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FIGURAS PENALES EN LAS QUE INTERVIENE EL PERITO PSICÓLOGO.

María de los Ángeles Izcurdia

2022

Introducción.
Para abordar el tema propuesto, es menester efectuar una explicación
conceptual y contextual de la función que el examen pericial psicológico debe
tener como directriz en los procesos penales.
Ello por cuanto, toda conclusión arribada pericialmente en materia de
psicología se efectúa en un recorte de espacio y tiempo que muchas veces, se
antepone a los procesos psíquicos, los cuales por definición son atemporales,
siendo inherentes a cada sujeto y a su devenir.
Así, en el tipo de imputación que se investigue; es primordial para un
perito considerar variables individuales, contextuales y sociodinámicas que
intervienen y configuran la conducta típica imputada que se intenta atribuir a un
autor.
A nivel psicológico, para que la acción "imputada" esté dada, debe haber
existido lo que en psicología se denomina "estructura de la conducta", la cual
está signada por un doble aspecto: uno interno y otro externo. Siendo la
diferencia entre ambos, la substancia en qué, derecho y psicología deben
centrar su mirada. A nivel psicológico, la acción voluntaria supone un estado de
conciencia lúcida que, facilite la fijación de una meta, la planificación, la
reflexión y la dirección de la energía para alcanzarla.
Ahora bien, no puede desconocer un perito que para que pueda
hablarse de un "victimario" en términos penales, éste debe haber promovido el
estado de "víctima". Víctima que, posteriormente al acto victimizante, y ante la
denuncia del mismo, se convierte en "objeto (sujeto)" de estudio del proceso
judicial.
SIN EMBARGO, para que pueda establecerse que un sujeto ha sido
víctima de un hecho como los que se analizan en el fuero penal, debe
alcanzarse un conocimiento específico, a nivel psicológico (y a nivel jurídico
también). Y es, el conocimiento que arroja "la verdad de las pruebas". En el

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caso de la psicología, de las técnicas de exploración psicológica que se
apliquen; las cuales exponen a partir de su exhaustivo análisis e interpretación
los indicadores objetivos que permiten confluir en una conclusión diagnostica.
Resultando inherente a la función pericial tener en cuenta que, un solo
indicador no es necesariamente indicio de haber padecido situaciones de
“victimización”; por lo que es imprescindible cruzar varios indicadores, sumando
a ello la historización personal y, dinámica vincular y familiar.
En tal sentido, sabido es para quienes somos especialistas en materia
psicojurídica que, las patologías psíquicas y/o las configuraciones familiares y/o
relaciones disfuncionales, pueden ser generadoras de infundías denuncias (en
términos jurídicos), las cuales son el emergente a modo sintomático del
conflicto existente (en términos psicológicos), el que innúmeras veces no se
relacionan con las circunstancias que se investigan.
Es así como, un informe psicológico exhaustivo, como es el que se
requiere en el ámbito judicial, precisa detentar una excelsa e inobjetable
calidad científica. Ello, de modo imperativo, supone que los resultados
alcanzados sean CLAROS, INOBJETABLES Y TAXATIVOS en la
consideración de las variables señaladas.
 
El imputado y la víctima en el contexto del proceso penal.
El Código de Procesal Penal de la Nación Argentina establece en su
artículo 78, lo que denomina “Examen mental obligatorio” para el caso de los
imputados por delitos que estén reprimidos con una pena mayor a 10 años, o
cuando se tratare de una persona sordomuda, menor de 18 años, mayor de 70
años, o si se estimare la necesidad de aplicar una medida de seguridad.
Por otra parte, la Ley de derechos y garantías de las personas víctimas
de delitos (Nº 27.372) instauró medidas de protecciones especiales cuando el
acto investigado constituya un delito contra la vida (homicidio y lesiones); delito
contra la integridad sexual (abuso sexual en sus distintos tipos penales); delitos
de terrorismo; delitos cometidos por asociación ilícita u organización criminal;
delitos contra la mujer, cometidos con violencia de género; delito de trata de
personas. Asimismo, creó el Centro de Asistencia a Víctimas de Delitos; el
cual tiene por finalidad asistir y acompañar a las víctimas en todas las

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instancias procesales; brindándole -entre otras cosas- asistencia a nivel
psicológico.
Al respecto, cabe señalar que, en el contexto del proceso penal, la
pericial psicológica, es un medio de prueba que puede presentarse en el
desarrollo del mismo. Pero como se ha dicho, no debe despreocupar el hecho
de que, frente a determinados actos delictivos, será la víctima quien al
denunciar se constituya en protagonista de la producción de la prueba pericial
psicológica y médica.
Bajo ésta consideración, la mencionada Ley establece la necesidad de
“reconocer y garantizar los derechos de las víctimas del delito y de violaciones
a derechos humanos”, otorgándoles un rol activo en el proceso penal que
visualiza su calidad subjetiva, a la vez que prevé mecanismos que aseguren
asesoramiento, asistencia, representación, protección, verdad, acceso a la
justicia, tratamiento justo, reparación, celeridad y todos los demás derechos
constitucionales e inherentes al respeto de los DDHH; con la finalidad de evitar
su revictimización.

Los delitos contra la integridad sexual.


El Código Penal Argentino ha tenido substanciales modificatorias desde
el año 1999, derogándose los antiguamente llamados “delitos contra la
honestidad”, los cuales, tanto en su denominación como en los procesos
penales mismos, detentaban un velado sesgo que obstaculizaba la posibilidad
de acceso a un proceso justo y reparación jurídica para ciertos sectores de la
población.
La sustitución de los mismos, por los se titulan “delitos contra la
integridad sexual”, abrió la puerta a nuevas visiones desde el derecho penal
que, al día de hoy han propiciado una legislación más moderna, inclusiva,
contemplativa (de circunstancias y personas), y por tanto más adecuada al
contexto y realidad social argentina actual.
Así, el Código Penal de la Nación, Libro II, Título III, Capítulos II, III, IV, y
V; contemplan los delitos contra la integridad sexual y sus agravantes,
tipificando el “abuso sexual”; “el abuso sexual de menores de 18 años sin
consentimiento”; “abuso sexual de menores de 16 años aprovechando su
inmadurez sexual”; “abuso sexual seguido de muerte”; “corrupción de menores

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de 18 años sin o con consentimiento”; “la promoción o facilitación de la
prostitución sin o con consentimiento”; “la explotación económica de la
prostitución”; “la producción, financiación, ofrecimiento, comercialización, o
difusión de pornografía”; “las exhibiciones obscenas”; “sustracción o retención
de una persona para menoscabar su integridad sexual”; y “delitos informáticos
contra la integridad sexual”.
Cabe destacar que, en materia de delitos sexuales cometidos contra
niños o adolescentes, el Código de Procedimiento Penal en sus art. 250 bis
establece que cuando sea necesaria la comparecencia de un menor de 16
años, sólo podrá ser entrevistado por un psicólogo especialista en niños y/o
adolescentes; no pudiendo ser interrogado en forma directa por ningún otro
actor que intervenga en el proceso penal.
En el mismo sentido también prevé que, el acto procesal se realice en un
gabinete especialmente acondicionado y adecuado a la edad y etapa evolutiva
por la que atraviese el niño, niña o adolescente; y que, en el caso en que así lo
disponga la autoridad competente, el mismo podrá ser seguido desde el
exterior del gabinete a través de vidrio espejado, micrófono, equipo de video o
cualquier otro medio técnico.
Los actores del proceso penal, solo podrán plantear sus inquietudes,
propuestas e interrogantes al profesional psicólogo que intervenga; quien será
el encargado de mediatizar las mismas en su presentación al menor,
adecuándolas a su etapa evolutiva y estado emocional.
Además, en el caso en que el niño, niña o adolescente; debiera concurrir
a reconocer lugares y/o cosas, será acompañado por el profesional que
designe el tribunal.
El art. 250 Ter establece que aquellos adolescentes de entre 16 y 18
años que deban comparecer ante los estrados judiciales para brindar
testimonio; primero deberán ser evaluados por un especialista a los fines que
determine la probable existencia de riegos para su salud psicofísica
consecuente a dicho acto. Y, en el caso de que existiere riesgo, se procederá
conforme lo preceptuado por el articulo 250 Bis.
Por otra parte, también resulta de relevancia que, el art. 250 Quater
indica que en casos en que las víctimas de trata y explotación de personas
deban declarar, serán entrevistadas por un psicólogo; tomándose las medidas

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necesarias a nivel procesal (entrevista en Sala Gesell, video filmación, etc.)
tendientes a que se reitere el acto procesal y así no se exponga a la víctima a
nuevos actos que reediten su calidad de padeciente.
El análisis de estas temáticas no puede dejar de mencionar tres Leyes
de primordial importancia. Ellas son la Ley Nº 26.705 (conocida como “Ley
Piazza”); Ley Nº 27.206 (conocida como “Respeto a los tiempos de las
víctimas”); y Ley 27.455. Ello por cuanto, este trípode de normas, al modificar el
tiempo de prescripción para la realización de la denuncia o ratificación de la
misma, y promover la instancia de acción pública en casos de delitos sexuales
contra niños y adolescentes menores de 18 años; han posibilitado el acceso a
la “Justicia” de muchas víctimas que, vinieron reclamando por años el
reconocimiento de tal derecho constitucionalmente garantizado.

Los delitos contra la vida.


Bajo este título encontramos en nuestro Código Penal, los delitos de
“homicidio”, “lesiones” (leves, graves y gravísimas); “homicidio y lesiones en
ocasión de riña”; “duelo”; “abuso de armas”; y “abandono de personas”; y sus
respectivos agravantes.
Sin embargo, debe señalarse que, recién en el año 2012 se incorporaron
como agravantes del delito de homicidio la comisión del mismo por: “los ex
conyugues; o quienes hayan mantenido relación de pareja (con convivencia o
no); o por “motivos de género u orientación sexual, identidad de género o su
expresión”; o cuando un hombre matare a “una mujer y mediare violencia de
género”; o “cuando se realice para causar sufrimiento a un ascendiente,
descendiente, conyugue, exconyugue, pareja o expareja (conviviente o no)”.
A la luz de ello, se impone indicar la relevancia que en materia de
violencia de género detenta la normativa citada. Si bien el concepto de
“femicidio” es de antigua data a nivel internacional, habiendo sido utilizado por
primera vez en los estrados judiciales en la década de los 70; nuestro país ha
mostrado una tardía recepción del mismo. Y aún, no lo ha signado de modo
expreso en la legislación vigente, aunque la misma lo referencie de modo
indirecto conforme lo explicitado. No obstante, lo cual, no desmerece su
preeminencia en la especialidad.

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En relación a ello se debe señalar que, a pesar de que los términos
“femicidio” y “feminicidio” vienen siendo utilizados mundialmente; hasta la fecha
no existe un acuerdo en la comunidad científica en la conceptualización
unívoca de los mismos; probablemente en razón de las múltiples ciencias que
se ocupan de su estudio y abordaje. Aunque, existen autores que han optado
por distinguirlos considerando al “femicidio” como aquél acto que da muerte a
una mujer por el solo hecho de serlo; y dándole al “feminicidio” una impronta de
carácter político en cuanto a la responsabilidad de los Estados en la omisión de
la realización de intervenciones tendientes a su visualización, prevención y
erradicación.

Reflexiones finales.
Todo ello, hace pensar que, estamos frente a un plexo legal que ha
comenzado a considerar la “subjetividad” de las personas involucradas en los
procesos penales y que, más allá de su calidad de “víctima” necesitan ser
reconocidas, consideradas y tratadas como “sujetos” y no como “objetos” de
tratamiento para el derecho.
El lugar destacado que caracteriza la actuación profesional del psicólogo
en la citada normativa; nos debe impulsar como profesionales a enaltecer
nuestra capacitación y acción científica; para seguir construyendo caminos que
incluyan nuestra ciencia y sapiencia; bajo los preceptos que imponen a nuestra
praxis la Ley Nacional de Salud Mental y La ley del ejercicio profesional de la
psicología; enmarcados y signados por el respeto de los Derechos Humanos y
una novada visión de perspectiva de género.

Referencias bibliográficas.

 Constitución de la Nación Argentina. Boletín oficial.


 Código Civil de la Nación y modificatorias. Boletín oficial.
 Código Penal de la Nación y modificatorias. Boletín oficial.
 Código Procesal Penal de la Nación y modificatorias. Boletín Oficial.
 Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología. Boletín oficial.
 Ley Nacional de Salud Mental. Boletín oficial.

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