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El género dramático tuvo sus orígenes en la antigüedad griega, específicamente en el culto a Dionisos, dios
del vino y de la alegría, cuyas celebraciones consistían en el canto de himnos y, posteriormente, la
representación de escenas mitológicas.
El teatro llegó a ser parte fundamental de la educación ciudadana griega, y sus grandes dramaturgos como
Tespis (c. 550-500 a. C.), Esquilo (c. 526-c.455 a. C.), Sófocles (496-406 a. C.) y Eurípides (c. 484-406 a. C.)
se inspiraron en los personajes y las anécdotas de su tradición religiosa, para construir una obra vasta y
profunda que en gran medida sobrevive todavía.
Posteriormente, el drama fue heredado a Roma, cuyos grandes cultores del género fueron Plauto (254-184
a. C.), Terencio (185-159 a. C.) y Séneca (4 a. C.-65 d. C.). Tras un importante hiato durante
el Medioevo cristiano, la tradición teatral fue retomada en Europa durante los siglos XI y XII, en los que
resurgieron la comedia escrita en latín y la escenificación de pasajes del evangelio cristiano.
La primera obra teatral escrita completamente en español fue el “Auto de los Reyes Magos”, pieza anónima
escrita en el siglo XIII, de la que se conservan unos 147 versos aproximadamente.
Aunque es común manejar los términos drama y teatro como sinónimos, muchos especialistas señalan ciertas
diferencias:
• Drama: Se refiere específicamente a la parte escrita de este arte, o sea, a un género literario, por
lo tanto, es fruto de un dramaturgo.
• Teatro: Involucra la parte actuada, o sea, un arte escénica en sí misma. Es decir que es obra de
un director teatral.
Sin embargo, ambos aspectos están unidos y son inseparables a la hora de pensar este tipo de representación
artística.
• Actos: Son unidades amplias en que la obra se segmenta, separadas entre sí por un descanso
(entreacto) representado por una bajada del telón, oscuro o mecanismo similar.
• Escenas: Son las unidades en que se divide cada acto, y que se corresponden con la presencia en
el escenario de ciertos personajes o elementos, o sea, que están determinadas por la entrada o
salida de los actores al escenario.
Una obra teatral puede tener 2, 3, 5 o hasta 7 actos o más, y cada uno de ellos un número diverso de escenas.
Por otro lado, hablando en términos narrativos, una obra teatral se divide, según la visión aristotélica clásica,
en tres segmentos claramente diferenciados: inicio, desarrollo y desenlace.
Subgéneros dramáticos
• La tragedia. Género realista, de gran tradición en Occidente, que se dedica a narrar la caída de
personajes ilustres, para conmover al público a partir de su sufrimiento. Un claro ejemplo de ello
son las tragedias griegas clásicas, como Edipo Rey de Sófocles.
• La comedia. Género realista, contrapartida de la tragedia, dado que se ocupa de personajes
vulgares, comunes y corrientes, representados mediante la ridiculización o exageración de sus
rasgos, moviendo a los espectadores a la risa o a la simpatía. Esto ocurre a partir de una
identificación con el personaje que, en muchos casos, puede apuntar a un trasfondo moralista,
pues busca dejar algún tipo de enseñanza. Un perfecto ejemplo de comedia son las piezas del
francés Molière (1622-1673), como El tartufo o El avaro.
• La pieza. Género realista, caracterizado por someter a personajes comunes y corrientes a
situaciones complejas y experiencias límites, que sin embargo no causan necesariamente una
transformación en el fuero interno del personaje. Un ejemplo de ello es Casa de muñecas del
escandinavo Henrik Ibsen (1828-1906).
• La tragicomedia. Género realista, de protagonistas arquetípicos o incluso estereotípicos, que a lo
largo de la obra persiguen algún tipo de ideal: el éxito, el amor, etc. Como su nombre lo indica,
reúne elementos trágicos y cómicos en una anécdota compleja, que también abre lugar al sarcasmo
y la parodia. Un ejemplo de ello es La tragicomedia de Calisto y Melibea de Fernando de Rojas
(c. 1470-1541).
• El melodrama. Género no realista, que relata anécdotas complejas protagonizadas por personajes
dotados de reacciones emocionales exageradas, y que acompañadas por música y otros “efectos”
teatrales buscan en el espectador una respuesta emocional superficial. Desde el siglo XVII existe
principalmente como un género de ópera, y posteriormente en la radio, cine y televisión. Un buen
ejemplo de ello es el Pagliacci de Ruggero Leoncavallo (1857-1919) o Madame Butterfly de
Giacomo Puccini (1858-1924).
• La obra didáctica. Género no realista, presentada al público en forma de reflexión o de silogismo,
y que marcha en pos de una enseñanza o un aprendizaje, a través de personajes sencillos y una
anécdota compleja. Un perfecto ejemplo de ello es El círculo de tiza caucasiano del alemán
Bertolt Brecht (1898-1956).
• La farsa. Género no realista, que echa mano a elementos de cualquier otro de los géneros
dramáticos, para llevar a sus personajes hacia situaciones caricaturescas o simbólicas, a menudo
funcionando como una parodia. Desde cierto punto de vista, no se trata de un género en sí mismo,
sino de un procedimiento de reapropiación de los demás. Un ejemplo de farsa es Esperando a
Godot de Samuel Beckett (1906-1989).
Además de estos siete, existen un número variable de subgéneros menores, considerados tendencias
transitorias o puntuales en la historia del género, como el teatro del absurdo, el teatro de la crueldad, el teatro
existencialista, etc.
Fuente: https://concepto.de/genero-dramatico/#ixzz84SLWvQnU