Está en la página 1de 6

EL HACHADOR PERDIDO

Narrador: La llanura es bella y terrible a la vez, el Llano enloquece


y la locura del hombre de la tierra ancha y libre, es ser llanero
siempre, el Llano tiene muchos secretos es tierra buena y abierta
para el esfuerzo y la hazaña, toda horizonte como la esperanza,
toda caminos como la voluntad, en esta tierra inmensa y llena de
temeridades donde corre sensual la copla, también se ha escrito la
historia y ha nacido la leyenda como esta que en boca de los
pobladores de San Camilo se le dio por llamarla El Hachador
Perdido.
C1: Si por la noche se escucha
cabalgar algún lamento
y en San Camilo se pinta
la sombra de tu recuerdo
si es que te encuentras penando
en las montañas, del tiempo,
con gusto, Hachador Perdido,
yo te rezaré tu Credo,
tu Credo.
Narrador: La noche había comenzado a tejer su manto sobre el
vecindario de San Camilo, los pobladores lentamente se iban
recogiendo en sus casas, mientras las gallinas alborotadas
buscaban el mejor sitio en el dormidero, Aurora, que había llegado
temprano de Chorrosquero, se aprestaba a calentarle un guayoyito
al viejo Hipólito, quien pensativo se mecía en la campechana que le
había regalado un musiú, cuando este estuvo de paso por San
Camilo.
Campesino: Apúrese con ese café, vieja Aurora, que el viejo
Hipólito lo está esperando.
Vieja Aurora: Bueno, mijo: ¿y cuál es el apuro?, este fogón hay que
atizalo, y aparte de eso la noche es larga, y hablando de noches
largas, Hipólito, usted, que es un viejo tan versao en toditas esas
cosas de historias y aparecidos, por qué no me cuenta un poquito
de ese fulano “Hachador Perdío”, que tanto mientan aquí, en San
Camilo mientras le sirvo el guarapo.
Viejo Hipólito: No tanto como conocerla, comadrita, pero si he
escuchao bastantico de lo que por ahí dicen, según me hablaba mi
abuelo, sucedió hace muchos años aquí en San Camilo, cuando no
había linderos ni caminos; sólo trochas y paso ´e río. ¡Todo era
diferente!
Vieja Aurora: Pero, tómese el guayoyo, Viejo, y eche palante, yo
quiero es escuchá, por boca suya, todo eso que se cuenta.
Viejo Hipólito: Agarre silleta, mija, eso sí, prepárese, porque la
cosa es fea. Así comienza El Hachador Perdido:
Cantado:
Mi abuelo siempre me dijo
y nunca presté atención
que no fuera a la montaña
tan sólo por ambición
que fuera a cazar al monte
si había mala situación,
pero si hay comida en casa
por qué hacer esa cuestión
“Mire que su tío José
y el compadre Juan Simón
quedaron locos y enfermos
por culpa del Hachador”
Declamado:
Yo estaba acostumbraíto
que toas las noches iba
a vigiar las lapas
pero al porfiao, señores,
alguna cosa le pasa.
Seis y media de la tarde
comenzó a caer la noche
tomé la escopeta en mano
y me ajilé para el monte
si note por el camino
en mi cuerpo una frialdad
uns jachazo bien fuerte
escuché en la inmensidad
llegué al sitio de las lapas
donde tenía el comedero
y en el pleno mes de marzo
se mando aquel aguacero.
(Se oyen ruidos de truenos)
Cantado:
¿Qué pasará con las lapas
que se hacen las rogadas?
pero de aquí, no me voy
con la escopeta cargada
espero hasta amanecer
yo sé que vendrán hambreadas
aguacero no me corre
porque cargo mi chamarra.
Declamado:
Las dos de la madrugada
y las lapas no llegaban
era como una advertencia
pa´ que al rancho me largara
(Se oyen ruidos de un hacha sobre la madera)
aquel sonido del hacha
más cerquita lo escuchaba
y sentí poquito a poco
que la piel se me erizaba
de repente oí entre el monte
que chamizas reventaba
y pensé viene la presa
que con ansias esperaba
era un hombre alto y negro
con la cabeza pelada
traía un hacha en el hombro
y una tapara de agua
una mochila de cuero
en el pecho bien terciada
encaramao en el palo
las dos piernas me temblaban
al ver que parecía un monstruo
esa cosa que miraba.
Cantado:
Si, usted, machucó a mi tío
conmigo se equivocó
acaso me le parezco
al compadre Juan Simón,
sepa que yo soy un macho
y no me asusta león
menos una lagartija
que de ese monte salió.
Declamado:
Descargó todito al suelo
y el hacha en sus manos dejó
y empezó a tumbar el palo
donde me encontraba yo
echó una mirá parriba,
oí que se carcajeó
los dientes se le cruzaron
y la montaña tembló.
Hachador: Soy el Hachador Perdido. Ja, ja, ja, ja, ja, já.
C2 (Declamado):
Así se identificó
con una voz retumbante
que en el monte se perdió.
Cantado:
No creas que me asustaste
con tu tenebrosa voz,
cargo la Virgen del Carmen
y la palabra de Dios,
también las Siete Potencias
y a San Marcos de León
que me lo pondrá mansito
para montarle un sillón.
Narrador: La noche se fue poniendo más negra en San Camilo,
mientras el viejo Hipólito con la mirada de quien todo lo sabe,
seguía narrando aquella pesadilla que les hacía erizar la piel, todos
en silencio escuchaban horrorizados sin perder ni un detalle,
mientras el viejo entre palabras y boleadas de chimó proseguía con
el cuento.
Viejo Hipólito (declamado):
Al oír mi voz, la bestia,
ésta más se enfureció
y siguió cortando el palo
como todo un hachador
en un abrir y cerrar de ojos
aquel árbol se cayó
no supe cómo ni cuándo
el hacha desencabó
y con el palo de la misma
una golpiza me dio.
(se oyen quejidos del coplero)
Éste al ver que no moría
de la rabia que le dio,
el hacha metió en el cabo
y hacia mí se regresó
cuando la voltió de filo
para partirme en dos
de un salto miró a los lados
y éste retrocedió
con la velocidad de un rayo
vi que todo recogió
presintió el cantío del gallo
que al mismo tiempo se oyó.
Cantado:
El gallito de mi rancho
la vida me la salvó,
no hallaba como moverme
ese espanto me privó
allí me quedé tirado
ahí mismito amaneció
reventao me sentía
por los palos que me dio.
Declamado:
Como pude, arrastraíto,
al camino salí yo,
un campesino pasaba
y su ayuda me prestó
me montó sobre sus hombros
hasta el rancho me llevó
y mi mujer muy asustada
como pudo me atendió
me dio a beber artamisia
cuanta hierba consiguió
para cortarme la fiebre
que ese espanto me pegó.
Siete días, siete noches
el maleficio duró
y por todo San Camilo
la noticia se regó,
gracias a Dios y a la Virgen
y a San Marcos de León
salí de todo peligro
ahora canto esta canción.

Cantado:
No volveré a comer lapas
ni que me den regaladas
con el susto que pasé
se me quitaron las ganas
al nombrarme ese animal
el cuerpo se me entabana
se me espeluca la piel
me acuerdo de esa montaña.
Cuando ese maligno hachaba
recuerdo que me miraba
sus ojos eran dos brasas
que me quedaban el alma
sus colmillos eran tan largos
que parecían de caimana
el pecho como un ovejo
cubierto de pelo y lana.
Su cabeza era pelada
la vi cuando me golpeaba
las manos eran planchetas
como ver las de una rana,
tenía berrido de chivo
y ronquidos de marrana
sería el mismísimo Diablo
que me tendió esa jugada.
Mi abuelo sí me lo dijo,
pero no pensé esa vaina
por estar de avaricioso,
enfermo estuve en la cama
de noche no salgo ahora
de broma a la empalizada,
pendiente de mi gallito
pa´ que no le pase nada.
Narrador: Desde aquel funesto día jamás cazador alguno pisó las
montañas de San Camilo, dicen los pobladores que solo una
sombra errante vaga por sus caminos y que de vez en cuando se
escucha esta tonada;
Coplero tres:
Montaña de San Camilo
déjame quieto montaña
deja que algún caminante
vuelva a cruzar tu maraña
me rece los siete credos
que me están haciendo falta
porque es la única forma
de poder salvar mi alma.

También podría gustarte