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1 Corintios 4:1-5

Tenemos ante nosotros el último capítulo en el cual Pablo


habló sobre las divisiones y el espíritu partidista que existían
en la Iglesia de Corinto.
En este capítulo, él expuso las condiciones de los siervos de
Cristo, y qué era lo que debía controlar la conducta cristiana.
Notemos ahora cómo comenzó este capítulo 4 diciendo en
el

versículo 1: "Por tanto, que los hombres nos consideren como


servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios".
 Vamos a hacer una pequeña pausa en este gran
versículo.
 Nosotros todos, en realidad, somos siervos, servidores
de Cristo.
 Cada creyente es un servidor, un ayudante de Cristo.
 En cierto sentido, cada creyente es un predicador,
alguien que con su vida, con su ejemplo, proclama
un mensaje a los que le rodean.
 Es una influencia que se transmite consciente o
inconscientemente.
 La cuestión es qué clase de mensaje estamos
transmitiendo.
 Aquí se llama al siervo de Cristo, un administrador
de los misterios de Dios.
 En el tiempo de Pablo, un administrador era la persona
encargada de los asuntos de la vivienda familiar ante el
propietario.
 Era el encargado de los temas domésticos, la comida, la
ropa y demás asuntos.
 El proporcionaba a la familia todo lo que iban
necesitando.
 De la misma manera, el servidor de Cristo debería
entregar la Palabra de Dios a los miembros de la familia
espiritual.
 Y vemos aquí nuevamente la palabra misterio.
 Recordemos que en la Biblia los misterios son aquellas
verdades que anteriormente no habían sido reveladas,
pero que en aquel momento fueron dadas a conocer.
 Esos misterios no pueden ser comprendidos por el
hombre natural.
 Sólo el Espíritu de Dios puede tomar aquellas verdades
sobre Cristo y hacer que las entendamos.
 El "misterio" se refiere aquí a la sabiduría de Dios,
concretamente, al Evangelio, el mensaje de la cruz que
sólo puede ser conocido y comprendido, por medio de la
revelación del Espíritu Santo.
 Y teniendo en cuenta que somos administradores de los
llamados "misterios de Dios", debemos entregar y
repartir esos misterios.
 Después de concluir sus parábolas sobre el misterio, en
Mateo 13:51, Jesús les dijo a sus oyentes: "¿Habéis
entendido todas estas cosas?" Me inclino a creer que
ellos no le entendieron realmente en aquella ocasión.
 Y Jesús no aclaró si ellos le habían entendido o no.
 Pero sí continuó diciéndoles, como vemos en el
 versículo 52: "Por eso todo escriba que se ha convertido en
un discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de
casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas".
 Y esto es precisamente lo que un administrador de los
misterios de Dios debería estar haciendo, y es extraer
de la Palabra de Dios cosas nuevas y cosas viejas.
 Ésa es pues la misión de un administrador de los
misterios de Dios.
 Y no se me ocurre pensar en un encargo más elevado
que éste.

Continuemos leyendo el versículo 2: "Ahora bien, lo


que se requiere de los administradores es que cada uno sea
hallado fiel".
 Observemos que no se requiere que un administrador
sea elocuente o que tenga muchos dones o talentos
espirituales; sólo se le pide que sea fiel.
 Muchos de ellos serán un día recompensados, no
porque hayan logrado realizar grandes cosas, ni por
algún gran talento que tengan, sino porque hayan sido
fieles en lo que hicieron, y por la manera en que lo
hicieron.

Y dicen los versículos 3 y 4: "En cuanto a mí, en muy


poco tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano. ¡Ni
aun yo mismo me juzgo! Aunque de nada tengo mala conciencia,
no por eso estoy sin culpa, pues el que me juzga es el Señor".
 Estos dos versículos presentan los tres tribunales ante
los cuales debemos presentarnos.
 Y nos dicen que no tenemos derecho a juzgarnos unos
a otros, porque todos compareceremos ante un tribunal
superior.
1.El primer tribunal es el tribunal ordinario de la
opinión de los demás.
 Notemos lo que el apóstol Pablo dijo que él
consideraba de poca importancia el ser juzgado
por los demás o por cualquier tribunal humano.
 Él se refería aquí a la opinión de los demás.
 En la versión de la Biblia que preparó Philipps,
dijo en este versículo 3: "En realidad a mí
no me interesa mucho lo que usted o
cualquier otra persona piense de mí".
 Ésta no es una traducción literal, pero es una
buena interpretación.
 Es una declaración realmente contundente, y
parecería indicar que Pablo fuera anti-social.
 Sin embargo, el apóstol no era una persona
insensible o que despreciara la opinión de los
otros.
 Él no era inmune a las expresiones y estima de
la gente que le rodeaba.
 Él defendía su apostolado con gran sentimiento,
cuando era desafiado por los sus críticos.
 Él siempre se sentía herido por los rumores
falsos, y aquí en este mismo capítulo hizo
referencia a ello, como vemos en los versículos
11 al 13: "11Hasta el día de hoy padecemos
hambre y tenemos sed, estamos desnudos,
somos abofeteados y no tenemos lugar fijo
donde vivir. 12Nos fatigamos trabajando con
nuestras propias manos; nos maldicen, y
bendecimos; padecemos persecución, y la
soportamos. 13Nos difaman, y respondemos
con bondad; hemos venido a ser hasta ahora
como la escoria del mundo, el desecho de
todos".
 Aquí, pues, podemos ver la sensibilidad de
Pablo afectada por las opiniones de otros.
 Sin embargo, su vida no estaba influenciada por
esas opiniones.
 Ahora, aunque a nosotros nos guste o nos
disguste, compareceremos ante ese tribunal
formado por otros.
 No podemos evitarlo. Y esto quizá es practicado
en exceso en otros países.
 Abraham Lincoln, por ejemplo dijo: "La
opinión pública en este país, o sea en los Estados
Unidos, lo es todo".
 Eso es cierto y es lamentable que así sea.
 Vemos que hay un peligro en acatar siempre la
opinión de los demás, el ceder ante la crítica de
nuestros enemigos, el rendirse ante ellos.
 Por lo tanto, un tribunal nunca debe inclinarse
ante la opinión popular de la mayoría, porque
compromete la aplicación de la justicia.
 Milton fue el que dijo: "La última enfermedad de
una mente noble es el amor a la fama".
 Y eso es lo que persiguen muchas personas en
nuestros días.
 El editor de un periódico, llamado Horacio
Greeler, dijo: "La fama es como un vapor; la
popularidad, como un accidente; las riquezas tienen alas;
aquellos que aplauden hoy, son los que condenarán
mañana. Sólo hay una cosa que perdura y es el carácter".
 Y alguien más ha dicho: "El problema con la
mayoría de nosotros es que preferimos vernos arruinados
por la adulación, que salvados por la crítica".
 Y eso, nos tememos, estimado oyente, es
también una cruda verdad.
 Y así hemos podido ver que aunque el apóstol
Pablo fue sensible a la opinión de los demás,
esa opinión no se convirtió en el principio rector
de su vida.
 Por eso pudo decir: "Yo en muy poco tengo el ser
juzgado por vosotros, o por tribunal humano".
2.el tribunal de la propia conciencia, que es el que
se revela en sus palabras: "Ni aun yo mismo me juzgo",
 ¿Es la conciencia una guía segura? Bueno, Pablo dijo
que no era una guía precisa, exacta.
 Nosotros debemos ser guiados por el Espíritu.
 En el Génesis estudiamos la edad de la
conciencia, que terminó con el juicio del diluvio.
 La Iglesia, o mejor dicho los creyentes, tienen
que tener una conciencia más iluminada.
 Y cuando nos reprocha algo o nos censura,
debemos prestarle atención y obedecerla.
 Pero cuando aprueba nuestra manera
descuidada de vivir, o cuando apela a nuestra
vanidad y nos alaba, entonces debemos tener
mucho cuidado.
 Todos nosotros permanecemos firmes, o
caemos ante este tribunal.
 Fue Longfellow quien dijo: "No es en el clamor de
las multitudes, ni ante el aplauso o los gritos de las masas,
sino que es en nosotros mismos donde se encuentra el
triunfo o la derrota".
 Un hombre honrado no será influenciado por la
opinión de los otros, sino por lo que él cree que
es correcto.
 Es una regla valiente y noble.
 Sin embargo, el apóstol Pablo dijo que él no la
seguía.
 Pablo no quiso emitir un juicio final sobre sí
mismo.
 No es que él hubiera conocido alguna evidencia
contra sí mismo; por el contrario, él dijo que no
sabía nada en contra suyo, pero que esto no lo
libraba a él de su responsabilidad ante Dios.
 Es una característica de nuestra naturaleza
humana ser exigentes con los demás e
indulgentes con nosotros mismos.
 Recordemos que ése fue el problema de David.
 El podía ver lo malo en los demás pero no en sí
mismo.
 ¿Y qué diremos de nosotros? Cuando otras
personas se aferran con tenacidad a alguna
opinión, las llamamos conflictivas, pero cuando
lo hacemos nosotros, pensamos que estamos
mostrando con valor nuestras convicciones.
 Son los otros los que causan divisiones y
problemas, pero nosotros estamos en la
posición correcta.
 Otros son infieles cuando dejan de asistir a la
iglesia, pero en cambio, nosotros tenemos
buenas razones para hacerlo.
 Es que no estamos capacitados para ser
severos con nosotros mismos.
 Nos colocamos en un nivel superior y,
generalmente, lo distorsionamos.
 Pero Dios puede cambiar el sentido del
veredicto de este segundo tribunal, el de
nuestra conciencia.
 Hasta ahora hemos visto el tribunal de los otros,
el tribunal de uno mismo, y ahora, veamos, en
tercer lugar,
3.el tribunal del Único Amo y Señor; el tribunal
supremo de Cristo.
Pablo estaba diciendo que algún día él estaría ante
el Tribunal de Cristo, acerca del cual hemos oído al
leer las palabras del versículo 4, "pero el que me juzga
es el Señor".
Y cada uno de nosotros tendrá que comparecer
algún día ante ese tribunal.
Sobre este tema él hablará más extensamente en la
Segunda Carta a los Corintios, en el capítulo 5.
Y esperaremos hasta llegar allí para entrar más a
fondo en este asunto.
Pero cada uno de nosotros tendrá que estar
presente allí.
Así es que cada uno de nosotros tendrá que estar
ante el Tribunal de Cristo.
¿Qué es lo que será juzgado allí? Bueno, sabemos
que no seremos juzgados por nuestros pecados,
porque los pecados perdonados a nosotros, los
creyentes, como dice el Salmo 103:12, Dios los ha
alejado, así como ha alejado del oriente el
occidente.
Él no se acordará más de nuestros pecados, como
dice la Carta a los Hebreos 5:12.
Y todos nuestros pecados están cubiertos por la
sangre que Cristo derramó en la cruz y es como si
Dios no los recordara más.
Nosotros entonces vamos a ser juzgados como
administradores de todo aquello sobre lo cual Dios
nos ha constituido en mayordomos.
Todas nuestras posesiones físicas, nuestros
cuerpos, nuestros recursos materiales, lo que
debemos darle a Él será examinado y evaluado por
Él.
Ésas serán las cosas que van a ser juzgadas en ese
tribunal.
Así que podemos ver que el ser un administrador,
un mayordomo fiel, es de suma importancia.

 Después de todo, nosotros no somos los dueños de


nada; como hemos dicho antes; todas las cosas
pertenecen a Cristo, y nosotros también le
pertenecemos a Él.
 Estamos, por decirlo así, asociados con Él.
 Y fue algo maravilloso lo que dijo Pablo en el capítulo
tercero.
 Que todas las cosas son nuestras; Pablo es nuestro,
Apolos también, Pedro, así como todos los grandes
maestros y reformadores que ha tenido la iglesia en el
transcurso de los siglos.

 El mundo en que vivimos es nuestro, ha sido creado


para que lo disfrutemos, no para que lo destruyamos.
 Podemos contemplar la belleza de sus paisajes, con sus
montañas, los árboles, el océano y, a pesar de todos los
problemas, dificultades y tristezas, muchos de ellos
creados por nosotros mismos, podemos disfrutar de la
vida misma.
 Porque despreciar esta vida, sería una ofensa para el
Creador.
 Pero aun la muerte nos pertenece. Eso es lo que dijo
el Dr. Parker: "La muerte es suya, y continuó diciendo, le
pertenece, la muerte no es su amo, sino que es usted el que la
puede dominar".
 Así es estimado oyente, en este sentido, la muerte es
suya, gracias a la victoria de Cristo sobre la muerte,
gracias a que Él resucitó, nosotros podemos compartir
Su triunfo.
 Ésta es una verdad extraordinaria y alentadora.
 Cuando estamos unidos a Cristo, le pertenecemos, y
todas las cosas son nuestras, tanto las cosas presentes,
las que nos rodean, como las futuras, las que vendrán.
 Y como acabamos de ver, somos mayordomos y
administradores de todo aquello que Él nos ha confiado,
y ello coloca sobre nosotros una gran responsabilidad;
podemos decir que una honrosa responsabilidad.
 Todo ello da un sentido a la vida, una meta, una ilusión
permanente por ser utilizados por Él en una misión tan
importante.

versículo 5: "Así que no juzguéis nada antes de tiempo, sino


esperad hasta que venga el Señor, el cual sacará a la luz también
las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto
las intenciones de los corazones. Entonces, cada uno recibirá su
alabanza de parte de Dios".
 Él es el que juzgará en un día futuro.
 Si nosotros juzgamos, emitimos juicios sobre alguien, en
realidad estamos ocupando el lugar del Señor.
 Por ese motivo, no tenemos que reaccionar
agresivamente, con nuestras críticas, cuando hayamos
sido heridos u ofendidos.
 Porque nuestro resentimiento nos haría llegar aún más
lejos, a extremos y daños incluso mayores que los que
hayamos recibido.
 Dios juzgará con justicia, y Él conoce todos los
hechos y circunstancias que nuestra limitada condición
humana nos impide conocer.
 Y, por otra parte, probablemente conozcamos peores
cosas sobre nosotros mismos, que las que sabe la
persona que nos haya criticado.
 Los hechos que se realizan en lo oculto de las tinieblas,
serán expuestos a la luz en la presencia misma de
Jesucristo.
 Las intenciones y motivaciones que se encuentran
ocultos en el interior de nuestro corazón, serán puestas
de manifiesto.
 Y ése es el motivo por el cual tendríamos que ser
cuidadosos en la manera en que vivimos y en nuestra
conducta.

 Luego el apóstol Pablo hizo esta gran declaración:


"entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios".
 Es decir que Dios dará a cada uno la honra que haya
merecido.
 Quizás algunos creyentes están frecuentemente
resentidos porque, ya sea por descuido o por envidia,
los demás no reconocen o valoran debidamente sus
obras, su conducta.
 Y ese sentimiento de haber sido tratados injustamente,
les desalienta para continuar en su labor.
 La ingratitud de los demás nos deja una sensación de
vacío y tristeza.
 Pero Dios no pasará por alto todo aquello que ha sido
hecho por Él.
 Dios encontrará en cada uno de los creyentes algo por
lo cual honrarle.
 Cabe destacar que cuando leemos sobre los mensajes
a las siete Iglesias de Asia, en el libro del Apocalipsis, el
último libro de la Biblia, Cristo tuvo algo bueno que
decir, una palabra de elogio, de cada una de ellas, con
la excepción de una, la de Laodicea, que creemos no
era una Iglesia sino una asociación meramente humana.
 sea que pronunció esas palabras de elogio a pesar de
las faltas que aquellas iglesias tenían, y que Él, por
supuesto, destacó en cada caso.
 Pero Él tuvo siempre algo bueno que decir acerca de
todas ellas.
 Muchas veces nos molesta que los demás
generalmente se apresuren a recordarnos lo negativo de
nuestras acciones, y minimicen lo positivo que hayamos
hecho, o simplemente lo ignoren por completo.
 Así que esto debiera servirnos de estímulo, porque en el
caso de Cristo, creemos que el juez Supremo será
bondadoso y encontrará algún motivo para honrar a
cada creyente que se presente ante Él en Su tribunal.

 En la situación concreta de la congregación de Corinto,


una evaluación prematura por parte de aquellos
creyentes, había conducido a la exaltación indebida de
algunos de los pastores o maestros, y a la humillación
de otros, como veremos en este mismo capítulo,
versículo 10. Por lo tanto este pasaje nos recuerda que,
en vez de observar a los demás, cada uno debiera
preocuparse del estado de su relación con Dios, de su
fidelidad a Su Palabra y Su voluntad, y de examinarse
en relación a su propia conducta.
Estimado oyente, ¿considera usted a Dios una persona, o
un concepto lejano a la realidad de cada día? ¿En qué
situación se encuentra usted ante Dios? ¿Tiene usted
realmente una relación con Él? Le recordamos que la única
forma de establecerla, es por medio del Señor Jesucristo,
aceptando por la fe la obra que Él realizó a favor suyo en la
cruz.

Le invitamos a dirigirse a Él con sus propias palabras,


reconociendo su condición de pecador, de persona alejada
de Él: quizás nunca haya usted orado a Dios, porque piensa
que es necesario utilizar un vocabulario especial y ciertas
frases convencionales oficialmente reconocidas. Pero no es
así. Y, por otra parte, aunque usted no le vea físicamente, Él
está cerca y puede oír y examinar hasta los más íntimos
pensamientos del corazón. El Evangelio de Lucas 18:9-14,
nos relata el curioso episodio de dos hombres que fueron al
templo a orar. Uno de ellos, un fariseo, oró ostentosamente,
resaltando sus prácticas religiosas, sus virtudes, sus buenas
obras, y la bondad de su carácter. El otro era un recaudador
de impuestos, consciente de que no podía alegar ningún
mérito para alcanzar la gracia de Dios. Y entonces, sólo
pudo exclamar: "¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy
pecador!" Y el escritor destacó que este hombre, volvió a su
casa perdonado por Dios, pero el fariseo no fue perdonado.
Porque todo aquel que se engrandece a sí mismo, será
humillado, y el que se humilla, será ensalzado. Estimado
oyente, le invitamos a acercarse a Dios de esa manera, con
esa actitud de fe y de humildad. Y con toda seguridad, y con
la autoridad de la Palabra de Dios podemos decirle que Él le
recibirá inmediatamente.

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