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Tecnologías de la Información,
organizaciones sociales y comunicación
desde una perspectiva de cambio social.
Rompeolas
Tecnologías de la Información,
organizaciones sociales y comunicación
desde una perspectiva de cambio social.
Editorial p opular
Imprime:
I.S.B.N.:
D.L.: M-
Bibliografía | 211
1 Las diversas perspectivas desde las que ha sido abordada la Sociedad de la Información
ha hecho que haya sido bautizada con diversos términos: Sociedad Postindustrial (Bell
y Touraine), Sociedad Tecnotrónica (Brzezinsky), Sociedad de Consumo (Jones y Bau-
drillard), Sociedad Informatizada (Nora y Minc), Sociedad Interconectada (James
Martin), Estado Telemático (Gubern), Tercera Ola (Toffler), Aldea Global (McLuhan)
y, últimamente, Sociedad Digital (Merecier, Bustamante, Negroponte, Terceiro) y
también Sociedad Cibernética, para describir la nueva sociedad resultante de la fusión
de la informática y las telecomunicaciones, base de todo el desarrollo tecnológico de la
década de los noventa, y del futuro que viviremos en el siglo XXI. Sin embargo, sea
cual sea el nombre dado a la sociedad, siempre encontraremos dos factores comunes y
primordiales: la información como elemento aglutinador y la innovación tecnológica,
como instrumento para aproximarse a ella (JOYANES, L.: Introducción a la socie-
dad tecnológica, en Sociedad y Utopía, nº 9, marzo de 1997, página 84).
2 The End of Ideology. On the Exhaustion of Political Ideas in the Fifties (1960) y
The Coming of Post- Industrial Society (1973)
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Aproximación a la globalización
La palabra globalización se ha convertido en un concepto
de moda. Que este término ha pasado a impregnar el debate
político cotidiano, y ha adquirido una inusitada presencia en
los círculos académicos lo refleja bien a las claras un hecho:
7 WALLERSTEIN, I. (1979): El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista
y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. México. Siglo XXI.
8 THOMPSON, J.B. (1998): Los media y la modernidad. Una teoría de los medios de
comunicación. Barcelona. Paidós.
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ricos y pobres: las 225 personas más ricas del mundo dispo-
nían de unos ingresos equivalentes a los de 2.600 millones de
personas del Sur; las 15 personas más ricas del mundo tienen
activos financieros con un valor superior al del PIB (Producto
Interior Bruto) de toda el África Subsahariana, donde habitan
550 millones de seres humanos. La cúpula directiva del grupo
Walt Disney ganaba, en 1993, 203 millones de dólares, lo que
supone 325.000 veces el salario de un obrero haitiano que tra-
baja para ese mismo grupo.
El proceso de globalización capitalista tiene la capacidad
de fragmentar las realidades que toca, reordenando, de este
modo, las diferencias y las desigualdades, pero sin llegar a su-
primirlas (García Canclini,1999:45). La exclusión y la pobreza
no son el resultado de la escasez, sino el fruto de un conjun-
to de prioridades impuestas por los ricos al resto del mundo.
Para unos cuantos poderosos, el planeta se abrió de par en par,
mientras que para millones de personas el mundo no tiene lu-
gar, y vagan errantes de un lado a otro.
El capitalismo informacional (Castells), a la vez que genera
oportunidades de desarrollo, crea unos “agujeros negros de
pobreza” en los que se ven sumidas regiones enteras del pla-
neta. De este modo, el mapa mundial está muy alejado de las
representaciones especulares que crean los medios. Nuestro
mundo no es un lugar de abundancia con pequeñas islas de
pobreza, guerras y catástrofes naturales. Al contrario, vivi-
mos en un mundo de pobreza y desigualdad en el que existen
pequeñas islas de riqueza y bienestar.
El desequilibrio económico se extiende al espacio de los
medios de comunicación y de las telecomunicaciones. En la
globalización, la información y la comunicación – y en un sen-
tido más amplio, la cultura – es considerada como una mercan-
cía más, sometida a la lógica del mercado y del intercambio en
busca de la rentabilidad económica. Así, “una parte de la cul-
tura, al impulso de la mercantilización creciente, de la desre-
gulación y la concentración global y la aceleración tecnológica
de la información, se estaría transformando en comunicación-
mundo, como una vía sustancial de la modernidad-mundo
(Bustamante, 2004:46).Es más, no sólo el producto comunica-
ción, sino el propio espacio de circulación, está cada vez más
condicionado por las prácticas, discursos e ideologías afines al
mercado capitalista. Para George Yúdice (2002), estas formas
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1. Centros de investigación.
2. Instituciones de educación superior.
3. Empresas de tecnología avanzada.
4. Red auxiliar de proveedores de bienes y servicios.
5. Redes empresariales de capitales de riesgo para fi-
nanciar las primeras inversiones.
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Rasgos característicos
de la Sociedad de la Información
Después de haber realizado una lectura a nivel macro
de las dimensiones socioeconómica, política y cultural de la
Sociedad de la Información, y tras establecer sus conexiones
con el proceso de globalización capitalista, pasamos a conti-
nuación a abordar algunos de los rasgos característicos de
la Sociedad de la Información y de las tecnologías de la in-
formación y de la comunicación. Entre un escalón y otro se
encontrarían aquellas transformaciones en aquellas dimen-
siones fundamentales ayer y hoy para definir la vida humana
y social: el espacio y el tiempo.
Los referentes espacio-temporales que han inaugurado el
nuevo ciclo social y tecnológico suponen una intensificación
y radicalización de las dinámicas inauguradas por la Moder-
nidad a las que Giddens (1993) hace referencia con el término
de desanclaje. Asistimos a un progresivo distanciamiento del
tiempo y del espacio, al desanclaje y reordenamiento de los
sistemas sociales:
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1. Informacional.
Todo aquello que es reducible a bits de información
puede llegar a formar parte de E3.
2. Representacional.Casi todas las acciones y experien-
cias que se llevan a cabo en E3 lo hacen mediante re-
presentaciones tecnológicamente construidas.
3. Artificial.
La mayor parte de los componentes esenciales del tercer
entorno han sido elaborados en laboratorios, son artifi-
ciales: chips, transistores, cables, satélites, etc.
4. Multicrónico.
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Interactividad.
El concepto de interfaz nos da pie para abordar la pro-
piedad central de los nuevos medios digitales que queremos
pasar a analizar a continuación, la interactividad. Un concep-
to complejo y polisémico, que ha sido abordado desde di-
ferentes perspectivas (Holt-Bonneau,198624;Kerckhove,199925;
Jensen,199826;Gutiérrez Martin, 2003; Rafaeli, 198827; Rost,
200628, Scolari, 2003). Para Derrick de Kerckhove, el discípulo
de McLuhan, la interactividad es, junto a la hipertextualidad
y la conectividad, una de las características básicas de las tec-
nologías de la información y de la comunicación. En palabras
de Sheizaf Rafaeli (1988:111), uno de los teóricos referencia-
les en esta materia, la interactividad está relacionada con el
grado de reacción o respuesta producidos en un intercambio
comunicativo, “expresa la medida en que una tercera (o pos-
terior) transmisión o mensaje en una serie dada de intercam-
bios comunicativos está relacionada con intercambios previos
referidos a anteriores transmisiones.
Jens Jensen (1998) aborda una primera clasificación de la
interactividad a partir de una triple mirada: sociológica, co-
municativa e informática. Desde la primera perspectiva, la
interactividad hace referencia a la relación entre dos o más
personas que, en una situación determinada, adaptan mutua-
mente su comportamiento y sus acciones. Desde la perspec-
tiva comunicativa, las acepciones del término son múltiples.
En la tradición de los Estudios Culturales, en concreto en los
análisis del comportamiento de las audiencias, la interactivi-
dad se ha concebido como el proceso activo de relación que
las audiencias establecen con los mensajes de los media.
En la tradición funcionalista del estudio de los medios,
uno de los máximos exponentes de la Mass Communication
Research, Paul Lazarsfeld, sitúa la interactividad en relación
24 HOLTZ-BONNEAU, F. (1986): La imagen y el ordenador. Madrid. Fundesco.
25 KERCKHOVE, D. (1999): Inteligencias en conexión. Barcelona. Gedisa.
26 JENSEN, J. (1998): “Interactivity. Tracking a new concept in media and com-
munication studies”, Nordicom Review, vol.19, nº 1, pp. 185-204.
27 RAFAELI, S. (1988): “interactivity: from new media to communication”, en
HAWKINS, R., WIEMANN, J. Y PINGREE, S. (eds.): Advancing communica-
tion science: merging mass and interpersonal process. California. Sage, pp.
110-134.
28 ROST, A. (2003): La interactividad en el periódico digital. Universidad Autó-
noma de Barcelona. Tesis Doctoral.
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“In summary, it can be said that while “interac-
tion” in the sociological sense refers to a reciprocal
relationship between two or more people, and in the
informatic sense refers to the relationship between
people and machines���������������������������
(but not communication be-
tween people mediated by machines), in communi-
cation studies it refers, among other things, to the re-
lationship between the text and the reader, but also to
reciprocal human actions and communication associ-
ated with the use of media as well as (para-social)
interaction via a medium. Obviously, as far as the
concept of interaction is concerned, there is already
considerable confusion”.
29 En este texto Jensen utilizan los dos términos indistintamente.
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El cubo de la interactividad
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1. La facilidad en la navegación.
2. La cantidad y la calidad de las opciones del usuario.
3. La capacidad del programa para dar una respuesta
adaptada a cada usuario.
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Interacción
Pasamos, en tercer lugar, a abordar el concepto de inte-
racción, el tercero de la triada (interfaz, interactividad, in-
teracción) sobre la que venimos reflexionando en las últimas
páginas. Nuestro objetivo, al introducir este concepto, consis-
te únicamente en contextualizar el término más novedoso y
actual de interactividad. Somos conscientes de que cualquier
pretensión de abordar con un mínimo rigor el estudio de la
interacción desborda los límites del presente trabajo. Sin em-
bargo, creemos que son pertinentes estas mínimas referencias
debido a la permutación que con cierta frecuencia se realiza
entre estos dos términos (interacción e interactividad) sin la
debida delimitación.
Como decíamos, los debates en torno al término interac-
ción son tan amplios que implican a disciplinas como la física,
la sociología, la psicología social, la comunicación o la infor-
mática, por hacer referencia solamente a algunas de ellas. Des-
de el papel de la acción y de la interacción social estudiados
por Emile Durkheim (1973)33 hasta los trabajos de Max Weber
(1977)34 o de Erving Goffman (1972)35, quien analiza la vida
social desde las claves de la dramatización y ritualización
de las relaciones, tanto a un nivel institucional o macrosocial
como en el plano microsocial de las percepciones, impresio-
nes e interacciones. La interacción puede entenderse como la
acción recíproca entre dos o más agentes, en un proceso abier-
33 DURKHEIM, E. (1973): De la división del trabajo social. Buenos Aires. Schapire.
34 WEBER, M. (1977): Economía y Sociedad. México. Fondo de Cultura Econó-
mica.
35 GOFFMAN, E. (1972): La presentación de la persona en la vida cotidiana. Bue-
nos Aires. Amorrortu.
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Imaginarios sociales
y mitos de internet y de las TIC
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Determinismo tecnológico
y enfoque social de las tecnologías
En el itinerario que estamos realizando en torno a los
diversos posicionamientos en el estudio de las tecnologías,
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103 NAISBITT, J. (1982): Megatrends. Ten new directions transforming our li-
ves. New York. Warner Books.
104 MASUDA, Y. (1984): La Sociedad de la Información como sociedad pos-
industrial. Madrid. Fundesco.
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1. Su determinismo tecnológico.
2. Una alta dosis de adaptación, para atender a los re-
querimientos de las nuevas tecnologías, sin dejar
tiempo suficiente a la reflexión.
3. El entusiasmo por la autorrealización personal en el
ciberespacio, que perciben como una liberación fren-
te a las limitaciones que imponen las estructuras so-
ciales, políticas y económicas.
4. Sus defensores no consideran que el matrimonio en-
tre el libre mercado y la tecnología digital producirá
un mundo de despiadada competencia.
5. La confianza en que la democracia florecerá en la me-
dida en que la gente use las computadoras para deba-
tir, participar en las elecciones y votar en línea105.
105 WINNER, L.: “Los mitos ciberlibertarios y sus prospectos para la comu-
nidad” , en Contexto Educativo (2000), nº4. Disponible en:http://contexto-
educativo.com.ar/2000/2/nota-1.htm Consultado: junio de 2008)
106 MARTÍN CUBAS, J. (2001): Democracia e Internet. Valencia. UNED.
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1. Organización formal.
Se requiere una organización donde haya unos objeti-
vos generales, en la que los recursos estén destinados
a conseguir dichos objetivos. La mayor parte adoptan
una fórmula jurídica específica para regular dichas
organizaciones (por ejemplo, la forma de asociación
o fundación).
2. Privada.
Esto implica que, jurídicamente, no estén relaciona-
das con la Administración Pública y, por tanto, no
pueden estar regidas por el derecho administrativo.
Se excluye a aquellas entidades cuyos presupuestos
son aprobados por el Gobierno.
3. No pueden distribuir los beneficios.
Las ENL sí pueden generar beneficios, pero no los
pueden distribuir entre sus patronos, directivos y
personal. El objetivo principal de estas entidades no
es el de obtener beneficios, sino el de generar la máxi-
ma utilidad social de sus recursos.
4. Están gobernadas autónomamente.
Las ENL tienen que disponer de sus propios órganos
de gobierno, y no estar controladas por entidades ex-
teriores.
5. Altruista.
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Años 60
Con el fin de acotar temporalmente el análisis, vamos a
partir de la situación existente a finales de esta década. En
el plano legal, el asociacionismo queda reconocido mediante
la Ley de 1964, aunque con los evidentes tintes paternalistas
y autoritarios que se puede suponer a una legislación sobre
participación ciudadana elaborada en el marco de un régimen
dictatorial. La realidad marchaba muy por delante de la ley;
en aquélla época existía un rico y diverso entramado de or-
ganizaciones antifranquistas y clandestinas de diversa índole
– partidos, sindicatos, editoriales, centros culturales – de los
que participará el incipiente movimiento asociativo. La dé-
cada del desarrollismo permite observar algunos elementos
estructurales que permiten tal nacimiento:
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Años 70
En esta década se produce lo que Rodríguez Cabrero ca-
lifica como la fase emergente del sector voluntario en Espa-
ña. Para Pablo Navajo, se trata de una década marcada por la
evolución llevada a cabo por el movimiento ciudadano, que
le llevó de la promoción de luchas defensivas a reivindicacio-
nes relacionadas con la calidad de vida15. El tardofranquismo
viene marcado por unos crecientes niveles de participación
social por parte de la ciudadanía en una diversidad de espa-
cios sociales, entre los que se encuentran los barrios. En ellos
comienzan a surgir, desde principios de los setenta, organis-
mos clandestinos de coordinación denominados “Comisiones
Juveniles”, “Comisiones Obreras de Barrio” o “Plataformas
de Barrio” (Rodríquez Villasante, 1991) desde los que se im-
pulsan numerosas iniciativas.
La muerte de Franco (1975), la constitución de los prime-
ros ayuntamientos democráticos y el inicio de la transición a
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Años 80
En esta década comienza la fase de consolidación del
sector voluntario. Los nuevos ritmos del sector social exigen
consolidar los objetivos reivindicativos bajo formas estables
de organización como son las asociaciones, que con escasos
medios económicos y humanos afrontan el reto de la estabili-
dad y la permanencia (Rodríguez Cabrero,2003:362).
La constitución de las primeras corporaciones munici-
pales supusieron un momento de crisis para el movimiento
ciudadano y asociativo (Castells, 198617;IOE, 198518; Urrutia,
198619 y Rodríguez Villasante,1991) por lo que tuvo de trasva-
se de líderes vecinales hacia la administración y de pérdida de
objetivos revolucionarios. Algunos de los rasgos que caracte-
rizan este primer periodo de desarticulación y crisis del mo-
vimiento asociativo en la década de los 80 han sido apuntados
por Tomás Alberich: abandono de las asociaciones por parte
de los “cuadros” que se van a la Administración, trabajo por
objetivos políticos inmediatos, falta de reconocimiento públi-
co y de interés hacia el asociacionismo, desconfianza radical
ante todo el poder público, etc20.
La salida a la crisis lleva a un periodo de consolidación
del movimiento asociativo español. Son los años del trabajo
concreto en muchos barrios, a partir del cual surgen múltiples
iniciativas de base. Desde el punto de vista de la elaboración
teórica, se realiza un análisis interno de los movimientos po-
pulares (sociología de lo micro, antropología, redes sociales,
16 DEL CAMPO, S. (dir.) (1994): Tendencias sociales en España (1960-1990).Fun-
dación BBVA. Madrid.
17 CASTELLS, M. (1986): La ciudad y las masas. Madrid. Alianza.
18 Colectivo IOE (1985): Participación ciudadana y urbanismo. Madrid. IOÉ.
19 URRUTIA, V. (1986): El movimiento vecinal en el Área Metropolitana de Bil-
bao. Bilbao. Instituto Vasco de Administración Pública.
20 ALBERICH, T. : La crisis de los movimientos sociales y el asociacionismo de
los años noventa, en Documentación Social, nº 90 (1993), pp. 101-114.
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Generaciones de ONGD
1ª Generación 2ª Generación
3ª Generación
Modelo Modelo
Modelo Cambio
Asistencial Autosuficiencia
Proyectos
Proyectos sociales,
que buscan
Emergencia, centrados en
Tipo de el desarrollo
humanitaria y agentes con
acción auto-sostenido,
puntual. problemas
autónomo y
específicos.
sistemático.
Proporcionar
servicios Acompañamiento Fortalecimiento de
Papel de la específicos, en los procesos. la sociedad civil
ONGD de carácter Búsqueda de la como sujeto del
profesional y autosuficiencia. cambio social.
asistencial.
Lo sustituyen,
Lo confrontan o
Relación con Lo sustituyen en confrontan y
apoyan, según la
el Estado sus obligaciones apoyan en
coyuntura política.
ocasiones.
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Centrada tanto en
Centrada en las Centrada en
Educación las consecuencias
consecuencias el análisis de
para el como en el análisis
del las causas del
Desarrollo de las causas del
subdesarrollo. subdesarrollo.
subdesarrollo.
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Dictadura (1947-1975) 8
Transición (1976-1984) 15
“Boom” (1985-1988) 28
Estabilización (1989-1997) 20
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cian una nueva oleada modernizadora para los países del Sur,
pero esta vez liderada no por conquistadores ni por misione-
ros, sino por los gestores de unas ONG que, al envolverse en
los ropajes del tecnicismo, renuncian al reconocimiento de la
dimensión política inherente a todo acto social.
El auge de las ONG también guarda relación con otros as-
pectos de carácter sociocultural. La pérdida del protagonismo
de los partidos y sindicatos de clase, y el aumento de la parti-
cipación en las ONG, guardan relación con lo que Guilles Li-
povetsky (1994)31 ha denominado el crepúsculo del deber. Para
él, “la emoción hiperrealista del público catódico ha sucedido
al idealismo de la obligación categórica”; se pone de relieve la
transición que se ha producido, desde un tipo de compromiso
por cambiar la realidad que funcionaba desde las claves del
deber ser, desde la obligación, a un modelo de voluntariado
que resalta la capacidad de emocionarse a partir de las imá-
genes electrónicas de la miseria. Las claves socioculturales del
nuevo activismo social llevan a comprometerse con aquellas
realidades que le conmueven, pero es incapaz de poner en
marcha estrategias de análisis y acciones que vayan a la raíz
de los problemas.
Es una versión postmoderna del compromiso social, en
la que el pienso luego existo de Descartes es sustituido por el
siento luego existo, consumo luego existo y me conecto luego existo.
Utilizando un símil cinematográfico, podríamos decir que el
compromiso oenegeísta postmoderno supone una exaltación
del primer plano (del sufrimiento emocional del individuo)
frente al plano general del compromiso político de la era an-
terior, que contiene una dosis mayor de análisis del contexto
social. El eros electrónico (Gubern, 2000) ve cómo su deseo
queda atrapado en la pantalla del televisor, para posterior-
mente traducirse en mercancía y en rentabilidad económica32.
Del mismo modo, el eros electrónico solidario puede verse
atrapado en los sentimientos de compasión que le mueven a
comprometerse hasta quedar cegado por la alta temperatura
emocional de la acción solidaria.
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34 JENKINS, J.C. (1983): “Resource Mobilization Theory and the study of Social
Movements”, en Annual Review of Sociology, nº 9, páginas 527-553.
35 TILLY, C. (1978): From Mobilization to Revolution. New York. McGraw-Hill.
36 TARROW, S. (1988): Power in Movement. Cambridge. Cambridge University
Press.
37 TOURAINE, A. (1978): La voix et le regard. París. Seuil.
38 TOURAINE, A. (1984): Le retour de l’acteur. París.Fayard.
39 MELUCCI, A. (1985): “The Symbolic Challenge of Contemporary Move-
ments”, en Social Research vol. 52, nº4, páginas 789-816.
40 MELUCCI, A. (1989): Nomads of Present. Social Movements and Individual
Needs in Contemporary Society. Philadelphia. Temple University Press.
41 COHEN, J. (1985): “Strategy or identity: New theoretical paradigms and con-
temporary social movements”, en Social Research, vol. 52, nº4, pp. 663-716.
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43 CASTELLS, M. (1997): La Era de la Información. Volumen II, Op. Cit. pp. 93-
94.
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145
44 ZUBERO, I.: Conocer para hacer: la tarea cultural de los movimientos sociales,
en MARÍ, V.M. (coord.) (2004): La Red es de todos. Cuando los movimientos
sociales se apropian de la red. Madrid. Editorial Popular.
45 MELUCCI, A. (1994): ¿Qué hay de nuevo en los nuevos movimientos socia-
les?, en LARAÑA, E. y GUSFIELD, J. (eds.): Los nuevos movimientos sociales.
De la ideología a la identidad. Madrid. CIS, página 145.
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48 GITLIN, T. (1980): The Whole World is Watching. Mass Media in the Making
& Unmaking of the New Left. Berkeley. University of California Press.
49 SAMPEDRO, V.; JEREZ, A. y LÓPEZ REY, J. (2002): ONG, medios de comuni-
cación y visibilidad pública. La ciudadanía ante la mediatización de los men-
sajes sociales, en REVILLA, M. (ed.): Las ONG y la política. Madrid. Istmo.
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Etapa de la modernización
El paradigma de la modernización da por supuesto que
el origen de la pobreza reside en el aislamiento de los países
tercermundistas respecto a los valores y el bienestar social ca-
racterísticos de las sociedades avanzadas. Se basa en la trans-
ferencia de la tecnología y de la cultura sociopolítica desde
las sociedades desarrolladas hacia las sociedades tradicionales.
Jan Servaes y Patchanee Malikhao (2005) consideran que esta
visión del desarrollo es de carácter economicista; se concibe el
desarrollo como un proceso unidireccional y evolutivo, donde
el subdesarrollo es observable y medible, en términos cuanti-
tativos, en referencia a los desequilibrios entre las sociedades
pobres/tradicionales y las ricas/modernas.
Esta visión economicista del desarrollo, como un proce-
so de modernización que va atravesando por sucesivas fases,
tiene uno de sus pilares teóricos en Walt Whitman Rostow,
especialmente en su obra Las etapas del crecimiento económico
(1961)4. Las cinco etapas que propone este autor son:
4 ROSTOW, R.R. (1961): Las etapas del crecimiento económico. México. Fondo
de Cultura Económica. (La versión original, The Stages of Economic Growth,
a Non- Communist Manifiesto, London, Cambridge University Press).
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Fuente: www.valuebasedmanagement.net
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Etapa de la dependencia
Serán los países del llamado Tercer Mundo, la periferia
del sistema-mundo dominante, quienes identifiquen las con-
tradicciones de unos procesos de modernización que constru-
yen desarrollo en el centro a costa de exportar subdesarrollo a
la periferia. Como poética y certeramente ha escrito Eduardo
Galeano, “el subdesarrollo no es la infancia del desarrollo, no
es una etapa del desarrollo. El subdesarrollo de muchos paí-
ses es la consecuencia histórica del desarrollo de unos pocos”.
La teoría de la dependencia desencubre el engaño del subde-
sarrollo como etapa (según las tesis de Rostow) cuestionan-
do las bases del modelo modernizador. Esta nueva propuesta
teórica, construida por el joven Fernando Henrique Cardoso
y Enzo Faletto (19698168), André Gunder Frank (19679169),
8 CARDOSO, L.H. y FALETTO, E. (1969): Dependencia y Desarrollo en Améri-
ca Latina. México. Siglo XXI.
9 GUNDER FRANK, A. (1967): Capitalism and underdevelopment in Latin Ame-
rica: historical studies of Chile and Brazil. New York. Monthly Review Press.
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12 MESA, M. (1990): Tercer Mundo y racismo en los libros de texto, página 23.
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Por otro lado, Moragas et. al. (2005) también destacan las
valoraciones positivas del informe que mantienen vigentes,
hasta nuestros días, algunos de sus presupuestos centrales.
Mastrini y Padovani señalan que las ideas contenidas en las
cinco áreas clave del informe sirven hoy para legitimar la no-
ción de derecho a la comunicación. Mientras que Ramón Za-
llo constata la vigencia de al menos tres tesis del NOMIC: la
importancia asignada a la información y su distribución en
las sociedades modernas, el flujo desigual de contenidos au-
diovisuales, y la necesidad de garantizar la diversidad cultu-
ral21.
Servaes (2002), al hacer balance del enfoque de la de-
pendencia, destaca su aproximación global al fenómeno del
desarrollo, el énfasis que ejerce en los factores externos y en
las contradicciones regionales, así como la polarización entre
desarrollo y subdesarrollo. Entre sus debilidades, siguiendo a
McAnany (198022), se considera que la teoría de la dependen-
cia se caracteriza por realizar un buen diagnóstico del pro-
blema, pero un pobre tratamiento. Las revisiones críticas del
modelo de la dependencia darán origen al nuevo enfoque de
la multiplicidad, al que dedicamos el siguiente apartado.
Enfoque de la multiplicidad
El nuevo concepto de desarrollo pone el énfasis en la
identidad cultural y en la multidimensionalidad. El emergen-
te contexto mundial está afectado por múltiples crisis (econó-
micas, financieras, sociales, políticas, morales, ecológicas), tal
y como Beck ha definido en su sociedad de riesgo. Desde el
nuevo marco teórico, el centro y la periferia deben estudiarse
por separado y en sus mutuas relaciones, en múltiples planos
(global, nacional y local). En síntesis, el desarrollo debe con-
ducir a un cambio estructural, y para ello tienen que ponerse
en marcha transformaciones a varios niveles (Servaes y Ma-
likhao, 2005:93).
En la década de los ochenta proliferan nuevos adjetivos
que acompañan al desarrollo, en un intento de compensar los
21 MORAGAS, M. et. al.: El informe McBride 25 años después. Contexto y con-
tenido de un debate inacabado, Op. Cit, páginas 8-10.
22 McANANY, E. (1980) (ed.): Communication in the rural third world: the role
of information in development. New York. Praeger.
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Comparación de estrategias
Modelo de difusión y modelo de participación
Juan Carlos Miguel de Bustos (2007)
Difusión Participación
Horizontalidad
Definición de la Transferencia vertical
Información como intercambio y
comunicación De arriba a abajo
diálogo
Participación a nivel local
Utilización de la Diseminación por medio de los Comunicación interpersonal
información mass media Utilización de los medios de
comunicación
Problema Falta de información Desigualdades
Objetivo determinado y/o
emancipación
Cambio comportamental con
Fin del desarrollo Equidad
relación a un objetivo determinado
Democratización
Aumentar la capacidad organizativa
Cambio en conocimiento y
Información/intercambio
Medios actitudes
El proceso es esencial.
El objetivo es fundamental
Cambio social
Modernización
Marco Movilización social
Difusión de innovaciones
Participación
Rogers
Freire
Autores Lerner
Servaes
Schramm
Asambleas y encuentros
Medios de comunicación
Medios de comunicación
Instrumentos Marketing social
Marketing social
Entretenimiento educativo
Entretenimiento educativo
Holística
Aproximación no holística Se estudian las necesidades,
Ámbito de
Sólo se estudian las cuestiones de los objetivos, los medios para
actuación
comunicación conseguirlos y también los aspectos
de comunicación
Se implementa el plan de
Los profesionales conjuntamente
Papel de los comunicación por profesionales,
con la comunidad diseñan la
profesionales sin contar con las personas
implementación del plan.
destinatarias del mismo
Los resultados del diagnóstico
son elaborados desde el exterior
Los resultados del diagnóstico son
Comunicación del y comunicados a los organismos
presentados por la comunidad y por lo
diagnóstico con los que tienen relación.
tanto conocidos por ella.
No siempre se transmiten a la
comunidad receptora.
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Comunicación participativa,
desarrollo y medios comunitarios
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tadas unas con otras, son las que mejor se están aprovechando
de los nuevos medios45.
Como señala Carlos del Valle (2006) lo fundamental no
es la tecnología en sí misma, sino la forma en que es utiliza-
da como modo de producción de los sujetos y de las subjeti-
vidades. Si se tiene en cuenta la capacidad transformadora
de quienes están al otro lado de la Brecha Digital, o si estos
sectores reproducen las lógicas de control y de reproducción
social. Por lo tanto, para hablar de los diversos niveles de
complejidad en la apropiación social de las TIC, creemos que
es más pertinente utilizar el concepto de capital informacio-
nal (Cees Hamelink, 1999, 2000), que comprende:
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48 GUMUCIO, A.: “Las cinco condiciones esenciales para las TICs en el desarro-
llo”, en GIRARD, B. (ed.) (2004): Secreto a voces. Radio, NTICs e interactivi-
dad. Roma. FAO.
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