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Teoría de las Relaciones Internacionales

Síntesis
UN ENCUENTRO NECESARIO: EL
MATERIALISMO HISTÓRICO Y LAS
RELACIONES INTERNACIONALES

Jorge Murillo González


19 de Noviembre de 2012
UN ENCUENTRO NECESARIO: EL MATERIALISMO
HISTÓRICO Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES
UN RETO ELUDIDO

La suerte con la que ha corrido el marxismo en las ciencias sociales ha sido muy desigual. Por un
lado, el desafío que supuso a las pautas del pensamiento establecidas y al sistema de Estados y por
otro lado, la tradición liberal y el surgimiento de la sociedad industrial. Si bien en algunos ámbitos
esto ha llevado al surgimiento de una corriente “marxista”, la influencia del marxismo es más
amplia, de ahí que los enfoques se hayan vuelto más aceptables a nivel general. En términos de
Gramsci, el marxismo se ha convertido en “el sentido común de nuestra época”.

Pese a las muchas décadas de interacción potencial, el establecimiento de una relación


entre el materialismo histórico y las Relaciones Internacionales está aún en un estadio inicial.
Desde la década de los setenta algunos autores han abogado por la elaboración teórica en relación
a la construcción de una aproximación marxista global a las relaciones internacionales. Andrew
Linklater ha examinado las implicaciones que tiene el marxismo “crítico” para las Relaciones
Internacionales, y ha subrayado las limitaciones que el sistema internacional impone a todo
proyecto emancipatorio.

Sin embargo, en contraste a otras áreas de las ciencias sociales, el materialismo histórico
nunca ocupó un lugar seguro en las Relaciones Internacionales, ya sea explícita o implícitamente.
Esto se debe sobre todo al bloqueo que se hizo de las principales preguntas teóricas que plantea el
marxismo y es que las Relaciones Internacionales surgieron fundamentalmente en universidades
británicas y estadounidenses y como derivados de otras disciplinas de las ciencias sociales. Ni el
contexto institucional ni la influencia teórica han otorgado al marxismo un lugar prominente o
generalmente reconocido.

Por otro lado, el materialismo histórico no ha desarrollado el enfoque teórico que se


necesita para realizar una contribución a las Relaciones Internacionales que sea global y
generalmente inteligible. Gran parte de lo que los regímenes comunistas o sus seguidores
produjeron en nombre del marxismo no fue más que una polémica vulgar, una repetición de cierta
lectura del propio marxismo que pretendía justificar determinados intereses políticos.

Al mismo tiempo, el énfasis que ha puesto en los factores económicos a nivel internacional
ha debilitado cualquier intento de explicar cuestiones políticas, ideológicas y de seguridad. El
propio concepto de lo “internacional” resulta en sí mismo problemático para los marxistas, en el
sentido de que el contraste implícito con lo “nacional” no es un contraste que estén dispuestos a
aceptar.

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EL MARXISMO Y LOS TRES “GRANDES DEBATES” DE LAS RELACIONES
INTERNACIONALES

A la falta de contacto entre el marxismo y las Relaciones Internacionales hay que sumarle ciertas
dificultades, como el difícil encaje en los tres grandes debates teóricos de las Relaciones
Internacionales.

El primer debate fue entre el enfoque “utópico” y el “realista”. En este marco, el marxismo
comparte elementos de ambos enfoques: si bien es “utópico” por el hecho de que postula una
manera alternativa de ordenar la política, es “realista por el énfasis que pone en los intereses
materiales que subyacen a la acción humana y por su manera de denunciar la hipocresía, la
mendacidad y el cinismo presentes en gran parte de la vida política.

Un problema similar surge con el segundo debate, el que tuvo lugar entre tradicionalistas
y behavioristas. El marxismo pone énfasis en el potencial científico del análisis social: la
cuantificación y el establecimiento de “leyes”. Igual que ocurrió con buena parte del pensamiento
radical del siglo XIX. Sin embargo, el marxismo también mantiene muchos elementos de otro
enfoque: no es únicamente materialismo (Feuerbach) sino materialismo histórico. El marxismo es
también intensamente ético, tanto en el lenguaje de sus juicios como en el énfasis que pone en la
prescripción cuando intima a la acción. Esta es sin duda la diferencia fundamental entre Feuerbach
y Marx: el énfasis que pone este último en la necesidad de cambiar el mundo.

El tercer debate (estatocéntirco-sistema mundial) tampoco logró incluir al marxismo. El


marxismo insiste en el hecho de que el capitalismo crea un mercado mundial y con él las fuerzas
de clase que operan a escala mundial. Sin embargo, el marxismo ha dedicado gran parte de su
energía teórica y práctica sobre el Estado. La conceptualización ha sido un importante tema de
debate dentro y fuera de la tradición marxista. Pero toda esta literatura parte de la premisa de
que el estado, lejos de desaparecer o de ser trascendido, sigue siendo un factor central en política.
La mayor parte de los marxistas se mostrarían escépticos en relación a los argumentos actuales de
los liberales y transancionalistas sobre que el Estado está siendo desplazado como instrumento
principal.

Desde los años setenta esta aparente falta de comunicación empezó a erosionarse: la
literatura académica de las Relaciones Internacionales concedió cierto lugar al marxismo. Se
argumentaba que se podía usar un enfoque teórico, un paradigma derivado del marxismo para
explicar las Relaciones Internacionales, generalmente llamado “estructuralismo”.

Estructuralismo: No libertad de acción o agentividad a los elementos de la estructura.


Marxismo: libertad, voluntarismo.

El estructuralismo resulta también desorientados ya que, en su uso convencional, supone


una multiplicidad de relaciones que afectan a cualquier elemento del sistema. El materialismo
histórico, en cambio, aun reconociendo una multiplicidad de influencias y diversas determinaciones

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de clase, nación, género, lugar, cultura y contexto histórico, también subraya la primacía de uno de
los niveles de determinación.

La imagen convencional de “estructuralismo” en Relaciones Internacionales entraña


también otra dificultad, la de la limitación del ámbito. El paradigma estructuralista se ha asociado
a unos temas específicos de las Relaciones Internacionales, a saber, las relaciones Norte-Sur. Si
bien el estructuralismo proporciona una teoría general de estas relaciones, al mismo tiempo los
estructuralistas sostienen que se trata de un tema cuya importancia fundamenta en las relaciones
internacionales no se había reconocido anteriormente.

EL POTENCIAL DEL MATERIALISMO HISTÓRICO

El marxismo, como enfoque teórico, está en proceso de evolución; aunque es mucho lo que ha
abarcado en sus ciento cincuenta años de existencia, queda mucho por analizar, y también hay
muchos elementos caducos y confusos en su seno. El cometido de analizar las relaciones
internacionales es, en buena medida, una empresa de futuro y sus componentes no están
presentes en las obras de los materialistas históricos que han escrito hasta la fecha. Sin embargo
tal cometido es posible por dos razones generales.

 Teoría general-global de la acción política, social y económica.


 Productor de un conjunto de obras que pertenecen a la agenda convencional de las
Relaciones Internacionales (guerra, violencia, estado). Teorización del sistema
internacional en torno al imperialismo.

Aparte de los estudios sobre el imperialismo, están las teorías del sistema mundial de
Wallerstein, la cual plantea una historia muy diferente del sistema internacional.

 Wallerstein: Sociedad jerárquica, vincula el conflicto internacional al cambio interno social


y político.
 Realistas: Sociedad internacional igualitaria. No relevancia a lo interno. Obras sobre
historia internacional influenciadas por el materialismo histórico.
 Wolf: Análisis global y consistente de la subyugación del mundo no europeo al sistema
socioeconómico europeo.
 Anderson: evolución del Estado hasta la era de la democracia, tanto en relación al
desarrollo social y político como en relación a la competición externa.
 Hobsbawn: Tres estudios comparativos sobre la evolución del sistema moderno
internacional. La obra de Hobsbawn tiene una relevancia directa para las Relaciones
Internacional y para las cuestiones de que trata la disciplina.

EL PARADIGMA DEL MATERIALISMO HISTÓRICO

En sus obras, Marx y Engels trataron extensamente los asuntos “internacionales”, tanto en
relación a las cuestiones teóricas subyacentes a la internacionalización del capitalismo como a los
acontecimientos políticos internacionales acaecidos en su época.

Importancia sobre las Relaciones Internacionales no se da de manera explícita sino en las


implicaciones de la teoría general

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Entre los variados escritos de Marx y Engels hay cuatro temas generales que pueden
considerarse como definitorios y constitutivos de la posición intelectual que estos autores
desarrollan.

 Determinación “material” por parte de los factores socioeconómicos. En términos


simplificados, Marx concebía la sociedad como una totalidad, un conjunto dentro del cual
cada elemento estaba, en sentido general, gobernado por el carácter y la tendencia del
todo.
 Historia y la determinación histórica. En primer lugar, Marx sostenía que la historia influye
en el comportamiento actual. “La tradición de las generaciones muertas pesa como una
pesadilla en las mentes de loa vivos”. Los acontecimientos o el carácter de una sociedad
sólo pueden verse en su contexto histórico.
 Centralidad de las clases como actores de la vida política, tanto interna como
internacional. En términos generales, las clases se definen en relación a su posesión y
control de los medios de producción. Si dentro de un Estado concreto las clases actúan
para someter y controlar a las que tienen menos poder que ella, a nivel internacional se
alían con grupos similares a ellos cuando les resulta beneficioso y compiten con ellos por
medios pacíficos o militares cuando optan por la rivalidad.
 Conflicto y apogeo, revolución. Gran parte de la literatura sobre y del marxismo ha tratado
la problemática del conflicto a nivel filosófico y metodológico, como se refleja en la
cuestión de la dialéctica”. El conflicto se considera en este sentido un concepto histórico
social, propio de las relaciones entre diferentes clases y otros grupos sociales, generado
por las diferencias de las posiciones socioeconómicas. El materialismo histórico no sólo
sostiene que ese conflicto es inevitable, sino también que es un importante factor
dinámico en la política del sistema internacional, así como lo es en las sociedades
individuales.

LAS INHIBICIONES DE LA TEORÍA

El principal factor inhibitorio en el marxismo es el tono de su enfoque general, algo que frenó su
desarrollo teórico y que dificultó la comprensión por parte de otros. Esto tiene que ver con el
dogmatismo e intolerancia de parte del análisis que aparece bajo su nombre y, como parte
dominante de este dogmatismo, con al inmanencia de una teleología histórica, es decir la creencia
de que la historia/ está desarrollándose en una dirección concreta, que en último término es una
dirección emancipatoria.

La primera de las limitaciones dentro del marxismo tiene que ver con el propio concepto
de “determinación”, el grado en el que los acontecimientos políticos, o los actores, o incluso el
propio Estado pueden considerarse como meras expresiones de la estructura socioeconómica
subyacente de una sociedad.

EL MARXISMO MÁS ALLÁ DE LA GUERRA FRÍA

El materialismo histórico puede ofrecer una alternativa teórica y empírica al trabajo que se hace
en la disciplina de las Relaciones Internacionales tal como está establecida convencionalmente en
la actualidad. Pero sólo puede hacerlo si se reconoce el desafío que las relaciones internacionales
le plantean, así como su propia necesidad de desarrollar su potencial analítico en abierta

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respuesta a los acontecimientos y a algunas de las teorías alternativas sobre el mundo
contemporáneo.

A primera vista, defender el reconocimiento de la relevancia del materialismo histórico


tras el fin del a guerra fría y el colapso del sistema comunista puede parecer perverso, cuando no
desesperado. En el nivel más directo, la pertinencia del materialismo histórico como sistema
explicativo nunca ha dependido del éxito de los movimientos dictatoriales que decían hablar en su
nombre, de la misma manera que el capitalismo tampoco ha dependido del éxito de los regímenes
autoritarios, racista y beligerantes que produjo. La evolución del marxismo independiente durante
la mayor parte del siglo XX, separada y en conflicto con el comunismo oficial, es una prueba
suficiente de ello.

“LA SEXTA GRAN POTENCIA”: LAS REVOLUCIONES Y EL


SISTEMA INTERNACIONAL
UN CASO DE MUTUO DESINTERÉS

La relación que la disciplina de las Relaciones Internacional ha mantenido, desde hace mucho
tiempo, con la revolución ha sido una relación incómoda. El siglo XX ha sido moldeado por las
guerras y las revoluciones, pero resulta llamativo cómo, en el marco de la investigación y de la
enseñanza institucionalizada de las Relaciones Internacionales, estos dos procesos históricamente
formativos reciben un tratamiento diferenciado. El estudio de la guerra, en sus dimensiones
histórica, estratégica, y ética, así como en términos políticos, es fundamental para el estudio
académico de las Relaciones Internacionales. Las revoluciones, en cambio, han tenido una
existencia marginal.

Esta marginalización no se debe a una única razón. Diversos factores vinculados a la


tradición intelectual y al contexto institucional de las Relaciones Internaciones han convergido
para producir esta situación. Las propias Relaciones Internacionales empezaron como un estudio
de la guerra y de las causas de la guerra, y siguen estando centradas, como lo hacen los
documentos que prohíben la guerra, como por ejemplo la Carta de las NNUU, en la creencia de
que la guerra entre Estados debe concebirse como una agresión decidida racionalmente y no
como la internacionalización del conflicto social.

Con el surgimiento del behaviorismo, el concepto de “revolución”, junto con el de Estado,


quedó disuelto en un amplio espectro de violencia y “guerra interna” que le negaba toda
especificidad analítica e histórica. El neorrealismo en su versión walziana, que etiquetaba como
“reduccionista” a toda referencia que se hiciera a los procesos internos y transnacionales, bloqueó
a su vez la consideración sobre la interacción entre lo internacional y el cambio interno.

Otros factores tiene que ver con el ambiente de las ciencias sociales en general. El estudio
de la revolución no encuentra pleno acomodo en ninguna de las ciencias sociales, por más que ha
recibido más atención por parte de la sociología y de la historia. En estas disciplinas, sin embargo,
se ha tendido a estudiarla haciendo pocas referencias a las dimensiones internacionales del

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fenómeno. La mayor parte de las obras sociológicas trataron a las revoluciones como si hubieran
tenido lugar dentro de unas entidades nacional-políticas discretas.

Dentro de los enfoques teóricos de las Relaciones internacionales, el realismo sí trata de


las revoluciones, pero en general hace referencia a ella no como objetos de estudio en sí mismos
sino para demostrar las presiones de la conformidad, de la socialización impuesta por las
constricciones del sistema hasta al más desviacionista o revisionista de los Estados. Las
revoluciones no pueden eludir al sistema.

David Armstrong: Incluye las normas que la sociedad elabora en relación a la constitución
interna de los Estados, tales como la esclavitud o el comportamiento democrático, y en segundo
lugar aceptando que, pese a que estén socializados, los Estados revolucionarios pueden obligar a
las potencias defensoras del status quo a revisar las normas pro las cuales los Estados se vinculan
entre sí.

Otras tendencias de las Relaciones Internacionales de los años setenta y ochenta dejan
también poco espacio a la agitación revolucionaria: la economía política internacional y la
interdependencia se ocupan de las relaciones dentro del mundo capitalista y sobre todo de sus
componentes capitalistas desarrollados, sin gran necesidad de considerar a los Estados más
pobres o a los revolucionarios.

No obstante, hay tres aspectos en el que se demuestra que este mutuo desinterés no ha
sido absoluto. Antes que nada tenemos el conjunto de obras de Relaciones Internacionales
centradas explícitamente en las cuestiones analíticas y comparativas puestas de manifiesto por las
revoluciones: las obras de Kissinger, Rosecrance, Wight, Rosenau, Kim, Calvert y Amstrong.

En segundo lugar, las revoluciones han estado presentes en las Relaciones Internacionales
de una forma solapada, dentro de unos temas presentados desde un punto de partida analítico
alternativo pero donde puede releerse y reconstituirse la literatura existente de manera que
resulte relevante para las revoluciones.

En tercer lugar, hay algunas obras en ciencias sociales afines que resultan accesibles y
relevantes para construir un debate sobre las revoluciones dentro de las Relaciones
Internacionales.

El examen del lugar que ocupan las revoluciones en las Relaciones Internacionales parece
comprender tres grandes áreas de indagación. La primera es histórica: se trata de situar el lugar y
la influencia que ocupan las revoluciones en la historia del sistema internacional y en la formación
del entorno internacional del siglo XX.

La segunda área de indagación es descriptica. Se trata del examen de las dimensiones


internacionales de las propias revoluciones, de determinar en qué medida pueden identificarse
regularidades en el comportamiento político.

La tercera y principal área de indagación tiene que ver con la teoría, es decir, qué
cuestiones teóricas plantea el estudio de las revoluciones a las Relaciones Internacionales.

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LAS REVOLUCIONES Y SUS CONSECUENCIAS

Como ocurre con todos los demás conceptos de las ciencias sociales, el concepto de “revolución”
ha evolucionado con el tiempo y contiene unos significados variables.

Theda Skocpol: Las revoluciones son trasformaciones rápidas y básicas del Estado y de la
estructura de clases de una sociedad, y están acompañadas y en parte llevadas a cabo por
revueltas de las clases inferiores. Las revoluciones sociales se diferencian de otros tipos de
conflictos y procesos transformativos, sobre todo por la combinación de dos coincidencias: la
coincidencia entre el cambio estructural social y la agitación de clase y la coincidencia entre la
transformación política y la transformación social.

Revolución – Estado (Derribar Estados existentes y consolidar Estados nuevos)

La segunda fundamentación de este estudio de las revoluciones es la obra de J.B.


Barrington-Moore. La obra examinaba las diferentes vías a la industrialización y a la democracia
liberal de una serie de Estados importantes y mostraba cómo el contraste entre sus trayectorias
debía mucho a las pautas de poder agrícola presentes en el período preindustrial. Pero también
desarrolló dos argumentos que contradicen profundamente las ideas de gran parte del
pensamiento convencional de la revolución. Contra la idea predominante de que Inglaterra y EEUU
habían seguido una senda “pacífica” y no revolucionaria. Al mismo tiempo, al estudiar los casos de
países que aparentemente evitaron transiciones violentas y no tuvieron revoluciones, Alemania y
Japón, Barrington-Moore señaló la violencia que acompañó a esas transiciones, manifestada tanto
en la represión interna como en la agresión exterior. En resumen, sostuvo que no había elección
entre una vía violenta y una no violenta, sino que tanto la vía revolucionaria como la no
revolucionaria suponían costes humanos. Las revoluciones no son, por consiguiente, aberraciones
de una alternativa no violenta sino una forma de transición inevitablemente violenta hacia una
sociedad moderna y a menuda una forma que, a escala internacional, era menos violenta que la
alternativa alemana-japonesa.

MODELOS HISTÓRICOS

Las revoluciones son acontecimientos internacionales por sus causas y efectos y, con la excepción
parcial de las revoluciones de 1989, presentan un grado llamativo de uniformidad.

Generalidades:

 Las causas, es decir, en qué medidas los factores internacionales desencadenan


revoluciones.
 La política exterior, es decir, como gestionan sus relaciones políticas exteriores los Estados
revolucionarios.
 Las respuestas, es decir, las reacciones de otros Estados.
 La adaptación, es decir, cómo, en un lapso de tiempo mayor, los factores internacionales y
el sistema en general constriñen el desarrollo interno post-revolucionario de los Estados e
influyen en su desarrollo político, social y económico.

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VÍNCULOS INTERNACIONALES E INTERNOS

El concepto de Estado que se usa convencionalmente (aunque rara vez se define en Relaciones
internacionales impide examinar, precisamente, esos procesos que hacen que las revoluciones
sean internacionales: los efectos de la competición interestatal en las relaciones entre Estado-
sociedad, el debilitamiento de los vínculos entres Estado-sociedad debido al impacto de las
revoluciones en otros Estados o la determinación de la política exterior revolucionaria por los
conflictos entre Estado-sociedad de los periodos post-revolucionarios.

Estado-entidad de dos caras que mira a la vez hacia adentro, hacia la sociedad que intenta
dominar y hacia fuera, hacia otros Estados y/o sociedades con los que interactúan con la meta de
reforzar su propia posición interna. Competición de Estados heterogéneos.

Los factores internos en la actividad internacional nos conducen a la de la homogeneidad y


la heterogeneidad. En cierto nivel puede resultar excesivo ver una tendencia a la homogeneidad
de los órdenes internos dentro del sistema internacional. Después de todo, los Estados con
regímenes diferentes pueden comerciar e intercambiarse embajadores. Si respetan la no
injerencia y aceptan la diversidad de los sistemas internos, es decir “coexisten” pacíficamente,
entonces la heterogeneidad no debería ser causa de conflicto.

Heterogeneidad-proporciona un “otro”, un objeto extraño y amenazador en el mundo externo, a


partir del cual los Estados pueden movilizar apoyo social y político interno.

El principal efecto –internacional e internacionalista- de las revoluciones no reside en las


acciones deliberadas de los Estados sino en la fuerza del ejemplo: la revolución francesa proclamó
los derechos humanos, expropió la tierra a los aristócratas y guillotinó al rey y a la reina. La
revolución bolchevique derribó a la monarquía, nacionalizó la propiedad y proclamó el Estado de
la clase trabajadora. El impacto de Irán ha sido ejemplarizante e ideológico. Mucho más allá del
alcance identificable de la República Islámica.

El problema de la homogeneidad va más allá, sin embargo de la cuestión de los ejemplos


alternativos, en el sentido de que oscurece la que es quizás la cuestión fundamental, a saber, la del
papel de la homogeneidad en sentido positivo, en el reforzamiento de los Estados, es decir, en el
reforzamiento de la estabilidad de los Estados a partir de una interacción “normal”. Los Estados no
son unidades aisladas: existen en un contexto internacional y sus prácticas, constituciones y
órdenes sociales y económicos se ven reforzadas por el hecho de que otros Estados se comportan
como ellos.

La dimensión “internacional” no sólo se vuelve relevante cuando las cosas se colapsan –


ante una amenaza política exterior, una invasión, una potencia económica rival- sino que es
igualmente importante en la constitución y reproducción de unos Estados estables,
aparentemente independientes y autónomos.

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