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Liz Ireland - Una Chica Salvaje
Liz Ireland - Una Chica Salvaje
Argumento:
La chica mas salvaje de Heartbreak Ridge estaba a punto de hacer que Cody
Tucker perdiera su placa, Ruby estaba harta de vivir en el pueblo y de aguantar a
sus protectores hermanos así que había decidido que el tímido y sexy ayudante del
sheriff la ayudara a salir de allí. Cody estaba encantado de ayudarla a marchar,
así no caería presa de sus encantos… aunque quizás la única manera de sacarla de
allí fuera yéndose con ella de luna de miel.
Capítulo 1
ESA chica me va a destrozar el local! -gritaba Cap Murphy, el propietario del bar
Chugalug, con los ojos fuera de las órbitas-. ¡Cody, te juro que si no la sacas de aquí
ahora mismo, la estrangulo!
El alguacil Cody Tucker se echó hacia atrás el sombrero para observar la caótica escena
del Chugalug.
Nunca había presenciado tal escándalo. La voz de Bruce Springsteen sonaba a todo
volumen en la máquina de discos y los gritos y palmadas de los parroquianos, borrachos
en su mayoría, hacían retumbar el edificio. Hombres de pelo en pecho, que
normalmente sólo gritaban mientras conducían ganado, levantaban los brazos chillando
como histéricos fans en un concierto. Y el problema no era sólo el ruido; los cacahuetes
volaban por el bar, acompañados de silbidos y estruendosas carcajadas.
«Debería hacerme ganadero», pensó Cody. Un ganadero sólo tiene que lidiar con
animales. A los animales se los puede controlar, a la gente no.
Y la causa de tal conmoción, Ruby Treadwell, estaba sobre la mesa de billar haciendo
una especie de bailecito; sus movimientos eran una mezcla de lujuria y exuberancia
juvenil, pero debía admitir que era asombroso. Sobre todo porque Ruby Treadwell tenía
un cuerpazo. Compacto, sí, pero con curvas en los sitios adecuados. Llevaba el pelo
corto, como un chico, pero con un par de rizos pegados a las mejillas, como las
vampiresas de los años 20 de las que tanto hablaba su abuelo.
-¡A esa chica hay que encerrarla! -gritó Cap, intentando hacerse oír por encima de la
cacofonía de gritos.
Cody estaba de acuerdo. Pero, en su opinión, lo que Ruby necesitaba era una celda
acolchada.
Por un momento, los ojos oscuros de la chica se clavaron en él y el guiño que le dedicó
despertó un coro de gritos entusiasmados.
El apartó la mirada. Lo único que quería era marcharse de allí y no le hacía ninguna
gracia tener que llevarse a Ruby Treadwell.
-Tampoco es para tanto, Cap -gritó Cody.
En ese momento un cacahuete le dio en la cara.
-¿Que no es para tanto? -exclamó Cap-. ¡Mira lo que le está haciendo a mi local!
Cody asintió. En el suelo había suficientes cacahuetes como para alimentar a todos los
monos de África.
-Pero ella no está tirando cacahuetes.
Capítulo 2
CODY supuso que estaba bromeando. Desgraciadamente, el viernes descubrió que no
era así.
-¡Tienes que sacarla de aquí! -gritaba Hank Tyler, intentando hacerse oír por encima de
la música.
La voz de Alanis Morrissette sonaba a todo volumen al lado del estanque. Cody miró
hacia el agua, donde Ruby estaba nadando de espaldas. Desnuda.
Que Dios lo ayudase. Iba a tener que pedir los viernes libres.
Pero no entendía por qué Hank estaba montando aquel número. Sólo era una mujer
desnuda en su estanque... había cosas peores. Si hubiera una mujer desnuda en su
propiedad, seguramente echaría un vistazo y seguiría con sus cosas.
Por eso no estaba hecho para defender la ley, pensó. No le gustaba meter a la gente en la
cárcel. Desgraciadamente, los pacifistas no pueden ser buenos policías.
Suspirando, Cody apagó la radio.
- ¡Oye, tú! -gritó Ruby-. ¿Qué haces?
Cody se volvió hacia Hank, dispuesto a suplicarle que no lo obligase a detenerla.
-Mira, no ha hecho nada malo... Hank hizo un gesto con la mano. Era un hombre tan
delgado que parecía hecho de palillos de dientes. Y con el bigote y el sombrero Stetson
parecía un buscador de oro del viejo Oeste.
-¿Que no ha hecho nada malo? ¿Que no ha hecho nada malo? -repitió, colorado como
un tomate-. ¡Esa chica está molestando a mis truchas!
Las truchas no eran las únicas que estaban «molestas». Cuando se volvió, Cody se
encontró a sí mismo mirando los pechos desnudos de Ruby...
-Mira, Hank, todos los chicos se bañan desnudos en verano...
- ¡Pero está en mi propiedad! Eso va contra la ley, ¿no?
-Técnicamente sí, pero...
- ¡Pues técnicamente voy a denunciarla! Cody dejó escapar un suspiro.
-Muy bien, Hank -murmuró, volviéndose, pero mirando un árbol para no mirar a Ruby-.
Voy a tener que llevarte a la comisaría.
-¡Ya era hora! -gritó ella-. ¿De qué estabais hablando, del tiempo? ¿Qué es eso de
ponerse a charlar en lugar de detener a una delincuente?
-Eso es lo que yo le estaba diciendo -gritó Hank.
Cody suspiró de nuevo.
-Ruby, ¿quieres salir del agua y ponerte algo de ropa?
- ¡Ya voy, ya voy!
Se volvió al ver que iba a salir del agua, pero no pudo evitar imaginarla desnuda. ¿Qué
tenía Ruby Treadwell que lo alteraba tanto?
Durante toda la semana había pensado en el sujetador rojo... y también en su necesidad
de buscar novia. Rápido. Antes de que hiciera una locura, como por ejemplo salir con
Ruby Treadwell.
De modo que había pensado en Leila Birch, una chica guapa y modesta. La última vez
que fue a la tienda, ella le sonrió. Aunque resultaba difícil saber si ésa era una
indicación de que quería salir con él.
Por supuesto, si le pedía que saliera con él y Leila decía que no lo sabría todo el mundo
en Heartbreak Ridge. La gente le tomaría el pelo y no podría siquiera ir a comer al
restaurante. Y entonces tendría que comer sándwiches, se quedaría tan delgado como
Hank y ninguna mujer querría salir con él.
Y entonces tendría que salir con Ruby.
De modo que no tenía valor para pedirle a Leila que saliera con él.
Después de tres copas de vino, Ruby se sentía en las nubes. Nunca había pensado que la
vida pudiera ser tan maravillosa.
-¿Sabes cómo me siento, Cody?
-¿Cómo?
-¡Radiante! -exclamó ella. Inmediatamente después le dio un ataque de hipo.
Cody soltó una carcajada.
-Parece que el vino está haciendo efecto.
-¿Por qué no bebes un poco?
-Uno de lo dos tiene que permanecer sobrio.
-¿Por qué? No tenemos que conducir, podemos pillar una borrachera.
Le encantaría ver a Cody tan feliz como lo estaba ella. Incluso más feliz. Sin Cody
nunca habría podido salir de Heartbreak Ridge. Tendría que seguir soportando la cadena
perpetua con sus hermanos.
Sin embargo, desde que llegaron a México, él estaba muy callado. Y lo peor, la miraba
de una forma... que la hacía sentir incómoda. Cada vez que lo miraba se ponía nerviosa,
sobre todo al pensar en la cama del hotel.
Pero a lo mejor era el vino, se dijo. Cody había sido un caballero desde el principio y no
creía que fuera a convertirse en un lobo... aunque secretamente lo desease.
Ése era el problema. Por eso su cuerpo parecía cargado de electricidad. Era un
fenómeno que nunca antes había experimentado: frustración sexual.
-Bueno, si no quieres beber, ¿por qué no bailamos un poco?
Una orquesta de salsa tocaba frente a la pista de baile, que estaba llena de gente.
Cualquier cosa sería mejor que estar mirando aquellos ojos azules, se dijo. Quizá si se
movía un poco podría soltar la energía que le sobraba.
Cody negó con la cabeza.
-No me parece buena idea.
-Venga, maridito. Vamos a pasarlo bien.
-¿No quieres postre?
-Ya hemos tomado postre, Cody.
- ¿Y no te apetece otro?
Ruby soltó una risita.
-Soy una novia. Estoy siendo modosita.
Lo había dicho de broma. Con su nuevo vestido de flores, no se sentía modosita en
absoluto.