pasa, ¿sí
te ha dicho algo?, voy y lo mato
—No, no tranquila, a ver te explico —me acerco a la mesa donde
minutos antes comíamos, retiro una de las sillas y me siento allí—. Cuando
entré en el hotel me pareció ver a alguien en el ascensor, pero las puertas se
cerraron y no sé, puede que fuera él, pero no lo sé.
—¿Y entonces como sabes que esta allí, si no estas segura? —
Pregunta Lola.
—Nuría me lo conto, por lo visto trabaja allí y me dijo que Rafa había
llegado por la mañana y que estaba guapísimo... vamos que me ha dicho
que no se le va a volver a escapar.
—Pero la muy puta se cree con derecho a hablarte así.
—No fue solo eso tía, es que me dio un abrazo como el que nos hemos
dado tu y yo al llegar, no entiendo nada, y luego me suelta eso, me dejó
alucinada.
—Bueno sabes que ella siempre ha sido muy especialita —exclama
Lola—. Sabes que cuando se entero que Javi y yo estábamos juntos,
también intentó liarse con él.
—¿En serio? —digo mirando a Javi, mientras él asiente sentado en el
sofá.
—Pero te voy a decir una cosa Lucía —comenta Javi levantándose
para acercarse a nosotras—. Esta tarde cuando Lola le dijo que habías
confirmado asistencia y preguntó si podía llevar acompañante, a Rafa no le
pareció indiferente, le afectó bastante, te lo digo yo.
—Ya ves, lo de fijarse viene de formación profesional —dijo mi
amiga, Javi es inspector de policía y es uno de los mejores de la comunidad,
es muy observador y no se le escapa nada.
—Lucía yo no se que os paso, pero lo que sí sé, es que ese tío no se ha
olvidado de ti... Que sí, que puede que sea un capricho adolescente, o una
tensión sexual no resuelta, no sé, ya vidente no soy, aunque tengo una
amiga en Córdoba que se llama Vega que sí quieres te puede hacer una
tirada de cartas —chasqueo la lengua y me muerdo el labio, eso que había
dicho Javi de la tensión sexual no resuelta… ¿Puede ser que a mí me pase
lo mismo?
Capítulo 6
Puede ser que…
Lucía

Salí de casa de Lola y Javi con la cabeza como un bombo, ¿habrá sido
buena idea volver?, es tarde y decido volver al hotel, me apetece meterme
en la cama y pensar. Las calles ya no están abarrotadas como esta tarde,
ahora más bien están vacías, alguna pareja saliendo o entrando de algún
garito, saco mi teléfono del bolso y reviso por si me ha llamado alguien o
me han escrito, pero solo tengo la contestación de Jordi, me dice que me
espera en el hotel, que él no saldrá después de la cena, pero que le avisara
cuando fuera de camino, y eso hice, le mande un mensaje y vuelvo a
guardar el móvil en el bolso.
Unas pequeñas gotas comienzan a caer, está claro, me voy a calar hasta
los huesos, pero no me importa, el olor a tierra mojada de las zonas verdes
del paseo me trae recuerdos de cuando era pequeña y mi madre me ponía
las botas de agua, me daba el paraguas de patitos y me llevaba al colegio.
Que tiempo aquellos, si pudiera volver a atrás y revivirlo aunque solo fuera
un segundo…
Me quedan dos calles para llegar al hotel, los charcos de agua se
acumulan en los lados de la vía por donde pasan los coches, estoy calada
hasta las bragas y para más inri una moto acababa de pasar a mi lado
salpicándome entera, «sera mamón» perfecto, ahora parezco una sin techo,
toda la ropa manchada no solo de agua, sino tambien de la suciedad que se
acumula en el suelo. Ugh que asquito de verdad.
Entro por el Hall del hotel, uff menos mal no esta Naim en recepción, ni
tampoco la insufrible de Nuría, gracias a Dios... Me dirijo al ascensor y
suspiro, un suspiro que me sale del alma al recordar que bajo este mismo
techo está él.
Se abren las puertas y me encuentro con una de las ultimas personas que
quería ver esta noche. Va medio desnuda, con la ropa desabrochada, el pelo
alborotado y una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Nuría? —le digo
—Hola Lucía, ¿Qué tal? Parece que te ha meado una vaca encima—me
suelta mientras yo salgo del ascensor con unas ganas de querer cogerla del
pelo y arrastrarla por todo el pasillo que para que «tranquila Lucía, cuenta
hasta diez, no dejes salir tú asesina en serie».
—Sí hija, lo que pasa es que fuera esta lloviendo ¿sabes? Y algún
gilipollas ha pasado con su moto a toda hostia y me ha pringado, pero claro
imagino que has estado muy ocupada como para saberlo. —le digo
gruñendo y apretando los dientes.
—Pues sí, he disfrutado como hace años no lo hacía, ya sabes... Bueno
Ciao.
Nuría se mete en el ascensor y las puertas se cierran justo cuando voy
a decirle cuatro cosas. De repente mi voz interior, esa voz de la conciencia
que todos tenemos se despertó. «A ver ha dicho disfrutando como hace años
que no lo hacía, se habrá referido a Rafa, claro a quien si no, además él esta
aquí alojado, claro como no el niño ha vuelto y no ha dejado pasar la
oportunidad de volver a rememorar viejos tiempos, que cabrón. Ugh pero
por que cojones me afecta tanto joder».
Saco la tarjetita del bolso y abro la puerta, me quito la ropa que llevo y
voy directa al baño, necesito entrar en calor, porque después de esta
llovizna que me ha caído y este cabreo que llevo encima, necesito
relajarme.
Después de unos largos minutos salgo de la ducha, la piel de mis manos
estan arrugadas, me desenredo el pelo, me pongo el pijama de Minie y me
meto en la cama pensando en todo lo que ha pasado hoy, es algo que hacía
todas las noches, reflexionar sobre el día, intentar mejorar en lo que me
había equivocado, y analizar todo.
Joder son las cuatro de la mañana y todavía no soy capaz de dormir,
¿Qué hago? Mi cabeza no para de dar vueltas, Nuría y Rafa otra vez, la
jodida historia se vuelve a repetir, después de irme de aquí y durante un
año, mantuve la esperanza de que Rafa me contestará alguna vez a alguna
de las cartas o a los e-mails que le mandaba, Lola me decía que casi no se le
veía, que muchas veces o mas bien la mayoría de las veces hacía novillos en
clase, por eso me negaba a abandonarlo aunque él no contestara, pero
después de un año allí en Barna, mis nuevos amigos me ayudaron a ver, que
si en todo ese tiempo no había mostrado por mí ningún interés, lo mejor era
que lo dejara marchar por mucho que doliera, estaba enamorada de él desde
los diez años.
Más tarde fue cuando conocí a Jordi, me hacía reír, me trataba como
una reina hasta que una noche de fiesta me lo encontré con otra, esa chica
era Begoña, en ese momento comprendimos que lo mejor era ser amigos y
no hacernos daño, yo ya había olvidado o creía que había olvidado a Rafa
porque siempre tenía su gorra colgada al lado de mi cama, y todavía es algo
que a día de hoy lo sigo haciendo, es como un amuleto, como si me diera
suerte, ahora mismo estoy aquí y esa gorra está en mi maleta, es algo que
nadie sabe, es algo que solo conozco yo. ¿Seguirá él guardando mi
coletero?
No aguanto más me levanto y doy un par de vueltas hasta que cojo el
teléfono para llamar a la recepción.
—Sí, dígame, ¿En que le puedo ayudar? —dijo un chico al otro lado.
—Hola le llamo de la habitación doscientos once, quería saber si esta
abierto el bar del hotel ahora.
—Sí, señorita, esta abierto, pero si no quiere bajar, puede pedir
cualquier cosa y nosotros se la llevamos.
—No, muchas gracias ya bajo yo —contesto.
Me coloco unos leggins negros y una camiseta de pesadilla antes de
navidad, tampoco voy a arreglarme demasiado para bajar al bar a las cuatro
de la mañana ¿no? Me peino un poco, eso sí todavía tenía algunos
mechones mojados y deje mi larga melena morena suelta. Me calzo unas
botas marrones con borreguillo por dentro, y sobre todo cojo la llave de la
habitación.
—Hola —me dirijo al chico que hay en la recepción.
—Hola dígame.
—Soy Lucía, la chica que acaba de llamar preguntando por el bar.
—Ah, si dígame —me pregunta.
—¿Donde esta el bar?, no puedo dormir y quería tomar algo.
—Sí claro, esta justamente al final de ese pasillo —me explica—. Sí
quiere le acompaño.
—No te preocupes, creo que podre encontrarlo.
Atravieso el pasillo, que está ligeramente iluminado con las paredes
forradas con una tela azul con toques amarillos como si fueran pequeñas
bombillitas o estrellitas, y en el suelo una alfombra roja con ribetes azules
me señala el camino al bar elegantemente, se nota calor según me voy
acercando a la puerta. Como me había dicho el chico de recepción al final
del pasillo se podía ver el bar, es enorme, tiene un piano en el medio como
en los hoteles que salen en la tele, en unos sillones hay una pareja, o lo que
parece una pareja, porque la diferencia de edad era muy abismal, creo que
por lo menos estamos hablando de unos cuarenta años, me dirigí a la barra,
donde tambien había un chico con una cazadora de cuero y un casco
apoyado en un taburete a su lado.
—Buenas noches señorita, ¿Qué le apetece tomar esta noche? —me
pregunta el camarero.
—Pues no lo sé, la verdad, ¿tienen tila? —Pregunto.
—¿Tila?, permítame decirle señorita que ha estas horas nadie esta aquí
por una tila —me susurra el chico cerca de mi cara, la verdad que el tipo
tiene toda la razón—. ¿No prefiere algo más fuerte?
—Esta bien pues un baileys.
—Bueno no es como un whisky, pero puede pasar —contesta
lanzándome una sonrisa picarona.
Miro a mi derecha donde el chico de la cazadora de cuero volvía la
cabeza hacía al frente desde mi dirección para quedarse mirando las botellas
de licor que hay colocadas en la pared, «¿Me estaba mirando?, pues claro
chica, si no hay nadie más aquí, quizás seas lo más interesante a estas
horas». Me digo sin darle la mayor importancia.
—Tome —dice el chico dejando delante de mí el vaso lleno—. Señorita,
no sé su nombre.
—Normal, es que no te lo he dicho —le digo al chico llamado Adrián o
eso pone en la plaquita que lleva en el chaleco, a mis oídos llega una ligera
risa y no es de Adrián que me mira serio y con las cejas levantadas, las
risitas son del chico de mi derecha, el de la chupa de cuero. Me paro a
mirarlo detenidamente observando sus facciones y en ese momento él gira
la cabeza y sus ojos se chocan directamente con los míos.
El mundo se paró o por lo menos el mío, me quedo congelada, un
segundo, un minuto, una hora, no sé el tiempo que pasa, solo sé que no
puedo dejar de mirarlo, no puedo apartar mis ojos de él, después de
dieciocho años, esa sonrisa, esos ojos, esos labios, esos hoyuelos... Es él,
estoy segura.
—Señorita, ¿está bien?, ¿hola? —escucho que me habla Adrián, pero no
le hago caso. Todo parece pasar a cámara lenta.
Adrián me coge del brazo tirando de mí hasta girarme hacía él, ¿pero
que le pasa a este tío? Cuándo Rafa ve que el tío me sujeta del brazo,
automáticamente se levanta de su asiento y en tres pasos se coloca en frente
de mí.
—No le pasa nada y no le pongas una mano encima —le dice al
camarero, quitando el amarre de él de mi brazo—. Lucía mírame —me
habla sujetando mi cara con sus manos, ese toque, sus manos en mi cara,
me voy a desmayar sí o sí, ¿qué me está pasando? ¿Qué es esta sensación
en mí?
—¿Rafa? ¿E… Eres… Eres tú? —las palabras luchan por salir de mi
boca, parezco tonta joder, pero no puedo moverme de verdad que no, no soy
dueña de mis actos, ni de mi propio cuerpo.
—Sí, soy yo pequeña, dime… ¿Qué haces aquí? —pregunta sin
soltarme ni un segundo mientras sus dedos pulgares subeny bajan
acariciando mis mejillas.
—No podía dormir… —por fin las palabras empezaron a fluir y salía de
ese shock que acababa de sufrir, sabía que estaba alojado aquí, pero no me
imaginaba encontrarlo a las cuatro de la mañana aquí—. ¿Y tú?
—Pues lo mismo, ¿Te alojas aquí? ¿has venido por la cena verdad? —
me pregunta mientras yo retiro sus manos de mi cara y él me mira con
curiosidad.
—Sí, igual que tú —mi cabeza recuerda a Nuría cuando se abrió el
ascensor—. Ya me dijo Nuría que estabas alojado aquí y que habías
retomado con ella los viejos tiempos.
—¿Qué? ¿Qué te ha dicho? —inquiere enfadado.
—Mira Rafa no hace falta que me expliques nada, ya somos
mayorcitos, no hace falta que nos andemos con rodeos, te has acostado con
ella otra vez, ya esta no pasa nada.
—¿Te ha dicho que nos hemos acostado? —bufa apretando las manos.
—Rafa como ya te he dicho antes, no hace falta que me lo diga, al
subir a mi habitación la encontré en el pasillo medio desnuda, diciéndome
que hacía años que no volvía a sentir aquello, además que esta mañana ya
me dejo muy claro que no te ibas a volver a escapar de ella —me giro hacía
mi copa haciendo acopió de todo mi autocontrol para no mirar esos ojos
azules en los que me perdía como en un agujero negro.
—Yo no me he acostado con ella, ni hoy, ni nunca, tienes que creerme,
yo nunca me acosté con Nuría y puedes tener por seguro que por nada
volvería con ella —Rafa me coge la mano, mientras no deja de mirarme, yo
le doy un trago a mi copa, sopesando todo.
—Rafa que no me tienes que dar explicaciones —termino de un trago
mi copa y le digo a Adrián que la cargue en mi habitación.
—¿Estas en las doscientos once? —pregunta
—Sí —digo secamente, ¿por qué me estoy comportando así, si lo que
quiero es darle un abrazo?, pero claro tambien estoy resentida, nunca me
dijo por qué no me contestó después de aquella declaración de amor la
noche antes de marcharme.
—Yo estoy en la doscientos diez —me informa Rafa sonriendo—.
Debe ser el destino.
—Tal vez —susurro, encogiéndome de hombros.
Me levanto de allí y me dirijo al pasillo, el coge el casco que todavía
estaba donde unos minutos antes se sentaba, y en unos segundos me alcanza
—Lucía creo que tenemos que hablar.
—¿De qué? —le pregunto.
—Lucía, de lo que paso… De todo, yo…
—Creo que no querrás hablar conmigo Rafa,—le interrumpo antes de
que siga—. Además si quiere hablar conmigo podrás hacerlo mañana en la
cena que tendremos todos como super amigos, «que sí lo llego a saber no
vengo».
—¿Por qué crees que no quiero hablar contigo? —Preguntó confuso.
—Sé que me culpas de todo lo que te pasó cuando me largue de aquí —
mascullo.
Sigo andando sin pararme, él se quedó paralizado en el pasillo, paso
por el Hall y alcanzo el ascensor, me meto dentro y subo rogando para que
no me sigua, para que no venga, cosa imposible claro, su habitación está al
lado de la mía. Al llegar al pasillo corro hacía la puerta como si me
persiguiera el mismísimo Michael Mayers.
«¡Mierda!, pero porque cojones me pasa esto a mí». Me digo mientras
me busco en los bolsillos del pantalón, me he olvidado la tarjeta que abre la
habitación en la barra del bar «En serio Lucía, esto te lo tienes que hacer
mirar».
¿Y ahora que?, ¿vuelvo a bajar y me enfrento a Rafa o llamo a la puerta
de Jordi?
Estoy tan ensimismada con los ojos cerrados frente a la puerta,
decidiendo que voy a hacer que no escucho a Rafa acercándose, su mano
recorre mi espalda de arriba a abajo y un golpe de electricidad cae sobre mí.
—Creo que has olvidado algo, Lucía —su voz ronca y varonil me
incendia, es tan sumamente sexy.
Lentamente y despacio, voy dando pasitos para ponerme cara a cara con
este hombre que ha sido siempre mi recurrente en momentos de fantasía.
Este chico que solo con pensar en el hace que mi parte más intima se
contraiga al recordar sus besos y sus caricias. Sí, sé que solo fueron un par
de besos, unos besos de un par de adolescentes, pero quizá no me creas si te
digo que esos besos han sido los mejores de mi vida.
Consigo ponerme frente a él, subo mi cara para mirarlo a los ojos y él
aprovecha ese instante para colocar una de sus manos en la puerta, justo al
lado de mi cabeza mientras que con la otra sujeta la tarjeta de la habitación
delante de mis narices.
—Gra… Gracias —tartamudeo, «Que narices te pasa Lucía por favor,
que tienes treinta y tres años», pienso.
—A ti, saliste corriendo, no me dió tiempo de decirte que te la habías
dejado en la barra. ¿Estás bien? Pareces nerviosa.
Nerviosa, como no iba a estar nerviosa si ni yo misma sé que me está
pasando, joder creía que esta tontería de cuando eramos niños ya había
pasado, lo tenía todo como un bonito recuerdo de algo que fue un corto
instante y que no pudo ser por la distancia o porque yo que sé, tampoco
puedo saber que hubiera ocurrido si yo me hubiera quedado aquí, quizá
nunca me hubiera dicho nada, y al final me hubiera cansado de esperar y
hubiera seguido con mi vida, y en verdad eso fue lo que hice, seguir con mi
vida, pero… ¿lo he olvidado?, está claro que no.
—No, tranquilo estoy bien, solo cansada por el viaje, ya ves que no
podía dormir, por eso bajé..
—Lucía… —susurra
—Collons voleu parar de parlar, estic dormint —grita Jordi abriendo la
puerta de su habitación de par en par e interrumpiendo a Rafa.
—¿Tú otra vez?, ¿Qué has dicho? —Dice Rafa mirándolo con cara de
pocos amigos a ese hombre que no conocía de nada, mientras con una mano
anteponía su cuerpo ocultándome detras de él.
—Rafa —le paro, recuerdo que siempre era el primero en meterse en
líos y precisamente ahora no quiero que salga esa vena suya—. Estaba
durmiendo y le hemos molestado, nada más. Jordi lo siento, perdona, no es
nuestra intención molestar —le digo a mi jefe que me mira con cara de qué
cojones haces aquí a estas horas con este tío.
—¿Es tu marido ? —pregunta Rafa.
—A ti que te importa lo que somos ella y yo —responde Jordi para
rematar la faena «tierra trágame por favor, aquí ahora mimo, pero ya»—.
¿Y tu quién eres tío?
—¿Qué…? —Rafa se gira rodando sus ojos hacía mí confuso.
—No, él no es… Bueno que da igual, no le hagas caso, es mi jefe y se
va a dormir ya ¿verdad Jordi? —le pido a mi jefe señalando la puerta por la
que había salido segundos antes.
Jordi bufa y se mete en su habitación, no sé como pero le quito a Rafa la
tarjeta de la mano. Cuándo me giro para introducirla en la ranura, él pega su
cuerpo contra el mío, su pecho agitado está pegado a mi espalda y lo noto
subir y bajar, sé que su pulso esta acelerado igual que el mío, sus labios
hacen un peligroso recorrido que me paraliza desde mi nuca hasta mi oreja
paseándose por mi cuello a su antojo, sus labios terminan el recorrido
pegándose a mi oído para susurrarme.
—Es tarde, descansa, mañana hablamos pequeña.
Me da un ligero beso en el cuello que me sabe a poco y se marcha sin
mirar atrás, entrando en su habitación y dejándome totalmente descolocada,
pero sobre todo con las bragas empapadas por una simple caricia. «Lucía
tía, no puede ser que una simple caricia y un besito en el cuello te dejen
loca, si sigues así mañana será tu peor noche» y con ese pensamiento entré
a la habitación.
Capítulo 7
¿Por qué me altera tanto?
Rafa

Entro en la habitación como una exhalación, un segundo más y hubiera sido


capaz de hacerla mía en el pasillo, y por si fuera poco me lo recuerda el
dolor de huevos que tengo.
Cuando esta mañana entré en el ascensor no sabía sí mi subconsciente
me estaba jugando una mala pasada al creer que era ella, pero no… Es real,
desde esta mañana me he refugiado en la soledad de estas cuatro paredes,
mi corazón pedía a gritos que me asegurara de que era ella, pero mi cabeza
me decía que esperara, que no me precipitara, igual que hecho toda mi vida,
la culpé sin ninguna razón, aunque quizá la única forma de olvidarla, de
dejar de quererla y dejar de desearla era esa… Culparla de todo lo que me
pasó, de mi mala vida, mi mala actitud y de mi miseria.
Cuando ella se sentó en la barra del bar pidiendo la infusión de
inmediato supe que era ella, esa voz me hizo recordar momentos que
anhelaba. Y ya cuando el puto camarero le puso la mano encima, joder mi
instinto animal de protegerla sobre todas las cosas se escapo de mi interior.
Pero uff, cuando mis manos sujetaron su cara, un puta descarga
eléctrica recorrió todo mi cuerpo. Ella me miraba con cara de haber visto un
fantasma, pude deleitarme durante unos segundos y ver como había
cambiado, observé sus nuevos rasgos, ya no es la adolescente que conocí,
ahora es una autentica mujer. Guapa, sexy, y con unas curvas de escándalo,
que me encantaría recorrer con mi lengua. Pero en esencia, sigue siendo
ella, frágil, inocente, indecisa y despistada. Lo que no esperaba para nada,
es que Nuria hiciera de las suyas otra vez, y quisiera joderme de nuevo
como ya lo hizo, siempre malmetiendo. A que cojones viene que le diga eso
a Lucía.
Cuando vi que se olvidó la tarjeta de la habitación supe que tenía otra
oportunidad para hablar con ella y así fue, cuando salí del ascensor me la
encontré en el pasillo, parecía estar debatiéndose en que hacer y yo no pude
evitar tocarla, jugar con ella como lo hacía antes, me moría de ganas de
volverla a besar y saber si sus labios seguían sabiendo igual de dulces que
antes.
Además quiero o más bien dicho, necesito hablar con ella, explicarle
todo lo que pasó cuando se marchó, aunque seguro que lo sabe por Lola,
son intimas amigas, pero yo quiero que lo sepa por mí, explicarle el por qué
no le contesté a sus cartas, el por qué dejé pasar el tiempo, aunque creí que
el tiempo congelaría este amor, pero está visto que no, que el amor
verdadero derrite el hielo. Y eso mismo es lo que me está sucediendo,
después de dieciocho años mis sentimientos siguen como la noche en que la
perdí.
No me puedo permitir el lujo de perderla de nuevo después de volverla
a encontrar y después de que ella se comporte como lo ha hecho, sé que
tampoco me ha olvidado. Se ha quedado paralizada al verme, he sentido
como su cuerpo reacciona al contacto con el mío. Pero por otro lado me
siento confuso, ¿quién es el tío ese que ha aparecido en la habitación de al
lado?, ¿su jefe…?, ¿y qué cojones hace aquí su jefe?
Cuando Lola le preguntó en la comida a Luis si podía traer Lucía un
acompañante, creía obviamente que sería su marido, ¿pero su jefe? ¿Tendrá
un lío con él? «Joder Rafa, deja de desvariar, ya lo sabrás hostias, mañana
se lo preguntaré a Lola y ya está, ahora métete en la cama y duerme»
pienso. Pero mi cuerpo parece querer otra cosa, la excitación se apodera de
mi razón, quiero volver a ver a Lucía, besarla, hundirme en ella como si no
hubiera un mañana… Salgo a la pequeña terraza a fumar un pitillo, cuando
abro la puerta una bocanada de aire frío cala mis huesos. Pero casi ni lo
noto, estoy tan caliente que no puedo pensar en otra cosa que no sea su
cuerpo desnudo debajo del mio.
La oscuridad reina en la noche, no hay luna, la llama de mi mechero al
encender el cigarro refleja en el balcón de al lado una figura, me quedo en
silencio observándola sin que ella sepa que estoy allí, está mirando su
teléfono, creo que escribiéndose con alguien. «su marido quizá».
Lucía deja de escribir para empezar a grabar un mensaje de voz.
—Ay Carlos, no sé, no te puedo explicar lo que siento, lo he vuelto a ver
y es como si se hubiera detenido el tiempo. Joder no sé ni como cojones
comportarme con él, que me ha dejado el chichi chorreando tío y solo ha
sido un simple besito en el cuello. ¿Qué hago? Aconséjame… Venga que tú
sabes mucho de esto… Seguro que te ha pasado con algún maromo de esos
de los que presumes tanto.
Su voz se detiene y una sonrisa de satisfacción inunda mi cara, ¿está
hablando de mí con un tío? Unos segundos mas tarde la voz de un chico
empieza a sonar desde su teléfono.
—Ay chochi en las que te metes… Primero dejas plantado al cañonazo
de Joel casi en el altar y ahora tu amor de la infancia vuelve con mas fuerza
que nunca, queriendo empotrarte contra la pared ¿ y tú me dices que te
aconseje?. Mi consejo es… ¿Qué haces escuchando mi mensaje todavía?, y
¿por qué coño no estas haciendo guarrerias ya con ese chulazo? Por cierto,
¡quiero fotos yaaaaa! No me vale con tu descripción de esta para mojar y
chuparse los dedos.
Escucho su risa, la verdad que ese tío tiene su gracia y con ese consejo
ya se ha ganado mi gratitud eterna. Escucho como Lucía bufa y se mete
dentro de la habitación, Yo sigo dando vueltas a una cosa que ha dicho el tío
del audio. Lucía ha dejado plantado a un tal Joel en el altar. ¿entonces, no se
ha casado…? Acabo el cigarro y me meto en la habitación, necesito
descansar de todo esto, son ya casi las cinco de la mañana y quiero
descansar, mañana es un gran día. Voy a despejar todas las dudas que
rondan mi mente.

∞∞∞
Mi teléfono empieza a sonar, joder ¿qué hora es?, me levanto y el teléfono
para de sonar, miro la pantalla es Lucas, ayer al final no salí con él, le mentí
diciendo que no me encontraba muy fino y que quería descansar.
Abro la puerta de la terraza para que entre el aire de la mañana. Marco
el teléfono de Lucas y su contestación no se hace esperar.
—Rafa tío, ¿qué pasa? ¿Cómo te encuentras hoy?
—Hola Lucas, pues mejor, hoy me he levantado como una rosa —digo
sonriendo mientras miro hacía la derecha buscando a Lucía en su terraza,
pero no esta, joder lo que daría por verla nada más despertarse.
—Oye tío te vienes a desayunar con Luis y conmigo, vamos a la plaza
alta, han abierto una nueva cafetería allí, y ya que ayer no quedamos,
podrías pasarte así nos ponemos un poco más al día antes de esta noche.
—Sí, claro, oye tío ¿te puedo hacer una pregunta? —le digo mientra
vuelvo a entrar en la habitación.
—Sí por supuesto —responde.
—¿Tú sabes si Lucía se casó? Lola me dijo hace unos meses que iba a
la boda de ella en Barcelona pero anoche me pareció escuchar que no se
había casado y encima ha venido a la ciudad con un tío que dice que es su
jefe —le voy contando mientra no paro de dar vueltas por la habitación
mientras elijo la ropa para salir, necesito respuestas ya.
—¿Lucía? Pues ni idea hace tiempo que no sé nada de ella, ¿pero por
qué quieres saber eso? —me pregunta.
—Nada tío, simple curiosidad, nada más —una curiosidad que me está
matando—. Bueno pues nos vemos en media hora en la plaza alta,
esperarme fuera de la cafetería y ya entramos todos juntos.
—Sí, no vayas a perderte cabrón —dice riendo Lucas.
Cuelgo el teléfono y me visto enseguida, busco el casco y salgo de la
habitación, como un acto reflejo mi cabeza la busca por el pasillo del hotel,
pero no está, quizá haya bajado a desayunar al bar del hotel, o esté
durmiendo todavía, son las nueve de la mañana y casi nos dormimos a las
cinco, bueno a mi me dieron casi las siete porque no paré de dar vueltas en
la cama. Cuando me meto en el ascensor vuelvo a coger el teléfono y le
mando un mensaje a Lola.
Salgo del ascensor y voy directamente al parking donde tengo la moto,
evito pasar por la recepción no quiero que me importune ahora mismo
Nuria.
Llego a la plaza y veo a mis dos amigos en la puerta de la cafetería
donde hemos quedado, les saludo y nos sentamos en la terraza, hace fresco
esta mañana pero quiero fumar, sí lo sé un vicio de mierda pero que le
vamos a hacer no puedo ser perfecto al cien por cien. Dentro es imposible
fumar por eso nos quedamos fuera, además se esta de lujo con las estufitas
que han puesto al lado de las mesas. Pedimos unos cafés y unos bocatas de
queso manchego del bueno, no del que ten ponen en muchos baretos de
Madrid esta es una de las cosas que más echo de menos de aquí, lo bien que
se come.
—Me ha dicho Lucas que le has preguntado esta mañana por Lucía —
dice Luis, mientras Lucas se levanta para ir a saludar a unas chicas que se
habían sentado en una mesa del bar contiguo—. ¿La has visto?
—Sí, la vi anoche, estuve un rato hablando con ella pero no me dió para
mucho, la verdad —le comento mientras doy un bufido y palmeo la mesa
sin darme cuenta de que los nervios se vuelven a apoderar de mí, me doy
cuenta de que Luis sonríe mientras me hace gestos con las manos
—Lo sabía, sigues loco por ella, pero tío, no hables con Lucas de ella,
sigue siendo un cabronazo y te lo hará pasar mal —me explica cuando una
camarera me hace ojitos mientras nos sirve el desayuno—. Joder tío sigues
siendo el puto ligón del grupo, sabes que llevo viniendo aquí meses
intentando trabajarme a esa tía y vienes tú y en un solo día ya te está
haciendo ojitos. Eres un puto cabrón —dice mi amigo dándome un ligero
puñetazo en mi brazo y haciendo un mohín de dolor en sus nudillo—. Joder
tío eres puro acero.
—Claro hombre —digo riendo—. De aquí sacan el acero para los
barcos. —Los dos empezamos a reír cuando Lucas volvió a la mesa.
—Que pasa tíos ¿de qué os estáis riendo? —pregunta Lucas
sentándose y dándole un sorbo a su café americano.
—Nada tío que mientras este aquí Rafa, no tenemos nada que hacer
con la camarera —le explica Luis subiendo las manos hacía arriba en señal
de rendición.
—Que pronto tiras la toalla amigo —responde Lucas—. A esta tía me
la trajinaré tarde o temprano, mientras ya tengo plan para esta noche —dice
saludando a una chica pelirroja que había en la mesa en la que minutos
antes ha estado.
—Eres un cabronazo Lucas —contesta Luis—. También la vas a usar y
tirar como hiciste con mi prima.
—Eh Luis no sigas por ahí, eso fue hace años, y sabes también como
yo que ella estaba loca por meterse en mis pantalones —Luis al oír eso dió
un puñetazo en la mesa y le encaró.
—Eres un cabrón tío no tienes corazón… —Lucas no para de reírse,
mientras increpa más a Luis, mi amigo tiene toda la razón del mundo, Lucas
sigue siendo un puto cabronazo y tendré que medir mis palabras con él.
Sujeto a Luis y tiro un billete de diez euros en la mesa que me he sacado del
bolsillo del pantalón.
Consigo llevarme a Luis al otro lado de la plaza mientras Lucas sigue
riéndose de la situación, logro calmarlo un poco mientras me explica lo que
hace unos dos años Lucas le había hecho a su prima Cristina. Le había
regalado la oreja varios meses hasta que había conseguido su objetivo
llevársela a la cama y robarle su virginidad, sí así era él, coleccionaba
vírgenes por decirlo así, por lo visto llevaba un pique con su primo Carlos.
Claro después de follársela hablando mal y pronto la dejo tirada en la
habitación del hotel, la cría tenía diecisiete años y encima se había corrido
dentro de ella, lo de usar condón no entraba nunca en sus planes, menos mal
que al final la chica no se quedó embarazada, pero claro el puto trauma de
que había jugado con ella mientras le decía que era el amor de su vida le
había hecho mucho daño, y según Luis ya no ha vuelto a ser la misma,
ahora es desconfiada, se ha vuelto muy callada, y casi no sale de casa, en
eso me recordó a mí cuando Lucía se fue. Lo sentía mucho por Cristina ni
ella, ni ninguna mujer se merecen salir con un tío tan deplorable como es
Lucas, y juro que si en el momento en el que Luis le reprochaba minutos
antes en la cafetería lo de su prima, yo hubiera sabido de que estaba
hablando, le habría saltado un par de dientes allí mismo de un puñetazo.
—Lo siento, Rafa, siento haberme puesto así de verdad, pero es que a
veces no puedo con este tío.
—Para nada hombre, que vas a pedir tu disculpas, tienes toda la razón
del mundo en ponerte así, lo que no sé, es como puedes seguir hablando con
él.
—Pues ni yo mismo lo sé… —Responde cabizbajo
—Bueno ya está, Luis, olvidemos todo esto y vamos a otro sitio a
desayunar así seguimos hablando.
Nos paramos en un bar unas calles más abajo, volvimos a pedir lo
mismo que habíamos pedido antes, pero esta vez lo vamos a disfrutar, sin
un puto gilipollas que nos interrumpa
—Pues nada esta noche —comencé a decir—. No tenemos ni que
hablar con él, lo mejor es pasar totalmente de este tío, como si no existiera,
ya sabes el mejor desprecio es no hacer aprecio.
—Sí tío lo sé, menos mal que estas aquí y que al final no te rajaste por
lo de Lucía, por cierto, ¿Qué es lo que le preguntaste al gilipollas de ella?
—¿No te lo dijo? —pregunto, no me cabía la menor dudad de que
Lucas se había vuelto un bocazas
—No, que va, solo me dijo que le habías preguntado por ella. Pero él
no sabe nada de ella, Lucía corto la relación con él, cuando se fue de aquí,
aunque volvió varias veces a la ciudad en estos años nunca quiso quedar
con él. Creo que es la más lista de todos y la que se dió cuenta rápido de
que Lucas no es buena gente —asentí sin evitar sonreír, Lucía siempre
había sido una chica muy inteligente, me acuerdo cuando a veces tenía que
ayudarme con algún trabajo de clase.
—Lola te preguntó que sí Lucía podía traer a alguien a la cena,
suponía que era su marido, pero en el hotel me encontré con su jefe, y luego
escuche a un amigo suyo decir que había dejado plantado casi en el altar a
un tío —dije del tirón.
—A ver… A ver… Tío despacio que no te sigo.
—Vale voy a grano —me siento recto en la silla mientra el camarero
nos trae lo que hemos pedido—. ¿Lucía se ha casado?
—No —responde mi amigo en un monosílabo mientras yo esperaba
que siguiera hablando, pero no, él se queda mirándome mientras mastica el
bocado que se acaba de llevar a la boca.
—Tío… —contesto.
—¿Qué? Ya te he contestado —responde.
—Puedes ser un poco más especifico por favor, para mí es muy
importante —suplico.
—Está bien —asiente mientras da un sorbo de café, deja la taza
encima de la mesa para seguir hablando—. Lucía se iba a casar con Joel, su
novio desde hace unos años, a mí también me invitó a la boda, pero por la
operación de mi madre me era imposible ir, estaba todo preparado para el
enlace pero un mes antes, algo paso, no sé que pudo ser y creo que ni Lola
lo sabe. Solo sé que al final no hubo boda. A mi también me extraño cuando
Lola me pregunto si Lucía podía traer a alguien a la cena, suponía que quizá
había vuelto con Joel que no era mal tío, no te creas, pero no sé yo lo veía
un poco soso —mientras habla yo digiero toda la información que me está
proporcionando mi amigo.
—¿Y entonces el tío que ha venido con ella?
—¿Qué tío? —Me pregunta Luis con cara de no entender nada.
—El que te dije antes, anoche me encontré con Lucía en el pasillo del
hotel tenemos las habitaciones al lado y cuando estábamos en un punto muy
comprometido salió un tipo de la habitación de al lado que ella dijo que era
su jefe.
—¿Su jefe? Pues ni puta idea tío, no sé ni quien es, ni por qué ha
venido aquí con ella, a ver sé que ella trabaja en una revista, y a no ser que
quieran hacer un reportaje por aquí, que puede que sea eso, no sé por qué
tendría que venir con ella.
Puede ser que Luis tenga razón quizá hayan venido a hacer algún
reportaje por aquí y nada más, aunque en la mirada de ese tío pude atisbar
un poco de celos al verla conmigo, ¿y si el tipo ese quiere aprovechar que
está ahora soltera para liarse con ella?
—¿Y tú qué? ¿no tienes a alguna chica que te quite el sueño? —le
pregunto a mi amigo.
—Algo…
Capítulo 8
Cuánto te he echado de menos
Lucía

No he podido dormir en toda la noche, después de entrar en la habitación


tuve que salir a tomar aire fresco a la terraza, estuve hablando un poco con
mi loco amigo Carlos pidiéndole consejo, pero claro no caí en la cuenta de
que él es culo que veo culo quiero, y claro cual si no iba a ser su consejo.
Toc, toc, toc… Escucho unos golpes en la puerta de la habitación.
—¿Lucía estas ahí? —pregunta Jordi.
—Sí, dame un segundo y te abro —contesto.
Me levanto de la cama en donde todavía sigo dando vueltas y
pensando en el calor que sus labios emanaban en mi cuello. «Lucía no sigas
por ahí, quítate esos pensamientos ya» me regaño dándome golpecitos en la
cabeza. Me pongo unos vaqueros y una camiseta cualquiera y me apresuro a
abrir la puerta antes de que Jordi vuelvo a llamar.
—Hola —digo mientra me hago a un lado para que Jordi entre en la
habitación.
—Bon día nena, ¿cómo estas? —me pregunta como si la noche
anterior no hubiera pasado nada
—Hombre, Jordi pues un poco cabreada, por qué fuiste anoche tan
borde con Rafa.
—¿Con quién? —pregunta rascándose la cabeza y poniendo los ojos
en blanco como si quisiera recordar pero no pudiera, que teatrero es a veces.

—Venga tío, no te hagas el longis, sabes perfectamente de quien te


hablo, el chico con el que estaba anoche en el pasillo
—Ahh sí, ya me acuerdo, es que no parabais de chillar y necesitaba
descansar después de la sesión de sexo desenfrenado que tuve.
—¿Qué…? —no me podía creer lo que me acaba de decir, empecé a
dar vueltas en la habitación mientras él tomaba asiento en uno de los
sillones al lado del armario.
—Sexo, ya sabes, eso que tú y yo no parábamos de hacer cuando
estábamos juntos, te acuerdas de aquella noche en la Barceloneta detrás de
las barcas de pedales con forma de patitos que…
—Jordi —le corte—. Para ya de recordar esas guarrerias no puedes ser
normal y recordar nuestros paseos por el Parque Güel, algo romántico al
menos.
—Ay Luci no me pidas eso, ahora mismo tengo los huevos llenos de
amor —dice mientras se me acerca peligrosamente
—No me llames así, sabes que lo odio.
—Sí, menos cuando te la meten hasta el fondo ¿verdad? —dice riendo
y corriendo hacía la puerta de la habitación—. Te espero abajo —dice antes
de cerrar la puerta mientras mi zapatilla rebotaba en ella.
Como podía ser tan sumamente gilipollas y cargante, joder si es que no
aprendo, a ver porque narices tenía que haberlo traído al viajecito. Pero mi
cabeza ahora mismo piena en otra cosa.
Si Jordi me acaba de confesar que anoche tuvo sexo puede ser que…
Joder y yo pensando que Nuria y Rafa se habían acostado, termino de
ponerme un poco decente y salgo de la habitación en busca de Jordi
para que termine de explicarme si puede que esté en lo cierto.
Cuando llego al bar del hotel no hace falta que nadie me explique ya
nada, allí esta Nuría con Jordi sentados en la misma mesa y acarameladitos,
ugh que asco por favor, ¿en serio? Bueno mirado por el lado bueno, eso
quiere decir que mi Rafa me ha dicho la verdad y ayer no estuvieron juntos.
Paso de sentarme con ellos bastante tendré que aguantarla en la cena,
así que saco el móvil del bolso le pongo un mensaje a Jordi diciendo que
me ha llamado mi prima y que he quedado con ella. Ya a la hora de comer
quedaremos.
Salgo del hotel y me dirijo a la avenida principal, voy buscando como
loca una cafetería para tomar un café bastante cargado, lo necesito más que
nada después de una noche como la que he pasado, llego a una con toques
vintage que es super cuqui te sirven el café en unas tazas de porcelana que
parece que vas a tomar café con la reina de Inglaterra, después de
zamparme el cafelillo con un croisant a la plancha con bien de mantequilla
y mermelada, cojo un autobús y voy directa al lugar que siempre visito cada
vez que vuelvo a la ciudad.
Veinte minutos más tarde el autobús se detiene en mi parada, bajo de
el, cojo aire y me adentro en el camposanto y compro un ramo de claveles
morados y blancos en un puesto que hay nada más entrar allí. Deambulo
por las calles del cementerio con ese silencio característico de estos lugares,
que solo rompe el viento al deslizar las hojas secas de las plantas que hay
aquí, solo algunos gatitos encima de algunas lápidas son los que me miran
al pasar, hace meses que paso la fiesta de todos los santos y ya se puede ver
como las flores secas de varios ramos que todavía no ha quitado nadie, a lo
lejos algunas personas limpian unos nichos, seguí andando hasta que al
girar una de las esquinas de los nichos me encontré de lleno con él.
Rafa estaba entrando en un panteón, me escondo, no quiero que él me
veade nuevo, pero mi curiosidad hace que me quede mirando allí sin
moverme. Veo como deposita un ramo de gardenias y lirios en una lápida
con una escultura de un ángel precioso. Él comienza a llorar, observo sus
gestos, como se seca las lagrimas con la manga de su chupa de cuero. De
repente siento un nudo en el estomago, me veía a mi hace unos veinte años
escondiéndome detras de las escaleras del instituto para poder verlo llegar o
poder espiarlo sin que él se diera cuenta.
Cierro los ojos, respiro hondo y me sigo mi camino, ando deprisa y sin
pararme cuando paso por delante de ese gran panteón, estoy a punto de
girar a la izquierda para llegar al nicho donde descansa el cuerpo de mi
abuelo pero escucho mi nombre y todo mi mundo se vuelve a paralizar.
—Lucía.
No puedo girarme para mirarle frente a frente, estoy paralizada, no me
he dado ni cuenta de que los claveles que llevaba en la mano ahora están
tirados en el suelo.
—Lucía, ¿te encuentras bien? —me vuelve a decir mientras se acerca.
—Sí, perdona que desastre soy —me arrodillo para recoger las flores.
—No te preocupes, yo te ayudo —siento como sus manos tocan las
mías al coger aquel mismo clavel que cayó más desperdigado que el resto,
ahí volví a sentir que hay algo que irremediablemente me atrae hacía él
como la luz a las luciernagas.
Nos levantamos a la vez y nos quedamos mirándonos sin decir nada,
como si el tiempo no hubiese pasado. Pero sí, ha pasado, ya no es el mismo
chico desgarbado que siempre llevaba gorra, ahora es un hombre con unos
músculos de infarto que se pueden ver a través de la ceñida camiseta que
lleva debajo de la chupa, también por las mangas salen ligeros trazos de un
tatuaje que seguro sigue por todo su brazo, una barba de pocos días se
dibuja en su cara, junto a esa mirada de pillo que no puede con ella, lo que
si seguía manteniendo era su pelo rebelde.
—Gracias Rafa, no te había visto —disimulo.
—No te preocupes, en este lugar todo el mundo se evade, viene hablar
con sus antepasados, a pensar, a recordar…
—Sí, tienes razón —digo— ¿ya te vas? —él me miróa elevando la
comisura de sus labios y levantando una ceja.
—¿Quieres que me quede contigo? —pregunta envalentonado.
—Si no tienes nada más importante que hacer y te apetece
acompañarme, por mí encantada —«un momento, ¿he dicho yo eso?».
—Que voy a tener más importante que estar contigo —comienzo a
andar de nuevo y él a mi lado, pone su mano en mi espalda acariciándome y
yo me deje hacer, es totalmente reconfortante.
Llego a la tumba de mi abuelo, deposito los claveles en su fría lápida
mientras se me escapan unas lagrimas sin poder evitarlo. Agradezco en este
momento que Rafa esté a mi lado, aunque no diga nada, solo su simple
presencia es bastante. Hace ya cinco años que mi abuelo ha fallecido, pero
eso no quita que se recuerden a las personas que tanto hemos querido como
si las acabáramos de perder. Particularmente solo recuerdo que ha fallecido
cuando vengo a traerle flores, el resto del tiempo para mí es como si
estuviera vivo y como si en cualquier momento mi teléfono fuera a sonar
sabiendo que al otro lado de la línea está él. Me gusta recordarlo así, con
sus cosas y tan cascarrabias como cuando me regañaba por alguna trastada
que hacía.
Miro a Rafa que se ha quedado unos pasos mas atrás respetando mi
momento, no tengo que decirle nada, él se acerca y me abraza, este abrazo
que me sabe a hogar, me hace recordar aquella noche, aquel último beso.
Sus ojos se chocan con los míos y me da un beso en la frente.
Hasta que no salimos del cementerio no me doy cuenta que nuestras
manos están entrelazadas, conectadas como ese hilo rojo que por mucho
que se retuerza, se estire y se encoja, nunca, nunca se rompe, así eramos los
dos en este justo momento. Me paro en seco y lo miro.
—Rafa, tengo que irme, he quedado con Lola para dar una vuelta,
quiero ir a comprarle un regalo a Alex para su cumpleaños —digo
soltándome de su amarre y dando unos pasos hacía la parada del autobús.
—Que casualidad, yo tambien he quedado con ella —me contesta—.
Si quieres podemos ir juntos a verla, puedo llevarte.
—¿Tú has quedado con ella? No me dijo nada anoche —pregunté
extrañada, Lola no me hubiera ocultado algo así ¿verdad?
—He quedado esta mañana, bueno que, ¿vienes conmigo o vas a
esperar el autobús?
Que hago, me voy con él, espero el bus, «sí lo estás deseando tonta»,
me digo.
Pero que cojones, pues claro que sí, venga quien no arriesga no gana
¿no?
Se gira y empieza andar hacía el aparcamiento que está justo detras del
cementerio, su cara es el rostro de alguien que se sale con la suya, esos
hoyuelos me van a volver loca, o quizá ya lo esté haciendo.
Llegamos al parking y solo veo un coche un poco destartalado que sé
perfectamente que es de Carmelo el hombre que se ocupa de abrir y cerrar
el cementerio, al lado un poco escondida hay una moto reluciente, es una
Harley 883 con cuelga monos chulisima y de color azul y negro, es
preciosa, ¿Qué cómo podía saber tanto de motos? Pues porque me pirran la
verdad.
—¿Y tú coche? —pregunto.
—¿Quién ha dicho algo de un coche? —responde.
—No pretenderás que me suba en la moto contigo ¿verdad?
—¿Tienes miedo? —dice quitando el pitón de la rueda y tendiéndome
el casco.
—¿Miedo? Para nada, pero este es un maquinón importante y… ¿no sé
si tu…?
—¿Si yo que, Lucía? ¿Si sé llevarla? ¿Por qué no montas y lo
averiguas? Te prometo que te llevare despacito —«despacito, si yo me
monto en esta moto es para ir dándole zapato no para ir despacito»
—Está bien —respondo cogiendo el casco que me entrega—. ¿Sabes
llegar a casa de Lola?
—Tú me indicas ¿vale? —me responde mientras se sube en la moto.
—Pero oye ¿y tú casco?
—En tu cabeza —responde sonriendo.
—¿Cómo? Me has dado tu casco, ¿y tú qué? —inquiero saber.
—Vamos aquí al lado, venga monta que pareces mi madre dándome la
paliza.
—Pero… Rafa ¿y sí nos para la policía?, o ¿y si tenemos un accidente
—digo preocupada.
—Lucía déjate ya de tantos ¿y sí?, y súbete ya o me voy sin ti. Además
tú llevas el casco, si tenemos un accidente tu estarás protegida que es lo que
más me importa, lo que me pase a mi me da igual, además que no nos va a
pasar nada joder, monta ya.
Le hago caso y me subo a la moto, pongo mis manos alrededor de su
cintura y él arranca, el ruido de la moto me altera la sangre, noto calor en
todo mi cuerpo, no es la primera vez que monto en moto, pero sí la primera
que lo hago con el corazón latiendo al mismo ritmo que el tubarro de escape
de esta máquina. Rafa comienza a darle gas y sale del parking, conduce
elegantemente y acelera justo en el momento que tiene que hacerlo, parece
muy buen conductor, eso si la gente nos mira porque el cabra va sin casco.
Cuando paramos en el primer semáforo nos ponemos mas rectos en la
moto , pero no le suelto, gira su cabeza par poder mirarme aunque no lo
consigue y me dice.
—¿Lo estás disfrutando? —si viera mi cara no preguntaría porque soy
la felicidad personificada.
—Mucho —admito, pero lo mejor llegó después de ese momento,
cuando él recorre con su mano izquierda mi muslo, mientras que con la otra
mano libre, acaricia mis manos, un momento mágico que llegó a su fin
cuando el semáforo se puso en verde, dejo de acariciarme para volver a
coger el manillar de la moto. En ese momento me sentí vacía y comprendí
que lo que se estaba removiendo
en mi interior no me estaba gustando nada.
Capítulo 9
¿Estás preparada?
Rafa

Sentirla detrás de mí es como estar en el puto cielo, jamás he tenido una


sensación así, y cuando aceleró y se pega más a mi, Dios es puta locura. Sus
pechos contra mi espalda uff, estoy duro solo de pensar las locuras que le
haría. Aprovecho cada momento que paramos en los semáforos para
acariciarla y lo mejor de todo es que ella me deja hacer, sigo las
indicaciones que ella me dicta para llegar a casa de Lola, aunque no
quisiera llegar nunca. Cuando enfilamos la avenida Lucía me indica que a
unos trescientos metros se encuentra la casa de nuestra amiga, pasamos por
la puerta y veo como a Lola se le desencaja la boca al vernos juntos y en mi
moto. Aparcó en un parking de motos que hay a veinte metros de su casa y
espero a que Lucía se baje de la moto, pero no lo hace.
—Lucía, ya hemos llegado —le digo dándole unas palmadas en el
muslo.
—Eh, sí, sí, perdona iba pensando en mis cosas —Lucía deja de abrazar
mi cintura y me siento como sí me faltara algo—. Me voy adelantando a por
Lola, te espero allí.
Lucía me entrega el casco y sale a toda prisa, no puedo evitar sonreír,
sé que el viaje en moto nos ha servido para romper el hielo entre los dos y
espero que algo más.
—Hola Rafa —me dice Lola con retintín.
—Hola guapa, ¿Qué tal estáis? —le digo mirando al pequeño Alex.
—Muy bien, ya nos puedes ver, aunque parece que no mejor que tú —
me dice guiñándome un ojo mientras Lucía le da un codazo que me hace
reír a carcajadas.
—Bueno nos vamos a comprarle algo al peque ¿no Lola? —pregunta
Lucía.
—Sí loca, solo un segundo, tengo que hablar con Rafa una cosilla, ¿sí
me permites un momento a solas con él? —cuando Lucía escucha a Lola
frunció el ceño.
—Vale, ya me ocupo yo del pequeño, os espero en el bar de la esquina
tomándome un Salobreña y una tapita.
Cuando Lucía se aleja, Lola se vuelve como loca dando saltitos y
dándome manotazos.
—Para, Lola o te harás daño, ¿no sabes que de aquí sacan el acero para
los barcos? —digo señalando mis abdominales.
—Ay sigues igual de creído —me dice sacándome la lengua—. Bueno
a ver que es lo que querías hablar conmigo, me has dejado preocupada.
—¿Por qué no me has dicho que Lucía no se casó?
—Me dejaste de hablar ¿recuerdas?, además que más da eso, ¿hubiera
cambiado algo? —«en verdad no» pienso. No hubiese cambiado nada—.
¿Que culpa tengo yo de que tú seas un cabezón de tres pares de narices?
Además a mi no tendrías que decirme nada, Luis también lo sabía y con él
si has seguido teniendo relación. Así que sí te tienes que enfadar con
alguien amigo mío, ese es Luis.
—Tienes toda la razón amiga, anda ven aqui —le digo mientras le doy
un abrazo—. Necesito pedirte un favor.
—Si tiene que ver con Lucía, mi respuesta es No.
—Joder tía no me hagas esto, necesito hablar con ella, explicarle lo
que me pasó hace años, el por qué de todo, solo necesito que esta noche en
la cena pueda sentarme a su lado y quedarme unos minutos a solas con ella.
—Y sé puede saber que le vas a explicar Rafa —me pregunta con los
brazos en jarra, no recordaba lo insistente y preguntona que es Lola.
—Tía, ya lo sabes…
—No, no lo sé… Tío —me hace burla
—Venga, vamos hacía el bar y te lo cuento…

∞∞∞
No paro de dar vueltas en la habitación del hotel, estoy muy nervioso,
he trazado todo un plan con Lola que espero que no me lo joda nadie,
después de pasar parte de la mañana de compras Lucía se fue con su jodido
jefe, ya me ha dicho Lola que solo ha venido con ella para desconectar
porque acaba de salir de una mala relación. Pero lo que más me jode es que
ese tío fue el primero para ella, cuando tenía que haber sido yo, joder —me
digo mientras doy un puñetazo a la pared—. Y lo más gracioso de todo
esto, es que ella ya me hablaba de él en sus cartas y yo podía haberlo
evitado. Mi móvil comienza a sonar, es un mensaje voy a buscar el móvil al
baño que lo tengo allí cargando, es un mensaje de Luis diciéndome que a
qué hora quedamos para ir juntos al restaurante.
Decido llamarlo y explicarle todo necesito que él también me ayude esta
noche, quiero que sea muy especial tanto para Lucía como para mí.
Después de más de media hora explicando paso a paso a Luis el plan
que tengo pensando para quedarme a solas con Lucía, vuelvo a mirar el
reloj, son las siete y medía de la tarde he quedado con Lucía en una hora
abajo en el Hall para ir juntos. He pedido un Uber para esta noche, llegó la
hora de recuperar lo que hace tanto tiempo perdí, simplemente por ser un
crío influenciable y gilipollas.
Saco la ropa perfectamente planchada de la bolsa que me ha traído
hace un rato el chico del servicio de habitaciones, la dejo tendida encima de
la cama, preparo los zapatos, el reloj y la cartera, sí soy un poco
perfeccionista, me gusta que todo esté en su sitió y bien puesto, en eso tiene
la culpa Estefanía, mi madre.
Me voy directo a la ducha, me quito la ropa y no puedo dejar de pensar
que tan solo a unos metros de mí está ella, ¿qué estará haciendo? ¿cómo
habrá ido la comida con su jefe?, estoy tentado a mandarle un mensaje, Lola
me dió su número esta mañana pero no lo hago, quiero esperar a que sea
ella quien me dé su teléfono. El agua caliente relaja todos mis músculos,
estoy muy tenso desde que llegué, pero joder el volver a verla no creí nunca
que me volvería a afectar tanto.
Me estoy lavando el pelo cuando suena mi móvil y lo dejo sonar no
voy a salir en plena ducha para coger el puto teléfono. Cuando acabó de
secarme con la toalla me paseo desnudo por la habitación, está encendida la
calefacción y no hace falta ni ponerse un albornoz. Me siento en la cama y
cojo el móvil para ver quien me había llamado y devolver la llamada.
—¡Ey que pasa mamón! —dice mi hermano.
—Ey Raulito ¿qué te cuentas?
—Pues nada tío aquí disfrutando del día con Amber, queríamos decirte
algo.
—¿No me digas que me vais a hacer tío ya? —pregunto riendo.
—Lagarto, lagarto, déjate anda. No es eso capullo.
—¿Entonces? —pregunto
—A Amber le han ofrecido una plaza fija en la universidad de Málaga
para el curso que viene..
—¿En serio?, hostias que bien tío cuanto me alegro por ella —sé que
Amber se ha currado mucho las oposiciones y que está deseando que
alguien le de una oportunidad en este mundo de enchufados.
—Pues eso hermanito, que tenemos que celebrarlo en cuanto llegues a
Madrid.
—Eso está hecho, ya lo sabes, las buenas noticias siempre hay que
celebrarlas, por desgracia no es el pan de cada día en nuestras vidas.
—No te quejes cacho cabrón que eres un tío de éxito, tienes varias
empresas que van de puta madre, una vida de lujos con un cochazo y una
moto que te cagas, lo tienes todo.
—Y crees que no cambiaría todo eso con los ojos cerrados por ser
feliz.
—¿No eres feliz? —se sorprende mi hermano.
—No del todo, ya lo sabes. Bueno tengo que dejarte hoy quiero dejar
todo atrás y empezar a ser feliz, así que deséame suerte, te aviso cuando
este por los Madriles tío.
—Perfecto capullo, suerte, disfruta de la noche, y escúchame… Haz lo
que tú corazón te diga que hagas y no lo que te digan los demás.
—Gracias, Raúl, lo haré.
Cuelgo el teléfono pensando en que mi hermano tiene razón tengo que
dejar de pensar en lo que los demás pueden pensar o me digan, a partir de
hoy haré lo que me dicte el corazón.
A las ocho y cuarto ya no aguanto un minuto más, he salido un par de
veces a la pequeña terraza por sí la veía, pero no, ¿estará todavía con su
jefe? Cojo la cartera, el móvil y salgo de la habitación a la misma vez que
otra persona sale de la suya, lo sé por el portazo que da al cerrar, me giró
para ver quién es y me encuentro al jefe de Lucía, ¿Pero el tío este dónde
va?
—Hola tío, perdona lo de ayer ya me ha dicho Lucía que sois amigos
de hace tiempo —¿me esta pidiendo perdón? ¿Qué va ahora de guay?
—Nada no te preocupes, soy Rafa —le tiendo la mano a modo de
saludo y él la acepta.
—Jo sóc el Jordi.
—Encantado tío, tengo que dejarte he quedado con Lucía abajo en el
Hall.
—Perfecto nen, ahora nos vemos —«¿Cómo que ahora nos vemos?»
bueno puede que acompañe a Lucía hasta el Hall, simplemente eso, Lola
me ha dicho que ha quedado con su marido para cenar y no quedarse solo,
seguro que es eso.
Me meto en el ascensor con ese pensamiento sin querer darle más
vueltas, cuando el ascensor se abre me encuentro de cara con Nuría.
—Hola Rafita, ¡Qué guapo estás por favor! —dice dándome un repaso
de arriba abajo y mordiéndose el labio.
—Hola Nuría, gracias —me limito a decir sin prestarle mucha
atención.
—¿Y ya está? No me dices nada sobre mi modelito —comenta dando
una vuelta sobre sí misma—. Me lo he comprado exclusivamente para la
ocasión.
—Claro, estas genial —respondo mientras ando hacía el Hall, vuelvo a
mirar el reloj ya son las ocho y medía, Lucía estará a punto de bajar.
—¿Vas acompañado de alguien a la cena Rafita? —vuelve a la carga
Nuria.
—Sí, voy acompañado de Lucía —le confirmo con orgullo.
—¿Con Lucía? Otra vez con el mismo tema Rafa, no te acuerdas lo
que te hizo sufrir la muy perra, te dejó tirado tío, que te drogaste por esa
zorra.
—Basta, Nuria, no te vuelvas a dirigir a Lucía de ese modo en tu puta
vida me oyes —digo mientras se escucha el ruido del ascensor abrirse.
Uff… ¿sabes la sensación cuando tienes a un ángel recién caído del
cielo delante de ti?, yo tampoco, pero debe ser lo más parecido a lo que
estoy sintiendo ahora mismo. Como he podido ser tan gilipollas durante
todo este tiempo, Lucía es una mujer preciosa y es la mujer que nunca más
dejaré escapar. Me acerco a Lucía dejando a Nuria a un lado.
—Hola preciosa, no puedes estar más bonita ¿lo sabes, no? —digo,
ella se sonroja de inmediato y baja la mirada al suelo.
—Gracias Rafa, no es para tanto, tú tambien estas …
—Hola Lucía que mona estas, te sienta super bien ese vestidito, tienes
que decirme donde lo has comprado, por cierto ¿Jordi está listo ya? —le
pregunta Nuria interrumpiendo la conversación que acabo de empezar con
Lucía. Y lo que me molesta es como se atreve a decirle ni siquiera hola
cuando segundos antes la estaba insultando.
—Eh… Sí, ya está listo supongo, ha vuelto a su habitación porque se
había olvidado el teléfono —responde Lucía.
—¿Jordi viene a la cena? —Pregunto extrañado mirando a Lucía—.
¿No había quedado con Javi?
—Tú lo has dicho había…
Lucía empieza a andar por el Hall y con un movimiento de mano me
indica que la siga, y eso hago, dejo atrás a la maliciosa de Nuria y me voy
tras ella.
—¿De qué se conocen Nuria y tu jefe? —le pregunto cuando salimos
del hotel.
—De follar.
—¿Qué…?
—Sí, Rafa, por lo visto anoche follaron, te acuerdas que creí que tú
habías estado con ella, ya sabes… —dice haciendo un gesto con sus manos
indicando que se refiere a Nuria.
—Sí, sí, lo recuerdo.
—Pues eso, que se dieron un homenaje anoche —me dice cabreada
mientras le abro la puerta del Uber que ha llegado para recogernos.
—¿Te molesta que haya pasado eso entre ellos? —quiero saber si ella
tiene algún tipo de sentimiento por su jefe.
—No, para nada, solo me molesta que sea un hijo de puta, que acabe
de dejarlo con su prometida, que por cierto cuando empezo con ella, estaba
casado con mi amiga, y que encima cuando vinimos en el tren venía
llorando por lo mal que lo había hecho todo. Sí hasta me insinuó que nos
acostáramos juntos —eso último hizo que me hirviera la sangre, apreté los
puños todo lo que pude hasta notar que un hormigueo en mis manos y me
mordí la lengua, no quería decir nada malo de ese tipo para no ponerme a
Lucía en contra, pero joder es que el tío no me lo pone fácil.
—Lucía, pasa de él de verdad, no merece que pierdas un minuto de tu
tiempo pensando en eso, además ya sabes como es Nuria, si se lo propone
es capaz de jodernos la noche a todos —le digo acariciándole la mejilla.
Cuando llegamos al restaurante,varios de nuestros antiguos
compañeros esperan en la puerta, a muchos hacía años que no los veo, y
ahora me arrepiento de haber estado tan alejado. Pero las cosas pasan así y
no hay que darle más vueltas.
El Uber para a unos metros de allí, pago la carrera y ayudo a Lucía a
bajar del coche, la verdad que Nuria no se ha equivocado, a Lucía le queda
fenomenal este vestido negro, es sencillo, pero ella lo llevaba con una
elegancia que a muy poca gente le sale tan natural.
—¿Estás preparada para la Gran noche pequeña? Le digo dándole un
ligero beso en la mano.
—Sí tu estas a mi lado, siempre estaré preparada —me contesta y hace
que mi corazón se llene por completo.
Capítulo 10
¿Esa rosa es para mí?
Lucía

La noche comienza genial, después del disgusto que Jordi me dió al


decirme que no iba a ir a la cena con el marido de Lola, me cague en todo lo
cagable, ¿en serio iba a dejarme mal delante de mis amigos? Todo por un
polvo con una tía que acaba de conocer y encima ella.
No, si es que los viejos fantasmas siempre vuelven. Al final voy a
tener que llamar a la bruja que me ha recomendado Javi.
Menos mal que a mi lado esta él, lo miro y todavía no me lo creo,
desde que ha vuelto a mi vida, ha sido como un torbellino que te envuelve y
te remueve todo dejándote patas arriba, claro que eso de que me dejara
patas arriba era lo que quería yo. ¿o no? Ay no sé, sería tan terrible que por
una vez sintiera lo que es querer y ser correspondida, Claro que para eso
tendría que saber si él siente lo mismo por mí.
—Loquita mía —escucho la voz de Lola a lo lejos, mientras Rafa besa
mi mano.
—Di… Dime —digo con la voz entre cortada por el gesto que ha
tenido él conmigo.
—Y esa cara amiga —me pregunta sonriendo de oreja a oreja y
guiñándole un ojo a Rafa, anda que va a disimular algo.
—Tía siento mucho lo del gilipollas de Jordi, ya lo conocerás cuando
llegué, es un idiota discúlpame nuevamente con tu marido.
—Tranquila de verdad, mira mejor así, ya se ha quedado tranquilo con
el peque en casa viendo el fútbol.
Nos acercamos a la puerta del restaurante y comienzo a saludar a todos
mis compañeros, hay muchos que no los veía desde que me marche, aunque
seguía en contacto con ellos por teléfono o por e-mail.
—Dios, ¿pero esta preciosidad de donde ha salido? —dice David
abriendo sus brazos para darme un gran abrazo—. No sabes lo que te he
echado de menos Lucía.
—Y yo a ti David, muchísimo —le respondo todavía abrazada a su
cuello.
—¿Al final os quedasteis juntos? —susurra a mi oído antes de parar
nuestro abrazo.
—Que va, para nada, nos alojamos en el mismo hotel y hemos venido
juntos —respondo—. Pero no hay nada entre nosotros, nada de nada que lo
sepas listillo.
—Siempre imaginé que algún día acabaríais enrollados, cuando
estabais juntos saltaban chispas, pero muy pocos podían verlo.
—Ya te lo dije en su día David estas alucinando, ves cosas donde no
las ahí —contesto y un suspiro me sale del alma—. Él y yo… Simplemente
no podría pasar, no funcionaría.
—Sí tú lo dices.
Cuando terminamos las presentaciones Lola se cuelga de mi brazo y
pasamos al restaurante. Es un típico mesón castellano, con las paredes
pintadas en blanco y en azul, con las vigas de maderas, y los típicos
manteles de molinos y la imagen de Don Quijote y Sancho Panza. Vamos
tomando asiento y cuando voy a poner mi chaqueta y mi bolso en una de las
sillas, Lola tira de mí y me lleva a la otra punta de la mesa.
—¿Pero qué te pasa loca? Un poco más y me desencajas el brazo.
—Ay Lucía no me gusta ese asiento, no sé ya sabes que soy muy
maniática, mejor nos sentamos aquí —No le doy mas importancia, desde
pequeñita Lola es un poco pejiguera, tiene que lavarse tres veces las manos
antes de ir al baño y otras tres veces al salir, tiene que comer siempre con un
vaso de zumo de naranja recién exprimido sin pulpa y usar calcetines de
distintos colores, es un poco rara de cojones, pero es mi rarita.
Por fin tomamos asiento, a mi lado se encuentra Lola, David, Luis y a
al otro lado hay un asiento vacío con la chaqueta de Luis encima, imagino
que le está guardando el sitio a Lucas, siempre fueron inseparables y
todavía no lo he visto. Pero no, mi sorpresa fue mayor cuando Rafa que
todavía estaba fuera del restaurante entra con un ramo de rosas blancas
enorme que en su centro tiene una rosa roja.
—Bueno… —dice llegando a la mesa sin quitar la vista del ramo—.
Ya que casi estamos todos, Quería pedir disculpas por mi comportamiento
en los últimos años que pase con aquí, sé que no me porté nada bien con
muchos y que fui muy cabrón con casi todas vosotras, por eso mismo,
quería aprovechar este momento para pedir perdón a todos.
Rafa le da a cada una de las diez chicas que están sentadas en la mesa
una rosa blanca después de tener con ellas unas palabras, cuando en el ramo
solo le quedan tres rosas, una de ellas roja se paró al lado de Lola.
—Lola, sé que me merezco una buena hostia por tu parte, créeme lo
sé, antes ya te pedí disculpas, pero te las vuelvo a pedir nuevamente. Sé que
te hice mucho daño con mis actos y palabras durante todos estos años, tú te
has comportado siempre conmigo como una amiga excelente y yo me he
comportado como un capullo, por eso te pido que me perdones —Lola se
queda helada tras el discurso de Rafa y se le escapa un par de lagrimitas que
también asoman por mis ojos, ha sido precioso, joder el tío cuando quiere es
todo un romántico.
Cuando creo que es mi turno y me estoy preparando para ello, Rafa
pasa de largo y se va al otro lado de la mesa, «¿pero y a este qué le pasa?
¿Yo no merezco su perdón?», pero no pude rechistar, la puerta del
restaurante se abrió y Nuria entro liando un alboroto grandísimo cogida de
la mano de Jordi.
—Hola chicos, ¿me echabais de menos? Mirar que chico más guapo
me he agenciado.
—Nuria llegas tarde, siéntate y déjate de armar escándalo, no estamos
solos en el restaurante —le espeta David delante de todos.
—Tú siempre tan cariñoso, Ay Rafa, —comienza a andar hacía él—.
¿Y esas rosas? ¿Son para mi?
—Eh cálmate bonita, nos ha traído un rosa a cada chica —le responde
con un tono bastante sarcástico Carla.
—Ni ni ni ni ni —murmura Nuria haciéndole burla.
—Sí pero la verdad no creo que ella se lo merezca mucho —comienza
a decir Rafa—. Total desde que he llegado aquí ya me ha empezado a hacer
la vida imposible. Así que no, no hay rosa para ti.
Nuria que coge un mosqueo del quince toma asiento junto a Jordi que
está al lado de David y Cris. A mi lado en el asiento que quedaba libre se
sienta Rafa. Cuando lo hace me mira y respira hondo antes de decir algo.
—Lucía, sé que contigo cometí los mayores errores de mi vida, pero
quiero arreglarlos, quiero que podamos empezar de cero…
—Ay por favor, Rafa no seas ridículo, vas a volver a perder tu tiempo
con ella, eres un tío de éxito, pero por Dios ¿Tú la has visto? Además
quiero mi rosa —Nuria se abalanza sobre las dos rosas que quedan en el
ramo y coge la de color rojo.
—Eres una puta cría Nuria —Rafa se levanta de la silla y sigue
hablando—. Te das cuenta que tienes una pataleta encima porque te he
rechazado. Y claro no te ha quedado más remedio que liarte con el jefe de
Lucía. Devuélveme la rosa —le tiende la mano para que se la devuelva pero
ella niega con la cabeza—. Sí quieres una, coges la blanca que es para ti,
pero la roja no.
—Nuria creo que te has equivocado con todo lo que has dicho —
responde Jordi—. Lucía es una tía de diez.
—Tú también me vienes con estas tío, pero que veis en …
—Nuría —le corta David—. Mira lo que te digo o cierras la boca de
una puñetera vez o te largas de aquí, no vamos a permitir ninguno que
después de mas de diez años que no nos hemos reunido empieces con cosas
de niños, ya no tenemos quince años, ya no somos esos críos por Dios,
nunca vas a superar que Rafa te dejara porque estaba loco por Lucía — La
cara de Nuria es un cuadro, tiene la boca totalmente desencajada, y los ojos
amenazan con salirse de las cuencas.
Yo no paro de alucinar, primero entra armando escándalo, luego la lía
por una simple rosa, que también que más da si quiere la puta rosa roja pues
ya está que se la quedé y punto, pero Rafa no está por la labor, y cuando ya
empieza a ponerse farruca, Jordi y David salen en mi defensa, ole por estos
amigos que tengo.
Nuría permanece callada después del rapapolvo de los tres, le devuelve
la rosa roja a Rafa y se sienta, pero a los cinco minutos pone la escusa de
que se encuentra mal y Jordi todo un caballero la acompaña a su casa,
bueno todo un caballero que espera meterla en caliente, porque si no ya te
digo yo que esté se queda aquí, con lo que le gusta una juerga.
—Bueno ya que estamos los que tenemos que estar vamos a
divertirnos ¿no? Que empiece la cena —proclama Luis a toda la mesa.
Los camareros pasan comienzan a tomar nota de lo que deseamos
tomar, cuando todo está más calmado al menos de momento, Rafa pone su
mano en mi rodilla, acto que hace que mi mirada se encuentre con la suya.
—Puedes venir un momento conmigo fuera, quiero fumarme un pitillo.
—Claro —digo en un susurro, cada vez que estoy a solas con él mi
cabeza se vuelve loca y no soy dueña de mis actos.
Lo dos nos levantamos y de camino le digo que se adelante que tengo
que ir un momento al baño. El asiente con la cabeza y yo me marcho al
baño. Cuando estoy refrescándome la nuca, Lola entra como un torbellino.
—Tía, tía, tía, ay que emoción, ay que bonito…
—Ey tranqui tía, ¿El qué? ¿Qué es lo que ha pasado ahora?
—Ahora nada, lo de antes. Uf parecía que estaba en un culebrón viendo
como esos tres maromos te defendían de la mala pécora de Nuria.
—Uff vaya tensión, menos mal que ha tenido la decencia de irse,
porque estaba apunto de abalanzarme encima de ella tal cual jaguar y
desgarrarle el cuello, te lo juro.
—Bueno, pues menos mal que no llegó el agua al río —confiesa mi
amiga—. Espero que a partir de ahora la noche vaya mejor.
—Eso mismo espero yo amiga, tengo que dejarte, Rafa me ha pedido
que le acompañe fuera a fumar y no quiero hacerle esperar.
—Ay que bonito sería…
—¡Lola! No empieces que nos conocemos.
—Eh yo no he dicho nada —sube las manos en son de paz.
Cuando pongo un píe fuera del restaurante el viento helado me da en
toda la cara, queda menos de unas semanas para que llegue la primavera,
como echo de menos el calorcito de Barcelona en estos momentos, aunque
no tanto la humedad. Una mano me sujeta el brazo tirando de mí, me dejo
hacer sé de quién se trata.
—Has tardado mucho.
—La culpa es de Lola que me ha entretenido en el baño, esta súper
emocionada por la defensa que habéis hecho.
—No ha sido nada, ella no sabe comportarse, es una mal educada y
encima viene dando lecciones de moral —explica Rafa—. Pero no
perdamos el tiempo hablando de ella. Quiero darte algo.
—¿A mí? ¿Por qué?
—A ti y porque me da la gana. ¿Qué pasa no puedo?
—Sí, sí, claro que puedes, faltaría más, solo que no me esperaba nada.
—Ni siquiera esto —dice sacando la rosa roja de detras de su espalda, la
verdad que sí la esperaba, fui a la única que no se la entregó o no pudo
entregármela claro después de que la arrogante de Nuria llegara.
—Bueno… eso sí, Gracias —cojo la rosa roja y me la llevo a la nariz
para aspirar su aroma. Un aroma que me trae un recuerdo, al aspirar cierro
lo ojos y lo que huelo es su perfume, es el perfume que llevaba con quince
años y que me volvía loca cada vez que me sentaba junto a él en clase.
—¿Le has echado tu perfume a la rosa? —pregunto al abrir los ojos
para volver a mirarle.
—¿Lo has notado? ¿Aún lo recuerdas?
—Como olvidarlo, Rafa… ¿Por qué la rosa roja y no la blanca?—le
pregunto aunque intuyo la respuesta.
—La rosa roja simboliza el amor, la pasión, la belleza y el respeto, es
una rosa que se regala a una pareja por ser un color pasional, excitante y
que muestra respeto y amor unidos. En cambio la rosa blanca simboliza la
amistad, la alegría de vivir el optimismo y la energía.
—Pero… Yo soy tu amiga Rafa, creo que no merezco este color de rosa
—bajo la mirada hacía la rosa, Rafa da dos pasos para acercarse más a mí,
coloca sus manos en mi cintura y se pega todavía un poquito más, el aire no
puede correr entre los dos. Una de sus manos comienza ascender por mi
cuerpo hasta llegar a mi barbilla y levanta mi mentón hasta que mi mirada
colisiona con la suya de nuevo, el big bang no fue nada comparado con la
explosión de sentimientos que en este momento se empezó a cocer aquí.
—Lucía, tú te mereces más que nadie ese color de rosa, además hace años
en la última fiesta que compartimos juntos, recuerdo que David te regaló
una del mismo color y no pusiste tanto impedimento.
—¿Recuerdas eso? —señalo ilusionada, «si recuerda eso, es porque no
me ha olvidado», pienso.
—Tú recuerdas mi perfume y hace dieciocho que no lo había vuelto a
usar —su boca se aproximaba lentamente, sus ojos miran mi boca con
ganas de devorarla, ¿estoy preparada para lo que va a suceder ahora?
—Ey, vosotros dos —nos interrumpe Lucas, ¿qué hacéis aquí fuera?,
están ya poniendo los platos en la mesa, venga tíos pasar de una puta vez —
Rafa aprieta sus manos nuevamente en mi cintura y a regañadientes asiente
porque Lucas no se mueve de la puerta, Rafa se muerde el labio y hace gala
de todo su autocontrol, me cede el paso para entrar con Lucas en el
restaurante. No sin antes lanzarle una mirada de soslayo a Lucas. «Sí las
miradas mataran, Lucas hubiese caído fulminado en ese instante».
Capítulo 11
Comienza el plan
Rafa

De verdad que no puedo tener peor suerte, después de la interrupción de


Lucas fuera del restaurante, no he podido hablar mucho más con ella,
cuando llegamos a la mesa donde me iba a sentar yo, estaba sentado Lucas
para intentar hacer las paces con Luis. Lo que ha provocado que me siente
en la otra punta de la mesa. Las miradas entre ella y yo han sido constantes
toda la cena, había momentos en los que incluso Lola y David tenían que
llamarle la atención porque estábamos los dos embobados.
Pero ahora llega el momento que llevo esperando toda la noche, por fin
mi plan va a comenzar y tengo claro que voy a terminar lo que había
empezado unas horas antes en la puerta del restaurante.
Todos nos levantamos de la mesa para ir al pub de un amigo de Cris y
Luis. Mi amigo ha reservado una zona VIP para todos donde podemos estar
más tranquilos y poder seguir hablando de todas nuestras batallitas.
Al salir de allí todos desfilamos por la calle para ir al Pub, parece que
el tiempo no ha pasado en todos estos años y que tenemos quince años, Lola
va cogida del brazo de Lucía y cuchichean tapándose la boca con la mano
para que nadie las escuche, Lucas va haciéndose el machito delante de
Carla, María y Cris, otro grupo de chicos entre los que se encuentra David y
Lucas van rememorando aquella vez que Don Carlos el profe de Biología
les pilló con varias chuletas en el último examen del año y que debido a esa
enganchada tuvieron que quedarse todo el verano sin salir de sus casas. Luis
y yo un poco más rezagados vamos repasando el plan.
—Tío voy a intentar hacer todo lo posible para que os podáis quedar
solos sin que os moleste nadie, pero ya lo has visto, no te aseguro nada —
me avisó Luis—. Oye siento mucho que te hayan quitado el sitio en la
mesa.
—No te preocupes, espero que al menos haya servido para algo. ¿Te ha
pedido perdón el capullo de Lucas?
—Algo así, ya sabes como es, le cuesta más que nada en el mundo
pedir perdón, es un puto orgulloso. Al menos ha reconocido que no lo hizo
bien con Cris que ya es mucho para él.
—Pues sí, desde luego, pero ten cuidado con él, ya sabes como se
porto conmigo en aquellos años —le contesto.
Entramos en el local que está a reventar la música es bastante buena,
suena de fondo la canción de la banda sonora de la película de Blade. Joder
que tiempos todavía me acuerdo como lo petaba esta canción a finales de
los noventa.
—Temazo chicos —afirma Lola—. Vamos a por unos cacharrillos a la
barra, ¿queréis algo?
—No, tranquila ahora vamos nosotros —le responde Luis.
—Sabes que no te vamos a echar Burundanga ¿no?, —puntualiza Lola
—. Luis tú no eres mi tipo, Rafa sí que está como un quesito, pero ya
sabes… soy una mujer casada —añade mientras pone morritos y carita de
pena, esta chica es una crack—. Además creo que Rafa tiene la vista puesta
en otra persona.
Lucía se ruboriza, no puedo apartar mis putos ojos de ella, ese vestido
tan corto esta provocando unos espasmos más que incontrolables dentro de
mi bragueta. Lola y Lucía consiguen llegar a la barra, Luis y yo nos
sentamos en unos taburetes que están en una pequeña barra de madera
anclada a unas de las paredes del fondo del local, de pronto una mano en mi
hombro llama mi atención.
—Ey tío quiero hablar contigo —me pide David.
—Claro dime, ¿necesitas algo?
—No tío, mas que necesitar, tengo que exigirte algo —declara él.
—¿Exigir? —dispuesto a escucharlo me giro hacía él, Luis nos dejo a
solas, va hacía la barra para ayudar a las chicas con las bebidas. Me cruzo
de brazos delante de David que parece estar un poco preocupado y me
causa curiosidad su actitud—. ¿Qué es lo que tienes que exigirme tú a mí?
Hace años que no nos vemos, creo que no te debo nada.
—A mí no, pero a Lucía sí. No quiero que le vuelvas a hacer daño, no
quiero que vuelvas a hundirla, no quiero volver a verla llorar por tu
puñetera culpa Rafa.
—¿Quién te ha dicho a ti que yo le voy a hacer daño? —le indico.
—Nadie, pero solo hay que verte para saber que llevas toda la noche
comiéndotela con los ojos. ¿Qué quieres? echarle un polvo y dejarla tirada
sin volver a hablar con ella otros dieciocho años. Que sepas tío que no te lo
voy a permitir.
—Eh, eh David, me pareces buen tío, pero no sigas por ahí porque no
te lo voy a permitir. Tú no tienes ni puta idea de lo que quiero o no quiero
con Lucía, así que no vengas de Santo.
—Yo solo te estoy avisando de las consecuencias que tendrás sí le
haces daño —aclara David mirándome como nunca lo ha echo nadie en esta
ciudad.
—Ya estamos aquí —dice Lucía pasándome el cubata. David cambia
la cara de inmediato y vuelve a ser el tío divertido de siempre.
—Lo dicho tío —vuelve a repetirme David—. Nos vemos en un rato.
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué se va? —quiso saber Lucía.
—Nada no te preocupes, solo quería asegurarse de que no me
comportara como un cabrón contigo.
—¿Qué…?
—Lo que escuchas. Ha venido para plantarme cara —cojo sus manos
ya que ha dejado la bebida en la barra y sigo hablando—. Tranquila es un
buen amigo, no quiere que nadie te haga daño.
—Sí que lo es —afirma Lucía mientras se humedece los labios con la
lengua.
Doy un sorbo a la bebida que me ha traído, el trago me sabe a
nostalgia, malos ratos en los que me convertí en un bala perdida, pero en los
que daba gracias de haberla conocido cuando me miraba la muñeca y veía
allí el coletero que me regaló la última noche cuando nuestros labios se
unieron por primera vez.
—Hace años que no tomaba esto —le confesé moviendo el vaso.
—¿Ya no tomas Licor cuarenta y tres con coca cola?, no me lo puedo
creer, sí era lo único que tomabas.
—Sí, deje de tomarlo cuando… Bueno cuando te marchaste. ¿Y tú?
Sigues tomando Malibu con zumo de piña.
—Ya sabes lo que dicen Rafa, lo bueno nunca se olvida —comenta
coqueteando conmigo.
—Yo no te he olvidado ni un solo día Lucía —admito.
—¿Por qué Rafa? —Lucía me mira confundida, con el tono de voz
algo rasgado, puedo sentir el dolor en esa pregunta.
—Porque el primer amor nunca se olvida.
No pude aguantar más, mis labios se aproximan a los suyos con miedo,
con reparo, por si me encuentro con una negativa, me hace la cobra o aun
peor me da un buen guantazo, pero no, no encuentro ninguna barrera, al
revés, me cede el paso por completo y de que manera.
Nuestras lenguas comienzan un baile frenético que me da pie a bajar
mis manos por su espalda hasta llegar al final de ella. Allí me espera
peligrosamente una zona que estoy deseando amasar con mis manos. Pero
me controlo y sigo deleitándome con sus besos, rodeo su cuello con una de
mis manos hasta llegar detras de el, y así poder atraer su boca más a mí.
Con mi otra mano en su cadera acerco su cuerpo más al mío, un gemido
sale de su boca para terminar ahogado en la mía cuando noto que mi
entrepierna está pidiendo a gritos salir a cumplir con su faena.
—Tíos, por qué no os buscáis un puto hotel —«no puede ser, ¡otra vez
él!» Definitivamente el universo debe estar urdiendo un plan contra mí.
Lucía al escuchar a Lucas, se libra de mi agarre y se excusa para ir al baño.
—¡De qué vas Lucas! —Exclamo super cabreado.
—Eh tío, no me pegues. Os estaba mirando todo el puto mundo, ya
sabes no quiero que se rían de ti por liarte con la gordi de clase.
Luis al escuchar lo que había soltado por su boca la sabandija
asquerosa de Lucas, tiró de mí fuera del reservado.
—Rafa, Rafa, tranquilo tío —Luis me sujeta la cara para que lo mire a
él y pierda de vista al idiota de Lucas que aun me mira con una cara de
superioridad que no puede con ella—. Rafa no la líes, no merece la pena,
¿no te das cuenta?, lleva toda la noche intentando sacarte de tus casillas, tú
mismo me lo has dicho, es un puto bocas déjalo, a todo cerdo le llega su
San Martín y nunca mejor dicho.
—Pero tú lo has visto tío, Joder por fin había conseguido dar el puto
paso de besarla, por un momento he tocado el cielo con los dedos para
volver a bajar al puto infierno de nuevo.
—Rafa, lo has hecho ya esta has dado el paso y no te ha rechazado, eso
quiere decir algo, a ella le gustas y tú más que nadie lo sabe. Puedes
arreglar aquello que una vez se te negó. Así que búscala, habla con ella y
llévatela de aquí antes de que cualquier otro gilipollas os vuelva a
interrumpir. —me implora Luis con toda la razón del mundo.
—¿Otro gilipollas?, siempre es el mismo y tiene nombre propio —
respondo mirando a Lucas por última vez. Tenía que hacerle caso.
Espero cerca del baño, pero Lucía no sale, presuntamente lleva ahí
dentro más de diez minutos, ¿habrá salido mientras Luis me ha llevado
fuera del reservado?, vuelvo a entrar en la zona que tenemos reservad y
busco a Lola la encuentro bailando con David una bachata de Romeo
Santos.
—Perdonad chicos —me disculpo—. Lola ¿Sabes dónde esta Lucía?
—Me dijo que salía fuera un momento a tomar el aire, estaba un poco
mareada —me explica sin parar de bailar.
—Oye tío —comenta David—. Perdona por lo de antes, Lola ya me ha
puesto al corriente de todo. Si estas dispuesto hacerla feliz cuenta con todo
mi apoyo, si no, date por jodido —susurra entre dientes haciendo que Lola
gire sobres si misma.
Salgo del pub, miro a izquierda y a derecha esperando verla, pero no la
encuentro por ninguna lado, ¿Dónde se habrá metido? ¿le habrá pasado
algo? Mi mente comienza a ir a toda máquina, secuestros, violaciones,
como alguien haya sido capaz de tocarle un pelo lo mato.
—Ey Rafa, casi no hemos hablado —me reprende Carla.
—Lo siento Carla, he estado liado hablando con Luis casi toda la
noche.
—Y con Lucía… —se atreve a decir—. Por fin te has decidido a dar el
paso.
—¿Cómo?
—Siempre he sabido que estabas por ella —me sorprende escuchar esa
frase tan de adolescentes en la boca de Carla—. Desde que llegaste al
colegio a ella la mirabas de una forma diferente.
—Carla no sé a donde quieres llegar —le aclaro.
—Rafa has estado siempre luchando contra tus sentimientos solo por
el que dirán los cuatro gilipollas que hay ahí dentro —me informa dándole
una calada a un vaporizador de esos tan de moda—. Ibas de duro por la
vida, haciéndote pasar por una persona que no eras.
—Tienes toda la razón, era un niño que se dejaba influenciar por todos
los demás solo por el hecho de ser aceptado. Pero eso no volverá a pasar —
añado.
—Se ha ido por allí —señala hacía la parada de taxis.
—¿Quién se ha ido por allí?
—Lucía —masculla antes de entrar otra vez al pub—. Se ha ido a su
hotel.
Capítulo 12
Zorrón, zorrón
Lucía

Espero que Lola no sé enfade mucho conmigo después del hasta luego Mari
Carmen que me estoy marcando, pero ahora mismo los malos recuerdos
vuelven a mí como una taladradora. Miro hacía mi derecha y veo a Jordi
sentado en el asiento de al lado durmiendo. Quedan unas dos horas para
llegar a Barcelona y desde que me monté en este tren no he parado de llorar
tocándome los labios recordando su sabor. No puedo dejar que vuelva a
pasar, enrollarme con él sería un error de los grandes, después de una noche
de sexo los dos nos volveríamos a separar, él ser iría a Madrid y yo a
Barcelona.
Prefiero seguir recordando lo que pudo ser y no fue, ha recordarlo de
por vida moviéndose dentro de mí para luego tener que olvidarlo. Por
quinta vez mi teléfono vuelve a sonar, David no para de llamarme y Lola de
mandarme mensajes. Jordi me ha hecho el favor de llamarla y decirle que
ahora mismo no estoy para nadie y ya no volvió a insistir. Desde que llegué
al hotel llorando, Jordi se ha comportado conmigo estupendamente, él
estaba en la habitación liándose con Nuria, pero cuando lo llamé no tardo
en despacharla para venirse conmigo de vuelta. En verdad siempre ha sido
un capullo adorable.
Apoyo mi cabeza en la ventana recordando todo nuevamente, el
momento exacto en el que sentí la erección de Rafa pegada a mí, mientras
su boca me devoraba despacio, pensé que me iba a desmayar de un
momento a otro. Miro mi reloj son las doce de la mañana estamos llegando
a Vilanova i la Geltru y me parecía buena idea llamar a mi amigo Carlos, él
siempre en momentos de bajona me anima mucho.
—Hola Carlitos, ¿Qué te cuentas?
—Hola chochi mío, ¿cómo está lo más bonito del mundo? —Ay si es
que lo tengo que querer a la fuerza.
—Pues ya ves, llegando a Barna.
—¿¡Cómo que llegando a Barna!? —Exclama mi amigo.
—¿Podemos quedar?, necesito achuchones de colorinchis
—No tienes ni que decírmelo, salgo a por un arsenal de guarrerias y te
instalas en mi casa hasta que se te pase lo que coño sea que te este pasando.
—Gracias rey.
A la una y media Jordi me deja en el portal de Carlos que me espera
asomado en su gran terraza haciendo aspavientos con los brazos dándome la
bienvenida.
—¡Ay chochi que bonito todo lo que me estas contando!
—¿Bonito? —le digo—. ¡Pero tú estas escuchando lo que te estoy
diciendo!
—Claro, la que parece que no se esta escuchando lo que esta diciendo
eres tú amiga —me insinúa
—¿Qué quieres decir Carlos? —Me levanto del sofá donde llevo
varias horas sentada y empiezo a dar vueltas por el salón.
—Ay amiga parece que no te has enterado que ese hombre está loquito
por ti.
—¿Tú crees?
—Absolutamente —Carlos se levanta y me frena—. Ay niña que me
mareas con tantas vueltas. Llámalo.
—No puedo Carlos —comienzo a llorar nuevamente.
—¿Cómo que no puedes? Y un cojón de pato, pues claro que puedes,
dame su teléfono que le llamo yo.
—Carlos, no puedo, no tengo su número.
—¡OMG! —Exclama Carlos poniendo la mano en su frente de manera
cómica.
—Carlos esta vez la he jodido yo, cuando lo he vuelto a encontrar voy
yo y lo pierdo, ¿Crees que alguien me ha echado un mal de ojo?
—Anda paranoica, vamos a pensar en un plan B, somos un puto
equipo de remo y vamos a solucionar esto sí o sí —replica Carlos con una
pose de Superman con las piernas abiertas y las manos en jarras a la altura
de su cintura.
—¿En serio? —pregunto sin tenerlas todas conmigo.
—A ver, no tienes el teléfono del maromo ¿verdad?, pero de tu amiga
Lola sí —afirmo mirándolo con mis ojos todavía llenos de lagrimas,
mientras él trae en sus manos la última tarrina de helado de turrón que le
queda en el congelador—. Venga dame tú teléfono.
—Carlos no creo que sea buena idea, me he ido sin despedirme, le dije a
Lola que salía a tomar el aire, y mira donde he venido a tomarlo.
—Ay de verdad, te das cuenta que eres una penas, deja ya de decir
tonterías, es tu amiga, te conoce tan bien como yo y por eso mismo no
estará enfadada contigo, además merece una explicación —Carlos tiene
razón, pero cuando Lucas nos interrumpió por segunda vez, me convencí
que el universo me estaba mandando señales claras de que si seguía por ese
camino lo volvería a pasar mal, así que lo único que se me ocurrió fue
poner pies en polvorosa.
—Vale, que sí —extiendo mi mano y le doy el teléfono.
Carlos, desbloquea mi móvil, se sabe mi patrón de memoria, segundos
después ya está marcando el teléfono de Lola y poniendo el manos libres.
—¿Lucía, cariño estas bien?, ¿Te ha hecho algo Rafa? —Lola está
bastante alterada.
—Lola, sí estoy bien, pero ¿por qué me dices si Rafa me ha hecho
algo?
—Desaparecisteis los dos y luego ninguno contestabais, no supe nada
hasta que Jordi me contestó a tu teléfono y me dijo que necesitabas tiempo
para ti, que ahora estabas mal, pues tú me dirás hija, blanco y embotella…
—rompo de nuevo a llorar al escuchar las palabras de ella, Rafa se ha ido.
—Lola, aquí Machomen al aparato —Carlos siguió hablando con mi
amiga, a mi me era imposible—. ¿Que le habéis hecho a mi corderito en tu
pueblo? Que ha venido como una pasita.
—Carlos, pero es que todo iba bien, si teníamos un puto plan de acción
para que Rafa y ella se quedarán solos, él tenía una cosa muy importante
que decirle. Solo sé que se besaron, Lucas metió la pata como siempre y
Luis sacó a Rafa del reservado que teníamos, y Lucía me dijo que se
encontraba un poco mareada y que iba a tomar el aire, ¡si joder tengo aquí
su abrigo!
—¿Entonces no sabéis nada de Rafa? —pregunto.
—Nada, yo he probado de llamarle varias veces, pero todas salta el
buzón, Luis ha ido al hotel pero Nuría le ha dicho que a las seis de la
mañana había dejado la llave en recepción —yo no paro de dar vueltas por
el salón, cualquiera que me vea pensará que me estoy entrenando para una
maratón.
—Lola —comencé a decir—. Lo siento, besé a Rafa y me paralicé, me
dió mucho miedo que pasará lo de la última vez.
—Pero Lucía no te das cuentas que ya no tenemos quince años, lo que
paso la última vez paso porque no había ninguna manera de pararlo, tú te
fuiste y él se calló demasiado tiempo todo lo que sentía.
—¿La he cagado verdad? —le pregunto a Lola mientras entierro la
cabeza en los brazos de Carlos.
—Ay amiga, pues créeme que esta vez no sé que decirte —admite ella
—. Luis vendrá esta noche a cenar, quizá él sí haya podido hablar con Rafa,
luego te cuento reina.
—Gracias Lola, hablamos luego.
—Hasta luego amigui —exclama Carlos.

∞∞∞
Han pasado varios meses desde aquel beso que todavía a día de hoy me
hace temblar, ¿Qué hubiese pasado si no llegó a irme? No lo sabré, nuestros
caminos no se volverán a unir estoy segura, todo esto es el Karma por haber
dejado plantado a Joel casi en el altar. Hace una semana que hable con Luis
por última vez, Rafa lleva un mes en Toronto con su hermano visitando
unas fabricas para una expansión que tiene prevista de uno de sus negocios.
Por lo visto Rafa no ha querido explicarle a nadie el por qué se fue. Y él
como amigo suyo que es, lo ha respetado.
A Lola le ha pasado tres cuarto de lo mismo, solo habló una vez con él
y sé que ella le explicó por encima lo que me pasó y se disculpó por mí,
pero eso no es suficiente, ni para él ni para mí. Muchas veces se me ha
pasado por la cabeza coger un avión y plantarme allí en Toronto, pero para
llegar y encontrarme con el percal de que él esté con otra, sinceramente
paso.
—¿Lucía, estás en la reunión?, ¿Lucía? —Brama Jordi haciendo que
todos los que estámos en la sala de reuniones demos un respingo.
—Sí, Jordi perdona.
—Podéis salir todos, necesito hablar con Lucía —todos se levantan en
silencio menos Carlos que se queda sentado a mi lado.
—Carlos, ¿Qué haces? ¡vete!
—No me voy Jordi, últimamente has tenido a Lucía bajo presión y si
le vas a echar unas de tus broncas mejor me quedo bonito.
—Gracias por lo de bonito, pero lo que tengo que decirle a Lucía no es
de tú incumbencia —aquello se empieza a semejar a una pelea de gallos.
—Carlos, tranquilo que en peores plazas he toreado —mi amigo se
levanta y sale sin decir nada más de la sala.
—Jordi —me adelanto a decir—. Lo siento de verdad, sé que me tengo
que poner las pilas…
—Eh, para el carro —levanta las manos haciéndome señales para que
pare de hablar—. Sé porque Rafa se fue así aquella noche.
Cada vez que escucho su nombre, mi corazón se desboca, me estoy
empezando a preocupar, a ver si me va a quedar una arritmia por su culpa.
Miro a Jordi que sigue hablando pero yo hace un rato que he dejado de
escucharlo, sí, más o menos desde que ha dicho aquella noche, cierro los
ojos y lo imagino, todavía recuerdo como él demandaba mis labios, como
me acercaba hacía el y hacía su dura erección, que por cierto no era para
nada pequeñita.
—¡Lucía, lo tuyo es increíble! Te estoy explicando lo que coño pasó y
ni caso me haces.
—Perdóname Jordi, no sé que me pasa.
—Yo sí lo sé, lo que te pasa se llama Rafa. Mira céntrate un segundo,
solo te pido un segundo. Escúchame, he estado hablando con Nuría.
—¿Sigues hablando con ella? —grito enfadada.
—Sí, hablaba con ella, pero después de lo que me he enterado te
aseguro cariño que no volveré a hablar con ella nunca, ya se puede pudrir
en el mismísimo infierno la muy puta.
—Jordi, cuéntame —le suplico—. ¿Qué ha pasado?, ¿qué es lo que te
ha dicho?
—Ella fue la culpable de que Rafa se marchara.
—¿Qué…? ¿Pero por qué? —mi cabeza no encuentra una puta razón
por la que ella, doña perfecta haya hecho algo para que Rafa se marchara
sin despedirse de nadie.
—Lucía, no te va a gustar lo que te voy a decir, pero…
—¿¡Pero qué!?
—Cuando Rafa llegó al hotel, iba buscándote, pero se encontró con
Nuria, le preguntó por ti, pero a la muy puta no se le ocurrió otra cosa que
decirle que tú y yo estábamos follando como animales en mi habitación.
Capítulo 13
Dejar todo atrás…
Rafa

Ya han pasado cuatro meses desde aquella noche, sabía que ella se volvería
a marchar de mi lado y aun así me arriesgué, pero que hago si todavía no
puedo sacarla de mi cabeza, recuerdo cada día el tacto de su piel quemando
las yemas de mis dedos, el sabor de su boca en mis labios, el deseo en sus
ojos, y lo que desperté en su cuerpo. Esa noche me dí cuenta de que siempre
había estado enamorado de ella, antes de volver a verla pensaba que solo
era un capricho de críos, ese sentimiento que tienes cuando no puedes tener
lo que deseas, pero el haberla tenido en mis brazos tan solo unos minutos
me ha demostrado que ella también me ha estado echando de menos. Antes
hablaban mis deseos de crío, pero ahora hablan mis más bajos instintos, el
hombre que soy ahora la quiere solo para él.
No sabía por qué se había ido después de nuestro beso, tuve el cielo en
mis manos para posteriormente bajar a los infiernos cuando Nuria me contó
que Lucía estaba en la habitación con su jefe. ¿Por qué me hacía esto? ¿Ella
no había sentido lo mismo que yo?
—Rafa, ya tienes todo preparado, recuerda que el vuelo sale en seis
horas —apunta mi hermano con una sonrisa enorme.
—Qué sí, Raúl —asiento de nuevo, hace un mes que no ve a su novia,
Amber ya está instalada en Málaga, mi hermano se va a trasladar con ella
definitivamente a escondidas de mi madre, ¿cómo si no? Si la gran
Estefanía se enterara de esto ya se puede dar por jodido. Mi hermano me ha
invitado a ir con ellos una semana a la costa del sol y como negarme,
necesito intentar desconectar, seguro que algo de sol, playa y fiesta me
ayuda.
—¿Todavía sigues pensando en lo que pasó, hermano?
—Y cómo quieres que no siga pensando en ello. La volví a tener y se
me escapó de entre las manos.
—Y por qué cojones no la has llamado todavía, no será más fácil
que hables con ella he intentes solucionar lo que paso, tío no quiero
volver a verte pasar por lo de hace unos años. Ya no eres un niño, eres
un hombre, coge las putas riendas de tu vida.
—Habló él que se va a vivir con su novia a escondidas de su madre —
le reprocho.
Recogemos las maletas y las metemos en el todoterreno, ponemos
rumbo al aeropuerto el día en Toronto es frío no lo siguiente, nos
levantamos con menos diez grados algo normal por estas tierras, pero no,
no era lo mío. Estoy deseando llegar a España y sobre todo tumbarme en la
playa para sentir el sol de Julio en mi piel.
Después de catorce horas de viaje y escalas llegamos a Málaga, son las
siete de la mañana pero ya se nota la calor, en la terminal como una niña
buena nos espera Amber, cuando mi hermano se encuentra con ella se
funden en un abrazo y un beso que me hacen tener unos celos tremendos.
«Cálmate, Rafa has venido a disfrutar, relajarte y sobre todo a olvidarte de
ella».
—Hola cuñado, ¿qué tal el viaje? ¿Cómo te encuentras? ¿Estás mejor?
—me interroga Amber.
—Tranquila todo bien, no te preocupes.
—Sí amor —le contesta mi hermano—. No te preocupes por él, en
cuanto se le ponga en el punto de mira una tía buena, Lucía se irá de su vida
para siempre. —«Ojala fuera tan fácil».
—Bueno no hablemos de ella otra vez, Rafa ha venido ha pasarlo bien
y es justo lo que vamos a hacer esta semana, tengo preparadas un montón
de actividades.
—A ver, Amber… No es por ser mal educado, ni mucho menos, y
sabes que te agradezco de todo corazón todo lo que has hecho por mí en
estos últimos meses, pero no quiero ser un estorbo para vosotros, así que
vosotros a vuestra bola.
—No cuñado, no te vas a librar tan fácil de nosotros, verdad que no
bichito —Mi hermano asiente y yo suspiro porque da igual lo que diga,
total van a hacer lo que les de la gana.
Cogemos el coche y vamos al pisito que Amber y mi hermano han
comprado en Málaga, un ático en pleno centro casi en la calle Larios, el
pisito tiene unos quinientos metros cuadrado, todo tipo loft como les
gustaba a ellos, con una terraza amplísima con Jacuzzy todo muy simple,
sin demasiados lujos, totalmente diferente a lo que le gustaría a mi madre.
Pasadas unas horas fuimos a desayunar a unas de las cafeterías de
moda de la ciudad, La bella Julieta, donde hacen verdaderas delicias.
—Bueno cuéntame que tienes preparado para esta semana —le
pregunto a Amber.
—Pues este fin de semana se celebra en Torre del Mar, una ciudad que
queda muy cerquita de aquí, un espectáculo aéreo increíble y que estoy
segura que os va a gustar —Amber me informa de todo con una sonrisa y
con una ilusión que parece una niña con zapatos nuevos, espero que se me
peguen a mí las mismas ganas—. También vamos a ir a visitar las cuevas de
Nerja y como no… Vamos a hacer un poco de kayak en Maro que hay una
cascada que terminan en el mar increíble. No me digas que no te gusta la
idea —me pregunta.
—Claro que sí —se adelantó a decir mi hermano—. Suena espectacular,
tanto como tú —tras decir eso mi hermano se funde en otro beso con su
pareja.
—Oye si vais a estar todos los días así de empalagosos, yo mejor me
voy para Marbella a ver unos amigos —murmuro rodando los ojos hacía mi
hermano.
—Tú no te vas a escapar de nosotros en toda la semana, si quieres ver
a tus amigos, te quedas otra semana más, pero no me vas a trastocar mis
planes —asegura Amber.

∞∞∞
Son las siete de la tarde y aquí sigo tumbado en mi toalla recibiendo los
rayos del sol, por fin me he podido escapar un rato de mi hermano y de
Amber, tras dos días con ellos ya me estaba poniendo negro con tanto
besuqueo y tanto arrumaco, que sí, que lo entiendo son felices y están
enamorados.
Me levanto de la toalla para ir a darme un baño y así dejar la mente en
blanco cuando una pelota impacta en la arena justo a mi lado y una nube de
polvo me envuelve. «Pero que cojones…».
—Uy perdona, se nos ha escapado el balón —dirijo mi mirada en la
dirección de esa voz femenina y me sorprendo a ver a una joven rubia
guapísima y con un cuerpo de escándalo. Ella me mira arrepentida—. ¿Te
he hecho daño? —habla otra chica morena que tampoco estaba nada mal.
—No, tranquilas, no pasa nada… ¿Sois de aquí, o estáis de
vacaciones?
—Somos de aquí —contesta la chica rubia—. Me llamo Adriana y ella
es Paz
—Yo soy Rafa —respondo dándoles dos besos a cada una de las
chicas.
A partir de ese momento las dos amigas me presentan a un grupo
mayor de chicas que están jugando al Voley, he de decir que me dejo querer
por todas hasta que una de ellas se me pone a tiro. Es una preciosa pelirroja
recién llegada de Irlanda llamada Sophie. Tiene el pelo largo y una piel de
porcelana que estoy dispuesto a probar hasta olvidarla a Lucía. Será
despecho sí, pero es lo único que puedo hacer para seguir adelante con mi
vida.
La tarde pasa entre risas, caricias y algún beso que otro en el agua,
pero algo me esta pasando y es algo muy jodido no siento deseo, es decir
para que lo entiendas mejor, mi amiguito no esta por la labor de colaborar
conmigo.
Tras irnos de la playa, quedo con ella para cenar en un italiano y
después ir por ahí a tomarnos un par de copas, a ver si así puedo ponerme a
tono y animarme un poquito más.
A las diez de la noche estoy en el portal de su casa esperándola, se han
apuntado también María, otra de las chicas que estaban en el grupo con su
novio, un chico llamado Mateo. Cuando Sophie abre la puerta del portal se
le ve totalmente espectacular, un vestido corto rosa hace que su pelo
pelirrojo destaque muchísimo, lo lleva suelto y rizado, dándole un aire
desenfadado a sus facciones.
—Hola bombonazo —le digo dándole dos besos.
—Hola guapo, ahora me das dos besos, sí hace una hora me has
comido la boca —indica ella confundida moviendo sus pestañas de arriba a
abajo.
—Lo siento, no quería incomodarte con tus vecinos —respondo
mintiendo, no le he dado un beso en la boca porque simplemente no me ha
salido. Me muevo por impulsos.
—No te preocupes, casi ni me conocen —asegura ella abalanzándose
sobre mí para chocar sus labios con los míos.
—Hola tortolitos —se presenta María, menos mal que ha llegado y nos
ha interrumpido. «Pero un momento, por qué cojones estoy pensando yo en
que menos mal que ha llegado, y por qué he tenido que mentirle a Sophie,
no la he besado porque no he querido y ya esta¿no?».
—Hola María, hola Mateo —dice mi pareja por esta noche—. Mateo,
te presento a Rafa, él es… Bueno él es…
—Su amigo —interrumpo antes de que me ponga en un compromiso
—. Encantado de conocerte.
—Hola igualmente Rafa, ya me ha hablado María de ti, ¿estás de paso,
no?
—Sí, en unos días pongo rumbo a Madrid de nuevo —la frasecita de
este tío no me ha pasado desapercibido, ¿Qué si estoy de paso?
—Bueno venga vamonos al Restaurante que allí ya tendremos tiempo
de hablar —Indica María, enganchándose del brazo de Sophie y dejándome
a solo con Mateo.
La noche está pasando sin pena ni gloria, bastante normalita, la comida
en el restaurante he de decir que estaba buenísima, tengo claro que otro día
traeré a mi hermano y a mi cuñada seguro que les encanta, Mateo resulta ser
un buen tío y tenemos bastantes cosas en común, todo lo contrarío de lo que
había encontrado en Sophie. A partir de ahora me fijaré en otras cualidades
en una mujer y no solo en un cuerpo y una cara bonita.
Llegamos a una terraza que se encuentra en la planta más alta de un
hotel cerca del piso de mi hermano. Es un sitio agradable con música en
directo, pedimos un par de cócteles y nos sentamos en un rincón lleno de
cojines por todos lados, todo muy rollo chill-out.
—¿Te gusta el lugar Rafa? —me pregunta Sophie acariciando mi
cuello.
—Está muy bien, me gusta —contesto dando un trago a mi copa. Ella
se acerca cada vez más a mi boca, y queda muy mal hacerle la cobra ¿no?
Así que como todo un caballero la cojo del cuello atrayéndola hacía mí para
darle un beso en la frente—. Voy a por otra copa, ¿Queréis alguna más?
—Espera tío voy contigo —exclama Mateo.
Cuando estamos en la barra pidiendo veo a Mateo nervioso con ganas
de decirme algo, pero creo que no se atreve. Así que doy el paso y
pregunto.
—¿Te pasa algo tío?
—Uf, verás… No sé como te lo vas a tomar, pero es que estoy colado
por Sophie. Ya esta ya lo he dicho —suelta mientra se restregaba las manos
en el pantalón. —¿Cómo? ¿Puedes repetir? ¿Pero tú no llevas dos
años con María? —estoy flipando, ahora entiendo la frasecita de antes.
—Pues eso tío, que desde que llegó Sophie hace seis meses, me he
estado viendo con ella a escondidas de María y joder me hace sentir cosas
que en la vida me ha hecho sentir mi novia, es demasiado sosa, ¿no sé si me
entiendes?
—Sí, sí, te entiendo, pero tío por qué me cuentas esto a mí.
—Joder, pues porque estás con ella, te parece poco.
—Eh, tranquilo, que esto no es nada, además que entre ella y yo, no va
a ver nada. Pero si me permites, te puedo dar un consejo.
—Sí, claro dime.
—No seas cabrón, no engañes a María, se le ve buena tía y si ya no
estás enamorado de ella díselo, pero no le mientas y menos por Sophie. Será
muy intensa en la cama porque en otros aspectos no creo. Piensa las cosas
bien —le aconsejo—. Puede que porque sea la novedad lo veas algo así, no
sé, como exótico, pero sabes que está tía se va en unos meses de nuevo a
Irlanda y tío si quisiera algo en serio contigo, no estaría esta noche aquí
conmigo ¿no crees?
Dejé a Mateo en la barra reflexionando, recojo mi copa y vuelvo otra
vez al rincón donde esperan las chicas, una vez allí tomo asiento al lado de
Sophie, ella no deja de tocarme los brazos, la espalda, no deja de insinuarse
y mi cuerpo no reacciona. Una canción comienza a sonar por los altavoces
de la terraza, Una canción de hace bastantes años y que siempre me ha
hecho recordarla, pero ahora más que nunca comienza a tomar sentido.

“Tengo una cosita que su peso en oro vale


Y unas ganitas de contarte a lo que sabe
La buena suerte de sentir que estoy queriendo

Tengo abierta al mundo una ventana de ilusiones


Con la esperanza de llenar los corazones
De todo aquel que por amor vive sufriendo

Tengo un cuarto pequeño con espacio y universo


Por donde vuela un corazón aventurero
Buscando la primera luz del alba

Tengo tu cuerpo rotando por la memoria


Y es como un virus que a veces me sabe a gloria
Y otras veces viene borrándome el alma
Tengo que enamorarte como la primera vez
Y hasta ponerte la luna bajo los pies
Para que entiendas que nunca he dejao de quererte

Tengo todo lo bueno y lo malo que da el amor


Y a veces pienso que estaría solo mejor
Pero ya ves que no puedo vivir sin tenerte

Y si llueve abre tu paraguas


Tu sabes que siempre te llevaste el gato al agua
Y si bailas bajo un sol ardiente
Ten cuidado
Las quemaduras con la luna más se sienten

Tengo flores que nacen por amor de pensamiento


y otras hierbas que rodean mis sentimientos
Mostrándome los sueños sin palabras

Tengo sólo esta vida pa vivirla como quiera


Y aunque me cueste conseguirla a mi manera
Me duele despertar sin tu mirada

Tengo que enamorarte como la primera vez


Y hasta ponerte la luna bajo los pies
Para que entiendas que nunca he dejado de quererte

Tengo todo lo bueno y lo malo que da el amor


y a veces pienso que estaría solo mejor
Pero ya ves que no puedo vivir sin tenerte

Y si llueve abre tu paaguas


Tu sabes que siempre te llevaste el gato al agua
Y si bailas bajo un sol ardiente
Ten cuidao
Las quemaduras con la luna más se sienten”.

No me hizo falta escuchar más, he tomado una decisión, me disculpo


con mis acompañantes, y me voy de allí. Recorro las calles de Málaga en
silencio, pensando, en lo que pudo ser y en lo que puede ser, ¿por qué no?
Quién no arriesga no gana. Y yo esta vez lo voy a arriesgar todo. Cojo mi
móvil y le mando un mensaje a mi amiga Lola son las tres de la mañana y
no voy a llamarla para despertarla, en esta ocasión necesito su ayuda y su
comprensión, espero que pueda darme su telefono.
A los tres minutos de que le mandara el mensaje, Lola me llama.
—Rafa, tío eres como los ojos del Guadiana, tan pronto apareces como
desapareces.
—Lola yo tambien te echo de menos —respondo riendo.
—Rafa ¿Qué pasó? ¿Por qué te largaste así? Nadie sabe de ti, ni Luis.
—Es largo de contar Lola.
—Tranquilo me preparo café y me lo cuentas.
Cuando llegó a casa ya he acabado de hablar con Lola son las cuatro y
media de la madrugada, he sacado una conclusión después de la
conversación. Nuría es la peor mujer del mundo. Como pude ser tan
gilipollas de creerle. Dios si es que no aprendo, espero no volver a verla
porque no respondo.
—Cuñado, ¿Qué tal ha ido la noche? —me aborda Amber que se ha
levantado a por un vaso de agua fresquita.
—Pues muy bien, Amber creo que por fin he aclarado mis ideas, quizá
mi mundo tome ahora otro rumbo.
—Ay, eso espero Rafa, nos tienes muy preocupados a tu hermano y a
mi. Por cierto ha llamado tu madre, en dos semanas celebra en Londres un
baile y por supuesto no os lo podéis perder.
—Bueno mañana me cuentas todo, ahora mismo no quiero saber nada
de mi madre —respondo.
—Vale no te preocupes duerme que mañana nos espera un largo día.
—¿Dónde nos toca ir mañana Amber? —le pregunto mientras me
preparo un café. Estos días son un no parar, ya hemos ido al Castillo de
Gibralfaro, a la Alcazaba, a varios museos, nos habíamos dado una vuelta
por Marbella y Puerto Banus,
—Mañana vamos a Torre del Mar, te acuerdas de lo del espectáculo
aéreo.
—Sí, claro para no acordarme, no has dejado de hablar de ello.
—Seguro que te gustará, anda quejica, termina el café y duerme un
rato que a las nueve nos vamos a tomar unos tejeringos y un chocolate. —
comenta mi cuñada dejando el vaso de agua ya vació en el fregadero de la
cocina.
—¿Unos que? —pregunto poniendo cara rara, pero ella ni se gira, pasa
de mí.
—Mañana te lo explico, ahora duerme.
Capítulo 14
Menudo panorama
Lucía

Llevo dos semanas planeando el próximo viaje, Jordi me ha mandado un


reportaje que según él me va a venir muy bien para desconectar de todo,
además esta vez me no me acompaña Tom porque Carlos le ha dado tanto la
vara para acompañarme él, que al final no ha tenido escapatoria y ha tenido
que aceptar , así que ya me veis preparando la maleta para pasar unos días
en la Costa del Sol con mi loco amigo. El reportaje es sencillo tengo que
hacer fotos de un espectáculo aéreo, fotografiar las aeronaves y a los
pilotos, unas cuantas fotos de los despegues y alguna que otra de las
piruetas que realizan. Por lo menos voy a estar bastante entretenida, desde
que volví a Barna, ni Carlos, ni Jordi me dejan sola.
—Ay que nervios, mi primer reportaje, espero hacerlo bien así el
cabroncete de Jordi me dejará ir más contigo —expresa Carlos mientras
intenta cerrar su maleta encima de mi cama.
—Carlitos, claro que saldrá bien, además tu tampoco es que tengas que
hacer mucho, solo tienes que ayudarme a llevar las cámaras, preparar las
entrevistas y ya está —respondo, subiéndome encima de su maleta—.
Venga intenta cerrarla ahora. Yo no sé para que te llevas tanto.
—¿Cómooooo? ¿Cómo que para qué llevo tantas cosas?, no
pretenderás que vaya a Málaga con cuatro cositas sin más —responde mi
amigo de una forma demasiado teatral tras conseguir cerrar la cremallera.
—Niño, es que solo vamos a estar cinco días, nada más.
—¿Y? —cuestiona Carlos poniéndose frente a mí con los brazos en
jarras.
—Pues eso amigo, que solo son cinco días, y tres de ellos vamos a
estar currando a tope —digo levantándome de la maleta y volviéndome a
coger la coleta alta que llevaba y que se me había aflojado, la calor que
hace y la humedad me están matando.
—Me estas diciendo que no vamos a poder ir a Torremolinos, ¡Oh my
God!
Carlos se tira en la cama y me lanza una almohada, ahora es cuando
comienza una guerra a muerte donde los únicos que salen perdiendo son los
cojines de pluma de oca que él me regalo.
—Para ya loco, parece que esta nevando. Y sí, sí podemos iremos a
Torremolinos no te preocupes.
—Ole, ole folleteo en horas de curro, ay mi amor como me gusta este
trabajo de campo.
—Ey nada de folleteo, que yo estoy a pan y agua —respondo rodando
los ojos y llevándome la mano al corazón.
El telefonillo del piso empieza a sonar, Carlos contesta y aprieta el
botón para que mi madre pueda subir.
—Hola Carlos —saluda mi madre—. ¿Donde está mi niñita?
—Está en la habitación enseguida viene —responde él.
—No Carlos, si no pregunta por mí, pregunta por Terry —aclaro
mientras llevo en brazos a mi pequeña hurona. Al tener que irme otra vez
fuera, alguien se tiene que quedar al cargo de ella, aunque son pocos días
soy incapaz de dejarla solita.
—Ay hija, que tonta eres, tu eres mi niña, pero es que esta cosita tan
bonita es mi niñita —me la quita de los brazos y empieza a juguetear con
ella, claro que Terry le hace gracia toda carantoña que le hacen, así que está
súper feliz.
—Sí, mamá lo que tu digas, mira te he preparado su camita, el
transportín, la comida y sus juguetitos.
—Pero, si no hace falta nada de esto —comenta mi madre.
—¿Cómo que no? ¿Qué quieres que la pobre duerma en el suelo? ¿O
que no coma? Mamá me estas preocupando…
—Qué no es eso —me interrumpe, se sienta en el sofá con Terry y me
mira—. Cariño ya tengo todo eso para ella, se lo he comprado porque
quiero que cada vez que venga a casa de la abuela este agustito, y no
tengamos que estar llevando y trayendo todas las cosas.
—Ay que bonito chochi —grita Carlos limpiándose una lagrima, ay de
verdad que sentido que es este muchacho. Es un espectáculo andante.
—Mamá, no tenías que molestarte, pero me parece bien, si tú quieres
yo encantada —ella asiente y yo me doy la vuelta y recojo el transportín
para meter a la pequeña Terry.

∞∞∞
Vuelvo a mirar el reloj de mi muñeca, las doce y cuarto de la mañana,
estamos aterrizando ya en el aeropuerto de Málaga, hoy es jueves y tenemos
todo el día para instalarnos; visitar un poco la ciudad, incluso ir a la playa.
A partir de mañana ya estaremos liados con las grabaciones.
El espectáculo que vamos a cubrir reúne cada año a más de doscientas
treinta mil personas y en las que participan unas treinta y cinco aeronaves
que sobrevuelan a baja altura los cielos con sus ensordecedores sonidos y
sus espectaculares coloridos. El viernes y el sábado son los entrenamientos
y el domingo el espectáculo final. Entre ellos pilotan; la Policía Nacional
que hará demostraciones de vuelo con sus drones y un helicóptero, tambien
un clásico de la aviación como es el Bucker del Aeroclub de la Axarquía, la
Patrulla Garra hará su debut este año y como no, dos aviones
norteamericanos Cessnass 337, para terminar un avión turbohélice CN-235
y el helicóptero de la Guardia Civil darán paso a las patrullas Aspa y Águila
del Ejército del Aire y sobre todo, el espectacular y atronador Eurofighter.
—Ay Lucía, vaya solecito que tenemos hoy por aquí, mira lo nublado
que estaba en Barcelona y aquí el día está de vicio.
—Sí, hace muy buen día, y además lo vamos a disfrutar, si quieres
podemos ir esta tarde un ratito a tomar el sol a la playa —le contesto a mi
amigo, mientras nos dirigimos a la empresa de alquiler de coches que Jordi
nos había dicho.
—Ay pues vamonos a Torremolinos y ya de paso matamos dos pájaros
de un tiro, ¿no te parece chochi?
Recojo las llaves del Honda Civic, metemos las maletas en el coche y
por fin nos ponemos rumbo al hotel. Jordi por supuesto no había escatimado
en gastos, sé que se siente culpable por todo lo que pasó cuando fuimos a
Ciudad Real, todo el tema de Nuria, la huida por la noche. En fin…
El aparcamiento en la zona del centro es una puta tortura, hemos
tenido que dar seis vueltas para poder aparcar y encima como a unos tres
kilómetros del hotel, las calles del centro están totalmente abarrotadas, lo
normal en esta época del año, la costa del sol siempre es el paraíso por
excelencia de muchos extranjeros que llegan a España. En todo el trayecto
desde el coche al hotel Carlos no ha parado de decirme que vayamos a
Torremolinos, así que en cuanto hacemos el check-in en el hotel y dejamos
allí las maletas, nos ponemos los bañadores cogemos una bolsa con las
toallas y las cremas y nos volvemos a poner en marcha al coche.
Sé de sobra que si no lo llevo a la playa va a estar todo el fin de
semana enfurruñado y será muy difícil poder trabajar con él así, porque
sobre todo hemos venido a trabajar aunque a él se le olvide.
Pasamos por la calle Larios de pasada al coche y nos paramos a tomar
una cervecita bien fresquita y unas tapas para recuperar el aliento. Nos
divertimos, nos reímos y Carlitos ya empieza a ligar con el camarero que
además le sigue el juego, siempre que salimos es el alma de la fiesta.
Cuando Jordi me dijo que esta vez me acompañaría en el reportaje
Carlos, una ilusión inmensa me embargo, necesitaba reírme y disfrutar, ver
la vida de otra forma. Desde la noche que volví a besar a Rafa y paso lo que
paso con el estúpido de Lucas, todo el tema del acoso escolar que sufrí me
ha estado otra vez atormentando.
Te preguntaras por qué tome la decisión de irme aquella noche de la
cena, porque después del pedazo de momento que vivimos Rafa y yo cogí
las de Villadiego. Pues bien fue por esa misma razón, mi cabeza hizo click
y volví a mi infancia, a escuchar las risa de los demás, a revivir los
cuchicheos a mis espaldas, los insultos, las miradas… Y eso que conmigo
no fueron tan malos como con otra chica de otras clases, que incluso les
tiraban piedras. Ahora el bulling está más perseguido y castigado pero
entonces hace veinte años pasaban de ti tres pueblos, era lo más normal del
mundo, si eras diferente era tu culpa y lo del respeto se lo pasaban por el
forro. O aprendes a convivir con ello y luchas por hacerte un lugar a hostias
o te hundes en la miseria. Al final yo hice lo primero, un día no tuve más
remedio que darme de hostias con un compañero de clase, con Mario. No lo
saben muchos y no es que desde ese entonces dejaran de meterse conmigo,
pero no fue tanto el avasallamiento como en un principio lo era, después al
poner tierra de por medio la cosa mejoro, ya se sabe un nuevo lugar, una
vida nueva.
Por eso no puse ninguna pega a que fuera Carlos quien esta vez me
acompañara. Ya con el estomago lleno, nos montamos en el Honda,
arrancamos el motor y escuchando la radio y con una de las nuevas
canciones de Omar Montes nos pusimos rumbo a Torremolinos.
—Ay niña, sí que quema la arena ¿no?
—Carlos, eres un tiquismiquis, como esperas que este la arena a las
cuatro de la tarde —respondo poniéndome otra vez en el hombro la mochila
yo como siempre cargando con todo—. Además no seas chulito y ponte las
zapatillas, así no te quemas tonto.
—Ay chochi, que no pega con el bañador no es cool —me responde
ajustandose las gafas de sol y recolocándose un mechón que se le ha
escapado de su pequeña coleta.
La verdad que Carlitos es un puto bombonazo. Es alto, mide un metro
noventa de puro musculo, se mata todas las tardes en el gym, ojos verdes,
un pelazo moreno larguito que casi siempre lleva recogido. Vamos todo una
perdida para el bando de las chicas.
—Bombonazos a la vista hacía tus tres, venga vamos a poner ahí las
toallas —Carlos corre a poner la toalla cerca de tres pedazo de tíos que
parecen vikingos, rubios, ojos azules, músculos por todos lados, llevan
puestos unos minúsculos bañadores que marcan cosa mala. «Dios, pero en
serio cabe todo eso ahí».
—Carlitos, podrías esperar ¿no crees? —comento mientras intento
poner la toalla en la arena y recojo dos piedrecitas para ponerlas en las
esquinas de la toalla por si una brisa de viento hace de las suyas.
—Pero tú los has visto, que quieres que nos quiten el sitio tonta —me
susurra sacando el protector solar.
A los quince minutos mi amigo ya está sentado en medio de ellos
tocando todos los músculos de dos de ellos, mientras yo aprovecho y leo un
libro, uno de los vikingos que es así como los habíamos apodado me unta
cremita en la espalda, que oye me lo ha ofrecido y tonta no soy no me voy a
negar.
—¿Y tú Lucía, eres lesbiana? —me pregunta Dustin, el tío que está
magreando mi espalda.
—No, que va, para nada, a ver que no tengo nada en contra de la
comunidad LGTBI pero soy hetero, pero vamos que con Carlos tenéis
bastante los tres —aseguro riéndome por lo bajo.
—Oh no, yo no … Olav y Esben sí son gays, pero yo soy como tú
hetero. Por eso me ofrecí a… bueno ya sabes, eres guapa y estoy todo el día
rodeado de tíos —patidifusa así me he quedado, creo que tengo la boca
desencajada.
—Pero que me estás contando, ¿tú no eres gay? pensé que, joder… —
dije poniéndome de pie y quitándole de las manos la crema.
—Eh que pasa, por no ser gay ya no puedo ponerte crema, no seas mal
pensada, no ha sido nada malo ¿no?
¿Ha sido algo malo?, no por supuesto que no, me sentía engañada,
puede, pero claro yo había dado por hecho que era gay simplemente porque
sus dos amigos lo son, yo no he preguntado como sí había hecho el
conmigo. Craso error por mi parte, apuntado queda en mi libreta mental, «la
próxima vez que veas a un tiaco súper bueno asegúrate que es gay…» Pero
que gilipollez estoy pensando, aprovecha la puta oportunidad crees que te
vas a ver en otra donde un vikingo te unte cremita como si fueras una
tostada.
Dicho y hecho, disfruté como una niña toda la tarde, Dustin y yo nos
quedamos en la playa hasta que a las nueve de la tarde llegó Carlos, que a la
hora de haber llegado allí, se había largado con los otros dos al pisito de
ellos para… Bueno, para eso que tú y yo sabemos, Dustin me ha hecho reír
de lo lindo, es un tío simpático y todo lo que tiene de grande lo tiene de
adorable, me ha contado que lleva dos años separado, que tiene un niño de
cuatro añitos y es físico en la universidad de Helsinki. Entre paseo
y paseo por la playa y jugueteos dentro del agua algún piquito que otro ha
caído, pero vamos quien no va caer rendida a ese hombre, precisamente eso
es lo que me ha contado, resulta que Olav es el hermanastro de Dustin, le
ofreció unas vacaciones tranquilas en la costa del sol y acepto.
—¿Qué tal la tarde preciosa? —me dice Carlos sentándose a nuestro
lado en la toalla.
—Pues muy bien Carlitos, lo estoy pasando genial —es verdad no he
pensado en toda la tarde en él, en Rafa —¿y tú? ¿Qué tal briboncete?
—Uff una puta locura, no sabes lo que saben hacer esos dos, he
gozado como nunca niña —contesta tapándose la cara con las manos
mientras no para de reír —por cierto esta noche cenamos con ellos.
—Por mí bien —indics Dustin, pasando su brazo por mi cuello y
dejando un besito en mi frente.
—Pero, ¿qué quieres que vayamos así a la cena? —pregunto pasando
mis manos por mi cuerpo.
—Mujer vamos a cenar unos espetos a un chiringuito, creo que
podemos ir así perfectamente —matiza Carlos rodando los ojos hacía los
dos vikingos que regresan de nuevo cambiados de ropa.
—Ya, pues ellos sí que se han cambiado.
—Que esperas Lucía, estaban en su casa —responde Carlos
levantándose para recibirlos—. Hola chicos.
—Sabes que estas guapísima así, no hace falta que te cambies de ropa,
además yo tambien voy en bañador y camiseta —susurra en mi oído Dustin
mientras deja un reguero de besos en mi cuello y me rodea con sus brazos,
que bien sienta sentirse así.
Juro y perjuro que intento no pensar en él y me obligo a olvidarlo, me
cuesta horrores pero tengo que conseguirlo. Aunque hay cosas y situaciones
que me recuerdan a él, como aquella tarde cuando teníamos quince años…
«Salíamos de la biblioteca habíamos ido a consultar unos libros sobre
el trabajo de literatura de Antonio Buero Vallejo que nos habían mandado
en clase, a mitad de camino nos sorprendió la lluvia, ninguno de los dos
llevábamos paraguas porque no pensábamos que fuera a llover esa tarde,
cuando entramos en la biblioteca a eso de las cuatro de la tarde hacía sol, un
sol con uñas, pero sol al fin y al cabo. Así que dos horas después nadie se
esperaba que fuera a caer la mundial. Nos refugiamos en un portal y nos
sentamos en las escaleras a esperar que escampara un poco, me quite la
chaqueta de hilo que llevaba porque la tenía empapada, Rafa hizo lo mismo
con su cazadora, el pelo lo tenía mojado y un mechón caía sobre mi hombro
haciendo que unas pequeñas gotas descendieran por mi brazo, Rafa con sus
dedos decidió seguir el camino de las gotas con sus dedos hasta llegar a mi
muñeca donde se detuvo hasta que alzó la cabeza hacía mí y nuestras
miradas se encontraron. Ninguno de los dos nos dijimos nada, nos
limitamos a seguir en silencio, a veces las palabras sobran y es mejor dejar
que las almas hablen por si solas».
La cena en el chiringuito con los vikingos y Carlos ha sido una
autentica delicia, eso de que los nórdicos son fríos no es del todo cierto, por
lo menos ellos rompen ese estereotipo y según Carlos son fogosos, fogosos,
hemos cenado espetos, calamares, sepia, pulpo, pescadito frito, vamos casi
todos los bichitos del mar y todo eso marinado con unas cuantas botellas de
vino blanco, bueno yo solo una copa y luego agua que tenía que conducir,
pese a las insistencia de Dustin para que me quedara a dormir con él, pero
no, eso si que no, no estoy preparada para pasar esa raya de momento. A las
doce de la noche decido irme al hotel, Carlos se queda un rato más con ellos
aprovechando el tiempo, pero antes de irme le cojo por banda.
—Eh niño escúchame, me da igual a la hora que regreses esta noche,
como sí te quedas aquí a fornicar toda la noche, lo que no quiero es que
mañana estes mal para el curro, mañana salimos a las nueve de la mañana
para Velez Málaga, y te quiero a las nueve menos cuarto en el hall del hotel
¿de acuerdo? —le aviso a mi amigo.
—Sí señor —declara Carlos haciéndome el gesto militar de la mano en
la cabeza.
Dustin me acompaña hasta el coche como todo un caballero, cosa que
a mí me encanta, soy toda una romántica, será porque leo demasiada
novelas románticas lo sé, pero no puedo evitarlo.
—Lucía, me gustaría volver a verte otra vez, me ha encantado
conocerte —confiesa Dustin recogiendo un mechón de mi pelo y
poniéndomelo detras de la oreja.
—Dustin para mí ha sido todo un placer conocerte, eres un hombre
genial de verdad, pero no sé si podremos vernos otra vez, estos días trabajo
y hasta el lunes no descanso y el martes ya nos marchamos de nuevo a
Barcelona.
—Y si voy a Torre del Mar estos días, así cuando tú termines de
trabajar allí, o tengas un rato entre foto y foto podemos estar juntos, déjame
conocerte por favor —me suplica con unos ojos azules que palidecían en
comparación con otros.
—Escucha Dustin, yo he tenido una vida en cuanto a relaciones
amorosas se refiere bastante complicada. Y no creo que esté preparada para
algo más que no haya sido lo de esta tarde.
—No te estoy pidiendo que nos casemos Lucía, solo te pido que nos
conozcamos, solo eso de verdad, tú misma lo has dicho el martes vuelves a
Barcelona, y quien sabe, puede que convenza a mi hermano y a Esben para
viajar a Barcelona y haceros una visita unos días —insiste él.
—Esta bien, pero no te prometo nada —saqué un pequeño papel de mi
bolso y apunté mi teléfono, cuando el vio lo que era, sonrió satisfecho.
—Gracias por confiar en mí y por la oportunidad —susurra en mi oído,
después me abraza y me da un beso en los labios que en verdad me sabe a
poco.
Me monto en el coche y en cuarenta minutos ya estoy acostada en la
cama mirando al techo y pensando en todo lo que ha pasado hoy y si el
universo me está volviendo a hablar y dándome otra oportunidad en el amor
con Dustin.
Capítulo 15
Un buen salpicón a tiempo es una victoria
Rafa

—Ya veréis chicos vais a flipar, ¿alguna vez habéis visto un espectáculo
aéreo? —nos pregunta Amber a mi hermano y a mí.
—Creo que no, ¿Verdad Rafa? —indica mi hermano.
—No, yo no desde luego —respondo mientras termino de comerme los
tejeringos con el café que resulta ser unos churros en forma de rueda que
están súper buenos y son típicos de aquí.
—Pues hoy y mañana son los entrenamientos y el domingo es el
espectáculo final, vuelan muy bajito y echan humo de colores y la
adrenalina se respira en el ambiente —destaca Amber toda emocionada.
—Seguro que nos encanta cariño —declaró Raúl besando las manos de
Amber. Joder como sigan así de un momento a otro voy a empezar a
vomitar arcoiris y corazones.
Terminamos de desayunar y vamos a buscar el coche, cogemos las
mochilas con las toallas por si luego nos damos un bañito en la playa y nos
ponemos en marcha. El trayecto es corto pero con los atascos a la salida de
Málaga lo que normalmente en invierno podría hacerse en poco más de
media hora, ahora se hace en una hora.
Llegamos al paseo marítimo de Torre del Mar que ya está lleno, son las
once de la mañana y la gente ya está con las sillas en la arena esperando
para ver pasar los aviones y helicópteros, por lo visto desde las diez de la
mañana salen las aeronaves desde el hangar de Velez Málaga que está aquí
al lado. También hay unas carpas en la arena preparadas para recibir a los
pilotos, allí la gente los espera para que les firmen unos posters.
—Vamos, chicos ¿cogemos sitio aquí al lado de la carpa?.
—Amber por qué no vamos a un chiringuito y esperamos allí a ver los
avioncitos y a los pilotos —le pide Raúl muero por una cerveza bien
fresquita.
—Ay, pero si vamos al chiringuito ahora, no vamos a ver cuando
llegan los pilotos amor —responde mi cuñada—. Ir vosotros si queréis.
—No hombre, no te preocupes —les digo—. Nos quedamos aquí
contigo cuñada, y si a mi hermano le apetece una cerveza, voy a por ella y
se la traigo aquí.
—Ah pues no estaría mal Rafita, venga va tráeme una por haber
hablado — me levanto dándole un puñetazo a mi hermano y voy a el
chiringuito y espero a que me sirvan tres cervezas frescas, estamos en un
buen sitio todo sea dicho, y entendía que Amber no quisiera moverse.
Esperando a que el camarero me trajera las dos cervezas, me sentí
tentado a mandarle un mensaje a Lucía, quería explicarle muchas cosas, y
quería que me contará el por qué de su huida esa noche, cuando parecía que
todo se había encauzado y yo ya estaba dispuesto a dar el paso. Saqué el
móvil del bolsillo cuando el camarero puso las bebidas en la barra. Pago las
cervezas y salgo de allí. «Pero que cojones… No puede ser, debe ser un
sueño», pero no, no es un sueño, cuanto más me acerco a la carpa donde
esperan mi hermano y mi cuñada, más seguro estoy de que es ella, Lucía.
Con la cámara en la mano hace fotografías a los helicópteros que
surcan los cielos en este momento. Llego al lado de Raúl y Amber pero no
sé ni como lo he conseguido porque parezco un zombie
—Eh Rafa, ¿Qué te pasa? Parece que has visto a un jodido fantasma
—exclama Raúl.
—Más o menos hermano.
—¿Qué pasa Rafa? —insiste Amber mirando para todos los lados.
—Veis a aquella chica que tiene la cámara en la mano y esta haciendo
fotografías —señalo con la cerveza todavía en la mano, y ellos asienten—.
Ella es Lucía.
Mi hermano se levanta de la arena junto con Amber y se quedan
mirándola descaradamente, es hipnótico ver como se mueve mientra enfoca
el mejor angulo para que la foto sea estupenda.
Seguía sus trabajo en redes y en la revista donde trabaja, sé que es una
fotógrafa buenísima y es normal que su revista le haya encargado este
trabajo. Recuerdo un artículo que hizo hace unos meses de unos castillos de
Escocia donde en una de las imágenes salía el castillo de Elion Donan con
una niebla de fondo que parecía una puta escena de película. Estoy seguro
que no usa ni photoshop.
—¿Estas seguro que es ella? —comenta mi hermano, mientras pone su
mano en mi espalda, dándome respaldo.
—Tanto como que tú estas aquí conmigo en este preciso momento —
aseguro.
—Es muy guapa —indica Amber, haciéndose a un lado para que yo
pudiera verla mejor.
—Lo sé, siempre ha sido una chica espectacular, la más guapa para mí.
De eso no tengo ninguna duda, y yo he sido un autentico cabrón con ella —
me llevo las manos a la cabeza, pasándolas por mi pelo, me estoy
empezando a poner nervioso de nuevo.
—Eh, eh, hermano no te me vengas abajo. Ve y habla con ella.
—No, no, no va hacer nada de eso, vamos a esperar —asegura Amber
—. Yo soy una chica y sé como funciona la cabeza de una mujer ¿vale?, así
que, si tú quieres algo con ella, por favor y que no os moleste chicos,
dejarme a mí.
Amber nos dejó helados a mi hermano y a mi cuando nos dejo allí
plantados a los dos y fue hasta ella. Nos escondimos detrás de unas
palmeras para que Lucía no pudiera vernos, sí estaba preparado para
mandarle un puto mensaje, pero no para tenerla otra vez a menos de un
metro. Soy imbécil lo sé. Un nerviosismo que no había experimentado
nunca en todos estos años se está instalando en mi estomago, Raúl lo ha
tenido que notar porque no deja de darme palmaditas en la espalda.
—¿Tú sabes que se trae Amber entre manos hermano?
—No, pero tranquilo. Amber es muy, pero que muy insistente te lo
digo yo. Mira todas las travas que hemos tenido nosotros en nuestra
relación y míranos ahora.
—Ya veo hermano, ¿y ya sabes cómo se lo vas a contar a nuestra
madre? —pregunto mientras no pierdo detalle de lo que Amber hace.
—Pues ya sabes que dentro de dos semanas es el baile y había pensado
que sería un buen momento.
—Sí claro, sabes que no te van a montar el pollo allí mismo por lo
menos, no van a montar ningún escándalo que los pueda poner en entre
dicho.
Los dos observamos a mi cuñada, llegó hasta Lucía y empezó a hablar
con ella y su acompañante. El tío me suena de alguna foto que Lucía ha
colgado con él en Instagram.
Parece que se ríen.
A los quince minutos Amber, Lucía y el tío que está con ellas se
dirigen hacía el chiringuito en el que yo pedí las cervezas. Mi hermano y yo
no quitamos ojos, se sientan en una mesa y piden algo.
—Tío he recibido un mensaje de Amber —me dice mi hermano
enseñándome el móvil.
—Eh mira están llegando unos tíos —señala mi hermano, levanto la
vista del móvil y los veo.
—¿Quienes son esos? Pregúntale a Amber, corre manda un puto
mensaje —digo nervioso.
Lucía se levanta cuando llegan los tres tíos, joder parecen armarios
empotrados, me pongo tenso no puedo evitarlo, pero ya cuando uno de ellos
la agarra del culo y la besa, no puedo evitar darle un puñetazo a la palmera
que tengo delante haciéndole una muesca en la madera.
—Eh, Rafa deja de comportarte como un puto crío y afronta las cosas,
no es tuya, vale, tiene derecho a liarse con quien le de la gana, que por
cierto tú has hecho lo mismo estos días. Te recuerdo que me contaste que
ayer te liaste con una chica —brama mi hermano sujetándome y
llevándome lejos de allí.
—Suéltame Raúl, no quiero pagar contigo lo que ahora mismo siento
—gruño apretando mis puños con los nudillos magullados y un poco
ensangrentados.
—Vamonos de aquí, si no eres capaz de comportarte como un puto
hombre, lo mejor es que nos alejemos.
Nos separamos unos metros de allí, ya no puedo ver lo que pasaba en
el chiringuito de los huevos y no paro de resoplar, estoy esperando como
agua de mayo que Amber nos mande algún mensaje explicándonos algo. De
repente suena el teléfono de mi hermano.
Raúl pone el teléfono a la vista de los dos y me pide por favor que me
controle por todos los medios posibles, aunque en el mensaje haya algo que
no me guste un pelo, solo puedo prometerle que lo intentaré, pero claro no
las tengo todas conmigo.
—Vale hermano, tranquilo, se conocieron ayer, así que no te preocupes, a
este nos lo comemos con patatas por muy armario empotrado que sea.
—¿Tú crees? Sé que a Lucía siempre le gusto Nick Carter, ya sabes
rubio, ojos azules…
—Te estas escuchando Rafa, ¿Nick Carter? Que estamos otra vez en
los noventa —declara Raúl levantándose del banco donde estamos
sentados, me hace una señal para que vaya con él —. Rafa hermano, sabes
que a la Lucía de quince años le gustaba ese pavo, pero tío que hemos
crecido. Vamos a dar una vuelta a ver si se te quita los pájaros que tienes en
la cabeza.
—Como vamos a ir a dar una vuelta, ¿vas a dejar a Amber ahí sola?
—No está sola, esta con tu churri. Tranquilo, vamos al coche a por las
toallas y vamos a relajarnos un poco y tumbarnos al sol.

∞∞∞
De nuevo miro el reloj, no he dejado de hacerlo desde que nos fuimos
de la palmera donde veía perfectamente a Lucía y a Amber. Son las tres de
la tarde Amber se ha quedado con los tres tíos y con Carlos el amigo de
Lucía mientras ella sigue haciendo fotos a los aviones que surcan el cielo
haciendo piruetas. Nos ha dicho que Lucía le ha invitado a comer para no
estar ella sola con todos los hombres, que se siente un poco atosigada con el
tío que le ha besado.
—Rafa sabes que es algo muy bueno que Lucía haya invitado a Amber
a comer con ellos, ella se siente incomoda con ese tío y por eso mismo
quiere que Amber se quede con ella —asegura mi hermano mientras se
vuelve a echar crema otra vez en la nariz. Tiene un trauma de una vez que
se le quemo y estuvo todo un verano sin poder dormir boca abajo.
—Sí, lo sé Raúl. Pero eso no quita que este comiéndome las uñas, no
quiero que ningún tío la roce, lo entiendes, sabes que nunca he sido celoso,
pero no sé que me pasa con ella, no puedo ver a un tío a su lado que no sea
yo.
—Rafa sabes que eso tiene un nombre ¿no?
—Sí, celoso.
—No, se llama estar enamorado hasta las trancas —grita mientras se
pone de pie y se marcha a darse un baño en el mar.
Mi hermano tiene razón estoy enamorado hasta las trancas de ella,
pero no de ahora, si no de siempre, no sé cuando paso, no sé que día supe
que era ella, pero no había ninguna duda. He salido con muchas chicas, he
tenido rollos, novias, relaciones mas largas, mas cortas, pero ninguna ha
llegado a nada por una simple razón, ninguna de esas chicas eran ella.
Joder si tenía tan claro anoche que iba a pelear por ella, que cojones
hago aquí como un gilipollas esperando a ver que me dice mi cuñada en
lugar de plantarme enfrente de ella y darle un beso.
Me levanto de la toalla y voy hacía el agua a decirle a mi hermano que
me marcho a buscarla, cuando delante de mis narices la veo pasar con el
otro tío en un kayak. «Me cago en la hostia puta ya hombre».
—Raúl tío paso de esto, voy a pasar a la acción joder no puedo estar
aquí como un niño pequeño esperando a que su mama le diga que ya puede
ir, que no tío que paso, que voy a por ella.
—Menos mal que vuelves a ser mi hermano, a por ella Tigre.
Alquilo una moto de agua y me adentro en el mar buscándola, no
puede estar muy lejos ¿no? La diviso a lo lejos, ahora comienza el juego y
la recompensa será ella, no voy a aceptar otro premio que no sea ella.
Paso deprisa a su lado derrapando la moto y haciendo que una ráfaga
de agua salga disparada hacía ellos empapándolos. Escucho como Lucía
mal dice como una loca, no puedo dejar de sonreír, la he visto un par de
veces con ese genio que es tan suyo y que me encanta ver, de pequeños me
pasaba horas chinchándola, solo para que me persiguiera por todos lados
queriéndome pegar.
En otro Kayak un poco más atrás vi a Amber y Carlos. Ella me
reconoció y me guiño un ojo haciéndome un pequeño gesto. De pronto otra
moto de agua aparece a mi lado, como si fuera mi escudero, mi hermano
montaba esa moto.
—Ey, creías que iba a dejarte solo en la conquista de tu churri. De eso
nada, voy a volcar el kayak de tu chica, aprovecha cuando estén en el agua,
para montarla contigo y largarte con ella de aquí.
—¿Qué…? —contesto, pero él ya le ha dado gas a la moto y se aleja
de mí.
Observo como Raúl se acerca a ellos. Conduce tan pegado al kayak
que con un solo toque la barca se da la vuelta. Le doy gas a mi moto
necesito saber que Lucía está bien.
Siento un alivio enorme al ver que sale a flote, me acerco despacio
escuchando a Lucía decir mil y una palabrotas. El armario empotrado está a
su lado intentando calmarla, sin embargo yo no puedo parar de reírme, sé
que en los momentos que Lucía está en todo lo alto del cabreo lo que
todavía le hace sentir peor es que le digan tranquila, relájate.
Me acerco ligeramente y ella gira su cabeza hacia mí mirándome con
una cara de cabreo, hasta que se da cuenta de que soy yo.
—Sube —le digo tendiéndole la mano para que suba detras de mí—.
Vamos a por ese gilipollas —sabría cual sería su reacción, iría a muerte a
por el tío que la había tirado del kayak.
Lucía coge mi mano sin dudar, dejando al otro tío ahí en el agua,
aunque todavía está asombrada por verme, no dice nada solo se sube detras
de mí, se coge a mi cintura y solo entonces es cuando me dice algo.
—Vamos a por él.
Giro mi muñeca dándole a fondo a la moto, mientras mi hermano
todavía le da más gas a la suya, no vamos a cogerlo ni de coña, pero hago
como que lo intento.
Llega el momento en el que se me ocurre parar la moto. Estamos a una
distancia prudente de la orilla pero sin que nadie pudiera vernos, ni
molestarnos, aunque sé que si el tío del kayak viene a por ella, mi hermano
será mi escudo.
—Uff creo que la moto se ha calentado, tendremos que esperar unos
minutos para volver a arrancarla —le informo levantándome y girando
sobre mi para encararla, Lucía me mira en silencio.
— Lucía ¿estas bien? —pregunto.
—¿De verdad eres tú? ¿Eres Rafa? —su pregunta me hace sonreír.
—Claro que soy yo, ¿quien te creías que era?, ¿te montas en la moto
de cualquiera o qué?
—No joder —dijo dándome un golpe en el brazo con el puño, cosa que
me hizo recordar viejos momentos—. Solo que me quedé en shock cuando
te vi, creí que todo estaba dentro de mi cabeza, ya sabes que mi
imaginación me estaba jugando una mala pasada. ¿Qué haces tú aquí? —
pregunta inquieta, enrocando un mechón de su pelo en el dedo.
—¿Y tú? —quise saber yo.
—Ya estamos otra vez como siempre, ¿respondiendo con una pregunta
Rafa? —Me encanta como suena mi nombre en su boca.
—¿De verdad quieres saber que hago aquí? —susurro cogiendo sus
manos entre las mías y acercándome un poco más a ella.
—Sí, claro que quiero saberlo. Yo estoy aquí por trabajo, ¿pero tú?
¿Tienes negocios aquí también?
—No, llegué hace dos días desde Toronto, necesitaba desconectar,
pensar, olvidarme de ti.
En el momento que pronuncié mis últimas palabras, sus ojos
empezaron a llenar de lagrimas, la abracé de inmediato, si se rompía quería
que lo hiciera sobre mí, mi necesidad de protegerla crecía por momentos,
me prometí que nunca nadie le haría daño mientras yo existiera.
—Rafa yo…, no se por donde empezar —habla entre sollozos.
—No digas nada, por favor mírame —ella levanta la cara hacía mi,
pero yo no pude aguantar más, te juro que he intentado aguantar las ganas
de besarla… Pero tomé sus labios con cuidado y miedo al principio hasta
que noté que ella no oponía resistencia, entonces la locura se apodero de mí
y la tomé con pasión, con fuerza, con esas ganas reprimidas que luchan por
no salir de mi interior, pero que sé que la guerra entre reprimirme o no, la
tenía perdida en el momento que su lengua empezó a jugar con la mía.
Capítulo 16
Llegó la hora de las confesiones
Lucía

Estoy viviendo un puto sueño sí es así no quiero despertar, me está besando


Rafa, noto como una de sus manos empieza a subir por mi pierna llegando a
mi muslo, con la otra mano libre me rodea acortando así la distancia entre
los dos todavía más si es posible. Un gemido ahogado rompe mi garganta y
entonces vuelvo en mí. Me aparto de él haciendo gala de un autocontrol de
dos pares de narices y entonces le doy un tortazo.
—Augh, ¿pero por qué haces esto ?—exlama Rafa llevándose la mano
a la cara—. ¿Qué te pasa?
—¿Qué me pasa?¿En serio, Rafa? —manifesto poniéndome de pie
para tirarme de la moto de agua.
—Eh loca, ¿dónde te crees que vas? —me sujeta por la cintura
volviendo a acercarme otra vez a él.
—Rafa suéltame.
—No.
—¡Rafa que me sueltes! —grito.
Me inclino hacía un lado provocando que los dos caigamos al agua
aunque no puedo librarme de su abrazo.
—¿Me puedes explicar, qué cojones te pasa, Lucía?
—¿Sabes lo que me pasa? —respondo—. Me pasa que ya estoy harta de
que hagas conmigo lo que quieras, que me beses cuando quieras sin
pedirme permiso y así un largo de etc... ¡qué no soy una muñeca!
—¿Ah eso crees, no?
—Sí —afirmo sujetándome a la moto de agua mientras veo a lo lejos a
una persona nadar hacía nosotros.
—Mira Lucía, yo no soy el que besa a una persona y se larga, eso es
cosa tuya por que tú ya lo has hecho conmigo dos malditas veces —expone
soltando un puñetazo al agua.
Nos quedamos mirándonos unos instantes, va volver a pasar, es una
tentación para los sentidos. Nos acercamos hasta que nuestras bocas quedan
a milímetros de distancia, pero una voz nos saca del trance donde
estábamos metidos.
—Lucía, Lucía, ¿estás bien? —Pregunta Dustin cuando llega nadando
mi lado, después de mirarme a mí y asegurarse de que estoy bien se gira
para encarar a Rafa—. ¡Eh tú! ¿quién cojones te crees para llevártela así?
—pero antes de que vaya a más lo freno poniéndome en medio de los dos
hombretones.
—No te preocupes Dustin —le digo mienras esbozo una falsa sonrisa—.
Es un antiguo amigo que quería hacer una gracia, solo eso —él me creyó,
menos mal, porque si no se podría haber desatado una autentica batalla de
titanes.
Dustin y yo volvemos nadando a la orilla dejando atrás al autentico
dueño de mi corazón, no me giro para mirarlo, ¿cómo tenía las santas
narices de decirme que yo le beso y me largo? Vale la segunda vez te lo
compro, pero la primera joder, para empezar yo no lo besé, fue él y segundo
que quería que hiciera, mis padres se mudaban de ciudad no podía
quedarme. Me parece tan cruel decirme eso.
Segundos después escucho el motor de la moto de agua arrancando y
pasando muy cerca de nosotros.
—Ey loquita mía —grita Carlos cuando me ve salir del agua—. ¿Todo
bien? —afirmo lanzándole un beso al aire, al lado de mi amigo siguen
Amber y los dos vikingos.
—Sí, no te preocupes, todo bien, solo era un antiguo amigo.
—Rafa —me corto Amber.
—¿Tú, cómo lo sabes? —quise averiguar en ese momento.
—Veras, Lucía, él es mi cuñado, ¿Me acompañas a pasear por la orilla y
te lo explico? —Amber luce una sonrisa de oreja a oreja mientras me
suplica.
Acepté, total tenía mucha curiosidad, ¿me habían montando una treta
sin yo enterarme?, ¿estaría al tanto Carlos?
Amber y yo paseamos por la orilla de la playa durante unos minutos en
silencio, hasta que se paró y comenzó a explicarse.
—Lucía, quizá pienses que estoy loca, pero quería hacer algo para
demostrarte que Rafa está loco por ti, hoy hemos venido a ver el
espectáculo por supuesto sin saber que tú estabas aquí. Pero cuando Rafa te
ha visto ha sido como una señal para él, Rafa solo aceptó venir aqui unos
días con nosotros para intentar olvidarse de lo que paso, olvidarse de ti,
pero al verte… Bueno ya sabes como es él —me comenta señalando en la
dirección donde Rafa se encuentra—. Cuando ha visto que llegaban los
vikingos como los llamáis Carlos y tú, yo quería intervenir por él, quería
que pudierais hablar, que él te pueda explicar lo que paso, no sé.
—Amber —interrumpo—. Tú no tienes la culpa de nada, no tienes que
exculparte de verdad, sé como es Rafa, bueno sé como era él hace dieciocho
años —comenteo mientras jugueteo con el pie en la arena.
—¿Por qué no le das una oportunidad? ¿Por qué no dejas que se
explique? —inquiere saber mientras volvemos caminando por la orilla—.
Que yo sepa, tú te fuiste después de la cena sin decirle nada.
—¡Tú también me lo vas a echar en cara! —exclamo con sorna—. Lo
sé, lo hice mal, pero me bloquee joder, no sabía que hacer. Paso algo en mi
cabeza que pudo más que yo misma en ese momento, sé que lo hice mal
pero a él le mintieron, yo me fui por otra cosa, no por la que él cree —
mientras termino de hablar no puedo más con mi alma y exploto a llorar.
—Lucía, él ya sabe que no te estabas liando con tu jefe aquella noche —
me abraza durante un instante y sigue hablando—. Él esta muy jodido por
haberle creído a ella sabiendo como es.
—Nuria siempre ha querido joderme ¿sabes?, siempre estaba celosa d
mi relación con él y todo fue a peor cuando empezaron a salir juntos —le
cuento.
—Te entiendo, Lucía —Amber me vuelve abrazar, es una chica muy
cercana, simpática y agradable, parece que la conozco de toda la vida o al
menos me da esa sensación—. Yo tambien lo he pasado muy mal en mi
relación con Raúl. Por otras causas, pero en cierto modo tambien por celos.
—Vaya suerte que tenemos. Bueno por lo menos vosotros lo habéis
vencido, por qué no te das la oportunidad de conocerle ahora, quizá te
sorprenda ¿no? —todo lo que estoy hablando con Amber me está
produciendo muchas dudas, puede que ella tenga razón—. Rafa va a
quedarse unos días por aquí y tú también, es perfecto, daros un tiempo y
hablar.
Que hago, le doy la oportunidad, bueno mejor dicho nos damos la
oportunidad…
—Está bien —afirmo—. Pero lo haré poco a poco, aunque tengamos
dos o tres días —Amber levanta la mano para que la choquemos como si
fuéramos unos niños.
Volvemos al final donde están todos los chicos en dos bandos, Carlos
con los Vikingos por un lado y por otro los dos hermanos juntos. Al vernos
llegar tanto Raúl como Rafa sonríen. Dustin da unos pasos y se planta
enfrente de mí estrechabdine eb sus duros brazos, quiero provoar alguna
reacción en Rafa, así que me dejo llevar.
La reacción no se hace esperar, cuando me ve entre los brazos del
vikingo da un bufido y pega una patada al aire, lo veo apretar los puños
mientras Amber lo sujeta por los hombros e intenta convencerle de algo.
—Chochi —Carlos se mete en medio de Dustin y de mi mientras dice
—. Que calladito te lo tenías ¿Eh guarrona?
—¿Calladito el qué? —murmuro apartándome del vikingo.
—Hombre no has tenido la decencia de decirme como es ese
monumento —se relame mientras sus ojos se abren cada vez más al mirar a
Rafa.
—Anda exagerado.
—Sí, sí, exagerado dice… Exagerado ha sido el morreo que te has dado
con ese bomboncito en alta mar.
No pude evitar echarme a reír, Carlos tiene unos puntos divertidos y
locos. Además tiene toda la razón, el beso que Rafa y yo nos hemos dado ha
sido apoteósico. Todavía siento alguna contracción que otra en mi vagina de
lo cachonda que me ha puesto en un momento.
No hizo falta que le dijera nada a mi amigo, el sabe comportarse
perfectamente y a veces sin hablar ya sabemos lo que queremos decir tanto
el uno como el otro, Carlos aprovecho para decirle a los vikingos que
teníamos que seguir trabajando y que ya nos veríamos al día siguiente, el
ambiente que había en estos momentos era bastante raro, ellos aceptaron sin
rechistar y se despidieron de todos. Yo aguanté la respiración cuando Dustin
y Rafa estrecharon sus manos a modo de despedida, fue un momento
bastante tensito.
La mirada de Rafa buscaba la mía de forma constante. Raúl aprovecho
para proponernos que fuéramos a tomar algo los cinco por la noche en
Málaga, a mí me quedan todavía unas cuantas fotos que hacer y he perdido
un poco de tiempo con el número de la moto de agua. Así que Carlos y yo
decidimos vernos más tarde con ellos para tomar algo o incluso cenar por
ahí.
No me parece mala idea, Amber es una chica estupenda y ha
congeniado bastante bien con Carlos, por otra parte salir por ahí con ellos o
incluso cenar, me dará motivos para pasar más tiempo con él y puede que
hasta podamos hablar por fin, sin molestias ni interrupciones de todo lo que
nos atormenta a cada uno y sobre todo sin echarnos cosas en cara.

∞∞∞
A las nueve de la noche Carlos y yo salimos del hotel y paseamos por el
muelle uno cerca del restaurante donde hemos quedados con los hermanos y
Amber.
—Pues tengo que decirte que Amber me parece una buena tía —
confiesa mi amigo con una sonrisa socarrona en la cara.
—A mí también me lo parece Carlos, se le ve una tía muy llana, muy
humilde.
—¿Y de los otros dos no tienes que decirme nada? —mi amigo me da
un ligero codazo mientras me pone ojitos y morritos, es un capullo integral.
—Pues a Raúl, tampoco es que lo conozca mucho —le explico—. Es un
par de años mayor que yo. Bueno y de Rafa ¿qué quieres que te cuente?, si
creo que ya te lo he contado todo.
—Sí, sí, todo, todo, menos que no hay bayeta que le quite el polvo que
tiene.
Le doy un manotazo con toda la mano abierta sin poder evitar reírme.
—Ey macarrilla, cuidado que lo destrozas —oigo la voz de Rafa y un
oleada de calor comienza a invadirme por dentro, rápidamente me doy la
vuelta para encontrarme con él, pero no estaba preparada para lo que iban a
ver mis ojos.
Parado enfrente de mí hay un hombre con todas sus letra, lleva el pelo
engominado por los lados y las puntas ligeramente levantadas de la zona de
arriba, la barba bien recortada y perfilada, unas deportivas blancas, un
pantalón de rayas negras y blancas con unas cadenas enganchadas en las
hebillas donde va el cinturón, una camiseta gris estrecha, donde se ve
perfectamente marcado cada abdominal como una tableta de chocolate
Nestle y rematando el look una camisa vaquera encima arremangada hasta
el codo dejando ver los tatuajes de sus brazos. Por último y después de
hacerle la radiografía de arriba a bajo, vuelvo a posar mis ojos en los suyos.
Cómo puede ser tan sumamente guapo y sexy joder, es una autentico placer
para la vista y un moja bragas de cuidado.
—Cierra la boca bonita, que te van a entrar las moscas —chasquea los
dedos Carlos delante de mi cara.
—Hola chicos —Amber se lanza a darnos dos besos a Carlos y a mi,
Raúl y Rafa se quedan en un segundo plano, él sin quitarme la vista de
encima—. Estáis guapísimos —afirma ella.
—Y vosotros cariño —le responde Carlos.
—¿Dónde queréis que vayamos a cenar? —pregunta Raúl abrazando a
su novia por la cintura.
—Pues que queréis que os diga pero me apetece mucho un italiano —
comenta Carlos.
—Sí, pero ese tipo de italiano no creo que nos lo vayamos a encontrar
Carlitos —le pica Amber
Seguimos paseando por el muelle donde había amarrado uno de las
réplicas del navío de La Santa María de Colon, Carlos camina a mi lado,
Amber y Raúl se detienen cada dos por tres para hacerse selfies con los
barcos y los yates que hay atracados en el muelle. Rafa un poco más atrás
camina pensativo sin levantar la vista del suelo, Carlos se da cuenta y me
anima para que hable con él, mientras él hace una llamada telefónica.
Me detengo unos instantes hasta encontrarme con él de frente.
—Hola Rafita —le digo con una voz tímida.
Él se para y comienza a escanearme entera como había hecho yo
minutos antes con él, me había vestido con un pantalón negro ajustado y
una blusa lencera granate, unas sandalias con poco tacón y el pelo suelto y
ondulado.
—Hace tiempo que no me llamabas así, Lucía —me contesta
sorprendido, lleva su mano a mi pelo y coge un mechón de el y lo esconde
detrás de mi oreja, la cantidad de veces que ha hecho eso mismo siempre
que llevaba el pelo suelto.
—Perdona la torta de antes —me lamento avergonzada—. Se me fue la
mano.
—No importa, no te preocupes, no volveré a besarte hasta que no me lo
pidas, así que por esa parte no te preocupes —ojiplática me deja esa
contestación. «que no va a besarme hasta que se lo pida, sigue siendo un
creído, por favor».
Llegamos al restaurante y nos sentamos uno al lado del otro, enfrente de
nosotros se sienta la otra parejita y Carlos que se ha apodado a si mismo
Mister Málaga se sienta presidiendo la mesa, como le gusta ser el centro de
atención disfruta más que un niño chico.
—Oye Lucía, ¿mañana también vas a grabar el espectáculo? —Me
lanza la pregunta Raúl.
—Pues sí, pero mañana es rápido, solo son unos poquitos
entrenamientos, unas cuantas fotos y alguna que otra entrevista a los
pilotos, creo que un par de horas estará terminado, ¿verdad Carlos?
—Eh, sí, claro lo que diga la jefa, ¿por qué lo preguntas chico? ¿Tenéis
algún plan? —contesta mi amigo .
—Pues la verdad es que sí —indica Amber—. Le prometí a los chicos
un fin de semana inolvidable y lo voy a cumplir. Mañana quiero llevarlos a
las cuevas de Nerja y a la cala de Maro —explica—. Oye se me esta
ocurriendo una idea —comienza a dar unas palmaditas y luego un achuchón
a su novio—. ¿Qué os parece sí quedamos todos juntos y vamos a pasar la
tarde a la playita?, podemos quedarnos allí a cenar tipo picnic ¿Qué os
parece?
Carlos se une a los gritos de Amber y los dos comienzan a dar saltitos
en la silla, la gente de alrededor empezaba a mirarnos.
—Eh, eh, vale, esta bien pero bajar la voz, que sois tremendos —
respondo.
La cena pasa en un pis pas, lo estoy pasando en grande, recordando
momentos del pasado y comentando otros nuevos sobre nuestras nuevas
vidas. Las miradas entre Rafa y yo cada vez son más frecuentes, nuestras
manos se habían chocado un par de veces cuando cogíamos la copa de
Lambrusco, ese simple roce desata en mí una oleada de sensaciones que
creí que ya no estaban, antes de pedir el postre Carlos se excusa diciendo
que Olav le está esperando y se marcha. Amber lo mira de reojo sonriendo
y levanta la copa para brindar con él.
—Pásalo bien Carlos, disfruta —dice ella poniendo voz sexy.
—Ay bonita, no tengas dudas que es lo que voy a hacer, hoy me
voy a follar un culito bien durito y apretado.
—¡Carlos! —le reprendimos todos a la vez.
Cinco minutos más tarde Amber me lanza un toque con su pie por
debajo de la mesa, levanto la mirada hacía ella y me responde con
un guiño. «¿Qué se le habrá ocurrido ahora a esta loca?», menudo
cóctel entre ella y Carlos. Son dos cabras locas.
—Ay Raúl, creo que estoy un poco mareada —suelta Amber—. Por qué
no salimos y paseamos un poco para que nos de el aire. Venga mi vida —le
suplica ella.
—Amber, ¿ahora…? si vamos a pedir el postre—. le rebate él.
—Sí, ahora —contesta cogiéndolo del brazo y tirando de él para
levantarlo.
Rafa se remueve en su silla nervioso, tanto él como yo sabemos lo que
pretenden hacer, me lanza una mirada y una sonrisa de medio lado para
volver a mirar al frente, nos despedimos ambos de Raúl y Amber. Uff esa
sonrisa será mi perdición estoy segura de ello.
Pido un coulant de chocolate con helado de vainilla y Rafa pide un
café expresso. Estando los dos aquí solos, miles de preguntas se agolpan en
mi cabeza, pero hayuna que es la que quiero que me conteste con más
urgencia.
—Rafa ¿Por qué nunca me contestaste a las cartas?
—Vaya —inclina la cabeza a un lado—. Aquí esta mi peque, ya decía
yo que estabas tardando en preguntármelo.
—Me conoces bastante, ya sabes que algunas cosas no me las puedo
callar.
—Lo sé, hay cosas que no cambian, quería hablarlo con calma y
explicártelo en un sitio más tranquilo —me comenta—. Pero bueno ya que
has sacado el tema. Para que retrasarlo más. ¿Verdad?. Verás Lucía, para
empezar puede que no lo pareciera pero era un niño muy influenciable al
que le importaba más lo que pensaran los demás que mi propia felicidad, tú
mejor que nadie sabe como eran las cosas antes. Todos nos portamos muy
mal contigo —se lamenta mientras aprieta mi mano, una lagrima desciende
por su mejilla hasta perderse en su cuello—. Y yo el primero, siento tanto
no haber sacado la cara por ti en tantas ocasiones, siento haber participado
de todo eso, de las putas gilipolleces de Lucas, de los comentarios de
Roberto, de las gracias de Lourdes y de las putas idas de olla de Nuria. Lo
siento tantísimo Lucía, te pido perdón hoy y te lo pediré hasta el último día
de mi existencia. Fui un cabrón contigo, pero también lo fui conmigo , fue
muy difícil reprimir y aguantar todo lo que sentía por ti, cada día al verte lo
único que deseaba era besarte, acariciarte, abrazarte, cada noche en mi
habitación me hinchaba a llorar de rabia por no ser lo suficientemente fuerte
para hacer frente a todos los demás y gritar a los cuatro vientos lo que sentía
por ti, lo que te quería, lo que te amaba. El día que te fuiste me partiste en
dos, te lo puedo asegurar, no volví a ser el mismo hasta que nos
reencontramos hace unos meses, cuando te vi en el hotel otra vez mi
corazón que parecía dormido comenzó a latir mas fuerte que nunca. Y
entonces lo comprendí, lo eres todo para mí ahora lo sé. No te contesté
nunca porque yo mismo me metí en una burbuja, en un agujero sin fondo en
el que cada día me hundía más y más, no quería que me vieras así, te fuiste
me sentí defraudado mi orgullo se sintió dañado y no fue tu culpa, lo
entendí con el tiempo, tú no podías hacer nada, no podías quedarte por mí
cuando nunca te había dicho ni una palabra de amor y ni aun así hubieras
podido hacer nada. Puede que quisiera castigarte y por eso no te contesté,
pero leí cada una de tus cartas, me dolía ver que seguías con tu vida; que te
divertías, que salías, te echaba tantísimo de menos…
Escancio un poco de vino en mi copa y me tomo de un trago todo el
liquido ambarino. Lo que he escuchado me deja desolada, escuchar su voz
contando todo lo que sufrió, me ha puesto los pelos de punta y a la vez me
ha incendiado completamente. Me he quedado sin palabras, no sé ni que
decir, ni como mirarlo en este momento, un camarero rompe el hielo entre
los dos cuando trae el postre y el café.
—Rafa, uff como decírtelo —me está constando un mundo hablar—.
Yo siempre he estado enamorada de ti, no me acuerdo ni cuando empecé a
sentir todo esto que tengo aquí metido —digo llevándome la mano al
corazón—. Cada vez que estoy a tu lado mi cuerpo no me pertenece, mi
corazón va a toda máquina, hasta me cuesta trabajo que salga mi voz. Y
Dios … —dejo escapar un suspiro —. Te puedo asegurar que cuando te
volví a besar, fue como estar en el cielo.
Rafa no me contesta, coge la cuchara que está en el plato de postre
corta un pedacito del coulant de chocolate coge otro poquito de helado de
vainilla y me lo ofrece.
—¿Tú no quieres? —pregunto.
—Sí quiero, pero después de que tú lo pruebes —abro la boca como
una autómata, haría lo que me pidiere sin rechistar, seguro que tenía una
cara de tonta que para que, él introduce la cuchara en mi boca y comienzo a
saborear el bizcocho de chocolate con el chocolate fundido y el frescor del
helado de vainilla—. Voy a probar este postre de tus labios… ¿Te importa?
—añade para mi sorpresa con una voz muy sensual.
Trago el bocado que tengo en la boca, Rafa se acerca a mí, «¿Le he
dado permiso para besarme?», madre mía que calor su boca se acerca
peligrosamente a la mía, yo me inclino un poco para llegar antes a este
encuentro, entonces él toma mi boca con prisas, con exigencia, nos
enfrascamos en una guerra sin tregua posible. Alguien carraspea a nuestro
lado. Rafa se separa de mí con una sonrisa picarona.
—Sabes que yo no te he pedido que me beses ¿no? —murmuro.
—Oh peque, sí que lo has hecho.
—De mi boca no ha salido.
—De tu boca no, pero sí de tus ojos —no puedo llevarle la contraria ni
rebatirle, tenía toda la razón el muy capullo.
Terminamos de cenar Rafa y volvimos paseando por las calles de
Málaga bajo la luz de las farolas y con la luna creciente de fondo. No
hablamos mucho, nos mantuvimos en silencio, pero cogidos de la mano.
Sin darnos cuenta llegamos a la puerta del hotel.
—Bueno —comienza a decir Rafa—. Quiero decirte que ha sido un
placer tener una cena tranquila contigo esta noche Lucía —se mete las
manos en los bolsillos y baja la mirada esperando respuesta por mi parte.
—Para mi tambien ha sido todo un placer Rafa, hace tiempo que
necesitábamos esto, estar tranquilos, hablar un poco…
—Lucía —añade—. Me hubiera gustado tener esta conversación hace
mucho tiempo, pero ahora mismo no quiero perder ni un puto segundo de
nuestras vidas.
Esta vez tome yo la iniciativa, rodee con mis brazos su cuello haciendo
que su cabeza bajara lo justo para fundirnos en un beso, paseé mi lengua
por sus labios hasta introducirla dentro de su boca, sus manos apretaron mi
culo lo que me hizo dar un respingo y acercarme más a él, note su erección
contra mi, joder que fuerte, que fuerte, me estoy dando el lote con Rafa.
—¿Déjame pasar la noche contigo Lucía, lo necesito, creo que los dos
lo necesitamos? —suplica.
Dios ataque de pánico en tres, dos, uno.
Capítulo 17
El mejor momento de mi puta vida
Rafa

No he podido resistirme a preguntárselo, ya sé que es una puta locura y


seguro que dirá que no, pero tengo que intentarlo. Ya le he avisado no
pienso perder más ni un solo segundo de nuestras vidas.
No puedo apartar mis manos de su cuerpo y no estoy dispuesto a
hacerlo, así tenga que ponerme de rodillas y suplicarle, la necesito, necesito
apagar este fuego que me quema y que llevo sintiendo desde que la he
besado por la mañana en el agua.
La miro a los ojos, sé que está pensándoselo y seguro que tiene una
lucha interna enorme entre decir sí o no, por eso mismo le doy una
aliciente, la atraigo más hacía mí nuevamente y paseo mi lengua por su
cuello para terminar dándole un mordisquito.
—Sí —susurra jadeando en mi oído.
—¿El qué?, ¿no te he escuchado peque? —contesto satisfecho
separándome para mirarle a la cara.
—Sí, quiero pasar esta noche contigo.
La vuelvo a besar de una manera un poco mas salvaje y la estrujo entre
mis brazos como tantas veces he deseado.
Las ganas nos apremian y pasamos dentro del Hotel besándonos como
locos en cada rincón, en este momento nos da igual el resto del mundo,
llegamos a la habitación, Lucía comienza abrir las cortinas y las ventanas
para que la tenue luz de la luna llene toda la habitación, una luz que da un
toque romántico perfecto para el momento, porque lo que va a ocurrir no es
solo sexo, es mucho más.
Lucía se marcha un segundo al baño, estoy nerviosísimo como si fuera
mi primera vez, nunca me he puesto así con ninguna con las que he estado.
«Joder que me pasa». Me quito la camisa vaquera y la dejo en el sofá
pequeño que hay en la parte derecha cerca del ventanal. Lucía abre la puerta
del baño y sale solo con una camiseta puesta. Dios, uff chasqueo la lengua y
me muerdo la mejilla para no saltar encima de ella de momento, hoy voy a
tener que hacer gala de todo el autocontrol posible. Siempre la he deseado,
pero ahora viéndola así tan desinhibida y comoda conmigo me estoy
poniendo cardíaco.
—Rafa, estoy un poco nerviosa —está temblando parada en la puerta
del baño con la vista fija en el suelo.
Me acerco a ella, camino despacio sin movimientos bruscos, creo que es
como un cervatillo que en cualquier momento se puede asustar y puede salir
corriendo. La cojo de la barbilla y levanto su cabeza joder que bonita es,
cojo su mano y la apoyo en mi pecho tiro de ella hasta pegarla a mí y la
abrazo, ella apoya su cabeza en mi, respirar su aroma mientras mis manos
acarician su espalda tan suave es puro delirio.
Tras unos segundos así ella pone distancia entre los dos con sus manos
en mi pecho, me mira se pone de puntillas y deja un beso en mi mejilla, una
sonrisa picara aparece en su cara y tira de mí hacia la cama.
Ella se sienta y me mira como una gatita en celo.
—Rafa, sabes que siempre he querido que fueras el primero —Mi
entrepierna vuelve a tener vida propia y me da un latigazo importante.
—Me hubiera gustado serlo peque —alcanzo a contestar—. Eso puedes
tenerlo por seguro.
—Sabes que siempre me imaginaba que eras tú cuando estaba con otro
hombre.
Eso me llama la atención, cuantas veces he fantaseado yo con ella
mientra estaba acostándome con otras, uff he perdido la cuenta de eso. No
puedo esperar más necesito más de ella.
—Lucía, quiero hacerte mía ahora, solo mía —ella me lanza una mirada
lujuriosa y se muerde el labio, ahora sé que lo desea tanto como yo.
Me quito la camiseta y me tumbo encima de ella, dejando un reguero de
pequeños besos y lametones desde la oreja hasta la comisura de la boca,
siento como gime con cada toque de mi cuerpo contra el suyo, del contacto
piel con piel, quiero saber si esta lista para mí, aparto su tanga a un lado y
deslizo uno de mis dedos entre sus dulces pliegues, son suaves y
resbaladizos, como me imaginaba está totalmente lista para mi, una fuerza
sobrehumana me arrastra a llevarme esos dedos a la boca, los chupo con
deleite mientras ella me observa tapándose con la mano la boca, con esa
imagen inocente me vuelve más loco, si esto le escandaliza no sabe lo que
le espera. Joder su sabor me vuelve loco, dulce y picante como me
imaginaba.
Tiro de la camiseta que oculta su cuerpo y dejo escapar el aire de mis
pulmones, no me había dado cuenta que estaba manteniendo la respiración,
cuando se queda solo con un sujetador a conjunto con su tanga de encaje
negro y que le sientan escandalosamente bien. Tiro de ella para dejar sus
piernas colgando en el borde de la cama bajo con cuidado su tanga hasta
llegar al suelo y dejarlo tirado ahí, abro sus piernas totalmente y me planto
en medio de ellas, la erección de caballo que estoy teniendo duele, está loca
por salir, pero todavía no, quiero dejarla totalmente satisfecha antes de
hacerla mía.
Meto mi cabeza entre sus piernas flexionadas lamiendo con devoción el
regalo que me entrega, abro sus labios con mis dedos y repaso de arriba
abajo con mi lengua cada milímetro de su humedad, introduzco mi lengua
en ese agujerito que está sumamente mojado para saborear cada gota que le
provoco y que tiene para mi, después me centro en su clítoris comienzo a
dar vueltecitas con mi lengua alrededor de el, mientras introduzco dos
dedos dentro de ella, siento como se estremece, como convulsiona, como
gime, como se retuerce en mis manos. Lucía se lleva las manos a sus
pechos acariciándolos para mi deleite mientras yo la torturo con mi lengua.
Cada vez más rápido, más rápido y presionando este botoncito que me
encanta hasta que un jadeo ahogado sale de su ser y se derrama en mis
dedos y en mi boca, lamo toda su esencia para no dejar que se desperdicie
nada de ella, la miro y no puede estar más guapa, sus ojos brillantes y sus
mejillas sonrosadas después de haberse corrido la hacen todavía más bonita
si es posible.
Ahora subo por su cuerpo besando su ombligo, recreándome en sus
pechos lamiendo sus duros pezones. Ella me sorprende dándome la vuelta y
poniéndose encima de mí a horcajadas, se desabrocha el sujetador dejando
sus pechos al aire. Cualquier palabra que diga ahora mismo se quedaría
corta, es una diosa no hay duda.
Con unas ansias tremendas Lucía desabrocha el botón de mi pantalón,
baja la cremallera lentamente martirizándome, mi polla esta loca por salir,
me quita el pantalón dejándome el boxer puesto
Se tumba encima y pone sus tetas a la altura de mi boca dándomelos
gustosa, los chupo, los lamo y los muerdo mientras ella se retuerce. Mete su
mano debajo de mi calzoncillo y agarra mi pene sacándolo al exterior de
repente quita sus pechos de mi boca para llevarme al séptimo cielo.
Desciende por mi vientre y se introduce mi hinchado glande en la boca,
joder…
Empieza a pasear su lengua por el con perversión y erotismo, «madre
mía mi nena…»
Joder las veces que me he imaginado esta situación en mi cabeza.
Mis jadeos resuenan por toda la habitación, tiemblo de gozo cierro los
ojos y tenso la mandíbula de placer, su boca cubre toda mi erección por
completo una y otra vez, su mano rodea y acaricia mis testículos.
Mordisquea el glande con delicadeza mis manos se posan en su cabeza
mientras ella me hace el amor con su boca, uff estoy apunto de llegar al
clímax, pero no quiero que sea así, necesito entrar en ella, hundirme hasta el
fondo y sentirla como nunca. La retiro con delicadeza y me quedo un
segundo admirándola.
—Súbete encima de mí, Lucía —le ordeno, ella sonríe maliciosa y me
guiña un ojo obedeciéndome.
Se sienta a horcajadas de nuevo sobre mí y se empala con mi miembro
muy dentro de ella, esta empapadísima por Dios. Cuando mi polla llega
hasta el fondo los dos lanzamos un gemido que nos pone la carne de gallina,
observo a Lucía como echa su cabeza hacía atrás dejándose llevar.
—Dios, Rafa —grita ella.
—Sí, peque dime lo que deseas que haga, dime cómo te gusta.
—No pares de moverte —susurra para mi, mis caderas se alzan
mientras ella se balancea una y otra vez en círculos para atrapar su placer.
Me incorporo mientras sigo dentro de ella, me quedaría aquí a vivir.
Dentro de ella todo se siente maravilloso me abraza y me muerde el hombro
derecho, está a punto de alcanzar el clímax, en su cara se refleja la pasión,
le ayudo a subir y a bajar encajándose en mi perfectamente una y otra vez,
una y otra vez.
—Uff, Dios… —vuelve a jadear mientras otro orgasmo la llena de
placer.
—Dios no peque, tú y yo.
—Tú y yo —repite ella antes de comerme la boca.
La giro poniéndola a cuatro encima de la cama, cojo un condón que
tengo en la cartera y me lo pongo rápido, tenerla entera para mi es un puto
flipe, mi glande duro y caliente anhela estar dentro de ella de nuevo y la
vuelvo a penetrar, esta vez duro y salvaje, enredo en mi muñeca su pelo
suelto y salgo y entro de ella con desesperación, con la mano libre la agarro
de las caderas y le suelto un cachete en uno de sus glúteos, ella gime
dejándose llevar por otro orgasmo devastador, como el que me va a solar a
mí de un momento a otro. Sus pechos se balancean mientra le colmo de
largas embestidas, grita mi nombre una y otra vez entre jadeos y eso me
excita todavía más, estoy a punto de perder la cordura cuando un escalofrío
recorre mi espalda no puedo reprimir más esto y me dejo llevar llenándola
de mi.
En este momento me doy cuenta que estoy irremediablemente
enamorado de ella.
Lucía se deja caer exhausta en la cama y yo me dejo caer también a su
lado, lo que acaba de suceder entre nosotros ha sido mágico nos ha dejado
extasiados, la miro aquí a mi lado ella me sonríe, pero no hablamos, solo
nos limitamos a miramos y no puedo evitar que unas lagrimas salga de mis
ojos.
—¿Qué pasa Rafa? ¿No te ha gustado? —Susurra Lucía preocupada.
—Cómo no me va a gustar peque.
—Estas llorando —añade.
—Sabes que se puede llorar por varios motivos ¿no?, y uno de ellos es
la felicidad y hoy tu pequeña me has hecho el hombre más feliz del mundo.
—¿En serio? —se asombra ruborizada.
—Sí, eres lo mejor que me ha pasado nunca.
—Creí que te habías olvidado de mí Rafa.
—Mira. Lucía solo te voy a decir una cosa… Fuiste, eres y siempre
seras tú, metetelo en la cabeza peque, nunca nadie me ha hecho olvidarte y
nunca nadie me ha hecho sentir lo que tú me das con una simple mirada.
Nos fundimos en un abrazo que nos llevo de nuevo a una vorágine de
sexo desenfrenado.

∞∞∞
Abro los ojos, sé que sigo en la habitación de Lucía, miro hacía los
lados buscándola pero estoy solo me incorporo un poco en la cama y miro
la hora en el móvil, son las nueve, veo un sobre en lo alto de la mesa me
levanto desnudo y voy a por el.
Abro la carta y saco un pequeño papel.

Buenos días dormilón.


He tenido que irme para la sesión de fotos, me ha encantado pasar
esta noche junto a ti, gracias por hacerme sentir mujer, nunca nadie lo
había hecho.
No quiero volver a perderte por nada del mundo, me encantaría
poder conocerte mucho más y quien sabe quizá empezar algo contigo.
Claro sí tú quieres.
Nos vemos en un rato en la playa.
Mil besos.
Tu peque.

Como un puto adolescente no puedo borrar la sonrisa de mi cara, no


hace falta que me mire en el espejo para saber que tengo cara de tonto
enamorado, pero me da igual, por fin la tengo, por fin es mía. Y lo quiero
todo con ella. Me tiro en la cama y mi teléfono comienza a sonar.
—Sí —contesto sin mirar quien es.
—¿Cómo que sí? ¿Dónde cojones te metes hermano?
—En la gloria hermano, estoy en la puta gloria.
—¿Has triunfado Rafita?
—No te voy a contestar, solo te diré que he cumplido el mayor sueño de
mi vida.
—Rafaaaaaa —escucho a Amber al otro lado del teléfono.
—Dime niña.
—¿Qué tal esta mi amiga?
—Lucía esta muy bien, currando ahora mismo.
—Pues vente ya a casa que quiero todos los detalles.
—No creo que quieras todos los detalles cuñada —le aviso
acariciándome la barbilla mientras me miro en el espejo repasando cada
rincón de mi cuerpo por el que ella ha pasado—. En media hora estoy ahí.
—Rafa escucha, espero que esta vez no la cagues.
—No te preocupes Raúl.
Cuelgo el teléfono y lo dejo encima de la cama donde Lucía y yo
habíamos estado toda la noche enredados haciendo el amor, estoy seguro
que hubiera sido magnifico perder la virginidad con ella, pero lo de esta
noche no lo cambio por nada en el mundo.
Llego a casa de mi hermano con la sonrisa puesta, cuando me ve
aparecer por la puerta se abalanza sobre mi y como cuando eramos niños
empieza a pegarme pequeños puñetazos en plan de coña. Amber viene
corriendo al escucharnos.
—Parecéis dos críos de verdad, me habíais asustado.
Nos tiramos por el suelo mientras hacemos como que nos peleamos.
—Me encanta verte así hermano, joder hace años que no te veo así,
tienes hasta otro color en la cara.
—Ey chicos me ha escrito Carlos, por lo visto acaba de llegar, así que
no se ha ido con Lucía a trabajar.
—¿Cómo? ¿la ha dejado sola? —exclamo cabreado.
—A ver lo primero Rafa; Lucía es mayorcita y sabe cuidarse, lo
segundo se le ha debido de pegar las sabanas igual que a ti, ¿no crees? que
tambien tiene derecho a divertirse.
—Joder Amber y a ti no te han dicho nunca que quien vale para salir de
fiesta tambien vale para trabajar.
Me siento fatal, Lucía ha venido a currar y Carlos en lugar de facilitarle
el trabajo va y la deja sola.
—Eh, hermano, él es su amigo, así que cuidado con lo que dices de él
delante de tu chica.
Asiento y me voy a cambiar de ropa.
Una hora y media más tarde llegamos a Torre del Mar, Lucía le ha dicho
a Carlos que nos espera en la carpa de los pilotos. Cuando llegamos ella
está hablando con uno de ellos, el tío no le quita los ojos de encima y
especialmente a sus pechos.
Mi hermano debe de notarme tenso y me avisa.
—He fiera, tranquilo, es su trabajo, piensa eso.
—Lo sé, ¿pero te das cuenta cómo la mira? —le pregunto dándome la
vuelta para evitar ver lo que está pasando bajo la carpa.
—Claro, Rafa la mira igual que la miras tú, con ganas de comérsela.
Engancho a mi hermano de la camiseta y Amber nos separa
—No te pases ni un pelo hermano, te lo advierto, con este no juegues —
digo guiando mi mano al corazón.
—Raúl, no juegues con tu hermano no te das cuenta que está muy
enamorado ¿acaso no lo ves? —le regaña Amber con el dedo.
Carlos nos llama la atención, se ha adelantado para avisar a Lucía de
que hemos llegado, nos hace un gesto con la mano y nos avisa que tenemos
permiso para entrar en la carpa y conocer un poco más su trabajo.
Mi hermano se disculpa a regañadientes y entramos en la carpa, allí
observo a Lucía, está guapísima haciendo la entrevista y tomando notas
tengo que controlarme cuando el piloto pone una de sus manos en la cintura
de Lucía y le da dos besos, soy celoso, lo reconozco, pero es que no estoy
dispuesto a perderla después de lo que me ha costado llegar a ella.
Lucía termina de hablar con el piloto, cuando me ve se iluminan sus
ojos marrones como nunca lo han hecho, corre hacía mi y me abraza una
tranquilidad y a la vez una alegría enorme me invade.
—Te he echado de menos Rafa —declara Lucía.
—Y yo a ti peque.
—¿Te gusto mi nota?
—Me encantó y quiero decirte que sí, que sí quiero empezar a conocerte
mejor y quiero empezar todo contigo.
—Ay que me muero estoy saliendo con Rafael Sanchez —grita risueña
entre mis brazos.
La beso mientras el piloto con el que minutos antes estaba hablando me
lanza una mirada asesina y yo aprovecho para estrecharla más en mis
brazos y apretarle el culo con mi mano. Uff como me estoy poniendo ya,
será mejor que me controle y baje un poquito el ritmo.
—¿Ya has terminado? —le pregunto loco por perderme con ella.
—Casi, me falta hacer unas cuantas fotos a varios pilotos y ya estoy
lista. ¿Por qué no me esperas tomándote algo con tu hermano y Amber?.
—¿Te molesta que este por aquí?
—Que dices tonto, para nada, tú no me molestas lo que no quiero es que
te aburras.
—No me aburro, al revés, me interesa mucho lo que haces cariño.
—¿Qué…?
—Qué me interesa mucho lo que haces.
—No eso no , lo otro.
—¿El qué? —pregunto haciéndole de rabiar, sé perfectamente a lo que
se refiere. —¿Me has dicho cariño?
—Sí, cariño —repito de nuevo, una sonrisa invade su cara y no puedo
reprimir yo otra igual.
Joder si esta es la felicidad, que paren las maquinas que yo me quedó
aquí para siempre.
—Ay sí supieras la cantidad de veces que he deseado escuchar eso de
tus labios.
—De mis labios vas a oír eso y mil cosas más —digo dándole un
cachete en el culo.
Le doy un beso y le dejo hacer su trabajo, tampoco quiero atosigarla,
Raúl tiene razón todo esto es su trabajo y lo respeto.
Voy hacía el chiringuito con mi hermano y mi cuñada, dejo a Lucía y a
Carlos que cambiando las baterías de las cámaras. Giro la cabeza y la veo
allí plantada mirándome con una sonrisa que me estremece el corazón.
Me siento con mi hermano, pedimos unas birras y mi teléfono comienza
a sonar, esta vez miro la pantalla y le digo a mi hermano que es nuestra
madre.
—Buenos días madre.
—Buenos días hijo, ¿Qué tal estas? —Contesta de una forma fría y
seca para variar.
—Bien ¿y vosotros?
—Muy bien, Rafael te llamo para invitarte a la cena que hacemos el día
veinte en la casa de campo. Tu hermano ya ha confirmado su asitencia y
además me ha dicho que viene con una sorpresa ¿Tú sabes algo?
—Que va, yo no se nada de mi hermano —digo dándole una patada por
debajo de la mesa para que deje de darse besitos con Amber.
Después de un par de años juntos siguen igual que el primer día, ojala
dentro de dos años o más Lucía y yo sigamos así.
—Podemos contar contigo para el baile —vuelve a preguntar mi madre
—. Ya imagino que no vendrás con Abby.
—Por supuesto que no iré con ella, puedes contar conmigo para el baile
pero igual que mi hermano te dará una sopresita, puede que yo tambien te
de otra.
—Vais a acabar conmigo tu hermano y tu, Rafael.
—Venga mamá no seas tremendista —observé que Lucía venia hacía el
chiringuito—. Madre tengo que dejarte, el día veinte nos vemos en la casa
de campo. Un beso y recuerdos a padre.
Cuelgo el teléfono y antes de que Lucía llegue mi hermano empieza a
hacerme un interrogatorio.
—¿Qué te ha dicho la señorita Roter Mayer?
—¡Raúl! —le riñe Amber—. Es tu madre.
—Sí, pero también es un monstruo —señala a Amber con el dedo y
añade—. Y tu lo sabes.
—Bueno chicos no os peleéis por ella ahora —respondo—. Nada ya
sabes lo mismo de siempre, que sí sé algo de la sorpresa que tienes
preparada para ella.
—¿Vas a ir con ella? —me pregunta mi hermano señalando con el
mentón a Lucía.
—Me gustaría, no quiero separarme de ella. Pero la última palabra la
tiene ella claro, no voy a obligarla.
—Lo sé, sabes que la volveremos loca ¿no? —confiesa refiriéndose esta
vez a mi madre.
—Es un riesgo que deberemos correr, pero lo que tengo claro es que no
voy a dejar que nuestra madre se meta en mi vida como lo hizo contigo. Y
cuando vuelva a ver a Amber, ya veremos cómo reacciona.
—Pues dos problemas tiene… —contesta divertido mi hermano.
Lucía llega a la mesa y no comentamos más el tema de mi madre, más
tarde se lo comentaría, pero ahora solo quiero disfrutar de su compañía
durante todo la tarde.
Capítulo 18
Una noche plagada de estrellas
Lucía

Después de salir del chiringuito, fuimos de visita a las cuevas de Nerja, ha


sido una visita espectacular adentrándonos en las entrañas de la tierra,
siempre me ha encantado la espeleología, la arqueología, en definitiva la
historia y esto ha sido una experiencia única, Rafa aprovechaba cada rincón
de la cueva para besarme cunado no nos veía nadie, como fotógrafa
profesional que soy no pude evitar tomar un par de fotos, pero no de la
cueva si no de Rafa, si es que es un bellezón de tío.
Amber me dió un poco de tregua con Carlos, me sabe mal dejarlo solo
ahora que estoy un poquito más pegada a Rafa. No quiero que se sienta
desplazado, aunque sé de sobra que mi amigo se alegra muchísimo por mí,
pero tambien sé que le jode no a ver podido invitar a los vikingos a Maro
para que vinieran con nosotros a la playa. Pero quería evitar un mal rato a
todos, sobre todo, porque yo no iba a seguirle el rollito a Dustin por muy
bueno que esté.
La Cala de Maro, es una playita totalmente virgen, Amber me ha
contado maravillas de la zona, por lo visto esta playa tiene una cascada de
agua dulce que desemboca en el mar y que es todo un espectáculo, me
muero de ganas de verla y hacer unas cuantas fotos.
Tendimos las toallas en una zona despejada de la playa, no había mucha
gente un privilegio en esta época del año, me siento radiante y feliz, no
puedo quitarme esta sonrisa desde anoche cuando me convertí en la mujer
más feliz del mundo, me siento completa.
Rafa y Raúl se habían quedado en el chiringuito encargando una paella
que nos comeríamos en unas horas, es lo que apetecer más después de un
buen baño de agua y sol. Rafa no deja de buscarme y menos mal porque me
siento incompleta si no esta cerca de mi. Me dio tanta rabia irme esta
mañana a trabajar y dejarlo ahí solito en la cama donde horas antes
habíamos disfrutado abiertamente del sexo. He hecho cosas que ni sabía
que se podían hacer, me ha descubierto un mundo lleno de placer.
Amber, Carlos y yo nos metimos en el agua cuando terminamos de
plantar la sombrilla en la arena, cada vez las hacían mas endebles y
cualquier rachita de viento se la podía llevar, así que para darle más
seguridad pusimos la nevera y las bolsas alrededor del palo.
El agua está templadita y cristalina no hay casi oleaje, nos hicimos un
par de largos hasta un risco que se asoma en un lado, me gusta mucho hacer
snorquell me diverte sumergirme y descubrir un mundo submarino muy
variado, desde pececitos de colores, hasta pulpos, pepinos de mar y como
no mis favoritas las estrellas de mar.
Una de las veces que saque la cabeza del agua para tomar aire ya que el
tema de llevar el tubito en la boca no me hace demasiada gracia, escucho
unos gritos cerca de mi.
—Ay por dios, me muero, me muero —Carlos esta gritando como un
loco y haciendo movimientos muy fuertes en el agua.
Nunca lo he oído así, algo gordo le debe estar pasando, nado hasta
acercarme a él.
—No chochi, no vengas, ese monstruo está por aquí y puede que te
ataque.
—¿Qué dices Carlos?¿Qué monstruo? —Amber que está ya en la toalla
tomando el sol al oírlo tambien se ha acercado.
—Esa horrible medusa, me dueleeeee Dios Lucía, me voy a morir y
todavía no he probado un malagueño.
—Anda por favor cállate solo es una picadura no te vas a morir.
—¿Tú que sabes? —contesta poniendo una de sus manos en la cabeza
como si se fuera a desmayar.
—¿Qué pasa, por qué gritas así? —exclama Amber con la cara
descompuesta por la preocupación que nos ha provocado mi amigo.
—No te preocupes no es nada, solo le ha picado una medusa.
—Solo dices, por dios… creía que me querías algo más Lucía.
—Pero vamos a ver Carlos, tú no miras lo que hay a tu alrededor, el
agua de aquí no puede ser más transparente y tú ni siquiera has visto que se
acercaba a ti una medusa.
—Seguro que tenía los ojos en otro sitio… —le señalo a Amber con la
cabeza al norte donde dos chicos morenos juegan con las raquetas en el
agua y que al escuchar todo el griterío de mi amigo nos están mirando como
si fuéramos monos de feria.
—Venga salgamos de aqui.
Carlos se sienta en la arena, tiene un ronchón bastante grande en la
pierna izquierda, Rafa y Raúl se acercan a nosotras a toda prisa tras a ver
escuchado todo.
—¿Qué ha pasado peque? ¿Todo bien? —me encojo de hombros ante su
pregunta y lo miro con cara de circunstancia.
Amber y Raúl corren a buscar un poco de agua fría y unas vendas al
chiringuito.
—Ay, Rafa… De esta no salgo, me ha picado una enorme medusa
amigo.
—Con que una medusa, no te preocupes yo tengo un remedio para eso
—responde Rafa.
—Ay no me digas, menos mal, que hay un hombre bueno por aquí, ¿qué
hago? dime —exclama Carlos con su pose más teatrera.
—Puede que no te guste… —Responde Rafa chasqueando la lengua.
Si el grito de Carlos por la picadura de la medusa ha sido como de tres
mil decibelios no se quedo corto cuando Rafa le explicó que lo mejor para
la picadura de las medusas era la orina y que él se ofrecía sin problemas.
—Pero este chico tuyo esta loco, amiga. Te das cuenta de lo que me esta
proponiendo —Carlos no deja de mover las manos pidiéndome una
explicación.
—A ver Carlos, siempre se ha dicho eso yo lo he oído desde pequeña y
puede que sea una buena solución inmediata, ¿Quieres que se te quede ese
ronchón y no poder mover ese culo tuyo en todo el día?
—Ay no, no por favor, que yo quiero seguir zumbando por ahí como
una abejita.
—Pues ya sabes tío, es lo que hay yo ya me ofrecido la última palabra la
tienes tú —le vuelve a repetir Rafa.
Carlos acepta a regañadientes, le ayudo a moverse hasta unas rocas y
allí se quedan solos Rafa y él, me mantengo a una distancia prudente.
—Ay por diosito, pero esto que es, ay niña lo de antes era un monstruo
y esto de tu chico es una anaconda. ¡Anaconda! ¡Anaconda! —grita como
un loco llevándose las manos a la cabeza.
Te he dicho ya que Carlos es un teatrero y un tremendista. «Lo voy a
matar…»
Rafa no puede aguantarse la risa, Amber y Raúl llegan a mi lado y se
quedan a cuadros con el panorama que se encuentran.
—¿Qué están haciendo ahora esos dos? —pregunta Amber
—No me jodas, que mi hermano está haciendo lo que creo que está
haciendo —asiento tapándome la boca con la mano no puedo aguantar la
risa, es todo un espectáculo, la cara de asombro de Carlos y sus suspiros de
alivio mientras Rafa… bueno mientras Rafa le mea encima.
Después de unas horas donde degustamos una paella riquísima y por fin
Carlos dejo de alabar el miembro de Rafa tomamos el sol en silencio.
Retomé el libro que tenía a medias desde hace unos días, soy una
devoradora de novelas sobre todo del género romántico. Ahora tengo entre
manos una novela romántica histórica El destino de una Marquesa es una
novela preciosa dentro de la saga Manchester de la gran autora Verónica
Mengual, me encantan estas mujeres guerreras y libertinas que ponen de
rodillas a los duques más arrogantes y esta historia me tiene totalmente en
vilo.
Rafa sigue tumbado a mi lado está hablando con su hermano de
negocios mientra pasea su mano por mi vientre, haciendo que me
humedezca considerablemente, me levanto y les comento que voy a darme
un baño, necesito un respiro sin él, si no voy a tener una combustión
instantánea. Creo que eso de la tensión sexual no resuelta no era lo que me
pasaba con el, porque la tensión sexual ya esta resuelta y cada segundo lo
deseo más.
Rafa se ofrece a venir conmigo pero le doy un beso y le digo que se
quede a hacerle compañía a su hermano, ya que Amber y Carlos hace
quince minutos que se han ido a dar una vuelta por la orilla de la playa y
conociendo a mi amigo tardaran en volver, hasta que no termine de
escaneara a todos los tíos de la playa.
Minutos después cuando vuelvo a la arena desde la orilla veo que al
lado de Raúl y Rafa hay dos chicas sentadas, han pegado sus toallas a ellos
a más no poder.
Me he metido en el agua para calmar mi fuego interno y ahora mismo
me están llevando los demonios de vuelta a las hogueras. «Un momento,
¿esto son celos?, pero si yo nunca he sido celosa».
Camino con decisión hasta ellos como sí estuviera en la mismísima
pasarela de Nueva York. Observo a Rafa que esta jugueteando con una
concha en la arena mientras su hermano… «No me jodas ¿esta poniendo
posturitas y sacando bola para esas tías?» No conozco mucho a Amber pero
diría que aquí van a rodar cabezas.
—Hola —digo cuando llego hasta ellos.
—Hola peque te echaba de menos —Rafa se levanta me agarra del culo
y me besa, eso hace que los nervios que traía conmigo se esfumen de un
plumazo.
—¿Qué hace tu hermano con esas chicas? —susurro para que no nos
escuchen.
—Mi hermano es un picha loca, no puede evitarlo. Menos mal que has
llegado a ver si se corta un poco.
—¿Pero Amber? —pregunto un poco descolocada.
—No te preocupes por eso, tienen una relación abierta
—¿En serio? —«I´m fliping» pensé, pero no dije nada.
—A mi hermano las mujeres le pierden. Él y Amber se conocieron una
noche en la universidad en una fiesta de swingers.
Nunca hubiera imaginado que ellos dos tuvieran una relación abierta,
pero oye cada uno es libre de sentir su sexualidad como buena mente
quiera.
—¿Qué pasa nena? Te ha comido la lengua el gato —me pregunta
pasando la mano por mi cuello hasta llegar a mi nuca de una manera muy
sensual.
—No Rafa, solo que no me lo imaginaba.
—¿No te picará la curiosidad no? —niego con la cabeza
—Así me gusta, no estoy dispuesto a compartirte con nadie nunca, no
voy a dejar que nadie te pruebe y mucho menos que te hagan daño —dicho
esto Rafa que todavía tiene la mano en mi nuca me arrastra hacía él
dándome un beso de esos que te quitan el sentido y te hacen olvidar hasta tu
propio apellido.
Pero por el amor de Dios, podía ser más maravilloso este hombre, la
fachada de chico duro era solo eso, fachada. Tiene un corazón enorme,
nunca nadie ha sido capaz de despertar en mí tanto amor. Joder sabía que
estaba perdidamente enamorada de él, pero no le había dicho la palabra
clave, ni él a mi tampoco, estos dos días han sido la increíbles, pero y sí el
no sentía nada más que un deseo por mí. Joder de repente el pánico me
invade.
—Hola people —grita Amber que llega corriendo por la orilla como una
vigilante de la playa, mientras mi amigo va un poquito más retrasado
hablando con un chico rubio de muy buen ver.
—Hola —le contesto—. ¿Cómo está Carlitos?
—Ya lo ves, como se dice aquí en España ese chico es culo veo, culo
quiero.
—Y nunca mejor dicho —indico sacando la carcajada de todos.
Raúl deja de hablar con las dos chicas que tiene al lado al llegar Amber,
se levanta y recibe a su chica con un gran abrazo y un mordisquito en el
cuello.
—Siempre están así, les da igual quien haya delante —destaca Rafa
poniendo los ojos en blanco
—Es bonito, así demuestran lo que se quieren —respondo.
—Yo no tengo que darme el filete delante de todos para que mi pareja
sepa que la quiero, créeme que hay muchas otras formas de demostrar amor.
—Lo sé.
—¿Te apetece que vayamos a ver la cascada? —me pide Rafa.
—¿Solos?
—Claro o es que necesitas a alguien más, no voy a comerte si es lo que
te asusta, por lo menos no ahora.
Como puede ser que una simple frase me altere tanto, esto no es normal
¿no?
—Ya se que no me vas a comer tonto, solo que quizá a ellos tambien les
apetezca venir —añado.
—Te refieres a mi hermano y Amber que están haciendo muy buenas
migas en el agua con las chicas que había aquí antes o te refieres al chico
medusa, que creo que tiene más tentáculos que el animalito, míralo si no
hay rincón que no haya tocado de ese tío.
Miro hacía la derecha, allí Carlitos está haciéndole un masaje muy
sugerente al rubio, él me mira y me sonríe de lado, ya ha encontrado plan.
¿Será el malagueño que le faltaba?
—Esta bien, vamos… —total que tenía que perder, bueno algo seguro
que estaba perdiendo por momentos y eso era la cordura. Porque solo hay
que verlo. Te juro que no hay nadie más perfecto en la faz de la tierra y esos
tatuajes que le dan ese toque peligroso que a todas nos gusta, uff.
Alquilamos un kayak y nos montamos en el, es de dos plazas como el
que había utilizado el día anterior en Torre del Mar con Dustin, yo voy
delante y Rafa detrás controlando todo, es mi segunda vez montando y no
tengo mucha destreza, no es que me gusten mucho los deportes, pero está
claro que a él sí.
Mucha gente ha pensado lo mismo que nosotros, el lugar no tiene
desperdicio ver la cascada de agua saliendo desde todo lo alto a esa
velocidad y con esa caída es impactante. Vuelvo la cabeza hacía Rafa y
observo que está mirándome.
—Rafa ¿No te gusta lo que ves? Lo bonito esta ahí —señalo con mi
dedo anular la cascada.
—Estas muy equivocada, —niega con la cabeza—. Lo más bonito lo
tengo aquí delante, no necesito admirar nada más, porque no hay cosa más
bella que tú.
Sus palabras se deslizan por sus labios con una ternura increíble y mi
corazón se hincha con cada silaba es tan romántico, un lugar de ensueño y
un hombre de infarto. Ay mátame camión pero no quiero despertar.
Dimos unas cuantas vueltas cerca de la cascada, había olvidado lo
divertido que Rafa podía llegar a ser. Nuestra media hora se acabó y
devolvimos el kayak al puesto, son ya las ocho de la tarde, como se pierde
la noción del tiempo cuando se esta a gusto, en la playa ya no quedaba
mucha gente, nos acercamos a nuestros amigos y Amber empieza a preparar
el picnic.
—Hola Romeo y Julieta —escucho decir a Raúl.
—Hermano creo que ese no es el mejor apelativo que nos puedes poner.
—¿Por qué no? —responde mientras le tira una piedrecita a las piernas.
—Te recuerdo por si ese día no fuiste a clase de Don Carmelo que la
historia de Romeo y Julieta es una Tragedia, todos acaban muertos y
perdona por el spoiler.
—Ja, ja, ja que gracioso estás últimamente capullo.
Rafa y Raúl comienzan a perseguirse como dos niños por la playa
sorteando los castillos que hay en la orilla y que horas antes unos niños
pequeños se afanaban por construir.
—Has hecho que suceda la magia.
—¿Cómo dices? —le pregunto a Amber.
—Rafa es otro desde que te ha vuelto a encontrar.
—Para mí sigues siendo el mismo —le rebato.
—Imagino que para ti sí, pero hace cuanto que no lo veías quince años.
—dieciocho —corregí
—pues mejor me lo pones —contestó Amber, Carlos nos mira callado y
bebiendo un traguito de un granizado de limón—. Ese hombre ha sido frío,
calculador, un tempano de hielo te lo digo yo, pero tú has hecho que
florezca, que sea otro hombre, mira como juega con su hermano.
Me giré para mirarlo, todavía siguen persiguiéndose, mi corazón galopa
cada vez más rápido por verlo sonreír y divertirse, pero también por lo que
Amber me está diciendo.
Seguimos preparando el picnic, todos nos sentamos al rededor del
mantel de cuadritos rojos y azules. En medio empezamos a poner una
ensalada de brotes tiernos, con queso de cabra, salmón y nueces, también
unos sándwiches pequeñitos de cangrejo con mayonesa de wasabi y una
bandeja de sushi variado con nigiris, california rolls y shashimi.
Cenamos tan ricamente, la noche se nos estaba echando encima y estaba
comenzando a refrescar. A Raúl no se le ocurrió otra idea que hacer una
pequeña hoguera, no quedaba nada más que una parejita en la otra punta de
la playa, Amber ayuda a Rafa a buscar palitos por la zona para la hoguera.
—Chochi ¿Cómo estas? —me habló Carlos poniéndose a mi lado en la
orilla de la playa.
—Bien
—¿Solo bien?
—Demasiadas emociones juntas en tan poco tiempo, ¿no crees Carlos?
—Sí, sobre todo para vosotros dos. Pero déjame decirte que a ese
hombre le importas de verdad.
—¿Tu crees? ¿no crees que solo puede ser por la tontería que teníamos
de pequeños o por lo de la tensión sexual no resuelta?
—Eh chochi, que no soy tonto que sé que la tensión ya esta más que
resuelta, recuerda que sé que no dormiste sola anoche.
Sonreí avergonzada mientras intento recogerme el pelo en una coleta, se
h ha levantado un poco de viento que hace que el pelo se me pege por toda
la cara.
—No sé, Carlitos tengo miedo.
—¿Miedo de que amiga?
—Pues de que todo esto se acabé en dos días y luego si te he visto no
me acuerdo.
—Mira, no creo que eso vaya a pasar, pero si eso pasara de todas
formas, por qué no disfrutas del momento y te dejas de tonterías. Ese
cuerpazo que Dios te ha dado es para que lo disfrutes y sobre todo le den un
buen meneo.
—Oye ¿y tú qué? —le pregunto curiosa.
—Yo qué de que… —responde con una sonrisa de medio lado subiendo
una de sus cejas. El cabrito sabe a lo que me refiero pero nada le gusta
hacerse el interesante.
Raúl al final enciende la hoguera y todos nos acercamos a calentarnos
aunque es finales de junio apetece en una noche así un poquito de calor,
Rafa me rodea con sus brazo, unos brazos con unos bíceps enormes y bien
marcados bueno en realidad en su cuerpo todo está muy, muy, marcado.
—¿Estas bien peque? —Rafa me abraza por detras susurrando a mí oído
mientras succionaba mi lóbulo
—Sí lo estoy, estoy feliz —curva sus labios hacía arriba. Me besa el
cuello y me gira para tenerme de frente.
Me comienzo a poner nerviosa, no me preguntes por qué, pero sé que
él lo notaba así que cambie de tema.
—¿Te ha gustado el picnic?
—Bueno no ha estado mal, aunque claro comparado con tus labios todo
es soso.
Madre mía, madre mía, madre mía, espérate que se me han caído las
bragas a pulso.
—Uff Rafa, nunca nadie me ha dicho lo que tú me dices, ni me ha
tratado como tú.
—Eso es porque has estado con hombres que no valen la pena y que no
saben lo que han tenido al lado, eres un tesoro cariño, un tesoro que no
estoy dispuesto a perder. Así me tenga que dar de hostias con cualquier tío
que ose arrebatarme lo que es mio.
Lo beso porque no tengo otra forma de demostrarle lo que me hace
sentir y las palabras se quedan cortas. Sí sé que solo hemos estado una
noche juntos y por eso tantos sentimientos juntos me están volviendo un
poco loca, pero es que nuestra historia viene de muy atrás, por eso tengo
tanto miedo.
Sentados en la hoguera todo parece tan idílico que me abruma, mi
espalda se encuentra apoyada en el pecho de Rafa, mi cabeza mira al cielo
la noche está totalmente despejada y el cielo raso deja ver la luna
enmarcada de una gran cantidad de estrellas. La brisa marina nos acuna
mientras escucho el crepitar de la hoguera.
—Chicos ya es hora de irnos ¿no? —comenta Carlos mientras teclea
algo en el móvil, supongo que ya está quedando con alguien, por eso tiene
tanta prisa, «ninguna tengo yo».
—Como queráis —contesta Raúl.
Observo como Ellos se levantan y cuando hago el amago de seguirlos
Rafa me detiene atrapándome entre sus brazos.
—¿Te apetece que nos quedemos nosotros un ratito más? —susurra mi
chico muy bajito, solo para que yo lo escuche. «¿He dicho mi chico?».

Lo miro y sonrío.
—¿Podemos? —tanteo con inocencia
—Podemos hacer lo que queramos peque —responde acariciándome la
mejilla. —Rafa espabila, ayuda un poco ¿no? —le reprende Raúl.
Rafa me da un beso en el cuello y va a hablar con su hermano, no sé que
le esta diciendo. Me levanto y ayudo a Carlos a doblar las toallas.
—Lucía ven —Rafa tiende su mano hacía mi y yo la acepto sin
rechistar.
Me lleva a pasear por la playa me mira con sus sonrisa de medio lados
azules pero ahora más oscuros y con esa sonrisa canalla que tanto me gusta,
me pone a cien, joder me estoy comportando como una adolescente, como
mi yo de quince años se hubiera comportado hace años.
Permanecemos en silencio hasta que Rafa habla.
—Diez euros por tus pensamientos…
—¿Qué…?
—Estas muy callada nena, ¿Te preocupa algo?
—Puede… —admito.
—Y se puede saber que es lo que te preocupa cariño.
—Pues estoy un poco confundida, Rafa, todo esto que estoy sintiendo
me esta sobrepasando y en dos días tú tomaras tu camino y yo seguiré el
mio y…
—Para Lucía —me silencia poniendo su dedo en mis labios—. No
vayas por ahí.
Mierda, no tenía que haber dicho nada, si es que soy tonta del culo,
seguro que ahora me dirá lo mismo que me ha dicho Carlos, «vive el
momento y disfruta».
—Peque crees que me voy a separar de ti, crees que voy a dejarte
escapar otra vez o que voy a permitir que te largues de mi vida sin más. Eso
ni lo sueñes, lo más lejos que quiero estar de ti, es a tu lado, a cinco
centímetros de ti —que fuerte por favor como sigamos así voy a tener que
comprar un arsenal nuevo de bragas y tangas porque este tío hace ya no
hace que se me caigan si no que se me desintegre.
—Rafa yo…
—Espera por favor, déjame terminar —me callo y sigue hablando—.
Mira no sé como lo haremos si tú podrás bajar a Madrid o si yo tendré que
ir a Barcelona, pero ya lo veremos cuando llegue el momento. Ahora solo
deja que te saboreé un poco —me ruega mientras desabrocha la parte de
arriba de mi biquini—. Solo un poquito —antes de decir que sí ya me tiene
tumbada en la arena besándome como solo el sabe hacer.
Los besos de Rafa son arrebatadores me roban mi ser, me hacen sacar la
parte más oscura y lujuriosa que yo no sabía ni que tenía, el sexo con mis ex
siempre ha sido normalito y creía que así era básicamente, pero anoche me
di cuenta que no, que el sexo no tiene limites sobre todo cuando un hombre
que adoras se centra primero en darte placer a ti antes que a si mismo.
La braguita de mi biquini no dura puesta mucho más, igual que el
bañador de él, nos escondemos entre unas piedras para ocultarnos de las
miradas curiosas de la gente que queda en la playa, las manos maestras de
Rafa se mueven por todo mi cuerpo sabe lo que se hace en todo momento,
me siento comoda, desinhibida, relajada, me siento sensual y sexy. Rafa no
deja de besar mi boca mientras juguetea con sus dedos en la entrada de mi
humedad, introduce uno de sus dedos y su boca desciende desde mi boca
hasta mis pechos rodea y atrapa mi pezón con su lengua, las sensaciones
que me despierta este hombre son inexplicables, mete otro dedo dentro de
mí que me hace arquear la espalda.
—Estas muy mojada nena, me encanta como te estremeces en mis
manos, tu cara es la imagen de la mismísima lujuria —señala mientras se
humedece los labios mirándome con esos ojazos que me atrapan
incontrolablemente.
—Te necesito dentro —me afano a decir tartamudeando.
El obedece y se coloca entre mis piernas se pega a mi pecho buscando
mi boca, él me sujeta por las caderas para que no me mueva, quiere llevar el
ritmo él.
Rafa destila sensualidad por todos lados se introduce dentro de mí sin
problema estoy tan sumamente predispuesta que su polla resbala hasta el
fondo robándome un gemido de placer que sale del fondo de mi ser y Rafa
hace lo mismo.
—Dios Lucía, parezco un crío, pero es estar dentro de ti y querer
correrme, eres puro fuego, siempre intuí que eras así eres tan estrecha y tu
coñito parece lava —con las palabras de Rafa sentí que me humedecía más,
es inevitable, verlo bombear encima de mí su maravillosa erección dura
como el acero me vuelve loca.
—Rafa estoy apunto de correrme.
—Todavía no peque, quiero que toques tu clítoris mientras yo hago otra
cosa, ¿Confías en mi?
—Ciegamente —admito.
Rafa coge mis piernas y se las pone en los hombros abrazándolas con su
brazo izquierdo mientras se muerde el labio, verlo es todo un espectáculo,
sigue embistiéndome sin parar, con su otra mano libre comienza a jugar con
mi agujero trasero y lo acaricia cierro los ojos instantáneamente
transportándome a un mundo de placer absoluto estoy a puntito de
caramelo.
—Rafa no creo que pueda aguantar más —exclamo mientras introduce
uno de sus dedos en el agujero.
—Esta bien yo tambien estoy a punto cariño pero esta vez tengo que
correrme fuera porque no tengo un condón a mano, quiero que digas mi
nombre cuando te corras Lucía, lo necesito —asiento mientras con mi mano
trazo círculos en mi clítoris.
—Sí, sí.
—Ahora nena ahora —dice sin parar el ritmo de las embestidas.
—Aaaaaaaahhhhhhhh Rafaaaaaaa
—Eso es Lucía grita mi nombre nena, síííííí Lucíaaaaaaaaaaaa.
Rafa sale de mi interior para derramarse fuera de mí.
Nos desplomamos en la arena sin importar nada, Rafa acaricia mi pelo
mientras me observaba, me inclino para besarle y luego él me acuna en sus
brazos, me siento en casa cómo puede ser que en solo dos días me sienta
así, tan llena de felicidad y de placer.
Entre sueños cuando me estoy quedando dormida porque estoy tan
exhausta le escucho decir.
—Quiero que te sientas la mujer más amada del mundo.
Capítulo 19
Mi mejor canción
Rafa

Los primeros rayos de sol me despiertan, en mi pecho Lucía duerme


plácidamente, tengo claro que ella es lo último que quiero ver cada noche al
acostarme y lo primero que vea cuando amanezca, no sé como cojones lo
vamos a hacer todavía, pero me da igual tengo que decirle que me
encantaría que me acompañara a la cena de mis padres en Londres.
La vuelvo a mirar y no puedo evitar sonreír, es tan bonita, nos
quedamos anoche dormidos en la playa bajo un cielo estrellado y el
murmullo de las olas del mar, miro el reloj todavía es pronto son las seis de
la mañana, me levantó sin moverla mucho para no despertarla y me dirijo a
darme un baño, mi amiguito esta en todo lo alto pero quiero dejarla
descansar, hoy le toca currar.
Me sumerjo en el agua hago un par de largos y cuando estoy más
relajado vuelvo a la arena. Allí sigue ella acurrucada hecha una bolita.
Escucho movimiento en el chiringuito están empezando a abrir, voy a
pedir un par de cafés para cuando se despierte mi niña, bueno dos nubes que
aquí el café tiene como tres mil nombres.
Cuando vuelvo con los cafés Lucía ya se ha despertado me espera
sentada en la toalla mirándome con una sonrisa.
—Hola preciosa —le tiendo el vaso de cartón y depositó un casto beso
en sus labios.
—Hola —dice acariciándome la cara—. Me asusté cuando me desperté
y no te vi.
—He ido a por provisiones cariño, ¿no pensarías que te iba a dejar sola?
Ella me mira con cara de pena poniendo pucheros.
—No pienses eso nunca Lucía, ya te lo dije anoche lo más lejos que
quiero estar de ti es a tu lado.
—Lo sé, y te doy las gracias.
—¿Las gracias? ¿Por qué me vas a dar las gracias por eso? —pregunto
extrañado.
—Veras Rafa, yo nunca he tenido suerte con los hombres, siempre he
estado pillada por ti y tú ni siquiera me dabas cancha, bueno hasta el último
día antes de irme. Después llegó mi primera relación, fue con Jordi mi jefe,
ya le conoces estuve un año y poco con él al final me puso los cuernos, más
tarde conocí a un chico americano Tyler y bueno más de lo mismo otra vez
me engaño, prometía mucho y luego nada. Y el tercero, bueno Joel, no
teníamos conexión es muy egoísta en todos los sentidos de nuestra vida y
mucho más en la cama. Por eso rompí mi compromiso con él antes de
atarme para siempre a una persona que realmente no es lo que yo busco.
—¿Y que es lo que buscas Lucía? —quería tantearla.
Agacho la cabeza y tomó un sorbo de café.
—Lucía no te avergüences nunca conmigo —añadí—. Quiero que seas
libre de decir lo que quieras cuando quieras, por favor levanta la cabeza y
mírame.
—¿Siempre eres tan mandón Rafa? —me reprende.
—No —exclamo riendo—. Pero no quiero que te sientas cohibida
conmigo nena.
—Rafa —dice clavando su mirada en la mía—. Lo que siempre he
querido es a alguien que me tratara como tú lo hacías cuando estábamos
solos sin nadie cerca, a alguien que me mirara como lo hacías tú, que me
mimara cuando estaba de bajón y que me cuidara como tú lo hacías, nadie
nunca se ha preocupado tanto por mi como tú, Rafa.
Esas palabras me llenan de pena, rabia y nostalgia.
—Lucía dejemos atrás el pasado, vivamos el presente y mucho mejor
nuestro futuro juntos, Quiero pedirte algo…
Lucía se tensa y juguetea con los flecos de la toalla de flamencos en la
que estaba sentada con la mirada perdida.
—Lucía —sigo hablando al ver que ella se queda en silencio—. Mis
padres harán el día veinte un baile en su casa de campo en Londres, me
gustaría que me acompañaras al evento.
—¿Me estas diciendo que quieres que te acompañe a Londres?
—Sí, a un baile campestre.
—¿Pero… yo nunca he ido a nada de eso?
—Siempre hay una primera vez peque. Además Amber también
acompañará a Raúl.
Tras pensarlo unos segundos, asoma una sonrisa inocente llena de
alegría en su cara.
—Rafa contigo al fin del mundo.
Recogemos los bártulos que quedan en la playa y nos montamos en el
coche de Lucía, tenemos que volver a Torre del Mar hoy es final del
espectáculo, cuando llegamos nos encontramos en la carpa de pilotos con
Carlos, mi hermano lo ha traído esta misma mañana, ya tiene todo listo y
preparado para las últimas entrevistas y las cámaras con las baterías
cargadas.
—Hola Carlitos —le saluda Lucía cuando llegamos.
—Ay niña que susto, estoy tan súper concentrado en el trabajo, que no
me he dado cuenta de que venía nadie, ¿Qué tal estáis tortolitos? —nos
pregunta a los dos.
—Genial Carlos —le solté mientras Lucía me mira con una sonrisa de
medio lado y coge la carpeta que necesita para empezar con las entrevistas.
Nos despedimos por un rato y coge camino para hablar con los
organizadores del evento.
La he estado observando toda la mañana sin entrometerme en su
trabajo, aunque un par de veces he estado tentado cuando uno de los pilotos
no dejaba de hacerse el encontradizo con ella y sobre todo n un momento
cuando la ha cogido de la cintura y se ha acercado para hablarle al oído,
«autocontrol Rafa, es solo trabajo, ella solo tiene ojos para ti» me repito
incansablemente en la cabeza como sí fuera un mantra.
A las tres de la tarde ya termina todo y ayudo a Carlos a recoger todo,
Lucía se despide de los organizadores e intercambian teléfonos con varios
personas influyentes de la zona, terminado todo nos ponemos en marcha de
vuelta a Málaga, de camino paramos en un kebab para comer. Una de las
cosas que me atraen de Lucía es lo sencilla que es, le vale cualquier cosa
para ser feliz. Siempre hace todo con una sonrisa es tan diferente de todas
las chicas con las que he estado en mi vida.
Dejo que descanse después de comer aunque me llevaban los demonios
no poder pasar un rato más con ella, pero sé que necesita su tiempo,
tambien tiene que estar sola para asearse y descansar, porque si está
conmigo yo no le voy a dar tregua eso seguro. Quedamos a las nueve para
cenar con mi hermano y mi cuñada queremos desmadrarnos un poco juntos
y quemar la ciudad después.
—Rafa pareces un crío —me indica mi hermano—. Ya ha pasado te ha
dicho que sí que vendrá, deja ya de darle vueltas.
—Hermano tú sabes también como yo que madre no nos lo va a poner
fácil a ninguno. O crees que cuando me te vea aparecer por allí con Amber
del brazo te va a tirar confeti.
—Ya… —Raúl pasa a mi lado dándome unos golpecitos en mi
antebrazo—. Pero por mucho que pensemos en ello no va hacer que
cambien nada.
—¿Qué pasa chicos? —declara Amber que ha terminado de maquillarse
y ha cogido el bolso—.Ya estoy lista.
—Estas deslumbrante cuñada —le digo después de silbar.
—Gracias cuñado. Bueno alguien me va contar que es lo que pasa, que
os tiene tan nervioso a los dos.
—¿Mi hermano tambien esta nervioso? —le pregunto a mi cuñada
cuando Raúl va a la cocina a tomarse un analgésico.
—Uff casi no ha dormido en estos días y no porque hayamos tenido
noches de desenfreno y descontrol, para nada. Creo que le está afectando
mucho lo del baile en casa de tus padres —me susurra Amber muy bajito
para que mi hermano no se entere.
—¿Tú madre no conoce a Lucía?—murmura ella—. ¿No ibais juntos al
colegio y al instituto?
—Sí, sí que la conoce y por eso mismo me acojona, porque no es lo que
ella anhela para su hijo el gran empresario.
—Eh Rafa no te martirices yo estaré allí y pase lo que pase no dejaré
que tu madre le haga daño a Lucía —me asegura—. Yo ya sé lo que es estar
en el entrecejo de tu madre.
—Gracias Amber —la abrace para reconfortarme y le dí un beso en la
mejilla a modo de gracias.
—Eh, eh, hermanito si no quieres que me acerque a tu chica mantén tus
morritos lejos de la mía —Raúl bromea—. Venga bajemos ya que tienen
que estar al llegar.
A las nueve en punto Lucía y Carlos aparecen por la calle, no puedo
evitar sonreír. Desde que la he vuelto a encontrar hace unos días y
sobre todo desde que la he hecho mía no puedo evitar que mi orgullo se
hinche al verla.
—Hola chicos bonitos —Carlos levanta las manos moviéndolas de una
lado a otro, este chico es todo un showman.
—Hola medusita —responde Amber con ese mote que se le había
quedado desde ayer en la playa y que hizo que todos estalláramos en
carcajadas y Carlos empieza a mover los brazos alrededor de su cuerpo
como sí fueran los tentáculos de la medusa.
—Hola preciosa —me acerco a Lucía mientras la rodeo con uno de
mis brazos, y con mi mano libre le aparto el pelo de la cara para
enterrar mi cara en el hueco de su cuello y darle un bocadito.
—¿Me has echado de menos? —me pregunta con una voz súper dulce y
melosa.
—Tanto que duele hasta aquí —le digo llevando su mano a mi corazón.
Baja la mirada avergonzada, joder cada día me enamoro más de ella, es
inevitable.
—Yo tambien te he echado de menos Rafita —me indica antes de
besarme.
—¿¡Y a mi…!? ¿¡Y a mi…!? —demandan a la vez Raúl y Amber.
—¡¡A vosotros tambien!! —responde ella fundiéndose en un abrazo con
Amber.
—Eh cuñi y yo no tengo abrazo —le reprende mi hermano.
—No te pases capullo —le pido justo antes de darle un codazo en todas
las costillas, no me gusta este tipo de bromas con Lucía, aunque salgan de
la boca de mi hermano.
—No te preocupes Raúl, para ti también tengo —contesta ella dándole
ese abrazo a mi hermano mientras me mira con cara de pilla guiñándome un
ojo y descolocándome por completo. Como puede hacerlo, con un simple
gesto ya me tiene totalmente duro.
Intento recomponerme antes de comenzar a andar por las calles del
Soho nos han dicho que hay una hamburguesería donde todo lo que pides es
de una excelente calidad, esta parte de la ciudad es de las más antiguas,
pero con un toque bohemio donde viven todo tipo de personas, desde las
mas ricas hasta las más pobres, puedes encontrar una vivienda llena de lujo
al lado de un edificio ocupado.
Málaga es todo un centro de culturas y es lo que hace de ella una tierra
espectacular.
Terminamos de cenar en el restaurante la persona que nos recomendó el
lugar no estaba desencaminada es un lugar de diez. La carne de las
hamburguesas es de buenísima calidad y todo lo hacen con un cuidado
increíble. La decoración es muy industrial con una luz tenue que hace tener
una velada intima y romántica, bueno todo lo romántica que puede ser estar
con tu churri, tu hermano y su novia y claro mi loco nuevo amigo.
Salimos del restaurante y caminamos unos metros para llegar a una
discoteca de la que Carlos no para de hablar, pasamos dentro y nos
colocamos a una lado de la barra, hay buen ambiente y muy buena música.
Pido unos mojitos para todos, pero la sorpresa llega a continuación.
—Hola bomboncito —exclama el tío del Kayak rodeándola con el
brazo.
—¿Perdón? ¿Qué haces aquí Dustin? —contesta ella. Yo permanezco
quieto y esperando a ver que pasa, no quiero armar jaleo pero tampoco voy
a permitir que ese tío vuelva a tocarla.
—No te alegras de verme Lucía —el tío sigue con su mano puesta en la
cintura de mi chica.
—Shh, hermano no te muevas —me advierte Raúl—. Deja que ella lidie
con la situación no puedes ser siempre su caballero andante, además ella
sabe lo que se hace y que tú no muevas ni un dedo le sorprenderá y le dará
la sensación de que la respetas. Mantuve la calma, respire hondo y apreté
los puños hasta el limite de hacerme daño.
—Chicos, mirar a quien me he encontrado han vuelto los vikingos… —
Carlos baila y sonríe sin dar importancia a que ese tío no le quita las manos
de encima a su amiga.
«Seguro que por eso quería venir sí o sí.» Me cae de puta madre Carlos,
pero en estas ocasiones lo mataría. Joder no sabe que Lucía y yo… que
Lucía y yo… « ¿Qué somos ella y yo? »
Sí hemos dicho de empezar a conocernos, pero no hemos hecho oficial
que somos pareja, que somos novios.
El garito tiene un pequeño escenario en el que los cantautores pueden
tocar, incluso hay una guitarra y un piano. Me acuerdo entonces de las
tardes en mi habitación tocando las cuerdas de mi antigua guitarra, como
deslizaba mis dedos por ellas intentando componer canciones de amor para
ella o tocando las teclas del piano en la casa de Londres, aunque lo mío no
es componer, es más hacer covers.
Me lanzo no tengo nada que perder ¿no?, me disculpo con mi hermano
y Amber, Carlos está hablando con los vikingos y Lucía está hablando con
el tío ese.
Me dirijo al relaciones publicas del lugar y pregunto si puedo hacer
una cosa que me ronda la mente.
Las luces se apagan en el local minutos más tarde y unos focos se
centran en mí, estoy sentado en un taburete enfrente del piano, comienzo a
tocar y a entonar una canción que me gusta muchísimo porque me hace
recordar a Lucía en cada palabra, en cada nota.

“Que si tu boca y mi boca se entregan en la batalla,


prometo nunca rendirme si dejas que no me vaya,
que si tus manos se vuelven la celda de un prisionero,
pues cuando lleguen por mi al entregarme seré el primero.

Solo con un beso me salvaste la vida,


y hoy existe amor donde antes hubo una herida,
y con ese beso me obligaste a quedarme.

Solo en tu boca,
es donde encuentro sentido y razones a esta vida loca,
porque el amor solo sabe buscarme cuando tu me tocas
y demostrar que contigo el destino ya no se equivoca.
No se equivoca, Solo en tu boca…

Y si mi boca captura tu boca estando indefensa,


negociare con tus ojos el precio y la recompensa,
en esta historia tu tienes las armas para ganarme,
y son tus labios la escusa perfecta para entregarme.

Y Solo con un beso me salvaste la vida,


y hoy existe amor donde antes hubo una herida,
y con ese beso me obligaste a quedarme.
Solo en tu boca,
es donde encuentro sentido y razones a esta vida loca,
porque el amor solo buscarme cuando tu me tocas,
y demostrar que contigo el destino ya no se equivoca,
solo en tu boca …

Solo en tu boca,
y si esa guerra me pide la vida yo a ti te la entrego,
sera una guerra con balas de amor y caricias de fuego,
demostrare que contigo el destino ya no se equivoca,
no se equivoca.
Solo en tu boca.”

Cuando termino de cantar todo el mundo aplaude mi actuación, pero yo


solo busco una cara y al final la encuentro, sus ojos chocan con los míos
como si fueran dos putas locomotoras apunto de colisionar. Comienza a
andar hacía mi mientras yo bajo del pequeño escenario, las luces vuelven a
iluminar todo.
—Rafa… Ha sido espectacular, no sabía que cantarás y menos que lo
hicieras como lo has hecho, ha sido maravilloso, tu voz es…
—Mi voz refleja lo que siente mi corazón, Lucía —digo cogiendo sus
manos—. Esa canción me recuerda tanto a ti, a nosotros.
—¿De verdad?
—Totalmente —cojo su mano y la pego a mi corazón—. ¿Lo sientes
peque?
—Siento cada latido —Lucía me mira dejando escapar un quejido
ahogado.
—Lucía, te quiero, te amo y te deseo tanto que duele, que quema, que
me hace perder el control de mi cuerpo y de mi vida. Solo pienso en ti, he
esperado tanto tiempo en volver a verte, en cambiar lo que paso, en que
pudiéramos empezar algo.
—¿Empezar algo, Rafa? ¿Me estas diciendo…?
—Lucía, sé que hemos quedado en empezar a conocernos, que estamos
genial juntos, que tememos química, que disfrutamos, que parece que el
tiempo se ha detenido y soy aquel crío de quince años loco por tenerte un
ratito a solas para mí o por acompañarte a casa y poder besar tu mejilla.
—Rafa yo …
—Déjame terminar por favor, Lucía —le interrumpo, ahora que me he
envalentonado, tengo que terminar de decir todo lo que tengo dentro—.
Ahora sé que te he necesitado todo este tiempo, Lucía ¿Quieres ser mi
novia?
Capítulo 20
Yo, la Novia de Rafa
Lucía

¿Yo, la novia de Rafa? Un momento necesito respirar me falta el aire, estoy


soñando es eso, es solo un sueño, en un momento me despertaré y estaré en
la soledad de mi cama en Barcelona, todo esto no ha pasado.
—¿Lucía, responde algo por favor?, aunque sea un no —me suplica.
Mi corazón va a mil por hora, que digo a mil, no, no, por lo menos a
cuatro mil revoluciones por hora. Tengo que hablar, lo estoy intentando
pero las palabras no salen de mi boca.
—Ra…Rafa, yo…
—Ey morenita, te estaba buscando —Dustin llega y me coge de la
cintura acercándome a él.
—Tío no te das cuenta que estamos manteniendo una conversación
privada. —gruñe Rafa.
—Sí molesto me lo tienen que decir ella, no tú.
Rafa suelta mi mano mientras Dustin me abraza más fuerte, ¿Quién se
cree el vikingo para tratarme así? Yo no soy un trofeo.
—Pues sí, Dustin, en este momento estas molestando —proclamo.
—¿Seguro que el que molesta no es él? —comenta Dustin poniéndose
enfrente de mí, dándole la espalda a Rafa.
Rafa al escuchar a Dustin no dice nada, se da media vuelta y se
marcha.
—Segurisimo él es mi novio —le indico. Rafa como un resorte se para
en seco y se gira, su mirada en este momento podría derretir el mismísimo
polo norte..
—Ya la has oído —Rafa se interpone entre los dos y aparta de mi lado
a Dustin—. Lucía ¿eso quiere decir que…? —me implora Rafa temblando
con una voz ronca y varonil.
—Mírame —contesto poniendo mis manos en sus mejillas—. Eso
quiero decir que sí, que quiero ser tu novia y que es lo que he deseado desde
hace demasiados años.
Rafa atrapa mis labios con una posesión nunca vista, sus manos se
pierden por mi espalda mientras mi pecho pegado al suyo sube y baja por la
emoción del momento, puedo sentir su erección pegada a mi. Volvemos a la
barra con nuestros amigos que sonríen al vernos.
—Chicos tengo que deciros algo —les pide atención un orgulloso
Rafa.
—¿Qué pasa hermanito?
—Ya es oficial, Lucía y yo somos novios —grita a todo pulmón.
Los vítores se escuchan por todo el local, Rafa no para de gritarlo a los
cuatro vientos, me hace sentir única, como si fuera una Diosa a la que
adorar.
—Ay amiga, siento lo de Dustin, se ha ido con un cabreo del quince —
Me susurra Carlos al oído mientras bailamos en un rincón cerca de la barra
donde estaba mi novio y su hermano.
—No pasa nada Carlitos, quizá que él estuviera aquí ha provocado que
Rafa tomara la decisión.
—Ha sido tan bonito, Lucía, he llorado te lo pueden decir Raúl y
Carlos —confiesa Amber.
—Lo sé, no me imaginaba que fuera tan romántico.
—Puede que no lo fuera —comentó Amber—. Puede que lo haya
descubierto todo gracias a ti, pero te agradezco el cambio que le has hecho,
no es el mismo hombre que hace unas semanas.
—Amber, cambiando de tema… —le digo a mi ya cuñada—. Rafa me
ha dicho que sus padres organizan un baile en Londres, me comentó que tu
también vas a ir ¿no?
—Sí, yo estaré allí no te preocupes.
—¿Tú has ido a más bailes de ese tipo?
—Sí, he ido a alguno que otro, son de etiqueta, habrán personas de
todo tipo, desde duques a barones y como no marqueses, los padres de
nuestros chicos se codean con gente noble allí.
—Uff, ¿y qué me puedo poner yo para una ocasión así?
—Tranquila, ¿ya habéis hablado Rafa y tu dónde vais a vivir?
—¿Quéeeee?, creo que vas muy rápido, Amber solo somos novios, él
no me ha pedido que nos vayamos a vivir juntos, supongo que cada uno
vivirá en su casa y ya nos iremos viendo, no sé.
—Bueno, bueno, yo no te digo nada cuñada, pero no dejes mucho
tiempo a Rafa solo, ya ves que es un pecado de hombre —me suelta
guiñándome un ojo, ¿me está diciendo que sí no voy a vivir con él, se puede
ir con otra?
Me están entrando los siete males, si acabamos de empezar a salir
como me va a engañar, él no, no puede engañarme.
—Peque, ¿estas bien? —rafa me cogió por la espalda apoyando su
cabeza en mi cuello.
—Rafa creo que tenemos que hablar…
—Nena, no me jodas, que acabamos de empezar hace ¿qué?, menos de
una hora.
Me aparto de Amber y Carlos, Rafa me sigue y nos paramos en una
mesa alta con dos taburetes y nos sentamos.
—Rafa, ¿qué va a pasar mañana con nosotros?
—¿Mañana…? —observo a Rafa como me mira y sube sus cejas
intrigado—. ¿Qué te preocupa?
—Amber me ha dicho que no te deje mucho tiempo solo, que estas
muy solicitado, por decirlo así.
—Peque, ¿no confías en mi? —Rafa le lanza una mirada asesina a
Amber que si las miradas hubieran sido flechas, ella habría caído fulminada
con cientos de ellas en el pecho.
—Claro que confío en ti amor —«uy ¿ha salido de mi boca eso?».
—Tú mañana tienes que volver a Barcelona y yo mañana mismo me
iré a Madrid, voy a revisar unas cosas en la empresa, tardaré un par de días
no más y entonces sí tú no tienes impedimento me gustaría pasar unos días
contigo en Barcelona antes de irnos a Londres.
—Me encantaría pasar unos días contigo allí —le aseguro.
El viaje de vuelta a Barcelona ha sido una paliza pero nada aburrido,
Carlos no ha parado de hablar de las sorpresas que Málaga nos ha brindado,
por lo visto mi amigo ha quedado con sus vikingos en volver a verse de
nuevo, pero esta vez en Barna.

∞∞∞
Dejo a Carlos en su casa y voy a casa de mi madre a buscar a Terry,
cenaré algo y ya de vuelta a casa, tengo tanto que asimilar.
Mi teléfono comienza a sonar y contesto sin mirar quien es.
—¿Sí?
—¿Cómo que sí? ¿Así contestas a tu novio?. No han pasado ni doce
horas nena y ya te echo de menos.
—Hola amor, lo siento pero he contestado sin mirar quien era. Sabes
que yo también te echo de menos —puedo sentir como él sonríe.
—¿Ya estas en Barcelona?
—Sí acabo de dejar a Carlos en su casa y voy ahora mismo a la de mi
madre.
—Salúdala de mi parte peque
—Por supuesto no te preocupes, sabes que siempre le has caído muy
bien, ¿Y tú que haces?
—Pues ahora mismo estoy dejando las maletas en casa y voy para la
oficina, tengo que dejar preparado unas gestiones y controlar un poco la
situación. Quiero estar como muy tarde el jueves contigo mi reina.
—Oh Rafa me vas a poner roja no merezco tanto
—Mereces eso y más peque.
—Amor, te importaría acompañarme cuando estes por aquí a comprar
algo de ropa para la estancia en Londres.
—Claro nena, no te preocupes por eso por favor, no te pongas
nerviosa, en unos días estoy ahí e iremos a las mejores boutiques de allí, vas
a ser la mujer más guapa de la fiesta. Por cierto voy a comprar los billetes
salimos desde Barcelona, ¿Te parece bien?
—Si perfecto, gracias Rafa, tengo que dejarte cariño que voy a aparcar.
—Sí claro, no te preocupes cariño, te quiero no lo olvides, llámame
luego.
—Lo haré, te quiero.
Mi madre abre la puerta con mi pequeña Terry en los brazos, mi
hurona se remueve entre sus manos alegre de verme.
—Hola mami.
—Hola hija, ¿Qué tal estos días?
—Geniales, me invitas a un café que tengo que contarte muchas cosas.
—Claro, pasa y siéntate.
Después de media hora de risas y confesiones decido contarle lo de
Rafa;
—Mamá, tengo que contarte algo…
—Claro hija cuéntame
—Te acuerdas de Rafa —comento mientras le tiro la pelota a Terry
—Rafa, Rafa, ¿no sé dame más pistas?.
—Rafa del cole…
—Ahh ese Rafa —me corta mi madre—. Claro como no me voy
acordar de él, siempre tan respetuoso y educado, además siempre te
acompañaba a casa cuando ibas a la plaza.
—Exacto ese Rafa, pues he coincidido con él estos días en Málaga.
—¿Así? Pues que bien, ¿Y qué tal? ¿Cómo le va todo?
—Pues muy bien, se ha convertido en un hombre maravilloso, es
gerente de varias empresas que tiene a medias con su hermano, vive en
Madrid…
—Ay hija —grita mi madre llevándose la mano al corazón
—¿Qué pasa mamá?
—Tú… —dijo señalándome—. Esa luz en tu mirada, esa sonrisa tonta.
¿Tú y él?
—Sí mamá, Rafa y yo estamos saliendo.
—Ay madre mía que alegría hija, con lo buen chico que siempre me ha
parecido, me alegro tanto, sé que estabas loquita por él.
—Mamá —grite.
—Es verdad hija, no me tomes por tonta que soy más mayor que tú y
me doy cuenta de las cosas.
—Lo sé, a ti nunca te he podido engañar. En unos días vendrá aquí y
podemos comer juntos para que lo vuelvas a ver. Me ha invitado a una
fiesta que dan sus padres en Londres.
—¿En Londres hija?
—Sí, mamá, sus padres viven ahora allí
—Si ya me acuerdo, su madre siempre iba con un aire muy de
superioridad por el pueblo, siempre miraba a todos por encima del hombro,
después de lo que pasó la abuela de Rafa con la muerte de su hijo.
—Yo no recuerdo mucho de su madre, si más de la abuela, pero bueno
dentro de poco la volveré a ver.
—Espero que todo vaya bien hija
—Seguro que sí mama.
Han pasado ya dos días mañana Rafa llega a Barcelona, termino de
tomar el café con Carlos en el bar de abajo y me vuelvo al despacho, en el
pasillo me encuentro con Jordi que me mira un poco raro.
—Lucía puedes venir un momento al despacho por favor —asiento y
entramos a su despacho.
—¿Qué pasa Jordi? —pregunto. Lo veo nervioso, sé que tiene algo que
decirme que no me va a gustar porque no deja de dar vueltas en el despacho
—. ¿No ha salido bien el reportaje? —me aventuro a decir—. ¿No te ha
gustado?
—Claro que me ha gustado, es un trabajo fantástico, no dudes de el.
—Entonces…
—Ayer hable con Carlos, y me comentó que…
—Joder, Jordi, ¿Qué te comentó qué?
—Que te has liado con Rafa y que sois novios, ¿Es cierto?
—Sí es cierto, lo que no sé es por qué te lo ha dicho él, joder acabó de
estar con Carlos desayunando y no me ha dicho nada.
—Le pedí que no te dijera nada —aseguro Jordi.
—Claro no te jode y yo también le dije que no soltara nada por esa
bocaza suya.
—No importa Lucía, ¿Por qué estas con él? Te hizo daño, ya no te
acuerdas.
—Claro que me acuerdo Jordi, pero eramos unos críos y además creo
que tú eres el menos indicado a decir nada, cuándo tú me fuiste infiel,
¿crees que tú no me hiciste daño? —me puse enfrente de él cortándole el
paso.
—Lucía sí lo sé, la cagué, mira como me ha ido la vida, no he sido más
feliz en mi vida que cuando estaba contigo.
—Ay, Jordi, no empiece por favor.
—Lucía no quiero que estés con él —me implora—. No, me niego.
—Niégate todo lo que quieras, me da absolutamente igual Jordi. Por una
vez soy feliz y soy yo misma con un tío, por cierto un tío que me ha
demostrado en solo tres días mucho más que cualquiera con los que he
estado más de un año y te incluyo a ti.
—Ahh muy bonito ¿ahí me incluyes a mí, no?
—Sí
Jordi se acerca peligrosamente mientras yo camino hacía atrás hasta
toparme con la pared.
—Que pretendes Jordi —pregunto sin entender su comportamiento.
—Solo pretendo hacerte entender que tu y yo podemos tener otra
oportunidad —tras decir eso me besa, pero yo no reacciono, ni le sigo el
juego.
Lo aparto de mí dándole una sonora hostia, y él instintivamente se lleva
las manos a la cara empezando a gritarme fuera de si.
—Recoge tus cosas Lucía, estas despedida.
Lo miro desafiante, en serio me despedía por no enrollarme con él, por
que estoy con Rafa.
—Eres un cínico de mierda, te vas a arrepentir de lo que acabas de
hacer. —le espeto—. Escúchame bien porque no lo voy a repetir más, es la
última vez que me ves, no me llames y no vengas a mi casa, no quiero verte
nunca.
Salgo del despacho con la cara bien alta, «pero quién cojones se cree el
papanatas este que es, Gerald Butler, por favor.»
—Lucía que pasa, he escuchado voces —Begoña la ex de Jordi me para
en el pasillo.
—No es nada que no sepas ya Bego, Tu ex es el tío más gilipollas del
universo.
—Ay que me vas a contar, ¿Qué te ha hecho ahora?
—Me acaba de despedir, porque lo he rechazado y porque tengo novio.
—¿Quéeeeeee?
—Lo que oyes, voy a recoger mis cosas y me largo de aquí, no aguanto
ni un puto segundo más, si necesitas algo ya sabes donde encontrarme.
Pongo todas mis cosas en una cajita que encuentro en el archivador,
como en las típicas pelis americanas que sales de la oficina después de
largos años con todas tus cosas dentro de una misera caja de cartón, pues
totalmente igual, cuando estoy saliendo del ascensor ya en la planta baja del
edificio de oficinas, me encuentro con Carlos.
—Lucía, que haces con esto.
—Pues ya ves algún imbécil que se ha ido de la lengua y ha provocado
que me largen de aquí, ¿Qué te parece Carlitos?
—¿Jordi te ha despedido? —me pregunta con la cara desencajada.
—Tú que crees —contesté.
Le doy la espalda y me marcho, cuando llego a casa suelto la caja
encima de la mesa de cristal del salón, Terry viene corriendo a recibirme, se
le debe hacer raro que a estas horas del día este ya en casa. Me quedo
sentada un rato en el sofá con el Spotify de fondo, ahora suena el estribillo
de Nada me sale mal de Aitana

“…Hoy te propongo que seas mio


Pero, no sé por cuánto tiempo
Yo, la verdad, no he decidido
Si es para siempre, pero un momento

Sin saber qué va a pasar


Un paso más hay que dar
Hacerle caso al presentimiento
Y así, dejarnos llevar
Y si jugamos bien, nada sale mal
Solo tienes que arriesgar
Si tú pones cien, yo le pongo más
Y veremos al final

Entre tú y yo
No hay margen de error
Todo va a salir natural
Y si jugamos bien, nada sale mal
Solo tienes que arriesgar…”

Mi teléfono comienza a sonar, miro la pantalla y veo el nombre de mi


amiga, hostia había olvidado llamarla y contarle todo.
—Hola loquita mía
—Hola bonita… —exclama Lola, uy esa voz, esta sabe algo fijo—.
¿Cómo estas?
—Pues bien, ¿y tu reina como esta el pequeñajo?
—Muy bien esperando a ver si su tita —dice con rintintin—. Le tiene
que decir algo.
—¿Qué sabes? —le suelto, cuanto antes nos dejemos de tonterías
mejor.
—¿Cómo qué que sé? Holaaaa Todooooooo —me cago en la madre
del amor hermoso, pero ahora quien se ha ido de la puta lengua.
—Lo siento enormemente corazón, te lo iba a contar, pero es que no he
tenido tiempo, te lo juro, mañana cuando llegará Rafa te lo íbamos a decir
juntos.
—¿Rafa? ¿Juntos? ¿Qué me estas diciendo?
—No lo sabes —pregunto confundida, entonces ¿qué es lo que sabe?
—El que tengo que saber, Lucía me estas poniendo muy nerviosa.
—Vale a ver primero tú, ¿qué es lo que sabes?
—Pues que te han despedido.
—Pero como lo sabes si no ha pasado ni una hora desde que he llegado
a casa.
—Me ha llamado Carlos —no me jodas, otra vez él—. Anda
preocupado por ti, pero ahora me has dejado a cuadros. Lucía ha pasado
algo con Rafa que no me hayas contado, soy tu mejor amiga del mundo
mundial y como no me hayas contado algo que haya pasado con mi otro
mejor amigo del mundo mundial, aquí va a arder Troya, capicci.
—Sí Madrina, Capicci. A ver te cuento, ¿Quieres la versión extendida
o la corta?
—De verdad me estas haciendo esa pregunta —solo con escuchar su
voz ya podía imaginar su cara.
—Vale, vale. Como sabes, hace una semana tuve que ir a Málaga a
hacer un reportaje.
—Sí el de los aviones. Ayyyyyyy Madre mía que me da el parraque,
sigue contando
—Pues eso intento, pero no me interrumpas que sí no estaremos aquí
hasta mañana.
—Esta bien hocico cerrado.
—Vale, pues eso, que me encontré con Rafa, fuimos a cenar…
—¿Solossssss?
—Nooooo, pero me vas a dejar que hable
—Sí, sí, perdona, es que estoy que no puedo parar desde que me has
dicho Rafa y juntos, no paro de dar vueltas por la casa.
—Amiga Stop, fuimos a cenar Carlos, Raúl, Amber que es la novia de
Raúl, Rafa y yo. Y después pues nos quedamos solos y paso.
—¿Paso que?
—En serio, quieres que te haga un croquis
—¿Te lo has tirado zorrón?
—Lola, estamos saliendo
—¿¿¿What???
—Lo que oyes. Tía es tan, tan maravilloso, en mi vida creí que pudiera
encontrar un hombre así como él, es…
—¿Lucía del uno al diez?
—¿Donde; en la cama, en la playa…?
—Ay que putón verbenero estás hecho, me encantaaaaaa
—gracias lola —le digo súper contenta.
—Pero, escucha, ¿vais en serio?
—Madre mía, madre mía, madre mía, veras cuando esta boquíta mía
empiece a largar todo esto por aquí, la peña va a flipar tía.
—Cuidado a quien se lo dices niña.
—La primera en cuanto te cuelgue a ti, va a ser la insoportable de
Nuria.
—Ay amiga eres…
—Un solete ya lo sé —asegura ella—. Y bueno, que se siente al ser la
novia oficial de Rafa, joder tía siempre soñaste con eso.
—Pues sí, los sueños ya ves que a veces se cumplen. Pues la verdad
que soy la felicidad personificada Lola, me siento estupendamente bien,
fíjate que me han despedido y estoy como si nada.
—Hostia sí, y eso qué, ¿Qué ha pasado?
—Jordi me ha despedido por rechazarlo, se me ha lanzado encima tía,
me ha besado y me dice que no tengo que salir con Rafa, que me ha echo
mucho daño, que si tal y que si cual, y cuando le he dado un bofetón, me ha
despedido.
—Que cabrón nena, pues a tomar por culo y como se ha enterado él de
que estas con Rafa
—Adivina… —le digo mientras recojo un poco el salón.
—No me digas, Carlos.
—Exacto. Bueno niña tengo que dejarte, voy a ver si hago algo en casa
y llamo a Rafa para contarle las novedades.
—Claro reina, hablamos y felicidades de verdad tenemos que vernos
los cuatro en plan parejita ehh
—Cuenta con ello, besos a la familia.
Capítulo 21
Me encanta como te queda ese vestido
Rafa

La llamada de Lucía hace que coja el coche sin pensarlo dos veces y
conduzca de noche como un puto loco para estar con ella lo antes posible,
todavía no me puedo creer lo que el hijo de puta de Jordi le ha hecho.
Hay que ser cabrón para echar del trabajo a alguien por no querer
acostarse contigo, por el simple hecho de que este saliendo con otra
persona, no me dió buena espina en ningún momento cuando lo conocí y
ahora sé porque, porque el tío es un aguililla.
Tengo unas ganas de estrecharla entre mis brazos, que puede que me
corra del gusto solo de tener su piel en contacto con la mía.
Cuando llego al portal de su casa veo a Carlos allí llamando al timbre como
un loco.
—Hey Carlos, ¿Qué te pasa? —estoy al tanto de que él se ha ido de la
lengua.
—¿Qué haces tú aquí? —responde asustado.
—Soy el novio de Lucía recuerdas, he venido a verla.
—Ya… Oye Rafa tienes que ayudarme… Lucía esta muy cabreada
conmigo, sé que lo he jodido todo por hablar con Jordi, pero es que empezó
a hacerme un tercer grado que no veas.
—¿Y eso por qué? —le pregunto intrigado, no sé por qué Jordi tiene
tanto interés en la vida sentimental de mi chica.
—Pues porque te vio en una de las fotos de Lucía, y se puso como un
basilisco. —Y eso es motivo para vender a tu amiga.
—Sí, sí tienes razón, por favor haz que Lucía me perdone o que por lo
menos me deje explicarme.
—Lo intentaré, pero no te prometo nada, ahora vete y ya cualquier cosa
te aviso.
Carlos se marcha y yo le mando un mensaje a Lucía diciéndole que ya
estoy en el portal y en menos de un segundo me abrió la puerta. Subí en el
ascensor con unas ganas de comerla entera que me estoy haciendo daño en
el labio de tanto mordérmelo. Cuando las puertas del ascensor se
abren, puedo verla en el quicio de la puerta, con un pantalón corto gris y un
top de tirantes a juego, está sumamente sexy.
No nos dijimos nada, dejamos que nuestros cuerpos hablasen, estos tres
días han sido los más duros de mi vida, el no tenerla , el no tocarla, el no
sentirla…
—Te he echado de menos —susurra en mi oído mientras la levanto del
suelo y ella me rodea con sus piernas.
—Y yo a ti peque —no puedo dejar de besarla—. Te he echado
muchísimo de menos ha sido una verdadera tortura.
Lucía me indica como llegar a su habitación entre risas, el deseo nos
consume.
La tumbo en la cama y entierro mi boca en su cuello, comienzo a
desvestirla a toda prisa quiero tenerla lista para mi, desnuda como la diosa
que es.
Ella a la vez me quita la camiseta y recorre con su lengua el tatuaje de
mi pecho, juego con mi lengua en su pezón, duro, receptivo, anhelaba mi
boca como yo su sabor, mientras con mi mano derecha juego en su interior.
Ella gime agarra la almohada y se cubre la cara con ella para amortizar
sus jadeos, no puede ponerme mas cachondo.
La urgencia por estar dentro de ella me martirizaba, me desabrocho el
botón del pantalón y bajo la cremallera, Lucía me pide más, me grita que no
pare, que no me detenga, y eso hago, me coloco el condón y me hundo en
ella hasta el fondo, notar como se estrecha alrededor de mi polla es algo
celestial, ella arquea la espalda para que cada embestida sea más dura, joder
como me gusta cuando se estremece así.
Antes de llegar al clímax, me paro para saborearla, quiero que ella
disfrute más que yo y a la vez, estoy loco por beberme todo de ella.
Mi lengua sube y baja por todo su sexo, esta tan húmeda y caliente que
es delicioso jugar con ella, me deleito con mi boca succionando su clítoris,
mis dedos bombean en su interior una y otra vez, una y otra vez. Sus
pulsaciones van en aumento y yo voy a explotar de un momento a otro.
Lucía grita su gemido se escucha ahogado por la almohada que tiene
tapándose la cara se deja ir mientras yo meto mi lengua dentro de ella para
dejarla bien limpia.
Segundos más tarde me tumbo yo en la cama mientra ella me cabalgaba
como una autentica amazonas, sube y baja mientras veo como sus pechos
botan, no puedo evitarlo y me incorporo para rodearla con mis brazos
mientras mi boca agarra de nuevo sus pezones. Mi lengua nunca se va a
cansar de ella, de su sabor dulce y picante. Solo tres movimientos más
fueron necesarios para que me corriera como un loco.
—Sabes que eres el bombón que me comería toda la vida ¿Verdad
peque? —le digo cuando terminamos de hacer el amor por segunda vez, no
sacio mi sed de ella.
—No imaginé nunca que fueras así de romántico y de fogoso Rafa.
—Todavía te queda mucho por descubrir de mí —me tumbo mirando
al techo y ella apoya su cabeza en mi pecho, con sus dedos recorre las
lineas de mis tatuajes.
—¿Te puedo decir algo Rafa?
—Claro nena.
—Me ponen súper perraca tus tatuajes.
—¿Así? —le digo incorporándome para mirar su cara con mi sonrisa
más canalla
—Sí —contesta, miro hacía un lado de la cama y en una esquina del
cabecero veo algo que me paraliza el corazón.
—Lucía, ¿Esto de aquí es lo qué creo que es? —Ella mueve la cabeza
hacía donde yo le señalo, ella hunde su cara en mi pecho tapándose con las
manos.
—¿Lucía, esa es mi gorra? No lo puedo creer.
Me levanto y la sujeto entre mis manos, Lucía se inclina hacía mí y me
besa susurrandome
—Nunca te olvidé Rafa, como tú me dijiste hace unos días, fuiste, eres
y siempre serás tú.
Es imposible evitar que mis ojos se inunden de lagrimas, no merezco
tanto, no la merezco a ella. Aunque yo también guardo algo.
—Lucía te amo, eres lo más bonito de mi vida, y tengo que confesarte
algo.
—Dime amor.
—Yo guardo tu goma del pelo todavía…
—¿En serio? —me dijo totalmente sorprendida por la confesión.
—Claro, te crees que yo te he podido olvidar. Además siempre la llevo
encima, la tengo guardada en mi cartera, es mi amuleto de la suerte.
—Rafa te amooooooo.
Dos horas más tarde conseguimos levantarnos y separarnos, pedimos de
comer algo de sushi y nos ponemos a ver una peli tranquilos en el sofá, esta
vida de pareja me gusta podría acostumbrarme rápidamente a ello.
Estoy dejando el bol de palomitas en el suelo para no moverme porque
Lucía se ha quedado dormida en mi pecho y de repente toco algo con pelo,
«será la alfombra, pero está tierno», sigo tocando intentando saber qué es
cuando algo empieza a lamerme.
—¡Me cago en la puta esto qué es! —doy un brinco en el sofá, Lucía se
asusta y me mira desencajada.
—¡Qué susto, qué pasa! —cuando voy a contestar, algo comienza a
correr por el salón.
—Una rata peque, una rata, no te muevas yo me encargo.
—Noooooo —me dice sujetándome del brazo—. No es una rata es
Terry mi hurona.
—¿Qué dices, tienes un hurón? —no me esperaba que ha Lucía le
gustaran este tipo de animales.
—Sí y es un solete así que no grites más —me regaño señalándome con
el dedo.
—Sí no lo dudo nena, pero me podías a ver avisado.
—Anda ven aquí tonto —dice justo antes de besarme.
Lucía se levanta para presentarme a la pequeña Terry la llaman por
teléfono y me la deja, la hurona me mira y se relame, ¿será que le gusto? A
los diez minutos Lucía vuelve y me dice.
—Amor… era mi madre.
—Y que te cuenta.
—Quiere que vayamos a cenar.
—¿Hoy? —pregunto.
—Sí —me responde con cara de circunstancia.
—Vale peque, me parece genial, tengo ganas de volver a verla ya como
suegra oficial —ella dejó de aguantar la respiración, sé que para ella es
importante y para mí también, es un paso importante al igual que yo quiero
que conozca a mis padres oficialmente, quiero integrarme como uno más en
la suya.
La noche en Barna es cálida y suave, salimos del portal e insisto en ir a
casa de sus padres en mi coche, todavía no he tenido un momento para
hablar con ella sobre Carlos, quizá ya mañana.
—¿Peque, quieres que paremos a comprar algo para llevar a casa de tus
padres? Me gustaría llevar algo.
—Claro amor, lo que tu creas conveniente —añade mirando su reloj.
—Son las ocho, tendremos que darnos prisa si queremos comprar algo.
—Bueno seguro que encontramos algo que nos gusta.
Llegamos al parking y nos dirigimos al coche, ella no sabe que coche
tengo y no se como va a reaccionar cuando lo vea. Sé que los coches
americanos le apasionan.
—Ala cariño,mira que pedazo de Mustang —me informa ella
emocionadísima.
—Sí, es un Mustang Shelby GT 350 —sonreí de medio lado
—¿Sí que sabes de coches no? —me pregunta.
—Pues claro como tú, lo bueno sé apreciarlo —contesto guiñándole un
ojo.
—Normal, oye me haces una foto al lado de el. —me pide dándome su
móvil para que inmortalice el momento en una foto.
—¿Por qué no haces algo mejor? —saco las llaves de mi bolsillo y se
las muestro—. ¿Quieres conducir tú?
—¿Has alquilado esto para venir? —Lucía no sale de su asombro tiene
un brillo en los ojos que me está emocionando.
—No, no lo he alquilado. Es mio, bueno ahora nuestro.
—Es broma ¿verdad? —Lucía pone los brazos en jarras delante de mí y
no puedo evitar reírme a carcajadas. Ella intenta taparme la boca con la
palma de la mano.
—Qué no mujer que es verdad, toma conduce, vamos a la Rambla de las
flores que voy a comprar un ramo a tu madre.
Mi Lucía me arranca las llaves de la mano y aprieta el botoncito que
hace que las luces del coche parpadeen, una sonrisa invade su cara, abre la
puerta se sienta y arranca el coche haciendo que el rugido del motor
retumbe por todo el parking.
—Uff madre mía como ronronea el cacharro. Que calladito te lo tenías,
yo que creía que eras un motero, un ángel del infierno.
—Te lo he dicho antes, todavía te queda mucho por descubrir.
Nos damos una buena vuelta por el centro de Barcelona, es una ciudad
muy cosmopolita como Madrid, pero a la vez llena de gente por todos lados
y poco espacio para lo que mi mente imagina que puedo hacer con ella
ahora mismo en este coche, quiero que uno de los recuerdos que
empecemos a acumular juntos sean espectaculares y hacerlo en el coche
debe ser una de las primeras.
—Lucía.
—Dime —me contestó sin dejar de mirar la carretera.
—Necesito estar dentro de ti ahora.
Lucía me mira con una sonrisa traviesa y con la lujuria en sus ojos que
están abiertos como platos.
—Dame unos minutos y te llevo a un sitio donde podre hacerte algo que
me encanta.
Lucía conduce hasta un mirador en la carretera de Sarrià a Vallvidrera,
son las nueve de la noche y según me dice es el picadero de la zona, saber
que ella sabe eso me hace tener algo de celos.
El coche se detiene y mi chica saca sus armas para dejarme loco,
reclinamos los asientos todo lo que dan y ella como una loba me mira con
lascivia.
Se humedece los labios y baja su boca hasta mi polla, sentir el glande en
su boca sentir como pasea su lengua por el me llevaba al maldito infierno.
La agarro de la cabeza para marcar el ritmo, necesito que vaya mas
despacio como siga así no tardare
Ni dos minutos en correrme, pero me encanta la glotonería que tiene al
devorarme.
Después de tocar el cielo en uno de los mayores orgasmos que he
experimentado, nos recomponemos con una sonrisa maliciosa prometiendo
no parar más el coche por hoy.
Unos minutos más tarde llegamos a casa de los padres de Lucía, sujeto
el ramo de flores y la bolsa con el Möet y los puros que hemos comprado.
Sí, es un regalo muy típico, pero es lo que se suele regalar en mi circulo de
amistades cuando todavía no conoces bien a los anfitriones. Lucía toca el
timbre y en menos de dos minutos, la puerta se abre. —Ay hija ya
estáis aquí, pasad, pasad —dice Eduardo su padre—. Hombre, Rafa, cuánto
tiempo sin verte, te has convertido en todo un hombre —me aprieta el brazo
donde sujeto el ramo y sigue diciendo —joder niño si que estás fuerte ya
me contarás tu secreto.
—Papa dale un respiro.
—No te preocupes Lucía, a todo el mundo nos gusta que nos digan
cosas buenas, gracias Eduardo, tú estas igual, después de dieciocho años te
reconocería en cualquier lugar.
—Lucía, no lo dejes escapar, este hombre sabe apreciar lo bueno —ella
sonríe mientras se dirige por el pasillo, imagino que a buscar a su madre.
—Eduardo te he traído un detalle —le paso la bolsa y el me mira
sorprendido—. Espero que sea de tu agrado.
—No tenías que haberte molestado —mi suegro abre la bolsa y saca la
caja de madera donde están los puros guardados, en la caja se puede leer
Cohibas.
—Madre mía, pero esto te ha costado un ojo de la cara muchacho, no
vuelvas a hacer esto, que me enfado ¿eh? Que no hace falta nada, solo te
pido que hagas feliz a mi hija.

—Por eso no te preocupes, es lo único que deseo en mi vida, cuidarla,


protegerla y hacerla feliz —Eduardo, me lanza una mirada de aprobación
que corrobora con un movimiento de cabeza ascendente.
—Ana, ven al salón, que Rafa ya está aquí. Siéntate muchacho, voy a
meter esto en la nevera.
La madre de Lucía aparece por el pasillo con una copa de vino y una
sonrisa de oreja a oreja.
—Me alegra muchísimo verte Ana, no ha pasado el tiempo por ti ¿en
serio cómo lo hacéis? Tu marido y tú estáis estupendos.
—Ay que adulador eres, yo tambien estoy muy contenta de tenerte aquí
después de tantísimo tiempo, ¿Que han pasado quince años?
—Dieciocho, dieciocho largos años me temo —contesto.
—Bueno lo más importante es que os habéis reencontrado y eso ya no
os lo quita nadie —asiento tiene toda la razón. Lucía aparece por el salón
con un plato lleno de jamón recién cortado.
Cenamos en familia la mar de bien, la comida está buenísima y la tarta
de zanahoria que ha preparado Ana es una delicatessen, además durante
toda la velada no han faltado las risas, las anécdotas, los recuerdos y las
dosis de amor que nos hemos procesado Lucía y yo.
Cuando acabamos de todo eso nos fuimos, Lucía quiere llevarme a
conocer Barcelona de noche y yo estoy encantado de su compañía.
Volvimos a coger el coche, esta vez lo conducía yo, es fascinante
mirarla de reojo y ver su sonrisa, esa ilusión reflejada en sus ojos, poner mi
mano en su pierna o cogerla con la mía para meter las marchas.
Simplemente es perfecta para mí.
Anduvimos desde el Paseo de Gracia hasta la Rambla, desde ahí
llegamos al mar, donde admiramos la belleza de algunos veleros de madera.
La luna llena se refleja en el agua del mar y con esa atmósfera que se había
creado entre los dos tan mágica me atrevo a decirle algo.
—Lucía, se que todavía es muy pronto y tenemos que ir a Londres a que
conozcas oficialmente todo mi otro mundo, pero tengo claro una cosa
peque. Me gustaría que cuando volvamos del baile nos fuéramos a vivir
juntos, ¿Qué me dices? —Ella me mira con asombro, sé que no se lo
esperaba, pero estos tres días que he pasado sin ella en Madrid han sido una
puta pesadilla, así que apuesto todo a una carta y me lanzo al vacío por ella.
—Rafa yo… No sé que decir, me ha sorprendido.
—Lucía no tienes que responderme ahora, solo piénsalo y cuándo
regresemos de vuelta me dices algo —ella asiente y me abraza, es verdad
eso que dicen, que hay abrazos en los que te quedarías a vivir.
—Rafa, ¿Cómo ves este? —me pregunta otra vez Lucía probándose otro
de los vestidos que he escogido para ella.
—Peque te sientan todos fenomenal, qué quieres que te diga —
contestéo encogiéndome de hombros sentado en el sillón que tienen en la
tienda.
—Ay no sé, tengo mil dudas, nunca he ido a un baile en la alta sociedad
de Londres, soy novata en esto.
—Cariño, con cualquiera de estos vestidos vas a estar magnifica y todo
el mundo te va a mirar, pero no por el vestido si no por tu encanto personal.
—Ayyyyy —grita pataleando Lucía como una niña pequeña—. Amor
con esto que me dices me pones todavía más nerviosa.
—Solo digo la verdad preciosa, ¿puedes volver a ponerte el vestido
azul? —le pido.
Ella asiente y se vuelve a meter a el probador, a los diez minutos sale
deslumbrante, es uno de los vestidos que más me ha gustado, es un vestido
de tirantes anchos con un escote en v todo decorado con piedras de
svarosky y una falda larga de tull con una raja muy sugerente en medio que
deja parte de una de sus piernas al descubierto.
—Radiante peque, totalmente radiante —me levanto de mi asiento y me
acerco despacio hacía ella, sus ojos me dicen cómeme, humedece sus labios
ante mi presencia y eso me gusta a la vez que me excita.
—Nos lo llevamos —le aviso a la dependienta que me observa
complacida porque es uno de los vestidos más caros de la tienda—. En
seguida salgo y se lo llevo.
Me introduzco con Lucía en el probador, mis labios no han dejado de
besarla desde que cerré la cortina de satén que nos daba bastante privacidad
para hacer lo que tenía pensado.
La pongo de espaldas a mi, bajo lentamente la cremallera del vestido
mientras dejo un reguero de besos húmedos por su cuello.
—Rafa aqui no podemos… —me advierte con la respiración
entrecortada y agitada.
—Shhh, tranquila solo será un momento.
Bajo todo el vestido hasta el suelo y lo dejo a un lado, mis manos
vuelan hacía su centro de placer, le doy un señor beso y le digo que no grite.
Me arrodille ante mi diosa, coloco una de sus piernas en mi hombro,
paseo con deleite entre los pliegues de su sexo saboreándola con gusto,
lamerla de arriba a abajo es un placer que no se puede comparar con nada.
Lucía excitadísima se tapa la boca con las manos para que no se escape
ninguno de sus gemidos. Seguimos así unos minutos más hasta que mi
peque se deja embargar por un orgasmo muy placentero y muy indecoroso.
Nos recomponemos los dos y salimos con nuestra mejor sonrisa en los
labios, llevo el vestido a la dependienta que me lanza una mirada de sé lo
que habéis hecho ahí dentro, me recoge el vestido del brazo y muy
amablemente lo mete en una cajita y lo envuelve.
Después de pagar y comprar además un bolso y unos zapatos a juego en
otra tienda, llegamos a un sex shop que hay en la Rambla tenía que comprar
unas cosillas.
—¿Pero en serio vamos a entrar ahí loco? —me pregunta Lucía
avergonzada.—Sí, vamos a entrar ahí y además ya sabes que estoy loco,
pero por ti —le doy un mordisquito en el cuello y tiro de ella hacía el
interior de la tienda.
Allí hay de todo hasta un bar de striptease y unas cabinas donde se
realiza sexo en directo.
—Hola chicos, os puedo ayudar —la dependienta pasa sus dedos por mi
brazo trazando pequeños círculos —los ojos de Lucía no les perdía el rastro.
—Sí, gracias —afirmo —. Mi novia y yo venimos a por unos
antifaces, tenemos una fiesta y quiero unos elegantes y de buen gusto —
cuando la dependienta escuchó lo de “mi novia” pasó de mirarme a mí a
mirarla a ella y agachar la cabeza.
—Claro, seguirme por favor.
La seguimos pasando por varios pasillos hasta que llegamos a la sección
del BDSM, yo he practicado algo de ello, siempre como amo más que nada
por simple curiosidad, pero no me asombra lo que hay por las estanterías.
Cojo a Lucía de la cintura para darle mas seguridad y ella me responde con
una caricia en el pecho.
— Mirar —nos explica la dependienta—. Estos antifaces son los más
bonitos que tengo en la tienda. El de hombre es de satén negro con unos
ligeros destellos dorados que reflejan la luz —la chica me lo dió para que
me lo probara, cosa que hice inmediatamente—. Este es el de chica, es de
encaje negro con hilos de plata que realzan la mirada, y a ti te va a quedar
sensacional con esos ojazos que tienes chica.
—Lucía coge el que le muestra y se lo prueba.
—¿Te gusta peque? —le pregunto, su mirada felina me dice que sí.
—Son impresionantes amor. ¿Crees que me quedará bien con el
vestido?
—Por supuesto, te quedará genial.
—Estoy muy nerviosa, ¿le caeré bien a tus padres?
—No tienes por qué estarlo nena, Todo ira bien —le mentí, bastante
nervioso estaba yo en estos momentos, como para que también los tenga
ella.
Compramos los dos antifaces y alguna cosilla más que utilizaría más
tarde con mi chica, Comprendía los nervios de ella e incluso yo estaba con
un ataque de nervios, sabía lo insufrible que es mi madre cuando quiere, y
que de un solo plumazo se ha cargado a muchas chicas amigas de mi
hermano y mías con las que no hemos tenido nada romántico ninguno de
los dos, pero así era ella, como decía, soy previsora, no quiero a mosquitas
muertas a vuestro alrededor, no me fío de ninguna, todas van con vosotros
por dinero y nada más.
Joder tan poco valemos mi hermano y yo para que las chicas solo se
arrimen a nosotros por dinero, espero que no.
Amber es una tía estupenda y muy trabajadora, nunca le ha pedido un
duro a mi hermano y además siempre ha tratado con respeto a mi madre
aunque por dentro estoy seguro que le hubiera tirado una plancha a la
cabeza, pero ella siempre guarda la compostura cuando mi madre la ponía
de vuelta y media.
Espero que esta vez sea diferente y que la llegada también de Lucía
haga fuerza para que mi madre entre en razón y acepte nuestra elección.
En tan solo cuatro días viajamos a Londres y saldremos de dudas.
Capítulo 22
La casita de campo
Lucía

Hace una hora que he puesto los pies en Londres y ya me siento abrumada,
no porque no haya estado aquí nunca, porque sí que lo he hecho varias
veces por mi profesión, si no por verme de la mano de él.
Nos ha recogido Raúl para llevarnos a casa de sus padres, Amber está
en casa de unos familiares de ella y él la recogerá más tarde.
Nos adentramos en Chelmsford, es la capital del condado de Esse que
se encuentra en la región del Este de Inglaterra, localizada en el área
metropolitana de Londres que tampoco se encuentra muy lejos, solo a unos
cincuenta kilómetros.
Los edificios son señoriales y la catedral imponente, Rafa me informa
que estamos a unos diez kilómetros de la casa de campo, esta misma noche
es la cena y el baile, mi corazón va a mil por hora cuando llegamos a la
cancela, un hombre inclina la cabeza saludando a Raúl que va conduciendo.
El señor nos abre las puertas que son inmensamente grandes y de
hierro como los de un castillo medieval. Joder, joder donde me estoy
metiendo y si meto la pata, que es lo más normal en mí, porque cuando me
pongo nerviosa no doy pie con bola.
Creo que Rafa sabe como me siento porque no para de mirarme y de
sonreírme para reconfortarme, pero no es suficiente, me sudan las manos
uff que horror, esta es la prueba de fuego y si pasa algo con su familia que
hace que se replanteé el que nos vayamos a vivir juntos.
Cuando me lo pidió hace unos días en Barcelona mientras paseábamos
me quede de piedra, no sabía que decir, no es que fuera a decir que no, por
supuesto, solo es que no podía abrir la boca. Pero por supuesto que sí que
quiero y que me muero por vivir con él.
—Muy bien cuñada —me informa Raúl—. Aquí tienes la casa de
campo familiar. Que no te engañe la vista aunque parezca súper bonita por
fuera, dentro se esconde el peor de los ogros.
—Tío — bufa mi Rafa dándole un codazo en toda la costilla algo ya
más que familiar en ellos dos—. Cállate la puta boca y no la asustes. Amor
—se volvió para hablarme—. No te preocupes que todo va a ir bien, te lo
prometo.
¿Quieres que te diga la verdad? Acojonada me hallo y no es para
menos ¿no? Ay Dios mio que vamos para dentro, bueno venga, suerte y al
toro y que Dios nos pille confesados.
Delante de mi tengo una imponente casa blanca con columnas y
balcones acristalados y un porche precioso, la casa tiene todo el aspecto de
las típicas casas victorianas y seguro que esta es de esa época.
Rafa me coge la mano y me la aprieta fuerte, me mira respiramos
hondo los dos y él llama a la puerta.
Sí por lo visto ninguno de los dos tiene llave de la gran casa, ¿algo raro
verdad?
A los tres minutos la puerta se abre y una mujer con un aspecto
adorable que lleva un uniforme y una cofia nos saludaba en un perfecto
ingles.
—Buenas tardes Señorito Rafael, buenas tardes señorita —nos saluda
la mujer.
—Buenas tardes Amelia —la mujer se aparta a un lado y nos deja
pasar.
—Chicos me voy a ir a buscar a mi chica que tengáis suerte, nos
vemos en una hora.
Raúl se marcha, Rafa y yo pasamos a una sala enorme, unos sillones
estampados presiden el centro de la sala, el estampado de flores están
labrados con hilos dorados y unos tonos azules claros preciosos. Y una
lámpara de araña cuelga del techo con mil chupitos de cristal por lo menos,
¿serán también de Swaroski?
Rafa me pide que me siente en el gran sofá mientras va a buscar a su
padre al despacho, yo le hago caso y me siento como una niña buena
mirando por los grandes ventanales que rodean la gran sala.
—Señorita aquí le traigo el té con unas pastas de mantequilla para
acompañarlas —me comunica Amelia, la mujer que nos abrió la puerta.
—Muchísimas gracias, ¿Las has hecho tú? —pregunto dándole un
mordisco a esa maravilla.
—Sí, señorita —contesta con una reverencia.
—Puede llamarme Lucía —la mujer sonríe, es una mujer que me
despierta cariño.
—Oh no, no podría hacer eso señorita. Lo siento tengo que
marcharme, que disfrute del té —responde con un tono triste y se marcha
con la bandeja en la mano hacía la cocina.
—Umm ¿hola? —escucho a mi espalda.
—Hola —me levanto como si hubieran chinchetas debajo de mi culo.
—Las chicas de servicio no toman té con pastas en mi casa, si has
venido para servir la cena tienes que dirigirte a la cocina de inmediato,
vamos, vamos. —me grita una mujer muy bien vestida pero con muy mala
leche.
—No, yo no… —no me salen las palabras, «respira Lucía, respira».
—Vamos mujer, espabila a la cocina vamos —me sujeta del brazo y
me empuja hacía la cocina.
—Madre —le corta Rafa que baja por las escaleras—. ¿Qué es lo que
estás haciendo con Lucía?
—¿Con quién? —pregunta ella mirándome de arriba abajo.
—La mujer que estas sujetando por el brazo de esa manera tan
ordinaria, es Lucía, mi novia.
La madre de Rafa me suelta como si mi piel quemara y me mira con
repulsión, ¿pero qué le pasa a esta mujer? No tiene filtro.
—¿Cómo que tu novia? ¿Y Abby? —le suelta la madre.
—Mamá te dije que Abby y yo no vamos a volver. ¿Es tan difícil de
entender?
—Pero hijo, Abby viene a la fiesta.
—Genial mamá, gracias por entremeterte en mi vida de nuevo. Sabes
de sobra que ella y yo no estamos juntos y vas tú y la invitas —Rafa
indignado no le quita el ojo de encima.
—Hijo van a venir sus padres, que querías que no la invitara —se
defiende ella.
—Rafa, cariño da igual no te preocupes por mí no me importa —le
pido a mi chico con la mirada que deje el tema.
—Ves, Rafael, si a ella no le importa, ¿por qué te tiene que importar a
ti?
—Mamá ya hablaremos, ahora voy a enseñarle la finca a Lucía y a
presentarle a padre.
—Claro que sí hijo, divertiros.
Rafa me sujeta de la cintura y me incita a andar escaleras arriba,
subimos por una escalinata que con una alfombra azul y dorada que decora
el interior de los escalones, madre mía, aquí tienen que tirar de aspirador
por un tubo.
Rafa me pide que pase a una de las habitaciones que hay en la primera
planta, abro la puerta y me quedo sorprendida, una habitación preciosa y
súper cálida me da la bienvenida, las paredes están forradas por un papel
oscuro en tonos azules y dorados que combinaban genial con la madera
caoba que adorna parte de los bajos de las paredes. Una cama con un gran
dosel preside la estancia y una chimenea en una de las esquinas pone el
punto y final a la habitación.
—¿Te gusta cariño? —pregunta mi novio.
—¿Estas de broma? Es alucinante, joder como cada habitación de la
casa sea así, se me va a desencajar la boca —rafa ríe y sostiene mi cara
entre sus manos.
—Esta va a ser tu habitación, ese cuarto de ahí es el baño que a la vez
comunica con la habitación de Amber.
—Espera… ¿No vamos a dormir juntos? —me estoy quedando a
cuadros.
—No puede ser, mis padres son muy chapados a la antigua, ojala
fueran solo un poquito como los tuyos —Rafa me planta un beso en la
frente y sigue hablando—. Solo serán un par de días e intentaré dejarte lo
menos posible sola y cuando sea así Amber estará ahí para ti.
—Vale, ¿Pero y tu habitación?
—Esta es mi habitación, pero ahora serán tus aposentos.
—¿Mis aposentos? ¿Qué pasa que hemos retrocedido en el tiempo y
no me he dado cuenta? —Rafa vuelve a estallar en carcajadas, ¿me estará
tomando el pelo?
—Ya te he dicho que aquí todo es muy chapado a la antigua,
acomódate que enseguida vengo —me da un beso en los labios y se marcha
dejándome aquí sola entre estas cuatro paredes que han debido vivir tanto.
Comienzo a sacar la ropa de las maletas y a colocarlas en el gran
armario, no sé sí han pasado ya quince, veinte minutos o quizás más pero
escucho ruido detras de la pequeña puerta que sé que es el baño.
—¿Hola? —pregunto asustada pegando mi oreja a la puerta.
Me quedo en silencio escuchando que puede ser el ruido, espero que
haya sido mi imaginación porque sí por aquí rondan fantasmas yo me doy el
piro, que me dan mucho yuyu.
—¿Hola? —vuelvo a preguntar tocando la puerta con mis nudillos,
observo como el picaporte de la puerta comienza a moverse lentamente,
doy un brinco hacía atrás, mientras la puerta se abre buscando algo con lo
que poder defenderme.
La puerta se abre lentamente y una cabeza se asoma despacio por ella,
si ahora mismo me tomaran el pulso sería imposible que me lo encontraran.
—¿Hola? —pregunta una voz que me resulta familiar.
—¿Amber? ¿Eres tú? —atino a decir.
—¿Lucía? —Amber me mira y abre los ojos como platos —¡Lucía ya
estas aquí! Que susto me has dado.
—Susto el que me has dado tú a mí a mi loca. Creía que había un
fantasma o algo.
—No, fantasmas no, pero aquí vive la bruja malvada del cuento.
—Mira niña, entre tu novio que dice que vive el ogro y tu que ahora
me dices que aquí vive la bruja malvada del cuento, creo que mejor vuelvo
a meter la ropa en la maleta y me voy para casa.
—Nooo, veras yo te explico —Amber se sienta en la cama y palmea a
su lado para que me siente—. La madre de nuestros chicos es muy
especialita.
—Sí, de eso ya me he dado cuenta —le digo poniendo los ojos en
blanco.
—¿Ya la has visto? —pregunta preocupada.
—Sí, me confundió con las chicas que van a servir la cena.
Toc, Toc, Toc, alguien comienza a llamar a la puerta principal, Amber
y yo aguantamos la respiración y un hilo de voz sale de mi garganta.
—¿Si?
—¿Puedo pasar? —pregunta Rafa, al oirlo me lanzo corriendo hacía la
puerta y la abro.
—¿Por qué llamas a la puerta? —le digo—. Es tu habitación
recuerdas, puedes pasar cuando quieras.
—Lo sé, pero ya te dije aquí son muy…
—Sí ya lo sé —le interrumpo— muy chapados a la antigua.
—Exacto —contesta él.
—Esta chica aprende rápido — susurra Amber desde la cama. Rafa la
mira y le saluda con la cabeza sonriendo.
—¿Ya habéis llegado cuñada? —Amber asiente.
—Bueno chicos os dejo solos que voy a prepararme para la gran cena,
solo queda una hora.
—Perfecto Amber nos vemos entonces —le contesto. Rafa no aparta la
mirada de mi, ¿algo le pasa?
—¿Qué te ocurre amor? —pregunto mientras le acaricio la cabeza.
—Quiero presentarte a mi padre, me acompañas.
Lo sigo por la escalera anterior hasta otra planta más arriba, al final del
pasillo una gran puerta de cristal separa la estancia principal de una
habitación, cuando me acerco veo algo que me deja ojiplática «mátame
camión», pienso. Una enorme biblioteca se abre paso frente a mi, sí aquí
todo es a lo grande.
Pude contar como unas treinta estanterías repletas de libros desde el
suelo hasta el techo, libros de distintas épocas e inclusos hay primeras
ediciones según me dice Rafa, también libros súper antiguos y otros un
poco más modernos sobre leyes e impuestos.
—Detras de esa escalera del fondo esta el despacho de mi padre,
¿Estas preparada? —me pregunta un poco nervioso mi chico.
—Sí, claro, totalmente —le miento.
Rafa llama a la puerta dando tres golpes con los nudillos, espera una
respuesta y al no haberla entramos en el despacho, él primero y yo después.
—Padre —le informa Rafa. Su padre levanta la vista del ordenador
que tiene delante para examinarme, luego asiente y sonríe, tiene una sonrisa
muy parecida a la de su hijo aparte de que tiene los ojos del mismo color
azul intenso que tiene él—. Ella es Lucía, mi novia —añade Rafa.
—Encantado querida —el hombre se levanta de su butaca que parece
comodísima y se aproxima hacía mí cogiendo mi mano derecha, hace una
pequeña reverencia y me da un beso en ella —. Todo un placer conocer a la
mujer que tiene el corazón de mi adorado Rafael.
—Encantada… —respondo sin saber como llamarlo.
—Guillermo, me llamo Guillermo querida, espero que tu estancia en
esta humilde casa sea de tu agrado.
—Seguro que sí, tenéis una casa estupenda, es preciosa.
—No tanto como tú me temo —este hombre es peor que su hijo me
sonroja en cero coma. Ya sé de donde saca Rafa su vena zalamera.
—Papá estamos muy felices de que nos recibas tan bien, tenía miedo
—confiesa Rafa mordiéndose la mejilla por dentro.
—¿Miedo?¿Un hombre como tú hijo? No será por tu madre ¿no?
—Sabes que sí. —responde Rafa de una forma muy seca.
—No te preocupes, intentaré mantenerla lejos de vosotros todo lo que
pueda. Pero no le eches cuenta, ya sabes como es.
—Lo sé, bueno padre tenemos que retirarnos para prepararnos. Nos
vemos a las ocho en el salón.
—Sí, venga que tienes que ponerte a la altura de la bella mujer que te
acompaña. —comenta Guillermo guiñándome un ojo y moviendo sus
manos hacía mi.
—Gracias —digo agachando la cabeza por la vergüenza de que me
digan tantos piropos.
—No, Lucía, nunca agaches tu preciosa cara. Tú aquí eres una más de
la familia y siempre tienes que ir con la cabeza bien alta —Guillermo me
sujeta la barbilla y me levanto la cara poco a poco, mientras Rafa a su lado
sonríe con orgullo—. Así esta mejor. ¿Verdad hijo?
—Sí, padre.

∞∞∞
Rafa hace media hora que me ha dejado sola en mi habitación, bueno en
la suya que ahora es mía y estoy aquí tumbada en la gran cama pensando en
las vueltas que da la vida. Hace unos meses estaba viajando de aquí para
allá con Tom haciendo reportajes fotográficos por todo el mundo, después
plante a mi novio tres meses antes de la boda y luego tras ir a una cena a la
que no quería ir catapum se lía la mundial y ahora estoy aquí en Inglaterra a
media hora de que empiece una cena elegante y un baile de mascaras.
—¿Lucía se puede? —la voz de Amber retumba al otro lado de la
puerta del baño.
—Claro, pasa —le respondo.
Me incorporo para ver a Amber que luce un vestido espectacular digno
de una princesa.
—Amber estas impresionante —le dije sin poder parar de admirarla.
—Gracias cariñete —responde haciendo una reverencia como si fuera
toda una lady—. ¿Se puede saber que haces tú todavía así?
—Ay amiga, es que estoy verdaderamente acojonada.
—Yo estoy igual, así que eso no es escusa —Amber se dirige a mi
armario y saca el vestido azul que me compro Rafa para la ocasión y lo deja
encima del galan de noche—. Venga vamos.
Me levanto y me dejo aconsejar por Amber que parece toda una
experta. Una vez que ya tengo el preciosos vestido colocado en mi cuerpo,
Amber me alienta para que lleve el pelo recogido en un moño alto con unos
cuantos tirabuzones sueltos, dejando mi cara descubierta, la verdad que
parece una peluquera profesional. Me maquillo yo misma con unas sombras
claras y un poco de mascara de pestañas, Amber me ayuda con el eyeliner
para que salga perfecto y cuando llega la hora de mirarme a el espejo no
salgo de mi asombro.
—Amber, tú eres la bruja aquí, ¿Cómo has hecho que parezca una
princesa como tú?
—No Lucía, solo te he dado cuatro toques, la materia prima es tuya
querida, y Rafa ha tenido muy buen gusto eligiendo la ropa todo hay que
decirlo.
—Sí, la verdad es que todo encaja genial, el bolso, los zapatos…
—¿Preparada? En unos minutos los chicos pasaran a por nosotras —
Amber se mira nuevamente al espejo y se retoca un poco el pelo—. Bueno
loca, te dejo solita unos minutos ahora nos vemos —Amber se va por donde
ha venido y yo me quedo contemplando mi reflejo en el espejo.
Me concentro y empiezo hacer respiraciones para relajarme, la noche
se presenta larga, no me gustó un pelo como me trató la madre de Rafa,
pero por otro lado su padre ha sido un encanto conmigo, espero que la
noche sea lo más tranquila posible y mañana pueda estar paseando por los
jardines de la casa.
Toc, toc, toc, alguien llama a la puerta…
Capítulo 23
Comienza el espectáculo
Rafa

El día ha comenzado mal, cuando he bajado de hablar con mi padre y he


encontrado a mi madre arrastrando a Lucía hacía la cocina como sí fuera un
ser inmundo, me he llenado de rabia y tristeza, ¿cómo puede ser así mi
madre?
He intentado hablar con ella mientras Lucía se prepara para esta noche,
pero se ha excusado diciendo que tiene que controlar a todo el mundo y que
no tiene tiempo para hablar conmigo, simplemente me ha dicho que ya
hablaríamos en otro momento. Con mi padre sin embargo la cosa ha ido a
pedir de boca. Él la ha tratado como a una hija, como la maravilla que es y
me ha dado la oportunidad de explicarle lo que siento por ella.
Nunca me he sentido tan nervioso en casa de mis padres, ha sido un
placer cederle mi habitación a ella y yo acomodarme en la de invitados,
sabía que mi hermano iba a ceder la suya a Amber y creí conveniente hacer
lo mismo para que ellas dos estuvieran cerca en esta casa de locos.
El anochecer en esta casa es espectacular, el sol se pone entre los abetos
del jardín, y la luna termina meciéndose ante los nenúfares del lago que se
encuentra delante del invernadero. Los colores que se reflejan en el
estanque en tonos rojizos hacen que todo sea tan romántico que incluso
tambien está surgiendo efecto en mí, mañana llevaré a Lucía a pasear por el
jardín al anochecer, no quiero que se pierda nada de lo que ofrece esta gran
casa.
Me pongo la americana del traje y termino de ajustarme la corbata, me
miro por ultima vez en el espejo dando un repaso a como voy vestido,
cualquier cosa fuera de su sitio hará poner el grito en el cielo a mi madre.
Al salir de mi habitación veo a mi hermano que hace lo mismo,
estamos sincronizados y acojonados.
—¿Cómo ha ido todo? —pregunta mi hermano cuando nos
encontramos para bajar las escaleras juntos.
—Pues con mamá ni te lo puedes imaginar, la ha confundido con una
chica del servicio de cenas y cuando las he encontrado se la estaba llevando
en volandas a la cocina —Raúl me miraba asombrado sin poder creer lo que
le estoy contando—. Así que de primeras muy mal. Con papá todo lo
contrario, ha sido genial ¿Y a vosotros como os ha ido?
—Pues lo verás tu mismo en unos minutos, porque no hemos visto
todavía a mamá y con papá, pues lo mismo que has dicho tú, todo perfecto.
—Tranquilo no creo que mamá vaya a montar un espectáculo con toda
esa gente en la mesa.
—No creas hermano —Raúl me para para mirarme muy serio—. Rafa
con ella nunca es lo que parece, puede ponerte buena cara de primeras para
luego darte una puñalada trapera y dejarte en evidencia delante de todo el
mundo, hace bastante que no vienes a una cena así. Te pido por favor que
estes pendiente de todo lo que pase en todo momento, no le pierdas la vista
a madre. —mi hermano me está acojonando.
—Gracias Raúl, haré lo que me pides.
Nos dirigimos cada uno a las respectivas habitaciones de nuestras
chicas y llamamos a la puerta. Los segundos hasta que Lucía abre la puerta
se me hacen eternos, sí antes estaba nervioso ahora parezco que he muerto y
un ángel me ha abierto las puertas del mismo cielo.
—Wow, Lucía estas… Estas… Uff no sé ni como explicarlo —ella se
sonroja en seguida, pero en verdad todo lo que pueda decirle en este
momento se queda muy muy corto.
—Anda tonti —me dice mientras se mueve inquieta—. No mientas,
que no es para tanto.
—¿Qué no es para tanto? ¡Pero tú te has visto amor! —Lucía sonrie y
se humedece el labio, que ganas de morderlo, como siga así mando a la
mierda la cena y me encierro con ella en la habitación hasta mañana.
—Amber ha hecho su magia conmigo, me ha ayudado mucho —me
explica.
—Me alegro mucho de que os llevéis también, no quiero que te sientas
sola cuando yo no pueda estar contigo.
—Eres siempre muy considerado conmigo amor, gracias.
Raúl y Amber pasan a nuestro lado ya ha llegado la hora de hacer acto
de presencia en esta gran cena, le cedo mi brazo a mi chica y ella lo acepta
posando su mano en el.
—Amor, estoy muy nerviosa y siento mucho lo de antes con tu madre.
—No, no digas lo siento por eso, no ha sido tu culpa, ha sido culpa de
mi madre —Lucía camina despacio bajando las escaleras agarrando mi
brazo fuertemente, puedo notar su miedo pero en este momento todos
estamos igual, le doy un besito en la mano y la miro nuevamente—. Quiero
que seas tú —le digo—. Que seas natural, no quiero que finjas ser alguien
que no eres, no tengas miedo por favor.
—Lo haré cariño —contesta ella cuando nos paramos unos escalones
detrás de mi hermano, Lucía me mira y pasa su mano libre por mi nuca
haciendo que un cosquilleo descienda por toda mi columna vertebral,
inconscientemente y sin recordar donde me encuentro la atraigo hacía mi y
me dejo llevar comiéndole toda la boca—. Sabes que mientras estés a mi
lado no tengo miedo.
Un carraspeo detrás de mi, hace que se me hiele la sangre, me giro a la
vez que Lucía para darme cuenta de que mis padres se hallan justo detrás de
nosotros, nunca han ocupado esa posición, siempre estaban delante o
incluso abajo de la escalinata esperándonos.
—Hijo, puedes guardar la compostura y evitar esas dosis de niñato
adolescente que llevas dentro, no te estas dando cuenta que te estás
comportando de una forma muy soez —me recrimina mi madre.
—Estefania, por favor —dice mi padre llamándole la atención.
—¿Qué pasa querido? No ves como se esta comportando tu hijo, ¿tú
crees que se puede comportar así? Ya has visto lo que ha traído a la cena y
que decir de tu otro hijo, has visto que ha venido con la mujerzuela esa con
la que estuvo hace tiempo, pero ¿cómo he educado yo a mis hijos para que
me lo paguen así? —mi madre comienza a lloriquear como una actriz de
cine.
—Madre no te consiento… —empece a decirle.
—Rafa, cabeza al frente que bajamos —mi madre me corta y me
obliga a mirar al frente, la música comienza a sonar por la estancia y da
comienzo la bajada tradicional de la familia.
Mi hermano junto a Amber descienden escalón a escalón, Raúl está
muy tenso, seguro que ha escuchado a mi madre, siempre tiene que dar la
nota esta mujer. La mano que tengo libre y que no sujeta a mi querida
novia, me duele. Tengo los nudillos blancos de tanto apretar la mano para
no pegarle un puñetazo a algo. Anteriormente nunca me ha molestado las
tonterías de mi madre al hablar de las chicas con las que salía, pero ahora
mismo no, ahora no estoy dispuesto a pasar ni una.
Llegamos hasta el comedor, la mesa rectangular con cincuenta sillas
alrededor está completamente llena de suculentos manjares con jarras llenas
de vino y agua, los candelabros y flores tampoco pueden faltar.
Al fondo del comedor una pequeña orquesta compuesta por un
violinista y un pianista, tocarán hasta el final de la cena. Luego como
pasaba siempre pasarán con la el resto de la orquesta al gran salón de baile
para deleitarnos a todos con más música en el baile.
Tomo asiento en frente de mi chica, mi madre para esto es demasiada
clásica, bueno creo que para todo a estas alturas, las mujeres se sitúan a la
derecha de la mesa y los hombres a la izquierda. Amber y Lucía se sientan
juntas con miradas cómplices, a mi lado mi padre me pide paciencia y
tranquilidad, pero como puede estar tranquilo sabiendo que al lado de mi
adora Lucía se va a sentar el ogro como la llama mi hermano.
Mi madre da orden y los sirvientes comienzan a servir la sopa, Lucía
radiante me mira atenta a lo que hago, aunque por dentro está como un flan
aparenta una seguridad apabullante.
—Bueno querida —le habla mi madre a ella—. Mi adorado hijo no nos
ha contado mucho sobre ti, ha sido una sorpresa el encontrarte aquí hoy al
igual que la sorpresa que mi inigualable Raúl nos ha dado trayendo a
Amber de nuevo a este hogar. ¿Tú a que te dedicas? ¿Trabajas? —mi madre
empieza a destilar veneno por la boca, en resumen lo que había querido
decir mi madre es; niña tu haces algo con tu vida, o estas con mi hijo por la
pasta y su posición.
—Pues sí, Estefanía, soy reportera y fotógrafa en una revista de viajes
—Lucía omite que la acababan de despedir—. Me gano la vida muy bien, sí
es lo que le interesa saber —toma ya mi niña, gol por toda la escuadra, mi
madre comienza a toser llevándose la servilleta a la boca, mi padre dibuja
en su cara una sonrisa de medio lado, estoy seguro que Lucía le agrada.
—No por favor querida no pienses que mi dulce esposa quiere saber si
te ganas la vida bien o no, estoy seguro que se refiere a que si trabajas o
estudias, eres muy joven —mi padre intenta salvarle el culo a mi madre.
Pero no cuela.
—Gracias por el cumplido Guillermo, pero tengo la misma edad que
Rafa, estudiamos juntos de pequeños en el mismo colegio.
—¿Así? Eso no me lo habías dicho hijo —contesta mi padre de una
forma burlona, porque él está al tanto de todo.
—Me reencontré con ella en la cena de antiguos alumnos en Ciudad
Real hace unos meses y ya ves, lo que no pudo ser en su momento, ahora ha
llegado para quedarse.
—Pues hijo no está bien remover las historias del pasado, sí no pudo
ser en su momento, sería por algo, además tú no fuiste feliz en esa ciudad
—responde mi madre.
—Madre fui muy feliz allí, inmensamente feliz, tú no tienes ni idea
porque nunca te preocupabas por mi hermano o por mi, siempre tan
ocupada haciendo cosas que no tenían que ver con nosotros o cuidando de
la abuela o con tus amigas.
—Rafael, basta ya tengamos la cena en paz, por favor —me advierte
mi padre.
La cena se lleva acabo bajo la mirada reprobatoria de mi madre,
Amber y Lucía mantienen de vez en cuando alguna corta conversación, Mi
padre nos ha preguntado tanto a Raúl como a mí por nuestros negocios y las
últimas adquisiciones de empresas que hemos hecho tanto en Canadá como
en Japón.
Los camareros traen los postres a la mesa cuando Amelia, la ama de
llaves de la casa anuncia la llegada de alguien más a la cena.
—Señores lamento interrumpirles la velada, pero lady Abby acaba de
llegar.
—Oh, Amelia, hazla pasar de inmediato y por favor dígale a Timoti,
que traiga una silla más de inmediato y la ponga aquí a mi lado.
Amelia da paso a Abby que no me quita los ojos de encima, mi madre
y varios invitados se levantan a su paso para saludarla.
—Ohh querida, pensé que no llegabas a la cena.
—Mi vuelo llegó con retraso, Estefanía, siento muchísimo no haber
podido avisar con anterioridad —Abby se lleva la mano al pecho con un
dolor fingido.
Timoti llega con la silla en las manos pasando por todo el comedor
hasta que mi madre le hace una señal para que la deje al lado de un viejo
amigo de mi padre.
—Lucía, querida te importaría levantarte y ponerte al lado de Mr.
Sean, me gustaría pasar el resto de la velada al lado de mi adorada Abby —
Lucía me mira con cara de circunstancia.
—Madre —exploto poniéndome en pie—. ¿Qué es lo que intentas
hacer?
—Nada querido, tranquilo solo quiero charlar tranquila con Abby y
seguro que Lucía, esta chica tan simpática y peculiar que has traído no le
importará hacerme el favor, ¿Verdad? —Mi madre le hace gestos a Lucía
para que se levante de su asiento.
—No te preocupes hijo —comenta mi padre—. Estoy seguro que
Abby estará encantada de sentarse por el poco rato que nos queda en la cena
con Mr. Sean, querida ya en el baile podrás ponerte al día con ella.
Abby obedece a mi padre sin rechistar pero con mala cara, sube la
barbilla y se lleva todo su orgullo al lado del viejo amigo de mi padre.
Mi madre me mira con rabia y el ceño fruncido, no se ha salido con la
suya y estoy seguro que ahora mismo su fuero interno esta en llamas.
Terminamos la cena sin más incidencias por parte de nadie, mi
hermano se mantuvo al margen de todo hablando con el señor Talbot un
comerciante de vehiculos de gama alta que le ha vendido el último coche
para su colección, Lucía después del desplante que mi madre le ha hecho
junto con Abby, no ha vuelto a hablar se limita a tomar su brownie de
nueces de pecan sin levantar la mirada del plato.
Amber desvía la mirada de su plato hacía ella y luego hacía mi.
Hago el amago de levantarme de la mesa, pero mi padre me sujeta del
brazo, haciendo que me siente nuevamente.
—Mantén tu sitio Rafael, eres lo bastante hombre para que no te
amarguen la cena.
—Lo sé, pero no puedo evitar según que cosa, yo no soy como Raúl que
pasa de todo —respondo cabreado.
—Rafael, cuando creas que no puedes más, respira hondo, toma aire
suéltalo y entonces vuelve a respirar. Con tu madre todo es muy difícil y
parece que se le ha olvidado que ella desciende de una familia pobre y
humilde —miro a mi padre extrañado ¿mi madre de origen pobre y
humilde? Sé que mi abuela vivía en una casita pequeña pero con muchas
comodidades o por lo menos yo lo creía así a mí entonces corta edad, tendré
que hablar con mi padre de todo esto más en profundidad.
—Tin, tin, tin —mi madre se levanta de su silla y empieza a golpear con
una cucharita la copa que sostiene en la mano llamando así la atención de
todos los comensales—. Queridos invitados damos por concluida la cena y
pasamos a disfrutar de nuestro baile de máscaras, espero que todo haya sido
de vuestro agrado y siga siendo así.
Todos las personas se levantan de sus sillas y se colocan las máscaras,
Abby corre al lado de mi madre pasando las primeras al gran salón que
abría sus puertas en este preciso instante.
Yo doy la vuelta a la mesa para coger de la mano a una asustada Lucía
que no deja de mirar el suelo, mi hermano hace lo mismo con su novia.
—¿Peque, estás bien? —le pregunto.
—Sí —me dice muy bajito, casi sin voz.
—Olvida a mi madre por favor, ya te avisó Amber, mi madre puede ser
muy cargante —me disculpo con ella.
—Tranquilo no te preocupes, no se lo tengo en cuenta —responde mi
novia con unos ojillos asustados, tenía ganas de salir corriendo con ella de
allí, pero tengo que cumplir con el compromiso.
—Mañana pasearemos al atardecer por el Jardín es un autentico
espectáculo, ya lo veras y te colmaré de besos —Lucía vuelve a recuperar
su alegría al oírme decir eso sus ojos brillan buscando los míos y sus labios
se acercan a los míos en un beso casto pero sensual.
—Perdona que te diga querida pero lo que acabas de hacer con mi Rafa
está totalmente fuera de lugar —exclama Amber—. Toda esta gente que ves
aquí sabe perfectamente que estamos juntos, no sé quien te crees la verdad
—¿¡Perdona!? —le contesta Lucía, pero quien tenía que tomar la
iniciativa en esto soy yo.
—Déjame a mi peque —indiqué.
—¿Peque? Sí que eres infantil ahora ¿no? —exclama Amber—. A mi
me llamas gatita.
—Claro, por no llamarte zorra —suelta Lucía dejando a Abby
totalmente cortada y a mí dejándome alucinado, cada segundo que paso a a
su lado me enamoro más y más de ella—. Mira te voy a decir una cosa
rubia polioperada, vale que deje pasar todo lo que me dice la madre de mi
Rafa por respeto, pero a ti ni una ¿me entiendes bonita?
—¿Ehhh? —la cara de Abby es un cuadro, creo que es la misma imagen
del cuadro de Munch, El Grito.
—Lo que te he dicho, ay espera que necesitas que te expliquen las cosas
como a los niños pequeños ¿verdad? —Lucía sigue hablando sin amilanarse
ni un solo segundo—. A ver querida como vuelvas a insinuar que Rafa es
tuyo o que todos saben que él y tú sois algo, te voy a enganchar de las
extensiones que tienes en la cabeza, te voy a revolear y te voy a sacar
arrastras de aquí, ¿Capicci? —le advierte moviendo la mano en un puño
como si fuera parte de la mafia napolitana. Abby no puede ni pestañear,
asiente y se da la vuelta volviendo al baile con todos los demas.
—Wow, nena no sabes lo cachondo que me acabas de poner —la acerco
hasta mí cogiéndola del culo con mis manos y alzándola para tenerla a mi
altura—. Eres increíble peque, me dejas sin palabras.
—¿Eso es bueno? —pregunta ella.
—No sabes cuanto mi vida —sello mis palabras con un tórrido beso y
nos dirigimos al salón.
Cuando Lucía y yo pasamos al salón mi madre me lanza una mirada que
echa chispas, pero yo estoy tan orgulloso de mi Lucía y de como le ha
respondido a Abby que me da todo igual.
Bailamos varios Vals. Desde pequeño mis padres me han llevado a
clases de baile al igual que a mi hermano, teníamos que estar bien
preparados para cualquier ocasión, Lucía en cambio no está instruida en
este tipo de bailes, pero aprende rápido, aunque tampoco me importan los
pisotones que son inevitables cuando estas aprendiendo a bailar.
Hacemos un parón y mi hermano invita a bailar a Lucía, ella acepta y
después baila con mi padre, yo me mantengo en un segundo plano tomando
una copa, pero mi madre no me deja tranquilo, en cuanto ve que estoy solo
se acerca a mí.
—Rafael, creo que tenemos que hablar —mi madre toma asiento a mi
lado.
—Madre, ahora no es el momento adecuado ¿no crees?
—Hijo ¿por qué no sacas a bailar a Abby? Tiene muchas ganas de bailar
contigo ¿sabes?
—Me da exactamente igual lo que quiera ella y lo que quieras tú —mi
madre se lleva las manos a la cabeza.
—Tú nunca me has hablado así hijo. Esa chica te esta cambiando, te
esta contagiando su vulgaridad y extravagancia.
—¿Vulgaridad y extravagancia madre? ¿Qué quieres decir con eso?
—Simple, mira la mascara tan fabulosa e ideal que lleva Abby y mira la
vulgaridad de mascara que lleva ella. Parece que la ha sacado de una tienda
de esas de segunda mano.
—Madre, para tu información esa mascara tan vulgar que dices tú, se la
he regalado yo, la compramos juntos en una de las mejores tiendas de
Barcelona, es de satén y encaje de la mejor calidad, porque ella no es una
cualquiera, es mi novia y mi futura esposa.
—¿Qué?
—Lo que has oído —mi madre no sale de su asombro, vale sí, he dicho
todo sin pensar, sé que la quiero a mí lado toda la vida y que he perdido un
tiempo precioso sin ella a mi lado, pero… ¿Estará ella dispuesta a lo
mismo?
«Tendré que encontrar el momento adecuado para pedirle que sea mi
esposa». Ni yo mismo estoy creyendo todo lo que está pasando por mi
cabeza, me dices hace un año que estaría pensando en casarme con ella y
me estaría partiendo de la risa en tu cara durante un buen rato. Pero ahora…
Mi madre me abofetea de lo lindo, muchos de los asistentes asisten
atónitos al espectáculo que está dando la gran Estefanía. Mi padre deja de
bailar con Lucía e inmediatamente llega para llevarse a mi madre con él, mi
hermano da por finalizada la fiesta y todos comienzan a marcharse.
yo sigo aquí parado de pie sin poder moverme, nunca me hubiera
imaginado que mi madre pudiera perder la compostura delante de todos por
decir que Lucía será mi futura mujer.
Lucía tampoco se mueve del lugar donde minutos antes estaba bailando
con mi padre, Amber a su lado la rodea con sus abrazos abrazándola y
susurrándole algo al oído.
Mi hermano acude a mi lado fuera de sí.
—¿Qué cojones ha pasado tío?
—Nuestra madre no ha parado en toda la noche de meterse con Lucía,
no he podido aguantar más, me ha dicho que es vulgar, extravagante y …
—Vale lo entiendo, pero ¿Qué le has dicho tú para que te de un bofetón?
—Solo le he dicho que la respetara, que ella es mi novia y mi futura
mujer.
—¡¡¡WTF!!! ¿Cómo has tenido los santos cojones de decirle eso
hermano? —me dice dándome una palmada en la espalda—. Eres mi puto
ídolo.
—Anda Raúl, ya será menos.
—¿Pero, se lo has pedido ya a Lucía?
—No
—¿Entonces?
—Pues que no lo descarto, que puede que algún día se lo pida.
—Me va a encantar tenerla como cuñada oficial, porque hermano esa
chica es la caña.
—Lo sé, por eso no la pienso perder, ahora si no te importa voy a
reunirme con ella, creo que tengo que contarle lo que acaba de pasar aquí.
—¿todo? —pregunta intrigado.
—No joder, salvo eso —le doy un codazo y me marcho con Lucía.
Al llegar a su lado, puedo ver como tiembla, Amber me mira con cara
de circunstancia moviendo la cabeza de lado a lado.
—Hola peque, ¿Quieres que vayamos a dar una vuelta por el jardín?
—No lo sé, Rafa, quizá debería irme a casa.
—¿Cómo que irte a casa? —mi corazón empieza a descontrolarse. No
otra vez no, no quiero perderla joder.
—Rafa, no sé lo que ha pasado, pero estoy totalmente segura que ha
sido por mi culpa.
—Amiga no digas tonterías —comenta Amber—. Nuestra querida
suegra es muy intensa, yo ya ni atiendo a lo que dice.
—Que no Amber, que no, que ha sido mi culpa, quiero irme —implora
ella.
—Lucía por qué no hacemos una cosa, piénsalo esta noche tranquila y si
mañana por la mañana sigues con la idea nos marchamos.
—Rafa, yo no quiero que dejes tus obligaciones por mi.
—Hey —le digo sujetando su carita entre mis manos—. Lo más
importante para mí en este momento, eres únicamente tú.
—Rafa, será mejor que esta noche me dejes a mí con ella —sugiere
Amber—.
Que no te sepa mal cuñado, pero creo que ahora mismo es lo mejor para
ella.
Amber se lleva a Lucía de mi lado, ella se marcha sin mirarme y eso
duele, solo puedo contemplar como sube por la escalera mientras me
quedo allí plantado con cara de tonto.
—Señorito Rafael —Amelia se había acercado silenciosamente a mi
lado y me comienza a halbar—. Sé que quizá no soy la persona
idónea en estos momentos para decirle nada. Pero sabe que puede
hablar conmigo de lo que sea.
—Lo sé, me preparas un chocolate caliente como cuando era pequeño
y hablamos.
—Claro mi niño, vamos a la cocina.
Llevo una hora hablando con Amelia, cuando se une a nosotros mi
hermano.
—Hola.
—Hola Raúl —siéntate con Amelia y conmigo.
—¿Le preparo algo señorito? —dice Amelia levantándose para
prepararle algo.
—No, gracias estoy bien así.
—Bueno niños, pues me retiro por esta noche a descansar, os dejo
solos que tendréis que hablar de vuestras cosas.
—Gracias por todo Amelia —le dije con la mano en el corazón, para
mi todos estos años ha sido como una madre. Siempre me ha dado
los mejores consejos del mundo y todo el cariño que ha podido.
—No tienes que darlas, para mi sois como mis hijos —responde.
—Y yo te diré, que para nosotros dos eres como nuestra madre.
Siempre nos has cuidado cuando mi madre nos dejaba de lado y tú
nos ponías por la noche los pijamas y nos preparabas ese chocolate
con nubes tan rico —le asegure y mi hermano asintió con la cabeza.
—Y os seguiré cuidando hasta que me marche de este mundo
queridos.
Amelia se va dejándonos a mi hermano y a mi solos en la gran cocina,
mi hermano se sirve una copa de coñac y a mi me trae otra, se sienta
enfrente de mi.
—Rafa, antes he pasado por la habitación de nuestros padres para ver
como estaba la cosa y los he escuchado hablar. Mama está
totalmente defraudada con nosotros, según ella siempre la estamos
haciendo sufrir con nuestras majaderías de niños pequeños, que lo
que elige ella para nosotros nunca es bueno.
—Estoy tan cansado siempre de la misma historia hermano, esta noche
he explotado por un computo de cosas, demasiadas… Tú sabes lo
solo que me sentí los años en el internado en Madrid. No tienes ni
puta idea de lo que he pasado Raúl, una llamada cada dos meses de
papá, una visita cada seis meses tuya, pero y mamá, ni una llamada y
ni una visita en tres puñeteros años, ¿crees que merecía eso?
—Claro que no y entiendo tu postura. No puedo ni imaginar como te
sentiste en eso años y en parte fue por mi culpa, cuando te vi
preparando aquello, me asuste.
—Raúl, eramos unos críos, no te preocupes, a ti te perdone hace
muchos años.
Capítulo 24
Una huida y una desaparición
Lucía

Cuando he escuchado el bofetón que Estefanía le ha dado a Rafa, creí que


me moría, sabía que yo era el motivo de aquella enfrenta entre ellos. La
mirada que le lanzó ella al irse del salón con Guillermo fue aterradora y
desde ese momento no he parado de temblar.
—Tranquila cuñada, cálmate. —Me decía Amber, en la última hora era
como la décima vez que me lo decía.
—Lo intento de veras.
—Pues no vale con intentarlo, tienes que conseguirlo. Mañana a
primera hora vamos a hacer yoga ya verás que bien nos sienta.
—No creo que me vaya a quedar más tiempo aquí.
—¿Cómo que no? Ni se te ocurra dejarme aqui sola con esa mujer.
—Pero es que no he visto una mujer tan malvada en mi vida, con tanta
mala intención joder.
—Mira Lucía esta mujer no va a ir al infierno, esta mujer va a prejubilar
a Satán.
Lo que acababa de decir Amber hace que estallemos en mil carcajadas y
eso desemboca en una pelea de almohadas por parte de las dos, así nos
vamos a desestresar.
Cuando Amber creía que me había quedado dormida se marcha a su
habitación, y yo aprovecho ese momento para hacer la maleta y salir
corriendo de la casa, no voy a permitir que esa mujer me vuelva a ofender a
mí, ni que se vuelva a pelear con su hijo. Me voy a quedar al margen a
partir de ahora con sus padres, aunque me duele por la parte de Guillermo
que me ha tratado tan sumamente bien y que me ha caído estupendamente.
Se nota que tanto Raúl como Rafa han salido a él.
Cuando estoy llegando a la puerta alguien tira de mi.
—¿Te piensa largar otra vez sin despedirte de mi, Lucía? —exclama un
asustado y enfadado Rafa
—Yo… Esto… —joder no sé donde meterme, claro que no me iba a ir
sin despedirme, he dejado una nota explicándole todo a Rafa y diciéndole
que le llamaría al día siguiente por supuesto—. Rafa todo esto me ha
superado.
—¿No quieres estar conmigo, Lucía?
—¿Qué? ¿Cómo me preguntas eso amor? Claro que quiero estar
contigo, es lo único que tengo claro en mi vida.
—¿Entonces por qué vuelves a abandonarme? Soy un estorbo para
todos. A lo largo de mi vida me han dejado y abandonado tantas veces,
¿pero tú otra vez? ¡tú no por favor! —Rafa se arrodilla ante mí llorando
desconsolado.
—No amor —me arrodillo para estar a su altura, verlo así me rompe el
alma—. Rafa por favor, mírame, cariño, mírame.
—Lucía no merezco ser tu novio, no estoy a tu altura.
—No digas eso, me oyes, eres más de lo que soñé, no recuerdas que
llevo enamorada de ti desde los once años —lo veo sonreír entre lagrimas,
aún quedan esperanzas no todo está perdido.
—Lucía no me dejes. No lo soportaría. —me suplica desesperado.
—No lo voy a hacer, pero comprende que no puedo quedarme aquí, no
quiero que vuelvas a discutir con tus padres por mi culpa. Sé que me estas
ocultando cosas y no quiero hacer que la relación con tus padres se vea
afectada por mí.
—Cariño, la relación con mis padres nunca ha sido buena, algún día te
contaré todo lo que me sucedió cuando te fuiste, cuando me sienta
preparado para contártelo.
—Nunca te presionaré amor —le digo secando sus lagrimas.
—Sí te quieres ir nos iremos, pero esperemos a mañana por favor,
durmamos juntos en la habitación esta noche te necesito más que nunca
peque.

∞∞∞
Unos golpes en la puerta nos despiertan a primera hora de la mañana, no
sé bien que hora es, pero los golpes son muy insistentes. Rafa se levanta y
se viste rápido con un pantalón de algodón gris que dejo la noche anterior
tirado en el sofá, corre hacía la puerta restregándose los ojos con las manos
y abre la puerta.
Raúl entra con la cara descompuesta.
—¿Ha pasado algo? —le pregunta Rafa viéndolo así.
—Mamá, mamá se ha ido, se ha marchado, nadie sabe donde está.
—¿Pero qué dices? —Rafa se pasa las manos por la cabeza
desesperado, yo me levanto y me pongo una bata de seda que me había
comprado Rafa.
—¿No se habrá ido a algún lugar o alguna reunión o algo que tuviera?
—pregunto cuando llego a donde están dando vueltas.
—No Lucía, no se ha llevado nada, ni siquiera se ha cambiado de ropa,
anoche discutió con mi padre y después se marcho.
—Voy a cambiarme y salgo a buscarla —comenta Rafa enfurecido.
—Te espero abajo hermano —responde Raúl marchándose.
—No vayas solo Rafa, yo te acompaño —le imploro.
—No, tú quédate aquí y si vuelve me llamas. —Rafa se viste deprisa y
sale de la habitación como alma que lleva el diablo, no sin antes despedirse
dejándome un beso en la frente y una caricia con un te quiero.
Me remuevo inquieta por la habitación soy incapaz de quedarme quieta
por mucho que él me lo ha pedido, voy al baño y llamo a la puerta que da a
la habiación de Amber.
Nadie me contesta, supongo que ella también ha salido a buscarla. Voy
hacía el armario y me pongo unos vaqueros con un jersey finito, aunque
estemos en junio, hace bastante fresquito.
Termino de hacerme la lazada en las deportivas me recojo el pelo en
una coleta alta y salgo de la habitación.
Me dispongo a salir por la puerta principal de la casa cuando veo a
Amelia dar vueltas por el salón.
—Amelia, ¿sabes dónde esta Amber? —la mujer se para de golpe
cuando escucha mi voz.
—Buenos días señorita, si es que se pueden decir, la señorita Amber
esta en la salita de verano desayunando, puede reunirse con ella sí quiere y
enseguida le llevo un café.
—Esta bien Amelia, muchas gracias.
Me dirijo a la estancia que Amelia me ha dicho cruzo el gran comedor y
el salón de baile para darme de bruces con un porche acristalado como un
invernadero donde unos sillones de mimbre blanco con unos grandes y
acolchados cojines combinan perfectamente con los rosales y geranios que
hay en esta pequeña estancia.
—Amber, te estaba buscando —digo cuando entro allí, Amber se gira
para mirarme con una cara que no se como descifrar.
—Hola corazón, pues ya ves aquí ando, esperando que la
señoritinga tenga a bien aparecer.
—¿No estas preocupada? —pregunto ante la pasividad de mi amiga.
—No, me ha hecho tanto daño esa mujer, que por mí como sí no
aparece. Pero tranquila que no caerá esa breva, en un rato aparecerá
entrando por esa puerta con su gran falsedad despotricando de nosotras.
—No sé yo estoy preocupada, creo que voy a salir a buscar por la zona
—Amelia entra por la puerta con mi café.
—Señorita Lucía, debería quedarse aquí con Amber, no conoce la zona
y podría perderse o caerse en alguno de los pozos que hay en las fincas
colindantes.
«¿Pozos? Y si esta mujer salió de noche y se ha caído por uno y necesita
ayuda». le doy un sorbito al café y me escabullo por la puerta del jardín
excusándome con Amber.
Sí la casa es grande el jardín no tiene desperdicio, hay unos almacenes
enormes, unas cuadras con varios caballos y una pista de padel a lo lejos
veo una fuente redonda con varios caños de agua que da inicio a un sendero
donde el suelo es de piedras blancas pequeñas, está flanqueado por unos
preciosos rosales rojos y rosas, me adentro por el camino, no hay rastro de
Rafa ni de Raúl por aquí, puede que ya hayan registrado todo el jardín y
estén buscando por los alrededores.
Al final del sendero hay una gran valla metálica negra con filigranas de
una flor de Lis, me acerquo a ella y observo que a la derecha hay unas
escaleras que bajan y un zapato negro al inicio de ellas.
Me acerco lentamente con miedo por lo que me puedo encontrar allí,
cuando miro al final de la escalera mis sospechas se vuelven certeras,
Estefanía está tirada en el suelo, bajo lo más rápido que mis piernas me
permiten, por lo menos hay cincuenta escalones, cuando llego le busco el
pulso uff menos mal que tiene. La alzo un poquito y empiezo a llamarla.
—Estefanía, Estefanía —mientras le llamo le doy pequeños golpecitos
en la cara.
Repito la acción nuevamente mientras saco el móvil de mi bolsillo para
llamar a Rafa.
—Dime Lucía —me dice él con voz rota.
—Rafa, he encontrado a tu madre.
—¿Donde? —exige saber.
—Esta en el jardín al final del pasillo de rosales, la he encontrado al
final de las escaleras que dan a un terraplén, se ha debido caer.
—¿Cómo esta?
—Rafa, ella esta inconsciente pero tiene pulso, ven hacía aquí y llama a
una ambulancia.
—En seguida estoy ahí peque, gracias mi amor.
Cuelgo el teléfono y Estefanía comienza a reaccionar.
—Estefanía, ¿Estas bien? —pregunto asustada.
—¿Don… Dónde estoy? ¿Quién eres tú?
—Soy Lucía, la novia de Rafa —Ella mueve la cabeza negando—.
Estefanía estamos en el jardín, te has debido de caer por las escaleras.
—Esto que ha pasado ha sido por tu culpa, mi hijo tiene que estar con
Abby, no contigo pequeña furcia, que solo estas con él por su dinero. Y
suéltame —me da un manotazo y yo me llevo la mano al pecho, «nada que
esta mujer sigue en sus trece».
—Señora, yo no estoy con su hijo por el dinero y yo no he provocado
nada para que usted este aquí tirada en el suelo.
—Sí tu no hubieras venido, Abby y mi hijo Rafael se hubieran
reconciliado —Ella se levanta tambaleándose del suelo y se estira el vestido
que todavía lleva puesto de la noche anterior.
—Si ellos dos quisieran estar juntos yo no sería impedimento para ellos,
pero Señora, su hijo Rafael está conmigo porque me quiere y porque yo lo
quiero a él sobre todas las cosas.
—Pues sí le quieres déjale.
—¿Perdón?
—Qué te vayas, qué te alejes de él, mi niño tiene que casarse con Abby
para heredar el marquesado de Crosbymoth. Yo no voy a permitir que se
case con una cualquiera nunca, me oyes y si tengo que hacértelo entender
por las malas lo haré, no me temblará el pulso te lo aseguro niñita.
—No puedo creer lo que está diciendo, ¿Qué le hecho yo?
—Robarme a mi hijo —responde segundos antes de que sus hijos
aparezcan en lo alto de las escaleras.
—Mamá —grita Rafa que baja las escaleras de dos en dos para abrazar
a su madre, Raúl y su padre se quedan en lo alto de la escalera esperando a
los sanitarios.
—Hijo por favor, aléjame de ella, quiere hacerme daño, quiere matarme,
me ha tirado por las escaleras.
—Mamá que dices, sí ella ha sido quien nos ha avisado de que estabas
aquí, has estado perdida.
—Noooooo —de repente sus ojos se empiezan a llenar de lagrimas que
brotan de sus ojos sin parar, pues sí, tiene razón Amber, es una actriz de
primera.
—Mamá, Lucía es incapaz de hacerle daño a nadie —Rafa me mira y
me da las gracias.
—Estas ciego, Rafael, esta chica te tiene absorbido, pero ha sido ella yo
estaba en lo alto de la escalinata viendo los zorros y ella se ha acercado a mi
tirándome, me he dado un golpe muy fuerte en la cabeza.
Raúl baja a por su madre con dos sanitarios, la sujetan entre todos y la
suben por la escalera, supongo que la llevarán dentro de la casa. Rafa
permanece a mi lado sujetándome la mano.
—Gracias por no hacerme caso peque.
—Rafa, yo no he hecho nada de eso que ha dicho tu madre.
—Shhh, lo sé —él me abraza sin yo pedírselo, en este preciso momento
es lo que más necesito del mundo. Su olor, su abrazó, su calor.
—Te juro que algo se me encogió en el estomago cuando me la encontré
aquí tirada —me llevo la mano al estomago y suspiro. No he pasado más
miedo en mi vida amor.

∞∞∞
Ya de nuevo en el interior de la gran casa, Guillermo, Raúl y Rafa se
encuentran en la habitación de su madre mientras el doctor la visita, Amber
y yo esperamos en la salita del primer piso, estamos tomando una tila para
calmar los nervios que por lo menos a mi me atormentan.
Le cuento a Amber todo lo que me ha dicho Estefanía, incluso que me
culpa de haberla tirado por las escaleras, no pude ni defenderme porque me
quede en shock. Me ha inculpado para que Rafa me eche de su vida.
—Lucía no te mortifiques, ya te lo dije ayer esta mujer prejubila a
Satán, ¿no lo ves?, por qué te crees que yo esta mañana me quedé tan
tranquila desayunando.
—Ya, pero es que es increíble lo que ha pasado.
—Mira te voy a ser sincera, estoy segura que esa mujer tenía planeado
esto, seguro que estaba esperando que alguien se acercará al enrejado para
organizar la falsa ciada, porque estoy segura que es eso, una falsa caída. —
Amber se lleva la taza de té a la boca con una tranquilidad pasmosa.
Pasan las horas y yo cada vez me encuentro peor, no he vuelto a ver a
Rafa y encima me siento como la traidora, no me preguntes por qué, yo ya
sé que no he hecho nada, pero es como cuando se produce un asesinato y la
policía te hace un interrogatorio tan duro que al final hasta tu mismo dudas
de sí lo has hecho o no, pues más o menos así me siento yo en este
momento.
—Chicas —nos llama Guillermo entrando en la salita y nos comienza a
decir—. Debido al contratiempo que ha acaecido hoy, me veo en el deber de
pediros que recojáis vuestras cosas y os marchéis de la casa.
—Pero… —digo
—No hay peros Lucía, Rafael te espera en la habitación, ve por favor y
habla con él.
Salgo corriendo escaleras arriba y entro en la habitación, Rafa está
sentado en la cama con las rodillas flexionadas y tapándose la cara con las
manos.
Ando por la habitación aproximándome a él, me siento en el borde de la
cama y lo acaricio.
—Rafa, ¿Cómo estas?
Él levanta la vista hacía mi y mueve la cabeza de derecha a izquierda y
comienza a llorar.
—Mi madre insiste en que has sido tú la que le ha tirado por las
escaleras.
—¿Y tú le crees, amor? —pregunto nerviosa. Sí él creía a su madre yo
ya no tenía nada que hacer.
—No, por supuesto que no.
—Rafa, tú padre nos ha pedido a Amber y a mí que nos marchemos.
—Lo sé, mi madre no os quiere aquí a ninguna.
No sé que hacer, Rafa está destrozado, yo me siento una mierda y
encontraba injusto lo que esa mujer está haciendo conmigo y con Amber.
—Está bien, voy a recoger mis cosas y me marcho de aquí.
—Lucía, yo tengo que quedarme unos días más, necesito ordenar mi
cabeza.
—¿Ordenar tú cabeza? ¿Eso quiere decir que tienes dudas de mí? —le
pregunto irritada.
—No es eso, no sé, todo esto me supera.
—¿Qué te supera?, pues mira te lo voy a poner muy fácil Rafa. Olvídate
de mi.
Rafa se levanta de la cama y se marcha dando un portazo. Yo recojo mis
cosas llorando me dirijo a la habitación de Amber, ella ya tiene todo
preparado, salimos de la casa sin despedirnos de nadie, Raúl ha llamado a
un taxi que ya nos espera en las afueras de la casa.
Una hora después Amber y yo estamos tomando un café en el Starbucks
del aeropuerto. Hemos cambiado los vuelos, ella ha cambiado su billete y
en lugar de irse a Málaga directamente decide venirse conmigo unos días a
Barcelona.
Según me ha dicho, Rafa se ha cabreado con Raúl y han llegado a las
manos, las dudas que ha sembrado la madre en Rafa ha calado con fuerza,
Raúl le ha dicho cuatro cosas y al final han terminado dándose de hostias.
Me encuentro tan confundida, con la ilusión que comencé este viaje y lo
mal que ha salido joder.
Amber no deja de darme ánimos, mis ojos están rojos por la irritación
de tanto lloro, mis manos tiemblan por no saber que es lo que está
ocurriendo. No entiendo como Rafa puede dudar de mí sabiendo como es su
madre y sobre todo sabiendo como se ha metido en la relación de Amber y
su hermano.
Durante el vuelo Amber me ha contando que Estefanía pago al rector de
la universidad donde estudiaban Raúl y ella para que le suspendiera todas
las asignaturas, teniendo así que expulsarla. Esto hizo que Amber se
distanciara durante unos meses de Raúl, pero ni la distancia pudo mermar el
amor que se procesan estos dos.
Todo lo que me ha contado Amber hasta ahora de esta mujer me da
escalofríos, como puede ser tan mala, tiene una mente perturbada, luego me
dice a mí que voy a por el dinero, pero sí lo que quiere ella es que su hijo se
case con lady Abby para que herede un puto marquesado.

∞∞∞
Han pasado tres semanas y todavía no sé nada de Rafa, ya lo doy todo
por perdido, le he dejado un par de mensajes pero me ha dejado en visto, ni
se ha dignado a contestarme aunque sea para mandarme a la mierda. No he
dejado de llorar amargamente desde el día que me dijo que me marchara y
lo malo de todo esto es que todavía recuerdo su tacto en mi piel como si
fuera ayer, una angustia me invade cada vez que miro nuestras fotos en mi
teléfono.
Amber hace unos días que regresó a Málaga, Raúl viajaba hoy para
reunirse con ella, después del día que nos fuimos de allí, Raúl no ha vuelto
a cruzar una sola palabra con él. Tendré que esperar a que Amber hable con
él cara a cara para ver sí puede sacarle algo mas de información.
Yo he tomado la decisión que me pedía el cuerpo, perderme por ahí
unos días, desaparecer un tiempo de Barcelona y poner mi mente en modo
zen.
Recojo mi ropa, algunos zapatos y lo meto todo en una maleta ligera,
preparo mi inseparable cámara y bajo al coche, mi madre vendrá más tarde
a casa para recoger a Terry, mis padres tampoco entienden la actitud de
Rafa, pero cómo mi madre me ha dicho, el tiempo pone a cada uno en su
sitio.
Capítulo 25
Mi mundo se viene abajo
Rafa

Cuando mi hermano y mis padres nos reunimos en su habitación aquella


mañana después de que Lucía la encontrara, mi madre no dejaba de gritar
que Lucía la habia empujado, Lucía quiere matarme, Lucía quiere mi puesto
en la familia, eso decía. Algo impensable para mí y creo que para todos,
pero tanta insistencia, tantos lloros, tanta verborrea al fin y al cabo sembró
la duda en mi cabeza, aunque mi corazón se negaba a creerlo.
Mi hermano se empeñó durante días en hacerme ver que mi madre
estaba mintiendo, diciendo que es una manipuladora, y que le da la vuelta a
la tortilla hasta el punto de hacerte creer lo que quiere. Y lo peor de todo
esto es que ella lo consiguió, consiguió que tratara a Lucía como culpable,
cómo si ella hubiera orquestado todo desde un principio.
Son las nueve de la mañana, llego de mi carrera matutina por los
jardines cuando me encuentro con Abby desayunando en el saloncito de
verano junto a mi madre.
—Buenos días querido, ¿Qué tal el paseo? ¿Has visto quién nos visita
esta mañana? —me indica mi madre.
—Sí madre, ya veo —hago el amago de retirarme para ducharme pero
Abby comienza a hablar.
—Buenos días Rafa.
—Hola —madre te veo luego, voy a la ducha añado sin hacerle más
caso.
—Esta bien querido, no tengas prisa Abby se queda todo el fin de
semana aquí.
No hago caso a lo que ha dicho mi madre, me importa muy poco sí se
queda o no Abby en casa, hace semanas que no salgo de mi habitación nada
más que para aclarar mis ideas corriendo por el jardín, o para visitar alguna
de las sucursales en Londres de mis empresas. Cuando estoy apunto de
entrar en mi habitación, mi hermano sale de la suya con una maleta.
—Ya te vas Raúl —él en sus trece me mira y no dice nada, pasa por mi
lado sin inmutarse como sí no existiera.
—Eh Raúl, No piensas despedirte de mí—le digo cogiéndolo del brazo
para que se pare y me mire
—¡Suéltame, Rafa! No te has dado cuenta que no quiero hablar contigo,
me avergüenza ser tu hermano.
—¿Qué quieres decir? ¿Crees que me he equivocado respecto a algo?
—¿Qué si creo?, permíteme decirte algo Rafa, eres tonto. Has dejado
escapar a una de las mejores chicas que me he echado a la cara en mi puta
vida, una chica que se muere por ti desde hace años, una chica que te
devolvió la ilusión cuando no pensaste nunca recuperarla, y ahora le haces
caso a madre.
—Así que tú no la crees —le reprendo.
—¿¿Yo?? —señala mi hermano—. Tú no sabes de la misa la mitad. Yo
ya escarmenté en mi día. Ahora te toca a ti espabilar, pero yo aposte por
Amber y doy gracias cada día por el día que me perdono cuando fui a
buscarla. ¿Tú sabias que tu madre, pagó al rector de nuestra universidad,
para que suspendiera todas las asignaturas a Amber y así tener que
expulsarla? —me informa mi hermano expulsando su rabia contenida.
—¿Qué hizo que? —manifiesto yo sorprendido e incrédulo.
—Mira tío, si no me crees a mí, habla con papá, él te dirá la verdad.
Mi hermano termina de bajar las escaleras, abre la puerta de la entrada y
desaparece. Amelia me mira desde la puerta con la cara descompuesta,
tampoco la he escuchado estos días cuando ha querido hablar conmigo,
quizá sea el momento de escuchar a los demás.
Después de pasarme una hora en la ducha, decido subir al despacho de
mi padre, llamo a la puerta y espero a que me de permiso para pasar.
—Pasa —me dice mi padre de una manera muy recta.
—Hola padre ¿podemos hablar? —Mi padre cierra el periódico que está
leyendo y se cruza de brazos para escucharme.
—Dime hijo, ¿qué te perturba?
—Raúl se ha ido y al marcharse me ha contado algo que quiero que me
corrobores.
—Pues en lo que pueda ayudarte —indica mi padre mientras se levanta
para servir dos copas de coñac.
—Papa, mi hermano me ha contado que madre le pagó al rector de la
universidad para que suspendiera a Amber y así expulsarla, ¿eso es cierto?
—Hijo, tu de verdad quieres preguntarme por lo que paso con Amber o
quieres saber sí pienso que Lucía tiró a tu madre por las escaleras.
Mi padre es perro viejo, soy como un libro abierto para él, me pasa
desde pequeño.
—Me interesan las dos cosas papá, no me perdonaré si he perdido a
Lucía por una injuria de mi madre.
—Te digo la verdad Rafael, te anticipaste, no dejaste que habláramos
contigo, te faltó tiempo para creer en tu madre, con lo mucho que siempre
te has quejado de lo poco cariñosa que ha sido contigo. Te dió algo de amor
aquella mañana y tú caíste como un tonto, ni tu hermano ni yo la creímos y
mira que había detalles que delataban que era todo una artimaña de ella.
—¿Qué detalles? —pregunto agarrándome lo más fuerte posible a los
brazos del sillón.
—Tu madre es noche llevaba un vestido corto y unas medias, crees que
en una caída de cincuenta escalones no se hubiera roto las medias o se
hubiera hecho algún corte, rasguño o alguna contusión, algo de sangre. No
había ni rastro Rafael.
Mi cabeza comienza a dar vueltas, la he jodido, la he jodido.
—Me cegaron las ganas de ver a Mamá de esa manera conmigo.
—Pues que no te ciegue más hijo, yo ya estoy mayor para dejar que me
afecté todo esto, pero sí te digo algo, Lucía es la chica ideal para ti, búscala,
pídele perdón explícale y tráela de vuelta, este año quiero la casa llena en
Navidad.
—No sé sí querrá escucharme pero lo intentaré.

∞∞∞
Acabó de aterrizar en Barcelona, mi salida de la casa de campo ha sido
mítica, mi madre llorando de rodillas que no podía caer tan bajo y rendirme
a los pecados de la carne con una furcia como Lucía y como no, Abby
metiendo mierda por detrás, diciéndome que la noche de la fiesta mientras
mi hermano bailaba con Lucía le estaba metiendo mano ya lo que me
faltaba para el bingo.
Mi coche sigue en el parking del aeropuerto, me subo en el interior y el
aroma de ella me invade no puedo evitarlo y empiezo a llorar como un niño,
¿Cómo va a perdonarme? Me he comportado como un autentico patán, un
ser miserable.
Cojo mi teléfono y marco su número, me da tono pero al cuarto cuelgan,
vuelvo a intentarlo y ahora sale el buzón de voz.
Antes de arrancar decido pedirle perdón a alguien igual de importante
para mi y con quien también la he jodido.
—Dime capullo —gruñe mi hermano.
—Perdóname Raúl.
—No tienes que pedirlas tío, era cuestión de tiempo que te dieras cuenta
tu solo, Ahora con Amber te va acostar más, no puedes ni imaginar el
cabreo que lleva encima.
—Lo imagino —le indico a mi hermano, sé que Amber se ha hecho
muy buena amiga de Lucía en este tiempo.
—Ella estuvo la primeras semanas con Lucía, la dejaste echa polvo.
—Lo sé y voy a intentar remediarlo aunque me lleve la vida hacerlo —
le aseguro pasándome las manos por la cabeza—. Ahora mismo estoy en
Barcelona voy a ir a su casa a verla.
—Pues que tengas suerte porque ella no esta allí.
—¿Cómo que no esta aquí? ¿Dónde está? —le exigí saber a mi
hermano.
—No te lo voy a decir, ella no quiere saber de ti. —me advierte él.
—No me jodas Raúl, te suplico que me lo digas coño.
—Mira sí el destino quiere que acabéis juntos, os reunirá de nuevo —mi
hermano cuelga el teléfono y yo no sé que hacer.
No me termino de fiar de mi hermano y pongo rumbo al piso de Lucía,
quizá este allí y como no quiere que vaya me ha dicho que no esta.
Llamo una treintena de veces al timbre, vuelvo a llamarla repetidamente
al móvil que sigue apagado. No recuerdo donde viven sus padres para ir a
visitarlos y que me ayuden, así que opte por el plan b, alguien que siempre
está ahí aunque me comporte con ella como un gilipollas.
—Dime —contesta Lola al tercer tono.
—¿Cómo estás? —pregunto de un modo precavido, por su tono de voz,
imagino que estará al tanto de todo.
—Pues imagino que mejor que tú, ¿Qué quieres Rafa?
—¿Ya lo sabes? —matizo mientras vuelvo a el coche.
—¿El qué? ¿Qué eres el mayor cabrón que ha existido en la mismísima
faz de la tierra? Oh créeme que lo sé.
—Sí, la he cagado y mucho, crees que no estoy lo suficientemente
hundido y jodido, pues déjame decirte amiga que lo estoy. Estoy en
Barcelona he venido a recuperar a Lucía pero no esta aquí, estoy
desesperado Lola haría lo que fuera por tener la oportunidad de explicarle a
ella por todo lo que he pasado en mi vida y porque creí a mi madre antes
que a ella.
—Rafa, ella no te ha fallado nunca —me grita Lola.
—¡Maldita sea, ya lo sé! —gruño dejándome caer dentro de mi coche
—. Dame algo de donde tirar Lola, por favor te lo suplico —las lagrimas
comienzan de nuevo a brotar de mis ojos, las palabras que pronuncio están
llenas de rabia, pánico y temor.
—¿Algo por donde tirar?
—Sí, una simple cosa.
—¿Recuerdas el lugar favorito de Lucía en el mundo? —mi cabeza
comienza a trabajar a la velocidad de la luz, «el lugar favorito de Lucía,
siempre me hablaba de…, ¿podría ser?»
—Gracias Lola, eres una buena amiga.
—Rafa solo una cosa, no la vuelvas a cagar más.
—No te lo aseguro Lola.
Cuelgo el teléfono y me pongo en marcha me quedan muchas horas
por delante.
Son las diez de la mañana cuando llego a lo alto de la montaña donde se
encuentra aquel castillo que tanto maravilla a Lucía, el Sacro convento de
Calatrava la Nueva es el castillo con el que soñaba de pequeña, ella siempre
decía que cuando se encontraba entre esos muros se sentía como en casa.
Cuando llego al aparcamiento me encuentro con una par de coches y
una caravana, me apostaría la mano a que pertenece a Lucía.
La caravana está cerrada a cal y cantó, llamo un par de veces pero nadie
contesta, entonces me dispongo a entrar en el castillo para encontrar a la
princesa de mis sueños.
—Hola buenos días —le digo a la chica de la taquilla que vende las
entradas—. Quería visitar el castillo.
—Sí claro, la visita son tres euros —Saco la cartera y le doy las
monedas.
—¿Podría hacerle una pregunta?
—Por supuesto, las que quiera —comenta simpática la chica.
—Sabe si ha llegado una fotógrafa para hacer un reportaje del castillo.
—Se refiere a la chica de la caravana ¿la que vive en Barcelona?
—Sí, a ella exactamente —respondo conteniendo mi alegría.
—Creó que hoy esta haciendo fotos en el convento y en la sala
capitular.
—Muchas gracias.
Los nervios vuelven a apoderarse de mí como la primera vez que la
bese, cuando entro por la puerta del convento los rayos de luz entran por el
gran rosetón que estña justo encima de mí.
Lucía al fondo de la estancia intenta captar la imagen de las luces en
las columnas, está guapísima como siempre viste un vaquero ajustado, una
camiseta de manga corta y una camisa a cuadros anudada en la cintura, el
pelo lo lleva recogido en una trenza que cae a un lado de su cuello. Mi
corazón bombea sangre de nuevo, creo que estos días sin ella, lo he tenido
parado, seco, como he estado tan ciego, como me he dejado engañar por mi
madre, no reconocí de nuevo la maldad en sus ojos, los mismos que no se
dignaron en buscarme en los tres años que estuve en el internado o los
posteriores cuando me dejaron con una amigo de mi padre en Madrid,
porque no podían permitir que en Londres se supiera que fui drogadicto,
porque para ella es lo que fui, aunque ni siquiera me metí nunca nada, solo
un par de porros, pero…
Lucía termina de hacer la foto que tenía encuadrada y gira su cabeza
hacía la puerta donde estoy yo inmobil. Ella se paraliza, y comienza a negar
con la cabeza y a murmurar algo. Cómo un imán su cuerpo me atrae, no
puedo remediarlo.
—Lucía —le digo cogiéndole la mano.
—No, tú no puedes estar aquí. ¿Qué haces aquí? —me da un manotazo
en la mano que dirigia a su cara para acariciar su mejilla.
—Necesito explicarte peque.
—¿Peque? Ahora vuelvo a ser peque ¿no?
—Siempre lo has sido, recuerdas, Fuiste, eres y siempre serás tú.
—Te equivocas Rafa, tú no me dejaste explicarme cuando te lo pedí,
que te hace pensar que voy a dejar que lo hagas tú.
—Porque tú eres una mujer sensata y racional, yo soy un puto
gilipollas que ha perdido lo que mas quiere y está como loco por
recuperarlo.
—Paso de ti —Lucía me da la espalda recoge las cosas y camina hacía
el exterior.
—Lucía —no puedo reprimirme y la estrecho entre mis brazos, aunque
me ganara una puta hostia, su boca está a escasos centímetros de la
mía, sus ojos me miran con dolor, con rabia, pero todavía
albergaban algo de la luz del amor—. No puedo dejar que te vayas,
te necesito.
—Yo también te he necesitado y no te has dignado ni a cogerme el
puto teléfono y ahora vuelves aquí con tus aires de “a mi me lo
perdonan todo siempre”, pero no guapito, las cosas no cambian de
la noche a la mañana —corto la frase aproximándome a su boca
para saborearla, pero ella se aparta—. No, joder, no sigas por ahí,
yo no quiero esto, quiero una puñetera vida estable de una vez, no
una puta montaña rusa. ¿Cómo pudiste pensar que le hice daño a tu
madre? Aunque siéndote sincera ganas no me han faltado desde
aquel día.
—Ya te lo he dicho, tengo mucho que contarte, por favor déjame
contigo, déjame explicarte —mis manos todavía la rodean, ella no
me ha apartado, «eso es un paso», pensé para mi interior—.
Déjame demostrar que nunca volveré a ponerte en duda. Déjame
demostrarte que nunca más me separaré de ti, por favor.
—Rafa…
—Lucía no me contestes ahora si no quieres, sé que es pronto,
piénsalo pero déjame explicarme.
Lucía dudaba, sus ojos iban de un lado a otro, evitan mirarme, pero yo
no la despego de mi, miro sus labios otra vez, me imagino
besándola y haciéndole el amor aquí mismo.
—Esta bien, hablaremos, pero no ahora, dame unas semanas de
reflexión.
—Lo que necesites, pero no nos niegues esta conversación pendiente.
Espero tu llamada Lucía —le digo y vuelvo a mirarla a los ojos,
está vez ella me mira directamente, cierro los míos y cojo aire. Mis
labios se lanzan para chocarse con los suyos y la devoro como sí
me fuera la vida en ello, como sí fuera la última vez que la veo,
porque cabe la posibilidad de que también sea así, aunque me niego
a creerlo. Después de eso, me marcho sin decir adiós…
Capítulo 26
Volver a empezar de cero
Lucía

Hace ya un mes que volví a Barcelona que es justo el tiempo que hace que
no he vuelto a saber de Rafa, le pedí tiempo y me lo está dando por lo
menos, necesito aclarar todo, mil preguntas me rondan la cabeza. ¿Le podré
perdonara?, ¿podremos superar esto que ha pasado?, ¿será mejor rehacer mi
vida con otra persona o seguir sola?
Hoy para no rallarme más he quedado con Carlos para dar una vuelta
por el centro, ir de tiendas siempre nos sube la moral.
Sí, al final me reconcilié con Carlitos, sé que lo que paso con Jordi no
fue con mala intención, lo que pasa es que mi amigo es un poquito boca
chancla y todo se le escapa, tiene incontinencia verbal. Lo primero que hice
cuando llegue a la ciudad, fue llamarlo e ir a su casa nos hinchamos a llorar
y a ver unas cuantas series en Netflix con sus respectivas palomitas y por
supuesto pedimos comida china, después de veinticuatro horas volvimos a
ser uña y carne.
—Chochi, ¿pasamos aquí? —me pide mi amigo, poniéndole ojitos a
unos vaqueros de Custo.
—Lo que quieras, pero ya sabes que tienes demasiados vaqueros ¿no?,
no creo que te de tiempo a ponerte todos.
—Sabes que esta noche tengo un super reencuentro. Ahh por cierto,
estas invitada.
—¿Quéee? A ver, a ver, en que embolado me has metido ya —como
siempre el me autoinvita a todos sitios, me guste o no me guste y luego soy
yo la que tienes que quedar mal delante de la gente porque no quiero ir.
—No es nada mujer, he quedado con unos amigos y creo que te vendrá
bien salir y tomar algo, distraerte ya sabes y oye que si cae un polvete, pues
eso que te llevas.
—Ay no sé, sabes que no tengo cuerpo para juergas. Además en dos
días llega Amber y Raúl quieren darme una noticia y eso me tiene un poco
preocupada.
—Chochi pues por eso mismo sal y disfruta, venga nenita no me digas
que no, por favor —ya está otra vez con los pucheros el niño. Al final
claudico y accedo a ir a la cena con sus amigos.
Después de patearnos todo el Paseo de Gracia y la Rambla en busca de
ropa cool, como dice Carlos, hemos comido en el Hard Rock Cafe, uff
como me gustan las hamburguesotas de allí y por más que le he preguntado
al capullo de mi amigo que con quien es la cenita no ha soltado prenda.
En fin, tendré que esperar no me queda otra.
A las diez y media paso a buscar a Carlos por su casa, como me ha
indicado él llevo puesto el vestido de florecillas negras y rosas que he
comprado esta mañana en Desigual. Es un vestido sencillo que va atado al
cuello y que me hace un escote de muerte la verdad sea dicha. Enseño
bastante carne pero como dice mi madre, lo que se vayan a comer los
gusanos que lo disfruten los cristianos.
—Carlos me tienes de los nervios, me vas a decir ya con quien hemos
quedado —aparcamos frente a la Torre Mapfre en la Plaza de la Marina, él
habia quedado con sus amigos en el puerto para cenar y ya de paso tomar
algo por allí aunque le había oído comentar por teléfono algo de un velero.
—Ay chica que pesadita eres a veces, solo te voy a pedir una cosa,
pase lo que pase, déjate llevar.
—No, a ver tío, que eso me acojona, no me habrás pagado un puto
¿no? —no es una idea muy descabellada, porque ya en una ocasión me lo
propuso se le olvido mi cumpleaños y quiso disculparse invitándome a una
noche de sexo loca con una profesional.
—Noooo —me mira con ojos golosones entre carcajadas—. Ya me lo
dejaste claro la última vez, no suelo caer en el mismo error dos veces.
Llegamos a la Fonda del Port Olimpic, Carlos ha recibido un mensaje
donde le dicen que ya están dentro esperandonos así que el metre nos lleva
hasta la mesa y … ¡¡¡OMG!!!
—Ummm, que ganas tenía de volver a verte belleza —delante de mi se
levanta a la persona que menos me podía imaginar, Dustin el vikingo de
Torremolinos está aquí. Y madre mía como está uff agüita.
—Chochi, quieres saludar —me indica Carlos.
—Sí, claro, perdonad —la verdad que me he quedado helada—. Hola
chicos que sorpresa —me acerco y les planto dos besos a los dos vikingo a
Dustin y a Olavv. Después le lanzo una miradita de ya te vale a mi amigo y
el muy cabrón ríe por lo bajo.
—Espero que no te moleste vernos aquí —Manifiesta Dustin
separando la silla que hay a su lado para que tome asiento ahí.
—Nooo, por supuesto que no Dustin, estoy encantada de verte —a ver,
la sorpresa que me he llevado es alucinante, normal que mi amigo no
abriera la boca, porque si sé que los que aparecen está noche son ellos,
quizá me lo hubiera pensado mucho. Porque después del desplante que le dí
a el pobre allí dejándolo solito para irme con… bueno con él otro.
La noche comenzó algo tensa por mi parte pero poco a poco se va
animando. Tal y como me dijo Carlos deje la mente libre y entonces fue
cuando comencé a disfrutar, me deje llevar porque no tenía que guardarle la
cara a nadie y oye un dulce no le amarga a nadie.
Sé que no quiero darle ahora mismo otra oportunidad a Rafa aunque
hable con él y me pida mil perdones, entonces por qué no intentar ser un
poquito más feliz.
Entre plato y plato, Dustin comienza a pasear su mano por mi muslo,
el vestido que llevo es corto, me llega por encima de la rodilla, lo que hace
que cuando me siente suba un poquito más. Sentir de nuevo en mi piel el
calor de otra persona me hace sentirme bien, Dustin en todo momento se
preocupa de que esté comoda con él, es demasiado correcto y educado
quizá, pero claro tiene otra cultura diferente a la española, aunque eso que
los nórdicos son más fríos creo que no va mucho con estos dos.
Después de cenar, paseamos un poco por la playa para terminar en la
discoteca Opium Barcelona, Los vikingos fueron a la barra y nos dejaron a
Carlos y a mi solos, fue el momento que aproveché para cantarle las
cuarenta a mi amigo.
—A ver nene, que cojones te pasa, ¿no me has podido avisar? —
farfullo entre dientes.
—Pues claro que no nena, si lo llego a hacer ¿hubieras venido? —yo
niego y el chasquea la lengua—. Pues eso chochi. Además que tampoco veo
que lo estés pasando muy mal.
—No, no es eso, si no que me hubiera gustado saber a lo que venia —
respondo excusándome.
—¿No me digas que no te has depilado? —suelta mi amigo tapándose
la boca con la mano.
—¿De verdad Carlitos? —le miro con ojos de asesina.
Dustin y Olav llegan a nosotros abriéndose paso como pueden entre
tanta gente, todas las chicas que hay a nuestro alrededor no dejan de
mirarlos, a ver no es para menos porque están los dos de toma pan y moja y
sigue rebañando.
Dustin, con su pelo rubio engominado hacía atrás, con eso ojazos y ese
cuerpo que hace que se te caigan las bragas a pulso. Se parece muchisimo a
el actor Alexander Skarsgård, el vampiro de True Blood.
Dustin, me pasa la copa y nos la tomamos bailando de una forma muy
sensual, con cada canción que suena nos acercamos más y más, el feling
que tenemos es palpable no hay duda. No paramos de mirarnos, estoy
dispuesta a dejarme llevar hasta donde me lleve esta noche, así que para que
perder tiempo ¿no?
Dustin y yo después de ronear varios minutos nos separamos de su
hermanastro y mi amigo, para refugiamos en un rinconcito oscuro de la
disco. Él pega mi espalda contra la pared y yo al notar el frio marmol pengo
un respingo que me hace sujetarme a sus musculosos brazos, el se agacha
hasta poner su boca a la altura de la mía y entonces paso, aproximó su
lengua a mis labios done paseo juguetona haciendo que mi boca se abriera
para darle paso gustosa, comenzamos a besarnos despacio, sin prisas al
principio hasta que llegó el momento de la calentura interna, sí ya sabes ese
momento en el que te sobra el mundo, las manos de mi Vikingo suben
peligrosamente por debajo del vestido hasta agarrarme el culo bien fuerte
con toda su mano.
—Lucía no quiero ser un pasatiempo en tu vida —murmura y vuelve a
besarme esta vez con una fiereza de la que no había hecho gala antes.
Yo no respondo, más que nada porque no sé que decirle, lo que sí sé es
que no quiero que media discoteca me vea aquí dándome el filete y
viéndome el higo, porque a este paso el vestido me va durar bien poco
puesto.
—Dustin, ¿quieres venir a casa esta noche? —pregunto con la mirada
de una gata en celo.
—Estoy deseándolo preciosa.
Nos despedimos de Carlos y Olav, los vikingo se alojan en el hotel
Vela. Mi amigo y su rollito pasarán la noche allí.
Dustin y yo íbamos besándonos en cada rincón hasta que llegamos a
micoche, conduje rápido hasta mi casa, aunque no sé como no nos dimos
una señora hostia en un cruce, a él no se le ocurrió otra cosa que hurgar
dentro de mí con sus dedos, produciéndome un orgasmo tan intenso que me
hizo cerrar los ojos.
Cuando salimos del ascensor mi vestido ya estaba en su hombro junto
a su camisa, dejaba al descubierto su torso llenito de puro musculo. Tiene
unos abdominales y unos oblicuos que quitan el sentido, menos mal que a
las cuatro de la mañana mi bloque está totalmente en silencio y todo el
mundo duerme, si alguien llega a salir me pilla con mi modelito de Oysho
súper fabuloso de florecillas a conjunto con el vestido. Abro deprisa y
pasamos directamente al dormitorio, nada más cruzar el umbral de la casa él
me levanta como si fuera una pluma, está fuerte el niño para que nos vamos
a engañar.
Llegamos al dormitorio y me tumba en la cama a cámara lenta, se baja
el pantalón dejándose solo la ropa interior, un boxer azul con unas rayas a
los lados verdes que le quedan uff. Bueno ya te haces una idea. Ademas
tiene el mástil en todo lo alto.
—Lucía me gustas mucho.
—Tú a mi tam… También, ohhhh —consigo decir cuando su lengua
pasea por mi humedad.
Es un autentico maestro del cunilingus, «quizá en su país sea una
asignatura, porque lo hace de diez». Pero vamos que Rafa no tiene nada que
envidiarle, «¿Qué… Joder Lucía no puedes permitirte el lujo de pensar
ahora en él»
—Ohh no pares, Dustin, no pares por favor, estoy a punto de correrme
Ohhhh Dios.
—Sí preciosa, recuerda quien te esta haciendo gozar, mírame Lucía, no
olvides mi boca pegada a tu coño. Porque así me quedaré toda la vida.
Uff esto no puede ser bueno tengo la cabeza súper liada, por qué me
estoy poniendo tan cachonda y a la vez me siento tan mal.
—Dustin quiero que me folles ya, necesito sentirme llena, necesito que
estes dentro de mí, hazme gozar, hazme olvidarme de todo, llévame al
cielo.
—Al mismo Valhala te voy a llevar, mi diosa Freya —me indica con
una voz super sexy llena de lujuria mi vikingo.
Dustín me levanta y me pone a cuatro, él se levanta para ponerse un
condón y en menos de un minuto me da una estocada tan profunda que de
mi boca sale un gemido ahogado, con cada embestida me muerdo el labio,
es un empotrador nato, noto como sus huevos me golpean el clítoris con
cada movimiento, lo que hace que otro orgasmo esté a punto de estallar
dentro de mi.
Dustin se mueve cada vez más y más rápido, para luego llevarme a una
tortura, haciéndolo más lento, una dulce tortura de la que no quiero
despertar, sé que en cuanto esto acabe me voy a sentir una mierda. ¿Por qué
soy tan gilipollas? Con el pedazo de hombre que tengo aquí empotrándome
y yo pensando en otro que ni se lo merece.
El sol entra por mi ventana ¿Qué hora es? Me giro para buscar a
Dustin pero no hay rastro de él, ¿Dónde se habrá metido? ¿Puede que este
en el baño, me levanto, me pongo una camiseta y unos shorts, abro la puerta
de la habitación para buscarlo y Terry viene a darme los buenos días, yo le
doy sus mimitos diarios y la sujeto en mis brazos, voy a la cocina a por una
de sus chuches para cuando se porta bastante bien y me encuentro con la
mesa del salón llena de comida y a Dustin esperándome en el sofá leyendo
el periódico.
—Hola —digo flipando.
—Hola mi diosa, ¿Cómo estas? No quería despertarte.
—Bien, muy bien gracias, ¿y esto? —digo completamente alucinada
señalando la mesa
—Quiero que comiences bien el día y lo primero que hay que hacer es
desayunar. —se levanta rodeando la mesa y llega hasta mí—. Sabes que me
encantaría hacer esto cada mañana contigo.
Sonrío le rodeo con mis brazos y le doy un tímido beso no se muy bien
como actuar despues de la noche toledana que hemos pasado, cuando me
separo de él, sus manos me atrapan me vuelve a besar.
—No vas a decir nada —me pregunta.
—Dustin no creas que no me gusta nada de lo que haces o dices. Pero
estoy abrumada la verdad.
—¿Eso es bueno o malo? —se aparta de mí y toma asiento para
empezar con el desayuno dándome un espacio.
—Supongo que bueno —«¿Es bueno, malo?» Ni puta idea, pero como
dice Carlos déjate llevar, déjate fluir.
Cuando estamos a punto de terminar el contundente desayuno, alguien
comienza aporrear la puerta de mi casa, ¿Quién será? Dustin me mira
extrañado y en alerta.
—¿Esperas a alguien? —me dice levantándose.
—No, bueno quizá sea Carlos y Olav ¿no?—hago el amago de
levantarme, pero con un gesto Dustin me pide que me quede desayunando
que ya abre él.
Desde mi posición veo perfectamente la puerta. Dustin abre y la cara
de él y quien está fuera de mi casa se quedará en el recuerdo por mucho
tiempo.
—Dustin, ¿Qué haces aquí? —pregunta Amber entrando por la puerta
seguida de Raúl, que me busca con la mirada.
—Hola chicos —responde Dustin con una sonrisa que no sé muy bien
como explicar.
—Amber, Raúl, no os esperaba hasta mañana —me levanto de la silla
y voy a recibirlos.
—Queríamos darte una sorpresa, pero vamos que nos la hemos llevado
nosotros —farfulla Raúl.
—Bueno contarme… —Cuchichea Amber —. ¿Qué hacéis los dos
juntos e imagino que revueltos?
—Nos encontramos ayer —le empieza a explicar Dustin—. Mi
hermano había quedado con Carlos y me invitó a venir con él, además no
podía resistirme al saber que Lucía vuelve a estar en el mercado.
—Ahh que Lucía vuelve a estar en el mercado, ¿Y eso quién cojones
te lo ha dicho? —brama Raúl.
—Su mejor amigo se lo dijo a mi hermano —Dustín se enfrenta a Raúl
—. ¿Algún problema?
—No, ninguno —añade Amber intentado relajar el ambiente y
poniendo una de sus manos en el hombro de Raúl para que pare con el tema
—. Bueno pues ya que nos hemos adelantado dime donde dejo las maletas y
vamonos a dar una vueltecita juntos ¿no?
Acompaño a Amber a la habitación donde se van a quedar un par días,
es la misma habitación en la que estuvo ella cuando volvimos de Londres.
—¿Tú estás segura que hacemos bien en dejar a esos dos mastodontes
solos en el salón?
—Sí, no te preocupes, Raúl tiene mucho temperamento, pero sabe
mantener el tipo.
—No sé, yo no estaría muy segura, parece que esta un poco cabreado
¿no?
—A ver niña, te queremos de cuñada y nos jode que no pase,
entiéndenos.
—Sabes de sobra porque no somos cuñadas, así que.
—Bueno en verdad siempre lo serás, así que me da igual te seguiré
llamando cuñi.
Las dos estallamos en una carcajada que llamó la atención de Raúl que
entró en la habitación gruñendo.
—Lucía esto me jode, no le das a mi hermano la oportunidad de que se
explique y ahora estas otra vez con el pavo este.
—Ehh, para el carro tío, te voy a recordar algo, tu hermanito fue el
primero que no me dió a mí la oportunidad de explicarme, así que no me
cargues a mí con el muerto.
—Raulito, tu hermano se comportó como un capullo con ella es
normal que este resentida.
—Qué sí, que entiendo que esté jodida y que él cabrón de mi hermano
merezca un escarmiento, pero joder…
—Raúl no hay nada que hacer con Rafa, no puedo seguir pensando en
él, quizá en algún momento vuelva a hablar con él y ya esta, pero nada más.
—Pues ese momento creo que va a llegar muy pronto —asegura Raúl.
—¿Así? Y como estas tan seguro… —pregunto sarcásticamente.
—Pues porque exactamente dentro de un mes vas a tener que verle sí o
sí —exclama Raúl, saliendo por la puerta de la habitación.
—Me vas a explicar que es lo que pasa dentro de un mes amiga —le
lanzo mi mirada de asesina a sueldo y ella se sienta en el borde de la cama y
me empieza a explicar.
—Pues veras cuñi, que dentro de un mes tienes que venirte a Londres.
—Ja, ni loca, ¿tú que te has fumado esta mañana? —le gruño.
—Raúl y yo nos casamos —Ohh Dos mío o lo que es lo mismo,
mátame camión.
—Enhorabuena —grito efusivamente, menuda sorpresa después de
todo lo que ha pasado—. Me alegro muchísimo por vosotros.
—Gracias, sabía que te alegrarías, pero ahí no acaba la cosa.
—¿No jodas que estas preñada? —le digo.
—Noooo, bueno todavía no —contesta tocándose la barriguita.
—¿Entonces? —Amber me mira con su cara más picarona y añade.
—Quiero que seas mi dama de honor.
—¡Pero Amber! —me lanzo a sus brazos llorando emocionada. Nunca
he sido dama de honor y me siento nerviosa y orgullosa, en poco tiempo
nos hemos hecho muy buenas amigas.— Me hace mucha ilusión, cómo has
podido callarte esto —le reclamo.
—Ay cuñi, después de todo lo que ha pasado estos meses, hemos
creído, bueno Raúl ha creído conveniente que nos casemos lo antes posible,
no quiere que su madre se entrometa en nuestra relación nuevamente,
después de como la arpía de Estefanía le comió la cabeza a Rafa.
—Bueno no empañemos este momento hablando de él —le suplico.
—Lucía, creo que es el momento que hables con él, esta muy jodido
hace unas semanas estuvo con nosotros…
—No, Amber —le corto la frase—. No sigas, ahora no es el momento
vale, te prometo que más tarde hablaremos, pero ahora esta aquí Dustin.
Amber asiente y salimos de la habitación,
En el salón Raúl juega con Terry mientras Dustin quita la mesa y
friega los platos. Cuando vio que llegábamos me miro sonriente.
—Preciosa voy a pedir un taxi, tengo que ir al hotel a ducharme y a
ponerme ropa nueva —me acerco a él bajo la mirada escrutadora de Raúl,
que me hace burla por detrás.
—¿Quedamos esta noche?, me lo pase muy bien ayer —le pregunto
insinuándome.
—Sí —Dustin agarra mi barbilla para levantarme la cara y me da un
beso—. Me encantaría, sí no estas muy ocupada claro —Raúl carraspea por
detras, Amber cuando se da cuenta le da un manotazo.
—Te llamo luego mi diosa —Dustin me estrecha nuevamente entre sus
brazos antes de irse.
—Te esperaré Dustin.
Cierro la puerta y vuelvo la cabeza mirando muy cabreada a Raúl.
—¿Qué cojones te pasa a ti, tío? —le señalo amenazándolo con el
dedo.
—Qué te come con los ojos Lucía —me grita fuera de si.
—A ver cariño, que le come con los ojos y sin los ojos, si no que te
crees que hacía aquí —responde Amber, anda que me va ayudar a apaciguar
las aguas.
—¿Te has acostado con él? —me exige saber Raúl—. ¡Lucía contesta!
—Mira tío, estas muy mal, Amber controla a tu machito que creo que
el viaje no le ha sentado muy bien, me voy a la ducha y más te vale que
cuando salga estes más calmadito —exclamo. Amber le tapa la boca a Raúl
con la mano y yo me me voy al baño.
Después de veinte minutos bajo el chorro del agua, me encuentro más
calmada, como se pueden complicar las cosas tanto en unos simple minutos.

∞∞∞
A Amber se le ha metido entre ceja y ceja que quiere ir a los karts, así
que para no seguir discutiendo con estos dos acepte. Nos montamos en mi
coche y pusimos rumbo al Indoor Karting Barcelona que está en Sant Feliu
de Llobregat.
Es un de los kartings mas chulos en los que he estado, mientras
conduzco me parece ver un coche detras de nosotros que me resulta
familiar, pero claro no solo él tiene un coche como ese y además que va a
hacer aquí él no se le ha perdido nada.
Ya sería la bomba mundial, pero nada, seguro que estoy alucinando.
El karting es enorme, está dentro de una nave es cerrado y tiene un
restaurante con una comida muy rica, así que aprovecharemos también para
comer aquí.
Ademas tiene unos túneles por donde pasas con el kart que son una
gozada. Después de la conveniente charla que es obligatoria para todos, nos
dan los cascos y vamos a la parrilla de salida.
En el pit lane ya hay más gente preparada, nosotros nos sentamos en los
últimos karts entre risa y cachondeo, nos hemos picado entre nosotros
incluso antes de montarnos en los coches, esperamos a que el semáforo se
ponga en verde para empezar a disfrutar.
Raúl parece el más tranquilo de todos, me pidió perdón nada más salir
de la ducha, le ha jodido encontrarse con Dustin en casa, pero como yo le
dije es mi vida, no tienes que meterte, yo no me meto para nada en si a su
hermano se le pone una tía a tiro y él se la lleva por delante.
Mi hermano no tiene ojos para nadie me contestó. Si esperaba que me
lo creyera lo llevaba claro.
—Recordar, no saquéis los brazos del vehículo, no vayáis por el trazado
que no os corresponde y no provoquéis accidentes, ¿Entendido? —nos
indica el jefe de pista.
Todos asentimos y levantamos el pulgar de la mano derecha.
—Esta bien, pues todos listos, tres, dos, uno, piiiiiiii
El semáforo se pone en verde y salimos todos como si fuéramos Miuras.
Capítulo 27
Me está tocando demasiado los cojones
Rafa

Sí mi hermano cree que me voy a quedar sin hacer nada va listo, cuando me
dijo que viajaba a Barcelona con Amber, sabía que iban a decirle a Lucía lo
de la boda, llevo un puto mes desesperado esperando que se digne a hablar
conmigo y nada, aquí sigo esperando. Le he dado tiempo y espació, pero
como se dice si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.
Y aquí me encuentro yo, metido en un kart, con el casco puesto y sin
perder de vista a mi peque. Sí mi peque, porque me niego rotundamente a
perderla.
Sí soy un gilipollas, lo sé, no hace falta que me lo digas, aunque sé
perfectamente que lo piensas, pero aquí estoy intentando redimirme
postrándome de rodillas antes la mujer de vida.
El semáforo se pone en verde y automáticamente aprieto el acelerador
del kart, mi corazón comienza a bombear cada vez más rápido, en la
primera curva freno de más para que ella me sobrepase, cuando eso sucede
me quedo tan embobado que el kart que venía por detrás me embiste
lanzándome contra la pared de ruedas que hay en el borde del circuito,
cuando me doy cuenta de quien ha sido me rio, no puede ser otro, mas que
el capullo de mi hermano.
Vuelvo a el circuito y sigo dándole caña, la veo disfrutar y sonreír y
eso me llena como lo que más, cuanto he echado de menos esta sonrisa que
antes tenía por mí y para mí.
No quiero de ninguna manera que pasen los quince minutos que
tenemos de tiempo, porque la volveré a perder aunque la siga de cerca. Sí
quizá pienses que parezco un puto perturbado siguiéndola, pero mi
desesperación es tan grande que lo que quiero es provocar un encontronazo
con ella para que no tenga más remedio que escucharme.
La bandera a cuadros comienza a ondear en el circuito indicando que
es la ultima vuelta, me pego todo lo posible a ella incluso la paso en un par
de curvas en la que nos picamos pasándonos mutuamente.
Mi casco es totalmente opaco no deja nada a la vista, pero el suyo es
totalmente transparente, cuando me pasa reconozco a mi peque tal y como
era cuando era acelera y me sacaba la lengua.
Cuando terminamos de dar la última vuelta nos metimos en el carril de
desaceleración para poder aparcar el kart, ellos se bajan y yo me quedo
rezagado para no poner en peligro mi misión. Pero algo se le ha debido de
olvidar a mi hermano que cuando yo me estoy quitando el casco aparece de
la nada para revisar algo, seguro que se había olvidado la cartera. Se queda
mirándome extrañado y empieza a hacerme gestos con las manos y los
hombros.
—¿Hermano? —Me acerco a el despacio y mirando a todos lados para
que no me vea nadie y poniéndome el dedo en la boca para que se calle y no
haga alboroto.
—Shhh, calla no des el cante tío.
—¿Qué no de el cante? ¿y tú? ¿Qué eres ahora un acosador o que? —
me interroga.
—¡Qué dices! Anda Raúl, solo quería verla, sabía que venías aquí a
hablar con ella y no me he podido reprimir quería volver a verla, sentirla
cerca aunque sea en la distancia —le confieso con pena—. Lo siento, pero
esto me esta matando, hace semanas que no duermo, que no vivo hermano,
necesito recuperarla.
—Pues la cosa esta complicada Rafa —se lamenta.
—¿Te ha dicho algo?
—Mira no puedo seguir aquí hablando contigo, porque van a
sospechar, luego te llamo y te cuento, pero ahora vete de aquí como ella te
vea se va a cabrear pero bien.
—Joder, Raúl.
—Que te vayas coño, soy tu hermano mayor hazme caso cojones —
comienza a gruñirme.
El se vuelve a ir por donde ha venido con la cartera olvidada, y yo me
asomo a la esquina para ver que no hay nadie allí, y salgo a toda prisa
esperando a tener noticias de mi hermano.
«Ahora que hago…» arranco el coche y me dirijo a las drassanes, al
museo portuario, sé que hay una exposición sobre el Titanic, porque me
hubiera gustado mucho llevar a Lucía, la peli de Di Caprio la vimos juntos
de pequeños en el cine y sé que le encanto, es una de sus favoritas, así que
no hay mejor manera que ir y torturarme un poco más, pensando en ella.
Sobre las ocho de la tarde me llegó un mensaje de mi hermano.
Pasan los minutos y no tengo contestación, me estaba mordiendo ya
las uñas, que me habrá querido decir con eso, Dios cómo lo detesto cuando
me hace esto.
Mi teléfono comienza a sonar y me lanzo como un loco hacía él, en la
pantalla el último nombre que ahora mismo quiero ver, mi madre.
Hace semanas que no hablo con ella y pienso seguir así, sé por mi padre
que mi madre está de los nervios ante la boda de mi hermano y que le ha
pillado totalmente por sorpresa, claro como a todos. Y ella insistía en que
yo fuera con Abby a la boda, mi hermano me ha pedido que sea el padrino y
se que Amber le va a pedir a Lucía que sea la madrina, creen que así quizá
se produzca la magia y se hiciera verdad eso de que de una boda sale otra
boda.
Termino de vestirme y salgo de la habitación del hotel, me he
hospedado en el hotel Vela, desde la suite puedo ver el mar y eso me relaja.
Nada más salir de la habitación veo a dos tíos altos y rubios como el
mismísimo Thor, «Venga hombre no me jodas» me digo nada más
reconocerlos. Bajo por las escaleras rápido mientras ellos bajan por el
ascensor, me escondo detras de unas columnas en el hall, desde allí puedo
ver como salen fuera y se montan en un taxi. Aprovecho para respirar y
pensar que es lo que voy a hacer.
Tengo dos opciones:
A: Ir a la cena y montarla
B: Aguantarme las ganas y esperar el momento justo para poder
ganármela.
Opto por la B, lo que menos quiero es que Lucía se distancie más de mi.
Y si entro en el restaurante y veo el más mínimo acercamiento entre ellos…
Uff, no sé bien que podría hacer.
Llego a la dirección que me ha dado mi hermano, paso por delante de la
puerta con el coche y los veo en el preciso instante en que el puto vikingo
está comiéndole los morros a mi chica, doy un golpe al volante que provoca
que suene el claxon y todos miren a mi dirección, pego un acelerón al coche
y salgo de allí a toda prisa, ¡me cago en mi puta estampa!, ¿pero estos desde
cuando están juntos?, ¿por qué mi hermano no me ha dicho nada?, puede
que no estuviera al tanto, pero joder Amber seguro que lo sabía ¿no?
Mi cabeza echa humo, conduzco sin rumbo por las calles de la ciudad,
todo está llenito de gente, no paro de pegar puñetazos y gritar como un
loco, no acepto que esté con él, ella es mía, tiene que volver a ser mía.
Miro nuevamente el reloj del coche y paro a echar gasolina, vuelvo a
conducir sin rumbo durante una media hora más y sin saber muy bien
como, he llegado al descampado del mirador en el que hace meses Lucía y
yo hicimos el amor en mi coche. Paro el motor y reclino el asiento, me
quedo mirando el horizonte, las luces, el humo de las fabricas, las estrellas
en el cielo despejado de esta noche de agosto.
Miro a mi derecha esperando, bueno mejor dicho, deseando verla ahí,
sentada a mi lado cogiéndome la mano mientras cambio de marchas o
acariciándome la nuca mientras conduzco como hace siempre.
A mi lado comienzan a llegar coches, sé a lo que vienen todos se lo van
a pasar en grande menos yo que por mi puta culpa estoy más solo que la
una, recordando y anhelando lo feliz que fui con ella.
Un coche con las largas me deslumbra, joder que gente más gilipollas
saben que todo el mundo esta aquí chingando y va el colega y pone las
largas, veo que aparca cerca de mi a un coche de distancia y me quedo de
puta piedra cuando la veo a ella.
Vamos no me jodas que trae aquí a todo el mundo. Fui uno más para
ella.
Pues estos dos no van a follar, vamos como que me llamo Rafael
Sanchez que este se va a ir al hotel con un dolor de huevos que no se lo va a
poder quitar ni haciéndose cinco pajas.
Bajo de mi coche por el asiento del copiloto, camino agachado
rodeando mi coche y voy recogiendo piedrecitas por el camino.
Observo desde fuera como el pavo reclina el asiento y ella se sube
encima de él, « Uff, control Rafa, control lo que quieres es recuperarla, no
cagarla más»
Empiezan a comerse la boca y el le saca la camiseta, dejando a mi
peque solo con el sujetador negro de encaje que yo le regale. A ver esto se
está pasando ya de castaño oscuro, mis nudillos están blancos de tanto
apretara mis manos, me muerdo la mejilla por no chillar e ir para allá
sacarlo del coche y darle de hostias hasta dejarlo seco.
Es hora de comenzar mi plan.
Me acerco sigilosamente escondiéndome detras de un coche donde dos
tíos están poniendo fina a una tía, puedo esconderme ahí tranquilamente
porque no van a estar por lo que está pasando fuera, al revés están los dos
muy concentrados en darle placer a la rubia.
Cojo las piedrecitas que he recogido por el camino y me vuelvo asomar,
ahora el puto vikingo de los cojones le esta comiendo las tetas, no sabes lo
que tengo que tirar de fuerza de voluntad para tragarme todo lo que le haría
ahora mismo. Lanzó una piedra contra el cristal del coche, pero ellos no se
paran, Lucía le desabrocha la camisa y el empieza a quitársela, lanzo otra
piedra y parece que Lucía ahora sí sé ha dado cuenta, está mirando para el
lado izquierdo y pidiéndole al pavo que se calle poniendo su dedo en la
boca de él, pero el cabrón en lugar de pararse y callar empieza a chuparle el
dedo, lo que hace que Lucía deje de observar a su alrededor y se concentre
otra vez en él.
Vuelvo a la carga, esta vez tiró dos piedrecitas juntas y capto la atención
de los dos, se reincorporan y se quedan atentos unos minutos callados, yo
observo a Lucía como se muerde el labio pensativa, es tan guapa, necesito
abrazarla, sentirla a mi lado, hundir mi cara en su cuello y besarla sin parar.
Después de cinco minutos el tiparraco vuelve a la carga, vale no quería
hacerlo pero correré el riesgo porque ya estoy viendo que va a rematar la
faena y antes que eso pase me la juego. Cojo del suelo un pedrolo enorme y
me digo a tomar por culo, lanzo la piedra contra la luna trasera rompiéndola
en añicos, salgo corriendo hacía mi coche introduciéndome en el interior
nuevamente. Lucía sale del coche mirando para los lados, camina alrededor
y se va hacía el coche donde estaban los del trio, cuando ve lo que está
pasando en el interior pega un brinco y se mete corriendo en su coche, yo
enciendo el motor del mío y doy por terminada la noche cuando veo que
ellos tambien arrancan y se largan.
Después de toda la noche sin dormir, tomándome casi medio mini bar y
dándole vueltas al coco, he tomado una decisión. Sí Lucía es feliz con el
puto vikingo, no voy a interferir en su vida, yo lo único que quiero es que
ella sea feliz, que ella sonría, disfrute y tenga a alguien que la quiera.
Aunque estoy totalmente convencido que no encontrará a nadie nunca que
la ame tanto como yo.

∞∞∞
Mañana es el gran día, ser el padrino en la boda de mi hermano me ha
hecho mantenerme ocupado y gracias a eso he mantenido la mente
totalmente fría. Días después del encuentro en Barcelona mi hermano y yo
nos hemos visto para los preparativos y allí me contó que ellos no sabían
nada de lo del vikingo y que cuando llegaron se encontraron con el percal.
Por lo visto el tío había pedido una excedencia en el trabajo de unos meses
para poder dar la vuelta al mundo y visitar varios lugares emblemáticos de
cada país. Y claro quería que una fotógrafa le hiciera las mejores fotos, no
sabes como me repateó cuando me enteré, pero ya está todo perdido, he
pasado otro mes sin saber de ella, otro jodido mes en los que no he hecho
otra cosa nada más que pensar en ella y ver nuestras fotos…
Toc, toc, toc, me levanto de la silla donde estoy terminando de colocar
unos papeles en mi archivador y voy a abrir la puerta de mi habitación.
—Hijo, acaban de llegar los padres de la chica esta que se casa con tu
hermano, venía a decírtelo por sí quieres honrarnos con tu presencia —me
indica mi madre como siempre tan rimbombante.
—Ya te he dicho que no quiero ni hablar una sola palabra contigo. Y
además sabes que no quiero ver a nadie por el momento, estoy muy
ocupado. Ahora largo de aquí —contesto muy cortante.
—Espera hijo —responde ella cogiendo mis manos—. Cuanto tiempo
más me vas a negar el saludo, tu presencia, ¿Qué he hecho tan grave?
—¿¡Qué qué has hecho!? Madre no me hagas reír —respondo
sarcásticamente—. cómo tienes las santas narices de preguntarme eso, sabes
lo que has hecho joderme la vida, bueno es que tú siempre me has jodido la
vida, de pequeño, de adolescente y ahora de adulto, te crees que soy una
marioneta a la que puedes manejar a tu antojo y te has equivocado conmigo.
—Veo que estás demasiado exaltado, ya hablaremos —suelta mi madre
y se marcha por donde ha venido.
Cierro la puerta y me tumbo en la cama. Reconozco que estoy más
nervioso de lo normal, Lucía llegará en pocas horas, obviamente no se
alojará en esta casa por orden explicita de mi santa madre. Léase
sarcásticamente.
En fin, que el agobio y la ansiedad está pudiendo conmigo pese a que
lucho y lucho no consigo sacarla de mi cabeza.
Toc, toc, toc, joder otra vez, me vuelvo a levantar y cuando voy a
decirle cuatro cosas de nuevo a mi madre, al abrir la puerta me encuentro
con la imagen de Amber.
—Hola cuñado, ¿puedo pasar? —me pide desde la puerta.
—Claro, pasa
—Tengo algo que decirte, Rafa y sé que no te va a gustar.
—¿Hay algo que no te gusta de los preparativos? Porque sí es así…
—No, no, todo lo de la boda esta perfecto, te agradezco muchísimo todo
lo que estás haciendo por nosotros, pero es algo relacionado con mi dama
de honor —de inmediato la imagen de Lucía se proyecta en mi mente.
—Dime lo que tengas que decir, pero si vienes a advertirme de que no la
acose, no te preocupes que me mantendré al margen.
—Rafa, siempre tienes la mala costumbre de ir por libre y no pedir
ayuda a nadie, sabes que puedes confiar en mí para todo y sobre cualquier
cosa, puedes contar conmigo incluso a espaldas de tu hermano.
—Lo sé de sobra Amber.
—Vale, pues Lucía no viene sola a la boda.
—Ya Imagino que habéis invitado a Carlos también —respondo
restándole importancia.
—No, Carlos no viene —aclara mi cuñada.
—¿Entonces? —observo como su mirada baja hasta el suelo para luego
volver a subir hasta cruzarse con los mis ojos—. El vikingo ¿verdad? —ella
asiente y el mundo se me cae encima.
Me desplomo en la cama nuevamente y sin poder evitarlo me echo a
llorar como un niño, Amber me intenta consolar y aunque en ese momento
no paro de repetirle que quiero estar solo, la muy cabezota no se marchaba
de aquí.
—Rafa, ella todavía te quiere, todavía hay una oportunidad, sí estás
dispuesto a darlo todo.
Todo me da vueltas, no creo en las palabras que me dice Amber, seguro
que es solo para que pare de llorar, pero es como si hubieran abierto el grifo
no puedo. Amber no habla más, después de media hora estoy empezando a
controlar mis nervios, mis sentimientos y toda esta puta locura, me
incorporo y abrazo a mi cuñada.
—Gracias por estar aquí.
—Rafa, lo voy a estar siempre que me necesites, pero tienes que
escucharme. Yo puedo ayudarte.
—Sí, ya sé que puedes ayudarme, incluso me estoy planteando ir a un
psicólogo.
—Qué psicólogo ni que mierdas, a ver que me escuches —miro a mi
cuñada confundido, ¿Qué bicho le ha picado a esta? —. Mírame a los ojos
Rafa —hago lo que me pide y sigue diciéndome mientras me coge de las
manos, en momento confidencia total—. Rafa sí tú luchas por ella yo lucho
contigo como tú escudero, ¿entiendes lo que te digo?
—No, Amber, sabes que a veces hablas en incógnito —ambos nos
reímos.
—A ver, aquí entre nosotros, a mi Dustin no me hace ni puñetera gracia,
sí el tío esta buenísimo y uff tiene un no sé que, que te deja tonta, pero ya
esta.
—Amber, creo que eso no me ayuda —le recrimino
—Ay chico, quítate el orgullo, está bueno es la verdad, pero oye que tú
no tienes nada que envidiarle y si no mírate en el espejo chiquillo —dice
con un divertido acento malagueño —. Sé que Lucía sigue pensando en ti,
lleva demasiado tiempo enamorada del capullo de mi cuñado. ¿Sabes quién
te digo no? Un gilipollas que la cagó como nunca.
—Amber en serio, que esto no me ayuda —le vuelvo a decir dejándome
caer de nuevo en la cama y suspirando.
—Vale voy a ser clara, en estos últimos días he hablado demasiado con
ella y me ha dicho que está como un flan por volver a verte, que siente
todavía mucho por ti y que quizá sea el momento para que tengáis esa
conversación pendiente. Así que quiero que esta noche y mañana seas el
puto caballero romántico y empotrador que necesita mi amiga, ¿Capicci?
—Sí, sí —logré decir, cuando Amber se pone en plan el padrino
acojona.
—Pues eso esta noche voy a intentar quitarte de en medio a Dustin, ya
veré como me las ingenio voy a allanarte el terreno, pero por favor no la
cagues esta vez.
—Te juro Amber, que sí la vuelvo a recuperar, me caso con ella.
—¿What? —grita dando un salto y mirándome con los ojillos de un
cervatillo al que le deslumbra unos faros en la carretera.
—Lo que te he dicho Amber, no me hagas repetirlo que da mala suerte.
—Pues comenzamos con el plan “Recuperar a la cuñi” —las
ocurrencias de Amber siempre me sacan una sonrisa e incluso esta vez
parece que la llamita de la ilusión se ha vuelto a iluminar.
A las ocho tenemos la recepción en un hotel cercano que es donde se
hospedan la mayoría de los invitados, entre ellos mi peque, sí mi peque,
porque ella es mía y solo mía. Y se lo voy a demostrar de una vez tanto al
vikingo como a ella.
Para la ocasión me enfundo un traje de Armani azul oscuro de estilo fit,
con una camisa azul clarita. Estoy deseando verla y al menos darle dos
besos, Amber entra corriendo sorprendiéndome.
—¿Qué pasa? —le pregunto.
—Toma —dice tendiéndome un ramo de rosas de distintos colores.
—¿Y esto?
—Tu ya sabes porque es —responde guiñándome el ojo y chasqueando
la lengua para volver a irse corriendo recogiéndose el vestido con las manos
para no caerse, no sí es que la tía es una fenómeno. Hizo bien mi hermano
en no dejarla escapar.
Tomo aire y me doy ánimos para entrar en el salón principal. Abro la
puerta y escondo el ramo detras de mí.
Lucía está ya dentro y totalmente radiante, preciosa, con un vestido
negro de tirantes hasta el suelo con unas pequeñas lentejuelas doradas, lleva
unos taconazos rojos de infarto y el bolsito que yo le regalé la última vez
que estuvimos aquí, el tal Dustin la rodea con sus brazos y ella sonríe a todo
el que se le acerca.
Un camarero se les acerca llevando una bandeja con copas de cava que
hace que Lucía cambie de dirección su vista y se centre en mirar justo en la
dirección donde estoy yo.
Ella se sonroja sabiéndose observada, enseguida desvía la mirada hacia
otro punto, pero rápido vuelve a mirarme y le da un trago bien largo a la
copa de cava. «Venga Rafa con dos cojones» me digo.
—Buenas noches —le digo acercándome a ella y pasando del pavo que
está a su lado.
—Buenas noches —responden los dos al unisono, el vikingo agarra más
fuerte a Lucía lo que le hace dar un pequeño paso para pegarse más a él, eso
me cabrea, pero tengo que mantener la calma, todavía queda mucha noche y
es la noche especial de mi hermano y de Amber.
—Estas deslumbrante, Lucía —le digo mordiéndome el labio sin poder
evitarlo.
—Gracias Rafa, tú también estás muy guapo, bueno siempre lo estas, ya
lo sabes —su compañero carraspea, ha debido joderle que ella se dirija a mi
en esos términos.
—Lucía, tengo algo para ti —le digo y una sonrisa fugaz ilumina su
cara.
—¿Para mí? —pregunta inquieta.
—Sí —le muestro el ramo de rosas que llevo escondido y ella se
sorprende de sobremanera. Me mira y me abraza en un ataque no sé si de
nervios, alegría o … No sé, pero ya hemos dadi un pequeño paso para
acercarnos—. Cuando puedas me gustaría tener una conversación contigo.
Aunque sea solo unos minutos.
—No sé si vamos a tener tiempo para que ella hable contigo —objeta el
vikingo.
—Bueno eso tendrá que decidirlo ella, que es una mujer independiente
y libre —le indico mientras miro a Lucía que mira a su vez al vikingo con
las cejas fruncidas. La acaba de joder bien jodida, lo que no
soporta ella desde pequeñita es que decidan por ella.
—A ver, Dustin, lo primero es que yo sé decidir solita por mí misma. Y
sé lo que me apetece en cada momento y justo en este momento lo que me
apetece es ir a hablar con Rafa.
Os podéis imaginar la cara de felicidad que tengo con Lucía cogida a mi
brazo y saliendo del salón, hemos dejado boquiabierto al vikingo y todo
esto bajo la mirada aprobatoria de Amber que da saltos de alegría junto a mi
hermano.
Todo va según nuestros planes, ya me he quietado de en medio al
vikingo ahora es mi turno.
Capítulo 28
Esto de hacerme la dura no va conmigo
Lucía

No me imaginaba que la noche fuera a comenzar así, saliendo de un salón


lleno de gente con un precioso ramo de rosas y del brazo del chico de mi
sueños.
Pero si ha empezado así no quiero imaginar como va a terminar. Por
qué será, que cuando quiere es tan tierno y adorable. No me esperaba este
regalo, siempre tan detallista y además tan guapísimo, con ese pelazo, esos
labios tan carnositos que estoy loca por volver a saborear, «Lucía para que
al final se te mojan las bragas solo de pensar en eso» me regaño.
Sé que tengo que hacerme la dura por todo lo que me ha hecho. Sí, ha
sido un gran cabronazo conmigo, por eso mismo quiero escuchar los
motivos que provocaron que él me tratara así.
Nos sentamos en un banco de hierro fundido que hay justo al lado de
una de las fuentes más bonitas que he visto nunca, Rafa como todo un
caballero se quita la americana para ponérmela por encima y cubrir mis
hombros desnudos y eso me recuerda a como me cuidaba cuando estábamos
en el colegio y sin querer una lagrima escapa de mis ojos.
Él se da cuenta y me abraza.
Sentirlo de nuevo pegado a mi cuerpo con su perfume embriagador y su
calor, me hace añorarlo demasiado y pensar que he vuelto a perder un
tiempo precioso por no haber querido escucharlo antes.
—Lucía, no llores por favor y mucho menos sí es por mi. Yo no lo
merezco —mi corazón se detiene ante esta confesión
—He llorado ríos por ti, Rafa y aún así todavía me quedan lagrimas, te
llevo clavado muy dentro de mi —le digo derrumbandome.
—Lucía, déjame explicarme por favor, déjame contarte que paso, por
qué me comporte así —me suplica con una rodilla clavada en el suelo.
—Esta bien —respondo nerviosa—. Pero levántate y siéntate a mi lado,
aquí muy cerca —Rafa hace lo que le he pedido y sujeta mis manos,
suavemente acaricia el interior de mis muñecas con sus pulgares.
—Lucía, nunca te he contado esto, pero necesito hacerlo para que
entiendas todo y más que nada porque es algo muy importante para mi y
que hace poco que me he enterado. Cuando yo era pequeño mi madre,
Estefanía, no me trataba igual que a mi hermano, yo no entendí nunca el por
qué, nunca pasaba tiempo conmigo, nunca me llevaba al colegió, nunca me
leía por las noches un libro o venía arroparme antes de dormir. Yo sabía que
con mi hermano sí lo hacía y yo me autoinculpaba pensando que había
hecho algo mal y mi madre estaba enfadada conmigo. Pero después cuando
me metieron en el internado en ningún momento en los tres años que estuve
allí se digno a venir a verme y por supuesto tan poco recibí una sola
llamada de ella. Me ignoraba por completo, me miraba con rabia con ira,
me sentía desolado, como una mierda, Nunca entendí el motivo por mucho
que yo le exigiera que no me daba cariño, siempre me decía, Rafael (porque
nunca me decía hijo, siempre me llamaba por mi nombre) es para que seas
un hombre curtido el día de mañana y no un blandito. Después cuando me
convertí en el hombre de negocios y empecé a ganar dinero, ella comenzó a
cambiar, no te creas que fue mucho, pero paso a llamarme hijo y a llamarme
una vez al mes por teléfono incluso me invitaba a ir las fiestas a Londres
con ella y mi padre. Cuándo hace unos meses paso lo de la caída en las
escaleras, vi a mi madre por primera vez cariñosa conmigo, darme un beso
que no me lo daba desde la comunión, llorar en mis brazos y pedirme que
no la dejara sola. Mi inconsciencia me jugo una mala pasada, dejándote de
lado para refugiarme en una puta y maldita ilusión que esperaba desde que
tenía cuatro años, que mi madre se convirtiera por fin en mi madre —
llegado este punto, Rafa se pone a llorar, está temblando y yo no aguanto
verlo así, ahora estoy comprendiendo todo, porque decidió creer a su madre
por mucho que en su interior sabía que estaba equivocado o por mucho que
me quisiera. El amor entre unos padres y tu pareja es muy diferente, pero
infinito en ambos casos—. Cuando te pedí que te marcharas de casa, mi
hermano se cabreó conmigo y dejó de hablarme, bueno eso ya lo sabes, mi
padre también se mosqueó muchísimo conmigo porque por mucho que
hablase conmigo yo no terminaba de entrar en razón, hasta que volví a ver
que mi madre, se empezaba a comportar de nuevo distante conmigo. Ahí
fue cuando me volví a derrumbar, cuando escuche a mi padre y a otra
persona que a partir de ahora cobra mucho, mucho sentido en mi vida como
lo que es, mi verdadera madre, Amelia.
—Espera… ¿Amelia es tú madre? —exclame alucinada cortando su
dialogo.
—Sí, peque, Amelia es mi madre y Guillermo es mi padre, ellos
siempre han estado enamorados en secreto, Amelia se quedó embarazada y
mi padre por nada del mundo quería perderla a ella o a mi. Cuando yo nací
él me reconoció y eso cabreó mucho a Estefanía. Claro que sí quería
permanecer al lado de mi padre por su poder y su posición tenía que tragar
con todo eso, pero a mí ni una pizca de cariño por su parte y por supuesto
Amelia no podía acercarse a mí para algo que no fuera su deber del servicio
de la casa.
—Pero… ¿Sí tu padre estaba enamorado de Amelia, por qué no dejo a
Estefanía? —pregunto ignorante de mí.
—Porque le hizo la promesa a su suegro de que no la dejaría nunca
sola, ni desamparada. Por lo visto, cuando mi padre se enamoró de ella era
una chica muy, muy humilde, de una muy baja condición social y con una
paupérrima economía, pero con los años y el dinero Estefanía cambió
convirtiéndose en lo que es hoy en día. Por eso mismo no quiere que nadie
de una baja escala social diferente a la suya se acerque a nosotros.
—Pero es que eso es de ser hipócrita, Rafa —grito cabreada—. Cómo
se puede tener la cara tan dura y ser tan indigna y tan, tan, ughhh.
—Lo sé, en cuanto me enteré de todo fui a buscarte, quería explicarte
todo, pero tú necesitabas tiempo, espació… —no dejo que hable más y me
lanzo a su boca como si fuese el agua que necesito para vivir, sus palabras
terminan en mis labios, mi lengua busca la suya queriendo emprender un
viaje a la felicidad y al no mirar atrás—. Te quiero, Lucía, te amo tanto,
perdóname por favor, perdóname por lo que más quieras, no me castigues
más con tu indiferencia, déjame subsanar todo el daño que te he hecho en
todos este tiempo.
Tengo los pelos como escarpias, mi columna vertebral parece que este
recibiendo corrientes eléctricas, tengo su sabor en mis labios, mis manos
abrazadas por las suyas y los ojos inundados de lagrimas.
—Rafa, nunca he dejado de amarte ni en la distancia, aunque nos han
separado kilómetros siempre te he tenido en mi mente. Te perdono, todos
nos merecemos otra oportunidad siempre, mientras tengamos la voluntad de
enmendar nuestros errores y subsanar todo el daño hecho.
—Lucía estas aquí —Proclama Dustin que ha llegado hasta nosotros
sin darnos cuenta—. ¿Por que lloras, te ha vuelto a hacer daño este tío? —
Dustín levanta el puño para darle un puñetazo a Rafa.
—Noooooo —grito mientras Rafa esquiva el puñetazo.
—¿A ti que cojones te pasa vikingo de mierda? —le gruñe Rafa.
—¡Qué me has llamado cabrón! —farfulla Dustin.
—Por favor —les pido interponiendome entre los dos—. Somos
adultos y la violencia no es la solución. Rafa, necesito hablar con Dustin —
le suplico—. Puedes dejarnos unos minutos, luego te busco, te lo prometo.
—Como quieras, peque —afirma y se marcha por el jardín no sin antes
chocarse de hombros con Dustin, «hombres».
—Dustin, no estoy llorando porque Rafa me haya hecho daño, estoy
llorando porque me ha pedido disculpas y las he aceptado —le confieso con
tristeza, yo no he jugado con él y no qiero que se lo tome así, tengo que
explicarle todo con mucho tacto—. Dustin he intentado ser feliz contigo y
aunque nos entendemos muy bien en todos los sentidos, no siento ese
feeling que siento con él, no siento esa complicidad, no siento ese algo
especial que hace que dos personas quieran estar por siempre unidas. Nunca
he querido hacerte daño y mucho menos jugar contigo.
—Eso lo sé Lucía, sé que no he sido un entretenimiento para ti, por eso
no te preocupes, yo por más que he intentado hacerte feliz, había momentos
en los que la tristeza se reflejaba en tus ojos, y eso es algo que no sé si
hubiera llegado a superar en nuestra relación —admiro la capacidad de
entendimiento de este hombre—. Lucía yo quiero que seas feliz, pero te
digo una cosa siempre seré tú amigo, nunca voy a perder eso, ni voy a dejar
que nadie interfiera en nuestra amistad. Y te aviso algo, sí Rafa te vuelve
hacer una milésima del daño que te ha hecho hasta ahora le parto las piernas
—sonrío y me pongo de puntillas para darle un beso en la mejilla.
Dustin y yo nos abrazamos y nos miramos sonriendo. Entro en el salón
sujeta a su brazo, él se retira a la habitación me ha dicho que no pinta aquí
nada y que se marcha. Nada más entrar en el salón busco a Rafa con la
mirada, lo encuentro en una esquina apoyado tomando una copa de vino
blanco que la alza a modo de saludo e invitación.
Me dirijo hasta donde está cuando una loca Amber sonriente y
contenta me abraza gritando.
—Cuñi, cuñi, otra vez puedo llamarte así siendo verdad verdadera —
me río por sus ocurrencias.
—Veo que ya te han llegado las buenas noticias —cuchicheo
apuntando con mi barbilla hacía Rafa.
—Sí, sí, sí, uff es el mejor regalo que podéis darnos a Raúl y a mí el
día antes de nuestra boda.
—Amber, tengo que darte las gracias por todo lo que me has ayudado
en estos meses de sufrimiento, sé que he sido una compañía atroz.
—Anda mujer, para nada, tú eres un solete y ya has encontrado a la
luna y ahora estoy segura que vais a hacer un eclipse estupendo —nos
miramos en silencio unos segundos hasta que las dos rompimos a reír.
La velada ha sido tan bonita y especial, Estefanía no ha dejado de
mirarnos a Rafa y a mí acompañada claro de su perrita faldera Abby. No se
ha dirigido a mi, ni la una ni la otra, pero yo estoy tan inmensamente
relajada entre los brazos de Rafa que me da igual todo.
—Peque, ¿te apetece que esta noche la pasemos juntos?, no lo tomes a
mal, pero no quiero separarme de ti y te he echado tanto de menos. No
sabes cuanto te he necesitado.
—Claro que vamos a pasar la noche juntos Rafa, la duda ofende por
favor, pero no solo esta noche, esta y el resto de las noches de nuestra vida.
Nos disculpamos con el futuro matrimonio y subimos a la habitación
que tengo yo en el hotel, Dustin ya se ha ido así que estamos totalmente
solos. Nada más entrar, Rafa me coge en volandas y me apoya contra la
pared devorando mi boca haciéndome gemir de placer, sus manos se
deslizan por mis muslos hasta subirme el vestido a la cintura, aparta mi
tanga a un lado y me penetra con urgencia, delicado pero certero, sus
embestidas no me dan tregua, hundo mi boca en su cuello aspirando su
aroma, los movimientos comienzan a ser mas violentos, lo necesito, su boca
succiona mis pezones, lamiéndolos, mordiéndolos, adorándolos.
Siento la convulsión dentro de mí estoy llegando al clímax y el
también. Nuestra respiración cada vez es más entrecortada, nos falta el aire
y nos sobraba el mundo.
—Eso es mi peque, déjate llevar córrete conmigo ahora amor.
Los dos nos dejamos llevar gruñendo y gimiendo una corriente recorre
mi columna y su mirada ahora más oscura que de costumbre se clava en mí
como nunca.
—No te muevas cariño, quiero recordarte así siempre —me pide lleno
de gozo.
—Rafa no hace falta que me recuerdes, porque no me voy a ir a ningún
lado sin ti.

∞∞∞
—Lucía despierta, tenemos que prepararnos, queda una hora para la
ceremonia —escucho su voz y me parece imposible, me remuevo en la
cama bajo sus brazos, pero es real, es él.
—Buenos días amor, venga sí vamos a levantarnos ya, pero solo tú
tienes la culpa de que vaya a ir con unas ojeras hasta el suelo por no
dejarme casi dormir —cuando me froto los ojos con los manos, noto algo
en uno de mis dedos—. ¿Esto qué es? —comento admirando el anillo que
llevo en mi mano derecha, es una alianza de oro blanco finita con un
brillante en medio precioso. Miro a Rafa con la boca abierta y sin poder
creer lo que creo que supone esto—. Rafa…
—Lucía, eso es exactamente lo que crees —se levanta de la cama
desnudo, uff como está por Dios y por el santísimo pecado, llega al otro
lado de la cama y se arrodilla—. Peque, quiere hacerme el hombre más feliz
del mundo y no separarte jamás de mi lado.
—¡¡¡Sí!!! Sí y mil veces sí, Rafa.
Cuando acaba la ceremonia no paro de llorar, me alegro tanto por
Amber y Raúl, y a la vez tengo tantos sentimientos encontrados por mi
compromiso sorpresa con Rafa, que parece que estoy pisando nubes.
Ya en la comida Rafa me presenta a parte de la familia que no conozco
y a varios amigos suyos, Abby al enterarse de que Rafa me ha pedido
matrimonio no puede reprimir su odio y se marcha, aunque Estefanía le
pide que aguante como una mujer y no me de el privilegio de verla mal. Yo
flipo de verdad, pero bueno el momento de felicidad no me lo quita nadie.
—Lucía —me dice Guillermo entre abrazos me da un beso en la mano
y sigue hablándome—. Bienvenida a la familia de nuevo, esta vez no voy a
dejar que mi hijo te vuelva a tratar como lo hizo tienes mi palabra, pero era
esencial que él se diera cuenta del error que había cometido dejándote
escapar.
—Gracias, Guillermo, te estoy muy agradecida, siempre has sido muy
agradable conmigo.
—Ahora una cosa sí que te digo, esto hay que hacerlo de manera
oficial, así que a partir de mañana prepararemos una fiesta de pedida para
que todo el mundo te conozca.
—Ay Guillermo, yo soy muy vergonzosa, no hace falta de verdad.
—No no, me niego, tú te mereces un monumento por haber aguantado
todo el bochorno que mi mujer te hizo pasar. Y no Lucía, no acepto un no
por respuesta.
La madre de Rafa por otro lado pone el grito en el cielo cuando se
entera de todo, pero Guillermo la hace callar. Amber y Raúl se alegraron lo
que no está escrito, creo que Amber y yo no paramos de llorar en toda la
noche y el mejor momento llegó cuando ella tiró el ramo de flores y yo lo
recogí.
Ahora entiendo el dicho que de una boda siempre sale otra boda.

∞∞∞
Me despierto de la siesta que Amber me ha obligado a echar,
cualquiera le dice que no en su estado, sí Amber y Raúl esperan un hijo o
hija, se enteraron solo hace una semana y están exultantes con la noticia
como todos, en unas horas será totalmente oficial mi compromiso con Rafa
y estoy atacaita. Para la pedida han venido mis padres, Lola con su marido
y el pequeño Alex, Carlos con Olav, que al final su relación ha pasado de
ser algo esporádico a algo con más peso, y nuestro adorado Luis.
Amber que había hecho muy buenas migas con mi madre cuando
estuvo en Barcelona le había dicho que no me molestaran porque es un
momento que yo tenía que disfrutar asolas, así que me dejaron totalmente
sola y tranquilita para darme un baño con sales de violeta y después me
vistiera con el vestido que había elegido Estefanía para mí. Un vestido
totalmente horroroso pero que tenía que ponerme para que todo fuera por
un camino en el que la cordialidad fuera nuestro referente. Después
de mi baño, salgo y comienzo con el ritual, me peino, me maquillo y me
pongo el mega vestido. Llegó la hora salgo de la habitación, todos deben
estar ya en el salón esperándome y Rafa debe estar en la puerta muerto de
los nervios, este ultimo mes ha sido maravilloso a su lado es un hombre de
los pies a la cabeza, cada día estoy más y más enamorada de él y se que no
me equivoque en perdonarlo.
Me meto en el ascensor y aprieto el botón, el ascensor comienza a
descender, pero de repente se escucha un ruido extraño y comienza a
frenarse.
Uff… Madre mía y ahora qué hago yo aquí, estoy a un solo paso de lo
que tanto he luchado y por lo que siempre he soñado.
Creo que me esta dando un ataque de ansiedad, sigo tocando la
campanita del ascensor y el gerente del hotel ni me escucha, me muevo por
el pequeño lugar, pero claro, solo puedo dar dos pasitos para delante y dos
pasitos para atrás, otros dos a la derecha y otros dos a la izquierda, joder
cualquiera que me vea pensará que estoy volada de la cabeza, «hostia es
verdad estos ascensores seguro que tienen cámara de seguridad ¿no?»
Empiezo a hacer señales a la cámara, pero aquí nadie responde.
Todo esto debe ser obra de esa malvada mujer que me odia tanto,
siempre tan repipi, tan elegante y tan estirada que parece que tiene un palo
metido por el culo. No puedo evitar reírme con esa escena en mi cabeza
imaginándome a Vlad Tepes empalándola y dejándola ahí colgada en mitad
del campo. « Vale Lucía Stop», pienso, ya me está saliendo la vena asesina,
joder si es que yo soy un amor.
Estoy de los nervios y sudando con este megavestido que arrastro y
que no me gusta nada, siempre me pasa lo mismo por ceder, por complacer
a los demás, pero juro que como salga de aquí sana y salva, ¡esto se acaba
ya!
No aguanto ni un solo día más tantas pruebas y tantas trabas, y sí es
necesario recojo mi petate y a tomar por...
—¿Señorita, está usted bien? —Escucho una voz masculina y con un
marcado acento ingles por el interfono del ascensor.
—¿¡Qué si estoy bien!? —intento respirar y relajarme antes de seguir
hablando—. Sí señor, estoy magníficamente aquí encerrada desde hace
media hora sin que nadie me ayude.
—En cinco minutos estaremos ahí y saldrá señorita —«Más te vale»,
pienso en voz alta.
Respiro hondo una y otra vez, respiraciones profundas y exhalaciones
largas, como si estuviera meditando. Para no perder más todavía el control,
solo espero que me saquen ya de aquí.
Capítulo 29
La decisión esta ya tomada.
Rafa

Estoy impaciente, doy vueltas por el Hall del hotel, Lucía ya debería estar
aquí, no se habrá rajado, no se habrá ido. «No, imposible, ahora estamos
mejor que nunca».
Observo a Estefanía hablando con un botones cerca de los ascensores,
no sé que estará haciendo, ella no suele relacionarse con gente por debajo
de su clase social, pobre chaval seguro que le está cantando las cuarenta por
algo. Sé que esta muy muy cabreada, por la boda y porque Amelia es la
invitada de honor en esta fiesta. Pero ella es la única que nunca me ha
fallado y que siempre me ha tratado como una madre y yo siempre sentía
eso en mi interior, aunque no lo sabía.
—Rafa, tranquilo —me vuelve a decir mi hermano—. Las mujeres
siempre nos hacen esperar.
—Eso es cuñado, sabes que a las mujeres nos gusta hacer nuestra
entrada triunfal —explica Amber—. Pero sí te vas a quedar más tranquilo
voy yo a ver si necesita algo.
—Me harías un favor inmenso cuñi —le contesto con una gran sonrisa.
—No, Amber, quédate aquí, no quiero que te pase nada, ya voy yo a
buscarla.
Desde que mi hermano sabe que va a ser padre, se ha convertido en un
responsable padre de familia, quien le ha visto y quien le ve.
Amber y yo nos quedamos en el Hall, mirando hacía los ascensores
esperando la entrada de mi pequeña.
—Tú no crees que se haya arrepentido ¿no, Amber? —pregunto
mordiéndome las uñas.
—¡Qué dices tonto!, para nada lo único que le pasa ahora mismo es que
está un poco disgustada por el fastidiosos vestido que tiene que ponerse por
orden de Estefanía.
Observo a mi hermano que viene hacía nosotros nervioso. Me temo lo
peor.
—Raúl, ¿Qué pasa? ¿Se ha ido? —le pregunto pasándome la mano por
la cabeza.
—No, no tranquilo, esta atrapada —responde.
—¿Qué? ¿Dónde esta? Dímelo —le grito alterado.
—Rafa, relaja por favor, esta encerrada en el ascensor desde hace un
rato, están buscando la llave para sacarla y no la encuentran, han llamado al
servicio de ascensores y están apunto de llegar —me explica creyendo así
que me voy a tranquilizar.
Ahora entiendo que hacía Estefanía hablando con el botones hace unos
minutos. Me acerco hasta el ascensor y le pido a Amber que explique
lo que está pasando en el salón para que se tranquilicen todos y por
supuesto que controle a Estefanía porque hablaré con ella más tarde.
—Pequé —empiezo a gritar a través de la puerta del ascensor.
—Rafa —grita ella.
—Tranquila mi vida, enseguida estarás fuera, yo me encargo.
—Gracias cariño, sabes que estoy…
—Asustada, lo sé, sé que te aterran los ascensores, pero escúchame
peque, estoy aquí a tu lado vale, respira hondo y enseguida te estaré
abrazando. Hoy es un gran día recuerdas.
—Lucía —grito Lola detrás de mi.
—Chochi, pero que ha pasado —grita todavía más alto Carlos,
poniéndose delante de mí.
—Tranquilos chicos, estoy bien, ahora que os escucho a todos estoy
mejor.
Dos minutos más tarde llegan los del servicio de emergencia de los
ascensores, cogen la llave y abren la puerta en cero coma.
Lucía se lanza a mis brazos, por fin pude suspirar tranquilo.
—Venga chicos, ya luego os hacéis los arrumacos que queráis ahora es
el momento de la entrada triunfal, vamos —indica Lola.
Nuestros amigos se adelantan con los móviles preparados para gravar
nuestra imagen entrando en el gran salón, el orgullo que siento con Lucía
del brazo es máximo, soy un hombre nuevo desde que estoy con ella, soy
feliz porque ella saca todo lo bueno de mí y deja apagado todo lo malo.
Después de brindar con todos y que mi padre junto al padre de Lucía
anuncien oficialmente el compromiso y la posterior boda para el día de San
Valentín del próximo año. Amelia, mi madre se acerca a nosotros llorando
pero con una sonrisa enorme, Amelia tiene un corazón que no le cabe en el
pecho es tan buena persona, que me alegra tanto que sea mi madre de
verdad.
—Hijos, os deseo todo lo mejor, el amor es lo que mueve el mundo
que no se os olvide, yo por desgracia no puedo disfrutar de todo lo bueno de
ese sentimiento, prometerme que lo haréis por mí —mi padre se entristece
al escuchar las palabras de Amelia, sé que sigue loco por ella y que la ama
en silencio.
—Gracias, Amelia —responde mi futura mujer—. Es un honor tenerte
como suegra, te lo aseguro.
—El honor es mío cielo, mi hijo no ha podido caer en mejores manos,
no sabes como me alegro de que haya dado con una chica tan buena como
tú, siempre que venías a casa de pequeña para hacer trabajos con él, os veía
la carita de enamorados que teníais y con toda la vida que os quedaba por
vivir —Amelia y Lucía se emocionan y se abrazan, las palabras de mi
madre son oro puro.
—A ver, servientucha —brama Estefanía a mi madre —Quieres
quitarte de aquí para que pueda felicitar a Rafael y a esta.
—Mira Estefanía, te lo voy a decir una sola vez, no te vuelvas a dirigir
así a mi madre ella es mucho más mujer de lo que podrás ser tú en mil
vidas, ¿te enteras? Y eso de referirte como “a esta” hablando de mi futura
esposa no te lo voy a permitir más. Además estoy totalmente seguro que el
incidente del ascensor ha sido todo culpa tuya, ¿Verdad?
—Ay, hijo, cómo te atreves a pensar que yo…
—Dime que no has tenido nada que ver, venga atrevete —le aliento.
—Pues… Pues —veo como duda—. Pues sí tienes razón, pero es que
no te estás dando cuenta que estás echando a perder tu vida con esta
tiparraca que es una trepa que solo quiere tu dinero.
—Eso es lo que te paso a ti con mi padre, ¿no? Tú nunca le has
querido, le utilizaste para estar hoy donde estas.
—Rafael, hijo que pasa —inquiere mi padre.
—El bastardo de tu hijo, que me se está refiriendo a mí en unos
términos que no son los adecuados —exclama Estefanía.
—Estefanía, no te consiento que digas que mi hijo es un bastardo,
porque Rafael es el símbolo del amor más puro que he sentido en mi vida.
—Estefanía lo mira desafiante mientras mi verdadera madre se abraza a
Lucía.
—Ahora lo que me faltaba Guillermo, que te pusieras digno.
—Sí y más digno que me voy a poner, quiero el divorció Estefanía, se
acabó aquí y ahora, recogerás tus cosas en esta semana y te marcharas de mi
vida, de nuestras vidas.

∞∞∞
—Mi vida —le digo a Lucía que se remueve a mi lado en la cama—.
¿Estás bien cariño?
—Sí, solo me encuentro un poco indispuesta, nada más —responde—.
Por qué no vas bajando tú y preparando las cosas para montar el árbol y
enseguida bajo.
—Esta bien amor, te quiero princesa.
—Y yo a ti.
Me pongo algo decente para bajar al salón, un pantalón de algodón
blanco y una camiseta gris, hoy es el día de montar el árbol en casa. Estas
Navidades van a ser realmente bonitas y especiales, Lucía y yo llevamos
casi un mes comprometidos oficialmente y ha sido una verdadera gozada,
sobre todo por las noches, el ambiente en casa se respira diferente, nos
hemos asentado aquí en la casa de campo de mis padres hasta la boda que la
celebraremos en los jardines, así supervisamos mejor los preparativos,
luego ya decidiremos que hacer, si vivir en Madrid o en Barcelona.
Desde el día que Estefanía se marchó de aquí, Mi padre comenzó una
relación oficial con Amelia y yo no podía estar más feliz, mi hermano
tambien se alegró mucho por ellos, nunca habíamos visto a mi padre tan
contento, le había cambiado el aspecto por completo.
—Buenos días hijo —Exclama mi madre abrazándome con una sonrisa
de oreja a oreja—. Te he preparado chocolate y churros como a ti te gustan,
¿Y Lucía, remolonea todavía en la cama?
—Sí, ahora baja, no ha pasado muy buena noche.
—Pues voy a prepararle una manzanilla ahora mismo.
—Mamá, no hace falta —le digo.
—No, no de eso nada para mi niña que ahora también es mi hija,
quiero lo mejor y tiene que estar bien para estos días tan navideños.
Después del copioso desayuno que todos los de la casa nos metimos
para el cuerpo, incluida Amber que ahora no comía si no que devoraba, nos
pusimos a montar el árbol.
El abeto es natural y enorme, es la primera vez que la familia al
completo lo montamos.
Todos nos volvemos locos con las bolitas de colores, mi padre coloco
las de cristal de Murano de mis bisabuelos que las tenemos guardadas como
oro en paño, yo y Raúl colocamos los soldaditos de plomo y un tren que da
vueltas alrededor del tronco, Amber y Lucía desenrollan las luces para dejar
un pedazo de árbol de revista.
Lucía lleva unos días raras, distante, cada vez que le pregunto que le
pasa ella esquivaba el tema, imagino que está nerviosa con tanto
preparativo para la boda que es solo en dos meses. Últimamente está todo el
tiempo de un lado a otro con mi madre o colgada al teléfono hablando con
Lola o Carlos del vestido que es top secret, de las flores, de la banda de
música…
Aunque a veces ignorante de mi, pienso que quizá esto la está
sobrepasando, puede que se haya dejado llevar y ahora no quiera casarse.
—Rafa, tienes un momento.
—Claro mi amor, para ti siempre tengo un momento.
Lucía tiene la cara desencajada, y me acojono.
—Rafa, tengo algo muy importante que decirte y esto puede suponer
un cambio muy importante tanto para ti como para mí…
—¿Qué pasa peque?
—Rafa yo… Nosotros…
Epílogo
Lucía

—Ay Chochi, estas guapísima —me asegura Carlos por tercera vez.
Desde que sé que estoy embarazada, mis inseguridades han ido en
aumento, al pobre Rafa lo tengo loco. Miro mil veces que las mesas del
banquete estén perfectas, que la flores sean las correctas, que la comida sea
toda ecológica, sí lo sé manías de embarazada. Qué se le va hacer. Estoy de
tres meses, Cuando se lo dije a Rafa estaba muerta de miedo, no sabía si
estábamos en ese punto aún.
Sí, nos íbamos a casar, pero un hijo son palabras mayores. Pero él
reacciono de la mejor manera posible, besándome la tripa y llevándome
todo el día entre algodones, Amber que ya está de cinco meses se puso loca
de contenta, íbamos a compartir algo tan bonito como la maternidad y los
primos van a crecer muy juntos, ella espera un niño, ya tienen decidido
hasta el nombre, Charles, como su difunto padre.
—Ay Carlos, no sé, no crees que me marca un poco la tripa —
murmuro insegura.
—Estas loca amiga —responde Lola—. No te das cuenta que estás
embarazada, que quieres que se te vea.
—Joder Lola ya lo sé, pero…
—Chochi que estás estupenda, ya esta bien venga siéntate que te hago
el recogido.
Me siento dejando escapar un soplido de resignación, está de un
mandón este hombre.
Toc, Toc, Toc, alguien llama a la puerta, Lola se apresura a abrir la
puerta y mi madre junto con Amber pasan emocionadas.
—Ay hija estas tan guapa —exclama mi madre secándose las lagrimas
con un pañuelo.
—Ay amiga por favor, como puedes estar tan bonita.
—Anda ya que exageradas sois —les respondo sin creerlas.
Me miro en el espejo mientras Carlos, recoge un mechón de pelo por
un lado, y pone una horquilla por el otro, laca por aquí, laca por allá, y listo,
un recogido que ni Llongueras.
—Vale, llegó mi momento —dice Lola—. Ahora tenéis que salir todos
y esperar ya abajo. Tenéis que tranquilizar a Rafa que debe estar muy
nervioso. No quiero que Lucía vaya a llorar y estropeé mi obra de arte.
Todos le hicieron caso, me dieron un beso cada uno y unas palabra de
aliento, se marcharon diciéndome adiós con las manitas, más monos todos.
—Ay amiga te imaginas que cuando teníamos dieciséis años alguien nos
hubiera dicho que años después estaríamos en esta situación —comenta mi
amiga.
—Me hubiera reído en su cara, no te voy a mentir Lola.
—Lo sé —dice entre risas—. La vida a veces nos lleva por unos
caminos difíciles pero que al final siempre desembocan en nuestro destino y
tú destino estaba escrito y era él.
Las palabras de mi amiga me emocionan y rompemos a llorar, me llevo
la mano hacía mi barrriguita queriendo sentir al pequeñajo que llevo dentro.
—Venga serenémonos que te voy a dejar más guapa de lo que eres
amiga.
Lola utiliza mil y un potingues en mi cara, que si un primer matizante
para los brillos, que si otro primer para fijar las sombras de los ojos, claro
está también un eye liner waterproff y la mascara de pestañas igual. Al final
cuando Lola ya está totalmente satisfecha con el trabajo me lanza una
bruma para fijar todo el maquillaje que ha usado.
Me miro en el espejo con luces a los lados que Rafa ha comprado en las
últimas semanas para la ocasión, la verdad es que no para de darme
caprichos, que oye yo no se los pido, pero estoy encantada con tanto mimo
y cariño.
—Ya es la hora amiga, ¿Estas lista? —me pregunta Lola que no para de
dar vueltas muy inquieta.
—Estoy lista —le aseguro.
Salimos de la habitación y nos dirigimos cogidas de la mano a las
escaleras, bajo despacio escalón a escalón, mi amiga se adelanta para
dejarme bajar sola.
Cuando doblo la esquina que hace un poquito de curva puedo ver a
Rafa.
Él me está esperando al final de la escalera con su chaqué negro, una
camisa blanca y un chaleco plateado, el pelo peinado como siempre medio
alborotado y esa mirada azul cielo tan impresionante.
—Uff estas increíble peque —me dice—. Eres un sueño hecho realidad
¿lo sabes?
—Tú, sí que eres mi sueño hecho realidad, amor.
—Hemos perdido mucho tiempo en estos años peque, pero no cambiaría
ningún paso de mi vida, porque eso me ha hecho estar ahora mismo donde
estoy.
Los dos caminamos juntos hasta el jardín donde todos nos esperan junto
al reverendo Stevenson.
Un pasillo de pétalos de rosas rojas tiñen el suelo hasta el improvisado
altar que Guillermo ha mandado construir para la ocasión.
En el lado derecho están sentados todos mis familiares y amigos y en el
lado izquierdo toda la familia de Rafa y sus amigos, es una boda intima no
hemos querido hacer tampoco algo rimbombante, aunque costó mucho
hacérselo entender a Guillermo. Así que al final cedió con solo ochenta
invitados que para mí pesar ya eran muchos.
El reverendo manda a sentarse a todos y comienza la ceremonia, todos
lloran, miro a mi madre de reojo que sostiene a la pequeña Terry en brazos
con un pequeño velo a modo de novia en su pequeña cabezita. Amelia la
madre de Rafa está igual, llorando y llorando y para que os voy a contar mis
tres locos amigos, Amber, Lola y Carlos, llorando a moco tendido en el
hombro de Olav.
Llega el momento de los votos y yo comienzo a recitar los míos
primero.

RAFA:

En mi vida siempre habrá una antes y un después de ti, desde que


llegaste aquel día con tu carita inocente a clase, con tu mirada traviesa
y tus ojos azul como el mismísimo cielo.
Eres uno de los mejores hombres que me he cruzado en mi vida y
doy gracias cada día por que nos reuniéramos en aquella cena.
Han sido muchos años separados, pero ninguno de ellos
consiguieron borrarte de mi memoria.
Estoy más que segura que he tomado la mejor decisión de mi vida
al elegirte como compañero de vida y padre de este pequeño que
dentro de poco llegará para poner nuestra vida patas arriba.
Te amo.

Mi futuro marido contiene las lagrimas como puede haciéndose el fuerte


para comenzar él a recitar sus votos.

LUCÍA:

Que decirte que ha día de hoy tú ya no sepas, eres el motor de mi


día a día para seguir luchando, mi fuerza para levantarme cada mañana
y mi energía para llenar de amor mi alma.
Soy una persona totalmente nueva desde que volviste a entrar en
mi vida, aunque déjame decirte peque, que mi vida ya la tenías entre
tus manos desde aquel día cuando entré a clase y te vi con tus dos
coletas dándome aquel caramelo de naranja.
Ni en esta vida, ni en cien mil vidas más, podría darte las gracias
por tanto, por estar a mi lado, por abrirme los ojos, por perdonarme
una y mil veces, eres la mujer que todo hombre sueña tener a su lado.
Y más como madre para sus hijos.
Te lo dije en una ocasión pero hoy más que nunca te lo repito.
Fuiste, eres y siempre serás tú.
Te amo.

Te puedes imaginar como estoy después de escuchar estos preciosos


votos, sí es que es un amor de hombre ¿verdad? ¿Cómo no voy a estar
perdidamente enamorada de un hombre así?
Intercambiamos las alianzas y el reverendo por fin concluyó la
ceremonia.
Rafa y yo sellamos nuestro enlace con el beso más casto y puro que
jamas nos hemos dado.

∞∞∞
—Peque, ¿Te encuentras bien? ¿Estás cansada? —me pregunta mi
marido en un susurro al oído.
—No amor tranquilo, estoy feliz inmensamente feliz, ahora mismo
siento que tengo el mundo en mis manos, tengo al mejor marido del planeta
y dentro de mí estoy llevando la muestra de nuestro amor.
—Siempre, vas a estar así te lo juro peque —Rafa me vuelve a estrechar
entre sus brazos pegándome todo lo posible a él, mientras bailamos el Vals.
La cena termina y todos esperan el ansiado momento.
—Vamos todos los solteros que se pongan detrás de mi, que lanzo el
ramo.
Todos los solteros se arremolinan detras de mí, Carlos mi amigo en
primera fila, va a luchar como un guerrero para hacerse con el ramo, aunque
varias primas de Rafa y Raúl no se van a quedar atrás.
—Preparados —digo —uno, dos y tre.
Lanzo el ramo y Carlos pega un salto que ni un jugador de baloncesto,
coge el ramo de rosas de un salto y cae rodando por el suelo como un
militar.
—Pero chico —exclamo mientras todos se parten de risa con sus gestos
al levantarse.
—Ay Chochi, este ramo me va a traer mucha suerte, estoy seguro,
después de todo lo que tú has pasado y ahora estas aquí tan feliz, esto tiene
que ser un amuleto para mí.
Rafa y yo nos despedimos de todos a la mañana siguiente cogíamos el
avión para irnos a Nueva York, comienza nuestra luna de miel, Rafa quiere
llevarme a ver el musical de Los Miserables, que sabe que me encanta.
Llegamos a la habitación y él cierra el pestillo del cuarto para que
nadie nos moleste en toda la noche. Comienza a andar hacía mi como un
lobo hacía su presa.
—Um, esposo me das miedo —le digo con un tono muy sensual.
—Esposa te voy a meter de todo menos miedo —responde tomando mi
cara con sus manos y comiéndome la boca como nunca. Por fin somos
marido y mujer. Unidos para siempre.
Postdata
Un año después…
Rafa

No pensarás que te iba a dejar sin saber como nos fue después de la boda
¿verdad?
Lucía comenzó a contar nuestra historia, pero yo la voy a terminar y
tengo que contarte algo todavía.
La luna de miel fue espectacular, el musical de los miserables fue
acojonante, incluso pudimos conocer a algunos de los actores que
interpretaban la obra, también estuvimos en Orlando visitando Disney
World, donde disfrutamos como niños. Quitando algunas nauseas que Lucía
pasó por el embarazó.
Ah Claro, que no lo sabes… Hace seis meses una pequeña mujer llegó
para volver a enamorarme y dejarme todavía más loco, se me cae la baba
nada más verla y es que nuestra pequeña Diana nos ha hecho los padres más
felices del mundo.
Y los abuelos no sabéis como están, la colman de atenciones y
caprichos y eso que todavía no sabe hablar, cuando comience a pedir miedo
me da.
Mi hermano, Amber y el pequeño Charles siempre que pueden están
rondando por casa. Al final nos hemos afincado en la casa de campo de mis
padres, yo manejo desde aquí mis negocios y cuando tengo que viajar a
Madrid o Toronto lo hago en plan viaje express porque no puedo dejar solas
a mis chicas mucho tiempo.
Ahora más que nunca puedo decir que tengo la familia que siempre he
deseado tener y que somos los más felices del mundo.
Gracias por quedarte a conocer nuestra historia.
Fin.
Música

Para mí la música es muy importante, está presente en casi todos los


aspectos de mi vida. Por eso es parte principal de mis historias, si quereis
conocer más a fondo todas las canciones que inundan esta historia, os
recomiendo que paseis por spotify y busqueis la playlist de Fuiste, eres y
siempre serás tú.
De las que están presentes entre estas páginas os dejo un pequeño
comentario.

1. Canción: Tengo.
Autor: Andrea Montano/ Dianne de Leon.
Voz: Manuel Ruiz Queco.
Album: Tengo.
Año: 2003.

2. Canción: Solo en tu boca.


Autor: Antonio Jose/ Andrés Torres.
Voz: Antonio Jose.
Album: A un milimetro de ti.
Año: 2017.

3. Autor: Aitana / Andy clay/ Maye Osorio/ Luis Alfredo Salazar.


Voz: Aitana.
Album: Spoiler.
Año: 2019.
Agradecimientos

Llego el momento más importante, que es el de agradecer a todas las


personitas importantes su apoyo y ayuda para que esta gran historia salga
adelante.

Lo primero es dar las gracias a mis lectoras cero, que se han convertido en
grandes amigas, os quiero mogollón chicas:
Dorcas Montañes, Yolanda Rodriguez, Yaisa Jimenez, Ainhoa Manzanares,
Marisol (mi chica del otro lado del charco) y a mi madre Juli.

En segundo lugar, a mis otras Sweeties que han confiado en mí desde el


minuto uno, millones de gracias.
Asunción Torronteras, Laura corral , Cristina Diez, Cynthia Cerveaux,
Paqui de la fuente, Dolors Busquets, Genesis Machado, Mª Jose Ortiz,
Elena Llor, Mar Jimenez, Mª Isabel González, Mercedes Barrante.

Gracias también a Fátima de (los libros de inés shop , instagram) por hacer
los marcapaginas exclusivos captando perfectamente lo que quería que mis
chicos fueran los protagonistas.
Pero sobre todo, gracias a ti, que has llegado hasta la última línea de este
libro. Espero que hayas disfrutado esta historia tanto como yo al escribirla.
Millones de gracias infinitas.
Acerca del autor
Lynn Sweet (Laura Gijón Lara)
Nací en Puertollano C. Real hace ya casi treinta y siete años.
Siempre he sido una soñadora a la que le encantaba recrear historias
inventando mundos, personajes, etc...
Además soy una devoradora de libros de todos los géneros pero sobre todo
románticos. Así que era cuestión de tiempo que comenzara a escribir
novelas románticas.
Actualmente vivo en un rinconcito de Málaga donde paso mis días en
compañia de mis mascotas, mi marido y mis padres.
Las musas me visitan diariamente para susurrarme historias que
proximamente iré creando.
Libros de este autor
¿Mi plan perfecto?, tú.
Sinopsis

Lara es una chica sencilla e inocente a la que le han roto el corazón mil
veces, por eso decide cambiar de aires, mudarse de ciudad y empezar a
trabajar en una multinacional. Sobra decir que nuestra protagonista es una
romántica empedernida y que entrega su corazón al primer hombre que le
demuestra un poco de amor, aunque eso conlleve sufrir sin remedio.

Su nuevo jefe, Javier es un hombre sumamente atractivo que se ve atraído


por ella, su inocencia y frescura le hechizan.

Como todos sabemos una cosa lleva a la otra y zas, lío que te pillo, pero no
todo queda ahí, todos sabemos que las casualidades existen... Un día, en un
autobús un despiste pone su mundo patas arriba. O tal vez lo que ocurre es
sencillamente un pecado terrenal que trastoca todos los planes de Lara.

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