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El aprendizaje de la felicidad

Mª Dolores Avia
Universidad Complutense,
Departamento de Psicología Clínica
Facultad de Psicología - Campus de Somosaguas (Madrid)

Partes de este documento fueron presentados, con variaciones,


a los cursos de verano de la UCM en el Escorial (2007) y en las Uni-
versidades de Málaga (2007) y Pamplona.(2008)

Resumen

En este trabajo se examinan algunos procedimientos y


estrategias para la mejora de la satisfacción con la propia vida.
Las consideraciones hedonistas y eudaimónicas, las implica-
ciones del constructo de autocompasión y la propuesta acerca
de las fortalezas y virtudes humanas se describen con el obje-
tivo de ir aproximándonos a la meta de ayudar a las personas a
sentirse más satisfechas con su vida. Frente a las posturas de
muchos intelectuales y corrientes de pensamiento, se afirma la
utilidad de estas sugerencias, a la vez que se reconocen sus
limitaciones.

Palabras clave: Psicología positiva, fortalezas, autocom-


pasión, bienestar subjetivo
170 Mª Dolores Avia

Abstract

Strategies and procedures to enhance subjetive well-


being are examined. We describe briefly the utility of hedonis-
tic and eudaimonic considerations of well-being, as well as the
implications of the self-compassion construct and the charac-
ter strengths and virtues approach. While many cultural move-
ments and recognized thinkers held sceptical or negative views
about those proposals, we held an optimistic and supportive
view about them, despite their limitations.

Key Words: Positive psychology, human strengths, self-


compassion, subjective well-being

A modo de introducción

Nuestro maestro –lo fue de muchos- J.L. Pinillos solía contar


que el ciclo evolutivo de un profesor se puede resumir en la idea de
los tres Sanchos: al principio, Sancho el Bravo; a la mitad, Sancho el
Fuerte y al final, Sancho Panza. Mi experiencia –no estoy nada se-
gura de que coincida con la opinión de mis alumnos- refleja muy bien
ese ciclo: empecé a las bravas- qué remedio cuando es uno joven
y se siente frágil- la experiencia me fortaleció, y para mí que estoy
muy próxima a la etapa de Panza. Esto no es más que una forma de
justificar que mi colaboración a este número de la revista Análisis y
Modificación de Conducta, que inicia una nueva y seguro que fruc-
tífera etapa, en la que me siento muy honrada en participar, no sea
propiamente un artículo de investigación ni de elaboración teórica,
lo que habría hecho hace unos años, sino más bien una reflexión,
sentida y pensada, sobre una de las áreas en las que recientemente
se ha embarcado la psicología, con acierto para muchos y errores,
desaciertos y omisiones para otros: el análisis de las cualidades me-
jores y más positivas de los humanos, el estudio de la felicidad. Se-
guro que otros colaboradores ofrecerán trabajos más canónicos; por
mi parte, más allá de investigaciones concretas, es esto lo que me
ocupa y lo que he querido compartir.
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2. ¿Se puede buscar la felicidad?

Según una antigua tradición, cuando los dioses crearon al hom-


bre, asustados por la perfección de su obra, se reunieron para bus-
car algún modo de que el ser recién creado no fuese tan perfecto
que se convirtiera asimismo en un dios. Todos convinieron en que
debían privarle de alguna cualidad fundamental que lo distinguiese
definitivamente de los dioses y, tras algunas discusiones, decidieron
retirar de entre sus cualidades la capacidad de ser feliz. Enseguida
surgió el problema de dónde esconderían esa virtud, la felicidad, de
forma que él no la encontrara. Algunos sugerían ponerla en lo más
alto de las montañas, pero otros pensaron que los hombres, listos
como los habían hecho, se las ingeniarían para alcanzarla, como si
ya hubiesen visto que muchos iban a perder la vida tratando de esca-
lar el K2; otros consideraron más adecuado sumergir la felicidad en
el fondo de los océanos, pero la mayoría sabía que ahí también co-
rría peligro (al cabo de muchos siglos, todavía estamos encontrando
en el fondo del mar bustos desconocidos de Adriano, y los ingenieros
aeronáuticos están ya poniendo torretas en el fondo del mar para
aprovechar la energía de las corrientes marinas)
Al fin alguien tuvo una buena idea: pongamos la felicidad en el
interior de cada hombre: ahí seguro que no la encontrarán. La suge-
rencia fue aceptada por todos, y desde entonces, la historia humana
ha sido una búsqueda constante y frustrada en pos de la felicidad ex-
terna. La hemos buscado en la lotería, en los viajes, en los premios,
en las bodas, en los hijos, en los padres… en todo, menos donde
estaba: dentro de nosotros. Es verdad que algunos de esos intentos
han producido pedacitos, muchas veces efímeros, de felicidad -la
lotería de los que menos- y todos ellos, sumados, han dado algún
fruto. Sin embargo, como dice la leyenda, hay que buscar el tesoro
en otro sitio, precisamente en uno en el que muchos ni siquiera han
pensado.
La búsqueda de la felicidad, a pesar de ser el objetivo más im-
portante de la vida, no ha tenido muy buena prensa. Con la cantidad
de asuntos importantes que quedan por estudiar, dedicarnos a lo que
nos puede hacer felices parece casi una frivolidad. Pero además,
para muchos, es una utopía.
172 Mª Dolores Avia

Si seguimos a uno de los últimos sabios europeos, el filósofo y


crítico George Steiner, existen múltiples razones para la tristeza del
pensamiento. Resumiendo los argumentos de uno de sus muchos y
elegantes libros, los humanos tendemos intelectualmente a la triste-
za, al menos por diez razones (Steiner, 2007)

El pensamiento humano no sabe de certezas

El pensamiento humano es incontrolable

El pensamiento humano es muy improbablemente original

Dada su dependencia del lenguaje, ambiguo y ficticio, la verdad


en el pensamiento es rara e infrecuente

El pensamiento humano es derrochador, despilfarrador, desor-


denado, inmanejable

Grandes sombras se interponen entre el pensar y el hacer

La realidad es inaccesible. El pensamiento puede ser ficción

El idiolecto del pensamiento persigue un imposible: hasta en el


amor más intenso puede haber una profunda desatención hacia la
persona amada que ésta muy probablemente nunca conocerá

Pensamos todos incesantemente, pero no se puede enseñar a


nadie a tener pensamientos que merezcan la pena

La perenne y urgente interrogación sobre la existencia, la morta-


lidad y lo sagrado no llega a ninguna parte.

¿Existe, entonces una tendencia natural a la tristeza? ¿Es más


natural sentirse triste que alegre? ¿Tenemos que aprender a ser ale-
gres y luchar contra la melancolía a la que de manera natural pare-
cemos estar condenados? La infelicidad, según se desprende de lo
enumerado por Steiner, es inherente a nuestra esencia: la felicidad,
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ya que depende de unos pensamientos que la impiden. Mi compa-


ñero C. Vázquez me ha sugerido que, ya que me he centrado en las
diez razones de Steiner, se las rebata una a una, pues según él, no
son ciertas, son falaces. No sé si es que es más optimista que yo, o
al contrario (éste podría ser un buen punto para el debate: ¿quien es
más optimista, el que no cree en las razones que llevan a la tristeza,
como él en este caso, o el que puede creer en su verdad, como me
ocurre a mí, pero cuya verdad no me interesa porque no afecta, creo
yo, a la mayoría de los procesos que nos ocurren? ¿Qué es mejor
para el optimismo, ser ateo respecto a las razones de la tristeza,
como Vázquez, o agnóstico, como yo?)
Yo, desde luego, creo que, por centrarme en una de las razo-
nes enumeradas, en medio de una supuesta, íntima comunión con
alguien, ese alguien puede de pronto pensar en las batuecas o en
algo negativo o crítico sobre nosotros, pero ¿merece esa realidad
posible, para mí irrebatible, negar o limitar la realidad, mucho más
fecunda, de ese encuentro? ¿Vamos a sufrir por lo imperfecto de
nuestro pensamiento, o asombrarnos ante una admirable imperfec-
ción que nos lleva, entre otras cosas, a creernos importantes, únicos
o necesarios, aunque evidentemente no lo somos, o a mantener es-
peranzas e ilusiones en situaciones en que, vistas las cosas desde
fuera, parece estar todo perdido? No es mi intención entrar a discutir
con los sabios, sino más bien acercarme a la humilde sabiduría de
las personas felices.
Los humanos parecemos tendentes a olvidar todas esas, y mu-
chas otras razones que podríamos aducir, que nos conducen a la
melancolía y al desencanto para encontrarnos fácilmente implicados
en ficciones que nos llevan a paraísos puede que artificiales, pero
eficaces. ¿Lo hacemos de manera consciente, sobreponiendo el
optimismo de la voluntad al pesimismo intrínseco de la inteligencia,
como señalara Gramsci? ¿Tenemos que esforzarnos en ahuyentar,
a base de voluntarismos, los fantasmas reales que amenazan cons-
tantemente nuestra efímera y minúscula existencia? Yo diría que no.
He escrito “olvidar” esas y otras muchas razones que nos amenazan,
y ese proceso de olvido es, también, un proceso mental inherente
al pensamiento humano. Sé bien que los dos adjetivos anteriores,
efímera y minúscula, aplicados a algo tan importante como la pro-
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pia vida, resultarán desagradables a la mayoría. Pero no sólo eso:


nos parecen irreales. La ley de la realidad aparente que Frijda for-
muló para las emociones refleja muy adecuadamente este proceso:
no nos mueven emocionalmente los sucesos reales, sino aquellos
aprehendidos como reales. Por eso podemos sufrir lo indecible por
lo que percibimos como deslealtad o traición, aunque no lo sean, y
permanecer impasibles ante amenazas muy serias para la supervi-
vencia, como las derivadas del deterioro a que sometemos a nuestro
planeta o el peligro personal que supone, por ejemplo, seguir fuman-
do (Frijda, l988). Nuestra existencia, aunque lo sea, no nos parece
efímera, y mucho menos minúscula. Matizando, pues, la apreciación
de Gramsci, la tendencia al optimismo se produce, al parecer, de ma-
nera espontánea; salvo en ciertas, aunque importantes ocasiones,
no requiere esfuerzo. El pensamiento puede ser triste; pero el opti-
mismo marca nuestras vidas y lo hace vitalmente, no tras denodados
esfuerzos, como reflejan la evolución filogenética y el ciclo vital de
la mayoría de las personas, que muestra en sus primeras fases una
efusiva y arbitraria tendencia a la “grandeur”, a creer que podemos
hacer muchas más tareas de las que realmente están a nuestro al-
cance, aunque esa tendencia no sea impermeable a la realidad: los
sucesos de la vida la van atenuando, si bien en la mayoría de los ca-
sos parece que sólo ligeramente, o al menos nunca del todo. Incluso
en personas nonagenarias se observan procesos de sesgo y defor-
mación benigna de la realidad que facilitan y promueven estados de
ánimo favorables. Parecería extraño, por tanto, que se nos pida que
enseñemos a la gente a ser más feliz cuando parece que lo natural
es serlo. No debería ser difícil mantenernos de la manera que, según
muchos datos, parece prevista en nuestra evolución.
Ocurre, creo yo, que hace tiempo que la vida que vivimos no
tiene mucho que ver con lo natural. No es natural volar si uno no es
un pájaro, como no es natural operarse, ponerse pendientes o pier-
cings, o depilarse con cera. Aunque mucha gente, parece que la ma-
yoría, desdeña con éxito las razones mentales que pueden llevarnos
a la tristeza, lo que también y eficazmente ayudan a realizar muchas
terapias cognitivas, hay en nuestro medio sociocultural algunos as-
pectos que no ayudan precisamente a ello. Uno de los más graves
es el tiempo, o más precisamente, la falta de tiempo. Algunos nos
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escandalizamos cuando oímos a alguien decir que no tiene tiempo


para leer, pero casi todos estaríamos de acuerdo en que apenas
tenemos tiempo para ver a las personas que más nos interesan. No
tenemos tiempo para promover nuestro bienestar, a veces por moti-
vos tan irrisorios como tener que ir a una terapia para estar mejor, o ir
a una clase de yoga o un masaje que nos relajen. Por tanto, empiezo
por señalar la primera condición para ser más feliz: comprometerse
con esa meta, recordarnos y hacernos concientes de que vivir mejor
y ser más felices nos importa, y nos importa más que tener renom-
bre, ganar dinero o terminar un trabajo que a veces no nos reporta
nada pero que nos hemos comprometido en terminar . En su libro
“El arte de la felicidad” el Dalai Lama dice textualmente: “Creo que el
propósito fundamental de nuestra vida es buscar la felicidad. Tanto
si se tienen creencias religiosas o no, todos buscamos algo mejor
en la vida. Así pues, el movimiento fundamental de nuestra vida nos
encamina en pos de la felicidad”.
Mencionaré algunos procedimientos para estar mejor y más im-
plicados en esta interesante y muchas veces pospuesta tarea vital:
intentar vivir la mejor de las vidas que tenemos a nuestro alcance, o
si se prefiere, utilizando unos términos que hace tan solo unos años
resultaban obsoletos y hoy han vuelto a tener vigencia científica, con-
vertirnos en lo que podemos y queremos ser, crecer personalmente.
No puedo dejar de recordar a Jose Luis Sampedro, quien en charlas
sobre economía ha señalado repetidamente y con mucho humor que
lograr sacar lo mejor de cada uno, aquello para lo que estamos más
capacitados y que nos puede producir mucho bienestar es una tarea
fácil, sólo que no interesa a nadie: interesa más el dinerito.

3. La investigación sobre bienestar: algunas sugerencias

Antes de entrar en detalles, quiero recordar que no todo el mundo


está igualmente capacitado para la felicidad, y ello no parece debido
al mero efecto de las circunstancias. La capacidad de disfrutar de
la vida suele ser un valor estable, muy probablemente afectado por
características biológicas, temperamentales o por rasgos semiper-
manentes muy consolidados desde las primeras etapas de la vida.
Eso implica que los programas dedicados a incrementar el bienestar
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subjetivo de las personas tienen sus límites. El equipo que dirige So-
nia Lyubomirski (Lyubomirski, Sheldon y Shkade, 2005) ha señalado
que esos límites se encuentran en torno al 50%, que correspondería
al punto fijo, la línea base de satisfacción, por así decir, de cada uno,
sobre el cual actuarían los programas de intervención, que pueden
permitir incrementarlo hasta en un 40%, que no está nada mal. Siem-
pre según la misma autora, el 10% restante se debe al efecto incon-
trolable de las circunstancias. Fíjense cómo han cambiado nuestros
paradigmas: recordando a Rostand, ¿qué se hicieron de las nieves
de antaño, que fue de aquellos pronósticos, esos sí que optimistas,
de los primeros conductistas, los que convertían en sabios, con los
debidos entrenamientos, hasta a los más zoquetes? El modelo es-
tándar de ciencia social, como han señalado algunos, hace tiempo
que ha rechazado la idea de los humanos como infinitamente malea-
bles. Sin embargo, no hay que equivocarse: naturalmente que las cir-
cunstancias afectan enormemente al nivel de felicidad que sentimos,
sólo que las circunstancias objetivas no significan mucho; lo impor-
tante es cómo esas circunstancias son procesadas y vividas por las
diferentes personas, y ahí es donde aparecen enormes diferencias
en los procesos cognitivos y motivacionales que de manera directa
determinan la felicidad. Por otro lado, hasta ese 40% de incremento
antes citado se debe a factores que están bajo control directo de las
propias personas, es decir, a un factor tan importante como la propia
voluntad, paradójicamente excluído en los análisis de antaño.
Cuando hace ya bastantes años empecé en la UCM a impar-
tir un curso de Doctorado sobre emociones positivas y optimismo,
examiné con mis alumnos lo que fue uno de los programas pioneros
para promover la felicidad. Fue el año 1994-95 y el curso se llamaba
“Distorsiones positivas: implicaciones para la salud mental”. Me re-
fiero al programa de Michael Fordyce, (l983) que no tuvo nunca mu-
cha repercusión, pero del cual quiero recordar algunos puntos que
posteriormente han coincidido con otros programas más precisos.
Entre otras indicaciones, Fordyce subrayaba la importancia de estar
activo y ocupado, a ser posible en una tarea exigente desde el punto
de vista físico –mens sana in corpore sano- y mejor si la tarea era
compartida con otros y revestía sentido e importancia para quien la
hacía. Otras dos recomendaciones que posteriormente han sido es-
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tudiadas eran mantenerse centrado en el momento presente – y no,


como tantas veces, hacemos, dar vueltas al pasado o anticipar futu-
ribles: lo más seguro que tenemos es el presente, que maltratamos
a favor del ayer y del mañana. Pero, recordando a Quevedo, Ayer se
fue, mañana no ha llegado; / hoy se está yendo sin parar un punto:/
soy un fue, y un será, y un es cansado…. No esperemos en vano a
terminar la carrera, casarnos, tener el niño o jubilarnos: lo que quera-
mos hacer, hagámoslo hoy- y “Desarrollar un estilo de personalidad
saludable”, a lo que me referiré posteriormente.
Hace algunos años, y sin mucha sistemática, C. Vázquez y yo
señalamos algunas líneas a seguir en el aprendizaje del optimismo,
algunas de las cuales quiero recordar brevemente (Avia y Vázquez,
l997). Mencionábamos, en primer lugar, la importancia de ponernos
metas alcanzables que tuvieran sentido. Esto, sin duda fundamental,
ha sido señalado por muchos modelos psicológicos y por diversas
formas de terapia. No añadimos entonces unos breves y sencillos re-
cordatorios con los que uno de mis maestros, el profesor Fred Kanfer,
ya desaparecido, ayudaba a sus pacientes a establecer sus metas:

Think small - Piensa en pequeño

Think positive - Piensa en positivo

Think possible - Piensa en posible

Think behavior - Piensa en conducta

Think ahead - Piensa de antemano


(Kanfer y Schefft, l988)

Un brevísimo ejemplo:

Aplicar “Piensa en pequeño” supondría pasar de proponerse


“escribir una novela” a “mañana voy a escribir tres páginas”; “Piensa
en positivo” iría de “me gustaría no discutir tanto con mi pareja” a
“voy a prestarle mucha atención cuando me habla”, tarea, a veces
ardua donde las haya; “Piensa en posible” sugeriría, mejor que “a ver
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si gano un premio con mi novela, “cuando la tenga, la presentaré a


un concurso”; “Piensa en conducta” llevaría a traducir una meta tan
loable como “ quiero ser mejor persona” por “voy a ayudar a termi-
nar las tareas de casa sin refunfuñar”, ejercicio muy adecuado para
algunos caballeros y la mayoría de los adolescentes, y “Piensa de
antemano” sugeriría, por ejemplo proponerse “para mi novela voy a
escribir tres páginas diarias de lunes a viernes (los fines de semana
probablemente no podré).
También señalábamos en su momento lo importante que es mi-
rar hacia fuera o tratar de volcarse al exterior (pensar mucho en uno
mismo es una mala receta para la felicidad, aunque sea con el pro-
pósito de mejorar: mucho más útil es “el noble olvido de sí mismo”, de
que hablaba Bertrand Russell), aceptarse uno mismo como es, tratar
de ser valiente para defender las propias necesidades y enfrentarse
a muchas situaciones de la vida, educar la capacidad de goce y fo-
mentar actividades lúdicas y practicar la cordialidad y las relaciones
profundas e íntimas con los demás. La mayoría de esas sugerencias
han recibido atención experimental y han mostrado unos efectos be-
neficiosos para la satisfacción de los que trataré enseguida.

Hedonismo

Desde que la que se ha llamado “Psicología positiva” se empe-


zó a poner de moda, han abundado las sugerencias basadas en la
parte más sencilla y fácil de aplicar de estos programas, los procedi-
mientos que incrementan directamente el placer y tratan de cultivarlo
tanto en la parte más inmediata, el presente, como también en la
reconsideración del pasado y la anticipación del futuro, lo cual ya
implica procesos más complejos. Todos estos procedimientos hedo-
nistas se fundamentan en la persecución de actividades placenteras
y en la reducción de los estados negativos, y han promovido estra-
tegias interesantes como el saboreo, (Bryant, 2007) aquello a lo que
nosotros llamábamos cultivar la capacidad de goce, (no consumir
directamente lo que nos produce placer, sino paladearlo despacio,
no sólo en los aspectos más físicos, sino todas nuestras experien-
cias); también hacerse muy consciente y estar presente y atento ante
todas ellas, lo que se ha llamado mindfulness, o atención plena, a la
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que aludiré más de una vez. Uno puede aprender a darse pequeños
premios que habitualmente no se da, como algún regalo, tiempo li-
bre, dejar para mañana lo que podría hacer hoy, algún capricho o
simplemente darse permiso para hacer algo que se pueda permitir y
que no suponga riesgo.
Muchas veces el impedimento a la felicidad es el pesar o insa-
tisfacción respecto a algo que no tiene remedio, bien por la propia
conducta o por los agravios producidos por otros en el pasado. Los
procedimientos para instalar el perdón y reconciliarse con el propio
pasado están empezando a ser aceptados por los psicólogos y a
mostrar ciertos resultados. (Worthington, Sandage, y Berry, 2000), y
también existen desde hace tiempo métodos para enseñar optimis-
mo y esperanza a adultos y niños (v. por ej, Gillham y otros, l995).
El acercamiento hedonista supone sin duda un cambio y una
mejora importante para algunas personas, como aquellas que se
guían preferentemente por el deber, no se tienen mucho en cuenta
a sí mismas, quizá aquellas a las que se llamó en su momento per-
sonalidades tipo C, o tienen dificultades para gratificarse, bien sea
por razones educativas, ideológicas, religiosas o como decía antes,
porque no tienen tiempo. Un planteamiento hedonista de la felicidad
es, sin embargo, insuficiente y sus efectos han mostrado ser efica-
ces pero de corta duración.

Eudaimonia

Muchos autores han recordado que una vida satisfactoria no


puede asociarse únicamente con el placer, sino más bien con el
compromiso y con encontrar sentido en lo que uno hace. La reali-
zación de los deseos no siempre es beneficiosa para la felicidad, y
las personas sienten una gratificación más profunda cuando hacen
no exactamente lo que quieren, sino lo que sienten que tienen que
hacer. Esta es la crítica que hacen a los hedonistas los defensores
de un punto de vista eudaimonista de la felicidad, aunque sus plan-
teamientos no son contrarios a ellos y muchos resultados empíricos
son perfectamente complementarios. La auténtica felicidad, según
esto, sólo puede conseguirse como resultado de un funcionamiento
psicológico óptimo, sería la consecuencia de que las personas es-
180 Mª Dolores Avia

tén desarrollando al máximo su verdadera naturaleza. Filósofos y


pensadores han coincidido en que no hay verdaderos placeres que
no surjan de necesidades genuinas y Spinoza insistió en que la ver-
dadera libertad personal consiste en seguir las propias leyes, no las
dictadas por otros.
Los modelos psicológicos que han reflexionado sobre las cuali-
dades fundamentales que parecen requerirse para que se dé la feli-
cidad han hablado entre otras de las siguientes: Deci y Ryan (2000)
en su bien conocida teoría de la autodeterminación, insisten en que
no es posible un verdadero y profundo bienestar si uno no satisface
las tres necesidades básicas de autonomía, competencia y afiliación
o creación de vínculos afectivos. Además debe guiarse por metas
consistentes con dichas necesidades así como con los propios in-
tereses y valores, de forma que si no se reconocen o se reconocen
pero no se satisfacen, es fácil que las personas se embarquen en
necesidades sustitutorias y funcionen por motivaciones extrínsecas
como el deseo de reconocimiento, poder, o la búsqueda de admira-
ción que, aunque se consigan, no generan satisfacción duradera.
En cambio, percibir progresos hacia las metas importantes, interna-
mente establecidas, consistentes con las propias necesidades, no
sólo incrementa el bienestar sino también las sensaciones de inte-
gridad, congruencia y vitalidad. Esta última, resultado de disponer de
energía para uno mismo, es, según las investigaciones, un potente
indicador de bienestar eudaimónico. También es importante tener en
cuenta un resultado empírico de este grupo que señala que el mayor
bienestar está asociado no al cultivo y desarrollo de una cualquiera
de estas necesidades, por muy importante que sea, sino al equilibrio
entre las tres.
Con el planteamiento eudaimónico de la felicidad sintonizan las
visiones orientales, bastante de actualidad en nuestro medio, que
asocian precisamente la plenitud y felicidad con la ausencia de de-
seos. También los actuales entrenamientos en mindfulness propug-
nan una actitud consciente, abierta, atenta y no implicada emocio-
nalmente, ante la vida.
Algunos procedimientos que se han utilizado para incrementar
el bienestar en pacientes clínicos han tenido como referencia un mo-
delo del bienestar bastante semejante al de la autodeterminación. El
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grupo de Giovanni Fava en Italia, se ha basado en el modelo de C.


Ryff (Ryff y Singer, l996) por su utilidad en ayudar a evaluar el esta-
do de los pacientes así como a identificar objetivos en la terapia que
proponen, que llaman terapia de bienestar (Fava et al, 1998). Este
grupo defiende la conveniencia de aplicar este tratamiento, cuya for-
ma de proceder no dejan del todo clara, a pacientes clínicos que
han recibido el alta médica pero que, sin embargo, a juicio de sus
terapeutas, no saben cómo procurarse bienestar. Es decir, a menu-
do al terminar con éxito un tratamiento terapéutico suelen quedar
síntomas residuales que, aunque parezcan menores, tienen una re-
percusión muy importante en la calidad de vida de los pacientes, y
a ellos va dirigida esta terapia. El modelo de bienestar de Ryff, en
la que se basa, señala varios parámetros fundamentales que juntos
definen un funcionamiento óptimo, y estos son sensación de control
y competencia en la vida, percepción de un desarrollo o crecimien-
to personal, existencia de objetivos vitales claros, sensaciones de
autonomía y autoaceptación y buenas y profundas relaciones con
los demás. Si se examinan esas cualidades como dimensiones bi-
polares a o largo de un continuo, cuyos extremos opuestos serían,
respectivamente, las sensaciones de descontrol o indefensión en la
propia vida, la percepción de estancamiento y falta de rumbo, la in-
decisión, el perfeccionismo y la falta de empatía con los demás, se
puede evaluar la situación de cada paciente en cada una de esas
dimensiones y, según su resultado, orientar la terapia hacia las áreas
deficitarias. A pesar de las abundantes publicaciones de este grupo,
la utilidad de su procedimiento dista mucho de ser concluyente (Fava
et. al., 2005)

Autorrespeto

La idea que en su día Vázquez y yo señalábamos de aceptar la


propia realidad y no ser demasiado autocríticos, exigentes o perfec-
cionistas, ha recibido recientemente una atención explícita en el tra-
bajo de una autora cuya propuesta me parece más interesante que
la tan manida autoestima de la que tanto y tan mal a veces se habla.
K. Neff ha estudiado recientemente la repercusión que tiene sobre el
bienestar lo que ella llama el respeto por uno mismo, una especie de
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empatía interna o sentimiento cariñoso y compasivo autodirigido en


el que uno se compromete a hacer todo lo que pueda por producirse
a sí mismo bienestar y eliminar lo que ha aprendido que le es dañino
(Neff, 2003). Esto, que parece en principio simple, no lo es: solemos
esforzarnos mucho en hacer cosas que consideramos valiosas; no
tanto en hacer lo que responde a nuestros intereses genuinos, si no
coinciden con aquellas, y muchas veces nos metemos en proyectos o
empresas para ponernos a prueba, no para desarrollar lo que nos es
más importante y nos llevaría a lo más central de nosotros mismos.
K. Neff denomina a este concepto autocompasión, y para ilustrar su
punto de vista recuerda lo que es la compasión hacia otros: sensibi-
lidad y apertura a su dolor, sin pasar de ello o evitarlo, de forma que
sea posible que aparezca un deseo de aliviarlos y curarlos con ama-
bilidad y atenciones. Cuando esto se aplica al yo, no se dan juicios
negativos por los propios fallos, fracasos o debilidades, sino que se
comprenden como si fueran de otro y el individuo se ve, en definitiva,
mucho más humildemente, como parte del ser humano. Para hacer
esto es necesario practicar una forma equilibrada de atención a las
propias emociones, no sobreidentificada con las que no nos gustan,
sino distanciada de ellas, de forma que se puedan reconocer sin
sufrir o tener que evitarlas; de nuevo, mindflulness.
El sentimiento compasivo hacia uno parece ser un buen predic-
tor de que las personas se comparen menos con los demás, expe-
rimenten menos hostilidad y tengan menos necesidad de defender-
se, estén menos pendientes de su presentación pública, den menos
vueltas a lo que no hacen bien y tengan sentimientos de valía menos
contingentes y más estables (Neff, y otros, 2007). Se presume tam-
bién que la autocompasión puede tener valor preventivo (si tratamos
de sufrir menos, empezamos a quitar lo que nos daña, como el es-
trés causado por nuestra propia actuación), y conlleve un contacto
con el yo más auténtico y autónomo, más respuesta a los intereses
intrínsecos y no a las amenazas externas y más claridad emocional
sobre los propios procesos. Naturalmente, la llamada autocompa-
sión es un indicador asociado a menor depresión y ansiedad (Neff y
otros, 2007)
El aprendizaje de la felicidad 183

4. Fortalezas, capacidades y virtudes

En el camino al aprendizaje de la felicidad se ha producido un


hito importante con la publicación en 2004 del libro de fortalezas de
Peterson y Seligman, fortalezas a las que yo me he referido como
“repertorios positivos de personalidad” que debemos identificar y fo-
mentar. Crecer supone siempre entrar en contacto con las propias
fortalezas y desarrollarlas. Por ejemplo, la actitud compasiva con
uno mismo a la que Neff se refiere se puede considerar parte de la
fortaleza de autorregulación emocional, una forma de inteligencia
emocional que consigue transformar emociones dolorosas o nega-
tivas en aprecio por uno mismo y capacidad de autocuidado, lo que
implica una capacidad relativa de generar sentimientos cálidos y de
reafirmación hacia uno mismo cuando más los necesita; su opuesto
se puede ver en el modo de reaccionar al fracaso de las personas
autocríticas que no sólo exageran y a veces distorsionan la importan-
cia de sus fallos, sino que parecen tener una disfunción en el sistema
de autorregulación emocional que les impide redirigir la atención a
los aspectos mejores, positivos, de su vida, con el fin de recuperar el
equilibrio emocional que las dificultades y fracasos alteran.
Con diversos resultados se han ido explorando ya las distintas
fortalezas del carácter propuestas en la clasificación de Peterson y
Seligman. Personalmente me gustaría señalar la importancia de dos
cualidades muy poco exploradas hasta ahora, la valentía, y la hu-
mildad. El valor, que goza de un gran aprecio como cualidad moral,
es fundamental para enfrentarse adecuadamente a la vida y desde
luego en la terapia para afrontar psicológicamente nuestros miedos,
debilidades y sombras. Recuerdo la definición propuesta de ella:
“Disposición a actuar de forma voluntaria y probablemente con mie-
do en circunstancias peligrosas, habiendo apreciado correctamente
los riesgos que ello implica y admitiendo que puede no lograrse el
objetivo, que es preservar algún bien para uno mismo o los demás”
(Shelp, 1984). Respecto a la humildad, de repercusiones importan-
tísimas para trastornos que tienen como protagonistas una inflada
visión del propio ego, su estudio supone una paradoja en la visión
occidental que propugna la autoestima y el orgullo como cualidades
generadoras de emociones positivas y por tanto fundamentales para
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el repertorio positivo de las personas. Sin embargo, como ha sido


acertadamente señalado (Kachorek y otros, 2004), la humildad es
una fortaleza que protege de la tentación del exceso de arrogancia y
como tal implica una seguridad interna y una aceptación realista de
uno mismo y su papel en el medio que supone una mayor sofistica-
ción cognitiva que la de la mera autoestima alta, y por supuesto la
grandiosidad o fanfarronería. Sería de gran interés examinar empí-
ricamente si las personas humildes distorsionan ligeramente en su
favor la visión de sí mismas como hacen la mayoría de las personas,
es decir, si cometen esos “pecadillos” que tan certeramente señaló,
entre otros y muy especialmente S. Taylor (Taylor y Brown, l988; Ta-
ylor, l989), o si, por el contrario, tienen un autoconcepto más realista,
y de ser así, qué repercusiones tiene en su bienestar. Creo que es
el momento de que incluyamos alguno de estos temas en nuestras
apretadas agendas de investigación.
Respecto a otras fortalezas, mi trabajo se ha centrado en dos de
las llamadas fortalezas transcendentales, pues con Seligman consi-
dero que además de una vida comprometida entre otras cosas con
desarrollarse al máximo uno mismo, nos importa a todos vivir una
vida con sentido en la que nuestros actos vayan más allá de nosotros
mismos en un sentido amplio (Seligman, 2004). Erik Erikson (l982)
hablaba de la “capacidad generativa” como la cualidad más relevante
en una etapa evolutiva madura en la que las personas se preocupan
por dejar algo útil para las generaciones futuras o, por en contrario,
se agotan en sí mismas. Especialmente, me he centrado en dos de
aquellas fortalezas, el agradecimiento y la apreciación de la belleza.
y excelencia. Sobre esta última no hay apenas investigaciones, y sólo
hace unos meses estoy ocupada en ella. Me ha interesado un recien-
te trabajo de Freedberg y Gallese, de las Universidades de Columbia
y Parma, que muestra que el sentimiento físico de verse transporta-
do por una obra de arte o emocionarse profundamente con una obra
excelsa, como cuando en un concierto uno tiene que levantarse del
asiento y gritar “bravo” ante una ejecución musical magnífica, o se
admira ante un escrito cercano a la perfección, tiene mucho que ver
con la empatía, y está basado en un mecanismo universal con una
base neural clara, como muestran las neuronas espejo (Freedberg y
Gallese, 2008). Dicho en términos muy simples, la apreciación de la
El aprendizaje de la felicidad 185

belleza embellece y el reconocimiento de lo excelente nos acerca un


poco a ello, y el mecanismo de identificación que parece subyacer a
ello se refleja neurológicamente. Otros estudios (Lutz y otros, 2008).
también indican una regulación neurológica de la emoción mediante
prácticas positivas. Pero, ¿se puede entrenar a apreciar y reconocer
mejor esos estados excelsos? En caso afirmativo, ¿cuál es la efica-
cia de esos posibles entrenamientos sobre el bienestar subjetivo?
Previamente hemos trabajado sobre inducción de agradecimien-
to mediante un diseño experimental en tres condiciones en el que se
trabajó durante dos semanas con una muestra de estudiantes uni-
versitarios siguiendo, con variaciones, el procedimiento de 2003 de
Emmons y McCullough (Martínez Martí, Avia y Hernández Lloreda,
en prensa). Participaron 96 sujetos con una media de edad de 21
años, a los que aplicamos medidas pre, post y seguimiento tanto de
gratitud como de emociones positivas y negativas, relaciones signifi-
cativas con los demás y variables fisiológicas. El grupo experimental
de agradecimiento tenía que anotar diariamente antes de acostarse
las variables estudiadas y al final del registro, describir cinco suce-
sos diarios que pudieran ser motivo de agradecimiento. Otro grupo
experimental centrado en barreras o escollos hacía lo mismo, pero
anotando cinco dificultades diarias (económicas, interpersonales, la-
borales, domésticas) que le hubieran interferido en el logro de sus
objetivos. Un grupo control realizó los mismos registros escribiendo
al final cinco aspectos positivos/ negativos que hubieran llamado su
atención durante el día. Los resultados mostraron claramente que
hacerse consciente de los aspectos positivos de la vida y sentirse
agradecido por ellos aumenta el afecto positivo; hubo diferencias.
claras entre el grupo de agradecimiento y el que se centraba en las
dificultades, estando el grupo control en un nivel intermedio. Después
de la intervención, los participantes del primer grupo se encontraban
más interesados, vigorosos, resueltos, fuertes y atentos: parece que
el tratamiento tuvo, sobre todo, un efecto dinamizador.
En este trabajo tuvimos también ocasión de comprobar un su-
puesto importante para la psicología positiva, y fue que el afecto ne-
gativo no se vio afectado por la intervención, aunque las medias iban
en la dirección esperable (menos afecto negativo en agradecimiento,
seguido de control y de dificultades), lo cual pone de manifiesto que
186 Mª Dolores Avia

las emociones positivas y las negativas no son simplemente, como


dice el sentido común, polos opuestos de una misma dimensión, y
que, por tanto, podemos, si somos buenos terapeutas, ayudar a al-
guien a ser menos desgraciado sin que por eso le vayamos a hacer
necesariamente más feliz; y a la inversa, en este tipo de interven-
ciones podemos, con suerte y buen trabajo, mejorar las emociones
positivas, pero eso afecta poco o nada las a las “pasiones tristes”,
que diría Spinoza., que habrá que tratarlas aparte.
Los efectos de esta intervención se constataron también cuando
era otra persona importante para el sujeto, ciega a la manipulación
experimental, la que evaluaba el estado de ánimo de aquél, es de-
cir, no estaban limitados al autoinforme, eran perceptibles para un
observador externo. Sin embargo, y éste es un problema general
en estos estudios, nuestra breve manipulación, aunque eficaz, fue
efímera: la línea base de agradecimiento mostró una tendencia a
volver a los niveles previos pasados 15 días, lo que indica que para
modificar aspectos muy básicos de las personas, como la gratitud,
la esperanza o el perdón, son necesarias intervenciones más dura-
deras y/o potentes, (los niveles basales de agradecimiento del grupo
español en conjunto, en comparación con las muestras americanas,
fueron bastante bajos.)
Este procedimiento ha mostrado en otros trabajos ser eficaz
también a más largo plazo. El grupo de Seligman (Seligman, Oteen,
Park y Peterson, 2005) comparó cinco estrategias para incrementar
la felicidad en un grupo de sujetos reclutados por Internet. Encon-
traron efectos duraderos a los seis meses de terminada la práctica
en dos de esas intervenciones: llevar un diario anotando sucesos
positivos que ocurren cada día y dar gracias por ellos, y también uti-
lizar las cinco principales fortalezas del carácter, identificadas en el
cuestionario de los autores que aparece en su página web, en la vida
diaria de manera nueva y creativa. Alguna sugerencia al respecto,
para el cultivo de la apreciación de la belleza y excelencia, sería ir a
un museo de nuestra ciudad al que no hayamos ido nunca, llevar un
diario de estas cualidades observándolas en la vida cotidiana, sacar
un rato para ver una puesta de sol, etc.
El aprendizaje de la felicidad 187

5. Algunas conclusiones

A pesar de algunas acertadas críticas recientes (ver Lazarus,


2003; Prieto-Ursúa,, o Avia, 2006), la llamada “psicología positiva”
está haciendo un gran esfuerzo por identificar, evaluar y fomentar.
las propias fortalezas y desarrollarlas. Posiblemente en los próximos
años asistamos a un desarrollo de las corrientes que, lejos de los
movimientos nihilistas que tanto determinaron los inicios del siglo
XX, parten de la base de que los seres humanos tenemos una ten-
dencia biológica a mejorar, desarrollarnos y sacar el máximo partido
de la vida, incluso en situaciones de sufrimiento y desgracia.
Respecto a lo enumerado hasta aquí, resumiré que para aprender
a ser más felices lo primero que es necesario es cultivar actitudes salu-
dables hacia uno mismo, lo que Fordyce llamaba un estilo de persona-
lidad saludable. En una lectura ocasional y anecdótica, he encontrado
hace poco esta perla: “Vigila tus pensamientos porque se convierten
en palabras. Vigila tus palabras porque se convierten en actos. Vigila
tus actos porque se convierten en hábitos. Vigila tus hábitos porque
se convierten en carácter. Vigila tu carácter, porque se convierte en
tu destino”. Las prácticas que he mencionado, en diferente medida,
constituyen un acercamiento a este objetivo, objetivo no sólo legítimo,
sino, como ha señalado el Dalai Lama, el más importante y universal
para los humanos. Desgraciadamente, no hay recetas para ser feliz,
y aunque las hubiera, no las seguiríamos: encontrar lo que es mejor
para uno es una tarea individual, yo diría que la tarea de toda una vida,
y aquí viene a cuento recordar al humanista Carl Rogers y su acertado
texto sobre “El proceso de convertirse en persona”. También es impor-
tante recordar la filosofia oriental y zen que enseñan que no hay que
pretender ser feliz; por tanto, no tengan empeño en ser felices; sim-
plemente, permítanselo. Recuerden, para terminar, los muchos datos
que señalan que las mejores circunstancias no aseguran los mejores
momentos, mientras que, a veces, en circunstancias difíciles las per-
sonas se han sentido muy completas, han crecido y han cambiado, a
veces de forma permanente y definitiva, para mejor. Los medios de co-
municación nos recuerdan diariamente a esas personas que, como la
azafata canaria superviviente del accidente reciente de Barajas, o las
víctimas de agresiones gravísimas que han estado a punto de morir
188 Mª Dolores Avia

(véase el testimonio impactante de una mujer sudafricana en El País


del pasado 24 de agosto), nos sonríen sin asomo de trauma o rencor,
o más aún, el mensaje conmovedor- como el de La última conferencia,
de Randy Paush, www.randypaush.com- de quienes se despiden de
la vida alertándonos de que no perdamos tiempo en desviarnos de lo
verdaderamente importante.

Referencias

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T em a 1 —pág. 1 T em a 1 —pág. 2

de un estudio no llevan a ningún sitio y desaparecen cuando se replica» (Blake y


Mouton, 1959, p. 226).
PSICOLOGÍA DE LA PERSONALIDAD
Sean ciertas o no estas y otras críticas similares1, lo que parecen traslucir es que los antiguos
Curso 2011-2012 problemas de la disciplina aún no se han resuelto y que, quizás, un examen de su evolución histórica
nos permitiría dar mejores respuestas a tales problemas. En los últimos años reina un cierto optimismo
acerca del estado y futuro de la disciplina, optimismo que a veces es calificado de «cauto y paciente»
Prof. Jesús Sanz (Pervin, 1996). Este optimismo debe ser atemperado por un sentido de la historia de la disciplina y por
la apreciación de la complejidad de la tarea con que se enfrentan los psicólogos de la personalidad
Dpto. Psicología Clínica — U.C.M. —entender, comprender y predecir el funcionamiento de la personalidad—. Las dificultades de esta
tarea son tan grandes que las ganancias vendrán lentamente. Según Pervin no porque los psicólogos de
la personalidad sean peores científicos que los físicos, los químicos o los biólogos, sino porque llevan
Tema 3 : Introducción general al estudio de la personalidad en la tarea menos tiempo y ésta es más difícil que entender las partículas subatómicas, los elementos
químicos o los genes. Creo que estas razones son válidas, pero insuficientes para explicar por qué a lo
! Desarrollo histórico de la disciplina desde su constitución hasta el presente largo de la historia muchos psicólogos de la personalidad se han sentido frustrados y desanimados
respecto a su disciplina. Comparto el optimismo cauto y paciente de Pervin; con la perspectiva que da
contemplar la historia de la disciplina, son muchos los logros que, a mi juicio, puede ofrecer la
psicología de la personalidad actualmente. Pero, lejos de toda complacencia, se pueden hacer también
algunas críticas al comportamiento de los psicólogos de la personalidad como científicos, críticas que
Parece obvio que la situación actual de cualquier disciplina científica es fruto de su pasado, ya hemos visto en los primeros puntos del Tema 1.
pero este hecho es más evidente en el caso de la psicología de la personalidad, al menos por dos razones.
Primero, porque es ésta una disciplina relativamente joven. En 1908, Ebbinghaus acuñó la frase que Existen ya diversos capítulos y libros en los que se ha abordado la historia de la psicología
decía que la Psicología tenía un largo pasado, pero una corta historia, frase que Boring (1929, p. 385) de la personalidad (p. ej., McAdamas, 1997; Pelechano, 1993; Pervin, 1990; Barenbaum y Winter,
repitió y popularizó, y que se ha venido repitiendo hasta nuestros días al hablar en particular de la 2008). Por este motivo, no se pretende ofrecer aquí una exposición exhaustiva del tema, sino señalar
psicología de la personalidad (p. ej., Eysenck y Eysenck, 1987; Stagner, 1993). Mientras que el año algunos de los aspectos más significativos de su devenir histórico con un triple objetivo: aclarar el
1879 se considera como la fecha de nacimiento de la Psicología científica, el origen de la psicología de objeto y el concepto de esta disciplina, entender su estado actual, y determinar algunas corrientes
la personalidad como disciplina científica independiente se suele situar unos 50 años más tarde, en la teóricas que se han ido materializando en distintos trabajos a lo largo del tiempo hasta llegar a nuestros
década de los 30, en concreto en 1937 (Craik, Hogan y Wolfe, 1993). Se podrían encontrar días.
contribuciones psicológicas al estudio de la personalidad anteriores a esta fecha (véase Eysenck y
Eysenck, 1987), pero hay buenos argumentos, tal y como se expondrá más adelante, para apoyar la 1. Antecedentes
propuesta de los años 30 como el momento de nacimiento de la psicología de la personalidad. En
definitiva, nos encontramos con una disciplina de apenas 70-80 años. Existen una serie de tradiciones dentro del pensamiento occidental que han confluido en la
creación de la psicología de la personalidad. Aunque muchas de ellas se remontan a sus raíces griegas,
La segunda razón es que muchas veces se ha caracterizado a la psicología de la personalidad no todas son coincidentes en el tiempo ni tienen el mismo peso en la psicología de la personalidad. En
como una disciplina estancada en viejos debates, viejas teorías y con escasa acumulación de cualquier caso, y como se irá viendo más adelante, todas ellas inciden de alguna manera en la situación
conocimientos: actual de la disciplina o tienen su reflejo en la misma.

«Los dilemas a los cuales se enfrenta el teórico de la personalidad hoy en 1.1. La tradición literaria
día parecen esencialmente los mismos que en 1937» (Sanford, 1963, p. 518).
El peso de la tradición literaria en el estudio de la personalidad es palpable, aunque sólo sea
«[...] El campo de la personalidad necesita una metodología mejor, un porque el término actual de «personalidad» es un vocablo derivado de «persona», palabra latina que
trabajo más experimental y una teoría más integradora. Necesita salirse de teorías procede a su vez del griego antiguo, lengua en la cual las expresiones correspondientes a «persona»
de hace 50 años y de métodos de hace 25. Individualmente, hay algunos estudios
interesantes pero la falta de dirección y fuerza les quita importancia» (Sechrest,
1965, p. 23).
1
A tw ood y T om kins (1976) afirm aban que la psicologí a de la personalidad nunca serí a una
«¡Jesús! ¡Qué desastre valorar la literatura sobre personalidad! Una ciencia acum ulativa y nunca logr ar í a un m ayor consenso e im pacto hasta que no se cuestionase sus
pr opios fundam entos psicológicos, m ientras que E ndler (1983) car acter izaba hum or í sticam ente a la
literatura que enfatiza su fragilidad y el hecho de que frecuentemente los resultados disciplina com o 1. 000 teor í as en busca de un hecho.
T em a 1 —pág. 3 T em a 1 —pág. 4

(prósopsis, prósôpon y peri sôma) se ecuentran relacionadas con el teatro. Prácticamente desde su que reiteró en 1984. Afortunadamente, en los años 80-90 ha habido un resurgimiento del énfasis en la
origen, la literatura se ha ocupado no solo de la descripción física de los personajes, sino también de persona individual, resurgimiento que es más evidente en la investigación sobre el yo (self), pero que
sus rasgos de personalidad, sus conductas, pensamientos y sentimientos. En la Grecia clásica estas aún no se ha extendido a otras áreas de la psicología de la personalidad. En este sentido, en los últimos
descripciones de la personalidad se cultivaron como un género literario menor, la etopeya, que tuvo su años se han establecido nuevos vínculos entre la literatura y la psicología de la personalidad al hilo de
máxima expresión en el siglo IV a. de C. en la obra «Caracteres» del filósofo Teofrasto. En su prólogo, un nuevo constructo explicativo del comportamiento humano que está ganando en popularidad, las
el mismo Teofrasto se formulaba la pregunta que a lo largo de la historia de la psicología de la narrativas personales (McAdams, 1996), y del resurgimiento, en paralelo, de los autobiografías y las
personalidad ha sido uno de sus principales objetivos: las diferencias individuales. historias de vida como métodos e instrumentos de investigación de la personalidad.

«He admirado muchas veces, y confieso que no comprendo aún por más Finalmente, me parece importante señalar la vinculación que tienen las descripciones literarias
que reflexiono, por qué hay tanta variedad en las costumbres de los griegos, siendo con otros temas de interés en la psicología de la personalidad contemporanea: las teorías implícitas de
la Grecia tan limitada y sus habitantes alimentados y criados todos de idéntica la personalidad (Borkenau, 1992; Schneider, 1973). A mi juicio, las etopeyas pueden ser un material
manera» (Teofrasto, 1959). muy útil para identificar las expectativas que las personas en general tienen sobre la relación entre
rasgos, y entre rasgos y conductas. Con este mismo objetivo, se podría también utilizar otro material
En su obra, Teofrasto llevó a cabo una clasificación de 30 tipos «indeseables»: una serie de literario con rancia tradición en España: los proverbios y refranes populares. Además, creo que el
retratos elaborados a partir de un rasgo dominante, que recogen ejemplos típicos de actuación de los estudio de los proverbios y refranes puede arrojar alguna luz sobre la influencia de la cultura en la
individuos dominados por ese rasgo y que, en definitiva, resumen tipos supuestamente universales (p. personalidad, otro de los temas que en el momento actual ha reaparecido con intensidad. En España,
ej. el tacaño, el adulador o el garrulo). Pelechano (1993) ha analizado en profundidad los supuestos Pelechano (1992) ha iniciado este estudio.
teóricos que subyacen tras estas descripciones y la relevancia que tienen para la psicología de la
personalidad actual. 1.2. La tradición médica

Esta tradición etopéyica se puede rastrear más adelante en la historia. Por ejemplo, en la Edad También hay que remontarse al mundo clásico griego para encontrar los orígenes de la
Media aparece en las hagiografías (obras que recogen la vida de los santos con ánimo ejemplificador), medicina como ciencia en occidente. Alrededor del siglo V a. de C. la influencia de los filósofos
y en el Siglo de Oro de la literatura española en las «Novelas Ejemplares» y el «Quijote» de Cervantes, presocráticos, preocupados por conocer la «physis» o naturaleza de las cosas, provoca en la medicina
o en «El Buscón» de Quevedo. La etopeya contó con excelentes cultivadores en el siglo XIX. Los griega un abandono de las explicaciones mágicas en favor de explicaciones naturalistas que sitúan el
movimientos realistas y el naturalismo francés favorecen la aparición de descripciones psicológicas muy origen de las enfermedades en el propio cuerpo. Prácticamente desde esos inicios, se formulan
detalladas de los personajes como, por ejemplo, las que aparecen en las obras de los escritores rusos tipologías de los seres humanos que pretendían explicar por qué unas personas sufren una enfermedad
(«Los Hermanos Karamazov» y «Crimen y Castigo» de Dostoiewsky; «Ana Karenina» de Tolstoi), y otras no, y, de forma complementaria, por qué unas personas sufren un tipo de enfermedades y otras
ingleses («Oliver Twist» y «David Copperfield» de Dickens), alemanes («La Montaña Mágina» de otro tipo. Estas tipologías responden a distintas propuestas que, por supuesto, siempre suponen un
Thomas Mann) y españoles («La Regenta» de Clarín). La popularidad de los denominados «retratos o sustrato corporal, y en muchas ocasiones han sido englobadas dentro de un rótulo general de tipologías
perfiles psicológicos» de los personajes es si cabe aun mayor en la literatura del siglo XX, constitucionales. Sin embargo, puesto que su influencia en la psicología de la personalidad no ha sido
convirtiéndose en uno de los parámetros más utilizados por la crítica y por el público para valorar los la misma, han tenido sus orígenes en distintas hipótesis biológicas y difieren en su longevidad, parece
méritos de cualquier novela. sensato agruparlas, al menos, en dos categorías diferentes: tipologías humorales-temperamentales y
tipologías morfológicas. Se podría añadir una categoría más que recogiera las tipologías hormonales,
Por supuesto, la utilización de la etopeya no es exclusiva de la narrativa. El teatro también entre las cuales se encuentra la propuesta por Gregorio Marañón, pero, su influencia en la psicología
cuenta con numerosos y bellos ejemplos en obras tan importantes como «La Celestina», «Hamlet» o de la personalidad ha sido muy escasa y, por tanto, he preferido no incluirlas y remitir al lector
«Los Intereses Creados», e igualmente ocurre en el terreno de la poesía como, por ejemplo, el célebre interesado a la revisión que de estas tipología realizó Sandín (1985a). En cualquier caso, estas tres clases
autorretrato que Antonio Machado escribe en «Campos de Castilla» y que empieza con el verso: «Mi de tipologías no se han presentado de forma independiente ni excluyente a lo largo de la historia, sino
infancia son recuerdos de un patio de Sevilla». que se encuentran frecuentes entrecruzamientos entre las mismas.

Es obvio que los objetivos de la literatura son distintos a los de la ciencia, pero aún así las 1.2.1. La tradición de los humores-temperamentos
descripciones literarias pueden aportar ideas e intuiciones que pueden ser valiosas para los psicólogos
de la personalidad (Allport, 1961; Pelechano, 1993, 1996). Por ejemplo, en las etopeyas predomina la Para contestar a las preguntas sobre las enfermedades que antes mencionabamos, la medicina
estética sobre la veracidad y el autor suele seleccionar la información a su gusto en función de la línea científica griega comenzó a integrar la doctrina de los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua) y sus
argumental y de las ideas y sentimientos que pretende transmitir, pero aún así, su objetivo principal es características respectivas (cálido y húmedo, cálido y seco, frío y seco, y frío y húmedo), doctrina
identificar a las personas. Como se verá más adelante, en 1971 Carlson realizó una dura crítica a la postulada por Empédocles para explicar el universo, con la teoría de los humores (fluidos corporales
psicología de la personalidad acusándola de haber olvidado el estudio de la persona en favor del estudio responsables de la salud del organismo). El ser humano era entendido como un cosmos en miniatura
de variables y concluyendo «que la persona no es lo realmente estudiado en la investigación actual de y, por lo tanto, debía estar compuesto de los mismos cuatro elementos que eran comunes al resto del
la personalidad queda claramente demostrado tras hacer una revisión de la literatura» (p. 217), crítica universo. En consecuencia, se distinguen cuatro humores en el cuerpo: sangre (procedente del corazón),
T em a 1 —pág. 5 T em a 1 —pág. 6

bilis amarilla (del hígado), bilis negra (del bazo y del estómago) y flema (del cerebro). Del equilibrio La Frenología de Gall
de estos cuatro humores dependerá la salud del individuo. La preponderancia de cada uno de los
humores dará lugar respectivamente a cuatro temperamentos diferentes: sanguíneo, colérico, Una mayor aceptación científica tuvo la frenología que Franz Joseph Gall desarrolló a finales
melancólico y flemático, caracterizados, a su vez, por un rasgo predominante: optimismo, ira, tristeza del siglo XVIII. La frenología, inicialmente denominada craneoscopia o fisiología cerebral, suponía que
y apatía. las diversas facultades mentales y rasgos de personalidad se relacionaban con distintas zonas y
circunvoluciones cerebrales. En consecuencia, proponía que la medida de las protuberancias craneales
Esta tipología básica, consolidada por Hipócrates, es quizás la que mayor aceptación ha (como indicadoras de esas zonas y circunvoluciones cerebrales) podrían ofrecer información acerca de
alcanzado a lo largo de la historia. De la mano de Galeno se extiende por el mundo romano y su la manera de ser y actuar de las personas. Dejando a un lado esta última hipótesis por la que ha sido más
influencia domina el pensamiento médico desde el siglo II al XVII. Por ejemplo, en 1575 Juan Huarte conocido y criticado, es evidente que la frenología de Gall tuvo un notable impacto en la psicología en
de San Juan publica su famoso «Examen de Ingenios para las Ciencias». En esta obra, Huarte (1991) general (Fodor, 1986) y en la psicología de la personalidad en particular, al defender la relación del
afirmaba que la naturaleza que determina las diferencias de ingenio o habilidad que se ven en las cerebro con las diversas funciones mentales y la heterogeneidad de éste como soporte diferenciado de
personas es el temperamento o particular combinación de las cuatro cualidades primarias (frialdad, dichas facultades.
sequedad, humedad y calor), que se da en el cuerpo de cada persona. Pero, se puede ir aún más lejos
y rastrear el vigor de la doctrina de los cuatro temperamentos incluso hasta la mitad del siglo XX. En Hay tres líneas vertebradoras de conocimiento generadas a partir de las propuestas de Gall
el siglo XVIII el gran filósofo alemán Immanuel Kant actualizó la doctrina de los cuatro temperamentos que resultan especialmente importantes como antecedentes de la psicología de la personalidad, si bien
y la hizo aceptable a los filósofos, médicos, teólogos y otros estudiosos interesados en la personalidad, las tres no tienen la misma significación. La primera de ellas supuso cierta relación con las teorías de
mientras que en el siglo XX se puede constatar su influencia en las propuestas tipológicas de Wilhelm la psicopatología francesa sobre la naturaleza humana. La segunda línea fue abandonada por los teóricos
Wundt, G. Heymans y E. Wiersma, y del mismo Ivan Pavlov (véase Eysenck, 1995; Eysenck y de la personalidad y pasó a convertirse en objeto de estudio de otra disciplina, y sólo recientemente es
Eysenck, 1985; Pelechano, 1993; Sandín, 1985b). Sobre estas últimas volveremos más adelante al posible reencontrar dicha línea de trabajo más como línea de datos convergentes que como campo
hablar de la tradición psicológica. En cualquier caso, baste decir por ahora que todas estas propuestas específico de indagación para la psicología de la personalidad. La tercera dio lugar a una teoría de
tipológicas marcaron el trabajo descriptivo de Eysenck, el cual, de hecho, partió en un momento dado personalidad. A continuación, expondremos brevemente cada una de ellas.
del reanálisis de los datos recogidos por Heymans y Wiersma para confirmar su tipología.
La primera línea de pensamiento derivada de las propuestas de Gall es la que se relaciona con
1.2.2. La tradición morfológica el hallazgo de la asimetría existente entre los dos hemisferios cerebrales. Los hallazgos de la fisiología
del XIX mostraban que cada hemisferio parecía ser responsable de funciones psicológicas diferentes.
Esta tradición defiende la existencia de relaciones importantes entre el aspecto físico y la Ello indujo a pensar que se había encontrado una buena razón de índole biológica para explicar algunos
personalidad, e incluye varias líneas de pensamiento distintas. Algunas de ellas, como la fisiognomía, fenómenos que se venían observando en la clínica como fenómenos aparentemente contrapuestos;
tuvieron una aceptación muy desigual en el mundo médico y científico a lo largo de toda su historia, bastaba con hacer responsable a cada hemisferio de una de tales funciones (p. ej., razón-locura, mente
siendo consideradas las más de las veces una pseudociencia; otras, en cambio, gozaron en su origen de consciente-mente inconsciente o razonamiento-emoción). Así, por ejemplo, Holland, el médico de la
una plena aceptación por parte del mundo médico y científico, aunque luego cayeran en desgracia (p. reina Victoria, explicaba que los estados de «contradicción y desunión mental» estaban causados por
ej. la frenología). una disarmonía entre los dos hemisferios.

El interés por determinar las características de personalidad a partir de los rasgos faciales —la A partir de aquí, la frenología de Gall entronca con el uso de la hipnosis por parte de los
fisiognomía o fisiognómica— es muy antiguo. Ya en el siglo IV a. de C., Aristóteles defendía la fundadores de la psicopatología francesa (Jean Charcot, Pierre Janet) para examinar a los pacientes con
existencia de una relación entre las expresiones faciales y la manera de ser de los humanos. Aunque trastornos histéricos, y con el interés por el fenómeno de la personalidad múltiple mostrado por Morton
algunas remotas reminiscencias de la fisiognomía se pueden encontrar en la evaluación de la Prince, díscipulo estadounidense de Charcot. Posteriormente, algunos elementos de esta tradición,
personalidad contemporanea (p. ej., el Test de Szondi2), la influencia de esta pseudociencia ha sido más basada fundamentalmente en la idea de que distintas partes contradictorias de la naturaleza humana
bien escasa (véase Caro Baroja, 1988, para una revisión histórica completa de la fisiognomía). coexisten en un mismo individuo, tendría un exponente claro en la obra de Freud, y en algunos de los
arquetipos recogidos en la «psicología analítica» de Carl G. Jung como parte esencial de la estructura
de personalidad. Todos estos entronques se examinarán más adelane, dentro de la tradición psicológica.

Una segunda línea de pensamiento derivada de la frenología de Gall viene a completar este
2
E l T est de Szondi consiste en m ostr ar seis gr upos de fotogr afí as, de ocho fotogr afí as cada uno, apartado; se trata del hallazgo consistente en que algunos individuos que padecen accidentes que afectan
que r ecogen a pacientes psiquiátr icos con diagnósticos difer en tes (p. ej. , depr esión, m aní a o a ciertas zonas cerebrales modifican súbitamente sus estilos habituales de comportamiento. El primero
esquizofr enia catató nic a). E l sujeto debe seleccionar , de cada gr upo de fotos, las dos que m ás le
de estos estudios suele situarse hacia 1868, cuando Harlow describe por primera vez el caso de Phineas
gustan y las dos que m enos. E l supuesto que subyace tr as el test es que los r asgos faciales de los
pacientes que aparecen en las 24 fotos seleccionadas tienen un significado especial par a el sujeto y Gage, el ejemplo más conocido del cambio de personalidad como consecuencia de una lesión del lóbulo
que las necesidades y la per sonalidad del sujeto son par ecidas a las de los pacientes que aparecen en frontal (Kolb y Whishaw, 1986). Posteriormente empezaron a proliferar las descripciones por parte de
las fotos que m ás le gustar on y distintas a las de los pacientes que aparecen en las fotos que m enos médicos que atendían a los heridos en la guerra. Esta proliferación llevó a diversos intentos de
le gustar on.
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sistematización en los que se pretendía relacionar las diferentes alteraciones con distintas zonas No sería justo terminar este apartado sin hacer, aunque sólo sea una mención breve, al papel
cerebrales, inaugurando un área de trabajo en la que Kretschmer hizo su aportación pionera en 1956. del neurólogo británico Jackson (1835-1911) en la gestación de algunas de las ideas más fructíferas para
Es esta una línea de trabajo que llega hasta la actualidad, pero en la que parece haber poco interés desde la disciplina, ya que tanto el modelo de personalidad de Freud (Rapaport, 1967) como la misma teoría
la psicología de la personalidad. de los estratos a la que acabamos de referirnos tienen un antecedente inmediato y claro en él.

La importancia del estudio de este tipo de alteraciones radica no tanto en su interés clínico Las Tipologías Somáticas
per se, ni tampoco en un afán localizacionista por encontrar cuáles son las bases fisiológicas o
neuroanatómicas que sustentan la personalidad. Su interés estriba en la aportación que el conocimiento Estas tipologías defienden la existencia de fuertes relaciones entre los tipos físicos y los rasgos
de estas situaciones patológicas puede hacer a la comprensión de los fenómenos normales englobados de personalidad. La teoría tipológica del psiquiatra alemán Ernst Kretschmer (1888-1964) puede
bajo el nombre de «personalidad». Se trata pues, de un interés teórico, aun más, un interés por la considerarse como la tipología somática más representativa de esta línea del pensamiento médico. En
normalidad. Sea lo que sea ese concepto al que denominamos personalidad, lo que parece claro es que 1925 Kretschmer publicó «Constitución y Carácter» (Kretschmer, 1967), un libro en el que establecía
se trata de una función o conjunto de funciones altamente integradas en el adulto normal. Una posible tres tipos somáticos básicos en función del desarrollo de las estructuras musculares, óseas y
forma de obtener datos del funcionamiento de estas funciones es recurrir a aquellas situaciones en las epidérmicas: leptosomático, pícnico y atlético, y un cuarto tipo, el displásico, que hacía referencia a
que, por diversas razones, tales funciones no operan como se esperaría que lo hicieran, esto es, no formas somáticas anormales producidas por alguna alteración metabólica. Kretschmer afirmaba que
operan de manera normal. Los cambios repentinos de personalidad, frecuentemente observados en existía una relación probabilística entre los tipos somáticos y los trastornos mentales, de manera que un
pacientes con lesiones prefrontales y/o frontales, constituyen, en este sentido, un experimento natural leptosomático, si sufría un trastorno, tendería a desarrollar una psicosis esquizofrénica, el pícnico
en el que la naturaleza ha creado una situación semejante a la que el experimentador debería recrear en tendería a desarrollar una psicosis maníaco-depresiva y el atlético tendería a desarrollar una epilepsia.
su laboratorio para estudiar los fenómenos por separado (Sánchez-Bernardos, 1991). Posteriormente Kretschmer extendió sus hipótesis a las personas normales, postulando una relación
entre tipo somático y rasgos de personalidad, de forma que los leptosomáticos normales serían
Esta fuente adicional de datos empíricos ha sido tradicionalmente relegada en el campo de introvertidos, tímidos, idealistas y nerviosos, es decir, tendrían un temperamento esquizotímico,
la personalidad, pero hay razones para confiar en que ese tipo de estudios empezará a conocer tiempos mientras que los pícnicos normales serían gregarios, amables, joviales y con muchos cambios de humor,
mejores de la mano de los propios psicólogos de la personalidad. Por un lado, desde los años ochenta es decir, tendrían un temperamento ciclotímico.
se ha producido un fuerte acercamiento a los esquemas de trabajo de la psicología cognitiva, disciplina
en la que de manera explícita se reconoce tanto la importancia de esta línea de datos empíricos como Las ideas de Kretschmer, en especial su insistencia en la importancia de los factores
el hecho de que no pocas teorías se han beneficiado notablemente de ella. Por otro lado, desde la propia constitucionales y su propuesta de una relación entre constitución leptosomática e introversión, tuvieron
psicología de la personalidad se ha renovado el interés por los determinantes biológicos de la cierta repercusión posterior en la teoría factorialista que Hans Eysenck formuló en los años 40. En esa
personalidad y por los trastornos de personalidad. No cabe duda, de que estas tendencias auguran un misma década un discípulo estadounidense de Kretschmer, William Sheldon (1899-1977), desarrolló
futuro más prometedor para los estudios que examinan la relación entre personalidad y funcionamiento una tipología somática muy semejante a la de aquél, aunque basada en técnicas antropométricas más
cerebral, particularmente con las lesiones y enfermedades cerebrales. De hecho, recientemente Gruzelier objetivas y operativas que la de Kretschmer (Sheldon y Stevens, 1972). Sin embargo, al contrario de
y Mecacci (1992) han recogido algunos de los estudios empíricos realizados en los años 80 que lo que ocurrió con la teoría de Eysenck, que siguió desarrollándose y ganando en reputación científica
ejemplifican esta estrategia neuropsicológica de investigación en la personalidad. hasta llegar hasta nuestros días, la propuesta de Sheldon cayó en desgracia a principios de los años 50,
al menos dentro del ámbito de la psicología de la personalidad y de la psicología académica, como
Por último, la tercera derivación de las aportaciones de Gall es ya abiertamente una teoría de resultado de la aparición de varios estudios empíricos que no consiguieron confirmar su tipología
la personalidad, se trata de la teoría de los estratos de personalidad que se elaboró en Alemania en los somática (p. ej., Child, 1950; citado en Pelechano, 1993).
años 30. Es bien sabido que el trabajo de Gall entronca con la vieja psicología de las facultades; con él,
la concepción tripartita de la mente (conocimiento, sentimiento y acción) logró su máxima expresión, 1.3. La tradición psicológica
ya que dichas facultades en su grado más pormenorizado representaban la arquitectura funcional del
cerebro. El arraigo de la psicología de las facultades en Alemania, junto con los avances promovidos Por supuesto, la línea de pensamiento que guarda más relación con el origen de la psicología
en el estudio de la función cerebral culminaron en la teoría de los «estratos de personalidad» en la que de la personalidad es la que entronca con el origen de la Psicología como ciencia. Dentro del campo de
la tesis fundamental era que los diferentes estratos emergen a lo largo del desarrollo como aspectos la psicología científica hay tres enfoques de investigación distintas, cada uno con su propio
psicológicos estrechamente relacionados con la maduración de distintos estratos neurofisiológicos planteamiento de la observación y sus propios puntos fuertes y débiles: el enfoque clínico, el
(paleocortex, neocortex, etc.). Ni la parte psicológica, ni la parte neuroanatómica de estos emergentes correlacional y el experimental. Estos tres enfoques tienen su origen en disciplinas distintas, distintos
quedan anuladas con la aparición de estratos superiores, sino que estos últimos controlarán el bagajes culturales y en distintos objetos de investigación. El primer enfoque está unido al pensamiento
funcionamiento de los estratos inferiores. La revisión histórica que Gilbert (1973) ha llevado a cabo médico y ligado al origen de la psiquiatría y la neurología; el segundo está relacionado con el
sobre esta teoría, señala su influencia en las formulaciones de Kurt Lewin y Gordon Allport. Asimismo, pensamiento evolucionista y las ciencias biológicas, y el tercero proviene de la línea de pensamiento
es evidente el «espíritu de familia» que dicha teoría mantiene con el modelo de personalidad tripartita filosófico y fisiológico. Los tres enfoques tienen su origen en los años finales del siglo XIX y aunque
de Sigmund Freud. evolucionaron de forma algo independiente, los tres abordaron el estudio de la personalidad y
cimentaron las bases de la psicología de la personalidad como disciplina.
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1.3.1. La tradición clínica investigadores más eminentes en el campo de la personalidad indica que Freud es el autor al que más
páginas dedican los manuales de la disciplina, con una gran diferencia sobre el segundo autor, Rogers
La figura que quizás puede servir de punto de unión entre la tradición médica y la psicológica (Mayer y Carlsmith, 1997). Freud fue una de las figuras intelectuales más importantes del siglo XX, y
de enfoque clínico es Jean Martin Charcot (1825-1893), el neurólogo francés que aventuró las primeras su impacto en nuestro sociedad puede equipararse al que tuvieron personas como Sartre o Einstein.
hipótesis psicológicas sobre el origen de los problemas histéricos y utilizó la hipnosis para su Freud concibió su creación intelectual, el psicoanálisis, como una teoría de la personalidad, un método
tratamiento. Amén de estas aportaciones, la importancia de la figura de Charcot en la historia de la terapéutico y un método de observación (Freud, 1923). En los dos primeros sentidos es como tuvo
psicología de la personalidad radica en haber sido el maestro de otros tres grandes médicos: Pierre Janet mayor influencia, no sólo en el campo de la personalidad, sino también en los de la psicopatología y
(1859-1947), Morton Prince (1854-1929) y Sigmund Freud (1856-1939). la psicoterapia. De hecho, el enfoque psicoanalítico de Freud es uno de los máximos responsables de
que la disciplina que nos ocupa empezara su andadura partiendo de intereses fundamentalmente
Janet continuó los estudios de Charcot sobre los trastornos histéricos y el uso de la hipnosis, clínicos. Aunque es muy difícil hacer una valoración del legado de Freud a la psicología de la
los cuales le llevaron a postular la existencia en la histeria de «ideas fijas» disociadas de la conciencia personalidad en unas pocas líneas, se pueden señalar una serie de áreas en las que su influencia fue
que producían los síntomas histéricos. Las ideas de Janet sobre la disociación en la histeria tuvieron máxima: el interés por los trastornos neuróticos como manifestaciones exageradas de pautas de
cierto impacto en figuras como William James o Morton Prince, pero fueron abandonadas durante un comportamiento normal; la reivindicación de la noción de inconsciente como sustrato de los procesos
largo período de tiempo (cf. Kihlstrom, 1990; Kihlstrom, Barnhardt y Tataryn, 1995). Sin embargo, en psicológicos; el énfasis en los aspectos motivacionales (instintos) del comportamiento, y el interés por
los años ochenta sus teorías fueron reavivadas por los psicólogos cognitivos y de la personalidad el desarrollo de la sexualidad en la infancia.
interesados en los procesos inconscientes (p. ej., la teoría neodisociativa de la conciencia dividida de
Hilgard, 1986, 1992, y el inconsciente cognitivo de Kihlstrom, 1990; Kihlstrom, Glisky y Angiulo, Por supuesto, al legado directo de Freud hay que añadir el de sus primeros discípulos,
1994). fundamentalmente, aquellos que rompieron con él y fundaron sus propias escuelas de pensamiento. En
El estadounidense Prince tiene particular importancia para el campo de la personalidad por 1911 Alfred Adler (1870-1937) abandonó la Sociedad Psicoanalística de Viena y fundó su propio grupo
tres razones. Primero, publicó un libro en el que presentaba una detallada descripción de la de discusión. La psicología individual de Adler, que hacía hincapié en los determinantes sociales de la
sintomatología y del tratamiento de personas con personalidad múltiples, y que es considerado un personalidad y en el papel de la constelación familiar, influyó de manera importante en teóricos
clásico en el estudio de este trastorno (Prince, 1906). El fenómeno de la personalidad múltiple despertó psicoanalíticos posteriores (p. ej., los psicólogos del ego y los neo-freudianos). Por otro lado, son
un gran interés entre los círculos médicos y filosóficos de la época. La obra de Stevenson «Dr. Jekyll muchos los autores que ven la obra de Adler como pionera en el estudio cognitivo de la personalidad
y Mr. Hyde» sería uno de sus más famosos ejemplos. Las ideas de Prince fortalecieron los puntos de al utilizar conceptos como el de «estilo de vida» y concebir el «self» (yo) dinámicamente, como
vistas fragmentistas sobre la naturaleza humana y, precisamente, la emergencia de la psicología de la constructor de la propia vida (Avia, 1986; Forgus y Shulman, 1979).
personalidad en los años 30 y su vinculación a la idea de globalidad y unidad, se ha visto como una
reacción frente al fragmentarismo imperante en esa época, y al que el interés por la personalidad En 1913 Carl Jung (1875-1961) rompió relaciones con Freud y desarrolló su propia teoría,
múltiple servía de acicate (Burnham, 1989; Sánchez-Bernardos, 1989). Por otro lado, este trastorno ha la cual al final llegó a ser conocida como psicología analítica. El influjo de Jung en la evaluación e
generado mucha investigación en los últimos años, en parte porque se piensa que ha habido un aumento investigación de la personalidad también es fácilmente reconocible. Como se verá más adelante, Henry
significativo del número de casos, pero, fundamentalmente, porque constituye un fenómeno excepcional Murray, uno de los padres de la disciplina, trató de llevar las ideas de Jung a las arenas de la psicología
para estudiar las relaciones entre personalidad, memoria y conciencia (Dennett, 1991). académica. Más recientemente, la tipología de Jung condujo al desarrollo de un cuestionario, el
Indicador de Tipos de Myers-Briggs (Myers, 1943, 1975; citado en Myers y McCaulley, 1985), que es
Una segunda razón para la importancia de Prince es que fue el fundador de la Clínica actualmente uno de los instrumentos más populares para la evaluación de la personalidad en poblaciones
Psicológica de Harvard en 1927, la cual, como se explicará más adelante, tuvo un importante papel en no clínicas.
la creación de la psicología de la personalidad como disciplina independiente. La tercera razón es que
Prince también fundó en 1906 una revista científica dedicada a la publicación de investigaciones sobre Por último, parece justo señalar que en 1920, Herman Rorschach (1884-1922) publicó su
procesos sociales, de personalidad y psicopatológicos, revista que, a la postre, se ha convertido en la famoso test de manchas de tintas, el Test de Rorschach (1967), diseñado para evaluar la personalidad
publicación periódica de mayor tirada e impacto en esos tres campos, aunque escindida en dos revistas desde el punto de vista freudiano. Este test pronto se convirtió en el impulsor, directa o indirectamente,
distintas. Originalmente, la publicación fundada por Price se denominó «Journal of Abnormal de otros métodos proyectivos que aparecieron en años posteriores, y en el instrumento por excelencia
Psychology», para posteriormente, en 1922, llamarse «Journal of Abnormal and Social Psychology». de los enfoques psicoanalíticos de la personalidad, tanto en el ámbito clínico como en el de la
Dado el volumen de trabajos que tenía que absorber, en 1965 el contenido de la revista se divide en dos: investigación. La importancia del test de Rorschach en la evaluación de la personalidad sólo es
la investigación sobre psicopatología quedó en la revista original que recupera el título que tenía en comparable a la que tuvo más adelante el Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI). De
1922, «Journal of Abnormal Psychology», y la investigación sobre psicología social y de la hecho, aún hoy en día es el segundo instrumento más utilizado por los psicólogos clínicos y el segundo
personalidad fue redirigida a una nueva revista denominada «Journal of Personality and Social que más investigaciones genera, sólo superado por el MMPI (Butcher y Rouse, 1996).
Psychology».
1.3.2. La tradición correlacional
El tercer alumno de Charcot, Freud, fue el que más influyó en el desarrollo de la psicología
de la personalidad. Y aún sigue haciéndolo. Un estudio publicado este mismo año sobre los Más o menos al mismo tiempo que Charcot realizaba sus estudios sobre la histeria, el inglés
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Francis Galton (1822-1911) llevaba a cabo sus estudios sobre las diferencias individuales, su medida Al mismo tiempo que estas investigaciones se desarrollaban en EE. UU. y Francia, el filósofo
y el papel de la herencia en ellas. Notablemente influido por la teoría de Darwin, de quien era primo y psicólogo holandés G. Heymans (1857-1930) y sus colegas —principalmente E. Wiersma—
lejano, Galton inició algunas de las nociones básicas de lo que más adelante se conocería como enfoque publicaron varios trabajos que pueden considerarse como el primer análisis estadístico y empírico de
correlacional de la personalidad: el énfasis en las diferencias individuales y su medida, el uso de tests la personalidad. En sus estudios publicados entre 1906 y 1909, Heymans y sus colegas administraron
objetivos de laboratorio, escalas de valoración y cuestionarios, la utilización de gran cantidad de sujetos, escalas de valoración de rasgos a miles de individuos (quienes eran evaluados por sus propios doctores),
y el interés por la herencia de los atributos humanos. Dada la popularidad de este enfoque en nuestros analizaron los datos con coeficientes de asociación y llegaron a aislar tres rasgos más generales, de los
días, es de justicia admitir que, al menos en parte, se ha cumplido la predicción que Allport hizo en cuales uno es equiparable a neuroticismo y el otro a extraversión (Eysenck y Eysenck, 1985; Pelechano,
1937 de que la idea de Galton «parece destinada a dominar la psicología de la personalidad durante el 1993). Además, diseñaron tests objetivos de laboratorio para probar los supuestos mecanismos que
siglo XX» (Allport, 1937, p. 97). subyacían tras esos dos rasgos, en lo que quizás sea el primer intento de integración de la investigación
correlacional y experimental en el campo de la personalidad. La influencia más importante del trabajo
Galton concentró sus esfuerzos en medir las diferencias en lo que él mismo llamó «facultades de estos holandeses se puede reconocer en la teoría factorialista que Hans Eysenck elaboró 40 años
intelectuales», pero también estaba interesado en la medición de las características de personalidad y, después. Eysenck ha reconocido abiertamente su deuda intelectual con ellos y ha descrito con detalle
de hecho, fue el iniciador de su medida, de lo que él denominaba rasgos del «carácter». Por ejemplo, su trabajo (Eysenck, 1970; Eysenck y Eysenck, 1985).
diseñó técnicas de muestreo de conductas basadas en la observación de las personas en situaciones
sociales comprometidas y también sugirió el uso de la técnica de asociación de palabras para evaluar De esta forma, cuando se inició la I Guerra Mundial, la evaluación de la personalidad contaba
la personalidad (sugerencia que luego recogieron Emil Kraepelin y Carl Jung). Para Galton el carácter ya con un bagaje técnico digno de tenerse en cuenta. Por tanto, no es de extrañar que en los EE. UU.
era un conjunto de características generales y estables del sujeto, cuantitativas y, por tanto, susceptibles se estableciera un comité de psicólogos dentro del Departamento Médico del Ejército cuyo objetivo era
de medida, y con base biológica. Su punto de vista sobre la personalidad, muy semejante al de algunas desarrollar tests de inteligencia y personalidad para clasificar a los reclutas y seleccionar a los aspirantes
concepciones más modernas, quedó expresado de la siguiente manera: «El carácter que conforma a oficiales. Este trabajo finalizó en 1919 con la creación de un inventario de personalidad diseñado para
nuestra conducta es «algo» definido y duradero, y, por tanto,... es razonable intentar medirlo» (citado detectar a los reclutas con problemas emocionales, la Hoja de Datos Personales de Woodworth. Este
en Lanyon y Goodstein, 1982, p. 6). cuestionario de papel y lápiz pasa por ser el primer inventario colectivo y estandarizado de personalidad.
En resumen, hacia 1920 existía ya un cuerpo importante de inventarios de personalidad. Dichos
Galton estableció un laboratorio antropométrico para medir a las personas en diversas inventarios estaban elaborados a partir de dos líneas de trabajo diferentes y complementarias que han
características físicas y psicológicas, llegando a evaluar a miles de individuos con múltiples llegado hasta nuestro días: una línea de trabajo que procede del estudio de las diferencias individuales,
instrumentos. Para establecer relaciones entre los datos que encontró desarrolló la idea de una medida y otra que procede de la evaluación clínica relacionada con aspectos psicopatológicos (Goldberg, 1971).
cuantitativa de la asociación entre dos conjuntos de datos. En 1896, un discípulo de Galton, Karl La confluencia de ambas línea ofreció la base técnica necesaria para la aparición de las teorías
Pearson rebautizó definitivamente el concepto de su maestro dando lugar al procedimiento estadístico factorialistas y de rasgos décadas más adelante. En este sentido, Jackson y Paunonen (1980) han
conocido hoy como coeficiente de correlación producto-momento de Pearson. señalado la importancia que tuvieron para el desarrollo de tales teorías y de la psicología de la
personalidad en general, la creación de los inventarios de personalidad con múltiples escalas, la
El trabajo de Galton sobre la medición de las diferencias individuales en las capacidades elaboración de los métodos empíricos de construcción de tests, y el establecimiento de la teoría de tests
mentales lo continuó otro psicólogo inglés, Charles Spearman (1863-1945), quien se propuso como disciplina independiente. Una perspectiva histórica más detallada sobre el desarrollo de los
determinar si existía una inteligencia general o factor g o si las diferencias en los tests de inteligencia métodos de evaluación en psicología de la personalidad puede encontrarse en Craik (1986).
se debían a diferencias en capacidades intelectuales múltiples e independientes. Para hacer esto creó el
procedimiento estadístico denominado análisis factorial. Este procedimiento, como se verá más 1.3.3. La tradición experimental
adelante, fue fundamental para el desarrollo de las teorías factorialistas (de rasgos) de la personalidad.
Aunque la historia le recuerda por sus trabajos sobre el análisis factorial y la inteligencia, Spearman Aproximadamente al mismo tiempo que Charcot y Galton realizaban sus investigaciones en
también se adentró en el estudio de los rasgos de personalidad y, de hecho, fue el primero que demostró Francia e Inglaterra, respectivamente, Wilhelm Wundt (1832-1920) establecía el primer laboratorio de
la existencia de los dos factores de neuroticismo y extraversión, en su terminología los factores «w» y psicología experimental en Alemania. Wundt concibió a la Psicología como una ciencia experimental
«c», respectivamente (Eysenck, 1995). similar en sus procedimientos a los que se utilizan en las ciencias naturales y centrada en la experiencia
inmediata. Aunque su principal aportación a la psicología de la personalidad fue sentar las bases del
El pionero del estudio de las diferencias individuales en los Estados Unidos de América fue método experimental aplicado a la Psicología en general, también se ocupó de temas más
James McKeen Cattell (1860-1944) quien durante algún tiempo había trabajado con Galton. J. M. específicamente relacionados con los objetivos de la disciplina dentro de la tradición de los
Cattell publicó en 1890 una batería que incluía medidas de inteligencia y de personalidad, poniendo en temperamentos. Así, fue el primer psicólogo en considerar el viejo concepto de temperamento griego
circulación el término «test». Otro hito importante en la medida de la personalidad lo constituyó el como dimensiones, en lugar de categorías. Para Wundt las diferencias individuales representadas por
trabajo de Alfred Binet (1857-1911) en Francia. Aunque sus estudios se centraron en el famoso test de los cuatro temperamentos clásicos se basaban en diferencias en la velocidad de excitación emocional
inteligencia que lleva su nombre —la Escala de Inteligencia Binet-Simon publicada en 1905—, sus (rápido o de gran variación frente a débil o de menor variación) y en la intensidad de la respuesta (fuerte
avances en la medición de la inteligencia espolearon hasta cierto punto la creación de nuevos frente a débil): «Los coléricos y los melancólicos tienden a afectos fuertes, mientras que los sanguíneos
instrumentos de evaluación de la personalidad. y los flemáticos se caracterizan por los débiles. Se da un margen de variación mayor en sanguíneos y
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coléricos, y menor en melancólicos y flemáticos» (Wundt, 1903, p. 384; citado en Eysenck y Eysenck, mente estudie mediante métodos exclusivamente objetivos la conducta manifiesta, lo observable. Para
1985). Watson, la Psicología era, en definitiva, el estudio del desarrollo de conexiones estímulo-respuesta (E-
R). Tras un período de asentamiento y difusión, el movimiento conductista se consolida en 1930 como
La aplicación del método experimental a la Psicología se fue consolidando con las el enfoque dominante en la psicología académica afectando así a todas las áreas de investigación,
investigaciones de Hermann Ebbinghaus (1850-1909) sobre memoria. Ebbinghaus acentúo el control incluyendo la naciente psicología de la personalidad (Yela, 1980). Como se expone más adelante, la
experimental en los estudios utilizando, por ejemplo, sílabas sin sentido, y trato de establecer leyes de influencia del conductismo en la disciplina será patente de dos formas totalmente contrapuestas: entre
funcionamiento de la memoria aplicables a todas las personas como, por ejemplo, «curvas de olvido» los años 30-60 fomentó la elaboración de teorías de la personalidad basadas en el modelo E-R de Clark
que ignoraban las diferencias individuales. Hull y, en general, en los principios del condicionamiento clásico y operante, mientras que entre los
años 60-80 propició una crítica apasionada a la psicología de la personalidad, llegando a poner en duda
Al mismo tiempo que Ebbinghaus realizaba sus estudios experimentales en Alemania, en la utilidad del concepto de personalidad y alguna de sus características más básicas: la estabilidad y
Rusia, el fisiólogo Ivan Pavlov (1849-1936) estaba llevando a cabo sus estudios experimentales sobre consistencia conductual.
condicionamiento clásico. Estas investigaciones, en las cuales Pavlov manipulaba los estímulos que
apareaba buscando las relaciones causales entre éstos y las respuestas de los sujetos, reforzaron aun más
la utilidad del método experimental para explicar la conducta humana, máxime cuando de ellas se 2. El surgimiento académico de la disciplina (1930-1940)
derivaron leyes generales de aprendizaje que se aplicaban tanto a los animales como a los humanos.
Curiosamente, el primer informe sobre la teoría de los reflejos condicionados fue una ponencia que En los años 30 hay varios hechos que indican el surgimiento de la psicología de la
Pavlov presentó en el Congreso Internacional de Medicina celebrado en Madrid en 1903 (García-Vega, personalidad como disciplina científica independiente. Primero, en 1932 aparece la primera revista
1985). dedicada específicamente al estudio de la personalidad, «Character and Personality», con el objetivo
explícito de unir los estudios alemanes sobre el carácter con los estudios británicos y americanos sobre
Amén de este respaldo al método experimental en Psicología y del desarrollo de las leyes de las diferencias individuales, incorporando trabajos correlacionales, experimentales, estudios de casos
condicionamiento clásico, vale la pensa destacar otras dos aportaciones de Pavlov al campo de la y discusiones teóricas. Posteriormente, en 1945, tras la pérdida de valor científico del término
personalidad. Primera, su estudio de los efectos del condicionamiento discriminativo a estímulos «carácter», la revista cambia su título por el de «Journal of Personality», nombre con el que se la
conflictivos en los perros («neurosis experimental») y su extrapolación para explicar fenómenos de la conoce actualmente, siendo la única revista que ha seguido sin interrupción hasta nuestros días
personalidad tan importantes como el conflicto y el desarrollo de los trastornos emocionales. Segunda, publicando trabajos sobre personalidad.
su estudio de la relación entre las diferencias individuales en los perros y el condicionamiento de las
respuestas, y su extrapolación a una tipología humana basada en las propiedades del sistema nervioso: Segundo, entre los años 30 y 40 existe un grupo de profesionales influyentes y reconocidos
fuerza, movilidad y equilibrio (Pavlov, 1972). Esta tipología influyó decisivamente en las teorías que, siguiendo el análisis de Danziger (1979) sobre el origen social de las nuevas ciencias, tiene acceso
biológicas de la personalidad elaboradas posteriormente por sus discípulos soviéticos, B. M. Teplov y a los círculos ya existentes en los que se mueve la psicología académica, se encarga de definir los roles
V. D. Nebylitsyn, por la escuela polaca liderada por Jean Strelau y por J. A. Gray y su equipo en de los psicólogos de la personalidad, demarcar sus actividades frente a los psicólogos dedicados a otras
Inglaterra (Sandín, 1985b). Es más, una de las áreas de investigación más importantes actualmentes es áreas, y crear una cierta identidad profesional (Avia, 1988). Danziger considera que para que se
la de los determinantes biológicos de la personalidad y, dentro de ella, juega un papel muy importante reconozca científicamente el valor de unas nuevas ideas y, por tanto, se den los pasos para la formación
la teoría regulativa del temperamento de Strelau. de una nueva disciplina, es necesario la existencia de un grupo profesional que demarque sus
atribuciones frente a otros colegas y, a su vez, defina las normas de trabajo para sí mismo. Este grupo
En 1912 Max Wertheimer publica un artículo titulado «Estudio Experimental sobre la Visión profesional apareció en los años 30 alrededor de la Universidad de Harvard, siendo sus figuras más
del Movimiento» que señala el comienzo de la escuela de la gestalt (García-Vega, 1985) y en el que se importantes Gordon Allport, Henry Murray y Kurt Lewin, a los que justamente se les ha denominado
concibe a la experiencia perceptiva (p. ej., el movimiento aparente) como un todo no analizable en sus los padres de la psicología de la personalidad (Avia, 1988).
partes. Esta actitud, que prima la totalidad frente al análisis de las partes, tendrá su máximo valedor en
el campo de la personalidad en uno de los considerados «padres» de la disciplina, Kurt Lewin, pero En 1922 Allport se había doctorado en la Universidad de Harvard con el primer estudio
también afectó a los otros dos fundadores de la psicología de la personalidad, Henry Murray y Gordon estadounidense sobre los rasgos de personalidad y, tras viajar becado a Europa, volvió a Harvard para
Allport. Los tres defendieron la idea de que el individuo debe ser estudiado como un todo coherente y desarrollar e impartir en 1924 lo que se considera el primer curso sobre personalidad para estudios de
no en términos de partes desconectadas. Peterson (1988) ha resumido la influencia de la gestalt en la licenciatura en los EE. UU.: «Personality: Its Psychological and Social Aspects» (Allport, 1968). Este
psicología de la personalidad en los siguientes puntos: (a) la teoría de campo como marco explicativo, primer esfuerzo de incluir la psicología de la personalidad en el currículum académico no cae en el
(b) el énfasis en las relaciones, (c) la concepción de personalidad como unidad y con carácter integrador, vacío y es rápidamente seguido por muchos psicólogos en la década siguiente, de manera que la
y (d) la atención al modo peculiar en que cada individuo considera la realidad. necesidad de un libro de texto adecuado para ese tipo de cursos es ya evidente a mediados de los años
30 (Craik, 1993; Stagner, 1993). En 1926 Allport se trasladó a la Universidad de Dartmouth, pero en
Un año después del inicio oficial de la escuela de la gestalt, John B. Watson (1878-1958) 1930 regresó de nuevo a Harvard, esta vez para siempre, siendo junto a Murrary uno de los impulsores
publica el artículo «Psychology as the Behaviorist Views It», considerado el manifiesto fundacional del de la creación en esta Universidad del Departamento de Relaciones Sociales, el cual combinaba
conductismo (Watson, 1913). En ese artículo, Watson propone una nueva Psicología que en vez de la programas de las licenciaturas de psicología, sociología y antropología en el espíritu de los estudios
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interdisciplinares que tanto Allport como Murray defendieron. parte de sus estudios experimentales sobre conflicto, frustración y nivel de aspiración, supuso la
introducción del método experimental en el estudio de la personalidad.
En 1927, Morton Prince, un alumno del neurólogo francés Jean Charcot, había establecido
en la Universidad de Harvard una clínica psicológica. Tras su muerte en 1928, Murray sucedió a éste Un par de años después, en 1937 se publica la primera edición del libro de Allport
en la dirección de la clínica, y desde esta posición lideró a un grupo de psicólogos interesados en «Personality: A Psychological Interpretation». La publicación de este texto marca un hito en el
estudiar a los individuos intensivamente por medio de la combinación de datos obtenidos a través de surgimiento académico de la disciplina y, de hecho, para muchos psicólogos de la personalidad
entrevistas, cuestionarios, medidas proyectivas como el Test de Apercepción Temática (TAT) y pruebas representa la fecha de nacimiento de la misma (véanse las contribuciones al libro de Craik et al., 1993).
situacionales, además de proporcionar a otros psicólogos el clima para la integración de la investigación Efectivamente, el libro de Allport representa un esfuerzo por definir una nuevo disciplina: la psicología
clínica con la proveniente de la psicología académica. de la personalidad. El mismo Allport concebía su texto como «una guía que definirá el nuevo campo
de estudio —una que articulará sus objetivos, formulará sus estándar, y comprobará el progreso
Lewin no perteneció al claustro de profesores de Harvard, sino que desarrolló sus programas realizado hasta ahora» (1937, p. vii), y en su posterior autobiografía, decía al respecto: «No escribí el
de investigación en personalidad fundamentalmente en la Universidad de Cornell y en la de Iowa. Sin libro para ninguna audiencia en particular. Lo escribí simplemente porque creía que tenía que definir
embargo, coincidió en varias ocasiones con Allport y Murray en los seminarios sobre personalidad que el nuevo campo de la psicología de la personalidad tal y como yo lo veía (1968, p. 394). Con este
se celebraron en Harvard entre los años 30 y 40, y, de hecho, durante algún tiempo Lewin impartió sus objetivo en mente, Allport trata de articular y justificar la identidad de un nuevo campo de estudio
clases en el cercano Instituto Tecnológico de Massachusetts (Smith, 1971). exponiendo sus particularidades dentro de un amplio contexto histórico e interdisciplinario, para,
posteriormente, establecer la naturaleza de sus conceptos básicos revisando más de 49 definiciones del
Tercero, a mediados de los años 30 aparecen los primeros textos de psicología de la término «personalidad» antes de acuñar su propia definición: «Personalidad es la organización dinámica
personalidad. Por supuesto, antes de esos años ya había una importante literatura sobre la personalidad. dentro del individuo de aquellos sistemas psicofisiológicos que determinan sus ajustes únicos a su
A. Roback presentó en 1927 una bibliografía de más de 2.200 títulos que trataban sobre la personalidad; ambiente (Allport, 1937, p. 48). Cada palabra en esta definición que tanto impacto tendrá en psicólogos
sin embargo, la mayoría de ellos eran obras literarias o tenían un cariz muy especulativo. Muy pocos posteriores, como así lo atestiguan las referencias frecuentes a la misma en la literatura, fue elegida con
presentaban investigaciones empíricas —aunque los estudios de casos eran comunes—, e incluso cuidado y refleja los temas que eran importantes para Allport y que, como se vió en los Temas 1 y 2,
muchos menos se enmarcaban dentro de las líneas teóricas principales de la Psicología como ciencia aun siguen vigentes en la disciplina. La personalidad es organizada (estructurada), dinámica
(Stagner, 1993). Del catálogo de Roback, tan solo los títulos de Freud, Jung y Adler han pervivido hasta (cambiante, motivacional y autorreguladora), psicofísica (implicando la integración de la mente y el
nuestros días como obras influyentes. Otros textos no recogidos por Roback y publicados antes de cuerpo), determinada (estructurada por el pasado y predispuesta para el futuro), única (para cada
mediados de los años 30 abordaron el tema de la personalidad, pero su énfasis se centraba en la individuo) y ajustada al ambiente (un modo de supervivencia con significación evolucionista y
psiquiatría y la psicología clínica. En este sentido, por ejemplo, se pueden mencionar los escritos de funcional). Para estudiar la personalidad así concebida, Allport alentó la utilización de los métodos de
Charcot, Janet, Prince o Rorschach. la psicología académica, pero también la utilización de otras técnicas que fueran apropiadas para
entender el carácter único de cada persona. De hecho, Allport es el precursor de orientaciones tan
Es en 1935 cuando se publica el primer texto centrado exclusivamente en presentar una teoría dispares como las factorialistas y las fenomenológicas/humanistas, de forma que aún aceptando la
psicológica de la personalidad: el libro de Lewin «A Dinamic Theory of Personality», en el que presenta existencia de algunos rasgos comunes, había destacado siempre la idea de la persona como un todo que
su «teoría de campo», teoría que ha tenido una gran repercusión en los defensores modernos de un se distinguía por poseer un patrón único e integrado de adaptación, y de la cual le interesaba las
modelo interactivo. Bajo la influencia de las teorías gestálticas de Wertheimer y Kohler, Lewin concibe experiencias que percibía en el presente (su yo o proprium fenomenológico) y sus rasgos individuales
a la persona y al ambiente como aspectos diferenciados de una gestalt contemporánea —un campo de (la forma particular en que los rasgos se concretan en la vida de cada individuo en particular).
fuerzas que asume una forma característica en un momento particular—. Así, Lewin define el «espacio
vital» como la totalidad de hechos que determinan la conducta de un individuo en un momento En el mismo año de la publicación del libro de Allport aparece también el texto de Ross
determinado, e incluye tanto a la persona como al ambiente psicológico —el ambiente tal y como la Stagner «Psychology of Personality» (1937). Aunque este libro tuvó dos ediciones posteriores (1948,
persona lo percibe—. Por tanto, este espacio vital incluye todos los factores motivacionales movilizados 1961), su influencia en el campo fue mucho menor que el de Allport, pero al igual que este último, el
y activos en un momento dado y los factores cognitivos importantes en ese momento, manual de Stagner presentaba a la psicología de la personalidad como un área de estudio coherente y
independientemente de que sean o no correctos (imágenes, percepciones, metas y vías para conseguir distinto de otros campos psicológicos, tratando de ofrecer «un conjunto sistemático de conceptos sobre
esas metas). En consonancia con los planteamientos lewinianos, muchos estudios de rasgos y motivos los cuales enmarcar la psicología de los rasgos, los procedimientos de medida, etc.» (Stagner, 1937, p.
realizados más recientemente han subrayado la importancia del ambiente psicológico (p. ej., viii). Por otro lado, el manual de Stagner trataba, al igual que el libro de Allport, de estar más cerca de
Magnusson, 1980; Mischel, 1984). Para representar el espacio vital, Lewin sólo tiene en cuenta los la psicología académica que de la psicología clínica. De hecho, Stagner ofrecía en la primera edición
factores presentes que pueden causar la conducta actual, es lo que denomina el principio de de su manual una explicación estrictamente conductista de los principales fenómenos que engloba el
«contemporaneidad» (Lewin, 1935). Según Lewin, ni el pasado ni el futuro, por definición, existen en concepto de personalidad, utilizando para ello las teorías de Watson y Hull.
el momento actual y por tanto ninguno de los dos pueden tener un efecto en el presente. La historia
pasada de un individuo sólo es relevante si contribuye al modo en que éste percibe la situación actual. Al año siguiente de la publicación del libro de Allport, aparece otra obra que también marcará
En resumen, «para Lewin, la persona es el espacio vital. La pregunta más importante para él sería: ¿cuál un hito en la historia de la psicología de la personalidad, aunque desde un punto de vista diferente, con
es la situación?» (Smith, 1971, p. 360). Por otro lado, la obra de Lewin, en la cual éste resumía buena un énfasis en la psicología clínica y en los aspectos emocionales y motivacionales: «Explorations in
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Personality» de Murray (1938). Murray acuñó el término personología para referirse al estudio aprendizaje. El propio Freud desautorizó los primeros intentos de Sears (cf. Pelechano, 1993). Sin
interdisciplinario único del individuo, al estudio detallado y cuidadoso de «vidas humanas y los factores embargo, la influencia de los trabajos de Miller y Dollard se dejó notar en una parte importante de las
que influyen en su curso». Fuertemente influido por los conceptos psicoanalíticos de Freud y, investigaciones longitudinales y transculturales que se realizaron en la década posterior sobre
especialmente, por los de Jung, Murray trató de integrar la riqueza clínica de tales conceptos con el personalidad y prácticas de crianza infantil (p. ej., Sears, Maccoby y Levin, 1957; Whiting y Child,
valor de los métodos experimentales y estadísticos de la psicología académica en un esfuerzo por 1953).
entender a la persona como un todo, lo cual suponía entender su historia, ya que, como Allport
acertadamente resumía, «para Murray, la personalidad es la historia vital» (Smith, p. 360, 1971). Ese También entre los años 40 y 50 aparecen las primeras teorías factoriales de la personalidad
esfuerzo por abarcar la capacidad integradora de lo clínico y el rigor de lo experimental se tradujo en basadas en el uso de calificaciones y cuestionarios como fuentes de datos de personalidad, en el uso del
la utilización de equipos diagnósticos en los que varios observadores estudiaban al mismo sujeto y análisis factorial como técnica estadística y en el concepto de rasgo como unidad fundamental de la
luego integraban sus hallazgos en un diagnóstico final, y en la utilización de muy diversas pruebas de personalidad. Un claro exponente de estas teorías factoriales es el trabajo de J.P. Guilford y sus
evaluación de la personalidad, las cuales iban desde el TAT —prueba que el mismo Murray diseñó en colaboradores (1959; Guilford y Zimmerman, 1949). Para Guilford, «la personalidad de un individuo
colaboración con C.D. Morgan para desentrañar los procesos inconscientes— hasta pruebas es su patrón único de rasgos» (1959, p. 5), y de ahí que iniciara uno de los programas de investigación
situacionales bajo condiciones controladas —para así evaluar las conductas manifiestas— o más amplios y continuados en el tiempo dirigidos a la búsqueda de los rasgos básicos de personalidad.
cuestionarios y entrevistas —más centradas en los aspectos conscientes—. La importancia de la Para Eysenck, «la gran contribución de Guilford fue haberse dado cuenta de que las intercorrelaciones
dimensión temporal de la conducta, el énfasis en un enfoque holista e interdisciplinar de la personalidad entre los ítems de los inventarios, y el análisis factorial de esas correlaciones, constituyen pasos
y los estudios longitudinales que estudian al individuo a través de etapas importantes de su historia, indispensables en el aislamiento de factores de personalidad estables, y en la construcción de
aspectos todos defendidos especialmente por Murray, son actualmente reivindicados y constituyen parte cuestionarios apropiados» (1995, p. 243). Tras múltiples análisis factoriales, muchos de ellos a partir
del importante legado de este padre de la psicología de la personalidad. de su propio cuestionario, «The Guilford-Zimmerman Temperament Survey» (Guilford y Zimmerman,
1949), Guilford llegó a aislar 11 factores principales intercorrelacionados entre sí y que descansan a su
3. La formulación de las grandes teorías (1940-1950) vez en cuatro factores de segundo orden. A pesar de su impresionante trabajo, su teoría no ha sido tan
influyente como las de otros dos psicólogos factorialistas: Raymond Cattell y Hans Eysenck.
El período que va desde 1940 hasta 1950 se caracterizó por la formulación de buena parte de
los grandes sistemas y teorías de la personalidad que aun hoy siguen teniendo gran influencia en la A mediados de los años 40 Cattell (1946, 1950) desarrolla un sistema comprensivo de la
disciplina, al menos en los libros de textos, aunque sólo una o dos mantienen su vigencia en la labor de personalidad basado en conceptos de autores tan dispares como McDougall, Freud, Lewin, Murray y
investigación —la de Eysenck y, en menor medida, la de Cattell—. En general, en ese período hubo una Allport, pero centrado en la búsqueda de una taxonomía útil de rasgos de personalidad que permita
intensa labor teórica en todas las áreas de la Psicología. Por ejemplo, entre 1930 y 1950, numerosos predecir la conducta de un individuo en una situación determinada. Así, la naturaleza interactiva de la
psicólogos conductistas, entre los que sobresalen Hull, Tolman, Guthrie y Skinner, abordan la tarea de conducta se expresa de forma matemática en la ecuación de especificación de Cattell: una combinación
construir nuevas teorías que tratan de depurar las ideas de Watson (Yela, 1980). En este contexto, y una lineal de índices cuantitativos de rasgos, roles y estados, ponderados de acuerdo a su relevancia en la
vez que la disciplina se establece y reconoce, los psicólogos de la personalidad se dedican a elaborar situación actual. A partir de los trabajos anteriores de Allport (Allport y Odbert, 1936), encaminados
grandes teorizaciones que sirvan de marcos de referencias de los demás datos psicológicos. «El a aislar los rasgos de personalidad a partir de los descriptores de personalidad encontrados en la lengua
psicólogo de la personalidad va a funcionar durante este tiempo como el individuo romántico que trata inglesa, y a partir del análisis factorial de las respuestas de grandes cantidades de sujetos a miles de
de integrar datos muy dispares que provienen de muchas ramas de la Psicología, asumiendo la disciplina ítems de cuestionarios, Cattell encontró 16 factores de personalidad que representan una de sus
cierta responsabilidad integradora» (Avia, 1988, p. 9). contribuciones más vigentes en la actualidad, fundamentalmente a partir de la popularidad alcanzada
por los tests que diseñó para su medida: el «Cuestionario de 16 Factores de Personalidad (16 PF)» y sus
Así, en esta década Neal Miller y John Dollard escriben dos libros que describen sus esfuerzos tres versiones para adolescentes y niños (véase del Barrio, 1992).
por desarrollar una teoría de la personalidad desde el punto de vista de la psicología experimental y de
integrar en ella al psicoanálisis (1941; Dollard y Miller, 1950). Su primer libro juntos (Miller y Dollard, La teoría de Eysenck, incialmente propuesta a finales de los años 40 (Eysenck, 1947; 1952),
1941) representa uno de los primeros intentos de aplicar los principios del aprendizaje desarrollados por ha ido ganando en importancia a lo largo de los últimos 50 años, de forma que hoy en día es
Hull al estudio de la personalidad, y en ese intento ofrecieron una visión de los procesos de imitación- considerada la principal alternativa al modelo de los Cinco Grandes en la descripción de los factores
identificación psicoanalítica en términos de procesos operacionales de aprendizaje social. En su segundo básicos de personalidad. Eysenck identifica tres dimensiones fundamentales de la personalidad,
libro, estos autores abordan de manera más sistemática la integración de los conceptos básicos de la extraversión/introversión, estabilidad emocional/neuroticismo y psicoticismo/control de impulsos (el
teoría psicoanalítica freudiana con las ideas, lenguaje, métodos y resultados de la investigación modelo PEN), los cuales a su vez engloban rasgos más primarios que se interrelacionan. Eysenck utiliza
experimental de laboratorio sobre el aprendizaje y la conducta. el análisis factorial de forma más deductiva que sus predecesores, como una forma de probar hipótesis
más que de llegar a ellas, ya que su principal objetivo era el análisis de las causas que originan las
El intento de Miller y Dollard de integrar psicoanálisis y psicología experimental no fue el diferencias conductuales. Eysenck hipotetiza que las tres dimensiones globales de la personalidad se
primero. En 1936, Sears ya había ofrecido una versión experimental de los procesos de identificación basan en patrones neurofisiológicos específicos. La extraversión se relacionaría con los conceptos de
tal y como eran entendidos por el psicoanálisis (véase también Sears, 1944). En ambos casos, tales excitación-inhibición cortical que hacen alusión a ciertos procesos corticales que facilitan o inhiben los
intentos fueron duramente criticados tanto por los psicoanalistas como por los psicólogos del procesos mentales y tras los cuales subyace el funcionamiento del sistema reticular de activación
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ascendente. El neuroticismo estaría relacionado con diferencias individuales en excitabilidad y respuesta (2) Simultáneamente, también conciben la personalidad como una totalidad unificada y
emocional dependientes de la activación autónoma, es decir, con los umbrales diferenciales de organizada, lo que queda reflejado en conceptos tales como el yo rogeriano o el proprium de Allport.
activación del cerebro visceral (sistema límbico —hipocampo, amígdala, cíngulum y septum— e
hipotálamo). Por último, el psicoticismo se relacionaría con el sistema hormonal androgénico. (3) Proponen alguna variación del concepto de reducción de la tensión como explicación de
Anticipándose al interés actual sobre las bases genéticas de la personalidad, Eysenck también hipotetiza la motivación humana. Esto es más aparente en todas las teorías basadas en los sistemas teóricos
que los factores genéticos juegan un papel causal importante en las diferencias individuales encontradas freudianos, desde Murray, Cattell, Miller y Dollard, hasta los mismos discípulos y seguidores de Freud.
en las dimensiones anteriores.
(4) Finalmente, conciben el desarrollo de la personalidad en términos de socialización: la
Desde aproximaciones psicoanalíticas también se desarrollaron un número importante de personalidad es un producto de su ambiente, especialmente del ambiente familiar y, en particular,
teorías amplias de la personalidad que, sin abandonar los conceptos y principios clave de Freud, durante la infancia. Quizás las teorías de Eysenck y Cattell parecen apartarse de este supuesto general
rebasaban de manera considerable sus ideas, cambiando su enfoque del estudio del adulto al del niño, al poner más énfasis en la determinación genética.
del ello al yo, y del énfasis en los procesos evolutivos psicosexuales de carácter biológico al papel de
la sociedad y la cultura en el desarrollo de la personalidad. En estos años, pues, aparecen diversos En resumen, los psicólogos de la personalidad de los años 40-50 dedicaron todos sus
modelos de personalidad desarrollados bien por los denominados psicólogos del yo, como Erik Erikson esfuerzos a una labor teórica comprensiva, la mayoría de la veces más especulativa que basada en datos
(1950) y Heinz Hartmann (1939), o bien por los psicoanalistas neo-freudianos, esto es, Erich Fromm empíricos, pero que, en cualquier caso, supuso una época de prosperidad de la disciplina y,
(1941), Karen Horney (1939), Otto Rank (1945) y Melaine Klein (1948). En ambos casos, su principal efectivamente, las revisiones de la literatura que analizaron poco después esa década valoraban de forma
influencia se dejó notar en el campo clínico en el cual las teorías psicoanalíticas seguían siendo la optimista el desarrollo de la psicología de la personalidad, tanto en términos de los contenidos
aproximación psicológica más popular. considerados como en términos de los esfuerzos realizados por organizar el campo de estudio:

Desde ese ámbito clínico, la teoría de Carl Rogers también empieza a tomar forma (Rogers, «La investigación y teoría de la personalidad efectivamente se han
1942, 1947). Esta teoría, que tanto impacto ha tenido en la psicoterapia y en el consejo psicológico, ha movido hacia áreas que, como los sueños, son a la vez familiares y esquivas... [...]
sido menos fructífera en el campo de la personalidad. Mientras que Rogers se esmeró en el estudio Para su sorpresa, este revisor se encuentra animado e impresionado... la psicología
empírico del proceso psicoterapéutico, su teoría de la personalidad se basaba casi exclusivamente en de la personalidad se ha movido lejos de lo que una vez fue una jungla de hechos
la utilización de un método fenomenológico que puede tacharse de «ingenuo», ya que olvida datos desconectados y a menudo irrelevantes, y de especulaciones fragmentarias y sin
importantes firmemente asentados en la investigación empírica de la personalidad por el simple hecho base» (Bronfenbrenner, 1953, pp. 157, 176).
de no estar simbolizados (p. ej., la existencia de factores inconscientes). La fenomenología hace
hincapié en que lo importante no son los acontecimientos por sí mismos, sino cómo son percibidos, lo 1.4. La elaboración de constructos (1950-1970)
cual implica la convicción de que el mejor punto de vista para entender a un individuo es el de la propia
experiencia. Sin embargo, este conocimiento fenomenológico, aunque sea útil, es por sí solo insuficiente Aunque en los años 50 aparecieron algunas grandes teorías de la personalidad, similares en
y necesita ser confirmado por otro tipo de datos, ya que, en otro caso, corre el riesgo de convertirse en sus características y ambiciones a las que surgieron en las décadas anteriores, éstas fueron raras
mera especulación. A pesar de estas limitaciones, es justo reconocer que la teoría de Rogers ha sido excepciones en un ambiente que había cambiado su foco de interés de las cuestiones teóricas a las
directamente responsable de reintroducir el concepto de yo (self) en la Psicología, concepto que trató cuestiones prácticas, metodológicas y empíricas.
de sacar de su status metafísico y místico para someterlo a una definición operativa, adelántandose con
ello a las aproximaciones cognitivas que en los años 80 investigaron en profundidad el yo mediante Durante esos años tanto Cattell (1957) como Eysenck (1952, 1953) siguen desarrollando sus
métodos experimentales. influyentes teorías factorialistas, las cuales serán en parte responsables de la creciente preocupación por
los aspectos metodológicos y de medida que, como se verá más adelante, caracterizará las décadas de
Para finalizar, basta recordar que en esta misma década se desarrollaron otras grandes teorías los años 50-70. A su vez, aparecen nuevas teorías de la personalidad. En 1955, George Kelly publica
de la personalidad, entre las que cabe mencionar las de Paul Lecky (1945) y Gardner Murphy (1947). dos extensos volúmenes donde presenta su teoría de los constructos personales. La teoría de la
personalidad de Kelly, de corte cognitivo y a la que Bruner calificó como la «única y más grande
Como se comentaba antes, esta amplia variedad de teorías, así como aquellas que se habían contribución de la pasada década a la teoría del funcionamiento de la personalidad» (1956, p. 355), se
formulado en la década anterior (las de Allport, Murray y Lewin) eran muy ambiciosas en su basa en una visión del hombre en la que se le equipara a un científico, y se anticipó en muchos años a
pretensiones de explicar todo tipo de conductas y de integrar todo tipo de datos psicológicos. Amén de los modelos recientes que insisten en la interacción entre sucesos ambientales y modos de construcción
estas pretensiones, la mayoría de estas teorías compartían otra serie de características reseñables personales como clave para comprender la acción humana. De hecho la teoría despertó un gran interés
(McAdams, 1997): en los años setenta de la mano de ciertos teóricos cognitivos y del aprendizaje social que reconocieron
su deuda intelectual con la obra de Kelly (p. ej., Mahoney, 1974; Mischel, 1971). Otra excepción es la
(1) Se basaban en el supuesto de que la personalidad se puede entender desde múltiples teoría del aprendizaje social de Julian Rotter (1954), en la que éste trata de integrar las propuestas de
perspectivas y desde niveles diferentes y, por consiguiente, la mayoría propone múltiples constructos Hull con las de Tolman, esto es, integrar las teorías de reforzamiento con las teorías de campo o
organizados en múltiples niveles. Un ejemplo muy evidente son las teorías jerárquicas factorialistas. cognitivas, partiendo para ello del supuesto de que la unidad de análisis para el estudio de la
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personalidad es la interacción del individuo con su entorno significativo, con la situación psicológica. bien lo que se necesita y lo que he tratado de hacer es encontrar un número de
constructos en términos de los cuales podamos recoger datos sobre la personalidad,
A pesar de esos esfuerzos teóricos, la disciplina parecía decantarse por los aspectos aplicados, quizás con la esperanza final de construir una teoría» (McClelland, 1951, p. xiv).
y para resolver éstos se necesitaban teorías, constructos e instrumentos de evaluación refrendados por
datos empíricos. En consecuencia, los psicólogos de la personalidad se esforzaron en buscarlos lejos Aunque se proponen muchos constructos (p. ej., locus de control, rigidez, empatía o
de las grandes teorías, las cuales se antojaban muy especulativas y parecían estar muy lejos de los datos. dependencia/independecia de campo) buena parte de la investigación gira en torno a tres de ellos: logro,
autoritarismo y ansiedad, las tres «AAA» (achievement, authoritarianism and anxiety) con que Blake
La necesidad de lidiar con los aspectos aplicados fue una consecuencia directa de la II Guerra y Mouton (1959) describen la literatura sobre personalidad en la década de los cincuenta.
Mundial. Al final de ésta, hubo una gran profesionalización de la Psicología que respondía a las
necesidades que el conflicto mundial demandó de ella, tanto durante el mismo como tras su finalización. El constructo de ansiedad había ocupado un papel importante en muchas teorías de la
Por ejemplo, durante la guerra las grandes figuras de la psicología de la personalidad tales como Allport, personalidad anteriores a esta época, pero su relevancia como tema de investigación alcanza su máximo
Murray, Stagner, Kelly o Rotter, estaban implicados en aspectos aplicados: Allport haciendo expresión en los años 50 y 60, y proviene tanto de las aproximaciones experimentales representadas
contribuciones al análisis del rumor; Murray en los procedimientos de selección de los individuos que paradigmáticamente por los estudios sobre ansiedad y rendimiento realizadas por las escuela de la
sirvieran en la Oficina de Servicios Estratégicos, precursora de la CIA; Stagner como psicólogo del Universidad de Iowa —Spence, Taylor— y la Universidad de Yale —Sarason, Mandler— (p. ej.,
trabajo en industrias relacionadas con la defensa; Kelly enrolado en la marina como psicólogo de Sarason y Mandler, 1952; Spielberger, 1966; Taylor, 1953; véase una revisión de estos estudios en
aviación dirigiendo un programa de entrenamiento de pilotos civiles, y Rotter como psicólogo y asesor Bermúdez 1985a,b), como de las aproximaciones más humanistas representadas, por ejemplo, por Rollo
de personal del ejército (Engler, 1996; Stagner, 1993). Tras la guerra, empezó a surgir una necesidad May cuya obra «The Meaning of Anxiety» marcó la publicación de cientos de libros sobre el mismo
significativa de psicólogos clínicos conforme los soldados que regresaban requerían ayuda para los tema. Quizás esta relevancia en el campo de la investigación sólo fuera un reflejo de la naturaleza de
problemas psicopatológicos que los años de guerra les habían provocado y para los problemas de la sociedad de la posguerra, particularmente de la estadounidense, y de la popularidad del concepto de
adaptación con que se enfrentaban en su vuelta al mundo civil. La psicología clínica llegó a ser ansiedad para el hombre de la calle. En 1947, el dramaturgo y poeta inglés Wystan H. Auden, que un
considerada como una parte esencial de los servicios de salud. Durante la guerra también había habido año antes había adoptado la nacionalidad estadounidense, había publicado una obra en la que trataba
una gran demanda de psicólogos del trabajo para atender a las necesidades de las industrias bélicas, lo de caracterizar el espíritu de los años 50 y que tituló «The Age of Anxiety». En su obra, que alcanzó una
que a la postre redundó de igual modo en una mayor profesionalización de la Psicología. gran popularidad hasta llegar a ser premio Pulitzer en 1948, Auden sostenía que la ansiedad era el precio
que los estadounidenses tenían que pagar por vivir en la era posbélica nuclear, tesis compatible con los
Una buena muestra de esta reorientación hacia las cuestiones empíricas y aplicadas es el postulados del movimiento filosófico existencialista que tras la II Guerra Mundial alcanzó su máximo
cambio en la política editorial de la revista decana de la psicología de la personalidad: «Character and apogeo a través, por ejemplo, de las novelas y escritos de Jean Paul Sastre. En ambos casos, se buscaba
Personality». En el mismo año en que finaliza la II Guerra Mundial, la revista cambia de nombre y entender la ansiedad y enajenación que la cultura contemporánea había intensificado en las personas.
anuncia su primera reorientación editorial desde su creación en 1932:
Las razones de la popularidad de los otros dos constructos, necesidad de logro (McClelland,
«Se seguirán aceptando contribuciones metodológicas, históricas y 1961; McClelland, Atkinson, Clark y Lowell, 1953) y autoritarismo (Adorno, Frenkel-Brunswik,
teóricas apropiadas, pero el énfasis principal se pondrá en los informes de Levinson y Sanford, 1950), en las agendas de investigación de los psicólogos de la personalidad de los
investigaciones originales, empíricas, significativas y, en la medida que el material años 50 y 60 probablemente también tienen que ver con la naturaleza de la sociedad estadounidense de
lo permita, experimentales, sin restricción en cuanto el tecnicismo de la la posguerra (McAdams, 1997). La personalidad autoritaria, ejemplificada en su máxima expresión por
presentación» (Zener, 1945, p. 1). el nazismo alemán, representaba en principio todo aquello contra lo que la democracia estadounidense
había luchado y triunfado y, por tanto, su estudio era importante si se quería evitar una nueva historia
En este contexto, la psicología de la personalidad durante el período que va entre 1950-1970 de racismo, antisemitismo y holocausto, pero, a su vez, también representaba el racismo de la propia
presenta unas características particulares (McAdams, 1997): sociedad estadounidense, racismo que el movimiento de los derechos civiles había puesto en evidencia.
Por el contrario, la necesidad de logro era un constructo que celebraba el espíritu emprendedor e
(1) El énfasis en la elaboración de constructos y en su medición. innovador de la clase media estadounidense y el papel de los EE. UU. como primera potencia
económica.
Durante esos años, los psicólogos de la personalidad se dedican fundamentalmente a
identificar constructos relevantes a cuestiones prácticas sobre los cuales pueden recoger datos y Buena parte de la literatura psicológica sobre la ansiedad, la necesidad de logro y el
analizarlos, con la esperanza de avanzar en el conocimiento de los diferentes elementos de la autoritarismo se ocupa de su medición y, en general, los problemas y cuestiones relacionados con la
personalidad y, una vez conseguido esto, poder formular teorías generales mucho mejores que medida de los constructos representan una de las áreas de investigación más activas en estas dos
integraran esos elementos. Las palabras de McClelland en el prefacio de su manual de personalidad son décadas. Por ejemplo, en los años 50 se publican los clásicos trabajos sobre la validez de constructo,
bastante elocuentes: la validez convergente y discriminante, y las matrices multirrasgo-multimétodo (Cronbach y Meehl,
1955; Campbell y Fiske, 1959), todos los cuales reflejan la preocupación de los psicólogos de la
«Actualmente nadie conoce lo suficiente para construir una teoría. Más personalidad por clarificar y precisar el significado de sus constructos (en el Tema 5 se abordará con
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más detenimiento la importancia de la validez de constructo para el estudio de la personalidad). forma similar, cuestionaban los supuestos básicos de la teoría de la personalidad tradicional —tanto los
supuestos de las escuelas psicométricas como de las escuelas clínicas/organísmicas—. No es
Por otro lado, también en esa década se producen animadas controversias relacionadas con sorprendente, por tanto, que durante estos años, en ocurrente frase de Sechrest (1976), la psicología de
cuestiones metodológicas y de medida, en particular, sobre las ventajas y desventajas de la la personalidad se deletreara: c-l-í-n-i-c-a o s-o-c-i-a-l.
aproximación clínica frente a la estadística en la predicción de la conducta (Holt, 1958; Meehl, 1954,
1956, 1957), sobre el análisis factorial como un instrumento útil para descubrir las unidades de la (3) La caída del concepto de la reducción de la tensión como idea principal en la
personalidad (Atkinson, 1960; Jensen, 1958) y sobre el problema de los estilos de respuesta (Block, descripción y explicación de la motivación humana.
1965; Edwards, 1957; Jackson y Messick, 1958). El principal escenario de estas polémicas fue el
Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI; Hathaway y McKinley, 1943), el instrumento En este período, tanto la investigación con animales como la investigación con humanos va
de personalidad más utilizado en esa época y que aún hoy en día sigue en esa primera posición, con gran acumulando datos que sugieren que la motivación a menudo no implica ninguna reducción detectable
diferencia respecto a otros instrumentos (Butcher y Rouse, 1996). en el impulso o tensión. Asimismo, la denominada «revolución cognitiva», a la que me referiré a
continuación, supuso que la atención de los investigadores se desplazara lejos de los constructos
Precisamente por la gran atención que atraen las cuestiones metodológicas y de medida en motivacionales. Kelly (1955), uno de los primeros psicólogos de la personalidad en elaborar una teoría
estas décadas, las orientaciones factoriales acaban siendo muy populares, popularidad que hoy en día de tinte cognitivo, insistía en que el ser humano es fundamentalmente activo, por lo cual el concepto
siguen gozando, aunque sólo representan una parte de la psicología de la personalidad. de motivación es innecesario e irrelevante. Coherentemente con estos planteamientos, en la teoría de
Kelly no existe referencia alguna a nociones internas del tipo «motivación», «tendencia» o «impulso».
(2) Deterioro gradual de la identidad de la psicología de la personalidad dentro de la De hecho, Pervin (1984) ha señalado que el interés en el concepto de motivación decayó tan
Psicología. abruptamente en este período como tema de preocupación central de los psicólogos, que su utilidad
como constructo científico estuvo gravemente cuestionado.
El final de la II Guerra Mundial tuvo también repercusiones directas sobre la psicología
académica en los EE. UU., produciéndose una gran expansión del mundo universitario. Favorecidos (4) La aparición de las aproximaciones cognitivas en la comprensión de la personalidad.
por la Ley GI, una gran cantidad de veteranos de guerra volvieron o entraron por primera vez en la
universidad, lo que permitió el crecimiento de los departamentos académicos. Como otros Hacia mediados de la década de los cincuenta se observa en la psicología académica un
departamentos, los de psicología crecieron en número y en tamaño. También hubo fondos federales para abandono progresivo de los presupuestos conductistas, y un retorno de los procesos mentales como
la investigación tanto aplicada como básica. Esta expansión trajo consigo una mayor especialización objeto legítimo de estudio. De la mano de Miller, Bruner, Newell, Neisser o Broadbent y sus respectivos
y, por ejemplo, tal y como se mencionó antes, el período de 1950-70 asistió a un gran desarrollo de la colaboradores, un nuevo paradigma cristaliza al final de la década, cuya carta fundacional es, en opinión
psicología clínica que atrajo a muchos psicólogos de la personalidad. Este desarrollo se tradujo en la de muchos (García-Vega, 1985; de Vega, 1984), el texto de Miller, Galanter y Pribram titulado «Plans
aparición de muchas formas de psicoterapia y consejo psicológico, entre las que merece destacar el and the Structure of Behavior» y publicado en 1960. La aparición del cognitivismo fue el resultado de
inicio de la modificación y terapia de conducta, con lo que esto último supuso de énfasis en las la confluencia de ciertos factores sociales e históricos unidos a la crisis del conductismo (García-Vega,
condiciones ambientales que elicitaban y mantenían la conducta manifiesta. La mayor especialización 1985; Pinillos, 1980; Yela, 1980) y al influjo de otras disciplinas científicas (Mayor, 1980; de Vega,
también afectó a la psicología social, la cuál emergió como una disciplina con una base científica sólida, 1985). Se coincide en apuntar tres raíces fundamentales entre las que han contribuido a configurar la
fundamentada en el método experimental, y con un amplio abanico de aplicaciones. moderna orientación cognitiva de la Psicología: (1) la evolución de las ciencias del ordenador; (2) el
desarrollo del enfoque del procesamiento de información, fruto principalmente de las investigaciones
Esta situación no era muy cómoda para la psicología de la personalidad: era holista por de la teoría general de la comunicación sobre la ejecución de operadores humanos y de la ingeniería de
naturaleza en una época de especialización, amiga de las aproximaciones correlacionales a la telecomunicaciones en estrecho paralelismo con los avances de la tecnología del computador, y (3) el
investigación en un tiempo en que se ensalzaba el método experimental, e interesada en las diferencias nacimiento y desarrollo de la psicolingüística a partir de los trabajos de Noam Chomsky.
individuales en una época en que la psicología social afirmaba con fuerza que todas las personas son
muy parecidas, que lo importante es la situación. Así lo demostraba con estudios tan reveladores como Estas influencias provocaron que la psicología cognitiva moderna se desarrollara
el de Milgram sobre obediencia a la autoridad o el de Asch sobre conformismo social que, además, independientemente de la psicología de la personalidad y disciplinas afines, como son la psicopatología,
pasaban por ser los exponentes máximos de la simulación de la realidad en el laboratorio, es decir, del la psicología clínica y la psicología social, campo dentro del cual, históricamente, había sido una
uso del método experimental en Psicología. De hecho, los años 60 supusieron una especie de edad de especialidad (Glucksberg, 1981). Como se verá, mas adelante, los años finales de la década de los
oro para la psicología social experimental espoleada además por nuevas teorías como la de la disonancia setenta y la década de los ochenta han asistido a la terminación de un ciclo, en el que la psicología de
cognitiva de Festinger o la de la atribución de Heider. De esta forma, en las universidades la personalidad, la psicopatología, la psicología clínica y la psicología social, tras desembarazarse de
estadounidenses, se desarrollaban con más fuerza los programas en psicología social que los programas los prejuicios conductistas, vuelven a estar interesados en los procesos mentales, pero ahora bajo la
en personalidad. tutela teórica y experimental de la psicología cognitiva.

En resumen, por un lado la personalidad estaba siendo atraída hacia programas clínicos que A pesar de que el reencuentro entre la psicología cognitiva y la psicología de la personalidad
tenían un enfoque conductual; por otro lado, estaba siendo atraída hacia programas sociales que, de no se consumó totalmente hasta la década de los ochenta, en los años 60, más y más psicólogos de la
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personalidad comenzaron a formular sus explicaciones de la conducta humana en términos cognitivos. más asequibles, como pueden ser el análisis de la conducta pasada del individuo (Mischel, 1968). En
Empezando por Kelly que, como se dijo renglones atrás, se anticipó con su teoría de los constructos cuanto a la validez convergente, otros estudios mostraban que distintos instrumentos que supuestamente
personales a la llegada de la revolución cognitiva al campo de la personalidad, esas primeras influencias medían el mismo constructo llegaban a resultados dispares (Wiggins, 1973). Con estos dos pilares
cognitivas son reconocibles en el énfasis que Rotter (1954) puso en las expectativas subjetivas del psicométricos tambaleándose, no es de extrañar que también arreciaran las críticas respecto a la validez
individuo acerca de los resultados futuros y en el valor subjetivo de los reforzadores en la situación de constructo de las medidas de personalidad, el tipo de validez que sustenta todo el entramado teórico
psicológica de la persona, y, posteriormente, también son reconocibles en los trabajos iniciales de de la personalidad (p. ej., Christie y Lindauer, 1963; Vannoy, 1965).
Bandura (Bandura y Walters, 1963) y Mischel (Mischel y Staub, 1965).
En este contexto de debates y críticas, y a pesar de los concienzudos argumentos y de los
1.5. La crisis de la disciplina (1970-1980) sugerentes datos de sus defensores (p. ej., Hogan, Desoto y Solano, 1977), la evaluación tradicional de
la personalidad atraviesa en la década de los 70 la mayor crisis de su historia, momento que coincide
Aunque en los años 50 se afirmaba que no se sabía lo suficiente para elaborar teorías con una época de esplendor de la evaluación conductual que, como era de esperar, se mostraba, al
comprensivas de personalidad, había un sentimiento de optimismo sobre el futuro de la disciplina y la menos en sus inicios, abiertamente indiferente, sino hostil, frente a la evaluación psicológica tradicional.
posible solución a los problemas que se planteaba (p. ej., McClelland, 1951; Nuttin, 1955). A finales Así, como demuestra un estudio bibliométrico del período 1971-1982 llevado a cabo por Prieto, Tortosa
de esa década empiezan a aparecer los primeros signos de descontento con la situación de la psicología y Silva (1984), ésta es la época de los manuales clásicos de evaluación conductual, del nacimiento de
de la personalidad, fundamentalmente en relación a tres aspectos: revistas especializadas en el tema y, sobre todo, de una multiplicación progresiva de trabajos que
pueden enmarcarse dentro del modelo conductual.
(1) Problemas en la medición de la personalidad.
(2) Trivialidad y falta de coherencia en la disciplina.
A medida que se acercaban los años 70 crecían las dudas sobre la fiabilidad y validez de los
cuestionarios de personalidad. Ese tipo instrumentos no sólo había permitido la investigación empírica También a medida que se acercaban los años 70 crece la sensación de que la investigación
de la mayoría de los constructos propuestos en la etapa anterior, sino que en muchos casos, era el único en personalidad es trivial y no es coherente con los objetivos que vieron nacer la disciplina. Aparecen
fundamento del status conceptual de tales constructos. Las dudas que se planteaban estaban relacionadas y desaparecen miniteorías, temas de investigación y medidas con una facilidad pasmosa, y apenas hay
principalmente con los sesgos y estilos de respuestas, y con la validez predictiva y convergente de los intentos por elaborar teorías o programas de investigación que respondan a los objetivos comprensivos
instrumentos de medida. e integradores de la disciplina. «Evidentemente, cuando no existe una buena teoría básica, toda
insistencia en los esfuerzos de evaluación y medida acaban siendo poco consistentes, por no decir
Ya se comentó antes que a finales de los años 50 se había iniciado un debate sobre los efectos irrelevantes» (Avia, 1988, p. 10). Las críticas ya se hacen notar a finales de los años 50 y arrecian en
de variables como la aquiescencia y la deseabilidad social en las respuestas a los cuestionarios (Jackson los años 60:
y Messick, 1958; Messick y Jackson, 1961). La controversia alcanzó su máximo apogeo en los años 60
y la mayoría de los principales especialistas en la evaluación de la personalidad participaron en el «La investigación en personalidad, así como en la psicología en general,
debate. Por un lado, figuras como Doug Jackson, Sam Messick y Allen Edwards argumentaban que las muestra muchas de las características de una moda... con algunas notables
escalas de deseabilidad social como, por ejemplo, las de Edwards y Crowne-Marlowe, correlacionaban excepciones, la investigación se tiende a caracterizar por experimentos aislados y
de manera importante con los cuestionarios que medían las principales variables de la personalidad (p. únicos más que por ataques programáticos a un problema» (Eriksen, 1957, p. 185)
ej., ansiedad, dominancia y autoestima) y con muchas de las escalas clínicas del MMPI. Por tanto, estos
datos indicarían que las medidas que proporcionaban tales cuestionarios y escalas eran simplemente un «Cada año nos trae nuevos descubrimientos que las más de las veces
artefacto de tendencias estilísticas. Por otro lado, Jack Block, D. Crowne, D. Marlowe y otros ponen en compromiso las teorías del año anterior. Sin embargo las teorías en
especialistas en el MMPI contratacaban argumentando que las correlaciones no eran tan altas, que psicología son raramente refutadas; simplemente desaparecen... [...] La fórmula
existían muchas pruebas que indicaban que los cuestionarios de personalidad eran efectivamente para crear una investigación que prolifere y dure consiste en conseguir un
válidos, o que las escalas de deseabilidad social en lugar de medir estilos de respuestas, en realidad instrumento de medida fácil de usar con un nombre significativo y un contenido
estaban midiendo importantes variables de personalidad tales como ansiedad o necesidad de aprobación. fascinante. Factorialmente, debería ser tan multidimensional como fuera posible,
Otras figuras importantes tales como Lewis Goldberg, Jerry Wiggins y Warren Norman también para que así arroje correlaciones significativas con muchas otras medidas
participaron de forma activa en el debate, aunque adoptaron posturas menos extremas. psicológicas» (Jensen, 1958, p. 295, 306).

Además, otros estudios planteaban serias dudas sobre la validez predictiva y convergente de «[...] El campo de la personalidad necesita una metodología mejor, un
los instrumentos de evaluación de la personalidad. Respecto a la primera, varios estudios indicaban que trabajo más experimental y una teoría más integradora. Necesita salirse de teorías
las medidas de personalidad no predecían la conducta futura muy bien —la famosa correlación de 0,30, de hace 50 años y de métodos de hace 25. Individualmente, hay algunos estudios
a veces irónicamente denominada «coeficiente de personalidad», era considerada el límite superior de interesantes pero la falta de dirección y fuerza les quita importancia. Esto recuerda
su validez predictiva, lo cual supondría explicar apenas un 9% de la varianza observada en las a aquel piloto que aseguraba a sus pasajeros que, aunque el avión se ha perdido, al
puntuaciones del criterio en cualquier situación—, o bien que no lo hacían mucho mejor que índices menos hace buen tiempo» (Sechrest, 1965, p. 23).
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«[La psicología de la personalidad se caracteriza por] la abundancia, labor investigadora y teórica se había hecho tan específica que los psicólogos de la personalidad ya no
dispersión y diversidad [...] el desbarajuste y la diversidad ha sido tanto la causa eran capaces de responder a las preguntas fundamentales que Allport, Murray y Lewin se formularon
como la consecuencia del abandono tácito de las grandes ambiciones teóricas» acerca de la persona como un todo.
(Adelson, 1969, p. 217).
«Parece que la psicología de la personalidad está pagando un precio
La solución a este abandono de las grandes teorías no parecía fácil. Hacia finales de los 60, exorbitante en conocimiento potencial por la seguridad que ofrece el preservar las
había muchos autores que, como Fiske (1971), pensaban que los esfuerzos pioneros de Allport, Murray normas de conveniencia y la ortodoxia metodológica. ¿Deben dejarse estas
o Lewin, aunque heroicos, eran ingenuos, y que el objetivo de comprender la persona en su totalidad preguntas importantes y no contestadas a la literatura y la psiquiatría?» (Carlson,
era algo anacrónico en una época de medidas precisas, análisis factoriales sin sentido y diseños 1971, p. 207).
experimentales rigurosos. A la disciplina le faltaba coherencia, pero ni las grandes teorías servían para
realizar esta labor integradora ni se estaban elaborando reemplazos para las mismas. En 1970 Levy, tras Tres años más tarde, Fiske (1974) sugería que, dado que los conceptos manejados por los
repasar el papel de las grandes teorías de la personalidad en la investigación contemporanea, concluía: psicólogos de la personalidad están inevitablemente relacionados con los convencionalismos del
lenguage cotidiano, aquellos tienden a ser tan ambiguos como estos últimos. Para Fiske, no era posible
«... una interpretación, que parece inevitable, es que estas teorías de la construir una ciencia acumulativa en base a conceptos ambiguos, lo que le llevó a dictaminar que, en
personalidad no están llevando a cabo la función integradora y heurística que realidad, la psicología de la personalidad había llegado a sus límites.
esperamos de una teoría» (Levy, 1970, pp. 84-85).
Ante este aluvión de críticas, muchos psicólogos de la personalidad empezaron a dudar de la
(3) Resultados empíricos contradictorios. propia razón de ser de la disciplina: el estudio científico de la personalidad parecía algo inviable; en
Amén de los estudios empíricos comentados con anterioridad y que ponían en duda la utilidad cambio otros, adoptaron apresuradamente posiciones excesivamente defensivas, menospreciando y
predictiva de las medidas de rasgos de personalidad, en las dos décadas anteriores se van acumulando tachando las críticas de simplistas o idealistas. Las dudas, las críticas y las defensas se sucedieron a lo
de manera progresiva datos que cuestionan la consistencia transituacional de la conducta y la estabilidad largo de toda la década, tomando la forma de enconados debates3 , de multitud de réplicas y
temporal de la misma. En 1968, Mischel revisa en profundidad todos estos estudios en su libro contrarréplicas, tanto teóricas como empíricas. Pero, curiosamente, las críticas de Carlson y Fiske
«Personality and Assessment», una obra clásica que se convirtió en el golpe más duro de los asestados apenas generaron discusiones serias y, prácticamente, fueron olvidadas en el fragor del debate
a la disciplina en su corta historia. En ese libro y en un artículo de 1969, Mischel llega a las siguientes organizado sobre las críticas qué Mischel plasmó en su libro, y eso que, por su naturaleza conceptual,
conclusiones: primera, son insostenibles las hipótesis de la estabilidad y la consistencia conductual y, las primeras tenían repercusiones muy importantes para la disciplina (McAdams, 1997).
en consecuencia, se deben abandonar los planteamientos teóricos que sustentan la explicación de la
conducta a partir de variables personales (p. ej., los modelos de rasgos/factorialistas, los psicodinámicos Así, la mayor parte de los estudios empíricos y teóricos de esa época se centraron en las
y los fenomenológicos); segunda, se requiere un nuevo paradigma que no olvide la conducta concreta críticas planteadas por Mischel respecto a la estabilidad y consistencia de la conducta y que se
manifiesta, en favor de lo que tras ella subyace, y que considere suficientemente el peso de los enmarcaron en un intenso debate sobre la importancia relativa de la persona y de la situación en la
determinantes situacionales y sociales (p. ej., los modelos de aprendizaje social), y tercera, resulta determinación de la conducta. En el libro editado por Magnusson y Endler (1977) se pueden examinar
injustificada la utilización de las medidas tradicionales de rasgos de personalidad como base para la los puntos de vista de muchos de los principales protagonistas de este debate, debate que, por otro lado,
descripción y predicción de la conducta. Parece lógico que, dado que la estabilidad y la coherencia de ya era antiguo en la disciplina, aunque a veces se había expresado en otros términos (la persona es activa
la conducta son atributos fundamentales del concepto de personalidad, cuando tales atributos empezaron o reactiva, mecánicamente determinada o relativamente espontánea, gobernada desde el exterior o desde
a cuestionarse y a no ser confirmados con datos empíricos, la propia disciplina entrara en crisis. el interior; véase Allport, 1955; Pervin, 1990).

La crisis, la duda y el debate persona-situación Aunque algunos autores han manifestado sus dudas sobre si ese debate persona- situación
fue de utilidad para el desarrollo de la psicología de la personalidad como disciplina (Carlson, 1984;
En resumen, los problemas con la evaluación tradicional de la personalidad, la trivialidad y Carson, 1989; Rorer y Widiger, 1983), creo que tuvo consecuencias muy saludables tanto conceptual
falta de coherencia de la disciplina y, sobre todo, los resultados empíricos que, supuestamente, ponían como metodológicamente (véase también Avia y Martín, 1985; Bermúdez, 1985d; Kenrick y Funder,
en tela de juicio la estabilidad y consistencia de la conducta y, por ende, el propio concepto de 1988; Krahé, 1992).
personalidad, llevaron a la disciplina a una profunda crisis, crisis que caracterizó toda la década de los
años 70. A mayor abundamiento, a principios de esa década, a las duras críticas de Mischel, se unieron Conceptualmente supuso el desarrollo de las aproximaciones interaccionistas modernas
otras no menos duras e influyentes que se quejaban de que la investigación se había olvidado del estudio
de la persona como un todo (Carlson, 1971) o que se cuestionaban la legitimidad científica de los
conceptos manejados por los psicólogos de la personalidad (Fiske, 1974). En un artículo titulado
«¿Donde está la Persona en la Investigación de la Personalidad?» Carlson (1971) sugería que, durante 3
P elechano (1993) r ecoge algunas anécdotas per sonales sobr e el " cor dial" enfr entam iento entr e
la época de la elaboración de constructos, la psicología de la personalidad había perdido el norte que M ischel y E ysenck al hilo de las cr í ticas ver tidas por el pr im er o. D e hecho, com o afir m a Pelechano,
en su día establecieron para ella los padres de la disciplina. Según Carlson, durante los años 50-70, la " las citas q u e E ysenck ha hecho de M ischel, en ningún caso han sido laudator ias, sino todo lo
contrar io" (1993, p. 204).
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(Bowers, 1973; Endler y Magnusson, 1976; Magnusson y Endler, 1977). El objetivo de esta perspectiva mensaje implícito era este: la persona es un producto —incluso una víctima— del contexto social; por
es desarrollar un nuevo marco de referencia para la investigación en personalidad en el cual la conducta consiguiente, uno debería centrarse en el contexto más que en la persona—en la influencia social más
del individuo es concebida como el resultado de la interacción recíproca entre los atributos personales que en la individualidad» (McAdams, 1997, p. 20).
y las características de la situación. En este nuevo marco, el debate persona-situación se ve como un
«pseudo problema» (Endler, 1973) en favor de modelos teóricos que consideran a las disposiciones 1.6. El renacimiento de la disciplina (1980-actualmente)
personales y a las características situacionales como condiciones de la conducta individual igualmente
necesarias y mutuamente dependientes. A principios y mediados de los años 80 comienzan a publicarse artículos y libros que
consideran que la psicología de la personalidad está resurgiendo de la década de crisis anterior: los
El devenir del debate también supuso cambiar la hipótesis general de que los rasgos de protagonistas de las polémicas parecen haber llegado a un acuerdo; el número de investigaciones
personalidad determinan la conducta por una hipótesis más específica que defendía que la consistencia empíricas y teóricas aumenta mientras que disminuye el número trabajos críticos; se han acumulado
sólo podía esperarse en algunos individuos y/o bajo ciertas condiciones. Como consecuencia de este datos que demuestran la estabilidad y consistencia de la conducta y que también parecen haber resuelto
avance conceptual, se produjeron a su vez avances en el terreno metodológico. Se buscaron variables el viejo problema de la estructura básica de la personalidad; se inician nuevos temas de investigación
moduladoras (p. ej., variables específicas del rasgo o metarrasgos —la propia consistencia en el rasgo, y, a su vez, se recuperan temas clásicos que se reformulan en términos diferentes, principalmente en
la relevancia del rasgo— y variables específicas de la persona —la autoobservación, la términos cognitivos, y, por último, parece que hay una convergencia de intereses entre la psicología de
autoconsciencia—) que afectaran a la relación entre disposiciones personales y consistencia conductual; la personalidad y las dos disciplinas tradicionalmente más afines a ella (psicología social y psicología
en otras palabras, se buscaron subgrupos de personas caracterizados por niveles altos y bajos de clínica). En definitiva, los escritos suelen concluir vislumbrando un futuro prometedor para la disciplina
consistencia situacional (Bem y Allen, 1974; Snyder, 1974, 1979; véase una revisión en Chaplin, 1991). (p. ej., Cantor y Kilhstrom, 1981; Feshbach, 1984; Hogan y Jones, 1985; Millon, 1984/1987), vaticinios
También se buscaron subgrupos de situaciones que facilitaran la influencia de las disposiciones que son aun más positivos al valorar en perspectiva todos los avances producidos en la década de los
personales en la conducta como, por ejemplo, situaciones altamente estructuradas que delimitan años 80 (Caprara y Van Heck, 1992; Collins y Gunnar, 1990; Hogan, 1993, y, en general, todas las
claramente las respuestas apropiadas y, por tanto, elicitan conductas muy similares en los individuos contribuciones al libro editado por Craik, Hogan y Wolf, 1993; Pervin, 1990) y claramente entusiastas
presentes, frente a situaciones menos estructuradas, que aceptan una mayor variedad de conductas a medida que finaliza la década de los 90 (p. ej., McAdams, 1996; Pervin, 1996). Un análisis más
aceptables y, por consiguiente, aumentan la probabilidad de que se dé variabilidad intraindividual e detallado de los avances en psicología de la personalidad durante ese período de los años 80 y 90 del
interindividual en la conducta (Mischel, 1973; Price y Bouffard, 1974). Por último, se buscaron pasado siglo se puede encontrar en Sanz (1997), mientras que en Barenbaum y Winter (2008) se puede
referentes conductuales representativos para los rasgos. Esta estrategia metodológica fue originalmente encontrar un análisis de la situación de la psicología de la personalidad en los años que van del siglo
propuesta por Epstein (1977, 1979, 1980), quien pensaba que los estudios empíricos que comprometían XXI.
la validez predictiva de los rasgos habían cometido graves errores metodológicos al utilizar criterios
conductuales inapropiados. Para evaluar correctamente si las disposiciones personales predicen o no
la conducta individual, ésta debe medirse en un número suficiente de ocasiones y/o situaciones para
reducir así el error de medida que se comete al tomar como criterio una sola conducta. En definitiva,
Epstein propone una aplicación directa de la clásica relación psicométrica entre fiabilidad y longitud
de un test: para obtener una medida fiable y generalizable de un criterio conductual es necesario agregar
conductas, promediar una gama aplica de índices conductuales observados en un rango igualmente
extenso de ocasiones y/o situaciones. Además, Epstein afirmaba la necesidad de elegir criterios
conductuales que fueran referentes representativos del rasgo en cuestión, es decir, restringir el agregado
a conductas apropiadas en función de consideraciones conceptuales y psicométricas. Esto supone tomar
en consideración la coherencia funcional de las conductas emitidas, buscar una equivalencia y/o
equiparación de conductas en situaciones distintas.

Para finalizar, me parece justo señalar, aunque sea muy brevemente, que la crisis de la
psicología de la personalidad se inserta en un contexto socio-cultural proclive a las posiciones
situacionistas. Las corrientes de pensamiento dominantes, influidas por las teorías del «etiquetaje»
(Goffman, 1961; Rosenhan, 1973), ven a los tests de personalidad diseñados para evaluar la conducta
en términos de rasgos neuróticos o psicóticos como instrumentos que la sociedad emplea para
«etiquetar» a sus miembros y controlarlos (Hogan et al., 1977; McAdams, 1997). «El diagnóstico
psiquiátrico revela poco acerca del paciente, pero mucho acerca del entorno en el que un observador
lo encuentra» (Rosenhan, 1973, p. 250). Igualmente, los movimientos pacifistas y de liberación de la
mujer, tan populares en la década de los 70, suscitan y, a la vez, son el producto de una mayor
sensibilidad a la gran influencia que la cultura y el ambiente tiene sobre la conducta humana. «El

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