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Síntesis
UN ENCUENTRO NECESARIO: EL
MATERIALISMO HISTÓRICO Y LAS
RELACIONES INTERNACIONALES
La suerte con la que ha corrido el marxismo en las ciencias sociales ha sido muy desigual. Por un
lado, el desafío que supuso a las pautas del pensamiento establecidas y al sistema de Estados y por
otro lado, la tradición liberal y el surgimiento de la sociedad industrial. Si bien en algunos ámbitos
esto ha llevado al surgimiento de una corriente “marxista”, la influencia del marxismo es más
amplia, de ahí que los enfoques se hayan vuelto más aceptables a nivel general. En términos de
Gramsci, el marxismo se ha convertido en “el sentido común de nuestra época”.
Sin embargo, en contraste a otras áreas de las ciencias sociales, el materialismo histórico
nunca ocupó un lugar seguro en las Relaciones Internacionales, ya sea explícita o implícitamente.
Esto se debe sobre todo al bloqueo que se hizo de las principales preguntas teóricas que plantea el
marxismo y es que las Relaciones Internacionales surgieron fundamentalmente en universidades
británicas y estadounidenses y como derivados de otras disciplinas de las ciencias sociales. Ni el
contexto institucional ni la influencia teórica han otorgado al marxismo un lugar prominente o
generalmente reconocido.
Al mismo tiempo, el énfasis que ha puesto en los factores económicos a nivel internacional
ha debilitado cualquier intento de explicar cuestiones políticas, ideológicas y de seguridad. El
propio concepto de lo “internacional” resulta en sí mismo problemático para los marxistas, en el
sentido de que el contraste implícito con lo “nacional” no es un contraste que estén dispuestos a
aceptar.
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EL MARXISMO Y LOS TRES “GRANDES DEBATES” DE LAS RELACIONES
INTERNACIONALES
A la falta de contacto entre el marxismo y las Relaciones Internacionales hay que sumarle ciertas
dificultades, como el difícil encaje en los tres grandes debates teóricos de las Relaciones
Internacionales.
El primer debate fue entre el enfoque “utópico” y el “realista”. En este marco, el marxismo
comparte elementos de ambos enfoques: si bien es “utópico” por el hecho de que postula una
manera alternativa de ordenar la política, es “realista por el énfasis que pone en los intereses
materiales que subyacen a la acción humana y por su manera de denunciar la hipocresía, la
mendacidad y el cinismo presentes en gran parte de la vida política.
Un problema similar surge con el segundo debate, el que tuvo lugar entre tradicionalistas
y behavioristas. El marxismo pone énfasis en el potencial científico del análisis social: la
cuantificación y el establecimiento de “leyes”. Igual que ocurrió con buena parte del pensamiento
radical del siglo XIX. Sin embargo, el marxismo también mantiene muchos elementos de otro
enfoque: no es únicamente materialismo (Feuerbach) sino materialismo histórico. El marxismo es
también intensamente ético, tanto en el lenguaje de sus juicios como en el énfasis que pone en la
prescripción cuando intima a la acción. Esta es sin duda la diferencia fundamental entre Feuerbach
y Marx: el énfasis que pone este último en la necesidad de cambiar el mundo.
Desde los años setenta esta aparente falta de comunicación empezó a erosionarse: la
literatura académica de las Relaciones Internacionales concedió cierto lugar al marxismo. Se
argumentaba que se podía usar un enfoque teórico, un paradigma derivado del marxismo para
explicar las Relaciones Internacionales, generalmente llamado “estructuralismo”.
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de clase, nación, género, lugar, cultura y contexto histórico, también subraya la primacía de uno de
los niveles de determinación.
El marxismo, como enfoque teórico, está en proceso de evolución; aunque es mucho lo que ha
abarcado en sus ciento cincuenta años de existencia, queda mucho por analizar, y también hay
muchos elementos caducos y confusos en su seno. El cometido de analizar las relaciones
internacionales es, en buena medida, una empresa de futuro y sus componentes no están
presentes en las obras de los materialistas históricos que han escrito hasta la fecha. Sin embargo
tal cometido es posible por dos razones generales.
Aparte de los estudios sobre el imperialismo, están las teorías del sistema mundial de
Wallerstein, la cual plantea una historia muy diferente del sistema internacional.
En sus obras, Marx y Engels trataron extensamente los asuntos “internacionales”, tanto en
relación a las cuestiones teóricas subyacentes a la internacionalización del capitalismo como a los
acontecimientos políticos internacionales acaecidos en su época.
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Entre los variados escritos de Marx y Engels hay cuatro temas generales que pueden
considerarse como definitorios y constitutivos de la posición intelectual que estos autores
desarrollan.
El principal factor inhibitorio en el marxismo es el tono de su enfoque general, algo que frenó su
desarrollo teórico y que dificultó la comprensión por parte de otros. Esto tiene que ver con el
dogmatismo e intolerancia de parte del análisis que aparece bajo su nombre y, como parte
dominante de este dogmatismo, con al inmanencia de una teleología histórica, es decir la creencia
de que la historia/ está desarrollándose en una dirección concreta, que en último término es una
dirección emancipatoria.
La primera de las limitaciones dentro del marxismo tiene que ver con el propio concepto
de “determinación”, el grado en el que los acontecimientos políticos, o los actores, o incluso el
propio Estado pueden considerarse como meras expresiones de la estructura socioeconómica
subyacente de una sociedad.
El materialismo histórico puede ofrecer una alternativa teórica y empírica al trabajo que se hace
en la disciplina de las Relaciones Internacionales tal como está establecida convencionalmente en
la actualidad. Pero sólo puede hacerlo si se reconoce el desafío que las relaciones internacionales
le plantean, así como su propia necesidad de desarrollar su potencial analítico en abierta
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respuesta a los acontecimientos y a algunas de las teorías alternativas sobre el mundo
contemporáneo.
La relación que la disciplina de las Relaciones Internacional ha mantenido, desde hace mucho
tiempo, con la revolución ha sido una relación incómoda. El siglo XX ha sido moldeado por las
guerras y las revoluciones, pero resulta llamativo cómo, en el marco de la investigación y de la
enseñanza institucionalizada de las Relaciones Internacionales, estos dos procesos históricamente
formativos reciben un tratamiento diferenciado. El estudio de la guerra, en sus dimensiones
histórica, estratégica, y ética, así como en términos políticos, es fundamental para el estudio
académico de las Relaciones Internacionales. Las revoluciones, en cambio, han tenido una
existencia marginal.
Otros factores tiene que ver con el ambiente de las ciencias sociales en general. El estudio
de la revolución no encuentra pleno acomodo en ninguna de las ciencias sociales, por más que ha
recibido más atención por parte de la sociología y de la historia. En estas disciplinas, sin embargo,
se ha tendido a estudiarla haciendo pocas referencias a las dimensiones internacionales del
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fenómeno. La mayor parte de las obras sociológicas trataron a las revoluciones como si hubieran
tenido lugar dentro de unas entidades nacional-políticas discretas.
David Armstrong: Incluye las normas que la sociedad elabora en relación a la constitución
interna de los Estados, tales como la esclavitud o el comportamiento democrático, y en segundo
lugar aceptando que, pese a que estén socializados, los Estados revolucionarios pueden obligar a
las potencias defensoras del status quo a revisar las normas pro las cuales los Estados se vinculan
entre sí.
Otras tendencias de las Relaciones Internacionales de los años setenta y ochenta dejan
también poco espacio a la agitación revolucionaria: la economía política internacional y la
interdependencia se ocupan de las relaciones dentro del mundo capitalista y sobre todo de sus
componentes capitalistas desarrollados, sin gran necesidad de considerar a los Estados más
pobres o a los revolucionarios.
No obstante, hay tres aspectos en el que se demuestra que este mutuo desinterés no ha
sido absoluto. Antes que nada tenemos el conjunto de obras de Relaciones Internacionales
centradas explícitamente en las cuestiones analíticas y comparativas puestas de manifiesto por las
revoluciones: las obras de Kissinger, Rosecrance, Wight, Rosenau, Kim, Calvert y Amstrong.
En segundo lugar, las revoluciones han estado presentes en las Relaciones Internacionales
de una forma solapada, dentro de unos temas presentados desde un punto de partida analítico
alternativo pero donde puede releerse y reconstituirse la literatura existente de manera que
resulte relevante para las revoluciones.
En tercer lugar, hay algunas obras en ciencias sociales afines que resultan accesibles y
relevantes para construir un debate sobre las revoluciones dentro de las Relaciones
Internacionales.
El examen del lugar que ocupan las revoluciones en las Relaciones Internacionales parece
comprender tres grandes áreas de indagación. La primera es histórica: se trata de situar el lugar y
la influencia que ocupan las revoluciones en la historia del sistema internacional y en la formación
del entorno internacional del siglo XX.
La tercera y principal área de indagación tiene que ver con la teoría, es decir, qué
cuestiones teóricas plantea el estudio de las revoluciones a las Relaciones Internacionales.
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LAS REVOLUCIONES Y SUS CONSECUENCIAS
Como ocurre con todos los demás conceptos de las ciencias sociales, el concepto de “revolución”
ha evolucionado con el tiempo y contiene unos significados variables.
Theda Skocpol: Las revoluciones son trasformaciones rápidas y básicas del Estado y de la
estructura de clases de una sociedad, y están acompañadas y en parte llevadas a cabo por
revueltas de las clases inferiores. Las revoluciones sociales se diferencian de otros tipos de
conflictos y procesos transformativos, sobre todo por la combinación de dos coincidencias: la
coincidencia entre el cambio estructural social y la agitación de clase y la coincidencia entre la
transformación política y la transformación social.
MODELOS HISTÓRICOS
Las revoluciones son acontecimientos internacionales por sus causas y efectos y, con la excepción
parcial de las revoluciones de 1989, presentan un grado llamativo de uniformidad.
Generalidades:
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VÍNCULOS INTERNACIONALES E INTERNOS
El concepto de Estado que se usa convencionalmente (aunque rara vez se define en Relaciones
internacionales impide examinar, precisamente, esos procesos que hacen que las revoluciones
sean internacionales: los efectos de la competición interestatal en las relaciones entre Estado-
sociedad, el debilitamiento de los vínculos entres Estado-sociedad debido al impacto de las
revoluciones en otros Estados o la determinación de la política exterior revolucionaria por los
conflictos entre Estado-sociedad de los periodos post-revolucionarios.
Estado-entidad de dos caras que mira a la vez hacia adentro, hacia la sociedad que intenta
dominar y hacia fuera, hacia otros Estados y/o sociedades con los que interactúan con la meta de
reforzar su propia posición interna. Competición de Estados heterogéneos.