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2007 Catalogo de La Exposicion Mirar Sab
2007 Catalogo de La Exposicion Mirar Sab
Comisión Asesora del Museo Nacional de Bellas Artes, Luis Fernando Benedit,
Américo Castilla (presidente), Andrea Giunta, Alejandro Puente, Adriana Rosenberg
Presentación
A diferencia del artista situado frente a un cuerpo desnudo o una notas que le permitieron pintar El Corazón de los Andes (1859) y
naturaleza que devendrá muerta, viajar y escoger un paisaje Cotopaxi (1862). La exhibición de la primera de las pinturas, solo
exige al autor elecciones específicas: ¿El tema a hacer visible una obra, en Nueva York, fue el primer antecedente de éxito
está en un primer plano o, como impone el orden romántico, masivo o blockbuster del arte visual norteamericano. El ingreso
está lejos de la aprehensión del tacto y evoca lo inabarcable? era pago y, en el día de cierre de la exposición, se computó la
¿Cuál es el contenido de verdad? Esa palabra resbaladiza. presencia de seis mil personas. Esta anécdota da cuenta del
¿Debo respetar la impresión inmediata? ¿Es esto suficiente interés generalizado por las imágenes de la región y el condicio-
como documentación? ¿Cuánto de mi libertad pongo en juego namiento que el gusto por lo exótico e inconmensurable ejercía
al dar mi versión directa? ¿Lo que descubro no es acaso el pro- sobre el viajero encargado de producirlas.
ducto de cuanto ya sé? Estas y otras preguntas circulaban cla-
ramente en el siglo XIX y parte del XX. Pero también el pintor romántico corre el riesgo de dejar de serlo
al internarse en el paisaje. El pintor Johan Moritz Rugendas que
Si bien la elección del paisaje o de los personajes a describir nos ofrece magníficamente César Aira en Un episodio en la vida
estaba mayormente determinada por razones científicas o políti- del pintor viajero1, llega a integrarse físicamente con los persona-
cas, en el siglo XIX el trayecto romántico de los artistas a lugares jes a representar hasta perder su propia fisonomía. A esta tradi-
desconocidos se hizo más común, en competencia con los ción de pérdidas, o quizá pueda decirse de entrega, puede
indispensables viajes académicos a París, Roma o Munich. sumarse la de su bisabuelo Georg Philip Rugendas, el gran pin-
Alexander von Humboldt es señalado como el viajero científico tor de batallas, que perdió su mano diestra, o Cándido López a
que más estimuló a los pintores para que registrasen esas for- quien también le debió ser amputada su mano mientras registra-
mas extremas y exuberantes de los trópicos. La traducción al ba las batallas de la Triple Alianza contra el Paraguay.
inglés de su Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Simultáneamente a los viajes de Rugendas por el Sur de
Continente (1852-53), inspiró muchos de esos viajes. Estos tení- América suceden los de George Catlin y John James Audubon
an, en primer término la capacidad de nombrar e ilustrar, es por el Norte y los de Thomas Ender y von Martius en el Brasil.
decir, elaborar contenidos irrefutables para la época, por falta de El mismo año, en 1831, en que Rugendas regresa a América, se
evidencias en contrario. De uno u otro modo, la imagen se aso- embarca Charles Darwin en el Beagle con la compañía del dibu-
ciaba al poder, el cual se extendía en la medida en que los gra- jante Augustus Earle, luego reemplazado por Conrad Martens.
bados y litografías reproducían los dibujos por medio de láminas Esa expedición capitaneada por Fitz Roy tenía la misión de verifi-
y libros de estampas. También cobraron súbito prestigio las car la cartografía de la costa de Sur América, pero sus resulta-
obras únicas que revelaban versiones de los paisajes de América dos, como sabemos, excedieron con creces ese propósito.
del Sur. Un caso excepcional es el del pintor norteamericano
Frederic Church, quien envalentonado por el éxito de su pintura El recorte que propone esta exposición toma en cuenta el pre-
Niágara, de gran efecto entre el público, decidió escoger sus concepto en boga en el siglo XIX acerca de la desmesura del
nuevos paisajes en sitios aún más exóticos, como el Ecuador. paisaje americano, confrontado con el ideario positivista que
Para ello navegó el río Magdalena en Colombia a lo largo de 600 necesitaba verificar para poder dominar. El fenómeno de la
millas, y luego viajó en mula durante cuatro meses hasta pampa argentina ejercía un atractivo paradójico. No tenía ningu-
Guayaquil. En un segundo viaje, con los paisajes ya detectados na de las exhuberancias tropicales que interesaba registrar, tan
(las montañas del Chimborazo y el volcán Cotopaxi) tomó las bien ilustrado por el Corazón de los Andes, del pintor Church,
pero era igualmente, o más, desmesurada en su extensión y diez veces menor - Además el diario de viaje del Sr. Methfessel
aparente monotonía. Sobre el tema de la pampa, el espacio pic- cuenta con gran número de observaciones topográficas, habien-
tórico y el poético hemos reflexionado en otra publicación . 2
do levantado el plano de la región visitada y de sus ruinas, y el
Oliverio Girondo refiriéndose al campo dice: “Son tan grandes tus álbum lleno de acuarelas, de dibujos al lápiz y una serie de plan-
noches que avergüenzan”. O bien: “Si no tiene relieves ni contor- chas fotográficas, completan ese excelente trabajo, que se lleva-
nos/ Nada que lo limite, que lo encuadre/ allí…a las cansadas, rá adelante con todo empeño a pesar de su costo. Los objetos
un arroyo,/ quizás una lomada…/ seguirán -¡perdonadlos!- mur- enviados por el Sr. Mehtfessel consisten en cientos de piezas de
murando/ aunque tu inmensa nada lo sea todo”. alfarería, metal y piedra, la mayor parte de gran volumen, y una
El exotismo de las nuevas imágenes, sin embargo, compensaba numerosa colección de cráneos y esqueletos de los hombres
la ausencia de exhuberancia. El trabajo de descripción de perso- que fabricaron esos objetos, restos exhumados personalmente
najes que realizó Jean Léon Pallière cumplía no sólo con las cua- por dicho señor y por lo tanto auténticos, lo que no sucede con
lidades aceptadas de destreza artística, sino también con el muchos de los adquiridos en las colecciones referidas.”º
requisito de despertar la curiosidad por la extrañeza, y el de En toda la iconografía presente en esta exposición hay una refe-
aportar una tipología fisonómica a la vez que denota el vacío rencia implícita o explícita a los pueblos originarios, referencia
espacial. Con total eficacia, la nueva clasificación acotaba la des- que ha variado conforme a los tiempos y las corrientes ideológi-
mesura, habilitaba un acceso al conocimiento y abría el camino a cas. La muestra pone de manifiesto esas tendencias del pasado
propósitos más prácticos. Unos años más tarde, el suizo Adolfo – que o bien los consideraba un obstáculo para los proyectos de
Methfessel se incorpora de lleno al proyecto de modernización modernización, como mano de obra aprovechable o como un
del país. Si bien Pallière era amigo de Sarmiento, Methfessel es material científico sometido a estudio – si bien morigeradas en el
un personaje claramente funcional al proyecto, ese sí: desmesu- período misional. La ocasión de esta exposición puede servir
rado, de Sarmiento, reinterpretado ahora por la generación del para reflexionar y presentar a las comunidades como quienes
ochenta. El suizo se incorpora al Museo de La Plata en 1890 y son: seres de derecho, conciudadanos, que han aportado y
Francisco P. Moreno lo pone de inmediato a trabajar en las expe- aportan a diario a la cultura con su trabajo, para la construcción
diciones arqueológicas y paleontológicas en curso. de una sociedad de iguales.
Que Methfessel fuese un excelente dibujante era visto por La inclusión en la exposición del cuadro célebre de Tomás
Moreno como una cualidad adicional a sus dotes de científico Cabrera juntamente con sus dibujos preparatorios, hacen luz
autodidacta. Moreno le informa al Ministro de Obras Públicas, Dr. sobre una de las piezas clave de la representación de los hechos
Manuel Gonnet lo siguiente: “Confié esta misión al empleado históricos de la región. La adscripción de la obra a una pintura
extraordinario Sr. Adolfo Methfessel, que guiado por los consejos misional y la referencia a la obra de Florian Paucke, de increíble
del Sr. Dr. Samuel Lafone y Quevedo, debía examinar con el valor testimonial y artístico, completan esta exposición que pone
mayor detenimiento todas las ruinas indígenas, practicando claramente de manifiesto las ideas y el trabajo de la investigado-
excavaciones y reuniendo toda muestra por más insignificante ra Marta Penhos, invitada especialmente por el Museo para
que fuera. Su habilidad como dibujante contribuirá en mucho al hacer la curaduría.
mejor resultado. Este ha respondido a lo esperado, y puedo
decir a V.S. que lo reunido ya por nuestro activo empleado,
Américo Castilla
forma una serie mucho más importante que todo lo adquirido
Comisión Asesora del Museo Nacional de Bellas Artes
por compra hasta hoy, y que esto se ha obtenido con un gasto Presidente
2 Américo Castilla: El amor, la luna, la noche y los caballos. Catálogo, Galería Ruth Benzacar, 1990
3 El Sudamericano 2, 31; 20 de octubre de 1889, sección científica, pp.99-100
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Marta Penhos
Curadora
A lo largo de más de un siglo, desde finales del XVIII hasta Desde la de Methfessel, ese vasto territorio aparece como
comienzos del XX, saber más y dominar mejor, comprender y reserva a la vez natural y cultural: forman parte de su minucioso
someter, interpretar y explotar espacios y seres fue el programa re g i s t ro las imponentes cataratas del Iguazú, los solitarios lagos
que animó a expedicionarios, viajeros y exploradores que patagónicos y las montañas magníficas del noroeste, cuyas
atravesaron el territorio argentino, involucrados directa o faldas guardan restos fósiles y ruinas prehispánicas.
indirectamente en proyectos de índole religiosa, política y El otro núcleo de la exposición propone una travesía por distintos
científica. Sus diarios de viaje, informes y mapas, pero más aún momentos de una puesta en imágenes del Chaco argentino,
las imágenes que produjeron o encargaron contribuyeron espacio recóndito que a la vez que se iba descubriendo, se
decisivamente al conocimiento, comprensión y dominio -material construía en torno a dos ejes: paisaje y tipos “indígenas”.
y simbólico- del territorio de la Argentina y de algunos de sus Pautan el recorrido la idea de un paisaje misional, es decir una
habitantes, al constituir al primero como una serie de paisajes comprensión del espacio en clave religiosa, y el despliegue de
y a los segundos como tipos humanos exóticos o curiosos, una retórica visual de la c o n q u i s t a asociada a intereses científicos.
en escenas de costumbres o dentro de registros etnográficos. Las obras expuestas corresponden a un periodo de la historia
Esta exposición presenta una selección de imágenes que se argentina signado por los esfuerzos de la corona española y del
gestaron en una imbricación de intencionalidades, como estado nacional por incorporar el Chaco a un dominio efectivo.
documentos históricos, relevamientos científicos y obras artísticas. Pero son más que simples espejos de avatares políticos e ideas
El recorrido que proponemos, que no pretende ser exhaustivo, religiosas y científicas. En la época de su realización, y más tard e ,
busca poner en evidencia algunos de los cruces entre diferentes se constituyeron en modos de comprender, por medio de la
miradas y formas de conocimiento y dominio tal como quedaron re p resentación visual, una parte de la Argentina y de sus
representados en esas imágenes. Partimos de dos núcleos que habitantes. Las imágenes coloniales nos muestran la aprehensión
enfocan dos tópicos de la percepción europea de América de un espacio que debía incorporarse a la cristiandad, y a los
aplicados a nuestro territorio: la desmesura, la vastedad o chaqueños como “buenos salvajes” dispuestos a convertirse.
inmensidad, y lo recóndito, relacionado con lo inaccesible y Como contraste, en la misma época, la mirada inquisitiva del
misterioso. padre jesuita Florian Paucke se despliega en acuarelas plenas
La propuesta del primer núcleo, titulado paisajes de la de detalle y movimiento, que escapan a convenciones y
d e s m e s u r a, es asomarnos a la obra de dos artistas viajero s , estereotipos. Ya en el siglo XIX, pasamos del paisaje y los tipos
francés uno, suizo el otro, que recorrieron nuestro país en la exóticos de dos grabados de J. L. Pallière a las imágenes
segunda mitad del siglo XIX, y plantearon diferentes modos de vinculadas con las campañas militares de fin de siglo, que
responder al desafío de re p resentar sus espacios. A modo de prescinden de todo pintoresquismo: el territorio chaqueño es
contrapunto, los grabados y pinturas de Jean Léon Pallière y objeto de conquista y sus habitantes rémoras de un pasado
Adolf Methfessel arman un derro t e ro visual en el que toman que es obstáculo del pro g reso, como puede verse en un dibujo
protagonismo el horizonte extendido de la pampa y las de Alfred Paris y en las fotografías que ilustran los informes del
cumbres del noroeste, acompañados por los parajes del sur general Benjamín Victorica. El recorrido culmina con las fotos
y las islas del litoral. Desde la mirada romántica de Pallière , tomadas a un conjunto de chiriguanos en la década de 1920.
la geografía argentina se despliega como el marco ideal de En ellas, los “indígenas” aparecen como objetos de estudio,
las acciones humanas: paisanas, gauchos e “indios”1 habitan comprendidos en una relación ineludible con aquel espacio
la llanura, y allí desarrollan sus trabajos y placeres. de la selva chaqueña del cual provienen.
1Los términos “indio” e “indígena” corresponden a la terminología de los siglos XVIII y XIX, y aparecerán entrecomillados en el texto para dar cuenta de una mirada de época sobre los
distintos grupos que habitaban nuestro país a la llegada de los españoles.
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Las líneas que siguen pretenden brindar algunas pistas para Mientras se encuentra una cierta búsqueda de lo sublime en las
desentrañar algunos de los ricos significados de estas diferentes pinturas de malones y cautivas que el bávaro Johann Moritz
miradas plasmadas en imágenes . Rugendas realizó en la Argentina en 1845, en el caso de Pallière
la balanza se inclina hacia lo pintoresco. En ambas producciones
Paisajes de la desmesura: el viaje romántico el paisaje, que en apariencia es un mero agregado, resulta en
y el registro científico realidad un necesario complemento del motivo principal, ya sea
éste un suceso dramático o la escena costumbrista. Volveremos
El tema de la vastedad del continente americano aparece sobre esta cuestión más adelante
tempranamente en las crónicas del siglo XVI, y termina
constituyéndose en un verdadero lugar común de la literatura de Jean Pierre Léon Pallière Grandjean Ferreira (Brasil, 1823 –
viajes. El pensamiento argentino del siglo XIX la entendió como Francia 1887). Recibe educación artística en París y Río de
un elemento negativo, que conspiraba contra el progreso de la
Janeiro. De 1855 a 1866 desarrolló su obra en la Argentina.
novel república: “El mal que aqueja a la República Argentina
es la extensión: el desierto la rodea por todas partes, se le
insinúa en las entrañas”, dice Sarmiento en el Facundo (1845). El trabajo de Pallière se vincula con la ingente producción de
Cincuenta años antes, Félix de Azara, ingeniero militar de la grabados con tipos humanos, trajes y costumbres, coleccionados
corona española, percibió esa extensión como un desafío para en láminas sueltas o en álbumes, que alimentó la curiosidad
los parámetros de una mirada racionalista que todo lo medía. europea y el impulso de conocer y clasificar pueblos y culturas
Al comparar la naturaleza americana con la europea, escribía: lejanas. Muchas de estas imágenes fueron realizadas a partir de
“en esta parte del mundo (América) las montañas, los valles, los una observación directa, pero están basadas en convenciones y
ríos, las cataratas, todo, en una palabra, tiene tan grandes modelos que enfatizaban los rasgos pintorescos o típicos con el
proporciones que los objetos de la misma naturaleza que se objeto de producir un efecto de distinción: las singularidades de
podrían encontrar en Europa no parecen ser ante ellos más que cada grupo humano debían ser claramente identificables. Los
miniaturas o copias pequeñas”. Extensión, desmesura, habitantes de diferentes regiones del planeta, sus costumbres
desproporción. ¿Cómo plasmar esta realidad con los trazos del y vestimentas (“tapadas” de Lima, aguateros quiteños, gauchos
dibujo sobre el papel, con las pinceladas de color sobre el lienzo? de la campaña bonaerense), aparecían ante los ojos europeos de
Para comprender algunos de los presupuestos que intervinieron un modo similar a las especies vegetales y animales que por la
en las miradas de Jean Léon Pallière y Adolf Methfessel es misma época, y gracias a la difusión del sistema de Carl von
necesario tener en cuenta el impacto de las ideas de Alexander Linné, eran observadas y clasificadas minuciosamente en todo
von Humboldt, que dieron a conocer en Europa una América el planeta. El “tipo”, como el género en la historia natural, era una
rica y plena de posibilidades de explotación. El modelo unidad a partir de la cual se podía construir una taxonomía de las
humboldtiano, que combinaba el discurso racionalista y el culturas4. Si el interés romántico por las culturas del mundo
discurso romántico, la valoración utilitaria y la apreciación estuvo atravesado por este paradigma, la búsqueda de lo exótico
estética, se valió de la categoría de lo sublime2, mediante la cual y lo raro penetró la objetividad de los relevamientos científicos.
podía observarse y valorarse la desmesura americana desde un Y las imágenes frecuentemente participaron de este maridaje,
nuevo ángulo, incorporándola al panorama universal. manteniéndose algunas en la difusa frontera entre representación
Paralelamente, otra categoría clave, lo pintoresco3, habilitaría el artística e ilustración científica.
estudio y comprensión de la diversidad cultural del continente. También el orientalismo fue un recurso plástico de notable
Pero la mirada viajera se enfrentaría en la Argentina con una efectividad en la obra de Pallière y de Raymond Quinsac de
inmensidad peculiar: la pampa, que además de extensa, se Monvoisin, porque proveía de bases para percibir, comprender y
presentaba como la imagen de la monotonía, provocando re p resentar la geografía de la pampa y sus singulares habitantes,
sensaciones encontradas de fascinación y hastío. Carentes los gauchos, al establecer comparaciones con el norte de África5.
de parámetros perceptivos que permitiesen captar semejante Las referencias a este “oriente” conocido nutrían el gusto por lo
inmensidad, y de modelos artísticos a partir de los cuales p i n t o resco y la fascinación por lo exótico, del que son pro d u c t o
abordar su representación plástica, los artistas viajeros del siglo tantas representaciones literarias y visuales, y funcionaba en los
XIX trajeron como presupuesto aquellas categorías de lo sublime discursos imperiales como ejemplo inmejorable de la barbarie que
y lo pintoresco, que pautaron gran parte de su trabajo en entorpecía el avance del pro g reso.
nuestro medio.
2En el siglo XVIII, en la obra de Edmund Burke e Immanuel Kant lo sublime refiere a lo excesivo, lo majestuoso y lo colosal, que rebasa nuestra capacidad de aprehensión y causa
sensaciones de temor y admiración.
3Aunque de origen antiguo, la idea de lo pintoresco se difundió en el siglo XVIII como la combinación de elementos raros o curiosos, dentro de un todo que sugiriera al espectador
amenidad y placer.
4 Natalia Majluf, “Pattern-Book of Nations: Images of Type and Costumes in Asia and Latin America, ca. 1800-1860”, 2006.
5 Roberto Amigo, “Beduinos en la pampa. Apuntes sobre la imagen del gaucho y el orientalismo de los pintores franceses”, 2006.
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6 Julio E. Payró, El pintor Juan León Palliére (1823-1887), 1961, pp. 37-43.
7 León Pallière, Diario de Viaje por la América del Sud, 1945, pp. 145-147.
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Jean Léon Pallière. Mate y guitarra. Col. Museo de Arte Hispanoamericano “Isaac Fernández Blanco”
Es significativo que Pallière haya dedicado una estampa a dos Narración y paisaje
íconos del paisaje pampeano: el maguey o pita, y el ombú. En el
conjunto de las litografías del Álbum, son muy escasas aquellas En la pampa de Pallière se desarrollan románticos encuentros,
que prescinden de la figura humana. Ya sea como actor principal como el del Idilio criollo, del que existe una versión litografiada en
de la escena, ya sea sugiriéndola, como en Las islas del Paraná cuyo pie reza una leyenda con los versos de Ricardo Gutiérrez,
por medio de las embarcaciones que surcan el río, el lugar No te vayas, luz nacida... No interesa tanto aquí volver sobre el
central lo ocupan el hombre y su historia, no la de los grandes tema principal de esta imagen8, como notar la relación entre
hechos sino la cotidiana, la que se desarrolla en el interior narración y paisaje que se establece en la composición. La
humilde del rancho o en la cazuela del Teatro Colón, pero sobre intimidad aún no consumada de la pareja, que se expresa en el
todo en el paisaje seco y sin alternativas de los alrededores de la espacio entre los dos cuerpos, funciona como eje central de la
ciudad. Así, con Pita y ombú, Pallière parece mostrar al pintura y concentra la atención del espectador. P e ro la franja de
espectador, reunidas y superpuestas, las dos únicas especies tierra en el primer plano, ocupada por animales domésticos y
vegetales que a sus ojos rompían aquella monotonía. De hecho, otros objetos, lleva la vista hacia la izquierda, hacia esa porción
el maguey y el ombú resultan parte del catálogo de formas de de horizonte plano sobre la que se recorta un caballo enmarcado
las que se valió el artista para equilibrar el insistente eje horizontal perfectamente entre los dos soportes de la galería del rancho.
de las composiciones, como en La galera, y para volver una y Así, la pequeña historia de amor espontáneo y rústico adquiere
otra vez sobre el tema de la presencia humana en la vastedad de sentido en re f e rencia a la simplicidad del sitio en el que se
la llanura. El ombú es el refugio, que a falta de otros recursos de desarrolla. Algo similar sucede con el óleo Mate y guitarra y la
la naturaleza o del ingenio humano, provee la geografía de San litografía Parada en la pampa. En ambos, el pintor ha llevado a la
Luis a los viajeros de Parada para hacer noche. imagen muchas de sus observaciones sobre las costumbre s
8 Ver Julio E. Payró, El pintor Juan León Palliére (1823-1887), 1961; y R. Amigo, op. cit.
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rurales y sobre el tránsito por la geografía pampeana. Todo ello pincelada suelta y un empaste rico afín al lenguaje romántico,
–el indolente modo de pasar el tiempo de la pareja en el primero, como vemos en Camino al reñidero, pero en otras conserva el
la reunión alrededor del fuego del abigarrado grupo en el dibujo preciso y la composición equilibrada que en la enseñanza
segundo- se desarrolla inexorablemente en la pampa. La línea del académica se identificaba con “la verdad del arte”.
horizonte liga sucesos, personajes y entorno en una alusión clara Una verdad que el público de Buenos Aires supo apreciar bien.
al tópico de los hábitos rurales al aire libre. Unos pocos días antes de que Pallière emprendiera el regreso a
La pampa puede ser re p resentada, entonces, como una línea Francia en 1866, La Tribuna publicaba una suerte de despedida:
continua y casi sin interrupciones, bajo la cual galopan los indios “Pallière se va, y con el inteligente artista, se va el hábil pintor
del malón, corre veloz la galera o disfrutan los paisanos de su que nos ha hecho conocer las majestades de la Pampa, las
e s p a rcimiento, o bien como elemento sólo en apariencia adjetivo, magnificencias del Chaco, las poesías de las costumbres de
un fragmento que basta para evocar la inmensidad de la llanura. nuestros gauchos”. El artista había aportado imágenes de una
En Camino al reñidero, Pallière rompe la monotonía pampeana inmensidad transitable, de una desmesura ordenada. Un
con la copa de un gran árbol, mientras coloca otro como marco a territorio apto para ensayar proyectos de expansión económica
la derecha, y ubica la caravana de viajeros en una curva del gestados en Europa, y para incorporar a la Nación en el discurso
camino que atraviesa la parte inferior. Pero la línea de horizonte y en la práctica de nuestra elite liberal.
sigue funcionando como el elemento que organiza la composición.
Finalmente, la acuarela Gaucho pialando nos permite verificar de
qué manera el pintor construye un tipo costumbrista en relación Felix Ernest Adolf Methfessel (Suiza, 1836 – 1909). Formado
directa y necesaria con el espacio que lo contiene. Como si la como arquitecto paisajista, se trasladó a la Argentina en
acción quedase congelada por el artificio de la pintura, el gaucho 1864, donde se destacó como dibujante y guía de
mira al espectador en el momento en que sostiene el lazo en alto. expediciones científicas. Regresó a su país en 1895.
Merced al punto de vista, extremadamente bajo, se alza sobre una
cinta de tierra adquiriendo una proporción monumental. ¿En qué
o t ro sitio del mundo puede encontrarse a este personaje, más que Epílogo humboldtiano
en el austero paisaje de la pampa?
En 1864, mientras comienzan a salir las estampas del Álbum
Orden para la desmesura P a l l i è r e, llega al país Adolf Methfessel, otro europeo, que también
pondría en imágenes la vastedad y variedad del territorio
Ante el espectáculo de la llanura, la mirada de Pallière selecciona argentino, aunque en un registro diverso al del francés. Vinculado
aquí y allá los datos escuetos de esa naturaleza y los episodios en forma directa con los más conspicuos re p resentantes de las
actuados por singulares personajes. Payró advierte que el artista ciencias naturales y la arqueología del último tercio del siglo XIX
“realizaba cuadros compuestos (...): combinaba croquis tomados en nuestro país, y comprometido con muchos de sus pro y e c t o s ,
en diversas regiones, en el curso de sus viajes, para crear una Methfessel permanecerá treinta años en la Argentina,
escena típica verosímil, pero no exacta”9. Al respecto, no dejan desarrollando una obra que puede considerarse como un epílogo
de ser interesantes sus palabras en el prefacio del Diario: “Las espléndido al que había sido, hasta entonces, un modesto
diversas notas que publico son exclusivamente un cuadro de capítulo humboldtiano en la plástica argentina.
dibujos tomados del natural. Tienen el mérito de su verdad, lo
que no deja de ser un gran defecto, porque ¿quién no desea ver Naturaleza y cultura
o encontrar algo maravilloso cuando se habla de cosas
lejanas?”10. Pallière desconfía de ese exotismo que el público Las acuarelas referidas a excavaciones en Andalgalá nos ponen en
europeo buscaba en las noticias de países remotos. Su texto, contacto con dos rasgos de una parte de la producción de
que compara con “un cuadro de dibujos”, contiene verdades Methfessel: uno de ellos es el lazo que la une con expediciones
como sólo los ojos de un artista pueden revelar, al plasmar la científicas y con hallazgos paleontológicos y arqueológicos. El
sorprendente variedad y la imponente desmesura de la noroeste, y específicamente los yacimientos de Andalgalá, donde el
naturaleza sudamericana, y la vida de los seres humanos que la artista residió entre 1887 y 1889, ocupan un lugar preponderante
pueblan, bajo un signo de equilibrio y belleza. La rigurosa dentro del conjunto de pinturas dedicadas a catalogar la geografía
geometría de la composición que domina muchas de sus obras argentina. Methfessel no es un mero testigo de las excavaciones,
parece actuar como garantía de un orden posible aún en los sino un actor principal de las mismas que legó al Museo de La
rincones abandonados del interior argentino. La atracción Plata más de 800 piezas: objetos de la cultura calchaquí, cráneos y
romántica por lo extraño y curioso se combina con las premisas esqueletos de los antiguos habitantes de la región, y restos fósiles
de la formación académica y un sentido del orden que Pallière de animales prehistóricos. Este conocimiento de primera mano
no abandona nunca. Así, en algunas pinturas presenta una aparece también en las pequeñas imágenes agrupadas bajo el
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Adolf Methfessel. Barrancas en el Rincón. Andalgalá. C a t a m a r c a; En el bajo de Adolf Methfessel. Extracción de los Hoplophorus en la Loma de la cresta norte de la
A n d a l g a l á; Cresta fosilífera en el bajo de Andalgalá, Catamarca; Lugar en que se halló Loma rica, Andalgalá; Río Llapé. Catamarca; Labranzas antiguas sobre el río Llapé,
un Hoplophorus en el bajo de Andalgalá; Mesetas con capas graníticas, Andalgalá; Catamarca, 1889. Col. Museo de La Plata, UNLP
Las pircas sobre el Siñuelo del Potrerillo, 1889. Col. Museo de La Plata, UNLP
tema de la extracción de restos de hoplophorus, un pariente de las del Aconquija desde Santa María, La Sierra de Santa María,
mulitas actuales que vivió en el pleistoceno, en un área en la que Loma Rica y el Alto, y Ruinas de antiguas construcciones
también se encontraron ruinas calchaquíes. indígenas son sólo una muestra de un repertorio mayor que
Methfessel concibe los espacios catamarqueños como paisajes confirma este aspecto.
magnificentes, que adquieren su sentido cabal en la imbricación El otro rasgo que queremos hacer notar es la relación figura
de valores plásticos y resonancias culturales. Los años en que humana-paisaje, que en gran parte de las pinturas de
trabaja el artista son clave en la construcción de nuevos relatos Methfessel se hace inversa a la que veíamos en el caso de
de la historia argentina en los que cobra importancia un pasado Pallière11. Al pasar las salinas entre Dolpi y Pilciao p resenta un
prehispánico entroncado con la cultura incaica. En este sentido, momento en la travesía de los expedicionarios en la zona de
Methfessel traduce en imágenes el lugar jerárquico que va a ir Andalgalá. Methfessel, contrariamente a Pallière, que pre f i e re
ocupando la región del noroeste en la arqueología, a través de desplegar como en un friso cercano al espectador el desfile de
los trabajos de Samuel Lafone Quevedo (Londres y Catamarca, las caravanas, los re p resenta dirigiéndose hacia el exterior del
1888), Adán Quiroga (Folklore Calchaquí, 1897), y otros c u a d ro desde el fondo de la composición, desde la inmensidad
estudiosos de esta etapa. Esas sierras y valles retratados en sus de un paisaje que por su amplitud domina el conjunto. Como
obras guardaban vestigios de culturas agroalfareras que le dijimos, para Pallière el paisaje es un agregado sólo en
otorgaban a nuestro país el prestigio de una antigüedad remota. apariencia, ya que resulta el necesario complemento del motivo
El óleo Fuerte Quemado, y las acuarelas Panorama de la Sierra principal. De manera similar, en las imágenes de Methfessel las
Dentro de la extensa producción de Methfessel hay algunas obras costumbristas en las que es evidente el influjo de los modelos provistos por Pallière. En ellas, las figuras adquieren
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mayor protagonismo.
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pequeñas figuras que trabajan en las excavaciones, o las huellas módulos que el pintor utiliza de acuerdo con el motivo del
de una presencia humana del pasado ocupan un lugar menor cuadro. Gracias a este procedimiento, los diferentes elementos
desde el punto de vista compositivo, pero son un elemento de la composición se integran en un todo que el espectador
central que otorga significado y valor a estos paisajes. capta simultáneamente. Así, la configuración del espacio como
La ausencia del hombre es total en las acuarelas dedicadas paisaje lo abre a una apreciación estética, a una forma de
a los parajes del sur. El predominio de los azules en las aguas aprehensión simbólica que permite su conocimiento y dominio.
de ríos y lagos y el telón de fondo de las cadenas montañosas
son las notas sobresalientes de una inmensidad lejana, fría y La Argentina catalogada
desolada. Sólo las aves que se posan en el agua o surcan el cielo
parecen habitar estos paisajes, abiertos al ojo que sepa captar su Dentro de un registro visual pormenorizado del territorio
particular belleza. Disponibilidad estética de los espacios argentino debemos ubicar la contribución de Methfessel a una
patagónicos que se plasmaba en la representación visual, de las secciones del Atlas de la Description Physique de la
correlativa a la disponibilidad material que de hecho tuvieron estos République Argentine de Hermann Burmeister, publicado en
territorios después de las campañas militares iniciadas en 1879, y 1881. Desde su i n g reso al Museo Público de Buenos Aires en
a su dominio concreto por parte del estado nacional. 1868, que dirigía Burmeister, el artista llevó a cabo un sostenido
Methfessel construye los espacios por medio de un sistema de trabajo de ilustración científica: además de los dibujos para Los
planos de colores y valores contrastantes que se destacan a la caballos fósiles de la pampa argentina de Burmeister, que el
vez y permiten dar profundidad12. Estas pantallas actúan como gobierno argentino llevó a las exposiciones de Filadelfia (1876) y
12 Ebe Peñalver, Catálogo Adolf Methfessel, 1984, s/p. De manera similar trabajaron varios artistas europeos que realizaron paisajes en Sudamérica en la segunda mitad del siglo XIX,
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De la desmesura representable
Plancha VIII del Atlas de la Description Physique de la République Argentine de Hermann La plasmación de la desmesura americana aparece bajo un
Burmeister, 1881. Vista de la Falda de la Sierra de Tucumán, Burmeister fec. Lith. Carl
Müller Berlin. Vista general de las Serranías de Tucumán, A. Methfessel fec. Lith. Carl
aspecto distinto en varios óleos dedicados a grandes caídas de
Müller Berlin. Col. Museo de La Plata, UNLP agua, en especial las cataratas del Iguazú. También en este caso,
el punto de partida es el viaje y la experiencia directa del pintor en
Karl Hermann Konrad Burmeister (Prusia, 1807 – Argentina, Misiones, adonde se trasladó acompañando a otro estudioso
1892). La re p e rcusión de su Historia de la Creación lo puso clave en el desarrollo de la arqueología y la antropología
argentinas, Juan B. Ambrosetti. Es muy interesante que, como
en contacto con A. Humboldt, quien influyó en su deseo de
resultado de esta expedición, Methfessel haya producido también
conocer Sudamérica. En 1862 se estableció definitivamente en
una serie de dibujos sobre las costumbres de los cainguá, que se
la Argentina. Desde entonces y hasta su muerte se desempeñó
agregan a sus otros trabajos documentales, a la vez que
como director del Museo Público de Buenos Aires.
acopiaba material para la elaboración de pinturas de gran tamaño
en las que la búsqueda principal es de índole estética.
París (1889), existe una gran cantidad de bocetos de materiales De esta manera el arte y ciencia, lo bello y lo útil, se complementan
recolectados en las excavaciones de las que él mismo participó. en la aprehensión y conocimiento del territorio de nuestro país.
En el Museo de La Plata, adonde entró como dibujante y guía En su testimonio de la experiencia en Iguazú, Methfessel no pudo
de expediciones en 1886, continuaría con aquella tarea, dejar de consignar ciertos datos objetivos, mensurables, de las
especialmente valorada por Francisco P. Moreno y Hermann Ten Kate. cataratas: la garganta por donde se precipitan tiene “90 metros
Los dibujos científicos de Methfessel, realizados con minuciosa de profundidad”, las aguas caen “aproximadamente a 45
precisión, resultan el complemento de su obra paisajística, en la m e t r o s”. La descripción es contenida, sin desbord e s
medida en que acercan el foco sobre los materiales
arqueológicos y paleontológicos que dan relevancia a esos
espacios. Para el Atlas, el artista suizo realizó seis de las treinta y
seis vistas que componen la sección. El resto están firmadas por
el propio Burmeister y por A. Göring13. La publicación del Atlas
completa con imágenes los textos de la Description Physique,
aparecida en cuatro tomos entre 1876 y 1879. El título, Vues
pittoresques de la République Argentine recoge algo de la
tradición de los álbumes de estampas con vistas de ciudades y
paisajes de distintos lugares del mundo. La palabra “pintoresco”
podía suscitar un interés que excedía lo científico, algo que se
confirma en la Advertencia: “las vistas pintorescas (...) pretenden
brindar una idea de las diferentes partes más características de
este país”. Por otra parte, la ciencia positivista de la época
demandaba referencias al dato objetivo: se trataba de espacios
reales, existentes, que gracias a los viajes realizados por el autor
y sus colaboradores, podían plasmarse con toda fidelidad a partir Adolf Methfessel, Lago Buenos Aires (Santa Cruz), 1886-1895.
Col. Museo de La Plata, UNLP
13Podría tratarse de Anton Goering, acuarelista nacido en Leipzig que desarrolló una importante obra paisajística en Venezuela entre 1866 y 1874, pero no hay referencias a una estancia
en la Argentina.
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Tomás Cabrera (Atribuido). Entrevista del gobernador Matorras y el cacique Paykin, 1775. Col. Museo Histórico Nacional
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emocionales, aunque el pintor compara el conjunto con una la obra para dejar testimonio de la entrada o expedición que el
“caldera de brujas sin par”. Hace referencias al “ruido intenso”, a p r i m e ro comandó el año anterior.
“aguas espumantes” y “salvajes remolinos”, que forman una Contrariamente a otras expediciones que se re a l i z a ron durante
“escena pintoresca”, sobre la que “se curvan a modo de corona el siglo XVIII, de carácter decididamente militar, la de Matorras
de la obra de la naturaleza, tres bellísimos arco iris”. En el párrafo pretendía retomar la experiencia misional, que tan buenos
siguiente, esta mirada en cierto modo distanciada aún, deja paso resultados había dado en otras regiones del Río de la Plata de la
al compromiso del propio cuerpo del viajero: “Apenas prestando mano de la Compañía de Jesús. Acompañado por un franciscano
atención al enjambre de incontables mosquitos, realicé un boceto y un canónigo de la Catedral de Córdoba, cuyos retratos se
grande, pero al cabo de tres cuartos de hora, mis manos estaban encuentran a la izquierda del cuadro, llevó a cabo la incursión con
hinchadas y afiebradas...”. Methfessel desafía los elementos el fin de firmar paces con los mocovíes de Paykin, y grupos
hostiles de la naturaleza para captar lo que en ella se le presenta tobas. El proyecto de dominio y explotación del vasto y
como “pintoresco” y “bello”, así como Pallière insistía en dibujar a misterioso territorio del Chaco descansaba en la conversión de
pesar del carácter inaprensible de los ámbitos cordilleranos. sus habitantes a la fe cristiana.
Una de las versiones de las Cataratas del Iguazú (col. Museo de Además de los dibujos del ingeniero Julio Ramón de César, que
La Plata), presenta también el recurso de las pantallas sucesivas participó de la entrada, otras fuentes escritas y cartográficas
tan caro al artista. Los dos árboles a los lados y la vegetación en
la parte inferior abren una ventana por donde el espectador se El cuadro de la Entrevista... fue realizado en el taller de
asoma a la claridad y colorido del espectáculo, logrados gracias a Tomás Cabrera, artista activo en Salta en el último tercio del
suaves pasajes cromáticos que dan cuenta de la atmósfera s. XVIII, del que se conocen varias pinturas y esculturas. Juan
húmeda y brumosa. Un siglo atrás Azara, el ingeniero Manuel de Rosas cedió la obra a su yerno Máximo Terrero y
demarcador de fronteras, había dejado un impresionante relato éste a Manuel Trelles. A fines del siglo XIX fue donada por la
de su experiencia en los saltos del Guayrá. Tal vez se hubiese viuda de Trelles al Museo Histórico Nacional.
sentido satisfecho de haber podido contemplar las pinturas de
Methfessel. Ellas, aún mejor que la poesía que él invocaba para
describir aquella “cascada espantosa”, significan una respuesta
contundente a los límites de la racionalidad ante el espectáculo
de una naturaleza desbordada.
Imágenes fragmentarias de un viaje personal, registro exhaustivo
de un itinerario científico, el territorio de la Argentina se despliega
a partir de las miradas de Pallière y Methfessel, imbricadas una
en otra a pesar de la contraposición aparente. Porque si el hálito
romántico se ve moderado en el primero por la concepción
académica de orden y equilibrio, en el segundo convive y se
enriquece con la búsqueda positiva del registro fiel de los datos
acopiados. La porción argentina de la desmesura americana
encontraba así su cabal representación.
Paisajes misionales
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14 Marta Penhos, Ver, conocer, dominar. Imágenes de Sudamérica a fines del siglo XVIII, 2005, primera parte.
15 Marta Penhos, “Imágenes y objetos religiosos en la incorporación del espacio americano al dominio blanco. El caso de la conquista del Chaco a fines del periodo colonial”, 2004.
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En ellas, paisaje y figuras se complementan, logrando una vestimentas y a los rasgos acusados de los tobas, es claro que
composición equilibrada en la que estas últimas, como es habitual Pallière usa como base una fotografía, probablemente tomada
en Pallière, son el motivo principal, pero inserto en un entorno que, por él mismo. Incluso la estampa podría ser un fotograbado.
respecto de las austeras re f e rencias a la planicie en otras Este sesgo documental, esa relación ineludible entre observación y
litografías, crece en proporción y variedad de los elementos que lo representación que deriva de la foto, contrasta en forma aguda con
integran. Así como a la “majestad” de la pampa le corresponden el carácter de Indios del Gran Chaco. Notemos que el espacio de
gauchos y paisanas, la “magnificencia” de la selva sólo se halla ésta se acerca al exotismo tropical, con una frondosa vegetación
habitada por indígenas. Aporte fundamental del Álbum Pallière a la que se abre en el centro de la imagen, extendiendo el paisaje más
configuración de una geografía jerárquica del territorio nacional allá de la pantalla vegetal que rodea a la pareja del primer plano.
pautada por diferentes grados de “civilización” y “barbarie”. Como en Cargueros de yerba mate, una litografía del Álbum que
Sin embargo, pese a estos rasgos comunes y a los títulos casi refiere a la selva brasileña, Pallière despliega una paisajística que
idénticos, Tobas Indios del Gran Chaco e Indios del Gran Chaco lo emparienta con el Rugendas del Viaje pintoresco por el Brasil
contienen diferencias de concepción que hacen su significado (1835). Las figuras en la piragua cargada de frutos responden
más sugerente. En la primera, Pallière invierte el formato apaisado decididamente a las convenciones de los “tipos y costumbres”.
que rige la casi totalidad del Álbum y que contribuye a acentuar la Su ubicación en la composición, enmarcando como dos paréntesis
idea de espacio extendido. El horizonte vuelve a ser el privilegiado el fondo y centro por donde se va la mirada, las facciones suaves,
fondo por encima del cual sólo se recortan las cabezas de el juego entre desnudez y vestido, y sobre todo la mujer, una clara
algunos personajes, pero está restringido por los límites de la cita orientalista, apuntan a crear una imagen bucólica de un mundo
litografía, de manera que dominan el paisaje las altas palmeras, primitivo a punto de desaparecer.
repetidas cada vez más pequeñas hacia el interior de la imagen. La naturaleza chaqueña queda plasmada aquí como espacio
La composición se ordena a partir de la verticalidad de estos virgen, aún no sometido a la “civilización”, con toda la ambivalencia
elementos, que resultan tan paradigmáticos como el ombú que esta idea contiene para el pensamiento de la época, reforzada
pampeano. El grupo humano se ubica en el centro, flanqueado por el objetivismo de una estampa y el aire nostálgico de la otra.
por dos figuras de pie. Su disposición, sólo a primera vista Sobre ese espacio y sus habitantes avanzaría el estado argentino,
casual, podría ser el motivo de una postal etnográfica, como las como lo hacía sobre la Patagonia. A partir de las operaciones
que circ u l a ron abundantemente dentro y fuera de nuestro país militares iniciadas en 1884 se abriría un lento pero firme proceso
desde 190017. De hecho, si prestamos atención a las humildes de incorporación definitiva del Chaco al territorio nacional, con la
consiguiente integración forzada de la población nativa al sistema
de explotación de sus recursos naturales: “No dudo que las tribus
proporcionarán brazos baratos a la industria azucarera y a los
obrajes de madera” afirmaba el comandante y Ministro de Guerra
Benjamín Victorica18. De la variedad de testimonios vinculados
con esta etapa, nos re f e r i remos a dos. Uno de ellos es un dibujo
de Alfredo Paris, originalmente pensado para ilustrar la Expedición
al Chaco Austral de Angel J. Carranza (1884).
De Paris se conservan otros trabajos que guardan estrecha
relación con la conquista militar de los territorios del sur, el gran
óleo A travers la pampa. Conquista del Río Negro por el General
Roca (1889, Museo Histórico Nacional), y las sesenta y cuatro
ilustraciones de la edición francesa de Painé y la dinastía de los
Zorros de Estanislao Cevallos, del mismo año. Caben también
sennalar sus dibujos para el libro de Alfred Ebelot, La Pampa.
Costumbres Argentinas (1890). Un procedimiento plástico de
gran contundencia liga la pintura de tema patagónico con el
dibujo que estudiamos aquí: la ausencia total de quienes
habitaban los espacios por donde avanzan los soldados. El
paseo triunfal de Roca y sus hombres se verifica en la soledad
de la llanura, así como la columna del dibujo refiere al paisaje
chaqueño en el bosque oscuro que se adivina a la izquierda.
Todo lo demás es espacio en blanco, neutro y vacío, preparado
Alfredo Paris. Espedicion a la Cangaié en el Chaco Austral, c. 1884. para recibir las palabras impresas del texto de Carranza que
Col. Museo Histórico Nacional escribirían una nueva historia de la región. Otra vez el todo se
17 Carlos Massotta, “Representación e iconografía de dos tipos nacionales. El caso de las postales etnográficas en Argentina 1900-1930”, 2005.
18 Campaña del Chaco..., 1881, p. 123.
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comprendía por medio de su parte más significativa, el anhelado El ejemplar del libro Campaña del Chaco... forma parte de
sitio a orillas del Bermejo: una leyenda autógrafa nos brinda el una tirada especial con 22 fotografías en albúmina (15 x 20.5
título Espedicion á La Cangaié, en el Chaco Austral. Se trata de cm), montadas sobre hoja de cortesía. En la lista de jefes y
un verdadero desierto, una nada sobre la que se imponía el oficiales se consigna el nombre del fotógrafo de la expedición
estado y los valores “civilizados”19. como D. Luis Perotti. Sin embargo, en el Archivo General de
Los pormenores de la campaña de Victorica quedaron la Nación hay registros de fotografías del mismo autor bajo el
documentados, como era habitual, en los informes del propio apellido Parrotta.
comandante y sus oficiales, publicados en 1885 en un volumen,
del que se hizo una edición especial que contiene más de veinte Si en unos pocos pasajes dentro del estilo seco de los textos es
fotografías tomadas durante las operaciones. posible encontrar algún sesgo de exotismo o la atención en lo
Las fotografías se hallan distribuidas sin que al parecer exista una pintoresco, esto está ausente de las fotografías. En ellas ni el
relación directa con el texto. Por otra parte carecen de leyendas paisaje ni sus habitantes interesan más que como espacios y
que permitan identificar sitios y personajes. La mayor parte está seres a dominar y explotar. En este sentido, los indígenas
dirigida a registrar la presencia militar en el territorio chaqueño: representados, de condición misérrima, son claros exponentes
grupos de oficiales que posan o realizan alguna actividad, y los de un obstáculo del progreso: “Los indios hacían imposible la
campamentos. El paisaje ocupa usualmente la mitad inferior de la nación argentina, el agrandecimiento (sic) nacional...” afirma el
foto: pastizales secos, grandes árboles, bañados, y ríos son los editor del libro, y agrega más adelante: “La civilización es
escenarios donde las figuras aparecen captadas desde distancias incompatible con la existencia del salvaje”20.
diversas. Los chaqueños no son objeto de especial atención, Victorica y sus hombres tuvieron especial interés en alcanzar La
compartiendo en ocasiones la toma con miembros de la Cangayé, designada como “centro militar de operaciones y punto
expedición. En una de las fotografías, un chaqueño hunde sus de reunión de todas las fuerzas expedicionarias”. A su valor
pies en el bañado, mientras que en un plano posterior se estratégico como convergencia de caminos que conectaban
encuentra un bote con oficiales. Llama la atención el distintos sitios de la región agregaba una dimensión simbólica
señalamiento de una de las figuras con una cruz y la leyenda en fraguada durante los siglos coloniales. Sin embargo, el
tinta “Cptn Doyhenard”. Luis Doyhenard, capitán de la Guard i a comandante no dejó de expresar cierta decepción ante su vista:
Nacional que participó de la campaña, probablemente haya sido “Aquí estoy en la famosa Cangayé. El retiro de las aguas del
el propietario del ejemplar que hemos estudiado, ya que se halla Bermejo le ha hecho perder importancia... En cuanto a los indios,
la misma marca en otras tomas fotográficas. sólo hemos encontrado tolderías abandonadas, más o menos
19 Carla Lois, “La invención del desierto chaqueño. Una aproximación a las formas de apropiación simbólica de los territorios del Chaco en los tiempos de formación y consolidación del
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21 Idem, p. 112.
22 Marta Penhos, “Frente y perfil. Fotografía y prácticas antropológicas y criminológicas en Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX”, 2005.
Mariana Giordano, Discurso e imagen sobre el indígena chaqueño, 2004.
23
Palavecino utilizó la cámara fotográfica en sus campañas en el Chaco, pero también se valió del fotógrafo profesional Hans Mann para obtener algunas tomas, ver M. Giordano, “De
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Boggiani a Métraux. Ciencia antropológica y fotografía en el Gran Chaco”, 2004.
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