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“Guía Básica
para el Don
de Profecía”
“The Beginner’s Guide to the Gift of Prophecy.
Regal Books, 2001
Jack Deere
Contenido
Prefacio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . iii
Jack Deere, “The Beginner’s Guide to the Gift of Prophecy”, Regal Books, 2001
“Guía Básica para el Don de Profecía”, Charisma House
Prefacio:
sin embargo su constitución física era de la uno de esos medio campistas de futbol
americano que están cansados de que les digan que son muy pequeños para jugar
futbol, y se meten en un gimnasio a hacer levantamiento de pesas, y cuando
reaparecen derriban a más de mil jugadores más grandes, hasta llegar a ganar el
trofeo Heisman (que se otorga al mejor jugador de futbol americano universitario). Su
voz profunda resonaba con autoridad. Por encima de todo, irradiaba gozo. En su
presencia, yo también me sentí gozoso. No podía imaginarme que él tuviera un día
triste. Antes de que lo supiera, yo estaba desarmado y encantado. Yo quise el gozo
de Mike, y su pasión por Dios.
Pero el gozo no duró más allá de la siguiente mañana. Cuando desperté,
recordé que había venido a conocer profetas, no pastores. Antes del desayuno,
cambié mi gozo por una actitud de superioridad, determinado a no ser engañado.
Terminé el último trago de café, pasé una servilleta por mi boca, y estaba listo para
encontrar a esos así llamados profetas.
Esa mañana, cuando mi esposa Leesa y yo llegamos a la iglesia, fuimos
conducidos a un cuartito de aspecto descuidado, con alfombra verde y sillas de
plástico color naranja arregladas en un círculo. Cinco amigos habían venido con
nosotros. Ellos querían encontrarse con Dios. Yo quería evaluar hombres. Mike y
cuatro caras nuevas estaban esperándonos. El primero de esas nuevas caras me
encontró en la puerta.
Medía 1.80 metros de estatura, de constitución atlética, vestido como si hubiera
salido de un catálogo de Eddi Bauer. Su cara, sin embargo, era el tipo de cara que
esperarías ver en alguien con una túnica de pelo de camello y sandalias. Tenía el pelo
un poco largo y gris, barba gris, y unos ojos profundos perturbantes. Los ojos lo hacían
parecer alguien de otro mundo.
A primera vista pensé que sus ojos eran malos.
Entonces, ya no pude decidirme.
Entonces él habló.
“Oh, yo no pensé verte aquí esta mañana”.
Bastante engreído, pensé yo. Ya no me gustó él. “¿Qué quieres decir? Yo no
te conozco”, dije yo.
“Bueno tu sabes. Fue hace ocho noches. Tuve un sueño. Desperté a las tres
de la mañana. Pensé que era importante así que lo escribí. Tú estabas en mi sueño.
¿Te gustaría que te dijera lo que el Señor me mostró acerca de ti?
“Si”, fue lo que dije. Lo que pensé fue “Has la prueba. Haz tu mejor intento. Yo
no voy a ser engañado. Yo he sido advertido acerca de ustedes los profetas.” Debo
mencionar que yo estaba en una tradición de cristianismo completamente diferente
que esta persona, y él en realidad no me conocía.
Nos sentamos en un círculo. Yo sabía acerca de la “lectura en frío”, que es una
habilidad usada por los jugadores de cartas, los que leen la palma de la mano, y
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Mi padre había dejado caer la carga sobre mí, sobre todos nosotros. Una
mañana nos despertamos como una familia normal de seis personas, de la clase
media, listos para un día normal. Yo fui con mis dos hermanos menores y mi hermana
bebita a jugar a la casa de nuestra abuela. Mamá fue a trabajar a la oficina de seguros.
Mi padre se quedó en la casa. Para media mañana las líneas para la última batalla de
mi padre se habían formado en su alma. Nunca lo vimos venir. En algún momento de
esa tarde, en la sala de esa pequeña casa de tres cuartos, mi padre se puso una
pistola en la cabeza y terminó la terrible guerra que había dentro de él. Esa noche mi
madre fue a la cama sola, una viuda de treinta y cuatro años, con una educación de
incompleta de preparatoria, y cuatro niños pequeños para educar. Nunca volveríamos
a ser una familia normal otra vez.
Yo era el mayor de los niños. Acababa de cumplir 12 años. Aparte de algunos
amigos que nos trajeron las acostumbradas comidas, no hubo nadie más para
ayudarnos a entender o a sanar.
Mi padre había sido mi héroe, mi imagen de lo que significaba ser un hombre.
Él era fuerte y era inteligente. No podía imaginarme la vida sin él. Probablemente esa
fue la razón por la que nunca lo lloré. Para estar en duelo tienes que enfrentar la
realidad de tu pérdida, y eso era demasiado espantoso para mí. Nadie estaba ahí para
decirme que no puedes sanar a menos que pases por un periodo de duelo. Dios
estuvo ahí, pero nunca se me ocurrió orar a Él. Él no podría devolverme a mi padre,
así que, ¿De qué me serviría pedírselo? El dolor y la confusión se depositaron en el
fondo de mi corazón como si fueran agua estancada. Nunca he perturbado esas aguas
turbia otra vez. Las esquivé con una promesa de ser fuerte, y de nunca volver a
necesitar a nadie.
Ese depósito de dolor, escondido detrás de mi promesa, hizo lo que todo dolor
sin sanidad eventualmente hace, se convirtió en amargura. Mucho después de que
había dejado de sentir el dolor, la amargura, la cual no podía percibir, alimentó todo
tipo de comportamiento alocado y vergonzoso.
A los 17 años el Señor me encontró antes de que me matara mí mismo,
tratando de ganar la admiración de mis amigos, haciendo un montón de imprudencias.
De la noche a la mañana me convertí en un seguidor de Jesucristo. De la noche a la
mañana, dejé mi conducta desenfrenada y mis malas compañías. Pero no dejé mi
depósito de amargura. Todavía ignorante de su presencia, ni siquiera supe cómo
hablar acerca de ello con Jesucristo.
Nadie me dijo nunca acerca de la amargura. O acerca de la ira nacida de la
amargura y como estaba detrás de mi anterior rebelión e inmoralidad. Nadie me dijo
nunca que aun después de que te haces cristiano, la amargura no se va
automáticamente. Nadie me dijo nunca que la amargura escondida en tu corazón te
puede volver escéptico de la bondad en otros, incluso escéptico de la bondad de Dios
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hacia ti. Nadie me dijo nunca que la amargura te puede hacer temeroso de amar
demasiado por temor de volver a ser engañado de nuevo.
Nadie me dijo nunca que si dejas sola a la amargura, se integrará a si misma
tan perfectamente en tu personalidad que ni siquiera vas a saber que está ahí y que
vas a terminar tratando con los síntomas de tu ira y tu dureza, pero nunca con su
causa. La gente me había dicho que los pecados de tu juventud regresan a
perseguirte, pero nadie me dijo nunca que la amargura de tu juventud puede
perseguirte toda la vida hasta la tumba.
Para cuando ya tenía treinta y ocho años, ya que nadie me había dicho nada
de esto, Jesucristo decidió que ya era hora de decírmelo. Él empezó hablándome
acerca de la muerte de mi padre, el tiempo cuando el ácido espiritual empezó a llenar
la alberca de mi corazón de 12 años. Y él me envió a este sabihondo profeta de los
ojos extraños, en este cuartito descuidado para iniciar la conversación. En ese
momento, yo no tenía idea de lo que el Señor estaba haciendo. Ni siquiera estaba
seguro de que fuera el Señor. Todo lo que supe es que podía sentir: el profeta
asaltándome con mis propios secretos, trayendo a la luz un suceso infortunado que
nunca podría remediarse. Yo quería que la conversación terminara. Pero la suave voz
sureña continuó.
“El Señor te va a compensar la pérdida de tu padre. Te va enviar nuevos
padres. No vas a aprender solamente de un hombre. Vas a tener el padre que
necesitas para cada nueva etapa de tu vida”.
Recordar la muerte de mi padre me causó dolor, pero la promesa de nuevos
padres me desconcertó. ¿Cómo podría alguien, incluso Dios, compensar la pérdida
del padre de un niño de 12 años? Yo no necesitaba nuevos padres. Yo tenía 38 años.
Yo mismo era un padre. Y yo estaba totalmente feliz con el consejero espiritual que
tenía ahora. No podía imaginarme que llegaría a necesitar alguien más. Pero no dije
nada de esto es voz alta. Solo respondí a sus palabras con una mirada inmutable.
Siguiente tema.
“Cuando eras joven, el Señor te dio habilidad atlética, pero Él permitió que te
frustraras en el uso de ella. Esto sucedió para que pusieras todo tu esfuerzo en cultivar
tu intelecto. Tú has hecho eso, pero no te ha traído lo que esperabas, y tu corazón
está desilusionado”
No podía haber dado un resumen más preciso de mis últimos 38 años.
Nací con habilidad atlética. Era fuerte y rápido. En la Liga Pequeña de Béisbol
podía jugar cualquier posición en el campo, y siempre fui uno de los cuatro mejores
bateadores. Crecí jugando futbol americano sin los protectores. Entonces, cuando iba
a empezar la secundaria, el tiempo en que podría jugar deportes organizados para la
escuela, perdí a mi padre. Todo cambió.
Ya no había quien me llevara a los entrenamientos ni fuera a recogerme. Mi
madre trabajaba hasta tarde en las noches, vendiendo seguros y cobrando las primas
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de éstos, para mantener a sus cuatro hijos pequeños alimentados y vestidos y bajo
un solo techo. Los deportes no estaban en su lista de necesidades. Yo aprendí como
hacer las comidas de la noche, y me perdí los siguientes tres años de prácticas
deportivas.
Los deportes eran la cosa más importante de la vida para mí, no solo porque
los disfrutaba más que cualquier otra cosa, sino porque si eras un joven en Texas en
los inicios de los 1960s, era la forma de demostrar que eras alguien. Si eras un buen
atleta, no tenías que ser simpático, ni inteligente, ni atrevido. Ya la tenías hecha.
Cuando empecé la preparatoria, pude practicar deportes de nuevo. En mi
segundo año me la pasé jugando futbol y béisbol. A pesar de que me había perdido
tres años de juegos, me dije a mi mismo que no importaba, me pondría al corriente,
yo ganaría. Pero nunca lo logré. Una lesión en el tobillo me sacó de los juegos. Mi
lesión no me sacó de las borracheras y las parrandas. Me di por vencido en el
atletismo.
Y me fui por un estilo de vida de borracho imprudente. Ahí fue cuando el Señor
me salvó, literalmente. Era el inicio de mi tercer año. Empecé a leer entonces, leyendo
la Biblia, a C.S. Lewis, y todo. Y nunca paré de hacerlo. Me di cuenta de que podía
sacar muy buenas calificaciones cuando me lo proponía. También me di cuenta de
que era una ventaja ser percibido como inteligente. Y entre más edad tenías, las
ventajas aumentaban.
Para cuando entré al seminario, descubrí que no solo tenía habilidad para
pensar teológicamente, sino que también tenía facilidad con los idiomas. Los idiomas
griego, hebreo, y otros idiomas, eran fáciles de aprender para mí, e incluso divertidos.
En el seminario nadie sabía quién había practicado deportes en la preparatoria o la
universidad, o si lo sabían no les importaba. Todo el mundo sabía, sin embargo, cuales
estudiantes sacaban buenas calificaciones.
La frase favorita repetida por los maestros era que las calificaciones de los
alumnos no reflejaban su espiritualidad. No estoy seguro de que alguien lo creyera.
Yo no lo creía. Yo sé de hecho que a través de todo mi entrenamiento académico, yo
siempre he sido tratado diferente de quienes tenían calificaciones más bajas. Se
abrían puertas para mí, que estaban cerradas para otros. Después del primer año de
mi programa de doctorado, finalmente entré al equipo. Dos de nuestros profesores de
Antiguo Testamento estaban teniendo permisos de ausencia por dos años. Yo fui
elegido para sustituirlos.
“Profesor Deere”.
Eso estaba mejor que batear un jonrón.
Yo era un profesor. Y no solo cualquier profesor, como un profesor de química
o de inglés; era un profesor de la materia más importante de todas, de teología, el
estudio de Dios. Y no solo de cualquier rama de los estudios teológicos; era profesor
de tal vez la disciplina más difícil de todas, exégesis del Antiguo Testamento y
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Cuando estábamos saliendo del salón, Mike Bickle me preguntó “¿Fue algo de
eso acertado o significativo para ti?”
“Todo ello estaba exactamente correcto. No podía haber estado más correcto”,
le dije.
“Debes estar bromeando. Yo estuve observando tu cara todo el tiempo. ¡Yo
estaba seguro que tu pensabas que eran puras tonterías!”
“Yo había sido advertido”
“Oh, ahora entiendo”
Yo salí de ese cuarto gris hacia un día de otoño lleno de colores. Estaba
extasiado con el descubrimiento de que los profetas eran reales. Estaba enamorado
con el ministerio profético. Estaba listo para anunciar sus virtudes a cualquiera que
quisiera escuchar.
Yo hice un descubrimiento más profundo esa mañana, uno que no podía
expresar entonces. Yo había trabajado muy duro para vencer el dolor de mi pasado,
para llegar a ser alguien especial. Otros pensaron que yo era especial, pero yo me
sentía desalentado. Entonces, a través de las palabras del profeta, el amor sanador
de Dios vino a mí, reinterpretando mi pasado, presente y futuro. Dios le dijo al profeta
todo acerca de mi dolor, porque Dios quiso que yo conociera que Él siempre había
estado ahí. Siempre. Cuidando al niño pequeño que perdió a su padre, cuidando al
atleta frustrado, cuidando al borracho rebelde, y cuidando al académico desilusionado.
¿Por qué? Porque yo era especial para Él.
Ese fue mi descubrimiento. Yo había predicado esa verdad a otros, muchas
veces, pero puedes predicar una verdad sin sentir esa verdad para ti. Ahora yo sabía
que siempre había sido especial para Él, y sentir esto me hizo amarlo aún más. A
través del profeta Dios estaba quitándome la carga de tratar de ser especial, y me
estaba diciendo que yo nunca necesité ver más allá de su amor para encontrar mi
significado. El romance divino se había infiltrado de nuevo en mi vida, y su tarjeta de
presentación era una felicidad que yo sentía pero no podía explicar en ese momento.
Estaba aturdido por algunas de las palabras del profeta. ¿Qué quiso decir con
que Dios iba a darme nuevos padres? ¿Cómo podrían cumplirse las otras promesas?
¿Tendría que hacer yo algo especial? No lo supe entonces, pero ahora sé que el
misterio, la maravilla, y el asombro, habían felizmente regresado a mi vida a través de
ese encuentro profético.
Junto con ese feliz regreso llegó una sospecha sobrecogedora, la sospecha de
que había cruzado algún umbral y de que mi vida nunca sería tan predecible y cómoda
como antes. Después de una larga y pródiga ausencia, la aventura había finalmente
regresado a mi vida.
Por sobre todo, me preguntaba, ¿Cómo pudo este profeta ser capaz de decirme
todo acerca de mi pasado y mi futuro? La respuesta a esa pregunta es de lo que se
trata este libro. Alguien finalmente me explicó. Y ahora yo quiero compartirlo contigo.
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Se imparten soberanamente.
Una señora llamada Lynette me platicó un sueño que la llenó de terror. Vio
un hoyo enorme de unos diez metros de profundidad lleno hasta arriba de serpientes
venenosas. Unos niños pequeños estaban jugando arriba de las serpientes.
Entonces ella oyó una voz que dijo en el sueño “Pon a los bebés lejos de la
generación de víboras”
Lynette quiso saber que significó el sueño. Ella nunca había escuchado la
frase “generación de víboras” hasta que tuvo ese sueño. Yo le expliqué a ella que
esa fue la descripción que hizo Jesucristo de los líderes religiosos que se oponían
a él (Mt 12:34; 23:33). Esos líderes tenían un veneno religioso que hinchaba tanto
el corazón de sus víctimas que no podían absorber la vida de Dios. En su sueño
ellos representaban al liderazgo de algunas iglesias del día de hoy. Los bebés eran
los nuevos convertidos, o aquellos que venían a la iglesia por primera vez. En lugar
de ser alimentados con la leche de la Palabra de Dios, eran envenenados por los
líderes de la iglesia.
Ella me dijo que con frecuencia tenía sueños intensos como ese. Habían
empezado recientemente y sin ninguna advertencia previa. Ella no había estado
orando para tener sueños. Ni tampoco había orado para tener impresiones acerca
de la gente, que ahora estaba empezando a suceder. Las impresiones no se
basaban en su conocimiento de la gente; parecía que venían de ninguna parte.
Algunas veces parecían más como una voz interior que como una impresión. Ella
quería saber que le estaba pasando. Ella no había buscado nada de esto. De hecho,
era miembro de una iglesia que se oponía decididamente a los dones del Espíritu.
Yo tenía algunas buenas noticias y algunas malas noticias para Lynette. Las
buenas noticias eran que ella había sido llamada al ministerio profético. Las malas
noticias eran que ella había sido llamada al ministerio profético. Esto significaba que
un día ella se iba a regocijar con la revelación, y el siguiente, tanto ella como sus
amigos se iban a cuestionar su cordura. Y todos los días la generación de víboras
la estaría vigilando.
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Yo no tuve una visión, ni escuché una voz interior, pero al momento que lo vi supe
que el temor del Alzheimer lo atormentaba. Este tipo de experiencias le pasaban
con frecuencia a Wimber, pero nunca me habían sucedido a mí.
“Señor, ¿tiene usted miedo de enfermarse de Alzheimer?” le pregunté.
“Bien, yo supongo que todos tenemos miedo de hacernos viejos”. Contestó.
“¿Pero usted piensa que está destinado a sufrir Alzheimer?”
“Si. Si lo pienso.” Admitió finalmente. Le avergonzó admitirlo en público. Él
no le había dicho a nadie acerca de su tormento secreto. Pero Dios lo supo y acabó
con el tormento ese día, a través de una palabra y una oración proféticas.
Este tipo de experiencia me ocurrió frecuentemente en ese viaje. La
impartición que había recibido de Wimber me concedió un nuevo nivel en los dones
de sanidad y de revelación.
prácticas religiosas, como el ayuno, no son efectivas (Is 58:3-6; Jer 14:12; Zac 7:4-
7). O como mencioné en el primer capítulo, un profeta me ayudó a entender los
propósitos detrás de la frustración atlética de mi juventud y el desencanto con el
éxito académico al inicio de mi carrera.
En resumen, los profetas nos dicen las cosas que no podemos ver. Lo hacen
por revelación de Dios, no mediante el estudio de tendencias contemporáneas,
filosofía o psicología. Lo hacen para edificarnos, animarnos y consolarnos (1 Co
14:3) de modo que podamos ver y maravillarnos de la belleza, el esplendor, el
poder, la bondad, y la sabiduría de Jesucristo. Viendo más de Él, nos enamoramos
más de Él. Por eso es que Dios nos ha dado profetas.
Reconociendo su don.
Cualquier cristiano puede profetizar ocasionalmente sin ser profeta, así como
uno puede conducir alguien a Cristo sin ser evangelista. Un profeta es alguien que
profetiza consistentemente y precisamente. La experiencia ocasional de un don nos
puede conducir, falsamente, a concluir que es nuestro don principal, pero si
tratamos de ministrar habitualmente con el don equivocado, el fracaso y la
frustración son inevitables.
Esto no es algo malo. Para algunos de nosotros es necesario aprender
cuales no son nuestros dones, antes de que descubramos cuales si son. Dios usará
también la frustración y el fracaso para purificar nuestros motivos para el ministerio.
Una de las formas de reconocer nuestros dones es que no tenemos que
esforzarnos mucho para que se manifiesten. Los profetas no tienen que esforzarse
por la revelación. Simplemente la revelación llega sin ser invitada, y si esperan en
el Señor, aumentará. Lo mismo es cierto para los evangelistas, maestros,
administradores y sanadores. Nosotros si necesitamos esforzarnos para adquirir el
carácter de Jesucristo, pero nuestros dones, por definición, son dados.
Existen otras pistas para descubrir nuestro don, pero veamos primero un
error común que comete la gente cuando trata de descubrir sus dones proféticos.
El consejo de otros.
Haciendo la Prueba.
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Modelo sugerido:
Cuando yo dirijo un grupo pequeño como este, pasamos de 15 a 20 minutos
de adoración a Dios. Después usualmente enseño unos 20 minutos sobre un tema
relacionado con equipar para el ministerio. Después le pedimos al Señor que nos
guie para ministrarnos unos a otros. Alguien puede tener una visión o una impresión.
Un texto relevante de la Escritura puede venir a la mente que nos lleva a orar por
una persona específica. A menudo somos guiados a orar por sanidad, por dirección,
liberación de los dones, o algunos otros asuntos prácticos relacionados con el
ministerio. Podemos tener un tiempo para compartir testimonios antes de terminar
la reunión orando por personas señaladas por palabras proféticas. Algunas veces
las cosas más excitantes suceden después de que termina la reunión. (Una de las
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cosas que más nos gustan de esas reuniones es que realmente nunca sabes que
va a pasar. La bondad y la misericordia del Señor continuamente me sorprenden).
Debido a Su bondad y misericordia, no tenemos que preocuparnos acerca
de descubrir nuestros dones. El Dador ha prometido que aquellos que lo busquen
lo encontrarán. Nuestra búsqueda es en realidad una respuesta a Su búsqueda y
Su anhelo por nosotros.
Ya sea que tengamos 8 años de edad u 80, ya sea que tengamos un
encuentro en un grupo pequeño, o en un encuentro con un profeta, o en una visita
luminosa y aterradora en nuestra recámara, Dios nos está buscando. Él quiere
hacer profetas de algunos de nosotros, pero finalmente Él quiere hacer amigos de
todos nosotros, amigos que estemos fascinados por el misterio y la aventura de Su
santo amor.
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El Significado de la Revelación.
Ángeles.
Los ángeles son espíritus ministradores enviados para servir a los que
heredan la salvación (He 1:14). Los ángeles hacen muchas cosas para nosotros.
Nos protegen cuando caminamos a través del fuego, nos liberan de la mano del
enemigo y nos traen mensajes del cielo. Cuando dejamos esta vida, nos escoltan al
cielo (Lc 16:22). Los ángeles pueden aparecer en su gloria o en forma humana como
huéspedes en nuestra casa sin revelar su verdadera identidad (He 13:2). O ellos
pueden realizar su servicio para nosotros, sin darnos ninguna pista de su presencia.
Sin embargo los profetas a menudo los ven cuando otros no pueden verlos (2 R
6:15-17).
Recientemente, una profeta conforme al corazón de Dios, que yo he conocido
por varios años me contó la siguiente historia, la cual yo creo. Estando acostada en
su cama, enferma, en la tarde, desanimada por lo que percibía como una falta de
progreso espiritual, está mujer clamó a Dios para que la cambiara. Aun cuando sus
ojos estaban cerrados, y aun cuando ella nunca escuchó que se abriera la puerta
de su recámara, ella supo que alguien había entrado al cuarto. Alguien se estaba
acercando a la cama. Ella tenía miedo de abrir sus ojos. Ahora alguien estaba
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flotando sobre ella. Entonces ella sintió las manos más suaves y amables sobre su
cara, primero verticalmente sobre sus mejillas y sus ojos, después se quitaron, y
una mano se puso horizontalmente sobre su frente. Esto se repitió tres veces.
Ella abrió los ojos.
Parada al lado de su cama estaba una mujer mayor. Usaba un vestido azul
real, y su pelo estaba cubierto con una banda azul real.
“Gracias” dijo la profetisa.
“Si estas interesada en cambiar, ahora es el tiempo,” dijo la mujer, quién
entonces volteó su cabeza para mirar a través de la ventana al lado de la cama.
“Ahora tengo que irme”, dijo y flotó hacia arriba a través del techo.
Esto no fue una visión. Fue una visitación. La profetisa estaba bien despierta
durante toda la experiencia, que duró como un minuto, y ella sintió efectos físicos y
espirituales inmediatos después de este encuentro.
La mañana siguiente, la profetisa se levantó de su cama al amanecer llena
de energía. El dolor de cabeza, la garganta irritada y el cansancio que la habían
estado molestando durante una semana se había ido. Ella se sintió muy especial
para Dios. Él había enviado un ángel para tocarla. Ahora ella tenía confianza de que
podría cambiar y de que cambiaría.
Yo creo que el mensaje del ángel no fue solo para la profetisa sino para todos
nosotros que queremos cambiar. Ahora es el tiempo para cambiar, para prepararnos
para un derramamiento del Espíritu Santo. En la Biblia, los encuentros con ángeles
aumentan justo antes de los puntos críticos en la historia del pueblo de Dios. Y tal
vez, solo tal vez, un punto crítico en tu historia está justo a la vuelta de la esquina,
a través del toque de un ángel o a través de la voz audible de Dios.
Dios todavía habla en una voz audible. Nada en la Escritura enseña que una
vez que se completó la Biblia, Dios dejaría de hablar audiblemente. Líderes
evangélicos nacionales de nuestro tiempo, reportan haber escuchado la voz audible
del Señor, y su integridad está fuera de toda duda.
Tú puedes pensar que Dios habla con una voz audible a líderes importantes
de la iglesia. Pero ese no es el caso. Aunque yo nunca he escuchado la voz audible,
conozco gente confiable que la ha escuchado, y algunos de ellos no son líderes de
la iglesia.
Tú puedes escuchar la voz con tus oídos cuando nadie más puede, aun
cuando alguien pueda estar al lado tuyo cuando la voz habla. Samuel escuchó tan
fuerte ser llamado por su nombre que pensó que era Elí en el otro cuarto.se levantó
y fue a ver a Eli, pero Eli negó haberlo llamado. Esto sucedió otras dos veces antes
de que Eli se diera cuenta de que el Señor le estaba hablando audiblemente al
pequeño Samuel, pero no a él. Eli le dijo a Samuel lo que debía decir la próxima vez
que la voz lo llamara “Habla Señor porque tu siervo escucha”. Samuel hizo como se
le dijo, y el Señor le dio su primera profecía (1 S 3:1-14).
Ésta es igual de clara que la voz audible, solo que tú no la escuchas con tus
oídos, sino en tu mente. En la Escritura, la frase “La palabra del Señor vino a mi
diciendo” probablemente se refiere a la voz interna audible. Cuando algunos de los
ancianos se sentaron delante de Ezequiel “la palabra del Señor vino” a Ezequiel,
dándole un mensaje para los ancianos (Ez 14:1). No parece que Ezequiel estaba
escuchando una voz audible.
Yo he experimentado esta forma de la voz varias veces, pero es la forma
menos común en que Dios me habla. Y siempre involucra algo que es muy
importante para mí.
Fragmentos de oraciones.
Un conocimiento.
Hay algunas veces cuando una revelación de Dios no nos llega en la forma
de una voz o un mensaje hablado. Puede ser algo que tú simplemente sabes. Y
puede ser que no haya ninguna razón lógica para la forma cómo la conociste.
Cuando Jesús estaba hablando con la mujer en el pozo, Él supo que ella había
tenido cinco maridos y que no estaba casada con el hombre con el que estaba
viviendo (Jn 4:18). En otras ocasiones, la Biblia simplemente dice que Jesús supo
los pensamientos o planes de alguien (Mt 22:18; Mr 2:8; Jn 6:15).
Después de un servicio de la iglesia, frecuentemente espero en el frente del
auditorio con un equipo de ministerio para orar por la gente. A menudo conozco
secretos acerca de los que pasan por oración. Por ejemplo, al final de un servicio,
el pastor invitó a cualquiera que tuviera un dolor crónico que pasara para la oración.
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Una señora que nunca había conocido caminó hacia mí. A pesar de que no la
conocía, supe que ella no bebía. También supe que ella estaba segura que
terminaría siendo una alcohólica. Ella había pasado al frente para obtener alivio de
un dolor crónico, no de miedos crónicos, pero su temor estaba en la agenda de Dios
para este día. Cuando le pregunté, ella admitió que a pesar de que no tomaba,
estaba segura de que estaba destinada para el alcoholismo. Satanás a menudo
atormenta a la gente con ese tipo de temores. Ese día, la prisión de sus temores
fue abierta y la señora fue liberada.
Esta no es solo una experiencia muy normal para mí, sino también para
muchos otros. Nosotros creemos que Jesucristo es el Conocedor de corazones que
revela los secretos de nuestros corazones para liberarnos de auto engaños, y de
engaños de satanás.
Impresiones.
Dios usa sueños para hablarnos en nuestro sueñ, cuando nuestras defensas
están bajas y somos más receptivos. Las visiones son similares a los sueños, pero
normalmente ocurren mientras estamos despiertos. Algunas veces la Biblia no hace
ninguna distinción entre sueños y visiones usando ambos términos para describir la
misma experiencia (Dn 7:1-2). Un trance es una visión en la que perdemos el uso
de nuestros sentidos físicos. Ambos Pedro y Pablo cayeron en trances (Hch 10:10;
22:17). A pesar de que el Antiguo Testamento no usa la palabra “trance”, parece
que Balaam, Saulo, y Daniel los experimentaron (Un 24:4; 1 S 19:23-24; Dn 10:9).
Los trances no son comunes en la Biblia, pero los sueños y las visiones si lo son:
“Él nos habla de muchas maneras, pero nosotros nunca entendemos.
Nos habla en sueños, en visiones nocturnas, cuando el sueño nos vence y
nos dormimos; entonces nos habla al oído, y nos indica lo que debemos
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hacer, para que nos apartemos del mal y dejemos de lado la soberbia; para
que nos libremos de la tumba o de sufrir una muerte violenta.” (Job 33:14-
18).
Esto se aplica al Nuevo Testamento también, en donde los sueños y visiones
ocurren con frecuencia. El último libro del Nuevo Testamento, por ejemplo, es una
visión profética extensa.
De acuerdo a la Biblia, se supone que los sueños y visiones son una parte
normal de la vida de la iglesia, y aunque Dios le habla a mucha gente en sueños y
visiones, Él lo hace con más frecuencia a sus profetas (Nm 12:6). Debemos esperar
un aumento apreciable en el uso de Dios de esas experiencias de revelación:
“»Dios ha dicho: En los últimos días derramaré de mi Espíritu
sobre toda la humanidad. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; sus
jóvenes tendrán visiones y sus ancianos tendrán sueños. En esos días
derramaré de mi Espíritu sobre mis siervos y mis siervas, y también
profetizarán.” (Hch 2:17-18)
Algunos sueños y visiones proféticas pueden ser simples y fáciles de
entender. Otros son complejos y llenos de simbolismo. Dios puede usar una visión
para llevar a un profeta a algún lado, como cuando Isaías fue tomado al cielo para
recibir su comisión (Is 6:1). De igual forma Juan fue tomado al cielo y se le mostraron
los últimos días (Apocalipsis)
Esas experiencias son tan reales que el profeta puede no saber si él está en
su cuerpo o en una visión. Cuando Pablo fue llevado al tercer cielo, no pudo saber
si su viaje fue físico o espiritual (2 Co 12:3). Ezequiel fue “levantado en el Espíritu”
y transportado a lugares donde pudo ver pecados secretos (Ez 8:3). Yo conozco
varios profetas del día de hoy que han tenido experiencias similares, y algunos que
las tienen regularmente.
¿Por qué Dios le habla a Su pueblo, especialmente a Sus profetas, en
lenguaje de visiones? ¿Por qué no se sienta con ellos cómodamente con una taza
de café y les pone el mensaje en sus mentes?
Porque nosotros somos algo más que solo una mente. También somos
espíritu y carne. Y tenemos emociones que afectan poderosamente nuestro
comportamiento. Algunas veces una imagen vale lo mismo que mil palabas. Cuando
nosotros podamos ignorar una advertencia desgastada, un sueño gráfico puede
sacudirnos de un estado complaciente. O una visión de un gozo futuro puede
ocasionar que soportemos una dificultad presente, mucho después de que
hubiéramos olvidado una promesa prosaica.
También vivimos en un mundo que está lleno de misterio y de otros seres
espirituales muy diferentes de nosotros. Y aun cuando fuimos creados a imagen de
Dios, teniendo cierta semejanza con Él, Él es infinitamente más diferente que
semejante a nosotros (Is 55:8-9). Existen reinos de verdades y experiencias que
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El mundo natural.
Vellones.
Dios algunas veces habla a través de vellones (Jue 6:36-40). Para confirmar
la voluntad de Dios, Gedeón extendió su vellón de lana en el suelo y le pidió a Dios
primero que lo mojara y luego que lo secara. Yo pienso que puede ser apropiado
extender un vellón metafórico cuando tenemos que hacer una decisión,
especialmente cuando hemos llegado a un callejón sin salida. Hemos orado, y
esperado, pero aún no tenemos certeza. En esos casos, podemos pedir a Dios una
señal definida de Su dirección.
Tengo tres advertencias sobre este método de probar la voluntad de Dios.
Primero: asegúrese que el vellón es sobrenatural y que no puede ser
manipulado por nadie relacionado con la decisión.
Segundo: Use los vellones escasamente como un último recurso. El uso
excesivo de vellones indica un concepto de Dios que lo hace más como el genio de
la lámpara de Aladino, que como un Dios soberano todopoderoso. Si caemos en
ese concepto de Él, nos llevará a una pérdida de intimidad con Él.
Tercero: Recuerde que los vellones son una forma inferior y menos personal
de revelación. Cuando usamos un vellón, estamos confesando o que Dios no nos
ha hablado, o que no pudimos escucharlo con nuestros corazones, o que lo que nos
dijo no nos ha dado confianza para actuar.
30
Una mujer enferma tocó el borde del manto de Jesús, pero Jesús no sintió el
toque. En lugar de eso, Él sintió que poder sanador estaba saliendo de su cuerpo y
entrando en el de la señora. El sintió la sensación, así que se detuvo para buscar a
la señora porque Él quería que ella supiera que fue su fe en Él, no el poder de su
manto, lo que la había sanado (Lc 8:45-46).
El día de hoy no es raro que Dios hable a los profetas a través de señales
corporales. Un profeta que conozco siente un escalofrío físico en su cuerpo cuando
está en la presencia de una víctima de SIDA. Algunas veces cuando estoy hablando
a un grupo, siento un dolor que no es mío. Eso me ayuda a identificar gente que el
Señor quiere sanar. Tan pronto como le pido a la gente con ese dolor que pase al
frente para ser sanada, el dolor que yo siento desparece.
Las manifestaciones físicas siempre han sido un tema controversial en la
iglesia. Están sujetas al abuso y la falsificación. Gente que las tiene puede sentirse
superior a los otros. Gente que no las experimenta puede pensar que los que si las
experimentan son inestables. Pero esas no son buenas razones para rechazar las
señales. Cualquier cosa buena puede ser abusada o falsificada.
Recuerde, somos más que nuestras mentes. Nuestros cuerpos
constantemente nos están diciendo cosas: cuando descansar, cuando comer,
cuando ver a un médico, y muchas más. Regularmente usamos nuestros cuerpos
en lugar de palabras para comunicar amor, disgusto, apatía y muchas otras cosas
unos a otros. Si ese es el caso, ¿Por qué pensaríamos que es tan extraño si Dios
usa nuestros cuerpos para comunicarse con nosotros?
Si sientes señales físicas en tu cuerpo, aprende lo que significan. No abuses
de ellas, y no hagas gran cosa de ellas.
Los creyentes bíblicos no tienen dificultad en creer que los profetas bíblicos
podían ver cosas con sus ojos espirituales y escuchar cosas con sus oídos
espirituales. Las visiones no se ven con los ojos naturales, y la voz interna audible
no se escucha con nuestros oídos naturales. Pero ¿Qué hay de los sentidos del
gusto, tacto y olfato? Tienen ellos correspondencia espiritual también? Aun cuando
no hay mucha evidencia bíblica para el gusto, tacto y olfato espirituales, hay tres
líneas de evidencia argumentando que Dios habla a través de esos sentidos
también.
Primero, por analogía deberíamos esperar que Él lo hiciera. Si Él nos habla
por la vista y el oído espirituales, deberíamos esperar que Él transformara los otros
tres sentidos también, a menos que exista una razón convincente de porque no
debería hacerlo.
31
Segundo, los profetas principiantes así como los profetas maduros están
recibiendo mensajes el día de hoy a través de los sentidos espirituales del gusto, el
tacto y el olfato. Una señora que conozco frecuentemente “huele” las víctimas de
incesto. Cuando una víctima de abuso camina cerca de ella en la iglesia, o en una
fiesta, ella a menudo huele algo como azufre. Ella entonces ora por un tiempo
apropiado para ministrar a la persona lastimada.
Tercero, el diablo puede usar todos los cinco sentidos, también. Yo he estado
en presencia del toque, olor y sabor demoniacos cuando hemos estado echando
fuera demonios de la gente. El diablo no es un creador, sino un copiador y
falsificador de las obras y los métodos de Dios. La copia de lo que es falso supone
la existencia de lo que es real. (Más tarde discutiremos como protegernos a nosotros
mismos de la revelación falsa.)
Debido a que es el santo amor del Padre lo que está detrás de toda
revelación, enviándola, protegiéndola e interpretándola, nosotros debemos
sumergirnos en ese amor. Porque Dios confiará sus secretos y los secretos de otros
a aquellos que lo aman a Él y a todo lo que Él ha creado.
33
“Te vas a morir antes de tiempo.” Eso es lo que la voz le dijo a ella, y se lo
había estado diciendo durante un largo tiempo. Yo también “escuché” esa voz
cuando miré a la sección de la audiencia en la cual ella estaba sentada. ¿Pero de
quién era esa voz? ¿Era Dios tratando de prepararla para una muerte prematura?
¿Era la culpa surgiendo de la oscuridad de sus pecados secretos? ¿Era su madre
hablándole desde la tumba sobre una muerte prematura? ¿O era la voz de las
mismas tinieblas: sin poder para tomar la vida, pero experta en profanar la vida? La
voz tenía poder sobre ella porque ella creyó que le estaba diciendo la verdad. Yo
creí que la voz estaba mintiendo.
Apunté a esa sección y dije “Alguien sentado por allá cree que va a morir
prematuramente, pero no es cierto. ¿Podría por favor levantar su mano? Queremos
orar por usted”. Resultó que ella no era la única persona en la audiencia, esa noche,
que había estado escuchando esa voz. Para algunos era solo un pensamiento
ocasional. Para otros era un pensamiento persistente. Para otros era incluso una
certeza. Yo supe que no era Dios advirtiéndolos de una muerte temprana, y yo supe
que el poder que esta voz tenía sobre ellos se suponía que iba a terminar esa noche.
¿Pero cómo lo supe? ¿Cómo sabes cuándo es Dios hablando en tu espíritu o es
una voz completamente diferente la que está hablando en tu espíritu?
Primero. La Biblia.
El mundo se va a terminar todo el mundo sabe eso. Pero cuando va a suceder
es materia de no poco debate teológico y científico. Alguien, usando cálculos
matemáticos basados en la Biblia, predijo que el rapto ocurriría en septiembre de
1988. Él consiguió un número significativo de seguidores a pesar de que Jesucristo
dijo “Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el
cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.” (Mt 24:36).
La proximidad del año 2000 también llevó a algunos a predecir una fecha
exacta para la segunda venida. Un maestro bien conocido usó los valores numéricos
de las letras hebreas en combinación con el hecho de que muchos programas viejos
de computadoras usaban 9999 como un comando de salida, para sugerir que el
34
Segundo. Su Carácter.
Aquí está el resto de la historia de la señora que les platiqué al inicio de este
capítulo. Durante 12 años ella despertó todos los días pensando que ella iba a morir
ese día. Nunca se le ocurrió a ella que la voz que le decía esto era la voz de un
mentiroso consumado.
Me la encontré a ella en una conferencia en otro país. Mientras yo estaba
hablando, tuve la impresión de que ciertos individuos en la audiencia sintieron que
iban a morir prematuramente. Ella fue una de las señoras que pasó al frente para
recibir oración.
35
Ella tenía pelo rojo y tenía entre 30 y 40 años. Ella se veía como si debiera
estar disfrutando de la vida, pero en cambio solo estaba soportando la vida.
“¿Usted cree que va a morir prematuramente?” le pregunté a ella.
“Sí. Eso es lo que yo creo que Dios me está diciendo a mí”
“¿Usted piensa que sus hijos también van a morir prematuramente?”
“Sí” dijo ella cuando empezó a sollozar.
“Ese no es Dios hablándole a usted”, le dije.
“¿Cómo lo sabe?”
“¿Cómo la hace sentirse esa voz?”
“Sin esperanza”
“Por eso no puede ser Dios. Sus palabras traen esperanza, no
desesperación. ¿Durante cuánto tiempo le ha estado diciendo la voz que usted y
sus hijos van a morir pronto?”
“Doce años.”
“Esa es otra razón por la que sabemos que la voz está mintiendo. Doce años
no es pronto.”
Yo creo que esta señora fue liberada esa noche de esa voz atormentadora.
La voz amenazando una muerte prematura es una trampa común. Los cristianos
caen en ella todo el tiempo porque no hemos aprendido a reconocer el carácter de
la voz de Dios. No es que Él nunca le dice a la gente que están cercanos a la muerte;
Él le dijo al apóstol Pablo que el tiempo de su partida había llegado “Yo estoy ya a
punto de ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.” (2 Ti 4:6). Pero las
palabras produjeron gozo y paz en él, no desesperación y terror. Dios reserva sus
palabras aterradoras para aquellos que se rebelan contra Él. Él habla palabras de
aliento a sus hijos débiles e inmaduros que puedan estar tropezando, pero que
están tropezando hacia Él.
Si leemos la Biblia con la iluminación del Espíritu Santo, aprenderemos a
reconocer el carácter de la voz de Dios. En la Escritura vemos que cuando Jesús
habla a Sus seguidores, Él no los condena, los regaña o se queja de ellos. Su voz
es tranquila, calmada y con autoridad. Aun sus advertencias y reprensiones traen
esperanza.
Si es realmente la sabiduría del Señor lo que está llegando a nosotros, debe
traer paz si nosotros escuchamos realmente (Stg 3:17; Fil 4:6-7; Jn 16:33). La voz
del diablo hace justo lo opuesto, nos acusa y nos condena, con el fin de robar
nuestra fe y esperanza (Ap 12:10). Las voces tienen diferentes caracteres. Aprenda
el carácter de cada voz que le habla a usted antes de que se la atribuya a Dios.
Tercero. Su Fruto.
¿Qué clase de fruto produce la voz interior cuando tú la sigues? Jesús dijo
que podemos distinguir la diferencia entre los profetas falsos y los verdaderos, por
el fruto de sus ministerios (Mt 7:15-23). De esta misma forma, si estamos siguiendo
36
la voz del Señor, veremos el fruto del Espíritu en nuestras propias vidas, aun si la
gente rechaza nuestro ministerio.
Pon atención a los resultados de las diferentes voces que tú sigues. Guarda
registros de ellas. ¿Qué sucede cuando sigues la voz del odio, la voz que dice, Dios
juzgará a tu oponente? ¿Qué sucede cuando sigues la voz de la codicia, la voz que
dice tienes que obtenerlo ahora? ¿Qué pasa cuando sigues la voz del temor, la voz
que dice no puedes hacerlo?
Si estamos siguiendo la voz de Dios, podemos esperar experimentar el fruto
del Espíritu, especialmente la paz (Fil 4:9).
Cuarto. Su Diferencia.
Hay dos versículos en la Biblia que no han sido creídos por los creyentes de
la Biblia en todas las épocas. Aquellos que fallan en creer esos versículos también
pueden fallar en escuchar mucho de lo que Dios les está diciendo. Me estoy
refiriendo a Isaías 55:8-9 “Porque mis pensamientos no son los pensamientos de
ustedes, ni son sus caminos mis caminos, ha dicho el Señor. Así como los cielos
son más altos que la tierra, así también mis caminos y mis pensamientos son más
altos que los caminos y pensamientos de ustedes.”
La mayoría de nosotros los cristianos diríamos que estamos de acuerdo con
esto, pero la manera en que estamos de acuerdo es esta “Es cierto, Señor, ellos no
piensan como nosotros, ¿verdad?”. La verdad es que lo creemos para alguien más.
Tendemos a pensar que es la otra persona la que no entiende los caminos del
Señor.
Si los pensamientos y actos de Dios difieren enormemente de los nuestros,
dos hechos indiscutibles siguen. Primero, las cosas más importantes en la vida solo
pueden entenderse por revelación de Dios. El intelecto humano, no importa que tan
brillante sea, no puede penetrar los caminos de Dios. Segundo, cuando la revelación
de Dios llega, puede parecernos equivocada al principio.
Cuando Jesús les dijo a sus discípulos que Él debía ser crucificado y
resucitado al tercer día, Pedro dijo “¡Nunca, Señor!” Pedro estaba diciendo que este
era un mal plan. Era lo opuesto de lo que debía pasar. No importaba cuantas veces
Jesús les dijera a sus discípulos acerca de la cruz, ellos no podían entenderlo o
aceptarlo. Si sus mejores amigos no podían entender Su cruz, ¿Qué nos queda al
resto del mundo?
Los griegos y los romanos pensaron que el mensaje de la cruz era absurdo.
La crucifixión estaba reservada para los peores criminales; era ilegal crucificar a una
ciudadano romano sin importar el crimen cometido. No había ningún ejemplo en la
mitología griega, ni en la romana, de un dios crucificado. Un Dios crucificado era
una contradicción de términos. ¿Qué Dios podría someterse nunca a tal
humillación? Los judíos no podían aceptar el mensaje de la cruz, porque alguien
37
El Corazón Humilde.
¿Qué es Humildad?
39
Convirtiéndose en Humilde.
sentido. Dios podría prevenir todo nuestro dolor si Él escogiera hacerlo, pero en
lugar de eso Él escoge usar nuestro dolor, dándonos la oportunidad de llegar a ser
humildes. El dolor no produce humildad automáticamente; en algunas personas el
dolor produce amargura. Pero nadie llega a ser humilde si el dolor no hace su
trabajo. A menudo ese dolor toma la forma de experiencias en el desierto.
La humildad casi siempre se adquiere en el desierto. Moisés, David, Juan el
Bautista y Jesucristo, todos tuvieron un tiempo de entrenamiento en el desierto. De
la misma forma, todo el que es usado grandemente por el Señor, es llevado al
“desierto” para obtener humildad. Dios incluso envió una nación entera por 40 años
al desierto, para hacerlos humildes, para traerlos a una posición de dependencia
infantil y de agradecimiento (Dt 8:1).
El desierto es necesario porque ningún ser humano tiene el carácter para
soportar éxito continuo. Jesucristo tuvo el carácter, pero Su Padre no lo hizo la
excepción de la regla. Necesitamos fracaso, dolor, y resequedad para quebrar el
poder de nuestro orgullo. En esta vida, no existe cura para nuestro orgullo. Se nos
ofrece un respiro diario basado en la calidad de nuestro andar diario con Jesucristo.
El desierto es uno de esos lugares en donde descubrimos nuestra absoluta
necesidad de ese caminar.
El ministerio profético algunas veces es espectacular. Los profetas pueden
deslumbrar una audiencia, incluso a una nación entera. Debido a eso, es fácil para
los profetas inflarse de orgullo. El desierto es la cura tanto para el orgullo personal
como el profético. Entre mayor sea el don profético, mayor y más severo será el
tiempo en el desierto. Vea el desierto con buenos ojos. Significa que el don de la
humildad está siendo impartido, y que la promoción o la restauración vienen en
camino.
Jesús dijo que nadie en la tierra fue mayor que Juan el Bautista (Mt 11:11).
¿Por qué? Porque nadie abrazó la humildad como Juan. No fue solo que Juan
empezó en humildad, pequeño a sus propios ojos cuando miró a Jesucristo; el
abrazó la humildad incluso cuando significó que su ministerio disminuiría en la
presencia de Jesucristo. Él dijo de Jesucristo “Es necesario que él crezca, y que yo
decrezca.” (Jn 3:30). Él supo, en la cúspide de su popularidad, que la llegada de
Jesucristo significaba el fin del ministerio del precursor. Otros se habrían sentido
ofendidos con la pérdida de su ministerio, pero a Juan le pareció correcto. ¿En
donde aprendió a responder con tanta humildad? En el desierto.
El desierto representa ese tiempo en nuestras vidas cuando parecemos
improductivos y Dios parece muy lejano. Y si eso no fuera suficiente, una prueba
mayor o una tentación se nos arroja en el desierto. El dolor del desierto es donde
aprendemos que aparte de Cristo nada podemos hacer.
Una segunda cosa que ayuda a crecer en humildad es estar con gente
humilde. Es una ley de la naturaleza humana que llegamos a ser como nuestros
amigos (Pr 13:20), y esto puede ser un problema, especialmente para los hombres.
42
Presión sanguínea.
sanguínea de modo que pudimos orar por él. Segundo, el Señor me mostró porque
hice el error de modo que pudiera aprender de él. Tercero, puesto que estoy
escribiendo acerca de él ahora, tú y otros se pueden beneficiar de mi fracaso. Cuarto,
había algo que yo necesitaba perder. La vergüenza que sufrí fue un pequeño precio a
pagar por esa pérdida, la cual compartiré con ustedes mas tarde.
La cosa maravillosa que yo saqué de esta pequeña falla fue que cuando
estamos dispuestos a arriesgarnos y parecer tontos para el Señor, Su misericordia
redime aun nuestros errores y nos hace mejores.
¿Qué me llevó a cometer ese error? Realmente, hubo dos errores. Nadie vio el
primero, ni siquiera yo, porque ocurrió en una parte escondida de mi corazón. El primer
error produjo el que la audiencia vio, una falla simple en mis métodos, que era mucho
más fácil de corregir que el error que había hecho en mi corazón.
El error en mi método fue este: Fallé en distinguir entre revelación (lo que se
dice), interpretación (lo que significa) y aplicación (que hacemos con ello). Esos tres
factores están involucrados cada vez que Dios nos habla.
La revelación es el mensaje de Dios. El mensaje puede venir a través de la
Biblia, un sueño, una impresión, o de otras formas. Si la revelación es de Dios,
entonces debe ser verdadera, porque Dios no puede mentir (He 6:18). Sin embargo,
podemos tener una revelación verdadera y darle una interpretación equivocada.
Todavía podemos tener una revelación verdadera, una interpretación correcta y una
aplicación equivocada. Tenemos que estar correctos en las tres etapas si el mensaje
del Señor va a ser de beneficio para alguien.
Yo escuché las palabras “presión sanguínea” en mi mente cuando miré a la
mujer. La revelación era verdadera, pero mi interpretación era falsa. Yo
inmediatamente salté a la conclusión de que la revelación debía significar alta presión
sanguínea. Después de todo, alta presión sanguínea es mucho más común que baja
presión sanguínea. La otra suposición que yo hice fue que la revelación se refería a
la mujer que estaba viendo cuando la palabra vino a mi mente. Llamándola a ella
públicamente (la aplicación), aseguró mi vergüenza.
Aquí está lo que debería haber hecho: debería haber preguntado al Señor que
significaba la palabra acerca de la presión sanguínea y como se aplicaba a esta
señora. Suponga que yo hubiera hecho eso, pero el Señor no me hubiera contestado.
Entones yo podría haberle pedido a la señora que me ayudara con la interpretación.
Podría haber dicho “Cuando estaba viéndola las palabras “presión sanguínea” vinieron
a mi mente. ¿Significan algo para usted esas palabras?” Si hubiera hecho esto, ella
hubiera dicho “Oh Dios, ciertamente significan algo. ¡Mi esposo tiene baja presión
sanguínea, e incluso de desmaya por eso!”
45
Aun gente profética con experiencia puede aplicar mal la revelación. El profeta
Agabo escuchó decir al Espíritu Santo que cuando Pablo fuera a Jerusalén sería
puesto en prisión. Los compañeros de Pablo, incluyendo a Lucas y tal vez a Agabo,
le insistieron que no fuera. Pero Pablo fue de todas maneras (Hch 21:10-14). La
revelación era verdadera. Pero Pablo y sus compañeros llegaron a dos aplicaciones
contradictorias de la revelación. Una de ellas tenía que estar equivocada.
Una práctica útil consiste en distinguir entre la revelación, la interpretación y la
aplicación.
Escríbelo.
más íntima con Él. Debido a la intimidad de nuestra relación, yo le hablo a Él con
frecuencia durante el día, y Él a mí. Lo que he descubierto es que Él no es tan
predecible como yo me imaginaba. Y ese descubrimiento ha hecho la vida con Él
mucho más interesante.
Siempre llevo papel, pluma y algunas veces una pequeña grabadora a
dondequiera que vaya, y también los tengo cerca de mi cama. Si despierto a las 3:00
AM al final de un sueño vívido, lo escribo. Si me llega una percepción mientras voy
manejando, puedo usar la grabadora para capturarla. Dios a menudo nos habla
durante nuestras mundanas actividades diarias. Cuando Él lo hace necesitamos
deteneros y escribirlo. Este hábito nos va a ayudar a meditar en lo que Él nos dice.
Algunas veces Él nos va a mostrar algo que no sucederá durante meses o incluso
años.
Tomen a María, por ejemplo. Cuando los pastores vinieron a decirle lo que los
ángeles habían dicho acerca de su bebé, ella “pero María guardaba todo esto en su
corazón, y meditaba acerca de ello.” (Lc 2:19). Cuando su niño de 12 años se alejó de
la caravana para pasar otros tres días en el templo, ella no entendió su enigmática
excusa, pero ella “guardaba todo esto en su corazón” Lc 2:51). Años más tarde,
cuando ella necesitó el tesoro para pasar por su dolor más grande, lo tenía escondido
con seguridad en su corazón, precisamente para ese día.
Si no escribimos la revelación, podemos perder la bendición que era para
nosotros y para otros. Podía incluso costarnos dinero, como me pasó a mí una vez.
Estaba en medio de una actividad sin importancia cuando de la nada me llegó
una impresión a la mente con respecto a unas acciones que tenía. La impresión era
que las acciones iban a aumentar su valor al triple, y cuando pasara, debería
venderlas. Yo estaba seguro que veía de Dios. No lo escribí, pero le platiqué a mi
esposa. Las acciones empezaron a subir hasta que su valor se triplicó. Yo no las
vendí. Y además, nadie piensa que sus acciones que están aumentando de valor van
a dejar de hacerlo. No vendí las acciones y poco tiempo después su valor regresó al
que tenía cuando recibí la impresión. Mi esposa me recordó de la impresión después
de que el valor de las acciones cayó. Ella también me recordó de practicar lo que
predico. Escríbelo.
pregunta todavía necesitaría una respuesta. En esa respuesta está la clave para
interpretar toda revelación.
Yo pienso que Dios omitió la palabra “baja” porque me estaba enseñando
humildad. Primero, Él me estaba enseñando que pidiera una interpretación, para que
aprendiera el hábito de humilde dependencia de Él para todo. Segundo, Él me dejó
sufrir un poco de vergüenza sana. Permíteme explicarte porque la vergüenza era
sana.
Cuando las palabras “presión sanguínea” vinieron a mi mente, yo experimenté
una oleada de alegría. Retrospectivamente, yo sé que parte de esa alegría fue la
delicia que siempre siento en la presencia de expresiones concretas de la
omnisciencia del Señor. Pero otra parte de la alegría vino de anticipar lo impresionada
que iba a estar la audiencia con mi conocimiento de la revelación. Había caído en una
trampa común.
“El conocimiento envanece” (1 Co 8:1). Nadie es inmune del orgullo del
conocimiento, ni el maestro con su habilidad de la minucia académica, ni el profeta
que ve los secretos de los corazones de otros. El conocimiento de cualquier forma
hace difícil para nosotros escapar de estar impresionados con nosotros mismos y de
escapar de la alegría de impresionar a otros. Esto no le impresiona al Único que sabe
todas las cosas. Él en cambio espera que nosotros usemos el conocimiento que Él
nos da, de una forma diferente: para impresionar a la gente con Su Hijo. Para
ayudarnos a morir al placer de la auto-exaltación, Él ocasionalmente reemplaza el
placer con la vergüenza.
En mi caso, la vergüenza me hizo voltear al Señor para una explicación del
error. Eventualmente lo reconocí por lo que era: un recordatorio amable de no
impresionarle conmigo mismo cuando el Espíritu Santo me muestra los secretos de
Sus hijos. La vergüenza que el Señor diseñó no fue una señal de Su irritación, sino de
Su amor y de Su compromiso de desarrollar humildad en mí.
Más tarde vamos a regresar a la cualidad refinadora de la vergüenza, pero
ahora déjenme notar que no la van a encontrar a la vergüenza discutida en la literatura
que trata de la ciencia bíblica de la interpretación. Hay una razón importante para esa
omisión.
La mayoría de los libros que he leído sobre interpretación bíblica te llevan a
creer que la clave para entender está en tu mente. Los mejores intérpretes conocen
los lenguajes originales y los antecedentes históricos de la Biblia. Ellos entienden la
estructura literaria, la teología sistemática, y muchas otras cosas. En resumen, esos
académicos son la élite intelectual. Por supuesto, nadie admite encontrarse en esa
posición, pero ellos lo demuestran por lo que no dicen así como por su énfasis en la
mente como la clave para entender la revelación de Dios.
Por favor no me malentiendan: no estoy denigrando los estudios académicos,
pueden ser una gran bendición. Cada vez que uso una concordancia, un gran
48
Obedecer.
Los líderes religiosos no creyeron que Jesús estaba hablando las palabras de
Dios, así que Él les dio una forma de discernir el origen del mensaje “El que quiera
hacer la voluntad de Dios, sabrá si la enseñanza es de Dios, o si yo hablo por mi propia
cuenta.” (Jn 7:17)
La gente humilde quiere obedecer a Dios aun cuando la obediencia es
dolorosa. Nuestra disposición de hacer cualquier cosa que Él nos diga, lo anima a Él
a hablarnos y a capacitarnos para reconocer y entender Su voz. ¿Por qué razón iba a
querer Dios hablarnos si Él sabe que no tenemos intención de obedecerle?
49
Y Orar.
La gente humilde ora. Orar es una de las cosas más prácticas que podemos
hacer tanto para recibir revelación como para entenderla. Dios le dijo a Jeremías
“Clama a mí, y yo te responderé; te daré a conocer cosas grandes y maravillosas que
tú no conoces.” (Jer 33:3). ¿Cuánta revelación perdemos simplemente porque no le
pedimos a Dios que nos diga las “cosas grandes y maravillosas”? ¿Cuánta revelación
no somos capaces de entender porque no le pedimos a Dios que nos revele su
significado?
50
“Jesús les dijo: «De cierto, de cierto les digo: Si no comen la carne del Hijo del
Hombre, y beben su sangre, no tienen vida en ustedes.” (Jn 6:53). ¿Por qué usaría un
simbolismo tan extraño? La multitud de discípulos que lo seguían no lo apreciaron y
dejaron de seguirlo. Causó que se quejaran “Al escucharlo, muchos de sus discípulos
exclamaron: «Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién puede aceptarla?»” (Jn 6:60). Y
eso causó que muchos dejaran de seguirlo.
¿Pero para empezar, porque lo estaban siguiendo? Jesús dijo que lo estaban
siguiendo por la comida “ustedes no me buscan por haber visto señales, sino porque
comieron el pan y quedaron satisfechos” (Jn 6:26). Y esa es la gran tentación de la
gente religiosa, usar a Dios en lugar de amarlo a Él, seguirlo a Él por lo que Él puede
hacer por nosotros, en lugar de por quién es Él. Los paganos iban tras los ídolos por
la misma razón. Jesús estaba feliz de proveer comida para Sus seguidores, pero Él
quería que ellos supieran que Él era más que un proveedor de comestibles.
Jesús transformó su deseo de comida física en una de sus metáforas más
impactantes. Él le estaba diciendo a la multitud que lo estaban siguiendo por muy
poca cosa. Él no era solo el sustento de la vida física, sino la fuente de vida eterna.
La metáfora tenía el propósito de impactarlos, para que buscaran más allá de la
superficie del milagro de los panes y los peces.
Jesús les advirtió que sus palabras no eran literales “El espíritu es el que da
vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo les he hablado son espíritu
y son vida.” (Jn 6:63). Si solo se hubieran quedado un tiempo más largo con Jesús,
habrían aprendido que Él acostumbraba decir cosas muy duras para frustrar los
motivos impuros de cualquiera que tratara de estar cerca de él. Pero ellos no pudieron
soportar la frustración. Dejaron el Pan del Cielo para buscar una comida más terrenal.
Cuando Jesús trató de decirle a Sus seguidores que Él era la comida real, “el
pan que descendió del cielo”, los líderes judíos al margen de la multitud, que lo
escucharon, se ofendieron. El liderazgo judío había caído en la otra gran tentación de
la gente religiosa: servir a Dios solamente a través del intelecto humano, la disciplina,
y las tradiciones. Esto le ofendió tanto al Señor, que Él ofendió su entendimiento. Él
usó un dicho duro para ocultar la clave de la vida a los líderes judíos.
El Señor esconde su sabiduría en el Espíritu Santo, de modo que los
intelectuales y orgullosos religiosos, no puedan encontrarla con sus talentos naturales.
Los que están comprometidos a vivir por el poder de sus propios intelectos, no pueden
vivir con esa ofensa a sus mentes.
Los 12 discípulos estaban igual de despistados, pero no estaban ofendidos.
Ellos creyeron que Jesús tenía un propósito al usar ese lenguaje impactante, y se
quedaron cerca de Él para aprender lo que realmente Él quiso decir.
Para resumir, entonces, el lenguaje simbólico esconde la verdad de los
orgullosos, revela las verdades más profundas a los humildes, y nos desconcierta
52
totalmente cuando somos tentados a usar a Dios en lugar de amarlo. También hace
algo más, impacta nuestras emociones. Esto es especialmente cierto de los sueños y
las visiones, las cuales a menudo son simbólicas en lugar de literales. Las
advertencias prosaicas pueden ser ignoradas fácilmente, pero los símbolos de los
sueños y as visiones pueden asustar y sacar de nuestro letargo (Job 33:15-18). Yo sé
que nosotros los predicadores siempre estamos diciéndole a todos que no vivan por
sus sentimientos, pero nuestras exhortaciones nunca van a cambiar el hecho de que
nuestros sentimientos influyen en gran manera sobre nosotros. Debido a que lo hace,
Dios usa imágenes y símbolos para intensificar nuestros sentimientos.
No todas las advertencias de Dios nos asustan. Algunas veces nos muestran
nuestro futuro, un futuro brillante que estamos en peligro de perder. Ese fue el caso
de un joven de nuestra iglesia que estaba coqueteando con la inmoralidad sexual. De
hecho estaba coqueteando con él en la forma de varias mujeres inmorales que lo
estaban persiguiendo. Yo no fui el único líder de advertirlo de ello. Pero las
advertencias no llegaron su corazón. Ahora era el turno de Dios de proveer un
enfoque más directo. Un sueño.
El sueño mostró al joven casado y en la sala de partos con su bella esposa. Un
bello hijo había nacido y se le colocó en los brazos. Su familia se reunió alrededor de
él. Él fue abrumado con amor y explotaba de alegría. Cuando despertó, la escena
persistió y también lo hizo la alegría, y él entendió.
Dios le había mostrado el futuro, su futuro. Un matrimonio hecho en el cielo lo
estaba esperando. Ahora la importancia de sus acciones presentes pesó fuertemente
sobre él. Él entendió que las mujeres que lo estaban persiguiendo podrían robar lo
que había visto, y se apartó de ellas.
Este sueño, aunque era profético, no fue en realidad simbólico, y era por tanto
fácil de interpretar. ¿Pero qué pasa con los símbolos difíciles de los sueños y visiones?
¿Cómo los interpretamos?
desastre grande. El sueño puede ser una advertencia para orar por los líderes del
ministerio.
Nuestros pensamientos y sentimientos acerca del símbolo son importantes
también, porque Dios escoge símbolos particulares debido a su potencial de
comunicarse con nosotros. Si vivimos en lugar remoto en donde nadie tiene ningún
conocimiento de aviones, no es probable que Él los use cómo símbolos para transmitir
Su verdad.
Otro consejo práctico para entender sueños y visiones es poner atención a
cualquier detalle que sobresale. Ese detalle es usualmente una pista importante para
el significado de la revelación. Pero no trates de sacar un significado de cada detalle
como un símbolo. El contexto del sueño o la visión determinará cuales detalles son
relevantes.
A lo largo de los años, conforme atesoras los sueños y visiones que te da el
Señor, puedes encontrar que has adquirido tu propio vocabulario especializado de
sueños.
Ninguna de las guías anteriores para interpretar símbolos debe verse como que
minimiza o contradice la necesidad de la oración. Cuando queremos entender una
comunicación de Dios, tanto de un texto de la Escritura o de un sueño, debemos orar,
consultar a otros que tienen sabiduría en esta área, y hacer uso de los recursos
académicos a nuestra disposición. Pero queremos estar seguros de que nuestra
máxima confianza está puesta en la bondad del Señor que hace Sus revelaciones
claras, en lugar de nuestras capacidades intelectuales para descifrarlos.
He empleado mucho espacio con los significados simbólicos porque el error
más común en la interpretación de sueños y visiones es tomar literalmente algo que
tenía intención de ser tomado simbólicamente. Por ejemplo, los ataques al corazón en
los sueños y visiones a menudo representan ataques espirituales al corazón, en lugar
de ser advertencias acerca de un paro cardíaco físico. Las sillas de ruedas con
frecuencia representan parálisis espiritual. Un líder que tú conoces aparece en un
programa nacional famoso de televisión en tu sueño; esto puede significar que el
ministerio que él representa va a ser expuesto a nivel nacional, no que el líder vaya
realmente a salir en televisión. No hay reglas rígidas para distinguir lo literal de lo
simbólico, o para descifrar símbolos automáticamente. El discernimiento se adquiere
en oración a lo largo del tiempo y con la práctica.
Otro consejo: la mayor parte del tiempo, los eventos negativos en los sueños y
visiones, son advertencias, no eventos declarados (Job 33:13-18). El sueño puede
advertirnos lo que va a pasar si no nos arrepentimos de una cierta actitud o
comportamiento. O tal vez no estemos haciendo nada mal. Tal vez el diablo ha
planeado un ataque especial contra nosotros, y el sueño negativo es un estímulo para
orar que esa calamidad no suceda. Esta es la forma en que yo trato todos los sueños
negativos, a menos que el Señor me indique otra cosa.
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Sueños tormentosos.
“Ella estaba siendo disparada repetidamente con una ametralladora. Ella sentía
como cada bala se metía dentro de su carne, pero ella no podía caerse. La fuerza de
los disparos mantenía su cuerpo de pie. Y ella no se podía morir, así que las balas
solo continuaban desgarrando su cuerpo.”
Este fue uno de los sueños que despertó a Leesa poco después de que empezó
a tener sueños proféticos. Toda la gente con dones proféticos que yo conozco está
sujeta a sueños tormentosos, que solo parecen ser revelaciones. Ellos dicen una
historia real y coherente, pero es una mala historia, usualmente es la cosa que el
profeta más teme. Si una profetisa está sintiendo que está perdiendo su belleza, puede
tener un sueño acerca de su esposo siendo atraído hacia otra mujer. El sueño será
tan real que ella experimentará la desesperación del abandono. Ella puede incluso
despertar a su esposo muy enojada. Algunas veces el diablo es la fuente de esos
sueños. Él es un maestro engañador e imitará las formas en que Dios habla (Vea el
capítulo 8 para más sobre esto.
¿Cómo podemos saber la diferencia entre un verdadero sueño de advertencia
y un sueño tormentoso?
Primero: debemos ver si existe alguna conexión entre el sueño y los que estábamos
haciendo justo antes de irnos a dormir.
Segundo: ¿Refleja el sueño algo por lo que frecuentemente te preocupas o le temes?
El miedo y las preocupaciones son puertos de entrada para el engaño demoniaco.
Tercero: ¿El sueño nos quita la esperanza, haciéndonos sentir que ni la oración ni el
arrepentimiento nos van a ayudar? La desesperación y la condenación son señales
de la revelación del enemigo. Si consistentemente le pedimos al Señor que nos
muestre la diferencia entre Sus sueños y los de nuestra carne o del enemigo,
aprenderemos a discernir cual es la fuente.
Cuando Leesa empezó a tener sueños proféticos, casi cada tercera noche tuvo
un sueño atormentador. Aguantamos esto durante seis semanas antes de que
recapacitáramos. Oramos todas las noches antes de acostarnos, pidiéndole a Dios
que mantuviera al diablo apartado de invadir sus sueños. La invasión se detuvo.
Ocasionalmente ella es visitada por un sueño atormentador, pero eso es parte del
precio de ser profético.
Los profetas no viven en un mundo ordenado. Se mueven en reinos donde hay
ángeles y demonios, en donde lo falso se entremezcla con lo real. La confusión y la
ambigüedad son sus frecuentes compañeras.
Una visión fugaz o un sueño apenas recordado pueden tener la clave para el
rescate de alguien. De todos los dones, ninguno de ellos parece descansar sobre
experiencias tan endebles como la profecía. Ningún ministerio es tan difícil de
aprender. Es mucho más arte que ciencia. También puede ser el más valioso de todos
56
los dones. Es el único don espiritual que el apóstol Pablo señala y le urge a toda la
iglesia que lo busque (1 Co 14:1,39).
Sé paciente contigo mismo conforme aprendes a entender el lenguaje profético
del Espíritu Santo. La persistencia humilde es más importante que la inteligencia,
cuando se trata de descubrir lo que solo Dios puede revelar. Entendimiento es el
premio para aquellos “quienes debido a la práctica tienen sus sentidos entrenados
para discernir entre el bien y el mal” (He 5:14).
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No todos los locos están en los hospitales siquiátricos, algunos andan sueltos
imitando a los profetas. Y a menudo se salen con la suya porque algunos profetas
reales parecen estar en el límite de la cordura.
No solo estoy hablando de los profetas genuinos de hoy. sino también de los
bíblicos. Si Jeremías estuviera ministrando hoy, algunos miembros de la iglesia le
recomendarían Prozac y una consejería prolongada. Los profetas bíblicos
frecuentemente no solo parecían descontentos y enojados, sino que también hicieron
cosas extrañas. Jeremías compró un cinturón de lino caro, lo enterró y lo desenterró
después, afirmando que el cinturón arruinado era un mensaje a la nación. Oseas se
casó con una prostituta, no una de esas prostitutas tiernas con un corazón de oro
como en las películas, sino una prostituta descarada que tuvo bebés con otros
hombres. El profeta más culto de la Biblia, Isaías, anduvo desnudo durante tres años.
¿Qué clase de terapia les recomendaríamos que tomaran si quisieran ser miembros
de nuestra iglesia?
Ese comportamiento extraño de los profetas bíblicos, no nos preocupa el día
de hoy porque no son miembros de nuestra iglesia. Ellos están allá lejos en las páginas
de nuestras biblias. Y nos ayuda mucho el hecho de que la Biblia es el libro menos
leído en nuestras iglesias. Esto significa que muchos de nosotros no estamos
conscientes de las cosas extrañas que están en la Biblia.
Pero no es solamente nuestra ignorancia bíblica y su ausencia contemporánea,
lo que nos mantiene cómodos con los actos excéntricos de los profetas. Existe
también una razón teológica por la cual no nos causa problema sus conductas
absurdas. Lo que a final de cuentas acredita a los profetas de la Biblia es que Dios
estaba detrás de sus conductas extrañas.
Dios es quién les dijo a Jeremías, Oses, Isaías y compañía que hicieran esas
cosas peculiares. El hecho de que Dios le dijo a Isaías que anduviera desnudo, o le
dijo a Abraham que matara a su hijo, nos hace aceptar sin problema lo que hicieron.
Pero no deberíamos aceptar que Dios lo hiciera. La única forma de aceptarlo es
suponer que Dios ya no habla excepto en las páginas de la Biblia, o que Él ya ha
dejado esas formas extrañas. Pero tú probablemente no estarías leyendo este libro si
creyeras eso. Es mucho más probable que tú creas que Dios todavía habla el día de
hoy, y que Él puede incluso pedirte que hagas algo extraño. Esto puede muy bien ser
cierto. Pero si tú no eres humilde, sabio y cuidadoso, esas creencias pueden muy bien
meterte en problemas que Dios no tenía planeados para ti.
Megalomanía Profética.
una lluvia, y vio un gusano muerto en su camino. Él pensó que Dios le estaba hablando
acerca del gusano. Así que lo levantó, pensando que si oraba por él Dios lo traería de
regreso a la vida. El gusano no respondió. Impávido por su fracaso de revivir al
gusano, tuvo un nuevo pensamiento: Dios lo estaba dirigiendo a poner el gusano en
un sobre y dárselo a uno de los líderes de un movimiento cristiano prominente. Robert
no tuvo ninguna idea de porqué Dios quería que hiciera eso. Él no tenía autoridad ni
posición dentro de ese movimiento, pero él se sintió como un hombre en una misión
de Dios.
Cuando caminó dentro de las oficinas del ministerio, para entregar al gusano
muerto, no recibió una bienvenida muy calurosa. Él interpretó que esto significaba que
los subordinados que servían al líder estaban celosos de él y temerosos de que él
llegara a estar más cerca del líder que ellos. Si los subordinados estaban temerosos,
su temor mostró no tener ninguna base cuando el líder abrió el sobre. El líder hizo lo
correcto por el gusanito muerto y por el “profeta”. Le dio sepultura inmediata al gusano
en el cesto de basura. Entonces le dio las gracias a Robert y los despidió.
Robert estaba seguro de que su fracaso con el gusano se debió a los corazones
corruptos de los subordinados que habían permitido que un espíritu diabólico entrara
a las oficinas del ministerio. Él no podía aceptar que su extraño acto tuviera algo que
ver con su rechazo, (Después de todo, el regalo no solicitado de una gusano muerto
no estaba siquiera cerca del exhibicionismo de un profeta desnudo).
Le he dado seguimiento a la carrera de este joven por un poco de tiempo, y los
mismos patrones se repitieron. En lugar de aprender de los fracasos de su extraño
comportamiento, Roberto desarrolló una teología para justificarlo. Dios le “dijo” en
algún momento de su carrera que su ministerio sería rechazado. Armado con los
extraños incidentes de la Biblia y una promesa divina de rechazo, él siempre sería
capaz de justificar sus conductas antisociales y culpar a alguien más de sus fracasos
en el ministerio. Yo sé de al menos una ocasión cuando él alejó a una iglesia completa
de los dones del Espíritu, ayudándolos a despreciar el don de profecía en particular.
Esto es trágico, porque Robert no es un profeta. Él es una piedra de tropiezo
disfrazada de profeta. Varios líderes trataron de ayudarlo a ver esto, pero no fueron
capaces de convencerlo.
En el libro de Proverbios, el tonto es descrito como un megalómano que no
admite corrección (Pr 27:22). Si somos lo suficientemente tontos, siempre seremos
capaces de encontrar algo en la Biblia para justificar el comportamiento equivocado o
extraño o corrupción en nuestros corazones.
Afortunadamente, solo he encontrado en el ministerio profético, una o dos
personas tan extrañas como Robert. Sin embrago, su ejemplo es una advertencia.
Antes de que usemos a los profetas de la Biblia para justificar alguna acción no
ortodoxa de nuestra parte, debemos recordar que ellos tenían los más altos niveles
de discernimiento y carácter. Cuando Dios le ordenó a Abraham que sacrificara a
59
Isaac, o a Oseas que se casara con Gomer, el asunto no era si ellos estaban
discerniendo correctamente la voz de Dios. Ellos escucharon Su voz claramente. El
asunto era obediencia. Nosotros también debemos esperar escuchar así de claro la
voz de Dios antes de hacer algo extraño, especialmente cuando podríamos lastimar a
alguien.
Sin embargo, algunas veces el Señor hace cosas que parecen no ortodoxas o
extrañas. Pero existe una forma correcta y una forma equivocada de responder a esos
actos.
Glorificando lo Extraño.
Reproduciendo lo Extraño.
Culpa Falsa.
Esos fueron los cuatro factores que me persuadieron que concluyera que sus
emociones la habían estado guiando a aplicar el lodo, y no Dios. Y debido a que no
había una transgresión clara, ella no necesitaba sentirse culpable.
¿Qué debía haber hecho ella? Debía haberle pedido a Dios que le diera una
señal de que el impulso venía de Él y no de sus emociones. O ella podía haber incluido
a la señora ciega en la decisión diciendo “Tal vez pienses que estoy loca, no te culpo,
pero yo siento hacer como le hizo Jesús, hacer lodo con mi saliva y ponértela en los
ojos, que piensas tú? La señora ciega podría haber dicho “¡Claro que no!”, O ella
podría haber dicho “Bueno, no tengo nada que perder. Mis ojos ya no me sirven para
nada. Hagamos la prueba”. De esta manera ella estaría tratando a la señora ciega
como una persona y no como un experimento.
¿Has ido alguna vez a la iglesia un domingo y has escuchado al liderazgo decir
“A quién le gustaría dar el sermón esta mañana? ¿Por qué no has escuchado esto?
Porque todo el mundo sabe el gran desorden que esto traería a la iglesia. Sin
embargo, así es exactamente la forma como algunas iglesias practican la profecía.
Ellas tienen una pausa en el programa de dos a cinco minutos, después del servicio
de adoración cuando cualquiera puede “profetizar”.
En un servicio dominical en la noche, en una iglesia de unas 2000 personas,
durante la pausa programada yo escuché un hombre decir que ¡el evangelio era un
cuento de hadas! El pastor se paró y dijo “Nuestro evangelio o es un cuento de hadas”.
Todos aplaudieron. Más tarde, se me dijo que ese hombre tuvo un pase de fin de
semana de una institución mental. No se hizo ningún daño real, pero nadie fue
edificado o animado por sus palabras. Y ese es el problema con permitir a cualquiera
que profetice a la iglesia entera el domingo en la mañana, no es nada útil para toda la
iglesia. La mayoría de la gente que habla no está realmente profetizando, ni tiene la
autoridad para dirigirse a toda la iglesia. Yo he observado iglesias que tratan de hacer
el ministerio profético de esta forma por años y nunca he visto que edifique un
ministerio profético en la iglesia. Este método enseña a la gente a ignorar, o peor, a
despreciar el ministerio profético. ¿Por qué?
Nosotros no dejamos que cualquiera dé el sermón del domingo en la mañana.
Nuestras expectativas para el sermón son demasiado altas como para dejar a
cualquiera que dé un mensaje a la iglesia entera. El que nos enseña el domingo en la
mañana debe tener un cierto nivel de carácter y un cierto nivel de habilidad de
enseñanza. ¿Por qué no ponemos los mismos estándares para quienes profetizan a
toda la iglesia el domingo en la mañana? Levantemos la barra en lugar de bajarla.
Pablo sugiere cuando parece limitar el número de profetas a dos o tres quienes
pueden hablar en las reuniones (1 Co 14:29). El domingo en la mañana es el tiempo
63
alentadoras que le habían pasado a ella. Ella dijo que ni siquiera supo el nombre de
la joven que había profetizado sobre ella, pero que no importaba, porque ella supo
que fue Jesucristo quien había hablado. Así que en nuestra iglesia tenemos tres
expresiones de ministerio profético el domingo en la mañana. Dos o tres profetas se
dirigirán a toda la iglesia desde la tarima. Tenemos de seis a ocho personas que
pueden hacer esto bien, pero solo dos o tres lo hacen durante el servicio. En el
siguiente nivel, tenemos equipos de ministerio que oran por la gente al final de cada
servicio. Finalmente, varios de nuestra gente darán palabras proféticas uno a uno in
formalmente. Este procedimiento elimina algunos de las fallas que el ministerio
profético sin estructura permite, y también nos ayuda a ser más responsables por lo
que decimos.
Yo fallé en apreciar el poder de una palabra general que me había sido dada y
pensé como podría mejorarla haciéndola más específica. Yo estaba en realidad
agregándole a la revelación que había recibido. Algunas veces hacemos esto porque
pensamos que la gente valora más las palabras específicas que las generales, y por
supuesto, nosotros queremos que ellos valoren lo que decimos. Algunas veces somos
tentados a agregar unos pocos detalles específicos para que nosotros parezcamos
más poderosos. Pero no lo hagas. Si la palabra general es del Señor, tendrá poder.
Agregarle algo solo la diluirá o la arruinará.
“Lepra”. La palabra brotó en mi mente dela nada. ¿Pero que podría significar?
Yo estaba sentado en una mesa de conferencia con 20 cristianos. La mayoría eran
líderes de la iglesia, y algunos eran líderes de los campos de los negocios,
entretenimiento y medios de comunicación. Habíamos decidido terminar la reunión
orando unos por otros, cuando la palabra “lepra” captó mi atención. Le pregunté al
Señor que significaba y a quién se aplicaba, pero no recibí respuesta.
Yo estaba seguro que la palabra era del Señor. Había dos hombres de Israel
sentados en esa reunión, y mi mejor suposición era que se aplicaba a uno de ellos de
alguna forma. Pensé preguntarles, pero sentí un poco de duda en hacerlo. Después
de 10 minutos, le pregunté al grupo “¿La palabra “lepra” significa algo para alguno?”
Nadie dijo nada durante un minuto. Entonces un banquero que también era un
66
El mayor de los profeta dijo una vez “Bendice a quienes te maldicen” (Lc 6:28).
Los pocos que realmente hacen eso, son a los que se les confían los más grandes
secretos de Dios porque Dio sabe que ellos no van a usar esos secretos para
vengarse, sino como herramientas de amor y misericordia para reorganizar vidas
dañadas.
Si alguien vio un pecado en tu vida, ¿Qué te gustaría que hiciera? ¿Quisieras
que esa persona la dijera el domingo en la mañana delante de toda la iglesia? ¿Te
gustaría que esa persona les dijera a tus amigos lo que habían visto de ti? Eso lo haría
verse como un profeta poderoso a algunos, ¿Pero qué haría eso para ti?
Aquellos que quieren verse como grandes profetas siempre terminan
innecesariamente lastimando a otros. Los profetas reales no solo ven nuestros
secretos, también están llenos de misericordia. Ellos saben que Dios primero usa la
bondad, para llevarnos al arrepentimiento, y ellos siguen Su ejemplo (Ro 2:4). Los
profetas verdaderamente grandes tratan a la gente como les gustaría ser tratados a
ellos (Lc 6:31). Cuando ellos tienen una advertencia o una bendición para alguien,
ellos consideran como darla, de modo que logre el máximo beneficio para todos. Y
ellos no solo consideran la forma en la cual deben entregar el mensaje, sino también
el tiempo apropiado de su entrega también.
Nunca imparta una palabra profética a alguien, sin primero pedir y recibir
permiso del Señor. A menudo me preguntan “¿Cómo sabemos si tenemos el permiso
del Señor para dar la palabra?” La respuesta es, Él nos lo dirá si le preguntamos. ¿Por
qué nos daría Dios una revelación sin darnos instrucciones de cómo usarla? Si
tenemos la capacidad para recibir la revelación, también tenemos la capacidad para
escuchar que hacer con ella.
También necesitamos que el Señor nos muestre como aplicar la revelación,
tanto cómo necesitamos que nos dé la revelación y su interpretación. Las personas
son diferentes, y por lo tanto la misma verdad puede necesitarse ser aplicada en forma
diferente si va a ser de beneficio al que escucha. Una aplicación que innecesariamente
provocaría a una persona, podría ser correcta para otra. El Espíritu Santo debe
iluminar cada paso del proceso si es que vamos a ser alguna vez de bendición para
alguien.
Algunas veces el Señor no le da al profeta una interpretación o aplicación de
una revelación, pero aun así Él quiere que se imparta la revelación. En este caso, el
Señor puede estar probando los corazones de los oyentes para ver si valoran su
palabra lo suficiente para buscarlo para su significado y aplicación. Tenemos que ser
cuidadosos de no decir más de lo que Dios dijo. Si agregamos alguna cosa, debemos
distinguir entre la revelación y nuestras propias opiniones respecto a su significado y
aplicación. Nuestra opinión puede ser valiosa, pero si descuidadamente dejamos que
quienes nos oyen crean que eso es lo que Dios dijo, probablemente será engañoso.
Siendo Amable.
La bondad del Señor es el estándar para todo el ministerio profético. Cuando
damos palabras de Él a la gente, debemos hacerlos sentirse a gusto. Sonríales.
Llámelos por su nombre. Siempre imparta las palabras proféticas con sensibilidad y
humildad. Queremos que la gente sienta la amabilidad y el amor de Dios a través de
nosotros.
Los mensajes acusatorios, críticos, autosuficientes, enojados, muy raras veces
hacen algún bien a alguien. Yo sé que los profetas del Antiguo Testamento
frecuentemente hablaron palabras enojadas de Dios. Esas palabras fueron habladas
a gente rebelde, entregadas a la idolatría o a la hipocresía religiosa. Jesucristo reservó
sus palabras de enojo para los líderes religiosos hipócritas autosuficientes (Mt 23). Si
Dios tuviera un mensaje de enojo para la iglesia de hoy, yo esperaría que viniera como
siempre lo ha hecho, a través de un profeta humilde, quebrantado, que ama a la iglesia
y se identifica con su pecado, y que se mueve al nivel más alto de revelación (Dn 9:4-
19). Sin embargo, la mayoría de las palabras “proféticas” de enojo, que escucho el día
de hoy, fluyen de un caudal de enojo no sanado del corazón del profeta.
Imparta todos los mensajes, especialmente los negativos, con gentileza y tacto.
No solo le diga a un esposo que su orgullo, egoísmo, insensibilidad y ceguera
68
Intercediendo.
En el centro del cielo hay cientos de millones de ángeles. En medio de los
ángeles hay 24 tronos con 24 ancianos sentados en ellas. En medio de los tronos hay
cuatro seres vivientes volando alrededor de un trono rodeado por un arco iris
esmeralda. En el centro de ese trono, en el mero centro del cielo, está sentado el
Señor Jesucristo. Todo ese séquito celestial está mirando la belleza de esa gloriosa
persona y le canta alabanzas incesantemente (Ap 4-5). ¿Qué está haciendo Él?
Él no permite que el esplendor de la adoración angélica lo distraiga de Su
actividad principal. Hora tras hora, Él está orando por ti y por mí y por todos los que Él
está guiando hacia su Padre (He 7:25). El mayor Profeta es también el Mayor
sacerdote, y a pesar de que él es todopoderoso y omnisciente, él está todavía orando.
Siguiendo el Espíritu de Jesús, los grandes profetas siempre han sido grandes
intercesores. Si realmente queremos que nuestra palabras proféticas acerquen a
nuestros oyentes a Dios, entonces debemos orar por ellos después de que les
entregamos el mensaje.
La intercesión es un trabajo pesado. De hecho es más fácil hacer cualquier
cosa en lugar de orar. Y puede ser que nuestras oraciones, no nuestro mensaje, sea
lo que el Señor use para ayudar a esa persona. No es nuestra labor hacer que la
persona acepte la palabra, ni es nuestra labor hacer que la palabra se cumpla.
Después de que Isaías entregó uno de los mensajes de juicio más difíciles, él dijo “Yo
esperaré al Señor, que escondió su rostro de la casa de Jacob. En él confiaré.” (Is
69
Reteniendo Palabras.
Daniel no solo fue profeta, fue un profeta sabio (Ez 28:3). Cuando recibió una
de sus visiones más espectaculares y problemáticas, la guardó para sí mismo (Dn
7:28). Él no necesitó probar que era un profeta espectacular compartiendo su visión,
ni siquiera con su círculo íntimo. Él no se enojó cuando Dios le dio una visión y
entonces rehusó permitirle que la compartiera. Él supo que la recompensa era la
misma por compartir o por retener la revelación, en tanto cualquiera de las dos se
hiciera en obediencia al Señor.
La disciplina de permanecer callado cuando Dios está callado, o cuando Él ha
retenido el permiso de hablar, es una señal de madurez profética. Dios no revela sus
secretos a charlatanes sino a quienes le temen a Él “El Señor es amigo de quienes le
temen, y confirma su pacto con ellos.” (Sal 25:14). En el cielo un profeta puede ser
conocido más por lo que no dice, que por lo que si dice. Nadie llega al nivel más alto
del ministerio profético, sin dominar la habilidad de la restricción profética. Esos son
los profetas que pueden ser confiados con revelación que no está madura para
compartirse, sino que debe ser “sellada” para uso posterior (Is 8:16; 29:11; Dn 8:26:
12:4,9). Esos son los profetas a quienes Dios puede mostrarles grandes secretos, y
confiar en que nunca van a repetir lo que oyeron o vieron a nadie. (2 Co 12:4; Ap 10:4).
Esos son los amigos de confianza de Dios, quienes tienen el interés de Dios en su
corazón, y no el de ellos.
¿Por qué le mostraría Dios algo a un profeta y no le daría el permiso de
compartirlo? Tal vez Dios está llamando al profeta a interceder en lugar de profetizar.
De hecho, a menos que Dios diga otra cosa, toda revelación es también un llamado a
la intercesión. Tal vez todavía no sea el tiempo correcto para el mensaje. Algunas
veces el Señor da un mensaje en etapas, y el profeta que habla un mensaje parcial
como si fuera el mensaje total, puede llevar a alguien por mal camino.
También es posible que veamos con precisión lo que alguien está planeando
hacer, pero no lo que Dios quiere realmente que haga esa persona. Si hablamos sin
el permiso de Dios, podemos confirmar los planes del hombre en lugar de los planes
de Dios. En ese caso llegaríamos a ser parte del engaño en lugar de ser parte de la
liberación.
Profecías Grandiosas.
Autoridad Profética.
para darle alguna guía sobre donde debe vivir, él le está hablando al remanente de
una nación rebelde, diciéndoles la única forma en que Dios permitiría que
sobrevivieran.
Dios usó a los profetas para decir cosas que ni el rey ni la nación querían creer.
Con el fin de ayudarle a la gente a creer, Dios estableció la autoridad de los profetas
de maneras inolvidables. Él bajó en una nube para hablar con Moisés enfrente de todo
el pueblo (Ex 19:9). Él causó que las aguas del Jordán se detuvieran para que el
pueblo pudiera seguir a Josué a la Tierra Prometida (Jos 3:7-17). Dios le dio precisión
extraordinaria a Samuel para que ninguna de sus palabras cayera a tierra (1 S 3:19).
Dios confirmó las palabras de Elías deteniendo la lluvia por tres años y medio, y
concediéndole poder para pedir que cayera fuego del cielo (1 R 17:1; 18:36-38).
Visitaciones celestiales, señales de la naturaleza, gran precisión, milagros, y otras
experiencias sobrenaturales, eran las tarjetas de presentación de los profetas del
Antiguo Testamento.
Cuando Jesucristo vino, le dio su autoridad a los apóstoles, no a los profetas.
La estructura de autoridad de la iglesia difiere de la estructura de la nación de Israel.
Los apóstoles, no los profetas, tienen autoridad extendida en el Cuerpo de Cristo. Los
apóstoles del Nuevo Testamento dieron palabras colectivas para toda la iglesia. Dios
reveló a cada apóstol donde estaba su esfera de autoridad, y la iglesia reconoció esa
autoridad. Pedro tuvo autoridad entre los judíos. La esfera de Pablo era entre los
gentiles. Los profetas del Nuevo Testamento difieren de los del Antiguo Testamento
por tener un ministerio mucho mayor en impartir palabras personales en lugar de
impartir palabras colectivas. Los profetas en la iglesia hablan a individuos para
animarlos, confortarlos y edificarlos (Hch 15:32; 1ª Co 14:3). También pueden impartir
palabras colectivas (Hch 11:27-30), pero el Nuevo Testamento enfatiza su ministerio
a individuos.
En el nivel local, los ancianos de las iglesias individuales tienen la autoridad,
no los profetas. La mayoría de los profetas del Nuevo Testamento no son ancianos o
líderes. Pablo escribió que son “los ancianos quienes dirigen los asuntos de la iglesia”
(1ª Ti 5:17). Y aquí está un punto crítico: “toda la autoridad en el Nuevo Testamento
se da para dirigir los asuntos de la iglesia, no las vidas personales individuales”.
Cuando los líderes de una iglesia, o de un movimiento cristiano, empiezan a ejercer
autoridad sobre las vidas personales de sus seguidores, están en el camino que
conduce a un culto fanático. Ni los profetas ni los pastores deben estar haciendo
nuestras decisiones personales por nosotros.
Jesucristo nos ha dado una relación una relación más íntima con el Padre de
la que los santos del Antiguo Testamento eran capaces de experimentar. La
experiencia normal para nosotros es escuchar su voz (Jn 10:4). Tenemos el Espíritu
Santo que nos guía (Ro 8:14). Él espera que nosotros escuchemos al Espíritu para
nuestras decisiones personales. Esto no significa que los profetas no puedan ayudar.
73
Ellos pueden apoyar, confirmar, o clarificar lo que pensamos que el Señor nos está
diciendo. Ellos pueden ocasionar que oremos acerca de direcciones de las que no
habíamos pensado. Pero nunca deben ocasionar que olvidemos nuestro privilegio de
escuchar la voz de Dios por nosotros mismos. Nunca debemos actuar únicamente con
la luz de algún otro. Dios nos va a hacer responsables de nuestras decisiones a cada
uno de nosotros. Él nunca va a permitir que excusemos nuestras malas decisiones
diciendo “¡Fue ese profeta que tú me diste!”.
Esto no significa que los profetas del Nuevo Testamento no hablen palabras
poderosas y autoritativas. De hecho, al final de esta era habrá un avivamiento
profético. Los dos profetas más poderosos todavía no han venido, y su autoridad se
establecerá como a los profetas del Antiguo Testamento (Ap 11:3-12). Incluso ahora,
existen indicios de que Dios está preparando a la iglesia para recibir un nivel más alto
de ministerio profético.
El Ministerio Falso.
El diablo no puede crear. Solo Dios puede crear. Por lo tanto, en su pelea contra
Dios, una de las estrategias principales del diablo, consiste en engañar a la gente
falsificando lo que Dios hace. ¿El Señor le habla a su gente y los guía? También lo
hace el diablo. ¿El Señor le da sabiduría a su pueblo? El diablo tiene su propia
76
sabiduría, la cual intenta impartir a la iglesia (Stg 3:15). ¿Nos habla el Espíritu Santo
acerca de nuestro pecado y nos da convicción (Jn 16:8)? También el diablo lo hace.
Pero en lugar de darnos convicción, que podría conducir a esperanza, nos acusa y
condena, que conduce a desesperación (Ap 12:10).
El diablo tiene falsos cristos y falsos apóstoles a los cuales da poder para hacer
señales, prodigios y maravillas (Mt 24:24; 2 Co 11:13-15; 2 Ts 2:9; Ap 16:14). Él tiene
falsos profetas a quienes les puede impartir “un espíritu mentiroso” para engañar a un
rey (1 R 22:21) o a través del cual pueda impartir un “espíritu de adivinación” para
predecir el futuro con un buen grado de precisión (Hch 16:16). Él puede proveer una
unción falsa (1 Jn 2:27) que proporciona falsos maestros y falsos ancianos, con falsa
humildad, falso conocimiento, y falsas doctrinas (Hch 20:29-31; Col 2:18,23; 1 Ti 6:3-
5; 2 P 2:1-3,20).
Esos maestros y ancianos “apostatarán de la fe y escucharán a espíritus
engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Ti 4:1). De esta forma el diablo puede
introducir doctrinas de demonios en la iglesia. El diablo también envía falsos hermanos
a la iglesia para robar el pan de los hijos y traicionar a sus líderes (2 Co 11:26). El
diablo intentará falsificar todo lo que Dios hace, incluso los dones que Dios ha dado a
su iglesia.
¿Por qué satanás quiere substituir el ministerio falso por el ministerio real del
Espíritu Santo?
Primero, él sabe que hay mucha gente religiosa que nunca seguiría al diablo a
sabiendas. Por lo tanto, él produce un atractivo ministerio falso para alejar de la verdad
a los religiosos. Los que son llevados al ministerio falso todavía creen que están
sirviendo a Dios. De hecho, ellos creen que los verdaderos adoradores son los que
están engañados.
Segundo, si el diablo puede infiltrar la iglesia con falsos ministros y doctrinas,
puede causar división que debilita el poder y la pureza de la iglesia.
Tercero, dándoles poder a los ministros falsos con dones falsos, el diablo ha
hecho que la iglesia tenga miedo de los dones sobrenaturales reales y de aquellos
que los usan. Él ha sido tan exitoso con esta estrategia, que una parte de la iglesia
tiene más confianza en la habilidad de satanás para engañar, que en la habilidad de
Jesucristo para guiarlos.
Falsos Profetas.
Los falsos profetas tienen poder. Pueden predecir el futuro y realizar señales y
maravillas (Jer 23:10; Is 44:25; Mt 7:21-23; 24:24). Buscan socavar a los profetas
verdaderos, y cuando se abre una puerta, los persiguen (Jer 23:1-17; 1 Jn 4:6). Los
falsos profetas le dicen a la gente que vienen cosas maravillosas, cuando los profetas
verdaderos han decretado juicio (Jer 23). Ellos viven en inmoralidad y la promueven
entre el pueblo de Dios (Jer 23:14; Ap 2:14, 20.23). Ellos niegan verdades
77
fundamentales y no estaba conduciendo a la gente lejos del Señor hacia otros dioses
o la inmoralidad. Sin embargo, ¿Cómo pudo él estar sorprendentemente preciso con
tres personas seguidas y fallar terriblemente con la cuarta?
directo a mí! Yo he tenido migrañas durante varios años, y estaba teniendo una justo
entonces. ¿Cómo pudiste haberlo sabido?”
“Espera un minuto. Tú me viste apuntándote directo a ti ¿y no pasaste al frente
cuando lo pedí? ¿Por qué no?
“No sé. Yo nunca he estado en una reunión como ésta, con toda ésta gente,
Yo creo que estaba demasiado asustado”.
“¿Qué le pasó a tu migraña?” le pregunté.
“Esa es la otra cosa sorprendente. Tan pronto como empecé a acercarme a ti,
se fue. Nunca se van así como si nada. ¡Yo creo que estoy sábado!
La Comunidad Profética.
De acuerdo al Antiguo Testamento había escuelas para profetas. Proverbios
13:20 explica por qué. “Quien se junta con sabios, sabio se vuelve; quien se junta con
necios, acaba mal.” Si vamos a ser como la gente que escogemos para tener
compañerismo, se concluye que debemos seleccionar a nuestros amigos sabiamente.
Esto fue lo que hicieron los profetas del Antiguo Testamento, porque “El hierro se afila
con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre.” (Pr 27:17). Estando alrededor de
otros profetas nos estimula a hacer preguntas, causa que reflexionemos sobre nuestra
propia experiencia, no permite beneficiarnos de la experiencia de aquellos que son
más maduros, nos da fe para crecer en nuestro don, y nos motiva a investigar las
Escrituras con más diligencia.
La mejor comunidad profética no fueron las escuelas de profetas del Antiguo
Testamento, sino la iglesia de Antioquía del Nuevo Testamento, que tenía profetas y
maestros ministrando juntos (Hechos 13:1-3). Los maestros y los profetas pueden
beneficiarse de las fortalezas de cada uno, y fortalecer sus debilidades unos a otros.
La dificultad consiste en encontrar una iglesia como la iglesia de Antioquía. El día de
hoy no hay muchas iglesias, escuelas, o conferencias proféticas, pero hay algunas
que son excelentes. Definitivamente vale la pena buscarlas diligentemente para
descubrirlas, porque el ambiente profético correcto nos ayuda a mantenernos
enfocados en Jesucristo, y amarnos unos a otros, y nos protege de engaños. La
comunidad profética correcta también nos ayuda a aprender de nuestros inevitables
fracasos.
Durante mi tiempo devocional, recibí una nueva (esto es, nueva para mí)
percepción acerca de porque los matrimonios se enfrían. Vi claramente las diferentes
etapas de un amor moribundo. También pensé que vi una solución para volver a
encender la pasión marital. Estaba impaciente por el domingo para poder predicar
sobre esas nuevas percepciones. Pensé que la audiencia devoraría esas verdades
con agradecimiento.
No sucedió. Cuando terminé, mi audiencia se veía deprimida. Había querido
inspirar esperanza y transformación, pero en lugar de eso había ocasionado culpa y
depresión, ¿Por qué?
La solución fácil hubiera sido culpar a la insensibilidad de la gente. Pero yo
conocía esa gente, no eran insensibles. O podría haber culpado la época del año. Era
enero. Todo el mundo sufre depresión post-navideña en enero. En lugar de culpar a
la audiencia, simplemente le pregunté al Señor porque la gente se deprimió después
de escuchar lo que pensé que era un mensaje de Su parte. Casi inmediatamente recibí
la respuesta.
Llegó en frases completas y fue algo como esto, “Empleaste todo tu tiempo y
elocuencia describiendo la muerte del amor. Dejaste solo unas pocas palabras al final
para su resurrección. Si hubieras invertido el proceso, la gente hubiera encontrado
esperanza en lugar de desánimo.” Eso fue completamente lógico. Una descripción
precisa de la muerte no salvará a nadie que se esté muriendo. Una diagnosis no cura
ninguna cosa. Yo empleé la mayor parte del tiempo en la diagnosis en lugar de la
cura. Ese fracaso resultó ser una de mis mayores bendiciones, al enseñarme a usar
las percepciones reveladas a su máximo potencial.
Aquí tenemos algunos textos que me han ayudado a enfocar mi atención en
mí, en lugar de otros, cuando he experimentado fracasos. Esto me ha evitado culpar
a otros, lo cual a su vez me ha ayudado a no amargarme.
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce
mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en
el camino eterno.” (Sal 139:23-24)
“La sabiduría del prudente es discernir sus caminos” (Pr 14:8)
“… el hombre prudente se fija por dónde va.” (Pr 14:15)
“Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una
lección” (Pr 24:32)
Yo he convertido esos versículos en oraciones y trato de orarlos al inicio da
cada día. Yo le doy mucha importancia a esto, porque entre más viejo me hago, más
me doy cuenta de lo ciego que estoy a las causas reales de mis fracasos. He
encontrado que cuando abro mi corazón a la luz del Señor, Él me concede
revelaciones misericordiosas que pueden cambiar un revés en un paso hacia
adelante.
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Regocijándose en el Rechazo.
Es el peligro ocupacional de los profetas enfrentar el rechazo. Y entre mayor
es el don, mayor es el rechazo. No es la gente la que primero rechaza al profeta; son
los líderes religiosos. Jesucristo, el más grande de todos los profetas, fue “rechazado
por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley” (Mr 8:31).
Él también advirtió a sus seguidores que esperaran rechazo “Bienaventurados serán
ustedes cuando, por causa del Hijo del Hombre, la gente los odie, los segregue, los
vitupere, y menosprecie su nombre como algo malo. Cuando llegue ese día, alégrense
y llénense de gozo, porque grande será el galardón que recibirán en los cielos. ¡Eso
mismo hicieron con los profetas los antepasados de esta gente” (Lc 6:22-23).
¿Por qué rechazan los líderes religiosos el ministerio de un profeta verdadero?
Porqué el profeta representa una amenaza para ellos. Dios envía profetas para
desafiar tradiciones erróneas y para declarar nuevas prioridades para Su gente. Los
líderes de tradiciones calcificadas se preocupan más de proteger sus posiciones que
de escuchar la voz de Dios. Por supuesto, ellos o piensan de sí mismos de esa
manera. Ellos piensan que están defendiendo la ortodoxia en contra de los retos de
una persona ajena radical. Los puedes reconocer por su grito de batalla “¡Eso no es
presbiteriano!”, o “¡Eso no es bautista!”, o “¡Eso no es metodista!”. Ellos actúan como
si Dios realmente fuera un miembro de su denominación y no soñarían de violar su
ortodoxia hasta que Él lo hubiera consultado con ellos.
Si el profeta funciona a un nivel bajo de unción, el liderazgo fácilmente podrá
destituirlo. Pero si el Espíritu descansa poderosamente sobre él, ellos cambiarán el
rechazo por persecución. Los líderes lo acusarán de no ser bíblico, de causar
divisiones, incluso de ser demoniaco. Ningún siervo de Dios ha tenido una gran unción
sin tener que soportar ese tipo de acusaciones.
El lugar de la mayor unción es también el lugar de la mayor controversia. Piense
de la controversia que giró alrededor de Jesucristo, después alrededor de los
apóstoles, y desde entonces, alrededor de todo movimiento mayor de Dios en la
historia. Característicamente en tales movimientos de Dios, los líderes de la ortodoxia
reinante, han sobrevivido por tanto tiempo, debido a sus habilidades políticas, que ni
siquiera reconocen la unción profética que están persiguiendo.
Esta persecución es predecible. Jesucristo les dijo a sus discípulos que los
enemigos “falsamente digan toda clase de mal contra ustedes por mi causa” (Mt 5:11).
Tristemente, yo he visto esta profecía cumplida con demasiada frecuencia. Yo he
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Enfoque Profético.
Los profetas tienen un Consolador para ayudarlos a mantenerse enfocados.
Tres veces Jesucristo se refirió a él como “el Espíritu de la Verdad”. El primer contexto
en el cual aparece el Espíritu de verdad, Juan 14:15-21, se refiere a amar y a obedecer
a Jesús. El segundo pasaje es Juan 15:26-27, que trata del testimonio del Espíritu a
Jesucristo. Y el último es Juan 16:12-16, en donde se dice que el Espíritu trae gloria
a Dios. El Consejero es llamado el Espíritu de verdad porque siempre apunta a la
Verdad, Jesucristo, y porque él revela las verdades más grandes a los seguidores de
Jesucristo. Esas son las verdades que promueven el amor de Jesús, el testimonio de
Jesús, y la gloria de Jesús. El nivel más alto de ministerio profético consiste en ser
capaz de discernir consistentemente lo que promueve esas tres cosas.
Esto significa que el enfoque final de los profetas nunca deben ser sus
ministerios, ni siquiera las necesidades de la gente. Si los profetas quieren la guía del
Espíritu Santo, deben enfocarse en Jesucristo, porque ahí es donde Espíritu Santo
está enfocado. Al compartir el enfoque del Espíritu Santo, nosotros llegamos a ver el
increíble y glorioso esplendor que radia de Jesucristo. La persecución, la alabanza, y
mil otras distracciones, pierden su poder sobre nosotros en la presencia de Su radiante
belleza. Todo llega a enfocarse bien cuando nos enfocamos en Él.
Escuché la historia de un hombre que se quejó de que la voz de Dios era muy
difícil de entender. Él dijo “Dios, ¿Por qué no hablas más alto?” Dios contestó “Por qué
no te acercas un poco más?”
Simple de decir, difícil de hacer, y esa es una de las razones por las que Dios
nos envía sus profetas, para llamarnos a que nos acerquemos a la gloriosa Persona
que se sienta a la mano derecha del Padre, supremamente paciente al gobernar el
mundo por el poder de Su Palabra, y anhela estar más cercano de ti y de mí.
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