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CONTEXTO SOCIOCULTURAL DEL SIGLO XIX Y EL XX

A grandes rasgos, podemos dividir el siglo XIX en dos mitades: en la primera se


producen las revoluciones liberales, es decir, el ascenso al poder político de la
burguesía; en la segunda, la mayoría de las revoluciones liberales han concluido
victoriosamente. Este conflicto político-social se refleja en la literatura. En el siglo XIX
podemos distinguir dos grandes períodos literarios: el Romanticismo (1ª mitad) y el
Realismo (2ª mitad). El Romanticismo, con su mentalidad exaltada, idealista,
corresponde al período en que la sociedad europea está inmersa en el proceso
revolucionario. El Realismo, de espíritu más sosegado y pragmático, corresponde al
período en que las revoluciones liberales ya han triunfado.

La vieja sociedad estamental deja paso a una sociedad de clases. La


burguesía sustituye a la nobleza en el poder: el dinero tiene más importancia que la
sangre. En esta época comienza el desarrollo de la industria, lo que originará el
nacimiento de una nueva clase social: el proletariado (trabajadores de las fábricas). Las
malas condiciones de vida y de trabajo del proletariado traerán como consecuencia
graves convulsiones sociales (enfrentamiento de los obreros con la burguesía), que
desembocarán en el nacimiento de movimientos como el socialismo o el anarquismo.

En el terreno de las ideas, se produce una crisis del racionalismo y surgen


nuevas corrientes de pensamiento. En la primera mitad del siglo, la Filosofía se orienta
hacia el idealismo, se valoran sobre todo las fuerzas del espíritu y hay una gran
preocupación por la Historia (es la época de los nacionalismos). En la segunda mitad, se
impondrá el positivismo, corriente filosófica que parte de los hechos observables. La
experiencia será el nuevo punto de partida del saber.

En este siglo se producen grandes avances en el terreno de la ciencia; entre


ellos, cabe destacar la teoría evolucionista de Darwin sobre el origen de los seres vivos
y los descubrimientos de Mendel sobre la herencia genética. En la segunda mitad del
siglo crece el interés por las llamadas ciencias sociales, como la Psicología o la
Sociología, que tendrán grandes repercusiones en la literatura.

En el campo de las ideas políticas surgen grandes pensadores como Marx y


Engels, autores del Manifiesto Comunista, defensores de una sociedad justa e
igualitaria. Estas ideas serán llevadas a la práctica a principios del siglo XX (revolución
rusa, 1917).El final del siglo XIX y el comienzo del siglo XX es una época de
industrialización, avances tecnológicos y mejoras en las comunicaciones, lo cual supone
un gran desarrollo para la sociedad. Pero también, por otra parte, se produce en España
un momento de inflexión que llevará a la pérdida de las colonias y, a nivel internacional,
una incipiente Primera Guerra Mundial que estallará en 1914.
Entre el final del siglo XIX y el comienzo del siglo XX se suceden una serie de
acontecimientos de gran relevancia: los conflictos geopolíticos de frontera, la expansión
imperialista y el auge de los nacionalismos, que desembocarán en la Primera Guerra
Mundial en 1914.

Pero, sin duda, lo más significativo es el conocido como “el desastre del 98”,
acontecimiento que viene causado por la pérdida de las colonias españolas de ultramar,
Cuba, Filipinas y Puerto Rico, las últimas que quedaban de esa España en la que “no se
ponía el sol”, en una disputa contra los EE.UU., que ya empezaba a emerger como una
potencia mundial. Este desastre sumerge a España en un periodo de crisis, pesimismo y
decadencia que se reflejará en las obras literarias.

Hasta 1898, España controlaba tres colonias de gran valor: Cuba, Filipinas y
Puerto Rico. Mantener ese control era algo complicado ya que casi todos sus recursos
estaban destinados a combatir con los piratas que ejercían su poder en las aguas
internacionales. Además, en España había una difícil situación política ante el fin del
reinado de la reina Isabel II y la posterior regencia de María Cristina, viuda del rey
Alfonso XII, junto con el que era presidente del gobierno, Mateo Sagasta, ya que el
heredero al trono, Alonso XIII, era aún un niño.

En esta situación se encuentra España cuando tiene que abordar un problema de


gran calado: EE.UU, que deseaba anexionar a Cuba por su valor económico y
emplazamiento geográfico estratégico, vio el momento idóneo para lanzar una ofensiva;
así, con la excusa de proteger a sus compatriotas afincados en la isla, mandó al puerto
de La Habana el acorazado Maine, rompiendo acuerdos diplomáticos con España.
Posteriormente el acorazado explotó, y los americanos culparon a los españoles, aunque
no pudo demostrarse nunca tal hecho. Este fue el detonante para que comenzara una
guerra desigual debido a la diferencia en cuanto al potencial naval de ambas naciones,
de tal modo que España pidió negociar la paz.

Así, en el Tratado de París en 1898, España concede la independencia a Cuba y


entrega Puerto Rico y Filipinas a los Estados Unidos.

AVANCES TECNOLÓGICOS POR LA ESCUELA DE CHICAGO EN 1890


Y EN 1916
La Escuela de Chicago es una de las primeras manifestaciones de modernidad:
Programa nuevo, postura nueva, ruptura con la historia, adoptando los adelantos
técnicos (climatización y ascensores), la construcción de rascacielos, entendido como un
elemento constitutivo del paisaje urbano que representa un nuevo tipo de volumen
interior continuo y una especie de punto de referencia espacial. Su situación geográfica,
la infraestructura, el desarrollo y concentración industrial llevan a Chicago a adoptar un
papel alternativo respecto de las grandes concentraciones urbanas y empresariales del
Este.

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