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el telescopio
La visión a través del telescopio nos mostrará gran cantidad de objetos de todo tipo. Si bien
no hay que olvidar que lo que lleguemos a observar dependerá no solo del telescopio que
empleemos, sino también de nuestra experiencia y, por supuesto, de la calidad de nuestro
cielo. A continuación realizaremos un breve repaso a todos los tipos de objetos que se
pueden ver en el cielo a través del telescopio:
Contenidos
4.1. Observación planetaria 4
Mercurio 4
Venus 4
Marte 5
Júpiter 6
Saturno 6
Urano 8
Neptuno 8
Antes de observar, debemos de tener en cuenta que un factor muy importante durante la
observación planetaria es la estabilidad y la transparencia de nuestra atmósfera.
Dependiendo de las condiciones atmosféricas, algunos detalles de los planetas pueden
quedar ocultos. Además, sin suficiente estabilidad atmosférica notarás que la imagen “baila”
en el ocular, como si estuviéramos mirando a través de una corriente de agua o como si
miráramos el asfalto caliente a lo lejos.
Mercurio
Mercurio es el planeta más pequeño y más próximo al Sol del Sistema Solar y, aunque es
visible a simple vista, estas dos características lo convierten en un planeta esquivo para los
aficionados a la astronomía. Este planeta solo se puede observar durante breves momentos
al amanecer o al atardecer, cuando la luz solar todavía inunda el cielo y dificulta en gran
medida su localización.
A través del telescopio se aprecia como un pequeño disco luminoso sin detalles. Aunque, al
igual que Venus, tiene fases, su pequeño tamaño hace que sean difíciles de apreciar con
telescopios de aficionado. Por todo esto, es uno de los planetas menos observado por los
astroaficionados.
Venus
Venus solo es observable al amanecer o al atardecer, es decir, nunca podremos ver a
Venus en mitad de la noche. Por tanto, debido a su cercanía al Sol, debemos esperar a los
momentos de máxima elongación (cuando su separación angular respecto del Sol es
máxima) para verlo con más facilidad.
A través del telescopio nos daremos cuenta de dos características principales: por un lado,
su gran brillo, producido por su elevado albedo (capacidad de reflexión de la luz) debido a la
densa atmósfera que lo rodea. Y, por otro lado, debemos notar que Venus tiene fases de
forma similar a las de la Luna. A través del telescopio podremos ir viendo, con el paso de
las semanas y los meses, como la fase de Venus va cambiando, mostrando una mayor o
menor parte de su superficie iluminada por el Sol.
Venus a través del telescopio
Marte
Marte se puede distinguir en el cielo fácilmente por su llamativo color anaranjado o rojizo.
Sin embargo, su escaso tamaño (su diámetro es aproximadamente la mitad que la Tierra) y
su tremenda variación de la distancia a nosotros hacen que Marte pueda pasar de ser
espectacular a decepcionante en solo unos meses. De hecho, mucha gente se decepciona
al ver Marte como un simple punto rojizo a través del telescopio. Pero cuando Marte se
encuentra en oposición (cuando se alinea con la Tierra y el Sol), alcanza su mínima
distancia y su máximo brillo y tamaño aparente y la imagen puede ser realmente fascinante.
Es en estos momentos cuando se pueden llegar a observar fácilmente los casquetes
polares de color blanquecino o distintos tonos en la superficie del planeta, correspondientes
a diferentes regiones como Syrtis Major.
Marte a través del telescopio
Júpiter
Júpiter es el mayor planeta de nuestro Sistema Solar y durante su observación podremos
apreciar sin problema las bandas jovianas (cinturones ecuatoriales de nubes) y
posiblemente la Gran Mancha Roja, si está visible en ese momento y si contamos con una
buena estabilidad atmosférica).
Saturno
Saturno siempre sorprende a los recién iniciados en el mundo de la astronomía. Poder
contemplar su sistema de anillos es algo que llama mucho la atención de cualquier persona.
Además, en una noche estable es posible observar la División de Cassini, es decir, la
separación entre los anillos A (exterior) y B (interior) que se encuentra entre los anillo.
Por otro lado, también podremos observar algunos de sus lunas, destacando especialmente
la más brillante y grande de todas: Titán. Pero, en función del telescopio, podrán verse
desde 1 hasta 5 ó 6 lunas alrededor del planeta.
Saturno a través del telescopio
Por si fuera poco, en su atmósfera también podremos observar algunos detalles (bandas de
nubes o zonas de distintas tonalidades), ya que se producen frecuentes tormentas similares
a las que podemos ver en Júpiter.
Por último, cabe destacar que la inclinación de los anillos con respecto a nosotros varía con
el tiempo en un periodo de aproximadamente 10 años. Así pues, hay momentos en los que
el anillo se encuentra muy inclinado y es fácil observar la División de Cassini y otros en los
que los veremos prácticamente planos siendo muy complicado percibir detalle en ellos.
Urano fue observado por primera vez el 13 de marzo de 1781. Su descubridor, William
Herschel, nombró al nuevo planeta como Georgium Sidum (estrella de Jorge), en honor al
Rey Jorge III, pero este nombre no trasciende más allá de Inglaterra. Por otro lado, Joseph
Jérôme Lefrançois, en Francia, nombra al nuevo planeta como Herschel, en honor a su
descubridor y amigo, aunque este nombre tampoco logró mucho éxito. Finalmente, el
alemán Johan Elert Bode nombra al nuevo planeta como Urano, padre de Crono o su
equivalente Romano, Saturno. Este era el nombre más lógico, ya que si Saturno era el
padre de Júpiter, el nuevo planeta debiera ser el padre de Saturno.
A través del telescopio Urano aparece como un pequeño disco de color azulado.
Neptuno
Neptuno es el octavo planeta en distancia respecto al Sol y el más lejano del sistema solar.
Además, ostenta el cuarto puesto en tamaño, el tercer puesto en cuanto a su masa y el
primer puesto en cuanto a densidad.
En el siglo XIX se observó que las órbitas de Urano, Saturno y Júpiter no se comportaban
como predecían las leyes de Kepler y de Newton. Los astrónomos Adams y Le Verrier, de
forma independiente, calcularon la posición de un hipotético planeta más allá de la órbita de
Urano. Finalmente este hipotético planeta fue encontrado por Galle, el 23 de septiembre de
1846, a menos de un grado de la posición calculada por Le Verrier. Más tarde se advirtió
que Galileo ya había observado Neptuno en 1612, pero lo había confundido con una
estrella.
Como curiosidad, el 12 de julio de 2011, al cabo de casi 165 años terrestres, Neptuno
completó su primera órbita alrededor del Sol desde su descubrimiento en 1846. Dicho de
otro modo, en Neptuno solo ha pasado un año desde su descubrimiento.
A través del telescopio Neptuno aparece como un pequeño punto de color azul intenso,
aunque resulta difícil de distinguir de otras estrellas.
4.2. Observación lunar
La Luna es, sin duda, el primer objeto al que deberíamos dirigir nuestro telescopio. Su
cercanía a la Tierra, su facilidad para localizarla y su accidentado relieve hacen que sea una
de las observaciones más fáciles e interesantes para el astrónomo principiante. Y aunque
dedicaremos un capítulo en exclusiva a la Luna, recogemos aquí algunas de las
características más interesantes para su observación.
La observación a más aumento mostrará no solo mares y cráteres sino montes, picos o
acantilados. A continuación repasamos los principales accidentes y formaciones lunares
que se pueden observar.
La Luna a través del telescopio
Cráter de impacto
El accidente geográfico más representativo de nuestro satélite son los cráteres. Estos se
formaron como consecuencia del impacto de meteoritos sobre la superficie. Al no tener
atmósfera la Luna los meteoritos no se desintegran y chocan violentamente contra la
superficie, haciendo un enorme agujero y dispersando restos de material alrededor.
Dependiendo del tamaño, el material y la velocidad del meteorito, los cráteres pueden tener
diferentes tamaños y formas.
Cráter Plato
No es infrecuente observar un pico en la parte central de muchos cráteres y también anillos
concéntricos y bordes escalonados. La incidencia de los rayos solares sobre estos
elementos durante diferentes días produce sombras caprichosas y espectaculares. Los
cráteres Tycho o Plato son dos ejemplos muy característicos de cráteres de impacto.
La Catena Mendeleev situada en el cráter del mismo nombre es uno de los ejemplos más
representativos de este tipo de formaciones lunares.
Catena Mendeleev
Mons: Montañas
En la Luna también hay montañas y algunas son tan grandes
como las de la Tierra (a pesar de que nuestro satélite es mucho
menor). El Mons André con sus 7.000 metros de altura es una
buena muestra de ello.
Montes Apenninus
Rupes: Escarpados
Se entiende por rupes (escarpado) el conjunto de pliegues
rectilíneos con aspecto de pared o precipicio. Son
auténticos muros de roca similares a los acantilados aquí
en la Tierra.
Rupes Recta
Rima: Acantilado
Los acantilados son abundantes en la geografía lunar. Son enormes grietas o fallas visibles
en la superficie de varios cientos de kilómetros de longitud. Rima Aridaeus, por ejemplo, es
una enorme fisura de 226 km de longitud.
Rima Ariadaeus
Sinus: Bahía
Al igual que los mares de la Tierra, los antiguos
astrónomos creyeron observar bahías en los mares
de la Luna.
Sinus Iridum
Vallis: Valle
Los valles, depresiones o fisuras lunares son accidentes
geográficos con longitudes que comprenden desde 16 a más
de 400 kilómetros y varios kilómetros de ancho. Muchos valles
fueron nombrados como cráteres de impacto que son
cercanos.
Vallis Alpes
4.3. Observación solar
La observación del Sol puede resultar muy interesante pero no recomendamos su práctica a
los recién llegados al mundo de la astronomía. Los peligros que entraña la observación
solar son muy elevados y es importante contar con la experiencia necesaria para poder ver
el Sol con total seguridad. No obstante, recogemos a continuación una serie de
recomendaciones y sistemas de observación seguros.
Es evidente que si intentas mirar al Sol a plena luz del día instintivamente cierras los ojos o
apartas la mirada, es decir, tu cuerpo reacciona de manera natural para evitar el
deslumbramiento. Pero, ¿qué ocurre cuando hay un día nublado o miramos el Sol a través
de gafas de sol, cristales tintados, etc…? Nuestro ojo está recibiendo mucha menos luz y
por tanto nuestro cuerpo sí que “nos deja” ver el Sol. Ahí es donde está el peligro, ya que no
somos conscientes de la tremenda radiación que están recibiendo nuestras células
oculares.
Trump nos recuerda con un ejemplo claro lo que no se debe hacer. Crédito: Andrew Harnik /
AP
Además, ningún sistema casero es seguro para observar el Sol, ni siquiera durante un
eclipse. Los cristales ahumados, radiografías, gafas de Sol y cualquier otro remedio casero
puede provocar daños irreparables en nuestros ojos y llegar a provocar ceguera. Por otro
lado, es importante destacar que los filtros siempre deben estar situados en el objetivo del
telescopio (es decir, por donde entra la luz) y nunca en el ocular. Algunos fabricantes
todavía comercializan filtros solares que van roscados en el ocular y son un grave peligro,
ya que no aguantan las altas temperaturas y pueden llegar a fundirse, dejando pasar la luz
hasta nuestro ojo.
Si vamos a observar el Sol con un telescopio tenemos que tener en cuenta detalles como
por ejemplo tapar o desmontar el buscador y no apuntar al Sol sin comprobar
previamente los filtros y la correcta sujeción de los mismos.
Tres métodos de observación solar. En primer plano, telescopio con filtro H-alfa; en
segundo plano, telescopio “normal” con prisma de Herschell; al fondo, método de
proyección a través de un SolarScope.
Método de proyección
Es un método barato y seguro, pero que necesita de ciertas precauciones. Consiste en
dirigir un instrumento óptico (telescopio o prismáticos) hacia el Sol (sin mirar a través de él)
y proyectar la imagen sobre una cartulina.
Lámina Baader
La lámina Baader es muy conocida entre los astrónomos aficionados. Consiste en una
lámina de aspecto metálico que filtra los rayos solares y permite una observación segura del
Sol. Podemos recortar la lámina y adaptarla a prismáticos y telescopios, asegurándonos de
que queda bien sujeta.
Con este método tenemos que tener la precaución de que la lámina no presente arañazos
ni defectos, por lo que es importante revisarla siempre antes de su uso. Con este filtro
podemos observar eclipses, tránsitos y manchas solares.
Filtro solar de cristal (tipo Thousand Oaks)
Es un filtro de cristal que se sitúa en la boca del telescopio. Es más robusto y duradero que
la lámina baader y ofrece imágenes más nítidas. Debemos asegurarnos de que queda bien
fijado al telescopio. Con este filtro podemos observar eclipses, tránsitos y manchas solares.
Prisma de Herschell
El prisma de Herschell es un prisma que se coloca en la parte trasera del telescopio y que
transforma la mayor parte de la radiación solar en calor, desviándola hacia una superficie
cerámica, dejando pasar hasta nuestro ojo una pequeña fracción de la luz.
Manchas solares
Las manchas solares son regiones de la superficie solar que se encuentran a una
temperatura menor que los alrededores, por lo que se ven de color oscuro. Normalmente
aparecen formando grupos de varias manchas y se puede distinguir una región más oscura
(umbra), rodeada de una zona más clara (penumbra).
Las manchas pueden durar varios días o incluso semanas, por lo que es posible seguir su
evolución.
Imagen del Sol en la que se aprecian manchas solares y granulación
Granulación
La superficie del Sol aparece granulada, formando una especie de burbujas de aspecto
similar al “ruido” en una televisión antigua sin señal. Esta granulación está causada por
corrientes de convección de plasma (columnas térmicas, células de Bénard) dentro de la
zona convectiva del Sol.
A través del telescopio podemos observar partes superiores de estas células de convección.
La parte ascendente de los gránulos está localizada en el centro de las celdas, donde el
plasma está más caliente. El borde exterior de los gránulos es más oscuro debido al
descenso del plasma menos caliente. Cada gránulo tiene dimensiones aparentes de entre
500 y 1.500 km y se encuentran en constante movimiento. Los gránulos pueden observarse
cuando la transparencia es buena y resultan más visibles en el centro del Sol que en el
borde.
Espículas y protuberancias
Son concentraciones de hidrógeno ionizado que se elevan sobre la cromosfera, liberando
gran cantidad de energía. A través del telescopio se pueden observar como llamaradas en
los bordes del Sol. Estas pueden durar varias horas por lo que se puede seguir su evolución
a lo largo de un mismo día.
Filamentos
Los filamentos son protuberancias vistas cenitalmente. Aparecen en el disco solar como
“pelos” o “arcos” de color más oscuro.
Corona solar
La corona solar solo se puede observar durante un eclipse total de Sol. Esta región está
formada por partículas de alta energía que escapan del magnetismo solar y su brillo es
extremadamente débil.
Corona solar durante el eclipse total de Sol de 2010 en Chile.
4.4 Observación de cielo profundo
Conocemos por objetos de cielo profundo a todo tipo de cúmulos, nebulosas, nebulosas
planetarias y galaxias.
Nebulosas
Antes de entrar a clasificar los tipos de nebulosas, conviene definir qué entendemos por
nebulosa en astronomía. Las nebulosas son grandes nubes formadas principalmente de gas
y polvo. El gas que las forma es fundamentalmente hidrógeno y helio, pero no por ello las
nebulosas son siempre iguales. Así pues, existen nebulosas de tipos muy diferentes, tanto
por sus características como por su origen. En este sentido encontramos nebulosas con
orígenes totalmente opuestos. Por ejemplo, existen nebulosas de las que nacen las
estrellas y nebulosas que se forman cuando muere una estrella.
Aunque podemos observar en el cielo cientos o miles de nebulosas, solo existen unos
pocos tipos. Así, dentro de las nebulosas encontramos nebulosas de emisión, nebulosas de
reflexión, nebulosas oscuras, nebulosas planetarias y remanentes de supernova.
Nebulosas de emisión
Las nebulosas de emisión son aquellas que brillan con luz propia. Las estrellas cercanas
excitan el gas de la nebulosa, provocando su ionización. De esta forma, el gas de la
nebulosa es capaz de emitir luz en distintas longitudes de onda en función del gas que las
forma y de la energía que recibe de las estrellas de alrededor.
Nebulosa de la Laguna, una nebulosa de emisión y reflexión
Nebulosas de reflexión
Las nebulosas de reflexión no reciben suficiente energía de las estrellas cercanas como
para emitir luz propia. Sin embargo, sí son capaces de reflejar luz de las estrellas próximas.
Este tipo de nebulosas no son tan brillantes, por lo que suelen resultar más difíciles de
observar. El ejemplo típico de nebulosa de reflexión lo encontramos en Las Pléyades. Este
cúmulo de estrellas aún muestra parte de la nebulosa de la que han surgido las estrellas.
Precisamente, estas estrellas, jóvenes y azuladas, son las que iluminan la nube de gas que
queda a su alrededor. Desde un cielo oscuro y a través de un telescopio podremos ver esta
nebulosidad rodeando el cúmulo de estrellas.
Nebulosas de emisión y reflexión
Esta clasificación no es cerrada y, en ocasiones puede haber nebulosas que entren en dos
o más categorías. Un ejemplo muy claro es la nebulosa de Orión, que combina regiones de
emisión y de reflexión. El centro de la nebulosa es iluminada por las estrellas jóvenes que
forman el conocido “trapecio”, mientras que el resto de la nebulosa emite luz propia. De
hecho, es una de las nebulosas de emisión más brillantes y espectaculares del cielo.
Estas nebulosas son, por tanto, mucho más pequeñas y menos brillantes. Su nombre puede
llevar a confusión, ya que la única relación con los planetas es que a través del telescopio
suelen verse con formas redondas y de pequeño tamaño, siendo similares a un planeta.
Personalmente, este nombre me parece un grave error ya que, en realidad, no tienen nada
que ver con los planetas.
Existen muchos ejemplos conocidos de nebulosas planetarias. La nebulosa del ojo de gato,
la del esquimal, la hélice, etc. En este caso os mostramos una imagen de M57, la Nebulosa
del Anillo, una de las nebulosas planetarias más fácilmente observables con un pequeño
telescopio.
Nebulosa del Anilo, M57. Nebulosa planetaria
Remanentes de supernova
Un remanente de supernova es la nebulosa que resulta de la explosión de una estrella. Este
tipo de nebulosas están rodeadas por una onda de choque en expansión, formado por los
restos de la explosión y de material interestelar barrido y arrastrado durante el proceso.
Los ejemplos más conocidos de remanentes de supernova son la nebulosa del Cangrejo,
M1, en la constelación de Tauro, y la nebulosa del Velo, NGC 6960, en el Cisne.
Nebulosa del Cangrejo, M1. Remanente de supernova
Nebulosas oscuras
Las nebulosas oscuras no están asociadas a ninguna estrella. Por tanto, no están ionizadas
ni reflejan la luz de ningún astro. Así pues, una nebulosa oscura es una zona de gas y polvo
interestelar que no brilla ni emite luz. A través del telescopio aparecerá como una región
oscura que oculta las estrellas o el gas que tiene detrás.
Una de las nebulosas de absorción más conocidas es la nebulosa Cabeza de Caballo. Sin
embargo, no es la única nebulosa oscura que existe. Por ejemplo, en nuestra Vía Láctea
encontramos zonas de gas oscuras que ocultan grandes zonas del cielo, dando la
sensación de que en esas regiones hay menos estrellas. La más fácil de ver es quizá el
denominado “Saco de Carbón”, en el hemisferio Sur.
Cúmulos estelares
Un cúmulo de estrellas es un grupo de estrellas que interactúan gravitacionalmente o que
tienen un origen común. Básicamente encontramos dos tipos de cúmulos estelares: los
cúmulos globulares y los cúmulos abiertos.
Cúmulos globulares
Un cúmulo globular es un conjunto de cientos de miles de estrellas unidas
gravitacionalmente.
Su gran densidad hace que tengan una distribución esférica y que se encuentren
normalmente en órbita alrededor de la galaxia, en lo que conocemos como el halo galáctico.
Estas aglomeraciones, que pueden alcanzar hasta el millón de estrellas, parecen tener un
origen común. Sin embargo este origen aún no está muy claro. Estos cúmulos contienen
estrellas de entre 11.000 y 13.000 millones de años. Estas edades son similares a las de las
propias galaxias, por lo que parece que su formación tuvo lugar de manera simultánea.
Además, no se conocen cúmulos globulares que estén formando estrellas actualmente, lo
cual es consistente con la opinión de que los cúmulos globulares son, típicamente, los
objetos más antiguos en la Galaxia y estuvieron entre las primeras colecciones de estrellas
en formarse.
Se conocen alrededor de 150 cúmulos en nuestra galaxia, pero por ejemplo se estima que
la Galaxia de Andrómeda contiene unos 500. Debido a su gran cantidad de estrellas, en
ocasiones resulta difícil resolverlos (distinguir estrellas individuales) a través del telescopio.
Un telescopio de gran apertura nos permitirá distinguir una esfera blanquecina formada por
miles de puntitos. Sin duda, son imágenes espectaculares que muchas veces recuerdan a
telas de araña o ciudades vistas desde el espacio.
Cúmulos abiertos
Los cúmulos abiertos son agrupaciones de estrellas formados a partir de la misma
nebulosa. Este tipo de cúmulos también se conocen como cúmulos galácticos, ya que se
pueden encontrar por toda nuestra galaxia. Su estructura es aleatoria y, en general,
asimétrica, pero las estrellas que los forman están ligadas gravitacionalmente entre sí.
Normalmente están formados por varios cientos o miles de estrellas, que podemos percibir
individualmente a través del telescopio.
Los cúmulos abiertos son herramientas ideales para estudiar las teorías de evolución
estelar. Podemos observar cúmulos con muy edades diferentes y con estrellas de distintas
masas que, por tanto, evolucionan de manera diferente. Así pues, podemos analizar el
comportamiento de las estrellas a través del diagrama HR desde la formación del cúmulo
hasta su disgregación. De esta forma, en el origen del cúmulo las estrellas se encuentran
todas distribuidas en la secuencia principal. Pero a medio plazo las estrellas más masivas
irán evolucionando más rápidamente y el diagrama del cúmulo en su conjunto irá variando.
Esto permite comparar los diagramas HR de los cúmulos con los modelos teóricos,
ayudando así a refinarlos y perfeccionarlos, entendiendo mejor la evolución de las estrellas.
Sin embargo, el final de los cúmulos abiertos es más desolador. Debido al limitado número
de estrellas en estos cúmulos, su estructura es vulnerable a los efectos gravitacionales de
nuestra galaxia. Así, a lo largo de su vida estos cúmulos van sufriendo perturbaciones en
órbita alrededor de la galaxia. Estas alteraciones hacen que las estrellas se separen y, por
tanto, los cúmulos acaben disgregándose con el paso del tiempo. Por ejemplo, se estima
que el cúmulo de las Pléyades solo permanezca unido unos 200 millones de años más.
Ahora ya sabes las principales diferencias entre los distintos tipos de cúmulos que podemos
encontrar en el cielo. Y esperamos que cuando los observes a través del telescopio
recuerdes que ambos cúmulos son muy diferentes. En cualquier caso, ya sean cúmulos
abiertos o cúmulos globulares, su imagen a través del telescopio siempre resulta
espectacular. Te recomendamos observar los cúmulos abiertos: M11, M37, M38, M44
(Pesebre), M45 (Pléyades), M46, NGC 869 Y 884 (Doble Cúmulo), NGC 457 (conocido
como el Extraterrestre o la Libélula) y las Hyades. En cuanto a cúmulos globulares, nuestros
cúmulos favoritos y que solemos ver en nuestras observaciones astronómicas son: M2, M3,
M4, M5, M12, M13, M15, M22, M53 y M71.
Galaxias
Una galaxia es un objeto compuesto por una barbaridad de estrellas y materia interestelar
que se mantiene unido entre sí por su propia gravedad y a su vez aislado en el espacio.
Según datos del Telescopio Espacial Hubble, se estima que hay unas cien mil millones de
galaxias en el universo pero, con el avance de la tecnología, este número se verá
incrementado. Las galaxias, a su vez, se agrupan en cúmulos de galaxias como nuestro
Grupo Local.
La Vía Láctea es nuestro hogar y el de otros 200 mil millones de estrellas. Su nombre
proviene del griego “gála”, que significa leche, en recuerdo de la banda blanquecina,
lechosa, que vemos en el cielo durante las noches de verano en el hemisferio norte. De
hecho, este nombre griego ha dado origen también a la propia palabra “galaxia”.
Incluso con pequeños telescopios podemos observar galaxias que se encuentran a millones
de años luz de nosotros. Las galaxias se ven normalmente como pequeñas manchas de
color blanquecino muy tenues, aunque si observamos a través de un telescopio grande
podremos captar algunos detalles de ellas, como bandas oscuras. Una galaxia muy famosa,
fácil de ver y que podemos encontrar es la Galaxia de Andrómeda (M31).
Catálogo Messier
Entre los aficionados a la astronomía destaca especialmente el Catálogo Messier, que
recibe su nombre en honor a Charles Messier (1730-1817), un astrónomo francés que
dedicó su vida a la búsqueda de cometas. A lo largo de sus observaciones, elaboró un
listado de más de 100 objetos que, en un principio, sospechó que podrían ser cometas pero
que finalmente descartó, puesto que no se desplazaban con respecto al resto del cielo.
Messier nunca llegó a saber que aquellas “manchas” que observó con su telescopio eran en
realidad nebulosas, cúmulos y galaxias. Sin embargo, gracias a su trabajo contamos hoy en
día con un catálogo perfecto para todos aquellos que se inician en la observación
astronómica.
El Catálogo Messier recoge 110 objetos como nebulosas, galaxias y cúmulos de estrellas
Originalmente este catálogo tenía 103 objetos, entre los que se incluían 32 galaxias, 28
cúmulos globulares, 27 cúmulos abiertos, 5 nebulosas de emisión, 1 nebulosa de reflexión,
y 5 nebulosas planetarias. Posteriormente se añadieron otros objetos celestes, desde M104
hasta M110 por otros autores después de la muerte de Charles Messier.
Catálogo NGC
El Nuevo Catálogo General o "NGC" por sus siglas en inglés (New General Catalogue) esel
catálogo de objetos de cielo profundo más conocido en la astronomía amateur. Su nombre
completo es Nuevo Catálogo General de Nebulosas y Cúmulos de Estrellas, y contiene
7.840 objetos de cielo profundo.
Este catálogo fue compilado en la década de 1880 por Johan Ludvig Emil Dreyer utilizando
observaciones realizadas principalmente por William Herschel y su hijo
Catálogo IC
Con posterioridad, Johan L.E. Dreyer amplió el catálogo NGC con los descubrimientos de
galaxias, cúmulos y nebulosas que se realizaron entre 1888 y 1905. Así pues, los catálogos
IC, conocidos como Catálogos Índice I y II, añaden cerca de 5.000 nuevos objetos al NGC.
Cabe destacar que un mismo objeto puede encontrarse en los varios catálogos a la vez,
bajo distintas denominaciones. Así pues, la conocida galaxia de Andrómeda es conocida
como M31 en el catálogo Messier, pero también se encuentra en el catálogo general bajo el
nombre NGC 224.
4.6. Otros objetos visibles con telescopio
En función de su temperatura, las estrellas tienen diferentes colores. Así, podemos ver
estrellas más blanco-azuladas y otras más rojizas. Aunque, en definitiva, los procesos de
evolución estelar hacen que todas ellas vayan cambiando de color, brillo y tamaño según
pasa el tiempo.
En ocasiones, al observar una estrella a través del telescopio descubrimos que no se trata
de una única estrella solitaria. En realidad ese puntito luminoso que vemos en el cielo puede
resultar ser una pareja de estrellas, o incluso un sistema triple o cuádruple. En función de su
posición en el espacio podemos clasificarlas en dobles ópticas o dobles físicas:
★ Las dobles ópticas son pares de estrellas que parecen encontrarse juntas sólo por
efecto de perspectiva: una está más cerca y la otra más lejos, y en realidad no
tienen ninguna relación entre ellas.
★ Las dobles físicas son, en cambio, sistemas de dos o más estrellas físicamente
ligadas y que orbitan alrededor de un centro común.
Descubrir qué dobles son un sistema físico y cuáles un par óptico es una tarea difícil, pero
fundamental para los astrónomos. Así, las estrellas dobles se clasifican según el método
que se utilizó para descubrirlas:
Por ejemplo, Sirio es la estrella más brillante del cielo y tiene una magnitud de -1,46.
Además, Sirio también tiene una compañera mucho más débil, Sirio B, con una magnitud de
8. Pese a que su separación angular es, en teoría, suficiente para distinguirla con
telescopios de aficionado, la enorme diferencia de brillo entre una y otra estrella hacen que
su observación sea un difícil reto para cualquier aficionado a la astronomía.
Además, no hay que olvidar que la observación se verá también condicionada por la
estabilidad atmosférica, la calidad de nuestro equipo y su apertura, que determinará la
resolución máxima del telescopio. Así, la observación de estrellas dobles permite comparar
telescopios, calidades y nos ayudará a distinguir cuándo hay buena noche y cuando la
estabilidad atmosférica es tan mala que deberíamos recoger e irnos a casa.
Por último, a continuación hemos recopilado algunas de nuestras dobles favoritas, ya sea
por su color, su brillo o su historia. Estas son solo algunas de las muchas dobles que un
aficionado a la astronomía puede descubrir en el cielo y suponen solo un punto de inicio
para seguir profundizando en el mundo de las estrellas dobles. Todas (o casi todas) las
estrellas de las que hablamos son asequibles para telescopios de aficionado y fáciles de
localizar en el cielo.
Albireo (β Cyg)
Albireo es una de las estrellas dobles más populares entre los aficionados a la astronomía.
Su llamativo contraste de color, una anaranjada y la otra azulada y su fácil localización,
siendo la segunda estrella más brillante del Cisne, la convierten en una parada obligatoria
durante cualquier observación astronómica en los meses de verano. Sin embargo,
recientemente el satélite Gaia demostró que Albireo no es un sistema binario, sino que se
trata de un par óptico. Espero que esta noticia no nos desanime y podáis seguir disfrutando
de una de las dobles más bonitas del cielo.
Mizar (ζ UMa)
Un observador con buena vista podrá distinguir que la estrella central de la cola de la Osa
Mayor es realidad un sistema doble. Estamos viendo a la brillante estrella Mizar y a su
compañera, Alcor. Aunque todo parece apuntar a que se mueven juntas en el espacio, aún
no está claro si forman un sistema binario o si se trata solo de un par óptico, como se había
pensado hasta ahora.
La separación angular entre Mizar y Alcor es de 11’48”, suficiente para poder distinguirse a
simple vista, pero las medidas de su distancia las sitúan a 3 años-luz, una distancia
excesiva como para pensar en que interactúan gravitacionalmente. Sin embargo, la
incertidumbre en la medida es tan amplia que podrían estar mucho más cerca de lo que
creemos. De hecho, esto sería mucho más interesante porque si se demostrara que Mizar y
Alcor orbitan una alrededor de la otra, no estaríamos hablando de un sistema binario, sino
séxtuple, ya que Alcor, Mizar A y Mizar B son sistemas binarios por sí mismos.
En cualquier caso, Mizar sí es un sistema doble muy fácil de observar. A través de unos
simples prismáticos o un pequeño telescopio podremos distinguir a Mizar A y Mizar B, de
segunda y cuarta magnitud respectivamente.
Polaris (α UMi)
Cástor (α Gem)
Esta pareja se descubrió en 1678 y sus componentes, separadas unos 5.2”, tienen
magnitudes aparentes de +2,91 y +1,96.
Almach (γ And)
Almach (γ Andromedae), también conocida como Alamak, es la tercera estrella más brillante
de la constelación de Andrómeda, después de Alpheratz y Mirach. Es, sin duda, una de las
dobles más bonitas y fáciles de encontrar en el cielo.
A través del telescopio se puede observar como un sistema doble con una gran diferencia
cromática. La componente principal tiene un color amarillo-naranja y su compañera muestra
una tonalidad azulada muy contrastada. Resulta muy similar a Albireo pero mucho más
próximas entre sí, pues están separadas 9.7”, por lo que el contraste de colores es más
llamativo si cabe.
Sigma Orionis es una estrella fácil de localizar bajo el cinturón de Orión y que esconde un
sistema estelar múltiple muy interesante. Este conjunto de seis estrellas forma parte de la
asociación estelar Orion OB1, al igual que las estrellas del cinturón. Ya en 1776, se catalogó
como una estrella triple, y justo 100 años después se descubrió el cuarto componente de
este interesante sistema. Pero las sorpresas continuaron en 1892 con el descubrimiento de
que su estrella principal era en realidad una doble extremadamente cerrada, lo que
aumentaba a cinco el número de componentes del sistema. Sin embargo, en 2011 se
descubrió que la estrella central era, a su vez, una binaria espectroscópica, por lo que en la
actualidad hablamos de un sistema séxtuple.
Con un telescopio podremos observar uno de los sistemas estelares múltiples más bonitos
del cielo, consiguiendo resolver de manera sencilla tres o cuatro de las componentes.
Rigel (β Ori)
Rigel es la segunda estrella más brillante de Orión y una de esas de las que casi todo el
mundo conoce su nombre. A través del telescopio se resuelve como una estrella doble.
estupenda estrella que contrasta con una muy pegadita de pequeño tamaño. Es un buen
desafío para los aficionados, tanto por su separación, 9”, como por la tremenda diferencia
de brillo en sus componentes. Rigel A alcanza una magnitud de 0,2, mientras que Rigel B
tiene una magnitud de 6,7.
Esta es una doble muy llamativa pero solo al alcance de telescopios medianos y a partir de
100x.
Pórrima (γ Vir)
Pórrima no es una estrella fácil pero creo que es un reto muy interesante para los
aficionados a la astronomía. Este sistema esta formado por dos estrellas que orbitan entre
sí con un periodo de 169 años. En el periastro, momento de máxima cercanía, se
encuentran a solo 5 UA, mientras que el apoastro se separan hasta las 81 UA. Esto hace
que resolver este sistema binario sea imposible cuando están cerca de su periastro
(separación 0,44”) pero es relativamente sencillo en su apoastro. Pues bien, hasta el
comienzo de la década de 1990 era un objeto fácil para los astrónomos aficionados, pero la
distancia aparente del sistema ha ido disminuyendo hasta 2005. A partir de ahí ha ido
aumentando poco a poco y vuelve a ser un sistema asequible para telescopios medianos y
grandes en noches estables.
Izar (ε Boo)
Izar es una estrella binaria cuyas dos componentes están separadas 3”. Está considerada
una de las estrellas dobles más bonitas del cielo y es conocida también por el nombre de
Pulcherrima, «la más preciosa», debido al contraste de color entre sus dos componentes.
Izar está compuesta por una gigante naranja, Izar A, y una estrella blanca de la secuencia
principal, Izar B.
La Doble-Doble (ε Lyr)
Cometas y asteroides
Cuando hablamos de lluvias de estrellas solemos hacer referencia a los cometas como los
causantes de las estrellas fugaces. Así, sabemos que las Perseidas están relacionadas con
el cometa Swift-Tuttle. Sin embargo, la lluvia de estrellas de las Gemínidas no son
provocadas por un cometa, sino por un asteroide. Entonces, ¿qué diferencia hay entre un
cometa y un asteroide?
Ambos cuerpos tienen características comunes o similares. Por eso, establecer una
distinción entre cometas y asteroides resulta, a veces, complicado. Entre las principales
diferencias podemos destacar: su composición, su origen, su órbita, y la existencia de coma
y cola.
En segundo lugar, su origen suele ser diferente. Según algunas teorías, los asteroides se
formaron más cerca del Sol. A esta distancia, la temperatura impidió que existiera hielo en
su composición. Por el contrario, se cree que los cometas se formaron a mayores
distancias, en los límites del Sistema Solar, donde el hielo pudo permanecer intacto.
Sin embargo, algunos estudios afirman que los cometas se formaron en el interior del
Sistema Solar y posteriormente fueron expulsados hacia el Cinturón de Kuiper y la Nube de
Oort debido a los efectos gravitacionales de los gigantes gaseosos. Estos mismos tirones
gravitacionales desvían continuamente a cometas y asteroides, enviándolos hacia el interior
del Sistema Solar.
En tercer lugar, sus órbitas son distintas. La mayoría de los asteroides se encuentran en el
denominado cinturón de asteroides, situado entre las órbitas de Marte y Júpiter. Este
cinturón contiene millones de asteroides, algunos miden centímetros y otros cientos de
kilómetros. Así, las órbitas de los asteroides suelen ser más cortas y circulares. Por su
parte, los cometas tienen órbitas mucho más extensas y alargadas, por lo que solo se
acercan al Sol cada muchos años. Esto es debido a que los cometas tienen su origen en el
Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort, donde solo se han identificado alrededor de 4.000
cometas. Puede que en el pasado hubiera millones pero al acercarse al Sol se vaporizan
hasta desintegrarse y desaparecer.
En cuarto y último lugar, los cometas se caracterizan por sus extensas colas, normalmente
de colores verdosos. La cola del cometa se produce cuando el viento solar azota la nube de
gas que lo rodea (también llamada coma o atmósfera). Esa cola aumenta de tamaño al
acercarse al Sol y puede dejarnos imágenes espectaculares. Por el contrario, debido a su
composición, los asteroides no tienen colas.
Sin embargo, aunque estas diferencias suelen ser suficientes para diferenciar un cometa de
un asteroide, en ocasiones se crean dudas al respecto. Así, en 2013 se descubrió por
primera vez un asteroide con una cola bastante larga. Estos asteroides, conocidos como
asteroides activos, son extremadamente raros y solo se conocen trece.
La existencia de asteroides con cola es una de las principales controversias sobre esta
clasificación, aunque no es la única. Sin embargo, hoy por hoy, la ciencia todavía los
concibe como objetos distintos y diferenciados, por lo que es importante que conozcamos
sus características y diferencias.
A través del telescopio un cometa se presenta como un pequeña mancha difusa de color
grisáceo o verdoso con una zona más difuminada y extendida hacia uno de los lados, la
cola. Si observamos el cometa a lo largo de varios días o incluso durante varias horas en la
misma noche comprobaremos que su posición varía significativamente, puesto que se
desplazan alrededor del Sistema Solar, cambiando así su posición con respecto al fondo de
estrellas.
Supernovas
Una supernova es la explosión de una estrella de gran tamaño, que puede aumentar hasta
en 100.000 veces su brillo. Ya que estamos hablando de la observación astronómica, no
entraremos aquí a explicar la física que hay detrás de estas explosiones y solo nos
centraremos en los aspectos más relevantes para su observación.
Las supernovas producen intensos destellos de luz que pueden durar desde pocas horas a
varios meses. Este rápido aumento de luminosidad de la estrella puede incluso llevarla a
alcanzar un brillo superior a la galaxia que la contiene.
Las supernovas son fenómenos relativamente poco frecuentes y difíciles de observar. Por
ejemplo, la última supernova observada en nuestra galaxia fue la SN 1604, conocida como
la “Estrella de Kepler”, que en 1604 pudo verse a simple vista sobre la constelación de
Ofiuco. Sin embargo, dado el enorme número de galaxias existentes y gracias a que las
supernovas pueden superar en brillo a toda la galaxia donde se ubican, es posible observar
supernovas en otras galaxias de manera más o menos frecuente. Normalmente para ello se
necesitan telescopios de gran apertura o fotografías de larga exposición, por lo que no son
objetos que estén normalmente al alcance de los aficionados.
Supernova SN2014J en M82 fotografiada por F. Espenak