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La estructura de la materia.

El papel y las tintas


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Índice
La estructura de la materia. El papel y las tintas 3
I. Introducción 3
II. Objetivos 3
III. Conceptos 4
IV. La estructura de la materia 6
4.1. Los estados de agregación de la materia 10
4.1.1. El estado sólido 13
4.1.2. El estado líquido 14
4.1.3. El estado gaseoso 15
4.2. Las partículas fundamentales 17
4.3. Los espectros atómicos 20
4.4. La materia. Los elementos y los compuestos químicos 23
4.4.1. Tipos de sólidos en función de los estados de agregación 28
Resumen 30
Caso práctico 34
Se pide 34
Recursos 36
Bibliografía 36
Glosario. 37

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

La estructura de la materia. El papel y las tintas

I. Introducción
El objetivo de esta unidad didáctica es conocer la forma de aplicar la tecnología para resolver los
múltiples interrogantes planteados por los documentos. Así, tras una breve introducción a la
documentología, su campo de estudio, sus antecedentes y las variables que deben tenerse en cuenta para
comprender la materia desde una perspectiva eminentemente física y química, se abordará la aplicación de
los instrumentos al análisis forense de un documento.

Moléculas en la materia
Tras enmarcar las limitaciones de los estudios forenses, se incidirá en cómo se estructuran las moléculas
en la materia, habida cuenta de que la única forma de caracterizar las tintas y los papeles es ahondando
en su composición y propiedades, sin despreciar las transformaciones espontáneas o inducidas que
pudieran menoscabar los estudios de discriminación.

Átomos
Como la materia se basa en micropartículas llamadas átomos, se hará un breve repaso de la teoría
atómica y las partículas que mantienen unidas las estructuras para formar las moléculas, y se explicará
cómo las técnicas instrumentales son capaces de caracterizar la materia aprovechando precisamente el
conocimiento de las propiedades físicas, ópticas o químicas de una sustancia. De ahí que, para
seleccionar el tipo de instrumento apropiado para analizar una sustancia desconocida (como puede ser
un papel o la tinta), haya que precisar las múltiples formas que tiene la materia de presentarse en la
naturaleza y comprender la importancia de las mezclas y de las técnicas de separación.

Técnicas instrumentales
Las técnicas instrumentales se organizan según el estado de agregación en el que se presente la materia,
pues no será útil el mismo método para un sólido que para un líquido o una sustancia gaseosa, y menos
aún para una sustancia cristalina que para una sustancia amorfa, por lo que es conveniente conocer el
comportamiento de las moléculas cuando se encuentran en cada uno de los posibles estados de
agregación de la materia.

Por último, es importante conocer las partículas fundamentales de la unidad más elemental de la
materia, a fin de comprender el alcance de los métodos atómicos en contraste con los elementales
y delimitar claramente el alcance de cada una de las técnicas analíticas que se ofrecen en el
mercado. De ahí la importancia de conocer la diferencia entre los elementos y los compuestos.

II. Objetivos

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Delimitar el campo de estudio de la documentología.

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Identificar la estructura de la materia aplicada al papel y las tintas.

Analizar los límites de los conocimientos científicos.

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Aplicar las herramientas propias de esta ciencia.

III. Conceptos
El estudio forense de un documento para advertir cualquier alteración que pudiera menoscabar las
voluntades iniciales de los autorizantes precisa cada vez más el uso de técnicas e instrumentos analíticos
que pongan de manifiesto, de una forma segura y objetiva, las alteraciones por las que una prueba
documental pudiera reputarse falsa en la esfera de un proceso judicial (Díaz Santana, 2016).

Valoración de la prueba
El cambio de paradigma tecnológico (Skoog, Holler y Crouch, 2007), conforme a las cada vez más
acuciantes normas de calidad en la aplicación de los procedimientos clínicos, científicos y forenses
(ASTM, ENAC, etc.), ha entrado con fuerza en el sector del análisis forense de los documentos, ya que
por parte de los tribunales de justicia se exige cada vez más que los expertos respeten los principios
jurídicos en los que se basa la valoración de la prueba judicial: la formación del perito, los
procedimientos científicos aplicados, los instrumentos analíticos, la cantidad de documentación
indubitada, la necesidad de trabajar con los originales, el sentido de la lógica, etc.

Principios de seguridad

Los principios de seguridad jurídica están consagrados en la normativa de cada país, y los informes
periciales son algunas de las pruebas aceptadas en el proceso, si bien reciben un tratamiento especial en
las distintas legislaciones, motivo por el que estos informes deben cumplir unos requisitos
estandarizados de cientificidad con el fin de evitar resoluciones judiciales injustas basadas en pruebas
erróneas (Alonso Domínguez, 2015).

Subjetividad

Lo que no admite duda alguna es que las conclusiones de los informes periciales, en el arraigado marco
del paradigma de la probabilidad (Matthew, 2008), deben alejarse de procedimientos basados en las
percepciones subjetivas de los expertos. Por ello, cada vez más se exigen resultados contrastados
científicamente que se apoyen en el uso de instrumentos capaces de ofrecer datos que cumplan los
requisitos de objetividad, validez y fiabilidad que exige la ciencia, para minimizar las discrepancias entre
los expertos cuando estudian un documento (Rivera Morales, 2011).

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Por poner un ejemplo del enfrentamiento dialéctico de posiciones entre peritos que concurren a
una misma causa, con un mismo objeto de dictamen, se puede citar el caso de las peritaciones que
tratan de determinar el orden de asentamiento entre dos o más trazos de tinta que se cruzan
(Querol Sabater, 2017). Es un hecho probado que el trazo más oscuro siempre da la impresión de
encontrase por encima del trazo más claro y, además, es una evidencia también que las
aberraciones visuales del experto juegan en contra de los razonamientos objetivos para determinar
la verdadera realidad en el orden de asentamiento de los trazos que se cruzan. De ahí que resulte
habitual encontrarse con opiniones contrarias entre expertos para este tipo de supuestos.

Falsedad de un documento

La falsedad de un documento abarca tres grandes áreas que, lamentablemente, han ramificado esta
disciplina científica en especialidades o parcelas separadas. Por un lado, la falsedad de firmas y textos
manuscritos de los intervinientes en el pacto firmado (grafística, pericia caligráfica, grafotécnica,
grafoscopia, etc.); por otro, cualquiera de las modificaciones en el documento que menoscabe y altere
las voluntades iniciales de los intervinientes (documentoscopia); y, por último, la falsedad de las fechas
cuando estas afecten a elementos de carácter esencial del documento (paleografía y diplomática,
química forense, análisis químico del documento, etc.).

Abordar estas tres parcelas no solo requiere una formación integral específica del experto en
documentos, sino que, además, exige el uso de instrumentos analíticos capaces de ofrecer datos que
cumplan con los estándares de objetividad, validez y fiabilidad exigidos a los conocimientos
considerados científicos.

Figura 1. Imágenes obtenidas por fotografía de reflectancia infrarroja por luminiscencia, en las que
se observa una alteración aditiva del número 2.
Fuente: elaboración propia

Experto en análisis forense

El experto en análisis forense de documentos debe ser como un pequeño enciclopedista que sepa un
poco de muchas cosas (psicología, neurología, motricidad, ingeniería, química, física, derecho,
criminalística, etc.) para poder hablar con propiedad de una sola cosa, en concreto, del documento en
su expresión más integral.

Verificación de autenticidad

Los estudios para verificar la autenticidad o falsedad de los documentos son cada vez más complejos
debido al avance del cuerpo de conocimientos relativos a esta disciplina, el avance de la tecnología y,
por último, las imperantes normas de calidad que exigen procedimientos forenses estandarizados
(ENAC, AENOR, ASTM, etc.). Precisamente es este punto (la calidad) donde las técnicas
instrumentales desempeñan un papel crucial debido a que, de por sí, pueden incrementar las garantías
de las conclusiones que puedan ofrecerse en el estudio de un documento, conforme a una interpretación
adecuada por parte de un experto debidamente formado en la materia y que, en consecuencia, den la
espalda a opiniones basadas en meras percepciones subjetivas.

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Técnicas de verificación

Por último, las técnicas utilizadas por los expertos forenses de documentos para determinar la falsedad
o autenticidad de un documento pueden clasificarse en: microscópicas, espectroscópicas y de
separación química (también conocidas, estas últimas, como cromatográficas).

IV. La estructura de la materia


La única forma de comprender la naturaleza de las técnicas instrumentales utilizadas para determinar la
autenticidad o la falsedad de los documentos, en concreto mediante el estudio físico, óptico y químico de
los papeles y de las tintas (Cantú, 1995), exige saber cómo se disponen las moléculas en la materia,
ahondando en su composición y propiedades, así como conocer las transformaciones espontáneas o
inducidas de las sustancias que se producen por el simple paso del tiempo. El papel y las tintas, en general
en estado sólido de agregación cuando se encuentran en el papel, se caracterizan por cambiar
indudablemente con el paso del tiempo, reuniendo además ciertas propiedades por las que pueden
identificarse.

Materia
La materia se estructura en micropartículas, llamadas átomos, que se mantienen unidas mediante
diversas fuerzas para formar moléculas. Por ejemplo, en la molécula de agua, dos átomos de hidrógeno
[H] se unen, de forma independiente, con el mismo átomo de oxígeno [O] para formar el compuesto
[H2O]. El carbonato cálcico (usado mayoritariamente como carga en los papeles actuales de escritura)
se compone de un átomo de calcio, un átomo de carbono y tres átomos de oxígeno [CaCO3].

Figura 2. Representación de la estructura molecular del agua.


Fuente: elaboración propia.

Técnicas instrumentales
Las técnicas instrumentales aprovechan precisamente el conocimiento de las propiedades físicas,
ópticas o químicas de una sustancia para poder identificarla y, en el caso del análisis forense de un
documento, identificar las sustancias que forman las mezclas complejas de los ingredientes utilizados
por los fabricantes del papel y de las tintas; sustancias que reúnen ciertas características por las cuales
pueden ser identificadas. Así, el papel y las tintas sufren una serie de transformaciones espontáneas o
inducidas (por el calor, por la humedad, por los contaminantes, etc.) que pueden modificar
determinadas propiedades con las que se identificaban inicialmente.

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Por ejemplo, un trazo reciente de tinta puede emitir una elevada fluorescencia bajo una luz
monocromática azul debido a las especiales configuraciones electrónicas de los colorantes
(sustancias con estructura química definida) tras producirse los saltos de sus electrones entre
los orbitales internos de los átomos al ocupar sus espacios los fotones de luz recibidos.
Determinadas sustancias (colorantes) pueden emitir una energía superior a la longitud de onda
recibida, si bien es posible que, con el paso del tiempo, esas moléculas sufran transformaciones
(espontáneas o inducidas) por el efecto continuo de la luz ambiental, la humedad, el calor, la
acidez del ambiente, etc. Tras este proceso, aparecen otros compuestos de degradación que no
reúnen las mismas propiedades ópticas de las moléculas primitivas, es decir, seguir emitiendo
esa elevada fluorescencia a la misma longitud de onda utilizada y por las que inicialmente se
identificaban, discriminaban, etc., por la pérdida de un radical (-CH3), tal como se observa en
la Figura 3. En esta reacción, la luz actúa como una especie de catalizador que puede acelerar la
velocidad de la reacción (Navarro Delgado, Esteban Santos, 2012).

Figura 3. Mecanismo de desmetilización de la molécula de violeta de cristal en violeta de metilo


propuesta por Caine (2001).
Fuente: elaboración propia

Las técnicas instrumentales son aquellas que permiten identificar la materia gracias al conocimiento de
las propiedades de las sustancias, que hoy se tiene gracias a las investigaciones científicas que han
demostrado la evidente conexión entre las propiedades y el comportamiento de la materia y su estructura
molecular.

Figura 4. Espectrómetro de masas para identificar compuestos orgánicos volátiles usados en las tintas,
como el fenol, el alcohol bencílico, el fenoxietanol, etc.
Fuente: elaboración propia.

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Formas de la materia

La materia puede presentarse en su forma más pura (de fácil identificación) o bien en forma de
mezclas, la forma de agregación en la que lamentablemente suele aparecer la materia en el estudio del
documento (el papel y las tintas), lo que dificulta notablemente su identificación.

En ocasiones, la materia puede presentarse en su forma más pura o como mezclas muy simples, por
ejemplo: el aire está compuesto de una sencilla mezcla de nitrógeno [N2], oxígeno [O2] y otros gases en
pequeña proporción (por ejemplo, el helio [He]); el oro [Au] es un material formado por átomos de oro
unidos por determinadas fuerzas (enlaces metálicos); el diamante está formado solo por átomos de
carbono unidos por fuertes enlaces moleculares, o bien se presenta en una forma alotrópica como el
grafito (el lápiz común), formado únicamente por átomos de carbono dispuestos en capas.

Figura 5. Estructura cristalográfica del grafito y el mineral en bruto.


Fuente: “El carbono y sus formas alotrópicas”. Química en casa.

Sustancia

La materia pura recibe el nombre de “sustancia” y se caracteriza por una composición química definida
e invariable, así como unas propiedades específicas por las que puede identificarse. Las sustancias se
dividen en “elementos” y “compuestos”. Los elementos se encuentran descritos en la tabla periódica
que usan los investigadores químicos (cuya invención se debe a destacados autores como Meyer y
Mendeléyev, 1869) y no pueden descomponerse en otras sustancias más simples (por ejemplo, un
átomo de hidrógeno no puede dividirse en dos elementos). Sin embargo, los compuestos se forman por
la combinación de dos o más elementos distintos; por ejemplo, la molécula de agua está formada por
tres elementos (un átomo de oxígeno y dos átomos de hidrógeno), y la celulosa, utilizada de forma
mayoritaria en las fibras de los papeles de escritura (Navarro Delgado y Esteban Santos, 2012), se
compone de una molécula orgánica formada por átomos de carbono, de hidrógeno y de oxígeno.

Figura 6. Estructura molecular de la celulosa.


Fuente: elaboración propia.

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Materia en forma de mezcla


Lo normal es que la materia se presente en la naturaleza en forma de mezclas, en las que diversas
sustancias (elementos, moléculas, o ambas a la vez) se combinen en proporciones variables. Por
ejemplo, una hoja de papel, una tinta a granel, la bola de tungsteno de un bolígrafo, etc. Las mezclas
pueden ser homogéneas, cuando son uniformes en su composición y características (por ejemplo, la
disolución de la tinta líquida en el interior del cartucho del bolígrafo), o heterogéneas, cuando carecen
de uniformidad en su composición y características (así, el papel o la tinta seca en el papel, ya que,
según el punto que se analice de la tinta en el papel, aparecerán diferencias cuantitativas y cualitativas en
los compuestos detectados).

Figura 7. Imágenes de la superficie de un papel normal de escritura (60 micras) obtenidas a 1000x con
microscopía electrónica de barrido. Se observa una mezcla heterogénea de celulosa, carbonato cálcico
y blanqueantes (cloro, etc.).
Fuente: elaboración propia.

Materia en forma pura

Cuando la materia se encuentra en su forma más pura, no es difícil identificarla recurriendo a


instrumentos analíticos o métodos convencionales; el problema viene cuando la materia aparece en
forma de mezclas, como ocurre con el papel y las tintas. En estos casos, y para la identificación de los
compuestos o elementos que la conforman, la primera tarea será separarlas para su análisis
individualizado, para lo cual se recurre tanto a métodos físicos como químicos.

Una característica de la materia es que se transforma con el paso del tiempo, ya sea de manera
espontánea o inducida, lo que puede afectar, por ejemplo, a los estudios de discriminación de
los papeles y de las tintas, la datación de los documentos, etc.

Transformaciones

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Las transformaciones físicas no provocan ninguna modificación química de la materia, por ejemplo,
la estructura molecular del agua es igual tanto en estado de vapor como líquido; o la tinta que sale del
cartucho del bolígrafo en forma líquida y se deposita en la superficie del papel cambia a un estado
sólido, pero no se menoscaba inicialmente la estructura de las moléculas que la integran (lubricantes,
resinas, colorantes, disolventes, etc.). Por el contrario, en las transformaciones químicas sí se produce
un cambio en la naturaleza química de la materia, por ejemplo, una tinta puede tener inicialmente el
compuesto hexilene glycol y, con el paso del tiempo, este compuesto desaparece de los ingredientes de
la tinta porque se evapora; por otra parte, los colorantes pueden transformarse en otros compuestos al
degradarse por el efecto de la luz y dar lugar al fenol, la cetona de Michler, etc. (Weyermann, Kirsch,
Costa-Vera y Spengler, 2006).

Toda transformación de la materia casi siempre se acompaña de un efecto energético, es decir, de una
absorción o un desprendimiento de energía (en forma de calor, luz, energía mecánica, electricidad, etc.).
Por ello, los procesos de transformación de la materia se clasifican, respectivamente, en endoérgicos o
exoérgicos (Navarro Delgado y Esteban Santos, 2012). Cuando la tinta se deposita en el papel, se
produce un cambio de estado líquido a sólido, y durante este cambio hay un desprendimiento de
energía en forma de energía mecánica, ya que la tinta se desplaza entre los intersticios y las fibras del
papel, los disolventes se evaporan, se pueden producir rupturas de los enlaces químicos de los
colorantes, las resinas se comienzan a polimerizar, etc.

Reacciones

Las reacciones químicas que interesan en documentología son las que ocurren en el papel y en las
tintas debidas al paso del tiempo, por la interferencia de un proceso que acelere la velocidad de las
reacciones de volatilidad de los disolventes, de degradación de los colorantes, de polimerización de las
resinas (calor, luz, humedad, acidez del ambiente, microorganismos), etc. En todo caso, es vital saber
interpretar los resultados objetivos que ofrezcan las técnicas instrumentales, con el fin de detectar una
alteración, realizar una discriminación de papeles o tintas, determinar un cruce de trazos o datar un papel
o una tinta.

Lo habitual es que tanto las reacciones químicas como los cambios en el estado de la materia que se
producen en los papeles y en las tintas, ya sea debido a procesos naturales o inducidos, ocurran en
sistemas abiertos a temperatura ambiental y a presión constante (1 atms), aunque pueden variar por
cambios en la temperatura ambiental, lugar de conservación del documento, por procedimientos
inducidos de envejecimiento artificial, actividad de microorganismos, etc. Todo lo anterior obliga a
interpretar los resultados que se obtengan con extrema cautela, dadas las posibles transformaciones
espontáneas o inducidas de la materia ya que, por ejemplo, dos estructuras iguales pueden interpretarse
como diferentes debido al paso del tiempo.

4.1. Los estados de agregación de la materia


Los cambios de estado de la materia (sólido, líquido o gas) se producen mediante intercambio de
energía; así, para pasar del estado sólido al líquido o al gaseoso se precisa un aporte de energía, mientras
que, si es a la inversa, lo normal es que se produzca una cesión de energía. La energía intercambiada puede
ser mecánica, como en el caso de la tinta cuando sale del cartucho del bolígrafo.

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Desde el punto de vista del análisis forense de un documento, no hay que dejar de lado el hecho de que
la tinta, que estaba en estado líquido, cuando se deposita en el papel cambia a estado sólido (con el
consiguiente desprendimiento de energía mecánica) y, a su vez, varios de los ingredientes orgánicos
volátiles de la tinta pasan al estado de vapor, ya que los compuestos orgánicos volátiles (disolventes) se
volatilizan.

Gases

Respecto a los gases que se desprenden, carecen de forma y volumen fijos, fluyen con facilidad y se
pueden comprimir cuando se aumenta la presión. Las partículas de los gases tienen fuerzas de cohesión
interpartículas muy pequeñas, por lo que, cuando la materia se encuentra en este estado de agregación,
se expande con relativa facilidad debido a la libertad de movimiento de las moléculas que la integran. El
carácter comprimible de los gases se explica por que las partículas que lo forman se encuentran muy
distantes entre sí y distribuidas de forma desordenada.

Figura 8. Distribución aleatoria de las partículas de los gases en el interior de un contenedor cerrado.
Fuente: elaboración propia.

Líquidos

Los líquidos se caracterizan por aglutinar características comunes de gases y sólidos, dado que es un
estado intermedio de agregación de la materia. En cuanto a la semejanza que tienen los líquidos con los
gases, es que estos pueden fluir, aunque a menor velocidad que los gases. Por otro lado, y en cuanto a
las similitudes que tienen los líquidos con los sólidos, los líquidos son poco comprimibles debido a que
las partículas constituyentes se encuentran muy próximas entre sí, dado que las fuerzas intermoleculares
son mucho mayores que en los gases pero menores que en los sólidos. Por eso, las partículas de los
líquidos pueden gozar de cierta libertad de movimiento, pero carecen de forma fija y tienen capacidad
para fluir.

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Sólidos

Por último, los sólidos tienen una forma y volumen fijos, son rígidos, prácticamente incomprimibles y
no pueden fluir. Las partículas de los sólidos están perfectamente ordenadas y forman redes cristalinas
que se mantienen fijas debido a las grandes fuerzas de cohesión intermoleculares, de ahí que tengan una
forma y un volumen fijos. Por otro lado, los sólidos no se pueden comprimir porque las partículas
constituyentes se encuentran muy próximas entre sí.

Figura 9. Distribución diferencial de las partículas de los sólidos, líquidos y gases en el interior de
contenedores.
Fuente: Castillo Chaves, J. L. “Sólidos, líquidos, gaseosos son los raros”.

Las avanzadas técnicas de difracción de rayos X han revelado un tipo de sólidos llamados
“amorfos”, en los que no se observa orden de la materia, tal como ocurre en los gases. Ejemplos de
sólidos amorfos son el vidrio y los plásticos, si bien, debido a las potentes fuerzas de interacción de las
partículas constituyentes, estos no fluyen y tienen un volumen fijo, por lo que adoptan las propiedades
de los sólidos.

Figura 10. Distribución de las partículas de un sólido amorfo (vidrio).


Fuente: Wikipedia.

Los estudios por difracción de rayos X sobre el papel de escritura han demostrado que este se
encuentra formado por una sustancia sólida cristalina (celulosa) y una sustancia sólida amorfa, cuyos
porcentajes de distribución son importantes para llegar a establecer criterios de discriminación de los
soportes papeleros, datación, etc.

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Figura 11. Espectro de difracción de rayos X de una muestra de papel. El pico más ancho y pequeño
corresponde a la sustancia sólida amorfa, y el pico de mayor tamaño y más estrecho, a la sustancia sólida
cristalina (alfa-celulosa).
Fuente: elaboración propia.

En otro orden de cosas, los estados de agregación de la materia dependen directamente de las
condiciones de presión y volumen en las que se encuentre. Los documentos suelen estar a 1
atmósfera de presión y temperatura de 298 °K (25 °C), aunque esta última oscila ligeramente según
los países, las estaciones del año, los lugares de conservación o las técnicas de manipulación
(meterlos en un horno, exponerlos a luz ultravioleta, dejarlos al sol, someterlos a continuas pruebas
analíticas en los comparadores videoespectrales, etc.).

4.1.1. El estado sólido

Algunos ejemplos de estado sólido de la materia son el papel o la tinta cuando sale del bolígrafo y se
deposita sobre la superficie del papel. El estado sólido se puede manifestar en su forma cristalina (cuando
las partículas se encuentran perfectamente ordenadas) o bien en su forma amorfa (cuando las partículas no
están ordenadas).

Figura 12. Disposición de las partículas en un sólido cristalino (izquierda) y un sólido amorfo (derecha).
Fuente: elaboración propia.

En estado sólido cristalino, las partículas no están totalmente fijas en los nudos de la red cristalina, sino
que pueden realizar pequeños movimientos vibratorios alrededor de las posiciones en equilibrio; por
ejemplo, cuando reciben energía térmica. Esta propiedad es la que se aprovecha en la espectroscopia
infrarroja para la identificación de la materia (vibraciones de los enlaces químicos).

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Figura 13. Interferograma infrarrojo de una tinta azul Inoxcrom en papel de escritura, producido por las
vibraciones de los enlaces moleculares de los ingredientes de la tinta.
Fuente: elaboración propia.

Temperatura

Estos movimientos de las partículas fijas en la red de la estructura cristalina aumentan a medida que se
aplica energía térmica (calor) al sistema, en este caso al papel. Así, si se aumenta la temperatura una vez
que la tinta ha quedado depositada sobre la superficie del papel, se provocará un movimiento en los
enlaces de las sustancias de las moléculas, y podría ocurrir, si la temperatura continúa en aumento (y
manteniendo la presión constante), que el movimiento de las partículas fuera tan grande que terminase
por romper los enlaces químicos que mantienen unidas a las partículas en la red cristalina y que esta
pase a nuevos estados de agregación, líquido (fusión) o gaseoso (vaporización o sublimación).

Figura 14. Esquema de los cambios de estado de la materia.


Fuente: elaboración propia.

Fusión - Vaporización

Cuando esto ocurre, los enlaces que mantienen unidos los átomos se rompen, por lo que las
moléculas de las tintas que inicialmente se encontraban en estado sólido en la superficie del papel
pueden pasar al estado líquido (llamado proceso de fusión) o gaseoso (llamado proceso de
vaporización o, si se pasa directamente de sólido a gas, sublimación)

Tinta seca

Cuando las tintas están secas sobre la superficie de los documentos y se aumenta la temperatura de
manera significativa, se puede producir un cambio en el estado de agregación de los disolventes; por
ejemplo, lo normal es que los compuestos orgánicos volátiles de las tintas se sublimen, sin pasar
previamente por el estado líquido.

4.1.2. El estado líquido

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La tinta se encuentra en estado líquido cuando está aislada del ambiente, en el interior del receptáculo del
elemento escritor, o bien en cualquiera de los disolventes que pueden emplearse sobre el sustrato físico
original del documento para producir alteraciones, por ejemplo, los borrados químicos, los que pueden
producirse con disolventes polares como el metanol, el diclorometano, el cloroformo, etc.

Las superficies de los líquidos siempre tienen moléculas con energía cinética suficiente para escapar a la
fase gaseosa. Por eso se mantiene la tinta líquida en el interior de un receptáculo de plástico o metal, para
evitar que algunos de sus componentes se evaporen (disolventes), se degraden (colorantes) o se
polimericen (resinas).

Los líquidos pierden gradualmente moléculas, cuando estas pasan a la fase de vapor; de ahí que, si el
líquido está en un recipiente cerrado, por ejemplo, la tinta en el receptáculo del bolígrafo, siempre existirá
cierta presión originada por el vapor de las moléculas que escapan de la fase líquida (correspondiente a las
moléculas del líquido que se escapan a la fase gaseosa), propiedad llamada “presión de vapor” y que es
característica de cada sustancia, mezcla, etc. Tanto los sólidos como los líquidos tienen presiones de
vapor, si bien es mucho menor en los sólidos.

Figura 15. Esquema de la presión de vapor de los líquidos.


Fuente: elaboración propia.

Para que las sustancias de las tintas y de los papeles en estado sólido vayan pasando a la fase líquida o
de vapor, se precisa aplicar energía (luz, calor, rozamientos, etc.) al sistema (papel con tinta), proceso
denominado “entalpia” de fusión (cuando pasan del estado sólido al estado líquido), de vaporización
(cuando pasan del estado líquido al estado gaseoso), de sublimación (cuando pasan directamente del
estado sólido al estado líquido), etc.

4.1.3. El estado gaseoso

La gran mayoría de los estudios experimentales de la materia se suelen realizar con gases, ya que su
estudio es más sencillo y se han hallado ecuaciones matemáticas que permiten describir sus funciones de
estado; por ejemplo, presión, volumen, temperatura, concentración, etc. (Navarro Delgado y Esteban
Santos, 2012). Las variables interrelacionadas que describen las propiedades de estado de los gases son la
presión, el volumen, el número de partículas constituyentes y la temperatura.

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Comportamiento de los gases

El comportamiento físico de los gases tiene una analogía directa con la estructura física de las
sustancias. La teoría atómica establece que la materia se construye partiendo de unas partículas unitarias
que, cuando se encuentran en fase gaseosa, están en constante movimiento. El calor es una
manifestación de ese movimiento, ya que el aumento de la temperatura es directamente proporcional al
incremento de la movilidad de las partículas constituyentes de los gases.

Los investigadores clásicos del comportamiento de los gases son Clausius, Boltzmann y Maxwell,
que elaboraron un modelo teórico para explicar todas las propiedades macroscópicas de los gases
como consecuencia del movimiento de las partículas.

Características de los gases

Las principales características de los gases postuladas por estos autores son: las sustancias gaseosas se
encuentran constituidas por un enorme número de partículas situadas a grandes distancias unas de otras;
el tamaño de las partículas es despreciable respecto al volumen que ocupan; las partículas
constituyentes se caracterizan por encontrarse en un continuo movimiento caótico, chocando de forma
constante y elástica las unas con las otras y con los recipientes; las fuerzas de atracción entre ellas son
despreciables; y, por último, la energía cinética de las partículas en movimiento es proporcional a la
temperatura absoluta.

El estudio del estado gaseoso interesa por varias razones; por ejemplo, cuando la tinta sale del bolígrafo
para depositarse en el papel, algunos de sus componentes pasan a estado de vapor y otros a estado sólido.
Todos los ingredientes de las tintas se encuentran inicialmente en fase líquida, si bien los disolventes se
suelen evaporar por la energía mecánica de fricción que se genera entre la bola del bolígrafo y el papel, por
la temperatura ambiental, por el tipo de iluminación que haya en ese momento (luz solar, ultravioleta, etc.),
o bien por la temperatura de la superficie del papel (si acaba de salir de una máquina fotocopiadora).

Otras sustancias líquidas, como los colorantes, las resinas, los lubricantes o los disolventes que no
hayan escapado a la fase vapor, pasan directamente a la fase sólida y con el tiempo pueden ir
degradándose (colorantes), endureciéndose (resinas) o difundirse o evaporarse muy lentamente
(disolventes). En los papeles, las sustancias orgánicas volátiles (en forma de trazas) desaparecen por
sublimación con el paso del tiempo.

Por ejemplo, cuando las tintas son recientes, suelen tener una concentración significativamente alta
de compuestos orgánicos volátiles (fenoxietanol, fenol, alcohol bencílico, etc.), si bien, debido a
la natural energía que se comunica al documento, la luz ambiental o artificial, la temperatura, las
manipulaciones físicas, el aire circundante, la temperatura de la superficie del documento, etc., se
subliman si se trata de tintas antiguas o se vaporizan cuando las tintas son recientes.

La mayor cantidad de compuestos orgánicos volátiles se pierde en las formulaciones de las tintas
cuando se está produciendo el cambio de estado líquido a sólido, es decir, cuando la tinta líquida se acaba
de depositar en el documento. Es en este estado de agregación en el que los ingredientes de las tintas en
estado líquido requieren un menor aporte de energía para pasar a la fase vapor, en contra de lo que sucede
cuando los disolventes de las tintas ya se encuentran en estado sólido por el efecto de la polimerización de
las resinas.

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4.2. Las partículas fundamentales


La unidad más elemental de la materia es el átomo, una partícula diminuta constituida por otras
partículas, aún más pequeñas, llamadas neutrones, protones y electrones, algunas con carga y todas con
masa definida.

Figura 16. Modelo nuclear del átomo.


Fuente: Pixabay.

Se atribuye a Dalton el mérito de formular la primera teoría atómica, que decía: “Los elementos están
formados por átomos, pequeñas partículas indivisibles que no pueden crearse ni destruirse; todos los
átomos de un mismo elemento son exactamente iguales y en todas sus propiedades; los átomos de
elementos diferentes tienen masa y propiedades distintas; dos o más átomos de distintos elementos pueden
combinarse entre sí en una relación numérica sencilla y dar lugar a un compuesto, siendo los átomos de un
mismo compuesto iguales”.

Cada compuesto está formado por distintos átomos, cada uno con sus propiedades y masas distintas
que se combinan entre sí. Así, el caolín es un compuesto de formulación Al2Si2O5(OH)4 usado en la
carga del papel, en el que se observa que átomos diferentes (dos átomos de aluminio, dos átomos de
silicio, nueve átomos de oxígeno y cuatro átomos de hidrogeno), cada uno de masa y propiedades
distintas, se combinan entre sí en proporciones definidas para formar un compuesto de propiedades
específicas.

Electrones

Los electrones son partículas con carga eléctrica negativa, masa definida (9,11 × 10-28 g) y cuya
presencia en la materia es constante. Su descubrimiento (gracias a la utilización de rayos catódicos)
corresponde al químico y físico Thomson (enunciado en 1897). Los electrones son los responsables de
los enlaces químicos entre los átomos, no se encuentran en el núcleo y giran de forma caótica a su
alrededor en orbitales moleculares.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Protones

Los protones fueron descubiertos por Golstein en 1886. Son partículas con masa definida (1,672 × 10-
24 g) y carga positiva situadas en el núcleo del átomo, que corresponde exactamente con el átomo de
hidrógeno si se resta la masa del electrón, ya que este elemento químico solo tiene un protón en el
núcleo. Los elementos químicos de la tabla periódica se diferencian por la cantidad creciente de
protones en el núcleo.

Figura 17. Tabla periódica de los elementos químicos .


Fuente: Pixabay.

Espectómetro de masas

El espectrómetro de masas acoplado a la cromatografía de gases es un instrumento


predominantemente usado en el análisis de las tintas para la detección de los compuestos que se usan en
su formulación. Su fundamento gira en torno a la medición de las masas atómicas de los compuestos,
así como la presencia relativa de isótopos; por ejemplo, el fenoxietanol es un disolvente muy usado en
las tintas de los bolígrafos actuales que se caracteriza por tener una masa atómica de 134 uma.

Figura 18. Estructura molecular del fenoxietanol.


Fuente: elaboración propia.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Isótopos

Los isótopos son variantes de un mismo elemento o compuesto químico, ya que tienen la misma
cantidad de protones en el núcleo, que pueden incorporar una partícula adicional sin carga en el núcleo
(llamada neutrón) y aumentar su masa atómica sin ver afectadas sus propiedades.

Figura 19. Isótopos de la molécula del hidrógeno.


Fuente: elaboración propia.

1
Los investigadores siempre intuyeron la existencia de los neutrones, dado que las masas de los átomos
siempre eran mayores a lo que se esperaba, pero la dificultad de su descubrimiento radicaba en que son
partículas que se encuentran en el núcleo y carecen de carga. El descubridor de estas partículas fue
Chadwick (1932), que comprobó que tenían una masa de 1,674 × 10-24 g, bastante similar a la del
protón.

Una vez descubiertas las partículas constituyentes del átomo, se construyó un modelo teórico que
explicaba la forma que tenía la unidad elemental del átomo en la materia. El modelo teórico actual
relativo a la distribución de las partículas elementales en el átomo (protones, neutrones y electrones) se
debe a los experimentos de Rutherford de 1911, y fue desarrollado posteriormente por Bohr, en 1913.
Hoy predomina la idea de que el átomo está constituido por un núcleo de espacio reducido, gran masa y
carga positiva debido a los protones y los neutrones, y electrones girando alrededor del núcleo en la
misma cantidad que los protones para que la carga del átomo sea neutra, evitando así que la fuerza
centrífuga de los electrones origine que se precipiten sobre el núcleo de protones y neutrones.

El diámetro calculado para el núcleo de un átomo es del orden de 10-13 cm, y el diámetro del átomo de
10-8 cm. La masa de los átomos corresponde a la suma de los protones y neutrones (se desprecia la de
los electrones debido a su pequeño tamaño relativo). El número atómico corresponde solo al número de
protones del átomo (que siempre es igual al número de electrones), si bien, cuando se habla de la masa
del elemento concreto, se trata del número másico, que corresponde a la suma del número de protones
y el número de electrones; por ejemplo, el átomo de helio tiene dos protones, dos electrones y dos
neutrones y, por tanto, su número másico es 4.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

4.3. Los espectros atómicos


Los espectros atómicos son la base de la gran mayoría de los instrumentos ópticos y de los
comparadores videoespectrales utilizados en el análisis forense de documentos, con los que se comparan
tanto los papeles como las tintas con el fin de establecer similitudes o discriminaciones por la diferencia o
similitud de los registros espectrales, en concreto, mediante los espectros moleculares en sustitución de los
espectros atómicos.

Al calentarse, un cuerpo sólido emite un espectro atómico, hecho descubierto por Planck en 1900
(“Cuando una sustancia emite o absorbe energía, en forma de radiación electromagnética, no lo hace de
una forma continua, sino en unas cantidades definidas, múltiplos enteros de la cantidad más pequeña de
energía o cuanto elemental”).

La energía de cualquier radiación electromagnética quedó definida por una fórmula matemática
que se corresponde con el producto de la constante de Planck (6,6 × 10 -34 jul·seg) y la
frecuencia de la radiación (v): E = h · v.

En 1905, Albert Einstein afirmó que la luz es una corriente de corpúsculos llamados fotones, y que
cada uno de ellos tiene una determinada energía proporcional a la frecuencia de la luz incidente,
postulando su doble naturaleza ondulatoria y corpuscular. A efectos prácticos y en relación con esta
materia, al analizar un documento la energía de la luz dependerá de la frecuencia y no de su intensidad.

Figura 20. Direccionalidad de las ondas electromagnéticas (luz).


Fuente: Pixabay.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Los aparatos utilizados en un principio para analizar la luz datan de mediados del siglo xix y se llaman
espectroscopios, aunque hoy, para el análisis forense de documentos, se utilizan los comparadores
videoespectrales.

Figura 21. Espectros de reflectancia de cuatro tintas azules de bolígrafos de la marca Inoxcrom®.
Fuente: elaboración propia.

Los espectroscopios más sencillos desdoblan la luz en las diferentes frecuencias que componen el
espectro electromagnético incidente cuando pasa a través de un prisma, generando una imagen (llamada
espectro) formada por unas rayas brillantes de diferentes colores que corresponden cada uno a una
frecuencia determinada. La luz blanca presenta un espectro que integra todos los colores, lo que se
denomina “espectro continuo”

Experimentos realizados a mediados del siglo xix evidenciaron que, cuando las sustancias se calentaban
o eran sometidas a altos voltajes, emitían luz a una frecuencia determinada y característica de ese
compuesto. Cuando esta emisión de luz se hacía pasar por un espectroscopio, se obtenía un espectro
de emisión en forma de unas cuantas rayas brillantes características de cada sustancia. Cuando la luz
blanca (con todas las frecuencias del espectro visible) se hacía pasar por la misma sustancia y luego se
analizaba con el espectroscopio, se obtenía un espectro de absorción, ya que en el espectro continuo
aparecían unas sombras oscuras colocadas en la misma posición que las rayas brillantes del espectro de
emisión. Estos últimos espectros son discontinuos.

Estos experimentos dejaron claro que la emisión o la absorción por parte de los átomos de la energía
luminosa en el espectro visible ocurre en una frecuencia determinada y se obtienen espectros
discontinuos. Varios autores desarrollaron fórmulas matemáticas para explicar este fenómeno físico que
se encuentra directamente vinculado con la posición de los electrones en los orbitales de los átomos, la
velocidad de la luz y la llamada constante de Rydberg (por ejemplo, la ley empírica de Balmer)

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Es preciso conocer la terminología específica para trabajar con radiaciones electromagnéticas:

Longitud de onda (λ).

Distancia en unidades de longitud que existe entre dos crestas consecutivas de una onda
electromagnética. En el ámbito del estudio forense de los documentos suele usarse la unidad de medida
del nanómetro, si bien se pueden encontrar otras unidades de medida como el centímetro, el angstrom
(Å), etc.

Frecuencia (ṿ).

Número de crestas de una onda electromagnética que pasan por un punto concreto por unidad de
tiempo (segundos). La frecuencia es igual al cociente entre la velocidad de la luz (c) y la longitud de
onda (λ). La frecuencia se mide en ciclos por segundo llamados hertzio (Hz), medida que se
corresponde con la inversa del segundo (seg-1). Así, a mayor longitud de onda, la frecuencia es menor
(la frecuencia de la radiación ultravioleta es mayor que la infrarroja).

Número de ondas (ṽ).

Medida muy empleada en espectroscopia, se refiere al número de ciclos de una onda electromagnética
por unidad de longitud. De ahí que el número de ondas se corresponda con el inverso de la longitud de
onda (cm-1). El número de ondas puede expresarse como: 1/λ o ѵ/c.

Por ejemplo, teniendo en cuenta la siguiente onda electromagnética en la que la distancia entre
dos crestas consecutivas es de 1 cm, con la aplicación de las fórmulas expuestas anteriormente: λ
= 1/3 cm, ṽ = 3cm-1 y ѵ = 9 × 105 ciclos·seg-1 o Hz.

Figura 22. Modelo gráfico de la naturaleza ondulatoria de las radiaciones electromagnéticas.


Fuente: elaboración propia.

La explicación de lo que sucede cuando se aplica una longitud de onda concreta a una tinta o un papel
para su discriminación debe buscarse en la formulación dada en 1913 por Bohr, cuando estableció un
modelo teórico del átomo al intentar explicar los datos experimentales de los espectros atómicos. Los
electrones solo pueden girar en ciertas órbitas circulares, de energía y radios determinados, en los que su
energía es constante, y emiten energía solo en caso de que pasen a una órbita de menor energía. Por
ejemplo, un fotón de luz puede provocar que los electrones se muevan a órbitas superiores, y entonces
regresan a su órbita de origen (de menor energía) y es cuando emiten energía.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Figura 23. Diagrama atómico de los fenómenos de absorción, emisión, fluorescencia y fosforescencia.
Fuente: elaboración propia.

En consecuencia, todo sistema absorbe energía cuando los electrones saltan a un orbital de
menor energía (más alejado del núcleo), venciendo la fuerza electrostática con el núcleo del átomo,
si bien, cuando los electrones regresan a los orbitales de menor energía (más cercanos al núcleo),
emiten energía en forma de luz, calor, electricidad, etc.

El estudio de los modelos atómicos ha permitido inferir el carácter de probabilidad de la ciencia,


muy especialmente con el principio de incertidumbre de Heisenberg (1927), dado que no fue capaz
de expresar en lenguaje matemático la posición del electrón y su contenido energético.

4.4. La materia. Los elementos y los compuestos químicos


La tabla periódica reúne y clasifica todos los elementos químicos conocidos y que se han ido
descubriendo de forma natural y artificial a lo largo de la historia, y de cuya combinación surgen los
compuestos. Los elementos de la tabla periódica se agrupan según sus propiedades (electromagnéticas,
pesos moleculares, valencias, etc.).

1869

Los primeros intentos por ordenar los elementos químicos en función de su peso atómico creciente,
en 1869, corrieron a cargo de Meyer (agrupados según las propiedades físicas semejantes) y
Mendeléyev (agrupados según las propiedades químicas semejantes)

Clasificación actual

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

La clasificación actual de la tabla periódica se realizó de forma totalmente empírica, en 1912, gracias a
Moseley (discípulo de Rutherford), que ordenó los elementos químicos trabajando con rayos catódicos
(corriente de electrones) y comprobando que, cuando los elementos químicos se sometían a una
corriente de electrones, emitían una serie de radiaciones electromagnéticas clasificadas como rayos X.

Al bombardear un átomo con una corriente de electrones, algunos electrones de las capas más
internas de ese átomo pueden separarse de él. Los electrones más externos pasan entonces a ocupar
esos huecos y emiten energía en forma de radiación o rayos X. Las frecuencias de esas radiaciones,
lógicamente, serían proporcionales a la carga nuclear (Navarro Delgado y Esteban Santos, 2012).

Figura 24. Equipo de fluorescencia de rayos X usado en el análisis de documentos.


Fuente: elaboración propia.

Los datos experimentales obtenidos con los rayos X emitidos por cada uno de los elementos
químicos al ser irradiados con los rayos catódicos pusieron de manifiesto que los pesos atómicos
estaban relacionados con las propiedades físicas y químicas de los átomos, motivo por el cual la
tabla periódica se ordena hoy según el orden creciente de los pesos atómicos de cada uno de los
elementos.

Cuando los átomos se combinan para formar un compuesto determinado (por ejemplo, una resina de
formaldehído), lo hacen siempre en proporciones definidas, adoptando cada molécula concreta una
determinada geometría y precisando para su formación una determinada energía.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Teoría electrónica

La “teoría electrónica” es la que explica cómo se unen los átomos para formar los compuestos. Los
electrones externos de los átomos son los responsables de las posibilidades de combinación de cada
elemento químico.

Figura 25. Enlace de un átomo de oxígeno con dos átomos de hidrógeno mediante los electrones
externos para formar una molécula de agua.
Fuente: elaboración propia.

Enlaces

Por ahora, y según las técnicas analíticas y los resultados experimentales de las investigaciones
científicas de Lewis y Kossel en 1916, se han definido varios tipos de enlaces químicos cuando los
átomos se combinan entre ellos. Los principales, debido a la mayor energía de sus enlaces y las fuerzas
electrostáticas, son los llamados enlaces iónicos, los covalentes y los enlaces metálicos.
Enlaces iónicos

En los enlaces iónicos, el electrón de uno de los átomos se separa completamente de este para
caer bajo la influencia del otro átomo, quedando ambos unidos por tener cargas opuestas (iones de
cargas electrostáticas opuestas). Mientras uno de los átomos queda cargado positivamente, el otro
átomo queda cargado negativamente [Cl- Na+].

Figura 26. Modelo de enlace iónico para formar el fluoruro de litio.


Fuente: elaboración propia.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Cuando los átomos se combinan mediante enlaces iónicos, forman redes cristalinas definidas y se
disponen simétricamente mediante formas geométricas regulares. La geometría de estas redes
depende del tamaño de los iones que se combinan y de la carga de cada uno de ellos. Las técnicas de
difracción de rayos X permiten estudiar los compuestos iónicos y covalentes para determinar la
estructura cristalina, los ángulos y las distancias entre los átomos que se combinan. Su identificación
es posible porque son regulares y definidos según los compuestos que se formen. Por otro lado, las
técnicas de espectroscopia permiten determinar las energías de enlace de las moléculas que se
combinan.

Figura 27. Estructura molecular del carbonato cálcico usado en los papeles como carga.
Fuente: J. Appl. Crystallogr., 2005; n. 38: pp. 158-167.

Enlaces covalentes

En los enlaces covalentes (modelo propuesto por Lewis en 1916), los electrones externos de
cada uno de los átomos se comparten, es decir, no existe una transferencia completa de electrones de
un átomo a otro como ocurría en los enlaces iónicos. En este tipo de enlace, los electrones de cada
átomo estarán bajo la influencia de los orbitales externos de cada uno de los átomos que se combinan
entre sí [H - H].

Figura 28. Estructura molecular del disolvente tetracloruro de carbono.


Fuente: elaboración propia.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Los enlaces covalentes se generan cuando las afinidades electrónicas de los átomos que se
combinan carecen de la suficiente diferencia de electronegatividad para arrancar los electrones de uno
de ellos y, en consecuencia, no tienen la suficiente diferencia de carga para favorecer la captura y la
pérdida de los electrones. Los enlaces entre los átomos son producto de la compartición de los
electrones de sus capas externas.

Ambos modelos de combinación entre átomos (iónico y covalente) se deben a situaciones límite,
ya que lo predominante son los casos intermedios, lo cual depende de la electronegatividad de los
átomos que se combinan para producir las correspondientes fuerzas electrostáticas. Por ejemplo, en
los enlaces iónicos existe una significativa diferencia de electronegatividad entre los átomos que se
combinan; por el contrario, en los enlaces covalentes la electronegatividad de los elementos que se
combinan es muy parecida.

Un tipo especial incluido en los enlaces covalentes es el enlace covalente coordinado, en el que el
par de electrones compartidos procede solo de uno de los átomos que se combinan. Se conoce
también como “enlace semipolar”, debido a que el átomo que da sus electrones adquiere una carga
formal positiva; en cambio, el átomo que recibe los electrones adquiere una carga formal negativa, de
ahí que la condición para que se forme este tipo especial de enlace es que alguno de los átomos
tenga algún par electrónico sin compartir y que el otro átomo tenga un orbital externo vacío de
electrones. Este tipo de enlace se suele encontrar en los tintes solubles (colorantes) usados
actualmente en los instrumentos de escritura manual, por ejemplo, el violeta de cristal, el violeta de
metilo, etc.

Enlaces metálicos

El enlace metálico es el más habitual de los enlaces, dado que el 90 % de los elementos que
forman la tabla periódica son metales. Este tipo de compuestos se caracterizan por la conductividad
eléctrica, debido a que los iones positivos de los átomos que se combinan quedan todos
empaquetados de forma interna y los electrones circulan libremente por los intersticios y las capas
externas.ç

Por último, y con mucha menos energía de enlace que los ya comentados (fuerzas intramoleculares
unas mil veces menor, por ejemplo, que en los enlaces covalentes), están las fuerzas intermoleculares
llamadas “fuerzas de Van Der Waals” y los enlaces de hidrógeno.

Figura 29. Modelo molecular del enlace metálico.


Fuente: elaboración propia.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Fuerzas de Van Der Waals

Las fuerzas de Van Der Waals se corresponden con interacciones muy débiles entre los átomos,
con independencia de su estado de agregación. Las dos fuerzas de interacción que se han descrito son
las llamadas “fuerzas de dispersión” o “de London” y, por otro lado, las “fuerzas de orientación dipolo-
dipolo”.

Respecto a las primeras, los movimientos continuos de los electrones en los átomos provocan que,
en ciertos momentos, no coincidan los centros geométricos de las cargas negativas de las nubes
electrónicas con los centros geométricos de las cargas positivas de los núcleos, por lo que pueden
comportarse como pequeños dipolos momentáneos. Por esta razón, las fuerzas de London (en honor a
su descubridor en 1930) suelen ser más intensas a medida que aumenta el peso molecular de los átomos,
ya que con ellos también aumenta el número de electrones, con lo que se incrementa la intensidad de los
dipolos.

Respecto a las segundas, las fuerzas de orientación dipolo-dipolo, se corresponden con moléculas
que tienen un momento dipolar permanente (las llamadas moléculas polares) y pueden atraerse debido a
sus polos opuestos. Las fuerzas de orientación dipolo-dipolo son más intensas que las fuerzas de
London.

Enlaces de hidrógeno

Por último, y respecto a las fuerzas intermoleculares, están los enlaces de hidrógeno, que aparecen
cuando un átomo de hidrógeno se enlaza con otro átomo muy electronegativo y pequeño, por lo que ese
hidrógeno queda con una carga parcialmente positiva y puede unirse a otra molécula en la que también
exista un átomo muy electronegativo (por ejemplo, la celulosa). Las energías de enlace de este tipo de
fuerza intramolecular son las más elevadas, en torno a 2-10 kcal/mol frente a los 0,02-0,5 kcal/mol de las
fuerzas intramoleculares de Van Der Waals (Navarro Delgado y Esteban Santos, 2012).

Figura 30. Enlace de hidrógeno entre dos moléculas de agua.


Fuente: elaboración propia.

4.4.1. Tipos de sólidos en función de los estados de agregación

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Las propiedades de los átomos aislados son muy diferentes de cuando estos se encuentran agregados
(átomos combinados para formar compuestos), lo que depende del tipo de enlace y de la naturaleza de las
partículas constituyentes. Aunque los factores externos que determinan el estado de agregación de la
materia son la presión y la temperatura, son la naturaleza y la magnitud de las fuerzas que mantienen unidas
las partículas las que finalmente determinarán el estado de agregación de la materia.Ya que en el estudio del
documento existe un predominio de la materia en estado sólido, en este apartado se mencionarán cuatro
modelos límite en los que se puede clasificar la materia, si bien con predominio de los términos
intermedios. Así, atendiendo a los tipos de enlace de la materia, tendrán unas propiedades específicas
(punto de fusión, punto de ebullición, conductividad eléctrica, propiedades mecánicas como la dureza y
resistencia a la rotura, etc.), lo cual justificará el empleo de unos u otros instrumentos de análisis para su
identificación.

Sólidos iónicos

En primer lugar, están los denominados sólidos iónicos, en los que las partículas constituyentes se
conforman por iones positivos y negativos dispuestos indefinidamente en redes cristalinas (siete
sistemas cristalinos y 32 especies). En este tipo de compuestos, los iones positivos se encuentran
completamente rodeados por iones negativos y viceversa, de ahí que las fuerzas de cohesión
electrostática sean intensas. Las partículas en el retículo cristalino de estos sólidos están constituidas
por iones positivos y negativos, las fuerzas de atracción son electrostáticas y fuertes, los puntos de
fusión y ebullición suelen ser elevados, son malos conductores y suelen ser duros y frágiles.

Figura 31. Sistema cristalino de la calcita (carga del papel de escritura).


Fuente: Wikipedia.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Sólidos covalentes

Por otro lado, en los sólidos covalentes (o atómicos), los átomos se unen unos a otros de forma
indefinida mediante enlaces covalentes; por ejemplo, el dióxido de silicio usado en la carga del papel. El
grafito del lápiz común es un ejemplo paradigmático de sólido covalente, en el que cada átomo de
carbono se encuentra unido a otros tres átomos de carbono mediante enlaces covalentes, formando
unas estructuras geométricas laminares en forma de hexágonos en las que, a su vez, estas capas se unen
mediante fuerzas de Van Der Waals (la estructura cristalina de los compuestos se detecta por difracción
de rayos X). Las partículas en el retículo se constituyen mediante átomos que se unen con enlaces
covalentes fuertes, por lo que los puntos de fusión y ebullición son elevados, son bastante duros y
malos conductores eléctricos

Sólidos metálicos

En los sólidos metálicos, las partículas de los cristales se constituyen mediante iones positivos
fuertemente compactados y embebidos dentro de una nube electrónica deslocalizada. El retículo
cristalino de estos materiales solo se constituye por iones positivos, su fuerza de cohesión es variable
debido a la dispar atracción de los iones positivos y la nube electrónica según su tamaño, aunque son
dúctiles y maleables no son frágiles y, por último, son buenos conductores eléctricos. En los procesos
de fabricación del papel, pueden quedar sólidos metálicos embebidos en los intersticios de las fibras
papeleras debido a los contaminantes de la máquina de fabricación

Sólidos moleculares

Por último, están los sólidos moleculares, que se refieren a moléculas discretas que se unen entre sí
mediante fuerzas de Van Der Waals; por ejemplo, el yodo sólido usado para envejecer artificialmente el
papel. Las partículas en el retículo cristalino se conforman por moléculas con fuerzas de atracción muy
débiles, motivo por el que los puntos de fusión y ebullición suelen ser bajos, generan presión de vapor,
suelen ser blandos y, por último, son malos conductores eléctricos.

La naturaleza y las propiedades de los compuestos sólidos se pueden inferir no solo por los
átomos que participan en la formación de la molécula, sino por la posición que ocupan en la tabla
periódica, dada la particular especificidad de la configuración electrónica de los átomos. Por
ejemplo, los elementos situados a la derecha en la tabla periódica suelen formar sólidos
moleculares, los situados en el centro sólidos atómicos, los situados a la izquierda sólidos
metálicos, etc.

Resumen

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Lo que no cabe duda alguna es que las conclusiones de los informes periciales, en el arraigado marco
del paradigma de la probabilidad (Matthew E., 2008), deben alejarse de procedimientos basados en las
percepciones subjetivas de los expertos. Es por ello que, cada vez más, se vengan exigiendo resultados
contrastados científicamente que se apoyen en la utilización de instrumentos capaces de ofrecer datos
que cumplan los requisitos de objetividad, validez y fiabilidad usados por la ciencia, minimizando las
discrepancias entre los expertos cuando estudian un documento (Rivera Morales, 2011).

La única manera de comprender la naturaleza de las técnicas instrumentales utilizadas para determinar
la autenticidad o la falsedad de los documentos, muy concretamente mediante el estudio físico, óptico y
químico de los papeles y de las tintas (Antonio A. Cantú, 1995), exige conocer cómo se dispone la
materia a nivel molecular, ahondando en la composición y en sus propiedades, así como conocer las
transformaciones espontáneas o inducidas de las sustancias que se producen por el simple paso del
tiempo. El papel y las tintas, ambas con un preferente estado sólido de agregación cuando se encuentran
en el papel, se caracterizan porque indudablemente cambian con el paso del tiempo, reuniendo además
unas propiedades por las que pueden ser identificadas.

La materia se estructura en micro-partículas –llamadas átomos– que se mantienen unidas en una


microestructura mediante fuerzas para formar moléculas.

Las técnicas instrumentales se aprovechan precisamente del conocimiento de las propiedades físicas,
ópticas o químicas de una sustancia para poder identificarla y, en el caso del análisis forense de un
documento, identificar las sustancias que forman las mezclas complejas de los ingredientes utilizados
por los fabricantes del papel y de las tintas; sustancias que se caracterizan porque reúnen ciertas
características por las cuales pueden ser identificadas. Así, en el caso del papel y las tintas, porque
sufren una serie de transformaciones espontáneas o inducidas (por el calor, por la humedad, por los
contaminantes, etc.), que pueden modificar determinadas propiedades con las que eran identificadas
inicialmente.

La materia puede presentarse en su forma más pura –de fácil identificación–, o bien en forma de
mezclas, siendo esta última la forma de agregación en la que lamentablemente suele aparecer la materia
en el estudio del documento (el papel y las tintas), lo que dificulta notablemente su identificación.

Lo normal es que la materia se presente en la naturaleza en forma de mezclas, en la que diversas


sustancias –elementos, moléculas o ambas a la vez– se combinen en proporciones variables para formar
la materia.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Una característica de la materia es que se transforma con el paso del tiempo, ya sea de manera
espontánea o inducida, lo que puede afectar, por ejemplo, a los estudios de discriminación de los
papeles y de las tintas, la datación de los documentos, etc.

Las reacciones químicas que interesan a los efectos de la documentología son las que ocurren en el
papel y en las tintas debidas al paso del tiempo; por la interferencia de un proceso que acelere la
velocidad de las reacciones de volatilidad de los disolventes; de degradación de los colorantes; de
polimerización de las resinas (calor, luz, humedad, acidez del ambiente, microorganismos, etc.). En todo
caso, es vital saber interpretar los resultados objetivos que ofrezcan las técnicas instrumentales, con el
fin de detectar una alteración, realizar una discriminación de papeles o tintas, determinar un cruce de
trazos, o bien, clasificar un fechado de un papel o una tinta

Los cambios de estado de la materia (sólido, líquido o gas) se producen mediante intercambio de
energía; así, del estado sólido al líquido o al gaseoso se precisa de un aporte de energía, mientras que,
si es a la inversa, lo normal es que se produzca con cesión de energía. La energía intercambiada puede
ser mecánica, como en el caso de la tinta cuando sale del cartucho del bolígrafo.

Algunos ejemplos de estado sólido de la materia son el papel o la tinta cuando esta sale del bolígrafo
y se deposita sobre la superficie del papel. El estado sólido se puede manifestar en su forma cristalina –
cuando las partículas se encuentran perfectamente ordenadas–, o bien, en su forma amorfa –cuando las
partículas no se encuentran ordenadas–.

La tinta se encuentra en estado líquido cuando está aislada del ambiente en el interior del receptáculo
del elemento escritor, o bien, en cualesquiera de los disolventes que pueden emplearse sobre el sustrato
físico original del documento para producir alteraciones, por ejemplo, los borrados químicos, los que
pueden producirse con disolventes polares como el metanol, el diclorometano, el cloroformo, etc.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

El estudio del estado gaseoso interesa por varias razones, por ejemplo, cuando las tintas salen del
bolígrafo para depositarse en el papel algunos de sus componentes pasan a estado vapor y otros a
estado sólido. Todos los ingredientes de las tintas se encuentran inicialmente en fase líquida, si bien, los
disolventes se suelen evaporar por la energía mecánica de fricción que se genera entre la bola del
bolígrafo y el papel, por la temperatura ambiental, por el tipo de iluminación que exista en ese momento
(luz solar, ultravioleta, etc.), o bien, por la temperatura de la superficie del papel (si acaba de salir de una
máquina fotocopiadora). Otras sustancias líquidas, como son los colorantes, las resinas, los lubricantes,
los disolventes, que no se hayan escapado a la fase vapor, pasan directamente a la fase sólida y con el
tiempo pueden ir degradándose (colorantes), endureciéndose (las resinas), o difundirse o evaporarse
muy lentamente (los disolventes). En los papeles las sustancias orgánicas volátiles –en forma de trazas–,
desaparecen por sublimación con el paso del tiempo. Por ejemplo, cuando las tintas son recientes suelen
tener una concentración significativamente alta de compuestos orgánicos volátiles (fenoxietanol, fenol,
alcohol bencílico, etc.), si bien, debido a la natural energía que se le comunica al documento, la luz
ambiental o artificial, la temperatura, las manipulaciones físicas, el aire circundante, la temperatura de la
superficie del documento, etc., se subliman si se trata de tintas antiguas o se vaporizan cuando las tintas
son recientes.

La mayor cantidad de compuestos orgánicos volátiles que se pierde en las formulaciones de las tintas,
acontece cuando se está produciendo el cambio de estado de líquido a sólido, es decir, cuando la tinta
líquida se acaba de depositar en el documento. Es en este estado de agregación en el que los
ingredientes de las tintas en estado líquido requieren un menor aporte de energía para pasar a la fase
vapor, en contra de lo que sucede cuando los disolventes de las tintas ya se encuentran en estado sólido
por el efecto de la polimerización de las resinas.

Los espectros atómicos son la base de la gran mayoría de los instrumentos ópticos y de los
vídeoespectrales comparadores utilizados en el análisis forense de los documentos, mediante los que se
comparan tanto los papeles como las tintas, con el fin de establecer similitudes o discriminaciones a
través de la diferencia o similitud de los registros espectrales, muy concretamente, mediante los
espectros moleculares en sustitución de los espectros atómicos.

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La estructura de la materia. El papel y las tintas

Los aparatos inicialmente utilizados para analizar la luz surgieron a mediados del siglo XIX y se
llamaban espectroscopios, empleándose hoy día para el análisis forense de documentos los
vídeoespectrales comparadores.

La explicación de lo que sucede cuando se aplica una longitud de onda concreta a una tinta o un
papel para su discriminación debe buscarse en la formulación dada en 1913 por Bohr, cuando estableció
un modelo teórico del átomo al intentar explicar los datos experimentales de los espectros atómicos.
Los electrones se caracterizan porque solo pueden girar en ciertas orbitas circulares de energía y radios
determinados en los que su energía es constante, emitiéndola tan solo en el caso de que pase a una
órbita de menor energía. Por ejemplo, un fotón de luz puede provocar que los electrones se muevan a
órbitas superiores, y es cuando regresan a su órbita de origen (de menor energía) cuando emiten
energía.

Caso práctico

Se pide
Explica con detalle científico y desde la perspectiva molecular el fenómeno de la fluorescencia de
algunas tintas de bolígrafo bajo las luces monocromáticas de baja longitud de onda.

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Solución

El fenómeno se explica por la emisión de la mayor longitud de onda de una muestra cuando los
electrones regresan a su orbitales de origen, que previamente se excita con una luz monocromática de
alta intensidad.

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Recursos

Bibliografía
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Glosario.

Átomo: partícula indivisible por métodos químicos, formada por un núcleo rodeado de
electrones.

Calor: energía que se manifiesta por un aumento de temperatura y que procede de la


transformación de otras energías. Es, además, originada por los movimientos vibratorios de los
átomos y las moléculas que forman parte de la materia.

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Certeza: conocimiento claro y seguro de algo que se sabe algo sin posibilidad de
equivocarse.

Electrón: partícula subatómica con una carga eléctrica elemental negativa.

Elemento químico: tipo de materia constituida por átomos de la misma clase, con
características físicas únicas y que no puede descomponerse mediante reacciones químicas en
sustancias más simples.

Energía: capacidad que tiene la materia de producir trabajo en forma de luz, calor,
movimiento, etc.

Física: disciplina científica que se encarga del estudio de los componentes fundamentales del
universo, la energía, la materia, el espacio, el tiempo y sus interacciones fundamentales.

Fotón: partícula elemental responsable de las manifestaciones cuánticas del fenómeno


electromagnético.

Instrumento: dispositivo de fabricación tecnológica con el que se pueden llevar a cabo


estudios físicos, ópticos y químicos.

Isótopo: átomos del mismo elemento químico cuyos núcleos atómicos tienen distinta cantidad
de neutrones.

Masa atómica: masa de un átomo.

Materia: componente principal de los cuerpos susceptible de toda clase de formas y de sufrir
cambios, que se caracteriza por un conjunto de propiedades físicas o químicas perceptibles a
través de los sentidos.

Molécula: grupo eléctricamente neutro y estable, de configuración definida, formado por al


menos dos átomos unidos por enlaces químicos.

Neutrón: partícula subatómica con una carga eléctrica elemental neutra.

Número atómico: número total de protones que tiene un átomo.

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Orbital atómico: región que se halla alrededor del núcleo de un átomo y en la que existe
mayor probabilidad de encontrar electrones.

Probabilidad: cálculo matemático de las posibilidades que existen de que una cosa se cumpla
o suceda al azar.

Protón: partícula subatómica con una carga eléctrica elemental positiva.

Química: disciplina científica que estudia la composición, estructura y propiedades de la


materia, así como los cambios espontáneos o artificiales que experimenta en las reacciones
químicas y su relación con la energía.

Radiación electromagnética: combinación de campos eléctricos y magnéticos oscilantes


que se propagan a través del espacio a la velocidad de la luz transportando energía de un lugar a
otro.

Tabla periódica: disposición de los elementos químicos en forma de tabla ordenados por su
número atómico, configuración de electrones y sus propiedades químicas.

Tecnología: conjunto de instrumentos, recursos técnicos o procedimientos empleados en un


determinado campo o sector.

Temperatura: magnitud referida al parámetro cuantitativo del calor medible con un


termómetro.

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