Está en la página 1de 54

Personajes MATRONA DE LA CASA DE ARREPENTIDAS

EMBAJADOR INGLÉS
MONTICELSO, cardenal; después, papa Paulo IV
EL DOCTOR JULIO, médico
FRANCISCO DE MÉDICIS, duque de Florencia; en el acto quinto, disfrazado de
moro, bajo el nombre de Mulinassar
BRACCIANO, por nombre completo Paulo Giordano Orsini, duque de Bracciano,
casado con Isabella y enamorado de Vittoria
GIOVANNI, hijo de Bracciano e Isabella
LODOVICO, conde italiano caído en desgracia; enamorado de Isabella
ANTONELLI Y GASPARO, amigos del conde Lodovico; al servicio del duque de
Florencia
CAMILLO, casado con Vittoria; sobrino de Monticelso
CARLO Y PEDRO, seguidores de Bracciano; secretamente de acuerdo con
Francisco.
HORTENSIO, uno de los oficiales de Bracciano
MARCELLO, asistente del duque de Florencia; hermano de Vittoria.
FLAMÍNEO, hermano de Marcello y Vittoria; secretario de Bracciano
EL CARDENAL DE ARAGÓN
ISABELLA, hermana de Francisco de Médicis y casada con Bracciano
VITTORIA COROMBONA, dama veneciana, casada primero con Camillo y después
con Bracciano.
CORNELIA, madre de Vittoria, Flamíneo y Marcello
ZANCA, mora al servicio de Vittoria; enamorada de Flamíneo y después de
Francisco.
EMBAJADORES
CORTESANOS
UN CANCILLER
UN REGISTRADOR
LETRADOS
OFICIALES
SOLDADOS
MÉDICOS
UN MÁGICO
UN ARMERO
ACOMPAÑAMIENTO
UN CRIADO DEL CÓNCLAVE
UN PAJE
DAMAS
Acto I
ANTONELLI
Sí, se burlan de vos, afirmando que, puesto que habéis dilapidado tan magníficos
Escena primera
señoríos, fuerza es que hubierais visto la primera luz en medio de un temblor de
tierra…
(Entran el conde Lodovico, Antonelli y Gasparo)
LODOVICO
LODOVICO Paciencia, que el agua de este pozo parece sacarse con dos cubos, y habré de esperar
¡Desterrado! con resignación a que ambos se vacíen sobre mí.

ANTONELLI GASPARO
Mucho pesar me causó la sentencia. Mas aún peor que todo eso son los horribles y sangrientos asesinatos que habéis
cometido aquí en Roma.
LODOVICO
¡Ah, son tus dioses, Demócrito, quienes gobiernan el universo entero; regias mercedes LODOVICO
y regios castigos! La Fortuna demuestra que es una verdadera puta, pues cuando ¡Bah, no más graves que las picaduras de una pulga! Pero, ¿por qué entonces no me
concede algo no lo hace sino en pequeñas medidas, y así puede arrebatárnoslo todo de quitaron la vida?
un solo zarpazo. Ved ahí lo que se desprende de tener enemigos poderosos –y que Dios
GASPARO
se lo recompense–. Son como los lobos, que no muestran su fiereza natural más que
Es un hecho, señor, que la justicia a veces se modera, en la idea de que no siempre es
cuando están hambrientos.
bueno bañar en sangre los delitos de violencia. Con esa sentencia tan leve que acabáis
GASPARO de recibir intentan, por un lado, poner fin a vuestros crímenes y, por otro, mejorar en
Esos a quienes tenéis por enemigos son de linaje real. algo esta época plena de maldades.

LODOVICO LODOVICO
Sí, y con ellos vayan mis oraciones, pues son las mismas víctimas de su violencia las Sea así como dices, pero me sorprende entonces cómo algunos notables han logrado
que el trueno idolatran. escapar a tal castigo. Ahí está, por ejemplo, el caso de Paulo Giordano Orsini, duque
de Bracciano, que ahora vive en Roma e intenta prostituir, con secretas mediaciones,
ANTONELLI el honor de Vittoria Corombona, la mujer que con un solo beso podría haber obtenido
Vamos, señor, dejadlo ya, pues en justicia habéis sido condenado. Retroceded si no, del duque mi perdón.
sea brevemente, a vuestra vida pasada: en tres años al más noble de los condados habéis
llevado a la ruina… ANTONELLI
Conducíos como un hombre. Es bien sabido que los árboles no se muestran tan
GASPARO espléndidamente cargados de fruto allí donde nacen como en el nuevo emplazamiento
Como a carne momia os han engullido los que antes os adulaban, para después, al al que más tarde se los trasplanta. Y también que cuanto más se restriega un perfume
sentirse enfermos por causa de tan horrible y contranatural medicamento, vomitaros con más fuerza despide su agradable aroma: del mismo modo, la aflicción es capaz de
en el arroyo… despertar en el ánimo valor y entereza, sean éstos falsos o de buena ley.
ANTONELLI LODOVICO
Con paso vacilante, aunque cubriendo uno a uno todos sus reprobables trechos, habéis Pon fin ya a tan fingido consuelo, que cuando regrese, si es que alguna vez lo hago,
recorrido el mundo del desenfreno. Sé de un ciudadano que, aun siendo dueño de dos calado italiano he de hacer en sus entrañas.
espléndidos feudos, os llamaba y trataba de señor solamente por vuestro caviar…
GASPARO
GASPARO ¡Señor!
Los mismos nobles que acudían invitados a los banquetes en que erais tan pródigo –
solamente el Ave Fénix escapaba a vuestras mandíbulas exquisitas– se burlan ahora LODOVICO
de vuestra desgracia, como si ya entonces no vieran en vos más que un fútil meteoro Sea, que ya me resigno, pues a más de un condenado he visto poner buena cara al
que, exhalado desde la tierra, habría de esfumarse pronto en el aire… bribón que al punto iba a ejecutarlo, y hasta darle algún dinero y hacer con él buenas
migas. Y así también yo, que a mis jueces expreso agradecimiento, e incluso considero
que demostrarían nobleza y piedad si me despacharan con presteza.
la mora Zanca, que se ha mostrado muy orgullosa de ponerse al servicio de tan ilustre
ANTONELLI personaje.
En fin, adiós. Hemos de encontrar sin duda ocasión de hacer anular la sentencia que os
condena. BRACCIANO
Mi felicidad supera toda esperanza, pues supera mi merecimiento.
LODOVICO
Para siempre os quedo por ello agradecido. (Suena un clarín)Este es el entendimiento FLAMÍNEO
que el mundo me ha dado, como si de una limosna se tratara; os ruego que de ello ¡Vuestro merecimiento! –ya podemos hablar con mayor libertad–. ¡Vuestro
obtengáis lección: merecimiento! ¿Qué es lo que os hace dudar? ¿Su pudor? En la mayoría de las mujeres
Cuando el poderoso para carnear vende la oveja, el pudor no es sino la superficie tras la que se oculta el deseo. Es más, ¿por qué
es ya esquilada, y de su vellón vendidas las guedejas. enrojecen las mujeres al oír nombrar aquello que por otra parte no tienen ningún temor
a tocar? Pues porque son astutas; saben que la dificultad de gozar de él acrecienta
(Vanse) nuestro deseo, mientras que la saciedad convierte a la pasión en algo grosero, tedioso
y somnoliento. Si la portezuela de la bodega, en el patio, estuviera siempre abierta,
tened por seguro que no habría tanto esfuerzo ni tan enconada pugna por conseguir la
Escena segunda bebida.
(Entran Bracciano, Camillo, Flamíneo, Vittoria Corombona y acompañamiento) BRACCIANO
Sí, pero hemos de contar con el celoso de su marido.
BRACCIANO
Os deseo el mejor de los descansos. FLAMÍNEO
¡Que se vaya al infierno! Hasta el dorador cuyo cerebro ha sucumbido a los vapores
VITTORIA del azogue es más apasionado que él. Ni los justadores pierden tantas plumas como él
Y yo, a su señoría, la mejor de las bienvenidas. ¡Más luces! Y que acompañen al duque. cabellos, según confesión de su médico, y no me parecen más arriesgados que él los
jugadores irlandeses, que, tras perder en el azar todo lo que llevan encima, acaban
(Vanse Camillo y Vittoria)
apostando sus partes pudendas. Es tan incapaz de satisfacer a una mujer que la espalda,
como un jubón holandés, se le hunde en los calzones. Ocultaos ahora en este gabinete,
BRACCIANO
mi noble señor, que alguna treta se me ha de ocurrir para separar a mi cuñado de la
Flamíneo…
hermosa mujer que es su compañera de lecho.
FLAMÍNEO
BRACCIANO
Diga su señoría.
¿Y si ella no acudiera a la cita?
BRACCIANO
FLAMÍNEO
Todo está perdido, Flamíneo.
Sería conveniente que su señoría no se mostrase tan neciamente enamorado. A mí
FLAMÍNEO mismo me ocurrió de amar a una dama y de perseguirla con gran número de
Perseverad en vuestras nobles intenciones, que yo estoy presto como el rayo a serviros. adolescentes declaraciones, mientras que los tres o cuatro galanes que la gozaban
Escuchad, señor, (en voz baja) la hermosa Vittoria, mi afortunada hermana, va a hubieran celebrado con gran júbilo el poder desembarazarse de ella. Es el mismo caso
recibiros de inmediato. (Alto) Caballeros, dejad que marche la carroza. Ahora es de una jaula de verano en un agradable jardín: las aves que están fuera de ella
voluntad del duque que apaguéis vuestras antorchas y que os retiréis. desesperan por entrar, mientras que las que se hallan dentro desesperan por salir,
consumidas por el temor a no lograrlo nunca. Marchad ya, señor.
(Vanse los acompañantes) (Vase Bracciano)

BRACCIANO (Entra Camillo)


¿Tanta es nuestra fortuna?
FLAMÍNEO (A Camillo) ¿Cómo por aquí, hermano? ¿Camino al lecho, al encuentro de tu
¿Y acaso podría ser de otra manera? ¿Es que no habéis observado esta noche cómo os complaciente esposa? (Aparte) Ahí viene; más de dos pensarían, por su atuendo, que
acosaba su mirada en todo momento y lugar? Ya he tratado del asunto con su sirvienta, es hombre de alta dedicación política, pero poned a prueba su talento y descubriréis
que no es más que un asno de rica gualdrapa vestido.
CAMILLO El cielo se me niegue, pero a fe que si tuviera que darte un consejo no sería otro que
Ciertamente que no, hermano. Mi camino me lleva más al norte, hacia climas harto éste: no te queda otra opción que la de encerrar a tu esposa.
más fríos. Puedo afirmar que no recuerdo cuándo fue la última vez que el lecho gocé
con ella. CAMILLO
Magnífica ocurrencia.
FLAMÍNEO
Raro me parece que hayas perdido esa cuenta. FLAMÍNEO
Y que no presencie festejo alguno.
CAMILLO
Nunca nos acostamos juntos que no haya al alba un foso entre nosotros. CAMILLO
Excelente.
FLAMÍNEO
Mas es a ti a quien corresponde cerrarlo. FLAMÍNEO
No permitir que acuda a la iglesia, a no ser que vaya, sujeta como un perro, a tus
CAMILLO talones.
Cierto, pero ella detesta siquiera verme intentándolo.
CAMILLO
FLAMÍNEO Lo que además la honraría.
¿Y por qué? ¿Cuál es el problema?
FLAMÍNEO
CAMILLO Y así puedes estar seguro de que antes de quince días, y a pesar de su castidad e
El duque me visita, y yo se lo agradezco, pero observo que, como si fuera un esforzado inocencia, te hallarás cornudo, cosa que por el momento no pasa de ser una suposición.
jugador de bolos, se inclina de forma apasionada hacia el lado por el que quiere dirigir Este es mi consejo, y no voy a cobrarte nada por él.
su bola.
CAMILLO
FLAMÍNEO Vamos, vamos, que no sabes dónde me aprieta el gorro de dormir.
Espero que no estarás pensando…
FLAMÍNEO
CAMILLO Pues llévalo entonces a la antigua usanza, dejando fuera las enormes orejas: sin duda
¿Qué los nobles como él hacen trampas en el juego de bolos? Ten por cierto que su que te resultará más cómodo. Bien, si así lo deseas, te hablaré con toda crudeza.
bola se halla muy reforzada por un lado, y más que dispuesta a encontrarse con mi ¿Prohibir toda diversión a vuestra esposa? Las mujeres son de mejor grado castas, y
emboque. en forma más gloriosa, cuanto menos recortada ven su libertad. Me estás pareciendo
uno de esos mequetrefes caprichosos que se muestran tan matemáticamente celosos.
FLAMÍNEO Con un altímetro andas ya tomando medidas a unos cuernos que aún no han nacido.
Pero ¿es que acaso vas a comportarte como los necios, a pesar de todo tu Aristóteles? Esa táctica, tan astuta, de acotarle el terreno al ganado no hace sino provocar una
¿O como los cornudos, en contra de tu efemérides, que indica que bajo un astro rebelión en la carne más fuerte que la que pueden producir todos los afrodisíacos que
propicio fuiste envuelto por primera vez? desde el último jubileo nos han ofrecido los médicos.
CAMILLO CAMILLO
Bah, no me vengas ahora con astros ni con efemérides, pues bien se puede hacer Mas de nada me cura todo esto que me dices.
cornudo a un hombre durante el día, mientras la mirada de las estrellas se dirige hacia
otros lugares. FLAMÍNEO
Como parece que en efecto estás celoso, te mostraré el desatino en que caes mediante
FLAMÍNEO un ejemplo común. He visto un par de gafas diseñadas con tal arte de la óptica que,
Dios te guarde, que yo te entrego, pues, a la compañía de esa triste almohada tuya, que colocando sobre una mesa una moneda de doce peniques, parecía como si hubiera
sin duda estará rellena de virutas de cornamenta. veinte. De llevar unas gafas como ésas y de ver con ellas a tu esposa atándose el
CAMILLO calzado, te imaginarías sin duda a toda una veintena de manos que le levantaban el
Hermano… vestido, y ello te irritaría sobremanera.

FLAMÍNEO CAMILLO
Mas en ese caso el disparate no es cosa de la vista.
FLAMÍNEO (Aparte) Y con la misma fruición y curiosidad con que un vinatero va a catar un nuevo
Cierto, mas advierte que los que padecen de ictericia creen que todo lo que ven es vino. (A Camillo) Estoy haciendo todo lo posible por sacar adelante tu empresa.
amarillo. De peores efectos aún son los celos: sus ataques ponen ante la vista del que
los padece veinte rostros desabridos, tan diferentes como burbujas en una cubeta de CAMILLO
agua. Hasta llega a creer muchas veces el celoso que es su propia sombra quien le va ¡A fe mía que es un hermano virtuoso!
a hacer cornudo. (Entra Vittoria Corombona) Mírala, ahí llega. ¿Qué razones tienes FLAMÍNEO
para sentirte celoso de esta criatura? ¿Acaso no se tacharía de necio ignorante, o de (Alto) Un anillo te ha de ofrecer, con una piedra filosofal.
bribón amigo de la lisonja, a quien escribiera sonetos a sus ojos, o definiera su frente
como nieve de Ida o marfil de Corinto, o comparara su cabello con el pico del mirlo CAMILLO
cuando más bien a su plumaje se asemeja? Acabemos. Sé prudente, y yo me ocuparé Bien, pues en estudios de alquimia ando metido.
de reconciliaros y de que vayáis juntos al lecho. Mas ten cuidado, no sea que parezca
que andas codiciándolo. Es ésta cosa de gran importancia, y en ella habrás de poner FLAMÍNEO
mucha atención. Ahora apártate de mí, pues no me gustaría que se advirtiera tu Te acostarás en un lecho de plumas de tórtola, te desvanecerás entre perfumadas
intervención en esta trama. Hermana. (Alto) Tu esposo está sumamente sábanas como aquel que se ahogó en aroma de rosas. Tan perfecto ha de ser tu deleite
disgustado.(aparte, a Vittoria) mi señor te espera en el cenador. que, al igual que los navegantes piensan que la tierra, los árboles y las naves llevan el
mismo rumbo que ellos, así tanto el cielo como la tierra te parecerá que viajan con vos.
VITTORIA Has de recibirlo, pues es una suerte que a la ineludible Necesidad está sujeta con clavos
Nada hice para enojarle; en la cena yo misma corté la carne para él. de diamante.
FLAMÍNEO VITTORIA
Por cierto, que no habría hecho falta que le cortara nada, pues aseguran que ya es (Aparte, a Flamíneo) ¿Cómo vamos a desembarazarnos de él?
capón. Debe parecer ahora como que disputamos. ¿Es que un caballero de tan buena
cuna como Camillo… FLAMÍNEO
(aparte) un siervo desharrapado que no ha veinte años que viajaba, en la comitiva del Le pondré un tábano en la cola y verás cómo al momento sale en estampida. (A
duque, con los siervos de cocina, entre escurridores y espetones? Camillo) Ya está casi conquistada, ya se aviene. Pero, y si ahora quieres mi consejo,
yo en tu lugar no la gozaría esta noche. De esa forma se contrariaría su disposición, y
CAMILLO ello la haría más sumisa.
Ya empieza a pincharla.
CAMILLO
FLAMÍNEO ¿Eso he de hacer? ¿Cres que tal cosa debo?
¿Es que tan excelente hombre de ciencia… (aparte) –cuya cabeza no contiene más que
un cerebro de ternera carente de seso alguno– (alto) … va a tener que postrarse a tus FLAMÍNEO
pies, va a tener que doblar las corvas para que lo admitas por una sola Sí, pues mostraría tu superioridad de juicio.
noche? (aparte) –esas corvas en las que padece una comezón que, como el fuego en
CAMILLO
casa del vidriero, siete años hace que no se apaga– (Alto) ¿No es acaso un muy elegante
Cierto, además de una actitud del ánimo bien distinta a las que adopta el vulgo, pues
y refinado caballero? (aparte) –cuando viste de raso blanco, negro el hocico, por una
quae negata grata.
cresa bien podría tomársele–. (Alto) Eres, debo confesarlo, una buena y bien adornada
montura para recibir una joya (aparte) –pero coronada por una piedra falsa, como un FLAMÍNEO
diamante de imitación. Perfecto. Eres el adamante que la atraerá aun manteniéndote a distancia.
CAMILLO CAMILLO
Va a hacerle ver ahora todos los méritos de mi persona. Un buen razonamiento filosófico.
FLAMÍNEO FLAMÍNEO
(Alto) Vamos, mi señor te espera; al lecho has de ir con él. Acércate con maneras de noble señor y dile que os acostaréis con ella cuando haya
finalizado la visita del duque.
CAMILLO
Ya va yendo al grano. CAMILLO
Vittoria, no me veo inducido o, diríase mejor, incitado…
FLAMÍNEO
VITTORIA Señor, os ruego que por piedad mantengáis la entereza de ánimo que os es propia.
¿A hacer qué cosa, mi señor?
BRACCIANO
CAMILLO Dulce médico sois.
A gozar de ti esta noche: el gusano de seda acostumbra a ayunar cada tres días, y así
al siguiente hila mejor. Mañana por la noche, pues, me dedicaré a ti. VITTORIA
Cierto, pues en la mujer es la aborrecida crueldad lo que en el médico el exceso de
VITTORIA funerales: que en poco tiempo acaba con su fama.
Y buena hebra hilarás, estoy segura.
FLAMÍNEO BRACCIANO
(A Camillo) ¿Habéis oído eso? Ya te veo, a eso de la medianoche, entrando Excelente criatura. Y si llamamos hermosas a las que son crueles, ¿qué nombre
furtivamente en su habitación. concederos a vos, que sois tan indulgente?
CAMILLO ZANCA
¿Eso crees? Mira, hermano: para que no pienses que te voy a engañar, toma la llave y Miradlos, ya se acercan el uno al otro.
enciérrame en mi aposento, de manera que ello te dé seguridad absoluta sobre mi
conducta. FLAMÍNEO
¡La más afortunada de las uniones me parece!
FLAMÍNEO
De acuerdo, así lo haré. Seré por una vez tu carcelero. Pero a lo mejor hay en tu cámara CORNELIA
una puerta falsa… (Aparte) Mis temores se han hecho realidad. ¡Ay, corazón! ¡Y que un hijo mío sea el
alcahuete! Ya veo a nuestra casa correr hacia su ruina: los terremotos dejan al menos,
CAMILLO allí donde han ejercido su tiranía, hierro, plomo o piedra, mas ¡ay del vicio!, pues nada
¡Por mil diablos que no! Tan cierto como que soy cristiano. Y dime mañana con qué deja tras sí el deseo desenfrenado.
desabrido humor toma mi esposa mi ausencia, tan poco elegante.
BRACCIANO
FLAMÍNEO ¿Cuál es el valor de esta joya?
Como gustes.
VITTORIA
CAMILLO Ornamento es de una escasa fortuna.
¿No has advertido el ingenio del gusano de seda? Buenas noches. A fe que he de usar
de ese truco con más frecuencia. BRACCIANO
A fe que desearía ser obsequiado con ella. No, mejor os la cambiaré por esta otra mía.
FLAMÍNEO
Y bien harás. (Vase Camillo) Ya estas a salvo, ja, ja. Como un gusano de seda, en tu FLAMÍNEO
propia malla te has encerrado. (Entra Bracciano) Adelante, hermana, que la oscuridad Excelente, su joya por la de ella. Buen comienzo, duque.
ocultará todo rubor. Como los perros de mal temple son las mujeres: por compostura BRACCIANO
se los mantiene atados durante el día, pero a medianoche se los deja libres, y es Permitidme ahora ver cómo os sienta.
entonces cuando son capaces de lo mejor, o de lo peor. ¡Señor, señor…!
VITTORIA
BRACCIANO ¿Aquí, señor?
Creedme, me gustaría poder lograr que el tiempo se detuviera, de forma tal que nunca
este encuentro finalizara, que fuera eterno este momento: mas todo deleite pronto a sí BRACCIANO
mismo se devora. (Zanca trae una alfombra, la extiende en el suelo y coloca sobre ella No, más abajo, llevaréis mi joya un poquito más abajo.
dos magníficos cojines. Entra Cornelia y se sitúa detrás, en ademán de
escuchar) Permitidme, dama afortunada, que en vuestro pecho vierta, no mi VITTORIA
elocuencia, sino mis votos. No me rechacéis, pues para toda la eternidad estaría Para mejor pasar el tiempo, voy a relatar a su señoría un sueño que tuve anoche.
perdido.
BRACCIANO
VITTORIA Con gusto escucharé.
VITTORIA ¿Qué te ha traído aquí, en esta lúgubre noche? Nunca hasta ahora habíamos tenido
Fue un sueño necio y vano: me pareció que a mitad de la noche me encaminaba a un tizón en nuestra mies.
cementerio en el que un hermoso tejo esparcía por el suelo poderosas raíces. Bajo aquel
tejo me hallaba sentada, inclinándome en gran desconsuelo sobre un sepulcro en el que FLAMÍNEO
podía apreciarse un dibujo hecho con cruces, cuando con gran sigilo se acercaron Te ruego, entonces que te retires, no vaya a ser que también resultes atizonada.
vuestra duquesa y mi esposo; éste llevaba una piqueta, y ella una herrumbrosa pala. CORNELIA
Con rudas maneras empezaron luego a increparme a propósito de vuestro tejo. Gran pena es que este hermoso paraje no hubiera sido desde el principio plantado de
todas las hierbas venenosas de Tesalia y en semillero de brujería se hubiera convertido,
BRACCIANO cualquier cosa antes que lugar de entierro de tu honor y el de tu hermana.
¿Cómo de mi tejo? FLAMÍNEO
VITTORIA Madre muy amada, escúchame…
Sí, de vuestro inofensivo tejo. Decían que yo intentaba arrancar tan bien crecido árbol CORNELIA
para plantar en su lugar un endrino marchito, delito por el cual habían jurado Con más prontitud que la misma naturaleza estás haciendo que mi frente se incline
enterrarme en vida. Sin más demora, mi esposo empezó a cavar a la vez que la duquesa, hacia la tierra. Esta es la maldición de los hijos: en vida nos provocan de continuo el
en inhumana furia convertida, sacaba con la pala la tierra y los huesos que por ella llanto, para luego, una vez en el frío sepulcro, abandonarnos a gélidos terrores.
había diseminados. ¡Dios mío, qué temblores me parecía sentir! Y era bien extraño
que, a pesar de tanto horror, no fui capaz de pronunciar oración alguna. BRACCIANO
Vamos, vamos, no quiero oíros más.
FLAMÍNEO
(Aparte) Claro, como que el diablo estaba en vuestro sueño. VITTORIA
Mi señor…
VITTORIA
Entonces fue cuando me pareció que un fuerte torbellino acudía en mi ayuda y hacía CORNELIA
caer un pesado brazo del imponente árbol. Así el tejo sagrado arrojó a ambos, ya sin ¿Y vuestra esposa? ¿Dónde está en estos momentos, duque adúltero? Ni siquiera
vida, al interior de aquel sepulcro, vil y de poca hondura, que merecían. podíais imaginar que esta noche iba a venir a Roma…
FLAMÍNEO FLAMÍNEO
(Aparte) Magnífica diablura: acaba de mostrarle en un sueño la necesidad de ¿Cómo? ¿A Roma?
deshacerse de su marido y de la duquesa.
VITTORIA
BRACCIANO La duquesa…
Con gran placer os daré una interpretación de vuestro sueño: estáis cobijada en los
brazos de un hombre que os protegerá de las iras de un marido celoso y de la miserable BRACCIANO
envidia de una duquesa que no es capaz de pasión. Yo os pondré en un lugar situado Pero si debería haber…
más allá de toda ley y de todo escándalo, y concederé a vuestros pensamientos la
CORNELIA
invención del placer y su fruición. Los deberes de gobierno no me separarán de vos
La vida de los príncipes tendría que moverse con la misma justicia con que lo hacen
más tiempo del necesario para soñar con vuestra hermosura. Mi ducado y mi salud
los relojes de sol, pues el ejemplo de su conducta es tan fuerte que, para bien o para
seréis para mí, tendré en vos esposa, hijos y amigos, todo al mismo tiempo.
mal, mueve a su época a marchar a su mismo paso.
CORNELIA
FLAMÍNEO
(Acercándose) ¡Ay, la maldición de los ánimos ligeros! ¡Están anunciando nuestra
Bueno, ¿has terminado ya?
ruina!
CORNELIA
FLAMÍNEO
¡Desdichado Camillo!
¿Qué furia te hizo levantar? ¡Fuera de aquí! ¡Fuera!
VITTORIA
(Vase Zanca)
CORNELIA
Yo quiero declarar que una casta negativa, que si cualquier cosa a excepción de la y despejada, ¿crees que voy a mantener pálida la frente con la leche que me diste? Pues
violencia hubiera podido evitar el largo asedio de amor a que él me ha estado nada de eso, que voy a armar y fortificar mi rostro con un vino vigoroso que impida
sometiendo… toda vergüenza o sonrojo.
CORNELIA CORNELIA
Estaré a tu lado hasta el más lamentable final que jamás haya hecho postrarse a madre ¡Ojalá nunca te hubiera parido!
alguna, pues si así deshonras tu lecho conyugal, que tu vida sea breve como las
lágrimas que en casa de los poderosos se vierten en los funerales… FLAMÍNEO
Eso mismo digo yo. Antes que a ti habría preferido tener por madre a la más ruin
BRACCIANO prostituta de Roma. La naturaleza se muestra compasiva con las putas, dándoles pocos
Uf, esta mujer no está cuerda. hijos, aunque a éstos muchos padres. Por lo menos así están seguros esos niños de que
no han de vivir en la necesidad. Ve, ve a lamentarte a nuestro señor el cardenal, aunque
es posible que hasta él halle justificación a estos hechos. Recuerda que a Licurgo lo
CORNELIA sorprendía mucho que los hombres proporcionasen a sus yeguas buenos sementales a
Tu conducta me recuerda a la de Judas: es la traición mediante el beso. Quiera Dios la vez que sufrían la esterilidad de sus bellas mujeres.
que seas odiada durante la corta vida de tu amante, y compadecida como una miserable
tras su muerte. CORNELIA
¡Miseria de miserias!
VITTORIA
¡Ah, desventurada de mí! (Vase Cornelia)
FLAMÍNEO
(Vase Vittoria) ¿La duquesa en la corte? La noticia no me agrada. Pero estamos comprometidos a
FLAMÍNEO seguir el camino del mal, y no debemos detenernos: al igual que los ríos corren a
¿Habéis perdido el juicio, mi señor? Iré a traérosla de nuevo. encontrar el océano con abundante serpenteo y limitados por unas orillas que les son
BRACCIANO impuestas, y al igual que la senda que ambiciona la cima de una montaña no asciende
No, ya me retiro. Envíame dentro de un momento al doctor Julio. Mujer sin compasión, en línea recta, sino que imita los sutiles repliegues de una serpiente cuando se recoge
tu lengua arrogante ha provocado una terrible y prodigiosa tormenta: que seas, pues, para pasar el invierno,
responsable de todo el mal que de ello se va a seguir. así el que conoce la intriga, y su verdadero aspecto,
no hallará fácil el camino, sino tortuoso e indirecto.
(Vase Bracciano)
FLAMÍNEO (Vase)
¿Crees, tú que tanto hablas de honor, que es ésta una hora de la noche adecuada para
enviar a un duque a su casa sin ni siquiera un hombre de escolta? Me gustaría saber
dónde está el montón de riquezas que has atesorado para mantenerme, la fortuna que
al fin me permita no tener que llevar la barbilla a la altura del estribo de mi señor.
CORNELIA
¿Cómo? ¿Es que por ser pobres hemos de ser también depravados?
FLAMÍNEO
Dime, te lo ruego, de qué medios dispones para librarme de las galeras, o del
patíbulo… Mi padre vivió ciertamente como un caballero, vendió todas sus tierras y
tuvo la suerte, el muy rufián, de morir antes de que se terminara el dinero. Y fuiste tú,
lo reconozco, quien me sacó adelante en Padua, donde quiero dejar bien claro que no
se debió más que a la falta de recursos –que así lo testifique la Universidad– el que me
resignara a estar zurciendo las medias de mi tutor durante al menos siete años.
Conspirando con una barba logré hacerme graduado, pasando luego al servicio de este
duque. Con él visité la corte, de la que regresé más cumplido y mucho más lujurioso,
aunque ni en un traje más rico. Y ahora que a mi ascenso se le abre una senda tan clara
Acto II BRACCIANO
Tan callado estaré como en la iglesia. Podéis continuar.
Escena primera MONTICELSO
Es motivo de asombro para vuestros nobles amigos el ver que vos, que entrasteis en el
(Entran Francisco de Médicis, el cardenal Monticelso, Marcello, Isabella, el joven mundo, por decirlo así, empuñando ya merecidamente un cetro soberano y que habéis
Giovanni y criados) sabido dar un fin conforme a naturaleza a los elevados dones del saber, les asombra,
FRANCISCO pues, que en vuestra mejor edad hayáis abandonado tan imponente trono por la suave
¿No has visto aún a tu esposo desde que estás aquí? pluma de un lecho insaciable. No ignoráis, señor, que el ebrio, una vez agotadas las
copas que ha bebido con generosidad, torna a encontrarse seco y sobrio; de la misma
ISABELLA manera, cuando despertéis de este sueño lascivo, os sobrevendrá sin duda el
Aún no, hermano. arrepentimiento, y su efecto será como el aguijón que lleva la víbora en el extremo de
su cuerpo. Desdichados son los príncipes cuando el destino marchita la más pequeña
FRANCISCO flor que adorna sus pesadas coronas o cuando les arrebata de sus cetros una sola de sus
En verdad que son sorprendentes las amabilidades que tiene contigo. Si yo tuviera un perlas; pero harto peor, ay, es cuando en un naufragio por ellos mismos buscado dejan
palomar como el de Camillo, ten por seguro que le prendería fuego, aunque sólo fuera escapar su fama, pues todos sus títulos reales perecen junto a su buen nombre.
para acabar con los turones que por su entorno merodean. Querido sobrino…
BRACCIANO
GIOVANNI ¿Habéis terminado, señor?
Mi señor tío, me hicisteis promesa de regalarme un caballo y una armadura.
MONTICELSO
FRANCISCO Sí, mas no sé si ha sido suficiente para haceros ver qué lejos estoy de adular vuestra
Cierto, razón tienes, pequeño. Marcello, haced que así se disponga. grandeza.
MARCELLO BRACCIANO
Ha llegado el duque, señor. Ahora vos, que su segundón sois, ¿qué tenéis que decir? No hagáis como los halcones
FRANCISCO jóvenes, que se desvían del objetivo en su vuelo. Vuestra pieza vuela ahora en las
Retírate entonces, hermana. Aún no debe verte. mejores condiciones para vuestro lucimiento.

ISABELLA FRANCISCO
Trátalo con suavidad, te lo suplico. No permitas que unas palabras demasiado rudas No temáis. Os responderé utilizando vuestro propio símil de cetrería: hay águilas que
nos coloquen en una situación de desavenencia aún más clara y abierta. De buen grado en lugar de dirigir su mirada al sol, como debieran, vuelan casi siempre a baja altura y
le perdono todas las cosas con que me ha afrentado, y no dudo que así como para adoptan una actitud de lasciva comodidad, pues saben que también pueden obtener
probar la eficacia del preciado cuerno del unicornio se hace de su polvo un círculo alguna presa de entre los pajarracos que frecuentan los estercoleros. Conocéis a
protector, dentro del cual se coloca una araña, de la misma manera estos mis brazos Vittoria.
embrujarán la ponzoña que lo aqueja, obligándola a mantenerle casto y alejado de toda BRACCIANO
envenenada desviación. Cierto.
FRANCISCO FRANCISCO
Deseo que así sea. Sal ahora. (Vase Isabella)(Entran Bracciano y Es en su casa donde os cambiáis de camisa cuando regresáis de practicar el juego de
Flamíneo) Desocupad la estancia. (Vanse Flamíneo, Marcello, Giovanni y los pelota.
criados) Sed bienvenido. ¿Queréis tomar asiento? Señor cardenal, os ruego que
empecéis hablando vos en mi lugar, pues en exceso cargado está mi corazón. Os BRACCIANO
secundaré en seguida. Sí, por suerte para mí.
MONTICELSO FRANCISCO
Antes permítame su señoría que le suplique que enga templanza y no ceda a cualquier Su marido es señor de escasa fortuna, pese a lo cual ella viste rico brocado.
pasión que pueda despertar la franqueza de mis palabras.
BRACCIANO MONTICELSO
¿Y qué? Mi buen señor cardenal, ¿querréis indagar sobre ese punto la próxima vez que Señores, no debéis seguir hablando sin fijar antes a vuestras palabras un límite más
Vittoria vaya a confesarse y averiguar así de qué puerto proceden esas ropas? amable.
FRANCISCO FRANCISCO
Es vuestra amante… De buena gana.
BRACCIANO BRACCIANO
Mi grosero amigo, cicuta hay en vuestro aliento y en esa negra calumnia. Además, si ¿Es que acaso creéis haber conseguido un triunfo por acosar así a un león?
así fuera, ni con el estruendo de todos vuestros cañones, ni con los suizos que habéis
alquilado para vuestro servicio, ni con vuestras galeras, ni con los aliados que han MONTICELSO
jurado ayudaros, ni con todo ello a la vez osaríais quitarla de su sitio. Señor duque…

FRANCISCO BRACCIANO
Dejémonos de truenos. Tenéis esposa, mi hermana. Ojalá que a la muerte hubiera Ya me calmo, señor, ya me calmo.
entregado sus dos blancas manos, bien atadas y cubiertas ya por la mortaja, en vez de FRANCISCO
concederos, como lo hice, una sola de ellas. Al duque enviamos noticia a propósito de una consulta sobre levas contra los piratas,
BRACCIANO pero el señor duque no estaba en palacio. Venimos, pues, nosotros mismos en persona,
De haberlo hecho así, un alma habríais dado a Dios. pero el señor duque sigue estando ocupado. Y me temo que no tendremos seguridad
de encontraros y de poder hablar con vos hasta que el Tíber no descubra a los que por
FRANCISCO sus orillas merodean la existencia de bandadas de patos salvajes –a la estación de la
Muy cierto; eso que ni todas las absoluciones de vuestro consejero espiritual podrán pérdida del plumaje me refiero–.
nunca conseguir para vos.
BRACCIANO
BRACCIANO ¿Qué pretendéis decir con ello?
Escupid vuestro veneno.
FRANCISCO
FRANCISCO No importa, no es más que una patraña construida con palabras vacías. Mas ahora voy
No es preciso, pues ya en su propio cinturón lleva la lujuria un restallante látigo. a expresar mi intención en frase justa y racional: no hallaréis el momento de vernos
Preparaos a ello, que rayos y centellas está empezando a despedir nuestra ira. hasta que los ciervos no estén sumidos en profunda melancolía.
BRACCIANO (Entra Giovanni)
¿De rayos habláis? A fe mía que no son más que petardos. MONTICELSO
Basta, basta, señor, que ahí veo venir al héroe que ha de poner fin a las diferencias que
FRANCISCO os enfrentan: es el príncipe Giovanni, vuestro hijo y sobrino. Ved cuántas esperanzas
A golpes de cañón hemos de zanjar este asunto. atesora su persona. Es el cofre en que ambos guardáis vuestras coronas, y como tan
BRACCIANO preciado objeto habéis de tenerlo. Ya ha alcanzado la edad en que es propio que sea
Y no obtendréis de ello más que plomo en las heridas y pólvora en las narices. instruido, y por ello debéis saber que, para educar en la virtud a un hijo de príncipes,
es el ejemplo medio más seguro y eficaz que el precepto. Y de hacerlo así, ¿a quién
FRANCISCO mejor debe procurar imitar que a su propio padre? Sed, pues, para él un modelo y
Lo prefiero a tener que cambiar perfumes por emplastos. dejadle un patrimonio de virtud que permanezca en el tiempo y no se borre ni en los
momentos en que las inclemencias del destino le rasguen las velas y le quiebren el
BRACCIANO mástil.
Lástima me dais. No estaría mal que ese gesto de insolencia que acaba de aparecer en
vuestro semblante lo emplearais con vuestros esclavos o con los hombres por vos BRACCIANO
condenados. Desde esta hora os desafío, e iré a enfrentarme con vos aunque estéis Dame la mano, muchacho. ¿Ya preparándote para ser soldado?
rodeado, en apretada formación, por los más capaces de entre vuestros hombres.
GIOVANNI
Traed una pica.
(Le dan una y él la blande) FRANCISCO
FRANCISCO Observad cómo los buenos hábitos hacen del niño un hombre, mientras que los malos
¿Tan joven y ya ejercitándote en la pica, querido sobrino? hacen de éste una bestia. Vamos, seamos amigos.
GIOVANNI BRACCIANO
Ved en mí a una de las ranas de Homero, señor, lanzando así mi junco. Decidme, os lo De todo corazón, como el hueso fracturado, que, bien curado, suelda con más fuerza
ruego, ¿es que acaso no podría un muchacho de buen sentido comandar un ejército? aún.
FRANCISCO FRANCISCO
Sí, bien podría hacerlo un joven príncipe con que tuviere buen sentido. (A un criado fuera de escena) Haz que venga Camillo. ¿Habéis oído el rumor de que
el conde Lodovico se ha pasado a la piratería?
GIOVANNI
¿Eso pensáis? Estoy seguro de haber oído que no es conveniente que los generales BRACCIANO
pongan en peligro sus vidas con frecuencia, pues montados en sus caballos producen Sí, algo me ha llegado.
tal estruendo –cual un tambor danés– que no les es menester combatir. ¡Magnífico!
Entonces también los caballos podrían, en su lugar, dirigir ejércitos. Si se me concede FRANCISCO
vida para alcanzar a ello, cargaré personalmente contra el francés enemigo y al frente Estamos preparando unas naves para ir a prenderlo. (Entra Isabella) Ahí llega la
de mis tropas estaré el primero en la misma línea de combate… duquesa, vuestra esposa. Nosotros nos retiramos, no esperando de vos más que la
tratéis con gentileza.
FRANCISCO
Muy bien… BRACCIANO
Embrujado me tenéis. (Vanse Francisco, Monticelso y Giovanni)Veo que gozas de
GIOVANNI buena salud.
Y no daré a mis hombres la orden de ¡adelante! para ir yo detrás, sino que les ordenaré
¡seguidme! ISABELLA
Más que la buena salud, el ver bien a mi señor es motivo de gozo para mí.
BRACCIANO
¡Ave precoz, que aún no ha acabado de salir del cascarón y ya vuela! BRACCIANO
Me pregunto qué torbellinos de amor te hicieron venir tan precipitadamente a Roma.
FRANCISCO
¡Gallardo sobrino tengo! ISABELLA
Mi devoción.
GIOVANNI
El primer año que vaya a la guerra, tío, libres y sin rescate he de dejar a todos los BRACCIANO
soldados enemigos que tome prisioneros. ¿Tu devoción? ¿Es que sientes en el alma el peso de un grave pecado?

FRANCISCO ISABELLA
¿Ah, sí? ¿Y por qué sin rescate? ¿Cómo recompensarás entonces a los hombres que te No uno, sino muchos son los que la abruman con su carga. Y creo que cuanto antes
rindieron tan valioso servicio? nos rindamos cuentas vos y yo más profundo y tranquilo ha de ser nuestro sueño.

GIOVANNI BRACCIANO
De la siguiente manera, señor: los casaré con todas las mujeres de fortuna que queden Retírate a tu aposento.
viudas ese año. ISABELLA
FRANCISCO No, mi amado dueño, no penséis que quiero provocaros al enfado, pero ¿es que los dos
Pero así al año siguiente no habrá hombres que vayan contigo a la guerra. meses que hemos estado lejos el uno del otro no merecen ni siquiera un beso?

GIOVANNI BRACCIANO
Entonces obligaré a las mujeres a ir al combate, y los hombres irán tras ellas. No acostumbro a besar, y estoy dispuesto a jurar que es cierto lo que digo si ello aviva
tus celos.
MONTICELSO
Ingenioso el príncipe.
ISABELLA nunca más he de hacerlo. Y este divorcio se guardará tan fielmente como si un juez lo
No he venido a disputar. ¿Mis celos? Aún he de aprender lo que esa palabra significa hubiera sentenciado. Lejos el uno del otro han de vivir nuestros sueños.
en nuestra lengua. Sois ahora tan bien recibido a estos brazos deseosos como yo lo
fuera a los vuestros cuando aún era doncella. ISABELLA
¡Que la dulce armonía de las cosas sagradas lo impida! Los santos del cielo fruncirán
(Hace intención de besarle) el ceño enojados ante tales sucesos.
BRACCIANO
¡Uf qué aliento! Tantas confituras y tan continuada medicación no hacen sino apestar. BRACCIANO
No te haga incrédula tu amor, pues este juramento que acabo de hacer nunca se verá
ISABELLA en mi alma neutralizado por el arrepentimiento. Mi decisión es definitiva, aunque la
Más de una vez habéis preferido estos labios al perfume de la casia y a la fragancia ira de tu hermano supere en furor a una horrible tormenta o a una batalla en el mar.
natural de la violeta en primavera, estos labios que aún conservan su juvenil tersura,
cosa que debería ser para mí motivo de alegría. Ese ceño que mostráis fruncido por el ISABELLA
enojo sería de magnífica impresión bajo un casco de combate, pero dirigido a mi ¡Ay, mortaja que me esperas, se acerca el momento en que he de necesitarte! Mi amado
persona, y en tan pacífica conversación… me parece exageradamente rudo. dueño, permitidme oír de nuevo eso mismo que oír no desearía: ¿nunca?

BRACCIANO BRACCIANO
¡Tamaña hipocresía! Pues ¿no has estado formando bandos contra mí? ¿No has Jamás.
recurrido acaso al vil y bajo artificio de quejarte a tu familia? ISABELLA
ISABELLA Despiadado señor, ojalá hallen clemencia vuestros pecados. Yo, por mi parte, rezaré
No, en ningún momento, amado mío. por vos sobre mi lecho doliente y viudo, si no para que volváis los ojos hacia vuestra
desventurada esposa y hacia el prometedor hijo que ella os diera, al menos para que
BRACCIANO los alcéis al cielo cuando aún sea tiempo para ello.
¿Es preciso que andes persiguiéndome, o es que acaso fue un ardid de tu parte para
encontrarte aquí en Roma con algún caballero enamorado y deseoso de llenar mis BRACCIANO
ausencias? Basta, retírate. Déjame y ve a lamentarte al gran duque.

ISABELLA ISABELLA
Os ruego, señor, que destrocéis mi corazón, para que así a mi muerte podáis recobrar, No, mi señor. Presenciaréis personalmente cómo hago las paces entre vos y mi
ya que no el amor, al menos la piedad de antaño. hermano: me haré pasar por autora del cruel juramento que acabáis de pronunciar.
Tengo razones para haberlo hecho, mientras que vos no tenéis ninguna. Os suplico,
BRACCIANO por el bien de ambos ducados, que ocultéis que habéis sido vos quien ha marcado el
Como tienes por hermano al muy obeso duque –al gran duque quiero decir–, por todos camino de esta separación. Permitid que la culpa recaiga sobre mis supuestos celos y
los diablos que ya no podré perder de una vez quinientas coronas en el juego de pelota considerad con qué doliente y desgarrado corazón voy a desempeñar desde ahora tan
sin que el acontecimiento se vea registrado en los anales del reino. Le desprecio como triste papel.
si de un polaco tonsurado se tratase. Y en cuanto a su tan apreciado ingenio, en su
guardarropa reside, pues sólo cuando se halla protegido por su ropa de ceremonia da (Entran Francisco, Flamíneo, Monticelso y Marcello)
la impresión de ser un hombre juicioso. Ése es tu hermano, el gran duque, el que por BRACCIANO
tener unas cuantas galeras y por apresar de vez en cuando un batel turco se creyó en el De acuerdo, haz lo que gustes. ¡Mi honorable hermano!
derecho de apañar este matrimonio – ¡todas las furias del infierno se lleven ahora su FRANCISCO
alma! ¡Maldito sea el clérigo que ofició la misa nupcial, maldita incluso mi progenie! Hermana… Eso no está bien, señor. No merece ella tal recibimiento.
ISABELLA BRACCIANO
¡Ay, demasiado lejos habéis ido en vuestra maldición! ¿Tal recibimiento decís? Yo sí que he sido recibido severamente.
BRACCIANO FRANCISCO
La mano voy a besarte, y este beso ha de ser el rito postrero de mi amor. A partir de ¿Cómo? ¿Tan necia eres? Vamos, seca esas lágrimas, pues ¿crees que el reñir y el
este momento nunca más habré de yacer contigo: juro por este anillo matrimonial que llorar son las maneras propias de arreglar la situación? Llegad a una reconciliación, o
por todos los santos que no he de mediar nunca más en vuestros conflictos.
ISABELLA FRANCISCO
No lo harás, ni aunque Vittoria se convirtiera, con esa condición, en una mujer honesta. ¿Es éste el círculo de cuerno de unicornio que dijiste iba a embrujar a tu esposo?
Caigan sobre ti ahora los cuernos, que bien los merecen tus celos. Sé fiel a tu promesa
FRANCISCO y retírate a tu aposento.
¿Ha elevado tu esposo la voz desde que nos separamos?
ISABELLA
ISABELLA No, hermano, que ahora mismo marcho a Padua. No me quedaré aquí ni un minuto
Por mi alma que no, hermano. Por ella también juro que no me importa perder. ¿O es más.
que acaso deben estas ruinas de mi belleza perdida exhibirse en honor del triunfo de
una puta? MONTICELSO
Pero estimada señora…
FRANCISCO
Escúchame: fíjate en otras mujeres, con qué paciencia sufren estos pequeños agravios, BRACCIANO
con qué justicia meditan cómo responder a ellos. Adopta tú también esa actitud. Mejor es que haga lo que guste. Medio día de viaje bastará para rebajarle los humos y
hacerla regresar a toda prisa.
ISABELLA
Ah, si yo fuera un hombre, si tuviera la fuerza suficiente para poner en práctica los FRANCISCO
deseos que siento, hay a quien azotaría con escorpiones. Mucho nos reiremos cuando acuda a mi señor el cardenal para que la dispense de su
precipitado juramento.
FRANCISCO
¿Qué dices? ¿Tú convertida en furia? ISABELLA
¡Ah crueldad, cumple tu misión! ¡Y tú, pobre corazón mío, desgárrate!
ISABELLA
Sacarle los ojos a esa ramera, dejarla agonizar lentamente, días y días hasta hacer un (Vase)
millar, cortarle la nariz y los labios, arrancarle los pútridos dientes y conservar (Entra Camillo)
momificada la carne de su cuerpo, a manera de trofeo de mi justa ira. Comparándolo a MARCELLO
mi tormento, el fuego del infierno no es sino agua nieve. Con tu permiso –acércate, Ya está aquí Camillo, señor.
hermano, y también vos, señor cardenal–, concededme un solo beso, y, a partir de este
momento, por este anillo matrimonial que nunca más he de yacer con vos. FRANCISCO
¿Traéis el despacho?
FRANCISCO
¿Cómo? ¿Qué nunca más habéis de yacer con él? MARCELLO
Tomad.
ISABELLA
Y este divorcio se guardará tan fielmente como si en una corte atestada de gente un FRANCISCO
millar de oídos lo hubieran escuchado y un millar de abogados hubieran sellado de su Dadme el sello.
puño y letra nuestra separación. FLAMÍNEO
BRACCIANO (A Bracciano) ¿Observáis, señor, cómo cuchichean? Con lo que guardan en sus
¿Tan firme es tu decisión de no yacer conmigo? cabezas voy a hacer una pócima de sabor más fuerte que el del ajo y de efecto más
mortífero que el del antimonio. No lo harían con mayor silencio o más invisible
ISABELLA artificio ni las cantáridas, que apenas se las ve posándose sobre la carne y ya el veneno
Tanto, y no dejéis que en un incrédulo os convierta mi antigua pasión. Este mi ha alcanzado el corazón.
juramento no se verá nunca en mi alma neutralizado por el arrepentimiento: manet alta
mente repostum. (Entra el doctor Julio)
BRACCIANO
FRANCISCO Y bien, qué hay de esa muerte…
Por mi cuna que eres necia, a más de insensata y celosa.
FLAMÍNEO
BRACCIANO A Nápoles quieren mandarle, pero el campo santo le tengo yo reservado como destino.
Como podéis ver, no soy yo quien provoca todo esto. Aquí viene alguien que también puede sernos de utilidad.
BRACCIANO FLAMÍNEO
Ah, el doctor… Y tú, truhán, recuerda bien esto: cuando los bribones suben de posición, lo hacen como
los criminales en los Países Bajos, unos sobre los hombros de otros.
FLAMÍNEO
Es un pobre truhán y matasanos, señor, que por su lujuria mereció ser condenado a los (Vanse Bracciano, Flamíneo y el doctor Julio)
azotes, pero que se inventó un pleito en el que se confesó culpable, permitió que le MONTICELSO
embargaran sus bienes y así dejó al látigo con un palmo de narices. Mira este emblema, sobrino, y examinálo con atención, pues fue arrojado a tu aposento
a través de la ventana.
JULIO
Cierto, más luego le engañó un truhán más consumado que él, que le hizo pagar la CAMILLO
supuesta deuda. ¿Por mi ventana? Aquí veo a un venado que ha mudado los cuernos, pérdida por la que
el pobre animal llora. También veo la leyenda Inopen me copia fecit.
FLAMÍNEO
Es capaz de lanzar al estómago de un hombre unas píldoras que le causarían más MONTICELSO
orificios que los de la flauta o la lamprea, y capaz igualmente de envenenar un beso. Es decir, la misma abundancia de cuernos le ha hecho pobre en ellos.
Mas su obra maestra fue cuando se le ocurrió –ya que en Irlanda no crece veneno
alguno– incorporar al pedo de un español un vapor mortífero que hubiese podido CAMILLO
envenenar a toda la población de Dublín. ¿Y cómo lo debo entender?

BRACCIANO MONTICELSO
¡Oh, el fuego de San Antonio!. Te lo diré. Corre la noticia de que te han hecho cornudo.

JULIO CAMILLO
Tiene buen humor vuestro secretario, señor. ¿Eso se dice? Preferiría que una noticia como ésa quedara de puertas adentro.

FLAMÍNEO FRANCISCO
¡Ay, maldito de ti, por cuya existencia hasta la naturaleza expresa disgusto! Miradle, ¿Tienes hijos?
sus ojos aparecen tan inyectados en sangre como la aguja con que el cirujano cose las CAMILLO
heridas. Déjame abrazarte, sapo querido, y amarte, gárgara nauseabunda y abominable No, señor.
que a quien la hiciera destrozaría pulmones, ojos, corazón e hígado.
FRANCISCO
BRACCIANO Mejor para ti. Te voy a contar una historia.
Basta. Debo contratar vuestros servicios, muy honesto doctor. Habéis de ir a Padua y
de paso usar para nosotros vuestro talento. CAMILLO
Con gusto os escucho.
JULIO
Así lo haré, señor. FRANCISCO
Es un viejo cuento. Sucedió una vez que Febo, el dios de la luz, el mismo al que
BRACCIANO nosotros llamamos Sol, sintió la necesidad de casarse. Los dioses dieron su
¿Y qué hay de Camillo? consentimiento y se envió a Mercurio para que lo anunciara por todo el mundo. Mas
FLAMÍNEO ¡qué lastimeras quejas surgieron al punto entre forjadores y pañeros, entre cerveceros
Esta noche morirá por causa de un accidente tan hábilmente dispuesto que la gente y cocineros, entre mantequeros y segadores, entre vendedores de pescado y otros mil
pensará que nadie más que él ha sido responsable de su muerte. Pero ¿cómo ha de gremios a los que tantas molestias ocasiona el excesivo calor del sol! Era lástima
morir vuestra esposa la duquesa? verlos. Se presentaron, pues, todo sudorosos, ante Júpiter, y lograron echar atrás la
decisión que se les había anunciado. Un cocinero grande y obeso, al que se había
JULIO nombrado vocero del grupo, suplicó a Júpiter que se hiciera castrar a Febo: pues si
Yo me ocuparé de ella. ahora que no existía más que un único Sol había tantos hombres a punto de perecer por
causa de su violento calor, ¿qué ocurriría si se casara y engendrara muchos más soles,
BRACCIANO y si estas criaturas hicieran, como su padre, fuegos de artificio? Eso mismo digo yo
Impunes se hacen los crímenes pequeños por obra de los mayores.
referido a tu esposa: su descendencia, si no lo evita la providencia, hará que la MONTICELSO
naturaleza, el siglo y el mismo género humano se arrepientan de su existencia. Absolutamente. He recibido cartas suyas en las que suplica que se le tramite la pronta
derogación de su condena. Tiene intención de dirigirse a la duquesa en solicitud de una
MONTICELSO pensión.
Mira, sobrino, ve y cambia de aires, aunque solamente sea por vergüenza. A ver si tu
ausencia conlleva la ruina de tu cornucopia. Has sido nombrado, con Marcello, FRANCISCO
comisario para limpiar de piratas las costas italianas. Bien, no importa. Nos basta con que Camillo esté ausente unos cinco o seis días. Me
gustaría que el duque Bracciano se viera implicado en un escándalo notorio, pues en
MARCELLO el maldito delirio en que se halla no hay nada que pueda hacerle recobrar su buen
Mucho me honra el nombramiento. nombre si no es el sentimiento profundo de una vergüenza eterna.
CAMILLO MONTICELSO
No obstante, señor, puede ocurrir que antes de mi regreso los cuernos del venado hayan Podría objetárseme que es poco honorable manejar así a un familiar, pero yo respondo
brotado de nuevo, alcanzando un tamaño aún mayor que el de éstos que aquí vemos que por vengarme llegaría a arriesgar la vida de un hermano que, agraviado, no se
caídos. atreviera a tomar satisfacción por sí mismo.
MONTICELSO FRANCISCO
No temas por ello, que yo seré tu guardabosques. Vayamos, pues, a observar a esa ramera.
CAMILLO MONTICELSO
Debéis vigilar bien durante la noche, que es el momento de más peligro. ¡Ay, la maldición de la grandeza! Es seguro que él no va a renunciar a Vittoria.
FRANCISCO FRANCISCO
Adiós, mi buen Marcello, que todas las buenas venturas que un soldado pueda desear Pues de mí puedo decir que a poca compasión ello me mueve:
te acompañen a bordo. tal como el muérdago sobre el olmo, al que el tiempo ha marchitado,
CAMILLO dejemos que se pudran los dos juntos, a ella él bien agarrado.
¿Y no sería lo mejor, ahora que en soldado me he convertido, que antes de dejar a mi (Vanse)
mujer y despedirme de ella venda todo lo que posee?
MONTICELSO Escena segunda
Espero, con tan alegres adioses, lo mejor de ambos.
CAMILLO (Entra Bracciano con un hombre vestido de mágico)
Cierto, que alegre ha de ser siempre el carácter de un capitán. Y estoy decidido a BRACCIANO
emborracharme esta noche. Te recuerdo ahora la promesa que antes me hiciste, pues ya es exactamente la
medianoche y tal es la hora que fijaste para mostrarme, mediante el poder de tu arte,
(Vanse Marcello y Camillo) cómo se llevan a efecto los proyectados asesinatos de Camillo y de la duquesa, de mí
FRANCISCO tan aborrecida.
Sea, que ya está todo bien dispuesto. Veamos ahora cómo su tan deseada ausencia va
a dejar el camino libre –y de forma violenta– a la lujuria del duque de Bracciano. MÁGICO
Vuestra generosidad me ha empujado a una práctica que no es habitual en mí. Y hay
MONTICELSO aún quienes, con falaces invenciones, aspiran al título de nigromantes, al que yo
He ahí la razón, pues ¿por qué otro despreciable motivo habríamos de escogerlo a él ciertamente con gusto renunciaría. Así ocurre con los que acostumbran a hacer juegos
como capitán de la armada? Además, el conde Lodovico, del que se rumoreaba que con los naipes, pues parece que están practicando la magia cuando en realidad lo que
había entrado en la piratería, se encuentra en Padua. hacen es embaucar a las gentes. O con aquellos otros que convocan, alrededor de un
molino de viento, a los espíritus que les son aliados y llegan hasta a arriesgar el gaznate
FRANCISCO
por lograr una vulgar pasquinada. O también esos que llevan consigo un caballo rabón,
¿Es eso cierto?
del que se sirven en sus invenciones, haciendo correr la voz de que de un espíritu se
trata. Y a más de éstos, toda una legión de estrelleros y judiciarios –rufianes que por
cierto no viven sino de encubierta manera, que lo único que hacen es usar con falsedad
de poderes que no les son propios–, gentes capaces de hacer creer a los demás que el está a punto de hacerlo, Flamíneo lo agarra por el cuello y, con la ayuda de los otros,
diablo se dedica a jugar con ellos al escondite, que de no ser así aquél debiera aparecer lo estrangula. Parece cerciorarse de haber consumado su acción y deposita el cuerpo
cuando lo convocan con su rimbombante latín. Sentaos ahora, os lo ruego, y poneos en el suelo, doblado, a los pies del caballo. Hace gestos en petición de ayuda. Entra
este gorro de noche, que en él está el hechizo. Os voy a mostrar, gracias a mi magia Marcello, que, afligido, envía a buscar al cardenal Monticelso y al duque de
poderosa, las incidencias por cuya mediación se le va a quebrar el hálito a vuestra Florencia. Éste se presenta acompañado de soldados. Todos muestran su sorpresa por
esposa la duquesa. lo acaecido. El duque de Florencia ordena que se traslade el cadáver de Camillo a la
casa de éste. Hace prender luego a Flamíneo, a Marcello y a los demás. Se van todos.
De sus ademanes se deduce que van a prender también a Vittoria.)
Pantomima primera
BRACCIANO
He de reconocer que todo el asunto está llevado de manera muy original, mas no llego
(Entran el doctor Julio y otra persona, con gran cautela. Descorren una cortina, a comprender en detalle todas las circunstancias de que se compone la invención.
descubriendo un retrato de Bracciano. Se ajustan unos grandes anteojos de cristal,
que cubren también la nariz, y queman unos perfumes bajo el retrato, untando después MÁGICO
con un líquido los labios de la figura. Una vez hecho esto, apagan el fuego y, Pues todo estaba a la vista, y en la más clara disposición. Los habéis visto irrumpir en
quitándose los anteojos, se van entre risas. Entra entonces Isabella, en ropa de la escena, colmados de bebida a causa de los muchos brindis que por un viaje pleno de
acostar, secundada por hombres que portan antorchas. La acompañan también el fortunas venían de pronunciar. He ahí que luego Flamíneo pide que les sea traído un
conde Lodovico, Giovanni y otros. Se arrodilla para pronunciar sus rezos, y descorre caballo de palo, con ánimo de proseguir la diversión. Y después se urde una treta
luego la cortina que oculta el retrato. Por tres veces ante él se inclina, y por tres veces inocente a fin de que el virtuoso Marcello salga de la estancia. En cuanto al resto, con
lo besa. Se desvanece, pero impide a los presentes que se acerquen a ella. Muere. En vuestros propios ojos lo visteis; es justo, pues, que sean ellos quienes os informen del
los semblantes de Giovanni y del conde Lodovico se refleja el dolor. La sacan de la desarrollo entero de esta industria.
estancia con gran solemnidad.)
BRACCIANO
BRACCIANO
Parece que, por lo que toca a Flamíneo y a Marcello, ambos han sido arrestados.
Excelente. Así que ella ya ha muerto…
MÁGICO
MÁGICO
Cierto, que a los dos pudisteis ver escoltados por la guardia. Ahora vienen todos hacia
Sí, envenenada por el retrato, que había sido previamente fumigado. Todas las noches,
aquí con la intención de prender a vuestra amante, a la hermosa Vittoria. Y es su techo
antes de acostarse, acostumbraba a rendir una visita a vuestro retrato, para alimentar
el que en estos momentos nos cobija, así que sería de conveniencia que al punto nos
así sus ojos y sus labios de esa sombra inmóvil. Habiéndolo observado el doctor Julio,
hiciéramos desaparecer por alguna puerta trasera.
infectó el cuadro con un aceite y otras sustancias ponzoñosas, que en un instante le
cortaron el aliento a la duquesa. BRACCIANO
Mi noble amigo, por obra de gratitud quedas ligado a mí para siempre. Sea esto como
BRACCIANO
un sello que fuera unido a la firma de mi mano, garantía de que serás recompensado.
Me pareció ver en ello al conde Lodovico.
MÁGICO
MÁGICO
Y para vos mi agradecimiento, señor.
En ello estaba, ciertamente. Y es más, mis poderes me permiten ver que a vuestra
(Vase Bracciano)
esposa tenía apasionada afición de amor. Volveos ahora hacia aquel otro lado y
Con el calor del sol, parejas crecen la cizaña y la flor:
presenciad la suerte de Camillo, harto más hábilmente dispuesta que la de la duquesa.
Tal los grandes, de lo mejor capaces, también de lo peor
Fuerza es, pues, que de este suelo hechizado surja una música de altas resonancias y,
como conviene a la representación, en tonos de tragedia. (Vase el mágico)

Pantomima segunda

(Entran Flamíneo, Marcello y Camillo, acompañados de otros cuatro vestidos de


capitanes. Brindan y bailan. Alguien entra en la estancia un caballo de palo y habla
quedo con Marcello, tras lo cual éste y dos capitanes abandonan el lugar. Flamíneo y
Camillo, entre tanto, se han quedado en camisa, como para disponerse a saltar.
Cortesías acerca de cuál de los dos ha de iniciar el ejercicio. Cuando por fin Camillo
Acto III LETRADO
Porque el que siembra besos –atended a lo que os digo–, el que siembra besos cosecha
lujuria. Y ello es así en razón de que mujer que consiente en ser besada es mujer a
Escena primera
medias ganada.

(Entran Francisco, Monticelso, su canciller y un escribano) FLAMÍNEO


FRANCISCO Cierto, y ganada en su mitad de arriba, por seguir vuestro razonar. En cuanto a la de
Veo que os habéis movido con discreción para lograr que todos los respetables abajo, ya sabéis lo que sigue si se desea conquistarla.
embajadores aquí residentes acudan a presenciar el proceso de Vittoria.
LETRADO
MONTICELSO Escuchad, ya se apearon los embajadores.
Era conveniente que así fuera, pues bien sabéis, señor, que en lo que atañe a la muerte
FLAMÍNEO
de su marido no tenemos más que suposiciones para acusarla. Por ello, si los
(Aparte) Es sólo para evitar sospechas que adopto esta careta de fingida
embajadores asienten a las pruebas de su infernal lujuria quedará como mujer
despreocupación y desenfado.
infamante ante todos nuestros estados vecinos. Me pregunto, por cierto, si estará
presente Bracciano. MARCELLO
¡Ay de mi infeliz hermana! ¡Así hubiera clavado en su corazón la punta de mi daga el
FRANCISCO
día de su encuentro primero con Bracciano! He oído decir, hermano, que le has servido
¡Por todos los santos! Sería una insolencia demasiado manifiesta.
de instrumento y de engaño para perder a Vittoria.
(Vanse)
FLAMÍNEO
(Entran Flamíneo y Marcello, escoltados, y un letrado)
No hice más que abrir una senda para su ascenso, y para el mío propio.
LETRADO
¿Qué, atrapado? Voy a comprobar si igualmente preso y encerrado se halla vuestro MARCELLO
ingenio: entiendo que deberían ser viejos fornicadores, y no otros, quienes juzgaran a Mejor dirás que para vuestra ruina.
vuestra hermana.
FLAMÍNEO
FLAMÍNEO Pues mira tú, soldado fiel al gran duque, que incluso con el pródigo caudal de tu sangre
O cornudos, que son los más terribles fustigadores de la lujuria. No me parece mal la alimentas sus victorias –al igual que nutren las brujas a los espíritus que están a su
idea de los fornicadores, pues nadie es mejor juez en una justa que el que antes fuera servicio–, y ¿qué has sacado de ello? No más que los dineros propios de un capitán:
buen justador. un puñado de oro que llevas en la mano abierta como si llevaras agua: cuando quieres
agarrarla, la mísera recompensa se te escapa por entre los dedos.
LETRADO
El duque mi señor se ha conducido en gran secreto con esa mujer. MARCELLO
Pero…
FLAMÍNEO
Tan gran necio sois que no veis que más bien lo han hecho a los ojos de todos, y que FLAMÍNEO
precisamente por eso han de temer. Si apenas tienes para mandarte hacer un nuevo armador…
LETRADO MARCELLO
Con que les fuera probado que en un simple beso han consentido… Pero, hermano…
FLAMÍNEO FLAMÍNEO
Terminad ¿qué se seguiría? Atiende: incluso cuando derramamos nuestra sangre en grandes combates, sólo por la
ambición o el vano enojo de los poderosos, ¿cómo se nos recompensa? Lo mismo que
LETRADO
en el roble –tan útil para edificar– sucede en nuestra búsqueda de beneficio: que rara
Pues que el señor cardenal los acosaría como el gato acosa al ratón.
vez se halla el medicinal muérdago sin que al lado habite la mandrágora. Y tal como
FLAMÍNEO su veneno es el desaire de los grandes, por leve que a veces pueda parecer: empieza
No creo que sea propio de un cardenal el engatusar a nadie. afectando solamente a un miembro, pero acaba hiriéndonos en el corazón. Es bien triste
lección, pero así es.
MARCELLO MONTICELSO
Vamos, vamos… Desistid de vuestro empeño, señor duque. No hay aquí ningún sitio a vos asignado,
que Su Santidad ha dejado este asunto a nuestro parecer.
FLAMÍNEO
Cuando el tiempo haya puesto tu cabeza blanca como el majuelo en flor… BRACCIANO
¡Y ojalá lo saquéis adelante con bien!
MARCELLO
Permíteme una interrupción. Por amor a la virtud, conserva un corazón honesto y no (Extiende bajo él una capa ricamente bordada)
pares en esas intrigantes servidumbres que más infectan cuanto más prosperan. Si yo FRANCISCO
padre para ti en lugar de hermano fuera, nada mejor que esto pretendería dejarte como Un asiento, allí, para su señoría…
patrimonio.
BRACCIANO
(Entra el embajador de Saboya) Dejaos de atenciones, pues huésped que no ha sido convidado debe viajar a la manera
FLAMÍNEO que van a misa las mujeres de Holanda: llevando con él un taburete.
Pensaré en lo que acabas de decirme. Los señores embajadores…
MONTICELSO
(Solemne paso por escena de los embajadores. Vase el embajador de Saboya y entra Como gustéis, señor. Situaos en el estrado, señora. Y vos ya podéis dar comienzo a
el embajador de Francia) vuestra inculpación.
LETRADO
¡Ah, mi querido y jovial francés! ¿Le conocéis? Es un justador admirable. LETRADO
Domine judex converte oculos in hanc pestem mulierum corruptissiman.
FLAMÍNEO
Le vi en las últimas justas. Se asemejaba aquel día a un candelabro de estaño que VITTORIA
quisiera hacerse pasar por hombre en armadura, sujetando en su mano una lanza poco ¿Quién es ese hombre?
mayor que una vela de las de a libra la docena. FRANCISCO
LETRADO Un letrado que alega contra vos.
Pero monta excelentemente… VITTORIA
FLAMÍNEO Os solicito, señor, que le hagáis hablar en su lengua habitual. No he de responder de
Un desastre es en las suertes de bravura; además se duerme sobre el caballo como lo lo contrario.
hacen los polleros. FRANCISCO
(Vase el embajador de Francia. Entran los embajadores de Inglaterra y España) ¿Por qué? Vos comprendéis el latín…
LETRADO VITTORIA
Ved ahí a mi buen español. Cierto, pero de la gente que compone este auditorio y que ha venido a oír mi causa la
FLAMÍNEO mitad o más puede desconocerlo.
Lleva la cara sobre la gorguera de la misma guisa que vi a un criado llevar unos vasos MONTICELSO
sobre la cinta de un sombrero de luto, con enorme cuidado por miedo a que se le Continuad, señor abogado.
rompieran. Tan arrugado está que tiene aspecto de una pata de mirlo que, una vez
salada, se hubiera asado al fuego de un candil. VITTORIA
Con su permiso, no deseo que mi acusación se presente oscurecida en una lengua
(Vanse) extranjera. Toda esta asamblea ha de escuchar los cargos de que creéis poder acusarme.

Escena segunda FRANCISCO


No es menester, señor letrado, que en este punto os mostréis inflexible. Os ruego que
cambiéis de lengua.
(Entran Francisco, Monticelso, los seis embajadores residentes, Bracciano, Vittoria,
el letrado, Zanca, Flamíneo, Marcello, criados y un soldado de la guardia) MONTICELSO
Mas, por Dios, señora, con ello ha de ser más conocida vuestra reputación.
LETRADO MONTICELSO
Vamos pues; estad dispuesta. Debo trataros con indulgencia hasta el momento en que las pruebas os griten:
¡prostituta! Observad a esta criatura, honorables jueces, a esta mujer en la que se
VITTORIA encarna tan prodigioso ardor.
En el blanco estoy, señor. Os daré primero las indicaciones oportunas, luego os diré
por cuánto habéis errado el tiro. VITTORIA
Mi muy honorable señor, el actuar así de abogado no es cosa que corresponda a la
LETRADO persona de un reverendo cardenal.
Muy doctos jueces, tengan a bien vuestras señorías de mostrar connivencia en su
entender a la vista de esta mujer disoluta y diversivolente, que es responsable de una MONTICELSO
tan negra cadena de crímenes que para borrar su memoria sería necesario llegar hasta ¡Ah, vuestro lenguaje parece por vuestro oficio enseñado! Ved qué excelente fruto
la consumación de ella misma y de sus maquinaciones. aparenta, pero en realidad es como esas manzanas que las narraciones de los viajeros
nos dicen que se dan allí donde en otro tiempo se alzaron Sodoma y Gomorra: no haré
VITTORIA más que tocarla y al punto veréis cómo se reduce a hollín y cenizas.
¿Qué es todo eso que está diciendo?
VITTORIA
LETRADO Eso lograríais con vuestra venenosa farmacopea.
¡Calma, que los pecados exorbitantes merecen una exculpación!
MONTICELSO
VITTORIA No dudo que si existiera un segundo paraíso que perder, esta mujer sería el nuevo
No hay duda, señores, de que este letrado ha ingerido recetas y proclamas de un demonio seductor.
apotecario y ahora regurgita las palabras duras e indigeribles, como si fueran las
piedras que es costumbre dar a los halcones como medicamento. A fe que si antes era VITTORIA
latín, esto parece galés a su lado. ¡Ay, pobre caridad! ¡No es precisamente bajo la púrpura que se te halla con frecuencia!
FRANCISCO MONTICELSO
Ahorraos tantas fatigas e intentad que esa sagaz elocuencia vuestra sea ¿Quién no sabe, cuando noche tras noche las carrozas se amontonaban a sus puertas y
convenientemente aplaudida entre aquellos que puedan entenderos. sus aposentos superaban, con mil clases de luces, a las mismas estrellas, cuando
imitaba la corte de un príncipe en música, en banquetes, en ruidosas orgías, quién
LETRADO ignora lo santa, lo verdaderamente santa que era esta prostituta?
Pero señor…
VITTORIA
FRANCISCO ¿Qué? ¿Una prostituta? ¿Y qué es eso?
(En tono de desprecio) Guardad vuestros papeles en la bolsa de fustán –perdón, que es
de bocací– y aceptad mi reconocimiento de vuestra erudita locuacidad. MONTICELSO
¿He de explicaros el sentido de tal palabra? A fe que lo haré y os la caracterizaré de
LETRADO modo perfecto. Confituras son, en primer lugar, que corroen las entrañas de quien las
Muy licenciadamente doy las gracias a su señoría. En otro lugar he de emplear estos come, y perfumes envenenados para el olfato humano. Son alquimia fraudulenta,
papeles. naufragio en la mar reposada. ¿Qué son las prostitutas? Son los gélidos inviernos de la
(Vase) Rusia, tan estériles que podría pensarse que la naturaleza hubiera olvidado la
MONTICELSO primavera. Son el mismo fuego que alimenta el infierno, son cosa peor que esos
Yo voy a ser más claro con vos y a pintar vuestros vicios con colores más naturales tributos que se pagan en los Países Bajos y que gravan la comida, la bebida, el vestido,
que el rojo y el blanco que pueden apreciarse en vuestras mejillas. el sueño, e incluso el pecado, la perdición del hombre. Son esas frágiles pruebas legales
que, por el mero olvido de una sílaba, conducen a un desgraciado a la pérdida de sus
VITTORIA bienes. ¿Qué son las prostitutas? Son esas campanas aduladoras que con el mismo tono
Os equivocáis, pues la sangre de vuestra madre no fue nunca tan noble como ésta que resuenan en bodas y funerales. Son ricas tesorerías que por la extorsión se llenan y por
hacéis aflorar a mis mejillas. el vicio execrable se vacían. Son harto peores que esos cuerpos muertos, tan solicitados
al pie del patíbulo, que los cirujanos llevan a sus mesas para mostrar al hombre dónde
habitan sus imperfecciones. ¿Qué son las prostitutas? Son como la moneda falsa y
delictiva, que, quienquiera que la haya acuñado, trae conflictos a todos los que después MONTICELSO
la reciben. Y mirad ahora a la criatura que fuera su esposa: no viene como correspondería a una
viuda, sino armada de desdén e insolencia. ¿Es ése un vestido de duelo?
VITTORIA
No me toca a mí la descripción de tal carácter. VITTORIA
De haber previsto yo su muerte, tal como estáis sugiriendo, habría exteriorizado mi
MONTICELSO duelo.
¿A vos, noble dama? Extraed de todas las bestias y de todos los minerales sus
mortíferos venenos… MONTICELSO
En verdad que sois artera.
VITTORIA
Bien, ¿y después? VITTORIA
En mal lugar dejáis vuestro talento y buen juicio llamando a eso un ardid. ¿Es que mi
MONTICELSO propio juez ha de considerar como insolencia lo que no es más que una justa defensa?
Os lo diré: después hallaré en vos una botica tal que seguro que no carece de ninguno Permitidme si así es que recurra, en lugar de a esta corte cristiana, a un tribunal de
de ellos. salvajes tártaros.
EMBAJADOR FRANCÉS MONTICELSO
Ella ha vivido en el mal. Ved, señores, cómo ahora nos injuria a propósito de nuestro procedimiento.
EMBAJADOR INGLÉS VITTORIA
Cierto, pero el cardenal es demasiado duro con ella. Con humildad y sumisión pongo ante vosotros mi modestia y mi condición de mujer,
MONTICELSO muy dignos y respetables embajadores, mas al mismo tiempo de tal manera enredada
Sabéis ya lo que es una prostituta; junto al demonio del adulterio se cuela el demonio en una deleznable acusación que es fuerza que mi defensa personifique, al igual que
del crimen. Perseo, el valor masculino. Al asunto: halladme culpable, separadme la cabeza del
cuerpo, que quedaremos buenos amigos. Pues lo que me repugnaría, señor, es
FRANCISCO conservar la vida por obra de vuestra compasión, o por la de otra persona cualquiera.
Vuestro infortunado marido ha muerto.
EMBAJADOR INGLÉS
VITTORIA Muy valerosa se muestra.
¡Oh, afortunado es ahora que ya no debe nada a la naturaleza!
MONTICELSO
FRANCISCO Bueno, bueno, que las joyas falsas a menudo nos hacen sospechar de las verdaderas.
Y ha sido un caballo mecánico la causa de su muerte.
VITTORIA
MONTICELSO Estáis engañado, pues habéis de saber que todas vuestras cabezas, arremetiendo en
Sí, ha sido una treta ingeniosa y eficiente, pues con él ha saltado a su propia tumba. cerrada formación contra esta mina de diamantes, no pasarán de ser martillos de cristal,
y como tales se quebrarán. ¿Qué son esas cosas sino pretendidas sombras de mis
FRANCISCO crímenes? Id a aterrorizar a niños con esos demonios pintados, señor, que yo ya soy
¿No es acaso un extraño prodigio que cayendo desde una altura de un par de varas un mayor para ese tipo de estremecimientos sin razón. En cuanto a esos nombres de
hombre de débil complexión se rompiera el cuello? prostituta y criminal, los pronunciáis como cuando escupimos en dirección contraria a
la del viento, que el repugnante esputo nos vuelve de nuevo a la cara.
MONTICELSO
Y sobre una estera… MONTICELSO
Os ruego, señora, que os dignéis responderme a una única pregunta: ¿quién paraba
FRANCISCO
bajo vuestro techo aquella noche aciaga en que vuestro marido se quebró el cuello?
Y lo que es más, que perdiera al punto toda práctica del habla, todo movimiento vital,
como un hombre que llevara tres días amortajado… Fijaos en cada una de estas BRACCIANO
circunstancias. Esa pregunta me obliga a romper mi silencio: yo estaba allí.
MONTICELSO FRANCISCO
¿Y con qué motivo? Grande es, señor, la sospecha de asesinato, mas no hay prueba cierta acerca de quién
lo cometió. No creo, por mi parte, que tenga esta mujer el alma tan negra como para
BRACCIANO perpetrar tan sangriento delito. Y si la tuviera, habría de ocurrirle lo que a la vid que
Acudí a reconfortarla y a ayudarla a poner orden en sus bienes, pues oí decir que su los labradores de países fríos abonan con sangre caliente: que llegado el verano
marido tenía contraídas deudas con vos, señor cardenal. produce un fruto insípido y que no alcanza la primavera siguiente sin ver antes
MONTICELSO empodrecidas tanto sus cepas como su raíz. Dejemos a un lado, pues, la culpa de sangre
En efecto, las tenía. y tratemos solamente de su lujuria.

BRACCIANO VITTORIA
Y se temía que pudierais engañarla. Creo adivinar que esas píldoras que andáis así dorando contienen realmente veneno en
su interior.
MONTICELSO
¿Quién os ha hecho a vos albacea de su fortuna? MONTICELSO
Ahora que ya no está presente el duque de Bracciano, voy a mostraros una carta donde
BRACCIANO se planeaba un encuentro entre él y vos en la quinta de un boticario, a orillas del Tíber.
Pues mi caridad, esa caridad que hacia los huérfanos y hacia las viudas debería brotar Vedla, señores. Imaginad allí, tras un lúbrico baño, y bajo los ardientes efectos de un
de todos los corazones nobles y generosos. lascivo banquete…, mas leedla, os lo ruego, que la vergüenza me impide relatar lo que
a continuación sigue.
MONTICELSO
Vuestro deseo, más bien. VITTORIA
Admito que fui tentada por el deseo, mas la tentación no demuestra por sí sola la
BRACCIANO existencia de pecado: Casta est quam nemo rogavit. Ahí en esa carta podéis sentir el
Son los perros cobardes los que con más fuerza ladran. Ya hablaré luego con vos, calor con que el duque me hacía profesión de amor, pero no el frío de mi respuesta.
clérigo rufián, ¿oís? Esa espada que con tan excelente temple habéis forjado he de
hundirla en vuestras entrañas. Ah, muchos de los que tu hábito visten parecen vulgares MONTICELSO
mozos de correo… ¡Raro es que os mostréis tan gélida en plena canícula!

MONTICELSO VITTORIA
¿Qué queréis decir? ¿Y vais a condenarme sólo porque el duque me amara? También podríais entonces
inculpar al río de belleza cristalina a cuyas aguas se arrojara cualquier pobre hombre,
BRACCIANO trastornado y abrumado por el mal de melancolía.
Sí, recaderos mercenarios, pues aunque las cartas que lleváis dicen verdad,
acostumbráis a llenaros la boca con cínicas e indecorosas mentiras. MONTICELSO
Y bien que ahogado en este caso, por cierto.
CRIADO
Vuestra capa señor. VITTORIA
Os ruego que hagáis recuento de mis culpas; hallaréis entonces cómo los únicos –y
BRACCIANO leves– delitos de que podéis acusarme son una bella figura, un brillante atavío, un
Erráis, que era mi asiento. Regálaselo a tu señor, ya que él se pretende dueño del resto corazón alegre y una buena disposición para el banquete. Bah, podríais dedicaros a
de las cosas que hay en esta casa. Que sepa que Bracciano no fue nunca tan miserable matar moscas con pistola; a fe mía que sería un juego más noble.
como para llevarse un asiento de morada ajena; y que se haga con ella una colgadura
para el dosel de su lecho, o la mitad de una gualdrapa para su reverendísima mula. MONTICELSO
Cardenal Monticelso: Nemo me impune lacessit. Muy bien.

(Vase Bracciano) VITTORIA


MONTICELSO Mas seguid con vuestro plan; da la impresión de que, tras haberme empujado a la
Ya se fue vuestro paladín. mendicidad, pretendéis ahora hundirme para siempre. Aún tengo casas, joyas y unos
pocos cruzados portugueses. Ojalá todo ello haga nacer la misericordia en vuestro
VITTORIA corazón.
Y el lobo ya puede abalanzarse sobre su presa.
MONTICELSO MONTICELSO
Si alguna vez el diablo ha tomado una forma bella, ¡ahí tenéis su retrato! Escuchadme ahora, que ya tendréis tiempo de hacer comentarios. El señor de
Bracciano –y notad que no hago más que repetir algo ya sabido y comentado en el
FRANCISCO Rialto, ya romanceado para el conocimiento general y aún no llevado a escena por
¿Quién os llevó esa carta? causa de esos amigos que muchas veces halla el vicio y que hacen callar a sus
VITTORIA fustigadores–. Y en cuanto a vuesas mercedes, Flamíneo y Marcello, nada tiene esta
No tengo por qué decíroslo. corte de qué acusaros, sólo pediros garantía de que ante ella compareceréis cuando sea
la hora.
MONTICELSO
El señor duque os envió, el doce de agosto, un millar de ducados… FRANCISCO
Yo avalo a Marcello.
VITTORIA
Sí, eran para evitar que vuestro sobrino diera con sus huesos en la cárcel. Ya he pagado FLAMÍNEO
el interés que le correspondía. Y a mí mi señor el duque.

MONTICELSO MONTICELSO
Más bien pienso que era el interés de su lujuria. En cuanto a vos, Vittoria, vuestra falta ha sido pública y ello –es el carácter de esta
nuestra época– os priva de los frutos de la noble misericordia. Tan corrompido es el
VITTORIA uso que habéis hecho de vuestra vida –y de vuestra belleza– que no menos aciaga que
¿Y quién así lo cree, aparte de vos? Os ruego que, ya que sois mi acusador, no seáis la de los cometas es vuestra influencia sobre los príncipes. He aquí la sentencia; seréis
también mi juez. Salid de ese estrado, exponed las pruebas que tenéis contra mí y dejad recluida en una casa de arrepentidas, al igual que la persona que ha alcahueteado para
a éstos que sean los árbitros. Señor cardenal, si vuestras orejas de espía fueran lo vos…
bastante largas como para llegar hasta mis pensamientos y si tuvierais una lengua
sincera, no me importaría que los revelarais todos ellos. FLAMÍNEO
(Aparte) ¿Quién? ¿Yo?
MONTICELSO
Vamos, vamos. Tras ese excelente festín de vanagloria lo que os voy a dar como postre MONTICELSO
no es precisamente una pera en dulce. …la mora Zanca.

VITTORIA FLAMÍNEO
De vuestro propio huerto ha de ser entonces. (Aparte) Bien, ya estoy a salvo otra vez.

MONTICELSO VITTORIA
Nacisteis en Venecia, de la honorable ascendencia de los Vitelli. Fue el sino de mi ¿Una casa de arrepentidas? ¿Y qué es eso?
sobrino que se casara con vos –en nefasta hora, añadiría yo–, comprándoos a vuestro MONTICELSO
padre. Una casa de rameras contritas.
VITTORIA VITTORIA
¿Sí? Si esa casa me dais por alojamiento debe ser porque para sus esposas la hicieron
MONTICELSO construir los respetables nobles romanos.
En seis meses gastó en vuestra familia doce mil ducados y que yo sepa, no recibió con MONTICELSO
vos ni un solo julio de dote; fue en verdad gravoso el precio, siendo tan ligera la Debéis resignaros.
mercancía. Y ya sólo me queda descorrer la cortina para que aparezca vuestro retrato.
De allí vinisteis ya convertida en muy célebre ramera, cosa que habéis confirmado VITTORIA
entre nosotros. Vengarme es lo que antes debo hacer. Me encantaría saber si es que tenéis garantizada
la salvación como privilegio de vuestro título, ya que así os comportáis.
VITTORIA
¡Monseñor! MONTICELSO
¡Fuera con ella! ¡Lleváosla de aquí!
VITTORIA BRACCIANO
¡Rapto! ¡Esto es un rapto! No quiero ser el motivo de que aún más sangre se escape de esa querida mejilla, que
ya habéis perdido bastante. Adiós.
MONTICELSO
¿Cómo decís? FRANCISCO
En verdad que suenan extrañas a mis oídos esas palabras. ¿Cómo he de entenderlas?
VITTOIA
Sí, rapto, pues habéis violado la justicia, la habéis forzado a satisfacer vuestro placer. FLAMÍNEO
(Aparte) Bien, es éste ya el prólogo al descubrimiento de la muerte de la duquesa; no
MONTICELSO lo está haciendo mal. Y en cuanto a mí, ya que ahora no podría fingir un dolor
Uf, está loca… desesperado por la muerte de mi señora, me mostraré como atacado por un desvarío
VITTORIA por causa de la deshonra de mi hermana, y eso alejará de mí ociosas preguntas. La
Que esas píldoras, una vez en el interior de vuestras execrables entrañas, os traigan, no lengua de la traición no suele cesar en su infamante agitación: así pues, hablaré a todo
la curación, sino la muerte, o, si no, que mientras estáis en ese banco sentado, en el mundo, mas no escucharé a nadie, de forma que por un tiempo me vean, astutamente,
vuestra propia baba quedéis ahogado… como afectado de locura.

MONTICELSO (Vase)
En furia se ha tornado… (Entran Giovanni y el conde Lodovico)
FRANCISCO
VITTORIA ¿Qué tal va mi noble sobrino? ¿Cómo, enlutado?
Y que el día del juicio final os encuentre hecho un demonio –lo que siempre fuisteis–
y os envíe al lugar que como tal os corresponde. Convertidme en mujer sedienta de GIOVANNI
sangre que pronuncie palabras de traición, pues así, ya que no podéis quitarme la vida Sí, tío; me enseñaron a imitar vuestras virtudes, y ahora sois vos quien debe imitar en
por mis actos, podréis hacerlo por mis palabras. ¡Ay, qué pequeña es la venganza de vuestro atuendo el color de mis ropas. Mi dulce madre ha…
las mujeres, que sólo con la lengua pueden lograrla! No, no voy a llorar. Me niego a FRANCISCO
dejar que aflore el llanto, no he de permitirme ni una sola y miserable lágrima que sirva ¿Cómo? ¿Dónde?
para adularos en vuestra injusticia. Sacadme de aquí, llevadme ya a esa casa de… ¿con
qué eufemismo os referisteis a ella? GIOVANNI
Ha marchado lejos, no, más allá… No quiero decíroslo, que os haré llorar.
MONTICELSO
De arrepentidas. FRANCISCO
Ha muerto.
VITTORIA
No ha de ser tal para mí, pues mi alma la convertirá en un lugar más honesto que el GIOVANNI
palacio del papa, y habrá en él más paz que la que pueda haber en vuestro espíritu por No me culpéis, pues, que no fui yo quien os dio la noticia.
muy cardenal que seáis. Sabed bien –y que ello despierte en cierta manera vuestro
rencor– que los diamantes brillan con mayor esplendor cuando se los ve en la LODOVICO
oscuridad. Ha muerto, señor.

(Vanse Vittoria, Zanca y soldados) FRANCISCO


(Entra Bracciano) ¿Muerta?
BRACCIANO MONTICELSO
Henos aquí ya amigos, señor. Estrechemos las manos sobre la tumba de un ser amado, ¡Bienaventurada señora, ya estáis por encima de todo sufrimiento! ¿Querrán sus
que no hay lugar más idóneo –pues es símbolo de una dulce paz– para deponer nuestros señorías retirarse por un momento?
odios.
(Vanse los embajadores)
FRANCISCO GIOVANNI
¿De qué se trata, señor? ¿Qué hacen los muertos, tío? ¿Comen, escuchan música, van a cazar? ¿Se divierten
como los que estamos vivos?
FRANCISCO EMBAJADOR DE SABOYA
No, sobrino, duermen. Debéis tener consuelo.
GIOVANNI FLAMÍNEO
¡Dios mío, ojalá estuviera yo muerto! Que no he dormido las últimas seis noches… ¿Y Vuestras palabras son como la miel: tienen un sabor agradable en una boca que, como
cuándo despiertan? la vuestra, está sana, mas en la mía, que está dañada, descienden por la garganta como
si llevaran el mismísimo aguijón de la abeja. Con gran habilidad han urdido el plan,
FRANCISCO como si lo que han hecho no fuera únicamente por rencor hecho. En esto imita el
Cuando es la voluntad de Dios. hombre astuto al diablo, de igual manera que éste imita al cañón: allí donde vaya a
GIOVANNI hacer daño va con el trasero por delante.
Buen Dios, déjala dormir para siempre, que un centenar de noches la he visto (Entra el embajador francés)
despertarse, la almohada empapada y salada de sus lágrimas. Me voy a quejar a vos EMBAJADOR FRANCÉS
ahora, señor, voy a deciros cómo la han tratado, ahora que está muerta: la han envuelto, Las pruebas son manifiestas.
de muy cruel manera, en un ropaje de plomo, y no me han dejado besarla.
FLAMÍNEO
FRANCISCO ¡Pruebas! Si todo era corrupción… ¡Ah, dinero, menudo dios estás hecho! ¡Y qué
La queríais mucho ¿verdad? diablo es el hombre para dejarse tentar por el vil metal! En cuanto a ese diversivolente
GIOVANNI abogado, observadlo bien: los granujas se tornan delatores con la misma facilidad que
Muchas veces la oí decir que ella misma me había dado el pecho: en ello podría verse las larvas se convierten en moscas –con ambos además se pescan besugos. ¡Y el
con qué cariño me quería, pues no es cosa frecuente entre personas de su rango. cardenal! Me gustaría que me estuviese escuchando. No hay nada tan sagrado que el
dinero no pueda corromper y pudrir como alimentos en el trópico.(Entra el embajador
FRANCISCO inglés) Tenéis suerte los ingleses, señor. Aquí se vende la justicia con las mismas pesas
¡Ay, él es todo lo que me queda de mi infortunada hermana! Lleváoslo de aquí, por lo con que se estruja a los condenados hasta morir. ¡Oh, salario horrible!
que más queráis.
EMBAJADOR INGLÉS
(Vanse Giovanni y unos criados) Basta, Flamíneo, basta.
MONTICELSO
¿Y ahora, señor? FLAMÍNEO
Nunca suenan tan bien las campanas como cuando en libertad la vuelta entera pueden
FRANCISCO dar. Y así de este cardenal espero que no tenga la gracia de rezar como se debe hasta
Creedme, no soy sino el sepulcro de mi hermana: su sagrada memoria guardaré por que suba las escaleras del cadalso. (Vanse los embajadores) Si ahora se los torturara a
más tiempo que pudieran hacerlo un millar de epitafios. fin de que confesaran su conspiración… Pero los nobles gozan del privilegio de no
someterse jamás a la tortura, y más vale así, pues algunos hay que, a poco que se les
(Vanse) hiciera, se derrumbarían antes de comparecer a juicio. Y la religión, ¡cómo está
mezclada en toda clase de intrigas! La primera vez que en el mundo se derramó sangre
Escena tercera fue por motivo de religión. Ay, me gustaría ser judío…
MARCELLO
(Entran Flamíneo, como enloquecido, Marcello y Lodovico) Ya hay demasiados…
FLAMÍNEO
Cual yunque o acero templado, los golpes soportando vamos, FLAMÍNEO
Hasta que sea el dolor tanto que más dolor ya no sintamos. Ahí estás errado: no hay judíos en número suficiente, como tampoco clérigos, ni
¿Quién ahora me hará a mí justicia? ¿Es éste acaso el fin de mis servicios? Preferiría caballeros.
escardar ajos, viajar por la Francia siendo mi propio mozo de cuadra, vestir calzones MARCELLO
de piel de carnero y calzar zapatos que apesten a betún o unirme a los cuarenta mil ¿Cómo dices?
buhoneros de Polonia. (Entra el embajador de Saboya) Ojalá me hubiera podrido en
algún hospital veneciano, de esos que están construidos tanto sobre viruelas como
sobre pilotes, antes que haberme puesto al servicio de Bracciano.
FLAMÍNEO LODOVICO
Te lo voy a demostrar. Es, pues, que si hubiera judíos bastantes, no habría tantos Estemos juntos unos cuantos días y platiquemos.
cristianos dados a la usura; y si clérigos bastantes, ninguno de ellos podría disfrutar de
seis beneficios a la vez; y si caballeros bastantes, no veríamos tantas setas –cuyo rápido FLAMÍNEO
crecimiento se debe al terreno que habitan, de estiércol abonado– aspirando a la Sí, pero sólo con gestos. Y acostémonos vestidos…
nobleza. Adiós. ¡Que sean otros quienes vivan de la limosna! Hazlo también tú: LODOVICO
practica el arte del inglés Wolner, engulle todo lo que se te ofrezca, pues luego una Con gavillas por almohada…
sola purgación te volverá a dejar tan hambriento como los tipos que trabajan de
chiquichaques. Yo me voy a escuchar el canto de la lechuza. FLAMÍNEO
Y llenos de piojos…
(Vase)
LODOVICO LODOVICO
(Aparte) Era éste el mediador, pero me asombra ver cómo, a pesar de que la Bien forrados de tafetán. Eso sí que es melancolía distinguida. Durmamos todo el día…
culpabilidad de su adúltera hermana es clara y manifiesta, se atreve a conducirse con
tan escandalosa irritación. He de enterarme de qué es lo que pretende. FLAMÍNEO
Bien, y como la liebre melancólica comamos pasada la medianoche. (Entran Antonelli
(Entra Flamíneo) y Gasparo, riendo) Se nos observa. Mirad qué curioso llanto traen esos dos…
FLAMÍNEO
(Aparte) ¿Cómo osa este conde volver a Roma, estando condenado al destierro y aún LODOVICO
por obtener el perdón? He oído decir que recibió un dinero de la fallecida duquesa y ¡Qué extraña criatura hace un necio cuando ríe! ¡Como si el hombre no hubiera sido
que vino de Padua en el séquito del joven príncipe Giovanni. Algo se esconde tras ello. creado más que para enseñar los dientes!
Pues los médicos que curan a envenenados aún trabajan con contravenenos.
FLAMÍNEO
MARCELLO Una cosa os diré: bien estaría utilizar, a la hora del aseo matinal, y para hacer las veces
(Aparte) Es un extraño encuentro. de espejo, una bacinica llena de la sangre coagulada de una bruja.

FLAMÍNEO LODOVICO
(A Lodovico) Que el dios de la melancolía convierta en veneno vuestra hiel, y que las ¡Magnífico bribón! Nunca nos separaremos.
arrugas que como un estigma ya señalan vuestra cara unas a otras se adelanten como
FLAMÍNEO
hacen las olas violentas en una marea agitada.
Nunca… Hasta que la mendicidad de los cortesanos, la insatisfacción de los clérigos,
LODOVICO la indigencia de los soldados y de todos aquellos que están colgados y amarrados en la
En verdad que os lo agradezco a la vez que deseo, muy sinceramente, que los días de parte más baja de la rueda de la Fortuna –en situación peor aún que si se los hubiera
calamidad no se acaben para vos con la canícula, sino que por todo el año se sometido al tormento de la garrucha–, hasta que todas esas cosas se tornen, tomando
prolonguen. de nuestra vida lección, en desprecio por un mundo que a la misma vida priva de
medios de vivir.
FLAMÍNEO
¿Qué dice el cuervo en su graznido? ¿Es que ha muerto nuestra querida duquesa? ANTONELLI
Mi señor, os traigo buenas noticias. El papa, en su lecho de muerte, y ante la muy
LODOVICO insistente petición del gran duque de Florencia, ha firmado vuestro perdón y os ha
Eso es, ha muerto. restituido…
FLAMÍNEO LODOVICO
¡Ah, el destino! ¡Uno tras otro y sin cesar, como al magistrado los asuntos para Os quedo agradecido por haberme traído tan buena nueva. Alzad la vista de nuevo,
investigar, nos vienen los infortunios! Flamíneo, y vedme ya perdonado.
LODOVICO FLAMÍNEO
¿Os gustaría que vos y yo nos instaláramos juntos? ¿Por qué reís? Eso no figuraba en nuestro pacto.
FLAMÍNEO LODOVICO
Oh, sí, estupendo. Seamos insociablemente sociables. ¿Y cómo así?
FLAMÍNEO De vos ha sido la culpa. Por la fuerza os haré salir de aquí.
No habéis de parecer hombre más feliz que yo. Señor, recordad vuestra promesa y, si
deseáis estar contento, comportaos como lo hacen los grandes cuando presencian la LODOVICO
ejecución de sus enemigos. Por mucho que sea el gozo que por ello sentís, apareced Soltadme.
con el gesto que conviene a un malhumorado e intrigante rufián. (Vanse Marcello y Flamíneo)
LODOVICO ANTONELLI
Vuestra hermana Vittoria es una despreciable puta. ¡Mi señor!

FLAMÍNEO LODOVICO
¿Ah, sí? Igual hubiera hecho de haber golpeado a un rayo con su puño…

LODOVICO GASPARO
¿Me habéis visto? Eso lo dije entre risas. ¡Qué espectáculo!

FLAMÍNEO LODOVICO
¿Pero vais a seguir hablando? Diantre, ¿cómo fue que de mi espada se librara? Estos granujas, que tan cansados de
la vida parecen estar, escapan, sin embargo, a los mayores peligros. ¡Maldito sea! Toda
LODOVICO su reputación, todas las virtudes de su familia no valen ni la mitad del terremoto que
Escuchadme, ¿querríais venderme cuarenta onzas de su sangre? Son para regar una ahora siente mi espíritu. A fe mía que no fue ningún maestro en el arte de la esgrima
mandrágora. quien así me enseñó a temblar… Vayamos a beber vino, que quiero olvidarme de él.
FLAMÍNEO (Vanse)
Me producís lástima, aunque es bien cierto que prometisteis llevar una vida piojosa.
LODOVICO
Cierto…
FLAMÍNEO
Como alguien a quien, por endeudado, se le hubiera privado de la luz del sol…
LODOVICO
Ja, ja…
FLAMÍNEO
No me sorprende demasiado que no guardéis vuestra promesa, que ya hace tiempo que
aprendisteis a hacerlo. Mas he de deciros algo para terminar.
LODOVICO
¿De qué se trata?
FLAMÍNEO
Algo que se ha de clavar en vos.
LODOVICO
Anhelante estoy de oírlo.
FLAMÍNEO
Esta risa el semblante os envilece. Ya que no queréis melancolía, tened enfado al
menos… (Lo golpea) Ved cómo ahora me toca a mí reír.
MARCELLO
Acto IV MONTICELSO
Al punto iré a buscarlo para su señoría.
Escena primera. (Vase Monticelso)
FRANCISCO
(Entran Francisco y Monticelso No creáis que voy a confiar en vos, Monticelso, pues tan alerta estaré, en lo que a mis
MONTICELSO planes se refiere, como una ciudad a sitio sometida. No sois capaz de adivinar lo que
Vamos, señor, abrid las puertas que vuestros pensamientos encierran y dejad que floten pretendo hacer. La estopa enseguida prende, pero al momento ya la llama la ha
libres al viento como el cabello de una novia. Vuestra hermana ha sido envenenada. consumido, mientras que el oro tarda en calentarse, pero también se mantiene caliente
por largo tiempo.
FRANCISCO
¡Lejos de mí el buscar venganza! (Vuelve a entrar Monticelso, con un libro)
MONTICELSO
MONTICELSO Helo aquí, señor.
¿Y cómo? ¿Os habéis vuelto de piedra?
FRANCISCO
FRANCISCO Veamos primero la relación de vuestros espías.
¿Es que acaso debo desafiarle y cargar sobre los hombros de mis pobres súbditos el
muy oneroso peso de una guerra, que además no ha de estar en mi mano parar cuando MONTICELSO
sea mi gusto? Sabéis bien que todos los crímenes, raptos y pillajes que bajo la fiebre Es curioso cómo su número se hace cada día mayor, y algunos hay entre ellos a quienes
terrible de la guerra se cometen caen luego, en la hora de su muerte y aún más allá, en tomaríais por personas muy honradas. Después vienen los mediadores; y aquí, los
su descendencia, sobre aquel que caprichosamente provocara su primer estallido. piratas; y en estas otras hojas que siguen, los despreciables truhanes que se dedican a
arruinar a los incautos caballeros con sus préstamos de mercancías; luego, los que
MONTICELSO fingen hallarse en quiebra, y los granujas que a sus propias esposas prostituyen nada
No es ése el proceder que yo os aconsejo. Prestadme atención, os lo ruego: es sabido más que para vender luego unos caballos, unas joyas de insignificante valor, algún
que la labor de zapa da mejores frutos que la bala de cañón. Mantened, pues, bien reloj, un poco de plata vieja y cosas semejantes cuando el primer hijo les nace.
disimulado vuestro agravio y, con la paciencia de la tortuga, dejad que os pise el
camello, que no os machacará; dormid con el sueño del león y permitidle a esa partida FRANCISCO
de insensatos ratoncillos que jueguen confiadamente ante vuestras narices, hasta que Pero ¿es posible que existan hombres así?
sea llegada la hora del sangriento arreglo de cuentas, del zarpazo fatal; apuntad como
MONTICELSO
el astuto cazador de aves, cerrando un ojo, que así centraréis mejor la pieza a vuestro
Y estas otras páginas son para las desvergonzadas celestinas que de hombre van
gusto.
vestidas; para los usureros que reparten el beneficio con los notarios que les envían los
FRANCISCO clientes; para los letrados que antedatan sus mandatos judiciales…, con muchos más
Que mi inocencia me guarde de acciones traidoras, pues no ignoro que en el más allá podríamos seguir. Y a más de un sacerdote podríais hallar entre estas páginas, pero me
existe el trueno. He de ser como el prudente valle que su rodilla dobla ante cualquier los salto por escrúpulos de conciencia. He aquí todo un completo catálogo de bribones.
ambiciosa montaña, pues sé que la traición, al igual que la araña que teje una tela para Un hombre que estudiara a fondo el mundo de las prisiones no lograría alcanzar el
cazar moscas, cae en su propio artificio y en él halla la muerte. Bueno, alejemos ya de conocimiento que aquí se encierra.
nosotros tal clase de pensamientos, monseñor. He oído decir que poseéis un libro en el
FRANCISCO
que habéis ido anotando, gracias a los servicios de vuestros informadores, los nombres
Criminales… Cerrad el libro, os lo ruego. Mi estimado señor, prestadme estas curiosas
de todos los criminales conocidos que se esconden en la ciudad…
doctrinas.
MONTICELSO
MONTICELSO
Así es, señor. Hay quienes lo llaman mi libro negro, y no es mala la denominación,
Servíos de ellas, señor.
pues, aunque no se enseña en él el arte de la magia, sí que guarda los nombres de
muchos demonios. FRANCISCO
Ciertamente os aseguro, monseñor, que sois un muy meritorio miembro del estado y
FRANCISCO
que, al descubrir a todos esos delincuentes, le habéis rendido un servicio de
Os ruego que me permitáis verlo.
incalculable valor.
MONTICELSO criado) Lleva esto a la casa de arrepentidas. Y mira bien para hacerlo llegar a manos
En cierto modo sí, señor. de la Corombona o de la matrona cuando se halle cerca alguien del séquito de
Bracciano. Marcha. (Vase el criado) Poco seso deben tener los que todo lo hacen por
FRANCISCO la fuerza. Pues por donde pasa la cabeza de un hombre también pasa luego el resto de
No lo dudéis. Eso vale más que aquel tributo de lobos que solía pagarse en Inglaterra. su cuerpo. Y como instrumento de mi plan, el arrojado conde Lodovico… El oro es lo
Servirá para colgar sus pieles en las cercas de todo el reino. que tal medio pone a mi alcance, pues sin señuelo en la mano no se engaña al halcón
MONTICELSO ni se le hace venir. Heme aquí ya, Bracciano, listo para enfrentarme a vos. Y, al igual
Debéis ahora permitirme que os deje solo. que aquel salvaje irlandés, no he de consideraros muerto hasta que a la pelota pueda
jugar con vuestra cabeza. Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo.
FRANCISCO
Vaya con vos mi agradecimiento profundo, señor. Y si alguien pregunta por mí en la (Vase)
corte, decidle que me hallo rodeado de truhanes. (Vase Monticelso) Saco ahora de esto
que ha sido algún taimado granuja al servicio del cardenal –alguien que ha poco que Escena segunda
saltara de la mesa de escribanía a la silla de juez– quien ha compuesto tal registro de
bellacos. Y que pretende, como los rebeldes irlandeses –que pedían dinero por sus
(Entran la matrona y Flamíneo)
rehenes– sacar de ello beneficio. Y así ocurre que los que la pagan son esos pobres
MATRONA
bribones que no tienen los medios necesarios para ofrecer un buen soborno. Al resto
Si se supiera que el duque tiene tan fácil acceso a la celda de vuestra hermana
de la pandilla se los borra de la lista, o bien monseñor hace la vista gorda con mucho
probablemente hallaría yo graves complicaciones.
gusto. Y así su protegido se enriquece, mientras que los bribones siguen siendo lo que
eran. Mas volvamos al uso que voy a hacer del libro: me ha de proporcionar una lista FLAMÍNEO
de escogidos criminales, de instrumentos para cualquier clase de villanía. Si quisiera No temáis ni la más mínima de ellas, pues el papa está en su lecho de muerte y otros
una docena de traíllas de perras cortesanas, aquí las habría de encontrar, y más incluso, son ahora los asuntos que a todos llenan la cabeza, no el de vigilar a una dama.
tres ejércitos de lavanderas. ¡Y que en tan pequeño papel –no llega a ocupar lo que
veinte bandos– se recoja la causa de perdición para tantos hombres! Ved, sin embargo, (Entra un criado)
el infame uso que muchos hacen de los libros: hasta la teología, desvirtuada por mor CRIADO
de la discordia, desenvaina espadas, alienta batallas y echa abajo todo buen orden. Para (Aparte) Allí veo a Flamíneo, en conversación con la matrona.(A ésta) Deseo hablaros.
idear mi venganza con mayor firmeza, permitidme ahora que recuerde el rostro de mi Os ruego que entreguéis por mí esta carta a la hermosa Vittoria.
hermana muerta. No, no voy a pedir que me traigan un retrato suyo, sino que cerraré
los ojos y con el ánimo melancólico haré que su figura cobre existencia ante mí. (Entra MATRONA
la sombra de Isabella) Ya lo tengo. ¡Con qué fuerza tremenda es capaz de actuar la Así lo haré.
imaginación! ¡Cómo puede dar forma a cosas que no existen! Me parece que ella se (Entra Bracciano)
encuentra ahí, en pie, delante de mí. Y siguiendo esa imagen tan viva en mi mente CRIADO
podría, si tuviera talento para ello, dibujar su perfecto retrato. Cual hábil mago el Con cuidado y en el máximo secreto. Más tarde ya sabréis quien soy y de forma
pensamiento nos hace creer cosas sobrenaturales que tienen causa tan vulgar como la conveniente se os agradecerá ese favor.
enfermedad. Aquí es solamente mi melancolía. ¿Cómo hallaste la muerte? ¡Qué
desatinado estaré para hacer preguntas a mi propio destino! ¿Hubo antes de ahora (Vase)
hombre alguno que soñara despierto? ¡Retirádmelo de mi vista! ¡Que de mi cerebro FLAMÍNEO
desaparezca! ¿Qué puedo hacer yo con sepulcros o lechos de muerte, con funerales o ¿Cómo? ¿Qué es eso?
lágrimas, yo que lo que debo es meditar mi venganza? (Vase la sombra) Ya veo que
todo terminó, como un cuento de viejas. Más a menudo que a los locos les ocurre a los MATRONA
hombres de estado que creen estar viendo extrañas visiones. Vayamos al importante Una carta.
asunto que me ocupa. Mi tragedia debe encerrar algún componente de frívola alegría, FLAMÍNEO
o de lo contrario no lograría su fin. Heme aquí enamorado, pues, enamorado de la Para mi hermana. Yo me ocuparé de entregársela.
Corombona. Y en estos versos indecisos le presento mi confesión de
amor. (Escribe) Excelentes me han salido. ¡Ah, el destino de los príncipes, que tan (Vase la matrona)
acostumbrados estamos a que continuamente se nos adule que, ahora que estoy solo, BRACCIANO
soy yo quien a mí mismo me alabo! Esto servirá. Ya está sellada.(Entra un ¿Qué es eso que andáis leyendo, Flamíneo?
FLAMÍNEO BRACCIANO
Mirad. Entrad, alcahuete.
BRACCIANO FLAMÍNEO
¿Cómo? (Lee) A la muy infortunada Vittoria, con gran respeto y veneración. ¿Quién ¿Quién, yo? Señor, ¿me ordenáis acaso como si fuera vuestro perro?
era el mensajero?
BRACCIANO
FLAMÍNEO Como a un sabueso, que es lo que sois. ¿Es que acaso pretendéis desafiarme,
Lo ignoro. enfrentaros conmigo?
BRACCIANO FLAMÍNEO
¿Que lo ignoráis? ¿Quién la ha enviado? ¿Enfrentarme con vos? No, que corran los que sufren de enfermedad, que no preciso
yo de emplasto alguno.
FLAMÍNEO
¡Pardiós! Habláis como si pudiera saberse qué clase de ave encierra un pastel de carne BRACCIANO
antes de cortarlo. ¿Andáis buscando que os dé una patada?
BRACCIANO FLAMÍNEO
¡A fe que he de abrirlo, aunque el propio corazón de ella fuera! ¿Qué pone aquí como Y vos, ¿estáis buscando salir de esto con la crisma partida? Os digo, duque, que no
firma? ¡Florencia! Ya está al descubierto el zafio engaño, y también el modo en que se estoy en Rusia y que quiero mantener bien enteras las espinillas.
comunicaban. Leed, leed.
BRACCIANO
FLAMÍNEO ¿Sabéis bien con quién estáis hablando?
(Leyendo la carta) Basta con que seáis mía y tornaré en júbilo vuestras lágrimas.
Vuestro apoyo ha caído, y lástima me da de ver una viña que siempre los grandes han FLAMÍNEO
anhelado vendimiar y que ahora, necesitada de buenos soportes, debe agostarse y Claro que sí, señor, lo sé muy bien: igual que hay una escala de maldades, la hay
quedar marchita. A fe, señor, que el vino y el poso convendrían a su estado. Pronto también de demonios. Vos sois un gran duque, yo vuestro secretario. Y no pasa un solo
romperé el hechizo que os tiene prisionera y con mano libre de príncipe os llevaré a día en que no me espere un higo español o una celada italiana.
Florencia, donde mi amor y solicitud hará suspender vuestros deseos de mi cabello BRACCIANO
plateado. ¡Poned una brida a tan extraña sucesión de sutilezas! No me respondáis, por Venga, alcahuete, dejad ya la charlatanería e id a cumplir la misión que os corresponde.
causa de mi edad, con el triste sauce, pues ¿quién habría de preferir la flor al fruto
maduro? No maduro, podrido más bien, por haber descansado demasiado tiempo en FLAMÍNEO
lecho de paja. Pues a todas las líneas que la edad escribe en mi rostro supera esta otra: Toda vuestra gentileza hacia mí me recuerda a aquella de que Polifemo hacía gala con
los dioses no envejecen, tampoco los príncipes. Maldita sea, rompedla. Basta de ateos, Ulises: me reserváis para devorarme en último lugar. Y hasta seríais capaz de
por el amor de Dios. arrancarme la hierba de mi tumba para alimentar a vuestras alondras, sacando de ello
además un intenso placer. Venid, os llevaré hasta ella.
BRACCIANO
Diantre, la reduciré a cenizas y dejaré que el salvaje viento del norte la recoja: así BRACCIANO
llegará hasta su amante y por sus narices se meterá. ¿Dónde está esa ramera? ¿Es que me dais la cara?.
FLAMÍNEO FLAMÍNEO
¿Qué? ¿Cómo la habéis llamado? Sabed, señor, que no iría yo delante de un enemigo tan astuto como vos, dándole la
espalda, ni aunque hubiera detrás de mí un abismo de aguas turbulentas.
BRACCIANO
Ah, ya podría volverme loco de ira, evitar la odiosa enfermedad a la que ella me (Entra Vittoria y se dirige hacia Bracciano y Flamíneo)
arrastra y arrancarme los cabellos. ¿Dónde está ahora esa tan cambiante estofa? BRACCIANO
¿Sabéis leer, señora? Ved esta carta; no hay en ella caracteres cifrados, ni jeroglíficos,
FLAMÍNEO así que no precisáis de explicación alguna. Ahora soy yo quien en mediador vuestro se
Por los suelos anda, os lo aseguro, tan baja que no es cosa que os convenga. ha convertido. Por amor de Dios, ¡vais a ser una dama de imponente presencia, sí, una
majestuosa y encumbrada ramera!
VITTORIA VITTORIA
¿Decíais, señor? ¡Cuya muerte Dios vengue sobre vos, el más impío de los hombres!
BRACCIANO FLAMÍNEO
Venid conmigo; vayamos a vuestro escritorio para que nos enseñéis allí vuestro tesoro ¡Helos ahora, cual dos torbellinos enfrentados!
de cartas de amor. A fe mía y a la del diablo que todas las quiero ver.
VITTORIA
VITTORIA ¿Qué he ganado con vos, sino infamia? Habéis manchado el inmaculado honor de mi
Por mi vida, señor, que no tengo ninguna ¿Quién envía ésa que ahí traéis? casa familiar y habéis ahuyentado de ella a toda una noble compañía. Ahora son los
míos como esos que, enfermos de parálisis, se hacen rodear de fétidos zorros, que las
BRACCIANO gentes de más fino olfato procuran evitarlos. ¿Qué nombre daríais a esta casa? ¿Es
¡Maldita sea vuestra fingida ignorancia! (Le da la carta) Sois un halcón bien acaso vuestro palacio? ¿O es que no la llamó el juez casa de putas arrepentidas? ¿Y
adiestrado, ciertamente. Pero yo os he de atar el cascabel para que voléis al infierno. quién me envió aquí? ¿Quién tuvo el honor de promover a Vittoria al mérito de
FLAMÍNEO pertenecer a esta academia de la incontinencia? ¿Acaso no habéis sido vos? ¿Acaso no
Cuidaos del halcón que es engañador, duque. es ése el único beneficio que me habéis procurado? Id a blasonar de haber llevado,
como a mí, la ruina a muchas damas. Adiós, señor, que no quiero oír más de vos. Una
VITTORIA úlcera me tenía infectado uno de mis miembros; ya lo he cortado. Y ahora iré en llanto
¡Florencia! Hay en ella alguna traidora invención, mi señor. Jamás fuera él galante al cielo, ayudándome de muletas. En cuanto a vuestros presentes, todos os serán
conmigo, os lo aseguro, ni siquiera en sueños. devueltos; también desearía que me fuera posible haceros albacea de todos los
pecados. (Se arroja sobre una cama) ¡Ah, si con la misma rapidez pudiera
BRACCIANO precipitarme a la tumba! Por lo que valéis no he de derramar ni una sola lágrima más:
De acuerdo, se trata de una invención. ¡Esa belleza vuestra! ¡Maldita sea un millón de ¡antes la muerte!
veces! ¡Cuánto tiempo he estado viendo al demonio en este cristal! Como en los
sacrificios paganos llevaban a la víctima, al son de la música y coronada de floridas BRACCIANO
guirnaldas, así me han llevado a mí a la ruina eterna. O divinidad o lobo es la mujer He bebido agua del Leteo. ¡Vittoria! ¡Mi bien, mi felicidad! ¿Qué os aflige, mi amor?
para el hombre. ¿Por qué ese llanto?

VITTORIA VITTORIA
Mi señor. Puñales son ahora mis lágrimas, ¿no lo veis?

BRACCIANO BRACCIANO
Como dos imanes rehuiremos el uno la presencia del otro. ¿Cómo? ¿Lloráis? Con diez ¿Es que ya no son míos esos ojos incomparables?
que hubiera como vos dedicadas al oficio de fingir ya sería posible proveer de
plañideras a todos los funerales de Irlanda, de esas que profieren salvajes alaridos. VITTORIA
Antes que eso, que no fueran iguales desearía.
FLAMÍNEO
No os sobrepaséis, señoría. BRACCIANO
Y esos labios, ¿ya no me pertenecen?
BRACCIANO
¡Esa mano, esa maldecida mano que yo he abrumado de enloquecidos besos! Oh, mi VITTORIA
bien, mi duquesa, ¡qué encantadora criatura me parecéis ahora! (A Vittoria) Vuestros Antes me los mordería hasta desgarrarlos.
inmorales pensamientos como el mercurio se derraman por todas partes. Y yo debía FLAMÍNEO
estar hechizado, pues todo el mundo habla mal de vos. Volved a mi señor, querida hermana.
VITTORIA VITTORIA
¿Y qué importa? De tal manera he de vivir a partir de esta hora que obligaré al mundo Fuera de aquí, alcahuete.
a retractarse y a cambiar de palabra sobre mi persona. Os oí nombrar a vuestra duquesa.
FLAMÍNEO
BRACCIANO ¿Alcahuete? Como si fuera yo el autor de tu pecado…
Cuya muerte Dios perdone.
VITTORIA Tomadla de la mano, señor, y besadla. No seáis como el hurón, que suelta su presa
Lo sois, pues vil ladrón es también quien al vil ladrón deja entrar. cuando se le sopla.
FLAMÍNEO BRACCIANO
Estamos sobre un polvorín, señor. Que la unión de nuestras manos sea signo de reconciliación.
BRACCIANO VITTORIA
¿Por qué no me escucháis? Sentirme una sola vez celoso de vos es como prometeros ¡Fuera de aquí!
amor eterno y aseguraros que nunca más he de tener celos.
BRACCIANO
VITTORIA Nunca. Ni la ira, ni el vino –que torna olvidadiza la mente– me inducirán a cometer
Ah, necio, vuestra insolencia supera en mucho a vuestro ingenio. ¿Qué osaríais hacer otro error parecido.
que yo no osara soportar, a excepción de seguir siendo vuestra amante? Y si de eso se
trata, antes encenderíais una hoguera en el mismísimo fondo del océano. FLAMÍNEO
(Aparte, a Bracciano) Ahora sí que estáis en el buen camino; no lo dejéis por nada.
FLAMÍNEO
Oh, nada de juramentos, por el nombre de Dios. BRACCIANO
Hagamos las paces, y dejemos que el universo entero profiera violentas amenazas.
BRACCIANO
¿Por qué no me escucháis? FLAMÍNEO
Observa lo arrepentido que está. Las mejores naturalezas cometen las mayores faltas
VITTORIA cuando a los celos ceden. Es como el vino, que es el mejor el que al estropearse produce
Jamás. el vinagre más fuerte. Óyeme una cosa: el mar es más encrespado, más furioso, que el
río tranquilo, pero no es tan dulce ni saludable como éste. Y una mujer apacible es
FLAMÍNEO como el agua calma que hay bajo un gran puente: sin peligro alguno puede pasar el
¡Semejante a un odioso absceso es la voluntad de una mujer! ¿Es que no hay nada hombre.
capaz de hacerlo reventar? usto con ella, pues ¿qué extraña credulidad os hizo pensar
que el duque de Florencia pudiera amarla? le al cazador más que un poco de diversión VITTORIA
–una breve persecución, de no más de un cuarto de hora–, para después ceder al Hábil fingidor que eres.
agotamiento y, abatidos por el esfuerzo, ser ya presa fácil. (Aparte, a
Bracciano) Dejaos, señor, que a las mujeres se las atrapa como a las tortugas: FLAMÍNEO
poniéndolas antes tripa arriba. (Alto) He aquí mi mano en señal de que estoy de tu lado, Algo es, hermana, que mamamos de pecho de mujer, cuando nuestra más tierna
hermana. Vamos, vamos, señor, habéis sido injusto con ella, pues ¿qué extraña infancia.
credulidad os hizo pensar que el duque de Florencia pudiera amarla?¿Aceptaría un VITTORIA
pañero género de otro si estuviera ya manoseado y manchado por el uso? (Alto) Y con ¡Añadir aún más infortunios a los que ya me afligen!
todo, hermana, ¡qué mal te sienta ese obstinado empeño! No aguantan mucho los
jóvenes lebratos; el enojo de las mujeres, al igual que la carrera de aquéllos, no debería BRACCIANO
suponerle al cazador más que un poco de diversión –una breve persecución, de no más Dueña mía.
de un cuarto de hora–, para después ceder al agotamiento y, abatidos por el esfuerzo,
ser ya presa fácil. VITTORIA
¿Es que no he caído aún lo bastante bajo? Ah, ahora que ya en vos se ha enfriado la
BRACCIANO devoción por mí, el corazón se os apelmaza como una bola de nieve con un frío intenso.
¿Es que queréis arrancarme ahora los ojos, estos ojos que durante tanto tiempo tuvieron
su mirar habitando en vuestro rostro? FLAMÍNEO
Juro a diez que habrá de fundirse y volver a su anterior estado, aunque para ello tuviera
FLAMÍNEO que correr, hasta agotarse, todo el vino de Roma.
(Aparte, a Bracciano) No haría eso ninguna dama noble, por cruel que fuera, ni
siquiera una de esas que suelen prestar cuatro ochavos a los pobres barrenderos de la VITTORIA
ciudad y encima les cobran interés. Mejor recompensa hubierais dado a vuestro perro, o a vuestro halcón, que ésta que
para mí habéis querido. No diré una sola palabra más.
FLAMÍNEO BRACCIANO
Cerradle la boca, señor, con un dulce beso. Ahora que la marea ha cambiado, ved que Ya veo, la aplicación de esa historia es que no os he recompensado los servicios que
la nave inicia un viraje. Y a fe que él posee un muy dulce abrazo. Ah, los de cabello me habéis prestado.
rizado somos aún los más agradables para las mujeres. La cosa va bien.
FLAMÍNEO
BRACCIANO No es ésa, señor. Tú, hermana, eres el cocodrilo. En la fama fuiste dañada con una
¿Es menester que refunfuñéis tanto? herida que ahora mi señor se dispone a curar. Y aunque la comparación no es exacta
en todos sus detalles, fíjate bien en ello y no olvides cuánto bien os hizo el espolón que
FLAMÍNEO él posee en la cabeza. Y aborrece la ingratitud.(Aparte) Puede parecer ridículo que
Más humo sale, señor, de vuestras pequeñas chimeneas; ved, estoy sudando por vos. hable de esta manera, como un bribón o como un loco, y que de vez en cuando meta
Uníos ahora en un silencio tan profundo como el que guardaran aquellos griegos dentro en ello una frase trivial sazonada de cordura, pero eso me permite variar de apariencia.
de su caballo de madera. Y apoyad con actos vuestras promesas, pues ya sabéis que la pues imitan cual simios los bribones a los grandes,
carne pintada no alivia el hambre. pensando en hacerse así a ellos iguales.
BRACCIANO (Vanse)
Quedaos en la ingrata Roma…
FLAMÍNEO Escena tercera
¡Roma ingrata! Más bien merece que la llamemos Barbaria, por la infamia con que nos
trata.
(Entran Lodovico, Gasparo y seis embajadores. Por otra puerta, Francisco, duque de
BRACCIANO Florencia)
Calma, que el mismo proyecto que tiene el duque de Florencia –no sé si enamorado o FRANCISCO
por fingimiento– para su huida lo he de realizar yo. Agradezco a vuesa merced esa diligencia; vigilad el cónclave y cuidad, como es
preceptivo, de que nadie hable con los cardenales.
FLAMÍNEO
Y nunca mejor que en esta noche, señor, que, muerto el papa, y reunidos todos los LODOVICO
cardenales en cónclave para la elección de un nuevo pontífice, la ciudad se halla en Lo haré, señor. ¡Plaza para los embajadores!
gran confusión. Podríamos vestirla de paje, disponer postas para el camino, embarcar
GASPARO
y marchar a toda vela a Padua.
Van hoy espléndidamente engalanados, pero ¿por qué con tan diferentes atavíos?
BRACCIANO
LODOVICO
Sí, al punto sacaré de aquí al príncipe Giovanni y me dirigiré a Padua. Vosotros dos,
Porque son, señor, Caballeros de Órdenes varias. Aquel de la capa negra con una cruz
junto con vuestra anciana madre y el joven Marcello, que sirve al duque de Florencia
plateada es Caballero de la Orden de Rodas; el que le sigue, Caballero de la de San
–si es que podéis convencerle de ello–, me seguiréis. A todos os procuraré fortuna. En
Miguel; aquel otro, del Vellocino de Oro, y el francés aquel, del Espíritu Santo; el
cuanto a vos, Vittoria, pensad en el título de duquesa.
saboyano, Caballero de la Anunciación; el inglés, Caballero de la muy honorable
FLAMÍNEO Orden de la Jarretera, dedicada a su santo patrón, San Jorge. Podría describiros cada
¿Ves, hermana? Esperad un momento, señor, que voy a contaros un pequeño cuento. una de las instituciones a que pertenecen, con las leyes que las rigen, pero no me lo
El cocodrilo, que habita el río Nilo, tiene entre sus dientes unos gusanos que allí se permite el escaso tiempo de que disponemos.
crían y que le causan gran congoja. Pero hay un pajarillo de tamaño no mayor que el
FRANCISCO
reyezuelo, que es para el cocodrilo barbero y cirujano, pues va volando a situarse entre
¿Dónde está el conde Lodovico?
sus fauces, le extrae los gusanos y le procura remedio inmediato. Más la bestia
acuática, contenta por el alivio, pero desagradecida para con quien se lo acaba de LODOVICO
proporcionar, y para que el pajarillo no fuera por ahí diciendo de no ser pagado, cierra Aquí, señoría.
sus mandíbulas con el ánimo de atraparlo y condenarlo a un silencio perpetuo. Pero he
aquí que la naturaleza, a la que repugna tanta ingratitud, ha armado la cabeza de este FRANCISCO
pájaro con una especia de pluma o espolón, cuyo extremo superior hiere al cocodrilo Se está acercando la hora de la cena. Disponga, pues, vuesa merced el servicio para los
en el cielo de la boca y le obliga a abrir esa sangrienta prisión, permitiendo así al cardenales.
simpático mondadientes escapar volando de su cruel paciente.
LODOVICO FRANCISCO
Al punto, señoría. (Entran criados con varias fuentes, convenientemente ¿Cómo?
cubiertas) Parad un momento, que quiero supervisar ese plato. ¿Para quién es?
CRIADO
CRIADO Con el duque de Bracciano.
Para mi señor el cardenal Monticelso.
FRANCISCO
EMBAJADOR FRANCÉS ¿Huida? ¿Dónde está el príncipe Giovanni?
¿Por qué ha de inspeccionar él los platos? ¿Para averiguar de qué se compone la cena?
CRIADO
EMBAJADOR INGLÉS Marchó con su padre.
No, señor, sino para impedir que sea introducida carta alguna con ánimo de comprar
mediante soborno, o siquiera de solicitar, el ascenso de un determinado cardenal al FRANCISCO
solio pontificio. Cuando los cardenales van a celebrar su primera reunión se permite a Que se arreste a la matrona de la casa de arrepentidas. ¡Huida! ¡Oh, maldición! (Vase
los embajadores de todos los reinos que entren con ellos y que presenten su solicitud el criado) La buena fortuna acompaña a mis deseos, pues a fe mía que no era otra cosa
en la persona que cuente con más simpatías de sus respectivos príncipes. Pero después lo que quería conseguir con mi plan: le envié la carta con la sola idea de que la indujera
que esto, y hasta que finaliza la definitiva elección, nadie puede hablar con ellos. a hacer lo que ha hecho. Así he empezado por envenenaros la fama, duque chiflado,
forzándoos a desposar a una puta. ¿Hay algo peor? Y de ello se sigue una enseñanza,
LODOVICO y es
¡Eh, vosotros, los que estáis al servicio de los señores cardenales, abrid la ventana y que siempre la mano ha de obrar, para hacer callar la lengua enardecida;
coged sus viandas! odio a los que quedan en quejar, ciñendo espada, de la afrenta sufrida.
(Aparece en la ventana un criado del cónclave) (Entra Monticelso, con gran pompa)
CRIADO MONTICELSO
Haga vuesa merced devolver el servicio, pues los señores cardenales están ya ocupados Concedimus vobis apostolicam benedictionem et remissionem
en la elección de papa: han terminado ya el escrutinio y se hallan en plena adoración. peccatorum. (Francisco le comunica algo al oído) Nos cuenta su señoría que Vittoria
Corombona ha sido secuestrada de la casa de arrepentidas por Bracciano, y que ambos
LODOVICO han huido de la ciudad. Ahora, y aunque hoy sea el día primero de nuestro mandato,
Está bien, retírate. no podemos hallar mejor manera de complacer a los divinos poderes que separando de
FRANCISCO la Santa Iglesia a tan maldecidos súbditos. Haced, por tanto, saber que Nos
Apostaría mil ducados a que de un momento a otro vais a tener noticias del nuevo pronunciamos la pena de excomunión contra ambos. Y que la misma pena aplicamos
papa. Escuchad, estoy seguro de que ya ha sido elegido. (Aparece un cardenal en el a todos los suyos que se hallen en Roma. Sigamos.
balconcillo) Mirad, el señor cardenal de Aragón está ya en las almenas de la iglesia. (Vanse todos, excepto Francisco y Lodovico)
CARDENAL DE ARAGÓN FRANCISCO
Denuntio vobis gaudim magnum. Reverendissimus Cardinalis Lorenzo de Monticelso Vamos, mi querido Lodovico, recordad que hicisteis solemne juramento de llevar a
electus est in sedem apostolicam, et elegit sibi nomem Paulum Quartum. cabo el proyectado homicidio.

TODOS LODOVICO
Vivat sanctus Pater Paulus Quartus. Y en él me mantengo con firmeza. Pero no deja de sorprenderme cómo su señoría,
siendo príncipe de gran importancia, se mezcla personalmente en un asunto como éste.
(Entra un criado)
CRIADO FRANCISCO
Señor, Vittoria… No me distraigáis. La mayoría de los que forman su corte están de mi parte; algunos,
incluso, son mis confidentes. Mi noble amigo, ya que vamos a correr en este asunto un
FRANCISCO peligro parejo, dejadme también una porción de la gloria que ello conlleva.
¿Qué? ¿Qué pasa con ella?
(Vase Francisco)
CRIADO (Vuelve a entrar Monticelso)
Ha huido de la ciudad.
MONTICELSO LODOVICO
¿Por qué motivo se mostró tan diligente el duque de Florencia en conseguir vuestro Sabed que yo amaba intensamente a la duquesa de Bracciano. O, mejor dicho, la
perdón? Decidme. pretendía con ardiente deseo, aunque ella jamás llegara a tener conocimiento de nada.
Y la envenenaron; a fe mía que lo hicieron. Y por eso he jurado vengar su muerte.
LODOVICO
En el proceder de los mendigos italianos podéis hallar una explicación: es sabido que, MONTICELSO
viviendo como viven de la limosna, aconsejan a aquellos a los que piden que se hagan Al duque de Florencia, supongo.
un bien a sí mismos. O también puede ser que el duque vaya por el mundo sembrando
mercedes, pues LODOVICO
tantas veces así los reyes, que sin medida alguna han dado: Exacto.
menos en premio o recompensa que porque fuera de su agrado. MONTICELSO
MONTICELSO ¡Miserable criatura! Si persistís en este empeño, sabed que es algo que merece la
No me extraña vuestra astucia. Vamos, ¿qué diablura es la que tramabais? condenación. ¿Creéis acaso que podéis pasar por la sangre, deslizándoos sobre ella, y
no mancharos en una vergonzante caída? O es que, a la manera del tejo negro y
LODOVICO melancólico, ¿pensáis echar raíces en los sepulcros de los muertos y aún así crecer y
¿Qué diablura, mi señor? prosperar? Pero los consejos morales os hacen el mismo efecto que a una tierra
demasiado dura un breve chaparrón: que moja, pero no penetra. Así que os dejo, con
MONTICELSO esas furias que rondan en torno a vuestra cabeza, en la espera de que por medio de la
Era yo el que preguntaba. ¿Con qué fin ha empleado el duque vuestros servicios? Le penitencia os deshagáis del mal, expulsando de vuestro corazón a ese diablo cruel que
vi quitándose el sombrero y bajándolo hasta la rodilla, con gran cumplido, cuando os ahora lo habita.
dejó.
(Vase Monticelso)
LODOVICO LODOVICO
Nada, señor, simplemente me hablaba de un caballo árabe que a él le hubiera gustado Renunciaré a mi empeño, pues dice que en ello me va la condenación. Además,
educar en la carrera, el salto y el caracoleo. Y sucede que tengo yo un caballista francés esperaba su apoyo y aprobación debido a la muerte de su sobrino Camillo.
muy notable…
(Entran Francisco y un criado, por detrás de Lodovico)
MONTICELSO FRANCISCO
Tened cuidado, no vaya a descalabraros el rocín. ¿Creéis que vais a engañarme con esa (Al criado) ¿Conoces a ese conde?
historia de caballos indomables? Mentís, amigo mío. Sois como una nube negra y
desapacible que amenaza una violenta tormenta. CRIADO
Sí, mi señor.
LODOVICO
Las tormentas, señor, están por los aires. Y el sitio al que yo pertenezco no está ni FRANCISCO
mucho menos tan alto. Llévale estos ducados allí donde se aloje. Y dile que se los envía el papa.
(Aparte) Es posible que esto, más que ninguna otra cosa, sirva para reafirmarle en su
MONTICELSO proyecto.
¡Indigna criatura! Ya sé que estáis hecho a toda clase de males, como los perros, que
una vez que prueban la sangre no pueden luego de dejar de matar. Hay algún asesinato (Vase)
en esto, ¿verdad? CRIADO
Señor.
LODOVICO
No voy a decíroslo. Aunque tampoco tendría que preocuparme demasiado si lo hiciera, LODOVICO
pues me prepararía, simplemente, de esta manera: Santo Padre, vengo a Vos, no como ¿A mí me decís?
confidente, sino como pecador arrepentido; todo lo que voy a decir va a ser dicho en
confesión, y ya sabéis que esas cosas no pueden revelarse. CRIADO
Su Santidad le envía estas mil coronas, y es su gusto que, si viajáis, le consideréis su
MONTICELSO patrón para todas las nuevas que podáis traerle.
Me habéis vencido.
LODOVICO aquella Orden– y, a su vuelta, en esta gran solemnidad, resolvieron abandonar el
Yo soy su esclavo, siempre a sus órdenes. (Vase el criado)Bien, parece que algo ha mundo para siempre e instalarse, aquí mismo, en Padua, en una casa de capuchinos.
cambiado en su actitud. Primero me abruma con toda clase de improperios. Y, sin
embargo, fuerza es que estas coronas estuvieran contadas y para mí dispuestas antes HORTENSIO
de que pudiera tener conocimiento de mi viaje. ¡Ah, el fingimiento, la recatada actitud Singular trayectoria.
con que los grandes se muestran a los demás! Helos ahí, sentados como las novias en FLAMÍNEO
los banquetes nupciales, que desvían la mirada a la menor broma lasciva, enfermo de Sí, y otra cosa hay que sin duda la hace extraña, y es que han prometido llevar siempre,
náusea el estómago por causa del mismo pudor, pero, a la vez, su pensamiento corre y como único vestido sobre sus cuerpos desnudos, esas cotas de malla que utilizaban
en la mayor libertad y se entrega incluso a las ardientes y lujuriosas diversiones que va cuando servían en la milicia.
a traer la noche ya próxima. ¡Tal es la astucia que ese hombre acaba de mostrarme! Ha
examinado con una sonda dorada lo más profundo de mi alma. Heme aquí ahora, pues, HORTENSIO
doblemente armado. Vayamos: el hecho de sangre nos espera. En verdad que es dura penitencia. Y el moro, ¿es cristiano?
Sólo tres furias pueblan el infierno espacioso:
Pero tres mil habitan el alma del poderoso. FLAMÍNEO
Lo es.
(Vase)
HORTENSIO
¿Y por qué ofrece sus servicios a nuestro duque?
Acto V
FLAMÍNEO
Porque entiende probable el estallido de una guerra entre nosotros y el duque de
Escena primera
Florencia, y en ella espera hallar empleo. No vi nunca a nadie reflejar tanta autoridad
en una mirada severa y altiva, ni expresar en una frase elevada tanto conocimiento y
(Atraviesan la escena Bracciano, Flamíneo, Marcello, Hortensio, Vittoria tan profundo desprecio por nuestros vanidosos y banales cortesanos. Habla como si
Corombona, Cornelia, Zanca y otros. Vanse todos, excepto Flamíneo y Hortensio) hubiera visitado en sus viajes todas las cortes reales de la Cristiandad. Y en todo lo que
FLAMÍNEO dice se aprecia un esfuerzo por dar a entender –para que todos los que con él discuten
Nunca antes en todas las horas de mi enojosa vida se había hecho el día para mí como así lo sepan– que
hoy, pues el matrimonio que hoy se ha celebrado me afianza en mi buena fortuna. la gloria humana, como la luciérnaga, es en la distancia un fulgor;
20
HORTENSIO pero cuando te acercas, la luz no ves, ni sientes della el calor.
Sí, es una buena garantía para ella también. ¿No has visto aún al moro que ha venido Viene el duque.
a la corte?
(Entran Bracciano, Francisco, duque de Florencia –disfrazado como el moro
FLAMÍNEO Mulinassar–, Lodovico, Antonelli y Gasparo – con otro conspirador, todos
Sí, ya he platicado con él en el aposento del duque. No conozco a nadie de mejor disfrazados–, armados de espada y casco, Carlo y Pedro)
disposición, ni hablé nunca con nadie más experimentado en los asuntos de estado y BRACCIANO
en los principios del arte militar. Se dice que ha estado al servicio de la República de (A Lodovico y Gasparo) Es vuestro deseo que se os permita dejar las espadas
Venecia, en Creta, estos últimos catorce años, y que allí ha dirigido numerosas y guerreras, como ofrenda y recuerdo, en nuestra capilla. Accedo a ello como a un gran
arriesgadas empresas. honor que me hacéis. Y ahora debo suplicaros que me permitáis ir a ocuparme de los
HORTENSIO preparativos de la fiesta de nuestra duquesa. Solamente una cosa antes: no rehuséis
¿Y quiénes son esos dos que le hacen compañía? mi invitación para presenciar, como el último acto de vanidad que os será dado ver
en el mundo, el torneo que hay preparado para esta noche. Tendréis en él plaza
FLAMÍNEO reservada. Pues ha complacido a los grandes embajadores que volvían de Roma a sus
Dos nobles caballeros de la Hungría, que hace ocho años, y hallándose por entonces al respectivos países hacernos el honor de asistir a nuestro matrimonio y honrarnos con
servicio del Emperador con grado de capitanes, ingresaron en la vida religiosa –en la ese entretenimiento. Sed gratamente bienvenido. Hemos sabido con detalle de vuestros
muy severa Orden de los Capuchinos–, contradiciendo así todas las previsiones de la excelentes servicios en la guerra contra los turcos. Por ello os hemos concedido,
corte. Pero, no encontrándose allí muy a gusto, dejaron la Orden y volvieron a la corte. valeroso Mulinassar, una generosa pensión, a la vez que sentimos profundamente que
Y produciéndoles todo ello mal en la conciencia, juraron dedicar sus armas a luchar los votos que han hecho estos dos meritorios caballeros no les permitan oír también el
contra los enemigos de Cristo, marcharon a Malta –donde se les hizo Caballeros de ofrecimiento de mi generosidad.
FRANCISCO FLAMÍNEO
Ya los convenceré de que se queden, señor. Lo ignoro, pues por la luz del día que yo no la he convocado. No se precisa tanta arte
de magia como la gente piensa para convocar al demonio, ¡que aquí hay ya uno! Mucha
BRACCIANO más industria se necesita luego para volverlo a enterrar.
Vayamos, pues, a la sala de audiencias.
MARCELLO
(Vanse Bracciano, Flamíneo y Hortensio) Ella es una vergüenza para ti.
CARLO
Mi nobílisimo señor, sed felizmente bienvenido. (Los conspiradores se FLAMÍNEO
abrazan) Contad con nuestra promesa, sellada por juramento, de secundar vuestras Te ruego que la perdones, pues es bien sabido que las mujeres son como las lapas, que
intenciones. allí donde las lleva su cariño, allí mismo quedan fijadas.
PEDRO ZANCA
Todo está listo. Ni aun en el caso de que hubiera desesperado y deseado su propia Ahí está mi compatriota, de excelente planta. Cuando esté desocupado departiré con
perdición podría haber hallado para ello medio más adecuado. él en nuestra propia lengua.
LODOVICO FLAMÍNEO
No quisisteis adoptar mi sistema. Sí, sí, hazlo. (Vase Zanca) (A Francisco) ¿Cómo estáis, valeroso soldado? Me habría
gustado presenciar alguna de esas ocasiones en que destacasteis por el manejo de la
FRANCISCO espada. Os ruego que nos relatéis alguna de vuestras hazañas.
Está ahora así mejor dispuesto.
FRANCISCO
LODOVICO Me parece ridículo que un hombre se haga su propia crónica. Nunca me llené la boca
Haber envenenado su libro de rezos, o su rosario, o la perilla de su silla de montar, o de elogios de mi persona, por miedo a que luego resultara desagradable mi aliento.
su espejo, o el mango de su raqueta. ¡Esto, esto último es lo que debería haberse hecho!
Así, mientras estuviera entregado al juego de la pelota, sus juramentos le habrían hecho MARCELLO
caer al infierno, enviando de un golpe su alma a uno de los orificios de que el juego se Sois demasiado modesto. El duque esperará de vuesa merced muy distintas palabras.
compone. Ah, mi señor, ya me gustaría que nuestro plan fuera ingenioso y que en
adelante se citara como ejemplo, para no tener que tomar nosotros ejemplo de los FRANCISCO
demás. Pues no he de adularlo, que he estudiado demasiado al ser humano como para hacerlo.
Porque, ¿qué diferencias hay entre el duque y yo? No más que las que separan un
FRANCISCO ladrillo de otro, ambos hechos de la misma arcilla. Únicamente puede suceder que, por
No hay medio más expeditivo que el que está planeado. pura ley del azar uno se halle en lo alto de un torreón y el otro en el fondo de un pozo.
Si yo estuviera tan alto como el duque, me mantendría tan firme como él, tendría su
LODOVICO mismo buen aspecto y resistiría igualmente las inclemencias del tiempo.
A ello, pues.
FLAMÍNEO
FRANCISCO (Aparte) A fe mía que si a este soldado se le diera permiso para mendigar a la puerta
Y, sin embargo, pienso que es una venganza muy pobre, pues va a caer sobre él de la iglesia contaría buenas patrañas.
furtivamente, como hace el ladrón. ¡Ay, qué pena no haberlo cogido por el casco en el
mismo campo de batalla y haberlo llevado así a Florencia…! MARCELLO
Yo también he sido soldado.
LODOVICO
¡Sí, habría sido cosa excelente! Y luego coronarlo allí con una guirnalda de apestosos FLAMÍNEO
ajos, para indicar la aspereza de su gobierno y la acritud de su deseo. Viene Flamíneo. ¿Y has prosperado con ello?
(Vanse todos, a excepción de Francisco) MARCELLO
(Entran Flamíneo, Marcello y Zanca) Más bien poco, ciertamente.
MARCELLO
Dime, ¿por qué os persigue esta demonio?
FRANCISCO FLAMÍNEO
Esa es la miseria de las épocas de paz, que sólo se respetan las apariencias. Como esos Eres para mí como un hermano, y como tal te confieso que amo a esa mora, a esa
barcos que parecen enormes cuando están en el río y minúsculos cuando flotan en el hechicera, y que a ella me encuentro por fuerza ligado, pues conoce mis villanías. Sí,
océano, así hay hombres que parecen colosos en un salón de la corte y que tendrían la amo, pero del mismo modo que se tiene a un lobo agarrado por las orejas: que si no
aspecto de lamentables pigmeos si se los pusiera en un campo de batalla. fuera por el miedo que tengo a que se me revuelva y al cuello se me tire, de buen grado
dejaría que se marchara con todos los diablos.
FLAMÍNEO
A mí dadme antes una sala noble, en la que cuelguen algunos tapices, y algún poderoso HORTENSIO
cardenal que me arrastre por las orejas como a su bufón preferido… He oído que te está exigiendo matrimonio.
FRANCISCO FLAMÍNEO
¡Y el diablo sabrá qué bribonadas podrías hacer entonces! Sí, cierto es que le hice tan lúgubre promesa, y ahora corro, intentando huir de ella,
como un perro espantado por una botella que al rabo lleva atada y que, aun deseando
FLAMÍNEO quitársela de un mordisco, no lo hace al no atreverse a volver la mirada atrás. ¡Hola,
Y sin riesgo alguno además. mi adorada gitana!
FRANCISCO ZANCA
Cierto: es sabido que en el campo, en tiempo de cosecha, el campesino no se atreve ni Es más gélido que ardiente tu amor por mí.
siquiera a enseñar la escopeta a los pichones, por mucho que sea el grano que
estropeen. Y ¿por qué? Pues porque esas aves pertenecen al dueño del señorío. FLAMÍNEO
Mientras que los pobres gorriones, cuyo único señor es el que está en los cielos, por ¡Cielos, si más que seguro soy como amante! Ya tenemos muchas rameras en la ciudad
igual delito acaban en la cazuela. que producen rápidos e intensos ardores.
FLAMÍNEO HORTENSIO
Voy a daros ahora una enseñanza de buen aviso. Dice el duque que os ha concedido ¿Qué piensas, pues, de esas mujeres tan garbosas y perfumadas?
una pensión, pero eso no es más que una simple promesa. Haced que os lo diga por
escrito, y firmado de su mano. Y es que he conocido más de un caso en el que volvieron FLAMÍNEO
de combatir al turco y gozaron de una pensión durante tres o cuatro meses –para Que por mucho que de elegante raso vistan ello no puede salvarlas. Mira, puedo
comprarse una nueva pierna de madera, o para renovar sus emplastos–, pero después asegurarte que desprenden un cierto aroma de enfermedad, y ya sabes, quien con perros
se acabó. Es una miserable cortesía, que me recuerda la actitud del verdugo que, sí, da se acuesta, con pulgas se levanta.
de beber algo caliente y reconfortante al pobre desgraciado que se halla al borde de la ZANCA
muerte en su potro, pero con el único fin de conseguir que su alma cobre nuevo aliento ¿Será posible? ¿Qué me desprecies solamente porque otras usen afeites y vistan trajes
para soportar el fuego de nuevas torturas.(Entran Hortensio, un joven caballero, Zanca vistosos?
y otros dos) ¿Qué tal venís, gentiles caballeros? ¿Está ya todo dispuesto para el torneo?
FLAMÍNEO
(Vase Francisco) ¿Cómo, que amo a las mujeres por su maquillaje o vistosa apariencia? No, y para
CABALLERO explicarlo voy a soltar de mi perrera un nuevo ejemplo canino: Esopo tenía un perro
Sí, ya están los participantes vistiendo sus armaduras. estúpido que dejaba escapar la tajada para ir tras su sombra. Algo semejante ocurre
HORTENSIO con los cortesanos, que seguro que podrían elegir mejor los platos de su menú…
¿Y éste? ¿Quién es? ZANCA
FLAMÍNEO Recuerda tu promesa.
Otro recién llegado, que jura como los halconeros y como los calendaristas escupe FLAMÍNEO
mentiras, día tras día, en los oídos del duque. Lo conozco desde que llegara a la corte, Los juramentos que hacen los enamorados son como las oraciones de los marinos:
con un tufo a sudor como el de los mozos que recogen las pelotas en el juego. siempre los pronuncian en circunstancias de extrema necesidad. Pero luego, cuando la
HORTENSIO tempestad amaina y la nave deja de hacer piruetas en el lecho del océano, de las
Mira, por ahí viene tu apasionada amante. promesas pasan a la bebida. Y no es de extrañar, pues entre caballeros ambas cosas –
el beber y el prometer– suelen ir tan juntas, y en tan buena combinación, como los
zapateros con el tocino salado de Westfalia, que tienen efecto similar: la bebida nos
lleva a hacer promesas, y éstas a beber de nuevo para celebrarlas. ¿No os ha parecido FLAMÍNEO
este discurso mío mucho mejor que las moralistas disertaciones de vuestro amigo, el Veo que estás lleno de cólera, y para curarla te voy a dar una purga de ruibarbo.
caballero de tez bronceada?
HORTENSIO
(Entra Cornelia) ¡Que es tu hermano!
CORNELIA
¡Ah mujer perdida! ¿Es éste el sitio que has escogido para halconear? ¡Levanta el vuelo FLAMÍNEO
y vete al burdel! Bah, que le cuelguen… Es él quien menos debería ofenderme y es, sin embargo, quien
más lo hace, con continuos agravios. No me extrañaría que mi madre lo engendrara
(Golpea a Zanca) haciendo trampas.
FLAMÍNEO
¡Merecerías ser colgada por los pies! ¡Andar pegando a los demás aquí en la corte! MARCELLO
¡Por todas mis ilusiones que hasta la llama de nuestros sentimientos, como en el caso
(Vase Cornelia) de los hijos de Edipo, ambos brutalmente asesinados, se dividirá en dos para tomar
ZANCA cada una un rumbo diferente! Te haré responder de esas palabras con la sangre de tu
¡Menuda señora! No sirve más que para que sus sirvientas cojan enfriamientos por su corazón.
culpa durante la noche, pues, por miedo a la rapidez con que a su ama se le van las
manos a pegarlas, no se atreven a usar la vara con que suelen hacerse las camas. FLAMÍNEO
A tu gusto. Como a las prostitutas en los grandes viajes oficiales, bien sabes dónde
MARCELLO encontrarme.
Eres una zorra insolente y desvergonzada.
MARCELLO
(La echa a patadas) Muy bien. (Vase Flamíneo) Y vos, si sois amigo fiel, llevadle mi espada y pedidle que
FLAMÍNEO mida su longitud para que pueda conseguirse una semejante.
¿Por qué la tratas a patadas? Dime, ¿crees acaso que es como un nogal, al que hay que
aporrear para que dé mejor fruto? CABALLERO
Sin dudarlo, señor.
MARCELLO
Por ahí anda jactándose de que vas a casarte con ella. (Vanse todos, excepto Zanca)
(Entra Francisco, duque de Florencia, disfrazado de moro Mulinassar)
FLAMÍNEO ZANCA
¿Y qué si lo hago? (Aparte) Aquí viene. He de alejar de mí hasta el más pequeño recuerdo de la deshonra
de que he sido objeto. (A Francisco)Nunca hasta ahora me había satisfecho el color de
MARCELLO mi piel, pero en este momento me sirve para deciros que os amo sin que rubor alguno
En un palo pinchada preferiría verla, y colocada como espantapájaros en un campo aparezca en él.
recién sembrado: así ahuyentaría de él a sus hermanos los cuervos.
FRANCISCO
FLAMÍNEO No has sembrado tu amor en la buena estación: en todas las vidas, sí, hay un veranillo
Bah, no eres más que un muchacho…, y necio además. Si quieres ser guardián de de San Miguel, pero en mi caso apenas tiene fuerza. Estoy cargado de años, y por esa
alguien, tendrás que serlo de tu podenco, que yo ya estoy crecido. razón me he jurado no contraer matrimonio.
MARCELLO ZANCA
La degollaré la próxima vez que la vea a tu lado. Ay, las doncellas que como yo no tienen fortuna hallan más amantes que maridos.
FLAMÍNEO Pero, aun así, es posible que estéis errado en lo que a mis bienes se refiere. Pues, como
¿Y con qué vas a hacerlo? ¿Con un abanico de plumas? cuando se envía a un embajador a rendir homenaje a un príncipe, que se le hace llevar
un rico presente –de tal forma que, si no gustan al príncipe extranjero ni la persona ni
MARCELLO las palabras del embajador, le guste al menos el regalo–, así yo me dirijo a vos, con
En cuanto a ti, a golpes de látigo sacaré de tu persona este desvarío que te tiene ánimo de que gustéis, si no de mis virtudes, sí al menos de mi dote.
apresado.
FRANCISCO
He de meditar la proposición que me haces.
ZANCA CORNELIA
Sí, hacedlo, que ahora ya no os detengo por más tiempo. Y cuando estéis más ¡Ah, ayuda! ¡Lo han matado!
desocupado que ahora, os diré cosas que harán que la sangre os corra atropelladamente
por las venas. Y no me reprochéis que esta pasión haya revelado, pues el enamorado FLAMÍNEO
que oculta su fuego sólo para sí no tarda en consumir su corazón. ¿Ya del cuerpo te sale a borbotones la cólera? No te preocupes, que corro a buscar a
un cirujano.
FRANCISCO
(Aparte) Mi mejor espía Zanca puede ser, entre ellos disimulado, (Vase Flamíneo)
pues ¿qué raras aves no obtendré de nido tan viciado? (Entran Carlo, Hortensio y Pedro)
HORTENSIO
(Vanse) ¿Cómo? ¿Qué haces ahí tendido?
MARCELLO
Escena segunda Madre, recuerda ahora lo que te dije sobre el crucifijo roto. Adiós. Hay pecados por
los que el cielo castiga con justicia a toda una familia. Véase aquí lo que trae medrar
(Entran Marcello y Cornelia, acompañados de un paje) por toda clase de deshonestos medios. Que todos los hombres sepan que sólo mantiene
CORNELIA su asiento firme el árbol cuyas ramas no se extienden más allá del espacio que ocupan
He oído decir por toda la corte, hijo mío, que vas a batirte, pero ¿quién es el oponente? sus raíces.
¿Y cuál la disputa?
(Muere)
MARCELLO CORNELIA
No es más que un infundado rumor. ¡Ay, mi pena eterna es!

CORNELIA HORTENSIO
¿Por qué fingir conmigo? Estoy segura de que pretendes no asustarme. Nunca está tu ¡Ay del virtuoso Marcello! Está muerto. Dejadle, señora, os lo ruego. Venid conmigo,
rostro tan pálido como cuando te domina la ira. Te ordeno, pues, por mi bendición, es menester que así lo hagáis.
que… No, mejor llamaré al duque para que te exhorte.
CORNELIA
MARCELLO No, no está muerto, es sólo un vahído. ¿Por qué habría de estarlo? Nadie ganaría nada
No divulgues un temor que en risa podría convertirse, pues no hay tal. ¿No era éste el con su muerte. Permitidme que lo llame para que regrese, por todos los santos del cielo.
crucifijo de mi padre?
CARLO
CORNELIA ¡Ojalá pudierais permanecer en el engaño!
Cierto.
CORNELIA
MARCELLO Ah, me engañáis, me engañáis, me engañáis… ¡Cuántos se han ido así, por falta de
Recuerdo haberte oído contar que, mientras le dabas el pecho, mi hermano lo cogió cuidados! Levantadle la cabeza, levantádsela, no sea que su propia sangre, si corre
entre sus manos (entra Flamíneo) y te rompió un brazo. hacia el interior del cuerpo, lo mate realmente.

CORNELIA HORTENSIO
Sí, pero ya está curado. Vuestro hijo os ha dejado para siempre.

FLAMÍNEO CORNELIA
Vengo a devolverte tu arma. Dejad que me acerque a él, entregádmelo tal como esté, aunque en polvo ya se hubiere
convertido. Dejadme tenerlo en mis brazos, aunque sólo sea para darle un único pero
(Flamíneo atraviesa a Marcello con la espada) apasionado beso. Y después metednos a ambos en el mismo ataúd. Traed un espejo,
CORNELIA pronto, y mirad si su aliento no produce en él mancha de vapor alguna, o sacad si no
¡Ay, horror! una pluma de mi almohada y acercádsela a los labios. ¿Es que vais a perderlo por no
prestarle un poco de cuidado?
MARCELLO
Sí, ya veo que me la has traído… y en lo más profundo de mi ser la has alojado.
HORTENSIO CORNELIA
El mejor servicio que ahora podéis rendirle es el de rezar por su alma. Calla, te lo ruego. Ya se ha perdido una flecha entre la maleza, e inútil sería perder
también ésta por culpa de la otra, que ya no recuperaremos jamás.
CORNELIA
Ay, que aún no quiero rezar por él. Puede vivir hasta enterrarme a mí y rezar por mi BRACCIANO
alma, basta con que sólo me dejéis tenerlo en mis brazos… Llevad el cadáver a la habitación de Cornelia. Es mi voluntad también que nadie
informe a nuestra duquesa de este accidente lamentable. En cuanto a ti, Flamíneo,
(Entra Bracciano, en armadura completa a excepción del casco, y acompañado por escúchame: no voy a perdonarte.
Flamíneo, Francisco y Lodovico, los dos últimos disfrazados)
BRACCIANO FLAMÍNEO
¿Esto ha sido obra tuya? ¿No?
FLAMÍNEO BRACCIANO
Más bien mi infortunio ha sido. No, solamente voy a concederte un plazo para que conserves la vida, aunque ese plazo
será de un solo día. Así cada noche tendrás que su renovación para no ser colgado a la
CORNELIA mañana siguiente.
Miente, miente, él no lo ha matado; éstos, han sido éstos, que no han permitido que me
ocupara mejor de su cuidado… FLAMÍNEO
Como digáis. (Lodovico rocía con un veneno el casco de Bracciano) Vuestra voluntad
BRACCIANO es ahora ley, y en ella no voy a interferir.
Consolaos, madre afligida.
BRACCIANO
CORNELIA Ya te encaraste conmigo una vez, recuérdalo, en la residencia de tu hermana. Por ello
(A Flamíneo) ¡Pájaro de mal agüero! es que ahora quiere tenerte por el miedo sometido ¿Dónde está mi casco?
HORTENSIO FRANCISCO
Contened vuestros impulsos, buena señora. (Aparte) Pide lo que ha de ser su destrucción. Espíritu noble y joven, me apiado de la
CORNELIA triste suerte que os toca. Y ahora, vayamos ya a donde han de tener lugar los torneos.
Dejadme, dejadme… (Corre hacia Flamíneo con una daga desenvainada en la mano, El casco le acelerará el viaje a la laguna negra. Antes de marchar, perdonar a un asesino
pero, al llegar a él, la suelta) Que el Dios del cielo te perdone… ¿No te sorprende que fue su última buena obra.
rece por ti? Te diré la razón: apenas me queda aliento para vivir más allá de media (Vanse)
hora, y no quiero gastarlo en proferir maldiciones contra mi hijo. Adiós. Ahí yace lo
que era la mitad de tu propio ser. Y ojalá vivas para llenar un reloj de arena con sus
cenizas, de forma que te recuerde siempre que has de pasar los años que te queden de Escena tercera
vida en el más santo arrepentimiento.
(Ruido de cargas y clamores. Se lucha en los torneos: primero uno contra uno, luego
BRACCIANO
tres contra tres. Entran Bracciano y Flamíneo, acompañados de varias personas –
Decidme, madre apenada, cómo halló la muerte y cuál fue el motivo de la disputa.
entre ellas, Vittoria, Giovanni y Francisco, éste disfrazado–)
CORNELIA BRACCIANO
La verdad es que mi hijo pequeño quiso hacerse el hombre en exceso, y con duras ¡Un armero! ¡Por todos los diablos, traedme a un maestro armero!
palabras lo provocó. Luego también fue el primero en sacar la espada, y después… no
FLAMÍNEO
sé cómo, pues yo tenía ya perdida la cordura, cayó muerto, yendo a dar con la cabeza
¡El armero! ¿Dónde está el armero?
en mi regazo.
BRACCIANO
PAJE
Sacadme el casco.
No es cierto, señora, eso que decís.
FLAMÍNEO
Señor ¿estáis herido?
BRACCIANO BRACCIANO
Como en fuego tengo la sesera… (Entra el armero) Este casco está envenenado. Oh, silenciosa muerte natural, hermana gemela del más dulce de los sueños: la cometa
de larga cabellera no se detiene a observar tu suave partida, ni el triste mochuelo viene
ARMERO a golpear tu ventana, ni el lobo de ronco aullido a olfatear tu carroña. Es la lástima
Pero, señor, por mi vida que… quien amortaja tu cadáver, mientras que a la muerte de los príncipes es el horror
BRACCIANO compañía de sus funerales.
Lleváosle, y que sea torturado. (Vase el armero, entre los dos soldados) En ello veo la VITTORIA
mano de algunos notables, que además no están ahora lejos de aquí… Perdida estoy para siempre.
VITTORIA BRACCIANO
¡Ah ,mi amado! ¿Envenenado decís? ¡Qué miserable circunstancia es morir entre alaridos de mujer!(Entran Lodovico y
FLAMÍNEO Gasparo, disfrazados de capuchinos)¿Quiénes son ésos?
Quitadle el casco y llamad a los médicos. ¡Una gran desdicha ha caído sobre estos FLAMÍNEO
festejos! (Entran dos médicos) ¡Malditos vosotros y toda vuestra especie, que ya Unos franciscanos, que vienen a procuraros la extremaunción.
hemos tenido aquí pruebas bastantes de vuestras habilidades! Y hasta me temo que los
embajadores hayan sido igualmente envenenados. BRACCIANO
En plena agonía, que nadie me nombre la muerte: es en mi circunstancia una palabra
BRACCIANO infinitamente terrible. Retirémonos a mi aposento.
Ah, ya estoy muerto, ya la infección me alcanza el cerebro y el corazón. Ay, corazón
vigoroso, fuerte es el pacto que con el mundo has hecho y ahora ambos os mostráis (Vanse todos menos Francisco y Flamíneo)
reacios a romperlo. FLAMÍNEO
Cuánta soledad rodea a los príncipes cuando van a morir. A lo largo de su vida
GIOVANNI despueblan aldeas, enemistan amigos, convierten en inhóspitos lugares los mejores
¡Padre amadísimo! palacios… sí, pero ¿y ahora? Oh, justicia, ¿dónde están ahora sus aduladores? No son
BRACCIANO éstos más que las sombras que proyectan los cuerpos de los príncipes; la más mínima
(Vase Giovanni, acompañado) ¿Dónde estás, mujer excelsa? Aunque fuera poseedor nube los torna invisibles.
de mundos infinitos, poco sería todo para ti… ¿He de dejarte? ¿Qué decís a eso FRANCISCO
vosotros, pájaros de mal agüero? ¿Es este veneno mortal? Llevaos de aquí al Pero por éste se están derramando muchas lágrimas.
muchacho.
FLAMÍNEO
MÉDICOS Cierto, durante unas horas va a correr en gran abundancia el agua salada, y en todas
El más mortal de los conocidos. las jerarquías de la corte, pero, creedme, la gran mayoría de los que así se conducen
BRACCIANO no hacen más que llorar sobre los sepulcros de sus madrastras.
¡Ah, verdugo astuto y corrompido! Para matar bien sabida tenéis la lección y no FRANCISCO
precisáis de consulta a libro alguno. Para salvar vidas, sin embargo, vuestro arte os ¿Qué queréis decir?
abandona con tanta frecuencia como a los poderosos abandonan sus amigos cuando se
ven de ellos necesitados. Vedme aquí, yo que he concedido la vida a tantos siervos FLAMÍNEO
indisciplinados y a tantos despreciables asesinos, ¿es que no tengo el poder necesario Pues que fingen, al igual que muchos otros que viven dentro de esta jurisdicción.
para prolongar la mía ni siquiera por un año más? (A Vittoria) No me beses, que te
envenenaría. Es sin duda el gran duque de Florencia quien me ha enviado este FRANCISCO
ungüento mortal… Pero vamos, vamos, que bien que has medrado a la sombra del duque.

FRANCISCO FLAMÍNEO
Señor, tened valor. Sí, pero, al igual que al tumor maligno que devora el pecho de una mujer, con aves de
corral se me ha alimentado, porque hablando de dineros, escuchadme bien, he tenido
tantas ganas de robarlos con truhanerías como cualquiera de los demás oficiales de la
corte. Lo que ocurrió es que no tenía aún astucia suficiente para lograrlo.
FRANCISCO BRACCIANO
¿Qué piensas de él? Dímelo con franqueza, te lo suplico. Ciertamente, también a mí debe culpárseme de esos delitos, pues ¿se ha oído acaso
alguna vez contar que el negro cuervo haya reprendido a la oscuridad? ¿O que el diablo
FLAMÍNEO la emprenda con las criaturas de pezuña hendida como la suya?
Era de esa clase de hombres de estado que, para calcular las pérdidas de una empresa
militar, antes cuentan las balas de cañón que se han disparado contra una ciudad que VITTORIA
el número de valerosos y esforzados súbditos que han perdido en el ataque. ¡Mi señor!
FRANCISCO BRACCIANO
Oh, habla bien del duque… Quiero codornices para cenar.
FLAMÍNEO FLAMÍNEO
Ya he dado mi opinión. ¿Queréis oír ahora alguna muestra de mi sabiduría, propia de Las conseguiré para vos.
un cortesano? (Entra Lodovico, disfrazado) Es peligroso criticar a los príncipes, pero
alabar en exceso a algunos de ellos es mentir de forma manifiesta. BRACCIANO
No, mejor algún pescado frito, cazón por ejemplo, pues vuestras codornices de veneno
FRANCISCO se alimentan. Ah, ese viejo zorro, ese astuto duque de Florencia… Renunciaré a la caza
¿Cómo está ahora el duque? para convertirme en matarife de perros como él. ¡Magnífico! No, mejor me haré amigo
suyo, pues sabed una cosa, señor, un solo perro es capaz de hacer ladrar a todos los
LODOVICO demás. Calma, calma, por ahí viene un consumado rufián…
A punto de morir. Ha caído en singular desvarío, pues está hablando de batallas y
monopolios, de recaudación de impuestos y asuntos semejantes, y de pronto desciende FLAMÍNEO
a decir cosas propias de un trastornado. De veinte cosas distintas se ocupa su mente, ¿Por dónde?
mezclando el buen sentido y la locura. Tan espantoso fin debe servir de lección a
quienes andan galleando por el mundo: en ello adviertan que, por muy afortunados que BRACCIANO
sean en vida, no lo han de ser tanto en la hora de la muerte. Ya a vuestra hermana ha Por allí, ¿no ves? Tocado de gorro azul y con unos calzones de enorme bragueta. Ah,
entregado toda la administración del ducado hasta que el joven príncipe alcance la ja, ja, mira qué bragueta, mira cuántos alfileres lleva en ella clavados… ¡y coronados
mayoría de edad. parecen de una pequeña perla! ¿No lo conocéis?

FLAMÍNEO FLAMÍNEO
Sea, al menos ha habido algo de buena suerte. No, señor.

FRANCISCO BRACCIANO
Atención, que aquí se acerca. (Entran Bracciano, tendido en una cama, con Vittoria, Pues bien, es el diablo. Lo reconozco por el gran lazo que lleva en el zapato para así
Gasparo –disfrazado– y otros) Ya lleva en el rostro el signo de la muerte. ocultar su pezuña hendida. Voy a hablar con él, pues conoce a la perfección numerosas
lenguas.
VITTORIA
¡Ay, mi amado dueño! VITTORIA
Aquí no hay nada mi señor.
BRACCIANO
¡Fuera, fuera! Me has engañado. (Las siguientes palabras son muestras diversas de BRACCIANO
desvarío, y como tales deben reconocerse en la forma de ser dichas) Te has llevado el ¿Nada? ¡Espléndido! ¡Nada! Cuando tengo necesidad de dinero, nuestro tesoro está
dinero del estado fuera de nuestras fronteras, has comprado y vendido cargos, oprimido vacío, no hay nada… No quiero que a mí se me trate de igual forma.
a los necesitados… y yo jamás llegué a sospecharlo. Rinde ahora cuenta de todo ello, VITTORIA
que yo seré mi propio administrador. Oh, calmad vuestro espíritu, señor…
FLAMÍNEO BRACCIANO
Tened paciencia, señor. Mira, mira, Flamíneo –que a su hermano dio muerte– está ahora bailando en la cuerda
floja. Lleva en cada mano una bolsa de dineros para guardar el equilibrio, pues tiene
miedo de romperse la crisma. Y bajo él hay un letrado, de toga bordada de terciopelo,
que no le quita ojo, boquiabierto, esperando que se le caiga el oro. ¡Mirad cómo GASPARO
cabriola el muy granuja! ¡Al extremo de otra soga bien distinta debería estar bailando! Esto securus domine Bracciane: cogita quantum habeas meritorum –denique
Y allí… ¿quién es esa mujer? memineris meam animan pro tua oppignoratam si quid esset periculi.
FLAMÍNEO LODOVICO
Es Vittoria, señor. Si nunc quoque probas ea quae acta sunt inter nos, flecte caput in laevum. Ya parte de
este mundo. Retiraos todos, os lo ruego, para que podamos decirle al oído, en tono
BRACCIANO quedo, algunas meditaciones personales que las normas de nuestra orden prohíben oír
Ja, ja, ja. Veo que se ha blanqueado el cabello con polvo de lirios, y parece por ello a cualquier persona ajena.
como si viniera de cometer pecado con el repostero, revolcándose en su taller. ¿Y ése?
(Vanse todos menos Lodovico y Gasparo, que se descubren la cara)
FLAMÍNEO GASPARO
Es un religioso, señor. Bracciano…
BRACCIANO LODOVICO
Estará ebrio. Evitadlo, que son de temer las discusiones con los clérigos. Mirad, seis Diablo de Bracciano, ya estáis condenado…
ratas sin cola empiezan a subir por mi almohada. Enviadme al cazador de ratas. Haré
un milagro y libraré a la corte de tan asquerosos bichos. ¿Dónde está Flamíneo? GASPARO
Para toda la eternidad…
FLAMÍNEO
No me agrada que tan a menudo me nombre, sobre todo estando como está al borde de LODOVICO
la muerte, pues es señal de que no voy a vivir mucho tiempo. Miradlo, ya se acerca a Un truhán condenado y entregado a la horca es ahora vuestro dueño y señor, mi duque.
su triste fin.
GASPARO
(Bracciano parece a punto de morir. Lodovico y Gasparo, en hábito de capuchinos, le Cierto, pues al mismo diablo te has entregado.
presentan en el lecho un crucifijo y un cirio bendecido)
LODOVICO LODOVICO
Permitidnos, os lo ruego. Attende domine Bracciane. Ah, rufián, por todos considerado como un maestro en el arte de la política, tan hábil
en la técnica del envenenamiento…
FLAMÍNEO
Miradlo, no aparta la vista del crucifijo… GASPARO
Tan profundo conocedor del crimen…
VITTORIA
¡Ah, mantenedlo bien delante de sus ojos, para que así aplaque a los enfurecidos LODOVICO
espíritus que lo habitan! Ved cómo ya se deshace en llanto. Que bien hubierais sido capaz de tirar a vuestra esposa escaleras abajo de no haber
sido envenenada…
(Presentándole el crucifijo)
LODOVICO GASPARO
Domine Bracciane, solebas in bello tutus esse tuo clypeo, nunc hunc clypeum hosti tuo Poseedor en abundancia de viles yelmos venenosos…
opponas infernali. LODOVICO
(Presentándole el cirio) Y de frascos bellamente adornados, de perfumes tan mortíferos como una plaga
GASPARO invernal…
Olim hasta valuisti in bello; nunc hanc sacram hastam vibrabis contra hostem GASPARO
animarun. Y, sin embargo, he ahí que ahora el mercurio…
LODOVICO LODOVICO
Attende domine Bracciane si nunc quoque probas ea quae acta sunt inter nos, flecte Y la caparrosa verde…
caput in dextrum.
GASPARO
Y el azogue…
LODOVICO las lágrimas de mujer. En fin, ved que aquí termina mi cosecha y no me ha dado nada.
Y muchos otros endemoniados productos de botica se funden con tu sesera de gran ¡Promesas cortesanas! Que por malditas las tengan los hombres prudentes, pues en esta
político… ¿Oyes? vida quien a crédito más obtiene de uno es el que luego peor paga.
GASPARO FRANCISCO
Es el conde Lodovico quien te habla. Esto debe ser obra del duque de Florencia.
LODOVICO FLAMÍNEO
Y Gasparo. Vas a morir como un miserable granuja… Sí, es muy probable. Fuertes son los golpes que con la mano se dan, pero los mortales
proceden siempre de la cabeza. ¡Ah, magníficas las tretas de este hijo de Maquiavelo!
GASPARO No creáis que ataca armando gran ruido a su paso, como hacen los villanos, ni que os
Y a apestar como un perro muerto presa de las moscas. machaca a golpes hasta daros muerte, no, el muy bribón os hace cosquillas, os mata a
LODOVICO fuerza de risas, como si os hubierais tragado una libra de azafrán. ¿Comprendéis el
Antes de que se celebren tus funerales ya habrás caído en el olvido de todos… ingenio? Se ejecuta en un dos por tres y, para ser lección de honestidad en la corte,
comporta gran riesgo para su artífice.
BRACCIANO
¡Vittoria, Vittoria! FRANCISCO
Ahora todo el mundo tendrá libertad para hablar sin descanso de sus pecados.
LODOVICO
¡Maldito sea Satanás! Vuelve de nuevo en sí… ¡Estamos perdidos! FLAMÍNEO
¡Ay, ésa es la miseria de los príncipes, que por fuerza han de sufrir la censura de sus
(Entran Vittoria y los demás) súbditos! No sólo se les reprocha haber hecho cosas que no estaban bien; también por
GASPARO no haber hecho todo lo que todos querían. Antes que eso preferiría ser un trabajador
(Aparte) Estranguladlo sin ser visto. (Alto) ¿Qué? ¿Vais a reanimarlo solamente para del campo, dedicado a la trilla. Por todos los diablos, me gustaría poder hablar aún con
que sufra un tormento tres veces mayor? Por caridad, por caridad cristiana, salid de la el duque.
estancia.
FRANCISCO
(Vanse Vittoria y los demás) ¿Ahora que ya está muerto?
LODOVICO
¿Con que querías hablar, eh? Pues toma este lazo, vínculo de amor, que te envía el FLAMÍNEO
duque de Florencia. Porque no tengo el poder que se precisa para convocar a los espíritus, pero si oraciones
o blasfemias pudieran llevarme a hablar con él, bien que lo haría, aunque cuarenta
(Bracciano es estrangulado) demonios lo guardaran escondidos en un manto de llamas; y lo cogería de la mano,
GASPARO aunque por ello fuera a cenizas reducido.
¿Qué, ya está hecho?
(Vase Flamíneo)
LODOVICO FRANCISCO
Ya se extinguió su último fuego. Ni siquiera una enfermera, aunque hubiera tenido Admirable Lodovico, ¿qué? Supongo que en un profundo terror lo sumiríais en sus
siete años de práctica en un hospital de apestados, lo habría hecho con más destreza. (A últimas boqueadas…
los de fuera)Señores, ha muerto.
LODOVICO
(Vuelven a entrar Vittoria, Francisco, Flamíneo y acompañantes) Sí, pero con tan mal resultado que ha sido finalmente el duque quien ha estado a punto
FRANCISCO de aterrorizarnos a nosotros.
¡Qué profundamente afectada parece por su muerte!
FRANCISCO
FLAMÍNEO ¿Por qué?
Ah, sí, sí. Si las mujeres tuvieran en los ojos ríos navegables, no dudéis que agotarían
todo su caudal. Bien que me pregunto, por cierto, el motivo de desear más ríos en la (Entra la mora Zanca)
ciudad, cuando tan barata se vende el agua. Os voy a decir una cosa: no son más que
inconstantes sombras de pena o miedo, pues no hay nada que seque tan deprisa como
LODOVICO ZANCA
Luego os lo contaré. Mirad, ahí viene ese ser infernal que ha de completar nuestra ¿Por qué reía?
diversión. Que revele ahora su secreto, tal como os prometió cuando se enamoró de
vos. FRANCISCO
Sí, y gritabas que el pelo os hacia cosquillas.
FRANCISCO
(A Zanca) Entre tanta tristeza, siento un enorme gozo al veros. ZANCA
¡Vaya sueño!
ZANCA
Me gustaría que tuvierais la cabeza bien alta, señor, que no tenéis que pagar tributo a LODOVICO
los llantos en que se halla sumida la corte. Que lloren los que culpable participación (Aparte) Miradla: ríe y hace zalamerías, pero me recuerda a cómo queda el agua de
han tenido en tan triste causa. Ya sabía yo, por un sueño que tuve anoche, que algún jabón tras haberse bañado en ella un minero del carbón.
infortunado suceso iba a producirse. Aunque, a decir verdad, sois vos quien más a ZANCA
menudo aparece en mis sueños. Sigamos, señor, que hoy os sonríe la fortuna. Os dije que iba a revelaros un secreto, y
LODOVICO helo aquí: Isabella, la hermana del duque de Florencia, fue envenenada por medio de
¿Es que va a ponerse a soñar ahora? un retrato perfumado, y quien le rompió la crisma a Camillo fue el maldito Flamíneo,
atribuyéndolo luego a un accidente con el caballo de palo…
FRANCISCO
Sí, y yo con ella, puesto que es la moda. FRANCISCO
Me asombra mucho lo que decís.
ZANCA
Me pareció, señor, que con gran sigilo os acercabais a mi lecho. ZANCA
Pero es muy cierto.
FRANCISCO
¿Me creerías, querida Zanca, si te dijera una cosa tan cierta como esta luz que nos LODOVICO
ilumina? Yo también he soñado contigo, pero a mí me pareció que estabas desnuda… El nido de víboras sale así a la luz del día.

ZANCA ZANCA
¡Quitad, señor! Como os decía, vi cómo os echabais a mi lado… Y con gran pena he de confesar que en tan negras acciones yo tuve alguna intervención.

FRANCISCO FRANCISCO
También eso sucedía en mi sueño, y por temor a que cogieras frío yo te cubría con este Guardándoles el secreto…
manto irlandés. ZANCA
ZANCA Exacto. Y es por eso por lo que, apremiada por el arrepentimiento, esta noche pretendo
En mi sueño tuve la impresión, por cierto, de que os comportabais con cierto robar a Vittoria.
atrevimiento… Bueno, para ir al grano… LODOVICO
LODOVICO ¡Magnífica penitencia! Con un castigo parecido sueñan los usureros mientras dormitan
¿Cómo? ¿Qué dices? Espero que no quieras hacerlo aquí mismo… en los sermones.

FRANCISCO ZANCA
No, pues antes debéis oír cómo acaba el relato de mi sueño. Para facilitar nuestra huida he solicitado que se me permita pasar unos días, hasta que
se celebren los funerales, en la quinta de una persona amiga. Esa excusa servirá para
ZANCA encubrir nuestra fuga. Entre monedas y joyas, no menos de cien mil coronas podré
Como gustéis, señor. Adelante. poner a vuestra disposición.
FRANCISCO FRANCISCO
Cuando te eché por encima el manto me pareció que reías a grandes carcajadas. Eres muy generosa.
LODOVICO FLAMÍNEO
Y fortuna que habremos de repartir… No tiene su señoría razón para no estar alegre –soy yo quien la tiene para el llanto–,
pues ¿no sabéis qué le dijo aquel muchacho a su padre mientras montaba a su grupa?
ZANCA
Es una dote que a mi juicio puede desmentir la negra lección del proverbio y volver GIOVANNI
blanca la piel de un etíope. No, ¿qué le dijo?
FRANCISCO FLAMÍNEO
Sin duda. Retírate ahora. Padre, cuando hayáis muerto espero montar yo esta silla. Es cosa excelente cabalgar
solo, pues puede uno ponerse en pie sobre los estribos y así mirar en su torno,
ZANCA abarcando el horizonte entero. Ahora sois vos, señor, quien monta la silla.
Estad listo y presto para nuestra fuga.
GIOVANNI
FRANCISCO No descuidéis vuestras oraciones, y haced penitencia. Convendría además que
A una hora antes del alba. (Vase la mora Zanca) ¡Asombrosa revelación! Ved que reflexionarais sobre lo que en el pasado habéis sido, pues he oído decir que es la pena
hasta esta hora no conocíamos las verdaderas circunstancias de ambos crímenes. primogénito del pecado.
(Vuelve a entrar la mora Zanca) (Vanse Giovanni, Gasparo y acompañantes)
ZANCA FLAMÍNEO
Esperadme a eso de la medianoche en la capilla. ¿Qué no descuide mis rezos? En tono de religión me amenaza, y eso que de un
FRANCISCO momento a otro va a hacerme trizas. Pero, bah, no me importa, ni siquiera aunque
Allí estaré. píense triturarme como a un nuevo Anacarso en un mortero. Se me ocurre ahora que
no es en absoluto mal modo de morir para un usurero, pues él y su oro, al ser
(Vase Zanca) juntamente machacados, harían sin duda un excelente y apetitoso caldo para el diablo.
LODOVICO Tiene ya éste la misma mirada de bellaco que su tío, aunque en dieciseisavo.(Entra un
Fuerza es admitir ahora que nuestra acción respondía a la justicia… cortesano) Y bien, señor, ¿quién sois y qué os trae?

FRANCISCO CORTESANO
¡Al diablo con la justicia! Además, ¿en qué daña a la justicia? Nosotros ahora, como Es voluntad del joven duque, señor, que os abstengáis de aparecer en el salón de
la perdiz, con laurel curamos la enfermedad: pues la fama coronará la empresa y hará audiencias, así como en las demás salas en que se le rinde homenaje.
desaparecer la vergüenza.
FLAMÍNEO
Ciertamente que son necios, cuando jóvenes, el lobo y el cuervo. ¿Es vuestra embajada,
Escena cuarta pues, la de hacer que esa voluntad se cumpla?
CORTESANO
(Entran Flamíneo y Gasparo por una puerta; por otra, Giovanni con séquito) Tal es el deseo del duque.
GASPARO
He ahí al joven duque. ¿Visteis alguna vez príncipe más cordial? FLAMÍNEO
Mirad, señor cortesano, no debéis en esta embajada, ni en ninguna otra, ser tan
FLAMÍNEO extremoso en lo que toca a su cumplimiento. Suponed que a eso de la medianoche se
Sí, conozco a un bastardo, hijo de una pobre mujer, que fue aún más favorecido. Esto ha sacado de su lecho a una noble dama y se la ha conducido al castillo de Sant’Angelo
a sus espaldas, pues cara a cara con él todas las comparaciones serían odiosas: gran –esa torre que allí veis– sin otra ropa que la muy ligera de acostar: una vez allí, ¿no
sabiduría demostró aquel pavo real de la corte, y en ella gran favorito, que, cuando sería un gesto de extremada crueldad si el carcelero de la entrada le reclamara ese único
algunos chorlitos que por allí andaban lo compararon en belleza con el águila real, atuendo, si se lo sacara brutalmente por las orejas, para arrojarla desnuda al interior de
respondió que ave mucho más bella que él era el águila, aunque no por su plumaje, la prisión?
sino por sus largas garras. Con el tiempo han de salirle las garras al príncipe
también. (A Giovanni) Su graciosa señoría… CORTESANO
¡Excelente! Veo que conserváis el ánimo festivo.
GIOVANNI
Dejadme, os lo ruego. (Vase)
FLAMÍNEO CORNELIA
¿Irá a expulsarme de la corte? Más humo despide una tea ardiendo fuera de la chimenea Sé bienvenido. (A los presentes) Hay romero para vos, y ruda para vos; y para vos,
que dentro de ella: y más de uno va a sufrir por mi humo gran sofoco. (Entra pensamientos. Conservadlos junto al corazón, os lo ruego, y no os preocupéis, que aún
Francisco, duque de Florencia, disfrazado) ¿Cómo venís? Triste, a lo que veo. queda para mí.
FRANCISCO FRANCISCO
Acabo de asistir a un lastimoso espectáculo. ¿Quién es este hombre, señora?
FLAMÍNEO CORNELIA
Pues aquí vais a hallar otro: el de un cortesano patéticamente caído en desgracia. Sois el sepulturero, tengo entendido.
FRANCISCO FLAMÍNEO
Vuestra venerable madre ha envejecido tanto en dos horas que es ahora una anciana. Sea.
La hallé, ayudada de otras mujeres, envolviendo en la mortaja el cadáver de Marcello,
y una melodía tan solemne componían sus lúgubres canciones, sus llantos y sus tristes ZANCA
elegías –como aquellas con que las viejas de antaño entretenían las noches– que, de Es Flamíneo.
tan cargados que estaban de lágrimas, creedme, no sabían mis ojos señalarme el CORNELIA
camino para salir de la estancia. ¿Tan necia me consideras? Su mano está limpia: ¿acaso tan pronto puede hacerse
FLAMÍNEO desaparecer la sangre? Dejadme ver: cuando canten las lechuzas en lo alto de las
Iré a verlas. chimeneas, cuando el singular grillo cante y salte junto al hogar, cuando os nazcan en
las manos manchas amarillas, sabed que es que pronto vais a oír la noticia de un nuevo
FRANCISCO cadáver. (Cornelia presenta diversas manifestaciones de locura) ¡Fuera! ¡Está llena
Sería una gran falta de caridad, pues veros no hará sino aumentar su llanto. de manchas esta mano! Seguro que ha estado andando con sapos. El agua de prímula
es buena para la memoria; compradme tres onzas, por favor.
FLAMÍNEO
Iré a verlas, he dicho. Están allí, detrás de esa cortina. La correré y dejaré así al FLAMÍNEO
descubierto sus supersticiosos aullidos. Me gustaría estar lejos de aquí.
(Corre la cortina) CORNELIA
(Aparecen Cornelia, la mora Zanca y otras damas, amortajando el cadáver de ¿Me escucháis, señor? Voy a recitaros unos versos que al laúd solía cantar mi abuela
Marcello. Se oye una canción) cuando oía el tañido de la campana.
CORNELIA
Está marchito ese romero, buscadme uno que esté verde, os lo ruego. Me gustaría que FLAMÍNEO
estas plantas crecieran en su sepulcro cuando yo esté muerta y comida de los gusanos. Hacedlo si así os place.
Dadme ese laurel, que voy a hacer una guirnalda para ceñirle la cabeza. Ello lo CORNELIA
protegerá del rayo. Veinte años hace que guardo este paño, y santificándolo a diario Llamad al petirrojo y al reyezuelo, pues ellos revolotean en umbrías alamedas y
con mis oraciones, pero nunca pensé que fuera él quien iba a vestirlo. entierran, con flores y hojas, los cuerpos sin amigos de hombres sin sepulcro. Llamad
ZANCA a su lamento funeral a la hormiga, al ratón de los campos y al topo, para que le levanten
Mirad, ¿quién está allí? montículos que le mantengan el calor y le eviten todo daño cuando las otras tumbas,
las alegres, sean profanadas. Pero no permitáis al lobo que se acerque, pues es enemigo
CORNELIA de los hombres, y con sus garras al punto lo desenterraría.
Acercadme las flores. No querían enterrarlo por haber sido una disputa el motivo de su muerte, pero yo tengo
respuesta para eso: que debidamente lo reciba la Santa Iglesia, pues nunca dejó de
ZANCA pagar los diezmos eclesiásticos. Ya se han reunido todos sus bienes, y he aquí toda su
No está cuerda la señora. fortuna. En esta clase de riqueza no es menos el pobre que el poderoso. Cerremos la
DAMA tienda, pues ya no tenemos nada que vender. Dios os bendiga a todos, mis buenos
¡Ay, que su pena la ha vuelto otra vez niña! amigos.
(Vanse Cornelia, Zanca y las damas)
FLAMÍNEO FRANCISCO
Siento algo extraño en mí, y no logro darle un nombre adecuado, a no ser el de Adiós, Lodovico. Si perecierais en la gloriosa empresa que vais a acometer, yo
compasión. Dejadme solo, por favor.(Vase Francisco) Esta noche conoceré la suerte levantaría en vuestro recuerdo un monumento que mantendría vivo vuestro nombre
final de mi destino, pues se ha de resolver lo que mi rica hermana me asigna por mis aún cuando el cuerpo no fuera ya sino cenizas.
servicios. He vivido en una maldad sin freno –como otros que viven en la corte–, y
más de una vez, cuando no había en mi semblante más que sonrisas, he sentido en el (Vanse Francisco y Lodovico)
pecho las inquietudes de la conciencia. Pues son tormentos que muchas veces viven HORTENSIO
bajo atuendos alegres y celebrados; así creemos que los pájaros enjaulados cantan, Alguna negra acción está en marcha. Iré sin perder minuto a la ciudadela, para allí
cuando en realidad no hacen sino llorar. (Entra la sombra de Bracciano, en larga reunir a unos cuantos hombres.
casaca de cuero, calzón, botas y capucha, con una maceta de azucenas que contiene Cuando corren los grandes bandos de cortesanos, cual caballos sin freno,
también una calavera) ¡Ja, ja! Acercaos, acercaos más, que bien puedo resistir vuestra No suele el jinete llegar, y no es extraño, a su término bueno.
presencia. ¡En qué ridícula imitación la muerte os ha convertido! Parecéis
entristecido… ¿En qué lugar os halláis ahora? ¿En la galería de estrellas, o en el Escena sexta
siempre maldecido calabozo? ¿Cómo…? ¿No habláis? Resolvedme al menos esta
duda, señor, os lo ruego: ¿en cuál de las religiones es preferible morir? O esto otro,
que es lo que más importa: ¿está entre las facultades de vuestro entendimiento la de (Entran Vittoria, con un libro en la mano, y Zanca, seguidas de Flamíneo)
decirme cuánto tiempo voy a vivir aún? ¿No hay respuesta? ¿Es que sois como esos FLAMÍNEO
grandes hombres que no hacen más que caminar de un lado a otro sin motivo alguno? ¿Qué, ocupada en tus oraciones? Deja ya eso.
Decid… (La sombra le arroja un poco de tierra y le muestra la calavera) ¿Qué es eso? VITTORIA
¡Ay, fatal predicción! ¡Está echando tierra sobre mí! ¡El cráneo de un muerto bajo ¿Por qué, mi endiablado hermano?
raíces de flores! Hablad, señor, os lo suplico. Los clérigos de este reino nos han hecho
creer que los muertos conversan con sus conocidos, e incluso que muchas veces van a FLAMÍNEO
acostarse y a comer con ellos. (Vase la sombra) Fuese ya. Y ved, la calavera y la tierra Vengo a hablarte de asuntos que más tienen que ver con este mundo de aquí abajo que
se han desvanecido. En esto hay más que el mero efecto de la melancolía, pero aún así con el otro…, pero siéntate, siéntate, y quédate tu también, manceba tan lucida, que
desafío a mi destino a que me juegue la peor pasada. Iré al aposento de mi hermana y bien puedes oír lo que aquí va a decirse. Las puertas sí, las puertas bien cerradas.
le daré cumplida cuenta de todos estos horrores: la desgracia que sobre mi persona
arrojara el joven príncipe; luego la lastimosa escena de mi hermano muerto, y el VITTORIA
desvarío de mi madre; y, finalmente, esta visión terrible. Y todo ello ha de tornarse ¿Qué te sucede? ¿Estás ebrio?
favorable para mí gracias a la generosidad de Vittoria; pues, de lo contrario, en su FLAMÍNEO
sangre he de ahogar esta daga. Sí, de licor de ajenjo; y en un instante voy a darte ocasión de que también tú lo probéis.
(Vase) VITTORIA
¿A qué obedece tu ira?
Escena quinta
FLAMÍNEO
Eres albacea de mi señor el duque, y como a tal te pido mi recompensa por el
(Entran Francisco, Lodovico y, detrás de ellos, Hortensio, a la escucha) prolongado servicio que a él le rindiera.
LODOVICO
Por mi vida, señor, os pido que no sigáis adelante, pues ya os habéis comprometido en VITTORIA
exceso, y de forma innecesaria además. En cuanto a mí, ya he pagado mis deudas, de ¿Por tu servicio dices?
manera que si caigo en desgracia no caerán también conmigo mis acreedores. Y juro
que he de vengar todas las afrentas sufridas, que todo lo que me han hecho he de FLAMÍNEO
devolver hasta al más servil de los integrantes de ese grupo de osados. Abandonad la Venga, ahí tienes tinta y una pluma; pon por escrito lo que me vas a conceder.
ciudad, señor, pues de lo contrario renunciaré a mi misión homicida. (Ella escribe)
VITTORIA
Hecho.
FLAMÍNEO FLAMÍNEO
¿Cómo? ¿Ya has terminado? Ciertamente breve ha sido este acto de donación. Sí, y me hizo prestarle tal juramento empujado por unos celos fatales y por el temor de
que alguien pudiera gozar de ti una vez que él hubiera muerto. En cuanto a mi muerte,
VITTORIA yo mismo tomé la decisión, y con pleno conocimiento, sabiendo que si él, que era un
Te lo leeré. (Lee) Ésta, y no otra, es la parte que te corresponde, la misma bajo la que gran duque, no logró estar a salvo en su propia corte, ¿qué esperanza podríamos
gimió Caín tras haber dado muerte a su hermano. albergar nosotros?
FLAMÍNEO VITTORIA
Excelente patente es para mendigar en la corte. Es la melancolía y la desesperación lo que así te hace hablar.
VITTORIA FLAMÍNEO
Eres un canalla. ¡Basta! ¿Eres tan necia que crees que los muy taimados que han matado a quienes han
FLAMÍNEO sido del agravio consecuencia van a dejar con vida a los que de él han sido la causa?
¿A eso hemos llegado? Se dice que el miedo es buen remedio para la fiebre. Hay un ¿Es que vamos a descender a quejarnos, por grilletes sujetos, o a dejarnos conducir,
diablo en ti, y por eso voy a ver si asustándole consigo hacerle huir. No, no te muevas. cual dos pesados sacos llenos de vergüenza y ante los ojos de todos, a un patíbulo? He
El duque me dejó, a su muerte, un par de joyas que me permitirán despreciar vuestra aquí lo que yo he resuelto: no deseo vivir por perdón de nadie, ni por orden de nadie
liberalidad. Te las mostraré. morir.

(Vase) VITTORIA
VITTORIA ¿Quieres escucharme?
No está cuerdo, sin duda. FLAMÍNEO
ZANCA Mi vida ha estado al servicio de otros hombres, pero sólo al servicio de mí mismo ha
Está desesperado, y por ello os aconsejo que lo tratéis con suavidad: así estaréis más de estar mi muerte. Prepárate…
segura. VITTORIA
(Vuelve a entrar Flamíneo, con dos estuches de pistolas) ¿De verdad tienes intención de morir?
FLAMÍNEO FLAMÍNEO
Mira, son de más utilidad en un momento difícil que todas las joyas de tu tesoro. Con tanto placer como el que se procuró mi padre al engendrarme.
VITTORIA VITTORIA
Cierto, pero me parece que esas piedras carecen de brillo. y además no están bien (Aparte) ¿Están cerradas con llave las puertas?
engarzadas.
ZANCA
FLAMÍNEO (Aparte) Sí, mi señora.
Las colocaré de forma que tengas hacia ti la cara de más valor; verás así como sí que
brillan… VITTORIA
¿Es que te has hecho ateo? ¿Es que quieres hacer de tu cuerpo, que es para el alma un
VITTORIA verdadero palacio, el matadero de ésta? ¡Ah, maldito Satanás, tú que los demás
¡Aparta de mí este horror! ¿Qué pretendes? ¿Qué quieres que haga? ¿No es tuyo todo pecados nos procuras bajo una triple capa de azúcar, bien cubierto de hiel y antimonio
lo mío? ¿O es que acaso tengo hijos? nos envías éste de la desesperación! Y, a pesar de ello, lo engullimos con
FLAMÍNEO fruición… (Aparte, a Zanca) Grita, pide ayuda… ¡Ah, Satanás, tú que nos fuerzas a
Sé una buena mujer y no me molestes con tan vanos y mundanos asuntos. Di tus dejar lo que para el hombre fuera creado, el mundo, y a partir hacia lo que para los
oraciones, pues un juramento hice al fallecido duque, y es que ni tú ni yo habríamos malos espíritus lo fuera, las tinieblas eternas!
de sobrevivirlo más allá de unas horas. ZANCA
VITTORIA ¡Ayuda, ayuda!
¿Es cierto que así lo ordenó? FLAMÍNEO
Te voy a obstruir la garganta con ciruelas de invierno.
VITTORIA VITTORIA Y ZANCA
Aún te ruego que recuerdes que millones de seres humanos están ya en sus tumbas, Por Dios lo juramos.
hombres que el día del Juicio Final se alzarán chillando como mandrágoras.
FLAMÍNEO
FLAMÍNEO (Mostrando las pistolas) Estas dos ventosas han de sacarme del cuerpo toda mi sangre
Deja ya ese parloteo, que no está compuesto sino de retóricas lamentaciones y fingidos infectada ¿Estáis listas? He aquí, pues, que me llegó la hora del fin. ¡Adiós, luz del
argumentos que me mueven de la misma manera que a veces son movidos los día! ¡También mi despedida para el arte de la medicina, esa ciencia despreciable que
auditorios de iglesia por el predicador del púlpito: más por la potencia y buena tan largo estudio precisa para conservar una vida tan breve!
declamación de la voz que por el buen sentido o la sólida doctrina de lo que se dice.
VITTORIA Y ZANCA
ZANCA Listas estamos.
(Aparte) Señora, fingid que consentís en ello, pero convencedlo de que para
enseñarnos el mejor modo de morir muera él primero. FLAMÍNEO
¿Adónde me dirigiré ahora? ¡Ah, ridículo purgatorio el tuyo, Luciano! ¡Es digno de
VITTORIA ver allí a Alejandro Magno remendando zapatos, a Pompeyo poniéndoles herretes a
(Aparte) Es una buena idea, y ya comprendo su sentido. (Alto)El suicidio es un los cordones, a Julio César haciendo botones de crin, a Aníbal vendiendo betún, a
alimento que debemos tomar como si de una píldora se tratara, no masticándolo, sino Augusto voceando a ver quién le compra sus ajos, a Carlomagno vendiendo orillos a
tragándolo rápidamente, pues, de lo contrario, el escozor de la herida o la debilidad del tanto la docena, al rey Pipino ofreciendo sus manzanas desde un carro tirado por un
brazo pueden producir un tormento tres veces mayor. solo caballo! ¿En qué materia voy a convertirme? ¿En fuego o tierra, en agua o aire?
¿O en todo a la vez, dividido en pequeñísimas partículas? Realmente no lo sé, pero no
FLAMÍNEO por ello sufro. Disparad, disparad, que la muerte violenta es de todas la mejor, pues
Siempre he mantenido que desgraciada y miserable vida es la que lleva quien no es con tanta celeridad nos arrebata el ser que el dolor apenas acaba de sobrevenir y ya es
capaz de bien morir. pasado.
VITTORIA (Ellas disparan, corren hacia él y lo pisotean)
Cierto, pero ¡ay, qué grande es nuestra flaqueza! Con todo, estoy decidida: ¡adiós a VITTORIA
mis pesares! Miradme, Bracciano, yo que mientras vivíais hice de mi corazón un Ya has caído, ¿verdad?
apasionado altar en que sacrificarme a vos, vedme ahora dispuesta a sacrificaros mi
corazón y todo. Adiós, Zanca. FLAMÍNEO
Heme aquí ya mezclado con la tierra. Cumplid ahora vuestro juramento, si es que tenéis
ZANCA nobleza de espíritu, y seguidme sin desmayo.
¿Cómo, señora mía? ¿Creéis que es mi deseo vivir por más tiempo que vos?
Especialmente cuando Flamíneo, más querido para mí que mi propio ser, va a VITTORIA
emprender el mismo viaje… ¿A dónde hemos de seguirte? ¿Al infierno?
FLAMÍNEO ZANCA
¡Ay, mi mora querida! A la condenación segura.
ZANCA VITTORIA
Y solamente por ese amor que os profeso, dejadme que una cosa os implore: es ¡Ah, maldito diablo!
menester que ninguno de los tres se quite la vida contra su voluntad. Seamos uno de
nosotros dos, o vos o yo, quien pruebe la muerte antes que ella, para así enseñarle el ZANCA
dulce sabor del bien morir. Estáis cogido.

FLAMÍNEO VITTORIA
Noble es ciertamente esa enseñanza. Toma estas pistolas, pues mi mano está ya Y en vuestra propia industria, por cierto. Estoy apagando con los pies el fuego que, de
manchada de sangre, y apunta a mi pecho con dos de ellas. Con las otras apuntará cada seguir, hubiera sido mi ruina.
una al suyo propio, y de esa forma hallaremos los tres la muerte con igual satisfacción
de nuestra voluntad. Mas, antes, júrame que ni por un momento permaneceréis vivas
una vez que yo haya muerto.
FLAMÍNEO profesar. Y así sigo viviendo para castigar vuestra ingratitud. Ya sabía yo que un día u
¿Vais a cometer perjurio? ¡Qué sagrado juramento era el que se hacía por la Estigia, otro hallaríais el medio de procurarme una poderosa pócima y de acabar con mi vida.
que ni siquiera los dioses se atrevían a violarlo! ¿Por qué no tendremos un juramento Y vosotros, los que estáis postrados en el lecho de muerte, hechizados por los aullidos
así, tan bien guardado, en nuestros tribunales de justicia? de vuestras mujeres, no os fiéis de ellas, pues contraerán nuevo matrimonio antes de
que los gusanos empiecen a horadar vuestras mortajas, antes de que las arañas cubran
VITTORIA vuestros epitafios con el fino tejido de sus telas. ¡Con qué destreza, además,
Piensa en el destino hacia el que te encaminas. cumplisteis en el tiro! ¿Acaso tenéis por costumbre hacer prácticas en el Campo de
ZANCA Artillería ¿Confiar en una mujer? Jamás, jamás. Pienso en Bracciano, que fue un
Y recordad las villanías que habéis cometido. ejemplo claro: empeñamos nuestra alma al diablo a cambio de un poco de placer, y
luego es la mujer quien completa la operación de venta. ¿Por qué ha de acabar
VITTORIA casándose todo hombre? Por una sola Hipermnestra que salvó a su esposo y señor,
Vuestra muerte me ha de convertir en estrella fugaz de funestos presagios, así que ¡alza cuarenta y nueve hermanas suyas les cortaron el gaznate a sus maridos en una sola
hacia mí la vista y tiembla! noche: ¡Todo un banco de sanguijuelas! Aquí están las otras dos pistolas.

FLAMÍNEO (Entran Lodovico y Gasparo, disfrazados de capuchinos, Pedro y Carlo)


¡En una trampa estoy apresado! VITTORIA
¡Ayuda, a mí!
VITTORIA
Se dice que hasta el astuto zorro pierde un día, y ya no regresa nunca más a su FLAMÍNEO
madriguera. Ve aquí la prueba de ello. Pero ¿qué tumulto es ése? ¿Cómo? ¿Hay llaves falsas en la corte?

FLAMÍNEO LODOVICO
Sí, es cierto, y muerto por una pareja de perras. Venimos a presentaros una mascarada.

VITTORIA FLAMÍNEO
No existe mejor presente para las furias del infierno que un hombre en el que ellas Por esas espadas al aire más parece una danza de matachines. ¡Clérigos convertidos en
reinaron mientras estuvo vivo. festivos danzantes!

FLAMÍNEO CARLO
¡Ay, cuán oscuro y horrible es el camino! No veo nada. ¿Y tendré que recorrerlo yo ¡Isabella, Isabella!
solo, sin compañía alguna?
(Se quitan las capuchas)
VITTORIA LODOVICO
Ya vas acompañado, pues tus pecados se te han adelantado para coger fuego del ¿Nos conocéis ahora?
infierno y alumbrarte con él el resto del viaje.
FLAMÍNEO
FLAMÍNEO ¡Lodovico y Gasparo!
Oh, sí, ya me llega el olor del hollín, un olor intenso y muy desagradable, que me dice
que hay fuego en la chimenea. Tengo ya el hígado a medio cocer, como el pan bendito LODOVICO
de Escocia, y un fontanero anda poniéndome unas cañerías por las tripas… ¡Ay, cómo Cierto, tan cierto como que ese moro al que el duque concedió una pensión era el gran
me abrasa! ¿Vais, pues, a seguir viviendo una vez que yo haya muerto? duque de Florencia.

ZANCA VITTORIA
Claro, y a meteros una estaca por el cuerpo, pues haremos correr la noticia de que vos ¡Ay, estamos perdidas!
mismo os causasteis esta violencia. FLAMÍNEO
FLAMÍNEO No me arrebatéis de las manos el deseo de justicia, y dejadme que sea yo quien la mate.
¡Ah, diablos muy taimados! He puesto a prueba vuestro amor y escapado a todas Luego me abriré un camino de salvación atravesando vuestras cotas de malla. El
vuestras trampas. No estoy herido. (Se levanta) Las pistolas no tenían bala: era una destino es como un fiel perro de aguas, que ni pegándolo podemos evitar que nos siga
treta para comprobar la verdad de esos buenos sentimientos que hacia mí decís los pasos. ¿Y qué resta ahora? Solamente que todos los que cometen malas acciones
tomen de esto ejemplo y lección: el hombre puede prever su destino, pero no de él LODOVICO
escapar, así que más nos vale la fortuna que la sabiduría. Y en cuanto a vos, resplandeciente prostituta, ojalá pudiera separar del aire puro
vuestro aliento cuando le llegue la hora de abandonar el cuerpo…, pues lo aspiraría
GASPARO para arrojarlo después a un estercolero.
Atadlo a esa columna.
VITTORIA
VITTORIA De vos, conde, de vos que vais a traerme la muerte pienso que no es vuestro aspecto
¡Por piedad, señor! Más de una vez he visto al mirlo volar a esconderse en el regazo todo lo horrible que debiera convenir a esta misión: demasiada bondad hallo en vuestro
de un hombre por no caer en la garra del fiero gavilán… rostro como para ser el de un verdugo. Y si verdaderamente lo sois, cumplid con
GASPARO vuestro oficio como debe ser, empezando por postraros de rodillas e implorar nuestro
Engañosas esperanzas son ésas. perdón.

VITTORIA LODOVICO
Si decís que el duque de Florencia está en la corte, me gustaría que fuera él quien Una ominosa cometa habéis sido en toda vuestra vida, pero ahora me corresponde el
acabara con mi vida. placer de cortaros la luminosa cola. Matad primero a la mora.

GASPARO VITTORIA
Estúpida, sabed que los príncipes, cuando han de repartir mercedes, lo hacen de su No, no la matéis a ella antes. He aquí mi pecho. Hasta en la muerte me gustaría ser
propia mano, pero la de otro utilizan cuando es la muerte o cualquier otro castigo lo servida, y no que ella camine por delante de mí.
que hay que hacer cumplir. GASPARO
LODOVICO ¿Tan valiente sois?
Ah, Flamíneo, rufián, en una ocasión me golpeaste, y ahora es mi vez, y veréis cómo VITTORIA
es un golpe definitivo… Sí, daré a la muerte la misma bienvenida que los príncipes dedican a los embajadores
FLAMÍNEO importantes, e iré en busca de vuestra arma para hallarla a la mitad de su camino.
Cumpliréis como corresponde a un verdugo, a un vil verdugo, y no como conviene a LODOVICO
una persona de noble condición, pues está claro que no voy a devolveros el golpe. Tembláis, ¿verdad? A lo mejor el miedo logra disolveros en la atmósfera antes de que
LODOVICO os llegue el momento.
¿Reís a pesar de todo? VITTORIA
FLAMÍNEO Os equivocáis, pues soy toda una mujer, y la misma idea de morir no basta para
¿Queréis acaso que muera como nací, lloriqueando? procurarme la muerte. Una cosa he de deciros: ni una vil lágrima, ni una sola, verteré
al morir, y si entonces parece pálida mi tez, sabed que no es por causa del miedo, sino
GASPARO de que la sangre empieza a faltarme.
Encomendad vuestra alma al Señor.
CARLO
FLAMÍNEO Tú, Zanca, eres el objeto de mi misión, furia de tez morena.
No, que ya le llevaré personalmente mis recomendaciones.
ZANCA
LODOVICO Mi sangre es tan roja como la de ellos. ¿Queréis beber de ella? Es bueno hacerlo para
Aunque pudiera daros muerte cuarenta veces al día, y ello durante cuatro años, no sería combatir la epilepsia. Me enorgullece que la muerte no pueda cambiarme el color del
suficiente para mí: nada nos aflige en ese momento si no es la pena de que no seáis rostro, pues no asomará en él palidez alguna.
bastantes para calmar el hambre de nuestra venganza. ¿En qué pensáis?
LODOVICO
FLAMÍNEO Asestad, pues, el golpe, y que sea a los tres a un tiempo.
En nada, en nada, y dejaos de tan ociosas peguntas. Estoy preparándome para un muy
largo silencio, y sería en vano que ahora me pusiera a parlotear. No recuerdo nada. Y (Apuñalan a los tres)
nada hay que aflija al hombre con más intensidad que sus propios pensamientos.
VITTORIA enfermedad eterna, y he perdido la voz para no recuperarla nunca. ¡Adiós, gloriosos
¡Vaya hazaña digna de hombres! Matad la próxima vez a un recién nacido mientras canallas! Muy vano me parece ahora el tan bullicioso oficio de la vida, pues, si el
toma el pecho de su madre, y acceded por ello a la gloria… descanso engendra descanso, todos, por el contrario, penan para cosechar nuevas
penas.
FLAMÍNEO No quiero que de una campana de lisonja suene el agudo tañido.
¿Qué espada es ésa? ¿Es acero toledano, o es una hoja inglesa? Siempre he pensado Que suene en mi despedida el trueno, con su violento bramido.
que de la causa de mi muerte más habría de entender un cuchillero que un médico.
Examinad mi herida hasta el fondo, explorad en ella con el mismo acero que su origen (Muere)
fuera. EMBAJADOR INGLÉS
(A punto de entrar en escena) ¡Por aquí, por aquí, echad la puerta abajo, por aquí!
VITTORIA
¡Ah, mi gran pecado reside en mi sangre, y es mi sangre, por tanto, quien ahora paga LODOVICO
por él! ¿Cómo? ¿Hemos sido traicionados? Hallemos la muerte entonces con valor, todos
juntos, y ya que hemos puesto fin a nuestra muy noble misión, desafiemos a la peor
FLAMÍNEO cara del destino, sin temor a ver correr nueva sangre.
Toda tu nobleza se me descubre ahora, hermana, y me impulsa a amarte. Si el hombre
nace de mujer, es de ella de quien tendría que aprender a conducirse virilmente. Adiós. (Entran los embajadores y Giovanni, con soldados)
Y que sepas que muchas mujeres que han sido célebres por su valor y otras virtudes EMBAJADOR INGLÉS
propias del hombre han caído también en sus vicios, y que sólo gracias a un afortunado Quitad de en medio al príncipe y disparad, disparad.
silencio han salvado su fama, pues no es culpable quien con habilidad logra esconder
su culpa. (Los soldados disparan. Lodovico es herido)
LODOVICO
VITTORIA ¡Ay, me han herido, y temo que no pueda ya escapar!
Mi alma, como una nave abandonada a la suerte de una terrible tempestad, se halla a
la deriva, y no sé adónde ésta la lleva… GIOVANNI
¡Canallas, sanguinarios canallas! ¿Quién os ha autorizado a realizar esta matanza?
FLAMÍNEO
Echa entonces el ancla. La prosperidad hechiza a los hombres con sus aguas LODOVICO
aparentemente calmas, pero luego ríe, con la risa blanca de las olas, cuando se Vos lo habéis hecho, señor.
aproximan los escollos. Y no dejamos de penar, no dejamos de ser esclavos de la GIOVANNI
Fortuna y de morir en vida hasta que morimos. ¿Ya te has ido, mora Zanca? ¿Y tú, ¿Yo?
hermana? ¿Tan cerca estás ya del fondo que no me contestas? Falsas voces son las que
dicen que las mujeres rivalizan con las nueve musas en poseer nueve fuertes e LODOVICO
interminables vidas. No me importa quiénes fueran antes que yo, ni quiénes han de Bueno, fue vuestro tío –que es como una parte de vos– quien nos lo ordenó. Vos me
seguirme, no, sólo en mí mismo está mi principio y mi fin. Pues cuando levantamos la conocéis, sin duda: soy el conde Lodovico, y he de deciros que vuestro tío, vuestro
vista hacia las alturas celestiales confundimos un conocimiento con otro. ¡Ay, una muy noble tío, estuvo anoche en esta corte convenientemente disfrazado.
espesa niebla me rodea!
Vittoria Felices los que nunca la corte vieran, tampoco su boato, GIOVANNI
Y a los poderosos jamás conocieran, salvo en los relatos. ¿Qué decís?

(Vittoria muere) CARLO


La verdad. Era ese moro al que vuestro padre tuvo a bien conceder una pensión.
FLAMÍNEO
GIOVANNI
Como el fuego de un candil me reanimo con un último resplandor para apagarme del
¡Mi tío convertido en asesino! A prisión con ellos, y que sean sometidos a tortura.
todo al momento. Que los que sirven a los poderosos recuerden aquel dicho de viejas
Todos los que hayan tenido parte en esto conocerán el sabor de nuestra justicia. Tan
que nos enseñaron nuestros antepasados: hay que hacer como los leones de la Torre,
cierto como que deseo ir al paraíso celestial.
que, si luce el sol el día de la Candelaria, lloran por temor a un nuevo y más duro
coletazo del invierno. Bueno es que haya algo positivo en mi muerte, pues mi vida fue LODOVICO
como un negro depósito de cadáveres. Ay, he cogido un mal enfriamiento, una
A pesar de todo me enorgullezco de poder decir que esto ha sido obra de mi persona. (Vanse)
El potro, la horca y la rueda de tortura no han de tener en mí otros efectos que los de Estos versos que Marcial me procura harán las veces de epílogo: Haec fuerint nobis
un dulce sueño. Descanso al fin: yo fui el autor de este cuadro de muerte y nocturnidad, praemia si placui. En cuanto a la representación, fue en líneas generales buena. Y de
y a fe que de todas mis pinturas ésta es la obra maestra. los actores me atrevo a decir, opinión que comparten algunos de su misma profesión,
que dieron lo mejor de sí en la imitación cierta de la vida, evitando el peligro de forzar
GIOVANNI el trabajo y hacer de lo natural una cosa monstruosa. De lo que sigo, y además de este
Llevaos los cadáveres. Y ved vos, señor, qué enseñanza ha de seguirse de este castigo: reconocimiento a la labor general, a dedicar en particular un recuerdo a la bien probada
El hecho vil –recordarlo el criminal debe– técnica de mi amigo el maestro Perkins, y a afirmar que el mérito de su trabajo sirvió
De frágil caña descansa en soporte leve. para coronar convenientemente tanto el principio como el fin de esta tragedia.

También podría gustarte