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Riesgos del tabaquismo en la tercera edad

Desde hace ya treinta años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra cada 31
de mayo el Día Mundial Sin Tabaco. Aunque el número de fumadores en España se ha
reducido considerablemente, todavía son muchas las personas de la tercera edad que
padecen enfermedades pulmonares como consecuencia de este hábito nocivo.

Estudios recientes presentados por la Oficina de Estadística Comunitaria (Eurostat),


demuestran que más del 28% de los españoles fuma. A pesar de que desciende en un
punto porcentual con respecto al último análisis de 2014, nuestro país aún sigue
posicionándose ligeramente por encima de la media de la Unión Europea, que se
consolida en un 26%.
Cada año, fallecen en España cerca de 60.000 personas como consecuencia del
consumo de tabaco, ya que esta práctica suele venir ligada al desarrollo de enfermedades
como la tuberculosis, la depresión, la degeneración macular asociada a la edad,
enfermedades cardiovasculares o pulmonares obstructivas crónicas (EPOC).  En
concreto, se calcula que cerca del 20% de las personas de la tercera edad padecen este
síntoma a raíz del tabaco. Que el tabaco y el cáncer (de pulmón, boca, laringe, lengua,
estómago o vejiga) van de la mano es una evidencia, aunque los riesgos se incrementan
en las personas mayores, ya que presentan unas condiciones físicas más deficientes,
como alteraciones en el aparato respiratorio o la arteriosclerosis.
los riesgos se incrementan en las personas mayores, ya que presentan unas condiciones
físicas más deficientes, como alteraciones en el aparato respiratorio o la arteriosclerosis.
El tabaquismo es un problema que requiere soluciones inminentes. Desde las
instituciones se intenta poner freno a este hábito que cada vez se desarrolla a edades
más tempranas entre los jóvenes, evitando así el surgimiento de la adicción y que se
germinen infecciones que a la larga podrían traducirse en enfermedades. Con la irrupción
de la crisis, han sido muchas las personas que han renunciado al placer de fumar, pero
otras, especialmente las más ancianas, han seguido destinando una parte de sus ahorros
a la compra de cajetillas de tabaco. Y es que entre aquellas personas que llevan más
tiempo fumando resulta más difícil actuar, y a su vez, más complicado frenar los prejuicios
ocasionados por el consumo de cigarrillos a lo largo de toda una vida.
El abandono de este hábito por las personas de la tercera edad reduce su dependencia
física y psicológica, y además garantiza un aumento de la esperanza de vida. No
podemos olvidar, que, junto al riesgo de contraer una enfermedad seria, el tabaquismo
suele ir vinculado al potenciamiento de la ceguera prematura entre los ancianos. De
hecho, un estudio recientemente presentado en Reino Unido demostraba que el tabaco se
convierte en la primera causa de déficit visual entre las personas mayores de los países
industrializados.
El abandono de este hábito por las personas de la tercera edad reduce su dependencia
física y psicológica, y además garantiza un aumento de la esperanza de vida.
En cuanto al índice de mortalidad, los investigadores observaron que aquellas personas
que durante la vejez no habían abandonado el hábito de fumar, poseían una tasa de del
83%. Estas cifras se reducían hasta el 34% en aquellos casos en los que, al alcanzar la
tercera edad, se había eliminado la dependencia a la nicotina.
Como han podido comprobar, las ventajas de eliminar la presencia del tabaco en la
tercera edad son infinitas. Aunque la esperanza de vida de nuestros familiares esté en
juego y parezca una causa más que justificada para pedir ayuda, son muchas las familias
que equivocadamente aún piensan que es mejor no modificar los hábitos socioculturales y
fumadores de sus mayores, para no quitarles algo que les hace feliz.

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