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Rebeliones Indígenas del Siglo XVIII

Las principales causas de las rebeliones indígenas durante el siglo XVII fueron el abuso de los
corregidores y el malestar ocasionado por las reformas borbónicas. El virreinato soportó más
de cien revueltas de diferente importancia, sustentadas en el mesianismo popular que
esperaba el retorno del Inca. Las de mayor impacto entre la población fueron la de Juan Santos
Atahualpa y la de José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II).

Juan Santos Atahualpa

Sublevó a los indios del Gran pajonal contra las misiones franciscanas de la zona en 1742.
Enfatizando su estatus de Apu Inca y declarándose descendiente de Atahualpa, reclutó
adeptos de distintas etnias serranas y selváticas (shipibos, conibos, amueshas, campas). Los
indios de la selva soportaron devastadores epidemias entre 1709 y 1737, que llegaron con los
misioneros y generaron un consecuente rechazo hacia ellos.

Esto, sumado a un sistema laboral que los nativos no comprendían ni asimilaban -


representado en los obrajes y haciendas-, determinó la acogida del discurso insurgente con lo
cual se unieron a las rebeliones indígenas.

Para Juan Santos, el mundo se dividía en tres reinos soberanos: España, para los españoles;
África, para los africanos; y América, para los indios, mestizos y criollos. De ello se deduce que
buscaba la expulsión de los españoles y de los africanos de los Andes. Sin embargo, entre las
huestes de indios y mestizos, hubo también negros y zambos. La selva central se convirtió para
todos ellos en una zona de refugio.

Durante diez años, las tropas rebeldes realizaron súbitas incursiones combatiendo al ejército
peninsular. Finalmente, en 1752, este abandona la ceja de selva y se concentra en evitar que el
movimiento se expanda. Las misiones franciscanas quedaron abandonadas, lo que detuvo la
evangelización. Los religiosos no reingresaron sino hasta 1868, cuando se fundó la ciudad de La
Merced, en Chanchamayo.

Rebelión de Túpac Amaru II

La rebelión de Túpac Amaru II o Gran Rebelión movilizó una considerable cantidad de indios e
incluyó también grupos de criollos, mestizos y negros. Además, contó con el apoyo de muchos
curacas, entre los que destacan los hermanos Catari.

Su base social creció junto con el descontento generado por las reformas borbónicas: no solo
habían subido los impuestos, sino que se perjudicó el comercio con Potosí al crearse el
virreinato de Río de la Plata (1776).

Túpac Amaru II, curaca prestigioso y acomodado, se pronunció contra las reformas fiscales
dictadas por Areche y elevó su reclamo ante las autoridades de Tinta, Cusco y Lima, sin ningún
resultado. Como él, otros curacas, mestizos y criollos estaban descontentos. Así, una rebelión
en Chayanta (Bolivia), que precedió a la de Túpac Amaru II, dirigida por Tomás Catari y sus
hermanos Dámaso y Nicolás, levantó sus quejas contra los abusos del corregidor y el cambio
arbitrario de los jefes étnicos o curacas. Esto fue aprovechado por el insurgente peruano que
ofreció a los criollos la abolición de aduanas y alcabalas; a los mestizos, la eliminación del
reparto; y a los indios, el cese de los tributos y la mita minera de Potosí.

El 4 de noviembre de 1780, José Gabriel Condorcanqui capturó al corregidor Antonio de Aliaga


y lo mandó ejecutar seis días después. Al principio, Túpac Amaru II se sublevó contra el mal
gobierno de los corregidores, pero más adelante radicalizó su postura. El 18 de noviembre de
1780 derrotó al ejército español en la batalla de Sangarará, dando muerte a numerosos criollos
y peninsulares. Esto lo distanció de la población blanca y del clero, pero marcó la masiva
adhesión de los indígenas a su causa.

Finalmente, las tropas enviadas por el virrey Jáuregui derrotaron y capturaron a Túpac Amaru
en el cuzco, donde se lo sometió a un juicio sumario. Su ejecución pública se produjo en la
plaza central de la ciudad el 18 de mayo de 1781. Con él murieron su esposa, Micaela Bastidas;
y su hijo mayor, Hipólito. Sin embargo, la rebelión continuó hasta noviembre, liderada por
Diego Cristóbal Túpac Amaru.

Resultados de las rebeliones indígenas

Las autoridades coloniales respondieron a las rebeliones indígenas con una serie de medidas:
se prohibió hablar en quechua; no se usarían motivos de ornamentación inca en vestidos o
adornos; quedó prohibida toda manifestación artística o literaria que hiciera referencia al
pasado incaico, incluso la lectura de los Comentarios Reales de Garcilaso de la Vega; fueron
abolidos todos los títulos de nobleza indígena, incluido el de curaca; crearon la Audiencia del
Cuzco (1787); y se formó un poderoso ejército de más de 50 mil hombres en el virreinato, para
resguardar el orden colonial.

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